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Al inicio de un ensayo se presenta el EC (digamos, una luz o un tono). Si el sujeto cruza al otro
lado antes que se presente la descarga, ésta no se presenta y el EC termina. Al final del intervalo
entre ensayos, el siguiente ensayo puede empezar con el animal localizado en el segundo
compartimento. Con este procedimiento, el animal va y viene entre ambos lados de la caja en los
ensayos sucesivos. Esa es la razón por la que se conoce a la respuesta como evitación de
vaivén.
El reforzamiento instrumental por medio de la reducción del miedo no es posible hasta que el
miedo se ha condicionado al EC. Por consiguiente, primero tiene que ocurrir el proceso de
condicionamiento clásico. Esto permite el reforzamiento de la respuesta instrumental por medio de
la reducción del miedo. Sin embargo, las respuestas exitosas de evitación constituyen ensayos de
extinción para el EC (ya que se omite el EI). La teoría de los dos procesos explica la conducta de
evitación en términos del escape del miedo condicionado más que en términos de la prevención de
la descarga.
Los experimentos de escape del miedo por lo general confirman las predicciones de la teoría de
dos procesos: la terminación de un estímulo aversivo condicionado es un reforzador eficaz de la
conducta instrumental.
Bolles suponía que las situaciones y los estímulos aversivos provocan fuertes respuestas
incondicionadas o innatas, las cuales supuestamente evolucionaron, ya que son una defensa
exitosa en contra del dolor y el daño. Por consiguiente, Bolles las denominó reacciones de
defensa específicas de la especie (RDEE). Por ejemplo, en las ratas las reacciones de defensa
específicas de la especie incluyen huir (correr), congelarse (permanecer vigilantes pero inmóviles,
excepto por la respiración) y ataques defensivos. Otras reacciones al peligro incluyen la tigmotaxia
(aproximarse a las paredes), el enterramiento defensivo (cubrir la fuente de estimulación aversiva)
y la búsqueda de áreas oscuras. La configuración del ambiente determina qué reacción de defensa
específica de la especie es la que ocurre. Por ejemplo, la huida puede prevalecer cuando se
dispone de una ruta de escape evidente y el congelamiento puede predominar si no hay salida de
la situación; como en realidad sucede.
El concepto de inminencia depredadora puede utilizarse también para analizar las reacciones
humanas ante el peligro. En congruencia con esta idea, Craske (1999) describió las reacciones
humanas de miedo y ansiedad en términos de la inminencia del peligro percibido. El nivel más bajo
de peligro percibido genera preocupación. El siguiente nivel da lugar a miedo y vigilancia (como el
congelamiento en las ratas). El nivel más alto de la amenaza percibida lleva al pánico (que es
análogo de la respuesta a un ataque inminente). Lo curioso es que los hombres y las mujeres
responden de manera diferente al estrés del peligro percibido.
EL CASTIGO
Puede ser una técnica muy eficaz para modificar la conducta con parámetros apropiados de
procedimiento, la respuesta puede ser suprimida por completo en apenas uno o dos ensayos. En
otras circunstancias, la supresión de la conducta puede ser incompleta y es posible que se
recupere la respuesta. Considere un niño que por accidente clava un tenedor de metal en un
tomacorriente. Es probable que la descarga resultante desanime la repetición de esa respuesta por
el resto de la vida del niño. Compare eso con recibir una multa por conducir 10 kilómetros arriba del
límite de velocidad. ¿Producirá eso la misma supresión espectacular de la respuesta castigada?
No es probable.
En los estudios del castigo en seres humanos, un estímulo aversivo conveniente es la pérdida de
puntos. Por ejemplo, en una investigación, estudiantes universitarios presionaban una palanca
para obtener puntos que podían canjear por dinero al final del experimento. Se utilizaron dos
estímulos discriminativos diferentes (líneas de distintas longitudes). La supresión de la respuesta
producida por el castigo depende en parte de las características del estímulo aversivo. Las
descargas más intensas y más largas son más eficaces para castigar la respuesta, El castigo de
baja intensidad produce una supresión apenas moderada de la conducta. Si el estímulo aversivo es
de alta intensidad, la respuesta se suprimirá por completo durante un tiempo prolongado.