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Maestra: Erika Arzate Camacho.

Maestra: Norma Elena López Vásquez.

Cómo concepto filosófico que podemos aplicar a nuestra práctica docente primeramente podemos decir:
1.- Actitud .- Si nos enfocamos a la historia de Sócrates en donde aprende observando a su padre que era
orfebre, que había días que encontraba el barro más maleable que otros días y por ello observo que cuando
era más manejable o él pensaba que era así; simplemente se debía a la actitud que tomaba ese día y la
pieza que se fabricaba ese día era estupenda.
Conclusión: La actitud lo es todo, y debemos no sólo decirle a los alumnos que tengan una buena actitud; si
no enseñarles el cómo tenerla, a través de la inteligencia emocional y la programación neurolingüística,
podemos aprender nosotros como docentes y transmitirles el cómo hacerlo a nuestros alumnos.

Sócrates creía que el primer paso para que una persona obtenga conocimiento era que reconozca
su propia ignorancia. https://es.wikihow.com/discutir-usando-el-m%C3%A9todo-socr%C3%A1tico

Por lo tanto, este método no se enfoca tanto en probar tu punto, sino en refutar el punto de la otra
persona con una serie de preguntas (elenchus), lo cual dará como resultado la aporía (confusión).
Las escuelas de leyes usan este método para enseñar a los estudiantes las habilidades del
pensamiento crítico. También es popular en la psicoterapia, en la capacitación en gestión y en
otros salones de clases.

Debemos buscar su aplicación práctica tanto en las aulas de secundaria y bachillerato como en el
nivel de la enseñanza universitaria, así como en las empresas, organismos públicos, etc. Se trata,
de reconstruir y actualizar la práctica en un entorno que en principio se le presenta como
abiertamente hostil, dada la obsesión pragmática https://www.youtube.com/watch?v=tprL9NEYlCc
que preside el mundo actual.

Retomando a la mayéutica es una fase constructiva, positiva y de indagación guía las respuestas
del alumno hacia la definición universal mediante razonamientos inductivos orientado a los
alumnos a avanzar por sí mismos.
Las principales dificultades para implantarlo en las aulas residen en el elevado número de
alumnos, la escasa cercanía y confianza que existe entre el profesor y los estudiantes, el supuesto
estatuto del docente como autoridad en plena posesión del conocimiento, las exigencias
curriculares y la necesidad de evaluación de unos contenidos y de un temario concreto. Sin
embargo, los docentes debemos esforzarnos por llevar a las aulas el afán de examinarse a uno
mismo y a los demás, y la finalidad pedagógica de conformar buenas personas.

Una solución al problema del excesivo número de alumnos que suele copar las aulas, el trabajo
oral tiene que ser necesariamente complementado por el trabajo con textos escritos, que muchas
veces puede servir de labor previa para la reflexión y la posterior puesta en común durante el
proceso de enseñanza-aprendizaje.

Así, siguiendo la imagen clásica de la partera, el docente se convierte en un mentor que acompaña
y guía a los estudiantes y se compromete existencialmente en su formación integral y en su
desarrollo moral, personificando la verdadera educación, puesto que, en último término, educar es
enseñar a vivir.

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