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SOCIEDAD CIVIL, REFORMAS EDUCATIVAS Y

NUEVO ESTADO EN AMÉRICA LATINA


Asumir el reto de abordar la temática de las reformas educativas en América
Latina, al igual que todo estudio, implica delimitar el asunto a tratar y sus alcances.
Máxime en un tema que es tan controversial como el que se intenta desarrollar.

Las posturas frente al accionar y desarrollo de las políticas en materia de


reformas educativas pasa por la óptica de las diferentes vertientes políticas, teóricas,
ideológicas y sociológicas que se encuentran en la región (Braslavsky, & Cosse, 1997).
Esto lleva a que se deba dejar claro cuál es el punto de análisis y sus posible alcances.

Por ello al principio se tratara de delimitar el marco conceptual que nos permita
avanzar en el desarrollo del análisis; luego se plantearán los procesos de reformas
habidos en América Latina y su caracterización general; tras estos aspectos se aludirán
a sus aciertos o desaciertos y por ultimo generaremos algunas conclusiones en torno al
proceso de las reformas educativas en la región.

En el ámbito de la cultura occidental actual hablar de reforma educativa implica


hablar de reforma política1. Y al hablar de esta última es necesario aludir a liberalismo
Político y liberalismo económico (Ibarra, 2010).

Desde el punto de vista histórico el liberalismo es la conquista de la libertad del


individuo con respecto a un gobernante, un monarca o un caudillo. Su expresión
histórica más reconocida, en occidente, es la disolución de la relación entre el siervo y el
señor feudal. Estas libertades individuales debían ser garantizadas por el Estado
constitucional. Y tras esta conquista el liberalismo, como expresión filosófica enraizada
en la naciente estructura social, en alianza con el estado facilita el desarrollo del
Liberalismo democrático. Allí se incluyen principios como “igualdad de
oportunidades” fundamentales para el desarrollo de las libertades individuales o de la
persona (Ibarra, 2010).

En el otro extremo se encuentra el liberalismo económico que clásicamente se ha


conocido con la expresión “laissez faire, laissez passer” (Dejar hacer dejar pasar). Este
busca que el estado no tenga injerencia en asuntos económicos. Su único eje regulador
seria la preservación de los derechos individuales y el derecho a la propiedad.

En siglo XIX se trato de integrar estas dos variantes en aras de combatir el


proteccionismo, respetando los derechos individuales y la soberanía de los estados sobre
las políticas públicas nacionales. En el tiempo presente esta alianza se ha disuelto con la

1
Es la política quien posibilita el desarrollo del modelo educativo.
predominancia del liberalismo económico que como muchas otras viejas teoría se
reinstauran con el prefino Neo.

El desarrollo de las redes de comunicación y los medios de transporte acortaron


las distancias entre los territorios y posibilitaron el surgimiento del concepto de
globalización. Este se ha convertido en el adjetivo que acompaña a los sustantivos de la
cultura humana: economía globalizada, cultura global, educación global, etc.

En la manifestación presente del neoliberalismo los conceptos y políticas del


Estado-Nación, en su mayoría, se convierten en un obstáculo para el concepto de
mercado global (Ibarra, 2010). Por ello el estado se reduce a su mínima expresión, más
parecido al estado hobbesiano, siendo su mayor preocupación la seguridad. Seguridad
para que el capital se desarrolle conforme a las leyes del mercado.

Ahora bien, es en el contexto de la relación liberalismo político y económico que


es válido aludir al concepto de reforma educativa en América latina sin dejar de lado
que su manifestación en la región adquiere características propias dependiendo de la
subregión o país que se analice2. Acá únicamente se aludirá a generalidades de la región.

En primer lugar es necesario dilucidar el término sin adjetivos. ¿Qué es


reformar? Reformar es realizarle modificaciones a algo sin afectar su estructura
fundamental. Es decir, sin cambiar aquello que le da las características propias.
Recurramos al “sentido común”3 y por analogía desentrañemos el significado. Tomemos
por ejemplo el caso de la reforma de nuestra vivienda. Allí podremos rediseñar la
distribución de espacios, cambiar de lugar una ventana, abrir una nueva, tumbar unas
escalas, etc., Todo esto respetando la base estructural. No podremos cambiar una
columna sin afectar la estabilidad de la vivienda, ni mucho menos si su nueva ubicación
extrapola los terrenos de la propiedad. En pocas palabras, la reforma debe dejar intacta
el alma de la cosa objeto de la intervención.

Ahora, aplicado el concepto de reforma a la educación debemos afirma que se


aplica cuando hay reorganización de los medios estructurales del sistema;
modificaciones del currículo y los planes de estudio; descentralización de los
procedimientos burocráticos y, por ende, de los funcionarios; modificación de los
estándares de calidad; cuando se adecua los perfiles educativos a la demanda laboral;
cuando se busca aumentar la eficiencia institucional de las escuelas, cuando se busca
estandarizar los procedimientos pedagógicos de los docentes, etc. (Zaccagnini, 2002).

Latinoamérica ha visto a largo de su historia diversos procesos que han intentado


reformar el sistema educativo en la región. Es claro que para que un proceso de
2
Propias de una región que aún no está inserta en la cultura de la globalización y se encuentra en la
constitución del estado-nación. Una región que apenas está emergiendo del coloniaje.
3
Sentido común es el significado compartido en tanto habitamos una comunidad de significados.
reestructuración sea exitoso, en el marco de un estado democrático es necesaria la
concurrencia de diferentes actores sociales bajo la premisa del consenso y el dialogo
(Gentili, Suárez, Stubrin, & Gindín, 2004). Han sido varios intentos de reformas
educativas: en las décadas de los ‘60, ‘80 y ‘90.

En la década de los ’60 de la mano del programa Alianza para el progreso


financiado por los Estados Unidos de Norteamérica se promueven en el ámbito
educativo tres tipo de acciones: la descentralización, la municipalización y la
desconcentración de funciones. Estas se focalizaron en diferentes países a acorde a sus
condiciones aunque los tres modelos se encontraban orientados a reformar el
centralismo político en materia educativa.

Si bien se alcanzaron algunos avances en la autonomía institucional para crear su


propio currículo la mayor incidencia se orientó hacia lo financiero. Se buscaba el
saneamiento fiscal.

La alianza para las américas tenía como propósito contrarrestar los movimientos
revolucionarios que se están gestando en la región. Por ello no es de extrañar que uno de
los fuertes sea el saneamiento fiscal que le permitiría a los estados el fortalecimiento de
toda su estructura. Aunque no necesariamente su democratización. Esta fue una época
donde se consolidaron varios regímenes militares en la zona.

En esta década se dieron dos fenómenos contrapuestos. De un lado algunas


instituciones lograron desde su cotidianidad fortalecer su autonomía institucional al
diseñar su proceso curricular y aumentar su proceso de gestión. Y del otro se
encontraban las instituciones que cayeron en la rutinización del proceso educativo.
Sobre todo este aspecto afecta la educación pública, la educación de los sectores más
pobres.

En la década de los ochenta los Estados Latinoamericanos viven dos situaciones


particulares. De un lado poseen un alto endeudamiento externo y de otro están buscando
la inserción en el mercado global centrando su preocupación en definir el modelo a
seguir. Estos dos aspectos condicionan el manejo fiscal de los diferentes estados y
orientan su mayor preocupación hacia el ajuste económico. Esto lleva a que los estados
pongan en segundo plano todos los procesos de desarrollo social y reformas políticas.
Por ello las reformas educativas se centran en el “mejoramiento de la eficiencia en la
gestión: se inicia el establecimiento de sistemas de pruebas de rendimiento en la
mayoría de los países, y continúa la prioridad en la descentralización educativa” (Arias,
2000). Esta preocupación por el tema financiero hace que en la década de los ochentas la
reforma educativa no tenga mayor trascendencia y deberá esperar hasta la siguiente
década para lograr algún espacio destacado.
Si bien los ochenta no generaron mayor trascendencia en términos de la reforma
educativa si inicio un debate que abría de concluir en los ’90. ¿Quién debe prestar los
servicios educativos? Discusión que se enmarca en una más general ¿Cuáles son las
funciones de responsabilidad Estatal y cuales son factibles de delegarse en otras
instancias de la sociedad? Este debate cobra sentido en el marco de unas sociedades que
se encuentran asfixiadas por la deuda externa4 y su inserción en la economía mundial.

Es un debate que se inspira más en una forma de afrontar la situación financiera


por la que atraviesa el estado que en desarrollo de los principios de una sociedad
Democrática. La conclusión a la que se llega en el ámbito educativo es que la prestación
del servicio será una responsabilidad compartida entre el estado y la sociedad. Pero el
control hegemónico del Estado sobre el modelo educativo se mantiene. Es este quien
determina el tipo de educación que pueden desarrollar la Instituciones Educativas aun en
manos de particulares (Arias, 2000). La educación es considerada un elemento de
reproducción del sistema social y elemento de control.

Las reformas educativas de los noventa avanzan un poco más que las reformas
planteadas en los ochenta en la medida que son desarrolladas en una sociedad que se
plantea la necesidad de reconfigurar la función del estado. Y en este sentido se alude a la
necesidad de construir consenso.

Las grandes dificultades que afronta esta reforma es el encuentro con viejas
prácticas en el sistema educativo, el sistema de trabajo de los funcionarios y la
burocracia. El montaje de una estructura paralela a los funcionarios oficiales que por
general estuvo integrada por los trabajadores simbólicos de Las ONGs ingresan al
estado como intelectuales reformadores (Braslavsky, & Cosse, 1997) aunque esto no
garantiza la adecuada implementación de la reforma educativa. Pues esta no abandona la
concepción centralista del proceso educativo y una fundamentación legalista de los
procesos antes que la construcción de consensos sociales que dinamicen y potencien la
asimilación de los cambios esperados. El sesgo entre liberalismo político y liberalismo
económico se mantiene haciendo imposible la concreción de la reforma educativa.
Desde este punto de vista Parafraseando a Braslavsky, & Cosse. (1997) hay que
mantener un optimismo escéptico si bien se debe reconocer que ha habido un avance en
los ’90 con respecto a la década de los ’80.

En el ámbito de las conclusiones es posible afirmar que mientras no haya un


vínculo entre liberalismo político y liberalismo económico no es posible la efectividad
de la reforma educativa en Latinoamérica. Pero este encuentro se ha de realizar desde la

4
Este asfixiamiento llega a tal punto que los grandes capos de las mafias ofrecen pagar la deuda externa
a cambio que cese su persecución y se legalice su fortuna obtenida ilícitamente. Los casos de mayor
referencia lo constituyen el caso colombiano con el ofrecimiento de Carlos Leder y Pablo Escobar
Gaviria.
óptica del liberalismo democrático para vincular libertades individuales e igualdad de
oportunidades. No es posible hacer efectivas las libertades individuales sino hay
oportunidades para todos los ciudadanos y las ciudadanas.

Además, para que haya equilibrio entre estas dos expresiones del liberalismo es
necesario que se fortalezca la estructuración y participación de la sociedad civil en las
asuntos correspondientes al ámbito educativo. El estado únicamente debe auspiciar
como regulador y/o mediador entre los diferentes grupos de intereses al interior de una
sociedad democrática.

Ubicándonos en el ámbito realista y reconocimiento que estamos en una


sociedad intercomunicada e interconectada se hace imposible aislarse del contexto
internacional sin sufrir las consecuencias en la calidad de vida de sus habitantes. Hoy
ninguna sociedad es autosuficiente. Siempre deberá recurrir a los productos de otras
latitudes para complementar los suyos.

Pero una sociedad que desconoce el valor de la solidaridad y lo deja todo en


manos de la fuerza de la competencia es una sociedad condenada al fracaso. Bien sea la
competencia que se expresa en la fuerza del mercado a través de la oferta y la demanda
o aquella que se manifiesta en el uso de la fuerza física. Esta sociedad inevitablemente
se plantea la confrontación de los más fuertes.

A modo de síntesis es factible afirmar que la efectividad de las reformas


educativas en América Latina reclama tres aspectos centrales. La reconfiguración o
fortalecimiento de un estado Democrático, la reestructuración interna de su
funcionamiento y la construcción de un nuevo contrato social que redefina la relación
entre el Estado y la sociedad civil.
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