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LA COORDINACIÓN PASTORAL

Es la acción que suscita, integra, anima, desarrolla, evalúa y planifica


orgánicamente la Iglesia, para que sea Pueblo de Dios, Comunión de
personas, sacramento de comunión y de corresponsabilidad; coordina
a través de los niveles de Iglesia y demás servicios y ministerios que
existen en la diócesis.
Es un proceso que realiza, con la operación armoniosa de todos los
dones y carismas, el crecimiento y edificación de la Iglesia en el amor.
Es el el proceso que busca hacer efectiva una verdadera pastoral de
conjunto, donde en la pluralidad de done se procure la unidad del
proyecto de Dios.

Es un servicio a la unidad, a la comunión y a la misión de la Iglesia.

ES UN SERVICIO A LA UNIDAD
Busca la unidad de esfuerzos y la unidad de criterios, de objetivos y
de acciones. Quiere hacer de la Iglesia un organismo vivo, bien
articulado, caminando en una misma dirección; promueve la unidad
en la diversidad, de allí que sea también una lucha contra la
uniformidad que ahoga y empobrece.

ES UN SERVICIO A LA COMUNIÓN
Fomenta la interrelación entre todos los miembros, niveles e
instancias de la Iglesia, entre sí y con Dios, con criterios del Evangelio,
en torno a un mismo Señor, una misma fe. En una Diócesis el Obispo
es el coordinador nato de la pastoral. A él corresponde promover el
desarrollo y valoración de todos los carismas.

UN SERVICIO A LA MISIÓN
En cuanto promueve y anima la participación en la misión
evangelizadora de la Iglesia, cada cual desde su vocación y carismas
específicos. La principal tarea de quien coordina es facilitar que todos
los servidore puedan desarrollar sus posibilidades en bien de la
comunidad y de su propia realización.

MÍSTICA DE LA CORDINACIÓN
Una adecuada coordinación pastoral tiene diversas exigencias y
encierra peligros y tentaciones, requiere unas determinadas
disposiciones y capacidades en las personas que la desempeñan y
criterios que le den una clara orientación evangélica.
Es necesaria una mística propia o sea un conjunto de valores y
actitudes que le den vida y fuerza, a partir de la motivación que nace
de la fe que nos mueve por dentro, misteriosamentre, moviéndonos a
la acción.

EXIGENCIAS O CONDICIONES FUNDAMENTALES PARA COORDINAR

Eclesialidad: No se puede ejercer por iniciativa propia, es preciso


recibir ese encargo a través de la mediación de la Iglesia, según sea el
caso.

Credibilidad: para ejercerla ese necesaria la confianza de la


comunidad y la fuerza moral del testimonio.

Unión y sintonía con Jesucristo: Si esta unión con el único maestro y


Señor corremos el riego de usurpar su lugar.

La conducción del Espíritu: El principal Agente es el Espíritu Santo.


Sin su asitencia no es posible ejercer una adecuada coordinación
pastoral. Esto exige una permanente actitud de escucha y
disponibilidad para dejarse conducir por él.

TENTACIONES Y RIESGOS EN LA COORDINACIÓN PASTORAL

Pasivismo: Es dejar que las cosas se den por sí mismas,


desaprovechando los dones y carismas que los demás pueden
aportar, por miedo al compromiso o para evitar complicaciones.

Autoritarismo: Imponer las propias ideas o proyectos o exigir más


de lo que los otros puedan dar. Esto en lugar de ayudar, entorpece
el proceso de la comunidad.

Utilitarismo: Es aprovecharse del cargo pastoral para su propio


provecho, buscar o aferrarse a puestos.

El aislamiento: a veces la coordinación requiere de discentir de lo


que los otros piensan o quisieran, lo cual conlleva a una dosis de
soledad y el peligro del aislamiento.

La autosuficiencia: Confiar demasido en sí mismo. Es conveniente


no olvidar que quien se encierra en su verdad o en su timidez se
incapacita para un ejercicio sano del ministerio de la coordianción.

Centralismo: Hacer giar todo el trabajo en torno de sí mismo. Se


delegan acciones pero no autoridad. No se confía en los demás.

PRINCIPALES RASGOS DEL BUEN COORDINADOR


Espíritu de servicio: Debe saber darse en el ministerio de la
coordinación, pues no basta con dar órdenes, sino que es precisso
acompañar al otro en el ejercicio de su propia actividad.

Caridad fuerte y clara: El amor es lo que debe guiar todo el ejercicio


de la coordinación en la Iglesia. Amor que ha de traducirse en una
amistad cordial.

Realismo: El coordinador ha de tener los ojos bien puestos en la


realidad, para descubrir en ella las huellas de Dios. Necesita una
actitud de búsqueda permanente.

Humildad y fortaleza: el buen coordinador siempre está dispuesto


a dejarse educar por la comunidad sin posturas de soberbia ni de
falsas humildad.

Espíritu de diálogo: Necesita saber escuchar con paciencia y


mansedumbre, así como explicar con claridad las razones que le
mueven a actuar del tal manera.

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