Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN
Una deuda recíproca
Alfonso Gumucio Dagron
La imaginación es más importante
que el conocimiento
Albert Einstein
● Aprender a conocer
● Aprender a hacer
● Aprender a convivir
● Aprender a ser
En América Latina varios foros y autores han enriquecido esos
conceptos añadiendo: aprender a emprender.
Mario Kaplún usaba expresiones como “se aprende al
comunicar”, “conocer es comunicar” o “del educando oyente al
educando hablante”, y afirmaba: “educarse es involucrarse y
participar en un proceso de múltiples interacciones
comunicativas”.(2)
Debajo de las palabras, los significados ocultos
Es imprescindible recuperar el valor semántico de “educar” y de
“comunicar”, pues ambos han sido distorsionados por el uso.
Aunque las raíces de educar, provienen del latín “educere” y
“educare”, el primero significa sacar lo que está adentro del ser
humano, para prepararlo como ser social, mientras que el
segundo nos remite a una acción de moldear y guiar. Sacar de
adentro hacia fuera el potencial de conocimientos y valores,
apoyar el desarrollo de algo que ya existe en el ser humano, en
lugar de simplemente moldearlo, hacerlo igual a otro, para que
asegure la transmisión de ciertas informaciones. Educere implica
preguntar, dialogar, pensar y crear, en oposición a memorizar y
repetir. La memorización y la repetición del modelo educativo, es
lo que hace que permanezca una institución que se resiste al
cambio.
Si la educación tiene la función de sacar lo que el individuo lleva
adentro, para potenciar su creatividad y para socializar con los
demás su conocimiento y sus valores, entonces no bastan los
equipamientos y las capacitaciones en tecnología: lo que
importan son los procesos que permiten comprender
dimensiones de la imagen y del sonido que no por demasiado
obvias son mejor entendidas. Es un hecho que en medio de la
“sociedad de la información”, vivimos un galopante
analfabetismo de la comunicación. La comprensión de la
comunicación es pobre, y las confusiones entre los propios
especialistas son frecuentes.
En la medida en que la educación deje de ser percibida como un
producto, y se comprenda como un proceso, se acercará más
a su potencial de responder a las necesidades de la sociedad. Y
precisamente es la comunicación la que puede contribuir en esa
evolución, porque la comunicación es también proceso antes
que producto. De ahí que es tan importante establecer entre los
propios comunicadores la diferencia que existe entre información
(producto) y comunicación (proceso).
En el caso de la “comunicación”, más sujeta a intereses
económicos y políticos inmediatos que a lastres institucionales
como la educación, se dan igualmente confusiones de términos.
Communio significa compartir, poner en común, participar, lo
que hace de la comunicación algo muy diferente de la
información, y muy próxima al verdadero sentido de la
educación. Sin embargo, es muy corriente confundir en el
lenguaje cotidiano la comunicación con la información, y los
propios comunicadores y periodistas contribuyen a esa
confusión.
Las carreras de periodismo, que hace dos o tres décadas
cambiaron de nombre para convertirse de un plumazo en
“carreras de comunicación social”, no han cambiado en lo
fundamental su enfoque mecanicista. Cambiaron de nombre
cuando incorporaron la publicidad, las relaciones públicas, pero
mantuvieron la segmentación instrumental de sus
departamentos por “medio”: prensa, radio, televisión, en lugar de
organizar los estudios por área: comunicación para el desarrollo,
comunicación ciudadana, comunicación y derechos humanos,
etc.
Es como si en los estudios de medicina, los estudiantes tuvieran
que optar por categorías instrumentales como ecografía, rayos X
o tomografía, en lugar de estudiar anatomía, fisiología o
histología. Así como la medicina estudia los procesos vitales del
cuerpo humano, la comunicación estudia el proceso humano de
comunicar. El estudio de los medios e instrumentos de difusión
de la información es equiparable a los medios técnicos que usa
la medicina para diagnosticar o curar.
En otras palabras, información no puede equipararse a
comunicación, y los periodistas que manejan los mensajes no
pueden equipararse a los comunicadores que facilitan procesos.
No lejos de esa confusión está la que asimila comunicación con
comunicaciones. Sobre todo su uso en inglés (o influenciado
por el inglés) tiende a equiparar ambos términos. De hecho, la
palabra “comunicaciones” no está en el diccionario de la Real
Academia Española, es un anglicismo, y en inglés el plural se
diferencia del singular en algo fundamental: communication
alude al proceso humano de comunicarse, mientras que
communications se refiere a un “sistema” que incluye las vías
(carreteras, caminos) y los medios técnicos (teléfono, fax)
utilizados (8).
Una confusión similar a la que existe entre comunicación y
comunicaciones, aparece entre conocimiento y conocimientos.
Corrientemente se alude a los “conocimientos” como la
información que uno maneja sobre las cosas: uno tiene
“conocimientos” sobre el cuerpo humano, sobre historia o sobre
geografía. Pero el conocimiento es algo diferente no debe
equipararse con la información, sino que el conocimiento es el
lugar de encuentro entre las informaciones y la superestructura
de cada individuo. El conocimiento es lo que cada uno de
nosotros hace de la información que recibe, cuando la asume e
incorpora a través del propio bagaje filosófico, cultural,
emocional y contextual. De ahí que el conocimiento no es
transferible, lo que es transferible es la información, a veces
aludida erróneamente como “conocimiento”.
Lo anterior es importante, porque la palabra escuela o la palabra
educación, ya no tienen el mismo significado para todos. Es muy
diferente la manera como las entendieron Freinet, Vygotsky,
Freire o Kaplún, a como la entienden quienes la conciben como
un molde inamovible.
El rol de las tecnologías
“La idea de que se pueda asegurar una transmisión (cultural)
con medios (técnicos) de comunicación constituye una de las
ilusiones más habituales de la ‘sociedad de la información’,
propia de una modernidad cada vez mejor armada para la
conquista del espacio pero cada vez lo está menos para el
dominio del tiempo.”(9)
Regis Debray
Los cambios que afectan el papel de la comunicación en la
educación no deberían ser ni cosméticos ni instrumentales, sino
de enfoque y de proceso. El añadido de nuevas tecnologías
sobre un sistema arcaico de educación no es la solución.
Se cree que dotando a las escuelas de computadoras,
conectividad de Internet, cámaras de video y estudios de
producción radiofónica, se acorta la “brecha” que existe entre
una escuela que opera en base a la letra y una escuela que
opera en base a la imagen. En ese caso se olvida algo muy
obvio: lo que importa no es el libro o la computadora, lo que
importa es el aprendizaje de la lectura (del texto o de la imagen,
y el puente entre ambos).
La incorporación de la tecnología es apenas un paso en un
nuevo proyecto educativo. La tecnología per se corre el riesgo
de perpetuar un sistema decimonónico en lugar de renovarlo, si
es que no se renueva a la vez el proceso educativo, basado en
competencias emocionales y en experiencias vivenciales. Una
educación pertinente que utilice como instrumentos las nuevas
tecnologías, tendría sobre todo que crear posibilidades de
construir de manera critica el conocimiento, haciendo énfasis en
el dialogo y el debate, y en la apreciación crítica de los mensajes
audiovisuales y de los propios procesos de comunicación e
información.
La creatividad de los jóvenes debe ser alentada, no coartada
con argucias técnicas. No basta que ellos elaboren los guiones,
sino que tengan responsabilidad sobre todo el proceso de
producción audiovisual, porque de otro modo, lo que uno percibe
es que con el argumento de cuidar la calidad técnica, se
implantan filtros y formatos convencionales que limitan la
creatividad de los jóvenes y despojan de frescura sus obras. Al
final, todo se oye igual o se ve igual, porque ha sido modificado
en función de un criterio conservador de la técnica y de la lectura
audiovisual, por algún técnico bien intencionado que lo que hace
es uniformizar todas las producciones para que suenen como
una radio comercial. De ahí la reiteración de los formatos, de los
efectos sonoros o visuales, de la música… Al final, deja de ser el
producto de la creatividad de un joven, para convertirse en un
producto neutro, correcto técnicamente, pero sin emoción.
Cuando Mario Kaplún desarrolló sus experiencias de
caseteforo, primero en Uruguay y luego en Venezuela, trataba
“no sólo de ampliar audiencias para mensajes críticos, sino de
potenciar emisores capaces de intervenir en procesos de
comunicación desde la base, buscando generar interlocutores
más que meros locutores, promoviendo el uso de la tecla record
y no sólo de la tecla play de los grabadores de casete que se
habían popularizado en aquella época”(10).
Google Video han contribuido a potenciar el uso de los videos
como expresión grupal o individual, mediante la convergencia
tecnológica con Internet.
Es una paradoja que las experiencias de radio o televisión
comunitaria, y en alguna medida las que pertenecen al sector
público, tengan que demostrar su legitimidad aún en países con
gobiernos democráticos que ponen todos los escollos posibles
para que no prosperen. Si bien se ha avanzado bastante en
materia de legislación, parecería que algunos países legislan
para ponerle límites a los medios comunitarios, antes que para
legitimarlos y apoyarlos. Los ejemplos de Chile y Brasil son
emblemáticos en ese sentido, ya que en ambos países
democráticos se limita el derecho a la comunicación de los
medios comunitarios, para que sean pequeños, pobres, y
periféricos. ¿De qué vale que la ley “reconozca” la existencia de
las radios comunitarias, si limita su potencia de transmisión a
100 vatios o su radio de influencia a 1 kilómetro?
Los parámetros para establecer una legislación sobre medios
comunitarios han sido ampliamente discutidas y han adquirido
carácter de consenso en América Latina, siendo incluso parte de
los instrumentos aprobados por la Convención Americana de
Derechos Humanos y de las recomendaciones que hace la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la
OEA. Gustavo Gómez, Director del Programa de Legislaciones
de AMARC, resume los principios de la legislación en algunos
puntos centrales (15):
Prieto Castillo, Daniel. El interparendizaje como clave de la educomunicación, en
3.
Mediaciones, Nº 6, 2006. Universidad Minuto de Dios, Bogotá (Colombia).
4. Wittgenstein, Ludwig: “Investigaciones Filosóficas”. Editorial UNAM, México 2003.
5. Cito de memoria
Appadurai, Arjun. “La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la
6.
globalización”. Buenos Aires, Trilce/Fondo de Cultura Económica, 2001.
Según el diccionario MerriamWebster, el plural se refiere a un sistema: “4 plural a:a
7.
system (as of telephones) for communicating b:a system of routes for moving troops,
supplies, and vehicles", ver http://mw1.merriamwebster.com/dictionary/communication
8. Debray, Regis.
Introducción a la mediología. Ed. Paidos, Barcelona, España, 2001.
9. Kaplún, Gabriel: “Kaplún, intellectual orgánico. Memoria afectiva” en
Educomedia.Alavanca da Cidadania. O legado utópico de Mario Kaplún. Universidade
Metodista de Sao PauloCatedra UNESCO.
10. ibid
Arrieta Abdala, Mario. “La televisión: ese catálogo neoliberal”. Missagium, revista de
11.
comunicación. Año 3, Nº 3, La Paz (Bolivia), enero 1994.
Fuenzalida, Valerio. “Hacia la reforma de la TV pública en América Latina”.
12.
Suplemento Especial Nº 8, INFODAC, Directores Argentinos Cinematográficos, enero 2001.
Gumucio Dagron, Alfonso: “Haciendo Olas: Comunicación Participativa para el
13.
Cambio Social”. Fundación Rockefeller, Nueva York, 2001.
Gomez, Gustavo: “Libertad de antenna en América Latina y el Caribe: Principios de
14.
Legislación”. MediaForum 4/2004, CAMECO. Aachen, 2004.