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SE VIOLA EL ESPÍRITU DE LA LEY

Lección 5 para el 2 de noviembre de 2019


Uno de los problemas a los que tuvo
que enfrentar Nehemías durante la
reconstrucción de la muralla de
Jerusalén fue el clamor de los
oprimidos contra sus hermanos que
les oprimían.
Nehemías 5 relata el problema que
surgió y cómo fue resuelto por
Nehemías.

Abusos contra los pobres (v. 1-5)


El espíritu de la ley (v. 6-7)
Reprensión del pecado (v. 8-10)
El juramento (v. 11-13)
El ejemplo de Nehemías (v. 14-19)
“Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres
contra sus hermanos judíos” (Nehemías 5:1)
Había tres situaciones distintas que habían provocado abusos contra los pobres:
Unos habían pedido prestado grano para sembrar.

Otros habían hipotecado sus propiedades para comprar el grano.

Otros habían pedido prestado para pagar el tributo del rey.


En todos los casos, debido a las malas
cosechas, se veían incapaces de hacer
frente a la deuda. Esto implicaba que
debían dar a sus hijos como siervos.
Los acreedores, por su parte, exigían el
pago de las deudas, a sabiendas de que no
podían pagarlas.
No importa la razón por la cual alguien
haya caído en la pobreza. Es nuestro deber
hacer lo posible para aliviar su situación.
“Y me enojé en gran manera cuando oí su
clamor y estas palabras” (Nehemías 5:6)
Dios permitió a Israel mantener ciertas
situaciones que hoy nos parecen injustas,
como la esclavitud (Mateo 19:8). No
obstante, les dio leyes para evitar el abuso.
El esclavo hebreo debía servir solo seis años,
o hasta el año de jubileo, según los casos
(Éxodo 21:2; Levítico 25:39-40).
Por lo tanto, los acreedores del tiempo de
Nehemías estaban amparados por la ley,
pero olvidaron el espíritu de la ley (evitar la
esclavitud).
Nehemías meditó el asunto con
detenimiento, hasta encontrar un argumento
legal para poder acusarles. Este argumento
era que se les cobraba intereses, aunque
fuesen pequeños (ver Éxodo 22:25; Levítico
25:36; Deuteronomio 23:19).
“Y dije: No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el temor de nuestro
Dios, para no ser oprobio de las naciones enemigas nuestras?” (Nehemías 5:9)

Después de intentar solucionar el


problema en privado (v. 7), Nehemías
convocó una reunión general para tratar
el tema.
De esta forma, los acreedores eran
confrontados en público: ¿era su
comportamiento moralmente correcto?

Junto a Nehemías, algunos habían


rescatado de la esclavitud a judíos que
habían sido vendidos a paganos. ¿Y ahora
esclavizaban los judíos a sus hermanos?
¿No iba a ser esto motivo de burla y
escarnio ante sus enemigos?
Los acreedores, avergonzados, callaron.
No podían responder nada en su defensa.
“Y dijeron: Lo devolveremos, y nada les demandaremos; haremos
así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes, y les hice
jurar que harían conforme a esto” (Nehemías 5:12)

Nehemías les propuso un pacto: • Condonar la deuda.


• Devolverles sus posesiones.
• Devolverles los intereses cobrados.

Los acreedores estuvieron de acuerdo con este pacto. No obstante, Nehemías vio
necesario un compromiso firme, y llamó a los sacerdotes para hacer un juramento.

De esta forma, podían ser legalmente


obligados a cumplir el pacto.
Quebrantar un juramento suponía
desobedecer la ley (Levítico 19:12).
Por eso, la Biblia nos aconseja que
pensemos detenidamente antes de
comprometer nuestra palabra
(Eclesiastés 5:5).
“También desde el día que me mandó el rey que fuese
gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año
veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce
años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador”
(Nehemías 5:14)
Años después, cuando Nehemías puso
por escrito el relato, recordó cómo
contrastaba su propia actitud con la de
sus avaros hermanos.
 Durante su primer periodo como gobernador (doce
años), Nehemías no impuso ningún tributo al pueblo
para su propio mantenimiento, como lo habían hecho
los gobernadores anteriores.
 Costeó la parte de restauración de la
muralla que le tocaba realizar.
 Mantuvo de su propia fortuna los
gastos de la corte (150 cortesanos).
Nehemías puso al Señor y a su obra por encima de su
propio beneficio y ventaja personal.
“Éramos todos deudores de la justicia
divina; pero nada teníamos con qué
pagar la deuda. Entonces el Hijo de
Dios se compadeció de nosotros y
pagó el precio de nuestra redención.
Se hizo pobre para que por su pobreza
fuésemos enriquecidos. Mediante
actos de generosidad hacia los pobres,
podemos demostrar la sinceridad de
nuestra gratitud por la misericordia
que se nos manifestó. “Hagamos bien
a todos—recomienda el apóstol
Pablo,—y mayormente a los de la
familia de la fe.” Gálatas 6:10”
E.G.W. (Profetas y reyes, pg. 482)

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