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TEORÍA CRÍTICA DE LA ARQUITECTURA

(NCR: 17737 Clave: TH212 Secc: A06)


DEPARTAMENTO DE TEORIAS E HISTORIAS
(3 horas a la semana)

CENTRO UNIVERSITARIO DE ARTE, ARQUITECTURA Y DISEÑO DE


LA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA (CUAAD)

Prof. ROMAN MUNGUIA HUATO


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I. Objetivos Generales: lo que el alumno deberá saber hacer al finalizar el


curso:

El alumno deberá tener la capacidad de razonamiento crítico sobre el objeto de


estudio; es este caso, sobre el objeto arquitectónico, entendido este objeto material y
espacio construido, como objeto social–histórico. Se trata de que el alumno tenga los
fundamentos conceptuales del pensamiento crítico en tanto instrumentos teórico-
analíticos para comprender al quehacer arquitectónico y su resultado concreto; es
decir, el espacio arquitectónico. Esto supone que el alumno deberá saber en que
consiste el pensamiento filosófico crítico y, por tanto, lo que significa el contenido y la
reflexión de la teoría crítica y su aplicación práctica epistemológica. Deberá tener la
capacidad teórica de abstracción real de lo concreto histórico del espacio
arquitectónico.

II. Objetivos particulares: formativos específicos:


El alumno deberá poder analizar un objeto concreto arquitectónico en la historia
social. Deberá tener la capacidad intelectual para aproximarse críticamente al objeto
de estudio bajo una determinada metodología de investigación científica que le
permita explicar, grosso modo, el porque de una especifica forma arquitectónica
dentro de los procesos sociales históricos. Deberá distinguir entre los planteamientos
idealistas y los materialistas; entre la percepción metafísica y fenomenológica y la
crítica materialista–histórica, existente en las interpretaciones teóricas de la
arquitectura.

III. El marco teórico–filosófico: planteamiento del problema.

"En arquitectura es posible, y probablemente saludable, una actitud crítica.


La arquitectura bordea más de lo que parece los terrenos de la calidad de vida,
la construcción de la convivencia, las condiciones de posibilidad de cultura.
Se puede hablar de arquitectura dominante en una década o en otra;
pocas tan inmorales, tan inhumanas, tan individualistas feroces como las posmoderna,
que da nombre al movimiento cultural dominante en los ochenta".

Antiarquitecturas. Eduardo Subirats.

"Engrandecerás a tu pueblo no elevando los tejados de sus viviendas,


sino las almas de sus habitantes."

Epicteto

E l campo de estudio de la teoría de la arquitectura es vasto en sus dimensiones


históricas y temáticas; es decir, las primeras reflexiones conceptuales se
remontan a siglos atrás y es conocido por todos el esfuerzo realizado por Vitrubio en
sus tratados para establecer ciertos principios teóricos para el ordenamiento
arquitectónico. De entonces a la fecha han pasado 20 siglos, y el camino recorrido
por el pensamiento teórico–arquitectónico (arquitectos, filósofos, historiadores,
críticos de arte, etcétera) ha dejado huellas profundas en este campo del
conocimiento humano, algunos de cuyos textos valiosos hemos heredado
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históricamente.

En sus dimensiones temáticas, la teoría de la arquitectura ha comprendido


una diversidad muy amplia en ciertas áreas de reflexión y conocimiento: desde la
historia misma, pasando por infinidad de propuestas metodológicas del diseño
arquitectónico, las cuales incluyen frecuentemente, a su vez, propuestas de
programas didácticos (un ejemplo cercano es el programa de la arquitectura de
Villagrán García, cuya "teoría " en realidad se reduce a eso; es decir, a una
propuesta de programa arquitectónico y no, precisamente, a una búsqueda
epistemológica global de la arquitectura), hasta intentos de aplicación práctica y
conceptual de la cibernética en la arquitectura (es el caso, por ejemplo, de las
especulaciones, no tan lejanas temporalmente, de Christopher Alexander a finales de
los años 60).

No obstante el cúmulo de textos, ideas y pensamientos de orígenes ideológicos o


filosóficos muy diversos y algunos de ellos confrontados entre sí, la mayoría de los
escritos teóricos jamás hacen referencia a sus fundamentos metodológicos, es decir,
dan por hecho que el lector mismo debe presuponer cuales son las referencias
teóricas y deducir, consecuentemente, el marco metodológico empleado por el autor.
Podemos citar muchos ejemplos del caso, pero baste abrir cualquier libro o ensayo
sobre teoría o historia de la arquitectura para darnos cuenta, en efecto, de que el
autor de hecho nunca hace referencia a su marco teórico–conceptual y
metodológico. Si queremos volver a poner de ejemplo a Villagrán García, podemos
observar que, no obstante la vaguedad de sus referencias filosóficas a ciertas
escuelas de pensamiento europeo (la teoría axiológica de Scheler principalmente,
Rickert, Windelband o Lotze), no establece sistemáticamente los fundamentos
metodológicos de su desarrollo analítico; es decir, ¿cual es el procedimiento
metodológico empleado para establecer el nexo entre los valores axiomáticos
filosóficos y el fenómeno arquitectónico?; en otras palabras ¿cómo se relacionan sus
presupuestos conceptuales (lo útil, lo bello, lo social, etc.), con el cuerpo doctrinal
utilizado?. En suma, ¿cual es el marco teórico general empleado y cual es el
método seguido? Creo que este tipo de problemas no es privativo de un "teórico"
como Villagrán García sino que también es una constante de la cual adolecen casi
todos los estudiosos de la arquitectura.

¿Ideas sin corpus doctrinal o las ideologías especulativas arquitectónicas?

No obstante el esfuerzo realizado durante las últimas décadas por muchos


historiadores y teóricos de la arquitectura, persiste el obstáculo metodológico que
impide proseguir claramente en la explicación científica de la arquitectura como
fenomenología social–histórica. La arquitectura que debe de percibirse como un
objeto social resultado de un proceso histórico, inmerso en una totalidad social, en
sus distintos elementos constituyentes (producción económica y tecnologías
constructivas; arte e ideología, semiótica, estética, religión; historia; política; filosofía;
etcétera), así como su relación con el todo social; es decir, su relación con el resto de
los procesos sociales fundamentales, lo cual significa las múltiples determinaciones
sociales en la arquitectura, es una cuestión de tal magnitud e importancia, genera
preguntas esenciales cuyas respuestas primarias se encuentran todavía en un
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campo desconocido o poco explorado analíticamente. Es evidente que este es un


problema mayúsculo difícil de resolver, pero tampoco significa que no exista ningún
camino recorrido en la búsqueda de una interpretación objetiva; existen ciertos
aportes teórico–analíticos que nos permiten avanzar en esta tarea cognoscitiva. Hay
estudios de diversas corrientes de pensamiento, inclusive opuestas ideológicamente,
que han contribuido en este sentido. Sin embargo, aún en los trabajos que se
reclaman de una interpretación crítica podemos encontrar grandes deficiencias
metodológicas, incluida la formulación, insuficiente, de ciertos presupuestos teóricos
críticos dentro del marco de la perspectiva del materialismo–histórico. No obstante
todos los esfuerzos, por ejemplo, de algunas corrientes de pensamiento crítico
europeo o latinoamericano (historiadores y pensadores críticos de la llamada escuela
italiana –Tafuri, Cacciari, Benevolo, Folín, Indovina, etcétera–, o en Latinoamérica
críticos como Pradilla Cobos, Jiménez, Segre o López Rangel; al margen de las
grandes distancias ideológicas entre una crítica profunda y una crítica superficial y
dogmática, como es el caso de este último autor), y de sus aportes significativos para
el análisis de la arquitectura como parte de la realidad social–histórica, todavía no
existe el trabajo –al menos, personalmente lo desconozco– que reúna los requisitos
para entender, desde una perspectiva general, integral y crítica, la relación dialéctica
entre arquitectura y sociedad.

En el caso de otras corrientes teóricas, cuyos fundamentos ideológicos


especulativos impiden por sí mismos avanzar en esta explicación, el problema
metodológico es aún mucho más evidente y patético. Desde el idealismo de corte
esteticista, hasta la metafísica de tendencia semiológica, pasando por los desvaríos
del análisis formalista–estilístico, la mayoría de los estudios de la visión idealista–
conservadora no pasan de una interpretación claramente fenomenológica
(aparencial–descriptiva) que nunca llega a explicar cual es la causalidad histórica–
social fundamental que da origen a una determinada arquitectura.

Dentro de este panorama un tanto desolador ante lo que algunos estudiosos


llaman una "crisis de paradigmas" de las "ciencias humanísticas o sociales" –en el
cual, debemos suponer, estaría la teoría de la arquitectura–, nos encontramos un
cuadro mucho más lamentable y es el que se refiere al pesado lastre que ha venido
arrastrando la enseñanza teórica, metodológica e histórica de la arquitectura en los
centros de educación universitaria. En las escuelas o facultades de arquitectura se
ha hecho patente el vacío conceptual o doctrinal –cual sea su referente ideológico–
en la enseñanza de la teoría arquitectónica. Para muchos profesores de la materia,
es claro que este problema se visualiza total o parcialmente; y para muchos también,
que saben perfectamente que no se puede hablar de una "Teoría" sino de muchas
teorías, esta es una cuestión que pareciera no tener salida y que solamente queda
seguir mostrando los viejos esquemas anacrónicos de conceptualizaciones estériles
a los estudiantes: existe, pues, innegablemente, una crisis en la enseñanza de la
teoría de la arquitectura, e insisto, en cualquiera de sus formas ideológicas
expuestas pedagógicamente. Cuando el profesor se encuentra en un callejón sin
salida en el sentido metodológico, el alumno carece de un mínimo de claridad
conceptual de la arquitectura misma y de la vinculación sociológica (urbanística,
histórica, económica, política, religiosa, filosófica, estética, etc.). Más aún, el
problema se complica si tomamos en cuenta la relación de la teoría de la arquitectura
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con la crisis general de la enseñanza de la arquitectura; es decir, los efectos de las


deficiencias didácticas de la teoría con su tentativa práctica en la pedagogía del
diseño arquitectónico.

La teoría o las teorías de la arquitectura: visión idealista y visión materialista–


crítica.

Es necesario desarrollar un planteamiento global en torno a la teoría de la


arquitectura desde una perspectiva crítica, intentando establecer un esquema
metodológico que permita abordar los distintos niveles, esferas o dimensiones de la
arquitectura vista como un hecho social–histórico. Es necesario entender a la
arquitectura misma desde una perspectiva teórica–conceptual amplia y objetiva para
construir los fundamentos metodológicos a partir de los cuales las categorías
utilizadas expliquen como operan las determinaciones objetivas en el proceso social
arquitectónico. Se trata, entonces, de edificar un marco metodológico riguroso para el
análisis del objeto arquitectónico que sea útil para establecer la articulación entre los
distintos elementos constituyentes de la arquitectura y el todo social; es decir, se
trata de estudiar cómo y de que forma intervienen los procesos sociales
fundamentales (económicos, ideológicos, políticos, filosóficos, religiosos, simbólicos,
urbanos, ecológicos, tecnológicos, etcétera), en la conformación del objeto
arquitectural; sus múltiples determinaciones sociales, técnicas e histórico–culturales.

En la mayoría de los estudios teóricos se deja al margen o no se desarrolla


suficientemente la naturaleza social de la arquitectura. Por ejemplo, ¿cuales son las
determinaciones del proceso económico en su conjunto sobre la arquitectura?; no
sólo se trata de ver, en este caso, a la arquitectura como objeto económico mismo,
sino de entender y explicar como los procesos económicos fundamentales, en sus
diferentes formas históricas (modos de producción esclavista; asiático: despótico–
tributario; feudal; capitalista) determinan que se haga una arquitectura de un modo y
no de otro, y cuales son las estructuras y formas arquitectónicas que derivan de
determinadas relaciones económicas concretas en cada una de las grandes
formaciones sociales–históricas. En este sentido hay que analizar y elaborar un
marco metodológico para, siguiendo el ejemplo anterior, explicar como intervienen
dentro de la producción económica arquitectónica las determinaciones de las formas
tecnológica–constructivas en tanto manifestación del desarrollo de las fuerzas
productivas de la edificación en general. Ello nos conduciría, por ejemplo, al estudio
del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas del conjunto de la industria de la
construcción (fuerza de trabajo, técnicas y tecnologías edilicias, materiales de
construcción) y su relación directa o indirecta con la arquitectura. La arquitectura es
una manifestación social, en primer lugar del trabajo humano, es un resultado
objetivo material de la industria de la construcción y nunca o casi nunca, por ejemplo,
se habla de este sector económico–industrial en los libros de "teoría" de la
arquitectura. La naturaleza ontológica de la arquitectura debe partir de comprenderla
como resultado del trabajo socialmente necesario. Es un objeto social, en primer
lugar, derivado del trabajo de los productores directos inmersos en un proceso
económico–productivo. Es precisamente el mismo caso de omisión del sector laboral
de la edificación (la mano de obra; el albañil), del cual nunca se menciona (sólo en
estudios muy contados) como elemento fundamental en la producción arquitectónica.
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Lo anterior es característico de la interpretación o interpretaciones idealistas, cuyo


conservadurismo ideológico pretende hacer suponer que la obra de arquitectura
únicamente es realizada por el demiurgo–arquitecto y nunca se explica, por ejemplo,
como opera la división social y técnica del trabajo en la construcción del objeto
arquitectónico. Sin embargo, esta limitación conceptual–analítica implícita en la visión
idealista, no se ha desarrollado suficientemente dentro de la perspectiva
materialista–crítica; lo cual, nos hace suponer que, en efecto, persisten grandes
problemas metodológicos para explicar cómo intervienen las relaciones de
producción en el levantamiento inmobiliario–arquitectónico y cual es la naturaleza
económica de la arquitectura.

La necesidad de una metodología teórica–analítica: las teorías de la


arquitectura carentes de un método científico.

La mayoría de los teóricos de la arquitectura, particularmente aquellos que se ubican


desde una posición ideológica–especulativa (el teoricismo esteticista–formal, la
semiótica, el historicismo estilístico–cronológico, etcétera), omiten en su discurso
textual el planteamiento del método epistemológico utilizado que da sustento a la
teoría. Desde luego, no consideramos que sea necesario dedicar una explicación
exhaustiva de este aspecto en cada texto teórico, pero sí, al menos, el autor debe
hacer una mínima referencia para esclarecerle al lector cual es el punto de partida
metodológicamente hablando, y el por qué utiliza tal punto de partida y no otro. Ello
evitaría, pensamos nosotros, que cada lector intente descifrar cuales son los
presupuestos teóricos y metodológicos utilizados por el autor y obtener, por tanto,
una mejor aproximación o mayor comprensión de las ideas y conclusiones del autor.
Por ejemplo, casi todos los "teóricos" de la arquitectura cuando escriben sobre la
historia o sobre la estética arquitectónica omiten, deliberadamente o no, los
presupuestos metodológicos cuya conceptualización permitiría entender el lugar que
ocupa la historia o la estética dentro del cuerpo doctrinal empleado; sin embargo, ello
no ocurre y, generalmente, el autor cuando habla de ciertos principios teóricos
estético–formales, hace aparecer casi mágicamente una serie de formulaciones
conceptuales que opaca el análisis. Así, cuando se habla sobre la teoría estética de
la arquitectura, nunca se nos aclara de qué teoría de la arquitectura se desprende el
análisis de la estética arquitectónica. Son contados los teóricos que hacen un
esfuerzo adicional para explicar cual es el marco teórico empleado. Así, la "teoría"
estética puede provenir desde planteamientos filosóficos kantianos, neokantianos,
crocianos, heideggerianos, o de cualquier otra escuela o corriente de pensamiento,
pero, en muchos casos el lector tendrá que adivinar cual es el origen teórico de
dichos planteamientos. Por lo general, tal omisión tiene un significado muy claro, esto
es: el desarrollo de las ideas es de una abstracción casi metafísica cuya
especulación analítica se desenvuelve en un idealismo que impide conectar la
relación entre arte y sociedad. Así, por ejemplo, la consabida caracterización
cronológica de estilos arquitectónicos dentro una historia lineal de la arquitectura
(clásico, románico, gótico, neogótico, renacentista, barroco, neoclásico, etcétera),
nunca aclara cuales son los nexos históricos entre cada uno de estos estilos
estético–formales y las correspondientes formaciones histórico- sociales; es decir, su
relación con las determinaciones sociales (económicas, políticas, militares,
culturales, ideológicas, religiosas, filosóficas, etcétera).
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Es necesario esbozar, así sea esquemáticamente, la articulación de cada uno


de las manifestaciones o momentos de la arquitectura entre sí, y su relación con la
totalidad social; es decir, el nexo dialéctico con los procesos sociales fundamentales
y las determinaciones reales: consideramos que las teorizaciones sobre la
arquitectura adolecen de un problema de método y, en consecuencia, hay que
intentar aclarar cual podría ser el procedimiento metodológico para que la teoría o las
teorías pueda o puedan ubicarse conceptualmente dentro del espectro ideológico de
las distintas corrientes del pensamiento humano: una metodología crítica no sólo
tendría que exponer su propio análisis del objeto de estudio sino también el análisis
crítico de las otras teorías.

Una propuesta metodológica crítica: hacia una crítica reflexiva de los


contenidos sociales de la forma arquitectónica.

La ausencia casi total de un esquema general que permita entender la


relación entre una teorización específica (la de la arquitectura) y una teoría general
(materialista–histórica de lo social) impide ubicar con mayor precisión el campo
conceptual de la arquitectura, en primer lugar como fenómeno en sí mismo, en
segundo, como hecho histórico–social. Es necesario, pues, la elaboración de un
esquema teórico–metodológico en donde cada una de las esferas o momentos de la
arquitectura (lo económico, lo histórico–social, lo cual, de hecho, comprende todo, lo
ideológico–cultural, lo semiótico, lo urbano, lo político, lo ecológico–geográfico, lo
rural, lo estético–formal, lo antropológico–cultural, lo religioso, lo filosófico, lo
proyectual –el diseño del programa arquitectónico–, etcétera), adquiere su
especificidad analítica y su relación con el todo (la parte en sí, la relación de la parte
con cada una de las partes, y la parte con el todo).

Puesto que hemos hablado críticamente de la falta de un cuadro conceptual


en la mayoría de los libros de teoría arquitectónica, no queremos, evidentemente,
caer en la misma situación negligente. El punto de partida metodológico presupone
que la apropiación de la realidad social–arquitectónica requiere de un ejercicio
teórico cuyas abstracciones surgen de la realidad misma y no de una subjetividad
extrema del autor. Se trata, pues, de utilizar el cuadro conceptual que el
materialismo–histórico ha construido en su desarrollo, el cual, considero, permite
aproximarse objetivamente más al problema planteado. El uso de sus categorías
teórico–analíticas pueden desenvolver, metodológicamente hablando, las diversas
esferas en las que concentran los niveles fenomenológicos de la arquitectura; se
trata, entonces de recorrer lógicamente un camino que traspase lo aparencial del
hecho fenomenológico y vaya a lo esencial de la cosa concreta en sí. Por ejemplo,
no se trata de quedarse en la apariencia fenomenológica–formal de la arquitectura (la
estilística, su volumetría, sus formas y materiales), sino de profundizar en el porqué
se hizo un tipo de arquitectura y no otro, porqué se hizo en un lugar y en un momento
histórico determinado. Se trata de comprender como una forma histórica específica
de arquitectura expresa multidimensionalmente a una sociedad histórica específica.
En tal sentido, el estudio de la arquitectura debería servir para entender determinada
forma social–histórica, pues de lo que se trata, dentro de cierta perspectiva, no es el
estudio de la arquitectura por sí misma lo que realmente debe interesarnos, sino
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cómo a través de ella podemos explicarnos a la realidad social concreta, pues de lo


que se trata, a final de cuentas, es conocer la totalidad social a través de sus
múltiples mediaciones, en este caso la arquitectura. En la visión ideológica existe una
fetichización de la arquitectura entendida como objeto que en sí mismo se explica,
que cobra vida propia, y en el que están ausente el hombre mismo, el trabajo
humano concreto de la construcción arquitectónica. La sociedad aparece en esta
visión pero como abstracción metafísica bajo la cual no se entiende o no se explica
cual la naturaleza histórica del ser social. ¿Qué es lo que hace diferente a la
arquitectura en el espacio y en el tiempo y cual es su relación con las clases
sociales?

Entonces, una de las partes en las que tendremos que reflexionar es el papel
de la teoría como instrumento cognoscitivo no sólo de la realidad social misma sino
también como instrumento conceptual para la práctica concreta de la arquitectura
misma. Se tendrá que analizar, o revisar, el concepto de teoría, como categoría de
análisis, al igual que el concepto de arquitectura, cuyas definiciones conceptuales, en
la mayoría de los casos, esta impregnada de una valoración subjetivista–idealista (la
arquitectura entendida únicamente como creación artística; como "arte mayor",
según nos dice Villagrán García).

Requerimos de una revisión crítica general de la naturaleza de la teoría


arquitectónica o, mejor dicho, de las teorías de la arquitectura. Tratar de agrupar las
distintas escuelas o corrientes teóricas de mayor importancia con el objetivo de sacar
a la luz de manera crítica su estructura formal y, demostrar la ausencia de un método
sistemático, formal, de desarrollo de sus planteamientos analíticos. Se trata de ir de
lo general a lo particular, en tanto método deductivo, pero, también, regresar a lo
general, para entender la causalidad fenomenológica arquitectura–sociedad. Del todo
a cada una de las partes, de las partes entre sí, y de las partes al todo. Por ejemplo,
cual es el nexo orgánico entre sociedad y arte; cual la relación entre formas
económica–sociales y formas estéticas; la relación entre arquitectura y urbanismo; la
relación social–histórica entre la estética arquitectónica y las formas políticas
(arquitectura bonapartista, fascista, estalinista, etcétera). Una reflexión crítica de la
arquitectura como objeto social no puede dejar a un lado su dimensión política y
tampoco el espacio arquitectónico como escenario de las profundas contradicciones
y los conflictos sociales. Dentro de esta perspectiva crítica es imposible avanzar
teóricamente si el análisis no incorpora la categoría de la lucha de clases; es decir, la
conflictualidad social en la que está inmersa la sociedad en su conjunto y la
manifestación arquitectónica que es resultado directo o indirecto de los antagonismos
de clase.

La arquitectura como mercancía capitalista; la arquitectura como


materialización mercantil económico–formal del capital inmobiliario; la arquitectura
como materialización edificada del poder económico y del poder político, ideológico,
etcétera. La arquitectura de la riqueza, la mansión suntuaria y del lujo oligárquico de
las burguesías dominantes, pero también el conocimiento de la arquitectura como
manifestación de la miseria humana y de la pobreza social de los millones de
trabajadores. El problema habitacional mundial como realidad arquitectónica. Una de
las últimas tentativas ideológicas teóricas de la arquitectura es percibirla como un
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fenómeno estrictamente culturalista en el marco del llamado "posmodernismo", sin


razonar cuales son las determinaciones estructurales económico–sociales,
ideológico–culturales, políticas, tecnológicas, de un capitalismo en el marco de la
llamada "globalización" económica. En este sentido, por ejemplo, adquieren valor los
ensayos críticos como los de Frederic Jameson sobre el pastiche del
"tardomodenismo" o del "posmodernismo" como expresión de la lógica cultural del
capitalismo tardío.

IV. Temática general:

1. Introducción general al curso:


¿Qué es el pensamiento crítico?; ¿qué es la teoría y qué es la crítica?; ¿qué es la
arquitectura? ¿Revalorar la construcción del pensamiento crítico? Crisis civilizatoria.

2. Pensamiento filosófico idealista y materialista. Teoría idealista y teoría materialista


de la arquitectura. Metafísica y fenomenología de la teoría idealista.

3. Historia y arquitectura: materialismo histórico y arquitectura. Procesos histórico–


sociales y producción arquitectónica. La producción material de la vida social. Modos
de producción, formaciones sociales históricas y formas arquitectónicas.
Necesidades sociales–históricas.

4. El proceso de producción arquitectónica: la categoría trabajo; división social del


trabajo en el espacio construido; teoría del valor–trabajo; el capital en general, el
capital inmobiliario; la arquitectura como mercancía. El problema de la vivienda.

5. Arquitectura y ciudad: formas urbanas y formas arquitectónicas.


6. La arquitectura como símbolo de poder: el poder político y el espacio
arquitectónico. El poder económico, el poder terrenal de la fe o de la religión. El
ejemplo de los rascacielos: paradigma de la arquitectura moderna capitalista.

7. Arquitectura y conflictualidad social: lucha de clases y producción arquitectónica.


Arquitectos e ideologías políticas.

8. Estética de la producción arquitectónica: superestructura ideológica (formas de


conciencia social: formas estéticas de la producción material arquitectónica). El kitsch
arquitectónico. Semiótica de la arquitectura. Modernismo, postmodernismo,
neopostmodernismo, tardopostmodernismo arquitectónico, etcétera. Las vanguardias
arquitectónicas.

V. Metodología de trabajo:

El curso es de naturaleza teórico–conceptual crítica. Funcionará con base a la


impartición de cátedra, pero alentando el diálogo académico permanente entre
maestro y estudiante. El proceso enseñanza-aprendizaje tiene como base didáctica
la reflexión abierta y crítica sobre la temática. El curso se apoyará en algunos casos
en la proyección documental de ejemplos arquitectónicos que refuercen los
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propósitos pedagógicos del alumno.

VI. Evaluación del alumno:

Se tomará en cuenta la asistencia y participación del alumno. La evaluación será con


base a dos trabajos escritos cuyo contenido es un ensayo crítico sobre un tema
determinado acorde a los contenidos programáticos de la materia. El segundo trabajo
escrito tendrá mayor ponderación en evaluación final. Los trabajos son escritos
personales para conocer la capacidad de análisis y percibir el manejo teórico del
alumno en el sentido de mostrar que piensa por cuenta propia.

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