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Centro de Estudios Educativos “Rigans Montes”

COMO EL BARRO EN LAS MANOS DEL ALFARERO 1


Marianela Quiroga
marianelaquiroga88@gmail.com

Hablar del Venerable Fulton Sheen2 es referirse a una persona que se ha entregado
como barro al Alfarero de la Vida. Su vida y sus obras son reflejo del amor de Dios y ejemplo
de un ser humano que vive in persona Christi. Sus enseñanzas son, para nosotros, una guía
espiritual en esta peregrinación.

En el inicio de su autobiografía3 Fulton Sheen hace referencia a sí mismo como una


vasija de barro, dentro de la cual se encuentra un gran tesoro. Esto no es válido tan sólo para
sí mismo, sino para todo hombre, por lo que nos deja entrever su concepción antropológica.

Este arzobispo estadounidense presenta la visión de un hombre débil y herido en lo


más profundo de sí por el pecado de nuestros primeros padres y aumentado por los propios.
Hombre ignorante y miserable, que no se percibe capaz de recibir en sí lo más grande de la
vida, a causa de tanta pobreza. Pero esta indigencia es para Dios un grito de nuestra
condición humana. Una naturaleza caída pero a la vez transida por nuestros más sinceros
anhelos de divinidad. Anhelos de conocer, amar y servir a Dios. Anhelo presente aunque
muchas veces escondido en el alma de los hombres.

Fulton Sheen ha extraído la metáfora de la vasija de una carta de San Pablo a los
corintios. Con aquella quiso reflejar la frágil condición humana y la grandeza de la vocación
sacerdotal. Naturaleza humana identificada con la vasija de barro. Vocación al sacerdocio
como un gran tesoro y regalo divino. Se nos muestra lo maravilloso del sacerdocio y el gran
deber que nuestros pastores tienen. Pero también, las debilidades con las que luchan, que

1
Para citar este artículo: QUIROGA, Marianela. Como el barro en las manos del alfarero. Recuperado de:
http://ceerigansmontes/articulos/, día, mes, año en que fue recuperado.
2
En 2012 S. S. Benedicto XVI aprobó el decreto por el cual se reconocen sus virtudes heroicas, con lo cual pasó
a ser Venerable Siervo de Dios.
3
Tesoro en vasija de barro. La autobiografía de Fulton J. Sheen. Logos, Rosario, 2015.
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son las mismas que tenemos los demás hombres, pero entre ellos y nosotros hay una gran
diferencia. Con estas palabras lo expresa Fulton Sheen:

“Nuestra caída puede ser mucho mayor que la caída de otros debido a la altura desde la
que tropezamos. De todos los hombres malos, los religiosos malos son los peores, porque son los que
han sido llamados a estar más cerca de Cristo”4.

Este sacerdote nos enseña el modo en que el mismo Dios trabaja. Ya que Él, en su
infinita Providencia, elige a los más débiles a fin de revelar todo su poder a través de estos
pobres instrumentos. ¿Por qué? Porque “de otra manera, parecería que es el barro quien hace el
bien, y no el Espíritu” 5. Gran Sabiduría es Dios que se sirve de nuestra debilidad, de nuestra
flaqueza, nuestra miseria, para mostrarse en su infinito Poder y Misericordia.

Dios nos ha dado innumerables pastores que, tan de barro como nosotros, han sido
bendecidos con el tesoro de ser “mediadores entre Dios y los hombres”. En el día del
natalicio del Venerable Siervo de Dios Fulton Sheen, apreciemos el sacerdocio, recemos por
nuestros pastores y pidámosles entrega plena. Una gran cosa se le ha dado a cada sacerdote:
la vocación de servir a Dios en cuerpo y alma. Fulton Sheen reconoce que la respuesta a este
llamado tiene sus exigencias:

“Cuando se le ha dado mucho a un hombre, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya


confiado, más se le pedirá a cambio. Dios me ha dado no solamente una vocación, sino que la ha
enriquecido con oportunidades y regalos: esto significa que exigirá que le pague un alto impuesto a
las ganancias en el Día Final”6.

Esta enseñanza no sólo es válida para nuestros sacerdotes, sino también para cada uno
de nosotros, en la medida que nos corresponde. Medida que conoce el alma en la intimidad
con Cristo.

Reconociendo nuestro propio barro, miremos en la interioridad del tesoro que se nos
ha confiado y vivamos fieles en el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Cada uno de

4
Ibídem, p. 20.
5
Ibídem, p. 22.
6
Ibídem, p. 23.
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nosotros conoce cuál es su llamado. Y por más frágiles que nos sintamos dejémonos moldear,
a imitación de Fulton Sheen, como el barro se entrega en las manos de su alfarero.

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