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Sobre los microtextos

En un mundo en el que los alcances de la tecnología y de los medios


crecen día con día de forma vertiginosa, el escritor se ha visto en la
necesidad de echar mano de todo su ingenio y su capacidad para
crear obras atractivas que logren apartar a los lectores de las
pantallas y televisores, por lo que muchos de ellos se han dado a la
tarea de explorar formas literarias flexibles y versátiles para lograr su
cometido, encontrando muchas veces en el microtexto, la
herramienta idónea.

Pero, ¿qué es en sí el microtexto? Como su propio nombre lo indica,


el microtexto es una forma literaria que se distingue ante todo, por la
economía de palabras con la que se desarrolla; es decir, un texto en
el que se expone una idea completa utilizando el mínimo de palabras
posible. También se le ha denominado como minicuento, relato breve
o minifición, por mencionar algunos; sin embargo consideramos que
estos nombres no son del todo correctos, ya que si bien todos
coinciden en una idea minimalista, se restringen al plano de la
ficción, del cuento, la historia; mientras que el término “microtexto”,
abre la gama de posibilidades de experimentación literaria, en la que
lo mismo cabe el aforismo, el cuento o relato, la nota periodística e
incluso, temas que podrían pasar como no literarios, como es el caso
de Instrucciones para subir una escalera, de Julio Cortázar, en el que
una situación tan cotidiana como el ascenso de unas escaleras,
alcanza niveles de expresión artística poco imaginados. Es por ello
que esta opción escritural ha tenido gran auge en el ámbito de la
literatura iberoamericana contemporánea.

En cuanto a sus antecedentes, podemos decir, a modo de mircotexto,


que en Iberoamérica surgió a finales del siglo XIX y principios del XX,
con algunos textos como Palimpsesto I de Rubén Darío (1867–
1916), El engaño de Amado Nervo, A Cirse de Julio Torri (1889-1970)
y los Cuentos en miniatuira de Vicente Huidobro (1893-1948); y es
ya entrado en el siglo XX cuando el microtexto alcanza su madurez y
gran difusión con publicaciones legendarias como El cuento (México)
y Puro cuento (Argentina); además de ser adoptado por escritores de
la talla de Juan José Arreola (1918-2001), Enrique Anderson Imbert
(1910-2000), Augusto Monterroso (1921-2003), Julio Cortázar
(1914-1984) y Jorge Luís Borges (1899-1986) (en este último caso,
no debemos confundirlo con el ínclito escritor guanajuatense tan
admirado por el señor Fox).

El microtexto ha sido un recurso ampliamente socorrido en talleres


literarios, como ejercicio de experimentación previo al desarrollo de
géneros literarios (principalmente narrativos) más extensos, como el
cuento, el ensayo y, por supuesto, la novela.

Ahora bien, aunque el microtexto responde en principio a la fórmula


aristotélica “planteamiento, desarrollo y conclusión”, diversos
estudiosos como Juan Armando Epple y Lauro Zavala, entre otros, lo
han escrito y analizado, creando toda una teoría alrededor de esta
forma literaria, estableciendo sus constantes y características.

En el microtexto se conjugan principalmente cinco elementos


esenciales:

Brevedad.- Como ya anotamos líneas arriba, el microtexto se basa


fundamentalmente en la economía de palabras, lo cual no implica
necesariamente una pobreza de lenguaje. Su extensión varía y por
ello podemos encontrar textos legendarios como el El dinosaurio de
Augusto Monterroso, que no utiliza más de diez palabras; pero puede
ser algo más ya que para considerar un microtexto como tal, no debe
superar un máximo de 500 palabras aproximadamente.

Contundencia.- Este elemento nos indica que el microtexto no debe


dejar cabos sueltos; es decir, no por desarrollar un texto en pocas
palabras, debe estar inacabado, dejando al lector con una sensación
de que algo falta para ser totalmente claro, o que no es más que el
boceto de una idea por desarrollar, y para evitar esta sensación
debemos referirnos a una sola idea concreta y definida.

Omisión.- Debido a la economía de palabras, no podemos detenernos


a dar mayores descripciones o explicaciones al lector, el microtexto
debe fluir con naturalidad y rapidez, aunque tenemos la posibilidad
de dejar abierta la puerta al lector, para que por su cuenta, descubra
interpretaciones y significados ocultos en el texto, como podemos
apreciar en Haga como si estuviera en su casa, de Julio Cortázar.

Capacidad lúdica.- Este elemento del microtexto como el principal


disparador del ingenio creativo, pues permite el uso del sarcasmo o
ejercicios lingüisticos como los realizados por Óscar de la Borbolla en
sus Vocales malditas (1988). Además, gracias a esa capacidad lúdica,
el escritor puede valerse de cualquier cosa para crear un microtexto,
recurriendo a diversos géneros como el ensayo, el relato, el aforismo,
la parodia e incluso acercarse a la poesía, como los haiku de Juan
José Tablada.

Multiplicidad.- Con esto nos referimos a que no por tratarse de un


textodesarrollado con economía de palabras, esté escento de una
multiplicidad de lecturas; y aquí es donde entra en juego la capacidad
del escritor, al dar a un texto cerrado la mayor cantidad de subtextos
posible. El microtexto puede ser de una sencillez evidente, pero lo
que hay detrás, las ideas que lo sostienen pueden ser bastas y de
una variedad abrumadora, y el efecto en el lector va más allá de lo
que se dice, pues consigue dejar su actitud pasiva y volverse
partícipe del texto, al interpretar lo que se lee desde su experiencia,
su forma de pensar y de sentir, dándole al microtexto tantas
connotaciones como ideas tenga en la cabeza.
El microtexto es una herramienta excelente para experimentar y
divertirse, para practicar la sencillez (que no la simpleza), para
aprender a depurar los textos, a decir exactamente lo que se quiere
decir sin darle vueltas, y sobre todo, sirve para encontrar una voz
propia, concreta y contundente.
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Algunos experimentos personales con microtextos
La paradoja de Sócrates
Sócrates proclamó el famoso “Yo sólo sé que no se nada”, así como el
principio de la educación gratuita, lo que enfureció a los sofistas que
administraban las escuelas privadas. Finalmente, fue condenado a
morir con cicuta, por saber demasiado, lo que le costó muy caro.
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Matutina
La luz de la mañana entró por el ventanal golpeando su cara y,
burlona, le notificó que nuevamente estaba sola y que él ya nunca
más regresaría. Entonces, soltó un suspiro, contó el dinero y se fue a
bañar.
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y haciendo algo de pastiche

Balada del egoísta


Esta tarde vi llover, vi gente correr y me sentí profundamente feliz de
tener coche.

****
Alicia
Y cuando Alicia por fin abrió los ojos, murieron las maravillas.

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