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Entre las cuestiones esenciales sobre las asimetrías en los animales está el supuesto
de que la lateralidad es un rasgo biológico que puede estudiarse de la misma forma que otros
fenómenos biológicos y el supuesto de que estudiando otras especies hallaremos precursores
de la lateralidad humana. Algunos investigadores han señalado que la asimetría cerebral está
estrechamente relacionada con las capacidades lingüísticas superiores. La presencia de
diferencias hemisféricas en animales no lingüísticos sugeriría que este enfoque es demasiado
limitado (Springer & Deutsch, 2001).
Por otra parte, refiriéndonos a la asimetría a lo largo de la vida, sabemos que, al nacer,
el cerebro de un bebé humano pesa cuatro veces menos que el de un adulto. Cuando el niño
tiene dos años, el cerebro ha aumentado en más de tres veces su masa. Junto a este
espectacular cambio en el tamaño se producen cambios igualmente espectaculares en las
capacidades del niño.
Algunos autores han propuesto que cuando el niño nace existe equipotencialidad
funcional en los dos hemisferios cerebrales, y que la asimetría se desarrolla de manera
progresiva. Sin embargo, también se ha demostrado cierta asimetría cerebral en registros
eléctricos de niños de sólo unas semanas de nacidos. En estos niños la amplitud de los
potenciales evocados auditivos ante estímulos verbales registrados en el hemisferio izquierdo
es mayor que la amplitud registrada en el hemisferio derecho; lo contrario se observa con
potenciales evocados desencadenados por notas musicales (Roselli, 2003).
Bibliografía