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DE ESPECTÁCULO A ESPECTRO

Sobre el documental Lemebel de Joana Reposi Garibaldi

Por Héctor Hernández Montecinos

Anoche vi el documental “Lemebel” en el Centro Arte Alameda. Me pareció oportuno


que fuera ahí que es parte de su imaginario capitalino de sus andanzas, donde muchos
hemos encontrado un espacio abierto a los nuevos jolgorios. Tenía expectativa sin duda.
Los premios, el titular de que es el documental más visto en lo que va del año, los dimes
y diretes, incluso me daba curiosidad saber si había servido de algo la larga entrevista que
me realizaron como parte de la investigación para el rodaje. En síntesis quería
reencontrarme con Pedro, con el Pedro que iba a presentar mi primer libro el año 2001,
con el que pelábamos y con el único que me defendió cuando las nuevas hordas disidentes
andaban de caza de brujas, con el Pedro que no pude despedir por estar en Perú donde lo
aman como acá. Desde el 2015 siento nostalgia de Lemebel, lo releo a menudo, lo pienso,
miro sus fotos. Le tenía admiración infinita desde adolescente y un miedo atroz. Unas
veces me saludaba de beso cariñosa y locuaz, otras, me miraba con desprecio y me
ignoraba. Su “Manifiesto” fue la inspiración para mi poema “No a las respetables putas
de la belleza” y no el “Aullido” de Ginsberg. Me dio el ánimo para mirar de frente y
jamás pero jamás callarse. Este documental iba a ser mi descanso en paz, pero fue todo
lo contrario.

Voy a ir directo al grano. Me pareció pésimo, nefasto, un horror. En realidad es


un documental con los materiales con los cuales se pudo haber hecho un gran y hermoso
trabajo audiovisual que no se hizo. De hecho, toda la película parece una larga y
agotadora preproducción en que se muestra todo lo que hay y de lo cual se creará algo,
se hará una edición, una investigación, un obra a la altura de su protagonista. No es así.
Este documental no es para y por Pedro sino sobre ella misma con él. No existe ni el más
mínimo atisbo de guion, de relato. En total son casi dos horas de material de archivo que
a los 45 minutos ya agota. Es decir, hace algo que ni el peor enemigo de Lemebel había
logrado, convertirlo en un aburrimiento total.

Pedro es maravilloso, increíble, brillante de principio a fin y es lo único que tiene


y hace sentido en la película. Inteligente, punzante, conmovedor, son cualidades de él, no
de como se construye en el filme. El único argumento es su inminente muerte y es lo que
levanta el documental. Lo que le da una validez como un testimonio. Nada más. El trabajo
completo es egoísta y eso me irrita y me entristece. La directora es la protagonista y no
el artista. Y no se trata de que sea su versión de Lemebel sino que no hay ninguna. Es una
obviedad que cada documental es una mirada pero acá no la hay. Es un pegoteo de
materiales descontextualizados en que ni siquiera se comprende qué se quiso hacer. Sólo
se ve la flojera de ni siquiera poner el nombre de quienes intervienen, o de las obras. No
hay amor por el autor en una obra que se pretende de autor sobre otro.
El documental es un desastre. Uno termina por enojarse porque la directora se
farrea todo el material al que se tuvo acceso. Videos hermosos de Pedro en su casa de
infancia, en sus acciones de arte, en fiestas del under. Se avanza desde los ochenta hasta
sus últimos momentos, luego se regresa a los noventa para luego pasar por sus apariciones
en televisión y luego de vuelta a la infancia o las performances. No hay interés en el
imaginario del escritor, en sus pasiones, en sus vínculos. Es evidente que falta Gladys,
pero en realidad falta todo. La parte literaria aparece como anecdótica, lo mismo sus
luchas, su vida cotidiana. Nunca hay un momento en que Lemebel sea Pedro y eso es una
decisión. A la directora le importa el personaje, ese es el que ella quiere retratar, el que
provoca, el que vende. El único momento en que sentí una emoción es cuando él ve las
diapositivas de su madre en su casa de San Miguel y repite “mamita, mi mamita”. Una
estrella que también brilla con la luz de otros hace que sea lo que Pedro es.
El Lemebel del documental es lo que la directora cree de él. Un maricón pirómano,
alcohólico y drogadicto. Es la imagen que queda de él. A ese nivel. Un hombre consumido
por sí mismo y justamente Pedro es todo lo contrario. Una mente deslumbrante que supo
convertir el cuerpo en discurso, los lugares y el tiempo. Se trata de un escritor que hizo
hablar a todo lo que le rodaba. Todo tenía derecho a la literatura y la obligó a preguntarse
nuevamente por lo qué es, lo que quiere, lo que necesita.

Lemebel de Joana Reposi es una película sobre sus diapositivas. Nada más. Los
otros materiales están mal montados y hay escenas tan largas e incoherentes que se nota
que no hubo ni la mínima edición. Creo que da tristeza todo lo que pudo ser y no fue. Es
lamentable porque Pedro es un genio y sin él yo ni siquiera me hubiese atrevido a tomar
un lápiz. El Lemebel del documental es una sombra que habla. Una presencia saturada.
Lo hace pasar del espectáculo a ser un espectro. Lo convierte en un alma en pena, en un
muerto en el peor sentido de la palabra.

Hace semanas por alguna misteriosa circunstancia llegué a la fiesta por la avant
premiere del documental. Había un forzado y tenso ambiente de celebración. Nunca vi
tanta alta heterosexualidad festinando a una loca proletaria pero con desgano, con una
cuidadosa alerta de no parecer gay. Supongo que productores, equipo, patrocinadores,
sponsor, no sé. Juan Pablo Sutherland, Víctor Hugo Robles, Jaime Lepé, Alejandro
Modarelli, mi pololo y yo éramos los que sobrábamos ahí. Ellos fueron la hermandad de
Pedro más sus queridas amigas pero todo estorbaba incluso la corta e ignorada
participación de Paulette Favres que seguramente vio que ese no era nuestro lugar. Ahí
no estaba Pedro, estaba Lemebel, no el escritor y artista, sino el documental.

Lo único hermoso y es con lo que me quedo es que tanto Pancho como él hacen
referencia a los niños mariquitas. Lo dice Pancho en un registro de archivo y Pedro al leer
su “Manifiesto”. Uno de esos en los ochenta era yo. Amor eterno y admiración infinita a
Pedro y Pancho. Este documental pudo haber sido un hito en la vida de muchos nuev@s
niñqs. No lo fue. Una pena inmensa. Lemebel no necesitaba otra máscara como la del
afiche. Nosotros lo necesitamos a él y ahora luego de ver esta película mucho más.
Por suerte está en línea el sí excelente documental Pedro Lemebel, el artista de
los bordes (2018) que produjo TVN en el programa Réquiem de Chile con dirección de
Florencia Doray e idea original de Cote Correa. En efecto, bastante del material exhibido
ya está presente acá. También existe Corazón en fuga de Verónica Quense realizado una
década antes (2008) que es una exploración literaria y creativa. También está en línea.

Pedro es urgente hoy. Su vida y su obra. No los fantasmas que otros crean de él.
Para eso ya está el capitalismo.

Estreno: 5 de septiembre, 2019. Duración 96 minutos.

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