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La trascendencia del Congreso en el juego republicano

Uno de los elementos centrales de todo sistema republicano, es la existencia de balances de


poderes, y mecanismos de frenos y contrapesos. Los mismos hacen posible que en el marco de un
sistema político, los diferentes organismos de Estado se contrapesen a sí mismos, con el objetivo
de reducir la potencial arbitrariedad en la actuación de los poderes públicos.

En el caso guatemalteco, es evidente que existe una concentración de frenos y contrapesos en


manos del Congreso de la República, institución que por diseño constituye un “Primero entre
iguales” entre los poderes del Estado. Veamos.
El Congreso de la República tiene en sus manos una serie de mecanismos para balancear y
controlar al Ejecutivo. El más evidente, son las citaciones a funcionarios del Ejecutivo y las
interpelaciones a Ministros. El Legislativo tiene además la facultad de pedir el “voto de falta de
confianza” contra los Ministros del Ejecutivo. También, el Congreso tiene en sus manos la facultad
de aprobar el Presupuesto del Gobierno, y de aceptar o no la liquidación presupuestaria que
anualmente elabora la Contraloría General de Cuentas. Además de lo anterior, el Legislativo tiene
la competencia de los procesos de antejuicio contra Ministros, Presidente y Vicepresidente. Y por si
fuera poco, el principio de “Supremacía Legislativa” faculta al Congreso a sobreseer vetos
presidenciales.
Por su parte, el Legislativo tiene tres herramientas de control hacia el Organismo Judicial: la
elaboración y fiscalización del Presupuesto del Organismo Judicial; la elección de magistrados de
Salas de Apelaciones y Corte Suprema de Justicia; y la competencia para conocer antejuicios contra
los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
De parte del Ejecutivo, este tan solo tiene dos herramientas de control hacia el Legislativo: el poder
del veto presidencial, y la confirmación ministerial en el caso de un voto de falta de confianza. Pero
ambos, quedan subordinados al principio de “supremacía legislativa”, por lo que al final del día, el
Congreso puede igual sobreseer lo actuado por el Ejecutivo.
Mientras que de parte del Organismo Judicial hacia el Legislativo, este tiene la competencia de
conocer los antejuicios contra diputados.
Del mapa anterior resalta entonces que el adecuado funcionamiento del sistema republicano
descansa sobre los hombros del Organismo Legislativo. La mala utilización de las herramientas de
control, ya sea por omisión o como recurso de bloqueo o chantaje político, no solo genera
ingobernabilidad, sino además, debilita el funcionamiento del sistema en su conjunto. Pero
además, dado que el sistema republicano concentra muchas de las funciones de control
interorgánico en el Congreso, el funcionamiento de este organismo resulta de trascendental
importancia para todo el aparato del poder público.
Por ello, resulta imperativo fortalecer la representatividad del aparato legislativo. Por tal razón, la
discusión de cómo hacer más democráticos los partidos políticos, cómo acercar al votante con sus
representantes, cómo reducir los incentivos perversos en la integración del Congreso, resulta de
importancia estratégica para el buen funcionamiento de todo el sistema.

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