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CHRIS LORENZ

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que esta situación no tendrá lugar hasta tanto los filósofos de la historia
tomen seriamente las preocupaciones de los historiadores profesionales.
Esto significa que, tal como los filósofos Dray y Martin han destacado,
los debates de los historiadores deben formar parte siempre del material
en bruto del análisis filosófico117.
Para exponer mi posición, analizaré la reciente discusión entre los
Capítulo 3 historiadores alemanes –el famoso Historikerstreit–. A través de este
Conocimiento histórico y realidad ejemplo elucidaré la relación entre la historia y la filosofía de la historia
defendiendo tres tesis. En primer lugar, sostendré –contrariamente a la
histórica: una defensa del “realismo difundida moda postmoderna– que los historiadores siempre pretenden
interno” el conocimiento de un pasado real, y desde el momento en que todas
las pretensiones de conocimiento involucran pretensiones de verdad, la
“Donde no hay teoría, no hay ningún pensamiento activo, solo hay una justificación de estas pretensiones de verdad debe seguir siendo un tema
impresión”. central tanto para la historia como para la propia filosofía de la historia
Hayden White.114 a pesar de la alergia a la verdad de los postmodernos118. En segundo

Había una vez un granjero que consiguió una copia de la Crítica de y L. Rubinoff, eds., Objectivity, Method and Point of View. Essays in the Philosophy of
la razón pura de Kant. Abrió el libro y comenzó a leer, pero no fue de- History, Leiden, 1991, 12-22.
117
masiado lejos. Tras unos instantes cerró el libro y suspiró: “Ojalá tuviera L. Rubinoff, “W. Dray and the Critique of Historical Thinking”, en Objectivity,
Method and Point of View, 1-11.; R. Martin, The Past within Us. An Empirical Approach
sus preocupaciones”115. to Philosophy of History, Princeton, 1989, 3-16.
Esta anécdota fue utilizada hace veinte años por el historiador alemán 118
En relación con el significado del concepto postmodernidad, comparto el criterio
Christian Meier para caracterizar la conflictiva relación entre historiado- de Welsch, tal como es desarrollado en Unsere postmoderne Moderne, Berlín, 1997,
1-8. De acuerdo con Welsch las posiciones postmodernas combinan: 1. “la descon-
res y filósofos, comparando a los primeros con el granjero. Tomaré el fianza respecto de los meta-relatos de la historia” como el liberalismo, el marxismo,
bosquejo de Meier como punto de partida para mi análisis de la relación el modernismo, lo cual implica un rechazo fundamental a toda filosofía materialista
entre la historia y la filosofía de la historia. Argumentaré que hacer historia y a cualquier intento de reducir lo plural a una unidad; esto es antireduccionismo
y antiunitarismo. 2. El rechazo a la idea de que existe una realidad independiente
es una actividad filosófica en una medida mucho más importante que lo de las posiciones de los sujetos, esto es antiobjetivismo.
que la mayoría de los historiadores supone, y que el reconocimiento de Este antiobjetivismo tiene como consecuencia que se rechaza una discusión sobre la
realidad independientemente de sus representaciones simbólicas, y especialmente
este hecho puede mejorar el alcance y la calidad de la discusión histórica. lingüísticas. También concuerdo con la diferenciación de Welsch entre variantes
Contrariamente a filósofos de la historia como Atkinson, defenderé el interesantes y vulgares del pensamiento postmoderno.
punto de vista según el cual los historiadores son capaces de sacar prove- En relación con la postmodernidad en la historia es útil el análisis de Rüdiger Graf
respecto del “desafío postmoderno”, tal como lo desarrolla en su “Interpretation,
cho de la filosofía porque el “hacer historia” puede ser mejorado a través Truth, and Past Reality. Donald Davidson Meets History”, en Rethinking History
de una mirada filosófica116. Al mismo tiempo, sin embargo, argumentaré 7(3), 2003, 387-402, especialmente 388-390. Graf atribuye la escritura histórica
postmoderna a cuatro ideas básicas: 1. La pluralidad de las descripciones, esto es,
114
H. White, Figural Realism. Studies in the Mimesis Effect, Baltimore y Londres, la idea de que pueden ser contadas muchas historias diferentes sobre el mismo
1999, viii. conjunto de acontecimientos o hechos, y que “por ello”, los hechos no determinan
115
las interpretaciones y que “por ello” no hay diferencia entre verdaderas y falsas
C. Meier, “Narrativität, Geschichte und die Sorgen des Historikers”, en R. Kose- interpretaciones; 2. la textualización de la historia, esto es, la idea de que los histo-
lleck y W. Sempel, eds., Geschichte. Ereignis und Erzählung, Múnich, 1973, 571-585. riadores solo tratan con textos; ya que los historiadores no tienen ellos mismos un
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R. T. Atkinson, “Methology: History and its Philosophy”, en W. J. van der Dussen acceso directo al pasado, no se puede establecer la verdad de un relato del pasado

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lugar, sostendré que esta defensa del retorno al justificacionismo en 1. El Historikerstreit
la filosofía de la historia presupone el realismo en relación al pasado,
tanto entre los historiadores como entre los filósofos de la historia. El El llamado Historikerstreit –o “Disputa de los historiadores”– alcanzó
desenmascaramiento de un realismo ingenuo –u “objetivismo” como se su punto culminante en 1986 y 1987121. Su tema principal es el lugar del
lo suele llamar– no implica el rechazo del realismo en su conjunto ni la Tercer Reich en la historia alemana, una cuestión ampliamente debatida
necesidad de adscribirse al idealismo (como algunos “collingwoodianos” entre los historiadores alemanes desde fines de la década de 1960122.
creen) o al esteticismo –u otras formas de relativismo119–. En tercer lugar, La continuidad con los nuevos discursos de victimización de alemanes
argumentaré que el tipo de realismo que habré de elaborar –el llamado justifica plenamente la elección de este ejemplo aún en 2004123. Elegí
“realismo interno”– hace posible desentrañar con nueva luz el clásico esta discusión como ejemplo debido a sus características explosivas. El
problema de la relación entre hechos y valores que ha venido acechando Historikerstreit puede así ser analizado como una suerte de “fallido freu-
durante largo tiempo a historiadores y filósofos de la historia por igual. diano” colectivo de la profesión histórica: tornó visibles aspectos usual-
Este análisis nos llevará a concluir la imposibilidad –ya esbozada por mente ocultos en los debates “normales”. Concentraré mi atención en
Jürgen Habermas, Jürgen Kocka y Jörn Rüsen– de eliminar de la historia los principales contendientes y esquematizaré deliberadamente el debate
una dimensión normativa, necesitada por lo tanto de una justificación como una disputa entre dos grupos. Uno de ellos se centra alrededor de
racional120. Ernst Nolte y Andreas Hillgruber. El otro, constituido por sus críticos,
está liderado por Jürgen Habermas, Hans Mommsen y Martin Broszat.
Se mostrará a continuación que estos historiadores justifican sus preten-
siones de conocimiento a través de una apelación a “hechos”, “realidad”
en términos de correspondencia: los textos históricos solo pueden ser comparados
con otros textos, no con el pasado mismo; 3. La desreferencialización del lenguaje, y “verdad”; al mismo tiempo pareciera que intentan minar la posición
esto es, la idea de que las palabras obtienen su significado en la medida en que se contraria en función de pretensiones de conocimiento denunciándola
relacionen con otras palabras, no a través de su relación con una realidad externa al como portadora de “juicios de valor”.
lenguaje (esta idea está ligada habitualmente con Saussure y Derrida). “Por ello” los
textos historiográficos no pueden relacionarse con el pasado ni tampoco pueden ser
verdaderos en el sentido de que ellos se corresponden con el pasado; 4. Narratividad,
121
esto es, la idea de que los relatos tienen una lógica propia que es independiente de La literatura generada en torno a este debate es inmensa. Para visiones generales
las afirmaciones sobre los hechos que contienen. “Por ello” los relatos no pueden y análisis ver R. Evans, en Hitler’s Shadow. West German Historians and the Attempt to
ser verdaderos ni falsos. Ver C. Conrad y M. Kessel, eds., Geschichte schreiben in der Escape from the Nazi Past, Londres, 1989, y C. Maier, The Unmasterable Past. History,
Postmoderne. Beiträge zur aktuellen Diskussion, Stuttgart, 1994; K. Jenkins, ed., The Holocaust and German National Identity, Cambridge, Mass., 1988. Las contribuciones
Postmodern History Reader, Londres, 1997. Para una crítica ver Zagorin, “Historio- originales al debate han sido compiladas en “Historikerstreit”. Die Dokumentation der
graphy and Postmodernism. Reconsiderations”, en History and Theory 29, 1990, Kontroverse um die Einzigartigkeit der nationalsozialistischen Judenvernichtung, Múnich,
263-274; del mismo autor, “History, the Referent and Narrative”, en History and 1987, citado en adelante como Historikerstreit.
Theory 38, 1999, 1-24; ver en este volumen, C. Lorenz: “‘Tú tienes tu historia y yo 122
Mientras tanto la literatura sobre estos debates ha devenido inabarcable. Para un
la mía’: algunas reflexiones sobre la verdad y la objetividad en la historia”. panorama general e indicaciones de literatura ver M. Sabrow, R. Jessen y K. Grosse
119
Para un ejemplo del modo collingwoodiano de pensamiento ver W. J. van der Kracht, eds., Zeitgeschichte als Streitgeschichte. Grosse Kontroversen seit 1945, Múnich,
Dussen, Filosofie van de geschiedenis: Een inleiding [Filosofía de la historia: una introduc- 2003, y N. Berg, Der Holocaust und die westdeutschen Historiker. Erforschung und Erin-
ción], Mulderberg, 1986, 144-179; para el problema del relativismo ver R. Bernstein, nerung, Gotinga, 2003; Sonderband 52 de German Politics & Society 17, 1999, 3: “The
Beyond Objetivism and Relativism, Oxford, 1983, 1-16. Dilemmas of Commemoration: German Debates on the Holocaust in the 1990’s”.
120 123
Para referencias ver C. Lorenz, Die Konstruktion der Vergangenheit. Eine Einführung Me refiero a los debates y las publicaciones acerca de los alemanes como vícti-
in die Geschichtstheorie, Colonia, 1997, 400-437. Sobre “realismo interno”, ver: H. mas de la guerra, que siguieron a El lector de Bernhard Schlink, A paso de cangrejo
Putnam, Vernunft, Wahrheit und Geschichte, Fráncfort del Meno, 1982, 79 y ss. [El de Günther Grass y El incendio y Brandstätten de Jörg Friedrich. Para el desarrollo
traductor alemán de Putnam elige aquí “internalismo” y habla solo ocasionalmente de los discursos alemanes de victimización ver mi “Atravesando fronteras: algunas
de “realismo interno”. En razón del deseo expreso de suscripción al realismo se reflexiones sobre el papel de los historiadores alemanes en los recientes debates
mantiene en este texto el concepto “realismo interno”. NdT]. sobre la historia nazi”, en el segundo volumen de esta obra.
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El Historikerstreit se inició con un artículo del filósofo y sociólogo del alemán Bismarck, sino que debería ser visto como el “Anti-Lenin”
Habermas publicado en Die Zeit124. Habermas criticaba allí las tenden- europeo. Los historiadores que fracasaron en reconocer este hecho ele-
cias apologéticas de las recientes interpretaciones del nacionalsocialismo mental han sido las penosas víctimas de una alucinación.
por parte de historiadores de Alemania Occidental. Nolte y Hillgruber Sobre la base de este argumento Nolte insiste en que los crímenes
–ambos muy conocidos especialistas– se transformaron en sus blancos nazis hacia los judíos deben ser puestos en la misma perspectiva que otros
más importantes. En sus últimos escritos Nolte había propuesto colocar asesinatos en masa del siglo XX, comenzando por el genocidio turco de
en una nueva perspectiva la historia del Tercer Reich125. Desde su punto los armenios, los asesinatos rusos durante y después de la Revolución
de vista esto era necesario porque la antigua imagen del Tercer Reich Rusa y, más recientemente, las masacres de Vietnam, Camboya y Afga-
como imperio del puro odio resultaba anacrónica. De acuerdo a Nolte nistán. De acuerdo con Nolte, estos crímenes deben ser entendidos en el
los historiadores que apoyaban esta imagen hacían uso de una figura contexto de procesos sociales y culturales de desarraigo y de ideologías
discursiva introducida por los nazis: la adscripción de una culpa colec- formuladas para hacer frente a esos procesos. Y es justamente este pro-
tiva. La única diferencia era que esta culpa colectiva resultaba ahora ceso de desarraigo el que es visto por Nolte como una consecuencia de
imputada a los alemanes en lugar de a los judíos. A los ojos de Nolte la modernización iniciada con la Revolución Industrial.
la imagen negativa del Tercer Reich no solo indujo el desarrollo de un Resulta central a las ideologías en cuestión la idea de que la liqui-
pensamiento en contrastes de blanco y negro, sino que además produjo dación física de un grupo social específico constituye la solución a los
un “nacionalismo negativo”. Esto último se transformó en un obstáculo problemas de los “tiempos modernos”, ya que esta liquidación aparece
para la historia científica, ya que la comprensión histórica depende del como la condición necesaria de una utopía. Las más influyentes de estas
reconocimiento de la existencia de una diversidad de tonos de gris. “fantasías utópicas de aniquilación” han sido, señala Nolte, el marxismo
Nolte, desde su novedosa perspectiva, da dos ejemplos del contexto y el nacionalsocialismo. Esta influencia se debió al hecho de que estas
bajo el cual debe reinterpretarse la Alemania nazi. El nacionalsocialismo ideologías fueron adoptadas por movimientos políticos exitosos y habían
en general y los crímenes nazis hacia los judíos en particular no han de sido transformadas en ideologías de Estado en Rusia, después de 1917,
interpretarse dentro del marco de la historia alemana; en lugar de una y en Italia y Alemania, tras 1922 y 1933 respectivamente. En Rusia y
perspectiva nacional, es imperativo desarrollar una perspectiva compa- Alemania estas “fantasías de aniquilación” lograron más tarde ser puestas
rativa europea e incluso global. Esta exigencia encuentra su fundamento en práctica.
en que la historia del siglo XX se ha transformado en una historia global De acuerdo con Nolte, estos desarrollos estaban conectados entre sí
en el sentido literal del término, y ha transformado de este modo a toda porque la práctica alemana de aniquilación había sido “causada” por el
historia nacional de ese período en un puro anacronismo. El carácter ejemplo ruso. Es evidente que esta tesis es el ingrediente más contro-
supranacional de la realidad histórica del siglo XX demanda simplemente vertido de la nueva perspectiva de Nolte sobre la historia alemana. Esta
una perspectiva supranacional del historiador. Consecuentemente, Hitler relación causal entre “Gulag” y “Auschwitz”, que él interpreta como una
no puede ya ser tratado por los historiadores como una imitación fallida condición necesaria pero no suficiente, es localizada por Nolte en la mente
de Hitler y sus compañeros. Fue la amenaza de la Revolución Rusa y el
124
J. Habermas, “Eine Art Schadensabwicklung: Die apologetische Tendenzen in miedo a ser aniquilados como lo había sido ya la burguesía rusa por parte
der deutschen Zeitgeschichtesschreibung”, en Historikerstreit. de los bolcheviques lo que indujo a Hitler, según Nolte, a la práctica de
125
E. Nolte, “Zwischen Geschichtslegende und Revisionismus? Das Dritte Reich
im Blickwinkel des Jahres 1980”, y “Vergangenheit die nicht vergehen will”, en Auschwitz. Para la mentalidad del nacionalsocialismo, el bolchevismo
Historikerstreit, 13-36 y 39-48. Para su defensa y comentario de la discusión ver era una invención judía y la Unión Soviética un Estado dominado por
E. Nolte, Das Vergehen der Vergangenheit. Antwort auf meine Kritiker im sogenannten los judíos. Por lo tanto Hitler identificó la lucha contra el bolchevismo
Historikerstreit, Berlín, 1987.

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con la lucha contra los judíos, con las fatales consecuencias posteriores. No obstante existe, de acuerdo con Hillgruber, una cierta conexión
Desde el punto de vista de Nolte, el antisemitismo de los nazis debería entre las dos catástrofes, ya que es posible identificar un mismo factor
ser visto como una transformación históricamente comprensible de su oculto capaz de explicarlas. Esta causa consiste en la práctica de la
“legítimo” miedo al bolchevismo. El antisemitismo tradicional no jugó deportación y la liquidación total de ciertos pueblos en función de la
por lo tanto ningún rol en este proceso. idea de “limpieza étnica” desarrollada en el siglo XX. Stalin y Hitler solo
De un modo bastante independiente, Andreas Hillgruber había desa- pueden ser distinguidos de otros asesinos en masa por la radicalidad con
rrollado una nueva perspectiva en relación a la historia de la Alemania la que pusieron en práctica su idea. Así como la catástrofe judía ha sido
nazi126. Como Nolte, propone aproximarse a este episodio desde el Este su resultado más visible, la alemana –como consecuencia de esto– ha
y, respetando la misma perspectiva, también critica a otros por su falta pasado a un segundo plano. Sin embargo ambas pertenecen al mismo
de una cabal perspectiva de la cuestión127. Esta “falta” se refiere a la ce- contexto histórico.
guera hacia las dos catástrofes nacionales de la Segunda Guerra Mundial Tal como sucede en el caso de Nolte, la nueva perspectiva de Hillgru-
y hacia el modo en que estas se interrelacionan: la del judaísmo europeo ber sugiere una conexión directa entre la práctica alemana de aniquilación
y la alemana. Esta última consistió en la expulsión de doce millones de y la historia general europea. Esto no implica que Hillgruber ignore por
alemanes de Europa Central y Oriental entre 1944 y 1945, en la anexión completo el argumento de que sin la Alemania nazi Auschwitz no habría
de sus antiguos suelos natales por parte de Rusia y Polonia y finalmente existido y que por lo tanto la derrota alemana era lo más deseable. Este
en la partición de Alemania. De acuerdo con Hillgruber, hasta hoy los problema es presentado como un dilema trágico para el Ejército Alemán,
historiadores no han interpretado la relación entre estas dos catástrofes un dilema sin ninguna esperanza de ser resuelto. Un dilema que presupo-
desde una adecuada perspectiva europea. Ellos presuponían una relación ne como algo evidente la diferencia entre las fuerzas armadas “depuradas”
directa entre las catástrofes alemana y judía, interpretando a la primera y los criminales nazis128. Gracias a la protección de la población alemana
como la pena aliada por la segunda. Este punto de vista no resulta co- contra el avance del Ejército Rojo, el Wehrmacht inconsciente e involun-
rrecto porque la catástrofe judía no era conocida en el momento en que tariamente permitió a los nazis la continuación de sus prácticas asesinas
los Aliados hicieron sus planes para Alemania tras su inminente derrota. en los campos de concentración detrás de la línea del frente. El único
Por lo tanto, la política aliada hacia la Alemania de postguerra no puede camino abierto a los historiadores alemanes para hacer comprensible esta
ser conectada con los crímenes alemanes hacia los judíos y debería ser tragedia es transportarse mentalmente ellos mismos hacia esa situación. La
vinculada en cambio con el llamado “estereotipo de Prusia”. Este último llave para la comprensión histórica, de acuerdo con Hillgruber, es ver la
consiste en la idea de que nunca existió un peligro alemán en Europa y que situación a través de los ojos del Ejército Alemán y describirla haciendo
ese peligro solo podría desaparecer junto al Estado militarista prusiano uso de esta perspectiva porque justamente eso es lo que hizo el pueblo
(con sus enclaves estratégicos al Este del Elba). Es de este modo cómo alemán. Es por ello que para el historiador del frente oriental solamente
se ve disuelta la conexión causal entre la catástrofe alemana y la judía. puede ser “realista” la perspectiva del Wehrmacht. Como Nolte, Hillgruber
126
intenta así legitimar su punto de vista apelando a la realidad histórica.
A. Hillgruber, Zweierlei Untergang. Die Zerschlagung des Deutschen Reiches und das
Ende des europäischen Judentums, Berlín, 1986. Las dos perspectivas recién sintetizadas generaron el Historikerstreit.
127 Durante la controversia los historiadores alemanes se dividieron en dos
Philip Ther ha demostrado lo poco que, tras 1945, los historiadores alemanes
mismos han escrito la historia alemana “desde el Este” y menos “desde Europa”. grupos. Quienes tenían algún tipo de simpatía izquierdista tendieron
Ver Ph. Ther: “Beyond the Nation. The Relational Basis of a Comparative History of
128
Germany and Europe”, en Central European History 36, 2003, 45-73. La “orientación Desde la exhibición Guerra de exterminio. Crímenes de la Wehrmacht entre 1941 y
hacia el Oeste” de la República Federal Alemana, sostiene Ther, es proyectada retros- 1944, y las controversias que le siguieron –esto es, desde 1995–, esa división, que
pectivamente y de manera ahistórica en la moderna historia alemana. El análisis de en los círculos académicos resultaba obsoleta, se ha vuelto problemática. También
Ther no tiene nada que ver con los argumentos apologéticos de Nolte y Hillgruber. en este sentido el Historikerstreit se ha vuelto mientras tanto “histórico”.
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a apoyar la crítica de Habermas. Sus contribuciones fueron publicadas nacionalsocialismo: su incomparable calidad destructiva. Si los historia-
principalmente por el periódico semanal liberal de izquierda Die Zeit. dores reescriben la historia alemana como europea no están buscando
Los historiadores enmarcados dentro de una mentalidad más conserva- nuevas aproximaciones científicas, sino tan solo haciendo uso espurio
dora tendieron a apoyar a Nolte y Hillgruber e intentaron protegerlos de una perspectiva comparativa con la intención meramente política de
contra las críticas de Habermas y otros. Sus contribuciones aparecieron reprimir este hecho histórico traumático130.
principalmente en el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung. La gente que defiende a Nolte –como Joachim Fest y Klaus Hilde-
Esta controversia es en realidad un espectáculo postmoderno. Prácti- brand– no considera, bajo ningún punto de vista, esta calidad única de
camente todos los fundamentos firmes sobre los que usualmente sostie- destrucción forjada por el nacionalsocialismo como un hecho histórico;
nen su discurso los historiadores se transformaron en un pantano pleno en lugar de ello lo atribuyen a una manifestación tardía de la Herren-
de relativismo y subjetivismo. Todos los pilares de la ciencia histórica volkgesinnung alemana, porque esta se reduce a la afirmación de que el
“normal”, como fuentes, hechos y método histórico, se hundieron en pueblo alemán es superior a otros, incluso cuando involucra el asesinato
ese pantano sin dejar huella alguna. Incluso la cuestión de si ha habido de civiles131.
una genuina discusión entre las dos partes aparece dudosa hasta el día Otro hecho crucial para los historiadores críticos como Hans
de hoy: los defensores de Nolte y Hillgruber simplemente niegan la Mommsen y Martin Broszat es la observación de que Alemania no fue
existencia de un debate histórico y se refieren al “así llamado Histori- una monolítica dictadura unipersonal; este Estado no hubiera podido
kerstreit”, la innoble “campaña política y moral” dirigida contra ellos, o funcionar sin la cooperación activa de las élites conservadoras comercial
la “controversia Habermas”129. La frase “su realidad no es la misma que e industrial, el ejército y la burocracia. Desde su perspectiva, el hecho
la mía” probablemente puede ser catalogada como la única afirmación clave en relación al Tercer Reich no fue la existencia de una mente alte-
no discutida en toda esta controversia. rada, sino el hecho de que esa misma mente alterada se convirtiera en
Testimonio de ello es que las afirmaciones fácticas de una de las partes la cabeza del Estado y consiguiera el apoyo entusiasta de la élites y el
de este debate no son reconocidas como tales por la otra, y resultan fre- aparato del Estado para implementar una política criminal durante un
cuentemente denunciadas como “juicios de valor” políticos. Un ejemplo período de doce años. Ellos consideran que el reduccionismo causal de
de esto es el modo a través del cual es caracterizada la aniquilación de los los crímenes nazis a la mentalidad de Hitler y su miedo al bolchevismo
judíos en la Alemania nazi. Los críticos de Nolte y Hillgruber observan es un esfuerzo con motivaciones políticas destinado a oscurecer el rol
el carácter cuasi-industrial de la destrucción del judaísmo europeo por crucial de estas Funktionseliten conservadoras del Tercer Reich y, a través
parte de los nazis como un hecho histórico único que se distingue de del mismo movimiento desplazar la responsabilidad del Tercer Reich
otros asesinatos en masa de la historia mundial. Esta visión está fundada hacia el comunismo132.
en la consideración de que los nazis usaron deliberadamente el aparato 130
H.-U. Wehler, Entsorgung der deutschen Vergangenheit? Ein polemischer Essay zum
de un Estado “civilizado” para alcanzar su objetivo asesino, mientras Historikerstreit, Múnich, 1988, 16-17; Meier, The Unmasterable Past, 83-84; Evans,
Hitler’s Shadow, 175.
que otros asesinatos en masa se produjeron en el caótico contexto de 131
J. Fest, “Die geschuldete Erinnung: Zur Kontroverse über die Unvergleichbarkeit
una guerra o guerra civil. Por lo tanto, colocar a Auschwitz en una der nationalsozialitischen Massenverbrechen”, en Historikerstreit, 104-113; K. Hil-
perspectiva comparativa de la historia mundial o europea –tal como lo debrand, “Das Zeitalter der Tyrannen”, en Historikerestreit, 84-92.
132
hacen Nolte y Hillgruber– borra la naturaleza fáctica más importante del H. Mommsen, “Suche nach der verlorenen Geschichte? Bemerkungen zum his-
torischen Selbstverständis der Bundesrepublik”, y “Neues Geschichtsbewusstsein
und Relativierung des Nationalsozialismus”, en Historikerstreit, 156-174 y 174-189;
129
Nolte,Vergehen der Vergangenheit, 13-68; A. Hillgruber, “Jürgen Habermas, Karl- M. Broszat, “Wo sich die Geister scheiden: Die Beschwörung der Geschichte taugt
Heinz Janssen und die Aufklärung Anno 1986”, en Historikerstreit, 331-352; I. Geiss, nicht als Religionsersatz”, en Historikerstreit, 189-196; H. A. Winkler, “Auf ewig in
Die Habermas-Kontroverse. Ein deutscher Streit, Berlín, 1988. Hitlers Schatten? Zum Streit über das Geschichtsbild der Deutschen”, en Histori-

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Nolte, como era de esperar, adopta una perspectiva diferente. Él no “normal” es vista como un objetivo político por parte de estas “nuevas
reconoce como un hecho la colaboración con Hitler de las élites conser- perspectivas” de la historia alemana.
vadoras, porque (casi) todos los alemanes cooperaron durante la guerra Por cierto, Nolte y Hillgruber están algo molestos por estos “malen-
–y esto era tan cierto para el viejo trabajador de izquierda como para tendidos” de lo que ellos ven como intenciones nobles y “puramente
las élites tradicionalmente derechistas–. Adscribir una responsabilidad científicas”. Confundir estas últimas con intenciones apologéticas prueba
especial a esas élites se reduce a culpar exclusivamente a estos grupos, seguramente a sus ojos que sus oponentes han estado cegados por sus
y crear un contraste en blanco y negro. De hecho, estos historiadores, anteojeras izquierdistas. Ellas impiden el registro de verdades desagrada-
arguye Nolte, están haciendo un uso espurio del Tercer Reich como un bles, más aún cuando estas verdades son reveladas por una persona con
instrumento de su crítica izquierdista hacia la sociedad de hoy133. posiciones políticas “incorrectas” –es decir, derechistas–. La ciencia, sin
A su turno, los críticos de Nolte y Hillgruber niegan que sus hechos embargo, exige una postura “apolítica” y un reconocimiento de la verdad
cruciales sean justamente “hechos”. Debido a que estos últimos son sin ningún tipo de consideración por el color político de la persona que
estados de cosas que pueden ser expresados a través de enunciados la sostiene. Una verdadera ciencia nunca podrá existir, si se acepta que
verdaderos, las pretensiones fácticas se vinculan tanto con el nivel des- ciertas preguntas están “prohibidas”136.
criptivo como con el explicativo de las narrativas134. La pretensión fáctica En suma, los desacuerdos entre los dos grupos en el marco de esta
de Nolte de que el nacionalsocialismo pueda ser reducido causalmente al discusión no podrían haber sido más radicales, desde el momento en que
bolchevismo es descartada como una farsa política. La pretensión fáctica involucran tanto enunciados descriptivos sobre los hechos como enuncia-
de Hillgruber de que la catástrofe judía esté causalmente relacionada dos explicativos sobre la relación entre esos hechos. La distinción entre
con un “factor oculto” en la historia general europea y no especialmente enunciados fácticos y juicios de valor se ha transformado asiduamente
con la Alemania nazi encuentra el mismo cruel destino. Sus críticos su- en tópico de un debate que resulta contencioso hasta un grado inusual.
brayan la conexión directa entre la urgencia de Nolte y la de Hillgruber
por una “renovación científica” y la urgencia política conservadora en la II. Realismo interno
República Federal de los años ochenta para “hacer por fin a un lado la
sombra de Hitler”135. La creación de una auto-percepción como nación Un filósofo de la historia puede reaccionar de distintos modos ante
discusiones acaloradas como las del Historikerstreit. La primera alterna-
kerstreit, 256-264; W. J. Mommsen, “Weder Leugnen noch Vergessen befreit von der tiva es reaccionar tal como lo hicieron Nolte y Hillgruber: se llega a la
Vergangenheit: Die Harmonisierung des Geschichtsbildes gefährdet die Freiheit”, conclusión de que este debate no ha sido científico sino político. Esta
en Historikerstreit, 300-332. conclusión presupone que la ciencia –contrariamente a la política– es un
133
Nolte, Vergehen der Vergangenheit, 57, 88-89; Nolte, “Geschichtslegende”, 23; debate fáctico sobre pretensiones de verdad y que este tipo de debate
Nolte, “Vergangenheit”, 41.
134 finaliza –al menos a largo plazo– cuando se ha alcanzado el consenso.
Ver D. W. Hamlyn, The Theory of Knowledge, Londres, 1970, 136-142 para la
relación entre hechos y verdad, y especialmente 137: “Es verdad que un hecho es lo Este consenso sobre los hechos constituye el fundamento del conoci-
que es expresado a través de una afirmación verdadera, pero de allí no se sigue que miento científico. Uno podría etiquetar este tipo de reacción y su visión
lo segundo sea igual a lo primero; ni tampoco sería verdad afirmar que un hecho es
solo lo que es expresado a través de una afirmación verdadera. Esto debería sugerir del conocimiento científico como objetivista, porque está basada en el
que los hechos no existen hasta tanto se constituya una afirmación que resulte ser
verdadera, mientras aparecería que por el contrario hay escasos hechos que nunca
han sido ni serán expresados”. Kühl, ed., Streit um Geschichtsbild. Die “Historikerdebatte”. Dokumentation, Darstellung
135 und Kritik, Colonia, 1987, esp. 200-292.
La famosa frase fue formulada por el político del conservador CSU Franz-Joseph
136
Strauss. Para un contexto político del debate ver D. Diner, ed., Ist der Nationalsozialis- Nolte, “Vergangenheit”, 45 y Vergehen der Vergangenheit, 91; Hillgruber, “Frage-
mus Geschichte? Zu Historisierung und Historikerstreit, Fráncfort del Meno, 1987, y R. verbot”, 232-238.
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ideal clásico del conocimiento histórico objetivo . Según esta visión, disciplina no es científica (en todo o en parte) y la clasifican como una
el método histórico es visto como un filtro entre la verdad y la falsedad “expresión de cultura” sin una pretensión de verdad. Esta conclusión es
y, por lo tanto, como el fundamento del consenso dentro de la comu- inevitable desde el momento en que toda pretensión de conocimiento es
nidad científica. Las frecuentes apelaciones de Nolte y Hillgruber a “los ipso facto una pretensión de verdad, tal como Hamlyn ha demostrado140.
hechos”, “las fuentes”, “la verdad” y “la ciencia” constituyen un testimonio Sin embargo, dentro de este marco de referencia, resulta completamente
de su objetivismo138. Dentro de este marco de referencia, sin embargo, incomprensible por qué los historiadores se aferran a la costumbre de
es imposible entender el hecho de que los historiadores frecuentemente justificar sus demandas de conocimiento apelando a hechos. Si la visión
continúen discrepando sobre los hechos y las relaciones entre ellos; y relativista de la historia es correcta, se debería también ahorrar energía
tampoco es posible entender por qué las discusiones racionales y cien- para otros propósitos; la reproducción veraz de los hechos por parte
tíficas sobre hechos frecuentemente se parecen a discusiones políticas del historiador contribuiría a la calidad de su producto en una medida
irracionales sobre valores. tan insignificante como lo es en el caso de los pintores y sus productos.
El segundo camino para el filósofo de la historia en relación a la reac- En ninguno de los dos casos sería condición suficiente ni necesaria para
ción hacia las discusiones del Historikerstreit es concluir que la historia determinar su calidad141.
no es una disciplina científica y que no logra en modo alguno constituir Por lo tanto, ni el objetivismo ni el relativismo tradicionales parecen
conocimiento. La historia entonces puede ser etiquetada (en su totalidad capaces de explicar el motivo por el cual los historiadores se embarcan
o en parte) como una particular “forma de arte”, “acto de fe” o “expresión en discusiones como las de Historikerstreit apelando a hechos, siendo que
cultural” que no es capaz de ser racionalmente justificada en términos sus perspectivas son desafiadas por sus oponentes. Si queremos consi-
de (la verdad de) argumentos fácticos. Esta reacción ha sido protago- derar la historia como una empresa científica y desestimar el fenómeno
nizada tradicionalmente por relativistas y puede ser interpretada como de la ciencia sin consenso, debemos por lo tanto buscar un marco de
la imagen filosófica especular de la reacción objetivista139. Tal como lo referencia en la filosofía de la historia que esté más allá del objetivismo
hacen los objetivistas, los relativistas presuponen que hay un consenso y el relativismo. Esto es posible, en mi opinión, vinculando la filosofía
en la ciencia real sobre los hechos y sus relaciones explicativas; debido a de la historia con la moderna epistemología y la filosofía de las ciencias
la ausencia de tal consenso en el caso de la historia, concluyen que esta –pace el postmodernismo y su alergia hacia el problema de la verdad–.
137
Esta alergia surge de la tradicional pero equivocada identificación de la
Para una definición del objetivismo tradicional en historia ver Novick, That Noble
Dream. The “Objectivity Question” and the American Historical Profession, Cambridge, búsqueda del conocimiento y la de la certeza142. Se apela a la epistemolo-
Ingl., 1988, 1-2. Para los presupuestos filosóficos del objetivismo, ver Bernstein, gía porque esta rama de la filosofía aclara la posibilidad de conocimiento
Beyond Objetivism and Relativism, 8-9, 19. El tipo de objetivismo que explica el di- y por lo tanto constituye una barricada contra todo tipo de escepticismo
senso en las ciencias como una influencia de la “política” y los “juicios de valor” fue
legitimado hace mucho tiempo también por sociólogos clásicos de la ciencia como –viejo y nuevo–. Los escépticos, que suelen ver a la historia como uno de
Robert Merton y J. Ben-David. Para una mirada general sobre esto ver N. Stehr y R. sus campos de juego preferidos, instalan dudas sobre la posibilidad de
König, eds., Wissenschaftssoziologie, Opladen, 1975.
138
conocimiento confiable en su conjunto143. Por lo tanto la lucha contra el
Nolte, por ejemplo, presenta su tesis de que Auschwitz constituye una “reac-
ción” y una “copia distorsionada” del asesinato bolchevique de la burguesía rusa, 140
Hamlyn, Theory of Knowledge, 95-103.
como un puro “hecho” (“Tatsache”); Nolte, “Revisionismus”, 23, y Vergehen den 141
Vergangenheit, 73. Este paradójico problema es enfrentado por todos los tipos de narrativismo –
139 tal como es desarrollado por Hayden White o Frank Ankersmit– que observan el
Ver Novick, That Noble Dream, 3, y Bernstein, Beyond Objectivism and Relativism, pasado como presentado por el historiador en términos de un texto sin relaciones
18 sobre la “angustia cartesiana”. La propuesta de William McNeill de caracterizar referenciales con un pasado real.
toda la historiografía en términos de “mitohistoria” –porque nada es absolutamente 142
cierto en historia– es un ejemplo de este proceso de inversión, ver su Mythistory and Hamlyn, Theory of Knowledge, 10-16.
143
Other Essays, Chicago,1986, 6-7, 19. Ver para el escepticismo en general: Hamlyn, Theory of Knowledge, 23-53; para

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escepticismo es el lógico punto de partida de toda filosofía de la historia un carácter hipotético, ya que no existen fundamentos firmes de este
merecedora de ese nombre. La filosofía de las ciencias –incluyendo las conocimiento, sea a través de los sentidos o la razón humana. Hacer a
ciencias sociales– es necesaria porque las características de la historia un lado el fundacionalismo no lleva necesariamente a un escepticismo
como disciplina solo pueden ser aclaradas en comparación con otras epistemológico –como muchos postmodernos parecen creer– sino a una
ciencias. Como estas últimas son iluminadas por sus correspondientes posición filosófica bastante diferente y más constructiva147. Esta posición
filósofos, los filósofos de la historia no pueden afrontar caer víctimas debería “salvar” a los historiadores de las consecuencias escépticas del
de versiones anacrónicas, más aún cuando tradicionalmente prestan el postmodernismo, tales como el relativismo y el subjetivismo en relación
concepto de ciencia a otras disciplinas. Desde el momento en que la iden- a la epistemología y la ética. Mientras los historiadores afirmen producir
tidad filosófica de la historia es frecuentemente formulada en contraste conocimiento, los filósofos de la historia no pueden permitirse a sí mismos
con la imagen de otras ciencias, el riesgo de errores y contrastes vacíos una alergia al problema de la verdad y a la justificación de las pretensiones
es realmente serio. de verdad, ya que esto llevaría a un suicidio filosófico.
Como en el caso de la epistemología y su lucha contra el escepticismo, Por lo tanto el problema de la justificación del conocimiento no logra
la filosofía de la historia debe llegar a un acuerdo con las versiones post- desaparecer. El problema –insoluble– de la fundación de un determinado
modernas del narrativismo144. También, como la filosofía de la ciencia, conocimiento es transformado meramente en el –solucionable– problema
la filosofía de la historia debe incorporar la visión post-positivista del de la argumentación de pretensiones de conocimiento falible. La cuestión
conocimiento científico145. El hito del relativismo funciona entonces como de la justificación en filosofía de la historia se reduce así a la cuestión
el punto de partida: el reconocimiento del hecho de que el conocimien- de qué tipo de argumentación usan los historiadores para sostener sus
to histórico no encuentra en los hechos o en la lógica un fundamento pretensiones de verdad –o para refutar a las competidoras– y cuáles
uniforme y cierto, y que por lo tanto no presupone per se un consenso. argumentos pueden ser reconstruidos ex post facto. Es haciendo uso de
En la epistemología moderna –desde las Investigaciones filosóficas de esta perspectiva como es posible afirmar que el “anti-fundacionalismo”
Wittgenstein– y en la moderna filosofía de la ciencia –desde La lógica de no necesariamente fuerza a filósofos e historiadores a hacer a un lado
la investigación científica de Popper– esta visión no llevó al escepticismo la epistemología ni a embarcarse en la ruta del “narrativismo”, tal como
epistemológico de los relativistas, sino al falibilismo y el contextualis- Ankersmit ha sugerido148. Espero demostrar que existe una alternativa,
mo146. Los contextualistas reconocen que todo conocimiento es relativo un camino más fructífero en filosofía a través del cual el problema de la
a contextos epistémicos específicos. Los falibilistas, por su parte, sostie- justificación no es eliminado sino expandido hasta ser capaz de incluir el
nen que todas las apelaciones al conocimiento son corregibles y asumen propio discurso normativo. Este camino resulta especialmente atractivo
teniendo en cuenta que el carácter dual “fáctico-normativo” del discurso
el escepticismo en historia: D. Kelley, ed., Versions of History from Antiquity to the histórico ha preocupado durante tanto tiempo a filósofos de la historia e
Enlightenment, Nueva Haven, 1991,12-13, 264-267, 502. historiadores. Es justamente esta misma vía la que puede ser elucidada
144
Ver en este volumen: “¿Puede la historia ser verdadera?”. Rex Martin ha convocado
también a retornar a la epistemología en la filosofía de la historia en “Objectivity a través de un análisis del rol comunicativo del lenguaje.
and Meaning in Historical Studies: Towards a Post-analytic View”, en History and 147
Lo mismo es válido para las ciencias sociales. Ver el análisis de Bohman sobre el
Theory 32, 1993, y en “Progress in Historical Studies”, en B. Fay et al., eds., History escepticismo de la antropología postmoderna en J. Bohman, New Philosophy of Social
and Theory. Contemporary Readings, Oxford, 1998, 377-404. Science. Problems of Indeterminacy, Cambridge, Mass., 1991, 103-139.
145
W. Callebaut “Post-positivistic Views on Scientific Explanation”, en J. Duchene 148
F. R. Ankersmit, “The Dilemma of Contemporary Anglo-Saxon Philosophy of
y G. Wunsch, eds., L’explication en sciences sociales. La recherche des causes en démo- History”, en History and Theory, Beiheft 25, Knowing and Telling History. The Anglo-
graphie, Bruselas, 1989, 141-196; W. Salmon, Four Decades of Scientific Explanation, Saxon Debate, 1986; A. Fell, “Epistemological and Narrativist Philosophies of His-
Minneapolis, 1989. tory”, en Van der Dussen y Rubinoff, eds., Objectivity, 82-83, critica a Ankersmit
146
Para una historia de este debate ver Bernstein, Beyond Objectivism and Relativism. en el mismo sentido.
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Si los filósofos de la historia toman este camino, dejarán atrás dos ría correspondentista de la verdad se transforma en un problema porque
supuestos fundamentales en relación al carácter del conocimiento cien- la historia de la ciencia está caracterizada por una radical discontinuidad
tífico sostenidos tanto por el objetivismo como por el relativismo. Prime- conceptual, tal como Thomas Kuhn y otros han propuesto. Debido a este
ramente, el supuesto de que el consenso racional constituye un sello de tipo de discontinuidad, ya no es posible suponer una correspondencia
cientificidad; y en segundo lugar, el que sostiene que la racionalidad de directa entre los enunciados científicos y la realidad. En segundo lugar,
la ciencia puede ser explicada a través de un método formal (es decir, un la referencia a conceptos científicos se transforma en un problema: el
algoritmo), o gracias a un conjunto explícito de reglas formales. Más allá hecho histórico de que los conceptos científicos cambien a lo largo del
de las posiciones del objetivismo y del relativismo es posible reconocer la tiempo de modo discontinuo –ejemplificado en el famoso “cambio de
presencia de un desacuerdo racional en la ciencia y la existencia de una paradigma” kuhniano– genera el problema de a qué entidades de la rea-
fundamental e irreductible pluralidad de puntos de vista149. Este “tercer lidad refieren los conceptos científicos. Aunque las entidades lingüísticas
camino” en filosofía de la historia, capaz de superar tanto al objetivismo pueden cambiar, de acuerdo al realismo –en contraste con el idealismo– se
como al relativismo –un sendero que podríamos llamar, siguiendo a supone que las entidades reales son invariantes. El idealismo narrativo
Hilary Putnam, “realismo interno”150–, hace posible analizar la práctica de Ankersmit o el idealismo lingüístico de White, por ejemplo, postulan
de la historia evitando los falsos dilemas producidos por tradicionales que el objeto de la historia está constituido por los historiadores y que
pero anacrónicas ideas en relación a la naturaleza de la racionalidad y la carece de relaciones referenciales con un objeto real154. En consecuen-
ciencia. A través de esta senda la filosofía de la historia puede echar luz cia, paradójicamente la historia de la ciencia puede ser usada como un
sobre el hecho de que los historiadores “aún deseen llamar al conoci- argumento extra para interpretar el conocimiento histórico dentro de
miento histórico una reconstrucción, y no una construcción simpliciter”151. la perspectiva del “realista interno” ya que nos confronta con la falta de
Como todas las variedades de realismo, el “realismo interno” des- “transparencia” y la variabilidad de los conceptos científicos vis-à-vis la
cansa sobre ciertos presupuestos básicos: primero, que la realidad existe realidad que describen. Tradicionalmente esta variabilidad ha sido vista
independientemente de nuestro conocimiento de ella; y segundo, que como característica exclusiva de los conceptos históricos y por lo tanto
nuestros enunciados científicos –incluyendo nuestras teorías– refieren a
154
esta realidad de existencia independiente152. Esta interpretación realista Critico el “idealismo narrativo” de Ankersmit y su idea de la autorreferenciali-
dad de los textos históricos, tal como es expuesta en su Narrative Logic. A Semantic
del conocimiento científico, que al menos explica el éxito de las ciencias Analysis of the Historian’s Language, La Haya, 1983, en “Het masker zonder gezicht:
naturales153, debe enfrentar dos problemas generados por la confrontación F. R. Ankersmits filosofie van de geschiedschrijving”, en Tijdschrift voor Geschiedenis
de esta interpretación con la historia de la ciencia. En primer lugar, la teo- 97, 1984, 169-195. Doy cuenta de sus últimos trabajos en mi “Ankersmit en het
postmoderne denken over de maatschappelijke functies van de geschiedenis”, en
D. Pels et al., eds., Feiten en waarden. De constructie van een onderschied, Amsterdam,
149
En la moderna filosofía de la ciencia esta posición ha sido sostenida más radical 1990, 139-148. A pesar de que Ankersmit hizo a un lado el término “idealismo
y elocuentemente por P. K. Feyerabend en Against Method. Outline of an Anarchistic narrativo” hacia fines de los años ochenta, no ha cambiado su posición en relación
Theory of Knowledge, Londres, 1975. a la cuestión de la referencialidad; ver su The Reality Effect in the Writing of History.
150
Putnam, Reason, Truth and History, 49-50. The Dynamics of Historiographical Tropology, Amsterdam, 1989.
151
L. O. Mink, “On the Writing and Rewriting of History”, en Mink, Historical Un- Una crítica similar ha sido formulada por W. Walsh, “Fact and Value in History”,
derstanding, ed. por Brian Fay, Eugene O. Golob y Richard T. Vann, Ithaca, 1987, 94. en M. C. Doeser et al., eds., Facts and Values. Philosophical Reflections from Western
152
and Non-Western Perspectives, La Haya, 1986, 57: “Si un historiador escribe ‘Lo que
J. Leplin, “Introduction”, en J. Leplin, ed., Scientific Realism, Berkeley, 1984, 2; siguió fue un verdadero renacimiento’ no hay un estado de cosas observable contra
H. Radder, “Het problem van het wetenschappelijk realisme”, en M. Korthaus, ed., el cual un contemporáneo podría haber chequeado la verdad de la proposición. Por
Wetenschapsleer, Meppel, 1989, 72-73. el contrario ‘Jane Austen escribió Emma’ y ‘Napoleón murió en Santa Elena’ podrían
153
H. Putnam, “What is Realism?”, en Leplin, ed., Scientific Realism, 140: “[Y] el ser aceptados a partir del testimonio de testigos presenciales. Pero a pesar de que
típico argumento realista contra el idealismo es que este hace del éxito de la ciencia esta es una diferencia importante, de allí no se sigue que algo como el Renacimiento
un milagro”. solamente exista en la mente de la persona juzga que este ha ocurrido”.

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fue usada por los idealistas como argumento para aislar a la historia de El reconocimiento de que la relación entre lenguaje y realidad no es
la ciencia155. “transparente” no obliga por lo tanto a aceptar la conclusión favorita de
Tanto el problema de la referencialidad como el de la correspondencia los postmodernos de que el lenguaje es “opaco” e incapaz de corresponder
deben ser tenidos en cuenta, ya que los realistas suponen que la posi- y referirse a la realidad, sino la mucho más “realista” conclusión de que
bilidad de conocimiento está fundada en la capacidad de enunciados la referencia y la correspondencia deben ser interpretadas como relativas
–verdaderos– para corresponder con la realidad y en la de los conceptos e internas a marcos conceptuales específicos157, tal como Carlo Ginzburg
–adecuados– para referir a entidades reales. Siguiendo a Putnam, po- insinúa en su crítica del postmodernismo histórico158. El hecho de que
demos elucidar estos dos problemas interpretando la correspondencia la referencia y la correspondencia deban ser interpretadas en relación
y la referencia como nociones que derivan su significado de marcos de a los discursos no puede ser usado, tal como suele sugerirse, como un
referencia específicos, en relación a los cuales resultan relativos. Por lo tanto, argumento contra la aplicabilidad de esas nociones. Aunque los críticos
la cuestión de “¿qué es fáctico?” o “¿qué es verdadero o real?” es siempre de la teoría correspondentista de la verdad han señalado convincente-
dependiente e interna a marcos lingüísticos específicos en los que la mente que la correspondencia no puede ser concebida como un criterio
realidad es descripta. Putnam argumenta a favor del “realismo interno” de verificación, es decir para el control de la verdad, la correspondencia
del siguiente modo: continúa siendo el criterio de significado para la verdad de los enunciados.
Esto es así porque –como ha mostrado Wittgenstein– el conocimiento
La perspectiva que voy a defender carece de nombre que no sea ambi-
del significado de un concepto presupone la habilidad de aplicarlo, y
guo. Es un logro tardío en la historia de la filosofía, y todavía hoy, se
esto a la vez presupone el conocimiento del tipo de cosas a las que refiere
preocupa de que no se la confunda con otros puntos de vista de índole
el concepto y el conocimiento de los modos en que este concepto es
completamente distinta. La denominaré perspectiva internalista, ya que
correctamente usado en los enunciados. Y solo se puede asegurar cono-
lo característico de tal concepción es sostener que solo tiene sentido
cer el significado de los enunciados correctamente si se conoce bajo qué
formular la pregunta ¿de qué objetos consta el mundo? desde dentro de
condiciones son verdaderos, es decir, cuándo se corresponden con los
una teoría o descripción. Muchos filósofos internalistas, aunque no todos,
hechos. Si esto no fuera así, es decir, si el significado de un concepto no
sostienen además que hay más de una teoría o descripción del mundo
157
verdadera. Desde la perspectiva internalista, la “verdad” es una especie Putnam, Reason, Truth and History, 72-73: “(...) la dificultad, no de que no existan
de aceptabilidad racional (idealizada) –una especie de coherencia ideal correspondencias entre palabras y conceptos y otras entidades, sino de que existen
demasiadas correspondencias. Para seleccionar una correspondencia entre las pala-
de nuestras creencias entre sí y con nuestras experiencias, considerándolas bras o los signos mentales y las cosas independientes de la mente, deberíamos tener
como experiencias representadas en nuestro sistema de creencias– y no una de antemano acceso referencial a las cosas independientes de la mente” [de la trad.
cast., 81]. Ver Hamlyn, Theory of Knowledge, 140: “[Es así como] el dar cuenta de
correspondencia con “estados de cosas” independientes de la mente o los hechos y de la correspondencia con hechos implica un cierto tipo de realismo,
del discurso. No existe un punto de vista como el del Ojo Divino que no en el sentido de que los hechos son idénticos a estados de cosas concretos, sino
podamos conocer o imaginar con provecho. Solo existen diversos puntos en el sentido de que una condición necesaria de la verdad objetiva es que debería
haber un mundo existente en forma independiente. Decir que un enunciado co-
de vista de personas reales, que reflejan aquellos propósitos e intereses rresponde a los hechos es decir que el enunciado conforma todo patrón aplicable
a los que se subordinan sus descripciones o teorías.156 de verdad objetiva”.
158
C. Ginzburg, “Checking for Evidence: The Judge and the Historian”, en Critical
Inquiry 18, 1991, 79-98. Ginzburg también critica la posición postmoderna en tér-
minos de un “positivismo invertido”. Él propone volver la mirada hacia las fuentes
155
históricas como lentes en lugar del falso dilema de mirarlas como piezas de vidrio
Esto también sucede con White y Ankersmit. transparente –como en el caso del “positivismo”, o como una pared ciega– tal como
156
Putnam, Reason, Truth and History, 49-50 [trad. cast., Razón, verdad e historia, Ma- pretende el postmodernismo. Ver también C. Ginzburg, History, Rhetoric and Proof,
drid, 1988, 59]; ver N. Goodman, Ways of Worldmaking, Indianápolis, 1978, 17-20. Hanóver y Londres, 1999.
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presupusiera el conocimiento de sus condiciones de verdad, un usuario la historia no puede ser (devenir) una ciencia, sino una forma de arte,
competente del lenguaje no sería capaz de distinguir la diferencia entre, una forma de ideología, una rama de la literatura, y así sucesivamente.
por ejemplo, alguien que efectivamente sufre un dolor y alguien que hace Desde el punto de vista del “realismo interno” este argumento está
como si lo sufriera, es decir, la diferencia entre la aplicación correcta y basado en dos fusiones internamente relacionadas: primero, la del mate-
la incorrecta de estos conceptos. Desde el momento en que los usuarios rialismo con el realismo161, y, en segundo lugar, la fusión del empirismo
competentes del lenguaje normalmente conocen la diferencia entre con- (es decir, la variedad empirista del fundacionalismo) con el conocimiento
ceptos, conocen también con frecuencia sus condiciones de verdad. Los científico per se. La primera fusión se manifiesta en la tendencia a negar
errores que suelen cometerse al respecto no contradicen este hecho; por en algún sentido la realidad de los objetos no materiales y su consecuen-
el contrario, la noción de error únicamente cobra sentido en un contex- te orientación a garantizar a este tipo de objetos un estatus puramente
to de reglas y solo es posible referirse a reglas si estas son normalmente mental o lingüístico162. Debido a esta “irrealidad”, se supone que los
respetadas de un modo correcto. Por lo tanto, el hecho de que la relación enunciados, incapaces de referir o corresponder a estos objetos, no
de correspondencia entre un enunciado verdadero y el mundo al que él pueden ser verdaderos o falsos. En tanto los objetos de las narrativas his-
refiere sea una relación convencional dentro de un marco conceptual no tóricas –tales como feudalismo, absolutismo, el Renacimiento, etc.– sean
invalida las nociones de referencia y de verdad como correspondencia. categorizados como miembros de esta clase (inmaterial), las narrativas
Sin esas nociones es de hecho imposible entender sobre qué hablamos históricas (que consisten en conjunciones de enunciados existenciales
cuando hablamos159. singulares) no pueden ser verdaderas o falsas163. Las narrativas históricas
Desde el punto de vista del “realismo interno”, podemos entender que presentan “interpretaciones” contrastan con los enunciados existen-
dónde se origina la fuerte tendencia al idealismo en la filosofía de la his- ciales individuales singulares que presentan información “fáctica”; solo
toria –desde Dilthey y Collingwood a H.White y Ankersmit– y por qué estos últimos pueden ser verdaderos o falsos. Por lo tanto, en el nivel
avanza en la dirección incorrecta. La “tentación idealista” siempre ha de la interpretación se resta importancia al problema de la verdad en el
estado basada en el argumento de que la historia como disciplina –en marco de la filosofía de historia y, como consecuencia de ello, los filóso-
contraste con las ciencias naturales– no se enfrenta a un objeto material fos postmodernos dedican su energía a un análisis ideológico, político,
y que, por lo tanto, en primer término ese objeto debe ser constituido lingüístico o estético de las narrativas históricas164.
a través de un modo y un universo mental (Collingwood) o lingüístico 161
De acuerdo al realismo –en tanto posición epistemológica–, los objetos del co-
(White, Ankersmit). Teniendo en cuenta que la historia carece de un nocimiento histórico existen con independencia de los sujetos de conocimiento. De
objeto material, los historiadores –en contraste con las ciencias natura- acuerdo al materialismo –en tanto posición metafísica–, toda la realidad consiste en
pura materia, y es por ello que solo las cosas materiales existen.
les– pierden la posibilidad de una aproximación sensorial directa a sus 162
K.-G. Faber, Theorie der Geschichtswissenschaft, Múnich, 1974, 24-25.
objetos160; por ende, el conocimiento histórico –en contraste con el cono- 163
No carece de importancia que Johan Huizinga, citado frecuentemente como uno
cimiento científico– al no poder estar fundado en enunciados empíricos de los padres intelectuales del narrativismo, sostenga una opinión diferente. En su
ni ser interpretado como conocimiento de “lo real”, resulta así “imagi- ensayo sobre el “carácter estético” de las narrativas históricas (1905) se refiere explí-
citamente al peligro de proyectar imágenes en el pasado “imágenes que son falsas”.
nario”, “mítico”, etc. De acuerdo a este argumento idealista tradicional, Ver Huizinga, “Het aestetische bestanddeel van geschiedkundige voorstellingen”,
en Verzamelde Werken VII, La Haya, 1950, 25.
164
159
Tanto Ankersmit como White sostienen que los historiadores refieren al pasado
Hamlyn, Theory of Knowledge, 53-78, 132-145, especialmente 67: “(...) el uso del a través de enunciados existenciales singulares capaces de ser verdaderos o falsos,
lenguaje presupone la idea de que las expresiones lingüísticas tienen significado y mientras niegan que esto suceda con las conjunciones de estos enunciados, siendo
que ese significado no puede ser completamente elucidado por uso, o reducido a él”. que este último es el nivel de la interpretación histórica o narrativa. La misma posición
160
B. van Fraassen, The Scientific Image, Oxford, 1980, 13-19, para una reciente y fue defendida por conocidos relativistas como Becker y Beard. Esta distinción aparta
efectiva demolición de la idea de una observación “directa” en las ciencias naturales. al narrativismo del escepticismo radical que niega la posibilidad del conocimiento

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La segunda fusión constituye otro legado del empirismo crudo. orientación de pensamiento está basada en una identificación equivo-
Así como la primera surgía de la idea de que “lo que no puede ser cada del realismo y el materialismo y en una epistemología anacrónica,
confrontado directamente no puede ser real”, la segunda se origina en toda la línea argumentativa idealista comienza a desmoronarse. No es
la convicción de que “lo que no puede ser observado directamente no necesario que (conjunciones de) los enunciados existenciales singulares
puede ser conocido” y, en consecuencia, no puede ser considerado como refieran a objetos materiales para ser verdaderos o falsos, ni que (las
conocimiento. A pesar de que este argumento ya ha sido desacreditado conjunciones de) estos enunciados fácticos se refieran a objetos concretos
en el marco de la epistemología y de la filosofía de las ciencias, ha sido para ser verdaderos o falsos166. Y tampoco resultan (las conjunciones de)
sorprendentemente tenaz en lo que hace a la filosofía de la historia, desde estos enunciados necesariamente “imaginarios”, “míticos” o arbitrarios
los idealistas alemanes a través del relativismo de Becker y Beard hasta porque no puedan “fundarse” en la experiencia sensorial167. Si esto fue-
el narrativismo de H. White y Ankersmit165. Si se advierte que toda esta ra así la física teórica debería también ser caracterizada como “mítica”,
verdadero en todas sus formas. Ver mis “¿Puede ser verdadera la historia?” y “Tú teniendo en cuenta que las entidades como quarks y quasars no tienen
tienes tu historia y yo la mía”, ambos en este volumen. muchos “fundamentos” en la experiencia sensorial tal como sucede con
165
White y Ankersmit arguyen que porque las narrativas históricas no representan la “Renacimientos” o “revoluciones”. Debido a que los historiadores frecuen-
realidad pasada directamente, ellas no refieren a la realidad en absoluto; por lo tanto
son auto-referenciales y pueden ser analizadas como un universo puramente lingüís- temente se apropian de ideas de los filósofos cuando reflexionan sobre
tico en el que el problema de la verdad ha desaparecido. Este tipo de pensamiento su disciplina, los errores filosóficos no son tan inocentes en relación a la
es la variante lingüística de los argumentos usados por Becker y Beard medio siglo práctica histórica como se suele suponer.
atrás. Sostienen esta posición basándose también en que las narrativas históricas
–o “interpretaciones”– no pueden encontrar su fundamento en la realidad histórica,
ni ser “objetivas”, y que por ende son “imaginadas”, basadas en un “acto de fe” y III. El realismo interno y la interpretación de los debates
estrictamente “personales”. Así es entonces como la arbitrareidad y la indiferencia
hacia el problema de la verdad son presentadas como la única alternativa a un históricos
fundamento epistemológico fuerte y al consenso cognitivo universal. Ver C. Becker,
“What Are Historical Facts”, en H. Meyerhoff, ed., The Philosophy of History in Our Para mostrar la productividad del “realismo interno” en el marco de
Time, Nueva York, 1959, 132: “Es por ello que una perspectiva personal hace su
ingreso en los hechos imaginados y su significado. La historia de cualquier evento
la filosofía de la historia, clarificaré a continuación y haciendo uso de
nunca es la misma para dos personas diferentes”. Y C. Beard, “Written History as esta perspectiva algunos aspectos del Historikerstreit que no podrían ser
a Fact of Faith”, en Meyerhoff, ed., The Philosophy of History in Our Time, 148-149: aclarados ni desde el objetivismo ni desde el relativismo. El punto de
“Su fe está en la base de la convicción sobre el movimiento de la historia, y su
convicción es una decisión subjetiva, no un descubrimiento puramente objetivo”. partida del “realismo interno” es la visión de que todo nuestro conoci-
Estos dos argumentos narrativistas y relativistas reflejan el punto de vista cartesiano miento de la realidad está mediado por el lenguaje; esto significa que
según el cual todo lo que no existe objetivamente en un mundo externo debe ser
interpretado como una creación subjetiva del espíritu humano. Ver Rorty, Mirror of
para nosotros la realidad siempre es realidad dentro del marco de una
Nature, 342. La distinción fundamental entre hechos (externos) y valores (internos) el acontecimiento histórico, tradicionalmente concebido como un acontecimiento
también encuentra su origen en esta “angustia cartesiana” (Bernstein). que no fue solo observable sino también observado, es por definición un aconte-
Para un análisis fundamental y una crítica del narrativismo en la filosofía de la historia cimiento que ya no es más observable, y por ende no puede servir como objeto
y sus vínculos con la crítica literaria ver J. Zammito, “Are We Being Theoretical Yet? de un conocimiento tan cierto como el de acontecimientos presentes que todavía
The New Historicism, the New Philosophy of History and ‘Practicing Historians’”, pueden ser observados”.
en Journal of Modern History 65, 1993, 783-814. Es también iluminador A. Norman, 166
“Telling It Like It Was: Historical Narratives on Their Own Terms”, en History and Hamlyn, Theory of Knowledge, 139: “Es posible referirse a una cosa, sin que esa
Theory 30, 1991, 119-135. Ver H. White, “The Modernist Event”, en H. White, cosa sea un objeto físico concreto (por ejemplo, entidades abstractas, como la
Figural Realism, 66-87, especialmente, 71: “Sin embargo, cualquier intento de pro- ‘justicia’); lo mismo puede decirse de los hechos”.
167
veer una relación objetiva del acontecimiento, sea al fragmentarlo en un montón Kansteiner, “Hayden White’s Critique of the Writing of History”, 286, muestra
de sus detalles o al ubicarlo en su contexto, debe conjurar dos consecuencias: una convincentemente que White es inconsistente en este sentido: “[Por lo tanto] el
es que el número de detalles identificables en cualquier acontecimiento singular problema de la transparencia representacional, echada por la puerta principal,
es infinitamente extensible, o al menos no determinable objetivamente. Además, vuelve por la puerta trasera”.
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cierta descripción. El Tercer Reich, por ejemplo, no es conocido de un circunstancia de que enunciados fácticos y su verdad varían en relación
modo directo sin mediación, sino solo a través de descripciones de his- a sus marcos de descripción. La posibilidad de enunciados verdaderos
toriadores que están basadas en conceptos centrales específicos. Algunos plurales y hasta incompatibles sobre la misma cuestión queda así acla-
historiadores del Tercer Reich usan el marco conceptual de la Führer- rada; los historiadores que quedan desconcertados por este estado de
diktatur –el Estado alemán es entonces descripto como una dictadura cosas pueden ahora ser salvados de la confusión epistemológica y la
unipersonal–; otros usan el marco conceptual de las teorías del fascismo desesperación170. Un ejemplo tomado de Nelson Goodman: él señala
o totalitarismo –el Estado nazi es en ese caso descripto como una forma el hecho de que tanto el enunciado “el sol siempre se mueve” como “el
de fascismo o como una variedad de dictadura totalitaria168–. Mutatis sol nunca se mueve” resultan verdaderos dependiendo del marco de
mutandis lo mismo sucede en el caso de la naturaleza desde el momento referencia171. Desde la misma perspectiva, los enunciados “Auschwitz
en que nuestro conocimiento de ella está mediado por descripciones de fue un fenómeno histórico único” y “Auschwitz no fue un fenómeno
físicos. Las descripciones expresan puntos de vista o perspectivas desde las histórico único” pueden ser verdaderos dependiendo de (aspectos de)
cuales se observa la realidad. En tanto tales, las perspectivas pertenecen los fenómenos bajo comparación. Es así como el mero hecho de que la
al marco de descripción y no a la realidad misma. Esta observación no verdad en ciencia no sea uniforme ni indivisa no debe preocupar a los
se contradice con el hecho de que en la realidad sociohistórica también historiadores ni forzarlos hacia conclusiones escépticas o relativistas so-
confrontamos perspectivas a nivel del objeto, tal como queda ilustrado bre el estatus científico de la ciencia. Por cierto, esto no implica ninguna
tan explícitamente a través de las contribuciones de Hillgruber al His- declaración sobre pretensiones particulares de verdad ya que solo se ha
torikerstreit. Por lo tanto, en un sentido bastante literal los historiadores aclarado la posibilidad de la existencia de diferentes enunciados sobre
construyen, para decirlo de algún modo, una perspectiva basada en el mismo objeto. Los méritos de cada pretensión de verdad particular
perspectivas169. Este hecho, sin embargo, explica por qué la elección de en historia no son juzgados por los filósofos de la historia, sino por los
una perspectiva en las ciencias sociohistóricas genera el problema de las propios historiadores172.
“facciones militantes”, tal como también queda ilustrado por la postura Debido a que todos los enunciados sobre hechos dependen de marcos
de Hillgruber (véase más abajo). de descripción, el reclamo de que tal o cual sea un hecho solo puede
Es así como, cuando hablamos de hechos y de realidad, damos cuenta significar que la descripción bajo consideración sea adecuada. Es por ello
siempre de la realidad dentro de un marco específico de descripción (es por que, considerado con más detenimiento, el enunciado fáctico constituye
esto que nos referimos a esta visión en tanto realismo interno). Esto explica ya una pretensión de verdad. Esto es así porque las nociones de verdad y de
cómo es posible que en relación a una cuestión particular –el nacional- hecho son conceptualmente interdependientes173 y, por lo tanto, mientras
socialismo, por ejemplo– distintos historiadores continúen refiriéndose
a distintos estados de cosas como hechos y que continúen refiriéndose a 170
William McNeill, Mythistory (nota 130).
171
distintos enunciados como verdaderos, y también cómo es posible que Goodman, Ways of Worldmaking, 2-3.
172
no haya garantía de consenso en historia. Este hecho se explica por la De acuerdo a la mayoría de los comentarios, Nolte y Hillgruber deben vistos
como perdedores del Historikerstreit: D. Peukert, “Wer gewann den Historikerstreit?
Keine Bilanz”, en Gloz et al., eds., Vernuft riskieren. Klaus Dohanyi zum 60. Geburstag,
168
Ver I. Kershaw, The Nazi Dictatorship. Problems of Perspectives and Interpretation, Hamburgo, 1988, 38-50; I. Kershaw, “Neue deutsche Unruhe? Der Ausland und der
Londres, 1989, 1-42. Streit um die deutsche National- und Zeitgeschichte”, en Landeszentrale für politis-
169
Teóricos de la ciencia han introducido en este contexto las nociones de “conceptos che Bildung NRW, ed., Streitfall Deutschen Geschichte, Düsseldorf, 1988, 111-131.
173
de segundo orden” (Alfred Schütz) y el de “doble hermenéutica” (Anthony Giddens), Hamlyn, Theory of Knowledge, 135-142, especialmente 135: “más aún, si se
para dar cuenta del objeto simbólico estructurado de las ciencias humanas. Para el considera cuál sería la condición necesaria y suficiente general de todo enunciado
argumento general, ver Habermas, Zur Logik der Sozialwissenschaften, 5ta edición para ser verdadero, será evidente que la única alternativa es que el enunciado debe
ampliada, Fráncfort del Meno, 1982. corresponder al hecho”.

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los historiadores se refieran a hechos, se estarán refiriendo a la verdad. Y Esto no implica que el pasado no exista “realmente” o que los his-
en tanto ellos respalden sus pretensiones en función de la adecuación de toriadores individuales sean libres de “imponer sus dictados” sobre
las “interpretaciones” a los hechos –como efectivamente hacen, tal como cualquier imagen del pasado que ellos deseen, tal como algunos pen-
queda demostrado incluso por un debate cuasi-postmoderno como el sadores postmodernos parecen sugerir. Los narrativistas como White y
Historikerstreit–, el problema de la verdad no puede ser excluido de la Ankersmit, inspirados en la teoría literaria, llevan esta sugerencia muy
agenda por ningún filósofo de la historia174. Las pretensiones fácticas, lejos al enfatizar la autonomía del texto histórico en relación al pasado. Su
sin embargo, no pueden ser “probadas” o “fundadas” en la realidad, sino perspectiva, sin embargo, no puede explicar cómo es posible que los his-
discutidas en relación a ella. Por esta misma razón aquello a lo que la toriadores frecuentemente rechacen ciertos textos por ser históricamente
“realidad” se parece, o lo que los “hechos” son, será siempre objeto de inadecuados. Este hecho de la práctica histórica solamente puede hacerse
debate. En una visión más detenida la declaración de enunciados fácticos comprensible si se presupone una relación referencial entre los textos
significa siempre presentar un marco de descripción específico y una de los historiadores y el pasado real –porque sin esta relación la noción
perspectiva también específica sobre la realidad. Volveré ahora al Histo- de correspondencia carece de sentido– y si, por lo tanto, se resiste a la
rikerstreit para ver qué nuevos puntos de vista pueden ser incorporados tentación de garantizar a los textos históricos un estatus independiente
gracias a esta lectura filosófica. del pasado que supuestamente describen. Cualquiera que aplique el “il
Tanto Nolte como Hillgruber sostienen que sus visiones sobre el n’y a pas de hors texte” de Derrida a la escritura de la historia deja de ser
Tercer Reich –es decir sus marcos de descripción– concuerdan con la del interés del historiador qua historiador175.
“naturaleza verdadera” del nacionalsocialismo. Nolte arguye a favor de La separación de la relación referencial entre la narrativa del histo-
su posición apelando a la naturaleza europea y hasta global de la histo- riador y el pasado mismo es argumentada a través de la remoción del
ria del siglo XX, mientras que Hillgruber sostiene su “perspectiva de la vínculo entre la narrativa histórica y su fundamento fáctico. White, por
Wehrmacht” apelando al frente oriental en sí mismo (o al menos su parte ejemplo, ha sostenido recientemente que eventos como el asesinato de
alemana). Considerado desde el punto de vista del “realismo interno”, John F. Kennedy, la explosión del Challenger o el Holocausto (“bien etonnés
es fácil ver por qué Nolte y Hillgruber no convencen a sus críticos. Si de se trouver ensembles”) deberían ser vistos como casos paradigmáticos
uno tiene en cuenta que la apariencia de la realidad depende siempre del del evento histórico (moderno)176. Lo que distingue, según White, a este
marco de descripción –y, por lo tanto, de una perspectiva–, no sorprende tipo de eventos es que los enunciados fácticos relacionados con ellos no
que la realidad no pueda ser usada como un argumento a favor de, o pueden ser fundamentados y que las nuevas investigaciones no reducen
incluso por la “necesidad” de, una perspectiva particular. Esto presupone sino que destacan la confusión sobre “lo que realmente pasó”. White llama
una adecuación directa entre la realidad y un marco lingüístico específico a esto “evaporación de la realidad” o la “‘desrealización’ del evento mismo,
–un presupuesto vinculado con un realismo ingenuo ya descartado en lo cual significa, entre otras cosas, o la imposibilidad de contar cualquier
epistemología junto al empirismo–. En realidad el camino es el inverso: relato singular autorizado sobre estos eventos o la posibilidad de contar
es el historiador quien intenta determinar la apariencia “real” del pasa- cualquier número de distintos relatos sobre cada uno de ellos”177. Es así
do argumentando a favor de su punto de vista. Por tanto, es el propio
175
historiador, y no el pasado, quien “impone sus dictados” en historia. Ginzburg, History, Rhetoric and Proof, 1: “Raramente el abismo entre la reflexión
metodológica y la práctica historiográfica real ha sido tan pronunciado como en
las últimas décadas”.
176
H. White. “The Fact of Modernism: The Fading of the Historical Event” (1993,
174 ms.). Para un desarrollo de White y sus inconsistencias ver: Kansteiner, “Hayden
Zammito, “Are We Being Theoretical Yet?”, 812: “La verificabilidad y la coherencia
son indispensables para la práctica de la historia, pero los patrones de evaluación White’s Critique”.
177
no son abstractos, sino disciplinarios”. H. White, “Fact of Modernism”, 8.
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como White concluye –de acuerdo con el esquema que resulte familiar, Como White, Ankersmit no parece sentirse molesto por el hecho
sea uno u otro– que cuando el Dios del “relato autorizado singular” de de que la mayoría de los historiadores continúe suscribiendo la “visión
la historia esté muerto, el historiador queda sumergido en el caos y la vertical” sobre la evidencia histórica y no adhiera a su “postulado de no
arbitrariedad: “cualquier número de relatos diferentes” sobre el pasado transparencia del texto histórico” en su versión radical. Y los historiadores
puede ser contado, aparentemente, sin ningún constreñimiento por hacen esto por buenas razones, ya que si efectivamente tomaran en serio
parte de la evidencia. Es así como la “subdeterminación” de la narrativa estas perspectivas filosóficas, resultaría completamente incomprensible
histórica por parte de la evidencia recibe de White una interpretación por qué dejan sus cómodos sillones para dedicarse a la investigación. La
muy radical. La “evaporación” del límite entre hecho y ficción, y entre “subdeterminación” de las narrativas históricas por la evidencia no jus-
historia y literatura, es la consecuencia lógica de esta llamativa línea de tifica de ningún modo su separación. La “falta de transparencia” implica
razonamiento178. meramente que los historiadores no pueden apelar directamente a la
En los escritos recientes de Ankersmit nos enfrentamos con una línea realidad para respaldar sus narrativas y por lo tanto deben argumentar a
argumentativa similar. Como White, él intenta minar la relación entre favor de una reconstrucción de la realidad pasada, tal como sucede entre
las narrativas históricas y sus basamentos fácticos. Desde su punto de los paleontólogos y los geólogos. En este proceso de argumentación la
vista, esta separación de la narrativa histórica de la evidencia encuentra evidencia fáctica cumple un rol crucial.
su mejor ejemplo en la llamada historiografía “nueva” o “postmoderna”: Existe aún una importante diferencia entre la historia, por un lado, y
“Para el modernista, la evidencia es una baldosa que debe levantar para la paleontología y la geología, por el otro: el objeto de la historia consiste
ver qué hay debajo; para el postmoderno, por su parte, se trata de una en el pasado humano181. Debido a que los humanos tienden a interesarse
baldosa que pisa para desplazarse hacia otras baldosas: un movimiento por el modo en que se presenta su pasado en las historias (ya que esa es
horizontal y no ya vertical”179. “Para la nueva historiografía el texto debe la manera en la que se construyen las identidades colectivas), tienden
ser central –ya no se trata de una capa a través de la cual se mira (sea una también a valorar las perspectivas involucradas. Como consecuencia
realidad pasada o la intención autoral del historiador) sino algo a lo que de esto, las historias pueden resultar verdaderas pero no aceptables, en
el historiador debe mirar–”180. tanto entren en conflicto con la concepción de identidad reivindicada
por el público al que se dirigen. El “interés” práctico de la historia, ya
analizado por Jürgen Habermas, Emil Angehrn, Jörn Rüsen y Herta Nagl-
178
Ibíd. Esta línea de razonamiento es aún más llamativa por su inconsistencia:
mientras niega que exista un conocimiento confiable sobre el pasado (reciente) –ver Docekal, está ausente en las ciencias que deben dar cuenta de objetos
JFK y el Holocausto–, White presenta una detallada caracterización de este pasado no humanos182. Debido a que Putnam desarrolla su “realismo interno”
(reciente): mientras socava la noción de hecho trata de convencer a sus lectores de un solo en relación a las ciencias naturales, debemos vincular esta idea de
hecho: su “hecho del modernismo”. No se puede pretender “tener el oro y el moro”.
179 interés práctico al “realismo interno” cuando nos hacemos “realistas” en
F. R. Ankersmit, “History and Postmodernism”, en History and Theory 28, 1989,
137-153. Sorprendentemente Ankersmit presenta El queso y los gusanos de Carlo filosofía de la historia. Combinada con el análisis lingüístico, esta versión
Ginzburg, como un ejemplo fundamental de la historiografía postmoderna, mientras del “realismo interno” es capaz, tal como espero mostrar a continuación,
que el propio Ginzburg es claramente hostil a esta interpretación. Ver su “Checking
181
the Evidence”. Aunque el concepto de historia es históricamente neutral –desde el momento en
180
F. R. Ankersmit, The Reality Effect in the Writing of History. The Dynamics of His- que junto a la historia humana existe, por ejemplo, una historia de la tierra o una
toriographical Tropology, Amsterdam, 1989, 8. Es paradójico que Ankersmit haya historia de las especies animales extinguidas–, reservo este concepto en el presente
hecho a un lado recientemente su “senda textual” y haya presentado un análisis contexto para la historia humana.
182
de “la experiencia histórica”, independiente de las expresiones lingüísticas. Ver su E. Angerhn, Geschichte und Identität, Berlín,1985; J. Rüsen, Historische Vernunft.
De historische Ervaring, Groninga, 1993. Ahora que White filosofa sobre el evento Grundzüge einer Historik I: Die Grundlagen der Geschichtswissenschaft, Múnich,1982;
histórico y Ankersmit sobre la experiencia histórica, uno se pregunta qué sorpresa J. Habermas, “Geschichtsbewusstein und post-traditionelle Identität”, en Eine Art
nos deparará el narrativismo próximamente. Schadensabwicklung, Fráncfort del Meno, 1987, 159-180.

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de llevar el análisis del problema de los valores más allá del objetivismo dividuales –que seguramente existe–, solo que este nivel es relativamente
y el relativismo. poco importante. Como en el campo de la epistemología, en el ámbito del
análisis normativo es necesario un “giro lingüístico” y “holístico” debido a
IV. El “realismo interno”, el problema de los valores y el exactamente la misma razón: tal como los enunciados descriptivos en las
Historikerstreit narrativas históricas, los enunciados normativos no aparecen individual-
mente ni se presentan uno a uno, porque se encuentran interconectados
Antes de proponer un marco de análisis realizaré primero un comen- a nivel conceptual186. En tanto los enunciados descriptivos presuponen
tario sobre el problema. La cuestión de los valores ha sido interpretada teorías de la observación, los enunciados normativos, por su parte, pre-
tradicionalmente en el espíritu de Max Weber y su “postulado de neu- suponen siempre teorías morales (que funcionan como conocimiento
tralidad valorativa” (Wertfreiheit), a pesar de que muchos historiadores previo no problemático)187.
prefieren citar en este contexto las famosas líneas de Ranke sobre la tarea Cuando analizamos el Historikerstreit desde este punto de vista, el
del historiador183. A través de este postulado Weber intentaba dar cuenta primer hecho destacable es el intento persistente de Nolte y Hillgruber
de una regla metodológica para los científicos (en tanto científicos), y por dejar fuera de la discusión el problema de los valores a través de su
no ya pronunciar un juicio de valor relativo al objeto bajo investigación apelación al “postulado de neutralidad valorativa” de Weber. Ellos niegan
ni tampoco restringir la ciencia a enunciados fácticos. Weber, como los toda relación entre sus perspectivas, tal como son expresadas por sus
objetivistas y los relativistas, estaba convencido de la “absoluta heteroge- esquemas explicativos, y la adscripción de responsabilidad moral a una
neidad” que existe entre enunciados fácticos y enunciados de valor; por lo de las partes; es así como enfatizan el abismo fundamental entre la his-
tanto la ciencia, como un reino de los hechos, debe ser estrictamente se- toria científica y la política o la ética. Esta línea de argumentación parece
parada del reino de los valores, es decir, la ética, la estética y la política184. extraña cuando se recuerda cuál es la cuestión principal: después de todo,
Así es como el problema de los valores es localizado por Weber en el nivel el Historikerstreit gira alrededor del lugar de la República Federal en la
de los enunciados existenciales singulares y los juicios de valor singulares,
y no ya en el de marcos de descripción o soportes conceptuales, es decir 186
Los aspectos “holísticos” y “prácticos” de la historiografía han sido resaltados
el nivel de la narrativa histórica in toto. Como consecuencia, el aún más por A. Megill, “Recounting the Past: Description, Explanation and Narrative in
Historiography”, en American Historical Review 94, 1989, 627-654, especialmente
importante problema de los valores en la historiografía, vinculado a la 647: “Finalmente el historiador interpreta el pasado, esto es, necesariamente, ve
elección de perspectivas, queda fuera del marco de análisis tradicional, el pasado desde alguna perspectiva presente. La perspectiva impregna todo lo que
tal como demostraré en el caso del Historikerstreit. el historiador escribe”. Él resalta también el aspecto normativo conectado con la
elección de la perspectiva: “Desde el momento en que el relato histórico está escrito
Los aspectos normativos vinculados a la elección de perspectivas re- necesariamente desde una perspectiva presente, está siempre interesado por el sentido
sultan más importantes en historiografía, ya que son objeto de frecuentes que la realidad histórica tiene para nosotros, aun cuando a un nivel explícito, se
busca negar que exista tal preocupación. Esta preocupación por el sentido presente
debates por parte de los historiadores185. Esto no implica, por supuesto, es hasta tal punto dominante que el historiador se transforma ya no simplemente
que no exista el “problema de los valores” a nivel de los enunciados in- en un historiador sino también en un crítico social y cultural” (647). Las mismas
183
obervaciones son hechas por T. Ashplant y A. Wilson en “Present-centred History and
Para referencias ver R. Vierhaus, “Rankes Begriff der historischen Objektivität”, the Problem of Historical Knowledge”, en Historical Journal 31(2), 1988, 253-274.
en R. Koselleck et al., eds., Objektivität und Parteilichkeit, Múnich, 1977, 63-77. 187
184
A. MacIntyre, After Virtue, Notre Dame, Ind.,1984, y B. Rundle, Facts, Londres,
Este problema no puede ser tratado aquí en todos sus aspectos; para un mayor 1993, 82-83: “La raíz del problema no es el abismo entre hecho y valor; sino más
desarrollo ver W. Schluchter, Wertfreiheit und Veranwortungethik, Tubinga, 1971. bien, las dificultades que abren la brecha entre lo fáctico y lo conceptual: es siem-
185
Para análisis recientes de este antiguo problema ver J. Scott, “History in Crisis? pre prácticamente imposible reconciliar intereses en conflicto”. Para una apropiada
The Other Side in History”, en American Historical Review 94, 1989, 680-692, y A. formulación de la relación entre teoría y observación ver Goodman, Ways of World-
Megill, “Fragmentation and the Future of Historiography”, en American Historical making, 97: “Los hechos son pequeñas teorías y las teorías verdaderas son grandes
Review 96, 1991, 693-698. hechos”.
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189
historia alemana –es decir, la identidad histórica de la Bundesrepublik– y de la Alemania “real” . Este llamativo punto de vista se sostiene en la
este es un problema tanto político como científico. A pesar de este hecho aparente identificación por parte de Hillgruber entre el pasado (alemán)
fundamental, Nolte y Hillgruber continúan apelando al infranqueable y lo que supuestamente fue “observable” de manera directa: las fuentes
abismo que divide sus investigaciones puramente científicas del ámbito (alemanas) –una bien conocida falacia empirista, que no ha pasado des-
de lo político. En su marco objetivista parece ser imposible incorporar apercibida en el debate–.
la idea de interés práctico. La separación descriptiva entre Hitler y el Ejército Alemán posibilita
De este modo Hillgruber niega terminantemente que su elección a a Hillgruber tipificar como una “tragedia” la lucha en el frente oriental.
favor de la perspectiva de la Wehrmacht oculte una elección normativa. Esta tipificación conlleva una carga normativa oculta desde el momento
Presenta esta opción como dictada por la realidad histórica misma. El en que las tragedias suponen que ambas partes del conflicto pueden jus-
historiador del frente oriental, de acuerdo a su perspectiva, se enfrenta tificar sus acciones apelando a un principio ético; más aún, el conflicto
a las siguientes alternativas: elegir escribir la historia desde la perspec- entre estos principios es tan comprensible como inevitable. A través de
tiva de Hitler, desde la de los rusos, desde la de los prisioneros de los este camino y cuarenta y cinco años después, Hillgruber legitimaba el rol
campos de concentración o desde la perspectiva de la población civil de la Wehrmacht en la continuación de la “guerra de Hitler” aun cuando
alemana y el Ejército Alemán que la protegió. De acuerdo a Hillgruber, durante el invierno de 1942-43 fuera ya evidente que había sido perdida.
las primeras tres perspectivas no concuerdan con la realidad, debido a Él es consistente al describir a los pocos miembros del Ejército Alemán
que la población alemana no se identificó a sí misma con esas partes. que se levantaron contra Hitler en julio de 1944 como “irresponsables”
Por lo tanto, la perspectiva del Ejército Alemán continúa siendo el único e “irrealistas”190. Así, sorprendentemente para Hillgruber la realidad
punto de vista “realista” para el historiador188. histórica de julio de 1944 coincide con el modo en que la mayoría adhe-
Develar las elecciones normativas escondidas detrás de la argumen- rente al Hitler de la Wehrmacht tomó (e hizo de) los acontecimientos de
tación cuasi-fáctica de Hillgruber no resulta una tarea muy difícil, desde julio de 1944, excluyendo toda otra perspectiva posible, como la de la
el momento en que sus intentos por liberar al Ejército y a la población resistencia militar, la de los prisioneros de los campos, o la de los rusos.
alemanes de toda responsabilidad hacia los crímenes nazis resulta bastante Las elecciones normativas de Nolte, situadas dentro de un estrato
torpe. Su formulación del problema histórico fáctico depende evidente- cuasi-fáctico de su marco de descripción, están mejor escondidas que
mente de la separación en su marco descriptivo entre: 1) Hitler por un las de Hillgruber. Lo más importante en este sentido es su enunciado
lado y la población y el Ejército alemanes por el otro, y 2) el Ejército y “fáctico” de que la historiografía del Tercer Reich ha estado hasta el
la población alemanes por un lado y los prisioneros de los campos de momento basada en “adscripciones de culpa colectiva”; por lo tanto
concentración por el otro. Aparentemente, estos últimos –principal- esta historiografía es catalogada como “moralista”, “fácticamente inade-
mente judíos, gitanos, comunistas y socialistas– no son en la visión de cuada” y necesitada de una urgente “revisión científica”. Nolte repudia
Hillgruber alemanes “reales”, porque no son identificados como tales sea toda “adscripción de culpa colectiva” porque esta figura argumentativa
por la mayoría de la población alemana de entonces –este es un hecho se origina en los propios nazis. A pesar de su intención “innovadora” y
histórico indiscutido– o por los historiadores alemanes (del presente) su carácter “científico”, la propia argumentación de Nolte sufre en este
en los años ochenta –esta es una elección normativa–. La descripción punto de serias inconsistencias que saltan a la vista: él critica repetida-
fáctica del Tercer Reich hecha por el historiador simplemente se reduce
a una reproducción acrítica de la perspectiva de la Wehrmacht sobre la 189
Desde el momento en que la Wehrmacht efectivamente definió en la práctica a la
realidad, incluyendo su definición normativa de los alemanes “reales” y Alemania nazi por la eliminación física de sus oponentes, la postura de Hillgruber
implica una total indiferencia hacia sus víctimas.
188 190
Hillgruber, Zweierlei Untergang, 20-25. Hillgruber, Zweierlei Untergang, 20-21.

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mente a sus oponentes por denunciar sus argumentos a causa de sus del historiador es tan antiguo como la historiografía misma193. En tanto
orígenes políticos (derechistas) en lugar de juzgar su correspondencia con y en cuanto los sujetos colectivos extraen su identidad de la historia, la
los hechos. De acuerdo con Nolte, en su caso esto constituyó una seria escritura de la historia preserva este carácter normativo y práctico194. En
perturbación para la ética de la ciencia. Este fue al menos su argumento consecuencia, los puntos de vista normativos de los historiadores son
para defender su uso de panfletos derechistas radicales como fuentes mejor argumentados cuando se lo hace abiertamente, tal como muestra el
históricas (hechas a un lado por otros historiadores) para documentar Historikerstreit, más aún teniendo en cuenta que en muchas controversias
el “temor al bolchevismo”191 por parte de los nazis. La cuestión de la históricas los juicios fácticos conflictivos explícitos parecen tener sus raí-
culpa histórica alemana y la responsabilidad por Auschwitz –el problema ces en juicios normativos conflictivos e implícitos. La racionalidad de las
central tal como es definido por las perspectivas de sus críticos– fue de discusiones históricas podría ser resaltada a través de este camino. En las
este modo evitado como problema fáctico para la historia y descartado contribuciones judías a este debate –por ejemplo, las de Saul Friedländer
como “moralista”192. y Dan Diner– este argumento es enunciado explícitamente. Por ejemplo,
La distinción entre la ciencia como reino de los hechos y la política ellos argumentan que la historia del Tercer Reich no debería ser escrita
como el dominio de los valores puede causar entonces serios problemas desde la perspectiva de los contemporáneos alemanes –como propone
y controversias en los debates históricos, tal como ha sido claramente Hillgruber– porque esto implicaría una duplicación en la historiografía de
demostrado en el Historikerstreit. Este vínculo directo entre los juicios su indiferencia moral hacia las víctimas. La violencia que los nazis usaron
normativos y los fácticos está enraizado en el interés práctico de la his- para silenciarlas sería entonces reproducida por el historiador195. Es po-
toria, incluso cuando es explícitamente negado –tal como sucede con sible identificar en las contribuciones de Habermas la misma apelación
Nolte y Hillgruber–. Ambos historiadores intentaban restaurar un pasado explícita a los principios normativos involucrados: de acuerdo con él, el
aceptable para los alemanes a través de la construcción de una identidad grupo Nolte-Hillgruber acepta a la nación alemana como valor principal
histórica menos dolorosa al relativizar la responsabilidad alemana por mientras que sus críticos dan primacía a la democracia. Esta primacía
las catástrofes producidas por los propios alemanes entre 1939 y 1945. normativa de la democracia es el fundamento de su actitud crítica hacia
Este vínculo directo entre historia e identidad es capaz de explicar por las tradiciones no democráticas en el pasado nacional alemán196.
qué no es productivo intentar expulsar la discusión ética del territorio Dentro del marco del “realismo interno” –en su versión corregida–,
de los historiadores, y por qué el “problema de la neutralidad valorativa” esta fuente de problemas puede ser enfrentada abiertamente y hacerse
191
comprensible en tres pasos. El primero demuestra la relatividad de
Nolte, Vergehen der Vergangenheit, 25, 137. Nolte, sin embargo, malinterpreta a
sus críticos. Ellos no objetan el uso de propaganda derechista para documentar el 193
Kelley, Versions of History, 5-7.
estado de ánimo nazi –in casu su miedo al bolchevismo–, sino la identificación acrítica 194
realizada por Nolte de esta propaganda con la realidad histórica y la elevación de Esto se origina en el hecho de que, tal como han mostrado Rüsen y Angehrn, el
esta presunta realidad histórica con la causa de los asesinatos en masa nazis. Para concepto de identidad es normativo y fáctico al mismo tiempo; ver también Lorenz,
una crítica devastadora del uso de estas fuentes por parte de Nolte, ver Wehler, De constructie, 255-262. Ann Rigney ha destacado también la interrelación entre el
Entsorgung der deutschen Vergangenheit?, 147-154, y Evans, Hitler’s Shadow, 84-85. discurso “fáctico” y el normativo en la representación de la historia: A. Rigney, The
192 Rhetoric of Historical Representation. Three Narrative Histories of the French Revolution,
De este modo Nolte ignora el hecho fundamental de que cuando un historiador Cambridge, Ing., 1990, y su reseña de Between History and Literature en History
describe las acciones de un individuo o de un grupo como su o sus acciones, al mismo and Theory 31, 1992, 208-222.
tiempo adscribe responsabilidad moral y construye una identidad. La identidad no 195
solo está constituida por acciones intencionales, sino también por las consecuencias Tal como es señalado en las contribuciones de Friedländer y Diner a D. Diner, ed.,
no intencionales de la acción. El modo en que las intenciones son reconstruidas Ist der Nazionalsozialismus Geschichte? Zur Historisierung und Historikerstreit, Fráncfort
y el modo en que las consecuencias no intencionales son adscriptas dependen de del Meno, 1987. Ver la discusión de Friedländer con Martin Broszat: M. Broszat y S.
consideraciones normativas y descriptivas; por lo tanto la identidad es al mismo Friedländer, “Um die ‘Historisierung des Nationalsozialismus’. Eine Briefwechsel”,
tiempo una noción normativa y una de tipo fáctico. Para esta importante caracterís- en Vierteljahrshefte zur Zeitgeschichte 36, 1988, 339-373.
196
tica de la historiografía, ver Angehrn, Geschichte und Identität, especialmente 60-62. Habermas, “Geschichtsbewusstein und post-traditionelle Identität”, 159-180.
111 112
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aquel “abismo” entre el dominio de los hechos y los valores. El segundo se torna comprensible el hecho aparente de que en el discurso histórico
revela la multiplicidad de las funciones del lenguaje sobre la base de la sería muy difícil separar las controversias fácticas de las normativas –como
lingüística general. El tercer y último paso se produce al introducir la resultó tan obvio en el Historikerstreit y en la historia contemporánea
noción de “horizonte de expectativas” como un vínculo entre el discurso alemana en general–199.
normativo y el fáctico. Es así como yendo más allá del objetivismo y el relativismo ya no
En relación al primer paso todos los argumentos ya han sido ade- hay un abismo “fundacional” autoevidente entre hechos y valores; por lo
lantados. En lo que hace a la idea de una “heterogeneidad absoluta” tanto este abismo no puede ser usado como argumento para dejar fuera
entre hechos y valores y a la defensa de una ciencia histórica “libre de de la discusión las dimensiones normativas de la historiografía. Si los
valores”, se consideran sostenidas en última instancia en el presupuesto historiadores tuvieran en cuenta el “realismo interno” en la filosofía de
de que los juicios fácticos, en contraste con los juicios de valor, pueden la historia, ya habría desaparecido la tentación de disfrazar los juicios
ser fundados en la realidad, y en el supuesto correspondiente de que el normativos como enunciados fácticos –como queda ejemplificado en los
lenguaje cumple en la ciencia exclusivamente una función representa- ensayos de Nolte y Hillgruber–. Esto significa que el supuesto carácter
tiva. Es así como hechos y valores se suponen separados por un abismo (fundacional) más fuerte del último resulta ser ilusorio porque ambos ti-
infranqueable; las discusiones fácticas resultan entonces decidibles por pos de enunciados necesitan ser justificados a través de la argumentación.
medios racionales mientras los debates relativos a juicios son presenta- Los críticos de Nolte y Hillgruber parecen tener en cuenta este hecho
dos como esencialmente irracionales. Todo esto se deriva del imaginario desde el momento en que usan abiertamente argumentos normativos
“fundacionalista”. Lo mismo se aplica a la representación de discusiones contra sus oponentes. Por ejemplo, ellos arguyen que una perspectiva
fácticas capaces de establecer un consenso y a los debates sobre valores nacional alemana no es deseable, teniendo en cuenta la desastrosa ex-
como lo opuesto a sus pares fácticos. La posibilidad de un fundamento periencia histórica de las consecuencias del nacionalismo alemán para
de los enunciados es por lo tanto considerada como la base última de la otras naciones europeas. En lo que se refiere a esto, es desechada la
racionalidad. Estos supuestos fueron compartidos tanto por objetivistas propuesta de Hillgruber de reescribir la historia del frente oriental. Otro
como relativistas197. ejemplo es su rechazo de los intentos “científicos” como los de Nolte y
Desde el punto de vista del “realismo interno”, todo el sustento del Hillgruber de negar la responsabilidad alemana por Auschwitz a través
“fundacionalismo” para con estas dicotomías ha desaparecido. Al re- de una “europeización” cuasi-fáctica de los asesinatos masivos alemanes
conocerse que las exigencias fácticas tampoco pueden ser fundadas en en la historia contemporánea200. Es así como la filosofía de historia está
la realidad, sino tan solo argumentadas, se pierden todas las “garantías
filosóficas” a priori –tal como fueron deseadas incluso en el pasado re- 143; Goodman, Ways of Worldmaking, 139-140. Las controversias fundamentales,
que causan estragos en casi todas las ciencias, desde la psicología hasta la astrofísica,
ciente– de que la argumentación sea capaz de convencer a un público se burlan de las tan ponderadas pretensiones de consenso entre los científicos (169).
racional, así interpelado, para lograr arribar a un consenso racional. Goodman sostiene “que la línea que separa el juicio estético del juicio científico no
coincide con la línea que separa lo subjetivo y lo objetivo, y que toda aproximación
Después de la caída de este supuesto, el “abismo infranqueable” entre a un acuerdo universal, es la excepción a algo significativo” (170). Ver además con
discurso fáctico y normativo pasa de ser una solución a transformarse en Bundle, “Facts and Values”, en Facts, 55-85; D. Pels, “De ‘natuurlijke saamhorigheid’
un problema que puede ser discutido abiertamente198. Al mismo tiempo van feiten en warden”, en Pels y De Vries, Feiten en waarden, 14-44; M. Doeser, “Can
the Dichotonomy of Facts and Values Be Maintained?”, en Dosoer et al., eds., Facts
197
Bernstein, Beyond Objectivism and Relativism, 8: “El objetivismo está estrechamente and Values,1-19; J. Mooij, “Feiten en waarden”, en De wereld der waarden, Amster-
relacionado con el fundacionalismo y la búsqueda de un punto arquimedeano. El dam, 1987, 28-45.
199
objetivista sostiene que a menos que la filosofía, el conocimiento o el lenguaje pue- Sabrow, Jessen y Grosse Kracht, eds., Zeitgeschichte als Streitgeschichte.
dan fundarse de una manera rigurosa, no podemos evitar el escepticismo radical”. 200
En Das Vergehen der Vergangenheit, 41, Nolte niega explícitamente la posibili-
198
Rorty, Mirror of Nature, 341-342, 363-364; Putnam, Reason, Truth and History, dad de hablarles a los alemanes de la “culpa alemana”: “Todas las acusaciones de

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capacitada para aclarar las conexiones entre los presupuestos filosóficos Por lo tanto el uso del lenguaje no es solo objeto de análisis sintáctico
implícitos de los historiadores –como la distinción en este debate entre y semántico, sino también de aquel que convoca a la pragmática lingüís-
hechos y valores– y su delimitación del alcance de la legítima discusión tica. Toda interacción social tiene lugar en un contexto que presupone
científica. Logrando esto es posible contribuir a la ampliación de este un hablante –que ejecuta “actos de habla”– y un escucha. En el caso de
campo y consecuentemente a un aumento de su nivel de racionalidad201. la historia, los historiadores son los hablantes, sus textos una colección
El segundo argumento para llevar el análisis del problema de los de actos de habla, y su público sus escuchas. Las principales funciones
valores más allá del objetivismo y el relativismo puede ser derivado de de los actos de habla consisten en producir contactos y relaciones, dar
la lingüística moderna. Conectado con el “realismo interno” –tal como información, expresar emociones, evaluar, concertar un compromiso
propuse anteriormente– puede aportar nueva luz sobre los aspectos y cumplir un rol estético. Tradicionalmente los filósofos de la historia
normativos de la historiografía. han estado casi exclusivamente preocupados por la función informati-
Resulta esencial para esta línea argumentativa el reconocimiento de va del lenguaje histórico, debido a que la agenda de la filosofía crítica
que el lenguaje no solo funciona como un medio para la representación de la historia fue dictada por la filosofía analítica de las ciencias, con
de la realidad, sino también en tanto un medio pragmático de comunica- su dedicación a la estructura formal de las explicaciones científicas. A
ción202. Todos los enunciados lingüísticos pueden a la vez ser analizados pesar de que desde la caída de la filosofía analítica de las ciencias en la
como “actos de habla”, tal como Austin y Searle han mostrado: todo uso década de 1960 la filosofía de la historia también ha redescubierto las
del lenguaje es una forma de interacción social. Los ejemplos paradig- dimensiones evaluativa y estética del discurso histórico, el análisis de
máticos son frases como: “Te ordeno…” o “Te prometo…”. Estas frases las funciones normativas del lenguaje del historiador se ha mantenido
no son representaciones o descripciones de situaciones fácticas, sino algo rudimentario204.
que ellas mismas constituyen las acciones de ordenar y prometer. En la Este descuido tiene sus raíces en el objetivismo y el relativismo, desde
medida en que enuncie esas frases, el hablante efectúa una orden o una el momento en que ambos suponen que la función normativa del lenguaje
promesa. Lo mismo vale para los actos performativos como declarar la excluye la función representativa como consecuencia del “abismo” su-
guerra, sellar la paz, realizar una elección, celebrar contratos, casarse, puestamente “infranqueable” que separa los juicios fácticos de los juicios
etc. Todo esto es a lo que Searle denomina “hechos institucionales”203. de valor. La dimensión normativa en el discurso histórico ha sido por ello
tradicionalmente caracterizada dentro del propio discurso histórico como
culpabilidad contra ‘los alemanes’, que provienen de alemanes, son desleales, pues
quienes así acusan no se incluyen a sí mismos o al grupo que ellos representan, y el “problema de la neutralidad valorativa”. La solución a este problema
básicamente solo quieren asestar un golpe a sus antiguos adversarios”. Este tipo de fue concebida esencialmente de acuerdo a líneas empiristas, es decir el
acusaciones de culpabilidad colectiva serían “una mera inversión de las acusaciones
de Hitler contra los judíos” (139). C. Maier, Unmasterable Past, 83-84, ha criticado “vaciamiento de la mente” de todos aquellos factores que perturbaran la
justificadamente la estrategia argumentativa de Nolte como desarrollo de pseudo- adquisición de conocimiento verdadero. Esto se reduce a eliminar todos
comparación, esto es, de “tesis, propuestas de una manera pseudo-interrogativa”. los idola baconianos, o sea todas las influencias ideológico-evaluativas.
Una pseudo-pregunta “inquiere no sobre la verdad de una proposición, sino sobre
si una proposición puede ser pronunciada. Pretende evaluar una hipótesis pero Si bien la mayoría de los historiadores tiene dudas de que este proceso
realmente evalúa los límites del discurso aceptable y alcanza sus efectos porque las pueda completarse, esto es concebido como un problema práctico pero
sociedades liberales no gustan limitar el discurso”. Esta última observación de Maier
puede ser usada como argumento adicional para una defensa en pos de tematizar no por ello fundamental. Las funciones normativas del lenguaje del
también en el discurso histórico problemas normativos.
201
Este es también el objetivo del proyecto de Rüsen; ver su Historische Vernunft. 204
202
Para un panorama de la caída de la filosofía analítica de las ciencias ver Salmon,
S. Dik y J. Kooij, Algemene Taalwetenschap, Utrecht, 1991,20-39. Searle, Die Four Decades of Scientific Explanation. Para un panorama de la caída de la filosofía
Konstruktion gesellschaftlicher Wirklichkeit, Reinbek, 1997, 69-88. analítica de la historia ver F. R. Ankersmit, De navel van de geschiedenis. Over inter-
203
Searle, Die Konstruktion gesellschaftlicher Wirklichkeit, 41-68. pretatie, representatie en historische realiteit, Groninga, 1990, 23-43.
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historiador son así conceptualizadas como una amenaza para la función mental” entre juicios fácticos y juicios de valor ya no puede ser sostenida
representativa. ni usada como argumento para restringir el campo de discusión histórica.
Esta “represión” de la función normativa del lenguaje tiene sus raíces Así pueden hallarse en muchas historias nacionales las metáforas de la
en el empirismo, con su estricta separación entre hechos y valores y su “tierra prometida”, de la “nación incumplida” u otras representaciones
paradigma fundacional del conocimiento científico. Paradójicamente, de una cierta determinación nacional que pueden y deberían ser vistas
el empirismo incluso aún estigmatiza toda filosofía de la historia que como la enunciación de una promesa210. Obviamente se trata de un acto
explícitamente busque “superarlo” –como el tipo de narrativismo de normativo, que aparece como una descripción de hechos, pues el pro-
Hayden White–, debido a que etiquetar todas las formas de la historio- meter trae consigo una obligación moral de cumplir con ello.
grafía como “ideológicas” es en este sentido una simple inversión del La “carga valorativa” y el “carácter esencialmente conflictivo” de los
empirismo205. La versión del “realismo interno” por la que yo abogo es conceptos sociohistóricos211 –aspectos de la historiografía que han sido
capaz de evitar el estéril dilema de “ciencia versus ideología” porque más frecuentemente observados que analizados– pueden ser elucidados
reconoce que el lenguaje del historiador es capaz de cumplir tanto las a través de este camino, evitando tanto el peligro del objetivismo “libre
funciones representativas como las normativas al mismo tiempo (y que de valores” como el del relativismo “ideológico”.
eso es exactamente lo que sucede cuando se construye una identidad)206.
contra esos invasores para asegurar su supervivencia– ha facilitado las prácticas
Debido a su carácter holístico, el “realismo interno” no tiene problemas genocidas del siglo XX: “En el siglo XX los discursos políticos fueron ‘envenenados’
en reconocer que el mismo enunciado puede cumplir distintas funciones –en el propio sentido del término– por metáforas, que han estado vinculadas en
al mismo tiempo207. Enunciados presumiblemente descriptivos, como por sentido estricto con el tema de los ‘cuerpos infectados’, esto es, por metáforas de
contaminación de ‘organismos nacionales’ o también del ‘suelo ruso’ a través de los
ejemplo, “Von Staufenberg fue un verdadero oficial alemán”, “Adolf Hitler denominados microbios, parásitos y similares. Tales expresiones estuvieron en gran
fue un bastardo austríaco” o “La lucha en el frente oriental fue una trage- medida ‘encaminadas a la acción’, como para decir lo mínimo, y no debe olvidarse
que los hombres, que fueron así transformados en ‘plagas’, murieron en Auschwitz
dia” también pueden ser interpretados como enunciados normativos208. en ‘duchas de desinfección’” (194). La descripción metafórica de las minorías como
Las aquí esforzadas metáforas contienen puntos de vista cognitivos y los judíos, los Sinti y los gitanos está extremadamente conectada con el llamamiento
normativos, lo cual también es destacado por los defensores del análisis normativo para deshacerse de ellos. Es notable que la inteligente defensa de Sarasin
del análisis del discurso en la historia no esté acompañada de una comprensión de
del discurso moderno como Ph. Sarasin209. Por tanto, la “diferencia funda- los críticos del “giro lingüístico” en la historia como Georg Iggers, Richard Evans y
205
Ver “¿Puede ser verdadera la historia?”, en este volumen. Roger Chartier. También Sarasin identifica al realismo ingenuo como el realismo per
206
se y a la verdad con la correspondencia, en una relación de uno a uno entre afirma-
Rüsen, Historischen Vernunft, 78: “La identidad, que surge en el relatar historias, ciones y realidad, cuando escribe que el análisis del discurso, a diferencia de una
no es ningún estado de cosas fijo. Quien se es depende también de un dejarse ser historiografía “realista”, “ya no [puede] sopesar la certeza de que sus afirmaciones
otro y de lo que se quiera en la relación con el otro”. Ver también de Rorty, Der están con respecto a los ‘hechos’ en una relación de correspondencia obligatoria y
Spiegel der Natur, 394, el cual argumenta que la diferencia entre las afirmaciones por ello única y verdadera” (9). Ver también su referencia a Munslow en la página 57.
sobre hechos y juicios de valor presupone que “‘cuando todos los hechos sean cono- 210
cidos’, simplemente [permanecería] como restante la adopción ‘no cognitiva’ de una Quentin Skinner se ha ocupado del carácter performativo de los textos históricos
actitud –una elección que no sería racionalmente discutible. [Esta posición] esconde en Visions of Politics, Vol. I: Regarding Method, Cambridge 2002.
211
que la utilización de un sistema de oraciones verdaderas para la autodescripción W. Gallie, “Essentially Contested Concepts”, en Proceedings of the Aristotelian Society
ya constituye una elección de cara a nosotros mismos–. Y que la elección de otro 1955-1956, Londres, 1957, 167-198: “El reconocimiento de un concepto dado como
sistema de oraciones verdaderas equivale a la adopción de una posición contraria”. esencialmente disputado implica el reconocimiento de usos rivales del mismo (tales
207
Mooij, “Feiten en waarden”, 28-44. como los que uno mismo repudia) como no solo lógicamente posible y humanamente
208
‘probable’, sino como de potencial valor crítico permanente con respecto al propio
Bundle, Facts, 66-67. uso o interpretación del concepto en cuestión. (…) Una consecuencia muy deseable
209
Ph. Sarasin, Geschichtswissenschaft und Diskursanalyse, Fráncfort del Meno, 2003, del reconocimiento de la disputabilidad esencial podría entonces ser esperable en
especialmente, 191-231, ha defendido la tesis de que la utilización de metáforas un marcado incremento del nivel de los argumentos en las disputas de los partidos
bacteriológicas en el discurso sobre las naciones y las sociedades –el hablar de cuerpos en controversia. Y esto significaría, prima facie, una justificación de la competencia
que son invadidos por parásitos extraños y dañinos y que libran guerras defensivas continua por el apoyo y el reconocimiento entre los varios partidos disputantes”.

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El tercer y último paso destinado a llevar el análisis del problema de conceptos centrales215. La eliminación de los argumentos rivales es la
los valores en historiografía más allá del objetivismo y del relativismo estrategia básica de esta fase216.
puede lograrse a través de la introducción en el análisis del debate histó- Tal como puede observarse de un modo paradigmático en debates
rico de la noción de “horizonte de expectativas” (Erwartungshorizont)212. como el Historikerstreit, los argumentos de ambos grupos no son “racio-
Este concepto ayuda a aclarar cómo distintas concepciones normativas nalmente obligatorios” en forma automática, ni llevan inmediatamente
se relacionan con distintas descripciones de la realidad histórica, gra- al consenso217. Ninguna apelación a “el método histórico” puede ocultar
cias a que puede funcionar como un puente entre los “supuestos del este hecho218. La noción de “horizonte de expectativas” ayuda a aclarar
campo”213 de los historiadores y su propio público. Estos supuestos del un aspecto de esta ausencia de consenso –y la consecuente presencia del
campo, que tienen su origen en ontologías sociales, son compartidos pluralismo– en la historiografía, ya que nos hace conscientes de que los
por las ideologías políticas; es así como cobra sentido el referirse a una historiadores no reconstruyen el pasado in vacuo, sino que lo hacen con
tradición “liberal”, “conservadora” o “marxista” en la historiografía y el una audiencia particular en mente; por lo tanto, la multiplicidad de pers-
vincular las controversias historiográficas con la competencia político- pectivas en la historiografía puede ser también dilucidada desde el punto
ideológica por las “visiones del mundo”214. En esto Hayden White tenía de vista del consumidor de esta misma historiografía –sea profesional
razón en Metahistoria. o profano–. De este modo, aunque todos los historiadores “científicos”
Para aclarar la noción de “horizonte de expectativas” debemos anali- están limitados por la “regla de realidad”, están al mismo tiempo limita-
zar en primer lugar cuidadosamente los modos a través de los cuales los dos por lo que puede denominarse la “regla de audiencia”. Esta última
historiadores argumentan sus pretensiones de conocimiento para poder regla nos puede ayudar a explicar los modos en que los historiadores
así identificar sus efectos. Tradicionalmente el proceso argumentativo de hacen uso del “espacio narrativo”: ayuda a elucidar cuál de todas las
los historiadores ha sido dividido entre la fase de la investigación fáctica posibles historias verdaderas es además aceptada como tal. No se trata
y la fase de interpretación y explicación. Los hechos son normalmente 215
En esta fase es útil distinguir entre un tipo de historia orientada hacia los pro-
juzgados sobre la base de argumentos inferenciales vinculados con la me- blemas (histoire problème), que busca explicaciones para hipótesis específicas y
explícitamente formuladas, y un tipo de historia interpretativa, que busca presentar
dida relativa de sostenerse en las fuentes; las pretensiones interpretativas interpretaciones descriptivas y globales (histoire totale). En el primer tipo la estrategia
y explicativas son juzgadas normalmente sobre la base de argumentos básica consiste en la eliminación de explicaciones rivales, en el segundo caso se
comparativos en relación a la capacidad interpretativa y explicativa de trata de la demostración de que ciertos conceptos poseen la capacidad de integrar
hechos dispersos en totalidades con sentido. En ciertos nichos de la historiografía
ya densamente poblados esto es comúnmente realizado a través de la eliminación
de los rivales. Sobre el uso de la evidencia por parte de los historiadores ver Kosso,
“Historical Evidence and Epistemic Justification: Thucydides as a Case Study”, en
History and Theory 32, 1993, 1-14.
216
Martin, The Past within Us, 30-85.
217
Aunque los argumentos fácticos son juzgados por otros historiadores sobre la
base del criterio de consistencia –consistencia con la información aducida y res-
paldada por las fuentes–, este criterio por sí mismo no garantiza el consenso. Esta
212
falta de consenso tiene dos raíces en el nivel de las fuentes: no solo es posible para
Para un análisis de esta noción ver M. Thompson, “Reception Theory and the diferentes historiadores que investigan el “mismo” objeto –como el Tercer Reich y
Interpretation of Historical Meaning”, en History and Theory 32, 1993, 248-273. el Holocausto– usar distintas fuentes, sino también para distintos historiadores in-
213
Ver A. Gouldner, The Coming Crisis of Western Sociology, Londres, 1970, 30-31. terpretar las mismas fuentes de un modo distinto –como fue el caso de los panfletos
214 derechistas de Nolte–.
S. James, The Content of Social Explanation, Cambridge, Ing., 1984. Relacionados
218
con la cuestión están, por ejemplo, los distintos conceptos de la causación social. Para un análisis y una historia de la concepción del “método histórico” ver C.
Sobre “estilos de pensamiento” e “ideas originales fundamentales” (Ludwik Fleck), Meier y J. Rüsen, eds., Historische Methode, Múnich, 1988, especialmente las con-
ver Sarasin, Geschichtswissenschaft und Diskursanalyse, 196-199. tribuciones de J. Rüsen, J. Topolski y J. Meran.
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222
de una trivialidad desde el momento en que los historiadores, tal como vinculada a la atribución de responsabilidad y culpa . En las historias
los científicos naturales, no están tras la verdad per se ni tampoco tras la nacionales, la nacionalidad de los “héroes y villanos” ofrece un ejemplo
verdad total sino solo tras la verdad relevante219. Debido a que las fuentes concreto de ello (aun cuando estas historias nacionales estén disfrazadas
primarias no “dictan” directamente el modo de reconstruir el pasado, ellas de historias internacionales comparativas). Por lo tanto, no es de nin-
siempre ofrecen un espacio narrativo para diversos reportes explicativos gún modo accidental que de acuerdo con el grupo conservador Nolte-
(esto constituye el corazón racional de la Metahistoria de White). Cuál Hillgruber el dictador soviético Stalin haya sido el responsable último
de estos reportes posee plausibilidad a priori varía no solo en relación de los crímenes de su “hermano mellizo” político alemán, Adolf Hitler.
a las expectativas cognitivas sino también a las expectativas normativas Esta orientación de pensamiento –incluyendo la idea de que en 1941
de la audiencia a la que se dirigen. Esta última característica ha sido Hitler lanzó la guerra en el Este solo para prevenir la guerra que Stalin
bien documentada en la historia de la historiografía, especialmente en había planeado para 1942– estuvo atrincherada en los círculos conser-
controversias “calientes” como el Historikerstreit, la “controversia Fischer” vadores de la República Federal Alemana223. Tampoco es accidental que
o la “controversia Goldhagen”220. sus críticos rechacen vehementemente esta “exportación” historiográfica
Las expectativas cognitivas imponen un límite al tipo de factores que de la responsabilidad histórica alemana desde el momento en que los
pueden ser presentados como agentes causales –como, por ejemplo, círculos liberales e izquierdistas de la República Federal sostuvieron
estados mentales individuales (ver Nolte) versus factores colectivos ampliamente la necesidad de que los alemanes “retrabajen” su pasado
supraindividuales (ver Mommsen)221–. Las expectativas normativas nazi (Aufarbeitung der Vergangenheit). Los historiadores tienen en cuenta
limitan la elección particular de factores –por ejemplo, sujetos colectivos estos “horizontes de expectativas” debido a su gran variabilidad y porque
e individuales– que pueden ser seleccionados como agentes causales. hasta cierto punto determinan la recepción de los estudios históricos.
Esta elección normativa está, tal como ha mostrado Dray, directamente Ilustra este hecho el que los dos grupos en disputa en el Historikerstreit
hayan difundido sus contribuciones en publicaciones de orientaciones
219
Goodman, Ways of Worldmaking, 18. políticas muy diversas y, de este modo, se hayan dirigido a audiencias
220
Para la “Controversia Fischer”, ver A. Sywottek, “Die Fischer-Kontroverse: Ein Bei- claramente diferenciadas. La principal peculiaridad del Historikerstreit, en
trag zur Entwicklung des politisch-historischen Bewussteins in der Bundesrepublik”, comparación con otros debates históricos, fue solo que estos horizontes
en I. Geiss y B. J. Wendt, eds., Deutschland in der Weltpolitik des 19. und 20. Jahrhun-
derts, Düsseldorf, 1974, 19-46. Para la “Controversia Goldhagen”: Sabrow, Jessen de expectativas resultaron más visibles que de costumbre.
y Grosse Kracht, eds., Zeitgeschichte als Streitgeschichte. Zur Goldhagen-Kontroverse.
Ver también mi análisis en “Asesinos modelo. Reparos sobre el método Goldhagen
y la historia”, en el segundo volumen de esta obra.
222
221
Evidentemente, los niveles explicativo y descriptivo están conceptualmente W. H. Dray, Philosophy of History, Englewood Cliffs, N. J., 1964, 21-41; L. Pompa,
enlazados, pero a pesar de ello es útil establecer una separación analítica, ya que la “Value and History”, en van der Dussen y Rubinoff, eds., Objectivity, 112-132, para
respuesta a la pregunta por el “qué” no determina la respuesta a la pregunta por el referencias y discusiones adicionales.
223
“porqué”; ver R. Martin, “On Dray’s ‘Conflicting Interpretations’”, en G. Shapiro et Evans, Hitler’s Shadow, 138: “El modo en que la gente ve el Tercer Reich y sus
al., eds., Hermeneutics. Questions and Prospects, Amherst,1984, 262: “la caracterización crímenes provee una clave importante para identificar el modo en que usarían el
del evento que debe ser explicado sugiere el nivel e impone constreñimientos a lo poder político en el presente y en el futuro. Este es el motivo por el cual la reinter-
que será tenido por explicación”. Para los argumentos filosóficos ver James, Social pretación de los neoconservadores del pasado alemán es tan perturbadora. Muchos
Explanation, pássim; para los argumentos históricos ver por ejemplo la discusión sino la mayoría de sus argumentos están derivados, consciente o inconscientemente,
sobre el rol de Hitler en la historia alemana: M. Broszat, Nach Hitler. Der schwierige de la propaganda de los propios nazis”. Maier, Unmasterable Past, 64: “La postura
Umgang mit unserer Geschichte, Múnich,1988, especialmente 11-33, 119-131 y 227- Nolte-Fest ha dado credenciales académicas a las hasta entonces subterráneas revistas
234; H. Mommsen, Der Nationalsozialismus und die deustsche Gesellschaft, Hamburgo, de soldados o reuniones de SS”. Para un panorama, A. Lüdtke, “‘Coming to Terms
1991, especialmente 67-102 y 184-233. Para una discusión sobre el rol explicativo with the Past’: Illusions of Remembering, Ways of Forgetting Nazism in West Ger-
del individuo en historia ver C. Lorenz et al., Het historisch atelier: Controversen over many”, en Journal of Modern History 65 (1993), 542-572, y del autor, “Atravesando
causaliteit en contingentie in de geschiedenis, Amsterdam y Meppel, 1990. fronteras”, en el segundo volumen de esta obra.

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V. Conclusión adecuadamente los aspectos normativos de la historiografía. En cuarto
y último lugar, los historiadores resultan capaces de sacar provecho del
En este capítulo he argumentado que es tarea de la filosofía de la historia “realismo interno”, ya que el ámbito de su discusión se vería ampliado
dilucidar la práctica de la historia. Por lo tanto la filosofía de la historia hasta incluir las cuestiones normativas tradicionalmente implícitas
debe ante todo vérselas con los productos y los debates de los historiadores, aunque siempre involucradas en la cuestión. Es así como, a pesar de
incluyendo sus supuestos. Debe encargarse de aclarar el hecho de que los que los filósofos de la historia toman los productos y los debates de los
historiadores presenten las reconstrucciones de una realidad pasada sobre historiadores como punto de partida y material en bruto para analizar,
la base de la investigación fáctica y discutan la adecuación de estas recons- la filosofía de la historia no se limita a reproducir las convicciones de los
trucciones; al mismo tiempo debe aclarar el hecho de que estas discusiones historiadores sobre sus intercambios.
raramente lleven a un consenso y que por lo tanto el pluralismo sea una Desde mi visión, esta interpretación de la tarea de la filosofía es necesa-
característica básica de la historia en tanto disciplina. ria para mantener conectadas la filosofía de la historia y la historia y para
Un análisis del Historikerstreit muestra que ni el objetivismo tradicional prevenir una degeneración del análisis filosófico en “tumores formalistas
ni el relativismo son capaces de dar cuenta del hecho de que los historia- que crecen incesantemente alimentados por sus propios jugos”224. El
dores efectivamente debaten; también revela que una distinción confusa “realismo interno” en su forma corregida ofrece tanto a los historiadores
entre juicios fácticos y de valor juega un papel clave en este debate, en como a los filósofos de la historia un modo “realista” para ir más allá del
tanto se supone que los juicios de valor quedan fuera del campo de un objetivismo y el realismo al tiempo que evita los errores del narrativismo,
debate racional. Esta distinción puede ser rastreada en los anacrónicos en un movimiento que va de los pantanos del positivismo a las arenas
supuestos en relación a la racionalidad de la ciencia compartidos tanto movedizas del postmodernismo225. Los propios historiadores pretenden
por el objetivismo como por el relativismo. El realismo interno es capaz representar el pasado y es así como suscriben a la “regla de realidad”;
de ir más allá del objetivismo y el relativismo en historiografía, aunque el mero hecho de que solo podamos conocer el pasado a través de un
para transferir este “realismo interno” del campo de la filosofía de las marco de descripción no obliga por lo tanto a concluir que el pasado es
ciencias naturales –donde fue formulado por Hilary Putnam– hacia el una descripción o que pueda ser visto como tal226.
de la historia fue necesario introducir la noción del interés práctico de
la historia. Con la ayuda de esta noción y la idea implícita relativa a la
identidad, las raíces normativas del pluralismo historiográfico pueden
ser llevadas a la superficie.
En segundo lugar, un análisis de la distinción hecho-valor hace vi-
sibles sus raíces en el objetivismo y el relativismo; por tanto, debe ser
re-analizada dentro del marco del “realismo interno”. Es justamente este
análisis, puesto en funcionamiento en el Historikerstreit, el encargado de
224
mostrar la relatividad de esta distinción y el carácter insatisfactorio de Feyerabend usó esta frase para caracterizar el desarrollo de la filosofía de las
ciencias. Feyerabend, “Philosophy of Science: A Subject with Great Past”, en R.
los intentos por clarificar las dimensiones normativas de la historia: los Stuewer, ed., Minnesota Studies in Philosophy of Science, Minneápolis, 1970, V, 183.
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argumentos para la expulsión de la discusión normativa fuera del dominio He desarrollado tal argumento en “¿Puede ser verdadera la historia?”, en este
del debate científico legítimo son infundados y anacrónicos. En tercer volumen.
226
Ver la crítica de Zammito al “pan-textualismo” y el “narcismo intra-textual” de la
lugar, la teoría de los “actos de habla” y la noción de “horizonte de ex- “nueva” filosofía de la historia y su disolución de toda referencialidad de las narrativas
pectativas” pueden ser conectadas al “realismo interno” para aclarar más históricas en “Are We Being Theoretical Yet?”, así como la crítica similar de Zagorin
en “Narrative, History, and the Referent”.
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