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jocelyn Létourneau

LA CAJA DEHERRAMIENTAS

DEL JOVEN INVESTIGADOR

Guía de iniciación al trabajo intelectual

Traducción de José Antonio Amaya

Profesor asociado, Depart amento de Historia, Universi dad Naciona l de Co lombia

La C a rreta

E di tores JU J.

Medellín, 20 09
Contenido

Introducción del traductor ; 7

Prefacio a la nueva edición 11

Presentación 13

Recomendaciones al usuario 17

PRIMERA PARTE. Los saberes prácticos

Capítulo 1. Cómo elaborar un informe de lectura


Jocelyn Létourneau 21

Capítulo 2. Cómo documentarse en la era electróni ca


Tristan Landry, Jocelyn Létoumeau, Gaetasv Orolet. 35

Capítulo 3. Cómo interpretar una fuente escrit a: el comentario de documento


Jocelyn Létourr;eau, con la colaboración de Sylvie Pelletier 77

Capítulo 4. Cómo ana lizar un documento icon ográfico


Oidier Prioul 95

Capítulo 5. Cómo ana lizar un objeto


lacques Marhieu, con la colaboración de John R. Poner y Georges P Léonidoff 111

Capítulo 6. Cómo ana lizar y comentar un mapa antiguo


Claude Boudreau 119

Capítulo 7. Cómo entender y utilizar un cuadro estadístico


Jocelyn Létoumeau 133

Capítulo 8. Cómo utilizar un documento autobiográfico en una investigación


Jocelyn Létoumeau, con la colaboración de Sylvie Pelletier 149

Capítulo 9. Cómo adelantar una investigación mediante entrevistas


Oiane Vincent 167
SEGUNDA PARTE. De la definición de un tema de investigación a la
redacción de un trabajo extenso

Capítulo la. Realizar un trab ajo de inve stigación: un procedimiento en cuatro etapas
Jocelyn Létoumeau 181

Capítulo 11. Cómo delimitar un tema de investig ac ión


Jocelyn Létourneau 189

Capítulo 12. C o mo diseñar un a estrategia de investigaci ón 197

Capítulo 13. Cómo exponer los resultados de una inv estigaci ón en función de
un obje tivo definido: el plan de trabajo
Jocelyn Létourneau, con la colaboración de H éí éne Gaudreau 205

Capítul o 14. Saber comunicar el pensamiento por escrito


Jocelyn L étoumeau, con la colaboración de Hélene Gaudreau 21 9

Apéndice 1. C ómo pre sentar referencias bibliográfica s


Jocelyn Létourneau, con la colaboración de Jean -Guy Violette y Tristan Landry 233

Apé ndice n. Cómo referirse a un documento


Jocelyn Létoumeau, con la colaboración de Jean-Guy Violette y Triswn Landry 249

Lista de co laboradores 259

Índice general 261


Introducción del traductor

Co no cí el Coffre a outils du chercheur débutanc hacia el año 2000, grac ias al


profesor Roch Littl e, mi colega en el Departam ento de Hi st oria de la Universida d
Nacio na l de Colombia , sede Bogotá. Me refiero a la prime ra ed ición de la obra,
realizad a en Toronto (Ca na dá), bajo los auspicios de Oxford University Press en
1989. En su natal Canadá, el profesor Little había ten ido el privilegio de ser alum ­
no, en la Universidad de Laval, del autor de la obra, profesor ]ocelyn Lé tourneau .
A l em igrar a Co lombia, a media dos de la década de 90, el profesor Little trajo en
sus valijas un ejemp lar del Coffre, el mismo que pude co nsulta r por gene rosida d
suya.
D esde el primer momento me cautivó el vigor sin tético de la obra, su va rieda d
y pert ine ncia tem ática, ex igenc ias y calida d didáct ica. Emp ecé a utili zarl a en mis
cursos de Mét odos en el pregrad o de Hi storia de la Universidad Naciona l de Co ­
lombia. Co nfirm é esta impresión a lo largo de va rios semestre s de práctica doce nte.
A veces me ded icaba al divertimento de tr adu cir párr afos en teros de la obra para
mis clases. Pued e de cirse q ue la volun tad de tradu cir La caja de herramientas surgió
de man era espontán ea para responder a las ne cesidades de un a práctica doce n te .
Espero que aho ra la obra sea útil en un espacio incom parablem ente más amplio ,
me refiero el ámb ito ibé rico e iberoam ericano. A unq ue la obra fue co ncebida pa ra
los est udiantes del college y de los pregr ados en C anadá , estoy conv enci do de que
su lectura sería provechosa y en algunos ca pítulos ind ispensable para los estudian ­
tes de las maestr ías e incluso de los doct or ados, al men os en Co lombia; me refiero
en particul ar al cap ítulo 2, "Cómo docu mentarse en la era elect ró n ica".
C uando q uise ten er mi propio eje mplar del Coffre, lo busqu é en los Estad os
Unidos yen Eur opa: agotado. En tonces me dirigí al au tor y aproveché la oportun i­
d ad par a pre sen tarle mi proyec to de tr aducción. De inmediato , el profesor
Létou m eau me envío un a cop ia de su guía de investigación y me autorizó a co­
menzar la tr adu cción de "La caja de herramientas del joven inves tigado r". Co rría
el año 2004. Desde en tonces n o h e cesado de recibir el apoyo del pro fesor
L étourneau, en particul ar cua ndo se publicó la segun da edición de su Coffre, a
principios de 2006, en la casa Boréal de Montreal.
Estoy co nve nc ido de qu e la obra viene a llen ar un vacío en el ámbito unive rsi­
tari o del mundo h ispán ico. As í lo sugiere el he ch o de que a finales de 2006 un a
de cena de editores manifestaron el deseo de publicar la presen te tradu cción. Co n
«La caja de herramientas del joven investigador» La Ca rre ta inaugura su colección
Ariadna, co nsagrada a la metodología.
Para nadi e es un secreto que la debilidad metodológica es un o de los rasgos de
la cultura uni versitaria en Hi spanoamérica. Mi experiencia docente me ha dem os­
tr ad o que las falenc ias de métod o a menudo echan a pe rde r o co mpro me ten la
calidad de empresas intelectu ales est ratégicas para el futu ro de nu estros pueblos. Es

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necesario que nuestros jóvenes investigadores entiendan que el método no forma
parte ni de un saber infuso, ni del sentido común. La preparación de un texto con
calidad universitaria requiere el dominio de unos saberes y de unas técnicas. No
cabe duda de que el rigor y la claridad son condiciones que facilitan la disemina­
ción de la cultura científica en nuestras sociedades nacionales y en las comunida­
des científicas.
La traducción de un texto de metodología plantea unas exigencias peculiares.
Una buena guía de investigación no está hecha para ser leída: los estudiantes de­
ben apropiársela, porque es un componente fundamental de su formación. Así por
ejemplo, un profesional de cualquier disciplina debe haber interiorizado y "llevar
consigo", en todo momento, los criterios para elaborar un informe de lectura; estos
criterios deben formar parte, por así decirlo, del mobiliario de su inteligencia. Lo
mismo ocurre con las pautas para documentar un problema, comentar un docu­
mento escrito, o analizar una iconografía, entre otros temas tratados por el profesor
Létourneau y su equipo de colaboradores.
Por otra parte, puede considerarse que la traducción, en particular la de un
texto de metodología, debe ser tan espontánea como sea posible, para que produz­
ca el menor grado de extrañeza entre los jóvenes lectores y lectoras. Sin embargo,
la búsqueda de la naturalidad es una empresa complicada que nunca se logra por
completo. Al traducir el Coffre quisimos "naturalizar" en el ámbito hispano este
texto básico escrito en francés quebequense. El trabajo se adelantó con un equipo
de estudiantes del pregrado en Historia de la Universidad Nacional de Colombia.
Compartí con ellos, durante largas horas, la tarea de encontrar la palabra justa, el
matiz adecuado, la construcción previsiblemente castellana. La traducción es un
arte de aproximaciones sucesivas en que cualquier precipitación compromete sin
falta el resultado. En vista de ello, siempre optamos por laborar con una calma
dinámica, sin afanes ni atropellos, con la esperanza de contribuir a la formación de
los jóvenes investigadores del mundo hispano con una versión clara y simple. Para
reforzar el objetivo de una versión probada en un medio universitario y con la
autorización del profesor L étoumeau, se distribuyeron sucesivas versiones prelimi­
nares de la traducción entre los estudiantes de varios cursos de la Universidad
Nacional. En este sentido el profesor Peter Preminger nos colaboró en la Universi­
dad D ístrital "Francisco José de Caldas" de Bogotá. Así, puede decirse que antes de
ver la luz pública esta traducción ha sido probada por un micropúblico de jóvenes
universitarios.
En un primer momento se intentó adaptarle ejemplos locales a la traducción.
Sin embargo se optó por respetar las ilustraciones canadienses. Sólo en el capítulo
2, "Cómo documentarse en la era electrónica" se hizo un intento de adaptación al
mundo hispano. Para colombianizar el texto se ha organizado el coloquio "Herra­
mientas metodológicas para el joven investigador", que se realizará en el Museo
Nacional de Colombia, entre el 18 y el20 de abril de 2007, bajo los auspicios del
Museo, el Departamento de Historia de la Universidad Nacional y el Instituto de
Estudios Sociales y Culturales Pensar de la Pontificia Universidad javeriana. En

8
este ev ento que se org aniza con motivo del lanz amiento de Lacaja de herramientas
del joveninvestigador, distinguidos profesores movilizar án diversas metod ologías par a
analizar una iconografía, un mapa antiguo, una entrevist a, un c uad ro estadístico,
entre otras temáticas tr at ad as por el pro fesor L étourneau.
No puedo finali zar esta introducción sin expresar mis agradecimien tos al profe­
so r Peter Preminger, ahora en la Univer sid ad de la Sab ana de Bogotá, y a los es tu­
di antes del Departamento de Historia de la Univer sid ad N aci onal, Yezid Al ejan­
dro Pérez Jerez, Jo sé Ric ardo Pulido G ómez, Ju an G abriel Ramírez Bolívar, Di ego
Armando Varil a C aja marca y j air o Enriqu e H ernández Salcedo por su colabora­
ción durante la prepar aci ón de la pr esente tradu cción. Yezid Alejandro Pér ez Jerez
me acompa ñó durante tod o el proceso . Los investigadores de la C ur aduría del Arte
e Hist or ia del M useo N acional de Colomb ia, bajo la dirección d e Cristina Lle ras
Figuer oa , leyer on las pruebas de im prenta.

José Antonio Amaya,


Bogotá , D. C, 2 de abril de 2007

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Prefacio a la nueva edición

Le coffre a ouuls du chercheur débutant fue publicado por primera vez en 1989,
desde entonces ha sido reimpreso en varias ocasiones. Comparado con las obras de
su género, ha sido muy bien acogido por estudiantes y profesores. La obra se ha
impuesto en el mercado y ha figurado entre los libros de referencia de las bibliogra­
fías de un amplio número de cursos . Esta guía de factura simple y modestas ambi­
ciones ha gustado, porque ha respondido de manera eficaz a las expectativas prác­
ticas del público previsto al momento de concebir la obra.
En esta nueva edición de la obra hemos querido ser fieles al espíritu y la letra
del proyecto que nos animó al comienzo. Por esta razón, no se le introdujeron
modificaciones importantes al libro, aunque su contenido ha sido objeto de una
revisión sistemática. De nada sirve cambiar una fórmula que ha demostrado sus
ventajas. No obstante, cada uno de los capítulos ha sido sometido a un trabajo de
reescritura parcial y de corrección en algunos casos. De la misma manera, la pre­
sentación editorial de la obra ha sido modificada en aras de facilitar su consulta.
Sin embargo, la misma preocupación didáctica que nos animó al momento de
concebir el libro ha guiado nuestra empresa de actualización. Al recorrer la obra, el
lector tendrá la impresión de reencontrar el calvero apacible que solía frecuentar;
ahora el lugar se ha limpiado, adornado y remodelado en búsqueda de lo mejor.
El capítulo 2 es el que más cambios ha sufrido, al punto de que su título ha sido
modificado. Resulta fácil comprender el porqué. La inve stigación documental por
vía electrónica se ha vuelto la norma en el mundo de la educación superior desde
comienzos de la década de 1980 . La información en línea disponible en Internet
constituye un formidable capital de recursos documentales que no se puede igno­
rar. Sin embargo, se hace necesario aprender a aprovechar en beneficio propio esta
masa de información. En estas condiciones, con el capítulo 2 se busca indicarle al
joven investigador vías ciertas que puede seguir para evitar que se pierda en los
laberintos de las autopistas, las avenidas y las callejuelas de la red. Como es natural,
muchos otros capítulos del libro han sido revisados, incluidos los que figuran en los
apéndices, teniendo en cuenta las posibilidades que crea el acceso a los datos o su
tratamiento informático. Vale la pena recordar que el contenido de esta guía se
apoya en la presentación de procedimientos primarios o fundamentales; de la mis­
ma manera sucede en las matemáticas, donde el dominio de las operaciones ele ­
mentales de la aritmética es requisito para poder escribir ecuaciones en diez líneas.
Nadie debe molestarse, puesto que, como se sabe, en un primer momento, los
matemáticos más célebres del mundo aprendieron a contar. ..
La esperanza invertida en cada una de las páginas de esta obra permanece tan
noble y elevada como aquella que nutrió la primera edición del libro y que consiste
en ayudar al estudiante a perfeccionar sus métodos y técnicas con el fin de que
logre cada vez mejores resultados.
Jocelyn L étourneau, noviembre de 2005

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Presentación

Esta guía de iniciación al trabajo intelectual, bautizada de manera significativa


con el título "La caja de herramientas de! joven investi gador", se destina a todos
los estudiantes I que dan sus primeros pasos en el universo de la investigación pro ­
fesion al en la universidad o en e! college',
Esta guía se limita a la en señanza de ciertos saberes prácticos elementales que
debe con ocer y dom inar tod o estudiante que frecuente los medi os de la educación
superior o bien los de la inve stigación organizad a. En ella no se exponen los mét o ­
dos propios de las ciencias humanas ni los de las ciencias sociales. Tampoco se
propone en sus páginas una reflexión epistemológica sobre los mod os de produc­
ción del saber científico . La ambición de la obra con siste más bien en ofrecerle al
estudiante algunos medios par a que adq uiera una educación científica y e! hábito
de la investigación profes ional. Este objetivo no implic a que el autor y sus colabo­
radores rechacen formas de saber por fuera de la ciencia, muy por el contrario.
Tamp oco supone que adhieran al principio por completo contestable que asegura
que sólo la formación científica es la garantía de una objetividad de las prácticas
asociadas con la producción de conocimiento. Aquí se rec on oce simplemente que
el saber fundado sobre procedimientos metódicos y asociado con las convenciones
de uso es un saber válid o, que puede permitirle a la comunidad de hombres y
mujeres de nuestro tiemp o beneficiarse con una mejor comprensión de su pasado y
de su presente.
Esta guía no fue concebida in abstracto. Se apoya en experiencias de enseñanza
que han tenido lugar a lo largo de varios años. Más importante quizá, es que ha
sido concebida a partir de las preocupaciones, de las limit aciones y de los proble­
mas que suelen experimentar los estudiantes durante sus aprendizajes. Es lo que le
imprime su originalidad ; es tambi én lo que le fija unos límite s. En efecto, esta guía
no es un tratado en que se establecen principios universales de método. Es ante
todo una caja de herramientas de la cual se pueden extraer idea s, elementos de
método, técnicas, medios, o habilidades de carácter operativo, para desarrollar con
éxito ciertos eje rcicios que suelen ser los más solicitados por los profesores a los

1. El gen éric o masculino emplead o en esta obra no pret end e otra cosa que aligera r el texto.
2. En la est ruc tura educa tiva del Ca na dá , el college se sitúa a continuaci ón de la ed uca­
ción secundar ia, que se prolonga durante cinco años, y an tes de la uni versit aria. Es una suerte de
cicl o preu niversitario que dura dos años y qu e en Am éric a Latina se h a tr atado de implem entar
con el nomb re de cicl o básico. En estas condicione s, se entiende qu e un libro com o La caja de
herramientas del joven investigador se dest ine, en Canadá, a los estudiantes unive rsitar ios y del
últim o año de college y, en el mundo hispan oh ablan te , a los estudiantes de los pregrad os universi­
tarios (N. del T. basada en una comunicación person al del profesor Roch-Charles Little, de la
Uni versidad Naci on al de Co lombia, Bogotá, 2007-02-24] .

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estudiantes en ciencias humanas, en ciencias sociales, en ciencias de la gestión, en
derecho ... , e incluso en ciencias naturales.
Si se consulta la tabla de contenido, se verá que la guía comprende catorce
capítulos y dos apéndices. El contenido de estos capítulos y apéndices responde
con suficiencia a los objetivos de formación intelectual que se buscan en los
primeros años de la universidad, en la mayor parte de los establecimientos edu­
cativos y programas respectivos. En estas condiciones, se puede decir que los
ejercicios de aprendizaje que integran el contenido de esta guía se parecen a los
procedimientos intelectuales que desarrolla el estudiante inscrito en los ciclos
superiores de estudio.
Grosso modo, cuatro objetivos generales han inspirado nuestro proyecto:
• en primer lugar, preparar una guía esencialmente práctica, inscrita en una di­
námica de aprendizaje tan pedagógica y didáctica como ha sido posible;
• en segundo lugar, adaptar el contenido de la guía a las tendencias actuales de la
inves tigación;
• en tercer lugar, redactar una obra con objetivos exigentes de aprendizaje;
• en cuarto lugar, diseñar la guía de manera que pueda ser utilizada por estudian­
tes inscritos en diferentes disciplinas.
A continuación se considerarán los efectos que ha producido la prosecución
de estos objetivos generales tanto sobre el fondo corno sobre la forma de la obra.

L Una guía esencialmente práctica

El objetivo de hacer de esta guía un apoyo esencialmente práctico del aprendi­


zaje se concretó de tres maneras por lo relativo al método observado:
• la deconstrucción de los procedimientos propuestos en secuencias lógicas y
progresivas;
• la preparación de textos explicativos y esquemas;
• la incorporación de ejemplos.
Este plan se sigue en la mayoría de los capítulos de la guía . Como es evidente,
esta preocupación pedagógica y didáctica explica la extensión de la obra. Creemos
sin embargo que la minucia empleada en la descripción de los procedimientos
sugeridos se justifica a plenitud. Diversas experiencias de enseñanza nos han mos­
trado que, cuando sale del aula de clase, el estudiante, también llamado en estas
páginas "joven investigador", se siente con frecuencia abrumado ante la abundan­
cia de elementos de explicación que le ha brindado el profesor. En estas condicio­
nes, se encontró que podía ser muy útil e incluso ayudar a consolidar la confianza
del estudiante en sí mismo, recurrir a diferentes obras de referencia para afinar y
fortalecer sus procedimientos y elecciones y, en esta medida, favorecer el desarrollo
de su autonomía. En cierto sentido, la utilidad de esta guía radica en que desempe­
ña de modo simultáneo el papel de obra de consulta y apoyo de trabajo, bien sea
que el estudiante se halle inscrito en un marco definido de aprendizaje, bien sea
que se desempeñe corno autodidacta.

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2. Una guía que considera las tendencias actuales de la investigación

Entre las tareas intelectuales inscritas en el programa de todo joven investiga­


dor figuran, entre las más urgentes, el uso de fuentes no convencionales de infor­
mación, la lectura e interpretación de cuadros estadísticos y de mapas históricos, el
desarrollo de investigaciones con la colaboración de personas entrevistadas, la ad­
quisición de hábitos propios de los procedimientos interdisciplinarios.
El objetivo tendiente a asociar el contenido de la guía con el de algunas ten­
dencias más destacadas de la investigación actual se tradujo en la incorporación al
texto de seis ejercicios de aprendizaje específicos, a saber:
• cómo analizar un documento iconográfico (capítulo 4);
• cómo analizar un objeto (capítulo 5);
• cómo analizar y comentar un mapa antiguo (capítulo 6);
• cómo entender y utilizar un cuadro estadístico (capítulo 7);
• cómo utilizar un documento autobiográfico en una investigación (capítulo 8);
• cómo adelantar una investigación mediante entrevistas (capítulo 9).
Como es apenas natural, la información que figura en cada uno de estos capí­
tulos reenvía a saberes prácticos, a métodos y a prescripciones de carácter elemen­
tal. Nadie pretende que alguien se vuelva un analista de datos cuantitativos de la
noche a la mañana, ni que uno pueda meterse a utilizar mapas antiguos o autobio­
grafías sin un conocimiento profundo de las particularidades y sorpresas que suelen
reservar estos documentos. Sin embargo, consideramos que durante su aprendizaje
el joven investigador debe ser formado en las diversas maneras de producir y tras­
mitir el saber, y conducido a experimentar con estas maneras, aunque sólo sea de
manera limitada. Este propósito ha inspirado la preparación de estos seis capítulos.
El segundo aspecto sobre el cual quisiéramos insistir se relaciona con la plurali­
dad y complementariedad de los saberes prácticos que aquí se exponen. La primera
parte de la guía es especialmente rica desde este punto de vista puesto que en ella
se proponen ejercicios de aprendizaje que pueden interesar en diverso grado a
historiadores, geógrafos, sociólogos, antropólogos e historiadores de arte. Por ello
creemos en la pertinencia de enseñar esta pluralidad y complementariedad de los
saberes prácticos ; el hecho de que estos saberes sean presentados unos al lado de
otros en una misma obra brinda la posibilidad de suscitar interés por los procedi­
mientos interdisciplinarios. Con frecuencia , uno puede abrirse a la riqueza de la
aproximación interdisciplinaria, realizando ciertos aprendizajes fundamentales aso­
ciados con las disciplinas vecinas; de esta manera se enriquecen los procedimien­
tos científicos de la propia disciplina.

3. Una guía con objetivos de aprendizaje exigentes

Se espera que esta guía sea útil sobre todo para los estudiantes que desean ini­
ciarse en los procedimientos profesionales. Estos procedimientos están lejos de ser
fáciles; es indudable que su dominio exige tiempo, mucho trabajo y ambición.

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Por este motivo no hemos tolerad o nin guna concesión. Con los procedimien­
tos propuestos, los mé todos descritos y los secretos comunicados no he mos busca ­
do, ni mucho men os, simplificar el aprendizaje. El objetivo de liberado qu e siempre
nos ha guiado es el de ha cer posible el dominio profesional de un os sabe res. De
hecho, a la hor a de de finir los objetivos específicos de aprendizaje de cada uno de.
los capítulos, hem os sido tan exigen tes como nos ha sido posible. N o hem os ah o­
n ado ningún esfuer zo para precisa r las rutas, para descomponer los procedi mientos
y para consider ar las etapas en tod a su complejidad. En efecto, creemos que la
excelencia deb e proponerse para el apre ndizaje universitari o, que es con frecu en­
cia la última et apa en la formación intelectual de miles de individuos. Este objetivo
se justifica hasta parecer evidente en la pre sente coyuntura. En efecto, la compe­
tencia que atra viesa los medio s laboral es contribuye a ren ovar las normas del es­
fuer zo y la eficacia. La búsqueda de crite rios de ex cele nc ia ha orient ado nu est ras
opciones durante la pre par ación de los cap ítul os de est a guía.

4. Una guía destinada a los estudiantes de diferentes disciplinas

Los ejercicios de aprendizaje qu e figuran en el contenido de esta guía h an sido


concebidos de mod o que pueda n ser aprovecha dos por estudiantes de distintas
disciplinas y diferentes orientaciones científicas. Por fuerza de necesidad, tod o jo ­
ven investigador, sea que se especi alice en literatura, sociología, administr ación ,
física, medicina o ingen iería, debe saber prep arar un informe crítico de lectura,
ana lizar y contex tualizar un testimonio escrito, leer y ana lizar un cuad ro estadís ti­
ca , sabe r documentarse en la era electrónica, saber definir un terna de investiga­
ción, saber comunicar el pensamiento.
De he cho, antes , mu cho antes de enco nt rar en un a d isciplina particular su
fuente , unid ad y pertinencia, esta guía las descubre en catorce actividades de apren­
dizaje a las cuales se halla habitualmente sometido el estudiante.

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Recomendaciones al usuario

Como oc urre co n los diccio narios, la presente guía no se lee de pasta a past a,
sino que se consulta. En efecto, ca da uno de sus cap ítulos es autóno mo; ca da uno
corresponde a una actividad de ap re ndi zaje o describe un procedimiento de inves­
tiga ción. Fue concebida de mod o qu e el usu ario pueda cons ultarla en un o de sus
capít ulos cua ndo se halle in ter esado en reso lve r un problem a pa rticu lar o un con ­
junto de pro blema s. Así por ejemp lo, el estud iante que necesite presentar un info r­
me de lectura sólo debe leer el primer ca pít ulo. De la misma ma nera, si se le pide
que defina un tema de in vestigación, puede limi tarse a asimilar el conte nido del
capít ulo 11.
En la medida de lo posible, los capítulos se ha n co mp leme n ta do co n esq uemas ,
figuras, o rec ua dros, en los q ue se recapitulan los pr incipales aspectos de los temas
tratados. Des de un pun to de vista didáctico, estas represen taciones visua les son
muy valiosas. Sin embargo, con frecuencia brindan una visión simplificado ra, cuando
las cosas en realidad suele n ser mu cho más co mp lejas o mat izad as. Por esta razón,
se le rec omienda vivamen te al lec to r cons ultar los esq uemas, las figur as o los
recu adros a medida que va co nocie ndo el texto, de modo q ue la memor ia visua l y
la lectura info rma da in teractúen pa ra pro d uc ir un efecto óp ti mo de comp rensió n .
Para ayuda r a la asimilació n de los procedimie n tos pro puestos se han intro du ci­
do ejemplos de manera reiterad a. Estos ejemplos no de ben confundirse con mode­
los idea les. Mediante los ejem plos sólo se ha q ue rido brindar refere nc ias a los estu­
dian tes deseosos de ver cómo inv estigadores más ex perimentados han tra tado
prob lemas más o menos asim ilab les a los ejercicios q ue ahora ellos deben resolver.
Los ejemp los pu eden revel arse co mo apoyos mu y eficaces del ap rendizaje; sobre
todo cuando en ellos se respetan de man era rigurosa los mé todos enseña dos .
El lector no tardará en notar ciertas reit eraciones de los contenidos. Se tra ta de
reiteraciones deliberad as. En primer lugar, porq ue da dos los análisis efect uados, se
hacía ine vit able retoma r ciertas afirmaciones . En seguida, por que un há bito sólo se
adquiere repiti endo, reite ra ndo , en un co nti nuo recom enzar progresivo. C uando
se nos repite la mism a cosa solemos descubrir la importancia de un a enseña nza que
se asimila de maner a grad ua l.
El tex to de ciertos ca pítu los fue complementad o con refere ncias bibliográficas.
En ellas se le indican al lector algunas ob ras o artíc ulos m uy ap ropiados para pro ­
fundiz ar en los temas trata dos en la guía.
Por último, es necesario puntu alizar qu e un ejer cicio de ap rend izaje o un pro ­
cedimiento de inv estigació n siemp re plantea n problemas específicos que no pu e­
de n ser resueltos con las prescripcion es que se enunci an en un a guía . A nte seme ­
jantes problemas, el método más eficaz consiste en recurrir a la propia imaginación,
en ben eficiarse de los consejos y de la exp erien cia de los especia listas y en justificar
a plenitu d ca da un a de las de cisio nes to madas . En definit iva, esta guía pro d ucirá

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un efecto óptimo si se la usa como soporte de trabajo y no como un model o rígido
o un libro de recetas. Ante todo, el objetivo de la obra consiste en ayudar al estu ­
diante a que consolide su autonomía y a que descubra procedimientos propi os.
Esta guía no es más que un medi o complementario qu e puede emplea r el estud ian­
te para alcanzar resultados deseable s, esto es, la producción de trabajos de un a
mejor calid ad .

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Primera parte

Los saberes prácticos

Capítulo 1

Cómo elaborar un informe de lectura

Uno de los primeros ejercicios que se le pide a un estudiante universitario con­


siste en que se aplique al análisis concienzudo y comentado de una obra. Las ven­
tajas de este ejercicio son múltiples y lo conducen a descubrir los trabajos de un
autor, a apreciar los matices de su pensamiento, a ponerse a tono con la ciencia, a
asimilar nuevos conocimientos, a familiarizar se con maneras de hacer, con méto­
dos de trabajo y con procedimientos de análisis.
El joven inve stigador suele estudiar obras que le son sugeridas en las aulas uni­
versitarias mediante la elaboración de informes de lectura. Es evidente que se trata
del mejor ejercicio para que el estudiante adquiera un saber y se inicie en los
requerimientos de los procedimientos metódicos y rigurosos, aguce su cap acidad
crítica y desarrolle su autonomía intelectual.
El objetivo de este capítulo consiste en presentar los requerimientos que plan­
tea la redacción de un informe de lectura. Una vez se precise en qué consiste este
ejercicio intelectual (apartado 1), se brindarán algunas recomendaciones que per­
miten realizarlo de manera adecuada (apartado 2). Tales recomendaciones toma­
rán dos formas, a saber: la exposición de un procedimiento metódico y sistemático
de trabajo, así como la indicación desprevenida de algunos artificios eficaces. El
capítulo será ilustrado con dos ejemplos de informes redactados conforme a las
recomendaciones prescritas (sección 3). En un recuadro se recapitularán los prin­
cipales logros adquiridos gracias a la lectura de este capítulo.

1. En qué consiste un informe de lectura

La finalid ad principal de un informe de lectura consiste en presentarle al lector


eventual la tesis y la argumentación centrales que se sostienen en una obra, tratan­
do de resaltar su interés o banalidad, la fuerza y las lagunas de esta tesis y de esta
argumentación y, en consecuencia, de la obra objeto de análisis.
El informe de lectura representa un medio eficaz de difusión del saber en los
medios en los que se practica la investigación, porque pone al corriente al lector
del contenido y del interés de una obra sin que este último tenga que conocerla de
manera exhaustiva. Se trata de un medio que permite mantenerse al día, reseñar
un máximo de obras (o de publicaciones) en un tiempo mínimo, en una época en
que el volumen de la producción científica sobrepasa por mucho las capacidades
de lectura del especialista más dedicado. En esta s condiciones, puede decirse que
se trata de uno de los medios más eficaces para incrementar la productividad inte­
lectual del investigador.

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El informe de lectura es un ejercicio que exige una atención enorme, mucho
rigor, un gran esfuerzo de síntesis y un espíritu crítico desarrollado. También re­
quiere de parte del reseñador un buen conocimiento del contexto en que se pro­
dujo la obra evaluada, un dominio mínimo del perfil intelectual de su autor o
autores, y una comprensión amplia y profunda del debate (teórico, metodológico,
historiográfico y político) en el seno del cual se inscribe la obra.
El informe de lectura se diferencia del simple resumen de lectura por la distan'
cia relativa que debe tomar el reseñador en relación con la obra objeto de evalua­
ción. En efecto, el informe de lectura no consiste en una mera repetición conden­
sada del contenido de un libro. Mediante su práctica se trata más bien de acceder
a la estructura fundamental de un libro, de establecer sus propiedades distintivas,
así como algunas de sus características no perceptibles a simple vista: la tesis que se
desarrolla, la intención del autor, la progresión de su razonamiento, entre otros
aspectos. Esta distancia relativa supone que el reseñador domina varios niveles de
lectura, de los cuales aquí se tratarán tres, a saber: lectura de asimilación, lectura
de comprensión y lectura crítica. Más adelante, en este capítulo, se tratará por
separado cada uno de estos niveles.
Un buen informe de lectura suele dividirse en tres partes. En la primera se sitúa
la obra; en la segunda se la analiza minuciosamente, develando su contenido; en
la tercera se la valora.

2. La redacción de un informe de lectura

La asimilación de un procedimiento metódico de trabajo . . .


De entrada, hay que declarar que no existe un método universal por excelen­
cia, superior a los demás y aceptado por el conjunto de los investigadores para
preparar un buen informe de lectura. Sin embargo, la experiencia demuestra que
en la gran mayoría de los informes de lectura se encuentra un conjunto de caracte­
rísticas comunes. En el procedimiento que se propone en estas páginas se toman
en cuenta estas características recurrentes, de manera ordenada, siguiendo 'un pa­
trón lógico que va de lo general a lo particular.
Primera parte: contexto y origen de la obra
En la primera parte de un informe de lectura se debe ubicar la obra objeto de la
reseña, así como a su autor o autores, identificando los objetivos y los límites que
éstos le fijaron a su proyecto y el camino que eligieron para realizarlo, precisando
los aspectos distintivos de la obra.
Ubicar una obra de manera adecuada significa en primer lugar identificar el
tema que aborda. En este caso, la finalidad consiste en precisar de qué trata el libro,
cuál es el asunto general del que se ocupa el autor de la obra, cuál es el tema
fundamental que se expone y debate en la publicación.

22
En segundo lugar, ubicar un a obra de manera adecuada supone brind arle al
lecto r una cierta cantidad de infor mació n ace rca del contex to en que la misma se
produjo. En estas condicion es, es necesario precisa r a qué público se dirige la obra;
en qu é coyuntura políti ca, social o intelectual fue preparada; de qu é corr ien te teó­
rica, metodológica o historiográfica la resca ta su autor.
Ubicar de manera adecuada al autor de una obra significa, llegado el caso,
indicar por qu é un a obra - que bien puede haber sido preparada por uno o varios
autores- posee por el hech o mismo de la au toría indi vidu al o colec tiva un interés
n uevo y singular, así com o un a orientación original.
Identificar los objetivos y precisar los límites que el autor le fijó a su proyecto
y el camino que eligió para realizarlo significa, en primer lugar, destacar la perspec­
tiva elegida por el autor para acercarse a su objeto de est udio, definir su marco de
aná lisis, y delimit ar el espacio pertine nte de su argume ntación . Significa también
reconocer el proced imiento que utilizó el autor para adelantar su dem ost ración.
Por último, significa escla recer las opciones básicas que funda men tan la gestión
intelectu al del auto r: sus mé todo s, sus proce dimientos de aná lisis, el tipo de prue­
ba, el ton o de su texto, entre otros aspectos . La ide ntificación de los obje tivos y la
prec isión de los límites de un a obra son cond iciones indispensables cuando se de­
sea evitar come ntarla en función de criterios insostenibl es y ligeros que traiciona n
el proyecto del autor.
Precisar las particularidades de una obra significa resaltar aquellos rasgos que
la carac terizan y diferencian , impri miéndo le origina lidad, pertinen cia e inte rés.
Segunda parte: esquema y análisis de la obra
El objetivo de la segunda parte de un infor me de lectura consiste en introdu cir
al lector en los procedimientos de razonamiento y en el contenido de la obra.
Idealmente esta segunda parte se descompone en tres subseccio nes que corres pon­
den a un nú mero eq uivalente de párra fos:
• desen trañ ar la tesis que se desarrolla en la obra;
• identificar el hilo conduc tor y las diferen tes artic ulacio nes de la demostración
realizada;
• establecer el desarrollo grad ual de la argumentación, cuida ndo de d iferenciar
10 esen cial de lo sec unda rio.
En esta parte el reseñador le presentará al lector las principales hipótesis formu­
ladas, los puntos fuer tes de la de mostración , la origina lidad y audacia de las aseve ­
racione s, la profundidad del análisis, la agudeza de las observacio nes, la pertinen­
cia de los ejemplos y el alcance de las conclusiones. Co mo es ape nas natural, la
extensión de un inform e de lect ura depende del espac io de redacción que se le fije
al estudia nte.
En esta segunda parte, el joven investigador debe ser respetu oso en extremo
con el razonamiento del au tor y con la complejidad de su argum entación, evita n­
do caricaturizar y trivializar sus tesis y sus análisis. De hech o, debe busca r un eq ui­

23
librio en tre la síntesis y los ma tices, resalt ando la riqu eza de los argumen tos. De ahí
que el informe de lectura de una obra exija del reseñador una comprensión profun­
d a del documento que tiene entre sus manos.

Tercera parte: balance y evaluación crítica de la obra


En la tercera parte d e un informe d e lectura se incluye el balance y la evalua­
ción crítica de la ob ra. Durante la prepar ación del bal ance y la evalua ción se debe
ser respetuoso de los obje tivos y límites qu e el autor le fijó a su proyecto cien tífico.
El fundamento del balance consiste en la ev alu aci ón crítica e inteligente de la
obra. La ev aluación de un libro debe ser algo más que una sarta de intenciones
ind ulgentes, fútiles y obseq uiosas.
En esta tercera parte resulta crucial resaltar de modo claro y conciso los siguien­
tes aspectos:
• lo q ue deb e retenerse d e la ob ra reseñada, y
• aquello por lo que la ob ra merece o no ser leída; en ot ras palabras, se tr at a de
seña lar sus puntos fuertes y sus pun tos débiles.
En un primer pá rr afo el estudiante precisará de q ué mod o la obra ev alu ada
representa un ap orte a la comprensión de un asun to intelectual, o bien a la
pro fundizaci ón de un deb ate teórico o metodológico. El joven investi gad or esta­
ble cerá en qu é sentido la obra aporta una respuesta a los problemas planteados en
el or igen por el au to r o presenta perspe ctivas nuevas e n relación con el debate en
qu e se in scrib e.
En un segundo párrafo el joven investigador incluirá una apreciació n global y
crítica de la obra. La apreciació n puede apoya rse sobre los aspectos propios de la
obra (en este cas o se trata de una evalu ación interna) , o bien en la perspectiva
exte rior a ella (se habla entonces de una evalu ación externa). N ad a impi de qu e el
reseñador ex plote ambas posibilidad es. En el caso de una evalu aci ón interna, el
reseñador se interrogará sobre asuntos tales como: ¿Plantea el autor de manera
clar a los problemas en su obra?, ¿su arg ume n tación se funda menta en infor ma ción
confiable ", ¿sus obje tivos y razon amientos se plante an y de sa rrollan de manera
lógic a y coherente ?, ¿sus co nclusiones so n originales? y así por el estilo. En el caso
de una evaluación ext erna, el estud iante evalu ará la ob ra en relación con el aporte
de otros tr ab ajos de temática similar o en los que se aplica una aproximación
metod oló gica comparable.
H ay qu e pre cisar qu e también se pu eden formular algunos juicios críticos de
manera puntual, en lugares diferentes del final de un informe de lectura, para lla­
mar la a tención sobre un a laguna, un a co ntradicció n , una incohe re ncia, un error,
un gaza po o una errata.

... y conocer ciertos secretos

Si la asimil aci ón y el d ominio de un procedimiento metód ico de trabajo es una


condición ne cesari a par a la red ac ción de un informe de lectura, el co no cimien to

24
de algunos secretos que brinda la experiencia contribuye a mejorar la calidad ge­
neral del ejercicio, en contenido y forma.
Antes de la lectura
Contrario a lo que se piensa, el trabajo preliminar a la lectura atenta e integral
de la obra reseñada es muy importante y en ciertos casos determinante.
Resulta esencial conocer al autor de la obra reseñada, aunque sea de manera
somera, a través de sus trabajos, de los temas sobre los que escribe, de su carrera
intelectual, de las redes intelectuales a las que pertenece, entre otros aspectos. Se
trata de asuntos que pueden dar cuenta de varias características internas de la obra,
tales como el tono del texto, el estilo, la aproximación metodológica elegida, los
asuntos que aborda, el tipo de prueba que utiliza. Una obra de Condolezza Rice
sobre la intervención militar estadounidense en Irak no puede ser evaluada de la
misma manera que un trabajo sobre la materia escrito por un tercermundista decla­
rado o, aún más, por un universitario que, sin adhesión partidista precisa, se propo­
ne considerar todas las facetas que supone un análisis matizado.
Es cierto que no siempre es fácil encontrar información sobre el autor de una
obra. Sin embargo, se puede salir del trance explotando diversas fuentes de infor­
mación incluidos los recursos de Internet que permiten hallar el nombre de un
autor mediante motores de búsqueda conocidos (Google, Yahoo, Altavista,
Infomine, entre otros). Piénsese por ejemplo en la nota biográfica que aparece con
frecuencia en las solapas o en las páginas introductorias de un libro . De la misma
manera, se puede echar mano del catálogo electrónico de las grandes bibliotecas
que en la "rúbrica" autor presenta de manera más o menos exhaustiva la lista de
obras publicadas por el mismo . También se puede recurrir a la bibliografía incorpo­
rada por el autor en la propia obra objeto de la reseña, donde es frecuente que
aparezca una lista de los trabajos (publicados o inéditos) del mismo. Por último,
algunos repertorios y diccionarios especializados, por ejemplo el Diccionario biográ­
fico y bibliográfico de Colombia en dos volúmenes (Bogotá, Editorial Águila, 1939),
presenta información biográfica de una multitud de autores más o menos conoc í­
dos'. Es indudable que un investigador diligente siempre tendrá a su alcance un
diccionario de nombres propios. Por último, debe recordarse que algunas grandes
bibliotecas poseen catálogos centralizados de notas biográficas que pueden ser de
gran ayuda para el estudiante.
Una manera rápida de identificar el tema de una obra, de desentrañar con
precisión las intenciones de su autor, de identificar la metodología que utiliza, de
conocer el público al que se dirige y de tener una idea del plan de trabajo que sigue
y de la articulación de las partes del libro, consiste en leer de manera atenta la
introducción. Una buena introducción suele ofrecer y justificar este tipo de infor­
mación. La lectura juiciosa de la introducción es el requisito indispensable de una

1. Ver en el capítulo 2 el apartado titulado 'compend ios biográficos', en la sección denomina­


da "Un a cibercaja de herramientas documentales".

25
lectura comprensiva de un libro. En ciertos casos, esta lectura de la introducción
puede complet arse con el an álisis minucioso de la tabl a de con tenido, sobre tod o si
ésta apa rece det allada.
Por últ imo, an tes de em prender la lectura integral de la obr a, el estudiante
advertido tendrá en cuen ta un conjun to de detalles insignifican tes a primera vista,
tales como la fecha de publicación de la prime ra edición de la obra, qu e permite
identificar la coyun tura política, social e int electual en la cual el libro fue escrito; la
colección en la qu e fue publ icado, que revela los límites ed itoriales del proyecto
del autor (una obra publicada en un a colección existe nte debe conformarse a cier­
tas exigencias que influyen de manera decisiva en su conte nido y forma); los traba­
jos citados en las referenc ias, que dicen mucho ace rca del esfuerzo de investigación
del autor y de l tipo de información con el cual dec idió prepara r su obra.

Durante la lectura
El estudia n te encargado de reseñar un a obra de be practicar tre s niveles de lec­
tura para pene tra r de modo ade cuad o el con te nido de un libro. Co n la experiencia
este trabajo puede hac erse de un sólo golpe.
En el primer nivel de lectura se asimila el con tenido de la obra. A quí el objeti­
vo central consiste en en tender, en informarse, en saber escucha r al autor. Despu és
de esta lectura, el estudian te de berá estar en capacidad de responder a la siguien te
pregunta elemental: ¿Al fin de cuentas, qu é es lo que sostiene el au tor en la obr a?
Este prime r nivel de lectura debe con du cir a un "desciframiento" de la ob ra, traba­
jo impor tan te qu e permite la iden tificación de las principales afirmaciones que
figuran en los encabezamien tos de los párrafos, alrededor de las cuales se estru ctura
y se desa rro lla el objetivo; la iden tificac ión de las pruebas qu e fundamen tan aque­
llas afirmaciones; la localización de las incoherencias de la argumentación; la an o ­
tación sistemática de los errores, de las erra tas, de las faltas de est ilo, de las frases
pesadas, entre ot ros aspectos . En lo posible, el estudiante debe reconstituir la arm a­
zón de cada uno de los capí tulos en hojas apa rte, resumiendo en un a frase o con
un a palabra clave lo esencial de un párr afo, de un bloque de párrafos, o de un a
sección. Este trabajo resulta fundame n tal, pues pe rmite que nada se olvide y hace
posible diferen ciar de modo inm ediato lo esencia l de lo acceso rio. En el ejemplo de
lectura de asimilación que figura en la págin a siguiente se presenta un ejer cicio de
desciframiento.
En el segundo nivel de lectura la finalidad consiste en comprender los pro­
cedimientos seguidos por el a utor, en reconocer y acep ta r sus opciones e in ten­
ciones, en ca pta r la lógica de su argu mentación y de su demostración. Al final de
esta lectura el estu diante esta rá en capacidad de respon der las siguien tes pregun­
tas: ¿Cómo se las ingenió el autor para en unciar sus ide as? ¿Q ué ca mino tomó
par a alcanza r su objetivo ? ¿De qu é mane ra circunscri bió su propósito ? ¿De qu é
premisas part ió? Esta lectura compre nsiva le per mit e al joven inve stigado r acce ­
der a la estructura de la obra e insta larse en el corazón del pensami ento del auto r.

26
Lectura de asimilación y tr abajo de desciframiento de un texto!

Enca bezamiento [N o cabe d uda qu e du rante las réca das de 1940 y 195 0, la pobla­ Id

de párrafo ció n de Q uebec pudo be ne ficia rse de am biciosos prog ra mas te Id

seguridad y asiste n cia social implemen tad os por el go bie rn o fede ­


ral y a los cu ales co n trib uyeron finan cieramente las prov inc ías.]
1cr elemen to de De ert e modo , a partir de 1940, cie rta s categor ías de tra bajad ores 15
prue ba q ue se se hall ab an fue ra de la prod ucció n económi ca pud iero n <p
accede r a benefici os de segur o contra el desempleo . Por su lado, a
2.10 eleme n to pa rtir de 194 4, las familias con n iños a cargo pud ieron beneficiarse
de su bsidios familiare s. A partir de 1951, las per son as mayores de
Jer ele me n to 70 años pud ieron disponer de pres tacione s de segurid ad para la
vejez, y las pe rso na s entre 65 y 70 a ño s, de subsidio de asisten cia a
4'0ele me nto la vejez. Los ciegos y los inválidos, po r su parte pu die ro n be nefi­
cia rse , a partir de 1951 y de 1954, resp ectiva mente, de una a mplia­
)'0 elemento ció n de los c riteri os de ad misi bilida d a los progra ma s de asiste nci a
fina ncie ra que se les reser va ron . Por último, a pa rtir de 195 9, las
per sonas nec esita d as y desprov istas de e mple o , pu die ron contar
Concl usió n del co n los be neficios de asiste nc ia al dese mpleo . [H ist óri cam ente,
párra fo todos estos progr amas tuvieron po r co nsec ue ncia la disminu ción
de la parte de los riesgos inher entes a la vida di ari a y favo rece r el
con su mo de bien es por pa rte de categorías sociales con dificultades
pa ra adquirir en el mercado las co ndicione s de su re producción.]

[Sin emba rgo, a comienzos de la década de 1960, los d at os fun da­


me ntales relacion ados co n el pro ble ma de la de pendencia eco nó ­
Encab eza miento mica no cambi a ron en rea lidad e n la pro vincia .] En efec to , más
de párrafo d el 30% d e la pob lación continuó pad eciend o la insufici encia de ¡fue n tes?
ing resos y, en consec ue ncia , a vivir e n el ni vel de la po breza . Si se
1er elemento de utilizan o tro s c rite rios par a medir el nivel de vida , resul ta que la
prueba pro porción de indi viduos y de hogar es qu e vivían mo me nt áne a o
regularm ente e n sit uació n de po breza c reció h asta sob repasa r, par a
2do elemento de cie rtas ca tego rías de ed ad, el 50%.
pr ueba
[Las razones de est a sit uaci ón son múltiples. A quí se enumerarán
aq ue llas q ue se hallan asociad as co n la adm in ist ració n de los pro­
Enca bezamiento gram as para asegu rar los niveles de ingreso de la población] . De
de párrafo est a mane ra, e n es ta época, los monto s asigna dos a los program as
ex iste n tes de seg uridad del ingreso e ran muy bajos; sobre to do,
1" elemento de esto s montos no se h alla ban ind exados al cost o de la vida . En
pru eb a cie rtos casos, los crite rios d e ad mis ibilida d a los beneficios fuero n
particul a rmente restrictivos, al punto de q ue un gra n nú me ro de
2do ele me n to de indi vidu os y hogar es pe rma neciero n exclu idos de los be neficios
prue ba de los progra mas. Po r último y e n virt ud de múlt iples razones, un a
de las cua les se relacio na co n la du dosa idoneidad de los fun cio­
3'" elemento de narios e nca rgado s de ad min istrar y coord ina r los pro gramas de
pr ueba asiste ncia socia l, el acceso de los indi vidu os y de los hogar es a las
prestaciones se mantu vo muy de sigua l e n tre las regiones, las ciu­
Co ncl usió n del dad es y los pueb los. [En co njun to, los program as par a aseg ura r los
párr afo niveles de ingres o, tal co mo fueron impl ementados en Quebec a
co mie nzos de la década de 1960, perman ecie ron in ad ecu ados
par a resolve r el muy import ante proble ma de la insuficiencia de
los ingresos en la pro vincia ].

2. La re visión técnica de este rec uadro est uvo a cargo del señor Petcr Preminger, Ad min ist ra ­
do r de Em presas de la Unive rsida d de Mia mi (Flo rida) .

27
Es la condición indispensable para tomar la famosa distancia con relación a la
obra, de la cual se habló antes. Tal distancia le permite al estudiante alejarse del
texto, evitándole caer en el resumen y en el riesgo de traicionar el proyecto del
autor, su razonamiento o su estrategia de demostración.
En el tercer nivel de lectura se trata de examinar la obra de manera crítica.
Esta lectura le permite al estudiante responder a las siguientes preguntas: lcuál es el
alcance y la envergadura de las ideas sostenidas por el autor?, «lónde radica el
valor e interés y también las debilidades de sus tesis? ¿En verdad su esfuerzo es
original, novedoso y estimulante? Por este camino, aprovechando los resultados de
sus lecturas precedentes, el joven investigador logra una evaluación pertinente,
matizada y fundamentada de la obra.
Al momento de laredacción
Llegado el momento de redactar un informe de lectura importa observar tres
principios:
1. En primer lugar, hay que reflexionar. Una mala reseña es casi siempre el fruto
del trabajo de un estudiante distraído que lee sin asimilar ni comprender las
páginas que devora, alguien que no permite que su lectura se decante antes de
concentrarse en la escritura, y que redacta de forma mecánica su texto creyen­
do que la observancia inflexible de un método de trabajo puede eximirlo de un
esfuerzo de inteligencia.
2. Enseguida, es indispensable utilizar un diccionario ideológico para encontrar
la palabra justa y el matiz apropiado y para imprimirle belleza a la expresión
escrita.
3. Por último, se trata de que el reseñador cuide su propio estilo, busque la sín­
tesis y se esfuerce siempre por situar de modo adecuado al lector en relación
con el desarrollo de su propio texto. Esta puesta en escena puede efectuarse
recurriendo a ciertas frases consagradas por el uso. Por ejemplo: "El asunto
de que trata esta obra es..."; "El objetivo del autor es:"; "Esta tesis se descom­
pone en... partes"; "En el texto reseñado se destacan los siguientes resulta­
dos:", entre otras.

3. Ejemplos de reseñas

Para ilustrar las recomendaciones precedentes, se plantearán dos ejemplos de


informe de lectura en las páginas que siguen. Mientras el primer ejemplo se basa en
un texto corto, el segundo trata de una obra en el pleno sentido de la palabra. Con
el deseo de maximizar el efecto didáctico, se han señalado, al margen de las dos
reseñas, los ítems más usuales del contenido de un informe de lectura. Hay que
precisar que estos ejemplos no son modelos perfectos, sino que representan más
bien, de una manera simple, formas adecuadas de realizar el ejercicio.

28
Antes de terminar, se impone hacer una observació n. Desde hace un cierto
tiempo ha venid o multiplicándose el número de obras colectivas. Se sabe que una
obra colec tiva nunca es fácil de reseñ ar, dada la frecu ente heterogeneidad de los
tex tos que la componen. Sin emb argo, se ofrecen dos posibilidades al joven inves­
tigador, a saber: proceder de man era convencion al, dest acand o la contribución de
cada uno de los autores al tem a central de la obra , o bien señalar un cierto número
de subtemas que informan acerca de la materia del libro, matizand o el aporte de
algunos texto s en relación con uno o varios tem as.

3. Maurice Le Noblet Du plessis (1890-1959) , primer ministro de la Provincia de Q uebec en


dos ocasiones, de 1936 a 1939 y de 1944 a 1959. Su gobierno se caracterizó por las posicion es
nacio nalistas frente al gobierno fede ral de O ttawa y la defens a de ideas políticas co nservadoras.
4. Ap elació n peyorativa utilizada por los in telec tua les progresistas op uestos al régimen de
D uplessis y por los historiadores fra ncocan adíe nses de los años 1960 y 1970.
5. Nombre dado al gobierno progresista lidera do por el primer minist ro liberal [ ean Lesage
(19 12-1980). Durante su gobiern o, de 1960 a 1966, se adelan taro n importantes refor mas estr uct urales
del Estado.
Las no tas 3, 4 y 5, corr espondientes al recu adro de la página siguiente,fuero n preparadas con la
asesoría del profesor Roch -Ch arles Little, de l De partamento de H isto ria de la Universidad Nacion al
de Co lombia, Bogotá.

29
Reseña de un texto corto*
Robe rt , [ea n-Cla ude . Du Canada [tancais au Québec libre: hisroire d'un mouvemem indepéndantisre [Del Canada fra ncés al
Quebec libre : his to ria de un movimiento ind epend en tist a], Pa rís, Flamrnarion, 1975, 323 p., ma pas, biblíogr., pp . 199-206.
Reeditad a co n el título "La Révolution rranqu ille", e n: Le Québec en rexres, 1940-1980, tex tos compilad os y prese ntados por
Géra rd Boismenu, Laurent Mailho t et [acques Rouíllard, Montreal, Boréal Exp ress, 1980,574 p., c uadros, cronol., biblíog.,
pp . 207-213.
C ontexto y ori ge n

Géne ro del te xto (ind ica En este texto de sín tesis prepar ad o so bre todo para un púb lico francés,
los límit es del texto)

Competenci as de! au to r [e an-Cla ude Robe rt , histori ador reconocid o y autor de va rias obras sob re la histor ia d e Q uebe c
y la de Mo nt rea l,

In te nción de l au tor y se propone determina r y defi ni r las pri ncip ales ca racterístic as de la Revolución Tranqu ila,
te ma q ue a borda episodio célebre de la hist or ia rec iente de Quebec.

Su obje tivo es tr iple y consi ste en identificar los principales cambi os que se prod ujer on en el
Obj e tivos específicos del seno de la soc ieda d q uebeq ue nse desde 1960 ha sta 1966, en destacar las d iscon tinuid ades
text o apa re nt es entre e l pe riodo de la Re voluci ón Tr an qu ila y e l del régimen d e D uplessís' : ade más
propone una cronología d e los aconte cimie n to s que pautaron la Re volución T ranq uila.

T ipo de an álisis El a utor ad el anta para e ste pe riodo un an álisis qu e es de script ivo e n lo esencia l y una
in terpretaci ón ba sta nte clásic a.

Int1uencia de la El te xt o de Robe rt fue preparad o en un a coy u n rura po lítica y social ca rac te rizada por la
coyunt ura sobre los efer vescenci a de un n acionalismo agresivo y el asce nso de l proyec to auronomista q uebeq uense,
asuntos que se tra tan y se insc ribe e n una corriente hist or iogr áfica que se propo ne dar cue nt a del la rgo proce so de
afirmación de la so ciedad quebequense com o socied ad dist inta e ín tegra.
Esquema y aná lisis

Tesis propuesta Par a Robe rt, la Revoluci ón Tr an quila es "e l conjunto de transformaciones que experimen tó la
provincia de Q ue bec entre 1960 y 1966".

Desarr ollo de la tesis Según Robert, estas transformacion es so n de tre s tipos, a sabe r: la crecien te responsabi lidad co n
la que los q uebeq uense s se intere saron por los asuntos de su gobierno, la a firma c ión de un
plura lismo ideológico y e! ad venimien to de un nu ev o nac iona lismo .

Estas tr ansfo rmac iones distingu en de man era clara e! per iodo 1960-1966 con respec to a los
H ilo co nducto r años a nt eri ores, calificad os de manera ca ricatura ! aunq ue significa tiva como los añ os de la
"Gra nde N oir ceur" (Gran O scu rida d)'. Lejos de hab er surg ido de l azar, estas tran sform ac iones
fue ron provoc adas por nuevos sec tores soci ales que logra ron de splazar a las ant iguas élites.

Para Robert, las cara cte rísticas más sobresa lientes del peri od o 1960-1966 son la intervención
cad a vez mayor d el Estado en ma teria de desarro llo ec onóm ico y socia l, la voluntad de
democ ra tizar la vida po lítica , en pa rt icu lar la apertura de la cultu ra qu ebequen se a la cult ura
francesa, la decade ncia d e la rel igió n y la eme rgen cia de un nuevo na cional ismo combat ivo . La
Elementos esenc iales de Re vol ución Tranqui la ' fue pautad a por vari os acontecimien tos impo rtante s qu e re velan su
la argume nt ación ca rácte r renovador (adveni m iento de los libe ra les al pod e r, a parició n de l1lSo[ences du [rere Uruel
["Insole nc ias del Fra ile Fu lan o d e T al"], co misión Pa renr, inauguración de la Délé¡;ationgénémle
du Québec [Delegación G enera l de Qu ebec] e n París, naciona lizac ión de la electricid ad ). Este
movimien to fue sofocado a parti r de 1964.
Bal ance

Del tex to de Robert se desprende la co ncl usión de qu e con la Re vo lución T ranq uila se in a ugura
Princ ipa les en seña n zas una n uev a fase de la evoluc ión histór ica de Q ue be c. Est a fase se ca ra cte riza po r la in terve nción
del te xt o crec iente \' generalizad a del Estad o y por la voluntad de los q uebequcnscs de aseg ura r y asum ir
su destino colectiv o.

* Véanse [as notas de este recuadro en la página ant erior


30
Res eña de una obra completa

Létoumeau,[ocelyn. Reseña de K. J. Rea, The Economic History of Ontario, 1939-1 975, Ta ranta,

University ofTo ronto Press, 1985, Revued'hiscoiredel'AmériquefraTlfaise, vol. 40, n"4, primavera

de 1987, p. 618-622.

S ituac ión Esta obra es la prim era entrega de un a serie de tres volúme nes de próxima aparició n
de la o bra en que se trata la histo ria eco nómic a de Ontar io. En los dos volúmen es restantes se
considerarán periodos anteriores al que estudia el autor. Este tra bajo de sínt esis
Gé nero de
preparad o por un eco nomista prestigioso de la Universidad de Toronto se destina a
la obra
un público amplio. No es ave nt urado supo ner el aprecio q ue se le reservará, en
Asunto principal par ticular por los investigad ores deseosos de enco ntr ar, en una sola obra, un
qu e se tr ata pan oram a bastante co mpleto de las prin cipales facetas del desarrollo económico de
en la ob ra Ontario despu és de 1939.

El obje tivo q ue se propo ne el autor apa rece en un ciado con clari dad en el prefacio. A llí
Objetivo que se
se da cuenta de las principales caract erísticas del desar rollo eco nó mico de Ontario
propone
durante el period o 1939-1975, y se destaca el papel del Estad o en la organizaci ón y
el a uto r regulación de la vida económic a. Se dej ó de lado el apo rte del sec to r privado a este
desa rrollo. El objetivo del auto r det ermina la organizació n gene ral del libro. De o nce
ca pítulos (incluyendo las co nclusiones), tres se ocup an de la incidencia de disti ntos
factores al crecimiento económico ontariensc, cuatro trazan la evolución de los principales
sec tores de la acti vidad econ ómica de la pro vincia y otros dos destacan la importancia
Orga nizació n
creciente del papel del Estado en la administración de la mano de obra, la asignación de
gene ral
recursos y la regulació n econ ómic a. En el ca pítulo introductorio el autor esboza las
de la o b ra condicione s eco nó micas de Ontario dur ante la posguerr a. Allí seña la los princi pales
desafíos que hubieron de en frentar los elegidos de aquel entonces y recon struye algunas
posturas importantes que se defendieron en los debates púb licos.

En conju nto , la argumentación es sobre todo descriptiva. Ahí radica el principal mér ito
Metodolo gía del libro, de allí emana tod o su interés. El au tor evita fundamentar su objetivo en un
modelo explicito de a nálisis económico. Es claro que Rea no se propon e con struir su
tesis sobre una con sideración axiomática del funcion amiento de una economía nacional.
En la prácti ca, retom a las clasificaciones conv encionales que apar ecen en la mayoría de
Lím ites de la los manu ales de econ omía. S in embargo, este método en nada le resta int erés a la ob ra',
disc usión cuyo objetivo prior itario cons iste en informa r y docu mentar y no en in terpre tar y
deb atir. Muy prudente con lo que se propone, deplorando en todo momento la carencia
de pruebas concluyentes, el a utor se rehú sa a asumir un a posición q ue lo ob ligue a ser
tajante, El aspecto más evide nt e, que como es na tural apa rece con frec uencia, consiste
e n saber si la int ervención regulad ora del Estado ha tenido efectos positivos en el
c recimiento econ óm ico de la pro vincia. A unq ue uno de los supuestos de la época ­
inspirado en la aprop iación local de las ideas kevnesian as - se incl inaba por la tesis de los
efec tos positivos de la intervención del Estad o, el análi sis económico por su parte sólo
en rarísimas ocasiones llegó a demostr ar la realidad de estos efec tos.
Carac te rísticas
Escrita en un estilo sobrio, apoyada en una documentación procedente en lo esencial de
dis tintivas
archivos ministeriales, en informes de comisiones de estudio, en compilaciones estadísticas
de la ob ra y en estudios especializad os, la obra se halla enri qu ecida co n un índice provisto de
utilidad. El texto va acom pañado de cinc uenta y un cuad ros. Una bibliografía y algunos
mapas le hubieran permitid o sin dud a al lector visualizar la configur ación cambiante del
espacio eco nómico o ntariense. No obstante, la obra forma parte de una serie que incluye
una guía bibliográfíca (O IgaB. Bíshop er al., Biblíography oi Ontario HÍ5tOTy , 1867-1976:
Cultural, Ec o~omic, Pouucai, Social, 2 v. 1980) y un atla s histórico (R. Louis Gen tilcore
et C. Gra n t Head, Cntario's Híswry ín Maps, 1984).
31
La argumentació n que desarrolla el autor se organiza alrededo r de dos líneas directrices
qu e se entrelazan una y otra vez. Los puntos más destacados de esta argume ntación se
puede n resumir de la siguiente man era:
1. Después de la guer ra, Ontario, en particula r la región del Sudeste, consolidó su
posición co mo primer centro ind ustria l y financiero del Ca nadá. Varios fact ore s explic an
este fenómen o: un crecimien to dem ográfico con side rable asociado con mo vimientos
migrator ios, int ern acion ales e inrerprovinciales, bene ficiosos para la prov incia; un a alta
Tesis propuesta tasa de participación de la mano de obra e n las actividades rem uneradas, e n particul ar
de la mano de obra femenina; una exp ans ión del espacio eco nómico existen te, gracias
al domi nio de nue vas tecn ologías que posibilita ron la explotación ren table del potencial
minero y forestal de la provinc ia; un vol umen muy elevad o de inv ersiones privadas y
Ele m e ntos
públicas, en partic ular en el sector de la construcción residencial y come rcial, e n las
principales
infr aest ructuras de l transpor te y en la exp lot aci ón del potencial hid roelé c tr ico ; un
d e la demos tración aum en to co nstante de la demanda de bienes de eq uipamiento y ser vicios, expl icable
por el au men to de los ingresos reale s, por la mejo ra de las condiciones de la oferta y la
trasformación de las moda lidades del cons umo popu lar. Las consecuenci as que originaron
estas tendencias de fo ndo sobre la estr uc tu ra industr ial de Ontario fueron no tables. S~
produjo un cre cim iento cons iderable de l sec to r de los servi cios, del come rcio y de las
finanzas , así como del tu rismo ; un descenso relativo de las actividades asociadas con los
sec to res de la agricultu ra, la pesca y las pieles com o fuen te de ingreso s y de empleo; una
cons olidac ión de la importancia de las ac tividad es mineras y forestales, gen erado ras de
un desa rro llo notable en las regio nes ubi cadas más a l norte de la provincia ; el
manten imien to de la ind ustr ia manufactu rer a como fuente importante de e mpleo,
ingresos y valor agregado .
2. Dur an te el per iodo conside rado , la in tervención regul adora del Estado se manifestó
de modo gradual en casi todas las esferas de la actividad eco nó mica. Sin embar go , es
nec esario precisar que esta prese ncia del Estado tiene men os alcance en On tar io que en
o tras provincias. Entre los aspectos q ue confirman la importanci a adqui rida por el
Estado figura la búsq ued a de un cierto o rdenamie n to de las relacio nes intercapital istas
Tesis prop uesta por med io de la regulación de los mercados, el objetivo de admin istrar la mano de obra ,
la ampliac ión de la legislación labo ral, la fina lidad de ejerce r un contro l rela tivo sobre
las condiciones de ex plotación de las riq uezas naturales med ian te la insta urac ión de
medidas preven tivas, la política de regular ha sta cierto punto las condiciones de vida de
la población, asumiendo una parte de los costos in herentes a la reproducción de las
Elementos par eja s y de los particulare s (educac ión, sa lud , bienestar) . Según el autor, esta
pr inc ipales in tervención crecien te del gobiern o en la vid a económica y social tiene su origen en
d ela cuatro razones princ ipales, a saber: la «reivindicación crecie nte de Estado» por parte de
d emostració n casi todos los sector es soci a les, las presiones generadas por la indu strialización y la
urbanización, la determin ación de los árb itros púb licos on rarienses de resistir a las
pretensiones de l gobiern o federal, int eresado en asumir una res po nsabilidad cada vez
mayor en la organizació n de la vida econ ómic a , lo mismo que la idea cada vez más
exp and ida , en todos los sec to res de la soc iedad , d e la necesidad d e un a intervención
est abilizado ra del Estado, es deci r, lo q ue ot ros autores han llamado la difusió n de una
cul tura social estatista.
Ba la n ce cr ítico Aunque la obra de Kenneth Rea es una referencia ind ispensab le para apr eciar en sus
grandes línea s el desarrollo econ óm ico de Ontari o durante el pe riodo de la posguerra,
presenta un cierto n úme ro,de deb ilidades, sin relac ión necesa ria con el gén ero de la
obr a.
En primer lugar, el autor no relacio nó el desarro llo eco nómico de O n tar io con lo q ue yo
Prim e r aspecto
llam aría «la econ omía polít ica del federalismo rent able» en Canadá, ni con el ámb ito de
critic able competencia especí fica en e l cua l se int egra la provincia, ni con las gran des te ndencias
que se manife staron en est a época en el seno del espacio norteamerican o. En est as
32
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co ndi cio nes, e l de sarro llo eco nó mico de Ontario apa rece com o e l resu ltado de la dinámic a
de un cie rto núme ro de factores c apaces de prod uc ir creci miento en un espac io ce rrado
en la práct ica . A u nq ue se hi c ie ro n algu nas alusio nes al respec to , e n ve rd ad c are nt es de
sign ific ac ió n so bre la argu me nta ción principa l, e l hecho es q ue no se ade la n tó ningún
an á lisis esp ecífico sob re los e fec to s gene rados en el espacio eco nómico on tariense po r la
estrategia de crecim ie nto que desplegó el go bie rn o feder al al fina l de la Seg u nd a Gu er ra
m un di al. A de má s, e l desa rro llo ec o nó m ico de Ont ario cas i n u nca se rel acionó co n la
diná mic a ind us tria l pe c ulia r de la región d e lo s G randes Lagos (m ed io eco nó mico y de
compete nci a al q ue sin la meno r d ud a pe rt e nece e n lo fun dame nta l la provi nc ia) . Por
último, el de sa rro llo ec o nó mico de Ontario tampo co se ana liza a la luz d e la di visió n
eco nómi ca de l trab ajo q ue se im po ne a lo largo de l conti ne nte nortea meri cano d espués
de la G ue rra (e fectos ge ne rado s po r aq ue llo q ue va rios a u tor es han lla mado «in tegrac ió n
continenta l de pend íe nre») . De esta mane ra se de sco noc e toda la co n tribu c ión conceptua l
y ana lít ica de inv estigadores tales co mo Wall ace Clernenr, G le n Williams y David Wo lfe,
para nom bra r sól o a e llos. Au nq ue es indu d able q ue est e hec ho resul ta de una d ecisió n
del ibe rad a del a uto r, no es me nos c ie rto q ue tal opc ió n le imp ide ac ce de r a u n n ive l de
lectu ra más fino del desarro llo econó mico de On tari o y e mpo brece su a ná lisis emp írico .
En segundo luga r, no se e n tiend e bie n por q ué e l a u to r a na liza la «regul ación esta ta l de l
Segun do aspecto produ c to sa la ria l" en u n capítulo e n el qu e e l in te rés princ ipal gir a a lred edor de lo s
critica ble movi mientos de la po blac ión, la tasa d e particip a ción de la ma no de obra, su co mpos ició n
y dist ribuc i ón en los gra ndes sec to res eco nó micos (capítu lo 2) . El estudi o d e la a mpliació n
d el sist ema d e rel acio ne s ind ust riales y del pape l del Est ado en el establec imie n to de
nuevas no rmas sala riales y en la de te rm in a ción de las co nd ic io nes d e tra bajo podrían
haber sido tra tad os en u n capitul o inde pend ien te , d ada la impo rta ncia de es tos aspect os
e n e l ma rco de los esfue rzos de regulació n mac rosoc ial y macr oeconómica qu e de splegaron
las dive rsas insta nc ias de l gobi e rn o desp ués de la gue rra .
En te rce r lugar, el ca pít ulo 10, e n e l c ua l el a uto r se inter esa por e! papel eco nómico de l
Tercer aspecto
go bie rn o pro v incia l de ja al lec to r en las mism as. Es ind ud a ble q ue se t ra ta de un asun to
criticable m uy difíc il de domina r. S in embar go , e ra de espe ra r un a ar gu mentación más rica , por lo
me nos más sugestiva, sobre la d in ámica de la ex pa nsió n del gasto publico en sus com ie nzos.
El cr eci miento d e! pap e l ec onó m ico del gobi e rn o se inte rp re ta como e! resul tad o
im pr e visible de p resi ones coyu n tur ales y conti nge nc ias, pa ra las c ua les es im posible
e nco n trar e n la prác tic a un pr inc ipio coo rdi na dor, una coher en c ia de co nju n to. Qu izá e!
autor esté en lo cierto . Sin emb argo, un o qued a co n e l se ntimie nto d e qu e su int erpretac ió n
es más bie n el resultado de u na re nu ncia a l desa fío de com p re nd er, d e una reflex ió n en
exceso sup e rfic ia l co m pa rad a con e l proble ma pla n teado . En ningún cas o el Estad o se
conside ra co mo un a pa ra to qu e posee una c iert a a u to no mía institu cional y que ac túa de
manera positiva co n la mira de influir so bre las tende nc ias o de in ter ve nir e n la ori entación
del fu tu ro . Es proba ble qu e ia po breza del análisis efec tuado en el capít ulo lO se expli que
en la d eci sión del a uto r de limi ta rse a un a nál isis e m pírico srricco sensu , ye n su renu e ncia
a a p ro ve c ha r c ie rta s pro ble má ticas de sarro llad as por la cie nc ia pol íti ca y la so c io logía
conte mp oránea s. También p ued e se r q ue e l t ipo d e pr ueba qu e se co nside ra válido e n
est as dis ciplinas no sa tisfaga al ec onom ista incap az de re nu nciar de ve ras al pa radigm a d e
la cu anti ficación.
A porte En co nj u n to , la ob ra de Ke n ne t h Rea co nst itu ye u na base só lid a a par ti r de la c ua l es
principal posib le e m pre nde r nu merosos estud ios so bre la h ist o ria eco nó mic a d e O ntar ío , Si la
argumenta ción qu e a llí se des arro lla no es su ficie n te mente au daz, d ad a la gran prudencia
del a u to r, tiene a l me nos el méri to de establecer ciertos pun to s de refere n c ia q ue es
imp osi ble igno ra r. La o bra c u mplirá su objeti vo c ua ndo o tros a utores, más a fo rt un ad os,
decid a n in c ursionar e l un ive rso sie mp re ar riesga do de las inte rpre tac iones ap o yánd ose
sobre la con tri bución de l au to r.

33
La elaboración de un informe de lectura
Objetivos del
Situar la o b r a Revelar su contenido Evaluarla
in fo r m e

Tem a de l libro .Cuál es la tesi s que se


Asunto especifico que Proceder al
plan te a e n la obra !
aborda el a utor bala nce:
i Có mo la de sa rro lla e l a u to r
¿Qu ién es el au to r? ¿Se le -priucipales
(<<el autor: estruc tur a su
rec on oce como espe cialista aportes de la
tesis e n . .. partes»): «sigue la
En el te ma? O bse rvaciones obra .
siguiente progresión .. . » ; -evaluaci ón
so bre su ca rre ra «co mie nza e n primer lugar
intelectual. crítica (inte rna yl
po r. . . »)
¿Qu é in tenciones y o externa)
¿Cuáles so n los pun tos más
objeti vos se re vela n en su -aq uello qu e
de stacados de la
ob ra ! justifica leer o
Elementos argu me ntac ión (de staca r las
i A q ué pú blico se diri ge ? bien no leer la
p rinc ipales afirmaci ones y
d e in forma c ión ¿C uáles so n las opcio nes obra.
concl usiones -que, llegado

pa ra el
fun da mentales q ue el caso, ta mbié n co me n tará
lec tor sub yace n en su tr abajo el rese ñad o r).
(mé todos; procedimie nto s
d e an álisis; tipos de
pru e bas; estilo; to no del
te x to ; e n tre o tra s) ?
Carac ter ística s distin tivas
d e la o bra , por ejemplo :
¿pr esen ta una bibliografía,
índices, cuad ros?
Lími tes de la obra, tanto
los qu e se fija el prop io
au to r com o los que le fijan
las po lític as edi to riales.

In fo rma rse so bre el a uto r Pasos previos: A provechar


Lee r con de tenimiento la C o nce nt rarse en tres n iveles las lecturas
introdu cción de la o bra de lectu ra de la obra: prece dentes
A naliza r la ta bla de -Lectura de asimilaci ó n (iqué Consul tar en
co nt e nido es lo que dic e el a utor") caso nec esa rio
Secretos Exam inar la bibliografía -Lectu ra de comprensión una sín tesis
de la Ident ificar los autor es (écómo se las inge n ia para sob re el tema
práctica citados e n la ob ra decirlo ?) del lib ro, co n
Per ca ta rse de la fecha de -Lec t ura c rít ica (i c uál es el la fina lida d de
publicación de la obra y de valor y el alca nce de lo q ue eva lua r de
la co lecció n a la cual dice?) manera
pertenece ¿Cómo recordar tod os los ad ec uada su
Ide nt ificar el géne ro de l asp ectos impo rt a nt es ? co ntr ibució n,
libro : de síntesis, de Utiliza r el mé todo de palabras aporte y
di vulgación, ma n ual, obra claves pa ra rec onstr uir la originalidad.
teórica, co mpilaci ón, entre armazón de la argumentación
otros. desa rrollada por el autor
Tom a r a te n ta not a de los
as pec tos impo rtantes a
medid a q ue avanza la lectura.
Precauciones útiles al momento de la redacció n
. C uidar el est ilo Uti lizar un diccio na rio ideológico Implicar al lecto r en la
Prefe rir la eco nomía de pala bras tra ma

34
Capítulo 2

Cómo documentarse en la era electrónica*

Las tecnologías a las que tenemos acceso influyen de manera decisiva sobre
nuestras maneras de entender el mundo. Marshall MacLuhan mostró cómo la in­
vención del libro revolucionó de alguna manera el planeta, al facilitar el acceso al
texto y por ende al conocimiento disponible.'. De hecho, el paso del rollo de perga­
mino al libro se tradujo en el abandono de una cierta relación con el texto y con el
conocimiento. Como se sabe, leer un texto en un rollo O en un libro implica ma­
neras diferentes de "desplazarse" en el texto, formas distintas de apropiar su conte­
nido y de aprovechar la información. En el primer caso, se debe desenrollar o
enrollar el papel para avanzar o retroceder en el texto, con pocos o ningún punto
de referencia. Este procedimiento, que es largo y fastidioso, dificulta la tarea de
interrelacionar los datos contenidos en el texto. En el segundo caso, se puede abrir
el libro en la página deseada y colocar un registro en las hojas que se consideren
pertinentes. De esta manera, las posibilidades de interactuar con el conocimiento
se multiplican. Comparada con el libro, puede decirse que Internet representa una
innovación tecnológica tan radical como la que significó el libro en relación con
el rollo de pergamino. La utilización de este medio extiende, facilita y democratiza
de manera singular la circulación de la información. La utilidad de Internet es aún
mayor, pues le permite al usu ario interactuar con la información de una manera
que sólo puede equipararse con la imaginación de la persona que digita, hace clic
y navega. En la práctica, ya no hay límites para la socialización del conocimiento;
nuestra relación con el mundo del saber se ha transformado de modo irreversible.
Liberador en muchos sentidos , Internet es también un ogro que puede
devorarnos con facilidad -algunas veces puede engañar, cuando no se lo utiliza
con espíritu crítico-o De la mism a manera, Internet es un laberinto donde cual­
quiera puede perderse ; de hecho, la navegación en la red exige competencias es­
pecíficas. Esta exploración requiere del usuario una conciencia aguda de las ven­
tajas y de los inconvenientes de este medio". ¿Cómo puede el joven investigador
aprovechar los recursos de Internet sin caer prisionero en la red y sin ser ahogado
por la masa documental que allí se encuentra?

* La profesora M a rgarita Amaya de Heredia , de la Univer sid ad Nacion al de Colombia,


adela ntó gen t ilme nte la rev isión técnica del presente capít ulo .
1. Marshall Ma cLuhan , La galaxia Gutenberg: génesis del "Horno Typographicus", trad . d el in­
glés por Juan Novella, prólogo de Javier Echavarría, Barcelona, Círculo de Lectores, [1998] [1962],
441 p., biblíog., 22 cm . C ol. Bibl ioteca Un iversal. En sayo contemporáneo .
2. Laura J. G ura k , Cyberliteracy: Navigating ¡he Internet with Awareness , New H aven (Conn.),
Yale University Pre ss, 200 1, 194p., il., bibl iog., indexo

35
El objetivo de este capítulo consiste en conducir al estudiante a aprovechar los
recursos de las grandes bibliotecas donde se conservan considerables colecciones
de documentos en soporte papel yen soporte electrónico. Para lograrlo, se presen­
ta un método de búsqueda documental en seis etapas (sección 1). El método que
se describe a continuación tiene por objeto permitirle al investigador iniciado apro­
vechar los bancos de datos informatizados y los recursos de Internet a los cuales
tiene acceso de manera continua. Por lo demás, en el contexto de la revolución
cibernética contemporánea, se le indican al joven investigador algunos secretos
que le permitirán optimizar su trabajo en las bibliotecas y aprovechar las ventajas
de Internet (sección 2). A sabiendas de que una de las claves de acceso a los
recursos documentales de las grandes bibliotecas es el conocimiento de las princi­
pales obras de referencia, de indizací ón y de recuperación de la información que
allí se encuentran, incluidos, claro está, los documentos electrónicos, se propondrá
una lista que, aunque incompleta, resulta suficiente para facilitar las búsquedas del
investigador principiante en ciencias humanas. Esta lista se presenta bajo la forma
de una "caja virtual de herramientas documentales" y se incluye al final de capítulo
(sección 3).

1. Un procedimiento metódico para recuperar la documentación

En relación con un tema determinado, lcuál es el procedimiento que debe


seguirse cuando se trata de elaborar una bibliografía, preparar un balance crítico de
la literatura científica pertinente que se ha producido o simplemente actualizar los
conocimientos?
Existen numerosísimas opciones. Aquí se sugiere un procedimiento en seis eta­
pas, de las cuales las tres primeras son las siguientes: la formulación precisa de un
tema de investigación (primera etapa); la definición de un conjunto de conceptos
que expresen toda la riqueza del tema y de su problemática subyacente (segunda
etapa); una estrategia documental mediante la cual se logre aprovechar la variedad
y la complementariedad de los diferentes herramientas de trabajo disponibles en
las bibliotecas, incluida Internet (tercera etapa). Este procedimiento inicial halla
su culminación en las operaciones siguientes: el acopio minucioso de la informa­
ción documental (cuarta etapa), el análisis de la misma (quinta etapa) y la evalua~
ción del proceso de búsqueda documental en su conjunto (sexta etapa). En la
página 59 se presenta una sinopsis de las diferentes etapas del procedimiento
descrito.

Las etapas iniciales de la búsqueda documental


Primera etapa: la formulación precisa de un tema de investigación
Antes de emprender una investigación documental es indispensable fijarse un
objetivo. El punto de partida de este objetivo es un tema que ha sido tratado de
modo preliminar. (Aquí pueden aprovecharse las recomendaciones que se ofrecen

36
en el capítulo 11 de esta guía, relacionadas con la definición de un tem a de inves­
tigación) .
Desde un punto de vista documental , la etapa de la formulación del tem a con­
siste en escribir un primer enunciado del tem a de investigación . Tal enunciado
debe ser tan preci so y conciso co mo sea posible. Es preferible expr esarlo en una
frase, máximo en un as pocas líneas. Así por ejemplo:
• "Formas de ayuda mutu a para mujeres víctimas de violencia conyugal";
• "La au toim agen en los niños que han sufrido malos tr at os".
Los términos emple ados en el enunciado deben ser significativ os. Por esta ra­
zón se recomienda err adicar las palabra s vacías de contenido y los conceptos utili ­
zados en sentido figurad o. En suma , un inve stigador que elija par a su trabajo un
título confuso o poco significativo se expone a que su enunciado no pueda ser
reseñ ado en la masa documental. Se recomienda que el investigador adq uiera el
hábi to de formul ar su marc o teóric o (estructura conceptual) en lengua inglesa,
dado qu e la mayoría de las bases de datos se diseñan en el mundo angloparlante.
Hay que subrayar que para recuperar la inform ación , ciertos sistemas documentales
se apoyan de manera exclusiva en las palabr as del título, como oc urre con algunos
comp endios en CD-ROM o en ciert as bases de datos en línea.
Segunda etapa: el establecimiento de un marco teórico (plan de conceptos)
En la eta pa siguiente se conside ra un tema de inve stigación en sus múltiples
facetas y problemática de fondo. En est a segunda etapa se trata de est ablece r un
marco teórico adecuado para el tem a, que sea susceptible de expre sar la riqueza de
la probl emátic a asociada, con apoyo en el enunciado origina l del mismo tema
(ejemplo: "Las formas de ayuda mutua para mujeres víctimas de violencia conyu­
gal"). En poc as palabras, se busca establecer correspondencia en tre un tema - y la
probl emática de inve stigación asociada- y un conjun to de palabras claves? torna­
das del lengu aje corriente. El asun to consiste en inv entariar, mediante las palabras
claves pertinentes, los diferentes aspectos del tema y de la problemátic a de investi­
gación, a partir de los conceptos que se le oc urren al investigador.
Aunque el vocabulario de las ciencias humanas y sociale s continúa sin ser nor­
malizado , hay qu e esforzarse por elegir términos prec isos mediante los cuales pueda
darse cuenta de los aspectos del tem a y de la problemática selecc iona dos . El crite ­
río qu e debe observarse es qu e serán nec esarias tantas palab ras clave s como signifi­
caciones figuren en el enunciado del tema y en la problemática de la investiga­
ción. La prudencia es de rigor para controlar las diversas acepciones de los térm inos
empleados según las disciplinas, las áreas geográficas y las lenguas, pue s en las cien ­

3. Las palabras claves co rresponde n a descriptores de ord en temático, onomástico, geográfico,


a nombres técnicos y vern áculos, en tre otros, que son caracte rísticos o representativos de un texto y
que han sido recuperados en bases de datos mediante la aplicación de técnicas de norm alización .
[Com unicación personal de la bibliotecóloga Cle lia Maverly Castíblanco Su árez, de la División de
A rch ivo y Co rrespo ndencia de la Universidad Naciona l de Colombia. Bogotá, 2007-0 1-28] .

37
cias humanas y socia les es frecuente qu e un mismo concep to abarqu e signific acio­
nes diferentes.
En las palabras seleccionadas deb e reflejarse el contenido de la pregun ta que se
plantea, así como la información que se desea obtener. Se seleccionarán todos los
sinó nimos posibles; de la misma manera, si hay lugar para ello, los términos en
español y sus eq uiva lentes en inglés, en francés y en otras lengu as.
El marco conceptual que podría generar el en unciado pre liminar de l tema de
investigació n ("Las formas de ayuda mutu a para mujeres víctimas de la violencia
co nyuga l") figura a manera de ejemplo a continu ación.

Formas de ayuda mutua para mujeres víc timas de violencia conyu gal
A. Primer grupo de conceptos B. Segundo grupo de conceptos
En español En inglés En francés En español En inglés En francés
gru pos de self-he lp gro ups groupes muj eres batter ed worn en femmes
ayud a mu t ua d'entra íde go lpea das victimes de
vio lence
grup os d e mutua l suppo rt gro upes de maltrato a la wife abuse femmes
apoyo sout ie n esposa battu es

red de ayuda he lp ne two rk ís) réseau nature l maltrato a la ab use o f wo men fernrnes
mujer viol entée s
Los esfue rzos orientados a precisar y a enriq uece r el voca bulario y los concep­
tos pertine ntes a la definición del te ma nu nca son inútiles, a pesar de las dificulta­
des que plantean. Esta lista de palabras clav es, aunq ue imperfecta en su versión
preliminar, debe brind ar acce so a la documentación disponible sobre un tema. Las
palabras claves funcionarán como tér minos de búsqu eda al mom ento de utilizar las
herr am ien tas de recu peración de inform ación.
A partir de est a etapa, se recomien da selecc ion ar y consultar algun as obras
básicas, por ejemplo diccionarios y encicloped ias de ca rác te r especializado", dispo­
nibles con frec uenc ia en soporte electrón ico, pa ra asegura rse que el campo con­
ceptual de la problemática de inv estigación ha sido cubierto en su totalid ad y de
modo adecuado . De la misma maner a, llegado el caso, se revisarán los títul os y los
encabezados de capítulos de las obras especia lizadas, seleccionadas o localizadas
grac ias a los artíc ulos que figur an en dicciona rios y enc iclopedias. H a de notarse
que la búsq ueda en Interne t -que se in icia justo desde el mom en to en qu e se
esta blece el marco teórico- , siempre apor ta informació n suplementaria y la posibi­
lidad de establecer vínc ulos pertine ntes' . Dicho lo ante rior, es necesario prec isar
que en esta etap a el objetivo no consiste en elaborar una bibliografía exha ustiva ,
sino en imprimirle un carácte r definitivo a la lista de palab ras claves.
También merecen examen otras variables cuya formulac ión puede contribuir a
fijar mejor los límites del objeto de estudio e influir en todo el proceso de investiga­
ción documen tal. La lista de preguntas que figura n en el cuest ion ario de la página
siguiente le ayudará al inv esti gador a dete rmina r ciertos itinerarios docu mentales
que deben ser exp lorados o desca rtados desde el co mienzo y lo estimulará a em­
prend er un aná lisis adic iona l de su objeto. Es eviden te qu e estas variables no se
aplican de manera au tomáti ca a tod as las inv estigacione s; más bien, se propone
conside rarlas, con la finalidad de asegura rse q ue el cubrimie nto de la documenta­
ción esté de ac uerdo co n el en uncia do del te ma y co n los distint os aspectos de la
problemát ica selecc ionada.
Al responder estas preguntas, el investigador se verá obligado a precisar e in­
cluso a redefinir, en ciertos casos de mod o radical, la formulación inicial de su tema
de investigación. Según las partic ularidades de la prob lemática selecc ionada, le
surgirán otras pregun tas que también deberá responder. Convien e recordar qu e
esta opera ción de definición y red efin ici ón del tem a se vuelve más productiva

4. En la sección "Una caja virt ual de herramien tas doc umen tales", (p. 67-76) se ofrecen
referenci as precisas .
5. Como se sabe, los motores de bú squeda más popu lares son: Go ogle, Yahoo, A lta vísta, entre
o tros. El invest igad or deseoso de ac ceder de ma ne ra inm ed iata a listas de sit ios más esp ec ializados
util izar á mot o res d e búsq ued a o rientado s d e prefere ncia a la prod uc ci ón cie nt ífica : Infomine
(infornin e.uc r.ed u/) , Academ ic Info (www.academicinfo.ne t/ table .h tm l) . Reso urce G uide for So ­
ci a l S c ien c e s (w ww .j is c. ac .u k /subje c t/ so scil) , Gu ide s to S p e c ia liz ed S e arch E n gin e s
(www.searchabi lity.com ) .
Algunas di recc ion es electrón icas que se ofrec en en este capítu lo y má s en gene ral en esta obra
so n de libre acceso, o tr as req uieren suscri pción . En este últi mo caso , se recomienda al joven investi­
gad or averiguar si las biblio tecas instituc io na les de q ue es mie mbro cuentan co n la susc ripció n co rres­
po nd ien te. [N . del T ] .

39
cuando se la somete a la crítica de personas con experiencia en documentación.
Las grandes bibliotecas del mundo ofrecen a sus usuarios los servicios de asesores
aptos para ayudar en este sentido a los jóvenes investigadores.
El itinerario descrito en esta segunda etapa puede parecer laborioso; sin embar­
go, resulta indispensable, puesto que los esfuerzos invertidos en la definición del
tema serán recompensados en las etapas ulteriores. Debe quedar claro que la bús­
queda documental depende de los objetivos que se le han fijado a la investigación.
Mientras mejor y de modo más preciso se enuncie el tema, más fácil será la búsque ­
da documental.
Tercera etapa: La búsqueda documental propiamente dicha
Una vez conocidos los diversos componentes del tema, seleccionadas las pala­
bras claves y establecido el marco teórico, se aprovecharán las numerosas obras de
referencia, de indización y recuperación de información, en soporte papel o en
soporte electrónico, que se conservan en las bibliotecas. Estas herramientas de
trabajo brindan la clave de acceso a la documentación que allí se conserva. Sin
embargo, su utilización no se hace al azar, al ritmo de lo que se va topando, dentro
de una lógica carente de una estrategia definida de búsqueda documental. En cier­
to modo, cada herramienta de trabajo brinda un "servicio especializado" (ver el
recuadro de la página siguiente), por ello tiene una importancia estratégica en
tiempo y espacio. Por regla general, el uso de estas herramientas de trabajo se halla
determinado por la lógica progresiva de la investigación documental (no se lee un
artículo de una publicación seriada antes de haber consultado un diccionario o
una enciclopedia) y por los problemas específicos que enfrenta el investigador en
su procedimiento documental.
De manera general, el procedimiento de búsqueda documental se hace confor­
me a la siguiente progresión lógica: se aprovechan los catálogos de las bibliotecas;
se consultan las enciclopedias, los diccionarios científicos y las guías de investiga­
ción; se explota la documentación ya constituida y se aprovechan ciertas obras de
referencia y de indi zación; se avanza en la investigación documental seleccionan­
do una buena obra; se completa la búsqueda documental explotando otras obras
de referencia.
Aprovechar los catálogos de las bibliotecas
Sea en tarjetas, en microfichas o accesible por computadora, el catálogo de una
gran biblioteca o de un centro de documentación sigue siendo el instrumento por
excelencia para acceder casi de inmediato dentro de los fondos documentales de una
institución. Presenta la ventaja de indicar los documentos disponibles en el lugar.
La revolución cibernética ha cambiado de modo crucial las condiciones de la
búsqueda documental. Así por ejemplo, si antes un investigador deseaba encon­
trar información sobre el tema de la "autoimagen de los niños maltratados", debía
consultar la tabla de materias y el índice de todas las publicaciones indicadas bajo
la rúbrica "Niños maltratados". Así, al tratar de localizar documentación acerca de
"autoimagen de los niños maltratados", consultando el catálogo de una biblioteca,

40
J: tJ r~" . o ;· ." . Dr:.

Variables para cu brir un campo do cumental


1. ¿Ne cesito una d o cumentación co rrie n te o P ubli ca ci on es gu bernamentales []
recien te ? r] Artícu los d e prensa []
¿N ecesi to un a docum entaci ón retr ospec ti va o O t ro (s):___ []
h istóric a ? [] Documen tación a ud iov isual [1
¿Me son su ficien tes las pu blicacio ne s del últi m o D ia posit ivas []
a ño , de los cinco o d e los d iez últim os a ños ? [I Pel ícu las [1
Pe riodo qu e deb o cub rir: [] V id eos [J
Fotografías []
2. ¿Exis ten unos límites geográficos pa ra mi tem a ? [J O t ro (s): _ _ []
¡ La documentac ión so bre e l tem a ex istente en D ocu mentac ión ca rt ográfic a []
Bogo t á es s ufic ient e ? [1 D ocum entaci ón e lec tró n ica [1
zona (s) geográ fica (s) : [] S itios In ternet [J
O rra ls) [] C D -ROM []
Bolet in es inform at ivos r]
3. zLa doc ume nt ac ión sólo se e nc ue ntra en c ie rtas Notas e lectrón ic as []
le nguas ? [ 1 G rup os d e di sc usión []
¿La docume ntación en len gua españo la es O tro s: []
sufic ie nt e? [J
O tr a (s) lengu at s) : [] 9 . ¿Q ué so port es de in fo rmació n parecen más
adec uados?
4. ¿La búsq ueda de in formación se insc ribe en P r éstam o de docu men tos or igin ales []
fron teras dis cipli na rias precisas' [J Foto cop ia d e artíc ulos []
Discip lina ís): [] Doc um en to s en mic ro fic has o e n mic rofi lme s [J
D oc umentos en línea []
5. Uso ; pre vistos d e la info rm ac ión : O t ro (s) [J
Trabajo para un cur so o par a una tesis de
d oc tor ado rJ 10. ¿La visita a asociacio n es, a o rgan ismos
Trab ajo de inves tigació n [ ) privad os , gube rna me nta les o se rnio fíc iales p uede
De c isi ón admin istrativa [ ] con tr ibui r a co mpletar mi búsq ueda d e
Interés pe rso na l/ profesio na l [ ] informaci ón? []
O t ro (s) uso (s) [ ] N om b res de las asoc iacio nes u organ ismos:
[]
6. ¿De q ué tipo es la in for mac ión de seada o
e fec tiva m en te e nco n tr ada ? 11. ¿P uede n pr everse d ific u ltades de ac ceso a
In form aci ón teórica [J los doc um e nt os? []
Inform ació n e mpírica [] ¿A q ué d oc umenta c ión pert in ente puedo
Infor m ac ió n h istó ric o [] acc ede r de in medi a to , e n su luga r de
Infor m ación esta d ístic a [J co ns erv ación , en mi bibliotec a o e n mi centro
Infor mac ión cie n tí fica \' técnic a [J d e do cu m en taci ón? [J
Inform ación d e divu lgaci ón [J ¿D e bo recu rrir al pr ést amo in terbibliorecario ? []
O t raf s) : _ [] ¿De bo d esp lazarme a otr as bibliotecas, ce n tr os
d e d oc umen taci ón, e n tre ot ro s lugar es ? [1
7. .S e p rivilegia rán las fue nt es pri m arias (ob ras
fu nd ame n ta le s, tex to s o rigina les, materia les 12. Restricc iones fin anci er as q ue deben
básicos) , o las fue nt es sec und a rias (a n á lisis, cons ide rarse []
co menta rios, es tudios de G 1SO, c rític as) ? [ ] Costos d e una búsq ued a bibli ográfi ca especia l []
¿T e ngo necesida d d e rea liza r u na sínt esis O un C os to s de la s so licit udes d e préstamo
an á lisis pro fundo d e los doc ume n tos pertine n te s? [] in terbi blioteca rio , de las foto co pia s de a rt ícu los
¿C uá l es la a m plit ud de la documen tación O d e lib ros, de la im presión d e d oc ume ntos
ex is ten te so bre el te ma ? [] e lec t rón ico s []
¿La informa ción es esc asa o a bund a n te ' [] O tro ts) cos ro (s). _ []
. ¿La docum en tación es t rad icional o elec t róni ca ? [)
13. ¿Q ué límites de tie mpo d eb e n co nsid er a rse ' [J
8. ¿Qu é tip o d e d ocumentos se privi legia rán ? ¿A l men os ten go el tiempo nece sari o pa ra
D ocu men tos imp resos [] ad ela nt ar mi investigación y prod uci r e l
Lib ros, m an ua les, tr at ad os [1 result ado q ue espe ro? []
A rt ícul os de pu blicaci o nes seriad as [] zQué pu edo razon ab lem ente rea lizar e n el lapso
In fo rmes de in vestigació n lJ que me he fija do ? [J
Mon ogr afías o te sis [J

41
Apr eciar la diversidad y la utilidad de las herramientas de búsqueda

Las obras de referencia se dividen en dos categorías, según el tipo de informaci ón que ofrezcan:
- Aquellas qu e brindan datos exactos, informaci ón propiamente dicha, ya sea una dirección, una
definición, una nota biográfica, una fecha, entre otras. Pertenecen a esta categoría los anuarios, los
diccionarios, las enciclopedias, los tratados, los manuales, los compend ios biográficos, entre otros.
- Aquellas que ofrecen los medios para acceder a la información brindando la referencia
bibliográfica del documento buscado. Es el caso de las biblíografías, de los índices de publicaciones
seriadas, de las bases de datos bibliográficos, de los catálogos de bibliotecas, ent re otros. En este caso, el
usuario debe cons ultar el docume nto reseñado (un artículo de una publicación seriada, un libro, una
tesis) para enc ontrar la información que desea.
Para facilitar la de termin ación de las herramientas de búsqueda por parte del investigador, resulta
fecundo reagruparlas en obras de referencia básicas y en obras de referencia complemen tarias. Las
obras de referencia básicas son las herramient as de trabajo que se utilizan con mayor frecuencia . Es
natural q ue se las consulte an tes que las obras de refer enci a comp leme n tarias; estas últimas son
empleadas de manera más esporádica y circunstancial. Resultan indispensables para ciert as búsquedas de
implicaciones documentales complejas; sin emba rgo, debe precisarse que para una búsqueda
det erminada, ciertas herramientas consideradas como complementarias pueden convert irse en básicas.
Por último, hay que tene r en cuenta que los t érminos seleccionados en el momento de plantea r el tema
de investigación determin an los tipos de obras de referencia que deben consu ltarse. Dicho de otra
manera, la amplitud de la investigación y la naturaleza de la información deseada inciden sobre la
selección de las fuentes de información que deben ser consultadas.
En el recuadro siguiente se presentan los tipos de herramientas de trabajo que los investigadores utilizan
de ordinario, en el marco de una gestión documental (estas herramientas son cada vez más accesibles por
medios electrónicos en la era de la revolución ciberné tica; a veces sin costo en Internet, a veces
consultand o bases de dato s digitalizadas de las bibliotecas) :
Herramient as Obras de refer encia básicas Obras de referencia complementarias
que ofrecen Diccionarios Tratados
información de Enciclopedias Manuales
manera directa Anuarios
Compendios biográficos
O bras de síntesis
Monografías
Herramientas Catálogos de bibliote cas Bibliografías de bibliografías
que ofrecen Guías bibliográficas (guías de BibliograRas generales
medios para investigación) Bíblí ograíías especializadas
acceder a la Índices de publicaciones seriadas Compendios de tesis
información Índices de prensa Compendios de publicaciones gubernamentales
Compendios de publicaciones de organismos
internac ionales
Compendios de publicaciones estadísticas
Compendios de materiales cartográficos
Compendios de documentación audiovisual
Compendios de pruebas, compendios de informes
Compendi os de recursos de Inte rnet

42
en la práctica se veía obligado a pasar revista de todas las publicaciones relaciona­
das con el tema de los niños maltratados, al no existir un encabezamiento más
explícito en el catálogo. La conversión de los catálogos tradicionales de las biblio­
tecas a sistemas accesibles por computadora ha disipado hasta cierto punto este
inconveniente. Multiplicando los puntos de acceso (mediante la computadora, la
búsqueda puede hacerse por autor, título o tema, y también por lengua, fecha de
publicación, subtítulo, entre otros) y ofreciendo el recurso de operadores de bús ­
queda booleana (que permite delimitar la recuperación al posibilitar la puesta en
relación de dos O más palabras claves) -ver el recuadro en la página 45-10s progra­
mas de gestión documental han aumentado de manera considerable la capacidad
de revisión y recuperación de información de los catálogos de las bibliotecas.
Dicho lo anterior, es preciso subrayar que si la tecnología facilita el trabajo de
los investigadores, éstos deben considerarla, ante todo, como una etapa en el ca­
mino de la consecución de una documentación que pueda consultarse en un mo­
mento dado, de manera efectiva y concreta, en el espacio laboral del investigador.
De hecho, los catálogos electrónicos permiten identificar casi de inmediato la exis­
tencia de una obra . Sin embargo, hoy por hoy no le proporcionan al investigador
un contacto material con el libro . Es verdad que un artículo de una publicación
seriada puede ser leído en línea; sin embargo, el monitor no ofrece la suficiente
comodidad visual para consultar la totalidad del texto de una monografía. Ade­
más, el espacio virtual creado por Internet no reemplaza el espacio físico de la
biblioteca, ni sus recursos documentales, ni la orientación y asesoría que ofrecen
sus empleados. La biblioteca es un lugar de encuentros e intercambios. Antes,
durante o después de una búsqueda por computadora, el investigador debería po­
der contar con el apoyo y las orientaciones de un personal competente.
Los tipos de publicaciones reseñadas en un catálogo varían de una biblioteca a
otra. En la mayoría de los catálogos se mencionan libros, informes de investigacio­
nes, monografías y tesis; algunos presentan también documentación audiovisual,
publicaciones gubernamentales nacionales y de organizaciones internacionales.
Aunque gracias a Internet, la mayor parte de los catálogos de bibliotecas se han
vuelto accesibles desde todos los puntos del globo, se aconseja que el investigador
adelante su búsqueda documental en la biblioteca de su universidad. La razón es
simple y consiste en que por lo general las bibliotecas adquieren para sus usuarios
derechos para acceder a servicios de Internet, poniendo a la disposición de éstos
una gran variedad de CD-ROM accesibles en línea"; hay que precisar que las bi­
bliotecas pagan por estos derechos. Dicho esto, es posible que una biblioteca, aun­
que rica en colecciones diversas, no posea todos los documentos que figuran en

6. En Quebec, la reciente inauguraci ón de la Gran Biblioteca (Grande Bibliorheque) agr ega


un corpus documental al que puede acceder el investigador interesado en la evo lució n histórica y
actu al de la sociedad qu ebequ ens e. En efec to , la Gran Biblioteca ofrece a su s usu arios la "Colección
Nacional" que reúne todo lo que se ha publicado en y sobre Quebec en el mundo, junto con todas las
publicaciones en que al menos uno de su s creadores es originario de Quebec, y todo ello de sde la
época de la Nueva Francia. Se puede acceder al portal de la Gran Biblioteca con la dirección
www.bnquebec.ca .

43
una lista bibliográfica resultante de una búsqueda electrónica, en cuyo caso será
necesario recurrir al préstamo interbibliotecario.
Precisemos por último que en la era electrónica las referencias bibliográficas
completas (autor, título, dirección bibliográfica, fuente, tipo de documento, len­
gua de la publicación) y los elementos que describen el contenido de este docu­
mento (resúmenes, palabras claves o descriptores) se convierten en otras tantas
claves que permiten acceder a la búsqueda de un documento particular, trátese de
un libro, de un artículo de una publicación seriada, de una tesis, de un informe, de
una película, entre otros.
Como es evidente, los catálogos de las bibliotecas no sólo ofrecen ventajas.
Una de las desventajas que presentan consiste en que brindan muy poca informa­
ción sobre el contenido de las publicaciones que analizan. Así, al momento de su
análisis, una obra sobre la historia de Quebec, con diez capítulos sobre diez temas
diferentes, no recibirá más de dos o tres palabras claves sacadas de las listas de
encabezamientos de materia en que se basa el catálogo temático de la biblioteca.
Para este libro en particular, los capítulos relativos a la historia de Gaspesia o de los
Cantones del Este no recibirán por fuerza de necesidad un tratamiento específico,
y por esta razón no serán recuperables en el catálogo.
Por lo demás, suele ocurrir que antes de emprender una búsqueda documental
se conozca muy mal el tema de la bibliografía que debe prepararse. El hecho de
consultar únicamente el catálogo de materias de la biblioteca (ilos más apresurados
ni siquiera imaginan la posibilidad de elaborar un marco te óricol) expone a una
percepción demasiado estrecha de un tema y, por consiguiente, a empobrecer la
búsqueda documental. Al final, el tratamiento del tema resulta comprometido. En
efecto, se debe saber que los catalogadores elaboran los encabezamientos de mate­
ria a partir de una lista de términos establecidos de antemano, y cuya función
consiste en cubrir el conjunto de conocimientos y campos de interés. Mediante
este vocabulario pluridisciplinario, los documentalistas analizan las obras que lle­
gan a la biblioteca y les asignan dos o tres palabras claves. En principio, el objetivo
consiste en hacer del catálogo algo práctico y coherente ; no podría ser de otra
manera, dado el volumen de documentos tratados. Sin embargo, esta operación
genera un vacío importante. Es natural que en los encabezamientos de materia se
omitan las dinámicas de los cuestionamientos intelectuales por medio de los cuales
los investigadores construyen su objeto, en razón del contenido enciclopédico de
estas herramientas de trabajo. Por esta razón, a pesar de ser indispensable, la con­
sulta del tema en el catálogo de materias debe tomarse como una actividad com­
plementaria de la búsqueda documental. Desde un principio, otras rutas deben ser
igualmente exploradas.
La consulta de enciclopedias, diccionarios científicos y guías de investigación
Una de las etapas iniciales de un procedimiento documental llevado a cabo de
manera metódica consiste en informarse de manera general sobre el tema de la
investigación, con la finalidad de enriquecer el marco teórico ya establecido y de
explotar mejor la búsqueda por tema.

44
termedio de bibliotecólogos que se desempeñan en las bibliotecas, o gracia s al apo­
yo de los profesores- ofrecen cada vez más, en formas a veces muy elaboradas, guías
de recursos bibliográficos dedicadas en particular a los jóvenes inve stigadores. Así
por ejemplo, el estudiante de arc hivística hallará en la guía preparada por la Uni­
versidad de Quebec en Montreal una lista de vínculos importantes, una presenta­
ción de las principales herramientas de búsqueda propias de su disciplina, una
tipología de los archivos, junto con la descripción de los servicios que ofrece la
División de Archivo de este establecimiento lO. Lo mismo ocurre con el estudiante
del Departamento de Historia de la Universidad de Laval, que puede consultar en
línea una "Guía de recursos en Internet'!".

Utilizar la documentación ya constituida y aprovechar las obras de referencia e


indi zación
Por fuerza de necesidad, encontrar una obra implica que por medio de ella se
encontrarán otras. De esta manera los títulos que complementan los artículos de
las enciclopedias y los diccionarios permiten constituir una primera lista de obras
generales y especializadas sobre un tema determinado. Consultar estas obras, la
mayor parte de las veces provistas de bibliografías más o menos exhaustivas, hace
posible el descubrimiento de otros títulos; de ahí en adel ante se repite el mismo
procedimiento que produce el efecto bola de nieve.
Sin emb argo, esta manera de proceder no agot a todas las posibilidades que
ofrece una gran biblioteca, puestoque comporta el riesgo de producir una acumu ­
lación enorme y desigual de títulos. Otro medio consiste en aprovechar tre s tipos
de obras de referencia, a saber: las bibliografías generales y especializadas (ver la
tipología que figura en el recuadro anterior, los compendios de indización, así como
los compendios especializados.
Las bibliografías generales presentan listas exhaustivas de títulos clasificados
por períodos cronológicos, territorios geopolíticos, grandes tem as (economía, so­

10. Disponible en la dirección www.archives.uga m.ca/. En la Univ ersidad de Laval (Qu ebec),
el sitio Icarish ("Iniciarion critique aux ressources Internet en Sciences Humaines" [Iniciación crítica a los
recursos de Internet e n C iencias Humanas], acc esible en la dirección www.f1 .ulaval. ca/icarishl)
tiene la finalidad múltiple de presentar a los estudiantes en cien cias humanas los recursos existent es
en Internet para las disciplinas respec tivas, indicarles los medios más eficaces par a localiza r y util izar
esos recur sos y fo mentar en ellos el espíritu crítico frente a esos recursos. Por otra parte y e n el mismo
sitio de la Universidad de Laval, se encuentra una rúbrica titulada "Ressources pour vous" [ q ue ofrece
listas co nside rables de títulos o de sitios que permite n al estu diante empr ender un a búsqueda docu ­
mental por disciplina, por tipo de documento o de información .
11. Disponible en la dire cció n www.hst.ul aval.calInternet /. Esta guía fue preparada po r Don ald
Fvson y comprende cu at ro secciones, a saber: un directorio virtual, donde se agrupan los vínculos
haci a las manifestaciones virtua les de organismos que presentan interés para los miembros del Depar­
tam ento de Historia ; una biblioteca virtual, donde se brind a acceso a ciertos recursos bibliográficos
importantes para los estud iantes de historia, a saber: los catá logos y los sitios Web de las bibliote cas, los
libros y las revistas electrónicas, los bancos de datos bibliográficos y algunas herramientas de referen­
cia; un archivo y un museo virtuales donde se presentan las fuent es elec trón icas en Internet: los
sitios Web de los archivos y de los museos, los documentos, imágenes y mapa s electrónic os, los bancos
de daros cu alitativos y las fuentes estadíst icas; por último, compendios de sitios Web especializa­
dos, donde se reagrupan los vínculos haci a divers os compendios Web especi alizados (páginas de

47
Los tip o s de bibliografías

En las bibliografías se presentan doc umentos sobre un tema determinado, según criterios múltip les
y variados . Las bibliografías pueden se r genera les o especializadas, en cu rso/ rec íentes'Io
retr ospect ivas, descriptivas' J o analíticas, nacionales o internacionales. C uando aparecen en soporte
papel, puede n presentarse bajo la forma de un documento autónom o, de un a serie de documentos,
del anexo de un do cume nto , o de un a parte de un documento. Cuando apa recen en so porte
elec tró nico co nsisten en ban cos (o bases) de datos que se presentan co n frecuencia bajo la forma
de CD-RüM. A con tinu ación se ofrece un a tipol ogía som era:

Bibliografía general Bibliografía esp ecializad a


Lista de pub licaciones en la q ue se Lista de p ublicac iones en la q ue se
reúnen toda suerte de tex tos sin reúne n tex tos que tratan de un solo
distinción de temas. tema o campo del conocimiento.
Bibl iografía en curso/re cie n te Biliografía retrospectiva
Bibliografía peri ódica en la que se Bibliografía en la que se reúnen y
present an y descr iben do cumentos a descrinem documentos pub licados
medida que se van pu blicand o. dur an te un período de terminado.
Bibliografí a d escriptiva Bibliografía analítica o co m en ta da
Bibliografía en la que sólo se presen ta Bibliografía en la que cada refer en cia
la referencia bibliográfica de los apaece seguida de un resumen o de un
documen tos. breve aná lisis.
Biblio grafía n acional Bibliografía internaci onal
Bibliografía qu e reúne y describe Bibliografía en que se reúnen y
documento s public ados en el te rritorio describen documen tos sin importar
de un país o de un Estado. el idioma ni el país.

ciedad , política, instituciones, cultura, en tre otros) y subternas. Descriptivas o co ­


men tadas, estas bibliografías se han compilado a partir de la recopilación sistemá ti­
ca de un a gran parte de la prod ucc ión científica relacionada con un período histó­
rico, una identidad nacional o una disciplina. Su consulta integral le permite al
investigador un conocimiento profundo de la doc umen tac ión disponible relacio­
nad a con un tem a. También lo instruye de man era implícita acerca de la orie n ta­
ción y la prod ucció n científica asociada con un tema o una disciplina 14.

12. Courzmres, en el original en franc és [N. del T ].


13. Signalétiques, en el original en francés [N. del T] .
14. Las bibliografías gen erales se presentan cad a vez más bajo la form a de ba ncos de da tos
informatizados. El estu dian te de historia se verá favorecid o co n la con sulta de los bancos: America:
Histo1"Yand Life, Historical Abstraets, Francis y, si se especia liza en histor ia ant igua, Lannée philologique.
El que se interesa por la lite ratur a o la lingüística puede dirigi rse a MLA Bibliography. El estudia nte
de economía tendrá que dirigir se a Econlit, el de sociología a Sociological Ab stracts, el de cienci as
políti cas a PAIS international y el de educación a ERIe. Las gran des bibliote cas ofrec en a sus
usuarios, en su sitio y clasificadas bajo diferentes rúbricas (discip linas, ti po de docum ent ación
an alizada , en tre otr os), la lista - a men udo considerable- de bancos de da tos a los que se encu en­
tra n abon adas.

48
Las bibliografías especializadas permiten ir todavía más lejos en la consulta de
los recursos documentales de una biblioteca de dimensiones considerables. En efecto,
estas bibliografías brindan listas de títulos clasificados por rúbricas y relacionados
con un sólo tema integrador: las ideologías, las relaciones de trabajo, los géneros de
vida, el mundo obrero, las mujeres, entre otros. Estas bibliografías son prepar ada s
de ordinario por especialistas en un tema y tienen la ventaja de reunir en una
publicación única de fácil acceso cientos de títulos cuya compilación resulta de
una larga y minuciosa búsqueda. La bibliografía especializada dispensa al investiga­
dor de revisar la producción científica existente, evitándole" reinventar la rueda".
De la misma manera, le brinda una idea bastante precisa de la abundancia o de la
esca sez relativa de los escritos sobre un tema. Sin embargo, es ne cesario tener en
cuenta que no existen bibliografías especializadas sobre tod os los temas o sobre
todas las problemáticas de investigación. Hay que subrayar que estos documentos
pueden presentarse en soporte papel o en soporte electrónico'>.
Es importante ech arle una ojeada a la introducción y al prefacio de las biblio­
grafía s especializadas, como suele hacerse con otros tipos de obras de referencia .
Este procedimiento instruye al in vestigador acerca del modo de empleo de la he­
rramienta que tiene en la mano y además le indica la metodología seguida en la
rec olección de los títulos, la amplitud de la investigación documental y los límites
de esta herramienta de trabajo. En el recuadro de la página 47 se le ofrecen al
inve stigador ciertos consejos qu e deberá poner en práctica an tes de utili zar una
obra de referencia.
El investigador puede descubrir una gran cantidad de publicaciones COrre­
lacionadas con un tema determinado a partir de las bibliografías generales y espe ­
cializadas que se pueden recuperar mediante las herramientas denominad as biblio­
grafías de bibliografías 16. Sin emb argo, para q ue esto sea posible se hace necesario
que el tema corresponda de manera aproximada a las rúbricas de clasific ación de
los títulos en los compendios bibliográficos; de lo contrario, el investigador corre el
riesgo de eternizarse en la consulta.

15. Ca da ve z más las bi bli og ra fías espe c ializadas LO ma n [a forma d e ba nco s d e d a to s


informati zados, tal como ocurre con Women's Studies International; Histor)' 01 Medicine in Pubmed;
Famib and Societ)' Studies Worldwide; Art ic and Antarctic Regions on Biblioline o Av ery Index ro
Architectural Periodicals.
16. En estos instrumen tos de búsq ued a se levanta el inve n tario de las bibliografías que ya han
sido co ns titu idas. Se ñalan las bibliografías qu e han aparec ido bajo la for ma de monografías o de
artícu los de pub licacio ne s seriadas. Ca d a vez más se enc uentra n en línea. El ca tá logo de la Bibliot ec a
Nacional de Quebec, hoy en día bajo la responsabilidad de la Grande Bibliotheque, per mite localizar
estos docu mentos.

49
Servirse al máximo de las herramientas de trabajo al alcance de la mano
Es aconse jable con ocer algunas pau tas generales sobre el uso de las he rra mientas de trabajo que se han
logrado identificar co n e l fin de aprovecharlas a l máximo. Estas pautas han sido to madas de la ob ra de
Ma rcelle Beaudiqu ez (Guide de bibliographie générale: méthodologie et pratique, nu eva edic ión revisada y
puesta al día, Munich , K. G . Sa ur , 1989 [1983 ], 277 p., bibliogr., col. "Bibliot heq ues et organ isrnes
docu mentaires") .
1. Leer las instrucciones de u so. Esta recomendación puede parecer infantil ; sin embargo , écu án tos
investigadores demasiado apresurados co nsider an inú til lee r las "In stru cciones de uso" q ue suelen ir en
el prefac io o en la introducción de las he rramientas de trabajo? En efecto , en las pág inas introduc to rias
de es te tipo de obras suele a pa rece r inform ación ind ispensable sobre las modalidades de uso de es tas
herram ientas. Los investi gadores q ue se to ma n el trabajo de co nsultar las instr ucci ones de uso a ho rran
tiem po y e nergía y se evita n no pocas frustrac iones y dese nca n tos. Sobra dec ir q ue las búsqu edas
realizad as so bre bases de dat os ta mbién exigen po r pa rte del inves tigador un conoci miento de las
modalidades de funci on a mien to y utilización de los herr amientas electróni cas q ue se van a consult ar.
C on frecu encia, estas informaciones.se hallan dispon ibles en línea en los sitios de la biblio teca, bajo la
rúbrica "G uía para el uso de las bases de datos".
2. O jear el con te n ido de la h erramienta. Antes de util izar un co mpe ndio, así figure en ve rsión
electrón ica, resulta pr ude nt e inve rtir algunos min utos e n su examen pre limin ar. Esta pa uta incl uye los
siguien tes aspec tos:
La ide nti ficación de los a utores ind ividuales o co rporati vos (edi tor es) que han in terven ido en

su elaborac ión;

el ex amen de las secciones de la obra (o de la base de datos), a saber: prefacio, introducción ,

tabla de materias det a llada , apéndices, list a de abrev iaturas usad as;

la consulta det allada de algunas secci ones de la obra, sea que aparezca e n soport e papel, sea

q ue aparezca en soporte electró nico (organización de l co nt enido , clasificaciones princ ipal y

sec unda rias, contenido de los índ ices y crite rios con los q ue se han co ns truido , ac tua lizac ión

de l conten ido, reed íci ón, entre otros aspectos) ;

la co nside ración del pe ríodo q ue a barca el co mpend io;

la identificación de l país de origen del co mpen dio y de los doc ument os en él cita dos;

la determina c ión de la na tu raleza de los documen tos indizados o reseñados (tipos de

documentos, le ngua en q ue se hallan escri tos) ;

la identificación de l nivel analítico de las referencias bibliográficas (si son co mpletas o

a breviadas y si brindan resúmenes de los docu mentos , en tre otros) .

3. Re conocer qu e pueden pr esentarse callejone s sin sa lida en una in vestigaci ón documental.


N inguna investigac ió n documental es por fue rza de necesidad prod uc tiva , exitosa o definitiva. Inclu so
puede suced er qu e la ca rencia o la escasez de información o bliguen al investigador a modi ficar su
tem át ica. La cons ult a aten ta de va rias herram ien tas de recuperación lo co nduci rá a recono ce r est a
situac ión.
4 . T omarse el tiempo necesar io. El tiempo emp lead o en el conocimien to y manejo de un a
herramienta documental es un a inversión a largo plazo. De este modo , el aprend izaje de las
mod alidades de utilización de un índ ice an alí tico e n línea de art ículos d e publicaciones seri adas en
len gua española, co mo por ejemplo, Fuente académica, colecc ión latinoamerican a suscrita en línea de
publi caci on es seriadas acadé micas y especia lizad as d e co noc idos edito res latinoamerican os y españoles;
esta base co ntie ne el te xto ín tegro de 150 revistas e n espa ño l, c uyo co nte nido lo prop orcio nan
edi toria les respe tad as en tod o el m undo. Se trata de una ope rac ión que se conviert e en un insumo para
toda investigación ulterior. En efecto , la mayoría de las herr am ientas de trabajo son suscep tibles de ser
ut ilizadas una y otra vez por el inves tigador , a condición de q ue éste las conozca y sepa manejarlas.

50
De allí proviene la util idad de los co mpend ios de indización de artículos de
publicaci ones seriadas (a vec es denominado s abstraets) y de los compendios de
indizaci ón de artículos de prensa. En estos compendios se efectúa una clasificaci ón
muy minuciosa de la producción científica, qu e tiene en cuenta los nu evos
cu estion amientos y problemáticas explorados por los inv estigadores.
D e manera general, los índices de publicaciones seriadas proceden de la
indi zación sistemática de los artículos que aparecen en un número determinad o de
publicaci on es seriadas selecciona das co n base en ciertos criteri os, a sab er: el lugar
de su publicaci ón (Canadian Periodicals Index / Index des périodiques canadiens,
A merica: History and Life), la d isciplina con la cua l se relacionan (Social Sciences
A bstracts, PsychInfo, Philosopher's lndex), o bien co n un ca mpo especi alizad o de
investigación (Women's Studies International, First Nations Periodical Index). U n gran
número de estos índices son ya acc esibles en línea o está n llamados a serlo en un
futu ro pr óxirno".
Los índices de publicacion es seriadas aparecen con intervalos regulares. Su ac­
tu alizaci ón es frecuente, lo qu e le perm ite al inv estigad or esta r a la vanguardia de
la pro d ucción científica corriente. Múltiples com pendios elec trón icos, articulad os
con preexistentes en sopo rte papel, seña lan artículos pu blicad os desde hac e 40 o
50 años, ofrec iend o de es ta manera una documentaci ón retrospectiva de car ácter
exhausti vo,
C iertos índices de publicaciones seriadas se llam an también abstt acts. Además
de brindar la referencia bibliográfica de los artículos, los abstracts proponen un
an álisis o bien un resumen de ellos. La presencia de un resumen de un artículo
aceler a el proced im ien to d ocumental del investigad or, puesto que le permite co­
nocer de manera instantánea el co n ten ido de un tex to . C iertos índices de publica­
cion es seriadas relacion ad os con un a disciplina ofrecen a veces resúmenes de diez
a quince líneas de extensión.
Además de los artículos de publicaciones seriadas, en ciertos índices se pre sen­
tan otros tipos de publicaci ones, a saber: tesis, informe s, libros, entre otros. Es el
caso del Bulletin signalétique, publicado por el C entro de Documentación en Cien­
cias Human as del CNRS (París), accesible en líne a gracias a la base de datos Francis.
Lo mism o ocurre con la herram ienta de indizaci ón denominada Historical A bstracts ,
qu e le permite al historiador esta blecer de manera muy rápida el estado de la docu­
mentaci ón relacionada con un tem a, y ello en múltiples lenguas.
En el momento de utili zar un índice de publicaciones se riadas o un abs traet, se
recomienda tener en cu enta las ca rac te rísticas particul ar es de est as herramientas
de t rabajo (ver el recuad ro de la pág in a 5 2).

17. De aqu í a algunos años, la mayor parte de las revistas cie n tíficas, si no todas, estarán
dispo nibles en sopor te electrón ico. Ya el co n tenido de un gran núme ro de revistas científicas es
accesible en línea, a partir de bancos digi ta lizados. El jove n in vestigador podrá darse cue nt a de la
amp litud de la documentación ex istente co nsultando los ba ncos JST üR, History Cooperative, PCI
FullText, ProQuest, Érudit , Project Muse, Repé re y ScienceDirect. H ay que mencionar que el acceso a
estos bancos es de o rdina rio lim itado a los usuarios adsc ritos a una bibliotec a. En los ca tálog os de las

51
Recomendaciones para la co ns u lta de los índices de publica ciones seriadas
1. Los índices de publi cacion es se riadas y los abstxacts, ya figuren e n soporte papel, e n C D- RüM
o en form a de base da tos accesibles en Int ernet de manera dir ect a, suelen incluir la lista de las
revistas q ue han sido ob jeto de desglose o aná lisis de co nte nido . Co n esta lista se puede verificar
si los ar tículos d e una publicac ión seriada determinada apa recen reseñados o a na lizados de
ma ner a sistemá tica en el compend io, o si este últim o presenta a la vez los artíc ulos de revistas
cie n tíficas y los artículos de otros tipos de revistas {cartas de inform ación electrónicas (/ettres
d ' information) o boletines informati vos (newsletters) , revistas divulgati vas o de carác ter popular,
entre otros}.
2. Del hecho de que el títul o de un compendio aparezca en inglé s (como oc urre con Sociological
Abstracts o PsychInfo), no se puede inferir que todos los artículos cit ados en su con tenido estén
escritos en lengua inglesa. Con frecuen cia, la reseña internacional de estas he rramientas permite
identificar artículos redact ados en otra s len guas, entre ellas el españ ol o el francé s. Sin embargo,
es necesa rio tener en cu enta que los resúme nes de los artículos escri tos origina lmen te en españo l
suelen ser preparados en la lengua del co mpe ndio.
3. Las bibliotecas y los ce ntros de doc umen tación no sie mpre se hallan abona dos a las revistas
citadas o analizadas en los índices de publicaciones seriadas o e n los abstiacts, La disponibilidad
de una publicación seriada en una biblioteca puede verificarse cons ulta ndo el ca tá logo de la
misma.
4. En buen número de índ ices o de absttacts la referencia a los títul os de las revistas se indica de
ma nera abre viad a, en aras de econo mizar espacio. Siempre se de ben pre ferir las abrevia turas
adoptadas de manera oficial por las' insti tuciones o los centros con cern ientes. Sin em bargo, los
títulos completos de las revistas puede n obtenerse consultando la "List a de las revistas
analizadas", que suele figurar al principio o al final del índice; así por ejempl o:
Anthropol. Soc.: Anchropologie er Sociétés

Cah. Socio. Dém. Méd. : Cahiers de sociologie et de démographie médicales

]. Amer Folk.: Joumal of American Folklore

5. Es necesario tener cu idado con las repe tic iones, pues una revist a impo rtan te pued e ser
ana lizada de manera simultánea en varios índ ices de publicacione s seriadas o de abstiacts. Por
consiguiente, artíc ulos idénticos podrían ser objeto de análisis en va rias de estas herr am ientas.
6. T ambi én es necesario prestarle atenc ión a la compl ementaried ad . Los artículos de
publicaciones seriadas poco co nocida s, co mo oc urre con frecu en cia con las revistas en lengua
espa ñola o fran cesa, no será n a nalizados sino en contadas herr ami en tas.
7. Por últim o, es ne cesario estar pen diente de las revisiones an ua les, qui nque nales e inclu so
decenales, Las revision es y reimpresion es anuales de los índice s de publicacion es seriadas le
ahorran al joven invest igador la co nsulta uno tras otro, de todos y cada un o de los números
individuales correspondientes a un año en particular. La mayor parte de los índic es o abstiacts
incluyen todos los temas tratados du rante el año en un índice que se conoce com o Arinual Subieci
Index o Cumulative Subject Index. Es evide n te que este aspecto no es pertinente cuand o se tra ta de
índices electrónicos en los que la pues ta al día de las referencias y de los asientos suele ser muy
frecuente.

grandes bibliote cas suele aparecer inform ación a los usuarios acerca de la existencia de una revista en
línea . Un a reflexión sobre el asunto de las revistas cient íficas en líne a aparece en: G érard Boismenu
y G uylaine Beaudry, Le nouveau monde numérique: le casdes revues universitaires, París, La Décou vert e,
2002, 178 p., bibliog., webographi e, co l. "Recherche/ La D écou verte".

52
Los compendios de indización de artículos de prensa co nstituyen un medio
de acceso a la información difundida en los principales diari os. La mayor parte de
los grandes diarios canadienses se hallan indizados en la base de datos CBCA Com­
plete (proquest.umi.com) . En nue str o tiempo, los diarios importantes publi can su
propio índice en línea. Una buena parte de la edición cotidian a de vari os diarios es
accesible en el sitio Web de la empresa de prensa correspondiente. En numerosos
casos, un mot or de búsqueda permite explorar los archivos de prensa'". Por lo ge­
neral, la lectura del artíc ulo archiva do se hace por co mpra en líne a. Dicho lo
an terior, las bibliotecas univ ersitarias obtienen a veces para sus usuar ios un dere­
ch o de acceso a los archivos de uno O varios diarios. Debe not arse que los números
an teriores a los años 1980-1990 rar a vez se hall an digitali zados.
Un a manera de accede r a documentación qu e puede co nfirmar de modo dire c­
to la pertinen cia de un tem a de investigación consiste en cons ultar ciertos com­
pendios especializados, tales como los compendios de tesis, los compendios de
publicaciones oficiales o de organismos in tern aciona les, los compendios de publi ­
caciones estadísticas, los co mpendios de documentación cartográfica y a udiov isual
o los co mpendios de pru ebas.
En los compendios de tesis aparece la lista exha ustiva de las tesis depositadas
en las universidades de diversos países durante un períod o determinado. El cono­
cimien to de las tesis co nsti tuye un aspec to muy impo rtante de la búsqu eda docu ­
mental. ¿Q uién no desea, de man era rápida, informarse ace rca de los trabajos
originales realizados en el ca mpo qu e le interesa? En ciencias sociales y h umanas,
las tesis de doc tor ado suele n contener un capítulo teórico y metodológico prepara­
do co n bastante rigor al q ue se agrega una revisión exha ustiva de la producción
científica perti nen te. Estas carac terísticas las co nvie rten en herramientas de preci­
sión para el investigador.
Las referencias bibliográficas de las tesis estadounidenses son accesibles en la
pu blicación en línea ProQu est Dissertations and Th eses (proqu est. umi. com). Por
último, va le la pen a tener en cuenta q ue por lo gene ral las descripcion es bibliográ­
ficas van acomp añadas de un resu men del contenido de la tesis.
Los compendios de publicaciones gubernamentales brind an acces o a una do ­
cu mentación rica, voluminosa y a veces descon ocida. Dada la importancia qu e
han adquirido las diversas ins ta nc ias de los gobie rnos en la organización y regula­
ción de las act ividades de las sociedades co ntem poráneas, la documentación de los
organismos públicos y semipúblicos parece indispen sable para todo aquel que quier a
tener la medida de la evolución del mundo o de los estados constituidos .
Los compendios d e publicaciones de organismos internacionales con­
ti enen do cu mentos de tod a índole que so n pu blicados po r esos o rga n ismos .

18. De la misma mane ra, ciertos bancos de datos tienen esta func ión, tal y como ocurre con
Eureka. En efecto , Eureka per mite realizar búsque das e n los d iarios, los semana rios, y las pu blicac iones
me nsuales canadie nses-france ses, canadie nses-i ngleses, y francófonos europeos, y ob te ne r incl uso el
día de aparición de l texto de los ar tículos.

53
Cada org an ismo suele publicar en línea su propio compendio anual y cumu ­
lativo ".
En los compendios (o catálogos) de publicaciones estadísticas se levanta el
inventario de documentos estadísticos disponi bles. Muchos datos son hoy en día
accesible s en línea bajo la form a de formato s electrónicos, susce ptibles de ser
visualizados mediante ciertos procesadores de palabra (Excel, por ejemplo) .
Los compendios de documentación cartográfica posibilitan el acceso a fuen ­
tes invaluables de inform ación tales como mapas geográficos, atlas, mapas anti­
guos, en tre otros. Se sabe que en estos documentos figuran multitud de temas y
fenómenos económicos, polític os, históricos y culturales susceptibles de ser repr e­
sentados en el espacio . Así, un a investigación sobre la situación de las mujeres o
sobre la de los indígena s puede ser enriquecida mediante la consult a de un atlas, tal
como el Atlas 01 A merican Women o el A tlas 01 North A merican Indians . Cad a vez
más se hallan disponibles en línea atl as, mapas, planos y fot ografías de interés
cartográfico". Hay que subrayar que muchas bibliotecas en el mundo ofrecen a sus
usuari os los servicios de person al especializado en información cartográfica. Este
personal sabe guiar con gran probidad al inve stigador en el uso de los compendios
y de los materiales cartográficos apropiados.
En los compendios de documentación audiovisual se clasifica, en función de
tema s muy precisos, la documentación disponible en soportes no impresos, tal como
ocurre con las películas, los discos, las grabacio nes sonoras, las diapositivas, los
conjuntos multimedia y los videos. Se trata de un a documentación que puede ser
consultada con provecho para fines investigativos. Además de la lista de docu­
mentos audi ovisuales que ofrece n las bibliotecas, algunos compendios le permiten
al investigad or localizar de manera rápid a un a producción a udiovisual muy
diversificada. La base David figura entre estos compendios. En la actu alidad, el
patrimonio de esta base de datos ascie nde a un as 80.000 referencias, que se
incrementan cada año en cerca de 2.500 correspondien tes a videocasetes, discos
comp actos y otros documentos audiovisuales de la más diversa procedencia en
todos los campos y para tod os los públicos. También existen en la Web los bancos
multimedia donde pueden ser telecargadas las fotografías, las películ as y los archi­
vos sono ros.
Por último , los compendios de pruebas permiten a los psicólogos, a los edu ca­
dore s, a los tra bajadores sociales, y aún a los especialistas del mundo del trabajo
seleccion ar y evaluar diversos instrumentos de medid a relacionados con las actitu­
des y los comportamientos" .

19. En el sitio Internacional Agencies and inforrnation on che Web, d iseñado y ac t ualizado por la
bibliot eca de la Universidad de Mich igan (www.lib.umic h.ed u/govdocs/in tl.html). se ofrece la di­
recció n electrónica de sitios o portales Internet de un gran n úme ro de o rganis mos inte rnacionales.
20. Un sitio (The World of Maps, www.maps.ethz.chl) comporta un gra n n úmero de referencias
a mapas en línea.
21. En psicología -disciplina en la que el uso de las prue bas es enorme- , los co mpend ios de
pruebas pueden ser localizados a tr avés de l banco de da tos Psychlnfo. En ciencias de la ed ucación se
puede recurrir a la base ERIe.

54
Ir más lejos en la búsqueda documental: saber elegir la obra adecuada
Una vez que ha compilado diez, veinte o treinta publicaciones gracias a las
herramientas de trabajo que ha examinado, al in vestigador le es necesario tod a­
vía seleccio na r aquellas publicaciones que utilizar á real y efectivamente para la
real ización de su búsqued a documental. El problema es simple: el investigador
no puede leer todas las obras, artículos y documentos que ha encontrado, puesto
que el tiempo no le alc anza. Sin emb argo, tampoc o puede ele gir de manera arbi­
traria las que retendrá con fines de consulta y lectura en pro fundidad. ¿Cóm o
puede resolver esta situac ión? Entregándose a un a observació n minuciosa de
cada una de las obras. También deberá buscar reseñas o informes de lectura.
¿Cómo saber si una obra ha sido objeto de una reseña cr ít ica, y cómo sab er
donde apareció esta reseña?
El mejor medio par a desentrañar est a información consiste en recurrir a los
compendios de reseñas . Esto s compendios permiten localizar en poco tiempo las
obras y publ icaciones que han sido reseñadas en diversas publicaciones seriadas
científicas u otras. Medi ante la comparación de dos o tre s informes de lectura de
obras, el investigador puede descubrir en poco tiempo cómo y h asta qué punto un a
obra en particular pu ede ser útil para el desarrollo de su trabajo .
Varias disciplinas poseen, en versión papel o en versión electrónica, su propi a
revist a especia lizada en la crítica de obras científicas, videos, proces adore s de pala­
bra, entre otros instrumentos. Entre estas revist as pueden cit arse Contemporary
Sociology: A ]ournal of Reviews, Anthropology Review Database, Revue canadienne
des camptes rendus en philosophie. Otros compendios más generales señalan las rese­
ñas qu e han aparecido en diferentes revist as científicas. Además de facilitar la re ­
cuperación de las reseñ as de obras, ciertas revistas de indi zación propon en análisis
(o resúm enes, o breves reseñas) de esas obras. En algunas ocasiones presentan
análisis originales, en otras , reproducen fragmentos de una reseñ a publicad a en
otra parte. Es el caso en particular de Book Review Digest. Como es lógico, la mul­
tiplicación del número de revistas disponibles en líne a por el can al de bibliotecas
digitali zad as -que permiten a sus usuarios acceder de manera muy rápida al conte ­
nido de sus números, a partir de un a palabra clave (auto r, titul o)- facilita en gran
medida la búsqueda de reseñas.
Junto con los abstracts, los compendios de reseñas lepermiten al investigador
alcanzar un conocimiento operativo y utilitario de un a parte de la documentación
que ha recuperad o o compilado . En estas condiciones, puede discrimin ar su docu­
mentación de manera informada, antes de haber leído integralmente las obras y los
artículos compilados.

Complementar la búsqueda documental consultando obras de referencia


alternativas
Varias obras útiles en diver sos senti dos permiten acumular otros detalles básicos
para documentar un tema. Así ocurre con los compendios biográficos, con los

ss
anuarios (cronológicos o estadísticos), con los compendios de organismos , con
los tratados y con los manuales. Est as obras se pueden encontrar con ayuda de
guías bibliográficas (o guías de investigación) y de ca tálogos electróni cos de diver­
sas bibliot ec as. Sin emba rgo, el investigador aveza do construirá muy rápido una
lista person al que utilizará en funci ón de sus nec esidade s pu ntuales.
Los compendios biográficos permiten obte ne r información biográfica sobre
person alid ade s vivas o muertas, person ajes hist óricos, autores imp ortantes, en tre
otros. Se dest ac an los diccionarios biográficos (estudio e historia de per son ajes co­
nocidos) de Who's Who, en donde se describ en los aspectos más dest ac ados de los
currículos de las personalidades más contemporáneas.
Existe una variedad considerable de Who's Who y de diccionarios biográficos
de alcance internacional (Current Biography, The international Who's Who, Who's
Who in the World) , nacion al (Who's Who, Who's Who in America... in France... in
Germany) o de carácter especializado (Dictionnaire biographique de tous les temps et
de tous les pays, Dietionnaire des personnalités historiques de tous les temps) y qu e
cubren casi tod as las esferas de la ac tivida d profesional.
La mayor parte de los compendios cuyo título comienza por la den ominación
Who's Who apar ecen mencionados en el ca tá logo de títulos de las bibliotecas. Los
índices de biografías han sido objeto de publicación, en razón del gra n número de
compendios biográficos que circula en el mercado de la edición. Puede cit arse en
particular el Biography Index y Bio-Base (consultables en microfichas). Además de
brindar inform ación biográfica directa sobre una gran cantidad de personaj es, en
estos índices se cit a un gran número de libros sobre tem as biográficos, ind icand o de
esta manera referencias preci sas a las fuen tes, lo que le permite al investigador
agregar información biográfica a las not as a menudo bastante exiguas que figuran
en los compendios. Por último, hay qu e subraya r qu e la revist a de indi zación Bio­
Base (tambi én disponible en línea bajo el nombre de Biography Master lndex) brin­
da acce so a casi tres millones de notas biográficas que figuran en más de quinientos
compendios biográficos diferentes. Se aconseja utilizar esta formidable herramien­
ta, si la biblioteca dispone de él.
Como su nombre lo indica, los anuarios se publican una vez al año y presentan
información que varía de una edición a otra. La información aparece sea de mane ­
ra descriptiva, sea de manera estadística. Buen número de entidad es político -geo­
gráficas poseen su prop io anua rio", por ejemplo l'Annuaire de l'Afrique du Nord, el
Statisucal AbstraetofLatin America, l'Annuaire statistique de la France. Por su parte ,
l'Annuaire des N ations Unies ilustra bien la riqueza informativa que los organ ismos
internacion ales han puesto a disposición de los investigadores. Por lo dem ás, estos
organismos publican numerosos anuarios y boletines estadísticos en los qu e ap are ­
cen compilados datos relativos a sus esfer as de activida d o a sus campos de ínter­

22. Deb e n o tar se q ue es tos instrumentos de t rabajo son ca da vez más dispon ibles en C D­
ROM.

56
vención. Entre los más conocidos puede señalarse l'Annuai7'e statistique y l'Annuaire
démographique de las Naciones Unid as".
En el cat álogo "temático" del motor de búsqueda de las bibliotecas aparecen las
publicaciones estadísticas cons agradas a un país o a una región (o a una subdivi­
sión de ese país o de esa región), por ejemplo: ASIA -Estadístícas, ]APON- Esta ­
dísticas. En el Índice de estadísticas, una herramienta muy elaborada, aparece
información que figura en un gran número de publicaciones est adísticas. A modo
de ejemplos de índices similares, pueden cit arse el CurrentIndex to Statistics Exten­
ded Daiobase, el FedStats y el World'f,'ade Database'".
El anua rio constituye una herram ienta de trabajo muy útil 25 para los inve stiga­
dore s que desean conocer las principales característic as sociológicas, históricas,
políticas, económicas y culturales de un país o de un a región.
Las herramientas de trabajo denominadas compendios de organismos facili­
tan la búsqu ed a de datos puntuales sobre un organismo o un a persona. La expre ­
sión compendio de organismos design a un gran número de obras de referencia. Se
mencionarán en tre otros los compendios de direcciones y de instituciones, de di­
rectorios telefónicos, los anuarios de asociaciones profesion ales, los anuarios admi ­
nistrativos, algunas guía s de inform ación generala especi alizada, obras que son
cad a vez más accesibles en línea" .
Los compendios de organ ismos van desde los más generales (World of Learning,
Encyclopedia of Associations, Yearbook of Internacional 0 7ganizations) a los más espe­
cializados (Annuaire des CLSC, Guide to Graduate Departments of Sociology). Por
último, alguno s organismos privado s o públicos publican guías que por su conteni­
do se asimilan a los compendios. Pién sese en particular en la Guide des jeunes [Guía
de los jóvenes], en la Guide des afnés [Guía de las per son as mayores] yen la Guide
d'information pour lesfemmes [Guía inform ática para las mujeres].
En su calidad de obras de sín tes is, los tratados dan cuenta de un camp o det er­
min ad o del co no cimien to de un a manera tan complet a corno es posible . En la
práctica, desempeñan el papel de auté n ticas enciclopedi as. Imagínese por ejemplo
el Traité de sociologie, el Traité du social, el Handbookof Social Methods , el Handbook

23. El po rta l electrónico de la O rgan izació n de las Naciones Uni das (ONU) brinda ac ce so en
línea a un gra n número de sus publicaciones. D irigirse a la dirección lib-un iqu e.un.orgllib/unique.nsf.
24. En Inte rne t existe un sitio que, como su nombre lo ind ica , brinda acceso a un gran nu mero
de fuent es y de recursos estadíst icos en línea (Statistical Resources on the Web, Unive rsitv ofMich igan
Libra ry, [en linea], www.lib.umich.ed u/govdocs/sta tsne w.htm l ) .
25. Ediciones Boréal de Montreal pub lica desde 1981 un a o bra cau t ivante q ue lleva por título,
U ta¡ du monde: annuaire économique er géopolitique mondial [El estado del mundo: anuario mundial
económico y geopolítico]. De la misma ma ne ra, hay q ue señala r q ue Le Monde y Th e Economist
pu blican an ua rios geográ ficos y geoec onómicos int ernacio nales d isponi bles en línea med iante abono.
26. A con tinu ació n se ofrecen dos refer encias inter esantes, a saber: A ssociations Unlimited,
[Cfr-ROM], Detroit, Gale Rese ar ch , 1998, don de se prese ntan más de 125.000 asoci aciones y orga­
nizaciones in te rna cionales; Th e World of Learning: The Internacional Guide to the Academic World,
[en línea], www.wo rldoflearn ing.com. do nd e figura un gran n úmero de sociedades científic as y
est ablecimien tos relacionad os con el conoc imien to en el mun do en tero.

57
oi North American Indians, el Handbook oi Aging in the Social Sciences. Por lo gene­
ral, estos instrumentos presentan más de mil páginas y son redactados por grupos
de autores que trabajan en colaboración. A veces aparecen en varios volúmenes y
cada vez más en versión CD-ROM. Es de lamentar que los tratados no hayan
cubierto todos los campos del conocimiento.
El manual presenta de manera muy didáctica las nociones esenciales de un
arte, una ciencia o una técnica. Con frecuencia, su contenido se halla asociado de
manera estrecha con las exigencias de los programas de los cursos. La estructuración
de su contenido le permite al usuario determinar rápidamente un tema. Sin embar­
go, este tipo de obras de fácil acceso a los estudiantes requiere actualizaciones pe­
riódicas. En el marco de una búsqueda documental, el manual brinda informacio­
nes muy generales. Puede ayudar a contextualizar una obra ya veces ofrece algunas
indicaciones bibliográficas. Sin embargo, para profundizar en un tema, el investi­
gador no puede limitarse al contenido de los manuales. El manual se complementa
bien con las obras de síntesis. Éstas, sobre todo cuando se dirigen a un público ya
iniciado en los fundamentos de una disciplina o de un tema, presentan por lo
general una información mucho más sólida, análisis más profundos, investigacio­
nes de punta; de la misma manera, abren pistas para estudios ulteriores. A menudo,
las obras de síntesis hacen parte de colecciones especializadas, cuyo objetivo pri­
mordial consiste en levantar el balance de los conocimientos sobre un tema o en
presentar el panorama de las investigaciones en curso en una disciplina o en un
campo de estudio. A título de ejemplo puede mencionarse la colección Quadrige,
publicada bajo los auspicios de Presses universitaires de France (PUF), que en la
actualidad cuenta con más de 460 obras sobre múltiples aspectos de las ciencias
humanas y sociales". La monografía, definida en el diccionario francés titulado
Petit Robert, como un "estudio completo y detallado que se propone agotar un tema
preciso relativamente restringido", completa el cuadro de los recursos eruditos. Debe
precisarse que aunque algunas obras notables han aparecido en soporte electróni­
co, la comunidad científica duda en adoptar este nuevo medio yen abandonar el
libro, en el caso de obras de síntesis y de monografías".

27. La colección se divide en cuatro secciones, a saber; dicos poche (diccionarios, historia
general), grandes textos, debates/ ensayos, manuales. De la misma manera, PUF publica la colección
"Que sais-je?", donde se han editado más de 3.600 títulos; representa por ello una de las bases
internacionales de datos más grandes construida para el gran público por especialistas.
28. En el momento actual existe un proyecto de edición internacional dirigido por el motor de
búsqueda Google, cuyo objetivo consiste en poner en línea, de aquí a algunos años, entre 15 y 20
millones de obras procedentes de diferentes bibliotecas anglosajonas consideradas entre las mejores
provistas del planeta.

ss
Ayud a nemot écnica para la inv esti gaci ón documental

(Los números en tre pa rén tesis indican las páginas co rrespo ndie n tes en esta guía)

,...
informac ión
que se necesita
...
ca tá logos de bibliot ecas y
bases de datos bibliográficas -~
aco pio de análisis de la
información (60) información (60)
(44)
t
formulación ¿búsqueda de evalu ació n del
inicial de la ...
dicc iona rios y enciclo pedias
(46)
f-­ info rmación procedim ien to (6 1)
pregun ta (36) su ple men taria?

~
defini ción de la guías bibliográficas (guías de Aprovecha miento
pregun ta (36) • inves tigació n) (46) de la informaci ón

bibliografías de bibliografías,
formu lación
definitiva de l ...
bibliografías gen e rales,
bibliografías espec ializadas
f-­

tem a (36)
(48, 49)

esta blecí­
miento de un
marc o teó rico
(37)
..
índices de pub licacion es
ser iadas , índ ices de diar ios
(5 1)
f-

estra tegia de
investigación
co mpendios de tesis (53)
docu me nt al fto f-
(37)

dete rmin ación


compe nd ios de pub licacio nes
de las
gube rna me nta les y de
herramien tas ~ o rganismos internaciona les f­
doc umentales
(53)
(39)

co mpen dios de publicacion es

apro vec ha­


estadísticas; de

mie nto de las


he rramientas ~ documentación cart ográfica ;
-
de doc umentación audi ovisual

docu mentales
(54)

~ compendios de pruebas (54)


-
H co mpe ndios de informes (55) ~

,
compendios biográ ficos,
fto an ua rios, co mpe nd ios de -
o rganismos (56, 57 , 58 )

trat ad os, manuales, obras de


sín tesis (57 , 58)
¡­
59
Las etapas finales de la búsqueda documental
Sería erróneo pensar que la búsqueda documental se agot a con la consulta de
las obras de referencia, de indización y de recuperación de inform ación. Todavía se
hace necesario cotejar de manera minuciosa la información documen tal, eva luar
de modo somero el con tenido de los documentos compilados, asociándolos con las
fina lidades que se vislumbran en la investigación, e interrogarse ace rca de la efica­
cia del procedimiento adela ntado. Ahora se verán las cosas más de ce rca.
Cuarta etapa: el acopio de información documental
La finalidad de esta etapa consiste en compilar la infor mación tal como apare­
ce en las obras de referenc ia que el inv estigador ha co nsultado. Se trata de selec­
cionar las referencias que se adec uen mejor con el tem a definid o de mane ra previa.
Ya se ha visto hasta qué pun to los co mpendios de reseñ as incluyen a un mismo
tiempo apreciaciones críticas de las obras identificadas y puede n ayudar a efectuar
esta operación de selección. La adec uada definición de un tem a facilita en gra n
medida la selección de los doc ume ntos dignos de ret en erse.
La búsq ueda doc ume n tal es un trabajo de precisión ; en éste, la ano tac ión mi­
nuciosa de las referencias bibliográficas co nstituye un a ope ració n fundamental. En
efecto, pocas cosas son tan frustran tes como el verse obligado a co nsultar de nuevo
el catálogo electrónico de un a bibliot eca para co mpletar un a d irección bibliográfi­
ca mal anotada. Para evitar molestias co mo ésta, se recomienda co nsignar la refe­
rencia bibliográfica co mpleta de un docume nto y ano ta r tamb ién, aunque sea de
manera abreviada, las caracterís ticas principales de las herr am ientas de trabajo
mediante las cua les se ha n rec upe rado los documentos. Co mo es ape nas lógico, la
anotación de la referencia - dirección electróni ca de un sitio, por ejemplo- reviste
mayor importancia cuando se trat a de investigaciones efectuadas en bases de datos
o directamente en In ternet, grac ias a mot ores de búsqu ed a. En efec to, para un
ciberinvestiga dor, la dirección electrónica se parece al guijarro blanco de Pulgarcito,
en cuanto que le es indispensab le para ordenar los hilos a menudo enmarañados
de la red y encontrar su camino h acia la fuente de datos recónditos.. .
Quinta etapa: el análisis de la información compilada
La capacidad de analizar y de sintetizar los múltiples aspectos de la inform ación
reun ida en el mome nto de la compilación de los documentos sigue siendo un a
operación intelectual y personal que varía de un investigador a otro.
Aquí el objetivo principal consiste en evaluar el contenido de los documentos
compilados , en relación con los objetivos que se vislumbran, con la problem át ica
inicia l, con los aspec tos del asunto que se aborda y con la estrategia de demostra­
ción que adopte el investigador. Esta operación de análisis de la información co m­
pilada le per mite al investigador proceder a una selección todavía más específica
de su doc umentación. En ciertos casos, el tema de investigación puede sufrir cier­
tas modificaciones relacion adas con su definición y formulación, según las limit a­
ciones doc umentales y el ava nce de los trabajos sobre el asun to.

60
Sexta etapa: la evaluación general de la investigación documental
Esta etapa conduce al investigador a interrogarse sobre la eficacia de su proce­
dimiento documental. De manera ideal, en este balance se aprovechan los comen­
tarios, las opiniones de los colegas, de los profesores y de los documentalistas. Los
asuntos a la orde n del día son entonces los siguien tes:
• ¿Tengo necesidad de volver sobre ciertas et apas del proc eso ?
• Co nsiderando mis objetivos iniciales, ¿he consultado todos los recursos huma­
nos disponibles?
• ¿H e inspeccionado las fuente s de informac ión más pertinentes?
• ¿Debo documentar nuevas variables para mi trabajo, rede finir incluso mi tem a
de investigación, ampliándolo o rest ringiéndolo?
• En relación con el alcance de mi proyecto de investigación, ltengo informa­
ción suficien te en cantidad y calid ad ?
Esta operación de evaluación puede ser efectuada en cu alqu ier momento del
proc edimiento, aun si aquí se la presenta como la última et apa del proceso de
inve stigación documental. En efecto, nada obliga al investigador a esperar ha sta el
final para proceder a efectuar el balance de su itinerario.
En el diagrama que apare ce en la página S9 se reconstitu yen las principales
etapas de la inve stigación documental, tal como acaba de ser descrita.

2. Veintiséis estrategias para maximizar el trabajo de biblioteca en la


era electrónica

Existe un procedimiento metódic o y lógico que permite documentarse en la


era elect rónica y dominar la masa con siderable de documentos, escritos u otros,
qu e con tiene un a gran biblioteca. Este procedimiento - que aca ba de ser descrito­
no es sin embargo exclusivo. El investigador avezado debe explorar otras vías,
incluida la de utili zar algunos secretos, con el fin de maximizar su procedimiento
de investigación documental. A continuación se presenta una lista de esta s estr a­
tegias, descubiertas a partir de exper ienci as vividas.
1. Elaboraruna lista propia de herramientas documentales. Si descubre, como
resultado de un a búsqueda o por casualidad, en una biblioteca o en la red, una
enciclopedia, un diccionario científico, un índice de public acion es seriadas, un
anuario cu alqui era, regístrelo y ord énelo en su "caja de herramientas" personal.
Quizá con moti vo de una nueva investigación documental, est a herr amienta de
trabajo pued a revelarse como indi spensable para documen tar su terna" .

29. Hay que subrayar que en los sitios de las grand es bibliot ecas (en partic ular de las bibliot ecas
univ ersitar ias), se encuentran cie nt os de referencias prácticas suscep tib les de ayuda r a adelanta r
inve stigaciones documentales precisas y amp lias, eficaces y confiables. A través del portal Universities
Worldwide (univ.cc/) se puede acceder a los porta les de la mayoría de las universidades del mundo y
por end e a los sitios de sus bibliotecas.

61
2. Establecer un registro bibliográfico de todas y cada una de las publicacio­
nes identificadas, utilizadas y consultadas. Una memoria indi vidual es incapaz de
registr ar tod as las referencias bibliográficas qu e un investigador descu bre en la bi­
bliot eca. La única maner a de ser eficaz co nsiste en ano ta r esas publi caciones, si­
guiendo ciertas co nve ncio nes consagradas por el uso. De esta man era, no sólo se
econ omiza tiem po considerab le (puesto que cuando emprende la redacción de su
bibliografía, el investigador evita verifica r de nu evo la dirección bibliográfica o la
colección a la que pertenece un volumen que ha cons ultado) , sino que se puede
dispon er de man era rápida de un banc o de títulos propio para investigaciones ult e­
riore s sobre el mismo tema o sobre temas conexos. Cuando se dispone de un a
computador a por táti l, la recolección de datos en la biblioteca se torna más prácti ­
ca. De regreso a casa, el investigador puede ingresar a su computadora los registros
recuperados durante la jornada, organizarlos mediante un procesador y construir
de esta manera, al cabo de los años, un auténtico banco personal de datos que le
hará ganar mucho tiempo.
3. Llegado el caso, "copiar-pegar" el título y el resumen de una obra o de un
artículo encontrado en línea y anexarlos al re gistro bibliográfico de la base de
datos personal del investigador. De esta manera se está seguro de recordar las
grandes líneas del con te nido pe rtine n te, incl uso varios meses desp ués de haber
leído el artículo o la ob ra.
4. Seleccionar algunas publicaciones seriadas científicas relacionadas de
manera directa con sus intereses in vestigativos y leer de modo sistemático las
secciones tituladas "Reseñas de libros/ Comptes rendus/ Book Re views" y "Lis,
ta de obras recibidas en la revista" . Se trata del mejor medio para ac tualizarse con
el volumen de publicacion es cien tíficas qu e llegan sin cesa r al mercado del cono­
cimien to . También se trata de un excele n te medi o para alcanzar de man era rápida
un a apreciación lúcida e informada de los n uevos tít ulos.
5. Seleccionar una o dos revist as bibliográficas en que se analicen los nue­
vos títulos y consultarlas de manera periódica. ¿Desea conocer lo que se publica
sobre historia, sociología o ciencia política en los Esta dos Unidos, Francia o Gran
Bretaña? La cons ulta regular de revistas bibliográficas como Bulletin critique du
livre franqais (en CD -RO M) o British Book News (en sopor te papel exclusivamen­
te) permite con ocer reseñas de obras recientes, est udios bibliográficos especializa­
dos, así como com en tarios de expertos en el mercado de la edición científica y
general". Para enterarse de los nuevos títulos y de los qu e están por aparecer, puede
consultar listas de títulos como Forthcoming Books (www.locusmag.com/
Forthcoming-Books.html) y The Publisher's Trade List Annual (en soporte papel
exclusivamente) .

30. El joven investigador serio que ade más de infor marse sobre los nuevos títulos y de leer
reseña s de alta cal idad, de sea toma rle el pu lso al mundo inte lectua l est adounidense, británico y
franc és, con sultará tan ráp ido com o le sea posible y de ma ne ra regular las revist as siguientes: The N cw .
York Review of Books, The London Review of Books, Le Monde des livres, Magazine littéraire.

62
6. Desconfiar de la trillada "falta de documentación". Antes de concluir una
búsqu eda que ha resultado infru ctu osa y de deprimirse ante la supuesta falta de
documentación sobre un tema, se recomienda consultar un o o dos índ ices de pu­
blicacion es seriadas de reconocida importancia por un lapso de algun os años. Qui­
zá descu bra por este medio un tesoro escondido ...
7. R ecordar que con frecuencia un au to r es un especialista en un tema y que
cue n ta con varias publica ciones en su producción. ¿Usted encuentra qu e una
obra es interesante? ¿Cons ta ta qu e un autor es citado co n frec uencia en los libros
que le interesan? Sin pérdid a de tiempo, co nsulte el ca tálogo por autor o un índice
de publicacion es perió dicas. Usted puede ten er suerte y descubrir, bajo el nombre
de este auto r, varios otros títulos indispensables para su investigación. Además, si
se trata de un auto r conocido, usted podría descubrir en el catálogo temático obras
rela cion ad as con su persona, bajo su nombre o por el de su teoría.
s. Aprovechar los recursos bibliográficos que ofrecen los profesionales de
las bibliotecas. Las grandes bibliote cas suelen ofrecer a sus usuarios los servicios de
personal suficiente en can tidad y capacitación . De man era periódica, este persona l
prepara docu mentos qu e co ntienen volúmenes ex tensos de información bibliográ­
fica, tales como guías bibliográficas, bibliografías selec tivas, listas de adq uisiciones
recientes, comunicaciones a los usuarios, hojas informat ivas de diverso tipo, "ordino­
guías" (ordino-guides ). Con frecuencia estos documentos se ofrec en en línea a títu ­
lo gratuit o a quiene s los solicitan o a quienes se inscrib en a los boletines de vín cu ­
los electrónicos institucionales.
9. Consultar la sección "Nuevas Adquisiciones". Usted está en la biblioteca
y se siente ex ha usto, somnolien to . . . ¿por qu é no hace un a pausa que le sea renta­
ble desde el punto de vista intelectual cons ulta ndo la sección de N uevas Adquisi­
ciones? Es usual qu e un a gran biblioteca comuniq ue a sus usuarios los títulos de sus
nu evas adquisiciones (que se cuentan por decenas cada día) , antes de procede r a
clasifica rlos de modo permane n te en los esta n tes.
10. Nunca se debe olvidar que las publicaciones se cla sific an por temas y
que por es ta razón una obra se ubica siem pre entre dos publicaciones de conte­
nido sim ilar en los estantes de la biblioteca. Dirigirse a los estan tes co n el único
interés de cons ulta r la obra de la que se tiene referencia no es la mejor manera de
utili zar una bibliotec a. Uno de los libros vec inos del qu e se busca pod ría revelarse
genial o al menos útil. ..
11. Fotocopiar o imprimir las bibliografías que figuran en las obras especia,
lizadas. C uando un a obra espec ializada en un tema co ntiene una bibliografía no­
table por su volume n, puede ser interesante reprod ucirla para tenerla siem pre a
man o, aunque aparezca en Internet.
12. Leer artículos que ofrezcan "balances historiográficos", "estados del arte"
o "análisis de conjunto de la producción científica en cu rso. En efecto, tales
artículos brinda n copiosa información bibliográfica, contextu alizan las nuevas pro­

63
du ccion es en relación co n el estado del cono cimien to acerca de un tema det ermi­
nado y brinda n apreciacion es críticas de las publicaciones reseñad as. Este tipo de
artíc ulos, qu e suele publicarse en las revistas especializadas, le per mite n al investi­
gado r seguir la evolución de los debates cien tíficos.
13. Consultar a los profesionales de las bibliotecas. En muchos casos, recurrir
a la asesoría de profesionales hace gana r tie mpo y permite conocer opiniones inte­
ligentes e informadas sobre la form a de documentarse.
14. Visitar las librerías y consultar la red con frecuencia. Se trat a de una
man era agrada ble de en contrar y con ocer nu evos títulos. La co nsulta aten ta de la
tabla de mat erias, de la introdu cción general de un volumen (qu e a veces tamb ién
apa rece en línea) y de la infraestruct ura logística de un a obra (referenci as, biblio­
grafía, mapas , índices, cuadros, entre otros ) ayuda con frecuencia a ide n tificar lo
qu e la distingue de otras. H oy en día se puede comprar y vender libros (nuevos o
de segunda mano) por medi o de Internet . Llegado el caso, es necesario calcular el
plazo de en trega y los costos del envío. Por lo general, la ofert a es muy amplia y
med iante los motores de búsqu eda se pueden encontrar títulos muy interesan tes.
15. Extender y consolidar la red personal de colaboradores . Se trat a de una
vía adicio na l de búsqueda e investigación doc umen tal qu e no se debe relega r. En
efecto, este ca na l de co municación permite obte ne r informac ión origina l de modo
más rápido qu e por medi o de cualquier instrumento de referencia. La comunica­
ción co n los colegas es un medio privilegiado para tran smi tir o recibir información ,
ta n to para el estudian te como para el investigador experimen tado.
16. Conocer los motores de búsqueda más visitados en la red. Al con sultar
un ca tálogo de biblioteca en línea o simplemen te al navegar en Internet , el joven
investigador debería estar inform ado de las "preferencias" (en el sen tido informático
del términ o) del motor de búsqued a qu e utiliza. Esta información figura en la car­
peta "Prefere nc ias" del progr ama qu e usa. De la misma manera, deb ería co noce r
los límites del motor de búsqueda que emplea. Los grandes mot ores de búsq ueda se
dirigen a grupos mu y ampl ios de usuarios y benefic ian únicamente los sitios más
visitados, por esta razón pueden reenviar a sitios comerciales co mo primeros resul­
tados de un a búsqu eda en la red . Suele sucede r qu e los sitios más interesan tes
acerca de un tema no son por necesidad los qu e encabezan la lista, ni los qu e se
encuentran con mayor facilidad. Un buen trab ajo de documentación suele ser el
resultado de un esfuerzo siste má tico de búsqueda.
17. Consultar los enlaces de las asociaciones profesionales. Ten iendo en
cuenta qu e ciertos sitios son verd aderos arcanos reservados a los iniciados, el inves­
tigador puede volverse sin limitaciones hacia los recursos que ponen a su disposi­
ción las asoc iaciones profesionales de las disciplinas en que se ha formado o por las
que sien te alguna pred ilecc ión. El ciberna uta suele enco n trar en los sitios Web de
las asociaciones un a página co n los enlaces hacia diversos sitios de induda ble int e­
rés para la disciplina, según la opinión de los especialistas.

64
18. No minusvalorar los recursos electrónicos, sean cuales fu er en. Los re­
cursos elect rónicos pueden hacerle eco nomizar muc ho tiempo al estudioso. Ya
existe n tutoriales en la red. Se trata de programas informá ticos capaces de animar­
se, a través de Internet, con los catálogos electrónicos de las bibliotecas, lo que
permite a los investigadore s acelerar sus búsquedas documentales. Bien programa­
dos, con estos tu toriales se puede establecer la bibliografía sobre un tema en pocos
minutos. Como es de esperarse, la calidad de los resultados depende de la precisión
de los térmi nos empleados en la formul ación del tema y de la amplitud del barrido
informático realizado. Como es na tural, el recurso de los tutoriales no excluye otros
tipos de investigación bibliográfica. En estas condiciones, las nu evas tec nologías
de la inform ación y la comunicación (NT IC) le ofrecen al ciberinvestigado r múl­
tiples posibilidades.
19. Consultar los foros electrónicos que existen sobre un tema. Los foros
elect rón icos no gozan de gran aprecio en el mundo de las ciencias sociales. Los
estudia ntes no suelen frecuentarlos. Por su parte, los profesores que se desempeñan
en departa mentos vinculados a facultades de cien cias humanas ven con poca sim­
pat ía las publicaciones en línea, cont rario a lo que sucede con los especia listas en
ciencias naturales que ya han dad o el viraje electrón ico. Importantes revistas de
ciencias naturales publican en línea la totalidad de sus artículos, y muchos investi­
gadores que trabajan en laboratorios muy dista ntes unos de otros , permanecen en
con tacto por medio de foros electróni cos. Estos foros pueden dedic arse por entero
a realizar intercambios sobre un problema científico. Por este medio, los partici­
pantes en un foro electrónico se ben efician casi de inmediato de sus descubrimien­
tos recíprocos. Este aspecto práctico debería motivar la frecuen tación de los foros"
en el campo de las ciencias sociale s. .
20. Abonarse a boletines informativos electrónicos (e-newsletters). La cien­
cia avanza en la medida en que renueva sus certezas. Cie ntífico es aquel que se
mantiene informado de lo que acontece en el mundo del con ocimiento, cualquie­
ra que sea la disciplina a la que se ha lle vinculado. Los boletines informativos
electrónicos, tamb ién llamados e-newsletters, son un bue n medio para esta r infor­
mado del flujo continuo de los con ocimien tos. Por ejem plo, el politólogo o el estu­
diante de periodismo que se especializa en la región de los Balcanes tendrá todo el
int erés en abonarse a la carta electrónica Couirier des Balkans. Un a o varias veces
a la semana, el abonado recibe en su buzón de correo referencias de obras y artícu­
los publicados por la prensa int ernacion al o redact ados por periodistas en pasantía

3 1. A título de ejemplo se encuentra en el sit io Web del diari o Le Monde (forums .lernonde.fr/
per l/wwwthe rea ds.pl) ca ntidad de foros donde se d iscu ten temas de ca nden te act ualidad. Piénsese
sólo en los foros titulados "Irak: la guerra" o "Euro pa : las elecciones brit ánicas". Para tener una idea
de la dimensión de estos foros, pue de me nci on arse q ue el con sagrado a las elecciones britán icas
celebrad as el 6 de mayo de 2005 co nt enía en la fecha del 5 de mayo del 2005 , 1.361 deba te s y 21.16 1
me nsajes . También se encuen tran foros de di cad os a zonas geo gráficas precisas, por ejemplo el del
C ourn er c1es Balkans, donde especialista s y aficionados de la región pued en d iscut ir sobre la act uali­
da d y hast a en contrar un compañero de viaje ... (www.heilka ns.e u.org/art icle l 038 .hrml) .

65
de formación, que cubre la actua lidad más candente. Varias organi zaciones no
gubern amen tales (ONG) ofrecen servicios de noticias en línea.
21. Visitar y crear blogs . El lugar de las NTIC (nue vas tecnologías de la infor­
mación y la comunicación ) en la educación del mañana depende en amplia medi­
da de la actitud de los estudiantes de hoy. No hay que dudar en solicitar al profesor
publicar en Internet un a agenda electrónic a. Gracias a este recurso, los participan­
tes de un curso o de un semina rio pueden seguir con facilidad el calendario y
cumplir los plazos programados. De esta manera, el profesor puede hacer accesible
en línea una parte del material de su curso e incluso publicar allí los mejores traba­
jos de los estudiantes. Se trat a sólo de algun os ejemplos que ilustran la riqueza del
blog (del inglés blog, abreviatura de "Weblog"), que puede convertirse en una
autentica creación colectiva de los estudiantes, creación que integra archivos so­
noros y visuales e incluso breves videos (.mpeg) . De igual forma, para establecer un
balance sobre una cuestión precisa, un blog pued e eleva rse al rango de herramienta
bibliográfica para otros investigadores y estud iantes de cualquier parte del mundo".
22. Crear grupos de discusión. La publicación de un blog suele generar gastos,
contrario a lo que ocurre con la creación de un grupo de discusión en Internet, que
es un servicio gratuito. Un grupo de discusión se present a bajo una forma doble, a
saber: una dirección electr ónic a para receptores múltiples, y un sitio Web donde un
moderador admini stra el grupo (por ejemplo, Yahoo-groups). La ventaja de crear
tales grupos consiste en que los estudiant es pueden comunicarse de manera instantá­
nea entre sí, para manten erse al corriente del calenda rio de los cursos y compartir su
experiencia investigativa; de la misma manera, los descubrimientos fortuitos de los
otros estudiantes pued en hacerle ganar tiempo en sus investigacione s bibliográficas.
23. Informarse a través de la prensa electrónica. Una buena parte de cada
diario matutino puede consultarse en Internet a título gratuito. La consulta de un
sitio como www.lemonde.fr brinda acc eso a los artículos del día en menos tiempo
del que se necesitaría para comprar el diario, que por lo demás no siempre se halla
a la venta en las tiendas del lugar. Además, la edición electrónica de un diario se
halla por lo general saturada de vínc ulos hipertextuales. A la hora de informarse,
siempre hay que preferir las public aciones electrónicas de los grandes medios ofi­
ciales cuya reputación garantiza (salvo excepciones... ) la validez de la informa­
ción publicada. También existen los llamados sitios colec tivos de información. En
principio, cualquier persona puede public ar allí su visión y versión de lo que ocu­
rre. Sin embargo, en el caso de un sitio como Indymed ia, ningun a auto ridad con­
trola la veracidad de lo que allí se afirma. Y circula el rumor. ..
24. Recelar el plagio electrónico. Co n la proliferación de textos electrónicos
publicados en Internet se vuelve tentador para el estudiante copiar-pegar textos y

32. Desde este pu nto de vista presenta particular interés el blog de la ChaiTe de reclierciie du
Canada en Historie compar ée de la m émorre [C áted ra de In vesti gaci ón de l Canadá e n Hi stori a
Compa rada de la Me mo ria], d isponible en la dirección www.ana mne sís.fl.ulava l.ca /,

66
entregarlos a sus profesores, presentándolos como si fueran de su propia autoría.
Quienes se exponen a este riesgo deben atenerse a las consecue nci as. H ay que
saber que , de hecho, ya existen herr amientas pedagógicas especializadas qu e les
perm iten a los profesores examin ar un documento y determinar si se trat a de un
plagio parcial o total.
25. Recodar que la mayor parte de las bases de datos son de creación relati­
vamente reciente. La mayor parte de las bases de datos empe zaron a construirse a
principios de los años 1970. Por est a razón no permiten adelantar investigaciones
retrospectivas por largos períodos, a men os qu e se les integre la información que
figura en publicacion es ante riores en soporte papel.
26. Utilizar registros electrónicos. Las ventajas de la investigación en Internet
pueden optimizarse agregando a Favoritos las páginas Web que parecen más perti­
nentes y a las cual es se puede regresar con mayor facilidad por este medio. En
ciertos casos, inclu so cuando se utilizan computadoras en un sitio público (por
ejemplo, en un aeropuerto o en una estación), se pueden continuar gestiona ndo
los registros personales por intermedio de un proveedor gratuito de servicios de
Intern et (por ejemplo, Yahool) , lo que permite al investigador crear y visualizar los
registro s desde el lugar del mundo donde se encuentre.

3. Una cibercaja de herramientas documentales

En esta sección no se aspira a la exhaustividad. Dado que la red care ce de


borde s y de límites, sería imposible responder a las expect ativas de todas y cada una
de las person as en el mundo, aun si las referencias se multiplic aran hasta el infinito.
Por realismo y por modestia, hemos puesto el acento en listas de herramientas
electrónicas de trab ajo (sitios de Internet, CD-Rü M, bases de datos) que le ofre­
cen al joven investigador medios de acceso a la inform ación o a la documentación
en la masa de las publicaciones accesibles en línea hoy por hoy.
Por lo demás y con la finalidad de abrirse camino en la Web, el estudiante hará
bien desplegando toda su iniciativa para consultar los sitios de las bibliotecas univer­
sitarias qu e suelen ofrecer a sus usu arios - clasificados por disciplinas científi­
cas - , campos de investigación , tipos de publicacione s y bancos de sitios qu e abren
la puerta a auténticas bibliote cas virtuales. Con frecuenci a, los documentalistas de
las grandes bibliotecas ofrecen en línea listas de obras generales (guías bibliográfi­
cas, enciclopedias, diccion arios, cronologías, entre otros) qu e, clasificadas por do­
minios o temáticas de investigación, le permiten al estudiante novicio emprender
investigacion es sobre un número muy grand e de ternas".

33. Del mismo modo, hay que recor dar que con gran frecuencia las publicaciones electró n icas,
incluidos los compe ndios de tod o tipo, se hallan disponibles en soporte pape l. Por lo de más, Int ernet no
ha desca rta do al papel como soporte de inform ación. Es una perogr ullada decir que el estud iante
de bería conserva r el reflejo de co nsu ltar obras tr adicionales -con frecuencia excelentes- en el curso
de sus investigaciones doc umentales.

67
r:

Nuestra ap uesta ser á ganada si, en desarrollo de sus investigacion es documen ­


tal es, los jóve n es investiga do res confeccionan una cibercaja de herramientas que
incluya ciertas referencias qu e aquí se mencionan y, sobre todo, si trat an de satisfa­
ce r sus necesida des particul are s y pro pias del momento de des arr ollo que viven
como investigad ores o como profe sionales en formación.
Pre cisemos que sólo se ofrece al lector la dirección en línea de los sitios de
Internet". En el caso de los C O -ROM, la d irec ción bibliográfica sólo co n tie ne los
elemen tos esen ciale s de identificación . Una breve descr ipción acompaña la men­
ció n de la mayoría de los co mpendios, con la finalidad de que el investigador pe r­
ciba al rompe la utilidad de la herramienta bibliográfica . Por último, debe señ alarse
qu e, salvo excepción , las obras citadas son acc esibles por susc ripc ión direc ta d el
usuario o por in termedio de una suscri pc ión adquirida por un centro de investiga­
ció n o una biblioteca.

1. Catálogos en línea de algunas bibliotecas35


Bibliot eca del Co ngreso de los Estados Unidos de Am érica (Library of Congress):

www.loc .gov/índex.html/

Bibliot eca Nacional de Fran cia (Bibliotheque nationale de France):

www.bnf.fr/

Bibliot eca Britán ica (The British Library):

www.bl.uk/

Bibliot eca N acion al de Colombia

www.biblioteca nacíona l.gov.co /

Biblio teca Naciona l del Ca nadá

ami cus.nlc-bnc.ca/aaweb /a miloginf.htm

Bibliot eca Nacional de España

www.bne.es/

Bibliot eca Luis-Á ngel A rango (Bogot á, D. C.)

www.lablaa.org/h orne.html

2 . Enciclopedias
Enciclopedia Universalis
Versión en líne a de la gran enciclopedia, www.un iversalis-e du.corn/. Tambi én disponible en
versión CD-RüM.

34. Con gran frec uencia se trata de la di rección del proveedo r del servicio. El usuario de un a
biblio teca accede de o rd inario a la base de da tos di rect amente, por med io de una conexión Internet
a su estab lecimiento . .
35. En la segu nda ed ición de l Coffre a outils du chercheur débutant (Montrea l, Boréa l, 2006),
objeto de la presente traducción , el lect or puede encon trar instr umentos de trabajo qu ebeq uenses, que
tratan sobre Quebec O que present an recursos docume ntales en francés, en partic ular en la secc ión qu e
aq uí se inicia. En la traducción qu e ahora se presenta se han conservado los instrumentos de importan ­
cia reconocida en el mund o int ernacion al de la investigación . Por otra parte, doña Clara Lucy Valenzuela,
de la Biblioteca Cen tra l de la Universidad Na ciona l de Co lombia , sede Bogotá, ha brindado informa­
ción sobre algunas bases de da tos pertinentes para el mundo hispanohablante [N. del T ].

68

Enciclopedia Británica
Versión en línea de la gran enc iclope dia, www.search.eb.com/. También disponi ble en ver­
sión C D-RO M.

Enciclopedia Encarta
Destin ad a a un público amp lio; sin embargo, contiene 30 .000 artíc ulos y un a med iateca con
12 000 en trad as. [En línea) , fr.encar ta .msn .com/

Enciclopedia de l'agora
Se ofrece en línea a títul o gra tuito. Co ntie ne más de 6.000 artícu los y docu men tos sobre
mul titu d de te mas relac ionados con el arte , la historia, la vida, el un iverso, entre otro s.
[En línea), agora.qc.ca/mot.nsf

Gale Virtual Reference Library


Com puesto por un a valiosa colección de enciclopedias, almanaques, manuales, índi ces, di­
rectorios, anuarios, actas de congresos, en tre otros tipos de pu blicacion es, que suman
más de 85 obras de cons ulta disponi bles a través de una interfaz de búsqued a. Los usua­
rios pued en realizar búsquedas en una sola obra o en la colección co mpleta y puede n
nav egar en la co lecció n, ya que dispone de hipervínculos al con tenido de las obras de
consulta, así com o a sitios web relacionados. Entre las form as de navegación se en cuen­
tran tablas de con tenido e índices. Cu bre en tre ot ros los siguientes tem as: arte , antropo ­
logía, biografías, cie nc ias soc iales, filosofía y religión , derech o, edu cación , est udios
multicul turales, historia y liter atura, leyes / gobierno, medi o am biente, psicología .

Oxford Reference on line


Esta base de datos -que es actua lizada tres vece s por año- reagru pa todas las ob ras de referen ­
cia publicadas por Ediciones Oxford . [En línea), oxfordreferenc e.com

3. Bibliografías generales
La Bibliot eca Nacional de Españ a y las bibliotecas na cion ales de los diferentes Estados de
Iberoam érica y Suda mérica suelen tener ca tálogos en líne a en q ue se presentan las bi­
bliografías nacion ales correspo ndientes cuya prepar ación corre bajo la responsabilidad
de las mismas bibliotecas.

4. Índice de publicaciones seriadas o abstracts


America: History and life
Co mpendio bibliográfico de artículos aparecidos en más de 2 000 publicacio ne s seriad as de
caráct er cien tífico en el mundo, y qu e se rela ciona n con el campo gen eral de la histori a
(co n excepción de la del Ca nadá y Estados Uni dos). [En líne a), se rials.abc -c lio.corn.

Arts Abstracts
Base de dat os en qu e se inde xan y resu men los ar tículos de más de 300 pub licacion es seriadas
sobre arte. [Cd . Rom).

69
CurrentContents
Banco de da tos compilad os por el Instituto par a la Información Científic a. All í se ana lizan
casi 8.000 pu blic aciones científicas internacionale s qu e se ocupan de tod os los ca mpos
del conocimiento . [En línea] , isiknowledge .com

ÉRIC
Contiene resúm enes de art ículos aparecidos en más de 750 revistas científicas entre las
cuales se encu entran Current Index to loumals in Education y Resources in Education. [En
línea], www.eric .ed. gov/

Finance and Development


Publicación del Fond o Monet ario Internacional. Índice trim estr al de las pu blicaciones seriadas
que tratan so bre la ay uda económica y las fin anzas internaci on al es. [En lín ea],
pcft .chad wyck .com

Francis
Compendio pu blicad o por el Centro Nacional de la Investigación Científica (Centre nauonal
de la recherche scientifique) de París. Base de d atos bibliográficos y multidisciplinarios
rnultílingüe en ciencias humanas. Bastante útil par a los estudiantes de hist ori a del art e.
[En línea], webspirs

Historical Abstraets
Co mpend io bibliográfico de artículos que apar ecen en más de 2.000 publicaciones seriadas
del mundo, que trat an sobre el campo general de la histori a (con exc epc ión de la del
Cana dá y de la de los Estad os Unidos) . [En líne a], serials.abc- clio.corn

Humanities Abstracts
Resúmenes sob re dive rsos sectores de las ciencia human as, en particular la arq ueo logía , la
alimentación, la filosofía, el arte, el periodism o, la religión, las humanidades, la lingüís­
tica, el espacio, el cine, la música, la historia mund ial, el folclor, las artes del espectáculo,
la literatura mundial. [En línea], newfírstsearch.oclc.org

Linguistic abstraets on line


Base de d at os en que se incluyen resúmenes ana líticos que cubren el ca mpo general de la
lingüística . [En líne a], www.blackwellpublishing.com /

National Periodical Library's Guide to Social Science and Religion


Índice de publicaciones seri adas en ciencias sociales en que se integra la documentación
relacionada con las cues tiones religiosas. [En líne a], www.nplguide.com

Pais International
Referencia un gra n n úmero de p ublicaciones seri ad as relacion ad as en particu lar con el ca m­
po de las pol ít icas pú blicas, las rela ciones internacionale s y todo aquello que de man era
general tiene un imp acto pol ítico o pre senta interés par a la ciencia política. [En líne a],
www.ocl oc.org

70
Psychlnfo
Pres en ta refe re nc ias y res úmenes de artíc ulos de pu blica ciones seriadas , de capít ulos de
libros, de libros e info rmes técn icos relacionad os co n el amp lio campo de la psicología.
[En línea], www.apa.org/psyc hin fo/

Repere: índice analítico de articulas de publicaciones seriadas en lengua francesa


A rtículos de pu blicaciones se riadas de Fran cia y de Quebec e n todos los campos, a pa rt ir d e
1972. [En línea ], repere.s drn .qc. ca

Revues.org
Rese ñas elaboradas a pa rtir del aná lisis de revist as francesas y quebequenses en ciencias
soci ales y human as. [En lín ea], revues.or g

Social Services Abstracts


Referencia y resume los tra bajos de invest igación actua les en un gra n n úme ro de disci plin as
rela cion adas con las ciencias sociales. [En línea] , www.csa.corn

Sociological A bstracts
Ín dice de la producción cie n tífica internacion al en soc iología. Incl uye art ículos de pu blica­
cio nes seriadas des de 196 3 , lo mismo q ue libro s, tesis y comu nicaciones científicas. [En
línea] , www.csa. com

Women's Studies International


Reagrup a bases d e da to s multid isciplin arias sobre la condi ción fem eni na . [En lín ea],
www.sc ienc ed irec r.co rn/science

5. Índic e de periódicos

Eureka
Base de datos qu e permite realizar bú squ ed as en los diar ios, los se ma narios y las rev istas
mensuales fran cófonas europeas, canadienses-francesas y canadienses-in glesas; asímis mo ,
per m ite obtene r el texto de los artículos el mismo día de su apa rición. La inform ación se
h alla repartida en tres bases de da to s. Actua/ité francophone (C anad á) reagr upa los text os
de d ia rios, de pu blica cio nes seria das y de publicaciones de negocios de lengu a francesa ,
entre los cuales se en c uentran La Presse, Le Soled, Le Devoir, LActualité, Les Affa ires y
Affaires plus, así como un a rúbrica intitulada "Sélectianaudio Universia" , q ue pr esenta la
tr anscri pción a udio de algunas emi siones de la Soc iedad Radio -C a n ad á . Actualité
anglophane (Ca na dá) es un banco de datos tex tual que reagrupa varias publi caciones
canadienses de lengua inglesa. Contien e los artíc ulos de Toranta Star así como los de la
agencia de pren sa Canadian Press. Actualité francophone (Europa) es u n banco de da tos
textu al en qu e se reagru pan va rias publicaciones de la Europa fra ncófona, e n pa rt icu lar
Le Monde, Le Monde Diplomatique, LExpress y Libération. [En línea] .

Le Monde diplomatique
Recurso elec tró n ico publica do en Q ue bec po r C EDE ROM-SIN des de 2001; br inda acceso a
los ar tículos aparecidos en la revis ta . [Cd ro m] .

71
Nacional Newspaper Abstracts
Base de datos que ofrece los resúmenes analíticos de artículos apa recidos en New York Times,
USA Today y T he Wall Stseei iowmal. [En línea], proquest .umi.corn

ProQuest Historical Newspapers: New York Times


Brinda acceso en formato POF a todos los números del New York Times de sde 1851, sal vo los
de los dos últimos añ os. [En lín ea], proquest .umi.corn

6 . Resúmenes de la actualidad

CurrentHistory
Revi st a de actua lidad internacional que se co nc entra en el estudio de un país o de una zon a
geogr áfica . [En línea], pciít.chadwyck.com

Institute for War and Peace Reporting


Consagra do a la promoción de la democracia y la paz en el mundo, este instituto se carac­
teriza por su s boletines de noticias preparados por periodist as en formación. Dado que
el interés primordial del Instituto gira alrededor de los pr oblemas locales, brinda in­
formación diferente de la que ofrecen las age n cias de prensa internacional, en la me­
dida en qu e cubre aspec tos micro-políticos y micro -sociale s qu e esca pan con frecuen­
cia a los periodist as que viven a la caza de la ac t ua lida d política e incluso del
sensacionalism o. Además, el sitio ofrece mapa s interactivos y números especiales. [En
líne a] , www.iwpr.net

Radio Free Europe/ Radio Liberty


Est a radio tiene por objetivo fa vorecer la democr acia en el mundo y ha logrado estructurar
un importante se rvicio de noticias internacionale s (e-newsletters). En estas condiciones,
el investigad or recibirá en su buzón, de manera regular, un correo que contiene la actua­
lidad más reciente sobre la región o el país que le interesa. [En líne a], www.rferl.org

7. Compendios generales de tesis

ProQuest Dissertations and Theses


En esta base de datos se ofrecen resúmenes analíticos de te sis y de escritos universitarios
est adounidenses desde 1861 hasta nuestros día s. Aparece también en CO-ROM bajo el
título Dissertation Abstracts Ondisc. [En línea], proquest.umi.corn

8. Compendios generales de reseñas

Book Review Digest


Mensual. Pre senta reseñas de libros recientes escritos en inglé s, tr átese de obras de ficción o
de otros libro s, con excepc ión de manuales, de publicaciones ofic iale s y de libros especia­
lizados en c ie ncias jurídicas y en ciencias . [En línea], newfirstse ar ch .ocl c.org

72
Magill Book Reviews
O frece resúm enes de la literatura clásica y de besH ellers. Cada año se agrega n más de 500
reseñas. [En línea], search.epnet.com

Music Index Online


Base de dat os qu e incluye más de 700 p ublicaciones seriadas y en la que se reseñan los
a r t íc ulos q ue t ocan d e lejo s o de ce rc a al mund o de la mú si ca. [En lín e a] ,
www.hp pm usicind ex. com

Reference ReoJiews
Índ ice d e crít icas de obras q ue h an apa recido en di ver sas p ublica cio nes. [En línea] ,
www.erneral dinsigh t .corn

9. Repertorios biográficos36
BriographyInd
Dat os biográficos recogidos en publ icaciones seriadas y en libros en inglés en los más diver ­
sos ca mpo s, y qu e ap are cen ana lizados en los índices d e H . W W ilson. Índ ice d e artículos,
de libros y de au to biografías sobre tem as biográficos desd e la A ntigüeda d hast a nu estros
días. Biografías individ uales y co lectivas en tod os los campos y nacio na lida de s. [En
línea], newfirstsearch. ocl c.org

10. Banco de revistas en línea3 ?


A cademic Search Premier
Acade mic Searc h Premier es la base de dat os ac adémica mult idisciplin ari a má s gra nde del
mundo. Co n tie ne el text o co mpleto de más de 4.45 0 publicac iones aca démicas , de las
cua les más de 3.500 son publ icaciones arbitradas . A ba rca vir tua lme n te tod as las áreas de
est udio aca dé mico y cuen ta co n info rma ción fechad a desde 1975. Su ac tua lizac ión es
dia ria .

Cambridge University Press Journals on Line


Per mite el acceso en línea a un a pléyade de revistas científicas publi cadas por la célebre cas a
británica de edición. [En lín ea] 1 journals.carnbridge .org

DON ( Directory of Open AccessJournals)


Repositor io de revistas electrónicas q ue pertenece al ámbito Open Acess, lo que significa que
los artícu los integrantes de esta co mpilación:

36. Nótese que Th e Intemational Wh o's Wh o (Londres, Europa, 1935' '") cont inúa apareciendo
en soporte papel.
37. Salvo excepción, las revistas en línea son accesibles mediante suscripción. De la misma
manera, se puede acceder a su contenido pasando por bancos de artículos digitalizados. Esta subsección
propone una lista de estos bancos donde ha sido "depositado" un gran número de artículos que
provienen de un stock considerable de revistas cie n tíficas en todos los campos de las ciencias.

73
• son acces ibles de manera uni versal y en form a gratu ita vía Interne t.
• Que los auto res o prop ieta rios de los derechos de autor gara n tizan a las tercer as pa rtes
que no hay erro res sustantivos en el proceso de publicación y q ue las atribucio nes de
autoría, así como la identificac ión bibliográfica de las co n trib ucio nes son proporcion a­
dos en la fuen te (si algún art ículo es reproducido o disemin ado en parte, es obligación de
la persona que realiza tal acción , indicar de manera cla ra e ineq uívoca la procedencia del
mismo).

Fuente Académica
Fuente Ac adémi ca es un a colecc ión de revistas especi alizad as de co nocidos editores latinoa­
mericanos, sudamerica nos y españo les. Esta base de dat os co n tie ne el texto íntegro
(incluido PD F) de más de 150 revist as aca dé micas y espec ializadas en espa ño l. El conte ­
nido en espa ño l lo propo rcio na n edito riales co nocidas en todo el mund o.

History Cooperative
Texto in teg ral de las co n tr ibuciones aparecidas en año s recien tes en 18 revis tas de historia
en len gua inglesa. [En línea] , www.historycooper at ive.org

]STOR
Texto integral de más de 300 revista s científicas en len gu a inglesa, desde su lanzamiento y
con excepción de los últi mos años. [En línea], www.jstor.org

Oxford]ournals
Brinda acceso a las revistas cie n tíficas publicadas por la casa edito rial uni versitaria más
important e del mundo. [En línea], www.i.o up.co. uk/jn ls/

PC1 Full1ext
Texto int egral de más de 350 revistas de cienc ias human as y socia les y q ue apa rece n indexa das
en el Periodical Conterus Index. [En línea] , pc ífr.cha dwvck .co m/pc ífr/sea rch

Projeet Muse
Ofrece más de 250 revist as cient íficas que cubren varios campos de las cienc ias human as y
sociales. [En línea] , muse .jh u.ed u/journals/inde x.h tml

ProQuest
Texto integral de varios miles de revistas de lenguas, la mayoría hasta los números más
rec ientes. [En línea], proques t.urni.com

Repere
Inclu ye 410 000 referencias de artíc ulos de publicaciones se riadas en lengua franc esa (1980)
con el texto int egral de 21.000 artíc ulos y las direcciones de 10.000 artíc ulos en texto
in tegral en in terner. [En línea] , repere2.sdm .qc.ca

74
Science Direet
Texto integral de publicaciones seriadas sobre todos los campos. [En línea] , www.sciencedi rect.
com/science /jo urna ls

11. Anuarios, compendios de publicaciones estadísticas y bancos de datos


estadísticos
e IA World Factbook/ Reference Maps
Compendio de datos de tipo geográfico, econ ómico, de mográfico y político confecciona do
por la bien conocida agen cia estadouniden se. [En línea], www.cia.gov/cia /pu blicat ion s/
factbook/

FedStats
Portal de compendio de dat os esta dísticos producidos por más de 100 agencias y organismos
feder ales estado unidenses. [En líne a] , www.fedstat s.gov/

International Financial Statistics


Versión electróni ca de la principal publicación estadística de! Fon do Monetario In ternacio ­
nal (FMI) qu e aparece cada mes de sde 1948. Trat a tem as como el balanc e de pagos, las
cue ntas nacio na les, la dem ografía, el empleo, las finanzas públi cas e internacion ales.
Publi cad a con juntamente por el FMI y e! Banc o Mundial. [C D-ROM, 1990]

Fuente OCDE
Base de datos bibliográfica y de text os integrales de las publi caciones de la Org an ización de
Coo peració n y de Desarr ollo Econó micos (OCDE). Aspectos trat ad os: agricult ura y
alime ntación, desarrollo, eco nomías e mergen tes , empleo, energía, ciencias ambienta les
y desarrollo durable, finanzas e inversion es, seguros, econ omía, comercio, ind ustri a y
servicios, problemas sociales, migraciones, fuentes y métodos estadísticos, tasación , trans­
portes, en tre otros. Allí se enc uen tran artí cul os de publicacion es seriadas, mon ografías,
informes, estudios por temas, estadísticas. [En línea ], cer es.sou rceoecd.org

Survey of Current Business


Publicación esta dou nidense en que se inde xan las publicaciones seriadas y las publicac ion es
estadísticas relacionadas con el comercio. [En línea], sear ch. epnet.com
Estadísticas de la Naciones Un idas/ United N ati ons Statistics
Portal estad ístico de la O NU. [En línea], unstart s.un .org/un sdl
World Econ om ic O utlook (WEC) Dat abase
Ban co de datos (ind icadore s económicos) publicado por e! Fondo Mo ne tar io Internacion al.
[En línea ], www.imf.or g
World Trad e Da tabase / La base de datos sobre el comercio mund ial
Esta base de dat os es prep arada por Statistique Canada desde 1993 y ofrece inform ación cuan­
titativa de los int ercam bios come rciales para más de 600 produc tos y servicios en tre los
160 países miembros de las Naciones Un idas. [CD -ROM] .

75
12. Compendios de documentación audiovisual
Architeeture and Building Net Resources
Compilación preparada por [eanne Brown de un gran número de sitios en arquitectura;
incluye el diseño urbano. Acceso gratuito.
[EILlínea], library.nevada.edu/arch/rsrce/webrsrcelcontents. html

Internet Archive
Biblioteca numérica que moviliza cientos de servidores, por lo que puede decirse que es una
verdadera memoria de Internet. Archiva sitios Web, aún después que han cesado de ser
accesibles en línea. [En línea], www.archive.org

El Louvre
El sitio ofrece una visita virtual del museo y brinda acceso a una base de datos que permite ver
las obras y consultar su descripción. Es digno de notar que muchos de los grandes museos
ofrecen este tipo de servicios. [En línea], www.louvre.fr

Pathe Film Archive


Permite el acceso a 3.500 horas de películas que cubren la actualidad internacional, el depor­
te y la historia social desde 1896 hasta 1970. [En línea], www.britishpathe.com

76
Capítulo 3

Cómo interpretar una fuente escrita:


el comentario de documento

El uso de fuentes escritas a modo de fuentes primarias' es una práctica común


de los investigadores de todas las disciplinas científicas. Tal es el caso de los histo­
riada res que consultan archivos, algunas veces muy antiguos, donde encuentran
por ejemplo inventarios posr-mortern de los primeros colonos españoles establec í­
dos en el Nuevo Reino de Granada; estos documentos resultan útiles para recons­
truir géneros de vida de los primeros inmigrantes europeos a estas tierras. Los eco­
nomistas por su parte consultan documentos publicados por diversas instancias
gubernamentales con el fin de comprender y prever los movimientos coyunturales.
¿Cuál es el politólogo que no utiliza la prensa como insumo de sus análisis y para
reconstruir los principales debates que agitan las sociedades a lo largo de su desa­
rrollo ?
¿Qué actitud debe adoptar el investigador frente a una fuente escrita que se
propone explotar en función de un objetivo de investigación? ¿Cómo debe inte­
rrogarla para obtener la mayor cantidad de información? ¿Hasta qué punto debe
proseguir su investigación para esclarecer los enigmas que le plantea su documen­
to? En pocas palabras, lcómo debe orientar el proceso de interpretación del testi­
monio escrito ?
En el presente capítulo se propone un procedimiento simple y general para
interpretar una fuente escrita. Este procedimiento suele encontrar su forma más
acabada y presentable en aquello que suele denominarse comentario de documento.
De entrada, debe puntualizarse que no se trata de un ejercicio fácil. En reali­
dad, el comentario de texto exige del investigador una atención y una vigilancia
sostenidas, un buen conocimiento del origen y contexto de producción del docu­
mento, así como una probada capacidad de interrogación e imaginación. No hay
duda de que existe un vínculo estrecho entre la imaginación del investigador, sus
conocimientos acumulados y su aptitud para establecer correlaciones, encadena­
mientas o vínculos entre ciertos elementos de información alejados en apariencia
unos de otros.

1. En las páginas sigui entes no se consideran los estudios espec ializados sobre fuentes prim a­
rias, en el marco de una investigación de tipo historiográfico o epi stemológico. También es ne cesa­
rio precis ar que los elementos de mét od o que se definen en este capít ulo no son otra cosa qu e
principios generales. Tampoco se aborda n en este capítulo los problemas de método que surgen con
mot i.vo de la utili zación de fuente s muy particulares, por ejempl o in scripciones en piedra o caligra ­
fías a ntiguas .

77
Usualmente, el comentario de documento se realiza en cuatro etapas principa­
les que se suceden de manera lógica. Tales etapas se hallan precedidas de un traba­
jo crítico de interrogación, lectura y documentación; en conjunto, este trabajo
incide de manera decisiva en la calidad del comentario final.
Las secciones que siguen se organizan alrededor de tres puntos, a saber: una
explicación del procedimiento previo al comentario de texto (sección 1); una des­
cripción de las cuatro etapas del comentario (sección 2); la consideración de un
ejemplo con el que se busca ilustrar y recapitular los elementos del método expues­
to (sección 3) .

1. El procedimiento previo al comentario

Cualquier persona que emprenda un comentario de documento sin haber rea­


lizado un conjunto de procedimientos intelectuales previos se arriesga a empobre­
cer de modo considerable su trabajo ulterior de interpretación. Este procedimiento
previo suele comprender tres etapas, a saber: la crítica de autenticidad del docu­
mento, la lectura atenta del texto y la documentación.

La crítica de autenticidad
Tiene por objetivo la verificación y la validación del documento antes de proce­
der a utilizarlo. Consiste en el examen minucioso del documento mediante un cues­
tionario. En la práctica, este procedimiento se asemeja al trabajo de un detective.
Aunque en la vida real es imposible establecer una lista de preguntas con vali­
dez universal para verificar la autenticidad de un documento, puesto que cada
documento exige un cuestionario específico, quizá las siguientes preguntas resul­
ten pertinentes para la mayoría de ellos/:
• ¿Quién escribió el documento, un individuo, un grupo de personas?
• ¿Cuándo fue escrito el documento? ¿Dónde? ¿Cómo?
• ¿Por qué caminos llegó hasta nosotros?
• ¿Se conserva disponible el documento tal y conforme lo escribió su autor?
• ¿Se trata de un original? ¿De una copia? ¿De una copia de copia?
• En caso de que se trate de una copia : ¿ésta es fiel o es falsa?
• Durante el proceso de redacción del documento, ¿pudo el autor cometer algu­
na equivocación?
• ¿El autor se autocensuró? ¿Acaso fue obligado a censurarse?
• ¿El autor es un testigo directo, o recogió su información de testigos anteriores?
Es evidente que para brindar respuesta a estas cuestiones se requiere un cono­
cimiento muy profundo de un corpus archivístico o documental, así como un com­

2. El cuestionario ha sido adaptado a partir de la obra de Henri-Irénée Marrou, De la connaisance


histoiique, Paris, le Seuil, 1954, p. 72. En la última traducción al español por A. Díez, El conocimiento
histórico, Barcelona, Idea Books, 1999, p. 85- 86 [N. del T.].

78
pleto dom inio de la literatura científica relacionad a con ese corpus. De hecho, el
trabajo de verificación de la autenticidad de las fuentes primarias no se hall a al
alcance de todos los inve stigadores. No cabe duda de que se trata de un trabajo
propio de especialistas o al menos de aficionados eruditos.
Por fortuna, la crítica de autenticidad es una etapa discrecional para casi todas
las fuentes, en la medida en que la veracidad de éstas no plantea dudas. En los
casos en que se torne necesaria la crítica de autenticidad, la situ ación se complica
para el investigador principiante, que suele trabajar con fuentes publicadas. ¿Aca­
so los editores han introducido modific aciones en los documentos originales?¿Por
casualidad el texto ha sido objeto de una revisión sin táctica o gram atical? ¿Se trata
de una traducción? ¿Por suerte se han retocado pasajes incomprensibles? ¿Qui zá se
han alt erado o mutilado del documento original? Se trata de preguntas que con
frecuencia no se pueden responder, sobre todo si los editores o los responsables de
la publicación omiten referirse al trat amiento que le han dado a los originales. En
la práctica, la crítica de restitución se revela tan difícil como la crítica de autentici­
dad' . Por esta razón, es difícil que el investigador principiante, aunque sea conciente
del problema, pueda ir hasta el fond o del asunto.
Para terminar, debe precisarse que las informaciones recogidas cuando se prac­
tica la crítica de autenticidad de un documento se retoman en el ejercicio del
comentario propiamente dicho.

Lectura atenta del documento


Una vez realizada la crítica de autenticidad del documento, el investigador
puede pasar a la segunda etapa de su procedimiento previo, es decir, a la lectura
minuciosa del texto.
El objetivo de est a lectura consiste en tomar nota de tod os los aspectos del
documento que parezcan lo bastante significativos como par a que merezcan ser
elucidados: personas citadas, lugar es mencionados, situaciones evocadas, expre­
siones recurrentes, imprecisiones del texto, suposiciones ambigu as, matices de vo­
cabulario, entre otros. Es importante no leer demasiado rápido las expresiones,
nociones O palabras que parecen banales. De hecho, no es seguro que la significa ­
ción dada en el texto sea la misma que la que atraviesa la mente del investigador
cuando lee el documento. Por último, y hasta donde sea posible, hay que estar
atentos a las palabras "solapadas y traidoramente hipócritas" -como diría Balzac­
que caracterizan el texto de numerosos documentos.
Este ejercicio de desciframiento, de deconstrucción y "desnudamiento" del tex­
to, que implica un análisis ulterior, podría ser llevado muy lejos. Le corresponde al

3. Par a pe rcibir la enve rgad ur a del desafío , pueden leer se co n provecho los trabajos de Réal
O ue llet. En est e sen tido , p ued e con sultarse Le grand voyage du pays des Hurons, de Gabriel Sagard,
texto esta blecido por Réal O ue llet, int roducci ó n y notas po r Réal O ue llet y [ ac k Warwi ck , Mont real,
Bibliot heque q u éb écoise , 1990, 383 p., il., bibliog., co l."Litt éra ture". Tambi én pu ed e verse Des Sauvages,
de Samuel de Charnplain, text o esta blecido an o tado y pr esent ado por Al ain Beaulieu y Réal Ouellet ,
Montreal, Typo , 1993,282 p., il., biblíog., mapas, co l. "Typo "o

79
investigador insistir, en func ión de sus objetivos de investigación y de búsqueda,
en aquello que le parece impo rta n te, digno de interés, suficien temen te significati­
vo al punto de merecer un a atenc ión especial. De hecho , un documento pued e
hablar en cien idiom as, ser interr ogad o de mil y un a maneras, ofrecer die z mil
respuestas. El cuestio nario elaborado para un texto revela en parte el conte nido de
ese texto. Sin embargo, este cu estionario debe ser lo suficientemente abierto, flexi­
ble y complejo como para que evite que se olviden elementos del contenido que,
como consecuencia de su riqueza o de su singul arid ad, podrían obligar al investiga­
dor a modificar o a revisar sus objetivos de búsqueda y en consecuencia sus h ipót e ­
sis implícitas.

La documentación
El seña lamiento de las part icularidades y de los mat ices de un a fuente primaria
exige qu e se la documente. En otras palabr as, se trat a de crear las condicio nes
ne cesarias para compre nder y analizar los eleme ntos de información que figur an
en la fuente y que han sido percibidos por el investigador. Se torna enton ces nece ­
sario elaborar una bibliografía informativa y ana lítica.
En un primer mome nt o, esta bibliografía incluye obras de referencia tales como
en ciclopedias y diccion arios especializados, obras de síntesis (manuales o compe n­
dios), dos o tres obras espe cializada s donde se tr ate de manera más o menos ex­
haust iva el episodio que se relata en la fuente; event ua lme nte, un o o dos ar tículos
de revista y, com o es natural, la co nsulta de algunos sitios de documentación elec­
trónica. Tales lecturas ayuda n a instalarse en el terreno y a despejar vías. A med ida
qu e el investigador profundiza en su análisis, esta bibliografía puede enriquecerse
con una cantidad más o menos grande de lecturas compl ementarias. Sin embargo,
est as últimas no se realizan sino en una segunda et ap a. Concluida est a eta pa de
documentación, el tr abajo de interpretación puede comenzarse.

2. El comentario propiamente dicho

Puede decirse que el co mentario de documento con siste en el orde na miento


del proce so de interpre tació n de un testimon io escrito; tal ordenami ento debe
revestir una form a pr esentable. Se trata de un ejercicio de contextualización , aná­
lisis y explicación de las particularidades de un a fuente escrita, ejercicio qu e se
prac tica con la perspect iva de resolver un cuestiona rio inicial planteado por el
investigador. Un comentario de texto desprovisto de cu riosidad investigativa es un
ejercicio intelectual imposible en la práctica, en la medida en que podría ser co nd u­
cido demasiado lejos y en múl tiples direccion es a un mismo tiempo, todo ello con
el riesgo de caer en detalles irrelev ant es desde un pun to de vista he urístico. El
comentar io de documento suele descomponerse en cuatro e tapas princ ipales".

4. Se inv ita al lector a conocer el procedimiento propue sto estableciendo co ntinu amen te el
para lelo con el estudio didáctico de! texto de ídol a Saint-[ean qu e figura al final de este capitu lo.

so
Primera etapa: la contextualización del documento asociada con el problema planteado
De manera general, el objetivo que se persigue en esta etapa consiste en situar
e! documento en relación con un cuestionario de partida, un campo de estudio, o
un área de búsqueda.
Antes de pasar al análisis propiamente dicho del documento parece oportuno
que se identifique y precise la cuestión intelectual que se plantea, e! debate o el
problema general que aparece en el documento. De la misma manera, debe resaltarse
el interés particular de este documento, con miras a profundizar uno O varios as­
pectos de la cuestión o del problema identificado.
Un comentario de documento carece de sentido cuando es ajeno a un proyec­
to de investigación, a una interrogación inicial, a un problema subjetivamente
planteado por un investigador. Es este proyecto, esta cuestión, este problema lo
que debe resaltarse en esta et apa, con e! fin de brindar una orientación, un objeti­
vo, una unidad de conjunto al ejercicio de! comentario.

Segunda etapa: la detenninación del marco histórico y origen del documento


El objetivo de la segunda etapa del comentario consiste en situar históricamen­
te e! documento objeto de an álisis, lo que implica brindar tanta informaci ón perti­
nente y circunstanciada corno sea posible acerca de las condiciones de su produc­
ción y de los aspectos políticos, sociales, económicos, ideológicos y culturales, de la
coyuntura en que se inscribe tal documento.
Con este objetivo, el investigador moviliza toda la información que ha logrado
acopiar, incluso la relacionada con la crítica de autenticidad del documento, cuan­
do las circunstancias lo exigen. En caso de no haberlo hecho, tratará de responder
a las siguientes preguntas":
• ¿Quién es el autor del documento? ¿Era persona conocida? ¿Tenía prestancia
social al momento de redactar e! documento? ¿Qué importancia y qué credibi­
lidad merece su testimonio? ¿Acaso e! autor representaba una corriente, un
movimiento, una idea en boga cuando escribió e! documento?
~ ¿Cuál era el objetivo declarado o implícito del autor al preparar el documento?
¿Acaso el documento objeto de análisis presenta un interés suplementario o
particular por el hecho de haber sido elaborado por talo cual autor?
• ¿En qué circ uns ta ncias y en qué coyuntura apareció el documento? ¿C uái es su
contexto histórico original? ¿Se puede, a partir de estas circunstancias y de esta
coyuntura, comprender las características formale s, de contenido, tono, pre­
sen tación, discurso, y organización genera l del documento?
~ lA quién iba dirig ido eventualmente el documento? ¿Qui én era su destinata­
rio inicial? ¿Pueden comprenderse mejor las particularidades y los matices del
mensaje que se comunica a tra vés dei documento medi ante la identificación
de su destinatario?

5. Estas pregunta s pueden resultar pertinent es para inter rogar un gra n n úmero de docurnen­
cOS, aunque en rigor no a todos los documen tos.

81
• ¿Cuál es en realidad el valor testimonial del documento? ¿Cómo se diferencia
de otros documentos similares y por qué debe concedérsele una importancia
particular?
• ¿Qué precauciones deben tomarse eventualmente para analizarlo?

Tercera etapa: la reconstitución del esquema y el análisis del documento


En la tercera etapa del comentario de documento se analizan los datos y las
particularidades contenidas en el documento, se intenta elucidar las suposiciones;
explicitar los indicios que ofrece; resolver sus imprecisiones; comentar las situacio­
nes que trae a colación; descifrar los matices de vocabulario que contiene, respe­
tando en todo momento los significados propios de la época; determinar e identi­
ficar las personas citadas, entre otros aspectos. En todo caso, esta etapa del comentario
debe hacerse echando mano de la documentación previamente compilada.
Esta etapa suele dividirse en dos partes, a saber: una presentación esquemática
de las partes principales del documento, y el análisis propiamente dicho de las
particularidades y de los matices del texto.
Con la presentación esquemática se busca establecer la lógica estructurante del
texto, dicho de otra manera, cómo se organiza la argumentación, cuál es su hilo
conductor, cómo se desarrolla, y a qué conduce. En cierta forma, la presentación
esquemática es la reconstitución razonada del plan del texto.
En el análisis del documento se busca seguir una progresión lógica y acumulativa.
Usualmente va de lo general a lo particular. Por ejemplo, en un primer momento,
el investigador puede concentrarse en el análisis de las situaciones descritas en el
documento, para pasar enseguida a la identificación de las personas puestas en
escena, al estudio minucioso de los términos de argot que contiene, entre otros
aspectos. En verdad, no existe un modelo capaz de agotar la realidad. A fin de
cuentas, la forma que adquiere el comentario depende del contenido del docu­
mento yde las preocupaciones del investigador. Debe respetarse el principio gene­
ral de clasificar y reagrupar de manera lógica los elementos de contenido que se
asemejan o aproximan. Todas las fuentes utilizadas para la explicación de una u
otra de las particularidades del texto deben citarse a medida que el investigador se
sirve de ellas. Las referencias bibliográficas se hacen conforme a las pautas expues­
tas en el apéndice 2 de la presente guía.

Cuarta etapa: el balance


En la cuarta etapa del comentario de documento se busca permitir al joven
investigador que aproveche el procedimiento precedente con miras a emitir un
juicio de conjunto sobre las cualidades intrínsecas y extrínsecas del documento. El
investigador puede estar interesado en responder a las siguientes cuestiones:
• ¿Qué enseñanzas pueden obtenerse del texto analizado? ¿Qué vale la pena
retener del documento ?
• ¿A qué dudas brinda el contenido elementos fundamentales de respuesta?

82
• ¿Acaso revela aspectos importantes de un episodio o de un a situación ?
• ¿Cómo esta huell a permite comprender mejor la sociedad que la produjo?
• ¿En conjunto, el documento objeto de análisis es fiable e importante ? ¿O no
será acaso un documento marginal, secundario, desprovisto de pertinencia?
• ¿Puede utilizarse la información contenida en el documento para enunciar
una hipótesis, o para brindar una explicación ?
El balance es indispensable por dos razones. En primer lugar, porque permite
evaluar con lucidez el documento que se tiene a la mano, en función de la calidad
del comentario realizado; además, el balance permite utilizar este documento en el
marco de un proyecto de investigación e incluso dentro de una estrategia de res­
puesta a una pregunta inicial.

3. Presentación de un ejemplo simple de comentario de documento


A Contextualización del documento en relación con un problema intelectual
El discurso de Idola Saint-[ean"sobre el derecho al voto de las mujeres tiene un
interés múltiple . En primer lugar, brinda información acerca del poco conocido
período de entreguerras en la historia de Quebec. Sobre tod o, constituye un docu­
mento de primera importancia para trazar la historia de las mujeres. En virtud de su
contenido, permite entender una de las principales reivindicaciones de las femi­
nistas durante la primera mit ad del siglo XIX. De la misma manera, el discurso de
Idola Saint- Jean deja entrever la am a rgu ra de muchas mujeres ante la
marginalización de todo tipo que ellas experimentaban en la vida cotidiana y, en
particular, aquella que les era impuesta por la discriminación propia del régimen
del matrimonio engastado en el Código Civil de Quebec. A comienzos de la déca­
da de 1930, el obst áculo jurídico continuaba siendo uno de los principales mec a­
nismos que impedían la emancipación de las mujeres. La autora se hallaba empe­
ñada en denunciar esta situación. Puede decirse que el discurso de Idola Saint-Jean,
difundido a tra vés de la radio, es muy revelador para los investigadores, pues les
permite entender las contingencias de un a lucha y los rasgos de las mentalidades
de una época.

B. Notas sobre el marco histórico y el origen del documento?


Laautora
La historiografía presenta a Idola Saint-jean (1880-1945) como una de las
primeras grandes feministas de Quebec. Hija de un criminalista, tuvo sobre todo

6. Aqu í no es ne cesaria en modo algun o la crítica de auten ticidad del tex to, puesto que la
tran scripci6n integral de su co nte nido origina l ha sido garan tizada por los autores de la obra donde
fue reproducido (véase la referencia completa de la obra, en la p. 91 de esta guía donde aparece
tr aducido) . Por otra parte, el text o puede se r consultad o en internet, en la di rección www.
cybersolida ires.org/h istoire/docs/1933 1 (página co nsultada el IS de abril de 200S) .
7. El abogado Luis Fernando Osario Uma ña, egresado de la Un iversidad de Sa nto Tomás
(Bogotá), colaboró en la revisi6n técni ca del siguient e texto.

83
una form ación en lengua francesa y se de sempeñó en la Universidad McGill, en el
Dep art amento de Estud ios Franceses. Durante toda su vida luch ó por la emancipa­
ción jurídica de las mujeres. Feminista militante, participó en 1922 en la fundación
del Comité Provincial en Favor del Sufragio Femenino. Cinco añ os más tarde,
insatisfecha con el itinerario de este movimiento, lo abandonó y se dedicó a pro­
mover la creación de la Alianza Canadiense por el Vot o de las Mujeres en Quebec,
organización integrada por feminist as francófonas procedentes sobre todo de los
estratos populares". En 1930, y con motivo de un a elección federal , Idola Saint­
[ean convocó al electorado con su candidatura independiente por la circunscrip­
ción de Saint-Denis Dorion. Fue la primera vez que una mujer se presentó a las
elecciones federales de Quebec", y aunque fue derrotada, obtuvo 3.000 votos 10.
El discurso
En 1931, al momento de pronunciar este discurso![, el proyecto de ley sobre el
voto femenino ya había sido sometido ante la Asamblea Legislativa de Quebec, en
cuatro oportunidades sin ser aprobado". Idola Saínt- [ean pronunció su discurso
con el propósito manifiesto de presentar y promover las ideas de los principales
grupos feministas de la época (la Liga por los Derechos de la Mujer, la Federación
Nacional San Juan Bautista, la Alianza Canadiense en Favor del Voto de las Muje­
res en Quebec) l3 y con la finalidad de sensibilizar a los diputados acerca del impor­
tante papel que podía desempeñar la mujer en la esfera de los asuntos públicos. El
discurso estaba destinado al gran público, a los hombres como es natural, y a ciertas
mujeres que continuaban oponiéndose al proyecto de ley sobre el voto femenino".

8. Ca the rine L. C leve rdon , Th e Woman Suffrage M ovement in C anada, int rod . de Ramsay
Cook, Toronto, University of Toron to Press, 1974 [1950], p. 232. Véase también bilan .usher-brooke.ca/
bilan/p agesbiographies/291html (página consultad a el I de abril de 2005) .
9. Se debe recordar qu e aunque las mujere s de Quebec obtuvieron el derecho al vo to a nivel
provincial sólo hasta 1940 , lograron sin embargo ejerce r esta respon sabil idad a nivel federal desd e 1918.
10. Fuentes de in forma ció n biográficas : Robert Pr évost, Québécoises d'hier et d'aujourd 'hui ,
Montreal, Stan ké, 1985 , p. 200 ; Cl everdon, cap. 7; Micheline Dumont er al. [Collectif C lio] , Lhistoire
des femmes au Québec depuis quatre siécles, Montreal , Les Quinze, 1982, cap. 11 .
11. N ad a permite aseg ura r que este discurs o radiodifundid o en febrero de 1931 corresponde
integralmente a la primera versi ón escrita por la auto ra. Hubiera sido interesante saber si Idola Saint­
Jean se vio ob ligad a a censurar su discurso, por in iciativa propia u obligada por terce ros para difundirlo
a tr avé s de la radio.
12. En 1927 ,51 votos co ntra 13; en 1928 , 39 vot os con t ra 11; en 192 9, 50 vo tos co n tra 16; por
último , en 1930 ,44 vot os co n tra 24.
13. Par a un a histori a de las organ izaciones femi nista s en Quebec dura n te los tr einta prim eros
años del siglo xx, véanse, Dumont er al.; Susan M ann Trofimenkoff, Visions nationales: une tustoite du
Québec, Montreal, Trécarré, 1986 [1983]; Marie Lavigne et al "La F éd ération nationale Saint-jean­
Baptiste a les revendications féministes au debut du xx' siecle", Revu e d'histoire de l'Amérique franc;aise,
v. 29 , N º 3, diciembre de 1975, p. 353 -3 73 ; Yolan de Pin ard , "Les d ébuts d u mo uvement des femmes",
en Marie Lavigne et Yolande Pin ard , bajo la dir, de , Las femm es dans la société qu éb écoise: aspects
bistotiqu es, Montreal, Boréal Expr ess, 1977 , p. 6 1-87.
14. A continuaci ón se brinda n a lgunos ejem plos. En 1921, co n motivo de un debat e sobre el
voto femenino, la Federación de Mujeres Canadie nses-Francesas de la región de Hull, con Madame

84
Por otra parte, ha y que subraya r que a comienzos de la década de 1930 las ferninis­
ras se servían de la radio como soporte de difusión de sus mensaje s, en el marco de
una estrategia tendiente a unir a su cau sa a las mujeres que vivían en las zonas
rur ales. En este sen tido puede decirse que Th érese Casgrain, presidenta de la Liga
por los Derechos de la Mujer, dirigía una emisión semanal, Femina, en las ondas de
C KAC; los propietarios del periódico La Presse corrían con los costos de esta erni­
sión . Idola Saint-[ean, por su parte, animaba una emisión llamada Actualicé féminine
(Actualidad Femenina) l5.
De la mism a manera, en su discurso , Idola Saint- [e an se dirigía a los legisla­
dores [sic]!", a los políticos y a los juristas. Estos últimos eran menos visibles
a unq ue no menos importantes para mantener a las muj eres bajo tutela. Se sabe
que uno de los objetivos primordiales de las or ganizaciones feminist as consistía
en hacer evolucionar las leyes, en particular aquellas que regían la situ ación de la
mujer en el m arco de la par eja. En efecto, el siste ma jurídico era considerado
como una de las cau sas má s importantes de la dependencia de las mujeres y del
papel sec unda rio que se les as ignaba en la esfera de los asuntos p úblicos " . Por
último, al pronunciar su discurso a través de la radio, Idola S aínt- Jean esperaba
menoscabar la influ encia de o tros discursos, en particular el del clero y el d e los
políticos. D ad o que la radio podía penetrar en el esp aci o de la vida privada de la
mayoría de las mujeres, se trataba sin duda del medio más apro piado para ir al
encuentro de ellas, allí donde los se rmones y los di scursos no lo podían h acer, en
todo caso no de manera di recta ":

Rose Ar ch amb ault a la ca beza, presentó un mem o rial al primer ministro Taschereau so licit ánd ole
vot ar contra el proyecto, pu esto que "el voto femenino es un principio subversivo del orden, co ntrario
a l derech o di vino, al de rech o natural y al derech o socia l". Fragmentos publi cados en La Presse, 3 de
febrero de 1921 , p. 1 y citado s en Daniel Latouche , en cola b. con Diane Poliquin -Bo urassa, tex tos
compilados y com entados por Le manuel de la parole: manifestes qu éoécois , tomo n. 1900 a 1959,
Montreal, Boré al Express, 1977, p. 111. También mere ce mencion arse la int er vención de Rola nde
Désilet s (portavoz del C írcul o de G ranjeras) q ue, al margen de los tra bajos de la Comisión de In ves­
tigación sobre los Derechos Cívil es de las Mujeres, (Comisión Dorion, 1930), desaprobó radi calmente
la luch a de las fem inist as en pro del mejo ramiento de las co nd icio nes jurídicas de las mujeres. Por
último, debe precisarse que Fran coise Gaudet-Sm et , cu ya influ en cia sobre las mujeres del sec to r
rur al no es despreciable, también se o puso al vo to femenino. Sobre este tem a, véase D umon t et al., p.
33 7-338 y p.347 -348. Véas e también , G hislaine Desja rd ins, "Les Ce rcles des ferrnieres et l'acti on
fémin ine en milieu rur al, 1915-19 44" , en Lavign e y Pin ard, p. 217-243.
15. Cleverdo n, p. 240.
16. Es necesario prec isar que la a uto ra util iza inco rrect am en te el térm ino "legisladores", puesto
que se refie re a la Dipu tación. En lengua francesa el tér mino "legislador " se em plea para des igna r a
un a per sona o a una autoridad (por ejemplo un a asamblea legislat iva) qu e legisla, q ue elabora las
leyes. Además, este término nu nca se em plea en plural,
17. Sob re este asunto, véase ]ennifer Stoddart, "Qu and des gens de ro be se pen ch et sur les
droits des femm es: le cas de la Comisión Dorion, 1929-1931", en: Lavign e y Pinard, p. 307 -3J5.
18. Para un a ná lisis de l fenómeno de pen et ración de la rad io en los hogare s que bequenses
antes de 1940, véas e el tra bajo clás ico de Elzéar Lavoie , "Lé volut ion de la rad io au Ca nada francais
avan t 1940", Recherches sociographiques, v. 12, Nº 1, enero -abril 1971 , p. 17-43.

ss

El objetivo
Idola Saint-[ean se pro ponía convencer a la población en general y a la dipu­
tación en particular, ace rc a de las bo ndades del proyecto de ley mediante el cua l se
reivindicaba el derecho al sufr agio femenino en la provincia de Quebec. Su discur­
so se presenta como una defensa de los derechos fund amentales de las mujeres. En
su argumen tación alude a la rectitud y ab negación, nociones reconocidas en la
m ujer; a la respetabilidad de las madres, de las esposas y de las hijas; al car ácter
sagrado ya la primacía de los principios cristianos [9, sentimien tos arra igados en las
me n talidades y en las prácticas individua les de la ép oca. De la m isma ma nera, el
aná lisis minu cioso de las afirmaciones de la autora sugiere q ue buscaba movilizar su
audito rio a partir de un argumento bási co - el de la promoción e igua ldad de los
ca n adienses de origen francés en el seno de la Federación canadiense- qu e tr as­
ce ndía m uchos sec ta rismos existentes en la provinc ia de Q uebec de aq uella época.
Ade más, algunos arg umentos esgrimidos po r la autora prueban q ue las feminis tas
ca n adienses de or igen fran cés siempre oscilaron entre el reformismo, las cre encias
religiosas y los principios nacionales. Por este motivo, mu chas de ellas optaron por
el femin ismo crist íano" . Uno de los elemen tos bá sicos de las afirmaciones de la
autora" es la noción vaga - aunque estimulante y uni ficadora- de "o rgullo n acio­
nal", qu e ella reforzab a con la referencia a algun as figuras mayores del panteón
nacion al (M adame de Repentigny, Marie Rollet, [ eanne Mance , Marguer ite
Bourgeoys, M adeleine de vercheres, la madre de Lou is-[ oseph Papineau ). Por últi­
mo , la auto ra ha ce referencia a un panteón femenino en proceso de cons titución
al mencionar en su texto a dos heroínas, A nn íe Macd onald Langst aff y Marthe
Peinad, qu e con tribuyero n a la co nquista de una igualdad de acceso de las muj eres
a ciertas pro fesiones reconocidas . Con la evocación de estas figur as busca ba exalt ar
a las gene raciones de muje res en busca de ernanc ípací ón" .

19. Par a ilustrar la imagen est eriot ipada e ideal izada de la mujer de la década de 1930 , véase
"La femme canadí enne -francaíse", entrega esp ecia l de ralmanach de la langue [taticaise, Mon treal,
Ediciones Albert Lévesque, 1936.
20. So bre las relaciones amb iguas aunq ue no por ello menos claras entre e l fem inismo y el
nac iona lismo a co mienzos de! siglo xx, véa se Trofimen koff, cap. 12.
21. La exacerbación de un sentimient o de orgullo nac ional es un recurso ut ilizado de manera
bas tan te frecu en te por las fem inis tas, en particu lar frente a los nacional istas y al clero, para obtener la
aprobación de ciertos asun tos. De ello es testimonio , por ejem plo, la carta de Maríe Lacos te G érin­
Lajoie a la supe riora de la Congrégation de No tre -D arne , sor Anne-M ar ie, donde se queja q ue las
canad ienses-franc esas son obligadas a ir a la U niversid ad McGill , a los Estados Unidos o a Euro pa a
co mpletar sus estudios. Se trata de un argume n to de peso, puesto que la Escuela Superior, que ofrecía
a las niñas los cuatro úl timos afia s del curso clásico, había sido abierta e! 8 de oc tubre de 1908. Sobre
este asunto véa se Dumont et al., p. 32 1-3 22.
22. Annie Macdonald La ngst aff fue la primer a mu jer d iplomad a de la Facultad de De recho de
la U n ivers idad McGill , en 19 11. Sin emb argo , só lo hasta 194 2 las mujeres fueron ad mitidas en el for o
pa ra litigar en la Corte. Mar th e Pelland fue, por su parte, la primera mujer qu e logró , en 1931 , el
d er ec ho de pr act icar la medic ina e n la provinc ia . Vé as e , bil an .Ush erb ro o ke .c albila n/ pages/
º
evenements/Jdd.htrnl (págin a consultada e! 1 de abri l de 2005).

86
c. Reconstitución del esquema y análisis del documento
El discurso de Idola Sa in t-jean se divi de en dos part es principales. En la prime­
ra, se justifica el interés y la necesidad de concede r a las muje res el derecho al voto,
con fundame nto en un conjunto de hechos históricos establec idos y rea lidades
objetivas. En la segunda parte se dirige de man er a dire cta a los hombres de Q uebec,
y los exhorta a aprobar el proyecto de ley que sería rad icad o al d ía siguiente . Trata
de pe rsuad ir co n razones de estricta equidad cristiana, desarrollo co lectivo y
complementaried ad de hombres y mu jeres en sus capacidades físicas y mo rales. El
argumento central del discurso aparece form ulado desde el com ienzo del texto y se
rel aciona con el re tard o de Q uebec , en rel ación con las otr as pro vin cias de la
Fed er ación, en la democratización de su espa cio político y de sus libertades indivi­
du ales y co lec tivas " .
En primer lugar, Ido la Saín t-Jean se propuso legitimar sus afirmaciones insis­
tie ndo en el papel cen tral desempeñado por las muj eres en la h istoria ca n adiense
(en pa rticular en el periodo de la nu eva Francia, co nsiderado por las élites trad i­
cio n ales co mo una edad de oro") . En los difíciles años de la dé cada de 193 0, le
atribu ye a la ca n adiense de origen francés abnegaci ón, va lentía, sabiduría, in teli­
gencia y d ign idad . La evocación de aq ue llos va lores contribuía a magnificar el
compromi so de las mu jeres con el destino canadiens e" . Busc aba asociar el derecho
al vot o de las mujeres co n un reconocimiento ex plícito por parte de la co munida d
masc ulina de la incalculable co n tr ibució n de las mu jeres a la co nstrucc ión del
C anad á. Idola Saint-Jean fund amen tó su argumen to más incisivo en un a célebre
frase de la madr e de Louis-[ oseph Papin eau" , que usó de maner a hábil para recor­

23. Se sabe qu e Quebec fue el último Estado de América de l No rte q ue acordó el derecho de
voto a las mujeres.
24. So bre este asunto, véa se Serge Gagno n , Le Québec et ses historiens de 1840 a 1920: la
N ouvelle -France de Gameau a Groulx, Sainte- Foy, Presses de l'U n iversit é Lava l, 1978.
25. Arg umento irónico car act erístico del discurso de Idola Saint-[e an, que podría retradu cirse
en los siguientes térm inos: "Vosotros reco noc éis en las mujere s much as cu alidades, pero cua ndo llega
la ocasión de acordarles el meno r derecho real, os echá is para at rás, os o pon éis, no sois co nsec uent es".
Otros pasajes, part icularmente aq uellos do nde presenta algunas he roínas del panteó n naciona l, tie­
nen significaciones de segundo grado muy explícitas. Se los pod ría decodificar de la siguiente mane­
ra: "N o hace mucho tiemp o, en la época en q ue una gran mayoría de los hom bres vivía en los
bosques, las muje res constituían el gobie rno real de la colon ia: ministras de Co mercio, de la Asiste n­
cia Pública, de Educ ac ión y de Finanzas. ¡y las cosas funcio nab an!". Vale la pena mencio na r q ue
est a versión , en la que se insiste sob re el papel fundamental de las mujeres en la organización de la
co lon ia, se halla corrobora da por las opiniones de l Consej o Sobe ran o de la N ueva Francia. Para un
panorama de la inicia tiva emp resarial femenina'en Q uebec, véase Francine H arel Giasso n y Marie­
Fra ncoise M archis-Mou ren , "Les gestio nnaire s q ué b écoises : de M ar gu eríte Bou rgeoys au Bottin des
fernmes", Questions de culture, v. 9, 1986, p. 129-144.
26. Rosa lie Che rrier, madr e del ilustre patriota ento nces diputado, adhirió a su hijo en la elec­
ción de 1809. Según la prác tica del voto oral en aq uella época y de acuerdo con el sen ador biógrafo
L.-O. David, ella exclamó: "Por mi hijo, ya que creo que es un buen y fiel vasa llo". Se puede notar la
importan te digresión ex istente entre la intervención de Che rrier reco gida por L.-O .David y lo nar ra­
do por 1dola Sain t-Jean . Fuent e: L.-O.David, Les deux Papineau, Montreal, Ensebe Sénéca l et Fils,
1896, p. 28.

87
dar cómo las mujeres h abían ejercido con "co ncienc ia y dignidad" el derecho al
vo to durante el per iodo 1791-1834 27• Por últ imo y para hacer más co nvincentes
sus afirmacion es, Idol a Sa int-l ean recu erd a las condicion es objetivas de vida de las
mujeres a co mienzos de la década de 1930 28, cada vez más parecidas a las del hom­
bre. En este sentido, consider aba que el tr abajo de la mujer en tod as las esferas de
la vida económic a exigía una modificación de las jerarqu ías tr adici onales y un a
dem ocrati zación de los espacios de poder. Idola Sa in t-l ean co ncl uye la primera
parte de su discurso con una frase que revel a la ambigüed ad de un tipo de discur so
feminista de la época, el "feminismo correcto", apoyad o por el clero y promovido
en particular por la Federación Nacional San] uan Bautist a (FNS]B), qu e presidía
Marie Lacoste G érin-Lajoie ?". En la frase in te rrogativa, "zrio se tr at a en este caso
de probl em as qu e la mujer comprenderá siempre mejor qu e el hombre ?", se revel a
de cierta manera el discurso equívoco que sostiene n muchas feministas inspiradas
a un mismo tiempo en un a voluntad reformista y en un a ideología conservador a.
Se trata sin duda de un discurso que recl am a la iguald ad, pero una igualdad funda­
da en el reconocimiento de los atributos distintivos de las mujeres. En poc as pala­
bras, una iguald ad justificad a en la compl ementaried ad de los sexos, que es contra­
dictoria con un a ac titud ígualita rísta".
La segunda parte del manifiesto de Idola Saint-l ean es todavía más incisiva.
Para inclinar el voto de los diputados, la auto ra se sirve de la sensibilidad masculi­

27. De be precisars e qu e la au sencia de un a interdi cción for mal del derecho de voto de las
m ujeres e n el Ac ta Cons tituc ional de 1791 fue inter pret ad a co mo un a a utorización a vo tar. Tam bién
se debe sub raya r que esta po lítica de derecho de voto a las mujeres er a aplicada de manera de sigual
a lo largo de Q ue bec. En 1834, en el ma rco de una rev isión de la ley elec toral, fue aceptad a po r las dos
asambleas y reci bió la sanción rea l una proposición de enmienda qu e ne gaba específicamente el
derecho de vo to a las muj eres. Por últ imo, en 1849, se experimentó la necesidad de pro hibir de
ma nera oficia l la pa rticipac ión electoral de las mu jeres. Da tos recogido s en Fra ncine Fourn ier, "Les
femmes et la vic po lit ique au Q u ébec", en Lavign e y Pina rd, p. 339 y ss.
28. N ót ese q ue la a uto ra recu rre aquí a un arg umento ut ilizado frec uentemente po r los parti­
darios del derec ho de voto para las m ujeres. A demás , este argu mento se rá recogido por los dos
di putados qu e presentarán, al d ía siguien te del discurso de Idola Saint-l ean, el proye cto de ley sobre
el voto feme nino , lo mismo que por A thanase D avid, a pro pósito del proyecto de ley sobre la adm isión
de las muj eres en el foro (que no fue apro bado por la Asamblea Legislativa, el 26 de marzo de 1931 ,
por 34 vo tos co ntra 32) .
29. Se sabe que la FN S]B, que e ra al co mienzo un reagrupami ent o de va rias soci edades afilia­
das, gozaba de una co lum na en Le Devo ir, qu e le pe rmi tía difun dir las ac tiv ida d es de sus asoc iacio­
nes. Esto significa q ue el refor mismo de esta feder ación no era an tipá tico a los n acion alistas ni a
ciertos conservad or es; tal es el caso de Henri Bour assa, reco nocido, sin em ba rgo , como an tifernin ista.
30. Mar ie Lavigne, Yolande Pin ard y [enn ífer Stodda rt agregan, refiriéndose a la ideo logía de
la FNS ] B: "La un animid ad ope ra alrede do r de la primacía del papel ma te rna l de las m ujere s; la
re pa rtic ión de pap eles en tre hombres y mu jeres es cuestion ada rar a vez. A lgu nas feministas co nti­
nú an hablando d e la co mpleme n tarieda d innat a entre e l hombr e y la muje r [.. .], y el pape l soci al de
la mujer se define en fun ción de esta m isma compleme n ta riedad . Pa reci era qu e se conten taran
ata cando los efec tos discriminator ios que produce esta repartición de tareas entre los dos sexos, sin
interrogarse acerca del sentido de esta desigualdad , y la reflexiones de estas feminist as no se or ien tan
hac ia un a reconsider ación de la femineidad y sus efectos opresivos", en Lavigne et al., p. 202 .

88
na, del culto a la familia, en particular a la madre y a la hija, de los preceptos del
cristianismo y del orgullo nacional. En esta parte del texto se revelan con particu­
lar claridad las principales "fuentes de inspiración" que influenciaron en aquella
época las acciones y decisiones de los hombres de la vida política. Las palabras del
gran Maestro, los escritos de Víctor Hugo, las verdades evangélicas, los destinos
excepcionales de algunas mujeres de acción se invocan una y otra vez para com­
prometer los votos en favor del sufragio femenino. Además, el voto positivo se
presenta como un acto liberador que encuentra su legitimidad más elevada en la
voluntad compartida de un desarrollo cada vez mayor de la provincia de Quebec,
una manera de poner a esta entidad política al diapasón de las ocho restantes
provincias canadienses, donde las mujeres gozaban del derecho al voto desde 1922.
El contenido y el tono del discurso de ldola Saint-[ean se explican en buena me­
dida por la coyuntura en la cual fue preparado. Algunos elementos de la
contextualización histórica permitirán identificar mejor sus particularidades.
La lucha porelsufragio femenino
En Quebec, la lucha de las mujeres por el derecho al voto se había iniciado
mucho antes de la difusión del discurso de ldola Saint-[ean. Sin embargo, sólo
hasta abril de 1940 se les concedió este derecho, bajo el gobierno liberal de Ad élard
Godbout". A lo largo de catorce años, el proyecto se presentó catorce veces y
movilizó a algunas de las activistas más notables de la época: Th érese Casgrain,
Maríe Lacoste G érin-Lajoie (y su hija del mismo nombre), ldola Saint-[ean, Carrie
M. Derick, Madame Walter Lyman, Madame [ohn Scott, entre otras. Vale la pena
recordar que para ser presentado en el parlamento, el proyecto de ley sobre el
sufragio femenino debía ser presentado por un diputado, es decir por un hombre.
En 1931, Irénée Vautrín, diputado liberal por la circunscripción de Montreal-Saint­
[acques, presentó el proyecto de ley ante la asamblea legislativa, que fue apoyado
por dos diputados conservadores, Martin Beattie Fisher (Huntingdon) y Charles
Allan Smart (Westmount) 32.
La oposición al voto femenino
Las peticiones para que se les concediera a las mujeres el derecho al voto eran
persistentes en Quebec: sin embargo, la oposición era feroz. El clero y los hombres
de la vida política, que encarnaban la resistencia más intransigente, se apoyaban
en la dudosa noción del "derecho natural". Sin embargo, ldola Saint-[ean se diri­
gía en particular a los juristas, un grupo que escapaba en gran medida a la mirada
de la opinión pública. El hecho de que los opositores al proyecto de ley se obstina­
ran en fundamentar su argumentación en principios de doctrina explica quizá la
insistencia de la autora en basar sus afirmaciones en ciertos escritos selectos, sagra­

J 1. Sin embargo, sólo en las elecciones de 1944 las mujeres pudieron ejercer por primera vez su
derecho al voto .
32. Cleverdon, p. 238 Y ss.; Yves Beaulieu el al., Répertoire des parlamenlaires québécois, 1867·
1978, Quebec , Biblioteca de la Legislatura, Servicio de Documentación Política, 1980.

89
dos o profanos. Ahora es necesario co n tex tua lizar el discurso de Idola Sain t-Je an
en relación con la publicación, en 1930, del informe de la Com isión D orion, en­
car gad a de in vesti gar el estado de los derechos civile s de la mujer. Id ola Saint- Jean
había presentado un memor ial ante es ta comisión. Por o tra parte , entre el18 y el
30 de n oviembre de 192 9, es de cir e n el momento mismo en qu e se ce lebraban las
sesiones de la Comisión en Montreal, dirigía una crónica co tidiana, de dos páginas
de exten sión , en el Montreal Herald, periódico que simpatizab a con la ca usa ferni­
nist a. Además, vale la pena sabe r q ue la Comisión Dorio n fundamentaba gran
parte de sus recomend aci ones en una diferencia entre el pap el (y las ap tit udes) de
mu jer es y hombres; la comisión basab a el conjunto de sus recomendaciones en el
respe to de esta díferencia'".

Los principales opositores delproyecto


En tre los detractores del proyecto se encon tra ba la mayo ría de los hombres de
la vid a política de la época; entre ellos , el primer minist ro Louis-Alexandre
Taschereau, era uno de sus más feroces en em igos. "Si alguna ve z las muj ere s obtie­
n en el derecho al voto, n o seré yo qu ien se los habrá concedido' !", habí a declarado
en 1922 . La oposición apoyaba en gra n medida al gobierno en este asun to . Al
respecto es interesante citar un a decl ar ación de Thérese C asgrain : "Tasch erea u no
veía ni siquiera la utilidad de recurrir a un voto de partido?". D e la mism a manera,
una mayoría muy fuerte del clero luchab a con tra este proyecto . M onseño r Louis­
Adolphe Paquet, célebre portavoz de la Iglesia, escribía en 191 9: "Bajo el nomb re
de feminismo, un mo vimiento perverso, una ambició n fal az, se arrastra fue ra de su
ca mino a la más ele gante mitad de nu estra especie, y se ponen en riesgo las bases
mism as de la famil ia y la sociedad'?". En Henri Bourassa, director del di ario Le
Devoir, se encuentra quizá uno de los mejores condensad os d e la arg ume n tación
antifernin ista de la época. G ra n ca tó lico, se fortaleci ó co mba tien do al mov imiento
fem inist a que, "como el socialismo, [est á] en oposición rad ical con el concepto
cr istian o de la familia y de la soc ieda d , orden ad as según la ley n atural y la ley de
Cr isto?". Bourassa asociab a el feminism o con el protestantismo y sos tenía que "el
sufragio femenino tendría co nsecuen cias nefastas sobre el m atrimonio, la familia,
la educación de los niños y la sit ua ción moral y social de la mujer' ?". Co n to da esta

33. Par a un análisis de l contexto que pres idió la organización de la com isión y para un estudio
de sus recomendacio nes, véase St odd ar t.
34. Afirmación ci tada po r Thérese Cas grain en Une femme chez les hommes, Mo ntreal, Édicions
du [ou r, 1971 , p. 77 .
35. Casgrai n, p. 83.
36. Louí s-Adol ph e Pa q ue t, "Le fém in ísme", e n Études et appréciaeions: nouveaux mélanges
canadiens, Q u ébec, Imprim er ie fracisc a ine mission naire, 191 9; reimpreso en Mich éle [e a n, textos
selecc io nados y present ados por, Québécoises du xxe siécie , Mon treal, Éditi ons 'd u [o ur, 1974, p. 47-48.
37. He nri Bourassa, Femmes-hommesou hommes er femme s? Éeudes abr1eons romtJUs sur le féminisme ,
Mon treal, l mp rimerie du Devoir, 1925, p. 4.
38. M íchele lean, p. 193. Para un an álisis más pro fundo de las ideas de Henri Bourassa sobre las
mujeres, véase Susan Mann Trofimen koff, "He nr i Bourassa et la question des femrnes'', en : Lavigne
y P inar d , p. 293-306.

90
información se comprende mejor la estra tegia discursiva de Idola Sa in t-Jean en su
defens a del sufragio femenino.

D. Balance
El manifiesto de Idola Sai nt-Jean ofrece información sobre el discurso femini s­
ta de la época y sobre la argumentación an tiferninista utili zada para co mbatirlo. A
pesar de ello, es difícil evalu ar la influencia de este discurso sobre las mentalidad és
de los añ os 30. Se sabe que en 1931 el proyecto de ley pasó sin ser apro bado un a
vez más, por un a mayoría de 26 votos, 47 co n tra 21. No obsta nte, en los años
siguien tes, de manera gradual, se adoptaron ciertas medidas relacionadas con el
estatus jurídico de las mujeres" . Pu ede pensarse qu e este discurso, como much as
otras acc ion es de diferente naturaleza, contribuyó modesta pero segura men te a la
deconstru cción de un espacio de desigualdade s fundadas en el sexo, a la reunión
de energías disem inadas y a la afirmación de un a voluntad inquebrantable de las
mujeres por conquistar sus derechos". El discur so de Idola Saint-[ean, que resonó
hasta los confines de las cocinas por medio de las ondas radiales, adquiere el valor
de un símbolo en la áspera lucha que libraron las feministas",
Idala Saint-Jean
Discurso radio difundido bajo los au spicios de la Alianza canadiense en favor
del voto de las mujeres de Quebec, la vísper a de la presentación del Proye cto de
Ley sobre el Sufragio Femenino'! (1931).

39. En 1934 , en pa rt icular gracias a los es fue rzos de Idola Sa int-[ean , la mujer casada o btuvo el
derec ho de abrir una cuenta ban car ia a su nombre . En 1945, e l art ícu lo 279 de l Có digo Civ il fue
mod ificado para permit irle a la mujer casada recibir in de mniz aci ones por conce pto de da ños y
perjuicios. En 1951 , la mujer obtuvo el de rec ho de ejercer sus derechos civiles a t ítulo per sonal y no
bajo el nombre de su marido. En 1954, luego de prol on gadas discusiones, se re tiró el nombre de la
muje r de la list a de "perso nas civilmente incapaces" (artíc ulo 986 ). En 1964 , un a n ueva ley recon oció
a la m ujer p lena capacida d jurídica. "bajo reserva de las restri cci o nes co nsecue n tes del régimen
matri monial ". En to nces e lla a lca nzó la ciu dadan ía cas i e n el plen o sen t ido de la palabra, p ues to que
to davía le falta, en pa rticular, el pe rm iso de su marido para ad he rir a un sind ica to (!) .
40. D iane Lamoure ux , "Ido la Saint-[e an et le radi c alisrne fé rnin iste de l'entre -deux-gue rres",
Recherches féministes, v. 4, Nº 2, 1991 , p. 45 -60.
41. Par a ent ender la amplitud de la lucha de las mu je res por el reconocimiento de sus derechos
an tes de la Segunda Gue rra mundial, véase Micheline Du mon t y Louise To up in , an tología prepar ada
por, La pensée féministe au Québec, Mon trea l, Éditions d u Re rn ue -Mé nage , 2003. Véase también
Gouve rne me n t d u Qu ébec, Co nse il d u sta t ut de la fe mme, La constante progression des femmes:
historique des droits des femmes, Qu ébec, 2003, di spo n ibl e e n la direcci ón www.cs f.gouv.qc.ca/
telecharge ment/ publica tion s/ In foC onst anteP rogressio nF emmes2003 .pdf (pági na co ns ultada el 15
de abril de 200S) .
42. Inicial ment e publicado por l'Allíance canadienne pour le vot e des femmes de Q uébec ,
A lbum souvenir 1931; reproducid o en Da niel Latouch e, co n la colabor ación de Diane Poli qu in ­
Bourassa , textos compilado s y come ntados po r, Le manuel de la parole: manifestes québécois, t. 1I: 1990
a1959. Mont real, Boréal Exp ress, 1978 . p. 1 11- 113.

91
Señoras y señores,
Mañana la legislatura considerará por quinta vez el proyecto de ley sobre el sufragio para
las mujeres de esta provincia. Demanda justa y legítima que, de ser al fin aprobada,
colocará a las mujeres de Quebec en pie de igualdad con sus hermanas de las ocho restan­
tes provincias del Canadá.
Las mujeres de Quebec fueron las primeras en la tarea. Si se consultan las primeras
paginas de nuestra historia, se las ve trabajando con ardor en la obra admirable de la
colonización. En todas las esferas de la vida social ellas han sido las compañeras de los
hombres, trabajando siempre, ofreciendo lo mejor de sí mismas para construir un país
llamado a desempeñar un gran papel en la historia del mundo. Puedan nuestros legisla­
dores mañana, cuando serán convocados a emitir un voto que dirá si sí o no debemos ser
admitidas a participar en nuestra vida política, recordar que la primera fábrica de tejidos
del Canadá fue fundada, en 1705, por iniciativa de Madame de Repentigny; puedan
repasar una vez más en sus memorias la obra de Marie Rollet, gran patrona de nuestros
agricultores canadienses; Marie Rollet importó el primer arado a nuestro país; luego
]eanne Manee se constituyó en la Tesorera Municipal de Ville-Marie y encontró los
recursos pecuniarios para traer aquí un regimiento encargado de defender a los colonos
de los desastrosos ataques de los iroqueses. Fundadoras de los primeros hospitales, fun­
dadoras de las primeras escuelas, mujeres fueron aquellas a las que tenemos la gloria de
llamar nuestras antepasadas, la una ministra de Comercio, las otras ministras de la
Asistencia Pública, ministra de Educación y me atrevería a decir ministra de Finanzas;
desempeñando este último puesto se destacaban sobre buen número de hombres, gracias
a sus capacidades para la organización y la ciencia económica. Ningún hombre, testigo
de lo que nuestras pioneras hacían en los albores de nuestra historia, les hubiera rehusa­
do el acceso al parlamento, de haber existido parlamento entonces. Estas mujeres inte­
ligentes y sabias eran consultadas en todos los asuntos; gracias a la cooperación de
hombres y mujeres de esta época gozamos hoy de progreso y desarrollo en nuestro Cana­
dá. Por lo demás, este derecho que nosotras reclamamos ahora, ¿acaso no lo tuvimos
hasta 1834? ¿Acaso no lo ejercimos con conciencia y dignidad? Para convencernos del
escrúpulo con el cual nuestras abuelas cumplieron su deber de votantes basta recordar
las palabras que pronunció la Madre de Louis-[oseph Papineau al depositar su papeleta
de voto. "Yo voto, dijo ella, por Louis-]oseph Papineau, mi hijo, no porque sea mi hijo,
sino porque lo creo cualificado para representar a nuestra raza con dignidad". Nos en­
contramos frente a una política inteligente y sana. Señoras y señores, me parece que
nosotras no hemos perdido mérito; hoy en día se nos encuentra en todos los campos de
la caridad y del trabajo. Las condiciones económicas nos lanzan a la industria, al comer­
cio, a la enseñanza, en una palabra, a todos los campos de la actividad social. Si debemos
trabajar para vivir, ¿por qué se nos condena a ocupar sólo puestos subalternos? ¿Por qué
se nos impide el acceso a las profesiones y a los parlamentos donde se elaboran las leyes
que conciernen a la mujer como al hombre? Os pregunto señores, ¿por qué cuando se
discute una ley sobre nuestras escuelas no se nos deja aportar, en razón de nuestra calidad
de educadoras? ¿Por qué las madres no tienen el derecho a votar cuando la Cámara
estudia una ley sobre el bienestar de los niños, de la familia, etc.? ¿No se trata en estos
casos de problemas que la mujer comprenderá siempre mejor que el hombre? Decidnos,
señores, con toda sinceridad, ¿acaso no hay asuntos que vuestras madres, vuestras espo­
sas, vuestras hijas pueden entender, aunque tengan una instrucción muy rudimentaria?

92
Decidnos, desprov istos de vuestro egoísmo, que os brinda menos felicidad de lo que
parecéis creerlo, io« agradaría q ue un día la mujer se proclamara en soberano árbitro
vuestro y se encargara, como vosotro s lo hacéi s piado samente de sde hace siglos, de
dictaro s la to talidad de vue stra conduc ta y se constituye ra en el juez supremo de vue stro s
destinos? Pro tes taríais, con todo de recho, contra semejant e estado de cosas, ¿no es
cierto? Inspiraos en las palabras del Maestro Todopoderoso, "Haced a los ot ros aq uello
que desearíais que ellos os hicieran", y permitidno s elegir a n uestro s legisladores. No so ­
tras somos seres humanos responsab les, tra tad nos en con secu encia .
Si una mujer comete un delito vuestras leyes la cast igan; no es el mar ido el que sube al
pa tíbulo, es ella qu ien expí a su falta . En estas condicione s, no os parece soberanament e
injus to que , además , los cód igos establezcan que una buena madre , una buena esposa no
tiene derecho a hacer una transacción sin haber ob tenido previamen te la firma de su
ma rido, sea éste bueno o malo? ¿Os dais cuenta que, según vue stra s leyes, una madre
separada de su marido, a quien la Corte ha confi ado la custodia de sus h ijos, no tiene ni
siquiera el derecho de aprobar su matrimonio, porque este derecho le está reservado al
padre exclu sivamente, aún si es indigno de este nombre? ¿Se trata de leyes de un país que
se pret ende cristiano? H ace mucho tiem po el gran Víc to r H ugo dijo que la felicid ad de l
hombre no podía nutrirse de los sufrimientos de la mujer. El egoísmo es la cau sa de todos
los males que sufre la humanidad . Trabajar por estab lecer nuestra sociedad sobre bases
justas es la mejor manera de trabajar por su bienes tar. Señores legisladores nuestros,
mañana cu ando se os pida el acceso de las mujeres a la política y al trabajo libre, pensad
en las grandes verdades del Evangelio, pue sto que el proyecto de ley para la admisión de
las mujere s al foro también será discu tido mañana. En lugar de tratarnos como a riva les
peligrosas, permitid qu e nos convirtamos en vuestras com pañeras en todas las esferas de
actividad. Permaneced orgullosos de nu estras aptitudes y dejadnos po ner nu estro talen ­
to al servicio de n uestra provinc ia. El orgu llo n acion al de todos los corazones
auténticamente ca nadienses debe ser ha lagado con los éxitos de los nuestros, sean hom ­
bres o mujere s. En 1914 , la universidad McGill le concedió el primer diploma de Dere ­
cho a un a canadiense, Madame Langstaff, qu e obtuvo el primer puesto en dere cho crimi­
nal y en derecho de corp oraciones, las dos asignaturas más difíciles de la facul tad. El año
pasado , la seño ra Marthe Pein ad obtuvo el primer lugar en la Facu ltad de Medicin a de la
U niversidad de Mo n treal. Aquí pod ría citar a muc has otras valientes y brillan tes. Si
hubieran nacido en otra provincia , estas mujeres podrían aspirar a las más altas respon ­
sabilidades; sin embargo, Quebec las tiene bajo tutela y les impide ofrecer su trab ajo a
nuestra sociedad.
Señores, pensad en todas estas muje res y que vuestro voto de mañana sea liberador. En
interés de todos y de tod as, abrid con magnanimidad a las mujeres la puerta de la arena
política y profesion al; las dignas desc endientes de las [e anne Manee, de las Marguer ite
Bourgeoys, de las Made leine de Verchéres y de tantas otras que han con tribuido al desa­
rro llo de nuestro país sabrá n comportarse en la vida púb lica como lo hac en en la vida
privada . Toda s las voluntarias y la legión de trabajadoras son unánimes cuando reclaman
sus de rechos políticos y su derecho al trabajo libre; no carguéis por más tiempo , señores,
la responsabilidad de tenerlas reducidas a la inutilidad en la vida política de la provincia
que es la suya y que ellas aman y al bienestar de la cual ellas quiere n con sagrarse.

93
Capítulo 4

Cómo analizar un documento iconográfico*

Los historiadores de arte no son los únicos qu e monopolizan e! privilegio de las


imágenes. Por e! contrario, lo comparten y de forma cada vez más ampli a con
investigadores de las más dive rsas disciplinas. A sí, de un a Historia ilustrada delvino
a la Historia de lavidaprivada, pasan do por e! Universo de las formas, la imagen y su
iconografía han respondido a diferentes necesidades y son util izadas en fun ción de
variados propós itos.
En los párrafos que siguen se brinda una serie de crite rios que se consideran
necesarios para e! buen desa rro llo de un aná lisis iconog ráfico. Co nv iene precisa r
que se parte de la suposic ión de que el destinatario de esta serie de pau tas no se
halla familiarizado con las formas de trabajo de los historiadores de arte.
Tres pun tos integran este capítulo, a saber:
• un a breve presen tación de lo qu e es e! docu men to iconográfico (sección 1) ;
• la exposición de! procedimiento de aná lisis y la con tex tua lización del docu ­
mento (sección 2);
• la exposición did áct ica de un ejem plo (sección 3).

1. ¿Qu é es un documento iconográfico?

Antes de continuar, es indispensable definir lo que se entiende por iconografía,


por análisis iconográfico, por imagen y por do cumento iconográfico.
En su sentido más amplio, iconografía es el "est udio de las represen taciones
relacion ad as con un tema deterrnínado'". Poco impo rta que el tema apa rezca bajo
la forma de un indiv idu o histórico singular (por eje mplo, Francisco José de Ca l­
das), o se am plíe a un conjun to como el tema de la familia en la región del Caguán
durante la segunda mitad del siglo xx. En ambos casos lo qu e cuen ta es que el
asunto se asocia con imáge nes diversas. Estas imáge nes, estas representaciones
particulares de un tema co nstituyen el objeto del aná lisis iconográfico.

* C arolina Vanegas Ca rrasco , Á ngela G ómez Cely y Ju an Ricardo Rey Márq uez, invest iga­
dore s de la C urad uría de arte e h isto ria del Mu seo Nacion al de Co lombia, co labo raro n en la rev isión
técnica del presente capít ulo.
1. An dré Béguin, Diaioaoiie technique er critique du dessin, Bruxell es, O yez, 1978, p. 323. En el
Petit Roben se pue de encont rar una de fin ición similar. Una acep ción más especia lizada de la iconogra­
fía, pued e con sult arse en los Essais d'iconologie de Erwin Panofsky, París, G allimard , 1967, p. 13-3 1.

95
2. Un procedimiento metódico para an alizar y contextuali zar un
documento iconográfico
Para entender cómo se efectúa el aná lisis iconogr áfico resulta útil echar mano
de la met áfora de un buzo que retorna a la superficie tras haber agotado las diferen ­
tes etapa s de su descompresión. Se definirán tre s etapas previas para la plen a com­
prensión de un documento iconográfico. En la primera, se obs erva el documento ;
en la segunda, se identifica el contenido de la imagen; en la tercera, se establece la
red de relaciones en que se inscribe un documento particular', por medio de la
contextualización.

Primera etapa: observar el documento


Esta etapa prelimin ar es indispensable para todo trab ajo ult erior. Se trata de un
ejercicio detenido de observación del documento, que en todo caso debe ser com­
pletado con inform ación recogida en catálogos, ficheros , ban cos de diapositivas,
inve ntarios de museos y obras digitalizadas.
En primer lugar, hay que tener presente en todo momen to un principio funda­
mental, a saber, que por buena que sea, la memoria de una persona puede fallar.
Este ejercicio de observación contribuye a que el investigador sea cada vez más
cauteloso consigo mismo y con los errores. El sentido comú n puede ser suficiente
para tra nscribir las inscripcion es de un cuadro . Sin emb argo, no es seguro q ue este
sen tido común se revele de inme diato cuando se trat a de describir los colores de un
óleo. Hoy en día, cuando es posible aprovechar el considerable apor te de los ban­
cos de obras digitalizadas' , result a prudente no deposita r toda la confia nza en ellos
cua ndo se trata de restituir la verdad de un original. El con tac to directo con el
doc umento iconográfico es una condición indispensable, un medio insuperable,
para llevar a cabo un tr abajo cualificado de observación. La preparación de foto­
grafías fieles y nítidas", la toma de notas frente al doc umen to, la compilación de la
informació n contenida en los ficheros pertinen tes y, si el caso lo exige, la vuelta al
doc umen to con fotografías y no tas para una confrontación rigurosa, representan
otros medios suplementarios para comp letar y enr iquece r el tr abajo de observa­
ción. De la misma manera, si se desea realizar un an álisis iconográfico de un mon u­

2. Para los objetivos de esta discusión, se da por descontado que el investigador ya tiene a la
man o el docu mento sob re el que tratará su trab ajo de aná lisis. En este ca pítu lo no se abordará el
asunto de la selecció n del do cumen to iconográfico. Ad emá s, hay q ue precisar que los términos
imagen y documento ico nográfico se toman cóm o sinó nimos. Dado qu e se deja e ntre pa réntesis el
va lor esté tico del doc ume nto , no se insistirá en sus propieda des como obr a de arte.
3. A modo de ejempl o, por lo q ue a Francia con ciern e, se recomiend a consultar el sitio de la
agencia fotográfica de la reun ión de museos n acionales (www.foto.rmn .fr/cflh tmlhome.aspx).
4. Ha de señal arse que es muy importante produci.r un documento de trabajo cla ro que se
ajuste al. origin al. En el caso de una imagen escul pida (relieve o iotuie-bosse) , se recomienda tom ar
varios registros fotográficos, clesde ángulos diferentes, con el fin de repre se nt ar mejor el aspecto
global de la obra objeto de an álisis. Además, mediante cro q uis explicativos pue de n suplirse las even ­
tuales faltas de claridad de l registr o fotográfico .

96
mento o de un a escul tura integrada a un edificio, sólo la visita person al al lugar
donde se en cuentra la obra pued e permitir que se perciban en la rea lidad sus di­
men sion es y las relacion es con el medio qu e la rodea. No obstan te , si el trabajo de
observación se efectú a a partir de un a reproducción, es indispen sable mencionar el
tipo de reproducción , precisando si se ha visto o no el origina l.
Los imponderables pulul an a manera de acechan zas con tra un trabajo de ob­
servación cualificado. La fuente primaria, el documento icon ográfico indispensa­
ble para la investigación, puede pertenecer a una colección privada, a un museo, a
un archivo de acceso difícil, o bien conservarse en el extranj ero, entre otra s even­
tu alidades. En estas condicion es, sólo serán útiles las notas de trabajo. Por ello,
debe extremarse la minuciosidad a la hora de preparar la ficha descriptiva del
doc umen to. En ella se sistema tiza y ordena el trabajo de observación . Se reco­
mienda que en la ficha descriptiva (véase el ejempl o de la página siguiente) se
incluya información q ue vaya más allá o que sobrepase los estrictos objetivos de la
búsq ueda del investigador. Elaborada de esta manera, sin que importe que su sopor­
te sea físico o magn ét ico, la ficha perm anecerá siempre como un instrumen to de
referencia seguro y definitivo.
Puede decirse que el investigador conoce el documento a partir del momento
en que se siente seguro de no haber olvidado nada porque sabe que ha realizado
un a observación minuciosa. Entonces puede pasar a la et apa siguiente del análisis
iconográfico.

Segunda etapa: identificación de los componentes y de las diversas sign ificaciones


del documento
Si en la primera etapa se trat aba de dar cuenta ca bal del aspecto físico global
del documento, en la segunda el investigador se co nfronta de mane ra d irecta con
lo qu e se halla representado e n la iconografía.
El análisis icon ográfico de un a imagen nunca se efectúa de un sólo golpe. Un
vistazo nunca será suficiente para captar los elementos que compone n la obra, ni
la red de relaciones en que ésta se halla inscrita.
Por este camino, pueden ide ntificarse tres grandes momentos en esta segunda
etapa del análisis iconográfico:
.. antes que todo, debe realizarse un trabajo de nomenclatura;
• enseguida, hay que describir,

.. y, sólo al final, se pa sará a la etapa de identificación de las significaciones

del documento.
A contin uación se trat ará pór separado cada un o de estos momentos.
La nomenclatura
A primera vista se trata de una ope ración de exclusivo cará cter de scriptivo. En
efecto, el objetivo de esta et apa con siste en inventariar todos los eleme ntos que
componen el documento icon ográfico objeto de estudio. Sin embargo, en la prác­

97
La ficha descriptiva
En la ficha descriptiva se presen tan , en ord en metódico , el co njunto de da tos fac tua les recogidos por el
investigador so bre una obra. El modelo que se prop one enseguida sólo con tiene las rúb ricas esenciale s; se
obvian en él las parti cularidades relati vas a los diferentes tipos de documentos iconográficos; por ejemplo, no
se indica la man era de describir el soporte técnico de la ob ra o de transcri bir las inscripciones q ue figuran en
un c uadro, en un d ibujo, en una esc ultura, entre ot ros. En mu ch os catálogos de exp osicione s se ofrecen
exc elent es ejemplos sobre la mat eria , q ue el investigador utilizará según sus necesidades.

1. Nombre del autor 2. Título del documento


Han de indic arse en todo c aso las diferentes Se indicará el títul o ac tua l del documento, sin olvidar
a t rib uc io nes co n las cuale s se h a conocido el que también deb en incluirse todos y ca da uno de los
documento. títul os con los cua les ha aparecido o aparece todavía
identificad a la ob ra .
Só lo se recogerá n las referencias e n que se haga
mención expresa del doc umento o de su reproducción .

3. Localización(es) 4. Técnica (m edi o) y soporte técnico


En este ítem se indica el lugar do nde se localiza el Aquí se indica si se trat a de un óleo, un a aguada, una
doc umen to en la actua lidad, junto con sus lugares de acuarela, un paste l, etc. De la misma mane ra, hay que
co nservació n ante rio res. Tambi én debe indi carse el men cion ar si la o bra ha sido preparada sobr e tela,
n úmero de inven tario, si existe. ca rtó n, madera, papel, en tre ot ros; si se trat a de una
lámina, un grabado, una fotografía, una reproducción...,
o una imagen esculpida (en bajo, medio o alto relieve,
ronde-bosse 5 ) .

5. Dimensiones 6. Inscripciones

Usualmente , la indi cación de lo a lto precede a la de Se prec isará el lugar do nd e apare ce n en la obr a y el

lo anc ho. Se utili zar á el sistema mé trico par a tom ar med io que se ha utili zado para pintarl as o grabarlas.

las medidas. En la medid a de lo posible, se ide nt ificarán las

diferen tes man os que ha n intervenido en la obra y las

diversas caligrafías q ue en ella figuran, determinando

las personas qu e esc ribieron todos y cada uno de los

text os que aparecen en la obra. Por últim o , hay que

recoge r las inscripcio nes tr a nsc ribién dolas en su

int egridad.

7. Estado de co ns ervac ión 8. Registro fot ogr áfic o

En este campo se de scribirá el estado ac tual de la Se ind icará el no mbre del fotógrafo con la finalidad

obra y las diferentes restauracion es de que ha sido de respetar la legislación sobre dere ch os de autor.

obje to.

9. Obras rel aci onadas con el documento 10 . Historia

Ind icar los dibujos preparato rios, los gra bados y las Indi car las diversas procede nc ias del doc ume nto ,

co pias rela cionadas co n el docu mento principal. remontán dose has ta su or igen.

11. Bibliografía 12. Exposiciones

Se citarán las d ivers as exposiciones en las que el

doc umento ha sido prese ntado.

5. La ex presión iotvie-bosse carece de equi valente en español y sign ifica los elemen tos decora ­
tivos que rod ean una escultura, po r eje m plo unas hojas de parra que ci ñen una columna. [N. del T.J.

98
tica de esta prim era aproximació n se superpone n dos momentos de observació n

descriptiva, a saber:

- En un primer momento, basta la-experiencia personal para percibir los elemen­

tos identificables de mod o inmediat o. Poco importa que el documen to sea un a


publicidad con temporá nea o un grabado del siglo XVI, lo que allí se recon oce de
man era inmediat a puede ser un hombre o un animal, un navío o una planta.
En un segundo momento se refin a este primer nivel de observación. Allí co ­
mien za en verdad la identificación de los componentes de la imagen . El asunto
puede ilustrarse con un ejemplo muy simple. La experiencia person al no suele
repre sentar ninguna ayud a para saber si el sombrero que luce un personaje
masculino es un tricornio, una chi stera, o un clac. Por ello, en esta segunda
etapa se requiere la utilización de obras de referencia . Estas son numerosas y
diversas'': enciclopedias generales y especi alizadas; diccionarios antig uos; his­
torias del vestido, de la marina, de las armas, del mobili ario, et c. Por sorpren­
dente qu e pueda parecer, es muy rar o que el obje to de la imagen no co rrespon­
da a un térm ino de uso descr ito y documentado en un a obra de referencia.
Esta eta pa de documentación será más o menos larga según la ca ntidad y com­
plejidad de los elem entos qu e entran en la composición icon ográfica; sin emb argo,
es indispensable rem atarla . i Se co mprende sin dificultad que una identificación
deficiente de los elem entos impedirá proponer un a significac ión segura !
La descripción
Aunque en el aná lisis iconográfico propiamente dich o esta eta pa es interm e­
dia, ella resulta ind ispensable como trabajo prel iminar de tod a inter pretación.
Durante la descripción se trata de ana lizar el documento como un todo, plan­
teándose como objetivo el percibir su significación de conjunto. Este sen tido se
desc ubre cu and o se identifican los vínc ulos qu e un en los elementos que han sido
inventariados en la etapa precedente, por ejemplo: las ac titudes y las relaciones
que rigen los comportamientos de los personaj es; los vín culos de edad y de condi­
ción social; las expresiones de los person ajes y la atmósfera de con junto que se
respira en la escena (alegr ía, triste za, etc.) .
El trabajo de descripción no implic a la util ización de obras de referencia en
particular. Sin emb argo, exige del investigador un razonamiento lógico y un proce­
d imiento coh erente.
El trabajo de identificación de las significaciones del documento
Se supone qu e en esta etapa ha sido co rona do el trabajo de identificación de
los co mpone n tes del documento, esto es, qu e se ha puesto en relación el docu­
mento iconográfico con sus hipotéticas fuentes de inspiración: un episodio bíbli­
co, un aco ntecimiento histórico, una epopeya mitific ada, un texto literario, un

6. Hoy por hoy existen en soporte electrónico varias enci clopedias y diccion arios especializa­
dos. Un cierto número de estas obras puede n cons ultarse en el sitio Art History Resources on che Web
en la dirección witcombe.sbc. ed u/ARTHLinks.html.

99
acontecimiento vivido por el autor del documento, un vestido, etc. Aunque el
documento sea rico en datos pertinentes, para su comprensión se recomienda con­
sulta r otras fuentes de información con la mira de enriquecer el procedimiento de
identificación de sus significaciones.
Los vínculos pueden establecerse casi de inmediato cuando se trata de temas
fácilmente identificables: un a crucifixión, una batalla célebre o un episodio histó­
rico reciente. Aquí la cultura general del observador es suficiente para descubrir la
relación entre la fuente de inspiración y la imagen que figura en el documento. Sin
emb argo , como no siempre este es el caso, la etapa de identificación puede requerir
investigaciones largas y minuciosas.
Se considerarán dos casos. Si el documento es un grabado o una fotogr afía
antigua en que se ilustra un hecho particular (huelga, catástrofe, acontecimiento
político) hay que hacer un a investigación en los archivos y en los periódicos para
determinar el origen y el des arrollo del hecho en cuestión, con el fin de precisar el
momento específico que aparece registrado en el documento. En el caso de un
texto literario es indispensable verificar el grado de adecuación entre la edici ón
correspondiente y la imagen del documento. Las dist ancias resultantes son con
frecuencia sign ificativas y no siempre dependen de la improvisación o de la natu­
rale za de la inspiración del cre ador.
El estudio de la simbología que aparece contenida y expre sada en la imagen de
un documento es otro aspecto de l trabajo de identificación. El investigador proce­
de entonces a poner en relación la imagen con un concepto, por ejemplo el de la
justicia, el de la libertad o el de la fe; en este caso, una investigación bibliográfic a
resulta pertinente cuando no indispensable. Diccionarios de símbolos, tratado s
acerca de los atributos propios de un personaje u obr as de her áldica pueden ser de
gran uti lidad.
Aunque las recomendaciones para una buena interpretación del documento
iconográfico pueden variar hast a el infinito, existe un punto de convergencia:
deben evitarse a toda costa las conclusiones prematuras.

Tercera etapa: contextualización del documento


En la etapa precedente tod as las averiguaciones se concentraban en el docu ­
mento, con la finalidad de explicitarlo cada vez mejor. El documento se transfor­
mab a entonces en objeto de desciframiento luego de haber sido objeto de obser­
vación en la primera etapa. En est a tercera etapa del aná lisis iconográfico, el
documento se torna objeto de cuestionamiento. De este modo se lo integra a un a
red de relaciones cuya estructura conviene esclarecer.
Los momentos en que se divide esta tercera etapa del aná lisis iconográfico son
una contextualización restringida del documento seguid a de un a contextualización
ampliada. Ahora se tratará de ver con más detalle el asunto.
Contextualización res tringida
Mediante ella se trata de retomar la ficha descriptiva del documento allí donde
la observ ación primera la había dej ado . En esta etapa se busca determinar aqu ello

100
qu e se halla ausen te del documento y de lo que sin embargo éste depende en alt o
grado.
En el caso de un cuadro, de un grabado , de un a escultura, et c., deben buscarse
los dibuj os preparatorios de la obra final, los estudios de composición, ya falta
de ellos, deben ordenarse análisis de laborator io (radiografías, foto grafías al in­
frarrojo, etc .):
se averiguará si el do cumento es producto de diversas influencias o si se inspir a
en un modelo determinado. ¿A caso se trata de un mosaico de préstamos?¿Acaso
es el result ado de un encargo fonnulado con ciertas y determinadas condiciones?
- Se reubicará el documento aislad o al interior de una secuencia más amplia, tal
y como ocurre con un cuadro de un a serie de obras cuyas imágenes carecen de
méritos esté ticos destacados, o un documen to publicitario en relación con la
evo lución de un tema.
Aquí se trat a sólo de seguir algun as pistas, puesto que las fuentes anteriores y los
lazos de dependencia de un documento son a no dudarlo numerosos y variados, al
punto de poderse decir que el procedimiento de contextu alización restringida con ­
siste en algo así co mo desenrollar un a película para loc alizar las secue ncias prece ­
dentes y subsiguientes a aquella que nos interesa.
La contextualización ampliada
Se la debe basar en el trabajo precedente co n el propósito de qu e la supere.
Aquí el desafío consiste en evidenciar las maneras en qu e los contextos político,
econ ómico, social, cultural e ideológico se expresan y se particulariz an en un do­
cumento indi vidu al. Dich o en otros términos, se trat a de probar la historicidad de
un documen to, de de stacar lo qu e en él pertenece a un a época, a un momento
circunstanciado susceptible de ser fech ado con base en su contenido -variaciones,
escen as, person ajes-o De esta manera, el documento se an aliza como un sín toma,
como un arqu et ipo de los contextos qu e posibilitaron su aparición y qu e se con­
densan en éste de una forma peculi ar.
Aquí el investigador se oc upará por ejemplo del creador del documen to, empe ­
ñánd ose en identificar las redes sociales en que se ubica e interrogándose en parti­
cular sobre la influencia de su medio cul tural y social en su manera de afirmarse por
med io de la imagen.
Un a vez más, se deb e reco rdar q ue es posible plantearse interrogantes hasta el
infinito. La calid ad, rique za y pertinencia del procedimiento de interrogación
dependen de la perspicaci a, erudición e inteligenci a del investigador.
En esta etapa del procedimiento de aná lisis, los instrumentos de trabajo son
muy variad os. Lo que se busca es documentar de manera exh austiva las coyunturas
históricas en el momento de la producción del documento original. En el esqu ema
que figura a continuación se recapitulan y sin te tizan los momentos cruciales del
procedimiento descrito.

101
Análisis de un documento iconográfico

Cuadro recapitulativo

Etapas
¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo ?

Obser var
~ Levant ar su ficha ~ • Observación de visu
el docum ento
descri pt iva • Exp lotación de los ca tálogos e
inven tarios de museos , de los
catá logos especializados, de los
ba ncos d e diapositiv as, entre
otros

/
Des ignar los componen tes
de l doc ume n to
- • Movilizar la exper ienc ia
person al

Identificar

los

compone n tes

~
Describir el doc umento com o
un conjunto
- • U tilizar buenas obras de
referencia

y las significac iones

del documento
~
Relacion ar el
docum ento
co n sus hipot éticas
fuen tes
de insp irac ión
­- • Ad optar un proced imiento lo
más lógico posible

• Consu lta r obras especia lizadas

Contextualizar /

Contextualización
El docume nto en su red
' ' 'ingir·
in med iata de dependencia
Exige un a investigación
pacient e y atenta

el documento

~ Contextualización ampliada • Requi ere la util ización de


El documento co mo arquetipo buenas obras especializadas
de un momento de la histori a

3. Estudio de un caso particular


No se conoce en el camp o de la iconografía un ejemplo ideal que resuma todos
los detalles de un a aproxima ción teórica. En el estudio que se presenta a continua­
ción no se intenta en mod o alguno adelantar un análisis detallad o de un modelo
de este tipo. Se trata de algo más simple, que consiste en aislar algunos aspectos del
proceso analítico con la fina lida d de ilustrar una aplicación particular.
En estas condiciones, la selección propuesta, el MonumentoShort- Walick, ubi­
cado en la plaza del Mane ge militar de Quebec (hoy pla za Jorge V), es por com ple­
to arbitraria. Sin emba rgo, podría servir como sop orte ilustrativo o testimonio de

102
una época en una historia aco n tecim en ta l de la ciudad de Quebec a finales del
siglo xx, en particul ar la del barrio San Sa lvador. Así, despu és de h aber estudiado
un docu mento iconográfico significa tivo en sí mismo, e! investigad or puede inte ­
rrogarlo en fun ción de sus objetivos específicos de in vestigación.
Aquí sólo se emprenderá un an álisis iconográfico stricto sensu. Los prin cipales
aspectos que se abordarán son tres: nomenclatura y descripción; identificación de las
significaciones; con tex tualización. De ma nera deliberada, no se inclu ye la ficha des­
criptiva del Monumento Short-Walick. Como se ha dicho más arriba, sólo se trat a de
ilustrar el itinerario posible del procedimiento analítico. Sobre tod o, no se tr ata de
volver este ejemplo par ticular en un caso típico susceptible de generalización.

La nomenclatura y la descripción 7
El monumento a la mem oria del mayor Charles [o hn Short y del sargen to George
Walick fue concebido para ser visto en posición frontal (ver figura 1). Se presenta como
un conjunto organizado y homogéne o de dos bustos de medio cuerpo que coronan un
pedestal, y de una figura femen ina sentada, que se apoya en la base del pedestal.
El pedestal de plano cu adrado se compo ne de tres partes. La base con un pelda ­
ño oc upa un tercio de la altura total. En el ce ntro, sobre una plan cha sin graba r, se
encuen tr a una placa de bron ce en la que se lee la siguien te inscr ipción:
To the Memory of / Major CharlesJohn Short, A.D.e , and Sergeant George Walick
/ "BI! Battery Regiment Canadian A rtillery / 1889. W ho Lost Their Lives, Whilst in the
Performance of T heir Duty.189 1 / at the GTeat Fire in St-Sauveur /on T hursday the
16'11 of May 1889. / This Monument is Erected by the Citizens of Quebec / in Grateful
Remembrance ofTheir Noble and Heroic Conduct
fA la memoria de / Mayor Charles }ohn Short A.D.e), delSargento George Walick
/ Batería "BI! del Regimiento de la ArtilleríaCanadiense / 1889. Que perdieron sus vidas
en cumplimiento de su deber. 1891 / en elgran incendio de San Salvador / eljueves 16 de
mayode 1889. / Este monumento fue erigido por los ciudadanos deQuebec / en recuerdo
agradecido de su noble y heroica conducta.]
El cubo que co nstituye la parte ce ntral del pedestal es ach aflana do. Soporta
un a cornisa moldurada, separada del cubo por un hilo de bro n ce.
Co rona n el pedestal dos bustos de med io cue rpo en ronde- bosse 8 co n la pa rte
co rrespondien te de los brazos. El primer o es un mil itar en uni forme de ga la, ves­
tido con una capa de alamare s y cu ello alt o. Una casaca de gruesos botones ca e
sobre su hombro derecho. El ros tro , min uciosa me n te det allado, revela e! carác­
ter decidid o y elevado de! pe rso naje : mi rar direct o y der echo , rasgos fin os y
angulosos, ca bello co rto y bigote. El segun do militar, ubicado hacia atrás y a la
derecha de l primero, se diferencia de él por do s detalles ma yores. Por un lad o, los
rasgos de su rostro so n más ju veniles; por el otro, en lo simple de su un iforme se
ad ivina un grado inferi or.

7. Estas dos etapas, que sue len presentarse por sepa rado, se han reagrupado en una sola, en
aras de la simplificación y an te la escasez de elemen tos cons titu tivos de la obra .
8. Ver la nota 5 de l presen te capítulo [N . del T].

103
La figura femenin a es tá sen ta da en el borde sa lien te ubicado al comienzo de los
c ha flanes del c ubo; sus pies reposan so bre la parte supe rior de la plancha sin graba r.
Viste ca misón con esco te al sesgo, ce ñ ido a la cin t ura; una tir anta se de sliza por su
hombro izqui erd o descubriéndole parcialmente el seno. Gira su cue rpo h aci a la
derecha para pre sentar el as ta de una band er a a la derecha de los dos militare s,
envolviéndolos de esta manera co n el pendón. La postura de la cabeza echad a
hacia atrás acompaña esta fuerza asce nsional. El rostro agraciado y la cabeller a
recogida hacia arriba en un moñ o detrás de la cabeza. Esta última se halla ceñida
por una corona que imita un a rtefacto form ado por una serie de almenas
entrecortadas por torres. Par a h acer contrap eso al movimiento hacia la derecha, la
figura femenina se apoya co n la mano izqui erd a sobre un escudo de forma triangu­
lar (ver la figura 2). En el co ra zón cir cular de este escudo aparece otra figura fem e ­
nina sentada señalando el pan or am a co n el br azo izquierdo. Su brazo derecho, qu e
se apoya sobre un escudo ado rnado co n un león , sostien e un cuerno de la abun­
dancia. A sus lados se encu entra una co lme na, ya sus pies , un castor. Dos hoja s de
arce entrecruzadas y an udadas con un cordón ado rna n la punta de este blasón,
mientras que algunos tr éboles tril obul ad os oc upan los flancos y los cantones die s­
tro y siniestro.
Por último, hay que pr ecisar qu e el mo n ume nto es ta firmado y datad o so bre el
drapead o del camisón que cae po r encima de la pla ncha sin grabar: "L. P. H ébert I
1891 ".

La identificación de las significaciones


La sign ificac ión de co nj un to del monumento no plan tea mayores problemas.
La inscr ipción brind a las claves principales :

• Los nombres de los militares y sus grados: el mayor Short luce uniforme de
gala y el sargento Walick apa rece a su lad o.
• El contexto: murieron en servicio heroic amente durante el incendio del barrio
San Salvador, el16 de mayo de 1889.
Para detalles de este incendio pu eden co ns ultarse periódicos de la época". Así,
un artículo titulado "Conflagración en San Salvad or" , Le journal de Québec (16 de
mayo de 1889, p. 2) permite ofrec er e l resumen siguie n te:
Un incendio redujo a ce n izas va rios cente nares de casas del barrio San Salva­
dor, en la noche del 15 al16 de may o de 1889 . Par a ev ita r la propagación de las
llamas se volaron varias ca sas, co locando en ellas ba rriles de pólvor a, el 16 de mayo

9. Es evide nte que una inve stigación más comp leta exige la consulta del conjunto de pe riódi­
cos de la época , tant o los franc ófonos como los anglófonos. Para una contex tua lización más am plia
del aco ntecimiento e n relación co n otra s probl emática s (por ejemplo las medidas de pro tecció n
co ntra incen dios que imperaban e n la ciudad de Q uebec en aquella época , los mat er iales co n los
cuales se ha llaba n co nstruidas las casas de l ba rrio San Salvador) , deben consulta rse estudios de
síntesis.

104
a la madrugada. La explosión no se produjo en un a de ellas. Sin emb argo, el barril
explotó en el momento en que el mayor Short y el sargen to Walick entraron para
verificar el estado de la mecha: el primero murió instantáneamente; el segundo,
algun as horas más tarde en el hospital.
Falta el personaje femenino. Sus atributos permiten afirmar que se trata de un a
figura alegórica:
• La corona corresponde a un modelo bien definid o cual es el de la corona mural
de un escudo de ciudad.
• El escudo (véase la descripción, figura 2): el corazón corresponde al distintivo
de la ciudad de Quebec, conforme fue dibuj ado por [oseph Légaré y aceptado
por el Consejo Municipal el 24 de mayo de 1834. Los tréboles corroboran la
interpretación de conjunto del monumento. Las formas trifoli ada s se utilizan
en el arte cristiano para simbolizar la Trinidad . En este caso, se trata de una
trinidad profana conformad a por la ciudad de Quebec, el mayor Short y el
sargento Walick.
La figura femenina es un intermediario físico y simbólico a un mismo tiempo.
Por su representación de cuerpo entero (que la hace más parecida a los humanos)
y por su ubic ación entre el espectador y el objeto de su ideal (los per sonajes repre­
sen tados en busto que coronan el monumento) . En estas condiciones, la clave
principal que permite un desciframiento exacto de la disposición del conjunto de
la obra. Al elegir este monumento, los ciudadan os de la ciud ad de Quebec testi­
moniaron su reconocimiento a los dos militares muertos en el incendio del barri o
San Salvador, el 16 de mayo de 1889. E12 de diciembre de 1890, el escultor Louis­
Philippe Hébert (1850-1917) recibió el encargo para hacer la obra. Concibió un
conjunto en que la ciudad de Quebec, bajo la form a de una figur a femenina que
simboliza la totalid ad de los ciuda da nos, abra za a los dos héroes en los pliegues de
una bandera que les extiende para acogerlos en su seno.

La contextualización
Para no alargar desmesuradamente este an álisis, aquí solo se considerarán las
per spectivas principales. Según las necesidades definidas en una inv estigación, al­
gunas de esta s per spectivas se analizan, mientras que otras se dej an de lado.
La contextualización restringida
En relación con el encargo:
• Identificar a los promotores de la idea de erigir el monumento.
• Precisar si los fondos necesario s para la erección del monumento proceden de
una suscripció n popular. (Si tal es el caso, sería útil conocer el nombre de los
suscriptores.)
• Precisar las condiciones del encargo: ¿Acaso Louis Philippe Hébert lo obtuvo
mediante concurso? (En cuyo caso sería importante conocer el nombre de los
otros participantes).

105
• Determinar si existe un contrato que obligue al escultor con la persona o enti­
dad que hace el encargo. ¿Cuáles son las exigencias que figuran en tal contrato
acerca de los planos de la iconografía, las dimensiones, el emplazamiento, en­
tre otras?
• Ubicar el presupuesto. En muchos casos, un monumento es objeto de dos pre­
supuestos independientes. La ejecución del pedestal, incluso la concepción del
mismo, se le suele encargar a un arquitecto.
En relación con la concepción de la obra:
• Determinar las etapas de la creación (bocetos, maqueta, entre otras.) (No se
ha señalado un trabajo preparatorio para el caso del Monumento Short-Walick.)
• Precisar las fuentes utilizad as para la preparación de los retratos de los dos mili­
tares: descripciones, dibujos o fotografí as.
• Verificar si el escultor se inspiró en modelos preexistentes para la concepción
del conjunto y para el dibujo de las partes.
• No desaprovechar las pistas que puedan conducir al descubrimiento de monu­
mentos conexos que suelen resultar importantes. El Monumento Short-Walick
es un buen ejemplo de ello. El Archivo N acional de Quebec conserva, en el
fondo Eugene-Étíenne Taché (inventario p. 286), la transcripción de una car ­
ta de Taché, fechada el 10 de diciembre de 1890 y dirigida a Ernest Pacaud,
miembro del comité organizado para la construcción del monumento. Pacaud
desea recibir la opinión del arquitecto sobre el dibujo que Louís-Phílippe Hébert
acaba de presentarle. Taché critica con acritud el proyecto, en especial la pos­
tura elegida por el escultor para representar la alegoría de la ciudad de Quebec:
Ella ni se levanta, ni está
de pie, ni sentada (.. .) Esta postura sup one alas,
que el señor Hébert le ha quitad o (. .. ),
alas como las que se le atribuyen
a ciertos personajes,
mitad ángeles, mitad mujeres, que form an parte
de monumentos análogos al que no s ocup a,
que se construyen ho y por hoy en Francia y en Italia.
Además, ella hace un esfuerzo (s610 con los brazos,
obsérvese bien) para levantarse y a lcanzar el
pedestal donde reposan los bu stos Short & Walick con el propósito de
izar allí una bandera.

Esta bandera no tiene, creo,


raz6n de ser para conmemorar el triste
suceso del 16 de mayo de 1889.
(fol. 304 rº )
Taché adjunta a su concepto un boceto que le parece pertinente (ver figura 3),
insistiendo en el aspecto "más natural, más calmado y sobre todo más afín a las
tradiciones de la estatuaria antigua" (fo1. 30S rº) de su figura femenina.

106
Con respecto a la ejecució n :
• ¿La obra fue fundida por el artis ta ? ¿Acaso la ejecución del trabajo se le encar­
gó a un artesano especializado? (Louis- Philíppe Hébert solía mandar fundir sus
esculturas a Fran cia.)
La contextualización ampliada
Aunque el monumento puede ser consider ad o desde mu chos puntos de vista,
aquí se proponen cu atro, que se relacionan con los siguientes aspectos:

1. El artista
• Pre cisar qué lugar ocupa la ob ra en la carrera de Louis-Ph ilippe H ébert.
• Est ablecer cóm o se incorpor a esta obra en la historia del arte loc al.
• Precisar el lugar que ocupa el artista en su época y en su medio.
20 El género de monumento conmemorativo (comparaciones con Fran cia, Gran
Bretaña e Italia)
(En este contexto, las críticas de Taché se vuelven una herramienta investigativa
importante. El resultado final - ver la figura 3- deja entrever cuales de entre ellas
n o fuero n suficien teme n te seguidas. )
3. El con tex to soci al: el monumento com o catalizador de sentimientos popu ­
lares.
(Ejemplo: el tem a del monumento a los muertos que se desarrolla a finales del
siglo XIX : glor ificació n/ símbolo.)
• El tema subyacente del pat riotismo: la rel ación fue est ablecida con motivo de
la ina ugur ació n del monumento, el 12 de noviemb re de 1891 (vé ase Le
Canadien, 13 de noviembre de 1891, p. 2).
• El tema de la concordia: expr esa la dicotomía franc ófonos / an glop arlantes,
católic os / protest antes.
4. El contexto político: Sir Ad olphe Caron, teniente -gobernador y ministro
de la milicia, se rehusó a asistir a la inauguración del monumento (Le Canadien,
11,12 y 13 de n oviembre de 1891). Este gesto debe ser rel acionado con la atribu­
ción del contrato pa ra la construcción del ferroc arril de la baie de s Chaleurs y el
escándalo consiguiente. Ernest Pacaud, tesorero del Partido Liberal y miembro del
comité organizado r pro Monumento Short-Walick, se hall aba particularmente com­
prometido con la realización del proyecto.
Al final de esta contextualizaci ón, que se apoya en el aná lisis de scriptivo ade ­
lantado en la etapa precedente, se puede hacer un balance. En este último se
recapitulan las pr incipales enseñ anzas del aná lisis iconográfico y se las relacion a
con los objetivos de la investigación adelantad a. Sólo entonces se habrá comple­
tad o el procedimiento.

107
Figura 1
El Monumento Short-Walick

Louis-Ph ilippe Hébert, Monumento ShoTt-Walick, 1891 , Quebec (Plaza Jorge V), bronce

(Fotografía: A rch ivo de la Ciud ad de Q uebec, negativo 14666) .

Figur a 2

El Monumen to Short-Walick

Detalle del escudo

(Fotografía: Didier Prioul)

Figura 3

Eugene-Etienne Taché

Proyecto para el monume nto

Short-Walick

Eugene -Étíenne Taché, Proyecto para el monumento Short-Walick. 1890, pluma y tinta negra sob re papel

cebo lla. Q uebec, A rchivo Nacio nal de Q uebec, invent ario p. 286 . fo!. 302 (fotografía: Didie r Prioul).

Capítulo 5

Cómo analizar un objeto*

Es indiscutible que en nuestros días la práctica científica se ha tornado plural y


compleja. Cada vez más, los investigadores se sirven de una gran variedad de fuen­
tes documentales para enriquecer y profundizar su comprensión de la sociedad:
textos, ilustraciones, mapas, testimonios orales, objetos, etc. Por ello, resulta fun­
damental que los jóvenes investigadores, incluidos los estudiantes de bachillerato,
se abran a aquello que se conoce comúnmente como la práctica interdisciplinaria.
Mediante ésta se plantea un problema intelectual y se construye un objeto de
estudio que desborda el campo tradicional de una disciplina. La práctica
interdisciplinaria también permite capitalizar las cualidades y la riqueza de diversos
tipos de documentos para aprehender una realidad en múltiples facetas.
En este capítulo se intenta familiarizar al investigador iniciado con un procedi­
miento metódico de análisis del objeto. Este procedimiento se divide en dos gran­
des partes, a saber: en primer lugar, una definición del objeto, definición que debe
ser operativa en lo posible (secciones 1 y 2) y, en segundo lugar, la presentación de
un método pertinente para adelantar el ejercicio de análisis de una manera siste ­
mática (sección 3). El texto va acompañado de varios gráficos.

1. Qué es un objeto

En rigor, el objeto carece de una definición de validez universal. Según el Petit


Robert, un objeto "es algo sólid o, provisto de unidad e independencia, y que ha
sido elaborado para cierto uso". Aunque todos -o casi todos- parecen estar de
acuerdo cuando identifican la movilidad como la condición esencial en la defi­
nición del objeto, las opiniones divergen cuando se trata de relacionar el tama­
ño o el volumen que éste debe tener. Al intentar identificar los módulos ideales
mediante los cuales buscaba situar al hombre en relación con su medio, Le
Corbusier en su Modular establecía que las dimensiones del objeto deben fluc­
tuar entre lmm y 86 cm, en un caso y lmm y 39 cm, en el otro'. No obstante,

* Carolina Vanegas Carrasco, Ángela Gómez Celv y Ju an Ricardo Rey Márquez, investiga­
dores de la Curaduría de a rt e e historia del Mu seo N acional de C olombia , colaboraron en la revi sión
té cnica del pre sente capítulo .
l. Charles-Édouard Le Corbusier, Le modulor: Essai sur une mesure harmonique al'échelle humaine
applicab!e univeTsellement ala mécanique, 2~ edición, París, Denoéi-Gonthiner, 1977 [1948], 22 1 p., n., fac­
sim, col. "Bíbl íorheques rn éditations", 108. Trad. al español: El modulor: ensayo sobre una medida amW­
nicaa escalahumanaaplicable universalmente a la arquitectura y a la mecánica. Traducción del francés por
Marta Llorente. Arg anda del Rey (Madrid): Apóstrofe, [2005]. 2 v. (261,344 p.), n., 15 x 15 cm .

111
para algunos expertos inspirados en una visión ciertamente más amplia del ob­
jeto, como ocurre con Pierre Boudon, un avión o un automóvil pueden ser con­
siderados como objetos'.
Abraham Moles por su lado introduce un aspecto capital cuando considera la
intervención humana. Según él, un objeto es un "elemento del mundo exterior
fabricado por el hombre, que éste puede tomar O manipular'". Así, como él mismo
lo precisa, "un hacha de sílex es un objeto, mientras que el sílex no lo es" y agrega
que en última instancia una piedra puede convertirse en objeto cuando se la pro­
mueve al rango de pisapapeles.
Vale la pena retener los siguientes elementos de la definición de objeto:
• Puede decirse que hay objeto cuando éste es móvil e independiente, no siendo
indispensable un límite de tamaño o volumen.
• De la misma manera, puede aseverarse que hay objeto cuando éste es el resul­
tado de una intervención humana, por mínima que pueda parecer.
• Finalmente, puede afirmarse que hay objeto cuando éste posee un uso y una
función.

2. El objeto: un fenómeno social total


Dado que un objeto no es algo desprovisto de significado, una suerte de mate ­
ria inerte, se lo ha descrito como un "fenómeno social total", esto es, huella y
reflejo de la actividad humana. Más allá de su aspecto formal, del uso y la función
que se le asignan, el objeto porta una multitud de información relacionada tanto
con la tecnología al alcance de su productor y con la habilidad de éste para elabo­
rarlo o fabricarlo, como con el estatus social de su destinatario o de su propietario
final. Más aún, el objeto es un testimonio excepcional de una sociedad, de cuya
historicidad él mismo da cuenta.
En estas condiciones, el objeto es un portador de sentidos, de representaciones,
de evocaciones y de simbolismos múltiples y complejos que expresan con mucho la
cultura material y espiritual de las comunidades humanas. En la feliz expresión de
Abraham Moles, el objeto "no está simplemente para ser, sino para representar".
En efecto, el objeto es, momento tras momento, un objeto-memoria que desempeña
papeles y ejerce poderes. Se halla investido de valores, de una moral, de una est éti­
. ca, de una capacidad de comunicación que nunca llegan a ser definitivos, pues
varían con el tiempo según los individuos y los medios concernidos. También puede
decirse que posee vidas que se abrevian o se prolongan conforme a los consensos
de una época. Henry Glassie solía decir que si bien es cierto que el objeto brinda
un índice del contexto y del medio material y cultural en los cuales se encuentra,
no es menos cierto que este contexto y este medio le infunden sentido". Así, puede
2. "Sur un statut de l'objet: dífférer l' objet de l'objet", C ommunication s, 13, 1969, p. 65·87 .
3. "Ob jet et comm unication", C ommu nications, 13, 1969, p. 5.
4. "Folk Art ", en : Thornas, J. Schlereth (comp. y ed.), Material Culture Studies in America,
Nashville (Tenn.), The American Association for St ate and Local Hist orv, 1981, xv¡Al9 p., bibliog.,
p.125·140.

112
decirse que el objeto es doblemente significativo en sí mismo: en relación con el
sistema de objetos y con el sistema cultural en que se enc uen tra ubicado.
De esta breve discu sión emerge un principio rector, a saber: en todo proc edi­
miento an alítico el objeto debe ser considerado en el aspecto material y formal así
como en el aspecto simbólico, teniendo siempre presentes las relaciones din árni­
cas entre estos aspectos. De la misma manera, el análisi s del objeto exige que se
consideren los factores externos (denominados ambientales) que pueden haber
influido sobre él. En otras palabras, si la observación formal constituye un momen­
to importante del proce so de an álisis del objeto, el estudio antropológico y socioló­
gico de este objeto también resulta fundament al. El procedimiento de an álisis se
torna cada vez más complejo a medida que el inve stigador establece relaciones
dinámicas entre vario s niveles de lectura y de apreciación del objeto.
En la siguien te sección se propone un método fecundo y operati vo de aná lisis
del objeto en que se respeta el criterio central de considerarlo en su doble dimen­
sión material y antroposociológica.

3. Un procedimiento metódico de análisis del objeto


En la figur a 1 se ha intentado visualizar el método que aquí se propone para
apreciar y analizar un objeto. La pertinencia de este método radic a en qu e permite
un procedimiento de inteligibilidad mediante el cual se busca brindar información
acerc a del objeto propi amente dicho y de lo que repre senta, reconstituyendo su
historia y su genealogía y evidenciando sus principales contextos de significación.

Figura 1. Un método para el análisis del objeto

Objeto

El Tiempo y las Medios Va lor e s


Temporalidades so ciales cultura les

Contextos de significado

113
En conjunto, este método puede equipararse con un esquema óptimo de lectu­
ra del objeto. Tal esquema contiene la gama de los principales aspectos que pueden
considerarse en el momento del an álisis, precisando de antema no que sólo en raras
ocasiones se hallan todos reunidos. Abierto y complejo, este método de lectura del
obje to se presta para ser utilizado de forma parcial, en funci ón de los propósitos del
investigado r y de los objetivos específicos de su trab ajo. Combinado con un ejerci­
cio de contextu alización, permite situar al objeto en conjuntos cualita tivos cad a
vez más amplio s.
En el método propu esto se sugieren tres niveles de lectura del objeto. A cad a
escalón de la pirámid e le corr esponde un o de estos niveles, cada uno de los cuales
tiene una existencia propi a y autóno ma y hace referen cia a elementos de inform a­
ción y contextualización equivalentes y comp arabl es en importancia.
La interpr et ación del objeto como un fenómeno social total obliga al investi­
gador a realizar una lectura vertical de la pirámide , y lo constriñe a con siderar cada
uno de los niveles de análisis, con la finalidad de recon stituir el medio que rodea al
objeto e identificar al máximo los significados que comp orta este medio . Si los
objetivos del proyecto (o las limit acion es documentales) pueden persu adir al in­
vestigado r a privilegiar un ángulo de an álisis, la calidad de la interpretación del
conjunto reside sin embargo en las relaciones din ámic as que se establezcan en tre
todos los elem entos de todos los niveles.
H echas est as precisiones, ha llegado el momento de profundizar en cad a uno
de los lugares de observación que sugiere el método.

El objeto
El primer momento del procedimiento de an álisis y el primer nivel de lectura se
relacionan con el objeto propi amente dicho, sin la menor duda.
En este caso, el cuestionario qu e utiliza el investigador tiende a hacer emerger
las características morfológicas y estilíst icas del objeto, el género y el tipo a los
cuales perten ece, sus técnicas de construcción, sus usos y funciones primarias y
secundarias, su procedencia y mod o de adquisición, los usos que ha recibid o en
diferentes lugares y tiemp os, sus relacion es con otros objetos. En la figura 2 se
enumeran los elementos de información que resulta pertinente averigu ar acerca
del objeto, par tiendo de las preguntas apropiadas . En co njunto, estas inform acio ­
nes permiten clasificar el objeto en un encadenamien to taxonómico. De igual
manera, permiten identificar, de modo preliminar aunque significa tivo, algunas de
sus condicione s simbólicas intrínsecas. No es seguro, sin embargo, que los elemen­
tos de inform ación que aparecen en cada una de las secciones del círculo represen ­
tado en la figur a 2 permitan encontrar tod os los valores con los que ha sido inves­
tido el objeto. Por lo demás, es eviden te qu e estas cuestiones no pueden formularse
de maner a mecánica a tod os los objetos, y tamp oco pueden conducir a un a lectura
que refleje la tot alidad de ese objeto.
En vista de todo lo an terior sería imprudente callar un a recomendación, válida
en todas las et apas del an álisis. En la práctica, el investigador dirige su atención
hacia aquellos elementos descriptivos que se relacion an con sus objetivos de inves­

114
Figura 2. Interrogar el objeto

tigaci ón. Por forma l que pu eda llegar a ser, el aná lisis de un objeto siemp re se halla
asociado con un os fines precisos de investigación. De he ch o, existe un vínc ulo y
una concorda ncia contin ua entre las preoc upacio nes intelectu ales del investiga­
do r, su procedim ien to de aná lisis del objeto y los objetivos que persigue con su
proyecto de investigación. Un procedimiento glob al de análisis (y de con,
textualización) encuentra su unidad, su coherencia, su justificación y su perti­
n encia en las preocupaciones intelectuales del in vestigador y sólo en ellas. Sin
duda, estas preocu pacio nes, restringid as por definición, ma rcan los límites de un
procedimiento de aná lisis. Sin embargo, el investigador no tiene porqu é cargar
con las consecu encias de la na turaleza limitad a de su procedimiento, siempre y
c uando sea conscie nte de ello y lo declare con fran qu eza. Por lo demás, es imposi­
ble e impensa ble extraer la totalidad de los mensaj es potenciales qu e porta un
objeto. Por ello, es apenas na t ura l qu e el investigador quiera instalar su trabajo en
un contex to particular de significación , limitá nd ose a considerar una sola face ta
del obje to .

Los productores y los propietarios


Con el segundo momento del procedimiento de análisis se busca iluminar ciertos
elemen tos descrip tivos propios de los productores del objeto , de una parte, y de sus

115
Figura 3. Algo más sobre los productores del objeto...

Figura 4... Y sobre sus propietarios

116
propietarios, de otra. Las informacion es recogidas en este nivel son funda mentales,
pues en ellas se narra la vida del objeto , se documenta la historia de su creac ión y de
su utilización , así como sus eventuales reutilizacion es. Esta informa ción permite
asociarlo con una serie de objetos similares o directamente complementarios. A par­
tir de este momento se to rna posible identificar las áreas de circulación del objeto y
establecer con mayor claridad los sen tidos que se le atribuyen. Documentand o de
manera adec uad a el contex to de adquisición del objeto, las intencione s y motivacio­
nes de la persona que lo adqu irió, y aún más, la forma en qu e el productor entendió
las necesidades y el encargo de su cliente, el investigador podrá proceder a un aná lisis
mucho más creíble y cohe rente de la pieza objeto de su int erés, diferenci and o de
modo más informado las funcio nes utilitarias, estéticas y simbólicas del objeto.
Los datos más útiles que deben recogerse sobre los productore s (ver figura 3) se
relacionan co n eda d, esco laridad, formación, influencias recibidas, ca rre ra profe ­
siona l, fuentes de inspiración, técnicas de fabricación, etc. Estos da tos son dete r­
minantes a la hor a de ofrecer un a eventual definición de las co rrien tes estéticas y
artísticas o de las cade nas tecnológicas que influ yeron en el diseño y producción
del objeto estudiado. Estos dat os tam bién permiten iden tificar ciertas causas direc­
tas de la existencia del objeto (lr esultado de un encargo espec ífico ", ¿est rate gia de
un artesano para diversificar su producción ?, ¿prod ucto de la ex per imentación ?,
entre otros) . Todas las anteriores inform aciones permit en co ntex tua lizar mejor las
cualidades intrínsecas del obje to .
Con los datos relacionados co n los propi et arios (ver figura 4) se busc a ret ener
ciertos elementos descriptivos de primera mano para un a eventua l identificación
de los usos y de las funciones simbólicas del objeto. De he ch o, existe un a relación
estrecha en tre las car acterísticas distintivas de la person a qu e detenta un objeto
(origen étnico, edad, personalid ad, situación mat erial, estatus social, redes a las
que perten ece, en tre o tros) y el sistema socio lógico de los significados en los cuales
el objeto ha sido emplazado. A través de este cuestion ario el inv estigador busca
do cumentar cada vez mejor el conjunto de motivaciones que exp lican la adquisi­
ción de un objeto por parte de su propiet ario.

Los contextos de significación


En la terc era parte del procedimiento de análisis se abord an los contextos de
significación del objeto y, mejor aún, sus contextos indirectos de existencia. Es
evidente que estos últimos son numerosos. Co n el méto do que se propone se enfatiza
la importan cia de cua tro de ellos, a saber:
• Los espacios , es decir los contextos de evolución espacial del objeto: su con­
texto de local ización inmediata y ampliada , y también sus relacion es co n el
medio salvaje y co n el medio civilizado, físico y simbólico, dom éstico y profe­
sional, cultura l y geográfico, social e intelectual, etc . Los significad os de un
objeto siempre se hallan deter minado s en parte por el lugar donde ha sido
ubicado. As í, un a máscara muisca en un a sala bur guesa de Bogot á puede dar
testimon io de la adhes ión de su propiet ario a un peculiar sistema de represen ta­
ciones, de valores y de evocaciones que habrá necesidad de explor ar para apre ­

117
hender el sentido con el que se halla investida la pieza. Lo mismo ocurre con
un libro que, según se lo encuentre en una biblioteca pública, en una sala
elegante o en el cuarto de un universitario, en una institución financiera o en
una estación de transporte público tendrá significados diferentes en relación
con universos simbólicos distintos .
• El tiempo y las temporalidades, es decir los contextos temporales de evolu­
ción del objeto (lo cotidiano, los ciclos estacionales, los ciclos humanos de
vida, entre otros por una parte, y los tiempos propios del objeto (de su fabrica­
ción y también de sus usos, de sus funciones utilitarias y simbólicas, y finalmen­
te de sus valores agregados).
• Los medios sociales, es decir el espacio-relacional en el seno del cual evolucio­
na el objeto: el individuo en sus relaciones sociales: familia, vecindario, grupos
de pertenencia, sean de tipo asociativo, profesional, religioso, étnico, entre otros.
• Los valores culturales, es decir el sistema implícito de representaciones en
que ha sido emplazado el objeto, en pocas palabras, el imaginario con que
éste se halla investido, que puede ser el de un sistema social, una ideología,
normas y códigos, ritos y costumbres, creencias y fiestas, etc. Así, una hoz y un
martillo colocados sobre un pedestal evocarán representaciones que pueden
ser resultado de consensos que sólo encontrarán su significación definitiva en
la medida en que sean contextualizados en relación con la figura visual que se
ha dado una sociedad política -en este caso la identificación de esta sociedad
con los ideales del comunismo.
Hay que precisar que aquí apenas se ha esbozado el contenido de estos cuatro
contextos de significación, y que por ello este contenido no es exhaustivo ni se ha
circunscrito de una vez por todas. Por lo demás, en la práctica del análisis estos
cuatro contextos deben permanecer abiertos, en relación estrecha unos con otros,
sin que ninguno de ellos se vuelva exclusivo. La rique za del análisis de un objeto
material depende del dinamismo de las relaciones que se logren establecer entre los
elementos de los contextos.
El método propuesto tiene la doble función de ser un marco conceptual y un
cuestionario elemental. Es flexible porque es adaptable (en todo caso debe ser
adaptado) a toda circunstancia, según el objeto, la curiosidad o la meta de investi­
gación propuesta. En estas condiciones, al investigador le resultará cómodo mo­
verse dentro de los límites de este método. Ampliará o restringirá el ángulo de su
mirada, u optará por efectuar las combinaciones que a su criterio resulten más
pertinentes, según los tema s que se plantee o los objetos que seleccione. Tendrá
libertad para privilegiarlos aspectos tangibles o intangibles, materiales o inmateriales,
explícitos o implícitos del objeto. Podrá privilegiar la consideración, bien de su
materia, bien de su función evocadora, o de sus valores simbólicos. Así, este méto­
do hace posible un cuestionamiento óptimo del objeto que se coloca bajo la pers­
pectiva de miradas cruzadas desde diferentes ángulos de observación. Se busca en
primerísimo lugar que el objeto libere la quintaesencia de sus mensajes. Ninguna
aplicación mecánica será válida: toda intervención supone buen juicio e idonei­
dad. En estas condiciones, e! método y e! cuestionario que éste supone pueden
permitir leer e! objeto, leer a través de! objeto y hacerlo hablar.
118
Capítulo 6

Cómo analizar y comentar un mapa antiguo

Des de siempre , los hombres han in ten tado repre sentar el espacio donde vive n
y se desarr ollan . Poco a poco, los mapas se fueron reve lando co mo un medio de
singular at ractiv o para ilustr ar los paisajes y las comarcas con forme a su existe ncia
real, tal y como se deseaba qu e fuesen, y también según las co ncepciones de viaje­
ros, cartóg rafos y gobe rna n tes.
De hecho, un mapa no es otra cosa qu e un soporte de representación del espa­
cio, un ojo mágico a través del cual se puede n pe rcib ir las aspiracio nes razon ables,
visionarias e idealist as de un a socie da d polític a.
En este ca pítu lo se quieren evide nciar las posibilidades que ofrec e el mapa an­
tiguo como fuente docu mental para investigacion es de carácter históric o (sección
1). De la misma manera, se presen ta un método de análisis y valida ción del map a
an tiguo, tomand o como fund amento un ejercicio amplio de con tex tualización (sec­
ción 2) . Este método se respalda e ilustra con el mapa del Bajo Cana dá levantado
por [o seph Bouche tt e en 1831 (secció n 3) l .

1. Utilidad del mapa antiguo para el análisis histórico

Entre las tendencias más destacadas que desde hace unos vein te años informan
la renovación de las investigaciones en ciencias humanas hay una que es ca ract e­
rística, que se man ifiesta en la mayoría de los investigadore s y que se halla asocia da
con la relación que estos últimos estab lecen con los docum entos. Algunos investi­
gadores han explor ado nuevas fuentes. Desde los años 1970 por ejemplo, los histo ­
riadores han venido manifestando un in terés crecie n te por los registros notariales;
otras veces, han recon ocido el valor de los testimonios orales. Por su parte, los
etnógrafos se han orien tado cada vez más ha cia los docu mentos au tob iográficos,
con la fina lidad de reconstituir un iversos materia les desde la óptica de las prác ticas.
Numerosos inv estigadores han empr endido un a relectura crítica de los do cumen­
tos tradici onales con la perspectiva de aplicarles cuestionarios diferentes. Así , los
diarios de viaje o de explorado res han dejado de ser utili zados para reforzar la ima­
gen de persona lidades conve rtidas en héroes. El valor descrip tivo, en otras pala­
bras, la dimensión etnog ráfica, ha just ificado la co ns ulta de estos documentos. Sin

1. En est e cap ítu lo se retoma, unas veces de modo int egral, ot ras, en forma co ndensada , el
contenido de una obra de Claude Boudreau titu lada, Ülnalyse de la carteancienne, essaiméthodologique:
la carte du Bas-Canada de 1831 de Joseph Bouciieue, Q uebec, CELAT, 1986, vlI-169 p., il., cu adros ,
bibliog., col. "Rapports et mémoires de recherc he du CELAT ", Nº 7.

11 9

emb argo, los inv estigadore s que ut ilizan estos materiale s no han tardado en identi­
ficar ciertos problemas metodológicos mayore s que plantea el tratamiento de los
diarios de viaje. Aunque es indudable qu e estos documentos ofrecen descripciones
únicas, no es menos cierto que revelan casi siempre un sólo punto de vista, un a
percepción única y particular. Al otro, es decir aquel qu e es descrito , no se lo
con sidera sino a partir de una indi vidualidad, y a través de esta ind ividualidad, en
sus conocimientos, sus experiencias e incluso en sus valore s.
Con escasas diferencias, se trat a de lo mismo que plantea la utilización del
map a antiguo. En efecto, este último es un instrumento de identificación, de des­
cripción, de delim itación y, en rigor, de apropiación. Se trat a de un instrumento de
pod er. Para convencerse es suficiente constatar el gran número de mapas encarga­
dos por el gobierno colombi ano para con ocer mejor sus posesion es, el estado de
desarroll o del territorio bajo su control, la localización de los establecimientos mi­
litares, comerciales y civiles, et c. El mapa antiguo es un material histórico de rique ­
za ex traor dina ria, infort una da men te mal aprovechado . Ya desde los albores de los
añ os 1980 algunos trabajos de archivística revelaron la existencia de numerosos
documentos cartográficos an tiguos, cuyo det erioro se atribuía más al tiempo qu e a
la manipulación humana, lo que no deja de producir estupor' .
Aunque el mapa antig uo represen ta un medio para co nocer el pasado, su valor
permanece descono cido. Francois de Dainville escribía al respecto: " [el mapa anti­
guo apor ta ] un a multitud de inform aciones localizada s, una sín tesis de hech os y de
relaciones sobre toda clase de objetos, bosques, rutas, industrias, instituci on es mili­
tare s, civiles y relígíosas'", En el map a antiguo también se revela el contexto social,
político y econ óm ico de un a época. Es lo que deja entend er Georges Kish al in ti­
tul ar su obra La carte, image descivilisations4 [El mapa, imagen de las civilizaciones].
Claude Raffestin va más lejos al cal ificar el map a co mo un inst rum en to de pod er y
del poder, una representación del espacio que traduce a un mismo tiemp o percep­
ciones e intenciones por parte de sus auto res' .
Aunque el va lor del mapa antiguo está fuera de duda para algunos , perm anece
confinado con alta frecuencia a un uso restringido, de carácte r ilustrativo, cuando
no reducido a la mer a decor ación. Por ello, la afirmac ión de Yves Tessier conserva
tod a su vigencia cuando estima qu e "el problema del mapa antiguo gira alrededor
del escollo que plantea la credibilid ad del documento?", En efecto, del examen de

2. ]. Bria n H arley, "A ncien t Maps: Waiting ro Be Read ", Geographical Magazine, vol. 53 ,1981 ,
p.313-3 17.
3. Le Langage des géographes, termes, signes, coleurs des cartes anciennes, París. Pica rd, 1964 , xx­
384 p., il., mapas, facsim ., p. VIII.
4. Parí s, Se uil, 1980 .
5. Ver su ob ra Pour une géographie du pouvoir, prefac io de Roger Brunet , fot ografías de Cyril
Kobler, París, Lite c, 1980, x-249 p., il., bib liog., col. "G éographie éconornique et sociale", N Q13.
joseph Bouchette , A TopographicalDictionaryoI ¡he Province oI Lower Canada, London, Longma n ,
Ree s, O rme, Brown, G reen an d Lon grnan, 1832, 358 p.
6. "La carte ancien ne et l'a utornation'', mémoire de maitrise , Quebec, U n iver sida d de Lava],
Depart am en to de Ge ografía, 1971, p. 40.

120
un map a an tiguo surgen bu en número de interrogan tes. Así, un mapa de 1755 en
que se ofrece inform ación sobre el añ o de 1712 : lrepresenta la re alidad de 1755 o
bien la de 1712? ¿Acaso se describe en él un a sit uación real o más bien se tr at a de
una proye cci ón del autor ? ¿Acaso la selección de los elementos cartografiados se
halla en funció n de los co nocimientos del autor, de las exigencias del destinatar io,
o de ambos ? Estos interrogantes y mu chos otros a los cu ales resulta m uy difícil
responder ex plican quizá el papel limitado del mapa antiguo en la investigaci ón
histórica.
De h echo, no existen demasiados mé todos de an álisis y va lida ción del mapa
an tiguo . En el aná lisis de su co nten ido se debe ría, desde el comienzo, ec ha r man o
de una metodología propia, con la fin alid ad de des entrañar mejor su va lor docu­
mental, funcional e ideológico . Por otra parte, el mapa an tiguo de bería co nstreñi r
al investigad or a dotarse de un lengu aje cien tífico de carácter operativo co n el
obje to de pro ceder a un a lectura pre cisa de este do cumento específico .
En la sec ció n siguien te se le presenta al joven investigad or este mét od o y este
lengu aje.

2. Un procedimiento metódico de lectura y análisis del mapa antiguo

Leer un map a an tiguo no co ns iste sólo en en te ra rse de las informaciones ev i­


dentes que figuran en él. Se trata más bien de consid erarlo como testimonio de un a
época, de in te n ta r co mprende r po r q ué una mención figura en él y por qu é o tra
no. El de safío co ns iste en penetrar su con tenido, con la expectativa de capta r los
mensajes ideo lógicos qu e at raviesan el co n junto de detalle s q ue lo co ns tituyen .
Só lo el título del artículo de]. B. H arle y, mencionad o más arriba, ilustra bien la
aparición de nuevas pre ocupaciones en historia de la cartografía durante los últi­
mos años . Trab ajos recientes en el ca mpo de la cartografía an tigua subraya n el
con tenido documental y socio -ide ológico del mapa, sin desdeñar ni mu cho menos
el estud io de la evolu ción de las técnicas ca rtog ráficas (detalles y forma del d ibujo,
símbo los, etc.). El valor del contenido radica sin dud a en la información bruta qu e
brinda el mapa y, aún más, en las significacio nes y proyecciones que se tr an sm iten
po r intermedi o suyo .
De hecho, el procedimiento de lectura del mapa que se propone a co ntin ua­
ció n toma en cuen ta las tendencias recientes en mat eri a de aná lisis car tográfico.
Este procedimiento incluye tres n iveles de lectura, cada uno de los cuales responde
a motivaciones cie n tíficas d iferentes.
En el primer ni vel , la atención se concentra en el aspecto formal del m apa, es
decir, en su co n tinen te. De o rd ina rio, el exa men aten to de la elaboración de un
mapa permite asociarlo co n un tip o específico de prod uc ció n cartográfic a, un a
época o un lugar. De la misma m anera, pu ed e brindar informa ción acerc a de los
medios de producción y rep roducción de los map as, así co mo de las téc nicas de
grabado y dibujo empleadas por su autor. De hecho, aquí se tr ata de considerar el
map a como la suma to ria de in te rvenciones manuales y técnicas qu e se movilizaron

121
en su fabricac ión. Este examen se efectúa tanto sobre la cal idad del papel y del
lienzo como sobre los detalles de la caligrafía.
Los dos niveles restantes de lectura se relacionan de manera más específica con
el contenido del mapa. En primer lugar, existe el contenido documental qu e pue­
de ser interesante , en particular para los historiadores, para los antropólogos y para
los etnólogos, puesto q ue para un punto determ inado permite responder a pregun­
tas como: «l ónde estaba situ ado, cuál era su dist ancia con respecto a.. . ? La obser­
vac ión del mapa permite responder con cierta precisión estos in terr ogantes, según
la esca la y la calidad del contenido de la pieza cartográfica . Sin embargo, hay que
desc onfiar en cada momento. Sólo medi ante una buena crítica interna y extern a
del documento se pod rá esta blecer la fiabilida d de la información que presenta.

ALGU NAS DEFINICIO NES UTILES

A continuación se expone n algunas nocion es elementales qu e debería con ocer el investigador

principiante int eresado en el unive rso de la cartografía.

Según la Commission sur l'enseignemenr et la formaríon de cartographes [Co misión pa ra la enseñanza y

la formaci ón de cartógrafos] , la car togra fía "co mprende el con junto de estud ios y de operaciones

científicas, artíst icas y técnicas qu e int ervien en en la elaborac ión y establ ecimiento de mapas,

plan os u otros modos de exp resión , así como de su utilización , a partir de los resultado s de

observacione s dire ctas o de la con sulta docum ent al". En términos más simples, se trata del arte y las

técnicas de concebir, levantar, redacta r y difundir los map as.

El m apa es el resultad o de est as operaciones. Con stituye la represent ación sobre una superficie

plana de la superficie terrestre o de una de sus partes.

La relación de similitud ent re el mapa y el terre no se exp resa a través de la esca la . Por lo gen er al,

esta última se presenta bajo forma gráfica o medi an te un a fracción numérica . Por ejemplo: 1:

250 .000 significa que un a uni dad de medida sobre el mapa equivale a 250.000 un idade s similares
sobre el terreno. Mien tras más grande sea el denominador, más pequeña se rá la esca la y por
cons iguien te, menos de talles figurarán en el map a. La pre sen tación de la escala en un mapa es
esencial para ind icarle a l lecto r la amplitud de l espacio ca rtografiado .
Además del mapa, con frec uencia existen planos. Se los recon oce por su escala, q ue es grand e. Por
lo general, repre sen tan pequeñas superficies y por con siguien te no plan tean problemas de
proyección.
Esta última noc ión de signa el mét odo de rep resen tac ión ca rtográfica de la s uperficie terrestre.
Siendo imposi ble repre sentar de manera exac ta un a superficie circul ar sobre una superficie plana ,
los dife ren tes tipos de proyección qu e se generan a part ir de operaciones geomé tricas implican
siempre deform ación, por el mismo motivo. De ahí que la elección de un tipo de proyección deb a
hacerse en funci ón de las necesid ades de l usuario.
Por último, p uede con sider arse la na turaleza de los mapas, es dec ir sus tipos. Sin ent rar en detalles,
conviene distin guir los mapas de tip o top ográ fico de los llamad os ma pas temáticos. En los
primeros el interés se concentra en la representación más exacta posible de las formas de la
supe rficie terr estr e. Los segundos tie nen por objeto la repr esen tación , sobre un fondo de referencia,
de todo fenómeno de dist ribución espaci al, con ayud a de símbolos cuantitativos y cualita tivos. En
estas condiciones, puede haber tantos mapas te máticos como temas hay por tratar.
Deb e precisarse que esta clasificació n de los tipos de m apas no es siem pre rigurosa, pues muchos
mapa s antiguos son el produc to combinado de mapa s topográficos, hid rográficos y temát icos.

122
Por último, existe un tercer nivel de lec tura en que se ind aga en particular
sobre el por qu é del mapa. Aquí se trat a de percibir el mensaje ideológico qu e
operó a modo de fuente e inspiraci ón de la producción cartográfica. De hecho, son
raros los mapas q ue han sido conce bidos sin una finalidad determinada, ya que
suelen responder a necesidades precisas". Puede decirse que los map as no se rela­
cion an simplemente con la localización y la descripción de un territorio .
En la práctica, estos tres niveles de lectura son ind isociables cuando se ana liza
un documento cartográfico antiguo . Y aunque no en tod os los estudios en este
terreno se los ut iliza de man era clara y distinta, están presentes sin embargo, así sea
de modo implícito, en los procedimientos de múltiples investigadores. De hecho,
según los objetivos que persiguen estos últimos, se acentuará un nivel de lectura en
particular e inclu so, en ciertos casos, un com ponente específico, por ejemplo el
estud io de las técnicas de grabado empl eada s en mapas de un a época determinada.
A pesar de lo fecundo de las aproximaciones rec ientes, el estudio de la produc­
ción cartográfica an tigua plantea al men os un problema relacion ado con su reali­
zación. De hecho, no existe un método específico para e! análisis del contenido de
un mapa antiguo. Las man eras de proceder varían según los obje tivos plan teados,
los campos disciplinares y las compe tencia s de los investigador es. Algunas precau­
cione s deben sin embargo jalonar la mayor part e de los procedimientos científicos
que impliquen la utilización de uno o de varios mapas an tiguos. Aquí se define este
proc edimi ento en dos tiem pos, a saber: el trabajo preparat orio de investigación y
de cont extualización y el an álisis propi amente dicho de! mapa.

El trabajo preparatorio
Los procedimientos relacionados con la organización del análisis de un docu ­
mento cartográfico se ilustr arán con un mapa del Bajo Canadá que levantó [oseph
Bouchette en 1831 8 • La fotografía de la planc ha que aparece en la página siguiente
permite an alizar en detalle este mapa.
A nt es de proceder al aná lisis propiamente dicho del documento cartog ráfico,
el investigador recopil ará cu atro tipos de informac ión.
En primer lugar, como suele hacerse en todo trabajo de investigación, pasará
revista de la documentación especializada relacionada con la cartografía, su his­
toria, métodos y aplicaciones. Este ejercicio le perm itirá relativizar la importancia
del mapa estudia do relacion ándolo con la producc ión ca rtográfica precedente,
con temporánea y subsiguient e.

7. Este comentar io va le para los map as contemporáneos como para los map as antiguos. Por ello
es apen as natural qu e nu meroso s aspectos contemp lados en este capítulo se ap liquen al a nálisis de
map as actua les. Los avances tecn ológicos en mat eria de reconoci miento top ográfico y de elabora ción
de map as no pueden hacer olvida r que det rás de toda empresa ca rtog ráfica se esco nden apues tas
política s e inclus o militare s.
8. En la plancha 1 (p. ) pued e observarse un detalle de est e ma pa. El lector int eresado en
profund izar el método aq uí de scrito puede consu ltar la obra de C la ude Boudr eau men cio nada antes.

123
El investigador se informará enseguida acerca de ciertos elementos del con,
texto. En efecto, las circunstan cias inmediatas y de n aturaleza soc ial qu e rod ean la
produ cción de un map a pueden haber influ enciado su co nten ido de manera deci­
siva. U bicar el mapa en su medio histórico permite inter pretar mejor las informa­
ciones que brinda. Poner en contexto un mapa histórico en relación co n otras
fuentes de la época, por ejemp lo ce nsos , diar ios de viaje, periódicos y aún en cier­
tos casos actas notariales, es sin dud a un medio en extremo fecund o para juzgar la
calidad de su contenido .
Efectuad a esta con textualización , el investigador acopiará información de or­
den biográfico sobre el autor del mapa. Para aproxi marse a la persona de Bouchette
se ha adoptado un pro cedimiento similar al que suelen utilizar los historiadores.
A sí, todos los esc ritos relacionados co n Bou ch ette han sido exa minados con mi­
nu cia, lo mismo qu e su corresponde ncia privada y la de algunos de sus co n te mpo­
rán eos. Esto s doc ume ntos rev elaron gran riqu eza y brindaron información sobre la
man era de tr abajar del auto r, así com o sobre las dificultades personales y profesio­
n ales q ue pautaron su vida . En el caso de Bou ch ette, este procedimiento permitió
establece r el impo rta n te papel q ue desempeñó en la histor ia de la agrimens ura y la
ca rtografía canadi enses. Bouchett e se desempeñó com o Ag rime nsor genera l del
Bajo C an adá desde 1803 hasta 1840; además, fue uno de los raros francófonos qu e
ocuparon un alto ca rgo en la ad min istrac ión co lonial in glesa de la época. Auto r de
un nú mero impresio nante de mapas y de planos, se co nsagró a la preparación de
pu blicaciones q ue ho y en día se conside ran como las prim eras obras de geografía
gen er al canadiense.
Además de las informaciones biográficas sobre el autor, es nece sario cons ultar o
al menos conocer lo rest ante de su produ cción cartográfica y literar ia. El aná lisis de
la pro d ucción in tele ctua l de un au tor suele reserv ar sorp resas.
As í, en el caso de Bou chette, se sabe qu e publicó tr es obras esc ritas co n la
in tención de co mp lementa r el map a del Bajo Canadá. U na de ellas, el diccionario
topogr áfico", se reveló determinan te pa ra el estudio y la comp resión del map a. En
efect o, la etapa de acomod am iento y de síntesis de la información necesaria para el
levantamiento del map a necesitó, de parte de Bouchette, una selección de ele­
men tos q ue apa rec ieron al fina l en su documento . Dado el volume n co nsiderab le
de información qu e había lograd o reunir, optó por reagru par esta informac ión en
un a ob ra apar te donde comp letó la descrip ción física y económica q ue había ini­
ciado en el mapa, con la fina lidad de ofrecer un a imagen qu e contribuyera a hacer
más inteligible la desc ripció n del terr itorio de estudio. Por esta razón, el dicciona­
rio puede verse co mo un co mp lemento no sólo útil sino esencial para la compren­
sión ade cuada de la imagen que Bou ch ette acertó a pro yectar. El diccionario ca re­
ce de pagin ac ión; allí se describen en orden alfabé tico los distritos, los conda dos,
los ca ntones, las señorías, los feudos, el río, los afluentes, los lagos y las islas. A cada
elemento corresponde un a descripción a la qu e se agrega, en el caso de las divisio­

9. [oseph Bouch ett e, A Topographical Dictionary of tlie Ptooince of Lower Canada, Lon don,
Longrn an, Rees, O rme, Brown, Oreen an d Longman, 1832, 358 p.

124
nes administrativas, un fragmento de las escrituras de propi edad, así como un cu a­
dro en qu e se presentan las prin cipal es estadísticas de orden socioe co nó mico (po­
blación, iglesias, molin os, produ cción agríco la, etc.) . En estas condiciones, el dic­
ciona rio cons tituye un instrumento indi spensable para la interpretación de la
información qu e apa rece en el ma pa.
Por último, un a ojeada a los map as levantado s por Bouchette hacia la misma
época o un poco antes facilitará la comp rensión del documento estudiado. En
efecto, no es raro que un mismo mapa haya sido objeto de varias ediciones, con o
sin mejor as y en lapsos a veces bastante alejad os unos de otros. En est as condicio­
nes ha de verificarse qu e el co n te nido del mapa corr esponda co n la fech a inscrita
en el documento. Por lo demás , este estudio de la obra carto gráfica de un autor
permitirá determ inar hasta qué punto su mapa es novedoso y qué tomó de las
con tribuciones precedentes.
Concluido este trabajo de contextualización puede empre nde rse el an álisis del
mapa.
Plancha 1. joseph Bouchette. El mapa del Bajo Canadá de 1831 *
(detalle del distrito de Q uebec)
* El mapa del Bajo Canadá de 1831 incluye en rea lidad dos map as. El primero cubre la to ta lidad
del distrit o de Montreal y figura en una sola hoja, cuyas dimen siones son de 102 x 234 cm. El segundo
cu bre los dist ritos de Tres Riveras, de Qu ebec , así co mo los dist ritos inferio res de San Francisco y de
G asp é. Este último mapa está del inead o en dos hojas, la un a mide 132 x 96,5 cm y la o tra, 132 x 127
cm. Ob sérvese que el distr ito de Gaspé es objeto de un mapa disti nt o incluido en un cartapacio, en el
interior del cu ad ro de l mapa de Quebec. Este cartap acio mide 68,5 x 48 cm . Fuen te: Archivo Públ ico
de Canadá, Colección Nacion al de Cartas y Planos, N MC0017998.

... ­
__ro­

,.

-
Análisis del mapa
El análisis del mapa comprende dos etapas, a saber: la observación del docu ­
men to en su conj unto y la lect ura de su co ntenido documental; enseguida viene la
interpretación del contenido sociosimb ólico.
Observar un mapa consiste en tratar de percibir de un vista zo - es decir, en
conj unto- lo que éste rep resen ta. En el caso del documen to de Bou ch ette, el desa­
fío consiste en percibir la ex tensión del territorio repr esentado en sus co mponen ­
tes prin cipales.
En efecto , su mapa de 1831 cubre la ecúmene de Quebec en la época, con
excepción d e las regiones del Sag uenay- Lago de San Ju an y de la Co sta Norte . De
la misma manera, en él se ha lla representada una par te de las regiones vecinas del
valle de Sa n Lorenzo (Alto Ca nadá, N uevo Bru nswick, Estad os U n idos) . Así,
pu ede decirse que la atenció n de Bouch ette se concentra en el valle de San Loren­
zo co n su llan ura y sus con trafuertes rocosos, su río y sus numerosos afluentes; en
pocas palabras, el espacio des arrollad o y desarr ollable en aqu ella épo ca. En un
primer vistazo se puede observar el interé s de Bouche tt e por las fronteras y los
límite s de los condados. Se trata de los ún icos elementos cuya representación se
resalta mediante colores qu e se ap lican a lo largo de las línea s 10. En el caso de los
condados, el pro pio título de l mapa anu ncia la import ancia qu e se les reserva. Se
comprende con facilidad la pre ocupación de Bouchette por ta les límites. En su
co ndición de agrimensor gene ral, sus vínculos con el pod er político son directos;
por lo demás, nadie con testaría la importancia de los límites te rritori ales desde el
punto de vista político y económico. De la misma manera, la relación de Bou ch ette
con el poder colonial explica su insistencia por represe n tar de manera muy clar a la
frontera cana die nse-americana. En efecto, se diría que la cuestión de las fronteras
lo preoc upó a lo largo de su ca rrera como agrimensor general.
Luego de esta ap roximación de conju n to, se pu ede em prender un análisis de ta ­
llado de los co mponentes del mapa. Se tr ata de empadronar tod os y cada un o de
los elementos que figuran en la composición del map a. Para facil itar el resumen se
pueden agrupar estos ele me n tos en cuatro categorías:
- los elementos de elaboración del mapa (comp onentes del título , esca la, orien­
tac ión; grabados; marco; letreros o rótu los, etc.):
- los límites adm in istrativos qu e se extiende n desde las fronteras de la pro vincia
hasta los límites de los lotes, pasan do por las señorías, los ca ntones , las parro ­
qui as, etc. ;
- los elementos antrópicos , es decir todo aque llo que resulta de la acció n huma­
na, trá tese de ru tas, edificios, muelles, barrera s, etc.;
- los elementos naturales , es decir las montañas, las llanuras, las corrientes de
agua, los rabio nes, los cabos , las bahías , etc.

10. La línea fron teriza que sepa ra el Bajo Ca nadá de los Estados U nidos se puede recono cer
con facilidad en el ma pa de Bouchette por su trazo grueso punteado, marcado por un trazo con tinuo
de color rosa par a el lado canadiense y verd e para el americano .

126
a. El investigad or anotará co n cuidado, para ca da uno de los elementos enumerad os, su
repre se nt ación en el mapa, su identificación , el número de veces qu e apa rece, su localizaci ón y su
distr ibución. Si lo juzga opo rt uno , agrega rá un co me n ta rio per sonal, por ejemp lo:

Elem ento Representación Identifica ción Númer o Ubi cación Distribución Comentario
Gra njas y
cas as Per miten de limitar la ecú mene, en la
med ida en q ue se hallan d istr ibuidas
Moli nos de ~ en todo el territor io
187
~~
Molino de maíz 26 en Monrr eal, 19 en Tres River as y
har ina
47 en Qu ebecAcom pañ ados a veces
de un top órurno

b. El doctor José A gustín Blanco Barros, pro fesor honor ari o de la U niversidad N acional de
Colomb ia, revisó y co mpletó la ver sión en espa ñ ol de este glosario (Bogot á, D. c., 28 de julio de 2006).
c. Inclu ye los ele me n tos siguien tes : hojas, marco y ca rta pac io.
d. In clu ye los elem en tos siguientes: desti nat ario , territori o, naturaleza del mapa, ded icat or ia ,
auto r, gra ba dor, editor, año de edi ción.
Fuente: Boudrea u, Lanalyse de la carte ancienne, apéndice 1.

En el cuadro sinóptico siguiente se levanta una lista de componen tes que pue­
de ser útil identificar en un mapa, llegado el caso. En prin cipio, esta lista se esta­
bleció a partir del análisis del contenido del mapa de Bouchette; por esta razón, no
es ne cesariamente pertinente par a todo s los mapas. Sin embargo, se puede pens ar
que este resumen constituye un punto de partida de particular riquez a para la lec­
tura de la mayor ía de los map as antiguos, en la medida en que nos hemos apoyado
en un cierto número de otras obr as relacionadas con la estructura y composición
de los map as antiguos y contemporáneos 11.

3. Una lectura dinámica del mapa de joseph Bouchette


Aunque la lectura dinámica de un mapa se apoya en un resumen exhaustivo de
sus componentes y contenido, esta lectura siempre es el resultado del planteamien­
to explícito de una probl em ática por parte del investigador. Imagínese por ejemplo
que se dese a entender las motivaciones que decidie ron a Bouchette a repr esentar
el espacio del Bajo Canadá, como en efecto lo hizo.
Co mo se ha dicho, Bouchette estaba vinculado de mod o estrecho co n la admi ­
nistración colonial. Es indudable que su posición influyó para hacerlo configurar el
espacio en funci ón de las aspiraciones sociales, políticas y económicas del poder

11. Entre estas ob ras pued en citarse las siguientes: Jacques Bertin, co n la co laboración de Marc
Barbu t et al., Sémiologie graphique: les diagrammes, les réseaux, les cartes, 3ª edición aumentada co n un
pre facio y un capítulo so bre los gr áficos, París, EH ESS, 199 9 [1998] , 431 p. il., map as, facsimil. , co l.,
" Réimpression des éd itio ns de l'E cole de s hautes études en sciences sociales" ; Serge J3o nin, Initiatian
graphique, prefacio de Jacques Bertin, París, Épi , 1975, 170 p., il., bibl íog., co l. "P assé et présent",
Glossaire de cartographie, París, Comité francais de ca rtog rapph ie, 1990 [197 0], 171p ., co l. "Bullet in
du C omité francais de cartographie", p. 123- 124; Sylvie Rírnbert, Can es et graphiques: initiation ir la
castograplue appliquée aux sciences tiumauies, Pa rís, Sedes, 1964 , 236 p., il.

127
Glosario de interpretación de un mapa antiguo"
1 Elabor ación del map a" 3.2 .5 Puentes 4.1 .1 Montañ as y montes

1.1 Descrip ción gen era l" 3. 2.6 Vad os, pa sos e n un a corrien te 4.1.2 C olinas

1.2 T a rjas de l tít ulo'' 3.3 C omu nicacion es 4.1.3 Valles

1.3 Descripción técnica 3.3 .1 T elégrafo 4. 1.4 Lla n uras


1.3 .1 Esca la 3.4 H á bitat 4.1.5 Tierras altas, tierr as bajas
1.3 .2 Proyecc ión 3.4 .1 C iudades 4.2 Hid rografía, relieves ma rinos
y litorales
1.3 .3 Declinació n magnética 3.4 .1 Villas 4.2. 1 Río
1.3.4 Coordenadas zeoar áfíc as 3.4 .3 Costas 4.2.2 Est uario, «ieha ?
1.3.5 Orienta ció n 3.4.4 At rac tivos (turíst icos) de esta- 4.2.3 C a nales
blecimientos (asen ta mientos) humanos
l A Leye nda o cartela 3A .5 Ha ciendas, finc as 4.2.4 C uen cas (fluviales)
1.5 Let re ros o rótulos 3.4 .6 Propie dades 4.2.5 C anales de riego, aceq uias
1.6 G rabados 3.4. 7 Mans ione s 4.2.6 C orr ie ntes
1.7 C omentarios y a no ta cio nes 3.4 .8 Mansiones y casas 4.2.7 Mar eas
1.8 C a rta pacio 3.4 .9 I¡d es i~s 4.2 .8 Bah ías
2 Límit es ad min istr ativos 3.4.1 OC apillas 4.2.9 Ensena das
2.1 Fro nt e ras intern acion ales 3 .4 .11 Conventos 4.2.10 Pue rtos de ma r, rada s,
abras
2.2 Fro nt eras pro vincia les 3.4.12 Co legios 4.2.11 Islas
2.3 Límit es de d ist rito 3.4.1.3 H osp ital 4.2 .12 Pe nín sulas
2.4 Límit es de cond ad o 3.4 .14 Ermitas 4.2.13 Ca bos
2.5 Límit es de seño rías, de 3.4 .15 C abañas 4.2. 14 Puntas
canton es y de feud os
2.6 Límites de parr oq uia 3.4 .16 Ventas, posadas, hostales 4.2.1 5 C ostas
2.7 C at egorías , rangos, jerarquías y 3.5 C ome rcio e indu stria 4.2.l6 Franj a entre ma reas
zconces íones i
2.8 Lo tes 3.5. 1 Rut as ter restr es 4.2.17 Playas
3 Eleme n tos a nt rópic os 3.5 .2 T abernas 4.2. liJ Bancos de aren a, bancos
cor alinos, bajos
3. 1 Tran sporte marírimo 3.5.3 Aserr ad eros 4.2 .19 Escollos
3. 1.1 Ru ras marítim as 3.5.4 Molin os de harina , de trigo 4.2.20 Lagos
3.1.2 Paso 3.5.5 Molinos de pape l 4.2.2 1 Es t a n ~s
3 .1.3 C ruce ro 3.5 .6 Molin os de viento 4.2.22 Pantan os, cién agas de
agua dulce
3 .1.4 Faro s 3.5 .7 H errerías 4.2.23 Ma rismas, salinas mar inas
3. 1.5 ¿Señales y balizas? 3.5 .8 Fábricas de pot asa 4.2 .24 Rive ras
3 .1.6 Fond eaderos, a tracade ros, en 3.5 .9 Zac ati nes 4.2.25 Riachuelos, arroyos
los map as coloniales del Nuevo
Reino de G ra nada, hoy C o lo mbia
3 .1.7 Puertos y de sembarcad e ros 3.5.10 Fábr ica o manufacturas de lan a 4.2.26 Caídas
3 . 1.8 C a nales 3.5.11 Pesq ue rías 4.2.27 Rápid os
3. 1.9 Esclu sas 3 .6 Utilización del sue lo 4 .3 Vegetación
3.1. 10 ¿Presas? 3.7 Obras militare s 4.3 .1 Bosq ues
3 .2 T ransport e terrestre 3.7.1 Fu ertes 4.3.2 Sa ba nas
3.2. 1 Rutas terrestres 3.7.2 Fortines 4.3.3 Palmares
3.2 .2 Rut as de invie rn o 3.8 Ele me ntos efímer os 4.3.4 Monte firme
3. 2.3 Se nde ros 4 Ele men tos naturales 4.3.5 Bosques de pantano
3.2.4 Pontazgos, pe ajes 4. 1For mas del terreno 4.4 Sue los, desde el punto de
vista agro nó mico

128
Plancha 2. Tramo de la frontera del Canadá con los Estados Unidos
Fuente: Detalle de Caree du Bas-Canada de 1831 de Joseph Boucbcue. tomado de C la ude
Bourdreau , IAnalyse de la carte ancienne, essai méthodologiquc, Qu ébec, C ELAr, col. "Rapp ort et
mémo ircs de recherc he du CE LAT ', 1986, p. 100. La reprod ucc ión en blanco y negro impide visualizar
el uso qu e hada Bouchette del color para realzar el tra zado de la frontera.

J) I T l' 11 . '

británico. En efec to , Bou chette determinó las fronteras y cu adricul ó el territorio ,


representó las red es de transporte y de comun icacion es en general, junto con di­
versas form as de explotación de los recur sos. Brind ó una representación muy selec­
tiva del territorio del Bajo Ca nadá por medio de un a imagen sin duda sesgada por
las expe ct ativas del destinatario, es decir, la administración colon ial.
Raffestin sugiere que "el mapa es el punto de encuentro entre las intenciones
del Estado y sus realizacion es". Si ello es cierto, debe ser posible ilustrar mediante
un ejemp lo có mo se manifiestan aquellas "intenciones" en el map a de Bou chette .
En este sentido , las cuestiones qu e se plantean son las siguientes: ¿cómo expli­
car la presen cia o la ausencia de talo cu al elemento en el mapa?, ¿cómo entender
la atenció n reservad a a la presentación de cier tos elementos y la indi ferencia hacia
otros?
Tómese el caso de la frontera canadi ense americana (ver la plancha 2). Ade­
más de ser repres entad a de manera clara con un a línea puntead a, su tr azo fue
reforzad o mediante el dibuj o de la serie de cumbres qu e a traviesa. ¿Por qu é tanta
insistencia en la determinaci ón de la línea fron teriza?
Retomemos algo de la hist ori a de esta frontera. Con posterioridad a la declara­
ción de ind ependencia de los Estad os Unidos (4 de julio de 1776) nume rosos
realistas em igraron a Canadá. Las rel aciones entre Inglat erra y los Estados que

129
hab ían logrado inde pend izarse en fech a reciente no eran las mejores por aq uel
ento nces. Inglaterr a ejer cía presión política y eco nó mica sobre las antiguas co lo­
nias de la costa atlá ntica, resultándole esencial sustr aer a Canad á de la influencia
independentista de los nuevos esta dos. Quizá Bou chette fuese bast ante sensibl e a
los problemas latentes susceptibles de degenerar en un conflicto armado. De he ­
cho, tuvo ocasión de expresar sus inquietudes a sus interlocutore s británicos co n
motivo de su primer viaje a Inglat erra en 1807. Parece cla ro qu e para Bouch ett e la
expansión de la colonización de los canadienses hacia el sur y de los american os
hacia el norte generaría de manera inevitable un a zon a de con tacto permanente
en tre las dos poblaciones. Si est a zona quedab a mal definida podría generarse un
perjuicio para la admin istración de las regiones fronteri zas y, aú n más, crearse un a
nu eva fuen te de co nflictos. En un caso semejan te, esta zona sería difícil de defen ­
der, pu esto qu e se hallab a mal definida y peor co no cida, por no hab er sido
cartografiada.
La guerra de 1812 entre In glaterra y los Est ad os Unidos vino a con firmar los
temores de Bouchette. El conflicto demostró la necesidad de una delimitación
precisa del espacio fronterizo. Bou chette contribuyó en person a al esta blecimiento
de un tr azad o fro n te rizo qu e pe rm itió aislar a los leale s vasallos de Su Majest ad
de las "ma las influencias ind ependentist as ame rica nas" . Llegó a ser el en cargado
de la misión de cuadricular el territor io nu evam en te circunscrito. Para resp onder
a estos encargos produjo en 1820 un mapa de la provincia en el cual casi n o
figuran sin o las divisiones administrativas (el cua driculado del poder) y las igle­
sias (puntos de referencias físicos, aunque también sociales, pu esto que se loc ali­
zan en el ce n tro de la red de relaciones entre los habitantes) rep resentad as sobre
un fondo ca rtog ráfico qu e ape nas inclu ye las orillas del río y algunos de sus
principales aflue n tes.
Esta pieza no es otra cosa qu e una etapa en el proceso de adec uación de la
herramienta de poder que constituye el map a de Ca nadá de 1831 , producción que
marca el momen to culmina n te de la carrera de Bou chette. Allí el cuadriculado del
suelo es llevado a su punto culmina n te (puesto qu e se trazan los límites nacion ales,
provin ciales, condales, y seño riales), junto co n las red es de oc upación y de explo­
tación del terr itorio que tambi én son representad as. Más qu e una imagen est át ica
de la realidad , con el map a de 1831 Bouchette proyecta su interpretación de lo
que es y de lo qu e podría ser el Bajo Canadá.
Con este ejemplo se ilustr a la importancia de la fase preparatori a del an álisis
pro piamente dicho del mapa. Las explicac iones adelan ta das resul tan de una revi­
sión de la producción científica qu e, por su lad o. permite sit uar el context o de
producción de l documento cartográfico. Las pesqu isas sobre el auto r ayudan a com ­
prender mejor sus in ten ciones y sus objetivos. Por último, el estudio de la produc­
ción cartográfica de Bouchette permite ubicar su ma pa del Bajo Ca na dá de 1831
en un continuum intelectual y político en el cual se destaca como la pieza más
aca bada .

130
I n"o ' I=\ihli t"!r::

Dos con stat aciones pueden hacerse a partir de las con siderac ion es expu estas
en este capí tul o. La primera se relaciona con la riqu eza de contenido del mapa
antiguo; la segunda, con las exigencias me tod ológicas de su tr atamiento.
Sin esfue rzo se des cubre que hay dos man eras de aborda r el map a an tiguo . Es
posible preconizar un aná lisis form al del map a con la mira de sit uarlo en la hist oria
de la cartografía. En este caso el acento se pone en el continente del map a. D e la
misma man era, se puede estud iar el contenido o la materi a informati va del mapa ,
co nside rándo lo com o testigo y testimonio de un a socieda d. En la práctica, result a
en extremo difícil disociar el aná lisis del continente del aná lisis del contenido. Sin
emba rgo, es posible insistir sobr e un o u otro de estos aspectos.
De la misma manera, puede decirse qu e el map a an tiguo, fuente de con oci ­
miento hist óric o, es produ cto de una época . En este sen tido, es inseparable del
con texto de su producción, en particular del co ntexto institucion al. Como toda
producció n estética o erudita, a imagen y semeja nza de los objetos , de las rep resen ­
tacion es icon ográficas o de las crea cio nes artísticas, el mapa tam bién refleja las
pre ocupaciones de su diseñador, sus motiv aciones, ha bilidad, tecnología que ma­
nej a, objetivos que sé propone, no men os que su saber.
El estudio del mapa an tiguo abre multitud de pistas de investigación in teresan ­
tes que se relacionan con la hist oria toponímica y con el desarrollo socioeconómico,
tanto como con las estra tegias militare s y la comprens ión política del territo rio. El
map a antiguo aparece co mo un testigo privilegiad o de la historia, ya que represen ­
ta un a imagen de la distribución de un a sociedad en el espacio . Es evidente qu e n o
todos los mapa s antiguos tiene n la calid ad ni la riqueza del de Bouchette. Sin
emb argo, nunca ningú n mapa ha sido con cebido sin finalid ad implícita . En su
elaboración como en su co n tenido, el mapa antiguo - com o ocurre por ciert o con
el mapa más act ual- es portador de un proyecto qu e es necesar io desentrañar.
En este ca pítulo se ha mostrado hast a qu é punto es necesario ser co nsciente de
los múltiples aspectos de un mapa cua ndo llega el momento de interpretarlo. N o es
suficien te conocer los map as y las técnicas ca rto gráficas, tambi én es necesario co ­
noc er a los auto res y a las sociedades que les son contemp oráneos.
Con la bibliografía somera qu e aparec e a co n tin uac ión se busca que el joven
inves tigador profundice en el an álisis de los mapas an tiguos siguiendo la perspecti­
va aquí expuesta.

131
Para aprender más sobre el análisis de un mapa antiguo

Blac k, [ er ern v. Maps and History: Constructing lmages of the Pasto N ew H aven

(C onn.), Yale University Press, 2000 [1997], 267p ., il., m apas.

Blac k, Jer emy. Regards sur le monde: une histoire des cartes, versió n inglesa de

Ch írstine Char eyre , París, Octopu s-Hachetre, 2004 [2003], 175p., mapas, planos, u.,

bibliogr., indexo
Blakemo re , M . J., et J. B. H arley. Concepts in the History of Cartography : A Review
and Perspective, Taranta, Univer sirv of Taranta Press, 1980, 120 p., bibliogr., il.,
fig., mapas, col. « C a rtographí ca M onograph ", n'' 26.
Canes et figures de la terre, exposición or ganizada por el Centre de cr éatioii industrielle
en co laboració n con la Bibliotheque publique d'information, París, C e n tre Georges­
Pompidou, Centre de création industrielle, 1980, xv-479 p., bibliogr., il., mapas.
Dainvill e, Francois d e (s.j.) . La cartographie, rej1et de l'histoire, co m pila ció n de ar tíc ulos
presentados por Miche1 Mollat du [ourdain, co n la participación de Lucie Lagarde ,
Marie-Antoniette Vannereau y Numa Brac , París, Slatkine, 1986,489 p. , il, mapas,
planos, bibliogr,
Dainville, Franco ís de (s.j.). Le langage des géographes : termes, signes, couleurs des
cartes anciennes, Par fs, Picard, 1964, x x-384 p ., il, mapas, fac simil.
Harley, ].B., et David Woodward. The History of Cartography, vol. 1: Cartography in
Prehistoric, A ncient, and Medieval Europe and the Mediterranean, C h icago,
University of Chicago Press, 1987, 599 p., bíbliogr., il., fig., tablas, m apas.
H eidenrei ch, Conrad E. Explorations and Mapping of Samuel de Champlain, 1603­
1632 , Ta ranta , University of Taranta Press, 1976, x iv- 140 p ., 5 feuille s de planches
pli ées, il., graph ., map as, co l. « C artograph ica Monograph " , n" 17 .
Kish , Geor ge s. La carte, image des civilisations, París, Seuil, 1980, 287 p. , il., m apas.
Libeault, Andr é. Histoire de la cartographie, París, Choix, 1968, 86 p.
Pickles, [ohn. A History of Spaces : Cartographic Reason, Mapping and the Geo-coded
World, Londres, Routledge, 2004, 256 p., il., bíbliogr., mapas, col. « Frantiers of
Human Ge ography »
Robinson, Arthur H., et Barbara B. Petcheník. Th e Nature of Maps : Essays toward
Understanding Maps and Mapping, C h icago , Universiry of C h icago Press, 1976, xi­
138 p ., bibliogr., fig., esquemas.
Wo odward , D avid (d ir.) . de. Art and Cartography : Six Historical Essays,
Chicago, University of Chicago Press, 1987 , xvi-249 p., ill. , bibliogr., map as, co l.
«Ken neth Nebenzal, Lectures in the Histo ry of C artography».

132
Capítulo 7

Cómo entender y utilizar un cuadro estadístico"

Los cu adros estadísticos hacen pa rte del aire que respir a la inmensa ma yor ía de
los investigadores , lo que indica hast a q ué pun to se h an conv er tido en un punto
de co nvergenc ia de los proced imientos científicos. A riesgo de ser descalificad o, el
investi gador debe adquirir una serie de h ábitos para poder leerlos, par a aprovechar
lo q ue medi ante ellos se evide nc ia, pa ra captar sus sut ilezas, para marcar sus límites
y también para desm ontar sus artificios. La fin alidad de este ca pítulo co nsiste en
presentar los proble mas que plantean la lectura y el an álisis de los c uadros estad ís­
tic os. M ás qu e en ense ñ arle al joven investigador a leer to dos los tipos de cuadros,
el ob jetiv o co nsiste en in dicarle cómo analizar el con teni do de un cuadro de n tro
de una es trategia de dem ostr ación cie ntífi ca . Conside ra ndo qu e rara vez se utiliza
un cuadro est adístico de manera aislad a, el análisis multivariado de datos se tra tará
de ma nera pun tua l.
En este capítulo se tratarán de mo do suces ivo cuatro puntos, a saber: una breve
pr esentación de lo que es un cua dro est adíst ico (sección 1) ; un a alusión a cie rtas
precau ciones rela cionad as co n su empleo (sección 2); la exp licación de un proce­
dimiento de lectura y análisis de un cu adro esta dístico (sección 3) ; el estudio di­
dác tico de un eje mpl o (sec ción 4).

1. En qué consiste un cuadro estadístico

U n cuadro est ad ístico es una form a de clasificac i ón , distribu ción y presenta­


ción de d atos numér icos bru tos o sometidos de mo do previo a un cie rto n úme ro de
operacio nes estadís ticas simples o co m plejas.
La fun ción principal de un cuadro est adí stico co nsiste en relacionar da tos cuan­
titativos con una problemática cu alitativa, orga n izan do los res ulta dos para qu e
sea n legible s de maner a inmediata. Los datos cu antitativos pu eden pro ce der de un
eje rcic io o rigin al de inven ta rio, enumer ación, empad ronamiento , etc., o tamb ién
pue den se r el resultado d e un esfue rzo de homogeneización o de compilación de
da tos dispon ible s de an tem ano, con miras a obte ner una nueva co mposición esta­
dística.
De manera gen eral, un cu adro esta dístico ilustra una regularidad estadística
(distribución de frec ue ncias), o un a estimación tr ansve rsal (asociación de m últi­
ples variables con mir as a es tablec er su interdependencia o su correlación) . Las

* El doc tor Jorge Eduardo Ortiz Pinil la, profeso r del Depart amento de Estad ística de la Uni­
versida d Na cional de Co lom bia, sede Bogo tá, tu vo la gent ileza de rev isar el presen te capítulo.

133
series cronológicas son quizá las que mejor representan la enumeración de cantida­
des, de repeticiones , de cade ncias, de oc urre ncias , etc., que ca rac terizan un a o
varias variable s a lo largo de un lapso determinado. Por ejemplo, el núme ro de
habitantes de Quebec entre 1901 y 1981 , o la tasa de desempleo an ual de Can adá
entre 1965 y 1975. La estimación transversal designa la asociació n de al men os dos
variables, con la finalid ad de comprender la naturaleza de sus relaciones en un
momento dado. Por ejemplo, el lugar (rur al o urb ano) de nacimiento o de residen­
cia en relación con el desempleo; los ingresos anuales por unid ad de co nsumo en
relación con el desempleo, etc . En los ejemplos que apa recen en los cu adros de la
página siguien te se brinda un a ilustr ación de estos dos tipos de cuadros.
Cu ando se los integra en un plan de argumentación y de demo str ación en un
proceso de inv estigación, los cuadros estadísticos suel en cumplir tre s fun ciones
principales:
• Pu eden ser utilizad os a modo de argument o par a respald ar un a tesis. Se los
empl ea par a documentar aspectos de un a argume ntación que sólo pueden
en uncia rse de man era cu an titativa. En este caso, se los asimila a un elemento
de pru eba.
• Pueden servir para reforzar un a argumentación de carácter cualitativo. C ua n­
do se los utiliza para demostr ar cualquier aspecto de la informaci ón , sólo aco m­
pañan la intención demostrativa que se apoya de modo parcial en ellos, sin
agota r por ello la demostr ación . En este caso, sus propiedade s informat ivas e
ilustr ativas no son explotadas a fond o.
• Pueden ser utilizad os como punto de par tida de un trabajo de análisis y de
reflexión. Entonces se convierten en elemento básico de una interpretación y
son la piedra fundamental de una demostración. Son el cen tro de toda la estra­
tegia explic ativa, sin impedir que puedan ser complementados con un a argu­
mentación de tipo cua lita tivo.
Deb e puntualizarse que los cuadros son un mod o de presentación de datos
cu antitativos, qu e tienen unas propiedades y unos límites muy preci sos. Existen
otras formas de presentación de datos tales como el gráfico y el dia grama. La op­
ción final del inve stigad or para presentar sus datos depende de las dificultades que
pueda plantearle la tran smisión de la información; aunque su opción ta mbién de ­
pende de los objetivos de comunicación que se haya propuesto.

2. Precauciones que deben tomarse al utilizar un cu adro estadístico

A menudo se olvida que un cuadro estadístico es mucho más que lo que dejan
ver las presentaciones formales. Su prep aración resulta en efec to de un procedi­
miento metodológico más o menos complejo, pautado por tod o un co njun to de
elecciones cualitativas que establecen límites al ejercicio de la cuan tificación. Co n
las observaciones que se presen tan a co nt inuació n se busca recordar ciertas pre­
caucione s que deben tom arse para utili zar de manera co nvenien te la información
qu e ofrece un cu adro estadístico.

134
El adagio miente: un cuadro estadístico no baila al son que le toquen 1
Con trar io a lo q ue pud iera creerse, un cuadro estadís tico carece en abso luto de
valor univ ersal y es impos ible que sirva a to das las inter pretacione s imag inables.
Tampoco puede prest arse a tod as las utilizaciones posibles. Sie mp re perma necerá
limitado po r la problemática in telec tua l, los procedimien tos metodológicos y el
tip o de tratamiento elegidos al co mienzo de la inves tigación . UQ ué se proponía el
investigado r dispo nie ndo los da tos de un a form a y no de o tra?, ¿cómo pro cedió
pa ra enco ntrar los da tos" , ¿qué definiciones utiliz ó", ¿a q ué op erac iones estadísti­
cas some tió los da tos de qu e dispo nía? , etc.) . La pro blemá tica previa a la prepara­
ción propi amente dich a del cu adro estad ístico puede habe r sido amplia y la meto­
dol ogía flexible. También es posible que el cuadro sea util izad o con fines d iferentes
de aq ue llos para los cua les fue concebido. Sin emba rgo, las nu evas finalidad es de ­
ben integrars e en la contin uida d de los objetivos or igin alm ente propu estos; en
ningún caso deben falsear la metodol ogía elegida por la pe rsona respo nsable de la
recole cción o del em padronamie n to. Quien qui era .reu tilizar co n fines diferentes el
conte nido (o un a parte del co ntenido) de un cuadro debe ser prudente en ex tre­
mo . Todo desco nocimiento de los límites in herentes a la co mp osición or igin al
encarn a riegos. Si se desconoce este límite, la argumen tación pued e tornarse inve ­
rosímil y perd er tod a cre d ibilidad.

Alerta: detrás de cada dato se oculta toda una gama de elecciones cualitativas
Es evide n te qu e ha y datos verda de ros y datos falsos, como hay cu adr os est adís­
ticos bu enos y ma los. So bre todo, hay preguntas pe rtinen tes y o tras que se relacio ­
na n más bien co n la fab ulación. Hay metodologías razon ables y proba das, m ien­
tras qu e ot ras se fund amentan en criterios d udosos. Hay op era ciones estadísticas
que respetan las convenciones de uso y otras que resultan de ma nipulaciones dis­
cutibles o inapropiada s. H ay, en fin, cuadros bien presentados, de fácil lec tura y
co nsulta, y o tros q ue son in comprensibles en la prá ctica. Llegad o el ca so, más que
en los da tos, la críti ca del observador debe co ncentrarse en la probl emátic a or igi­
na l, en la metodología utilizada, en las operac iones estadís ticas o en la ma nera de
prese n tar la in for mación. Los datos no son más que la co nsu mación de un largo
proc eso de inves tigación in tegrado por to do un co nj unto de elecciones cua lita ti ­
vas. En defin itiva, este proceso y es tas ele cciones de terminan la ca lidad de los
datos. La form a de recoger los datos y de organizar su muestreo , la definición operativa
de los co nce pt os y de las no ciones utilizada s, las técnicas de cálculo, de co mpila­
ción y de asociación de los da tos, la adecuació n en tre las defin icio ne s de los inves­
tigad ores y las de los pro d uctores de los dat os cons tituyen otros de los aspectos
sobre los cuales pued e aplica rse la crítica del obser vad or. La crítica de los datos
debe conducir a la iden tifica ción de errores de cálculo, trascr ipción y compilación.

l. a
La ex presión france sa totttes les sauces, q ue significa de cualquier mod o, está in tegrada en el
subtítulo original de esta sección: " Ladage menr : on ne peut usiuset un rableau srarisrique a roures les sauces
" (el adagio miente: no se pue de utilizar un cuadro estadí stico con cualquie r salsa) [N. del T ] .

13S
Dos tipos de cuadros estadísticos
La distribución de frecuencias

Cu adro l . Tasa de des empleo de Canadá y Q uebec, medias anuales, 1965-1975 (por centaje)

Fuente: "Taux de chórnage, par région , moyennes armuelles, 1946-1975", Staiistiques historiques
du Canada, series D -491-497, [en línea], www.sta tca n .ca/franca is/free pub/ 11-S16-XlF/sectiondJD49 1­
497 csv (página consultad a el 15 de abr il de 2005)].

La estimación transversal

Cu adro 2. Lugar de nacimi ento y residencia en relación. co n el de sempleo

El jefe nació en el medio El jefe reside ahora Porcentaje de las familias


en el medio afectadas por el desempleo"
Ru ral Ru ral 47 %
Urbano Ru ral 30%
Rural Ur ba no 22%
Urba no Urbano 18 %

a. De mane ra continua o de man era int erm itente en el curso de los doc e últimos meses.
En el cu adro 2 se relaciona el porce nt aje de las familias cuyo jefe ha q uedado dese mpleado en
el c urso de los últ imos doce meses, el origen rural o urban o de este último y su lugar ac tua l de
residen cia. Segú n sus autores , en el cu ad ro se aprecian tres relaciones:
El lugar actual de residencia es el principal fac tor asociado con el dese mpleo . C ualqu iera
qu e sea el lugar de nacimie nto, el asalariado q ue reside en el medi o rural está más ex pues to al
desempleo qu e el que reside en la ciudad .
Si el asa lariado ha nacido en el ca mpo tiene más riesgo de verse desem pleado que si ha
nacido en la ciudad. Así , el emigrant e urbano se ha lla menos preparado para enc on trar un empleo
estable q ue el asalariado urbano nacido en la ciudad.
C uan do los asa lariados de o rige n rur al e migran a la ciudad ve n redu cidas de manera
conside rable sus probabilidades de verse desempleados.
Fuente: Marc -Ad élard Trem blay y G érald Fortín , Les comportements économiques de la famille
salariée du Québec : «ne étude eles conditions de vie, des besoins et des aspirations de la fami/le canadienne­
[tancaise d'aujourd'hui, Sainte -Foy, Presscs de l'U nivesit é Laval, 1964, p. 237 -238.

136
Desconfiar de los espejism os estadísticos
Por lo que toca a los datos que no aparece n necesariamen te en el cuadro, siempre
es import ante con tex tualizar los vínculos, las cons tatac iones y las conclusione s que
surgen del simple hech o de relacio na r los datos cuan tita tivos. El inves tigador nunca
debe imaginar que la explicación completa de un a aparente correla ción está en las
dos series de datos que encue n tra o pone en paralelo. Esto es cierto en pa rticular
para los cu adros con distribuciones de frecue ncia, donde a menudo el recolector de
da tos no ha manifestado nin guna intención funda mentada de relacionar va riables.
En el cuadro 3 r.parece bien ilustr ado este aspecto. A prime ra vista, parec ería existir
una cierta relac ión entre la tasa de desemple o y los pagos net os a los ben eficiarios
directos del subsidio de desem pleo. En realidad, el incremento de estos pagos pod ría
result ar de la combinación de varios factores, a saber: un incremen to del subsidio,
un a redefinici ón de las mod alidad es de acceso al program a, una ampliación de las
ca tegorías de trabajadores con derecho al subsidio, un aumen to rápido de las tasas de
inflación, etc. Ade más, es importante men cion ar que el hech o de relac ionar núme­
ros reales (pagos) con nú meros relativ os (tasa de desemple o) altera en parte el juego
de las interacciones entre las variables. Podría da rse el caso por ejemplo que los pagos
se incrementen en relación con el núm ero real de desem pleados, ten iendo en cuen­
ta que el nú mero de desempleados crece en función de la población eco nómicamen­
te activa. De hech o, por lo que toca a este caso, sólo un a con textualización amplia ,
fundad a en la consideración y el aná lisis de múltiples variables, permitiría enunciar
una proposición lo bastan te sólida co mo para formular un a hipótesis. Dich o en po ­
cas palabr as, la búsqueda de relaciones entre variables y, en consecue ncia, el an álisis
causal, desbord a la lectu ra restringida de un cuadro y obliga a en tra r en el terren o del
análisis estadístico multivariado, que implic a relacion ar, conforme a reglas precisas,
datos o varia bles que proceden con frecue ncia de varios cuadros .
El es pejis mo es tad ístico
C uadro 3. Pagos netos a los ben efic iario s directos del subsidio de desempleo
y tasa de desempleo"País fictici o : 1965-1975
Años T asa a nua l de desempleo Pa gos"
1965 3.9 314 199
1966 3.6 250 461
1967 4.1 349 627
1968 4.8 4321 51
1969 5.2 495 923
1970 5.9 679457
1971 6.4 872 923
1972 6.6 1 758 167
1973 6.7 1 842 253
1974 6.8 1 918765
1975 6.9 2 8712 22
a. Da tos ficticios.
b. En miles de dólare s corrien tes (lo que quiere decir qu e en 1965 los pagos de subsidio po r
desempleo se ele varon a 3 14.199.000 dólare s y en 1975, a 2.871.222.000 dólares) .

137
No obligar al cuadro estadís tico a decir lo que no quiere decir

En principio, un cuadro estadístico adquiere sentido en relación con la probl e­


mática previa del cu al es resultado . De la misma man era, adquie re sen tido en rela­
ció n co n la in terpretación de co njunto en la que se inscribe y de la cu al es algunas
vec es el pre texto principal. Esta inter pretación puede sobrepasar con facilidad las
posibilidades de ilustr ación de un cu adro. De igual for ma, pu ede exceder sus pro ­
pied ad es in trí nsecas de de mos tración y de exp licació n. En esta sit uación, el inves­
tigador debe adop ta r una ac titud de vigilanc ia riguro sa. Con demasiada frecuencia
el investigad or pasa por alt o la diferen cia entre el ex am en de los da tos y la lectura
correcta de un cuadro, por un a parte, y el aná lisis ca usal y la in terpretac ión de esos
datos, por la otra. De he ch o, las respuesta s a los in terrogan tes que plantea el an á­
lisis de los datos que aparecen en un cuadro rara vez se en cue n tra n en el cuadro
mismo, lo que obliga casi siempre a efec tuar otras compilac iones qu e implican la
ut ilización de nu evas variables. En mú ltiples casos , el aná lisis causal obliga a com ­
plemen ta r el pro ced imiento cuan tita tivo con un conj unto de elementos cualita­
tivos de contextualizac ión. Aunque el cuadro esta dístico sea la piedra funda men­
tal de un a in terpre tac ión, rara vez resulta suficiente para estab lecer un a tesis de
ma nera definitiva.

3. Leer y analizar un cuadro estadístico: un procedimiento metódico

Servirse de un cuadro estadís tico elaborado de an te ma no, con la finalidad de


ut ilizarlo en el marco de un ejercic io de demostr ación , supone qu e se procede de
manera lógica y por etapas, cuidándose de sucu mbir a los espejismos de la cifra , por
un a parte, y evitando en todo momento la exageració n de las posibilidad es
ilustrativas y exp licativas de l cu ad ro, po r la otra . Vea mos las cosas de man era más
det enida.

Aprovechar las indicaciones que ofrece un autor: mesurar el alcance del contenido
de sus cuadros

Es importante en primer lugar de tene rse en la co nsideración de los límites qu e


plan tea el uso de un cuadro estadístico.
Un cuadro estad ístico revela por sí mismo sus secretos cuan do su presentación
es adecuada . El título, los encabezados me diante los cua les se orde na n y disponen
los dat os, las notas pertinentes, las fuentes a parti r de las cuales ha sido preparad o,
son algunas de las indicaciones que orie ntan ace rca de los alcances y límit es que le
ha asigna do su auto r.
A menos qu e tenga un a mera fun ción ilustrativa , es decir, qu e su papel se limite
a acompañar un text o, los autores suelen pre sentar sus cuadros estadísticos resu ­
miendo los aspec tos cen trales de la metodología que h an ut ilizado para elaborarlo,

138
definiendo de manera explicita los términos de los enca bezados y preci sando los
límit es de la comp osición estadística que han adoptado.
El inve stigador que consulta está obligado a enterarse de todas y cada una de
las indic aciones que brind a el autor de un cuadro estadístico: tanto aquellas qu e
acompaña n el cuadro, como las qu e aparec en en las págin as precedentes o subsi­
guientes, sin olvida r las que figuran en los apéndices de la publicación. C uando se
pasan por alt o tales indi caciones se co rre el riesgo de traicionar el sentido de la
co mposició n estadística. Servirse de ellas equi vale a apro vechar la mayor cantidad
de oportunidades para comprender la composición estadística y explotar su poten­
cial demo strativo de manera adecuada.

Compenetrarse con el cuadro: inspeccionar su contenido


La segunda etapa del procedimiento de lectura y de aná lisis de un cu ad ro est a­
dístic o consiste en el examen minucioso de su naturaleza.
Este examen implica que el inve stigador relega por un momento el conjunto
de interrogantes que lo rondan para concentrarse sólo en el cuadro. Lo que impor­
ta destacar aquí no es lo que busca o quiere encon trar el investigador que consult a,
sino aquello que revela el cuadro, la información que en él se ofrece . En esta eta pa,
leer un cuadro co n int errogantes en la cabeza significa "recuperar" los datos, con
todo lo peyorativo qu e contiene esta expresión -recuperación tiene aquí un senti­
do an álogo al de recuperar tiempo perd ido, por ejernplo-. En pocas palabras, no se
le debe hacer decir a un c uadro lo que éste no quiere decir. Esta predisposición a
desconocer el sen tido y los límites de un cu ad ro ex plica en gran parte las nume ro­
sas interpretaciones, con frecuencia contradictorias, sobre la naturaleza de una
composición estadística.
El comen ta rio de las parti cularidades de un cu adro se efectúa de ordinario de
una manera bastante simple, resalt ando todo lo qu e se considera significativ o como
para mere cer aná lisis. Estos comentarios pued en relacionarse con diferentes aspec­
tos de la información cuantita tiva que ofrece el cuadro, esto es: la desviación estánd ar
de los datos en relación con una media ; las recurrencias; la dispersi ón de los datos
en un a misma serie; el efecto que prov oca sobre los resultados la po nderació n de
los dat os gracias a diferentes índices, etc. Una vez más, es importante comentar lo
que se ve de hecho en el cuadro y no aquello que se cree ver en él. Sucumbir a los
espejismos de un cuad ro estadístico nos haría caer en el terreno de las in terpreta­
cio nes carentes de fund am en to .

Analizar un cuadro: explicar su contenido


El an álisis de un cuadro estadístico se asemej a al aná lisis de un documento.
Tras el examen minucioso de su co ntenido infor ma tivo, se procede a explic ar e
interpretar las particularid ad es ya anotadas de la composición esta dística , a la luz

139
de informaciones empíricas o teóricas conocidas por otros medios. Por lo gene ral,
es te ejercicio de expli cación y contextu alizaci ón exige la preparaci ón d e una bi­
bliografía pertinente y, dependiendo de los propósitos del invest igador, puede ne­
ces itarse una investigación cua n t ita t iva y cálculos es tad ísticos suplem en tarios.
El análisis de un cu adro puede se r de tipo ce rrado o de tipo abier to. En el ca so
de un aná lisis ce rr ado , el in vestig ad or se limita de manera rigu rosa al aná lisis de los
datos del cuadro, que constituyen el pun to de partida y el punto de llegada de to da
su argumentación. En la práctica, su obj etivo consiste en de scribir lo que revelan
los datos en un primer momento, sin echar mano del recurso interpretativo. Para el
caso de un a ná lisis abierto, el invest igador parte en efe cto de los d atos contenidos
en un cuadro , pe ro , interesado en contextualizar e incluso en explicar ciertas rea­
lidades re vel adas en el mism o cuad ro, ap oya su argum en ta ción con elementos in­
formativos proceden tes de otras fuentes . El punto de llegada de su argume n tació n
pu ede ser una conclusión ap enas relacionada con el c uadro or igin al; sin embargo,
si se conforma con el m aterial informa tivo de un solo cu adro , el in vestigador no
pod rá ir muy lejos en su interpretación. El investi gador no só lo permanece confi­
nado dentro de los límites asignados a la composición est adística de la que se sirve ,
sino que también se halla impedido para proponer una exp licación de tip o causal,
a menos que realice cálculos complejos de correlaciones o interdependencias, lo
qu e implica el uso de otras variab les. En o tr as palabras, el abani co de interrogantes
a los cu ales puede brindar respuesta a partir del material de un cuadro es restringi­
do, lo q ue explica porqu é la exp lotación de los materiales de un solo y único cu a­
dr o es siem pre decepcionante para el investigador ávido de interpretaci ones q ue
causen impresión.
El an álisis de un cuadro su ele h acerse según tres eje s, a sabe r:
a) yendo de lo general a lo particular;
b) de la evidencia a la sutileza ;
e) del est udi o de un da to al es tudio sim ultáneo de vari os datos .
Lo más frecuente es que el análisis de un cuadro estadístico consist a en un
procedimiento relacional por parte del investigad or, q ue procede a establecer rela­
ciones, a poner en paralelo, a comparar variables con la finalid ad de explorar sus
asociaciones o sus correlaciones. Se trata de lo q ue los especialistas llaman el aná­
lisis multivariado de da to s. La ventaja de esta o pera ción consiste en evidenciar
realidades que las sim ples distribuciones de frecuencia no revelan. El ejemplo del
cu adro 4 ilustra bien n uestro punto de vista.
Por último , el an álisis de un cuadro sigue una progresión compleja q ue se cons­
truye a partir de ella misma. El análisis debe ser lógic o y razonado. N o pu ed e salta r
etapas, a rie sgo de desorientar al lector y de ap arecer incompleto. A sí, de manera
ide al, un elemento de an álisis se ap oya sobre el precedente y anu nc ia el subsi­
guiente , de modo que los encadenamiento s pe rmitan av anzar h aci a consideraci o­
ne s cada vez más sutiles .
Es evide n te que el anál isis de un cuadro puede conducir al investigador h acia
un nivel supe rior de trab ajo intelectual, persua diéndolo a retranscribir en una for­

140
ma gráfica algunas informaciones revelad as en un cuadro. En ciertos casos, esta
re tran scripción permite resolver el probl em a de un a cantidad ex cesi va de datos,
qu e sue1e obstaculizar la lectura del cu adro. De la misma manera, esta retranscripción
pu ede co n tr ibuir a des taca r evidencias (variaciones, dispersio nes, unidad de los
datos) difíciles de ap reciar con las cifras.
Por último, el análisis de los datos cua n tita tivos qu e aparecen en un c uadro
pue de inspira r op er acion es más o me no s sofisticadas qu e el ma nejo informático
especializad o permite co nd uci r a n iveles insos pec h ado s de com plejidad. Sin em ­
bargo, tales procedimientos sólo se utilizan en la perspectiva de un an álisis estadís­
tico multivariado.

Explotar el contenido de un cuadro: relacionar la problemática inicial con lo que el


cuadro revela
El investigador conoce los límites de un cu adro y sabe con precisión lo q ue éste
revela, cua ndo ha asimilado el conte nido informa tivo y h a documen tado las parti ­
cularid ades del mismo. En est as condicion es, puede proc eder a interrogarlo con sus
propi as preguntas. En otras palabras, a relacionar aq uello q ue busca prob ar o ilus­
tr ar y lo q ue en est e sentido revela el cuadro. La dial éctica que se est ablece en tre la
problem ática, por una part e, y los dat os q ue existe n efectivam ente, por otra, no
tiene riesgo de ser falseada pu esto q ue, siguie ndo este procedimiento, el investiga­
dor se interroga de manera ope ra tiva, en función de los dat os concretos del cua­
dro. Así , al integrar en un a estr ategia demostrativa los datos qu e rev ela un cu adro,
se llega al punto culminante del procedimiento qu e aq uí se presen ta.
A continuación se retoman estos momentos principales con ayuda de un ejemplo.

Un ejemplo de análisis multivariado de datos y búsqueda de rel aciones causales


En el cuadro 4 se in ten ta medi r las privacion es ex pe rime n ta das por cada un a de las familias encuestadas po r
Marc-Ad élard T rembl ay y Gérald For tín en e l marco de su investigació n sob re las co nd icion es de vida, las
necesidades y las aspirac io nes de la familia ca nad iense- francesa . Elaborad o con base en unos cin cuenta
ind icadores escogidos en tre los d iferent es element os el e su enc ues ta , el cua dro permite estab lece r una
relació n bastan te clara entre las privacio nes y la co nd ición de desemp leo. De hec ho, cuan to más nu merosas
so n las privac io nes, más grande es la pro po rció n de trabajadores sin empleo en un mom e nto u o tro del año
(195 9). A contrario, el porcenta je de familias q ue no ex perime ntan el dese mpleo y sin emba rgo sufren
privaciones tiende a decrecer con el a umento de las neces idades no sat isfec has.
C uad ro 4. Índ ice de pr ivac iones reale s y desemp leo (po rcen ta je)
T ipo s de familia Peso en el índice'
0-5 6-9 10-13 14- 23

Fam ilias afectadas


12 26 31 43

po r el desempleo

Otras famili as
88 74 69 57
T otal 100 100 lOO 100
(4 16)" (368 ) (463) (313)
a. 0-5 : muy poco privado ; 6-9: poco privad o; lO- U: privado ; 14 y + : muy privado .
b. N úme ro real de fam ilias qu e fue ron enc uestadas.
Fu en te: Tremblay y Fo rt ín, p. 245.

141
4. Ejemplo de un procedimiento de lectura y análisis de un cuadro
estadístico

En el cuadro S figuran en umerados algunos ele mentos de confort con qu e se


ha llaba n dotadas las viviendas de Q uebec d ura nte el lapso com prend ido entre
1941 y 197 1. De manera implícita, en este cu adro ap arece el proceso grad ual de
invasión del espacio privad o de los hogares por to da una ga ma de n uevos bien es
que algunos / de scriben com o me rca ncías cen tra les de la no rma social de consumo
qu e se impone en los principales países industrializados al finalizar la Segunda Guerra
Mundial.
A n tes de in tegra r la información que proporciona el cuadro en el ma rco de
un a estrategia de dem ostración, import a agot ar tres etapas preliminares, a saber: en
primer lugar, conside ra r los límite s propios del doc umen to infor mati vo; enseg uida ,
info rmarse de aq uello que rev ela el docume nto, y por últ imo, ana lizar su co n ten i­
do, es de cir, contextualizar, explicar y co mprende r el conjunto de datos qu e ofrece.
En el curso de esta última etapa el investigad or intenta inte rpretar el co ntenido del
cuadro y par a ello necesita ec har mano del análisis multivari ad o de datos.

Considerar los límites del cuadro como documento informativo

Un cu adro no lo dice todo ; tampoco permite argumentar to do lo que un o


imagina encontrar en él, según la óptica de lectura qu e ado pte.
En el c uadro S, par a algunos años co mpre nd idos entre 1941 y 197 1, se en ume ­
ran ciertos elementos de confort qu e hacían parte de la do tación de las viviendas
de Q uebec. N ada se dice en él acerca de los hábitos de co mpra de sus h abitantes,
ni de la asimilac ión de normas de co nsumo . En ma nera alguna este cuadro info rma
sobre la capacidad fina nciera efectiva de los h ogares de Q uebec. Por último, tam­
poco indica nada seguro sob re las tendencias de l com ercio al detal en Q uebec
durante el periodo co nsiderado. Sin em bargo, si este cua dro se asoc iara co n un
aná lisis cuali ta tivo y cuan tita tivo, se po dría recuperar su conte nid o con la finali ­
dad de documentar uno o alguno de estos temas. Sin embargo, el investigad or
de bería ser lúcid o a la hor a de co nside rar las po te ncialida des rea les de l cuadro
como docu mento informativo.

2. Sobr e este tema se puede ver, [e an-Pierre C ha rland , Systeme techniqu e et bordieu: domestique.
Rému némtion, consomma tion ei pauVTeté au Québec, 1920-1960 , Qu ébec, In stitu t de rec herche sur la
cu ltu re, 1992 , 273 p., il., bibliog. col. "Docume n ts de rec herche de ['IQ RC ", Nº 28; [oce lyn L étou rneau,
"Accumulati on , régulat ion et sécurité du reven u au Q uébec au début des an nées 1960" , tesis de
doctorado, Sa in re- Fov, Universidad de Lava l, Departam ento de Hi stori a, 1985, ca p. 8.

142
Cuadro 5. Viviendas provistas de algunos bienes, Provin cia de Quebec,
1941 ,197 P (porc entaje)
1941 b 1948< 19 51 d 195 5( 19 6 1g 19 71 h
Radio 70.6 93 .9 93 .5 95.7 97.6
Televisor 48.5 88 .7 97.0
Dos televisores O más 3.7
Au tomóvil 18.8 27.0 38.9 57.5 72.2
Dos au tomóvi les o más 1.9 2.8 11.6
Teléfono 32.5 58.2 71.0 83.7
Refrigerador 17.2 26.6 46 .7 80 .9 9 1.8 99 .0
Congelador 9.4 22.2
Estufa eléctrica 8.4 16.7
Lavad ora 65.9 75.1 84 .0
Secado ra 39.0
Aspirado ra eléctr ica 17.8 26.4 33 .0 42 .6
Máqu ina de coser 74.0 e 73.4
Máquina lava plat os 26.2

a. En relación con el núme ro tot al de las viviendas ce nsadas o en relación con el número to ta l
de las viviend as repre sentadas en la muestra . Se toman en cuenta todos los tipos de hogares. Los
espacios en blanco indican que no hay dato s disponibles, sea porque los bienes mencionados no han
sido objeto de compil ación. sea porqu e no estaban disponib les en el merc ado en el momento de la
investigación .
b. RecensemencduCanada, 1941 , v. I, cap. 15, cuadro 17, p.421.
c. Bureau féd éral de la sta tistique, Accessoires ménagers. noviembre de 1948 (catálogo 64­
202) . Las est imaciones se basan en una muestr a de 25 mil hogares entrevistados. Se excl uyeron de
la enc uesta los hogares cuyo jefe de famili a pertenece a las fuerzas armadas, los que habitan en las
reservas indígenas o en las regiones alejadas y los que viven en centros institucionales. ca mpos, clubes
y hoteles.
d . Recensement du Canada, 195 1, v. 1II , cuad ro 40.
e. Bureau féd éral de la sta tistique, A ppareils ménagers. junio de 1950 (catálogo 64-202) . cua­
dro 9, p. 18. Estimaciones basadas sobre una muestr a de 40 mil hogares. Se conservan las restricciones
menci onadas en la not a c.
f. Dominion Bure au of Sta tistics, Household Facilities and Equipment, Se ptiembre de 1955
(ca tálogo 64- 202) . Est imaciones basada s sobre un a muestra de 30 mil hogares.
g. Recensement du Canada, 1961 (cat álogo 93-527, cuadro 56, y catálogo 93- 529 , cu ad ro 80).
Estimaciones basadas sob re una mues tr a del 20% de los hogares censados.
h. Recensement du Canada, 1971 (cat álogo 93-737) . Estimac iones basada s sobre un a muest ra
de 33 1/3% de las viviendas censadas.

Veamos cuáles son los límites del cuadro en este sentido.


Compuesto en lo esencial a parti r de datos prove nientes de diversos censos o
encuestas especia les de Statistíque Cana da , el cuadro permite cap tar, de manera
inme diata, la proporció n de viviendas dotadas de ciertos bien es disponibles en el
mercado desde hace largo tiempo (radio, automóvil, te léfono), o que aparecieron
en el curso del periodo considerado (estu fa eléctrica, televisor, congelador, lavapla­
tos eléctrico) .

143
Todos los datos se expresan en porc entaj es. Fueron obtenidos como resultado
de una operac ión bastante simple que co nsistió en dividir el número de hogares
que poseían cu alquiera de estos bien es entre el número total de hogares de Quebec
ce nsados o incluidos en la mu estra, multiplicand o el cocien te por cien.
Para los años del censo, el cuadro brinda información sobre el tota l de los ho ­
gares. Esta ca tego ría incluye los hogare s urb an os y rurales, agrícolas y no agrícolas,
sin consideración del número de person as. Los datos disponibles para los añ os del
ce nso resul tan algunas veces de un a compilación sobre todos los hogares cen sados
(como ocu rre con los años 1941 y 1951) , ot ras veces son el resultado de estimacio­
n es basad as en el an álisis de muestras de hogare s (com o ocurre para los años de
196 1 y 1971). Las pautas para de termina r el número de hogares censa dos en cad a
provincia obedecen a criterios de repre sentación proporcional y a leyes est adísti­
cas. Es evidente que el uso de muest ras genera ciertas imprecision es. En co njunto
y de acuerdo con Statistique Canada, estas impr ecisiones no traicionan sin em bargo
las cifras qu e habrí an aparecido co mo co nsec ue ncia de un a co mpilac ión de todos
los hogare s.
Los dat os disponibles para los años de 1948 y de 1955 se obtuvie ro n como
result ado de en cuestas especiales aplicad as sobre un a mue stra repr esentativ a de los
hog ares de Quebec . En 1948, 25.000 hogares fueron entrevistados en desarrollo
de la encuesta , cifra que aumen tó a 30.000 en 1955 . En ambos casos, ni los entre ­
vistados vivían en las reserva s in dígen as, ni los miemb ros de las fuerzas armad as
participaron en la en cue st a. De la misma manera, las familias con domi cilio en
ca mpamen tos, clubes, est ablecimientos u hoteles fue ron exclu idas de la encuesta.
Los espacios en blanco indican que no hay dat os disponibles. Esta ca renc ia de
datos se explic a de dos maneras. Por un a parte, no tod as las categorías de bien es
fuero n ne cesariamente objeto de inventario en cada censo . Por otra parte, algun os
bienes no se hall aba n disponibles en el mercado cuan do se reali zaron ciertas en­
cues tas. Es el caso del aparato de televisión qu e comenzó a ser co me rcia lizado sólo
a partir de 1952.
Precisem os por último ciertas definiciones. Para los propósitos del censo, un a
vivienda es un conjun to de locales de habitación diferen ciad os desde el punto de
vista est ruc tura l, con su entrada ind ep endiente desde el ext erior por un pasaje o
un a escaler a común en el edificio. Se accede a él o se sale de él sin atravesa r los
locales ha bitad os por otras per son as. Un hogar se ha lla in tegrado por una persona
o un grupo de personas qu e habitan un a vivienda y de ordina rio co nsiste en un
grupo familiar con o sin inquilinos, empleados del servicio domésti co, etc. De igual
form a, puede estar co nstituido por un grupo de person as sin paren tesco, por dos o
más famili as qu e comparten viviend a, o por un a person a qu e vive sola.
Concluido este aná lisis crítico de las co ndiciones de producción y de co nstruc­
ción del cu adro estadístico puede asegur arse que ofrece una representación fiable
de la pro porció n de viviendas de Quebe c dotadas de ciertos bienes para un os años
seleccionados. Sin embargo, por sí mismo el cuadro no revela nada más. Toda
arg ume n tación que transgred a est e límite info rmativ o del cuadro daría lugar a un
ejercicio de espec ulació n más o menos plausi ble por parte del investigad or.

144
Conocer lo que revela el cuadro
¿Cuá les son los puntos princ ipa les del cuad ro ?
En 1951, la proporción de hogares de Q uebec qu e decl ara poseer un aparato
de rad io (93.5%) es ya mu y elevada. En 1961 , ésta proporción alcanza en la prác­
tica el punto de sa turación (97.6 %).
En relación co n 194 1, en 1961 el triple de hogares dispone de un automóvil, y
en 197 1 la cifra casi se cuad ruplica. Debe notarse qu e la posesión de un segundo
automóvil es un fenó me no que llega a ser importante en el curso de los años 1960.
En efecto, entre 1961 y 1971 la pro porc ión de hogares que dispone n de al menos
dos au tom óviles pasa de 2.8% a 11.6%.
En veinte años, de 1941 a 1961 , el teléfono pene tró en la gran ma yoría de
hogares de Q uebec. En efecto, 32. 5% de los hogares poseía este aparato cuando la
Seg unda Gu err a Mu ndial hacía estragos . D os décad as más tarde esta proporción
alcanza el 83. 7%.
La adquisición de un apara to de televisión por parte de los hogares quebeque nses
testimonia una fascinación induda ble de los consu mido res por este bien. Tres añ os
después de su apar ición en el mercado, 48.5 % de los hogares se equipan con este
aparato. Seis años más ta rde, en 1961, esta proporción se ha incremen tado de
manera notable hasta alcanzar el 88 .7%. En 1971 , la saturación se logra en la
práctica con una tasa de posesión del 97%. Se destaca qu e 3.7% de los hogare s de
Q uebec poseen ya un segun do televisor en 196 1.
Es interesante cons tatar has ta qu e punto la adquisición de una ne vera progresó
co n rapid ez en el curso de veinte años . En 194 1, 17.2% de los hogares de Q uebec
poseían est e aparato. En 1961, est a proporción alcanza casi el 92% . De hecho, en
1971 pue de decirse q ue la nevera se enc ue nt ra en tod os los hogares de la provin cia
de Quebec.
En 1948, sólo un 8.4 % de las vivie ndas se hallan eq uipadas con una estufa
eléctrica . Sin em bargo, en el espacio de siete añ os esta proporci ón se cuadrupl ica,
al pu nto de alcanzar el 34.9 %.
En 1951 , la lavadora mecánica es un aparato con el cual está n eq uipadas las
tres c uar tas pa rtes de los hogares de Q uebec. C ua tro años más ta rde, esta pro por­
ción se inc reme nta en nueve puntos porcentuales. La secadora automá tica apare­
ció en e l mercado mu ch o más tarde y se exten dió de modo grad ual en los hogares
a lo largo de la décad a de 1960; en 1971,3 9% de los hogares poseían este aparato.
El congelador es un bien que co noc e un cierto atractivo por parte de los con­
sumidores de Quebec. En efecto, durante los diez añ os transcu rridos entre 1961 y
1971, la proporción de los hogares equipados co n este apa rato pasó de 9.4 % a
22.2%. De la misma mane ra, ciert os da tos revela dos por los censos permiten saber
que son principalme nt e los hogares qu e vive n en la región rura l los que d isponen
de un congelador.
El lavaplat os eléctrico es otro aparato qu e los co nsu midores de Q uebec ado pta ­
ron rápidamente. De hecho, en 1971 más de un cu arto de los hog ares se hall an
eq uipados con este bien.

145
Emprender el análisis del cuadro
El procedimiento de an álisis se efectúa en tres n iveles, a saber:
el de la co ntextua lización de los datos qu e apa rece n en el 'cuadro , es decir
tr at ando de explicar por qué en tal año tanto s o tan pocos hog ares est aban
equipados co n det erminado bien ;
el de la organizació n de los datos de manera cro no lógica tr ata de explicar las
ten dencias evolutivas qu e se evidencian en el equipa mien to de los hogares, y
el de la comparació n y explicación de la rapid ez co n qu e fueron adquiridos los
diferentes bienes en los hogares.
Como es apenas natural, el hecho de conducir el an álisis de esta manera impli ­
ca un a investigación cualitativa y cu antitat iva bast ante exha ustiva. Veam os qu é
in terroga ntes debería esforzarse por responde r el inv estigador :
a. Si opta por concentrarse en un a investigación c ualita tiva:

¿Por qu é la estufa eléctrica tardó más qu e la nevera en penetrar en los hog ares?

¿Por qué los hogares adquirieron tan rápido un apara to de televisión ?

¿Q ué sign ifica el hecho de qu e el 11.6 % de los hogares poseyeran dos automó ­

viles o más en 1971?

b. Si el investigador decidiese co ncentrarse en un a investigación cua ntitativa


(cruce de los da tos incluidos en el cuadro 5 con otros dat os disponibles en otr as
fuent es):
¿Por qu é la mayoría de las viviendas se h allaba eq uipada co n un apa ra to de
radi o en 1941? ¿Acaso este hecho se h alla asociado con el bajo precio del
aparato ? ¿Quizás con el deseo en los hogares de esta r bien informad os en tiem­
pos de guerra?
Es evidente que después de la gue rra los hogares qu ebequenses adquieren un
automóvil. ¿Por qu é ? ¿En razón del aumento de sus recursos financieros? ¿De
un incremento men os rápido en el pre cio de los automóv iles co mpara do con el
de otr os bienes? ¿Del impacto de la "cultura de l au tomóvil" ? ¿Del placer de
movilizarse ? ¿De un mejor dominio del espac io co mercia l por parte de los co n­
cesionarios de au tomóviles? ¿De la ampliación y el mejoramiento de la red de
carre teras de Quebec?
¿Es posible relacion ar el proce so de electrificación rur al con el aume nto ráp ido
de la proporción de hogares qu e poseían ciertos bienes de equ ipamiento?
¿La ca lida d y la ca ntidad de los bie nes distribuidos en el mer cado pu do favo re­
ce r su compra por parte de los co nsumidores?

Integrar los logros del análisis de un cuadro en un plan de demostración


En defin itiva impor ta saber, ¿a qu é probl em ática apo rta elementos de respue sta
el contenido del cu adro ana lizado?
El investigador interesado en el estudio de las tr ansformaciones que se produj e ­
ron en la co tidian idad de los hogares de Quebec pod ría sin duda util izar el co nte­

146
n ido y el an álisis co ntex tual de dat os de l cu adro pa ra docume n tar el fenóm eno de
la sumisión al reino de la merc ancía de l espa cio privado de las familias y de las
person as solas. De igual modo, sin transgred ir las posibilidades ilustrativ as y de mos­
tra tivas del cuadro, podría relac iona r la adq uisición por parte de los hogares de
ciertos bienes de do tació n domé st ica, con la adhesión de tal es hogare s a un nuevo
aba nico de no rmas, de ac titudes y de prácti cas en materia de cons umo, de estilos
de vid a y de aspir aciones. Enri qu ecid o con un análisis cu alitativo ampliado , el
con ten ido informativo del cuadro podría nu trir de esta man era un interés sobr e la
transformación del espacio domé stico de la mu jer en el hogar y sobre la taylorización
del trabajo de la casa. Por último, el cuadro podr ía condu cir a una investigación
sobre la ampliación del volumen de las ventas al de tal en el Q uebec de la Posgue­
rra . En cualquier caso, el cuadro ana lizado no serviría sin em bargo para demostrar
un a tesis in extenso. Según el objeto de estudio an alizado, podría ilustrar un proc e ­
so, fun da mentar un a parte de la in terpret ación, corroborar una afirmación cualita­
tiva, h acer ver un mismo fen óm eno bajo un aspec to diferente.
En todo caso, un cuadro puede tener múltiples fun ciones en un a est rategia de
argume n tació n , aunque lo importan te consiste en no exagerar su contenido, su
sent ido y sus pro piedades rea les de demostración .

147
Capítulo 8

Cómo utilizar un documento autobiográfico


en una investigación

Desde hace un os quince añ os la inve stigación en ciencias humanas y en cien­


cias socia les se ha orien tado ha cia nu evos objetos de estudio. Piénse se por ejemplo
en los fen ómenos de identid ad y de memorias colec tivas, en los imaginarios socia­
les y en las representaciones mentales, o en las formas de solidaridad que se mani­
fiestan en los gru pos margin ado s, entre otros tem as de este tipo. Del mismo modo,
nu evos "temas" han aparecido en el campo de las inve stigaciones sociales; entre
ellos figuran el de los pobr es, los criminales, los campe sinos. En pocas palab ras, el
conj un to de aq uellos y aquell as de quienes difícilmente puede rec onstituirse el
uni verso de las prácticas y de los sen timien tos sólo con base en documentos tradi ­
ciona les.
La profundización en estos nuevos objetos de estudio, por un a parte, y la aten­
ción prestada a estos tema s fuera de lo ordina rio, por otra, han sensibilizado a los
investigadores acerca de los límites de los tradicionales documentos escritos y han
reno vado su interés hacia ciertas fuentes eclipsadas por la domin ación de las aproxi­
macion es cuantitativ as que imperó durante los añ os 1960-1 980. Los cuentos y las
leyendas populares, los diarios íntimos y los recu erdos personales, las historias de
vida y las autobiografías se han revel ado com o preciosos testim onios para explot ar
las maneras de decir y de hacer de categ orías sociales de las que no se conocía con
frecuencia más que un a faceta de su mod o de vida y cultura, es de cir aqu élla que
nos había brindado la historia o la sociología tradicionales, o aquélla que se les
había atribuido como resultado de un ejerci cio a menudo inconsciente de deduc­
ción, resultado de la declinación de un model o ideal, bien fuera el del prol etario, el
del excluido o el del marginado.
El objetivo de este capítulo consiste en desta car el interés por explotar una de
esas "nuevas" fuentes -la autobiografía-, en el marco de un procedimiento que
tiende a reconstituir el universo material y mental de categorías sociales qu e con
frecuencia no han sido las principales gen erad ora s de la percepción que se tiene o
se conserva de sus experiencias. Está clar o que la autobiografía no es el único tipo
de documento relevante de la literatura personal que posibilita el acceso a las vi­
vencias íntimas de los acto res sociales. Para el estudiante que no se puede involu­
crar en una actividad de investigación fundad a en la conve rsación biográfica o en
la recuperación sistemátic a de documentos person ales, el emple o de autobiografías
escritas y ya publicadas repres enta con frecuencia un a solución alte rn ativa env i­
diable para aden trarse en el universo privad o de actores relegad os hasta enton ces
al rang o de invitados de piedra de los fen óm enos mac roso ciales.

149
El obje tivo que se persigue en este cap ítulo no consiste ni mucho men os en
exponer un mét odo consumado y exclusivo de trabajo para manejar el doc umen to
autobiográfico. Este asunto complej o y vasto, que de por sí merecería una obra
co mpleta, nos llevaría de masiado lejos co n respecto a los objetivos que se persi­
guen con esta guía. En efecto, en las págin as que siguen , el lector encon trará más
bien un a argume n tación acerca del interés y los límites de este tipo de documento
(secció n 1). Del mismo modo, el lect or encontrará ex puesto un procedimiento de
utilización de la autobiografía en qu e se consideran las car acterísticas particulares
de este documento. Este procedimiento será ilustr ado con un caso ficticio (secció n
2). En líneas generales, el objetivo se orien ta a iniciar al estu dian te en el reconoci­
miento de las cualidades de un tipo de documento desdeñado con demasiada fre­
cuenc ia por los investigado res.

1. El documentos autobiográfico

En qué consiste una autobiografía


La auto biografía designa una narración introspec tiva y retrospectiva que un a
persona hace por escri to de su prop ia vida, sin la presencia de in terloc utore s o
int ermediarios exte riores. Tal y como lo ha seña lado Philippe Lejeune', esta defin i­
ción excluye ciertos gén eros literarios, a saber: la biografía redactada por un a ter ce ­
ra persona, la novela que se evade volunta riamen te de la realid ad del pasado, las
narracion es qu e se limitan a describir lapsos o circunstancias de vida (recuerdos de
infancia, descripción de un episodio particular de la vida adulta, entre otros) y los
dia rios íntimos.
Si se trata de identificar el elemen to capital de la autobiografía, puede decirse
que consiste en una narración elaborada por un individuo a modo de reinterpretación
de su propia vida , con la finalida d de encon tra rle un sentido . En estas condicione s,
está claro que el acto de escribir es inseparable de un a toma de conciencia (implí­
cita o explícita) que efec túa un a persona de su prop ia vida, y qu e resulta d e un
esfuerzo de int egraci ón de diversos episodios de su existe ncia, cada un o de ellos
vivido de manera específica y q ue no es posible inscribir en un proyect o de vida
completo y lógico.
En otras palabras, la autobiografía es siempre, de manera implícita, un proceso
int eligente, realizado por un ind ividuo, de pon er su vida en un orde n, un a relectura
razonada y racion alizada de su propi o pasad o, un esfuerzo por ha cer coherentes de
un golpe cientos de tanteos cotidianos q ue suelen no enca jar bien los un os co n los
otros. En cierta forma, para el acto r se trata de percibirse co mo la culm inación
lógica de un designio en el qu e cad a mom ento de su vida adquiere sentido en
relación co n un a prob lemá tica existencial redefinida. Hasta cierto punto, este de­
signio y esta pro blem át ica le imprimen un ord en a la vida del sujeto . A tr avés del

1. Moi aussi, París, Seuil, 1986, 346 p., bibliog., n., p. 265, col. "Po étiq ue" ,

150
prisma de lo que éste ha llegado a ser, logra encadena r todos los momentos de su
vida, pro cesar la con tinuidad de su existencia y definirla en su coherencia. Vivien­
do su propi a historia po r seg unda vez, el individuo recompone lo qu e ha vivido
com o un a tot alid ad dotad a de se ntido, razon ada y razon able , cuyo resultado final
no es otro qu e él mismo.
Esta naturaleza ambivalente del ejercici o auto biográfico, qu e se fund am en ta
en el estab lecimiento de una relación dinámi ca y compleja entre el h echo vivido y
el hecho cons truido (y reconstruido) , revela el interés y los límites de este tipo de
documento co mo fuente de informació n.

Pertinencia y límites de la autobiografía como fu ente de información en un


procedimiento de investigación convencionaF
A pesar de lo qu e pudiera cree rse, el uso de la autobiografía como fuente prima­
ria de inv est igación continúa siendo un a práctica marginal. De hech o, mu y pocos
inv estigadores han rentabilizado de manera intensiva estos docume ntos para re ­
cons ti tuir fragmentos de vid a, rede s de relacio nes o un a cultu ra de lo co tidia no .
H asta hace poco, la auto biografía era conside rada com o un a fuente de documen ­
tación complementaria del documento oficial. Es evide nte qu e esta manera de
co ncebir y utili zar la autobiografía sur ge co mo co nsec ue nc ia de la obsesió n por la
cien tificida d q ue pe rsigue a numerosos investigad ores interesad os en inscrib ir sus
tr abajos en uno u otro de los paradigmas que Daniel Bertau ha ca lificado de
cuantita tivistas. Sin embargo, la reserva qu e se ex peri me nta fren te al documento
autob iográfico se relacion a co n el carác te r ambiguo dela información que se trans­
mite a tr avés de un con tenido de tal índol e. De hecho, la auto biografía ofrece
represen taciones del pasado qu e se hallan sobrede termína das o medi ati zadas por la
posición qu e oc upa un a persona en el mom ento que prepara su narr ación. Así, la
autob iografía posibilita la tr ansposición de los datos ac umulados en la memoria de
un individ uo . Al mismo tiempo, ella también es un trabajo sobre la memoria,
trabajo qu e pu ed e ser más o men os consciente , más o menos profundo . Co mo
oc ur re con toda argume ntac ión o descripción de carácter empírico, incluso con
aq uéllas qu e resultan de un pro ced imiento cie n tífico , la autobiografía no es un a
trascripción neutra, ni siquiera objet ivada de un a realid ad desapar ecida; en el me ­
jor de los casos, la autobiografía es un a interpretación informada con pretens iones
de ser un a narr ación desinteresad a.
En estas circ uns ta ncias puede decirse qu e la autob iografía nos pon e en presen ­
cia de reconstrucciones. Se trata de un documento susce ptible de aclarar la época
en que fue escrito , y tam bién la época de la q ue se prop one hablarnos. Si se de cid e

2. Por e llo entendemos un procedimien to de verificació n y de do cume nta ción de una hipóte­
sis inic ia l. En lo esencial, [a investigación co nsiste en enco nt rar e l corpus re unid o en funci ón de un
proyec to explícito de infor macio nes susceptibles de co nfirmar la in tuic ión inicial de un investigad or.
A partir de allí el pri ncip al problem a me tod ológico co nsiste en saber busca r [a informació n dese ada en
el corpus biog ráfico . En este ca pít ulo no se abo rdan los proble mas específicos plan tead os por la ut iliza­
ció n de una sola au tobi ogra fía co mo fun d ame nto de una inves t igación.

151
evaluar la autobiografía a partir de las reglas admitidas par a valid ar un documento
(ver el capítulo 3 de est a guía), debe admitirse que en este tipo de fuente se revela
un saber creíble en relación con las experiencias vividas, percibidas e interpreta,
das por un testigo que se ha convertido en escritor. Sin embargo, sería err óneo
suponer que se trata de un saber desprovisto de validez. Por lo demás, el probl ema
no se plantea en estos términos. La calidad de un documento au tobio gráfico no se
mide por la verac idad absoluta de los hech os en él narrados, sino por la capacidad
de un escritor par a captar la complejidad de su relación interactiva con el mundo
que lo circunda. Esta capacidad se revela en la habilid ad de un escritor para com­
prender la significación y la coherencia de sus experien cias pasadas. Tambi én se
manifiesta en la preo cup ación por el detalle y en la calid ad de la introspección
personal, considerando además qu e la experiencia individual revela prácticas so­
ciales más amplias. Por esta razón, el inv estigador interesado en el documento
autobiográfico le reserv ará particular atención al "esfuerzo de mem oria" del escritor
ya la necesidad de con trolar la interpretación que hace de los episodios de su vida
que se despli ega en form a de narración. A pesar de est a ambigüedad, que es indis­
pens able con sider ar cu ando se utilizan las autobiografías com o fuentes de informa­
ción, el interés de estos documentos continúa siendo con siderable, aún en el ám­
bito de una investigación convencion al, al menos por dos razone s. En primer lugar,
porque las auto biografías suelen abrir nu evas perspe ctivas de investigación, lo que
puede conducir a pensar el pasado de otra manera, a desmenuzar de mod o diferen­
te la sustancia histórica, a romper las periodizaciones tradicionales asociadas con
los grandes acontecimientos, para optar por los ritmos generacionales, por las esca­
las de duración que tienen como referente tempor al la vida de los hombres y de las
mujeres. En segun do lugar, porque estos documentos son a veces el único medio
que brinda acceso al universo material y mental de categorías sociales para las
cuales se posee escasa información que no haya sido mediatizada por la percepción
de otras categorías sociales. Con el ejemplo de las costumbres sexuales vigentes en
la sociedad de Quebec anterior a 1960 (sociedad qu e durante largo tiempo se ha­
bía con sider ado prisionera de las prohibiciones religiosas y de la autoridad patriar­
ca l, como co nsec uencia de la per cepción que deja ron las elites de la época ) se
ilustr a bien el interés por utilizar el documento autobiográfico para apr ehender y
poner en evidencia otra realid ad social, esto es, la de mujeres qu e vivían en priva ­
do y de manera intensa su sexualidad por fuer a de los modelos estereo tipados de
moralidad femenina.
Dicho lo an terior, no hay que exager ar el alcance revolucionario de las auto ­
biografías co mo fuente histórica. En efecto, la ren ova ción de los problemas y de las
vision es de la historia que ha prov ocado el uso de las au tobiografías es apenas
parcial. Cu ando se habla de la autobiografía se debe saber que se trata de un gén ero
literario por lo esencial relacionado con el desarrollo del individu alismo en O cci­
dente . Tamb ién debe reconocer se qu e en su mayorí a, las autobiografías proc ed en
de repr esentantes de clases acomodadas y educadas, cuando no cultivadas de la
pobla ción. El caso es que sobre estas clases existen muchos datos que encuentran

152
su origen en variadas fuentes de información. De la misma manera, cu ando una
narración procede de una agrupación min oritaria, son mayores las posibilidades de
que ha ya sido redactada por una elite de este grupo. Al fin y al cabo quienes deci­
den escribir para la posteridad son hombres y mujeres excepcionales. Es indudable
que los autores de autobiografías no son necesariamente seres car acterizado s por
un destino singular o en quienes la calidad de la experiencia se revela supe rior. Sin
emb argo, escribir es una manera de exteriorizarse que indica un a voluntad de e:(­
presividad que no co rresponde a la maner a de hacer y de vivir de casi todos. Esto
permite subrayar como punto capita l el de ser prudente en extremo con las gene­
ralizaciones y las conclusion es qu e se pueden formular a par tir de las aut obiogra­
fías. Como ocurre con cualquier otro tipo de do cumento y en la persp ectiva utili­
zarlas en el marco de un a inv estigación convencional , las autobiografías deb en ser
sometidas a una crítica tanto interna como externa, y complementadas con otras
fuentes de información.

2. Uso del documento autobiográfico en el marco de una investigación


convencional

La pregunta que surge ahora es en sustancia la siguiente: lc ómo constituir un


corpus de autobiografía s y cómo buscar información en ese corpus, cuando de en­
trada se tiene un problema teórico o un a h ipótesis que se desea co mpro bar?
En primer lugar hay que precisar que el investigad or deseoso de utili zar la auto ­
biogr afía como fuen te de información debe ser consciente de ciertos problemas
relacionados con el uso de este tipo de documento. El investigador debe someter la
autob iografía a una contextualización, que con frecuencia to ma la forma de un a
crítica interna y externa del documento (ver el capítulo 3), para aprovech arla en
el marco de un procedimiento ord ina rio de invest igación convencio na l. Este ejer­
cicio de crítica le permitirá documentar el contexto de producción y difusión de
cada auto biografía, lo que contribuirá a enr iq uecer las conclusion es qu e obtenga
como resultado de su an álisis. Sin embargo, el investigador también debe rec ordar
que la auto biografía es un documento en que se comun ica una experien cia singu­
lar, un documento en que se revela una totalidad. soci al de sde los meandros de la
compl ejidad y diversidad de la misma . Es por ello qu e el investigad or no pu ede
aplicarle a su corpus ciertas metodologías de eficacia reconocida para otros tip os de
documentos, como ocurre con el an álisis serial, par a citar sólo un ejemplo. Por
último, la perspectiva a partir de la cual optará por estudiar su documento depen­
derá en gran medida de los objetivos de su investigaci ón. Este estudio se concen­
trará en el contenido manifiesto de la narración (aquello que el te xt o dice de
man era explícita) o sobre el contenido latente de la autobiografía (aquello qu e el
texto dice en segundo grado y qu e sin em bargo resulta accesible para un lector
informado y cur ioso).

153
La selección de las autobiografías
Para estudiar el te ma que le interesa, el investigador se beneficiará compilando
un corpus de au tobi ografías tan exhaustivo como le sea posible, dado que un a au­
tobi ografía es siemp re la narración de prácticas singulares qu e reve lan un a to tali­
dad social en su het erogene idad y disonancias. La compilació n de un corpus de
autobiografías no es tarea fácil, sobre todo cuando el inves tigador carece de obras
de referencia que le permitan identificar co n rapi dez ta les do cumentos. Ento nces
de berá recurrir a asesores espec ializados o a conocedores del medio, entre los que
figuran arc hivistas, responsables de centros espec ializados en historia, animadores
de grupos popul ares, directores de centros de investigación, entre otros, que cono­
cen con frecuencia la existencia de autobiografías pu blicadas (a men udo de difícil
acceso) o inédi tas.
Además, un a vez co nformado el corpus ye n caso de q ue éste resulte volumino­
so, se de berá n seleccio na r las auto biografías q ue en efecto será n objeto de análisis
y est udio. Esta selección implica un a lectur a previa de todas las autobiografías , lo
qu e permitirá ident ificar las que pare zcan más ricas, desde el punto de vista de su
conten ido com o desde el punto de vista de las expect ativas del inves tigador. Aun­
qu e esta lectura puede adel an tarse co n rapidez, deberá ser lo bastante ate nta co mo
para que perm ita iden tificar todas y cada una de las piezas import antes. Una vez
terminada esta etapa de reconocimiento del corpus, el investigador puede proce der
a efectuar la selección definitiva de las auto biografías a cuyo estudio reservará una
ate nció n de privilegio. En últ ima instan cia, esta selección depe nde de la ca lidad
de los doc umentos y tam bién de los objet ivos qu e se plan tee el investigador en su
proyecto . De hech o, la selección de las autobiografías debe ser el resultado de un
equil ibrado compromiso entre las expect ativas explícitas del investigador y las sor­
presas que siem pre acechan en un corpus doc umental.
A ho ra se ilustrará esta e tapa de selección de los docu men tos auto biográficos
co n ayuda de un ejemplo. Puede imaginarse una investigación sobre el tema de la
asimilación de la cultura de la modernización por parte de cultivadores asentados
en una región periférica de Q ueb ec a principios de la década de 1960.
Inspirado en una problemát ica de moda, el inves tigado r comienza por plant ear
la hipótesis de un reta rdo cu ltural de los campesinos con respecto a las nor mas
vigentes en el med io urbano en particular, retardo que se hall a por lo dem ás en la
fuente de los problemas de pobreza qu e azota n las regione s rur ales alejadas de los
grandes ce n tros. Cree confirmar esta hipótesis cua ndo, co n apoyo en estadísticas,
to ma no ta de l grado de mecanización de las fincas en los pueblos que estu dia, de la
posesión de bien es de equ ipamiento moderno por part e de los hoga res (est ufa de
gas, apara to de televisión , en tre otros) , de sus hábi tos de gasto y aho rro (capitaliza­
ción de las fincas, utilización de los servicios bancarios, etc .): y de su cultura polí­
tica (formas asocia tivas q ue los cultivadores se dan para hacerse reco nocer sus de­
rech os fren te al Esta do) . A unq ue este estudio cuantitativo le perm ite obser var
diferen cias de grados , de niveles y de prácti cas, no le brinda respuesta a su in terro­
gación principal que consiste justamente en có mo exp licar estas diferencias y dón­

154
de identificar el origen de las mism as. Es natural qu e nuestro investigad or tenga
intuiciones que tod avía enuncia de manera simple o en forma preliminar. Est as
intuiciones van de la "mentalidad trad icional de los cultivadores" a "la existencia
de dos sistemas cult ura les paralelos, un o urb an o el otro campesino, siste mas que
aunq ue sin duda se relacionan, en rigor no son comparables".
Para ca lmar su sed de explicar, le hace falta con sultar otros corpus con informa­
ción pertinente. También le es imprescindible ir más allá de la entrevista tradicio­
nal fundad a en cue stionario s cerrados . La historia de vida y la entrevista biográfica
le par ecen una soluc ión. Sin emba rgo, preferiría acce de r co n sus interlocutores a
un nivel de intimidad que no haya sido comprometido por las ex pec tativas de un
entrev ista do r. En est a perspe ctiva , la autobiografía se revela como un do cumento
interesante de estudio. Es verdad que el investigador no ignora que al red actar su
narración el escritor se halla an ima do por el interés de qu e su trabaj o sea leíd o por
o tros, definiendo así su propósito en función de las expectativas que supone. Tam­
poco ignora que la auto biografía es un a na rración cargad a de ané cdo tas y de he ­
chos más o menos creíbles, qu e se halla organ izada alrededor de una traína aplica­
da a posteriori, con frecu encia al final de un a vid a. Sin embargo y depend iendo de
la riqu eza de las narraciones, el inv estigador considera la autobiografía como reve­
ladora de prá cticas compartidas. Aún más, sabe que en el proceso intelectual de
narraci ón de sus hechos de vida, el escrito r brinda sus impresiones, explic a sus
acciones de modo patente o no, y devela el sentido oculto de sus preferencias
cotidian as. En o tros términos, le facilita al lector la co mprensión de cómo él, actor
social ahora escritor, pensó y vivió sus compromisos co tidianos. Para el investiga­
dor, el documento' autobiográfico se revel a en es te caso preciso co mo un medio
para accede r a una cultura original que es importante no considerar ni caracterizar
a partir de categorías de o tras matrices de pensam ien to , para el caso aq uélla de la
"modern ida d avanzada".
Para encontrar sus autobiografías, el investigador puede echar mano de ciertas
obras de referen cia en qu e a veces se presentan listas exha ustivas de tal es docu ­
men tes". También puede aseso rarse de espe ciali st as. Finalmente, si cuen ta con los
medi os y el tiempo necesarios, puede dirigirse al lugar, entrevistar vecinos de la
localidad y pre guntarles acerca de la existencia de autobiografías publicadas (que
se le hubiesen escap ado) o inéditas. Al término de su búsqueda de auto biografías,
habr á rec ogido unos veinte documentos, por lo esencial narraciones retrospectivas
escritas por los cultivado res. Una simple ojeada a su corpus le revela documentos de
calidad desigual.
Una vez su corpus reunido, debe proceder a la sele cción definitiva de las auto­
biografías que conside re más pertinentes. Est a ele cción est á mu y ligad a a sus obje­
tivos de investigación. Si qui ere adelantar un estudio detallad o de las prácticas de

2. Para Quebec, ver Yvan Larnon de , le me souviem : la uu éraiuse personneíle au Québec (1860 ­
1980), Q uébec, Institu t q uébécois de rec herc he sur la c ulture, 1983 , 275 p., co l. " Instrurnents de
trava il "; Yvan Lamonde y Mari e -Pierre Tur cot, La tiu ératute personneUe au Québec, 1980-2000,
Mont real, Bíblíotheque nati on ale d u Q uébec, 2000, LOO p.

155
los cultivado res en la región per iférica y ap rehe nde r el mayor número de prácticas
singulares (y a partir de ellas acceder a un máximo de sign ificaciones de estas prác­
ticas), debe estudiar sus veinte documentos. En efecto, ca da autob iografía es espe ­
cífica; es decir, puede revelar siste mas de acción y de significación de esas prácticas,
que son úni cas y qu e, a su manera, dan testimonio ca ba l de la riqueza y de la
complejidad de la cultura de los cultivadores asentados en la región periférica. Si su
tiemp o y sus medi os de inves tigac ión son limitad os, pod rá proced er a un a selec ­
ción razo nada de autobiografías. En nu estro caso, puede admitirse que esta selec­
ción se efectúe confor me al criterio de la riqueza de contenido de un do cu mento.
Resulta difícil ap lica r la pauta de la rep resentatividad e n la selección de las auto­
biografías. En efecto, el recurso al documento autobiográfico en un a inve stigación
tiene por ob jetivo imp edir la pro pensió n a aso ciar o a reducir, qu e gen era
auto má tica me n te el uso de las aproxima cio nes cua n tita tivas o macroscópicas. En
principio, un estu dio en que se ap rovecha n las autobiogra fías tiene el mér ito de
poner a la luz del día la pluralidad de las experiencias cotidianas.
Ahora, un a vez efec tuada la selecc ión (imag ínese que el investigad or decid e
estudia r con minu cia tod o su corpus), pasará a la etapa de elaboración de un a
metod ología para analizar sus documentos.

La elaboración de una metodología de análisis


Entendemos por metodología de análisis un co njun to de procedimie nt os qu e
permiten entra r e n relaci ón científica co n el co n te nido de las a utob iografías.
Co mo se ha dicho más arrib a, la auto biografía es una narración de prácticas
singulares qu e si bien brinda acceso a un a cierta to ta lida d social condensad a en la
persona de un individu o no revela prácticas reductibles a esa totalida d . En otros
términos, la auto biogra fía posibilita el acceso a un a totalidad social considerada en
sus manifestaciones singulares; sin emb argo, est a to ta lida d carece de valor axiomá­
tico. En primer lugar, no existe un a totalidad socia l que recubra múl tiples prácticas,
lo que existe n son m últiples prácticas que in cit an a percibir la to talida d social
como una realidad plural, compleja e irreducible. Por esta razón es inap ropiado
some ter el documento auto biográfico a aná lisis de cuantificación, de ca tegorizac ión
rigu rosa o de tipificación. La espe cificida d del ma terial autobiográfico se funda­
menta en historias irregulares y diversas que pueden reconstituirse a partir de tal
materi al. Por esta razón , me tod ologías como el aná lisis ser ial - q ue insiste justo
sobre lo qu e hay de recurrente, de unitario y de co nverge nte en un corpus docu­
mental- no son en rigor adecuadas par a el análisis del documento autobiográfico.
El uso de las auto biografías no está de stinado a reconstituir un a experien cia
esta nda rizada, sino qu e sirve por el co n tra rio pa ra desentrañar las significacio nes
totalizadoras de la hist oria personal. También es adecuado cuando se trata de reve­
lar el proceso co n tin uo de dec onstrucción y reconstitución de la realidad socia l al
qu e el individ uo se entrega en su proceso reflexivo. Es indudable que existen in­
vestigadores para qui en es el an álisis seri al resulta por completo apropiado para el
estudio de un corpus au tobiográfico . Estos investigado res deben saber que perrn a­

156
necen prisioneros de una ope ra ción convencional, justo porque no han renun cia­
do a la lógica de la medida y las relaciones entre va riables. Su objetivo impl ícito
continúa siendo la rec onstitución de una realidad macrosoci al a partir del an álisis
de un co njun to de itinerarios ind ivid ua les, co nsider ad os ca da un o co mo va riantes
degrad ad as de un tipo ideal. En este contexto, mientras el actor perman ece siem­
pre co mo un cad áver, el investigad or se transfor ma en un a sang uijuela áv ida de
construir su objeto deshumanizado. De esta mane ra, nos encon tra mos al extre mo
opues to de la voluntad de genera r un procedimien to fund amentad o par a el uso de
las auto biografías.
Para de scubrir la metod ología más apro piada, el joven investigad or debe recu ­
rrir a un procedimiento de tip o empírico qu e incluye cu atro etapas :
Primera etapa: iden tificar en el corpus reu nid o sit uaciones, prácticas, ep isodios,
reflexiones y así por el estilo. So bre todo, se -evitará leer las auto biografías a
pa rtir de un modelo cerr ad o de ac ción socia l o de una estructura clasificat oria
rígid a de co mpo rt am ien tos hipotéticos. El objetivo no consiste en ca tego rizar
la mat eri a de las narraciones o en tipificar las ex perie ncias, sino en observa r la
realidad soc ial en sus múl tiples d ime nsiones, desde la per spectiva de las prácti­
cas ind ividua les.
- Segunda etapa: resumir de m anera bre ve, en fich as de papel o en soporte
inform ático (bloc de notas elect rónico), las prácticas y las sit ua cio nes revela­
das, respe ta ndo con escrú pulo el contexto en que fue ro n incluidas po r el autor
de la na rra ció n .
Tercera etapa: intentar desentr aña r las significaciones totalizadoras qu e atra­
viesa n las prácticas o las situaciones identificadas. Es frecuente qu e el propio
escrito r brinde estas significacio nes. De esta manera pueden ser decodific ad as a
partir de un ejercicio de co n tex tua lizació n más amplio co n el qu e se busca
esta blecer lo qu e se sabe de la realid ad históri ca y sociológica de la co munidad
exte nsa a la c ua l pertenece el esc ritor ; lo q ue se ha aprend ido grac ias a la lectu ­
ra de otros do cumentos autob iográficos del corpus rec opilado ; lo q ue puede
suponerse de manera razo nable a partir del aná lisis al cua l se con sagraron otros
inv estigadores que tra bajaron sobre documentos autobiográficos más o me nos
co mparab les; lo qu e se sabe a partir de o tras fuen tes documentales (est udi os
espec ializados, investigaciones an tro pológ icas o socioló gicas, entre o tras).
C uarta etap a: in te rpre tar de form a pre limina r las prácticas y las situaciones a la
luz de los conocimientos que se tienen sobre el género auto biográfico en una
época determinad a, sobre la economía política de un a sociedad, sobre su histo ­
ria, entre otros aspec tos. Por encima de todo, ev itar reducir un a práctica o un a
sit uació n a un caso particul ar, a un epifen ómeno; por el co n tra rio, se cons ide ­
rar á la complejidad de una totalidad socia l a partir del análisis de lo específico
de un a situación .
El investigador considerará en sus an álisis las particularidades de la autob iogra ­
fía como tipo documental, pu esto que con él trabaja. Con est o se q uiere expresar la
lucidez que debe te ner sobre ciertas formas o te ndencias propias de la narraci ón
a utobiográfica . En tre ellas se puede n me ncio na r la auto -just ificación implícita del

157
autor, el deseo de trascende r su destino ordina rio, la const rucción de sus propósitos
bajo un a moda lidad sociográ matica' , la ilusión retrospectiva, entre otras. El inve s­
tigador debe ser sensible a esto s aspectos y apro vecharlos de manera óp tim a. En
efecto, las manías de los escritore s no co mpro me ten en abso luto la ca lidad de los
documen tos. Todo lo contrario, nos brindan la opo rt un idad de est udiar los imagi­
narios individu ales y los aspectos subjetivos de la cultura, entre otros aspec tos. De
hecho, el investigador que procede co n base en el uso de autob iografías no tien e
por qu é implicarse en un proc edimie nto de validació n y crí tica de contenido como
e! que se le suele ap licar al docume n to tradicional. Es indudable que la au tobiogra ­
fía revela prácticas singulares, y es justo la singularidad de las prác ticas lo qu e in te­
resa al inves tigador, y no e! ca rácter más o men os representativo que puedan te ner.
Es natural que la autobiografía brinde un saber qu e no está sometido a las exigen­
cias de la prueba documental. Sin emba rgo, lo que interesa al est udioso es justo e!
hecho co mo realidad que ha sido sentida, pensada y vivida, al mismo tiempo qu e
revelada y narrada. Retomando las palabras de Ni cole Gagnon pued e de cirse que
"lo que fascina al observado r es el impacto que experimenta e! ind ividu o cuando se
inserta en la historia'". Por último , la autobiografía es un a na rración subjetiva ex­
plícita que no respeta en modo alguno las reglas de obje tivación cie ntífica, y que
por aña did ura toma la forma de un discur so de sen tido . In cluso en este caso se trat a
de un a ven taja, pues to que lo que ca utiva al investigad or es la naturaleza de la
na rració n como nudo y fuen te de significac iones y como consciencia histórica
subjetiva de! autor.
De hech o , el uso de autobiografías, implica una ruptura co n las maneras con­
ve nciona les de tratar e! documento. Esta ru ptura no es sólo de ord en metodológico
(manera de utili zar y an alizar e! documen to), sino también y hasta un cierto punto
de orden epistemológico (ma nera de co nsiderar e interpretar). Consideremos una
vez más nuestros pro pósitos sobre la me tod ología de análisis, est a vez a la luz de!
eje mplo que hemos comenzado a est udiar.
Aho ra se proseguirá sin olvida r el hilo co nductor. Nuest ro investigad or ha de­
cidido cons erva r sus vei nte autobiog rafías para an alizarlas co n minucia. Enuncia­
do a partir de un a perspectiva exte rior, su objetivo de investigación co nsiste en
com prende r la razón por la cua l los cultivadores no asimilan las nor mas de la mo ­
dernidad avanzada tal y como se impone n en el seno de la sociedad. El investiga­
dor considera qu e aprehende r las exp eriencias de los cultiv ado res desd e el "in te­
rior", gracias a las autobiog rafías, podría aportarle elementos de respues ta no
contaminados por la matriz de pen samie nto a par tir de la cual él mismo considera
la realidad que obse rva.

3. Por "sociograma " se entiende aq uellas tramas narrativas qu e pred isponen, estruct uran y
encierran hasta un cierto pun to el despliegue de una narración en un o rden de terminado. En el
mundo occidenta l, el "sociogr ama" del self-made-man, del ind ivid uo que se constru ye y c rece solo a
partir de su propi a determinación, es un a de las tr amas más comúnmente utilizadas por aquell os que
estim an subje tivamente hab er alcanzado el estad io del éxito social. Existen otros sociograrnas: e l de
la víctima continua, el de l eterno "pequeño de linc uente ", etc .
4. Expr esión tomada de Gagnon, p. 200.

158
Comienza por leer tod as sus autobiografías tr atando de identificar en ellas los
pasajes que, co nforme a sus interes es específicos, expresan un a sit uación de "r e ­
ch azo a la modernización". Sin embargo, una lectura at enta de los documentos
pronto lo persuade a redefi nir sus miras. En efecto, esta lectura lo obliga a suspe n­
der la búsqu eda de situaciones de rech azo a la modernización, pa ra concentrar la
atenc ión en el descubrimiento de situaciones ep isód icas que, a su manera, revelan
sistemas de prácticas que escapan a las aproximaciones con ven cion ales de carácter
cuantitativo. La comprensión que tiene el investigador de estos sistemas de prá cti­
cas es nul a; por el momento, se revela incapaz de construir teóric amen te su objeto
de estud io, e inc apaz también de tr ansform ar su intuición en una representación
mental de carácter operativo. En estas cond iciones, el inv estigador no puede valo­
rar el contenido de su corpus documental a partir de un mod elo soc iológico acep­
tad o. Sólo es conscien te de que en las prácticas de los cultivadore s se le ha revel a­
do una realid ad diferente y or iginal, en la qu e sería ingenuo ide n tificar un siste ma
ideal de acciones. El investigador sabe que para apreh ende r este sistema de accio ­
ne s en sus manife sta cion es singula res debe recor rer todo el contenido de su corpus
de autobiografías. A corto plazo, no se trat a para él de construir un a teoría tot alizante
de los sistem as de acciones sociale s en las regiones periféricas. A lo sumo podrá
describir un cierto núme ro de prá cticas que a continuación interpret ará a la luz de
su experiencia, de sus conocimientos, de las problemáticas a las cuales adhiere,
entre otros aspec tos.
Sigue un a met odología bastante simple que co nsiste en identificar en las narra­
ciones la descrip ción de todas las situaciones que le parecen características de un
sistema original de acciones sociales. Siendo todavía incapaz de iden tificar las ra­
mificacion es de este sistema de acciones socia les, opta por definirl o de modo provi­
siona l como un conjunto de acciones que le parecen inc omprensibles (o que cali­
fica ele inmediato de irraciona les o de tradici onales) cuando las sitúa en su propi a y
person al matriz de pensamiento. Esta definición le permite descubrir muchas situ a­
ciones que habr ía ignorado si se hubie ra atenido a su problema inicial.
Proc ed e en tonces a describir de manera breve estas situac iones e n ficha s de
papel o en un bloc de notas electrónico , lo que luego le permitirá considerar las
prácticas en sus semeja nzas y diferencias, y avanzar una interpretación rica y mati­
zada de la realid ad que observa a tra vés de los documentos auto biográficos. De
manera escrupulosa tamb ién observa y tom a nota del contexto de las situ aciones
evocadas por el escritor, tales como: dónde apa rece cad a un a de ellas en la narr a­
ción, cómo se la pre senta y por qu é, con qu é conjunto de elementos se h alla aso­
ciada en un aparta do pre ciso y así por el estilo. Todos estos detalles son ind ispens a­
bles a la hor a de emprender una interpretación meditada de un a situación, si se
des ea acced er a la conciencia que tiene el escrito r tanto de los hechos como de las
acciones y de los episodios qu e describ e en su narr ación.
Así, al cabo de un a lectura aten ta y un tr abajo sistemático de identificación, el
investigador se encuen tra con un cen tenar de fichas qu e pueden asimilarse a mini ­
expedien tes informatizados en que describe tantas situa ciones cu antas con sidera

159
características de un sistema de accione s sociales cuya comprensión se le escapa.
En un a de estas fichas (o en uno de estos expedie n tes informa tizados) pod ría en­
contrarse el pasaje siguiente extractado de la autobiogr afía de Do nald Leclerc:
Desde q ue mi mucha cho cumplió sus q uinc e a ños , en el ver ano de 1959, siemp re
se iba par a el pueblo a en contrar a sus amigos, según decí a. No regresaba tarde ni
parecí a experime nta r incomod idad . Sin embargo, es te tipo de salidas me intriga­
ba. Un a noche dec idí seguirl o. Lo vi entrar en la casa de A rístides. .. Sabía que
Arístides tenía telev isión , se nec esitar ía se r ciego para no sabe rlo . Desde q ue
aquella caja había en trad o a su ranchos siempre había in vitados qu e aparecían
cada noche pa ra visita r la familia .. ., y niñitas en los peld añ os de la puerta princ i­
pal. ..
Aq uella noch e, tu ve qu e rega ña r a mi much acho cu and o regresó . Le dije qu e la
televis ión er a buena para la gente q ue ten ía tiempo que perder. No me dej ó ter­
minar. No recu erd o lo q ue me respondió pero recuerdo que discutimos feo, muy
feo. Al cabo de un tiempo las cosas no fueron co mo an tes en tre mi hijo y yo. Sin
embar go, recu erdo q ue casi me insultó aq uella noche. Aq uello me pro dujo un
gran dolor. No co mprend o como un hijo se atreve a insult ar a su padre. Me aco sté
co n dolor de estómago. Aq uello me marcó. Me ac uerdo co mo si h ubiera sido ayer,
me parecía q ue el mundo no era igual. ¿Un hijo insu lta ndo a su padre .. . ?
En otra ficha, proceden te de la autob iografía Arthur Latraverse se puede leer :
Ellos qu erían ed ucarn os. Q uería n en señ ar nos cóm o trabaj ar nu estra tierra. Re ­
c uerdo al dedillo el término qu e em pleaban : rac iona lme n te . Rep et ían esta pala­
bra en tod o lo que decían. Sobre tod o, qu erían q ue un o gastara, qu e un o compra­
ra: máqu inas, abonos, her rami entas. Para produ cir más, según de cía n. Si yo hu biera
compr ado ot ro tra ct or, qu e ha cía tod o más rápido, mi muchacho se habría ido y
no hubier a ap re ndido nada, pues yo h ubiera podi do hacer el trab ajo solo. Por o tro
lado, eso me ha bría significado gastar par a o tro tractor. Me hubiera me tido en las
finanzas. A mí no me gustan los bancos. U no pierde su independen cia. Por ot ra
part e, a mí me gusta trabajar sin afanes . Poco a poco se llega lejo s. Con la máqui­
n a q ue el los querían que yo com prara, me h ubiera qu ed ad o co n las ma no s vacías.
Mi muj er no lo hu biera tolerad o, a ella no le gusta q ue yo le moleste la vida, y a
mí tam poco . U n tiempo para cada cosa, y cada cosa a su tie mpo, co mo se dice. En
todo caso , ellos no lo lograron . Yo no lo lamento, pues me hu bier an cogido por el
cu ello. Es verd ad qu e no ten go gran cosa, pe ro todo lo qu e ten go me pertenece.
Dos situ aciones se pueden entrever en la probl emática inicial formulada por el
investigador acerca del rechazo a la mod ernización y a las pautas de la sociedad de
la abundancia y del cambio. En un caso, el rechazo al aparato de televi sión; en el
ot ro, al tractor. Estos pasajes son interesantes en la medida en qu e dejan ver las
razon es de la act itud de los actores . Tomemos el prim er caso. Todo el episodio
parece desa rrollarse alrededo r de la dificultad del pad re para co mprender el mod o
como el hijo se divierte con la televisión. Sin em bargo, varios indicios sugieren que

5. La pala bra baraque es en francés un sinónimo inform al de casa [N. de! T].

160
la preocupación del padre radica en la deconstrucción de un espacio de autoridad
paternal. En este sentido, el aparato de televisión no es el principio ni el fin de la
historia. Aquello que perturba al padre es la distancia flagrante del hijo con respec­
to a una cierta tradición en que la referencia básica de la figura paterna continúa
desempeñando el papel de un educador privilegiado que imparte las normas. En
este caso, al aparato de televisión no es más que el soporte en que se concreta un
conjunto de prácticas sociales a las que adhiere el joven y que contradicen aquellas
que había asimilado el padre. Buscando una causa tangible de la cual agarrarse
para argumentar su recriminación, el padre toma el pretexto del televisor para
recuperar el espacio tradicional de autoridad que rechaza el hijo. Algunos dirían
que se trata del drama característico de la adolescencia. Situación paradigmática
de la transformación de las relaciones intergeneracionales en una comunidad en
proceso de transición, dirían otros. Al final, poco importa la explicación que brin ­
de el investigador. Lo cierto es que no podrá contentarse interpretando el episodio
del televisor como la manifestación de un rechazo a la modernización. Deberá
contextualizar esta actitud específica en relación con lo que se sabe acerca de las
relaciones intergeneracionales en las familias rurales de Quebec a finales de la dé­
cada de 1950. También deberá contextualizarla en relación con toda una gama de
informaciones puntuales procedentes de otras autobiografías que posee o de otros
documentos que conoce; todo ello con la finalidad no de corroborar los hechos,
sino de enriquecer las situaciones relacionándolas unas con otras. Por último, lle­
gado el caso, el investigador podrá sacar provecho de otras investigaciones funda ­
das en autobiografías donde se analizan prácticas más O menos similares. En mate­
ria de análisis autobiográfico, cada estudio de prácticas contiene aportes que
enriquecen el procedimiento en su conjunto. Leer estudios basados en el uso de
autobiografías resulta esencial para cualquier investigador interesado en este tipo
de documento. Todo esto se hace no para encontrar modelos de análisis, sino para
descubrir la plur alidad de las prácticas individuales.
El investigador deberá repetir de manera exhaustiva este procedimiento de
análisis para todas y cada una de las situaciones que ha identificado. Una vez más,
en el segundo caso (Arthur Latraverse), no es el rechazo a la modernización lo que
está en juego, sino la independencia del cultivador, que éste valoriza en alto grado
y que no está dispuesto a negociar. Tampoco está dispuesto a perder su estatus de
educador de privilegio. Quiere conservar la capacidad de gestionar parcialmente el
futuro de su primogénito. No está dispuesto a renunciar a la manera de considerar
su trabajo (un modo de vida y una vocación y no una mera actividad profesional).
Un tractor no es sólo una máquina, sino el origen de un conjunto peculiar de
relaciones sociales y de una dinámica económica diferente. El cultivador entiende
bien todo esto. Pero como él no ve cómo el tractor podría reforzar la cohesión de
su familia, la máquina no le parece ventajosa. Esto no lo comprende el agrónomo
(ni el tecnócrata), que concibe la realidad y la condición del agricultor con la
ayuda de otra matriz de pensamiento, de otro universo normativo, de otro paradig­
ma socioeconómico.

161
La construcción de una interpretación
En una investigació n co nvencional, el análisis no es más qu e una etapa inter­
medi a en el camino hacia la interpr etación. La interpretac ión es la fase fin al del
proce so intelectual, mom ento en el que el in vest igador reconquist a su espacio de
libertad y de imagina ción. El investigador bien puede com enzar con un a materia
br uta sobre la cual nu nca pudo imprimir su h uella, y en el inte n to de desc ubrir las
sign ificaciones totalizador as de una práctica, especul a en alguna med ida sobre un a
realidad que debe recompon er de manera parcialmen te abstrac ta. Esta espec ula­
ción pu ede ser más o menos creíble, plausible, informada, compleja, razonable o
legítim a, y no cabe duda que se ha lla asocia da con la calida d de los docu men tos.
En última instan cia, sin emba rgo, la interpr et ación vale lo que vale el inv estigador.
Una vez concluido el aná lisis de las au tobi ogra fías, el investigado r podrá co ­
me nzar a tr azar las grandes líne as de su interpretación . Co n esta última se persigue
sacar el mayor prove cho de los análisis, de las con tex tualizaciones y de todas las
infor mac ion es compiladas para co nstruir una argumen tació n . El objetivo no co n­
siste ni mu cho menos en llegar a un a sín tesis general qu e supere y con te nga las
prácticas identificadas. Se trat a más bien de recomp on er un a cierta totalidad socia l
en la pluralidad de sus ma nifestaciones. Las prácticas indi vidu ales no son la con­
den sación ni el resid uo de la totalid ad . La tot alidad no existe más que co mo un
con junto de experiencias irredu ct ibles. El ac tor es el punto de or igen y el punto de
llegad a del esfuerzo de inteligen cia del investigador. Sin embargo, el actor indivi­
du al del comienzo del estudio se transform a en ac tor social al final del aná lisis. Si la
metodología seleccionada posibilita las condiciones de un a convers ión del mate­
rial en un dat o sociológica mente per tine n te, la in te rpre tación co mienza entonces
en el mome nto en que se puede emprender una sociología de las expe rien cias. Sin
embargo, esta sociología no debe ser un pre tex to para justificar la deshuman ización
de los actores . . .
En el caso que n os oc upa , interpret ar co nsiste en cons tr uir un a argumentación
de conjunto, cuyo obje tivo principal es pon er en paralelo o en relacion ar situacio­
nes decodificad as y an alizadas, pa ra recomp one r al fina l prácticas qu e se co nside­
ran esclare cedoras de una exp eriencia que había perma neci do has ta en tonc es en
la sombra .
De ordina rio, la inter pretación se cons tr uye para e nriquec er o matizar, y en
todo caso para documentar una hipótesis in icial. Progresa según un plan lógico y
obedece a un a est rat egia de demostración y de persuasión (ver los capít ulos 13 y 14
de esta guía) . Aunque la interpret ación es subsidia ria del ejercicio previo de aná li­
sis, aparece ahora de manera mu cho más orde nada , alrede dor de un tem a un ifica­
dor, por ejemplo. El investigador que se propone establecer la originalida d del sis­
tem a de accio nes socia les en el sen o de una co munidad rur al podrá de esta manera
identificar el tem a de las relaciones int rafamil iares y esclare cerlo a parti r de prácti ­
cas precisas. Su argum entación podría ser la siguiente:

16 2
Las relaciones intrafamiliares
A tr avés de sus n arraciones, varios escritores abordan el tema de las relaciones
intrafamiliares. Las autobiografías analizadas pre sen tan una va rieda d de pr ácti­
cas, de relaciones y experiencias q ue nos permiten acceder a ciertas signific acio­
nes imp ortantes de las actitudes y de las opciones de los cultivadores asen tados
en sec to res rur ales. El análisis informado de es tas significaciones nos lleva a des­
..cubrir un mundo complejo cuya coherencia es puesta a prueb a sin ces ar por las
incita ciones, las informaciones y las exigen cias que provienen de la sociedad en
su conjunto. A través de sus n arracione s, los cultivadores apar ecen como indivi­
duos qu e bu scan resolver los problemas planteados por una socieda d en transi ­
ción. Vist as desde el ex terior, estas soluciones se presentan com o un rechazo a la
mod erniz ación. De hecho , se tr ata de eleccio nes maduras , condicionadas por el
objetivo fund amental de mantener a tod a costa la cohesión de la famili a. Veamos
cómo la bú squeda de esta cohesión familiar se expresa en ciertas prácticas .
La toler ancia y la reprobación en las relaciones intergeneracionales
El mantenimiento de un espacio definido de autorid ad tradicional y de mejor a
personal tra za la líne a de demarcación entre la tolerancia y la reprobación pater­
nal es. Citemos el caso de Donald Leclerc narrando un episodio en que desaprue ­
ba a su hijo que va a ver la tel evisión en casa de una familia vecina del pueblo. La
televisión preocupa al pad re porque est e ap arato trasl ad a al hijo a un medi o so ­
cial y cultural donde o tras normas despliegan su poder de atracci ón. A partir de
en to nces la referencia central que encarna el padre pued e ser co n testada , co mo
de hech o lo hac e el hijo Lecl erc. En particular, el pas aje deja pensar que las
salidas del hijo no habrían importunado al padr e si el primero se hubiera oc upado
en ac tivida des inocu as par a la cohesión familiar trad icional: "No regre saba tarde
ni parecía experimentar incomodid ad". Por lo demás, muchas familias de cu ltiva­
dores despro vista s de los medi os necesari os terminaron procurándose un aparato
de televisión, par a "m antener a los hijos en ca sa". Encuestas sociológicas así lo
han demostr ad o. De es te modo puede verse hasta qu é punto la cohesión famili ar
era un valo r cen tral en la lógica de las deci sion es de los cultivadores asentados
en la región de... .
Colaboración en el trabajo y unid ad famili ar
La ne gati va de A rthur Latraverse a compra r un tractor se interpret a tambi én , en
parte, como una manera de mantener una fuerte cohesión y una gran solida ridad
en tre los miembros de su famili a. De haber co mpra do un tractor, Arthur Latraverse
habría modific ad o por completo las form as de colaboración en tre el padre, la madre
y los hijos en la organ ización co tidian a del traba jo en el ámbito de la finca. De la
misma mane ra, es tas form as de colaboración que refuerzan sin la menor duda la
unida d familiar, tienen la consecuencia de convertir en indispensable a cad a uno
de los miembros de la familia, lo qu e es esenc ial par a nutrir la a utoestima de cada
uno y permitir que la familia continúe funcion ando como un tod o.
En los pará grafos precedentes se nota que el inv estig ador construye su argu­
mentación mezclan do el aná lisis de las prácticas, citand o pasajes esclarecedores de

163
las biografías y recurriendo a una información recogida por otros medios. Al final,
el investigador no saca conclusiones generales. Su objetivo principal consiste en
establecer y comprender de manera razonable una pluralidad de práctica s que puestas
en paralelo permiten captar experiencias singulares, en toda la complejidad e
historicidad que les son propias.
Es evidente que se puede ir más lejos en el procedimiento intelectual y desem­
bocar en la construcción de modelos con un alto nivel de abstracción que repre ­
sentan un sistema de acciones bajo un aspecto ideal, tipificado. Pero este procedi­
miento que resulta de la veleidad no declarada que consiste en descubrir leyes de
funcionamiento de lo social a partir de las cu ales, a ren glón seguido, los comporta­
mientos se juzgan con frecuencia como coherentes o irraci onales, nos conduce al
terreno de la ciencia probabilista donde los sujetos actúan como objetos dotados
de escasa autonomía y donde las estructuras tienen un abrum ador poder
condicionante. Una realidad bastante diferente de aquella que la autobiografía
enseña a descubrir . ..
En la bibliografía que aparece a continuación se citan varios clásicos del an áli­
sis biográfico y auto biográfico, cuya consulta le permitirá al investigador ir más
lejos en el camino de conocimiento del documento autobiográfico.

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164
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165
Capítulo 9

Cómo adelantar una investigación mediante entrevistas"

La in vestigación en colaboración con pers onas entrevistadas (informateurs) 1 es


un pro cedimiento corrien te que practica n los estudiosos in tere sado s en tra baj ar
con información sobre ciertos aspectos de la vida de personas "ordina rias". Sin
emb argo, entrevist ar a un individ uo es un a tarea comple ja. A demás de plan te ar
prob lema s de ética q ue no se puede n despac har alegremen te , esta práctica cientí­
fica exige del investigador una preparación rigu rosa, un buen conoc imie nto de las
técn icas de la en trevista, así como un dominio de los principios de conservación
de los docu mentos.
El objetiv o de este cap ítulo consiste en presentarle al joven investigador el méto­
do de la en trevista en sus diferen tes aspec tos. En primer lugar, se describe de manera
sucinta en qu é consiste esta act ividad de investigación (secc ión 1), para abordar
luego cada un a de las et apa s del procedimien to de la en trev ista (secc ión 2)2.

1. En qué consiste el método de la entre vista

Co n frec ue nc ia se asimila al en trevistador en ca mpo con un period ista de sen­


vuelto q ue entrevista co n idéntica facilidad a un desconocido d ura nte un paseo,
que a un pe rsonaje de la vida pública a q uien le for mul a un cues tionario improvi­
sado. De hecho , la realidad suele ser más comp leja, cualquiera sea el tipo de en tre­
vista q ue se realice con fine s científicos. La entrevista no representa sino la parte
más visible y espectacu lar de un procedimiento que va de la conc epció n del pro ­

::: La antropóloga Claudia Plararrueda, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogo­


tá, co labo ró en la revisión téc nica y estilísti ca del presente capítu lo.
1. Info rmante, trad ucción literal de la palabr a informatcur tie ne , a l menos en espa ñol colom­
biano , dos conn otaciones problemática s. Por un lado , reduce al entrev istado a fuen te mecánica de
in formaci ón , negánd o le su papel d e interlocutor y sus previsibles contribuci on es a la construcci ón de
co nocim iento. Existe una abundante litera tu ra sobre est e tem a, suficie nt eme nt e con ocida com o para
cita rla aqu í. Por o tro lad o, la pala bra inform ante porta el estigma de la infide nci a. [Comunicación de
Claudia Plat arrueda , Bogot á, 2007-03 -O1].
2. En la sección 3 de este capítulo se ha omitido la transcripción de una ent revista perten e­
ciente al corpus de l francé s hab lad o en Mon tre a l en 1984, por la impos ibilida d de trad ucir estas
va riaciones lingü íst icas; ta mbién se ha omitido un cód igo de transcripción pa ra facilitar el ma ne jo de
textos, cu ya ve rsión en espa ño l sign ifica poco y nada sin el refer ente de la en trev ista. Para dimensionar
la amplitu d del tra bajo de tr anscrip ción , el profesor Lérourneau recomi enda la lect ura de Pie rret te
T híbau lt et D iane Vinc en t, "La transc ription o u la standardísation de s prod ucti on s orales" LlN X, n°
18, París, Ce n tre de recherches lingu istiqu es de l'Unive rsité de Paris X-N ant err e, 1988, p. 19-33;
Pie rre tte Thiba ult et Diane Vincent, Un corpus de [iaiicais parlé, Q ue bec , CIRAL, 1990, 145 p., co l.
"Reche rches sociolinguistiq ues" (N. de l T ].

167
yecto a la preparación personal del investigador, pasando por la recuperación do­
cumental y la definición de un marco de interacción.
La metodología de la entrevista es un procedimiento que exige un tiempo y
una energía que el inve stigador debe estar dispuesto a invertir. Se recurre a la en­
trevista cu ando se desea obtener información y conocer los siguientes campos:
• la cultura oral; por ejemplo, los cuentos , las canciones, los mitos.
• Las artes manuales; por ejemplo, las técnicas de fabricación de pan artesanal.
• Las formas cotidianas de vida; por ejemplo, la distribución de las tareas domés­
ticas en el seno de una familia.
• Las reacciones, las percepciones o las actitudes frente a un hecho social ; por
ejemplo, el vestido y el lenguaje de los adolescentes.
• La lengua hablada; por ejemplo, el uso espontáneo del subjuntivo.
Por regla general, los antropólogos, los sociólogos y los lingüistas se sienten a
sus anchas cuando realizan investig aciones en colaboración con personas entre­
vistadas. En efecto, los datos provenientes de conversaciones sistemá ticas consti­
tuyen con frecuencia la materia prima de sus análisis.
Todos los inve stigad ores -historiadores, geógrafos, filósofos, incluso, en nue s­
tro s días, los trabajadores sociales, los ergónomos, los especiali stas en publicidad o
en ciencias de la salud- que se nutren de testimonios de individuos para comprender
un hecho, un a situación, un comportamiento o un gusto, recurren cada vez más a
métodos que incluyen las entrevistas personales. Esto indica hasta qué punto este
procedimien to marca un a tendencia fuerte en la investigación contemporánea .

2. Las etapas de un procedimiento de entrevista

Existe una gran variedad de prácticas de investigaci ón ; cada un a de ellas se


define en función de los objetivos de diferentes investigaciones concretas. Por esta
razón, la preparación que se necesita para compilar cuentos y leyendas no es la
misma que se precisa para prep arar entrevistas sobre la situación de los huelguistas
en un conflicto laboral, ni sobre la representación del dolor en un cierto grupo de
pacientes. De hecho, sería inadecuado proponer una fórmula uni versal de entre­
vist a, válid a para todas las situ aciones de investigación. El procedimiento de la
entrevista nada tiene que ver con la forma de un a receta . Por este motivo nuestro
prop ósito consistirá más bien en brindar un conjun to de indicaciones, de sugeren­
cias y de llamados de atención que pueden ser útiles al momento de preparar y
realizar una entrevista . En prim er lugar se tratarán los aspectos comunes de todo
procedimiento de entrevista, luego se aborda rán los aspectos específicos.

Aspectos comunes a todo procedimiento de entrevista


N ecesidad de tenerobjetivos específicos de investigación
La investigación en colab oración con person as entrevistadas sólo es legítima
cuando responde a objetivos precisos. La ca lidad de la información y del conoc í­

168
miento dependen de la precisión co n qu e se formulen los obje tivos. C uando un
procedimiento de en trevista carece de planificación y justificación es improdu cti­
vo, ineficaz y contrario a la ética. D urante mucho tiemp o ha operado la tendencia
a recoger testimonios y narr acion es al modo co mo se coleccion an an tigüeda des.
Por lo dem ás, hasta ha ce poco tiem po no era raro qu e los datos fueran identificados
y archivados bajo el nombre del entre vistad or, como ocurre con la apelación "C or­
pus Marshall". Hoy por hoy, los resultados obtenidos de esta man era se consideran
deplorables desde e! punto de vista de la gestión y e! uso de la inform ación. Los
archi vos se hallan ates tados de masas de documentos sonor os qu e en la práct ica
son inutilizables, porque no se dispon e de información suficien te acerca de las
condiciones en qu e se reali zaron las entrevista s.
Por lo dem ás, se piensa con razón que las personas mayores poseen un saber y . .
una experiencia que vale la pena reunir, interpretar y difundir. Sin emba rgo, este
saber y esta experiencia no constituyen por sí mismos una probl emática de investi­
gación. Es evidente qu e las llamad as "operaciones de salva men to" permiten aco­
piar co nside rables ca n tidades de información ; sin emba rgo, realizad as al calor de
las urgencias de! mom ento, con frecuencia se hallan desprovistas de preocupacio­
nes científicas y objeti vos precisos, vacías de sentido e inclu so insignificantes, puesto
qu e no pueden generar un trabajo de aná lisis ulterior. Los documen tos sonoros
deben ser recogidos en funci ón de un objetivo preciso, sometidos a un cuestiona ­
rio y a un a crítica razonada en relación co n los avan ces del co noci mien to en un
camp o determinado de la investigación , para qu e se vuelva n útil es y utilizables,
como ocurre con los escritos y con los objet os. Aún más, deben ser contextu alizados
y aco mpañados de un do cumento en que se precisen sus carac te rísticas propia s.
Dado qu e en el capítulo 11 de esta guía se aclara la manera de circunscribir un
tema de inve stigación y de definir un objeto de est udio, resultaría reiter ativ o abor­
dar tales asuntos en e! presente capítulo. Ahora se pasará más bien a los problemas
éticos qu e plantea tod a entrev ista .
Losaspectos éticos
La ética abarca los principios morales qu e gobierna n la co nd ucta de todo in­
vestigador. En lo relativo a la en trevista, estos prin cipios se traducen en normas de
comportamiento funda men tadas en e! respeto a las person as entrevistadas. La éti­
ca profesion al implica qu e el investigador atiende a un co njun to de prescri pcion es
que rigen la condu cta bajo la form a de pautas interiorizada s: "no ha cer esto", "pre s­
tar atención a aquello", "evitar tal reflejo o tal manía", entre otras.
Co n cierta frecuencia se observa qu e e! investigador qu e realiza en trev istas
antepon e su inve stigación al respeto de la tranquilidad e in timidad de las gen tes.
Aunque la person a entre vistada puede ser conside rada en su papel de ac to r socia l
o bien puede ser objetivada co mo sujeto- tes tigo, no es un objeto-tes tigo en nin ­
gún caso. La vaguedad en la definición de los objetivos de un a inv estigación, una
prep ara ción insuficiente o un a actitud alti va por parte del inve stigador pueden
molestar, herir o frustr ar al en trevistado. La senc illez y una preparación adec uada

169
para el encuen tro son reglas eleme n tales de buena educa ción . En primer lugar, el
investigador se inmiscuye (algunos dir ían qu e es un intruso) en la in timidad del
entrevistado ; además, el entrevi st ado revela amplios co ntenidos de su saber sin
obte ner nada en contra prestac ión. Se trat a de aspec tos que siempre se deben tener
presentes.
También es necesario ser honesto co n la persona en trev istada, revel ándole los
motivos de la inv estigación. Llegado el momento, se le darán a conocer los equi­
pos de registro de la información o sele explicar á el sistema em pleado para la toma
de notas. Como es apenas natural, la autorización del entrevistado es ind ispensa­
ble en ambos casos. Por regla gene ral, el investigad or tiene el deber de preservar el
anonima to de sus fuentes y garantizar qu e la informa ción obtenida sirva sólo a los
fines par a los cuales fue colec tada. En los casos en qu e se requiere revelar la identi­
dad de los entrevistados, la au tori zación pertinente es de rigor. Del mismo mod o, el
investigador deb e vela r porq ue ningún tercero pueda utili zar los dat os obtenidos
de manera malintencionada o vejatoria para el entrevistado.
Por último, es ne cesario seña lar qu e ningún investigador puede obligar a un
individuo a contestar total o parcialm ente una entrevista - ciertas preguntas en
particular-, pue s rehusarse a colabora r es un derecho fund amental de las personas.
Por ello, tod a acción investigativa adelantada sin que los inv olucrados lo sepan es
co ntra ria a la ética profesional.
La preparación de los entrevis tadores
Algunos psicólogos han dicho que la calidad de una rela ción de una pers ona
co n o tra se defin e durante los cua tro prime ros minutos de un encuentro o de un a
co nversación. Aunque resulte caricaturesco, queda claro qu e el contacto inicial
sirve para establecer un vínc ulo de co nfianza necesario par a un intercambio satis­
factorio entre las partes.
Se ne cesita poco tiempo para qu e un a persona entrev istada se vuelva escé pti ­
ca , reacia e incluso hostil; muy poco tiempo también para qu e el inv estigador des­
cubra que la informac ión qu e ha obtenido no se halla a la altura de sus expecta ti­
vas iniciales. Aunque es cierto qu e el investigador como el en trevistado pueden
hacerse un a idea falsa el un o del otro, el primero tiene mucho qu e perd er cua ndo
se produce una interacción discordante . Suele ser raro encontrar malos informan­
tes en las entrevist as; en cambio, es bast ante frec ue n te toparse co n invest igad ores
mediocres. La en trevista es un oficio qu e se aprende. Antes de emba rcarse en una
en trev ista el inves tigado r debería realizar varios en sayos co n personas de su prop io
entorno.
La inv estigación con base en entrevistas es un procedimiento q ue descansa
sobre la buena voluntad de individuos poco sensibilizados en genera l con los obje­
tivos del investigador. Por esta razón, la investigación no puede ser adelan tada con
éxito si el inv estigador no es solícito con las personas entrevistadas . En est as con­
dici ones, las cua lida des de un buen e ntrev istador son la curiosidad, la disponibili­
dad y la flexibilid ad. T odo investigador experimen ta la tensión de dos aspectos

170
contradictorios. Por una parte, debe obtener tanta información pertinente y verí­
dica como le sea posible; por la otra, no puede forzar a la persona entrevistada a
brindarle información que no tiene o no quiere ofrecer. Así, el investigad or debe
aprender a formular preguntas que inviten al individuo a compartir sus experien­
cias o su mirada sobre una situación. Se trata de una conversación entre dos perso­
nas y no de un interrogatorio que un inve stigador aplic a a su objeto de estudio. El
entrevistad or debe an ticipar los límites del informante. Tod a person a entrevistada
desea estar a la altura de las expectativas puesta s en su persona -que por lo demás
puede brindar las respuestas que considera más adecuadas para satisfacer al investi­
gador-. Compete al investigador no encasillar a priori las respue stas del entrevista­
do ni encerrarlo en imágenes preconcebidas .
En sum a, la calidad de un a entrevista es proporcional a la calidad de escucha
del investigado r y a su ca pacida d para entablar una conversación armoniosa en la
que no se controle el contenido de las intervenciones de la person a entrevistada.
Así, los resultados alcanzados se hall an en estrecha relación con las cal idades hu ­
manas del investigado r y con el profesionalismo de sus procedimientos. La prepa ­
ración de un encuen tro con un a persona dispue sta a colaborar con un a investiga­
ción exige un buen conocimiento de los materiales de la entrevista, desde el
cuestionario y las fichas técnicas hasta los equipos par a registr ar la información.
Por regla gene ral, mientras mejor conozca el investigador sus equipos, mayor será
su disponibilidad durante la entrevista. Esto suele influir sobre el comportamiento
de la persona entrevistad a, que en virtud de ello se vuelve más espontánea. En este
sentido , es primordial relati vizar la técnica para que no se vuelva un foco de dis­
tracción. También se debe evitar la consulta repetida del text o del cuestion ario .
Asestarle un micrófon o en las narices al entrevistado o perd erse entre unos papeles
en desorden compromete la calidad de la in teracc ión. Dicho esto, el uso mesurado
del magnetófono presenta un a ven taja importante, pues le evit a al investigador
tomar nota de lo que dice el entrevistado. En est as co ndiciones, los interlocutores
se insta lará n en una relación más natural.
De la misma manera, es esenc ial conocer bien los límites de la tecnología em ­
pleada . Así por ejemplo, el uso de un magnetófono ordinario hace imposible dis­
cernir las palabras de varios individuos que hablan a un mismo tiemp o. Se reco­
mienda que el investigador haga grabacio nes que no impliquen a más de dos o tre s
person as. Un grup o más numeroso crea serios problemas. Por una parte, la identi­
ficación a posteriori de la voz de cad a un o se logra con dificultad; por otra, varias
conversaciones simultán eas pueden provocar una suerte de cacofonía. Por último,
vale la pen a mencion ar algunos prin cipio s elemen tales de método. Es preferible
grabar con un micrófono ex te rno , ojalá en un pequeño recinto cerr ado , sobre todo
cu ando la buena ca lidad de la grabación es esenc ial para los an álisis subsiguientes
o para la difusión de los resultados de un a investigación.
Se debe prever un sistema para consignar la información general de la entrevis­
ta. Se registra el nombre del inve stigador y sobre todo, en forma codific ada, el de la
person a entrevistada . También se an ota la edad de la person a entrevistada , su sexo,
oc upac ión, grado de escol aridad, origen ; además, el lugar de la entrevista, las per­

171
sanas presentes durante su realización, los contactos precedentes y subsiguientes a
la entrevista, los hechos más significativos de la misma y en general las impresiones
generales del investigador. En pocas palabras, los aspectos susceptibles de tener
cualquier tipo de incidencia en la interpretación del desarrollo de la entrevista.
Esta información puede volverse indispensable, porque puede contribuir a expli­
car global o parcialmente un comportamiento acaecido durante la entrevista.
Por último, ha de tenerse en cuenta que las entrevistas deben realizarse en
condiciones similares de modo que, llegado el momento, sea posible la pue sta en
par alelo o la comparación del comportamiento de las distintas personas entrevista­
das . De ah í la importancia de prever este aspecto de la investigación al momento
de preparar la entrevista .

Algunos aspectos específicos del procedimiento de la entrevista


Aquí se entra en el vasto y espinoso terreno de las elecciones metodológicas.
Entre los interrogantes que surgen figuran los siguientes: ¿a quién dirigirse? ¿Cómo
abordar a las personas entrevistadas? ¿Cómo recoger la información? En los objeti­
vos de la investigación se encuentran las respuestas pertinentes, pue sto que la pro­
blemática de la inve stigación determina el método y no a la inversa.
El muestreo
¿A cuántas personas es necesario entrevista r para que la investigación sea creí­
ble y válida desde un punto de vista científico? ¡Es indispensable atenerse de modo
único y exclusivo a lo que en realidad podrá ser objeto de an álisis! Entrevistar a
cien personas y no poder analizar sino diez entrevistas es un grave error metodológico
y, lo que es peor, una falta de respeto flagrante hacia las personas que han colabor a­
do con la investigación. Sin embargo, no se puede determinar de mod o arbitrario
el número necesario de entrevista s para validar una inve stigación . Recuérdese que
a medida que las entrevistas son más largas y abiertas, el material recogido se hace
más voluminoso, y mayor el tiempo necesario para procesar la información. Por el
contrario, cua ndo las entrevistas son bre ves y cerrada s -como ocurre con los son ­
deos-, el análisis se vuelve mecánico y simplificado. En caso de que un inve stiga­
dor opte por entrevistas largas puede ser aconsejable reunirse con un número res­
tringido de personas dispuestas a ofrecer información. En caso de un procedimiento
similar al sondeo, es posible y ventajoso para el inve stigador recurrir a un mayor
número de informantes.
Los objetivos que se plantea el investigador determinan en amplia medida la
form a y el número de entrevistas que deben realizarse . En el evento de que opte
por realizar prácticas individuales, cad a narración valdrá su peso en oro. Pero si se
propone objetivos comparativos, por ejemplo comprender el desarrollo diferencia­
do de un comportamiento o de una práctica, se verá obligado a constituir un a
mue stra más grande. En este caso, la estadística exige que mientras mayores sean
los parámetros exteriores considerado s (edad, sexo, escolaridad, origen), mayor

172
debe ser la muestra, puesto que es imposible que un solo individuo represente todas
las características de un grupo.
La elección de las personas que serán entrevistadas
La elección de las personas que serán entrevistadas también depende de los
objetivos de la investigación y de los límites inherentes a ella. Por ejemplo, si un
investigador desea recoger las impresiones de testigos de un acontecimiento (una
catástrofe natural, una huelga, entre otros), debe dirigirse al lugar de los hechos o
a la residencia de los testigos. Para identificar a los informantes, puede acudir a los
servicios comunitarios locales (asociaciones de personas mayores, grupos de inter­
vención) o consultar los diarios. Por último, el denominado método de la "bola de
nieve", que consiste en encontrar un informante que presente a un segundo infor­
mante y así en lo sucesivo, suele resultar muy eficaz, aunque la prudencia es de
rigor para no quedar atrapado en una red social. Cuando la población contempla­
da para un estudio es menos específica o restringida, el investigador puede utilizar
los métodos estadísticos del muestreo al azar. También puede tratar de controlar
este azar aplicando criterios de selección (por ejemplo el de la repartición socíoló­
gica de las personas que se van a entrevistar por edad, sexo, etnia, entre otros
atributos). Por último, hay que tener en cuenta que el investigador puede conciliar
varios métodos de muestreo.
Tipos de entrevista
Existen diferentes métodos de entrevista. El eje de algunos de ellos son los
cuestionarios cerrados en los que las personas responden con una selección
predefinida de respuestas; otros consisten en entrevistas muy largas, abiertas y es­
pontáneas. Un método no reemplaza al otro, pues los objetivos de la investigación
determinan el tipo de entrevista que debe realizarse.
La entrevista semidirigida
La entrevista semidirigida es el método más utilizado para discernir el conoc í­
miento de una persona acerca de un aspecto específico de su vida cotidiana. Toma
la forma de una conversación que gira alrededor de un cuestionario abierto relacio­
nado con un campo preciso de investigación. Con frecuencia el cuestionario sólo
contiene los temas que se abordarán. En caliente, el investigador prepara en forma
definitiva las preguntas pertinentes, tanto las principales como las secundarias.
En el caso de una entrevista semidirigida, el investigador que la realiza desem­
peña un papel determinante, puesto que debe coger al vuelo las pistas que la perso­
na entrevistada le brinde, respetando en todo momento los temas incluidos en el
cuestionario. La entrevista será tanto más difícil de realizar cuanto más se aborden
temas personales e íntimos. En este sentido, para una persona es menos compro­
metedor hablar del acuerdo de libre comercio entre Canadá y Estados Unidos que
responder a preguntas sobre las escenas de violencia que presenció cuando se ha­
llaba en prisión.

173
La entrevista dirigida
La entrevista dirigida reposa en una lista de preguntas preestablecidas en que
las respuestas se hallan sugeridas en la propia formulación de las preguntas. El son­
deo corresponde al uso típico del cuestionario cerrado. Se utiliza para identificar
los estereotipos compartidos por un gran número de individuos. Las respuestas
esperadas son breves y más bien homogéneas, en razón de lo restringido del abani­
co de respuestas posibles.
La observación participante
En la observación participante el investigador interviene como espectador de
un acontecimiento. Asiste al despliegue de cuentos, canciones o mitos, en presen­
taciones privadas o públicas, frente a auditorios más amplios que los que suelen
conformar los investigadores. Lo mismo ocurre con las fiestas, los debates o las
conversaciones ordinarias donde no interviene de manera directa en la produc­
ción discursiva. Sin embargo, puede encontrarse con las personas antes o después
de los eventos o las presentaciones, aunque por lo general se limita a registrarlos.

La conservación de los documentos y la preparación de los análisis


Antes de emprender el análisis de las entrevistas, el investigador debe elaborar
un sistema para procesar los datos. Así, preparará una copia de las grabaciones y
colocará los originales en lugar seguro. Fotocopiará y pondrá a salvo la información
escrita. Clasificará, identificará y codificará todos los documentos. En el siguiente
recuadro aparece un ejemplo de ficha de registro de documentos.

Ejemplo de ficha de grabación


Entrevistado: (código Nº) Entrevistador: (iniciales)
Sexo: Fecha de la entrevista:
Edad: Número de casetes:
Nivel de escolaridad: Tiempo de grabación:
Ocupación:
Ocup aciones anteriores:
Lugar de origen:
Personas presentes durante la entrevista:
Observaciones generales:

En la mayor parte de los casos se debe prever una etapa de transcripción para
facilitar el análisis de los documentos grabados. Dado que esta etapa es larga y
costosa en extremo, es razonable prever entre quince y veinte horas para la trans­
cripción exhaustiva de una hora de grabación. Cuando la investigación no exige
una transcripción integral del contenido, se pueden identificar pasajes en las gra­
baciones y proceder a transcribirlos. En este caso, es preferible transcribir en lugar

174
de resumir las decl araciones de las personas entrevist ad as, teniendo en cuenta que
son demasiad os los riesgos de una m ala interpretación. Por expedito que sea, un
sistema de aná lisis o de indización del material grabado represen ta un a gran ven ta­
ja par a la utilizaci ón efica z y óptima de un banco de entrevistas.

3. La entrevista sociolingüística

En esta sección del capítulo se busca de scribir el procedimiento que pre side el
desarrollo de una en trevista sociolingüística.

La definición de los objetivos de la investigación y la preparación de un plan de


entrevistas
El pro blema metodológic o que se le plantea al inves tigador es cómo obte ner
informaci ón repre sentati va y comparable entre sí acerca de la comunidad francófona
de Montreal, considerando que es indispensable qu e la situación de la entrevista
tenga un grad o de formal idad qu e no comprometa la espontaneidad necesaria par a
que las mu est ras rec ogidas representen el "h abl ar corriente" de las gen tes, por una
parte, y para que las opiniones de las personas entrevistadas sean pertinentes desde
el punto de vista sociológico, por la o tra. En o tras palab ras, el investigador debe ser
capaz de crea r un a situación de entrevista que le permita alca nza r sus objetivos
científicos (objetivaci ón de las situacion es) , permaneciendo tan poco impositiv o
como le sea posible para qu e las per sonas entr evistadas puedan expre sarse "con
naturalid ad ". El procedimiento me todológico del investigador será entonces:
• zCuál es la estr uctura de entrev ista que posibilita un a mayor espontaneidad en
la ex pre sión oral del entrevistad o?
• ¿Q ué tipos de per sonas deben privilegiarse par a realizar las en trevistas?
• ¿Cómo sele ccio na r y re un ir a las personas que se va n a entrevistar?
• ¿Cómo conser var las grabaciones y cóm o conservar las en trevistas ?

La entrevista
Par a recoger muestras de lengua hablada espontánea se usan diferentes m éto­
dos. En todos ellos la grabació n es indispensabl e. Las conve rsaciones naturales se
pued en grabar, claro es tá; sin embargo, los problem as técnicos resultantes son nu­
meros os. Además, los corpus obte nido s de esta manera son mu y heterogén eos y los
datos nunca son comparables de una entrevista a o tra. Es ind udable que la entre ­
vista sernid irigida constituye el métod o más eficaz cu ando se quiere constituir un
corpus de datos lin güísticos comparables y an alizables desde una perspectiva
sociolingü ístic a. Permite recoger, en un a o dos horas, el d iscurso de un individuo
col oc ado en una situa ció n más bien informa l. Por último, dad o qu e la situació n de
entrevista es la misma para todas las person as qu e colaboran en la inv estigaci ón, el
peso de las limitaciones propias de la entrevista resulta neutralizado en el momen­
to del aná lisis.

175
En el plano de la interacci ón, la calid ad de la e n t rev ista descansa sobre los
hombros del inv estigad or, qu e d ebe perma necer mu y at ento a la conv ersa ción de
las pers onas en trevistadas . El in vesti gad or debe sa be r callar en ciertos mom entos.
De la mism a maner a , deb e sa be r ca pta r las pistas qu e el informante le brinda , a
veces de manera improvisad a. Viene al caso sabe r qu e en las e n trev istas qu e inte­
gran el corpus del franc és hablado en Mo ntreal' , una muj er se refiere en tres ocasio­
nes a su prime r encue n tro co n su futuro mar ido. Só lo ha sta la tercera mención del
episod io el e n trev istador se dirige a la d ama diciéndole: "Cuénteme cómo oc urrió
eso". ¿Resultado ? Un monólogo de la per sona entrevistada d e más de die z minutos
de duración, q ue repre senta un o de los eje mp los más bellos de d iscurso narr ativo
que apa rec e en todo el corpus.
En el aspecto temático, el informante estará tanto má s cómodo cu an to los
temas abord ad os le pe rm ita n exp resa r me jo r su co mpetencia, y en la medid a en
q ue los asun tos técnicos sean eliminad os o dejad os co n su tileza pa ra el fina l de la
co nve rsac ión. Para responder al obje tivo de una colecta de d atos destinada a aná­
lisis lingüísticos se pu ed e echa r man o de todo un co njun to de tare as susceptibles de
co nd ucir al informan te a habl ar de manera espo n tá nea . Las preguntas sob re el
pasado (los buenos viejos tie mp os. . .) , el ma trimo nio, la enfermeda d y los accid en­
tes (trá gicos o cómicos) incitan co n fre cue nc ia al informante a contar anécdo tas o
hist orias. Las preguntas relaci onad as con acontecimien to s po líticos lo incitarán
más bien a argumentar ya discutir, para hace r valer su punto de vista . Sin emba rgo,
este tipo de pregun tas , q ue con frecue ncia generan discursos y emociones, no de­
ben susc ita r polémicas que pueda n indispo ne r a la pe rso na entrevistada. Por lo
demás, pue sto que el obje tivo también consiste e n estim ular la formulación de
opiniones y el recuento de ex pe riencias, en este ca so sobre la percepción de la
lengua y d e los co n tac tos lingüísticos, el c uestiona rio debe incluir preguntas sobre
estos temas. En este sentido , se recomienda formular preguntas simples, desd e las
má s gene rales ha sta las más específicas .
En el caso de estud ios socioli ng üísticos, tal y como ocurre con la ma yor pa rte
de los restantes tipos de investiga ción, es ese nc ial recoger cie rtas infor ma cion es de
carácter perso nal sobre las personas en trev ista das . El or igen geográfico o el grado
de escol ar idad de las personas entrevistadas, de sus cónyuges o de sus padres, pue­
den rev ela rse co mo fac to res de termina n tes para ex plica r un co mportamien to lin ­
güístico. Resulta apro piado recoger la información d e tip o perso na l al principi o de
la entrevista. De hecho, una "conversación" q ue se inicia con la solicit ud de d atos
pe rsonales romp e con frecu encia el hielo en t re la persona entrevistada y el inves ­
tigad or que se familiari zan de este mod o co n la sit uac ión de un a entrevista q ue
incluye la interacción con un de sconocido.

3. Co nstituido en 197 1, este corpus es de scrito en sus parámetros generales , métodos de muestreo
y tra ta mie n to in for mático en David Sa n koff et al., "Méthod es d ' éch an ti llonage et ut ilisa t ion de
l'ordinateur dan s l' étude d e la va riatio n ling uistique", Cahiers de linguistique de l'Université du Québec,
n06 ,1976 ,p.85 -12S.

176
El muestreo
El muestr eo siemp re se realiza en función de los objetivos que se persigue n con
la entrevista. En el caso que nos oc upa, pu esto que el inv estigador está interes ado
en describir el co mporta mien to del co njunto de un a població n, se utili zará un
muestreo de método sociológico basado en el azar, aunque ciertos parámetros son
objeto de con trol, para garantizar la representatividad del corpus (edad , sexo, nivel
socioeco nó mico , entre otros atributos) 4. Se descart arán a tod os los interlocutores
no fra nc ófonos, lo mismo qu e a todos aq uellos que no son originar ios de Montreal.
A de más, se eliminarán los barrios residenciales dond e la población no es fran cófon a
en su mayoría, ya que la proximidad con un a mayoría angloparlan te o alófona
puede influenciar el co mportamien to lingüístico de los francófonos . De hecho,
estos crite rios de muestro son fund amentales si el investigador quie re captar la
distribució n socia l de las vari acio nes que le int eresa est udiar. Por ejemplo, en el
mome n to del análisis puede obse rvar que una forma determi nada o qu e un a posi­
ción frente a un fenómeno social se mani fiesta n con mayor frecue ncia en un grupo
que en otro . Suele ser raro qu e un mue str eo representativo de una comunidad
lingü ística sea proporcional a la importan cia numérica de los subgrupos considera­
dos. Por ejemplo, si se qui ere co nstituir un corpus repr esentat ivo desde el punto de
vista del criterio de las clases socioe con ómicas, es preferible tener un número equ i­
valen te de individu os para cada grupo an tes qu e un a rep rese ntación proporcion al.
Según ciertas estima ciones, la burguesía repre senta menos del cinc o por ciento de
la población. En un corpus de cien entrevistas, cinco de en tre ellas pod rían prove­
nir de representantes de esta clase socia l. Si se privilegiaran ade más ot ros criterios
(edad y sexo, por ejemplo) , el número de repre sentantes en ciertos subgrupos de la
bu rguesía (por ejemplo un burgués de sexo masculino nacido entre 1930 y 1935)
pod ría aproximarse a uno, lo qu e es inco ncebible desd e el punto de vist a de la
repr esen tati vidad . En estas co ndiciones , las posibilidades de interpret ación se ve­
rían com prometidas. Por ello, para el caso qu e no s ocupa, tiene más sen tido un
sistema de mue str eo donde todos los subgrupos estén representados por igua l.
Ahora se ret om ará el ejempl o principal. Con base en estudios comparab les, el
investigador estima qu e puede establecer su m uestreo a partir de cin co person as
por subgrupo. Si co nside ra sólo la variable sexo, debería en trev ista r a diez perso­
nas. Sin embargo, puesto que desea analizar dos grupos de ed ad en tre las person as
en trevis tadas, su muest reo debe incluir a veinte person as. Dado que est ima qu e el
grado de escolaridad es ta mbién un factor determin ante en la producción de cier­
tas formas lingüíst icas y qu e desea contra sta r las más escolarizadas con las menos
escolarizadas, debe en trevista r a cuaren ta personas.
Una vez establecida la co mpos ició n de la muestra, todav ía se hace necesario
enco n trar ind ividuos qu e correspo nda n a los criterios selecc ionados . Si estos crit e ­
rios son la edad , el sexo, el grupo social o el niv el de ingresos, se recomiend a selec­
cion ar ciertos barrios donde pueden encon trarse más individuos perte nec ien tes al

4. Ve r Sankoff er al.

177
grupo social o al nivel de ingresos buscado, dad o que hombres y mujeres, jóvenes y
mayores cohabitan. Enseguida, mediante el método del azar (directorio telefónico,
puerta a puerta), se identificarán individuos con atributos pertinentes de edad y
sexo. Por el contrario, si se desea estudiar los hechos de lengua en un solo subgrupo,
por ejemplo entre adoles centes de familias obreras, se podrá aprovechar la existen­
cia de redes formale s o informales. Estas redes suelen encontr arse en lugares públi­
cos típicos (casas de jóvenes, bares, parques, lugares de diversión, entre otros), lo
que posibilita que se pueda acceder a las personas que ser án entrevistadas de ma­
nera más segura, más eficaz y más rápida. Pro cediendo conform e a este método, el
investigador podrá matar dos pájaros de un tiro. En primer lugar, podrá acceder a
las prácticas de la lengu a relacionad as con el lenguaje de los·adolescentes y, en
segundo lugar, estudiar el funcionamiento de sus redes informales de pertenencia.

La transcripción
Las tr anscripciones socio lingüísticas deben hacerse de manera in tegral y con
gran minucia y rigor. El investigador interesado en adelantar un estudio muy preci­
so que ya tiene en su cabeza (por ejempl o sobre los pronombres sujeto) sabe muy
bien que otros estudios propios o ajenos vendrán a continuación, de ah í el interés
y la importancia de tr ans cribir y editar bien sus materiales. Además, las transcrip­
ciones podrán permitir diferentes tratami entos, por ejemplo el establecimien to de
la lista de todas las palabras del corpus, junto con su frecuencia. En el caso de corpus
multifuncionales, se recomienda recurrir a transcrip ciones ortográficas estándar.

La ética
Es prob able que el investigador qu e ha prep arado el procedimiento de la entre ­
vista -desde el mue streo hasta la manera de transcribir, siempre conforme a objeti­
vos científicos precisos-, evalúe a lo largo del desarroll o de su estudio las responsa­
bilidade s que lo comprometen con las personas entrevistadas. Si ha optado por
callar el objetivo real de las en trevistas, en este caso el análisis lingüístico, estiman­
do que la naturalidad del comportamiento del entrevistado podría haberse visto
comprometida, al final de la entrevista informará sin falta lo pertinente a las perso ­
na s concernidas. Será el garan te del anonimato de las per sonas en trevista das y se
comprometerá a no divul gar la información contenida en la entrevistas ni a publi­
carl as jam ás sin los permisos de rigor. Sobre todo, velará porque los datos sean
utilizados conforme a los fines convenidos. El inve stigador es responsable de la
información que ha obtenido en circunstancias particulares y tiene la obligaci ón
de guardar el control de su banco de datos.
La entrevista en colaboración con personas no se improvisa. Tod as las opci o­
nes metodológicas deben responder a los objetivos de la investigación, sin olvida r
en ningún mom ento que más allá de los datos que se buscan se encuentran seres
humanos que revelan un a parte de su saber, con frecuenci a íntimo. Cada una de
las elecciones metodológicas comporta límites y posibilidades. Compete al investi­
gador evaluar con justeza las consecuencias de sus opciones.

178
Segunda Parte

De la definición de un tema de investigación


a la redacción de un trabajo extenso
Capítulo 10

Realizar un trabajo de investigación:


un procedimiento en cuatro etapas

En el curso de sus estudios, llega un momento en que el estudiante se ve inst a­


do a trat ar un tema de manera profunda. Debe entonces ocuparse de una investi­
gación, ana lizar la documentación pertinente, poner en orden sus ideas y producir
un trabajo más o menos extenso. Es indud able que se trat a de un ejercicio difícil
cuyo dominio exige un largo aprendizaje.
En la práctica, la realización de una inve stigación comporta múltiples aspec ­
tos. Es natural qu e el investigador haga un inventario de los conocimientos que ha
adquirido y, sobre todo, que los organice según una estr ategia científica y juiciosa
destinada a informar e interesar al lector. Al momento de construir su tesis y su
argumentación debe respetar la conexión empírica de los hechos; de la mism a
manera, debe demostr ar que posee una imaginación fértil para interrogar su tema,
para descubrir nue vas relaciones en tre los hechos, para reconstituir un a realidad e
imprimirle a su investigación un cierto alcance uni versal. Por último, aunque el
inve stigador debe disponer de un método prob ado para hacer verosímil su procedi­
miento, no debe experimentar temor a la hora de exponer sus elecciones persona­
les para fijar el espacio acepta ble de su argumentación.
En este capítulo se examinan de manera cuidadosa las et apa s de prep aración y
de realización de un trabajo de investigación. En este sentido, se presenta un pro ­
cedimiento simple, lógico y acumulativo que permite alcanzar resultados satisfac ­
torio s. Este proc edimiento se organi za alrededor de cua tro etapas prin cipales, a
saber:
• la elección de un tema inici al, la delimitación aproxim ada de un proyecto y la
formulación de un a pregunta;
• la determinación de una estra tegia de investigación fundada en la consulta
intel igente del corpus documental, el logro de un posicion amiento preciso frente
al problema y el estudio crítico de la documentación compil ad a;
• la elaboración de un plan de exposición de los resultados de la investigación
con la finalid ad de brindar un a respuest a a la pregunta inicial;
• la comunicación final de los resultados.
El capítulo va ilustrado con un esquema en el cual se mue stra la progre sión
habitual del procedimiento para realizar un trabajo de investigación. Debe precisarse
que cad a una de las etapas qu e regulan este procedimiento es objeto de una expo­
sición detallada en los próximos ca pítu los.

181
1. Las etapas de preparación y de realización de un trabajo de
inves tigación

El procedimien to para realizar un trabajo de investigación no siempre sigue un


recorrido lineal, sino que revi ste siempre un ca rác te r en parte artesa na l, en parte
impro visado, pautado con frecuencia por fases de avance y de retroceso, por perío ­
dos de parálisis y períod os de dud a, por momentos de incertidumbre y momentos
de descubrimientos estimulan tes. A vece s este proceso avanz a m ovido por una
especie de big bangs; con frecuencia, se halla puntuado por halos de creación! in­
tensos e ind ete rmin ados; en fin, se nutre de audacia y de coraje tanto como de
método y de disciplina. Se trata de una aventura llena de riesgos, cu ya trayectoria
precisa resulta difícil formalizar. Sin emb argo, pareciera que en la mayoría de los
casos este proce so siguiera una evolución bastante lógica, cuyos mom entos decisi­
vos corresponden a las cua tro et apas siguien tes.

Primera etapa: la elección de un tema inicial, la delimitaCión aproximada de un


proyecto y la formulación de una pregunta
Al emprender una investigación, el estudiante suele comenzar por elegir un
tema y por fij arle de manera aproximad a unos límites a su proyecto. Est a elección
y esta delimitación no surgen del azar, sino que se hallan asociadas de manera
estrecha con sus int ereses personales, con sus conocimientos empíricos, con sus
interrogaciones teóricas y, claro está, con su imagina ción . De la misma manera,
éstas se hallan vinculadas a otras dos limitacion es que sería imprudente descon o ­
cer: el tiempo disponible y la documentación existente (es decir, lo que le permiti­
rán hacer y decir sus obras de referencia o sus fuentes primarias, si las con sulta y
apro vech a) .
Al comienzo de su investigación, el estudiante procede a co mpilar un a bi­
bliografía sel ec ti va (ver capítulo 2). En esta etapa resultan sufici entes unos diez
títulos (obr as, artículos, sitios de internet), pues no se trata de dej arse saturar por
la documentación. Concluida esta op eraci ón, el investigador se concentra en la
lectura de las publicaciones seleccionad as, con la finalidad de determinar o iden­
tificar un a o vari as pre guntas precisas alrededor de las cuales podrá orienta r su
reflexión y su investigación. Su s lecturas le abren acceso a uno o varios campos
de estudio, al mismo tiempo que le abre n profundizar su conocimien to de la
documentaci ón existente, lo que es esencia l para la definición de un tem a que
sea susceptible de un a investigación concreta . La formulación de un título preli­
minar, qu e an uncie e insinúe las intenciones de la investigación, y que opere a
modo de in spir ación durante el proceso, marc a la culminación de esta primera
etapa.

1. Flous créaceurs en el original (N. del T.).

182
Segunda etapa: la detenninación de una estrategia de investigación fundada en la
consulta inteligente del corpus documental, la identificación de un posicionamiento
claro frente al problema y el estudió crítico de la documentación compilada
Después de haber efec tuado un primer reconocimiento de sus fuentes primarias
y secunda rias, el inve stigador debe formular de manera precis a la pregunta sobre la
cual desea concentrar sus esfuer zos. A co n tin uac ión, diseñ ará un a estrategia de
investigación, que se compone de tres momentos principale s:
• la identificación de un ángulo de acercamiento a partir del cual le será cómodo
abordar de una manera co ncreta el asun to qu e le intere sa el probl ema ;
• la formulación de una respuesta factible y abierta a est a pregunta (hipótesis
inicial) ;
• la determinación de los medios prácticos y operativos que deben ser moviliza­
dos para responder de manera concreta la pregunta inicial (metodología) .
Por medio de la estrategia de inve stigación, el estudia n te co nsulta la documen­
tación ya compilada y por compilar, que de otra manera lo absorbería por su volu ­
men. De la misma forma, el estudiante puede imprimirle una dirección de conjun­
to a su cometido intelectual, gracias a esta estrategia, qu e funci ona como un
auténtico programa de inve stigación y de lectura.

Saber aprovechar las lecturas

La ficha documen tal es sin dud a el medio más acc esible de l joven inve stigador para clasificar su
doc umen tación , en función de una estrate gia de investigac ión; hoy por hoy , la fich a documental
puede tomar forma electrónica.
Existen tres tipo s de fichas documentales. En primer lugar , aquellas en qu e el inve stigad or resum e
con sus propias palabra s la argume n tación de un autor ; en segundo lugar , aq uellas en qu e se citan
las afirmac iones de un autor , y en ter cer lugar, aqu ellas en qu e se expresa una idea personal y
sólo un a. La ficha es un bue n instrumen to para co nsignar y clasificar la informa ción, porque hace
posible tratar los dat os en la co n tinuidad del tiem po, dep endiend o de los ca mbios y
modificacio nes qu e suele ex periment ar una estrate gia de investigac ión . Sin embargo, es nec esario
saber que la ficha es un instrume nto de trabajo bastan te pesado, cuya elaboración consume un a
gran ca nt idad de tiem po. Por ello, el joven investigador qu e trabaja a partir de un a
doc umentación de fácil acceso o bien co n fuentes impre sas, co n frecu encia encontrará que es
más rentable fot ocop iar un artículo de periódico o las páginas per tine nt es de un volumen ; aún
más, pu ede apoyarse en ex pedientes docume nt ales. Esta manera de proc eder no disminu ye en
nada la utilidad de la ficha. Sin embargo, la elecc ión de este instrume nt o de trabajo debe ser
moderada por diferentes factores, en parti cul ar por el tipo de docum entación utilizado, el
volumen de la doc umen tac ión q ue deb e consulta rse , el tratamiento qu e se le de be aplicar a esta
documentación o las posibilidade s reales de recu perar la informa ción consignad a para un a u ot ra
investigación .

El conjunto de consideraciones que permi ten pre cisar el ángulo de acerca­


miento, la respuesta factible y abierta, junto con los medios prácticos y operativos,
se denomina posicionamiento frente al problema. Este posicionamiento frente al

183
problema le permite al lector percibir la serie de elecciones en qu e reposa la inv es­
tigación efectuada y los límites qu e se le asign an. En un trabajo extenso, el inves­
tigador expone, de ordina rio en la introdu cción , su estrategia de investigación de
man era detallada y presenta su posicionamiento frent e al problema.
La manera en que se formula el problema evoluciona de form a constante du ­
rante el de sarr ollo de la investigació n. Las lecturas, la reflexión y las discusion es
co n los colegas enr iquecen esta man era de formular el problema qu e, en algunos
casos extremos, incluso puede ca mbiar en el momento de la redacción . Med iante
sus lecturas, seleccionadas y organizadas en función de su estrategia de inve stiga­
ción (ver el recuadro an te rior), el investigador mantiene un diálogo constante
con su pregunta inicial, qu e reformula y precisa de man era cad a vez más adecua­
da, que transforma y hace más compleja, y qu e incluso puede eliminar en un mo­
mento determinado par a reemplazarla por otra. Dicho en poca s palabras, lee en
filigran a con un a finalidad , unos interrogantes y unos obj etivos precisos, y ada pta
su problemát ica, sus hipót esis y su met odología a su corpus documen tal, aunque sus
interrogantes y objetivos permanecen abiertos en todo momento, fren te a hechos
que él desc on ocía o no podía adivinar. En estas condiciones, puede de cirse que la
investigación es un proce so infinito pautado por avances y retrocesos en relación
con los logros. De la elección inicial de un tema, el inve st igador pasa a la interro ­
gación y al trat amiento minucioso de los hech os, luego procede a la reconstitución
parci al de su objeto. Validada o invalidada por ot ras inve stigaciones, esta reconsti­
tuci ón parcial se torna cada vez más compleja, sin que por ello el proceso sea
necesariamente line al o acumulativo .
Al mismo tiempo qu e culmina sus elecciones y perfecciona su estrategia de
investigación, el estudiante profundiza en el conocimiento de su tem a medi ante
un plan de lecturas. Si el estudio reposa sobre la co nsulta de fuentes primarias, en
este mom ento el estudioso pro cede al análisis minucioso de ellas, a partir de una
metodología que él mismo ha est ablecido. Este análisis le permite efectuar comp a­
raciones, pract icar cortes, hacer consta taciones, llegar a un a recon stitu ción parcial
o complej a de la realid ad qu e estudia; en pocas palabr as, le permite construir un a
interpretación. Es evidente que este análisis no se reali za en un vacío de reflexio­
nes, sino que depende de los interrogantes del investigador y de los objetivos que
ha planteado en su proyecto. Durante este ejercicio de aná lisis más o men os pro ­
fundo , la hipót esis inicial se refuerza o se modifica, se mati za o se enr iquec e. A
part ir de ese momento puede ser formulada de una manera mucho más segur a.
Al mismo tiempo que consulta, estudia y an aliza de man era minuciosa su docu­
mentación, el investigador completa y perfeccion a su bibliografía. A sí, de modo
gradua l, van to mando forma en su int eligen cia los puntos de argumentación y las
cad enas argumentativas. Comienzan a emerger ciertas maneras de agrupar los datos
y la información . De mod o simultá neo con sus lecturas, el investigador empieza a
imaginar un a posible estruc turación de las diferentes partes de su trabajo y estable ­
ce un plan provisional de exposición de los resultados de su investigación.

184
Tercera etapa: la elaboración de un plan de exposición de los resultados de la
investigación con la finalidad de brindar una respuesta a la pregunta inicial
La pregunta central y la estrat egia de investigación orientan y guían el proceso
que adopta el investigador frente al problema qu e estudia. De la misma manera,
sopor tan la estructura de su demostración cua ndo elabor a el plan de exposición de
los resultados de su inve stigación (o plan de red acción del trabajo), al momento de
concluir su esfuerzo de refle xión, su plan de lectura y sus operaciones de análisis.
La demostración es un ejercicio ordena do de argumen tación que enlaza la in ­
formación y las explicaci on es en un a estr uc tura lógica y razon ada. Constituye el
principio de construcción de la interpretación. Por su parte , el plan aporta claridad
y co he rencia suplemen ta rias al ejercicio de la demostración y permite que el inves­
tigador se comunique de manera más espontánea con sus lec tores.
A med ida que el investigador ava nza en su intento de demostración (y por esta
vía en la construcción de su interpretación) puede adela n tar a gusto lecturas co m­
plementarias destinad as a pul ir y perfe ccionar su argumen tación; además y gracias
a ellas podrá agregar ejemplos o identificar detalles faltan tes. Debe tenerse en cuenta
que estas lecturas complementarias pueden hacerse en el momento de la red acción
del trabajo. De hecho, nunca es dem asiado tarde para enriquecer la demostr ación
con nuevos elementos, siempre y cua ndo éstos no se aparten de la argumentación
central.

Cuarta etapa: la comunicación final de los resultados


Una vez que haya organizado el plan (es decir, la estru ctura razonada conforme
a la cual se exponen los resultados de la investigación), el estudiante se halla listo
para escribir el texto, cuya cu alidad primordial debe ser la claridad; un texto en que
se busque la concisión y que sea red actad o en un a lengua correcta; un texto pre­
sentado según normas técnicas, de mod o que el lector se sien ta cómodo consultán­
dolo.
En estas condiciones, puede decirse que el procedimiento típico de reali zación
de un informe de investigación ha concluido. En el esquema siguien te se recapitula
este procedimiento en su pro gresión.

185
2. Procedimiento para realizar un trabajo de investigación

Primer momento: la delimitación de un tema

D efinición ini cial y tentativa de un tema de in vestigación

La elecci ón del tema depende de los focos de in terés, de la cultura persona l y de los

int erro gan tes del investigador.

Lecturas pr eliminares

Estas lec turas permi ten situar el tem a en un contexto in telectual e h istor iográfico más

amp lio ; además, permiten conocer las investigaciones que se han realizado en est e terren o

(enciclopedias, diccionarios, manua les de colección de importancia reco nocida, obras de

síntesis, sitios int erne t).

Reconocimiento general del corpus documental

U na vez que el investigador ha iden tificado sus fuente s documentales, debe ade lantar un

recon ocimien to general que le permita eva luar de manera inte ligente el pote nc ial

informativo de las mismas; si no tiene a mano las fuentes documen tales, debe buscarlas,

siempre con refere ncia al tem a q ue ha definido de manera tent a tiva. Nótese qu e la

investigació n de fuent es y la definición de un tema form an parte de un proce so de

adecuación recíp roca que se funda en la preocupación por el rigo r intelect ual.

D efinición co rroborada de un tema de investigación

De obje to de est udio, el tema se conv ierte en un problema específico que de be resolverse.

Título pr eliminar

El títu lo pre limina r es una declar ación ge ne ral de intenciones de una inve stigación ; oper a

como pun to de referencia y de inspiración .

186
Segundo momento: la estrategia de investigaci ón, el posicionamiento frente
al pr oblema, el estudio crítico y el aná lisis de la documentaci ón
Le cturas sist emáticas
Co n es tas lectur as el joven investigador busca documentarse de la manera más
exha ustiva posible (obras especializad as, artíc ulos de pe riódicos, sitios Internet).
Reconocimiento pormenorizado del corpus de fuentes
El invest igado r asimila el cont enido de sus fuen tes con la fina lida d de explota rlas
en relación direct a con los objetivos qu e le ha asignado a su investigación.
Problemática
Co nsiste en plan tearle un conjun to de pregunt as al tem a seleccionado, en aclarar
la perspectiva de estudio, y en elegir el áng ulo de acercamiento adec uado.
Título signifi cativo
El problema y el conju nt o de preguntas asociadas con él se articul an median te
un a fras e escla recedo ra . (El tí tul o pued e ser modific ado cua nt as veces sea
necesa rio ; opera com o pun to de refere ncia, de faro ; es la in spiración de un
programa de inves tigación, de lectura y de demostración).
Hipótesis inicial
Es la respu esta intuitiva que se consi de ra factible y abierta al probl em a planteado;
define un progra ma de inves tigación y de lectu ras; le impr ime al proye cto un a
orien tación de conj unto .
Metodología
Es el conjun to de los medios concret os y operati vos que se despliegan pa ra verificar
la hipótesis o para exp lota r el corpus doc umental, en función de los objetivos de la
inves tigación; ade más, permite identificar con claridad los pro blemas cuya solució n
se busca en el curso de la inve stigación.
Formalización del po sici onamiento frente al problema
Se trata de la presentación y de la justificación de la estrategia de inves tigación
por la qu e se ha optado : pro blema, hipóte sis, me todología (equ ivale a la redacción
de la introdu cción en su primera versión).
Elaboración de un pl an provisionalSe es tab lece un programa ope rativo de
inves tigación y de lec tura est rec ha me n te relacion ad o con los objetivos de la
inves tigació n (carta de navegación ).Estu dio pormenori zad o y análisis del corpus
do cumental
Se estudia la doc umen tac ión en funció n de los objetivos de la inves tigación y
seg ún u n p roce d imi e nto d e term in ad o (metodo log ía ). Se pr oc ed e a la
ide ntificación sistemát ica y a la clas ificación d e la info rmación pe rti nen te
co n ten ida en el corpus docu me n tal de base; se exp lo ta la doc ume n tació n
complementaria; se int en ta relaciona r los elemen tos de información con la finalidad
de reconstituir una realidad ; se establecen consta taciones gene rales; se confronta n
estas co nst a t aci o n es co n la hi pó t es is inic ia l, la c ua l es o bje t o de u n
enr iquecimiento continuo y por ello toma una forma cada vez más sólida.

187
Tercer momento: elaboración de un plan de redacción

Elaboración de una estrategia de exposición de los resultados de la investigación a


partir de un plan pormenorizado
Se presenta y se justifica la respuesta aportada al asunto planteado; se ana lizan de manera
lógica y razonada los elementos de la demostración; se clasifican los dife rentes tipos de
argumen tos utilizados; se distingu e entre ideas principales e ideas secu nda rias (tener un
obj e tivo en la cabeza con siste en hacer progresar los argumentos en un a sola direcció n).

Lecturas complementarias
Estas lectur as permiten introducir una preci sión , mati zar una argumenta ción, agregar un
ejemplo .

Cuarto momento: la comunicación final de los resultados

Redacción del trabajo en una primera versión


Se identifi can y se relacionan los pun tos de la argume ntación y se const ruyen las cade nas
argumenta tivas; se ubican los elemen tos pertin e ntes de la documentación en relación con
la estrategia de demo stración (con una idea en la cabeza, se trata de inform ar y de
convence r al lector) .

Redacción del trabajo en forma definitiva


Deben respet arse las convenciones de uso para la transmisión de los conocimiento s; hacer
uso sistemát ico de los diccionarios; buscar la claridad de la expresión (la consigna consiste
en int eresar, incluso en seducir al lector) .

188
Capítulo 11

Cómo delimitar un tema de investigación

Se considera que un trabajo de investigación comporta en lo esencial tres eta­


pas, a saber: recuperación de la documentación, organización lógica de la informa­
ción recuperada y redacción de un texto de contenido sólido y forma agradable.
En realidad, estas etapas se hallan precedidas por dos operaciones intelectuales
básicas en la prosecución de una investigación: la delimitación de un tema preciso
y que pueda ser objeto de una investigación concreta, así como la determinación
de una estrategia de investigación, que también se denomina «posicionamiento
frente al problema».
En este capítulo se propone un procedimiento simple para delimitar un tema
de investigación (sección 1). Este procedimiento se descompone en dos momen­
tos, a saber: una etapa tentativa de interrogación y de documentación preliminar
(sección 2), y una etapa de razonamiento ordenado e informado (sección 3). En
dos cuadros se esquematizan los criterios aquí expuestos.

1. Precisiones y recomendaciones para delimitar un tema de investigación

La definición del tema es una etapa importante en la realización de un trabajo


de investigación. Sería ingenuo pensar que esta operación se agota en la elección
de un título. Definir un tema consiste más bien en concentrarse en un ejercicio
sistemático de interrogación. Se trata de transformar un tema de estudio o una idea
de investigación en un problema que es necesario resolver. De alguna manera, el
desafío consiste en imprimirle forma a la imaginación y a las intuiciones persona­
les, en convertir la curiosidad intelectual en algo dinámico.
Definir un tema de investigación es un ejercicio complejo para el cual no exis­
te receta milagrosa. Aquí se propone un procedimiento en dos momentos, a saber:
una etapa de interrogación tentativa y de documentación preliminar, necesa­
ria para la maduración del tema, y
una etapa de razonamiento ordenado e informado, indispensable para lograr
un posicionamiento claro frente al problema.
Ahora se verán las cosas más de cerca.

2. La etapa de la interrogación tentativa y de documentación preliminar

La etapa de interrogación tentativa y de documentación preliminar marca el


acercamiento inicial a un tema de estudio. Corresponde al momento cuando las

189
impresiones subjetivas y desorganizadas que por fuerza de necesidad tienen los
investigadores frente a sus temas iniciales, se transforman en conjuntos de ideas
bastante precisas y claro está, relativamente bien documentadas. En algunos casos,
estas ideas corresponden a orientaciones concretas de investigación. El camino
por el cual se efectúa esta transformación puede ser reconstituido de la manera que
aparece indicada en el recuadro de la página 192.

Partir de las inquietudes personales frente a un tema general


Las inquietudes iniciales del investigador guían en un comienzo el procedi­
miento mediante el cual define un tema de investigación. Aún más, lo incitan a
poner el acento sobre tal aspecto o tal dimensión del tema inicial, a seguir una
pista para escudriñarla. En algunos casos, le permiten experimentar simpatía e in­
cluso atracción apasionada por su tema. Estas inquietudes personales expresan la
subje tividad del investigador, que es inherente a todo trabajo intelectual. Sería
erróneo reprimirlas con el pretexto de la inexperiencia. Los jóvenes investigadores
tienen ventajas sobre los investigadores más experimentados, porque suelen no
hallarse movidos por ideas fijas y porque son capaces de ver el mundo, es decir que
pueden abordar con ojos nuevos sus objetos de estudio.
Cualquiera que sea su tema inicial, el investigador siempre tiene para abordar­
lo, profundizarlo y analizarlo un cierto acervo de intuiciones, de concepciones
previas, de ideas generales (a veces un poco confusas). Estas intuiciones, concep­
ciones e ideas no son fruto del azar, sino que dependen en algunas ocasiones del
itinerario intelectual del investigador (lo que ha escrito hasta ese momento), de
sus focos de interés, de sus interrogaciones existenciales, de sus posiciones políti­
cas, del estado de avance de los conocimientos acerca del tema que le interesa, de
la influencia que tienen sobre él otros investigadores. Antes de definir con preci­
sión su tema inicial, el investigador ya cuenta con un razonamiento lógico, deduc­
tivo y subjetivo sobre el mismo. Sin embargo, se trata de un razonamiento incom­
pleto y abierto, en el sentido que todavía no ha sido esclarecido por un corpus
documental amplio y sólido. Sin embargo, definir un tema de investigación sobre
la base de un razonamiento semejante arriesgaría al investigador a incursionar en
un callejón sin salida. En efecto, este razonamiento puede comenzar a volverse
objeto de una investigación concreta en la medida en que es validado y fecundado
por un conjunto de datos de diferente naturaleza (empíricos , teóricos,
metodológicos). En estas condiciones, se torna indispensable que el investigador
documente su tema inicial.

Documentarse sobre el tema inicial


Esta operación documental (cuya realización puede verse facilitada por la ela­
boración de un plan de conceptos -ver capítulo 2-) es indispensable por tres razo­
nes, a saber:

190
porque permite obtener un máxim o de información, de detalles y de precisio ­
nes sobre un tema;
po rque permite descubrir ciertas aproxi mac iones o perspecti vas a partir de las
cuales los investigad ores han abordado el tema;
porque perm ite captar varios aspectos o d imensiones de este tema , es decir
percib irlo en toda su complejidad.
N o es neces ario que esta documentación sea exhaustiva. Bast a que incluya
un a o dos obras de sín tesis, artíc ulos procedentes de enciclopedias y dicci on arios
especializ ados, un a obr a de car ácter historiográfico que le permita establecer un
balance de conocim ien tos sobre un tema o un ca mpo de inve stigac ión y un o o dos
sitios de Internet. Se debe recordar que el objetivo aquí no co nsiste en acumular
conocimi entos. Con est a operación documental se busca más bien el siguiente
objetivo:

Formular ciertas preguntas preliminares aunque susceptibles de ser investigadas


y que conduzcan a la elaboración de una perspectiva de acercamiento al tema
propuesto
Defin ir un tema de investigación no se reduce, en mod o alguno, a en contrar
un título. Co nsiste en plantear un problema, en formular una pregunta princi­
pal , en construir un campo de investigación, en función de un a serie de intuicio­
nes iniciales.
Plantear un pro blema consiste en elegir un a manera de aborda r un tema de
investigación , en adop ta r y delimitar un a perspecti va a partir de la cual uno pueda
acercarse , examina r y comprender un tema de estudio. Esta delimitación puede
fund amentarse en ca tegorías tradici on ales de espacio y tiempo, por ejemplo "La
Revoluci ón tranquila en Q uebec , 1960-196 6". En realidad , el espacio y el tiemp o
no son categorías iniciales o de referencia obligatoria para la delimitación de un
tem a de investigación . Un tem a puede ser definid o en relación co n un problema
teórico explícito (por ejemplo: "C risis del gobierno duplessista y extensión de la
intervención estat al") o a un método particular (por ejempl o: "El crecimien to del
gasto públic o en Q uebec durante los años 1960: verifica ción econo m étrica de un
mod elo completo de gob ierno"; "An álisis del discurso de la intelectu alidad
quebequ en se acerca del episodio de la Revolución tranquila") . .
De hecho, definir un tema de inv estigación equivale a constru ir intelectual­
mente un objeto de estudio, a partir de un conjunto de preguntas qu e poseen un a
cierta un idad o cohesión emp írica, teórica o met odológica. Sin embargo , esta cons­
trucción es progresiva. En esta s condiciones, de un conjunto de preguntas prelimi­
na res, se pasa a in te rroga n tes de crecien te precisión qu e brindan acceso a dimen ­
siones cad a vez más complejas del objet o construido.
El objeti vo de este ejercicio de cu est ionamiento prelimi nar consiste en llegar a
la formulación de orientaciones co ncre tas de investigació n .

191
Formular orientaciones concretas de in vestigación
Estas cuestiones preliminares se fun dan :
en el acervo de info rmación del inv estigado r (es decir, e n la documentación
qu e ha consultado y asimil ado, yen el tr abajo de reconocimiento gene ral de las
fue n tes q ue ha adelan tado);
en sus motivaciones per sonales (es d ecir, lo qu e él de sea investigar, a pesar de
todo lo que even tua lmen te habría por investigar) ; y sobre las primeras compro­
baciones de ind icios, de elementos d e compre ns ión y de info rmaciones q ue ha
acopiado d e maner a implícita leyendo y tomando nota de las obr as.
A sí, las pre guntas prelimina res le pe rmiten al in vestigador ide ntificar cie rtas
orientaciones a partir d e las c ua les puede apre he nde r y exa mina r co n rigor c re­
ciente su tema d e investigación . En este sentido pu ede 'decirse que sólo sabe q uie n
es capaz de formular las pre gu ntas pertinente s l . Como es evid ente, est as or ienta­
cio nes puede n revel arse co mo no susce p tibles de un a inves tigación co nc reta, in­
útiles e incluso conducentes a ca llejo nes sin salid a. Por est a razón, el in vestigador
debe replantearlas y co nfro n ta rlas sin cesar, estable cie ndo un a relación dialéc tica
con la n ueva información co n que se enriq uece cada vez su corpus de co no cimientos.
En el cu ad ro siguiente se resume lo esencial de las últimas afirmaciones q ue se
han exp uesto.
Etapa inicial orien tada a la definición de un tema de investigación
Ideas Tema inicial

co nfusas
Int uicio nes diversas

y Elementos de razonamien to lógico y deduc tivo

deso rdenadas
Co ncepcione s previas
Ideas ge ne rales
Conocimientos d ispe rsos , más o men os precisos
Filtro de las ¿Cu ál es el aspecto del te ma general

mot ivaciones que más me interesa?

personales ¿Q ué cau tiva más mi simpatía?

Eta pa de lecturas pre liminares


(obr as de síntesis, enciclo ped ias, diccion arios especializad os. obras de histori ogr afía,
Filtro de la un o o dos sitios Int e rnet)
documen tación Reco nocimiento general del corpus de fue ntes (si es del caso)
Refinamient o, eliminación de intuicion es, con cepcion es e ideas iniciales
Ideas más precisas
Filt ro del Formulación de preguntas preliminares y de car áct er oper ativ o

pe nsamien to Inicio de la con strucción de un objeto de estud io

informad o que es al mismo tiempo un problem a qu e debe resol ve rse

Pen samien to Determinación de orientacio nes


ord ena do y concretas de investigación
fun dam entad o
Fo rmulació n de un títu lo sugere nte

1. El dicho de q ue "seu l posséde le savoir q ui formu le bien les que stions" es q uizá int radu cible
al españ ol com o tal [N . del T.J .

192
3. Etapa de razonamiento ordenado e informado

Cuand o el inve stigador agot a la etap a de inte rrogació n tentativa y documen­


tación preliminar qu eda en disposición de formular ciertas ideas bastan te precisas
sobre la man era de acercarse a su tema inicial. De esta manera logra imprimirle a su
investigación ciertas orie n taciones concretas y susceptibles de ser investigada s. El
tema de investigación sobre el cual le gustaría trabaja r se precisa. Más aú n, sólo
entonces puede decirse que el inves tigador ha emprendido seriamente la construc ­
ción de su objeto de estu dio.
Sin emba rgo, debe tenerse en cuenta que la información que ha recolect ado y
las not as que ha tomado no han sido objeto todav ía de un a orga nizació n sistem á­
tica en el marco de un texto coherente. Aunque es indudable que aho ra la re­
flexión es mucho más ordena da que al principio y, sobre todo, que se fun da en un
conjunto de datos verificados, no es men os cierto que todavía no permite un a
formalización defini tiva. Ésta se construye mediante un razonamiento ordenado e
informado. Este razonamiento represen ta la manera más fecunda de reorganizar
todos los eleme n tos de la información y de la reflexión que el investigador tiene en
su ca beza, y ello en funció n de un objetivo orientado a precisar, esclarece r y justi­
ficar su tema de investigación.
Como es natural, cada investigad or tiene una manera bastan te personal de
conducir este razona miento. Sin embargo , muchos inves tigadores siguen lo que se
ha convenido en den ominar un razonamiento por con traste, de manera implícita
o explícita . Esta man era de proceder consiste en definir y situar un tema o un
problema en relación con lo que otros inve stigadore s han hecho y en relación con
el estado de ava nce de los co noci mien tos en un campo de estudios. En estas con­
dic iones, cua tro interrogantes estructuran el razonamiento:
¿C uál es el tema inic ial", ¿qué probl emas sugiere?

¿Cuál es el aporte de otros investigadores al estudio de ese tema? (zqué proble ­

mas específicos han sido abordados o estu diados hasta aho ra?)

¿Cómo se pueden hacer avanzar los conocimientos relacionados con este tema?

(zcuáles son los nuevos problemas por definir, las nuevas preguntas por respon­

de r?)

¿Qué razones justifican el interés y la import ancia de mi con tribución? ({ Dón­

de rad ica el interés del problema qu e me interesa estudiar?)

Este procedimi ento intelectual se describe en los párrafos siguientes. Se ord ena

en cua tro etapas (véase el cuadro siguiente).

Fonnular un titulo preliminar


El títul o per mite precisar un subtema en el ma rco de un tema más amplio. A
través de reformulaciones sucesivas se vuelve indicati vo de un tema circunscrito y
pensado.
El título articula en una frase escla re cedora el problema y el conjunto de
preguntas asociadas . Un títul o marca una etapa en el proceso de definición de un

193
tema de in vestigaci ón. Divide las fase s de asim ilaci ón y de profundización de un
problema o de un asunto po r parte del investigador. El título puede re formularse
varias veces a medida que se precisa la reflexión del investigador. Sin embar go , en
tod os los casos, es el hil o co nd ucto r de una intención, de un proyecto en co ns truc­
ción . El título d ebe o perar co mo un faro en la noc he . Por es ta ra zón es preferible,
cuando se in icia el proceso d e definición de un tema de in vestigación , utilizar un
título largo cuyas palabras sugie ra n de inmediato las intenciones del proyecto. Este
t ítulo preliminar se acor tará a medida qu e el inves tiga do r asimile y domine su pro ­
yecto. Al final de una inve stigación, el título podrá tomar un a forma más sofistic ada ,
más abs tracta, m ás imagin ativa, si el caso lo re q uiere. A con tin uación se brindan
algun os ejemplos de títulos:
- "Prácticas de autosubsistencia y con sumo de mercancías generadas por la pro­
ducción cap ita lista en los sec tores rura les de Quebec a me diados del siglo
XVII" ;
- "La impor tancia de la autopro ducc ión y de la comp ra de bien es manufactura ­
dos en la vida cotidiana de los hogares rur ales de Q uebe c a med iados del siglo
XIX";
- "El habitante y el mercado : un estu dio de las prácticas de consumo en los
sec tores rurales de Quebec a mediados del siglo XIX " ;
- "El ciclo de la reproducción natural del ha bitante de Qu ebec a media dos del
siglo XIX";
- "Acabar con el mito del habitante recluid o y autárquico: una imagen dinámic a
del espacio rural de Qu ebec a mediados del siglo XIX" .

Determinar el estado de avance de los conocim ientos relativos al tema inicial


Aquí se tr ata de establecer la contribución que los in vestigadores h an apor tado
al estud io de un te ma: los principales aspec tos que h an sido abor da dos, las pist as
qu e h an sido abiertas, las av enidas que qued an por explora r, e tc .
De h echo, importa precisar el campo de investigación en el cua l se sitúa el
inves tigador y de in fo rmar al lector el esta do de av an ce de los tr ab ajos en este
ca m po, insistiendo en los puntos fuertes y circunscribiend o las lagunas de los estu­
d ios ex istentes. En este mome n to el in ves tigador prepar a el terreno e n qu e se po ­
d rá dis ti ng ui r su investigación en el conjun to de los tr ab ajos de o tros in vestigado ­
res qu e lab or an o han labor ad o en este ca m po.
A continuaci ón se citan algu n as fra ses co ns agradas por el uso y qu e son indica­
tivas de la intención:
H asta aquí los investigadores han abo rdado este tema de estudio de ta l y tal
mane ra. H an resalt ado los problemas siguientes; se han inte resado en partic ular
en íos siguientes aspectos . Han utilizado talo cua l procedimiento metodológico;
han optado por tal o cual problema, han privilegiad o este o aquel aspec to, etc.

194
Precisar la manera de interrogar el tema inicial: descubrir gradualmente el tema
Aquí el investigador presenta de la form a más clara posible el conjunto de
interrogantes relativ os a su tem a inici al. Este conjunto de in terrogan tes define su
propi a perspectiva de acercamien to al tema; en otras palabras, le permite descubrir
en un primer momento un tema de investigación. Este tema se presenta bajo la
form a de un problema que debe ser resuelto. Llevad o más lejos, este conjunto de
interrogantes permite delimitar y precisar aún más el tema de investigación . El
objetivo consiste en resalt ar la especificidad y por qué no la originalidad del pro­
yecto considerado. -
Las siguientes frases consagradas por el uso permiten captar el sen tido de lo que
aq uí se propone:
C re o que in terrogando de esta man era el tema ini cial llegaré a plantear un a
nueva maner a, o al menos una man era difer ente de circunscribirlo. Llegaré a
descubrir el tem a siguien te:

Etapa final orientada a la definición de un tema de investigación

Etapa fin al orie n tada a la definición de un tema de investigación


Formulación de un título sugestivo
(ind ica tivo de la ex istencia de un tem a)

Precisiones sobre el ca mpo de la inve stigación, el terreno de la búsqu eda, el debat e


historio gráfico, me todológico y teórico en el cual se sitúa (o se presen ta) el tema in icial

Determinaci ón de un cierto n úmero de problem as de estudi os qu e ha venido planteando el tem a


inicial
Resaltar el apo rte d e o tros inves tigadores al estudio de l tem a inicial
Estado del arte

Esclar ecimiento de LI n conjun to de preguntas pe rson alizadas, informadas y unificad as


Formalizaci ón de una perspectiva de acercamiento al tema inicial

Definición y justificación de un te ma de in vestigación que se presenta bajo la form a de un


problema que es necesario resolver

Justificar la pertinencia del conjunto de preguntas relativas al tema inicial y el


interés por el tema elegido
Ahora se tr ata de que el investigado r esclare zca las razones que lo mue ven a
interrogar su tema tal y conforme ha decidido hacerlo y no de otra manera. De la
misma forma, para él se trata de justificar el interés del tema que ha elegido. Así
por ejemplo:
¿Qu é justifica este conjunto de preguntas a la luz de preocupaciones precisa s, de
información inédita, de nuevos conceptos opera tivos, de un a met od ología parti­
cula rmente fecund a, etc. ? El tema que he circunscrito tras este ejercicio de in te ­

195
rrogaci ón múltiple es ca utivan te porqu e hasta aquí nadie se había inte resado en
este tema, porque n unca se había abordado este tem a desde este áng ulo teórico,
empírico , etc.
Mediant e estas operaciones intelectu ales el inves tigador circunscribe un tema
de invest igación de un a manera que nada tiene que ver con el proceder titu ­
beante del improvisado r. Selecciona de manera justificada, sus opcion es siempre
son susceptibles de investigación conc reta, entiende el fundamento de sus op­
ciones en sus límit es y alca nces. De esta man era puede decirse qu e tod as las
condiciones co nc urre n para que adopte un posicionamiento esclarecido frent e
al probl em a. Parte del razona mien to orde na do e informado al qu e aca ba de con­
sagrarse, pero va más allá presen tando con claridad otros elementos que orien­
tan de modo decisiv o el ava nce de un a inve stigación. La introducción es el lugar
por excelen cia para forma lizar el posicion amiento frente al problema, co mo se
verá en el próximo capítulo.

196
Capítulo 12

Como diseñar una estrategia de investigación

Antes de emprender una investigación, es primordial proveerse de una estrate­


gia de investigación. El asunto puede parecer una simpleza. Sin embargo, lcuántos
estudiantes víctimas del afán comienzan a trabajar sin saber lo que buscan, sin
saber cómo encontrar lo que buscan, sin tener una idea más o menos definida de
los problemas que deberán afrontar y sin saber por qué avanzan en un terreno
determinado? Al proceder de esta manera imitan a un piloto de carreras que con­
fiado en llevarse la victoria con la mano en alto, considera superfluo darle una
vuelta preliminar a la pista para tomar nota de los obstáculos del recorrido; tampo­
ca se ejercita en el análisis de los efectos del viento, ni establece un punto de
referencia ficticio para fijar el sitio donde comenzará el pique final. ¿Quién aposta­
ría por la victoria de un corredor semejante?
La elaboración de una estrategia de investigacióri supone un conjunto de decí­
siones de carácter operativo que orientan de manera decisiva el desarrollo de una
investigación y la hacen avanzar hacia un objetivo prioritario. El posicionamiento
frente al problema es el elemento central de una estrategia de investigación. Se
trata de un ejercicio analítico y justificado de presentación de un proyecto, me­
diante el cual se consagra la suficiencia intelectual de un investigador en la defini­
ción de su cometido. El posicionamiento frente al problema se expone de ordina­
rio en la introducción de un trabajo de investigación.
El objetivo de este capítulo consiste en establecer la importancia de la estrate­
gia de investigación y del posicionamiento frente al problema en el curso de la
realización de un trabajo investigativo. El propósito que aquí se expone se divide
en dos partes, a saber: por un lado, una breve presentación de lo que se entiende
por estrategia de investigación y por posicionamiento frente a un problema (sec­
ción 1), y por otro, una descripción de los componentes que se movilizan de ordi­
nario en el diseño de una estrategia de investigación (sección 2). La perspectiva
que aquí se expone se ilustra con un ejemplo (sección 3).

1. La estrategia de investigación y el posicionamiento frente al problema

El diseño de una estrategia de investigación es una de las etapas cruciales en la


realización de un trabajo de investigación. Permite que el autor domine su provee­
to y oriente el proceso investigativo hacia la culminación de sus etapas finales .
Durante esta etapa, el investigador precisa sus ambiciones, formula con claridad el
asunto que le interesa, determina sus objetivos principales y secundarios, plantea
su tema en relación con el estado del arte en su campo, le fija unos límites a su

197
proyecto, proce de a las definiciones conceptuales de rigor, delimita el espacio acep­
tab le de su argum entación e indica las precau cion es que debe tomar a la ho ra de
saca r las conclusiones.
Por un a parte, el posicionamiento frente al problema consiste en una argumen­
tación analític a. En el curso de la elaboración de esta argumen tación el investiga­
dor tr an sforma su objeto de estudio en un problema que es necesario resolver. A l
mismo tiempo, ex plica y legitima su proyec to en relación con otros trabajos ya
rea lizados o simp lemente posibles. Por otra parte, se trata de una argumen tación
informada med iante la cual el investigad or define y justifica su man era de aproxi­
marse a su prob lema intelectual, propone un a respuesta parcia lmente in tuitiva a su
preg un ta inic ial (hip ótesis), y describe el conjunto de medios que se pro pone des­
plegar para responder a esta pregun ta , para verificar su hipótesis y para construir su
demostr ación (metodología).

2. El diseño de una estrategia de investigación

El diseño de un a estra tegia de invest igación es un ejerc icio intelectual que


exige del investigado r una gran coherencia en la formalización de sus intenciones.
Integra de ordina rio cerca de ocho compon en tes principales, a sabe r: un pro­
blema bien de fin ido; un proyecto de estudio delimitado en relación con los traba­
jos existe ntes ; un objetivo preciso de investigación ; un cues tion ario fecu ndo, es­
clarecedor y estimula n te; un a hipó tesis suscep tible de ser investi gad a; un a
metodología; un diagnóstico lúcido de los límit es de la investigación, y un anuncio
de la etapas de l plan de la demostración.
A contin uac ión se precisarán estos componentes un o por uno. Como se ha
dicho, la estrategia de investigación y el posicion amien to frente al prob lema se
presenta n en la introdu cción de un trabaj o invest igat ivo. A título de ejemplo y
para facilitar la asimilación de las ind icaciones exp uestas, al final de este capí tulo se
reprodu ce la introducción del .libro de Louise D ech ene, Habitants et marchands de
Montréalau XVII e siecle [Habitantes y mercaderes de Montreal en el siglo XVII] (Mon treal,
Boréal, 1988 [1974], 532 p., il., co l. "Boréal cornpact", n° 5.

Un problema bien definido


Ante todo, el diseño de un a estrategia de investigación eq uivale a fijar el punto
de partida de la empresa intelectual vista en co njun to . En la práctica, el investiga­
dor debe estab lecer de man era clara la pregunta general que lo motiva; al mismo
tiempo, debe definir el problema in te lectual qu e lo inspira. Sobre tod o, el diseño
de un a estrategia de investigación consiste en mostrar cómo un tema de investiga­
ción es también un problema que requi ere solución . De la misma manera, consiste
en definir el campo de l debate científico en el cual se quiere situar la investigación
empírica, que a par tir de este momento se er ige como un med io para profundizar,
renovar y estimular el debate intelectual.

198
As í por ejemplo, el tema del libro de Lou ise De chene gira alrededo r de los
habitantes y los merc aderes de Montreal en el siglo XVII. El problema subyacen te
que interesa a la historiadora es "la form ación de un a sociedad coloni al que emergió
como conse c uencia combinada del traslado de una población euro pea sometida a
la influencia del despl azamiento, la tradición y la nueva experiencia en América".
Se trat a de un problema teórico cuyo alcance trasciende los límit es de la ciudad de
Montreal.
De esta manera, tod a la investig ación de la autora se hall a inspir ada en un a
dialéctica entre un objeto de estudio que deb e profundizarse (los habitantes y los
mer caderes de Montreal en el siglo XVII) y un problema intelec tual qu e debe ana ­
lizarse (la adaptación de pobl aciones a un nu evo espacio geográfico que las limit a
hasta cierto punto, y la formación de un a socieda d colonial).

Un proyecto definido en relación con los trabajos existentes


Elaborar un a estr at egia de investigació n co nsiste en tomar co nciencia de lo
que se está haciendo en relación con lo que otros investigadores ya han hecho.
Supone un cierto conocimiento de la producción científica qu e se ha generado
alrededo r de un objeto de estudio determinado. De la misma man era, implica un a
consulta más o menos aten ta de los trabajos de algunos autores. Así, de manera
directa o indirect a, el investigado r apr ende a con ocer su propi o tem a, logra sit uarlo
en relación co n los escritos de otros inve stigadores y establece la origina lidad o el
aporte complemen tario de su proyecto. Por este camino se logra responder los si­
guientes interrogantes: ¿Q ué han hecho otros investigadores en este campo? ¿Qué
puedo hac er yo - o qu é debe hacerse aho ra-? ¿Cómo puedo con mi proyecto con­
tribuir al avance del co nocimien to o al enriquecimiento de un debate ? C uando se
responden estos interrogantes, se justifica un tem a y se aclara un proyect o de cara
al lector.
En la introducción de Louise Dechene este ejercicio de contextualización y de
justificación se encue ntra en seguida de la definición del problem a, e incluye tre s
elemen tos claves: .
- "Problema de mud anza y ada ptación , al que la historiografía canadiense- que
suele volar dem asiado alt o- no le ha reserv ado tod a la atención que merece".
"Para ar tic ular esta imagen co n la de los habitantes [. . .]".
" [. .. ] es necesario reconstruir, etapa por etapa [... ]".

Un objetivo definido de investigación


A l mom ento de elaborar su estrategia de investig ación, el investigador debe
enu nciar de manera clara cuál es, por encima de todos los objetivos qu e persigue,
aquél que busca en primer luga r, aquél que le imprime sentido a todo s los dem ás; en
s ma , aquél al que tod os los demás deben subordinarse.
Loui e Dechene se prop on e com o objetivo principal la con sideración de la
soci dad canadiense como una realidad dinámica y mu ltiforme. Por esta razón

199
plantea la hipótesis de que esta sociedad se aparta del modelo francés de Antiguo
Régimen.

Un cuestionamiento fecundo, esclarecedor y estimulante


Elaborar un a estra tegia de investigación consiste en interrogar un objeto de
estudio medi ante un cuestiona rio, esto es, con ayuda de un co njun to de preguntas
qu e presentan un a cierta un idad teórica o empírica, o que tienen fund amento en
un a metodología particular. La elaboración del cuestionario, qu e debe hacerse en
estrecha relación con un reconocimiento y un a crítica de las fuentes (manera de
saber lo que esas fuentes revel an en efecto) , determina el ángulo de aproximación
al tema. Además, fij a la perspectiva en que se ubica éste. Por último, establece los
aspec tos que privilegia el investigador y sobre los cu ales realizará su trabajo. Este
ejercicio de cuestiona mien to corresponde a la elaboración de 1problema, tal como
se la conoce de ordina rio.
En la introducción de Louise Dechene se privilegia un cuestion arniento que se
funda en las lagun as e insuficiencias de la historiografía en relación co n la sociedad
can adiense del siglo XVII. Este cuestiona mien to encuen tra su unid ad en el objetivo
qu e persigue la auto ra, el cual co nsiste en recon stru ir esta sociedad a partir de un a
perspecti va en la que se privilegia el protagon ismo del colon o y de la socied ad
local, junto con el aná lisis de las limit aciones relativas que impon e el espacio geo­
grá fico de asentamiento. Tamb ién encuentra su unidad en el procedimiento
metodológico de sarrollado por la red de inve stigadores en el seno de la cual se
formó la historiadora. Esta red se propu so explot ar el potencial informativ o de
documentos seriados, privilegiand o el estudio de fenóm en os macroscópicos (mo­
vimientos poblacion ales, estr at ificación social, condiciones de la producción eco­
nómica y del comercio, uni verso de las repre sentaciones mentales).

Una hipótesis susceptible de ser investigada


A l elaborar su estrategia de investigación , el est udioso prop on e un a hipót esis
para resolver el interrogan te qu e inspira su labor. Una hip ót esis co nsiste simple­
mente en un a respuesta prob able, plausible o posible a una interr ogación inici al.
En su formula ción básica, al comi enzo del trabajo intelectual, la hipótesis impuls a
y orien ta la inve stigación. A lo largo de modific aciones y redefinicion es sucesivas,
le descubre al investigador vetas qu e debe excavar y direcciones qu e debe -seguir,
En su versión más aca bada, la hipótesis es el sillar sobre el cua l se despliega un a
estrategia de demostr ac ión . Mientras más se prolon gue ei trabajo, más aspectos se
aborda rán en la investigación y mayor será el número de hipótesi.s formuladas. Por
otra parte, aunqu e una hipótesis puede afirmarse y conducir a una interpretación
concluyente, tambi én puede reve stir un carácter parci al, provision al o incluso
exp loratorio. En tod o caso, el investigador está obligado a hacer explícita su hipó­
tesis, a fij arle un os límites y unos grados de pertinencia a las respuestas qu e propo ­

200
neoN unca debe olvidarse que una h ipótesis jamás debe operar como un par de
an teo jeras qu e le impidan al inv estigador ver la realidad en su comp lejidad y mati­
ces. H asta el fina l de la inves tigación, la hipótesis debe ser co nsidera da co mo un
medio heurístico y jamás co mo un axioma.
Lou ise Dech ene pro pone un a h ipótesis implícita en la introd ucció n de su obra.
En efecto, consid era que la sociedad can adie nse del siglo XVII se ap arta del mod elo
francés de A ntiguo Régimen, a pesar de qu e ciertas funciones y prácticas y de q ue
ciertos círculo s de influencia se asemejaban a los que operaban en la me trópoli. La
auto ra también plan tea la hipótesis de qu e Montreal co nstituye un microcosmos
de la sociedad ca n adie nse de la época.

Una metodolo gía

Elab or ar una estrategia de investigaci ón también supone qu e el investig ador


sabe preve r, recon oce r y resolver, hast a donde las co ndicio nes se lo permitan , los
princip ales obst áculos qu e p uede n pr esen tarse durante el desarrollo de la inves­
tigación (obstác ulos asociados po r ejemplo co n la formació n de un corpus docu ­
mental vá lido y cre íble, co n la definición de conceptos y de n ociones, con los
límites impl ícitos de un mét od o de análisis). En co ncreto, el in vest igador debe
ser ca paz de responder a los siguientes interrogantes que él mismo se plan te a:
¿Q ué med ios, qué es tr ategia debo util izar para verificar la h ipótesis en unciada al
co mienz o de mi in vestig ación? ¿C uá l es el me jor m edio para h acer ava nzar el
debate en este ca mpo pr eciso de la inv estigación cien tífica ? ¿Cómo supe rar los
problemas concretos qu e plan tea el est udio de mi tema? D e esta maner a define
su me to do logía.
Este ejercicio de defin ición metodológica es el aspecto mejor elabora do en la
introdu cción de Lou ise Dech en e. La autora enfatiza tres puntos, a saber:
una presen tac ión del pro cedim iento qu e considera adecuado p ara reconstituir
la socie dad ca nadiense del siglo XVII, tal como ella se lo propone , es decir, en
funci ón de sus objetivos como inv estigad ora;
un a justificació n de la selec ción de Mo ntrea l como unidad socioeconómica
representativa de la socied ad cana diense del siglo XVII, unidad que es lo bast an­
te significa tiva co mo pa ra per mitir un aná lisis de am biciones más amplias;
un a argumentación sobre la naturaleza, riqueza y límit es de las fuentes utili­
zadas.

20 1

3. La formalización de una estrategia de investigación y de un


posicionamiento frente a un problema: un ejemplo!

Problema En la base de es te estu di o se plante a el pro blema de la formac ión de un a soc iedad colo ni al q ue
intelectual eme rgió como co n sec ue ncia com bin ada del tr asla do de una pobla c ió n eu rop e a sometid a a la
inicial in flue nc ia del desplazami ento, la tr adición y la nu ev a experie n ci a en América . Se tra ta de un
pro ble ma de muda n za y adap ta c ión, al que la historiografía c an ad ie nse -q ue suele vo lar dema­
siado a lto-- no le ha reservado toda la ate nc ión q ue mer ece, co ncen tra da co mo h a est ad o en los
D istanciamiento proy ec tos impe ria les , e n las rival id ades m e tropo lita nas y en las dec isiones admin istrativas.
crítico con la Q uie nes se han inclin ado por el estudi o de la soci ed ad de régim en francé s ha n privile giad o la
historiografía o bservación de esa brev e tregua entre dos guerras que es el siglo XVIII , peri odo d ura n te el cua l los
existente pa rti c u larismos co loniales se d efinieron casi por comp leto. Los acon tecim ientos pol ít icos y
militar es junto co n los gran d es pe rsonaj es protagonizan la esce na durante e l peri od o d e ges ta­
ción precede nte; a llí los colo nos ape nas a pa recen, pi ntados con los ras gos de c azad or es de los
Superación del bosques que las a u to ridades se esforzab an en vano por sedentar izar, Para articular esta im agen
corpus de co n la de lo s h abitantes que cien años m ás ta rde defe n d ieron de l invasor e l pa ís q ue habían
estudios logrado orga niza r - resíst íen do pa lmo a pa lmo de trás de sus gra njas-, es n ecesari o reconstruir,
disponibles: e ta pa por e ta pa, la e volu ción de una soc ieda d qu e dejó huellas d iferentes a las impr esiones de un
enunciado puñado de admin istradores , d e me moriali stas d esentendid os de lo cotidia n o, d e viaj ero s a la
inicial del caza de lo pintoresco, fuentes que han sido reeditadas hasta el cansa ncio , según las preoc upacio­
proyecto nes de m úl tipl es au tores .

El itin e ra rio del a ná lisis d eb e integrar un es tu d io de la in migrac ión y de lo s di fere nt es espacios


e n q ue se prod ujo el des pla za m ie nto ; e n segu ida , se jus ti fic a u na indagació n de las categorías
so cio -pro fesion a les qu e eme rgiero n e n el contex to colonial, del mo n to d e los ingresos y de los
Explicación y géne ros de vid a. ¿A caso proce d er de esta ma n era ga rantiza que se co no zcan las nu ev as realida­
justificacíón del d es oc u ltas bajo las etiqu etas an tiguas, e n otras palabras, el fun d am ento de es ta es tructu ra social
procedimiento dotad a d e carac te rís ticas espe cíficas? D escribir no es sufi c ie nte. En e fecto, si u n an álisis más
elegido; pro fundo co nfirm a que la sociedad can adiense se a pa rta del mod elo francés de ant iguo régi men,
principales ha bría que pr oceder a expli car esta situac ió n . La prime ra inv est igación consiste e n acl ar ar los
etapas del proc esos de produ cció n y de in te rc am bio e n la co lon ia, así co mo las rel aciones en tre estos dos
proyecto sec to res , pa ra llegar a descubrir el verdadero lugar que ocu pa n sus age ntes. De la mism a man era ,
est a in vest igac ión con sid er ar á los vínculos extraeco n órnicos, de rivados co n frecu e n c ia de un
mo do de pro du cción extranj ero, implantado, y qu e se integró de modo gradu al en la orga n iza­
ción loca!.

Conversión del El inv es tigador no se h all a frente a un reto fácil, su m ido e n t re la econo mía , la geografía, e l
problema universo mental d e los in migrantes, las pautas qu e les fueron im puestas y la respu esta col ec tiv a
intelectual en en sus manifest aciones más duraderas, los complejos circui to s de influenc ias y el des arroll o
objetivo y en pr ecipitado , pro pio del tiempo cor to en A mérica. Ca p tar est a rea lidad diná mic a y m ul ti fo rme
objeto de es un proye ct o am bic ioso, que yo no hubier a podi do cu lm inar e n la esca la d e la Nueva Francia .
estudio A pesar de se r poco numer osos , los colonos se hall aba n di sper sos, ta nt o como [as fuent es que
permiten estudia rlos. Por es ta razón , el tr abajo tomó la forma d e u na monografía so bre la isla de
Montreal. Un es tud io loc al se torna sig n ifica tivo cuand o logr a ide nt ificar en este territor io los
atributos pr inc ipa les de una reg ión más am plia. M ontreal res ponde a es te req uer imiento por ser
un es pac io de co n flue nc ia. El co me rc io de pieles es e l prime r ingredi ente e n la c reación de est e
Justificación ase ntamiento in terior, au nque la ag ricu ltu ra se desarro llab a allí de modo paralelo, en con d icio ­
nes bastantes sim ilares a las de l resto de la co lo n ia. Así se perfila un buen punto de observaci ón
par a estud iar los vínculos e n tr e la ci udad mercantil y los cam pos. Se tr a ta sin dud a de una
peque ña unidad de cin co mil habita ntes em pad ron ados en 1720, y q ue sin e mba rgo representa ­
ban un a q uin ta parte e n e l co n ju nto d e la pobl ación c a nad ie nse. En es tas co nd ic io nes, la
mues tr a adqu ie re una im po rt ancia rela tiva . En este espa c io bien de fin ido se v ue lve po sible
recoger una doc u me n tac ión lo bastante sustan c ia l co mo para es tud ia r con pro fu n d idad un
problema que tr asciende en a mplia medida los lími tes de aq ue l espac io.

1. Lo uise Deche ne, Habitants et marchands de Montréal au XVII' siecle, Montre a l, Bo ré al, 1988
[1974], S3 2 p. , iI. , col. "Boré al co rn pa c t" , N º S, p. 7-11.

202
Esclarecimiento Es pre ciso recordar q ue no ex isten es tadís ticas par a el conju n to de la co lo nia, co n excepción
del de los censos irr egulare s y pa rcos en infor mació n , sob re todo los rel ativos al siglo xvu, No
procedimiento ex iste info rmación algu na so bre los movimientos migra tor ios, ni sobre el vo lu me n del come r­
metodológico cio an tes de 172 9 , n i sobre la ocupación efec tiva de las tie rra s, ni sob re los rend imientos
ag ríco las; tampoco datos catastrales ni de ca pitac ión , ni me rc uriales, ni registros de tala. La
co rresponde ncia ge ne ra l, q ue es el eq uiva lente de los fondos de los intende nt es e n las prov in­
cias fra ncesas, es m uy incompleta pa ra las prime ras décadas y e n todo caso de u na po breza
Ejercicio de pro ve rb ial sobr e los det alle s de la vida mat erial. Po r el co n tr ario, las fuentes cuan tita tivas,
critica de ent re ot ras, son bastan te n umerosas para el te rrito rio bien ad min istrado de la isla de Montreal :
[uentes listas de in migrantes, va rios censos y regist ros de cotizac ión, los arc hivos de l Tri bu n al del
Go be rna do r y la co rrespon de ncia de los señores. Tam bién pu de efectuar un some ro an álisis de
los regist ros par ro qu iales, co n el q ue qu ise estab lece r la relaci ón en t re los parc ialme n te
co noc idos comportamie n tos dem ogr áficos y los fund am en to s de la exis tencia. El uso de la
inform ación so bre los movimientos migr at ori os es co mpl icado , en razón del vo lumen de tal es
movim ien tos. Por o t ra pa rte, hu b iera sido inútil q ue re r pr eceder a los dem ógrafos de la
Uni versidad de Montreal en la e mp resa de reco ns titu ir la totalida d de la población ca nadien­
se , labo r q ue ini ciaron hace varios años.

Recogí los ma te ria les para la presen te obra en las minut as no taria les sobre todo . Logré
reconstitui r la natu ra leza y la evol ució n de l sector com e rc ial, conside rando de maner a siste­
má tica todos los co n tratos de las socie dades , las obligaciones, los com promisos y los inv ent ario s
de los comercian tes. De la misma ma ne ra, una vez q ue han sido seriados, los ac tivos re laci o­
nados con la agric u ltu ra, los pagos de composició n (acensements), las ven tas de tierras, los
arrendam ien tos rur ales, em padronamientos, proy ect an un a n ueva claridad sob re la vida de los
ca mpos . En los arc hi vos no ta riales ta m bién encontré tes timon ios sobre los gru pos y las
relac io nes soc iales, as í co mo sobre la o rgan izac ión familiar. Tu ve q ue man ipul ar miles de
regist ros, y aunq ue co n frec uenc ia los resu ltados no es tuv iero n a la al tu ra de mis expectativas,
esta masa de documentos co n trac tua les siempre bri nda ele mentos de explicació n cu ando se la
yux tapone co n o tras fuentes.

Delimiración del Falta explicar los restantes límit es del estudio. La fronter a cro no lógica se impone de mod o
estudio na tu ral. Se trat a de la histori a de la implan tac ión de una organ ización económica, de la form a­
ció n de una sociedad, proceso que culminó en el prime r cuarto del siglo xvu. Co n ello en tiendo
que concluyó la fase ini cial de adaptació n, de tr ansformacion es rápi das, tr as unos com ienzos
ten tativos y aná rquicos , hasta la organ izació n de un as estructuras. No es qu e la col on ia ha ya
cesa do des de ent on ces de evolucio na r, sino que el ritmo se es ta bilizó, cie rtos rasgos de carácter
d urade ro se volvieron una adq uisició n .

Este tr ab ajo no pretende ser un es tu d io exh au sti vo de los pro ble mas q ue surgen en Ca nadá
d uran te es tos tr es cuartos d e siglo. Au nqu e es indud able q ue la histo ria política de Montrea l
está ligad a de manera ín tim a con los destinos del imperio francés, deb o precisar que no abor do
esta d imensión . O tros lo han hech o an tes que yo, y lo han hec ho bien; les agradezco e l
Justificación de haberme brindado las claves par a co mp re nde r la tr am a de los aco ntec imie n tos . Tampoco se
los límites del encuen tra n aquí reflexi on es sobre los fact or es que han imp edido un crecimiento par alelo al de
estudio los estableci mien tos ingleses. Las razo nes se hallan en o tra pa rte, a sabe r: en las decisiones qu e
cond ujeron a un a ubicació n desafortunad a , y en la Fra nc ia de Luis XIV, q ue no se ca racte riza
po r ser ex po rt adora de hombre s. S6 10 me importa co nside ra r la vida ec onóm ica tal co mo fue
y no como hubier a pod ido ser en o tro s lugar es y ci rcunstancias. Au nq ue el pun to de obse rva­
ció n es claro, la obs erva c ió n mism a esc ap a e n parte a mis in vest igaciones, puesto q ue los
prin cipales víncu los entre Fra ncia y Cana dá se in terrumpen en Quebec. En es te sentido, me
pa rece q ue habría que co menzar por estab lece r las articulac iones int er iores, pues to qu e en un a
perspec ti va de la rga d ur ac ió n no son las co mpa ñías met ropolita nas las qu e cue n ta n, sino la
o rgan ización local la que eng end ra una sociedad nueva . Tampoco me ha pa recido de ut ilidad
reto ma r los asp ec tos ge n er ales de las instituciones c iviles, milita res y reli giosas. Sólo me he
detenido en la considerac ión de aq uel lo q ue toca de ce rca la vida de las com un idades de
Mo nrrea ], oc upándo me apenas de lo conocido y priv ilegia ndo lo menos co nocido, a sabe r, las
se ño rías, las fami lias y las parroqu ias.

203
En resum idas cue n tas, esta obra reúne vari as investigaci on es que co nve rgen en un mismo
pun to . Ca da una de ellas ha sido ade lan tada con el mayor rigor posible, aunque del con junto de
inter rogantes planteados sólo algunos recibe n un a respuesta concluyente . Por lo dem ás, cuando
el caso se prese nta , planteo hipótesis y adelan to interpre tac iones, sin disimular n unca las
debilid ades de las demostraciones. ¿Acaso no es así com o la historia proced e y presta sus
servicios? El trabajo hab rá sido útil si mis insu ficiencias tien e n por resul tado cond ucir a ot ros
inv estigadores por estas mismos send as/o

Valorar con lucidez los límites de un estudio


Al momento de diseñar una estrategia de investigación, el estudiante debe ser
conciente de sus opciones. Así podrá, de cara al lector, fijarle unos límites a su
proyecto. Procediendo de este modo demostrará su capacidad para discernir el
alcance efectivo de su análisis y conclusiones. Llegado el momento, sabrá recono ­
cer que ciertos aspectos de sus análisis no son más que una exploración, que el
valor de sus conclusiones es apenas hipotético, que su argumentación tiene el al­
cance de una sugerencia. Sólo en los tres últimos párrafo s de su introducción Louise
Dechene le revela esta intención al lector.

La exposición de las etapas del plan de demostración


Por último, elaborar una estrategia de investigación supone que el estudiante
conoce los pormenores de las etapas de su proyecto. Significa que es capaz de
prever los aspectos principales de la evolución de sus intenciones (plan de demos­
tración y de argumentación). Indica que sabe lo que es necesario hacer, lo que
debe documentar y cómo proceder para alcanzar los objetivos que se ha propuesto.
Múltiples sorpresas pueden producirse durante el desarrollo de un a investigación.
En repetidas ocasiones, las opciones iniciales requerirán ajustes, incluso cambios.
Sin embargo, un investigador que carece de una visión de conjunto de un proyec­
to, renuncia a considerarlo como un todo, le niega la posibilidad de tener un futu ­
ro ...
Aunque en su introducción Louise De chene no insiste sobre el plan de argu­
mentación y de demostración que sigue, en el parágrafo que comienza con la frase
"el itinerario del análisis debe integrar .. ." anuncia con brevedad las etapas que
desarrolla en su plan de trabajo.
La formalización de una estrategia de investigación y de un posicionamiento
frente a un problema constituye una etapa importante en el proceso de realización
en un trabajo de investigación. Una vez concluida esta operación, el investigador
puede pasar a otra etapa del proceso, a saber: la compilación definitiva y el análisis
minucioso de su corpus documental.

2. Los agrad ecimien to s que apa recen al fin al de la int roducc ión no se han rep rodu cid o.

204
Capítulo 13

Cómo exponer los resultados de una investigación


en función de un objetivo definido: el plan de trabajo

Tráte se de un ejercicio de descripci ón o de un ejercicio de demostración, el


trabaj o de investigación es un todo organizad o. La razón es simple. El investigador
debe ordenar de manera inteli gente y lógica las etapas de su razonamiento, de su
argumentación y de sus pruebas, de manera que incite sin cesar al lector a realizar
un esfuerzo de inteligenci a. La aplicación de este procedimiento dep ende de un
objetivo que consiste en establecer la juste za de la hipóte sis planteada en el origen.
De la misma manera, el procedimiento dep ende de una finalid ad implícita me­
diante la cual se busca persuadir al lector.
La mejor manera de desplegar este procedimiento consiste en elaborar un plan.
En cierto mod o, este plan es un a maqueta, un medio que permite verificar a priori
la coherencia de un a estrategi a de dem ostra ción . Por otra parte, el plan es tambi én
la columna vertebral, la estructura sobre la que desc ansa un texto. Cu ando falta el
plan, la estructura no será más que un agregado de párrafos, frases y palabras desar­
ticulados y sin perspectiva. De ahí la importancia del plan en el desarrollo de una
investigación.
En este ca pítulo se propone un método para elaborar un plan de trabajo . Una
vez se defin a en qué consiste este ejercicio intelectual (sección 1), se formul arán
algunas recomendaciones que el investigador debería seguir al momento de elabo ­
rar un plan (sección 2). El objetivo culminará con el estudio didáctico de un ejem­
plo (sección 3) .

1. Organizar de manera lógica las ideas: la importancia del plan

En qué consiste un plan de trabajo


El plan de trab ajo es una et apa capital durante la realización de un trab ajo de
investigación . Es el mom ento en que la reflexión y la recuperación documental
funcion an y se organizan en forma equilibrada, ordenada, progresiva y acumulativa.
La elaboración de un plan de trab ajo es un ejercicio de articulación del pensa­
miento. Por parte del investigador, supone dominio y asimilación de su tem a de
estudio. De la misma manera, consiste en un trab ajo de gestión de las ideas, de
clasificación de los diversos tipos de argumentos, de reagrupamiento de los ele ­
mentos de inform ación en función de un objetivo definido. Elaborar un plan
consi ste en poner a punto una estrategia, en organizar los materiales disponibles
con miras a alcanzar un objetivo.

205
Funciones de ciertos planes de trabajo l
Durante la elaboración de un plan detallado de trabajo, el investigador se pro-
pone dos grandes objetivos:
en primer lugar, planificar un a estrategia de demostración hast a en los menores
detalles, lo que significa:
• organizar de manera lógica el encadenamiento de los diferentes argumentos ;
• desarrollar la demostración de manera progresiva;

• matizar y ponderar las afirmacion es, armonizándolas con los diferentes ele­

mentos de la argumentación.

Enseguida, presentar al lector las afirm aciones de la manera más coheren te

posible, lo que significa:

• evitar las repeticiones y las redundancias;

• evitar los choques violentos y la acumulación confusa de ideas;

• asegurarse de que los diferentes elementos del razonamiento se disponen de

manera gradual.

En ambos casos, el plan de trabajo sirve para que la investigación, el an álisis y

la demostración avancen en una dirección precisa. De hecho, durante el trabajo


de redacción, el plan se revela mu y útil par a los investigadores, por tres razones
principales:
El plan de trabajo le indica al investigador "por dónde debe comenzarse", por­

que le permite est ablecer un orden en la sucesión de las ideas expuestas. De

este modo, se mitiga la consabida angustia de algunos investigadores ante la

página en blanco.

En la medida en que las ideas se integran a partir de ahora en un plan progre­

sivo, no corren el riego de ser olvidadas o deformadas en un a argumentación

demasiado rápida o mal estructurada. De esta manera, la redacción gana en

coherencia y claridad.

El peligro de repetirse disminuye de modo considerable, gracias al esfuerzo de

organización y síntesis. De la misma manera, las transiciones y los encadena­

mientos se facilitan , porque la relación entre las ideas que se refuerzan unas

con otras ha sido establecida de antemano.

2. Cómo elaborar un plan de trabajo detallado


Tres grandes etapas marcan el procedimiento de elaboración de un plan: en
primer lugar, un trabajo de ordenamiento de la documentación recuperada ; ense ­

1. Debe not arse que no resulta inútil elaborar el plan de trabajo antes de finalizar la recupera ­
ción de la doc ument ació n. En esta et apa de la inves tigació n , el plan debe operar a mod o de ca rta de
navegación, de br újula, de mecanismo de orien tació n y art ic ulació n del proyect o. En este se ntido no
se debe ser dem asiado estr icto. De hech o, el plan pued e tom ar la forma de un esbozo que pued e
precisarse de mane ra continu a. A med ida que el investigado r domina su proyecto y asimila su
doc umentación, el plan se convierte en un pilar sobre el cual se cons tr uye la o bra. De un escena rio
prelim inar de desa rrollo se tran sform a en un plan det allado de con strucción .

206
guida, un trabajo de poda; por último, una etapa de gestión. Ahora se verán las
cosas con más detalle.

Primera etapa: el ordenamiento de la documentación


Antes de emprender la elaboración de un plan detallado de trabajo, el investí­
gador ya tiene en la cabeza un cierto número de ideas, de argumentos, de elemen­
tos de información y de ejemplos que se propone movilizar para alcanzar un obje­
tivo. El objetivo consiste en responder a una pregunta inicial, en demostrar la
justeza de unos objetivos, intentando por todos los medios informar, persuadir,
interesar y seducir al lector. Estas ideas, argumentos, elementos de información y
ejemplos constituyen la materia prima que ahora se debe ordenar.
Durante el desarrollo de la primera etapa de un plan de trabajo, el investigador
reúne, agrupa con inteligencia, ordena y clasifica los diversos elementos de infor­
mac íón que se propone incluir en la estrategia de demostración que ha concebido.
Este trabajo de formalización es todavía rudimentario, se trata de algo así como de
la prefiguración de la estructura de un rompecabezas. En desarrollo de esta etapa,
se enuncian los títulos de las secciones y se precisan las ideas principales que se
desarrollarán en cada una de las secciones y subsecciones. De modo previo, se
vierten los elementos de información en fichas o en un cuaderno electrónico,
clasificándolos de manera preliminar, es decir reuniéndolos alrededor de una idea
central. Luego se clasifica la documentación. Por último, se definen las transicio­
nes y los encadenamientos entre secciones y subsecciones,

Segunda etapa: la poda


En la segunda etapa se busca identificar y conservar en el plan detallado de
trabajo sólo las ideas que se juzguen esenciales para la realización del objetivo
central del plan de trabajo. Este objetivo central permite determinar la unidad
del conjunto en desarrollo. En estas condiciones, el investigador no debe dudar
en suprimir cualquier idea, argumento, información o ejemplo que represente una
digresión en relación con la unidad de conjunto de su objetivo central. En efecto,
la coherencia del texto es uno de los principios fundamentales del ejercicio de
redacción.

Tercera etapa: la disposición


En la tercera etapa se busca escribir las ideas, los argumentos, los elementos de
información, los ejemplos y los datos de toda índole en el marco de un razona­
miento lógico, progresivo y acumulativo. En suma, se trata de construir un texto
a partir de elementos dispersos que carecen de unidad inmanente. Por tal razón
esta unidad debe ser construida. Como puede verse, el plan de trabajo desempeña
un papel determinante en esta operación de construcción.

207
El ord enamien to de los hech os, de las ideas y de los argum entos obedece a
ciert as reglas consagrad as por el uso. A pesar de no ser universales ni formales,
estas reglas cumplen un a fun ción fund amental en el equilibrio de un texto.
De esta manera, result a por completo oport uno proceder al ord en amiento de
los hechos, de las ideas y de los argumentos de modo que se valoricen uno s con
otros. Esta man era de proceder implica que el inves tigador ide nti fique los pasajes
cru ciales de su argumentación y oriente su estr at egia de modo que gan en cad a vez
en importa ncia.
La idea que el investigado r se propone desarr ollar suele aparece r formulada al
com ienzo, como encabezamiento de párrafo, de sección o de capít ulo. Esta idea
puede apoyarse en argume ntos de orden lógico. En este caso, la finalidad es teóri­
ca en esencia , pues la argum entación se construye sobre sí misma. Esta idea tam­
bién puede apoyarse en argumentos de carácter empírico. En este caso el argu­
men to se funda por lo esen cial en el examen de los hech os. Co mo es evide nte, el
investigador puede construir su objetivo utilizando de manera simultánea estos dos
tipos de argumentos. Los ejemplos que sirven para apun talar un a estr ategia suelen
ir enseguida de la en unciación de la idea y de la organización de los argumentos.
La idea princ ipal preced e a la ide a o ideas secundarias. Es el eje alrededor del
cu al giran los enunciado s complementarios, cuya finalid ad consiste en apuntalar,
explicitar y reforzar la idea prin cipal. El argumen to principal suele preceder el
argumento o argumentos secundarios. Por último, ha de tenerse en cuenta que el
ejem plo más convincente y flagrante debe aparece r en primer lugar. Sin embargo,
ciert os investigadores reservan a veces para la últim a parte de su texto la expos i­
ción de su argumen to más fuert e, más curioso, más original o más paradójico, en la
med ida en que suponen qu e el lec tor recu erda y reaccion a con mayor espontane i­
dad ante aquello q ue ha impac tado su ate nción de man era más reciente. Todo
dep ende de la estrategia de seducción que adopte el investigador. Esta pued e ser
con struid a alrededo r de un a provocación contin ua al lector, de un razonamien to
implacable do tado de una lógica demoledo ra, de una argumentación fundamenta­
da con hechos, y así suce sivamente.
Sea como fuere, hay un principio esencial que no debe olvidarse . De hech o, el
valor de las ideas no sólo depende de su pertinencia sino , an tes qu e n ada, de su
ord en amiento. Una idea rode ada de un ambiente argumentativo pobre pierde
fuerza y limita el alcance del objetivo desarrollado por el inves tigado r.

3. Un ejemplo de plan de trabajo

En las páginas siguientes se le propone al lector un ejempl o de plan de tr abajo


det allado. Este plan va seguido de un texto elaborado conforme al mismo plan .
Para facilitar la asimilación del método descrito en este capítul o se han estable­
cido, en la margen del plan , los elementos cen tra les de la estr ategia de redacción
adoptada por el investigador. Estos elemen tos son por lo principal: estructuració n y
desarrollo de la argumentación; designación y ord enamiento de las ideas principa­
les en relaci ón con las ideas secunda rias, y de las proposiciones princip ales en rela­

20S
ci ón con las proposiciones complementarias, así como el recurso a diferentes ca te ­
gorías de argumentos.
Es evidente que este ejemplo no puede tomarse como un modelo uni versal.
Sin emb argo, se espera que con tribuya al entendimiento de cómo se construye un
plan de trabajo y qu é utilid ad comporta. Por o tra par te, permite percib ir la estr e­
cha relación que existe entre el plan y la elab oración definitiva del texto.
Redactado hac e unos veinte añ os' , el texto utili zado a manera de ejemplo tie­
ne un a con strucción muy elaborad a y fácilmen te ana lizable.

El plan de trabajo

Título del texto Itinerario de un debate: afirmación, apogeo y declive del concepto de modo de
producc í én'

Introducción
Identificación de un En la actu a lida d, se pone en d uda el concepto de mo do de prod ucción co mo
problema inicial herr amie n ta par a en tende r la organizació n eco nómica y socia l de las sociedades
africa nas. ¿Por q ué!

Pone r en evide ncia las razon es extracientífi cas del declive de los problemas asoci ados
Objetivos del texto con los modos de prod ucció n; reco nstr uir la hi st oria de las condic io ne s de
con solidaci ón , apogeo y declive de estos prob lemas en co njunto.

Una de las razones q ue exp lica n el declive de l concepto de modo de prod ucci ó n se
Hipótesis relaciona con el descubrimien to de los límites inh erentes a este concepto cuand o se lo
aplica para reconst ruir la realidad. Una segunda razón resulta de l uso abus ivo que los
inves tigado res le ha n d ado a este concepto. Existe n o tras razon es asoci ada s co n la
evolución de la coyu nt u ra político-intelectual en la Francia de la déc ada de 1980,
cuando se ret iraron del debate algunos de los princ ipales teó ricos que habían alimentado
e l prob lema de los modos de producción, y con el reorden arniento de las relacio nes de
fue rza qu e se desplegab a n en el ámbito universitario pa risino, así co mo con el
engo losina mien to de los investigadores jóvenes por el universo tra nq uilizado r de lo
fáctico.

2. [ocelyn Létourneau, " L' It iné ra tre d 'u n déba t : atfirm a tio n , apogée e t dé c lin du conce pt de
mode de prod uct ion'' , Revue canadienne des études c[iicaines] Canadian journal of African Studies, v. 19 ,
nºl , 1985,p. 141 - 147.
3. En ben eficio de los lec tores m ás jóv e nes deb e p rec isa rse qu e d ura nte la dé c ad a de 1960 y
so b re tod o d ura n te la d e 19 70 , e l «modo de prod ucción» fue uno de los conce p to s centrales para
cons iderar y represe ntarse la organizaci ón y el devenir de las sociedades hu ma nas. Lue go es te con­
cep to fue am pliame n te aba ndonad o. A mediad os de la dé cada de 1980 , es d e cir en e l mo mento de
la red acció n del a rtícu lo , par ecí a in teresa n te de te ne rse a co nsidera r las razones q ue explicaban e l
a pogeo y declive d el conce pto de modo de prod ucció n como instru me nto de compren si ón y aná lisis
de la e vol ución hi stóric a d e las soc iedades. En la medid a en q ue e n el me rc ado de las idea s tod os los
co nceptos co noce n flu ct uaciones, a l pu nto de q ue a veces so n ex pulsados del de bate u ni ver sitari o y
soc ia l, el m ism o eje rcici o po dría ser lle vad o a c abo en re lac ión con o tros co nc eptos qu e están hoy en
día a la mo d a y que d e aqu í a algú n ti em po pasa rán co n toda pr o ba bilid ad al limbo d e la cienci a o d e
la política .

209
Metodología Reco nst ru ir e l itinerar io de un deb at e inte lect ua l, de staca ndo sus momentos
culminantes y sus principales inflexiones, asociándolo de manera amplia con la dinámica
polític a e intelectu al que pau ta el rit mo de sus evolucio nes .
Poner el acento en el deba te tal y confo rme se produjo en Francia, puesto que fue justo
allí donde se desplegaron sus aspectos principa les.

Naturaleza y límites Ejercicio exploratorio; conjunt o de hipó tesis abier tas; percepci ón modelada por la
del texto posición que yo ocupaba durante la década de 1970, esto es, la de un joven investigador
int eresado de manera marginal en África, con sumidor de ideas n uevas, para quie n la
antropología económica representaba un movi mien to intelectu al esti mula nte en
relac ión con los prob lemas que yo trabajaba entonces.

1. La décad a de 1960: el redescubrimiento del conc epto de modo de producción


Titulo de sección
1.1 La coyuntura inte lectu al característica de la Franc ia de finales de la década de
I ª idea principal
1950 era propic ia para una ampliac ión de los int erroga ntes q ue planteaba el
pro blema de la transició n al capit a lismo y el de las sociedades precapit alista s.
Argumentos de
el impa cto del proceso de desesta linización ;
carácter
el adveni miento de las co lon ias al rango de Estados ind epe ndie ntes;
demostrativo
la publicación de un texto fundamenta l de C laude Meillassoux,

1.2 Durante la décad a de 1960, la reflexión sobre las soc iedades precapitalisras se
2ª idea principal hacía principa lmente en tres direccio nes:
el Ce ntro de Estud ios e Inv est igaciones Marxistas (CERMA) y e l debate
Argumentos de sobre el modo de produ cción asiát ico;
carácter el impacto de los trabaj os de C laude Meillassoux ;
demostrativo e l advenimie nto de nuevas figur as en el campo de la antropología económica
marxista (Georges Dupr é, Pierre-Ph ilippe Rey, Ca therine Coquerv-Vidrovitch,
Emmanuel Terray, Sarnir A min).

3ª idea principal 1.3 El ocaso de la década de 1960 se carac terizó por un contexto político-inte lectual
propicio a la difusió n de los pro blemas teóri cos y de los prin cipales conceptos
de la ant ropología económica marxis ta:
un sabe r que respon diera a las aspi rac ione s de los jó ve nes;
A rgumentos de la ex istencia de diversos movimientos socia les carac ter izado s po r u n
carácter de nominad or comú n, a saber: el cuestiona mie nto del "idealismo científico
demostrativo burgu és y de l imperialismo ».
El desar rollo de la antropología económica ma rxista forma parte de un movimien to
Balance parcial político e in telec tua l más amp lio.

Titulo de sección 2. La dé cada de 19 70: ap ogeo de los es tudios rel acionad os co n el modo de
pro ducción

2.1 El comienzo de esta década estuvo marc ado por la efervescencia de los deba tes
I ª idea In-inci pal teóricos. La reflexión de los inve stigado res giró alrededor de un cierto número
de conceptos : modos de producción , art iculación de los modos de producción,
explotación , relación de dependencia y au to ridad, clases sociales, Estado,
revolu ción social. La antropo logía económica marxis ta de semp eñó un papel
de prime ra línea en la prod ucc ión de conceptos no rma tivos a part ir de los
cual es fue conside rada la real idad de las sociedades africanas.

210
2g idea principal 2.2 Cond icio nes extrac ie nt íficas qu e hic iero n posible la difus ió n de los prin cipales
concep tos de la a n tro pol ogía e co nó mica marxist a :
Argumentos de el brillo in te rn aci o nal de sus prin c ipales voceros;
cará cter las respu est as a las e xpe ctati vas y a las in te rrogacio nes plan tea das por los
demostra tivo invest igadores jóv e nes;
concep to s y un p robl e ma de aqu el tiempo: pensar el cambio y transfor ma r el
mund o.

3g idea principal 2.3 El imp ac to de los trabajos de la antro po logía eco nóm ica ma rx ista en el mu ndo
científico :
jemplos de carácter - e n Gran Bretaña ; e n Canad á ; e n los Est ados Unidos .
ilustrativo
2.4 La evolu ció n de la ant ropo logía eco nómica mar xista e n la segunda mitad de la
4g idea principal décad a de 1970:
los efectos de la cri sis gene ra l de l ma rxism o y el cuest io namiento de los
A rgumenros de
par adigm as a lth usse ria nos;
carácter.
los de safíos plan teados por las in vestigac iones e mp íricas;
demostra tivo
el re to rn o a un de ba te elegante entre uni ver sit arios.
En la d écad a de 19 70 se produ ce e l apogeo de! debate so bre los modos de
Balance parcial
p rodu cc ió n , tal y co mo fue llevad o a ca bo e n lo p rinci pal po r la a ntrop ol ogí a
econó mi ca ma rxista. S in e m ba rgo , ya e xistían a lgu nas co nd ic iones q ue
deter mina ban la pé rd ida al me nos pa rc ial de la vi ta lid ad e inte nsid ad de este
debate.

T ítulo de la sección 3. El declive d e la problemática d e lo s m odos de producción

1g idea principal La cri sis de la antro pol ogía eco nó m ica marx ist a y el decliv e del proble ma de
los mo dos de p rodu cció n : las causas ex t racientíficas:
Argumentos de - e l d ebilitami ento de la coy untura po lítico -in telec tua l;
carácter - el re tiro de c ie rt os teó ricos imp ortan te s;
demostrativo las re lac io nes d e fue rza en el seno del medio un ive rsitario ;
el rede sc ub rim ie nto de l univer so tranquili zador de lo e mpírico y de lo
fácti co .

2g ideaprincipal La sofoc ación del de ba te científico :

Argumentos de la ba na lizac ión y em pob recimien to d e los p rinc ipales conceptos d e la

carácter antropo logía ec onómica mar xista;

demos trativo la te ndencia a la inte rpre tac ión ded uc tiva y a la ti po logí a.

Balanceparcial E l d e ba te sob re lo s mo dos d e pro d ucc ió n se agotó y n o p ud o s eg u ir


rep resenta ndo u n lu gar de estím ulo in telectua l pa ra mu cho s in vestigadores,
pues carecí a de fuer za in trínseca par a co n tin uar de sa rro llá ndose por sí mismo ,
así co mo de l apoyo de u n movim ie nto social más a m plio.

Conclusión :

¿A caso el d eb at e sobre el c on cep to de modo de pr oducción puede rena cer ?


Sin tetiza r y re tomar con o tr as pa lab ras los ba lan ces de las secciones.
Los est ud io s fund ados e n e l conce pto de modo de pro du cción.

211
Para que resur jan, los estudios basad os so bre e l concepto de modo de producción
debe rán ser est imul ados por un nuevo movimiento intelectual. En efecto , el
conocimiento progresa porque se alimen ta de pro blemas e hip ót esis formu lados
por inv estigadores que reciben el estímulo de un contex to social impregnado
por el an he lo de ca mb io y novedad.

El text o definiti vo

Definición de un El itiner ario de un deb at e: co n so lida ció n, a pogeo y declive del concepto de m od o
problema inicial de pr oducción.
[Du ran te los últ imos añ os, la crí t ica di rigida a los est udios adelant ados sobre el modo
de producción se ha vuelto más frecuente e inco ndicional. Desde hace poco tiempo,
est a crítica ha tendido incluso a expresarse en forma de genera lizacio nes provocadoras.
Varias razo nes explica n la ac tua l pérdida de interés de los inv est igadores hacia el
prob lema de los modos de pro du cción.] [La más in mediata y evid ente se relacion a
sin duda co n el descubrimie nto de los lím ites inhe rentes al co ncepto de modo de
producció n como herram ien ta para reconstit uir e l movimiento his tórico y la
organización social en su com plejidad. Sin em bargo , esta no es la única razón . Pod ría
Hipótesis pe nsarse incluso qu e ésta no fue la razó n más importante. Son justo otras razones las
qu e yo qu isiera expo ner en las páginas siguien tes ] .
[El o bjet ivo q ue se per sigue en es te art íc ulo consiste en reco nstru ir el it ine rar io
sinu oso de un de bat e ap asiona nte y apa sionado, yen apre he n der la amp lia di nám ica
bjetivo del texto y polírico-in te lec tual que ha pau tado su evolución . Por lo demás, este texto se inte resa
metodologia en el debate tal y co mo se desa rrolló en Francia, lo que no significa que las discusiones
emlJleada sob re el co n ce pto de modo de prod ucció n no se hay an dad o alle nde el He xágo no;
nu me rosas pub licaciones así lo prue ban . Sin e mbargo, en la med ida en q ue las
disc usiones fuera de Fran cia tu vieron por lo ge ne ra l un ca rác te r más disemin ad o ,
resu lta n po r lo mismo más difíciles de ap rehe nder, más resisten tes a una interpretación
Na turaleza y límites un itaria. En estas co ndi ciones, es imposible dar cuenta de ellas en. estas p áginas.] [Por
de la investigación últi mo, este texto es an te todo un ejercicio de exploració n . Presenta un conjunto de
hi pót esis muy abi ertas que una investigació n más profund a per mitiría matizar y
profundizar y, en ciertos casos, qu izá , refu ta r. M i percepció n del de bat e so bre el
co ncepto de mod o de producció n es tribut ari a en amplia med ida de la posición q ue
yo ocupaba en la segunda mitad de la década de 1970. Entonces yo era un joven.
investigador interesado de manera marginal en.África, co nsumidor de ideas nov edosas,
pa ra qu ien la antropología eco nó mica rep rese nta ba un.movimie nto int elec tu al muy
estimu lante en razón.de los problemas que gcneró. ]

1. La décad a de 19 60: el redescubrimiento del co ncepto de modo de producción


1ª idea principal
[A fina les de la déca da de 1950, la coy untura político-intelectual predo min ant e en
Francia era muy propicia pa ra una ampliació n.de los in ter rogantes sob re el prob lema
ge ne ral de la t ra nsic i ón a l capi ta lismo y sobre o tro prob lema, más especí fico, co mo era
el de la naturaleza particular de las sociedades preca pita listas.] [Si n.embargo, en. los
albore s de la d écada de 1960 , el impacto generado po r el proceso de desestalinizacíón
1<' Argumento
co menzaba a hacerse sen tir en el sen o de los me dios int electu ales relacionados co n el
Partido Co mu n ista Francés (PCF).] [D urant e el mismo per iodo, el ad veni mie nt o
gra dua l de las col o nias al rango de Est ados inde pendien tes ge neró un. vivo in ter és en
todos los estratos de la soc ieda d fra ncesa , por la din ám ica econó mica y po lít ica
origina l de sociedades que hasta ento nces habían sido analizad as a través de l prisma de
lo exó tic o, del tradi cio nal ismo y del re tard o co rnparativ o .] [Por últi mo , justo en.

212
1960, ap ar eció e n Cahicrsd'étudcsafricaines, un brev e art íc ulo de Cla ude M eillassoux,
investigad or de it ine ra rio intelectual no só lo un ive rsitar io quie n, in fluid o por e l
3" argumento ma te rialismo his tórico y los t rab ajos de la es cu e la sus ta n tiv ista a me ricana , desea ba
sepa ra rse del marco con strict ivo q ue caract erizaba tod avía en aqu ella épo ca la reflex ión
d e m uc ho s a u tor es so bre e l evol ucionism o h istó rico inspi rad o e n e l mar x is mo .]

2º idea pincipal [En el curso de la d éc ad a de 1960 , los estudios so bre las so cied ades pr ecapitalist as
africa nas se a dela n ta ba n co n t res o rientacio nes di feren tes .]
[La prime ra , a limentada po r a lguno s investigado res m uy próxi mos a l PCF, m uy activa
en el seno de l Centro de Estu di os e In vest igaci ones Marxistas (C ERMA) , giraba
1" puma del alrede do r de un deb a te teórico en lo ese nc ial, c uyos aspec tos más des tacados co nsistían
desarrollo e n ve rifica r la utilidad del co nc e pto de «mod o de prod ucció n asiá tico". para en te nde r
la re alidad de las socied ades prec ap ítal ist as, e n tre e llas las africa nas, co nfro nta ndo
es te co ncep to co n e l est ad o d el co noc imie n to de las soc ied ad es no me rca nt iles y
ex te nd iendo, medi an te el concepto de modo de prod ucc ió n, el materia lism o histó rico
a un campo de estu d io hasta en ton ces explorado por e l funcio na lismo , el estruc turalismo
y las grandes corrien tes de la antropología eco nó mica anglosajo na, a saber: el formalismo
y e l susta n tiv ismo . En es te deb ate, q ue a lca nzó u n v igo r indisc u t ible ha c ia 1966­
19 6 7, se implicaron de mane ra ac tiv a mu chos h isto riad or es de Europa d el Este . La
reflex ió n sobr e el «modo de prod ucción asiá tico" co noció lue go un decli ve ma n ifiesto,
al me nos en la prod ucci ón ant ropológica fra ncesa, por que resul tó incapaz de renovarse
con es tud ios de ca m po , y porqu e se e nga rzó a men udo e n ge ne ra lid ad es est ériles.]
2do puma del [A medi ad os de la década de 1960 , los tr a bajos d e C laude M e illasso ux co me nzaron a
desarrollo eje rcer una in flue nci a co nside ra ble en e l se no de la a n t rop ol ogía eco nómica. Se
t ra ta ba d e la seg u nda o rientac ión hacia la c ua l se d irigía e n Fran c ia la refle xión so bre
[as socieda des precapita listas. Con Meíllassoux, [a in vestigació n sobre estas soc ieda des
cobró fuerza nueva. Tribu ta rio de la sociología d el de sarrollo d iná m ico de sa rroll ad a
po r G eo rge s Ba landie r y Pícrre M er c ier e inspirado e n los esc ritos de Ka rl Marx, el
proyecto de M e illassou x er a a mbic ioso . El a u to r t rata ba d e co ns trui r un mode lo
socio eco nómico de las comun idades autárq uicas, ela bora nd o u na teor ía de l de sa rro llo
e conó m ico a p lic a ble a los pa íses su bd esarroll ad os y afi na ndo un m é to d o de
in vestigación funda do más en la co nsid erac ión d e un con ju n to d e problem as q ue en la
espec ializació n d isciplinaria. La importancia de C lau de Me illasso ux en la ant ropo logía
ec onó mica francesa se mide por la propia am bic ió n de este pro yecto de investigació n
que buscaba co lo n izar un ter reno n uevo a la luz de pro blemas or igina les; de sarro lland o
nuevas pe rspectivas in ve st igativa s y vinc u la ndo las práct icas pro fesiona les co n las
prácticas po lít icas. Aunque discutibles en a lgu nos puntos, los t ra bajos de Me illasso ux
rep res e n ta ron pa ra mu c hos jóvenes ant ropó logo s fra nc eses un fu nd a mento mu y
pe rt in e nte para e mp re nd er e l es tud io d e las soc iedades preca pit alist as.]
[E n efecto, u n cie rt o nú me ro de jóve nes inves tigadores esbo za ron un p rovec to
a m bic io so de forj ar nu evos conce ptos normativos para es tu d ia r las soc ied ad es
3" puma del
precapital ístas a fricanas, estim ulados po r los tra bajos teóri cos d e este pionero , d eseando
desarrollo
profund izar y ve rificar sus h ipó tesis en el ma rco de es t ud ios d e ca m po , e influe nc iad os
de manera pro fu nd a po r la lectura de las o bras d e Marx e n e l canon a lthusse riano .
Est a es la ter cera d irecc ión que tomó, e n Franc ia , la refl ex ió n sobre las so cieda des
preca piralistas africanas d urante la dé cada de 1960.J [ju sto después de su perman encia
1" ejemplo
e n el C o ngo, Ge o rges Dupré y Pierre -Ph ilipp e Re y de sar ro llaron e l co ncep to d e
modo de prod ucc ió n fu nd ado e n el lin aje, ju n to co n el de la «articul ació n de los
mod os de p rod uc c i ón- i] [Du ra nte el mism o peri od o, e n 1969, pa ra se r más prec isos,
2do ejemplo Ca therín Ccq uerv-Vid rovitc h, form uló un n ue vo co nce pto no rma t ivo ; el de «modo
de prod ucci ó n afri can o" , de ce pcionada a nt e la in su ficiencia de l concep to de m od o de

213
3" ejemplo produ cción asiá tico pa ra entende r de mane ra adec ua da la real idad específica de las
soc ied ades afric an as.] [De la misma man era , también en 1969 , luego de una est adía
e n Co sta de Marfil , Emrna nu el Terray, muy influe nciado por Louise Al rhu sser, propuso
un marco general para la relectu ra materialista de las llamadas sociedades primiti vas .
E l pi vote de est a lec tur a es el concep to de modo de producción y el de fo rmación
soci al. ] [Por últ imo, hac ia la mism a é po ca, influido por la escuela de pe nde n tisra
4'" ejemplo lat inoamericana, Samir Amín int egró dos de los pr incipa les proble mas que se afirmaban
e n el se no de los medios intelec t uales progre sist as, a sabe r: aque lla de los mod os de
producción y aquella de l desarrollo de sigua l y dependien te. ]
[La déca da de 1960 se clausu ra e n Fra ncia con una coyunt ura po lít ico-inte lect ua l
3g idea principal fav orable a la difusión de los prob lemas teó ric os y de los principales co ncep to s de la
antropología económica mar xist a , y ell o por do s razones pr incipa les] [Po r un a pa rte ,
los investigadores imp licados e n esta cor rie nte de pe nsam iento se rehusaban a dejarse
e ncerrar en los procedimientos empiristas. Su ambició n consistía más bie n en abr ir
/" argumento
pistas, en plan tea r in terrogantes, en construi r n ue vos conce ptos y en re no va r el
debate . En pocas palabras, se proponían prod uci r un sa ber nuevo. Sin embargo, en
e l con te xto po lític o socia l del ocas o de la década de 1960 en Fra ncia este sa be r
2Jo argumenro renovado y rein ve ntado co rrespondía con las aspiracio nes intelec tuales de nume rosos
jóvenes invest igad o res. Par a est os últ imos, los conceptos y los proble ma s de la
an tro pología eco nó mica marxista son seduc to res po rq ue ofrecen n ue vas vías que
ampl ían los ho rizon tes de la investigació n y brind an respuestas, no só lo en lo rel ati vo
a las sociedades precapiralis tas africanas, sino por lo toca n te al mov imiento histórico
de larga duraci ón de! capi tal isrno.] [Po r otra parte, a unq ue la antropología ec on óm ica
Balance parcial mar xist a es taba a la mod a a finales de la dé cada de 1960 , ella no era sólo una corriente
de pensam ie nto a la cual ad her ía un cierto núme ro de investigado res. La antro pología
ec o nóm ica marxista se transform ó en un movimiento in te lec tual (y de ahí, en cie rtos
aspectos, e n una moda intelect ual) que operaba y actuaba de manera simultá nea e n el
terreno universit ari o y en el sociopolítico.] [A fina les de la déc ada de 1960, la
antrop olog ía eco nómi ca marxista se asoció co n un a rma de contesta ción co n tra el
«ide alismo bu rgu és» y contr a e l impe rialismo , n ad a rnenos.]

'" idea principal 2. La d écada de 1970 : a pogeo d e los es tu dios so b re el m odo de pro ducción.

[A princip ios de la década de 19 70 la an tro po logía econó mica ma rxista se co nsolid ó


cada vez má s producie ndo co nce ptos no rm a tivos gracias a los cua les se e mpre ndió el
/" argumento estudio de las form aci ones sociales africa nas . Si ha sta en tonces la refle xión se había
fund a mentado en trabajos de ca mpo todavía recientes, hacia los añ os 19 72 -19 73 se
2Jo argumento in ició un deba te que tendió a encerrarse cada vez má s en teo rías circulares yen la
dialéc tica de los conceptos.] [En efecto, los co nce ptos, en par tic ula r los de modo de
3" argumento
producción y art iculac ión de los mod os de producción, se constituyeron con frecuencia
en el punto de partida y en el punto de llegada de los aná lisis.] [El sistema de
conceptos descubierto por Ma rx (zaca so A lthusser no lo recordó en una Adv ertencia
célebre?) «a bre ni más ni menos el continente de la historia al conocimient o cíenrífíco-]
/" ejemplo
[D uran te este per íodo, los antropólogos ma rxistas se oc uparon en el esta blecim iento
de las consec uencias te óricas de sus escri tos anterio res.] [D e est a manera , Píerre ­
Phi lippe Rey desemboc ó en el co ncep to de «ex p lota ció n» para caracte rizar las
2JQ ejemplo re laci ones de depe nde ncia y autoridad operantes en el se no de las so ciedades q ue
investigó] . [Po r su parte , Cl aude Mei llassou x produj o un conju n to de tex tos d o nde
se ocupó de esquemati zar el modo de funcio namiento de las sociedades de au t árqu icas.]
[Por último, Emma n ue l Ter ray se inte rrogó sobre el proceso de surgim ie nto del

214
3" ejemplo Est ad o e n e l se no de las soc iedades prec apita lista s y so bre la naturaleza de las clases
sociales que en él se reprod uce n .)

[A medi ados de la déc ada de 1970, la ant ropología económica m arx ista incr em entó
2~ idea principal de ma nera conside rab le su a udi encia, infl ue ncia y credib ilid ad en el p lan o
íntern ac íon al.] [Mu ch os de sus princip ales voceros fueron invitados por uni versidades
extranj eras. O tros , int eg rantes de com ités edi tor iales de revist as in fluven tes, eran
responsabl es de cole ccion es de obr as o pu blica ban de modo regular en las páginas de l
periódico Le Monde. Por último, mu cho s de ellos vieron sus o bras traducidas al
inglés. Esto s so n alg unos ind icado res "de ca pital de poder y pre st igio cíentífíco » para
1" argumento retomar una ex presió n de Pierre Bourdieu .] [Tod avía hay más. Par a numerosos
jóvenes inv esti gad or es (inte resad os en la an tropología y en Á frica so lo de ma nera
indirect a) Rey, Terray vMeillassoux enca rn aban la novedad y el cam bio, la cap acidad
de cu esti on ar y la cr ítica suti l. U na espec ie de apa ream ien to sim bólico, cu ando no
po lítico, par ecía es ta blece rse ent re los problemas de la an tro po logía eco nómica, sus
a u tores, el siste ma conce p t ua l so bre el cua l se apoya ba n , po r un a parte , y e ]
cuestionamiento de un o rden político ins titu ciona l existent e (al q ue era usu al llam ar
2do argumento «burgués) , por otra parte .] [Adem ás, un Guy Lecle rc o un [e an Copans, qu e
tr at ab an de es tablecer en sus obras los vín culos en tre la antrop ología aplicada y la
dom in ación impe ria lista, ac e ntua ro n a ún más el imp acto de los tr ab ajos de la
an tro pología econó mica mar xist a q ue , co mo se sabe , se sitúan de mane ra resuelt a en
la perspectiv a de un a denuncia del o rden neocolo nial.] [A med iados de los años 1970
el campo de estu d io y las preocupac io nes generales de la antropología econó mica no
3" argumento se limitaban a Á frica , ni a las sociedad es precap ita listas, ni a la crític a de la an tro pología
fun cion alist a y estruc tura lista , sino q ue eran de o tro o rde n y se relacionab an co n la
puest a a pu nto de pro blemas un iver sa les, con la prod ucció n de una n uev a ciencia
social y con la construcción de una soc iedad difer ente, en los países de l Tercer Mu ndo
en parti cular. En este co nt exto gen er al , q ue tr asciende en am plia medida el mer o
aspecto metod ológico y científico de los co nceptos, tie nde n a co nsolida rse los estud ios
º
1 idea fundamental adela ntado s so bre el modo de producci ón. ]
del texto [El impac to científico de los trabajos de la ant ropo logía econó mica ma rx ista y de sus
principale s problemas se dejó sentir en primer lugar] en [Gran Bretaña, gra cias a la
au die ncia q ue le reser varo n vari as revistas (Economy and Society, The [oum alo!
Peasant Studies, Th e Journal of Contemporary A sia, New Left Rewiev, Critique of
3º idea principal An thropology y gracias también a los ensayos muy discutidos (y d iscutibles) de Barry
Hindess y Pa ul Q. Hirst] [En C ana dá, [os tra bajos de la antropo logía ec on ó mica
marxist a fue ro n cit ados con amplitu d . Las obras de Maurice G od elier, Rey, Terray,
Meillassou x y Cop ans (para cit ar sólo los a utores más conocidos) a par ec iero n de
man er a sistemática en las bibliografías de los c ursos univ e rsita rios.] [En los Esta dos
Unidos, los pro blemas de [a antrop ología ec on ó mica mar xist a pene traron de modo
1" ejemplo
más lento los ámbi to s de la inv esti gación. El formalismo y el substan t ivisrno
ilustrativo
per manecieron dominante s en ampli a medid a com o corrientes teóric as y metodológicas.
Sin embargo, muchos investigador es influyentes -Marshall Sahlíns, Eric Wolfy Sigmund
Diarn on d, por ejemplo-le reser varon un a gran at en ción a los trab ajos prod uc idos por
esta corrien te de pe nsa mien to . Los escritos de Ka t h leen G o ugh , qu e vinie ron a
sumarse a los de [ean Copans, tuvi eron además la ventaja de llevar el debate al ámbito
2d" ejemplo in co modo de la po lític a . Por últ imo, la aparición de tres peri ód icos ded icados a la
d ifusió n del mar xismo (Dialectical A nthropology, The lnsurgent Sociologist, Ufahamu)
produjo el e fecto de catalízar nume rosos esfuer zos aislados y din anuzar, en los Estad os
Unidos, el debate so bre los mo dos de producción y la dependencia ec o nó m ica del
Terc er Mu ndo .)

215
3" ejemplo [H ast a e l fin al de la décad a d e 19 70 , los es tu d ios adelan tados so bre e l modo de
producción co n tinu aron desarrollánd ose co n v igor, a unqu e come nza ro n a sufr ir la
4g idea principal cri sis ge nera l del marx ismo o, pa ra se r m ás pr eci sos, la c risis d e los par ad igmas
a lthusse rianos .] [De mo do gra dual, es tas in vestigaciones tendier on a regene rarse a
pa rti r de nu e vos trabaj os d e ca mpo . El deba te no fue só lo teórico , si no q ue se
a lime n tó de es tu dios em píricos en vo lu me n cons id e rab le. Esta situaci ó n in fluyó de
ma nera dec isiva sob re el in terés reserv ado a l prob le ma de los modos de prod ucció n
tal y co mo se había desarrollado h ast a e n tonces . En efe cto , es tas inves tigacion es
e mpír icas ge ne raro n en muchos casos el c uestion am ien to de hipótesis, de conclusio nes
y de c ier tas formulaciones tem pran as a las q ue habían llegado los pioneros d e la
¡ cv argumento
an tro po logía eco nó m ica mar x ista en África, e n la primera mi tad de la década de
19 70 . A la larga, estas in vestigacio nes empíricas demos traron lo inade cuado de los
c o nc e p t os normativos y la ambigüedad de los m étodos de sa rro llad o s po r la
an tropología econó mica marxist a . De la m isma ma ne ra, estas inves tigacio nes tu vie ron
po r co nsec uenc ia sus trae rle a los paradi gm as a lth usse ria nos e l as un to de los modos de
2"0 argumento p roducción .] [D e mod o par ad ój ico, e n vez de ay uda r a dinamizar e l debate so bre los
mod os de producció n, las n urn ero sísirnas invest igaciones e mpíricas de finale s de la
d écada de 19 70 contri bu ye ron a hacerlo resba lar en un a in fin id ad de ma tices ,
cons iderac iones de caso y su tilezas que no genera ro n ningún esfuer zo teó rico nu evo.
3" argumento A par tir de e n to n ce s, las con di cio n es q ueda ro n definidas para q ue los co nce p tos
desarr oll ados por la antropologí a económ ica mar xista fueran utili zados pa ra des igna r
realidades dive rsas en extremo; incapaces de contin ua r evolucionan do en su contenido,
perdieron su capacid ad a na lítica y se conv irtie ron en me ro s ins trumentos de
clasific ac ión . Las razo nes se juntaron h asta tra nsfor mar un de ba te ag ud o y apasionado
en un a disc usión bien edu cad a e ntre un ive rsita rios, care n te por e llo de tod a vítalídad.]

3. El decl ive de la problemátic a de los m odos de producci ón


2g idea fundamental
del texto [A comi enzos de la década de 1980 la ant rop ología econó m ica ma rxista se h a llaba en
crisis . La reflex ión teórica de sus pensado res más brillan tes parecía h a be rse agotado .
¿Cómo exp lica r esta crisis y este ago ta mie nto? Varios factores entran aq uí e n ju ego.
C uatro salta n a los ojos, a saber: 1) el debilitamiento de la coyuntura pol ítico inte lec tua l
q ue h abía favorecido el desar rollo y la ráp ida difusió n, en ciertos medios, de l prob lema
de los modos de pro d ucc ión, desp ués de mediados de la dé c ad a de 1970.
¡ g idea principal
2) la de saparición y el retiro de algun os de los más br illa n tes pe nsadores de la co rr ien te
a ltu sse ria na (y se sabe bien hast a q ué punto la reflex ión so bre los modos de producc ión
se n ut rió de la lectura de las obras de Mar x e n el ca no n a ltusse ria no):
3) la co n figuració n de rel acio nes d e fue rza e n e l se no del medi o uni ve rsita rio parisino
y la dificu ltad de los caciques de la antropo logía económica marx ista para posicionarse
en e l seno de la in vest igaci ón instituc ional fra ncesa ;
A rgumentos
4) la movilizació n general de los inves t igadores , e n particular de los más jóve nes ,
hacia el un iverso tranquilizador de lo fác tico (reificación y fetichización de l em pirismo)] .
[D e hec ho, a med iados de la déc ada d e 1980, e l c uestio n a m ie n to de la pertinencia de
Explicaci6n de los los es tud ios ad ela n tados sobre el modo de prod ucció n no esta ba asociado só lo con la
argumentos: ¡g idea validez te órica y me to do lóg ica de l concepto .] [Este cu estiona rniento tie n e también
su o rige n en la e mergenc ia d e una coy u ntu ra po lítica e n la c ual p re do m inaba n las
co rrien tes conservadoras y util ita rist as, asf como e n la cr isis de un mod o histó ricam ente
da tado de co ns tr ucción del sa be r (primacía de l sabe r teóri co sobre e l emp írico) y e n
la dificu lta d pa ra lo s a nt ro pó logos ma rxistas par a im pon er su sis te ma no rma tivo de
pensa miento ( o s u h ege mo n ía concep tua l) a los estudios y prob lemas empíricos,

216
el n(~O· ¡hlio eca

2ª idea pla n te ad os y de sarr ollados po r los jóv enes in vesti gad ores má s pro rne tedo res.] [El
co nce p to de mod o de produ cción y los proble mas de rivados logr a ron sin du d a c re ar
una audiencia e n los med ios u n iver sit a rios por qu e es timu laron de ma ner a form idabl e
la refle x ión sobre las sociedades pre capitalist as. De la misma manera, se beneficiaro n
de una d ifus ió n bast ante a mpl ia en cie rt os me di os ligad os a la inv est igació n, po rq ue
estuv iero n asoc iados a un vasto movi mie nto intelectual que enca rnaba, en su disc urso
ye n sus prácticas, la c ritica y una voluntad de carnbio.] [S in e mbargo, a mediados de
la déca d a d e 19 80 , tales d isc ur sos y tales pr ácticas goza ba n de una aceptación
3ª idea decreciente. Ca re nte de en e rgía pa ra renovar se y rem odela rse por suceso res deseosos
de reconstr uir e n clave teórica el problema de los modos de producción , e l de ba te
iniciado y co nd ucido durante u n tiem po por la a n tro po logía econó mica ma rxista se
d iluyó y es ta lló bajo lo s fuegos a limentados po r la cr itica e mpi rista y se ence rró y
comenzó a dar vue lcas en las redes uni ve rsitarias.] [El co ncepto de modo de prod ucc ión
y los pro blemas deri vados cau tivan poco ahor a, porq ue só lo sirve n para alim e ntar un
co nj unto de in vestigacio nes bie n ade la n ta das, im pec ables d esde e l p u nto de vista
met od ol ógico, y ad he rida s a las particula rid ades de lo s ca so s. S in e mba rgo , e n la
prác tica no hay más huellas de de bat es te óri cos, ni renovac ión de conce p to s, n i
2ª idea principal prod ucci ón d e un sab e r nu evo.]
[Es ev iden te qu e si la coy un tura pol ít ico -intelectual pred ominan te en la Franc ia de
hoy", si la su misió n de las pr ob le máticas de la antro pología eco nómica ma rxis ta a los
pa rad igmas del empi rismo y elel ecl ect icismo ayuda n a e n te nde r la des a fecci ó n de los
1" argumento in vesti gado res haci a los estud ios ade lan tados so bre el mo do d e prod ucc ió n, es to s
as pec tos sin em ba rgo no pueden co nside rar se como los únicos fact ores explicati vos.]
[La razón principa l y más in mediata debe ser busc ad a en aq ue llo q ue Georges Dupré
y Emman uel Terray ide nt ifican como la red ucción, el empobrec imie nt o y la canalización
de lo s proble mas asoc iados co n los modos de prod ucc ión .] [Du ra nte la década de
1970, var ios trabajo s sobre es te probl e ma habían enco n trado en principio su resultado
e n el disc urso d edu cti vo , es dec ir en la exp licitaci ón de conc lusiones ya co ntenidas e n
una ser ie de axiomas planteados a pri ori, aunque el princi pal desafio q ue co n fron ta ba
2d, argumento a muchos investigadores había sido e l d e rec o nstituir un mo do de pro d ucció n para
ens eg uid a in tegrarlo en u na tipo logía pre cisa . El inte rés de est e ejerc ic io se es fu mó
c ua n do se percibiero n lo s limites de este procedi m ie n to , s u dud o sa ca lidad
me to do lóg ica y su impac to exe n to de sign ificació n en el terreno po lítico.]
Prosecución de las
ideas fundamentales 4. ¿A c aso el d ebate sobre el concepto d e m od o d e produc ci ón puede renacer
del texto algún día?

[A pe sar de c ie rtas in novaciones inte resa ntes, e l esta do de l d e bat e so bre e l conce pto
de mod o de produ cción prese nta tod os los sin to mas del esta ncamiento, en la med ida
A rgumentación
e n qu e a pe nas e vol uciona e n su asp ect o teórico. Como mo v im iento intelectual, lo
abierta que fue la an tropo logía eco nóm ica ma rxista d ura nte la década de 1970 llegó sin d uda
a sus limites. Y, en los limites de este movimien to intelec tu a l, e l conce pto de mo do de
producción conoció tambié n los suyos, sin duda alguna.] [Par a volv er a ser de ac tua lidad ,
para vo lve r a se r ta n es tim ula ntes com o lo fuer o n d u rante los a ños 1970, los est ud ios
1" argumen
adelan ta do s sob re el mo do de pro d ucción no debe rá n co ntenta rse co n to ma r la forma
de análisis estrec hos. Aunq ue ya ha ce d iez año s q ue tal es es tud ios sigue n es ta vía e n
los países anglosaj ones, n o por e llo el prob lema de los modos de prod ucci ón ha dej ado
de ser conside rad o, por m uc hos, co mo inú til y supe rado. Par a revital izarse, los estu d ios

4. El lector debe recor d a r qu e el prese nte tex to fue escrito y publicad o e n 1985.

217
adelantados so bre e l mod o de pro d ucción deb erán ser estimu lad os por u n nue vo
mo vimi ento inte lectual .] [S i la compre nsió n d e las soc ieda d es med iante sistemas
2Ju argum ento co nc eptua les se na revel ado sie mpre como un procedimiento insuficiente e incomple to
en to do caso , los estud ios empíricos por su lado no ha n dese m bocado sino rara ve z en
un a ren ovació n de los mod os de percepció n social , es decir, en un ren acimie n to de las
im ágen es mediante las c ua les las sociedade s so n repre sentad as. ] [D e hech o , e l
co nocim ie n to progre sa porque se alimenta de los prob lemas y de las hip ótesis que
pr oducen investigadores in spirados po r un co n tex to soc ia l ca rga do de vo lu n tad de
3'" argum ento ca mb io y de seo d e novedad . Como tal es, los a ná lisis empíricos pr ovocan pocos
deb ates importantes . En la mayo ría de los casos , no na cen sin o es te riliza r y plan tea r
las co n d ic io n es para qu e nuevos deba tes n azc an e n otras par tes, alime n tados por
nu ev os ac to res y nuevas situa cio n es. La es pe ra nza de un renacimiento del debate
so bre e l concepto de mo do de producció n re side precisamente en la po sibilidad de
co lon iza r ca mpos que n o n os so n farnílíares.]

218
Capítulo 14

Saber comunicar el pensamiento por escrito

A lgunos creen que la ca lidad de un trabajo de investigación se mide en primer


lugar por la riqu eza de la argumentación, la cred ibilidad de los ejemplos moviliza­
dos a mod o de prueba , la origina lidad de los objetivos, lo exh austivo de las obras
citadas en la bibliografía. Según este pun to de vista, la calidad de un a investiga­
ción dep en dería de la "solidez" del text o y de la am plitud de la documentación
recu perada duran te la preparación del mismo.
En realidad , se tra ta ape nas de un aspecto para eva luar la calidad de un trabajo
de investigación. Existen otros ta n import antes como el an ter ior. La claridad de la
argume ntación, la lógica del razonam ien to, la belleza de la exp resió n escrita y la
capacidad para mantener el int erés del lect or, rep resen ta n cu atro eleme ntos que
tien en un a incide ncia determinan te en la calidad final de un trabajo de inv estiga­
ción . El inve stiga dor más talentoso se arriesga a permanecer to da su vida en la
sombra si no sabe comunicar sus con ocim ien tos de forma qu e ca utive la at en ción
de sus colegas y seduz ca a la nu trida comunid ad de los científicos.
El objetivo de este capít ulo co nsiste en indicar algunos principios, sugerir cier­
tas reglas y comunicar algunos secretos que perm iten adel antar con éxito la comu­
nicación final del conocimie n to, que es un a fase estratégica en la realización de un
trabajo de inves tigac ión .
El dominio de esta fase se co ncreta en tres planos, a saber: la organización
lógica de las ide as, la est ructuració n equil ibrada del texto y la capacidad para con­
vencer y seducir al lector. En el capítulo precedente se estableció el papel protagónico
del plan de trabajo en el ordena mien to lógico del razon amiento y la argumen ta­
ción. A hora se insisti rá sobre los otros dos aspectos previos a la presentació n de un
texto de ca lidad.

1. Estructurar el texto de forma equilibrada


La multiplicación de los medios de comunicación elec trónicos no ha generado
ni muc ho menos la desaparición del texto co mo soporte funda mental de transmi­
sión del saber y del conoci mien to. La capacidad de algunos can didatos para exp re­
sarse bien por escrito, para organiza r las ideas y com unica r de manera clara y sucin­
ta el pen samiento con stitu ye un factor de terminan te de éxito y pro moc ión no sólo
en los reci n tos académicos, sino en los organismos públicos y en el ámbito de los
negocios. Co mo es evide n te, el arte de com un icarse por escrito no se apre nde
como se apre nde un a regla de ortog rafía, ni se ense ña como se enseña un a asigna­
tura. Se trata de un modo de expresión que se puede mejo rar, pulir y enriquecer
med iante un ejercicio co ntin uado, respet an do siempre ciertos princip ios básicos,

219
siendo consciente de las propias limitaciones y leyendo mucho para enriquecer el
vocabulario y mejorar el estilo.
Como se ha visto en el capítulo precedente, el plan de trabajo desempeña un
papel protag ónico en la estructuración coherente y equilibrada de un te xt o. Sin
embargo, el investigador preocupado por la calidad de su producción debe trabajar
en otro plano, menos espectacular y con gran frecu encia considerado como secun­
dario. Consiste en dominar el manejo de los elementos básicos de un texto, a
saber: la oración, el párrafo, la puntuación y la redacción de los títulos de las secciones
y subsecciones. Este aspecto primario de la comunicación por escrito es sin embargo
determinante . Ahora se examinará más de cerca el conjunto de estos elementos.

La oración y el párrafo son el núcleo de la producción del texto


Un texto es en primer lugar una sucesión de or aciones, de párrafos y de seccio­
ne s org anizada de manera coherente. En cierto sentido, la puntuación desempeña
el papel de gendarme en esta sucesión, puesto qu e pauta el flujo del conte nido,
guía al lector a través de los meandros del pensamiento del autor, marca las bifurca­
ciones, reglamenta las pausas, establece una progresión en el de sarrollo de la argu­
mentación, entre otros aspectos.
No existen recetas mila grosas para redactar un buen texto. Sin embargo, el
respeto de ciertos principios elementales permite transmitir una idea con la expec­
tativa de establecer un máximo de comunicación entre el autor y el lector. A con­
tinuación se exponen est os principios.
Una idea, una oración
La or ación es el soporte y el lugar de enunciación de una idea. Una idea
compleja pu ede descomponerse en varios segmentos y dar lugar a varias oraciones.
Además, varias oraciones pueden gene rar el desarrollo y la profundización de una
misma idea principal. En este ca so las oraciones se agrupan en forma de párrafo.
Siempre se debe tener pre sente un principio básico, a saber: el investigador
principiante tendrá el más vivo interés en enunciar una ide a y sólo un a en cada
oración. Para desarrollar y profundizar una idea es preferible construir vari as ora­
ciones coordinadas un as con otras de la manera más simple posible, y unidas por
un hilo co nd ucto r.
La utilidad de las construcciones sintácticas simples
Una oración se puede construir de varias maneras. La variedad de las construc­
ciones puede generar creaciones literarias interesantes. Sin emba rgo, la varied ad
de las cons tr uccio nes sintácticas no genera por necesidad un a mayor coherencia
del texto. Por ello nunca se debe olvidar que un trabajo científico o un informe de
investigación exigen del redactor la bú squeda de un nivel máximo de coherencia
y claridad, puesto que obligan al lector a un esfuerzo continuo de comprensión.
Por esta razón, la or ación simple, compuesta de sujeto , verbo y complemen to, es
preferible a toda otra co ns tru cción sintáctica para expresar un a idea compleja.

220
¡Claridad y simplicidad siempre van de la mano! El man ejo de la constru cción
sint áct ica elemental, por una parte, y el manej o de un modo de estructuración cohe­
rente de las frases simples, por otra, pueden -llegado el caso- conducir a la experi­
mentación de construcciones sin tác ticas más co mplejas. Sin embargo, siempre se
debe aconsejar al joven investigador no aventurarse en experimentos de creación
literaria an tes de dominar los principios elemen tales de la constru cción sintáctica.
Preconizar una estructura lógica de redacción
Las ideas suelen en lazarse un as con otras. De ahí qu e cada ora ción suela inscri­
birse en un a est ructura lógica de red acción . Ca da nu eva oración debe an uncia rse
en la oración an teceden te y anunciar a su vez la oración siguiente. Una oración
que no ha sido an uncia da en la an te rior no prefigura la subsiguien te; de la misma
manera, un a frase qu e no se inscribe en una estructura lógica y progresiva de redac­
ción, dispersa en gran medida el pen samiento, rompe el ritmo de la argumentación
y desvía al lector.
A continuación se ilustra con un ejemplo el caso de un a estructura lógica de
reda cción:
Está claro q ue las motivaciones para optar por la memoria no co nsiste n en redu cir
el pasad o al silenc io. El pro blema consiste más bien en tr atar de amas ar co n el
pasado un ca pital qu e permit a construir un futuro, teniendo en cuenta las sit ua­
cio nes que definen la vida de los co nte mporá neos . C ua ndo falta esta búsqu eda
de valor es positivos, el presente perman ece de manera inexora ble en la sombra de
un pasad o que secr eta su memoria funesta . Existen mem orias qu e reducen a sus
h ered eros a la impo ten cia , me morias que vampirizan el fut uro, memorias qu e
consume n el ardor y las amb iciones de los co ntemporáneos. Sin emba rgo, en nin­
gún caso el pasad o puede ser un factor qu e destruya u oscur ezca el futuro de los
descendientes. Una casa no se organi za en función de los objetos hered ados. Es
mejor que alguien situado en un nuevo cont ex to reimprima sen tido para perpe­
tu ar la presencia del ayer en la con strucción del ma ña na. Lo mismo sucede cuan­
do se hereda la casa completa. Si esta casa no se renueva, pron to se convierte en
un ataúd para sus habitan tes. Por falta de renovación, el tiem po se apode ra de su
co nstrucción y la desintegra. Se pro duce en tonces una degrada ción cre cien te e
insoportable. Ren ovar no significa traiciona r el pasado; significa más bien actua­
lizar lo antig uo en func ión de los desafíos y apre mios del presente ; es lo que ga­
rantiza que lo viejo perdure . Los afanes del ahora debe n determina r los usos de lo
antiguo. Co mo es fácil entender, lo an tiguo muere para siempre si no se lo recupe­
ra en el prese n te , lo que es sin dud a deplorab le. Sin pasado , el presente se trans­
forma inva riab leme n te en ausencia . Sin em bargo, cu ando el pasado invade por
ente ro el presen te genera una espiral de repeticiones viciosas. Ilustr es pensadores
lo han repetido ad nauseam : existe un arte de heredar que consiste en ac tualizar
lo que ha sido tran smitid o co n la fina lida d de q ue se co nse rve . Só lo en es tas
cond iciones la herencia se conviert e en factor de libertad l.

1. [ ocelyn Létou rnea u, "Se so uvenir d 'o ú l'on s'en va: l'histo ire et la mémo ire com me
reconnaissan ce et dístanc e", en Passer a['avenir: bisioire, mémoire, iáetuu édans le Québec d'auiourd'hui,
Montréal, Boréal, 2004 [2000], p. 29.

221
De la oración al párrafo
El párrafo es un conjunto de varias oraciones qu e se con struyen y enlazan
mediante la enunciación y desarrollo de una idea principal. El párrafo es funda­
mental en la estructuración de un texto, puesto que est ablece coherencia, orien ta ­
ción, ritmo y unidad en la progres ión de la argumentación. El párrafo ideal se halla
in tegrado por tres part es, a saber:
• un en cabezam ien to en que la idea principal se formula de man era clara y con­
cisa;
• un cuerpo en que la idea princ ipal se desarrolla de ma nera lógica y acum ulativa;
ciertas conjuncio nes ad verb iales (en primer lugar, luego, por últ imo, etc.) pautan
esta progresión;
• un final en que se efectúa algo así como un bal ance sumario que permite re­
situa r la argumentación en relación con el desar rollo del discur so en su conj un­
to y aseg ura el paso a otra red argume n ta tiva.
En el ejemplo siguien te se ilustran estos aspectos de manera pertin en te .
Encabezamiento
[A partir de 1946, se inaugura en Q uebec un período de prosperidad econ ómica
de párrafo
incompa rab le en amplitud y regularidad co n los qu e allí se co noc ieron en tre
For mulación de la 1900 y 1944 . Sin emba rgo, cuando se abo rda el tema de manera tan general, se
idea principal pierd en de vista var ios aspectos analíticos . De he cho, cuando se est udian en
detalle las condiciones mat eriales de existen cia de los trabajadores asalariados,
se pued e ver que esta imagen de prosperidad general debe matiza rse en muchos
Cuerpo aspectos. ] [Ent re 194 6 y 1959, los sa larios nomi na les y el ingreso per cap it a
l ªidea aumen taron en Q uebec. No obs tante , la d iferencia de ingresos en tre un
trabajador de Quebeé y un o de Ontario, co n empleo idént ico, todavía seguía
sien do importante al finalizar este periodo.] [Por lo dem ás, aún en Quebec, los
2ª idea ingresos provenien tes del trabajo que percibían los asalariados de sexo masculino
y orige n franc ófono eran muy infer iores a la med ia gene ral de los ingresos de
trabajo que recibían los asalariados de otros orígenes ét nicos. ] [En tercer lugar,
3ªidea a comi en zos de la décad a de 1960, la proporción de los indi vid uos y de las
familias con ingresos insuficientes era tod avía alta en la provincia , en part icular
en las regiones alejadas de los gra ndes ce nt ros.] [Por último , la repartición de
4ª idea los ingresos en Q ue bec seguía siendo muy des igua l y discri minator ia, en
partic ular para las mujeres, los trabaja dores agrícolas y los obreros que laboraban
en los sectores blan dos de la ind ustria q uebequense.] [En suma y según los
Final del párrafo ind icadores considerados, la prosperida d que pareció caracterizar a Quebec
Balance resumido bajo la administración de Duplessis' fue sin duda vivida de mane ra muy diferente
por las diversas ca tegorías socia les"]

2. Maur ice Le Noblet Duplessis (1890-1959), abogado y político, Primer Ministro de Quebe c
(1936-1939) y (1944-1959) . Duran te su primera administración se aproba ron dos leyes de envergadura:
la del crédito agrícola y In de electrificación rural. Durante su segunda administración se creó el
Ministerio de Bienestar /Social y de la Juve ntud. Algunos pretenden que las raíces de la Revolución
Tranq uila de los años 1960, en Quebec, durante la cual la mayoría francófona abandonó su herencia
religiosa y colonial, tuvo su origen en el descon tento general que produjo su gobierno. (http://agora.gc.ca/
mot.ns flDossierslMaur ice Duplessis y llttp:((fr.wikipedia.o rg/wikilMaurice Duplessis). [N. del T ].
3. [ocelyn Létourneau, ''A.ccumulation, régulation et sécurité du revenu au Qu ébec au début des
années 1960", tesis doctoral, Q uebec, Universidad de Laval, Departamento de Historia, 1985, p. 409.

222
Articular las ideas principal es par a imprimirle una sensación de co n ti nu ida d al discurso
Palab ras de en lace" Efecto de enlace buscad o
y
también
.
aún más
adem ás
igualmente Contribuyen a reforzar las ideas preceden tes
de la misma manera
apa rte de ello
en efec to
paralelamen te
pero
aunque
ahora bien
a pesar de
sin emba rgo
no obstan te Produce contras te o inflexión en relación
empero con las ideas precedentes
más bien
por otra parte
por otro lado
en cambio
de conformidad con
en consecu encia
de donde
de este modo Suma to tal o conclusión
es por ello que
por esta s razones
en suma
en resumen

El encadenamiento de los párrafos


En la oración la idea cobr a forma . El párr afo es un conjun to de varias oraciones
enlazadas por el hilo conduc tor de un a idea principal. A su vez, los párra fos se
encadenan de man era lógica para formar un a subsecció n o, en un sentido todavía
más amplio, un a sección. Subsección y secció n suelen ser el lugar de en unciación
y demostración de un elemen to fundamen tal de la hipótesis planteada en la in,
traducción de un trabajo de envergadura. De est e modo resulta que el hilo con­
ductor de un conjunto de párr afos que integran un a subsecció n o una sección es
uno de los ele men tos de la hipót esis q ue el auto r seleccio na para profund izar.
De la misma man era qu e una oración se integra en una estruct ura lógica pro ­
gresiva y acum ulativ a de reflexión, el párrafo tiene un lugar preciso en el desarrollo

4. Mots de raccordement en el original [N. del T] .

223
general de la demostr ación. De lo contrario, se rompe el ritmo de la argumen ta­
ción. Sin embargo, un o de los objet ivos fundamentales que se busca con la escritu­
ra científica es justamente la continuidad del discur so. En efecto, el texto de be dar
la impresión de "fluidez", es decir debe desarr ollarse sin rupturas, desperdicios, ni
digresion es. Se pueden utilizar diversos sec retos para brindar esta impresión de
continuidad . De esta man era, la prim era o la últim a oración de un párr afo pueden
servir de puentes con el párrafo precedente o el subsiguien te. Algunas palabr as de
enlace o alguna s expresion es de cópul as pueden ace ntuar la impresi ón de co n ti­
nuidad de un texto. Por ejemplo; "Pero eso no es todo", "Vayamos más lejos". De
hech o, las posibilidades son muy numerosas, como puede verse en el cuadro prece­
dente. Sólo debe record arse que un texto científico es un a co nstrucción por eta­
pas, ninguna de las cuales se pueden saltar, a riesgo de echar a pique la argum enta­
ción y, además, que cada inflexión importa n te de la argumen tac ión suele dar lugar
a un a nu eva subsecc ión o secc ión .

Secciones y subsecciones: los momentos cruciales de la demostración


Un texto eq uilibrado está compuesto por secciones y subsecc iones bien desig­
nadas e n los títul os. Ca da una de estas secc iones co rres ponde a un a parte de l plan
de trabajo qu e el autor ha preparado al comienzo. De algún mod o, en los títulos se
condensa la idea prin cipal desarrollada en los diez o veinte párrafos qu e suelen
in tegrar un a sección . De la misma man era, le permiten al lect or situar el co nj un to
de párra fos en relación con los momen tos precedentes y subsiguien tes de la demos­
trac ión. Por último, representan para el autor puntos de referen cia útiles que orien­
tan su proceso de reflexión y escritura.
En un texto largo, los títulos de las secciones y de las subsecciones son las
seña les mediante las cuales se pauta el desarrollo de una demostr ación , los corre ­
dores donde se efec túan las bifurcacion es funda me ntales de un discurso, los n udos
donde se ope ran los pasajes de un pun to a o tro de la argumentación. La elecció n
de las palabr as que comp onen el título de una secció n o de una subsecció n debe
ser minuciosa en extremo. En efecto, en los títulos se deb e indicar el objetivo
propuesto . En ellos se resume la susta nc ia, el arq uetipo.
Puestos unos al iado de los otros, estos títulos y subtítulos co nstituyen la colum­
na vertebr al de un text o; se asimilan a los soport es sobre los que se sostienen los
músculos (puntos de argumen tación) y la carne (elemen tos de información ).

La puntuación: el pulso del texto


Sin una pun tuac ión adec uada el text o se torn a ilegible. Se con vierte en un
de rroche de palabras desprovistas de ca rácter y fuerza que se atro pellan un as con
ot ras. En este caso, no son más qu e pensamiento en unc iado que no ha sido objeto
de formalización , un fon do no comunicable, un co n te nido no tran smisible. La

5. Expressions de cadrage en el original [N. de l T].

224
pun tu ación le imprime significad o al texto, le brinda personalidad. Le insufla vida
a lo qu e sin ella sería una hemorragia de pa labras.

Ejemplo de puntuación deficiente

En febrero de 194 9 cerca de 5.000 trabajadore s desencadenaron un a huelga, en las


dos ci udades mineras de Asbestos y The tfo rd M ines sit uadas, aproximada ment e a
100 kilóme tros al sudeste , de Montrea l. En la me moria co lec tiva de los habitantes
de Q uebec nut rida en buena med ida po r la memo ria cie n tífica , este aco n teci­
mien to fue co nsiderado, como el primer lance de una auténtica reb elió n de la base
de la soc ieda d contra la cumbre. La his tor iografía y la soc iografía, en particular las
de las décadas de 1960 y 1970 sue len presenta r aq uel movimiento como un episo ­
d io du rante el cual la colectividad q uebeq uense , se jugó y definió su futuro hacia
el progreso, y ab andonó a sus figuras trad icio nales. De manera gen er al el recuerdo
qu e se conservó de la h uelga fue el de un movi miento unánime por par te de los
trabajado res, y el de un a acción tri unfa l, por parte de la clase obrera. ¿Pero cuá l fue
la significació n q ue tuvo es ta hu elga para aq ue llos y aq ue llas q ue la lleva ron a
cabo, y que , pagaro n el pre cio en forma de ta ntos desgarramien tos; dicho de otra
ma ner a la representación hab itu al de la hu elga del am ianto coincide co n la de los
tr ab ajadores, que vivie ro n el conflicto en lo co tid iano, como un ep isod io que no
era necesari amente la surna to ria exac ta de los desafíos plan tea dos por un a socie­
dad que todavía estaba po r construir.

Ejemplo de puntuaci ón correcta

En febrero de 194 9 cerca de 5 .000 tr abajadores desencadenaron un a hu elga en las


dos ciu dad es mineras de Asbestos y T hetford Mines, situadas aproximadamente a
100 kilómetros al sudes te de Mon treal. En la memoria colec tiva de los ha bitantes
de Q uebec, nu t rida en bue n a med id a por la me moria cie ntífica , este aco n teci ­
miento fue considerado como el primer lance de una auténtica rebelión de la base
de la sociedad contra la cumbre. La histo riografía y la sociografía, en particular las
de las décadas de 1960 y 1970, suelen present ar aq uel movimiento como un episo ­
dio duran te el cu al la colectividad quebequ ense se ju gó y defin ió su fut uro ha cia
el prog reso, y aband onó a sus figuras trad icion ales. D e manera general, el recuerdo
q ue se co nse rvó de la h uelga fue el de un movimiento uná nime po r pa rte de los
trab ajadores , y el de una acc ión triu nfa l por parte de la clase obrera . ¿Pe ro cuá l fue
la significación q ue tu vo est a h ue lga para aq ue llos y aque llas que la lleva ron a
cab o, y que pag aron el precio en forma de tan tos des garramientos? Dic ho de ot ra
ma nera, la represen tación h abit ual que se da de la h ue lga del amianto co incide
con la de los trabajador es, q ue viviero n el conflicto en lo co tidiano, como un epi ­
sodi o que no era necesariamente la suma roria exac ta de los desafíos planteados por
un a sociedad qu e to davía est aba por constru ir,"

Pun tuar un texto no solo sign ifica pon er aquí un a coma, allá un punto . Se tra ta
m ás bien de orga nizar el texto busca ndo un máximo de se ntido y efecto sobre el
22S

lector. La puntuación es un sistema co mp lejo de sign os que tiene por efecto reg la­
me n tar el flujo de las pa labras, marcar las pa usas, establecer las divisiones, definir
cie rtas relaciones sintácticas . Para la co ns tr ucció n de una oración, la pun tu ación
es tan necesaria co mo las pa lab ras . Ahí rad ica su importancia.
Todos conocemos los signos de puntuación: el punto, el pun to y com a, los dos
puntos, los puntos suspe ns ivos, los signos de in terrogación, los signos de exclama­
ció n , la coma, el guió n , los corchetes, los paréntesis y las comillas. La principal
dificultad consiste en utilizarlos de mod o adecuado y oport u no. Un sign o de pun­
tuación mal puesto traiciona el sen tido de una oración, des na tura liza una idea e
in te rrumpe una argume n tac ión. Utilizados de ma ne ra co rrecta, co n tr ibuye n al dis­
curso, pone n e n evidencia un a idea, acentúan o minimizan un elemen to de infor­
mación. La punt uación hace habl a r al texto, pauta el to no de l discurso, ac elera o
retarda el tempo de una discu sión, establece las relaciones en tre los diferentes pun ­
tos de argumentación. La puntuación es el pulso del text o.
Los dos ejempl os precedentes permiten percibir, por una pa rte, la ambigüed ad
e incoh erenc ia de un texto mal puntuad o, y, por otra parte, la cla rid ad y el efecto
de co n tin uida d de este mismo te xt o provisto de una puntu ación ade cua da.
Sin embargo, la redacció n de un bue n tex to no resul ta só lo ni muc ho menos
del dominio de los principios elementales d e la comunicación esc rita; hay que ir
to davía más lejos. El ob jetivo preciso de la prese n te sección consiste en condu cir­
nos allí.

2. Redactar para co n ve n ce r y seducir

La fase de la red acción sue le asociarse con una dosis mayor o me nor de angus­
tia por parte del investigado r. Si éste procede a partir de un plan d e trabajo, su
ang ustia desaparece en gran medi da, puesto qu e él sabe cómo va a de sarrollar su
arg umen tació n. D e la misma man er a, sabe co mo efec tu ar las trans iciones en su
demostración.
Sin embargo, queda por resolver el asun to de la escritura del texto. Al gu nos
multiplican las ve rsiones preliminares t ra tando de mej or ar y profund izar cada vez
más en los objetivos , co n te n ido y for ma. Existe un métod o más racional , qu izá más
rápido, que co nsiste en red actar un tex to en dos tiemp os:
• en pr imer lugar, redacta r par a con ven cer al lector ;
• enseguida, re toma r el texto para sedu ci r al lector, es decir, para cautivar su
interés de man era sostenida.
En ambos casos, el au tor debe propone rse la claridad como objetivo fund a­
me n tal. En el recu ad ro siguiente ap arecen cie rtos secretos para lograrla.
A hora se examinará más de ce rca el método sugerido.

6. [ocelyn Lérourneau , "La greve de l'amian te entre ses m érnoires et I'h ísto íre", Joumal of ¡he
Oral History of Canada [D alho usie University, Nou velle- Écosse], n" 11, 1991 , p. 8 .

226
Redactar para convencer al lector
La redacción preliminar es la fase en que el in ve stigad or se interesa principal ­
mente por la calidad de los argumentos que moviliza, las pruebas que esgrime , la
información qu e o rga n iza. Es la etapa en qu e se esfuerza por ser co nv in cen te , or­
denando de la manera más inteligente posible su documentación; es el momento
en que lo invade la pr eocupación por vol ver indiscutible la parte informativa de su
te xto ; es también el momento en que bu sca o rga n izar sus reflexiones, sus ide as y su
documentación en fun ción de una estrategia de demostración. De alguna manera
todo este proceso se ase meja a l escena rio de una ju st a intelectual con el lector.
Esta redacción preliminar n o implica por fuerza el mej oramiento de la forma
del te xto. Sin emba rgo, contrario a lo que ocurr e con el método de las version es
sucesivas, implica un trabajo lab orioso de poda y organización del contenido de un
te xto.

Objetivo: la claridad

Redactar un texto perfectamente comprensible para el lect or es una ope ración más
delicada de lo qu e parec e. No deb e olvida rse que vivimos en una época en que la
comunicación oral ocupa un lugar importante. Sin embargo, con dem asiada fre­
cuencia se tiende a olvida r que lengua escrita y lengua habl ada son dos formas de
expresión diferentes.
En efecto, no se puede escribir como se habla . El gesto, la mirada, la entonación y
el contexto de conjunto contribuyen a la int eligenci a del discurso del locutor en la
comunicación oral. Este último tiene la posibilidad de verificar de inmedia to el
efect o de sus palabr as y de reformular lo que su int erlocu tor no parece haber en­
tendido según se deja ver en el frunc ido de su ceño. En el escr ito se produc e un
texto de una vez por todas. En este caso, el texto es el únic o intermediario entre el
emisor y el recept or. Éste perm ane ce como el único sustrato que puede interrogarse
a propósito de aseveraciones qu e algun as veces adolecen de incoherencia.
Como es obvio, no se pretende que la expre sión oral deba ser descuidada, se trat a
más bien de subrayar hasta qu é punto la claridad es la cualidad princ ipal de un
buen texto . Para alcanzar esta calidad es necesario en primer lugar dominar un
tem a. Ello implica considerar la import anci a de cad a una de las eta pas del trabajo
intelectual que van de la definición del tem a hasta la organizaci ón del material
colectado, en el marco de un plan de trabajo coherente. En ningún caso la escritu ­
ra puede llen ar los vacíos de las etapas pre cedentes. El adecuado de sarrollo de
ca da una de estas etapas es lo que permite , en última in stancia, que el joven
inve stigador pueda co nce ntrarse en la ca lidad de la lengua, respetand o las co n­
venciones que la regulan.
Estas convenciones tien en nombres propios, a saber : gramática , ortografía, sintax is,
vocabulario y puntuación. Se trata de un código complej o que el joven inve stiga­
dor debe adoptar para comunicarse con eficacia mediante un texto. Mientras más
se respete tal código, mayor es la probabilidad de que el pen samiento sea aprehe n­

227
dido por lo que es. A la inver sa, el lector deb e interpretar y adivi na r cua ndo la
forma traiciona el sen tido . En estas condiciones, queda sin en te nder la ide a enun­
ci ada .
. C iertos sec re tos con firmad os en múlt iple s ocasiones con tribuye n a gara n tizar la
clarid ad de un tex to:
• pra cti car una serie de lecturas y relecturas en las que el obje tivo consiste en
observar un sólo aspecto, a saber: las co nvenci on es lingüísticas;
• dej ar decan ta r la edición prelimina r, lo q ue genera distan cia en relación con el
pen sami ento propio y permite coloca rse en la posición de quien leer á el text o
por primer a vez.
D arle el texto a un colega de confi anza par a que lo lea. Éste puede, con frec uencia
mejor qu e el prop io auto r, desen trañ ar las incohe renc ias de la argume n tac ión , los
errore s de estilo, las digresiones , en tre o tros aspec tos.
Leer el texto en voz alta. Algunas falta s, en particul ar las de sin taxis, se detecta n
con mayor fac ilida d median te la escucha .

Redactar para seducir al lector


La segunda etapa es el mom ento en qu e el investigador se interesa principal­
mente en la comunicación de su pensamiento. Entonces equilibra y perfec cion a
su texto en función de una estrategia de seducción inte lectua l del lect or. Momento
en que el investigad or se preo cup a por la exactitud de sus formul aciones, la belleza
de su estilo, la precisión de sus términos, la artic ulación funcion al de sus oraciones ,
el desarr ollo lógico de su texto, la concisión y clarid ad de su escritura. Momento en
que se torna indispensable el recurso a un a gramática ya diccionarios especializ a­
dos. En el recu adro de la página 229 se brindan algunos títulos muy pertinentes
para este propósito .
Con su texto, el investigador debe brindar la impresión de que domina su
tema con la misma suficiencia con que lo formuló. El empleo de un estilo vigoro ­
so y seguro, la sutileza para expresar los matices, el apoya rse en un a documenta­
ción rica y abundan te y la capacidad para desplegar el vocabulario especializado de
algunas disciplinas son exigencias de un ideal dign o de ser alcanzado. El investiga­
dor tambi én debe dar la impre sión de qu e ha obtenido placer adelantando la in­
vestigación que ahora entrega al público. Se trata de un a manera eficaz de suscitar
la simpatía del lect or hacia su trabajo.
En tod o caso, el investigador que red acta un texto deb e mantener presentes
ciertas pautas que le ayudará n a comunicar mejor su pensam iento y por ende a
ca utivar el in te rés del lector. A continu ación se enumeran diez de ellas:

228
l . Emplear la palabr a adec uad a para expresar una buena idea.
2. Utilizar los términos precisos que eviten dudas de sen tido; en algunos casos,
definir las nociones y los co nce ptos que se utilizan en el te xto.
3. U tilizar un voc abul ario simple, más fácil de man ejar qu e un a terminología ela­
bor ad a cuyos matices semán ticos se hall an a menudo fuera de nuestro alcance.
4. Variar las formulaciones sin tác tica s y estil ísticas para evitar las repet iciones
molestas y la monotonía del texto.
S. Prefer ir el modo activo al pasivo, porque aligera el texto y facilita la comunica ­
ción del pensamiento.
6. Evit ar la prolifer ación de adjetivos califica tivos, adverbios y pronombres relati­
vos en un a mism a o ració n, por qu e la tornan pesad a y a veces confunden y
comprometen la continuidad del discurso.
7. Trat ar de asoci ar la argumen ta ción abstracta con la argume ntación empírica,
con la finalid ad de que se valoricen y refu ercen m utu am ente.
8. Coloc ar las palabra s en la oración de modo que la idea se destaque, un to no se
impon ga, los argumen tos cobren contraste, etc.
9. Elimin ar sin vacilacion es toda pa labra o segmen to de oración inútil a la com­
pren sión de la idea ex presa da . Evit ar la ve rborrea, de la qu e nunca es tá n exen­
tos los espe cialistas, incl uso los más consagrados .
10. Prep ar ar un a versión preliminar del texto antes de co rregirlo.

Dominar el arte de la expresión escrita:


aprender a conocer los "verdaderos amigos"?

Poner por escrito los resultados de la investigación y la reflexión se convierte en un


autén tico plac er cua ndo las palabras dejan de ser en em igas par a volverse có mpli­
ces . Aunque el arte de escr ibir, a la manera de los mejore s escrito res, no se halla al
alcance de tod os, el domin io de las té cnicas de ex presión escrita sí puede adquirirse
mediante la práctica regul ar.
Dominar las diferentes convenciones de un a len gua con siste, ante tod o, en saber
manejar, cada vez más y mejor, los ins tru me ntos de tr abajo: los diccionarios y las
gramáticas. Es indudable q ue estos volúmene s pesados y áridos no se leen de pasta
a pasta, pu es no est án con cebidos para leer se como si fueran un a novela. Sin em ­
bar go, se deben manej ar con eficac ia para dominar el ejercicio de la esc ritura.
Existen varios tipos de diccionarios y gramá ticas , entre los cu ales son indis pensa­
bles los siguien tes:

7. El tex to de este recuadro fue adapt ado por el pro feso r C leóbu lo Sab ogal Cá rdenas , jefe de
la Oficina de Divul gación de la A cademia Co lombiana de la Len gua.

229
El diccionario de lengua
Se recomie nda provee rse de u n diccio na rio d e lengua (diccio nario lin güístico o
diccionari o genera l definitorio) , por eje mplo, el Diccionario de la lengua española, de
la Real Acade mia Espa ñola", oficia l en todos los países de habl a h ispana , o, en su
d efecto, d e un o no académ ico, co mo el Gran diccionario de la lengua española
(Laro usse) , el Diccionario Salamanca de la lengua española o Lema. Diccionario de la
lengua española, entre otros. As imismo, exist en importantes y va liosos lexicones
des criptivos o de uso q ue , co mo su nombre lo dice, co ntiene n los voc ablos más
usuales de un idioma en una épo ca determinada (estén ace p tados o no por la Real
Academia) , po r ejemplo, el Diccionario de uso del español, de María Moliner, cuya
segunda edición es de 1998; el Gran diccionario de uso del español actual, publicado
por la Socied ad G eneral Española de Librería en el 200 1; Clave. Diccionario de uso
del español actual;9 el Diccionario de uso del español de América y España 1o; y el Diccio­
nario Planeta de la lengua española usual. Todos ellos presentan las acepciones pro ­
pia s y figur ad as de las pa lab ras y su uso corr iente en el idio ma . A lgunos incluyen
cuadros de conjugación, dan sinó nimos y parónimos o suministran info rmació n gra­
mat ical y etimo lógica .
Recientemen te , la Real Acade mia Española, co n e l ánimo de ace rca r más a los
hispanohabl antes al vocabulario , ha lanzad o dos lexicones muy se nci llos, co n pala­
bras y locu ciones típicas del léxico actu al: el Diccionario del estudiante (2005) y el
Diccionario esencial de la lengua española (2006). Ambas obras están enr iq uecid as
con ejemplos y orientaciones grama ticales o léxicas.
En otro plano está n los dicciona rios enciclopédicos, "propios de países latinos como
Francia, It alia, Portugal y España", u donde se mezclan un diccionari o de lengua y
otro de materias o cosas" . El más amplio de ellos en nu estro idio ma , y el más grande
del mundo, es la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, "más conocida
popularmente por Enciclopedia Espasa", 13 pero cuyo nom bre de enciclopedia "no pa­
rece muy adec uado, pues se tra ta sin ningún géne ro de du d as de un diccionario
enc íclop édíco'l " ; ac tua lmen te (200 7) tiene 117 vo lúmenes. Cabe me nc iona r tam ­
bién la Nueva enciclopedia Larousse, publica da por la editorial Planeta, q ue , "pese a
su título , [es] un diccionario enciclopédico" 15.

8. Se puede co nsu lta r en la página de la Acad emia: www.rae .es


9. Se puede consu lta r en lu tp.z/clave .Iibrosvivos.net
10. D ispon ible para su consulta en www.diccionar ios.com

llo José Mart ínez de Sousa , Diccionario de lexicografía práctica, 'Barce lona , Bibliog., 1995, p.

178.
12. Cfr. José Martín ez de Sousa , Diccionario de bibliología y ciencias afines, 2ª ed ., Madrid,
Fundación Germán Sánc hez Ruipérez/ Pirá mide , 1993, p. Zó l ,
13. Diccionario de lexicografía práctica, p. 137.
14. Ibíd., p. 138.
15. José Mar tínez de So usa , Manual de estilo de la lengua española, 2ª ed., Gij ón, Trea, 2003 ,
p. 330.

23 0
La gramática
Una gramá tica suele ser un manual donde aparece n las reglas que regulan el em­
pleo de los diferentes tipos de vocablos. Allí es tá n descritas todas y ca da una de las
partes del discurso, expresión consagrada que desi gna las voces según su n aturale ­
za: sustan tivo, verbo, adjetivo, preposici ón, entre otras. Allí también se ex pon en
los princip ios de concordancia, " según el papel que los términos c umple n en la
oración: suje to , complemento, atributo, e tc. A simismo, se aprende qué cl ase de
pal ab ras no var ían nunca y có mo la índole y la función de otras influyen sobre la
concordancia.
La gra má tica ofici al de nuestro idioma ha sido la de la Real A cademia Española.
Una nueva edición de ella fue presentada y aprobada en e! XIII Congreso de Aca­
demias de la Lengu a Española , e! cual se verificó en Med ellín del 21 al 24 de marz o
de 2007.

El diccionario de dificultades
El diccionario de dificultades facilita y completa el uso de la gramática. Las regla s
y las palabras que plantean mayores inconvenientes ap arecen clasificadas por or­
den alfabético (de ah í el apelativo de diccionario), lo qu e simplifica su consulta.
Varios lexicones de este tipo se han escrito. En la actualidad, el más import ante es
e! Diccionario panhispánico de dudas, de la Re al Academia Española y la As ociación
de A cademias de la Lengu a Española, publicado en octubre de 2005. Antes que
éste saliera a lu z, el más útil, completo y conocido er a e! Diccionario de dudas y
dificultades de la lengua española, del ac adé mico español Manu el Seco Reymund o,
muchas veces editado y reimpreso por la editorial Espasa 17. Mención esp ecial me ­
rece el Diccionario de usos y dudas del español actual, de Jo sé Mar tínez de Sousa,
cuya tercer a y última ed ición es de! año 2001, publicado por la editorial Sp es .

El diccionario de anglicismos
De sd e final es d el siglo XIX, el elemento inglés es el que más ha influido en la
lengua española, pues a ntes lo fue el franc és: ''Ayer imp eró el galicismo . Hoy con­
templamos el reinado del anglicismo"18. Por eso, hoy más que nunca debemos estar
atentos para evitar el em pleo in n ec esa rio de voce s extranjeras, pues "en lo que se

16. Desde la Antigüed ad se le daba much a importan cia a este tem a, por eso el filósofo latino
Séneca sost uvo: "Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente".
y en Colombia, don Marco Fidel Suárez, uno de los tres grandes filólogos de este país, afirmó: "En
ningún otro departamento del lenguaje son tantas y tan caprichosas las variedades del uso".
17. Un a nueva edición resum ida y actualizada de est a obra se publicó en e1 200S: Guía práctica
del español actual; Diccionario breve de dudas y dificultades, donde Manuel Seco es coautor junto con
Elen a Hernánd ez.
18. Ricardo J. Alfara, Diccionario de anglicismos, Madrid, Gr edas, 1964, p. 7.

23 1
habla y se escribe , por desconocimiento de lo propio se mend iga tanto a lenguas
extrañas, que se hace apa recer la nu estra co mo una zarra pastrosa n utrida sólo por
lo que o t ras le dan"!", sin olvidar, claro está, qu e "el tér mino ext ran jero ha de
ace ptarse cuand o no hay más remedio, pe ro n unca cuando en castellano pod emos
hallar equivalentes castizos'?",
El más representativo de este tipo de lexicones es el Diccionario de anglicismos, del
panameño Rica rdo ]. A lfare, editado por Gred as, del qu e se co nocieron tre s edi ­
cio nes, la última salió en 1986 . Once años m ás tarde (1997) , esta misma edi torial
sacó a la luz el Nu evo diccionario de anglicismos, cuyos autores son Félix Rodríguez
González y Antonio Lillo Buades. Un buen complemento de est os do s vocabula rios
es el Diccionario de palabras y frases extranjeras , de Arturo del H oyo, cuya tercera y
más reci en te edic ión es de l año 200 2.

IPreccuci ón!

De be tenerse en cuen ta q ue la integración de dicciona rios y gra máticas a los pro­


gramas corrientes de procesam iento de texto no eximen al autor de un escrito de
una revisión lingüística metódica y sistemá tica de su obra. Esto se explica , al me­
nos, de dos maneras. Po r una pa rte, la inteligencia peculiar de los escritos de scon ­
cierta con fre cuencia las lógicas o rtográficas y gramatica les de los progra mas de
procesamiento de texto, ha sta el punto de que muchos "errores" son ignorados o
identificados de mane ra inadecuada por los programas electrónicos, incl usive los
má s sofistic ados. Por otra, la experiencia demuestra q ue los prog ramas elec trónic os
no se hallan exen tos de er rores y olvidos. Vale la pena con trolar siempre el trabajo
mecánico de la máquina , pues "los cri terios de corrección gramatical que contem­
plan los co rrectores gramatica les no incluyen todas las espe cificaciones real izadas
por la gram áticas nor mativ as, por lo que pasan por alto err ores o, por el con trario,
subray an como err óneas estructuras que no lo son'? '.

19. Roberto Resrrepo, Apuntaciones idiomáticas y correcciones de lenguaje, 2ª ed., Bogot á, Im­
prenta N acional, 1955 , p. 9.
20. Humbe rto Toscano, Hablemos del lenguaje, Nueva York, [osh ua Powers, Inc ., 1965 , p. 21.
21. Estrella Mon tol ío (coo rd), Manual práctico de escritura académica, Barcelona, A riel, 2000 , v.
11I , p. 185 .

23 2
Apéndice 1

Cómo presentar referencias bibliográficas

El lect or con oce la importan cia de un a referen cia bibliográfica prec isa y com ­
pleta, aunque sólo sea para identificar ult eriormente la publicac ión citada por un
autor. Por desgracia, el investigador lo olvida con frecuencia o se muestra negligen­
te a este respecto. En este apéndice se propone un método para presentar referen­
cias bibliográficas, que incluye las referencias a los documentos jurídicos y a los
documentos electrónicos. En este método se asocia la precisión con la concisión y
el sentido práctico.
En materia de presentación de referencias bibliográfic as no existe un a maner a
únic a que goce de aceptación universal. De he cho y cad a vez con mayor frecuen­
cia, los investigadores utilizan sistemas abreviados que reducen de forma conside­
rable la infor mac ión bibliográfica qu e acompaña la mención de un documento.
Este modo de proceder co n tribuye a complicar los prob lemas de la comunicación
científica y aumenta, a veces de manera muy significativ a, el tiemp o necesario par a
reubicar las referencias en los ca tá logos de las grandes bibliotecas o en Internet.
En este apéndice se propone un sistema razonado de presentac ión de referen­
cias bibliográfic as. Nos inspira el deseo de sensi bilizar al joven inve stigador acerca
de la necesidad de asimilar un código de co nducta en materia de comunicación
científica. En el sistema propuesto se ap rovechan las ven tajas de los modelos de
presentación existentes; además, se incluyen aportes qu e han sido objeto de con­
senso durante los últimos años. Con el sistema suge rid o no se pr etende la
exhaustividad, sólo se trata de prever los casos más frecuentes qu e debe enca rar el
investigador principiante':

1. C inco obras no s han ay udad o a ela bo ra r las re fe re n cias bibliográfica s que apa rece n en las
pá ginas sigu ien tes , incluye n do las de los docume n tos elect ró nicos: Be noit Bernier, Guide de présentation
d'un travail de recherche, S illery, Pr esses d e l'Uni versit é d u Q uébec,1979 [19 73]; Te rry Co ok eL al.,
Références aux documents d'arcluoes, Otawa, Arc hives p ub liques du Cariada, 1983 ; Ka te L. Tura bian,
A Manual for \X!riLers of Term Papers: T heses and Dissen auoos, Sª ed., Chicago , U n iversity o f C h icago
P ress, 198 7 [19 3 7]; [ ea n -G uy Víolette, ba jo la d ír de, Guide pour la rédaetion et la présentation des
mémoires er theses, l a ve rsió n , Q ue bec, U n iver sité La val , D épa rt em e n t d 'h ísto ire, 198 7; Rosair e Ca ron,
"C o rnrnent cit e r un do c umen t éle c t ro ni q ue ?", Universi té Lava l, Biblio t h éque, site de la Bibl io t h éq ue
de l'U niversité Laval, [en ligne], www .bibl.ulaval. ca/doelec!citedoce.html (p ágin a consultada el 27
de marzo de 2005) [N . del T ]: Aq uí se han respe tado los criterios del profesor Lé to u rn e au y la
bib liografía por é l br in dada . El lec to r inter esado en b ibli ogr afía correspo n di e nte par a el mundo hispa­
n o pu ed e co nsu ltar, entre otras obras, Reglas de catalogación angloamericanas I pre paradas ba jo la
d irecc ión del [ o int S tee ring Co rnm ittee for Re vision of AAC R u n co m ité d e American Library
A ssoc ícuon .. . [ez al].. . [trad ucción y re visió n gene ra l Ma rga rita A maya de H e redi a , 2ª ed. rev. en
2002, actua lizaci ón 2003 ], Bogotá: Rojas Eber hard Ed itor es, 2004, XX, 702 p. en paginac ión variada, íl.

233
1. Los libros

La autoría

Un autor2
Amaya, José Antonio. Mutis, apóstol de Linneo: historia de la botánica en el virreinato de Nu eva
Granada, 1760-1 783, Bogot á, Instituto Col ombi ano de Antropol o gí a e Hist ori a
(IC A N H) , 2005, 2 V., il. , cuad ro s, bi bliog,

Dos autores
H ob sbawm, Eric ]., y M arc Weitzmann . 1968, Magnum en el mundo /Textos EricJ . Hobsbawm,
Marc Weitzmann , Barcelona, Lunwer g [1998], 271 p., il.

Tres autores
Lorenzi, [ean-Herv é, Olivier Pastré y Joell e Toled an o. La crise du xX" siécle, París, Economica ,
1980,387 p., c ua d ros , gráfs., di agr.

Más de tres autores


Weitzm ann, Kurt, et al. The lean, tr ad . d el it al iano , N ew York, Knopf, 198 2 [ed. it al. , 1981],
41 9 p., pl., ín d ice .

Autor corporativo3
Universidad Nacion al de Colombia, D e pa rta m en to de Plane ación. Quimbaya: plande ordena­
miento, Bogotá , Universid ad N acio n al de Colombia , [197?], 123 h., il. , cu adros, gráfs.,
m apas, planos .

Por ot ra part e, la profesora Margarita Amaya de Here dia, de la U niversidad Nac ional de Colombia,
revisó la tradu cción del prese nte apénd ice. Ad emás, Alej and ra Orozco, de Patr imoni o Fílmico Co ­
lombi ano, Clara Lucy Valenzuela Gó mez, de la Biblioteca Ce ntr al de la Unive rsidad Nacional,
Ca rolina Vanegas Carrasco, de la Cur ad uría del Museo Nacional de Colombia, Jaime Du art e Castro,
del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Yezid Alejand ro Pérez Jerez, de la Universidad Naciona l
de Co lombia y Maur icio Tovar González colaboraron en la identificación de los ejemplos de este
a pénd ice .
2. Todas las referencias bibliográficas qu e apa recen en est e apéndice citadas a modo de
ejemplos se presentan en forma compl eta. En la referencia se inclu yen las car act erísticas externas y
físicas de una obr a: número de páginas, ilustr aciones, mapas, planos, entre otras. Estas ca racterísticas
suelen indicarse de modo abreviado. Los significados de las abrevia turas de uso común en las referen­
cias son los siguientes: p. (página-s) , t. (tom o) , v. (volumen), bibliog. (bibliografía), co l. (colección) ,
facsim., facsimis. (facsímile, -es) , diagr., diagrs. (diagrama , -s) , il. (ilustración, -s), foIl. (folleto), fase.
(fascículo), grabo (grabado, -s), apend. (apénd ice) , a nexo(anexo) , ca p. (capítul o) , ms. (manu scrito ),
mss. (manu scritos), litogr, (litografía). Las ant er iores abreviaturas y sus significados se han tom ado de
Reglas de catalogación angloamericanas, ed . cit., Apéndice B-l.
3. Si el no mbre procede de inst anci as de un organismo (servicio, dirección, oficina , entre
otras) , es necesario citar en orden jerárquico las unidades per tinentes.

234
Entidad gubemamental4
C olombia, Depar tamento N acional de Plan eación, Di visión de Inversión Ext ranj er a. A Bu­
sinessGuide for Foreign Investment in Colombia, San tafé de Bogotá, Departamento N aci o ­
nal de Planeaci ón, 199 2, 167 p ., il.

Entidades sin nombre


Gloria, arte y humor:en [os« María Espinosa elabanderado de Nariño, Bogotá, Banco C afetero, ca.
196 8 ,116 p., il.

El título

Títul o
Braudel, Fernand. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n, tr ad. del
francés de M ari o Monteforte Toledo, Wencesl ao Roces y Vicente Simón , 2ª ed., 1ª reimp .,
México , Fondo de Cultura Económic a, 1980, 2 v., il., índices, co l. Sección de Obras de
Historia.

Título y subtítulo5
Obregón Torres , D ian a. Batallas con tra la lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia, Medellín
[Colo mbi a] , Banco de la República / Fondo Editorial Universid ad EAFIT, 2002, 422 p .,
[12] p. de lám.

Título escrito en una lengua extranjera más o menos conocida de los lectotes"
Volb ach, Wolfgang Fritz . Elfenbeinarbeitender Spdtantike und des frühen Mittelalters [M arfile s de
fina les de la An tigüe da d y de la Alta Ed ad Media], 3ª ed . re v. y corr., Magunci a, Philipp
von Zabern, 1976 [191 6], 154 p ., 1 h., 116 h . de lám.

4. Existe otr a forma de describir los docu mentos de ent idades gubernamentales, que puede
ser acep tada. En este caso, se designa como autor a la persona que ha preparado la monografía. El
organismo se convierte entonces en editor de la obra. Ejemplo: Morin , And ré. D épenses et rémunération
dans les aámin istratums publiques: évolwion et importance relative [Gast os y remu neración en la admi­
nist ración pública] (Q uebec, O ntario, Canadá, 1969-1979), Que bec, Conseil du trésor, Burea u de la
recherche sur la rémunéra tion, 1982, 73 p., rabl., ano
5. El uso consagrado aconseja trans cribir y subrayar el subtítulo de un a publicación. Para
marcar la separa ción entre el título y el subtítulo se recomiend a el uso de los dos puntos. Mediante los
dos punto s se indica que el subtítulo aclara, específica o desarrolla el títul o. A lo largo de un trabajo
se debe adoptar la misma manera de indicar la relación entre el título y el subtítu lo.
6. La regla básica relacionad a con los títulos en lengua española, francesa e italiana es la
siguiente: después de la primera palabr a del títul o sólo se usa mayúscula para los nombres propios. En
lengua inglesa se escribe con mayúscula la primera letra de todas las palabras, salvo los artíc ulos, las
preposiciones y las conjunciones. En alemán, se escribe con mayúscula la primera letr a de todos los
susta ntivos, incluidos los sustantivos co munes. En todos los casos la primera palabra de un títul o se
escribe con mayúscula inicial.

235
Título paralelo
Sa n Pío A ladrén, María Pilar (scientific editor) . Mutis y la RealExpedición Botánicadel Nuevo
Reyno de Granada/1'vfutis and theRoyal Botanical Expeditionof the Nuevo Reyno de Granada,
Bogotá (Colombia), Villega s/ Barcelona, Lun we rg, 1992 , 2 v., il.

Título de un tomo de una obra de un mismo autor


Kolakowski, Lesze k. Las principalescorrientesdel marxismo, t. 2: La edad de oro, tra d. de l po laco
de Jorge Vigil, 2ª ed., Ma drid, A lianza, 1985 [1978], 542 p .

Título de un tomo de una obra de diferentes autores


Bod y-Gendro t, Sophie, et al. De la Primera Guerra Mundial a nuestros días, t . 5 de Historia de la
vida privada, bajo la di rección de Philippe Aries y Georges D uby ; traducción del fra ncé s
de José Luis Checa Cremades, Madrid, Tauru s, 1989,634 p., il., bibliog., índice .

Ac tas de un coloquio
Fiestas y liturgia: actas del coloquio celebrado en la Casa de Velásquez / Fétes et liturgie : actes du
colloque tenu alaCasadeVelásquez (Madrid, 12-14 de diciembre de 1985), M adr id, Casa de
Velásq uez / U niversidad Complute nse, 1988,312 p., u., bibliog., col. Casa de Velásquez, 4.
A m aya, José Antonio, y O iga Re st repo Forero (coords. de la ed. ) . Ciencia y representación:
dispositivos en laconstrucción, la circulación y lavalidacióndelconocimientocientífico / II Colo­
quio sobre Ciencia , Tecnología y Cultura (Bogotá, 1995) , Sa ntafé de Bogotá, Universi­
dad Nac ional de Colombia, 1999 , 452 p.

Catálogo de una exposición


Exposición el regreso de Hu mboldt (200 1, Qui to). El regreso de Humboldt, ca tálogo de la
expos ición e n el M useo de la Ciudad de Quito, junio -agos to de 2001 , Quito, M useo de la
C iudad de Q uito, 2001, 207 p., il., bib liog.

Participaciones div ersas en la preparación de una obra

Director, editor, compilador, coordinador, entreotras


Rodríguez, Pablo (coord.). La familia en Iberoamérica: 1550-1 980, Bogotá, Conven io A nd rés
Bello / Universídad Externado de Colombia, 200 4, 526, [40 ] p. de láms., il., bíbliogs., col.
Confl uencias.

Traducción
Léro urn eau , Joce lvn. La caja de herramientas del joven investigador: guía de iniciación al trabajo
intelectual, tra d . de l fran cés por José Anton io Amaya, Medell ín, La C arre ta, 2007 , 260 p.,
il., col. Ariad n a.

236
Dirección de un número monográfico de una publicación seriada
Lécournea u, [ oc elyn, y Bog umil ]e wsiewic ki (bajo la d irecc ión de) . "Po litiqu e de la m émoire ",
Politique et sociétés, v. 22, Nº 2, n úm ero monográfico, 2003, 101 p.

Prólogo, prefacio, introducción, entreotros


Abascal,] uan M anuel. La ciudad hispano-romana: privilegio y poder, pról ogo de ] ulio Caro Baraja,
Logro ño (España), C ole gio Oficial de Apa rej adores y A. T de la Rioja, 1989, 254 p., il.,
bib liog., índices, col. Ibercaja Rioja, 3 .

Características de la edición

N ueva edición
Lét ourneau, [ocelyn. Le coffre aoutils dHchercheur débwant : guide d'initiation au travail intellectuel,
nueva ed. rev., aum . y puesta al día, Mo ntreal , Bor éal, 2006, 259 p., il, recuad ros , esque mas ,
bib liog .

neimpresión por lamisma editorial


Bloch , M ar c Léo pold Benjam ín. Apologie pour l'histoire ou métier d'historien, París, A rm a n d
Co llin, 195 2 [1949], 110 p., co l. Cahiers des annales.

Reimpresiónporotra editorial
G ó mez H oyos, Rafael. La revolucióngranadina de 181 0: ideariode una generación y de una época,
178 1- 1821 , Bogotá, Te mis, 1962 , re impresió n, Bogo tá, Institu to Colombia no de Cu ltura
Hispánica, 1982, 2 V., bibliog.

Dirección bibliográfica

Varios lugares de edición 7


Baxandall , M ich ael. Pauerns oi Intention: On the Historical Explanation oi Pictures, Londres/
New H aven, Yale University Pr ess, 1985, 148 p., pl., índice .

7. Si el nombre de un lugar de edición es ambiguo, al punto de crear riesgo de confusió n ent re


dos ciudades, es preferi ble agregar, después del nombre de la ciudad, el nombre del país, de la
provincia o del Estado donde se en cuent ra la ciudad . Esta aclaración se hace de modo abrev iado y va
entre paréntesis. Ejemplos: Ca rnbrigde (Ma ss.) : Ca mbrigde (R. U.). Si el lugar es poco conocido, es
mejor precisarlo. Cuando el lugar de edición aparece escrito en una lengua extra njera, debe trad ucirse
al español. Así, se escribe "Quebec" en lugar de "Québec", "Montreal" en lugar de "Montr éal",
"Florencia" en lugar de "Firenze''. Por último, si el lugar de edición no aparece en la publicación, se
escribirá "s.l.", q ue quiere dec ir "sin lugar".

23 7

Dos editores8
Silva, Ren án . Los ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808: genealogía de una comunidad de
interpretación, Bogotá, Banco de la República / Medellín, Fondo Edit orial Uni ver sidad
EAFIT, 2002, 674 p., bibliog., índ ice.

Edición escalonada en el tiempo9


Ricoeur, Paul. 1emps et i écu , París, Seuil, 1983-1985, 3 L, col. "I'ord re ph ilosophique ",

Casos particulares

Monografía o tesis
Mejía, Sergio Andrés. "La Historia eclesiástica y civil de José Manu el Groot (1800-1878)" , tesis
de maestría, Bogotá, Universidad N acion al de Colombia, Depart amento de Historia,
2004, 285 h., bibliog.

Reseña
Pérez Zapat a, Sa nt iago. Reseña de la obra de David Bushnell, Ensayos de historia polftica de
Colombia, siglos XIX y xx, Medell ín, La Carre ta, 2006, 195 p., Historia)' Sociedad (Medel1ín ,
Co lombia), N º 12, noviembre de 2006, p. 353-362.

2. Artículos

Artículo de publicación seriada lO

Am aya, José Antonio. "Cues tionamíen tos in ternos e impu gn acion es desde el flan co militar
a la Expedi ción Botán ica", Anuario colombiano de historia social y de la cultura (Bogotá) , N º
3 1, 2004,p. 75-118.

Volumen, número, mes, año

Restre po Forero, O iga. "En busca del orden: ciencia y pod er en Co lombia", Asclepio (Ma­
drid) , 1998, v. 50, Nº 2, p. 33- 75.

8. Es preferibl e red ucir el nombre de la editorial a su más simple expres ión, a condición de que
este cr ite rio no genere problemas de identificación. No se conservarán las expres iones de carácter
come rcia l ta les como "& Cía", "S. A .", "Ltda .". De la misma man era, se pueden suprimir expresio nes
como "Edito res", "Ediciones", etc. Si la mención de la ed ito rial no apa rece, se escribirá "s.n.", que
significa "sin nom bre" .
9. Cua ndo se trat a de una publi cación de más de dos volúmenes o tomos, se indica la fecha
de l primer volumen (o to mo) y la del últim o.
10. Cuando en un títul o figuran comill as, se transcriben. Sin emb argo, cuando las comillas van
al comienzo o al final de l títul o, no se emplean dobles com illas.

238
Artículo de periódico 11
Restrepo, Gab riel. "Un mundial Co lombia que no fue (1986) y ot ro que puede ser (2018)" , El
Tiempo (Bogotá), 23 de julio de 2006, p. 15.

Artículo en una obra colectiva


Amaya, José Antonio. "Mutis y la historia natural españo la, primera parte : 1749 -1760", en
Sa n Pío Aladr én, Marí a Pilar (ed.). Mutis y la Real Expedición Botánica del Nuevo Reyno de
Granada, Bogot á (Colombia) , Villegasl Barcel ona, Lunwerg, 2 v., 992 , v. 1, p. 90 -119.

Artículo reimpreso, compilación


Braudel, Fernand. "Histoire et sciences soc iales. La Longue dur ée" , Annales E. S. e , NQ4,
oc tubre- diciembre de 1958 , Débats et Comba ts, p. 725-753, reprodu cido en Braudel,
Fernand, Écrits sur l'hiswire, París, Flammarion, 1969, p. 41- 83.

Artículo de una enciclopedia, de un diccionario


C ha ussina nd-Noga ret, Guy. "Histoire des élites'', Enciclopéedia Universalis, París, Enciclopsedia
Un iversalis, co rpus 11, 1994, p. 495-497 .

Parte de una obra

Ari as de G reiff, Jorge. "Hi storia de la astr onomía en Colombia", en Colciencias, Historia
social de lacienciaen Colombia, t. 2: Matemáticas, astronomía y geología, Bogotá, Co lcienc ias,
1993, p. 173-269.

3. Otros documentos

Grupo de tamb oras y cantadora s de Arenal er al. Los olvidados . Resistenciacultural en Colombia.
Universidad Autónom a de Bucaraman ga (UNAB), Centro de Documentación, Mu seo
Nacional de Colombia, CD-043, 5 y 6 de junio de 200 3, 1 CD, 1 cuadernillo (fotografías
en b y n , 8 p.) .

11. En la referencia comple ta de un ar tículo de una publicaci ón seriada se suele mencionar el


nombre de la publicación seriada, seguido de! nom bre de la ciudad en tre par ént esis. Sin embargo, e!
nombre de la ciud ad se puede omitir si es suficientemente con ocido por los lec tores. No se lo indica
si figura en e! nombre del diario (ejemplo: New York Times) . Si el nom bre de la ciud ad se presta a
co nfusión con el de o tra ciuda d, o es muy poco co noc ido, es mejor incluir el nombre del Estado, la
provincia o el país (ejempl o: El Imparcial (Son ora, México).
12. La descripción incluye los siguientes elemen tos: nombre de! au tor, título compl eto, men cio­
nes especia les (si figuran en la fuente)' co mpañía disquera, número de iden tificación del disco,
fech a (si figura en la fuente), descripción física.

239
Película l3

Osorio Gómez, Ja ime . Confesión a Laura. Pelíc ula cin ematográfica . M elies Producciones.
Co lombia, 1990 . C opia en exhibición con so n ido óptico (CEX -OPT) : 9/9 C (7.516-4
pies, 1 h 23 min o30 seg.) ; 35 mm. : SAF, C L, Sd . ; Estad o: 4 / DC73-519 17-5 191 8-51 924­
51 925 -5192 1-SW5-4-A /Copia de consulta en Vide o (VHS) : 1 (90 min.): 1/2 Pulg. : C l
(NTSC), Sd . ; Est ado: 1 / CV77 -026941.SF5 -2.
Acevedo Vall a rino, Art ur o . Bajo el cielo antioqueño. C in ta cine matográfica. C omp añía
Filmadora de Mede llín, Fundación Cinema teca Colombiana, Medellín , 1925 . Fu nda­
ción Pat rimonio Fílmic o Colomb ian o, Sop or te SA F, 63 rollo s, 14 ci n ta s magnétic as,
2h ., 15 min ., 15 seg., pelí c ula sile nte, blanco y ne gro , form ato de 35 mm!",

Película conservada en videocasete 15

O sor io Gómez, Jai me. Confesión a Laura. Pel íc ula cinema tográfica . M elies Producciones.
C olo mbia, 199 0 . Copia de consulta en Video (VH S): 1/3 (90 min.) : 1/2 Pulg. : C l (NTSC ),
Sd .; Estado: I /CV77 -026941.SF5 -2 .
Triana , Jorge A lí. Tiempo de morir. Grab ac ión en video , Colombia . M inisterio de C ultu ra .
Dirección de Cinematografía, Fund ación Patrimonio Fílmico C olombia no , Pro írnágenes
en movimiento, 200 1, 1 case te : 9 1 min , so n ido , color, VH S I6 .

Serie documental para televisión 17

Señales devida. Bogotá en la mira 11. Magnético . Dir ección: Ma dy Sa rnper. Bogot á. M inister io
de C ultura . D irección de Com unic acione s. 1994 . C opia de Consu lta en OVO: 111 (29
mino 52 seg.) : C l (NTSC) , Sd. ; Estado: I / C V77 -0 26941 -SF5-2.

Mapa de un atlas

Colombia , In stituto Ge ográfico "Agustí n Cod azzi''. "Departamento del Ca uca" , [1: 1.100
00 0 ] 1 mapa , 3 1,5 x 44,5, en : In stituto Geográfico "Agustín C odazzi", Atlas de Colombia,
2ª ed ., Bogotá, Instit uto Geográfico Ag ustín Codazzi, 19 69 , p. 142.

13. La descripción incluye los siguientes elementos : nombre del autor, título, soport e, créditos
(si figuran en la fuent e) , el O los productores, el lugar de producción, el año de producción, la entidad
responsable de la producción, la descripción física.
14. Tomado de Instructivo para Inventario de Bienes Culturales Muebles. Grupo Documental,
Subgrupo Audiovisual, Bogotá, Ministerio de Cultura, Dirección de patrimonio, 2005, anexo 2.
15. Se describe igual que una película.
16. Tomado de Ministerio de Cultura. Dirección de Cinematografía, La Maleta: películas co­
lombianas n. (l5 videos), Colombia, Ministerio de Cultura, Dirección de Cinematografía, 2001 Cen­
tro de Documentación del Museo Nacional de Colombia, reg. AA-061. [Comunicación de Carolina
Vanegas Carrasco, Bogotá, 2007-03-19].
17. Si la emisión pertenece a una serie, el titulo de esta emisión se asimila a un subtítulo.

240
Fotografía aérea l B
Colombia, Instituto Geográfico Agus tín Codazzi. Nº 00 1: Boyacá, Cundinamarca, fotografía
aérea tomada co n cámara mét rica RC30 , 1: 40.000 (escala aproximada) , Nº C-2800,
Bogotá, Inst itu to Ge ográfico A gustín Co dazzi, 2007.

Mapa digital
Co lomb ia. Insti tu to Geográfico Agus tín Codazzi . Plancha 151 -1D4C (Giba, Santander), 1: 2
000 (Mapa topográfico con precisión de 0.5 mm a la esca la de l mapa, en for mato digital
e impreso), Bogotá, Instituto Geo gráfico Ag ustín Co dazzi, 2006.

4. Documentos de archivo "?

Documento de archivo 2o
Arch ivo General de la Nación - Colombia . Sección Col onia, Fondo Milicias y Marin a,
Legajo 39 , {a lias 39 1 - 447. Félix Verguido , subte nie n te de Milicias de Panamá, casado en
C ádíz. orden que se le dio para que regresara a dicha ciudad a atender a sus obligacio nes
ma tr imon iales, olvidada s por unos amores culpables en Pan amá, 1786.

Documento de archivo en rnícrojílme:"


[Colo mbia]. Fondo Restrepo, {onda 1, v. 18, {alias 187-296, Arc hivo Ge neral de la Nac ión ­
Colombia, Sección República, Fondo Restrepo, rollo 10, {onda 1, v. 18, {alias 187-296,
Ca rtas de un ame ricano sobre las ven tajas de los gobie rnos rep ublicanos federativos,
1826.

18. En e l ejempl o que aparece e n la segunda edición franc esa de la present e guía (Comm unauté
urbaine de Québec , Se rvice de l'a m én agern e n t du te rritoire, Nº 7, phot ograp hie aé rierine, [1 ; 50
000), Nº CUQ92 -01, Qu ébec, 1992) se siguen las normas qu e se ofrecen en Comment citer des
docurnents cartographiqu es, Bib liothe que de l' U n ive rs t í t é La va l (www.bibl. u laval.c a/ad e le /
cart obibl. hat ml) [N. de l T] .
19. Est a secci ón se fund amenta en ampli a medid a en el documento pub licado por el Archivo
de l Canad á, "Références aux documents d'archives" (Ottawa, 1983), preparado bajo la dir ección de
Terry Co ok. Sin embargo, se ha n in t roducido ciert as mod ificaci on es a los mod elos propuestos en la
publicac ión del Ar chivo del Canadá.
20. La referencia bibliográfica de un documen to de archi vo co mprende dos grandes secciones,
a sabe r: la loca lización y la de scripción de l documento. Este cr iterio se aplic a en todos los casos. Los
elem entos que deben menci on arse son los siguientes: a rchivo, nombre del fondo , n úmero to pográfico
del fondo , legajo, folios, descripción de l doc umento . Tamb ién es necesario te ner en cuenta que en la
descripción de un docu mento de arc hivo el títu lo se reproduce de manera textual. Este último puede
ser trascrito en cur siva o subr ayado , si el documento ha sido publicado, o en tre com illas, si se trata de
un docu mento inéd ito . No se deben destacar los tít ulos da dos por el investigador y q ue no corre spon ­
den co n los títu los oficia les.
21. Si se utiliza una copia de un documento de archivo que se con serv a en otr o archivo, la
referenc ia debe ser la de l archivo donde se con serva e l o rigina l, seguida de l número top ográfico y del
n úmero de bobina del do c umento repro d ucido.

241
Documento sonoro 22

Fundación Pa trim onio Fílmico Co lo mbiano . 1. Entrev ista a H ernando Salcedo Silv a. 2.
Entrevist a a Hernando Martíne z Pardo. s.f. Casete a ud io : 1/1 (30 min.) : l/4 pul g; Veloci­
dad : 2.4 / DS0015 -049975 -SF 3-5 -C.
Ce n tro de documentación del Mu seo N acional de Colombia, G ra bacion es e n VHS de los
evento s realizados en el Museo Nacional de Colombia, 1, PNUD -AA-020- Cas.1, Taller
"Misión y visió n del Museo N acional de Colombia " rea lizado en la Casa del Parque de El
Chic ó. Gr abado en formato Hi -8, disponible para consulta o adquisición e n formato
VH S, 27 de octubre de 1999, 6 h.

Ítem cartográfico manuscrito23

Moreno y Escand ón, [Fr ancisco] Antonio. "Descripció n geográfica que compre nde la visita
practicad a por el señor doc tor Antonio M oreno y . . . [blanco] . . . fiscal del crime n de la
Real Audiencia de Santafé de Bogotá, a co ns ec ue n cia de la Re al C éd ula fec ha a tre s de
ago sto de 1774. Leb antado y delineado en Santafé de Bogotá a 26 de marzo de 1781 por
Francisco Ja vie r [C aro]", 1: 90 0 .000, 26 de marzo de 1781, 75 cm x 35 cm , Archivo
General de la Nación, Bogotá, Biblioteca, Nº 111.
Cort és, Santiago. C ar ta geog ráfica de Cundinam arca , [1: 405.000), Bogotá, ca. 191 0, 1 ma pa:
a tinta iluminado, 71 ,4 c m x 6 1 c m. Mu seo Nacional de Colo mbia, á rea d e documentos
históri cos, sub área ca rtografías , registro 5831.

Ítem cartográfico impreso 24

Arrowsmith , J. British NorthAmerica, [1: 9504000], Lond res, J. Arrowsmith, 15 de febrero de


1832, 1 mapa: iluminado a mano, 49 cm x 64 cm, seg ún el cat álogo de la colección
ª
nacional de mapas y planos, 1 versió n, Archivo Público del C anad á, C olección na cio ­
nal de mapas y planos, NMC 9799 .

22. La referencia incl uye la ubica ció n de l documento (arc hivo, nom bre del fond o, número de
entrada, n úmero topográfico y número de conservación, si est a información figura en la fuente), la
desc ripción de l documento, la fech a de grabación o de difu sión , la duración de la grabació n.
23. La descripción incluye: nombre del autor, títul o, edic ión o versión (si figur an en la fuente) ,
esca la, fecha de prepa ración del mapa, soporte y n úmero de un idades, las resta ntes ca rac terísticas
físicas tale s co mo dimensiones, serie (si esta info rmación figura en la fuente) I ubicació n . Los corche ­
tes ([]) se usan para ind icar que ha sido imposibl e iden tificar co n ce rteza un e le mento de la descrip ­
ción. Nót ese qu e el título de un ítem ca rtog ráfico manu scrito siempre se transcrib e entre comillas. Por
últ imo, la ubica ción y la descrip ción van invertidas.
24. La descripción incluye los elem entos siguientes: nomb re del autor, título, edici ón o versión
(si figura en la fuente), esca la, lugar de publicación, nombre del edit or, fech a de publicación , sopo rte
y n úmero de unida des, otras ca racte rísticas físicas, las dim ensio nes, la serie (si figur a en la fue nte ), la
ubicación. Es necesario tener cuenta que el títul o de un ítem cartográfico impreso sie mpre va subra­
yado. Por último, en caso de que un ítem ca rtográfico tenga vari as versiones, esta información se debe
agregar al final de la de scri pción del ítem.

242
Plano arquitectónico z5
E. Ruiz F. "Hospital N acional de Puerto Berrío (Antioquia, Colombia), escala 1: 20 Detalles
de las Fund acion es", agosto de 1944, 1 plan o: 85 cm x 60 cm, Archivo General de la
Na ción , Co lombia, Fond o Invía s, distrito Antioquia, Plano 1, Proyect o Hospit al N a­
cional de Puerto Berrío, Carpeta 1.
Proyect o de restaur ación int egral del edificio (1989- 2001 ). Fach ada poste rior, cort e O-O'
(General Ala norte y Rotond a) y corte A -A: (Aud itor io), 1:50 [1987] , 1 plano: 100 x 55
cm, Centro de Documentación del Museo N acional de Colombia, Plan oteca, referencia
PL001- G6-C6 .

Fotografía de un archivo público 26


"Gu adalup e Sa lcedo con retrato de su padr e", Casa nare, Co lombia, 1995, fot ografía de Jorge
Mario M únera, Copia en gela tina sobre papel de fibra, 39,8 cm x 30 cm, Museo N acional
de Colombia, registro 5364 . Al rever so, en la parte inferior, manuscrito: "Gu adalupe
Sa lcedo con retrat o de su padr e / 1995 / JM. M únera". Dere chos reservados de autor.

Fotografía de un archivo privado


"Juan de la Cruz Varela", ca. 1958, fotografía de Nereo L ópez, copia en gelat ina sobre papel :
25,2 x 20,4 cm, Archivo de Juan de Dios Vareta, Bogot á. Der echos reservados de autor.

5. Referencia de objetos."
Referencia de una fotografía que se conserva en un museo 28
Peregrino Rivera Arc e. Recuerdos de campaña, 1900, lápiz compuesto sobre papel: 16,5 x 10,3
x 0,8 cm, Bogotá, Mu seo N acional de Colombia, reg. 3355 (fot o: Bogot á, Museo N acio ­
nal de Co lombia) .

25. La descripci ón incl uye los siguie ntes elementos: nombre del auto r, título, ed ición o versión,
escala, lugar de publicación, nombre del ed ito r, fech a de publicación, soporte, n úmero de unidades,
otra s ca racterísticas físicas, las dimensiones , la serie (si figura en la fuent e) , la ubicación. Debe tenerse
en cue nta q ue el títu lo de un plano impreso siempre va subrayado . Por último, en el caso de que un
plano tenga varias versiones, se debe agregar esta información al final de la descripción del ítem.
26. La información que debe aparecer en la descripción bibliográfica co rrespond ient e es la
siguiente: tít ulo del ítem , lugar, fech a, nom bre del fot ógrafo, tipo de foto grafía , dimension es (alto y
anc ho), nombre del fondo o de la colección, número de entrada , se rie, n úmero del ítem, inscripcio­
nes (si figuran en la fuente), las restr iccion es relativas a la reprodu cción y al uso (por ejemplo la
mención de los derechos de autor) , otras not as (si figur an en la fuente) . Debe tenerse en c uenta qu e
el título dado por el fot ógrafo va entre comillas. N o de ben destacarse los títulos no oficiales.
27. Est a secc ión ret orna casi integralm ente las especificac iones que apa rece n en la obra reali za­
da bajo la dir ección de [ean-Guy Violette, Guide POUT la rédaction et la présentation des mémoires et
theses, l ere ver si ón, Qu ébec, Université Laval, D éparternen t d 'h ísto íre , 1987 . Las referencias de la
presente traducción fueron prep aradas por Ca rolina Vanegas Ca rrasco , de la C ura d uría del Mu seo
Na cion al de Co lombia, Bogot á, D. C.
28. La descripción co rrespond ien te incluye los siguientes elemen tos: nombre del autor (si apa­
rece en la fuent e) , titu lo de la obra (o tem a de la obra) , fech a de la obr a (o la datación corr espondien ­

243
Referencia de una fotografía de una pintura tomada de una obra

R. Coope r. El autor en el traje de viaje del país, 1825 , grab ad o en cobre: 22 x 14 cm , Bogot á,
Mus eo N acional de Colombia (foto tom ada de Charles Stuart Coch rane. Journal of a
residence and travels in Colombia during the years of 1823 and 1824, 18 25, Londres, H enr y
Colburn , ed ., 1825) .

Referencia de una fotografía de una pintura atribuida a un autor

José María Espinosa Pr ieto (atrib uido) . Simón Bolívar, ca. 1830, óle o sobre tela: 113 x 67 cm,
Bogotá, Mu seo N acional de Colom bia, reg. 34 6 (foto : Bogo tá, Mu seo N acional de Co­
lombi a) .

Referencia de una fotografía de una escultura

Feliza Burszryn , Sin título, 197 0, Ensamb laje en hierro: 139 x 180 x 93 cm, Bogotá, M useo
Naciona l de Co lombi a, reg. 3574 (foto : Juan Cam ilo Segura , Bogotá, M useo N acional de
Colo mbia) .

Referencia de una fotografía de un objeto

A nón imo. Silla de ejecutivo quemada, procedente del Palacio de Justicia [Bogot á], fabri cac ión
indus tria l (madera y cu ero) : 47,8 x 74,5 x 61 ,5 cm, Bogotá, M useo Naciona l de Co lom ­
bia, reg. 38 55 (foto: Bogotá, Mu seo Nac ional de Colomb ia).

Referencia de una fotografía de una construcción arquitectónica 29

Anónimo. Edificio Pedro A. López, Ca. 1930, Fotografía en blanco y negro, Soc ieda d de M ejo­
ras y Ornato (fotografía tomada de Martha Segura, Itinerario delMuseo N acional de Colom­
bia 1823-1994. Historia de las sedes. Tomo 11. Bogotá: Institu to Co lombiano de C ultura,
M useo Nacional de Co lom bia, 1993) .

te), lugar do nde. la obra fue realizada y se conse rva todavía, o lugar de don de proviene, el soporte,
dim en siones, lugar do nde se co nse rva (si la obra no se conserva in situ), co n la colección co rrespo n­
diente de un mu seo (si se puede obte ne r esta inform ación) y el número de inventario (si se pued e
brindar esta información) , fuen te de la fotog rafía, núm ero del nega tivo (si se puede obtener est a
infor mación) . Si la fotografía es de l auto r, se escribe (fotografía: a utor) . Si la fot ografía ha sido
ofrecid a por un a institución , se indica la ciudad y e l nombre de la insti tución. C uando una fotografía
es tom ada de una pub licación se refe ren cia de la siguient e manera : (fotografía to mada de Weitzman
et al., The lcon , New York, Kn opf, 1982 [198 1], p. 186) .
29. La descripción suele com prender el nom bre del arq uitecto (si se pued e brindar est a infor­
mac ión) , el nom bre de la co nstr ucción arqu itect óni ca (o su funci ón) , la ci udad do nde el edificio se
encuent ra ub icado, la fech a (o la da tació n) , la vista pa rticula r qu e figura en la fotografía o la parte
del edificio q ue ha sido fot ografiad a, la fuen te de la fotografía. Debe notarse que est os eleme n tos
pueden ordena rse de vari as ma neras, dep en diendo de los element os de de scripción conocid os y
disponibles, y de lo q ue se qui ere de stacar.

244
6. Los documentos jurídicos"

Constitución política

Colo mb ia. Cons t ituc ión política 199 1, Gaceta Constitucional (Bogo tá), N º 114, 7 de julio de
1991, p. 3,29.

Proyecto de reforma constitucional

C o lo mbia . Const itución po lític a 199 1, Proyecto de ac to legisla tivo 1 de 2002 [incluye:
régime n de los pa rtidos, estruc t ura del Estado , fun ciona mie nto del Cong reso, régim en
e lec toral], Senad o, Gaceta del Congreso (Bogotá) , N º 303, 29 de ju lio de 2002, p. 1,7 .

Debate de un proyecto de reforma constitucional

Colom bia . Cong reso de la República. Com isión Primer a. Primer de bate [de lo que fue apro­
ba do como A cto Legisla tivo 1 de 2003 ], Gaceta del Congreso (Bogo tá), Nº 406, 1 de
oc tubre de 2002 , p . 1,13.

Acto legislativo

Colombia. Co ng reso de la Repú blica . A cto Legislativo 1 de 2003, Diario Oficial (Bogotá), N º
45237, 3 de juli o de 2003, p. lA.

Decreto

C o lo mbia . Minist er io del Interior y de Ju st ici a, D ecr eto 2000 de 2003 por el c ua l se co nvo ­
ca a u n refe ren cia co nstituc io n a l, Diario Oficial (Bogotá), N º 45251 , 17 de julio de
2003, p. l .

Ley

C o lo mbia . Congreso de la República, Ley 1110 de 2006 apro ba toria del Pr esupu esto para
2007, Diario Oficial (Bogotá), N º 46494 , 27 de diciem bre de 2006, p. 1,30.

30. Para refer enciar docume nt os jurídicos de ma nera co mpleta y detallada, el profesor
Létourneau recomienda: Didier Luelles, Guidedes références pour la t édaaum iusuuquc, 6ª ed., Montreal,
Th émis, 2000, "u na obra de reconocid a au toridad en la mat eria". Además, para refere nciar normas
jurídicas publicadas en soporte electrónico, recomienda a Denis Le May, Comment citer un docurnent
él éct ro n iq ue, [en línea], www.bibl.ulaval.cairessidroi t/b uto nS.html# 4.6.3 (página consul tada el 3
de abril de 2005) . Para est ablecer un mét odo de referencia de docum entos jur ídicos del área
hispanoparl ante se hu biera requerido la colaboración de investigadores de los Estados del área, lo que
sobre pasaría los límites del presente trabajo. Por esta razón nos hemos conformado con brindar algu­
nos ejemplos relacionados con Co lombia [N. del T].

245
7. Los documentos electr ónicos"

Sitio Web

Biblioteca N acional de Francia. Sitio de la Biblioteca N acional de Francia , [en línea],


www.bnf.fr (página con sultada el 12 de mar zo de 2007).

Catálogo de biblioteca

Uni ver sidad Libre de Berlín. Bibliot eca . Opac: catálogo de la bibli ote ca , [en líne a],
www.opac. fu-berlin.de

CD-ROM3 2
Landry, Tristan. "Des personnages de co nte aux héros qui incarnent les valeurs de la société
na tionale: les folkloristes et le conte national au XIX' siecle" [De los personajes de cuen to
a los héroes que enc arnan los valores de la sociedad naci onal], Séminaire virtuel en sciences
sociales, 2003-2004, Mémoires historiques d'i ci et d'ailleurs:regardscroisés, [Memorias h istó­
ricas de aquí y allá: mirada s cruzad as] {CO-ROM], Quebec, Agencia Universitaria para la
Franc ofonía / Cá tedra de investigación del Ca na dá en historia comparada de la memoria
/ Escu ela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, 2004, 1 CO-RO M [VCO].

Artículo electrónico [en línea]


Fisher, John. "The Royalist Regime in the Viceroya lty of Peru, 1820-1824", Journal of Latín
Am erícan Studies, [en línea], v. 32. Nº. 1, entrega sobre el área andina, febrero 2000, p. 55­
84, http://1inks.j st or.org/sici?sici=0022 -216X%28 200002%293 2%3A 1%3 C55 %
3ATRRITV%3E2.0.CO%3B2-0 (página con sultada el 16 de mar zo de 2007).

Dirección electrónica [CD-ROM]


"José C elestino Mutis." Mícrosoft® Encarta® 2006 [OVO] . Micro sof t Corpor ation,
2005 .

31. Preparada por Tristan Land ry, est a sección se inspira en el documento prod ucido por Rosaire
Ca ron, "Comment citet un document éiecuotuque!" Un iversidad de Laval, Bibliot eca, sitio de la Biblio­
teca de la Un iversidad de Lava l, [en línea], www.bibl.ulaval.c a/doelec/citedoce .html (pagina con ­
sultada el 27 de marzo de 2000) . Nó tese q ue la man era de c ita r un do cumento electrónico sigue una
lógica gen eral probada, med iante la cua l se trata de facilitarle al lector qu e enc uentre la fuente
consultada. La referencia bibliográfica de be ser tan clara como sea posible: la identificación del autor
debe ser correcta ; el titulo del docu mento debe dest acarse; la dirección electrón ica de be ser com ple­
ta, oja lá tran scrita en un a línea. Por últ imo, se men cion ará de man era expresa la fech a (dd, mm y aa),
en q ue co nsultó del sitio, la pag ina Web o el d ocumento elect róni co (un co rreo electrónico por
ejemplo).
32. En un documento HTML, si el nombre del autor no aparece indicado en la dirección
electrónica , puede ser inscr ito en el doc umento fuente. Se visualiza este últ imo, pid iendo al procesador
"Mostr ar la fuente".

246
Base de datos [en línea]
Colombia. Departamento Nacional de Estadística (DAN E) . Censos de población y vivienda
1993 , 1985, 1973 y 1964, [en línea], http: //www.d ane.gov.co/index.php?option=
com content&task= section&id= 16&Itemid=39 (página consultada el 16 de marzo
de 2007) .

Base de datos [CD-ROM]


Drapeau, Marielle, y Richard M ailhot. SST Plu s (Folio Bound VIEWS, versión 3 .l a), [CD­
ROM], Farnharn, Publications CCH/FM, 1995, noviembre, N º 2-175.

Mensaje de un grupo virtual


Landry, Tristan. "Les repr ésentations sociales du folklore a l'heure éléctro niq ue" , Gtoupe de
recherche sur l'ethnologie européenne, [en línea], 3 de marzo de 2004, dirección de correo
electrónico: recherchefolklore @y ahoogroups.ca

Boletines informativos electrónicos [e-newsletter]


Balkan Crisis Repon, Nº 509, (2004,30 de julio), [correo electrónico A. A. Anonvmov], [en
línea], dirección por correo electrónico: info @iwpr.net

Correo electrónico
Amaya, José Antonio. Lanzamiento dellibro (2007, 16 de marzo) [correo electrónico a Andrea
G arc ía, Jairo Enrique Hern ández, YezidAlej andro P érez, José Ricardo Pulido, Juan Gabriel
Ramírez Bolívar, Diego Varila ], [en línea], dirección de correo electrónico:
jaamaya@unal.edu .co

Entrada de blog
Bonilla, Heraclío. "Independence and the coloni al question" [en línea], http://historia
economic a.wordpress.com!independence -and - the -colonial-q ues tion!

Procesador de palabra
Digi tal Publi shing English : pourune maftrisse parfaite du vocabulaire : versi ón 4 (Windows 95,
[procesador de palabra] (2001), en ven ta en digitalpublishing.ubi soft.fr

247.

Apéndice II

Cómo referirse a un documento

Un trabajo de inv estigación suele gen erar nume rosas notas a pie de página . Se
les llama notas de contenido cuando con ellas se trat a de ma tizar o detallar el texto
principal. Otras se refieren a doc umen tos que el inves tigad or ha utilizad o para
const ruir su argumentación o fundamentar su texto; se las denomina not as de refe ­
ren cia.
En este apéndice se propo nen algunas normas para la presentación de notas de
referencia. Dado qu e la simplicida d y la clarida d de la nota es el objetivo cen tral de
este apéndice, no se ret omará la tota lidad de las presc ripc iones del siste ma conven­
cional.
El apé ndice comp ren de cinco secciones que tratan respect ivamente de la pri­
mera referencia a un docume nto (sección 1) , de las referencias subsiguien tes (sec­
ción 2), de casos particulares de referen cias bibliográficas (sección 3), de las refe­
ren cias a doc umentos jurídicos (sección 4) , y de la refer en cia a documentos
electrónicos (sección 5). Debe precisarse qu e pa ra la elaboración de las tres prime ­
ras seccione s de este apé ndice se ha con sultad o ampliame nte, Guide pour la rédaction
et la présentation des mémoires et théses (bajo la dirección de [ean- Gu y Violette,
Quebec, Universidad de Laval, Departamen to de H istor ia, 198 7), y la peq ueña
obra del Ar ch ivo Pú blico del Ca nadá, Réferences aux documents d'archives (prepa­
rada bajo la dirección de Terry Cook, O ttawa , A PC, 1983).

1. La primera referencia a un documento

Reglas básicas
La puntuación
Cada elemento de la referen cia debe estar sepa rado de los demás por una coma,
nunca por un pun to. Se trata de una convención intern acional que debe aplicarse
de man era estricta .
La primera referencia
Debe ser suficienteme n te co mpleta , es decir, deb e incl uir los elementos esen­
ciales de la descripción. Esta manera de proceder concu erda con los crite rios gene­
rale s que presiden la preparaci ón de las notas, esto es, la economí a y la simplicidad
de la lectura. Sin embargo, cuando una referen cia no aparece en la bibliografía, se
prep arará un a descripción más elabor ada .

249
Los elementos esenciales de la descripción en el caso ...
.. . de un libro l
Diana O bregó n Torre s, Batallas contrala lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia, Medellín
[Colombia], Banco de la República / Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2002.

.. .de un libro reeditado'


j acqu es Le Go ff, La civilisation del'Occident médiéval, 4ª ed., reed ., París, A rthau d, 197 2 [1964] .

.. .de una reimpresión con otro editor'


Rafa el Gó mez Hoyos, La revolucióngranadina de 1810: ideario de una generación y de una época,
1781 -1821, Bogotá, otra edi toria l, Inst it uto Colombiano de C ultur a H ispáni ca, 1982.

· ..de dos autores


Eric Hobsbawm y Marc Weit zmann, Magnum en el mundo, Barce lona , Lunw erg [1998] [1968] .

·. .de una dirección, de una edición, de una compilación, de una coordinación


Pablo Rodr ígue z, bajo la coo rd inación de , La familia en 1beroamérica: 1550-1 980 , Bogot á,
Conve nio A nd rés Bello / Univer sidad Externad o de Co lomb ia, 200 4.

· . .de una obra con subtítulo4


Létourneau, [ocelyn, La caja de herramientas del joven investigador: guía de iniciación al trabajo
intelectual, trad. de l fra ncés de José Antonio Amaya, Me dell ín , La Carreta, 200 7.
·. .de un libro en varios tomos
Kolakowski, Leszek, Las principalescorrientes del marxismo, t. 2: La edad de aYO, trad. del polaco
de Jorge Vigil, 2ª ed ., Mad rid, Alianza, 1985 [1978] .

.. .de varios tomos, con diferentesautores


Sophie Bod y-Ge ndrot et al., De la Primera Guerra Mundial a nuestros días , t . 5 de Historiade la
vida privada, bajo la d irección d e Phil ippe A ries y Geor ges Du by; trad ucción del fran cés
de José Luis Checa Crema des, Madrid , Taurus, 1989.

1. En una nota a pie de página, el nombre siem pre preced e al apellido del autor. Ningún sign o
de pu n tu ación se usa par a sepa rar los dos e lementos. Esta regla es válida par a tod o tipo de doc umento.
2. La in form ación so bre la ed ición debe incluir la men ción de la fecha de la p rime ra edición
de la ob ra. De la misma man era , cie rtos datos rela tivos a las par ticul ar idade s de la ed ición (rev isada
y corregida, aum ent ada , puest a al d ía, etc.) también de berían apa rece r. Ejemplo: [ocelvn L étourneau ,
Le coffre aoutils du chercheur débutant : guid e d 'in itiation au tra vail in te llec tuel, nu eva ed. rev., aurn .
y pue sta al dí a, Montreal, Boréal, 2006 [1989].
3. N o es necesario indicar, llegad o el caso , el ed itor respon sab le de la edi ción ant erior (en este
caso , Temis, 1962).
4. Se pued e dejar de lad o el subtítu lo cuando la información e n é l incluida ca rece d e impor ­
tan cia pa ra la com presión de la referencia (o de las referen cia s subsiguien tes) . Sin em bargo, si se trata
de un título bilingüe se menci on an los títulos en las dos lenguas . Ejemplo: Bogumi l ] ewsiewicki en
colabor ación co n [ocelyn Létourneau, Mode of Production: The Challenge of Africa / Les modes de
production: les défis aiiicains, Quebec, Safí, 1985.

250
· . .de un pasaje citado5
Juan Manuel A bascal , La ciudad hispano-romana: privilegio y poder, C olegio Oficial de
Apareja d ores y A. T de la Ri oja, 1989, p. 123.

·..de un artículo de publicaciónseriada


OIga Restrepo Forero, "En busca del orden : ciencia y pod er en C olombia", A sclepio (Madrid),
1998, v. 50, Nº 2, p. 33-75.

.. .de un artículo de periódico


Daniel Garc ía- Peña Jar amillo, "El paramilitarismo ", El Espectador (Bogotá), 17 de marzo de
2007, p. 54-55.
· .. de un artículo en una obracolectiva
S ha ro n Stichter, "De Forrnation of a Working Cl ass in Kenya", en: Richar d Sandbroo k y
Robin C ohen, ba jo la dir. de , The Developmentof an African Working Class : Studies in Class
Formation and Action, To ronto, University o f Toron to Pre ss, 1975, p. 21-48.
· .. de artículo de enciclopedia
Guy Chaussinand -Nogaret, "Histoire d es élites", Enciclopéedia Universalis , Paris, En ciclopsedia
Univer sali s, co rp us 11, 1994, p. 495-497 .

" .de un artículoreeditado en una compilación6


Fernand Braudel, "H istoire et scie nces soc iales. La Longue durée", e n Braudel, Fernand,
Écrits sur l'histoire, París, Flammarion, 1969, p . 41-83.

·. .de una reseña


Sa n tiago Pé rez Zapata, Rese ñ a de la o bra de David Bushnell, Ensayos de historia política de
Colombia, siglos XIX y XX, Historia y Sociedad (Medell ín, Colombia), Nº 12, noviembre de
2006, p. 353-362.
" .de una monografía o de una tesis
Sergio Andrés Me jía, "La Historia Eclesiástica y Civil d e José Manuel Groot (1800-1878) ",
te sis d e mae stría , Bogotá , Unive rsidad N acional de C olombia, D epartamento de Hist o ­
ria,2004.

5. Es important e mencionar con precisión el pasaje que ha sido utilizado, es decir, la págin a o
las páginas que aparecen citad as. Si la obra viene en varios volúmen es se debe menciona r el volumen
correspond ient e. Ejemplo: Gertrud Schiller, Iconography of Christian Ar t, t. 2, Greenwich (Co nn .),
Graph ic Society, 1972, p. 101. También es posible cit ar una sección o un cap ítulo de una obra.
Ejemplo: Marc Bloch, La société féoM le, París, Alb in Michel , 1973 [1939], t. 1, 1ª parte, cap. 2. Si se
quiere indicar una referencia que comien za en una página sin cit ar la página donde termina, se debe
usar la abrevia tura "ss" (que quiere decir "y las páginas siguientes"). Ejemplo: p. 665 y ss. Por último,
si se qu iere indicar que la información se e ncuentra distribuida aquí y allá a través de una parte de
text o, se puede utilizar el términ o latino passim (que quiere decir "aquí y allá") . Ejemplo: p. 665 -700
passim.
6. No es necesario indicar la referenc ia de la primera publicación.

25 1
· .. de las actas de un coioquio'
José Antonio Amaya y O lga Rest repo Forero (coo rds. de la ed.), Ciencia y representación:
dispositivos en la construcción, la circulación y la validación del conocimiento científico / II Co lo­
qui o sobre C iencia, Tecnología y Cultura (Bogo tá, 1995) , Santafé de Bogotá, Universi­
dad Nac ional de Co lomb ia, 1999.

· .. de catalogo de una exposición s


Exposición el regreso de Humboldt (2001, Q uito). El regreso de Humboldt, ca tá logo de la
expos ición (Museo de la C iuda d de Quito , junio-agosto de 200 1), Quito, Mu seo de la
Ciu dad de Q uito, 2001.

. . .de un disco
Grupo de tamb oras y cantadoras de A rena l et al, Los olvidados . Resistencia cultural en Colombia,
U nive rsidad A utó noma de Buca rama nga (UNAB), Centro de Doc ume n tación, Museo
Naciona l de Co lomb ia, C D-043 , 5 y 6 de junio de 2003, 1 C D.

· .. de una película
Jaime Osorio Gómez , Confesión a Laura, película cinem atográfica, Melies Prod uccion es.
Colombia, 1990, co pia en exhibición co n son ido óptico (CEX, OPT) : 9/9 C (7.516-4
pies, 1 h 23 min o30 seg.); 35 mm . : SAF, C l., Sd . / Copia de co ns ulta en Video (VHS) : 1
(90 min.): 1/2 Pulg.: C l, (NTSC) , Sd.; Estad o: 1 /CV77-02694 1.SF5-2 .

.. .de un programa/emisión de televisión


Señales de vida, Bogotá en la mira Il, mag nético, direcc ión: Mady Sarnper, Bogo tá, Mini ster io
de C ultura, Dirección de Comunicaciones, 1994, copi a de Co nsulta en OVO : 1/1 (29
mino 52 seg.); C l. (NTSC), Sd.; Est ado : 1 / CV 77-026941 -SF5 -2.

.. .de un documento de archivo9


A PC, Fondo W. L M. King, v. 20, folios 18601 -18603, King a Fisher, 15 de agosto de 19 13.

... de un mapa manuscritoJO


[Fran cisco] A nto nio Moren o y Escandón, "Desc ripció n geográfica q ue co mprende la visita
prac ticada por A. M. y . .. [blan co] ... fiscal del crimen de la Real Au diencia de Santafé de
Bogo tá, a co nsecuencia de la Real Cédula fech a a tre s de agost o de 1774 , levantado y

7. La mención de [as fechas del coloq uio es facultat iva . Si se juzga pertinente ind icarlas de be
co locárse las entre pa réntes is para most rar con clarid ad q ue con ellas sólo se agrega infor mación
sup lementaria en relac ión con el coloquio.
8. La menció n de las fechas del catalogo de exposición es faculta tiva. Si se juzga pertinente
indicarlas, se las colo cará entre pa réntesis par a mostrar co n clari dad que ellas no hacen sino agregar
una información en relació n co n el catá logo.
9. En la medida en q ue la refe ren cia de un docume nto de archivo apa rece a lo largo de la
bibliografía que acompaña todo tr abajo de investiga ción, esta refe rencia p uede ser presentada de
manera abre viada en e l cu erpo del texto . Se tendrá cuid ado de mencionar los elementos de informa­
ción indispe nsab les relativos a la localización y la descripció n del doc umento. En e l prese nte caso,
AGN es la abrevia tu ra de Archivo General de la Nación - Colombia.
10. No ticia abr eviada de una referencia que se presenta a lo largo de la bibliografía.

252
delin eado en Sanrafé de Bogotá a 26 de marzo de 1781 por Franc isco Javier [Caro]" , 1 :
900 000, 26 de marzo de 1781, 75 cm x 35 cm, AGN, Biblioteca, Nº 111.
·..de un mapa impreso I ]
Co lom bia, Instituto Geográfico "Agustín Co dazzi", "Depa rta mento del Ca uca'' , [I : 1 100
000] 1 mapa, 3 1,5 x 44,5, en: Institu to Geográfico "Agustín Codazzi", Atlas de Colombia,
2" ed ., Bogotá, Insti tuto Geográfico A gustín C od azzi, 1969, p. 142.

·..de una fotografía aérea


Co lombia, Instituto Geográfico Agustín Co dazzi, N º 00 1: Boyacá, Cundinamarca, fotografía
aérea tomada con cá mara métrica RC30, 1 : 40 000 (escala aprox imada) , Nº C- 2800,
Bogo tá, In stituto Geográfico Ag ustín Coda zzi, 2007 .

·.. de un mapadigital
Co lombia, Institu to Geog ráfico Agustín Co dazzi, Plancha 151 -1 D4C (Oiba, Santander), 1: 2
000 (mapa to pográfico co n precisión de 0.5 mm a la esca la del mapa, en formato digital
e impreso), Bogot á, Institu to Geográfico Agu st ín Codazzi, 2006.

· ..de un documentosonoro
Fundación Patr imonio Fílmíco Co lom biano, 1. En trevista a H ernan do Sa lcedo Silva ; 2.
Entrevista a H ernando Martínez Pard o. s.f. casete audio: 111(30 m ín .); Y4 pulg; Veloci­
dad : 2.4 / DS0015 -049975 -SF3-5- C.

. ..de un plano arquitectónico


E. Ruiz E, "H ospita l N acional de Puerto Berrío (Antioquia, Co lombia) , esc ala 1: 20 Detalles
de las Fund aciones", agost o de 1944 , 1 pla no: 85 cm x 60 cm, A rchivo Gen er al de la
N ación, Co lombia, Fondo In vías, distrito A n tioquia, Plan o 1, Proyect o Hospital N a­
cional de Puerto Berrío, C arpe ta 1.
·. .de una fotografia
"Guada lupe Sa lcedo co n retrato de su padr e", Casana re, Co lom bia, 1995 , fotog rafía de Jorge
Mari o Múnera, co pia en gelatina sobre papel de fibra, 39,8 cm x 30 cm, Mu seo Nacional
de Colombia, registro 5364, al reverso, en la pa rte inferior, manu scrito: "Gu adalupe
Salcedo co n retrato de su pad re / 1995 / JM. M únera". Derech os reservados de auto r.

2. Las referencias subsiguientes

Se ofrecen en forma abreviada . En el método hab itual se hace uso de varias


abreviaturas de ex presiones latinas: ibíd. (de ibídem, en el mismo lugar), íd. (de
ídem, el mismo autor) , op. cit. (de opere cuato, en la ob ra citada) y loc. cit. (de loco
citato , en el lugar ci tado ). La abrev iat ura op. cit. se utili za sólo cua ndo se trat a de la
referencia a un libro. Reemplaza el título y toda la información relativa a la ed i­
ción, incluida la dirección b íbliografíca. La abreviatura loc. cit. se reserva para las

11. El empleo de corchetes indica que la información que se ofrece en ellos no aparece en el
mapa.

253
referencias de los artíc ulos (o su equivalente) . Como es evidente, las expresiones
op. cito Y loe. cito sólo se pueden utili zar cua ndo entre la primer a referencia y un a
referencia subsiguiente, no se cita un libro o un artíc ulo del mismo autor. En est e
caso , la referencia subsiguien te debe incluir el titulo del libro o del artículo. Sin
emb argo, est e título deberá ser abr eviado si es medianamente largo. Por último, se
abandona el uso de las abreviaturas op. cit, y loc. cito cuando la primera refer en cia se
enc uentra muy alejada de una referencia subsiguiente, por ejemplo una veinten a
de páginas. En este caso, se repite el título de la publicación.
El método que aquí se propone simplifica este sistema al no con servar sino la
expr esión ibíd. , que gua rda su significación co nvenc iona l de "en el mismo lugar ",
es decir, "en la misma obra", "en el mismo artículo", etc. En caso de que se presente
confusión entre los títul os, se repite el título en forma abreviada. Cuando no existe
riesgo de confusión, basta con indi car el nombre del au tor. Puede ser suficiente
indicar el nombre del autor cuando en las notas sólo se mencion a una de sus publi ­
caciones. Sin emb argo, se hace necesario repetir el título cu ando la referencia sub­
siguien te se halla alejada de la prim era referencia.

El método habitual
37 . José Antonio Amaya , Mutis, apóstol de Iinneo: historia de la botánica en el virreinato de Nueva Granada, 1760­
1783, Bogo tá , Institu to Colombiano de Antropología e H istori a (ICANH), 2005 [1999], 2 v., v. 1, p. 6 7.
38.1bid.
39 . O Iga Restrepo For ero, "En busca del orden: cienci a y poder en Colombia", Asclepio (Ma drid) , 1998 , v. 50, nº
2, p. 33-7 5.
40 . Amaya, op. cit., p. 90 .
41. 1bid., p. 92.
42. Rest rep o, loc: cii. , p. 45.
43. Ibid., p. 74.
44. Amaya , José Antonio. "C uestionamientos intern os e impugnac iones desde el flanco milita r a la Expedición
Bot án ica" , Anuario colámbicmo de historia social y de la cultura (Bogotá), nº 3 1,2004, p. 78.
45. Rest re po , loe. CiL, p. 34 .
46. Amaya, Mutis, apóstol de Iinneo, op. cit., p. 119 .
47. Id., "C uestiona rnientos internos", loc. cu., p. 100 .
48 . Id., p. 86 .
El mét odo que se propon e en la presente guía
37 . José A nto nio Am aya, Mutis, apóstol de Ii nneo: historia de la botánica en el virreinato de Nueva Granada, 1760­
1783, Bogotá, Instituto Col ombiano de A nt ropología e H istor ia (lC AN H), 2005 [1999], 2 V. , v. 1, p. 67.
38.1bid.
39. O iga Restrepo Forero, "En busca del orden: cienc ia y pode r en Colombia", Asclepio (Ma d rid) , 1998, v. 50, nº
2, p. 33 -75.
40 . Amaya , p. 90.
4 1. Ibid., p. 92.
42. Restrepo, p. 45.
43. Ibid., p. 74 .
44. Amaya, José A nt onio. "Cuestionamienros intern os e impugnaciones desde el flan co milita r a la Expedición
Botán ica" , Anuario colombiano de historia social y de la cultura (Bogorá) , nº 31 ,2004, p. 78.
45 . Restrepo , p. 34.
46. Amaya, Mutis, apóstol de Iinneo, p. 119.
47 . A maya, "Cuestionarnient os inte rnos ", p. 100.
48. Ibid., p. 86.

254
En el método habitual que aquí se propone, se abrevia el título de la siguiente
manera:
Di ana Obregón Torres, Batallas contra lalepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia, Medellín
[Col ombia] , Banco de la Repúblic a / Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2002.
Se co n viert e en:
Obregón, Batallas contra la lepra .
Restrepo Forero, OIga. "En busca del orden : cie ncia y poder en Col ombia", Asclepio, 1998, v.
50, Nº 2, p. 33-75 .
Se co n vie rt e en:
Re strepo, "En bu sca del ord en".
En los dos ejemplos que aparecen en la página 254 se ilustra un o y otro sistema
de referencias. El segundo ejemplo corresponde a la manera que se recomienda en
esta guía, y cu ya simplicidad es notoria.
La referencia abreviada tambi én se aplica a los documentos de archivo. En este
caso, la abreviatura ibíd. reemplaza a todos los elementos comunes de una referen­
cia que le sigue inm ediatamente a otra. Ejemplo:
1. Archivo Público del Canad á, Archi vo del Ministerio de A gricultura, RG 17, v. 1631,
carpeta 1097 A, [ohn Lowe a H éctor Fabre, 14 de sep tiembre de 1885 .
2. ibid., Lowe a Henry [ones, 13 de marzo de 1888. [Indica otra carta qu e se conserva en el
mismo volumen y en la misma -carpeta que la carta indicada en la referencia numero 1.]
3. Ibid ., 18 de marzo de 1888. [Indica una segunda carta de Lowe a [ones que se co nserva en
el mismo volumen y en la misma ca rpeta que la cart a indicada en la referencia numero
1.]
4. Ibid., [Indica una segunda cita tomada de la carta del 18 de marzo de 1888, de la qu e se
hace mención en la referencia n úm ero 3.]

3. Casos particulares de referencias bibliográficas


La referencia parcial
Cu ando algunos elementos de la referencia bibliográfica se incluyen en el tex­
to principal, estos elementos no se retoman en la nota. Esta regla se aplica al nom­
bre del- autor tanto como al nombre del autor acompañado del título de la obra.
Por ejemplo, si en el texto principal, se trata de Jacques Le Goff o de Jacques Le
Goff y de su obra La civilisation de l'Occident médiéval, las notas tomaran respecti­
vamente la forma siguiente:
1. La civilisation de l'Occident médiéval, Paris, Arthaud , 1972 [1964], p. 600 .
2. Pari s, Arthaud, 1972 [1964], p. 600.

La doble referencia
Cuando un a referencia a un a obra ha sido tomada de otra obra, es necesario
mencionar las dos referencias. Se trata de la doble referencia. En este caso se utili­

255
zan las exp res iones "c itado en", "citado po r". Se puede hacer uso de l pu n to y coma
para separar las dos pa r tes de la refer en cia. Ejemplo :
1. W H. [oping , Handbookof Leprosy, Londres, 1984, p. 18; citado en: Robert Cochra ne y T.
Fran k Davey, Leprosy in T heory and Ptactice, Bristol, [ohn Whight & Sons, 1964, p. 280.

Varias referencias en una nota

Para ev itar la proliferaci ó n de n otas, se recomienda incl uir va rias referencias en


u na so la no ta , cu ando se refiere n a un mismo lugar del texto. Se pue de u tili zar e l
pun to y coma para separar las d iversas refe rencias. Ejem plo :
1. Marc Bloch, La sociétéféodale, París, Albín Michel, 1973 [1939], p. 195; [acques Le Goff,
La civilisation de 1' Occidental médiéval, ParisArthaud, 1972 [1964], p. 300; Georges Duby,
Adolescence de lachrétienté occidentale, 980-1140, G éneve , Skira, 1967, p. 57.

Notas de contenido y notas de referencia

C iertas no tas son a un mismo tiem po n o tas de contenido y n otas de refe rencia.
En este caso, la referencia va preced ida o no de una introducción. Para in troduci r
de manera breve una refer e ncia , se puede n usa r los términos " véase " o "ej." (abre­
viatura del imp er a tivo la tino confer, q ue significa "compare" ) . Ejemplo :
1. Sobre este asunt o, la argumentación de Boubacar Barry retoma la de Paul y Laura
Bohan nan, en su obra Tiv Economy, Evanston (11[) , Nort hwestern University Press, 1968,
p. 17. Cf. también el artícu lo de P. Boha nnan "So rne Principies of Exchange and
Investment arnong the Tiv", American Anthropologist, v. 57, Nº 1, parte 1, febrero de
1955, p. 60-69.

4. Las referencias a documentos electrónicos

Con la fina lida d de facilitar la asimilac ió n de un método siste mático de refere n ­


cia a d oc umentos electró nicos , se h a optado por repro ducir a contin uación un
texto (ficticio) en qu e aparecen los usos de tales docu m entos referidos en las notas
de pie de página.
Contrario a lo que piensa la mayoría de la gen te, las tra diciones nacionales, que
también se denominan folclore, se fundamentan a veces en la invenc ión pura y
simple U . Ocu rre lo mismo co n los hé ro es naci on ales, pe rsona jes conc retos
recon siderados una y otra vez en sus atribut os, hech os y proe zas, porq ue encarnan
los valores nacionales que los poderes establecidos juzgan esenc ial trasmitir a la

12. Ben ed it Ander son, Lim agin aire nat io nal: réfle xio ns sur l'origine e t l'essor du n at io nalisme ,
tr ad . del inglés de Píerre-Ernman uel Da uzat, París, La D écou ve rte, 2002 , 2 12 p., bibliog., co l. "La
D écouverte/P och e". Para un vist azo so bre esto s asuntos en [a é poca ci bern é tica, véas e : Trista n Landry,
"Les repr ésentati ons soci ales du fol klor e á l'h eure électron iq ue", Groupe de reche rch.e sur l'et hn ologie
e u ro pée n ne , [e n lín e a] , 3 d e ma rzo d e 200 4 , direc c ión de cor reo el ec tr ónic o :
rec h. erc hefol klore@yah.oogrOtlRs.ca

256
posteridad 13. Incluso a las edificaciones elevadas al rango de monumentos colec­
tivos se les atribu yen "rasgos" nacion ales en s u arquitectura formal y en el
simbolismo que se les asigna 14, sea en el momento de su construcción o a posteriori.
El hecho de que la nación en su conjunto sea una referencia inventada no impli­
ca que no contribuya a estructurar en el plano de lo real el campo de lo social y de
lo político. Lo mismo ocurre con la llamada memoria colectiva. ¿C uan tos conflic­
tos del pre sente no se arraigan en reminiscencias seculares que los contemporá­
neos son incapaces de superar'"? En un informe reciente" que recibí por vía elec­
tr ónica 17 y que reenvié a un colega 18 me comunicaron las intenciones de un soldado
que estuvo a punto de liquidar a un prisionero y que justificaba en una arenga de
índole vindicativa su propósito de esta manera : "Va y a matarlo hoy para vengar el
asesinato de mi bisabuelo a manos de su tío tatarabuelo. De esta manera, mi hijo
será liberado del dolor que heredó al nacer". En estas condiciones, sur ge la pre ­
gunta de como será posible un día tra scender al futuro . Tarda demasiado la supe ­
ración de aquello que [ohann Herder " denominó nacionalismo étnico , definid o
como un a pertenencia fuerte de los individu os a un a comunidad de sangre,
especie de fratría histórica exclusiva en el terreno de la identidad.

13. Tristan Landry, "Des perso nnages de conte a ux h éros qui inca rnent les valeurs de la société
nation ale: les folkloristes et le conte nation al au XIX' síecle", Séminaire virtud en sciences sociales, 2003­
2004. Mémoires historiques d'ici et d'ailleurs: regards croisés, [CO -ROM ], Québec, AUF/CRC en histoi re
com parée de la mémoirelE H ESS, 2004.
14. Trístan Landry, "Lieu de pouvoir et microp olitique de la mémoire: l'exernple de la cathédra le
du C h rist-Sauve ur, Moscou" , Politioue et Sociétés, v. 2, Nº 2, 2003, p. 75-101 , [en lín ea],
www.e rudit.orgrevue/ps/2003/v221n2/i ndex .h tml (página co nsultada el 5 de mayo de 2005).
15. H. Sundhaussen, Confiits de mémoire en Serbie, [discusión], [en líne a], 19 de enero de 2002.
16. Balk an Crisis Report , Nº 509, 30 juillet 2004.
17. Tristan Landrv, FWO: Bal1wn Crisis Repon , Nº 509, 9 de mayo de 2005 [Tristan Landry
reen vía á [ocelvn Léto urne au este electrón ico en viado or iginalmente por Holm Sund hausse n el 8 de
mayo de 2005].
18. [o celyn Léto urn eau FWO: Balkan Crisis Repon , Nº 509 , 9 de mayo de 2005 [Jocel yn
L éto urn eau reen vía este co rreo electróni co a Bogumil [ew siewicki : este co rreo electróni co fue remi­
tido originalment e por Tristan Landry, el 9 de mayo de 2005] .
19. "H erder, [ohann Gottfried (1744-1803)", en Microsoft® EncaTw® 2006 [OVO]. Mic rosoft
Corp oration , 2005.

257
Lista de colaboradores de la segu n da edición en franc és de esta guía

C laude Bo udrea u Doctor en Geog rafía, U niversida d de Lava l


Gaetan Drol et Asesor en Docu mentación jubil ado, Universidad de Laval
H élene Gaudreau Doctora en Liter atura, U niversida d de Lav al
Georges-P. Léonidoff H istori ador de A rte
[acques Mathieu Profe sor del Dep art am ento de Hi stor ia, Universidad de Laval
Sylvie PeUet ier Magíster en Hi stor ia, Un iversidad de Lava!
JOM R. Porter Hi storiador de Arte, Director General del Mu seo N acional de
Bellas A rte s de Qu ebe c
Didie r Prioul Historiador del A rte , profe sor del Dep artamento de Historia,
Universidad de Laval
Diane Vincent Profe sora del Departamento de Lingüístic a, Uni ve rsidad de Laval;
cod irec to ra del CIRAL
[ean-G uy Vio lette Profesor jubilado del Departamento de Hi stori a, Un iver sidad de
Laval

Lista de colaboradores que revisaron la traducción al español

Marg arita Amaya de Heredi a Magíster en Bibliotecología, Universidad de Chicago;


Profesor a jubil ada del Dep artamento de Lingüística de la
Universidad N acional de Col omb ia, Sede Bogotá
José A gust ín Blan co Barr os Doctor en Geografía ; Profesor jubil ado del Dep artamento
de Geogra fía de la Universidad N acion al de Colombi a,
Sed e Bogotá
Clelia Mayerly Cast íblan co Suá rez Bíblíotec óloga T. G., Pontificia Uni versidad [averian a,
División de archivo y correspondencia, Un iversidad
Na cional de Colombia, sede Bogot á
Á ngela Gómez Cely Artista Plástic a de la Universidad Nacion al de Colombia;
Investigadora de la C uraduría d e a rte e histo ria, Museo
N acional de Colombi a (Bogotá)
Jorge Edu ard o O rtiz Pinill a Doctor en Estadístic a, Universidad de N ancv I, Profesor
jubilad o del Departamento de Est adístic a de la Univers idad
N acional de Colombi a, Sede Bogotá
Claudia Platarrueda Vanegas A ntropóloga de la Universidad Nacion al de Co lomb ia ,
profesor a de la Universidad Sa n Martín (Bogotá)
Juan Ricard o Rey Márq uez A rt ista Plástico de la Uni versidad Nacional de Colombia,
Investigador de la Curaduría de arte e historia, Mu seo
Nacional de Col ombi a (Bogot á)
Cleobulo Sab ogal C árdenas Licenciado en Filosofía y Letras y Jefe de Información y
Divul gación d e la Acad emia Co lo mbian a de la Lengua
Carolina Va negas Ca rrasco A rt ista P lást ica de la Universidad Nacion al de Colombia,
In vest igadora de la C uraduría de arte e historia, Museo
Nacional de Co lombia

259
Índice general

In trodu cción del traductor 7

Prefacio a la nu eva edic ión 11

Presen tación 13

1. Una guía esen cia lmente prá ctica 14

2. Una guía que considera las tendencias ac tua les de la inves tigación 15

3. Una guía con objetivos de aprendizaje exigen tes 15

4. Una guía destinada a los est udia n tes de diferentes discipl inas 16

Recom endaciones al usuario 17

PRIMERA PARTE. Los saberes prácticos

Capítulo 1. Cómo ela bora r un informe de lect ura 21

1. En qué consiste un inform e de lectura 21

2. La red acción de un infor me de lectura 22

La asimilación de un procedimiento metódico de trabajo... . 22

... y conocer ciertos secretos 24

Durante la lectura 26

3. Ejemplos de reseñas 28

Capítulo 2. Cómo docu mentarse en la era elec trónic a 35

1. Un procedimiento metód ico para recupe rar la docum entación 36

Las etapas iniciales de la búsqueda documental 36

Las etapas finales de la búsqueda documental 60

2. Veintis éis estrat egias para maximizar el tra bajo de biblio teca en la era

elect rónica 6 1

3. Una cibercaja de herr amientas doc umen tales 67

1. Catálogos en línea de algunas bibliotecas 68

2. Enciclopedias 68

3. Bibliografías generales 69

4. Índice de publicaciones seriadas o abstracts 69

5. Índice de periódicos 7 1

6. Resúmenes de la actualidad 72

7. Compendios generales de tesis 72

261
8. Compendios generales de reseñas 72

9. Repertorios biográficos 73

10. Banco de revistas en línea 73

11 . Anuarios, compendios de publicaciones estadísticas y bancos de datos

estadísticos 75

12. Compendios de documentación audiovisual 76

Capítulo 3. Cómo interpretar una fuente escrita: el comentario de documento 77

1. El proce dimiento previo al comenta rio 78

La crítica de autenticidad 78

Lectura atenta deldocumento 79

La documentación 80

2. El comentario propiamente dicho SO

Primera etapa: la contextualización del documento asociada con el problema

planteado 8 1

Segunda etapa: la determinación del marco histórico y origen del documento 8 1

Tercera etapa: la reconstitución del esquema y el análisis del documento 82

Cuarta etapa: elbalance 82

3. Presen tación de un ejemplo simple de com entario de documento 83

A. Contextualización del documento en relación con un problema intelectual 83

B. Notas sobre el marco histórico y el origen del documento 83

C. Reconstitución del esquema y análisis del documento 87

D. Balance 91

Capítulo 4. Cómo analizar un doc ume nto iconográfico 95

1. ¿Qué es un documento icon ográfico? 95

2. Un procedimien to metódico para analizar y contextualizar un documento

iconográfico 96

Primera etapa: observar el documento 96

Segunda etapa: identificación de los componentes y de las diversas significaciones

del documento 97

La ficha descriptiva 98

Terceraetapa: contextualización deldocumento 100

3. Estudio de un caso particular 102

La nomenclatura y la descripción 103

La identificación de las significaciones 104

La contextualización 105

262
Capítulo 5. Có mo analizar un objeto 111
1. Q ué es un objeto 111
2. El objeto: un fenómeno social to tal 112
3. Un pro cedimiento metódi co de aná lisis del objeto 113
El objeto 11 4
Los productores y los propietarios 11 5
Los contextos de significación 11 7

Capítulo 6. Có mo analizar y co men ta r un mapa an tiguo 119


1. Utilida d del mapa antiguo para el aná lisis históri co 119
2. Un pro cedimien to met ódi co de lectura y análisis del mapa an tiguo 121
El trabajo preparatorio 123
Análisis del mapa 126
3. Una lectura dinámic a del map a de ]oseph Bouchette 127

Capítulo 7. Có mo en te nde r y utilizar un cuadro estadístic o 133


1. En qué consiste un cuad ro estadístico 133
2. Precauciones que debe n tom arse al utili zar un cuadro estadístico 134
El adagio miente: un cuadro estadístico no baila al son que le toquen 135
A lerta: detrás de cada dato seoculta toda una gama de elecciones cualitativas .. 135
Desconfiar de los espejismos estadísticos 137
No obligar al cuadro estadístico a decir lo que no quiere decir 138
3. Leer y ana lizar un cuadro estadístico: un procedimiento metódico 138
Aprovechar las indicaciones que ofrece un autor: mesurar el alcance del
contenido de sus cuadros 138
Compenetrarse con el cuadro: inspeccionar su contenido 139
Analizar un cuadro: Explicar su contenido 139
Explotar el contenido de un cuadro: Relacionar la problemática inicial con lo
que el cuadro revela 141
4. Ejemplo de un procedimiento de lectura y análisis de un cuadro estadístico 142
Considerar los límites del cuadro como documento informativo 142
Conocer lo que revela el cuadro 145
Emprender el análisis del cuadro 146
Integrar los logros del análisis de un cuadro en un plan de demostración 146

Capítulo 8. Cómo utilizar un documento autobiográfico en una investigación 149


1. El documentos autobiográfico 150
En qué consiste una autobiografía 150

263
Pertinencia y límites de la autobiografía como fuente de información en un

procedimiento de investigación convencional 151

2. Uso del documento autobiográfico en el marco de una investigación .

convencional 153

La selección de las autobiografías 154

La elaboración de una metodología de análisis 156

La construcción de una interpretación 162

Bibliografía 164

Capítulo 9. Cómo adelantar una investigación mediante entrevistas 167

1. En qué consiste el método de la entrevista 167

2. Las et apas de un procedimiento de entrevista 168

A spectos comunes a todo procedimiento de entrevista 168

Algunos aspectos específicos del procedimiento de la entrevista 172

3. La entrevista socioling üística 175

La definición de los objetivos de la investigación y la preparación de un plan

de entrevistas 175

La entrevista 175

El muestreo 177

La transcripción 178

La ética 178

SEGUNDA PARTE. De la definición de un tema de investigación a la


redacción de un trabajo extenso

Capítulo 10. Realizar un trabajo de investig ación: un procedimiento en

cuatro etapas 181

1. Las et apas de preparación y de realización de un trabajo de investigación 182

Primera etapa: la elección de un tema inicial, la delimitación aproximada de un

proyecto y laformulación de una pregunta 182

Segunda etapa: ladeterminación de una estrategia de investigación fundada

en la consulta inteligente del corpus documental, la identificación de un

posicionamiento claro frente al problema y el estudio crítico de la

documentación compilada 183

Tercera etapa: la elaboración de un plan de exposición de los resultados de la

investigación con la finalidad de brindar una respuesta a la pregunta inicial 185

Cuarta etapa: lacomunicación final de los resultados 185

2. Procedimiento para realizar un trabajo de investigación 186

264
Capítulo 11. Có mo delimitar un tema de investigación 189

1. Precisiones y recomendaciones para delimitar un tema de investigación 189

2. La e tapa de la in te rrogación ten tati va y de docu mentación preliminar 189

Partir de las inquietudes personales frente a un tema general 190

Documentarse sobre el tema inicial 190

Formular ciertaspreguntas preliminaresaunque susceptibles deserinvestigadas

y que conduzcan a la elaboración de una perspectiva de acercamiento al tema

propuesto 191

Formular orientaciones concretas de investigación 192

3. Etapa de razona miento orde nado e informado 193

Formular un título preliminar 193

Determinar el es tado de avance de los conocimientos relativos al tema inicial 194

Precisar lamanerade interrogar el tema inicial: descubrirgradualmenteel tema 195

Capítulo 12. Co mo diseñar un a estrate gia de inv est igación 197

1. La estr ategi a de investigación y el posicionamiento fren te al problema 197

2. El diseñ o de un a estra tegia de investigación 198

Un problema bien definido 198

Un proyecto definido en relación con los trabajos existentes 199

Un objetivo definido de investigación 199

Un cuestionamiento fecundo, esclarecedor y estimulante 200

Una hipótesis susceptible de ser investigada 200

Una metodología 201

3. La forma lización de un a estrategia de in vesti gación y de un

posicion amiento frente a un problema: un ejempl o 202

Valorar con lucidez los límites de un estudio 204

La exposición de las etapas del plan de demostración 204

Capítulo 13. Có mo exponer los resultados de un a investigación en función

de un objeti vo defin ido: el plan de trabaj o 205

1. Organizar de man era lógica las ideas: la import an cia del plan 205

En qué consiste un plan de trabajo 205

Funciones de ciertos planes de trabajo 206

2. Cóm o elab orar un plan de trabajo det allado 206

Primera etapa: el ordenamiento de la documentación 207

Segunda etapa: la poda 207

Tercera etapa: la disposición 207

3. Un ejemplo de plan de trabajo 208

265
Capítulo 14. Saber comunicar el pensam iento por escrito 219

1. Estructurar el texto de forma equilib rada 2 19

La oración y el párrafo son el núcleo de la producción del texto 220

Secciones y subsecciones: los momentos cruciales de la demostración 224

La puntuación: el pulso del texto 224

2. Redactar para convencer y seducir 226

Redactar para convencer al lector 227

Redactar paraseduciral lector 228

Apéndice 1. Có mo presentar referencias bibliográficas 233

1. Los libros 234

La autoría 234

El título 235

Participaciones diversas en la preparación de una obra 236

Características de laedición 237

Dirección bibliográfica 237

Casosparticulares 238

2. Artículos 238

3. Otros docu mentos 239

4. Documentos de archivo 241

5. Referencia de objetos 243

6. Los documentos jurídicos 245

7. Los documentos electrónicos 246

Apéndice Il. Có mo referirse a un docum ento 249

1. La primera referencia a un documento 249

Reglas básicas 249

2. Las referenc ias subsiguientes 253

3. C asos parti culares de referencias bibliográficas 255

La referencia parcial 255

La doblereferencia 255

Varias referencias en una nota 256

N otas de contenido y notas de referencia 256

4. Las referencias a documen tos elec trónicos 256

Lista de colaboradores 259

266

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