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EL HUMANISMO CRISTIANO Y SU VIGENCIA FRENTE A LA MORAL ACTUAL

TEMA Nº 1

EL HUMANISMO CRISTIANO Y SU VIGENCIA FRENTE A LA MORAL ACTUAL

VISIÓN DEL HOMBRE:

Existen muchas doctrinas que pretenden explicar la Naturaleza del hombre bajo los diferentes matices de
cada una de ellas según su sustento doctrinal.

Cabe decir que el hombre es un todo íntegro y que no se puede hablar de él en una de sus facetas, como
suelen hacerlo muchas doctrinas ideológicas: el naturalismo, el sociologismo, el materialismo, el idealismo,
el cientismo, etc. Que lo parcializan despojándolo de todo su ser íntegro.

LA PERSONA INTEGRA, DESINTEGRADA:

El mundo actual convoca un conjunto de aspectos que ofrecen al hombre el anhelo de felicidad, pero que
es temporal y pasajero que lo desvían de su verdadera felicidad y fin que es el Dios de la vida.

ü El avance tecnológico ha permitido dar solución a ciertas dificultades a la vida del hombre, en
algunos casos al alcance de la mayoría, otras demasiado sofisticadas que lo hacen
inalcanzable para esa mayoría ofreciéndoselo ambos, de tal forma que hacen creer, que sin
aquello no podrán ser feliz, convirtiéndolos en verdaderos consumistas, con el puro deseo de tenerlo
aunque no se le dé el uso adecuado y propio.

ü Podríamos también afirmar que ha surgido un nuevo renacimiento y “humanismo”, es decir


ha renacido un antropocentrismo, el hombre está despojando a Cristo del centro de su vida,
colocándose él mismo en el centro de su universo, la constante propuesta del cuidado de su
cuerpo, con el ofrecimiento de productos naturales que está bien, lo ha llevado a olvidarse de su
persona, y lo ha centrado solamente en la estética corporal, el hombre y mujer light, como si el hombre
fuera solo parte corporal, separándolo de su integridad espiritual.

ü Por otro lado la mentalidad de llevar una vida “facilona” en la que se aplica con un dominio
inescrupuloso la “ley del menor esfuerzo” que conlleva a olvidar el fin que Dios ha otorgado al
hombre de realización y perfección, con el uso de su inteligencia, en el dominio de la naturaleza.

ü También “surge hoy, con gran fuerza, una sobrevaloración de la subjetividad individual.
Independientemente de su forma, la libertad y la dignidad de la persona son reconocidas. El
individualismo debilita los vínculos comunitarios y propone una radical transformación del tiempo y
del espacio, dando un papel primordial a la imaginación... Se deja de lado la preocupación por el bien
común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos, a la creación de nuevos y
muchas veces, arbitrarios derechos individuales, a los problemas de la sexualidad, la familia, las
enfermedades y la muerte”. (Aparecida 44).

“El consumismo hedonista e individualista, que pone la vida humana en función de un placer
inmediato y sin límites, oscurece el sentido de la vida y la degrada”. (Aparecida 357).

“La afirmación de los derechos individuales y subjetivos, sin un esfuerzo semejante para garantizar los
derechos sociales, culturales y solidarios, resulta un perjuicio de la dignidad de todos, especialmente de
quienes son más pobres y vulnerables” (Aparecida 47) el hombre fuera solo parte corporal,
separándolo de su integridad espiritual.

“...Debilitan y menoscaban la vida familiar, encontramos la ideología del género, según la cual
cada uno puede escoger su orientación sexual, sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la
naturaleza humana. Esto ha provocado modificaciones legales que hieren gravemente la dignidad
del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la identidad de la familia” (Aparecida 40), y en
definitiva al de la misma persona que desde la creación Dios le ha establecido su misión.

•PERSONALISMO E INDIVIDUALISMO:
La persona no puede aislarse jamás de la sociedad porque eso le conllevaría a su ruina, ya que los valores
que la definen, pensamiento y amor, no pueden nutrirse sino de la comunión con las demás personas.

Si la persona tiene que luchar para conquistarse y afirmase, no se tratará de una lucha física en el seno
de la especie, sino de un combate espiritual por el que el hombre y la mujer, lejos de encerrarse en sí
mismos, en una especie de individualismo egoísta, busquen engrandecerse por el amor y el compartir con
los demás.

•LA PERSONA Y EL ESPÍRITU:

El destino de la persona está unido inevitablemente al espiritualismo. No hay ni puede haber


persona humana en el materialismo. Por lo tanto, no hay manera de salvar a la persona humana de la
desdicha eterna, sino profesando que el alma es creada por Dios y que tiene un destino inmortal que
trasciende a todos los fines temporales de la sociedad.

Este destino inmortal es un valor que sobrepasa al universo, tal como lo propone el humanismo cristiano,
cuya suerte es la misma que la de la civilización.

EL HUMANISMO EN EL MUNDO ACTUAL:

El cambio de mentalidad y de estructuras somete con frecuencia a discusión las ideas recibidas.
Esto se nota particularmente entre los jóvenes, cuya impaciencia, e incluso a veces angustia, les lleva a
revelarse. Consiente de su propia función en la vida social, desean participar rápidamente en ella.

La negación de Dios se presenta en está época como exigencia de progreso científico y de un


cierto humanismo nuevo, lleva el afán de autonomía humana hasta negar toda dependencia del
hombre respecto de Dios.

El sentido de poder que el progreso técnico actual da al hombre, puede favorecer esta doctrina.

Pero, frente a todo esto se ve que cada día es mayor el número de los hombres y mujeres que se sienten
responsables en edificar un mundo mejor en la verdad y justicia. Un nuevo humanismo, en el que el
hombre queda definido principalmente por la responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia.

La lglesia afirma que la familia es la escuela del más rico humanismo donde existe la benévola
comunicación y unión de propósito entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la
educación de los hijos.

Entre las formas de ateísmo moderno de este tiempo está la liberación del hombre principalmente
en su liberación económica y social.

HUMANISMO CRISTIANO:

El Humanismo Cristiano es el ennoblecimiento del hombre, la realización del tipo humano ideal, el
esfuerzo por hacer del hombre más plenamente humano manifestando su grandeza nativa y
desarrollando las virtudes contenidas en su ser. La realización del hombre implica ir más allá del
hombre y es, por tanto, una realidad de orden moral y teologal que culmina en la adoración y
obediencia a Dios, en las que y por las que el hombre encuentra su propio ser.

El humanismo cristiano es la respuesta del hombre a ser hombre en plenitud porque la vocación de
él y de la humanidad es manifestar la imagen de Dios y ser transformada a imagen del hijo único del Padre.

Podría decirse que el “único humanismo en sentido pleno y radical es el cristianismo como
mensaje de salvación y economía de la gracia. Y que el verdadero hombre es aquel que realiza en su
vida la verdad de Dios para con él, es decir el santo que se enfrenta en la vida y con la historia
reconociéndolas como el momento de la decisión de cara a la eternidad y que sabe, por tanto asumir la
propia situación con todos los valores que presuponga e implique (rectitud humana, afán de justicia,
alegría de vivir, justo por la amistad, amor a la belleza), según el espíritu de Cristo no buscándose a
sí mismo sino con actitud de amor, de desprendimiento, de entrega”.
LA IGLESIA EXPERTA EN HUMANIDAD:

La lglesia tiene plena competencia para enseñar los derechos humanos, ya que con el auxilio de la
Revelación y mediante la asistencia del Espíritu Santo, conoce la realidad profunda del ser del hombre
y de su misión en la vida. Así mismo el Vicario de Cristo en la tierra es experto en humanidad.

ACCIONES HUMANAS Y CRISTIANAS:

Como consecuencia toda acción humana debe coincidir con las cristianas ya que se rigen por la ley
natural y moral que afecta a todos por igual por ser imagen y semejanza de Dios, y por que el
Reino predicado por Cristo se encuentra dentro del orden establecido por Dios desde la creación,
así lo enseña la Iglesia, quien guía y orienta al Estado y rige por la ley positiva a los hombres.

LAS BASES DEL HUMANISMO CRISTIANO:

Así, durante los dos últimos siglos, entre los humanismos cerrados a Dios, se ha ido abriendo
paso un humanismo que parte de criterios evangélicos y hunde sus raíces en el interés por todo
lo humano a partir de una concepción cristiana del hombre y de la vida. Su principal expresión es
el llamado humanismo cristiano, concepto bastante moderno.

Desde finales del siglo XIX y a Io largo del XX, muchos pensadores cristianos han tenido en cuenta la
realidad de una sociedad cambiante, que se iba alejando progresivamente de Dios, y han sentido la
necesidad de profundizar en la visión del hombre y de la sociedad desde una perspectiva cristiana.

La filosofía centrada en la dignidad de la persona humana surge como una reacción contra dos
corrientes opuestas, el totalitarismo y el individualismo. Es ahí donde se debe encuadrar la interpretación
moderna del humanismo cristiano, que no se trata de un modelo filosófico cerrado.

Se suele considerar que el actual humanismo cristiano está ligado al resurgir de la Doctrina Social de la
Iglesia, especialmente a partir de la Rerum novarum de León XIII (1891).

Con esta encíclica la Iglesia trató de presentar ante el mundo una doctrina defensora del
hombre, que pudiera superar las profundas deficiencias éticas del liberalismo individualista y de los
totalitarismos. La Iglesia se presentó al mundo moderno como portadora de una visión de la sociedad y
de una ética capaz de dar respuesta a las necesidades más profundas del ser humano actual.

UN MUNDO MÁS HUMANO:

Juan Pablo II dedicó a Cristo y al hombre la primera encíclica de su pontificado. He aquí un párrafo de
este importante documento en el que nos presenta algunas claves para comprender el papel del
humanismo cristiano en nuestra época: “El progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de
nuestro tiempo (...) exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Sin embargo, esto
último parece, por desgracia, haberse quedado atrás. Por esto, este progreso (...) no puede menos
que engendrar múltiples inquietudes.

“La primera inquietud se refiere a la cuestión esencial y fundamental: ¿este progreso, cuyo autor es
el ser humano, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, “más humana”? (...)
Esta pregunta vuelve a plantearse obstinadamente en lo que se refiere a lo verdaderamente esencial:
si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir más
maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a
los demás, particularmente a los más necesitados (...). Esta es la pregunta que deben hacerse los
cristianos, precisamente porque Jesucristo los ha sensibilizado así universalmente en torno al
problema del hombre” (RH, n° 15).
El humanismo cristiano trata de hacer posible la construcción de “un mundo más humano”, digno
de los hijos de Dios, que se podría caracterizar por estas cuatro notas:

ü Pone, como centro de la vida política, social y económica, la dignidad de la persona humana y sus
derechos fundamentales, comenzando por el derecho a la vida.

ü Está basado en la solidaridad, pues todos los seres humanos hemos sido creados y convocados por
Dios para vivir como hermanos, en un mundo que no favorezca solo el bienestar de unos pocos, sino de
todos, mediante el esfuerzo y la colaboración mutua.

ü Promueve la justicia social - mediante un reparto equitativo de las cargas y los beneficios - y la paz
entre las naciones, afrontando las diferencias a través del diálogo y nunca por medio de la guerra.

ü Está abierto a Dios y a su proyecto salvador para la humanidad, ya que el reconocimiento de Dios no se
opone, en ninguna manera, a la dignidad del hombre, sino que, por el contrario, la fundamenta y la
favorece.

• HUMANISTAS CRISTIANOS:

El estudio completo de todas las filosofías que han influido en el desarrollo del humanismo
cristiano actual es una ardua labor, tanto por la abundancia de pensadores, como por la
variedad de corrientes de pensamiento que lo conforman: unos glosan una concepción integral del hombre;
otros, inciden en aspectos de la persona como individuo; un tercer grupo ilustra el mundo de
las relaciones humanas (son los llamados filósofos del diálogo); otros desarrollan un humanismo cristiano
desde los principios de la “fenomenología)... Estas son solo algunas de sus expresiones.

•Jaeques Maritain:

Filósofo neotomista francés (1882 - 1973) que se convirtió al catolicismo cuando tenía 24 años.
Después de su conversión estudió a Santo Tomás de Aquino, de quien siempre se consideró
discípulo. En su libro Humanismo integral (1936) se propone sentar las bases de un humanismo
verdadero para construir una nueva sociedad de inspiración cristiana.

Parte de una crítica de la antropología que está detrás del marxismo totalitarista y del individualisrno
liberal, y afirma que los dos se equivocan, porque no reconocen la peculiaridad de la persona: son
materialistas y solo conciben individuos y conflictos materiales entre individuos, por lo que construyen un
mundo inhumano. Maritain dice que el hombre, más que individuo, es persona: un ser abierto a las
relaciones con los demás hombres y con Dios, un ser capaz de amar, un ser capaz de poseerse y de darse.

Utilizó esta distinción para exponer su doctrina sobre la sociedad; insiste en que el fin propio de la
sociedad es el desarrollo de todos los ciudadanos corno personas. Es necesario, recuerda, crear las
condiciones debidas para que surja una sociedad de personas, con lazos de relaciones personales.
Afirma que la sociedad no es solo la suma o agregación de individuos, sino una comunión de personas
en la que se ha de respetar la dignidad de todo ser humano.

Mantiene que solo el cristianismo tiene la fuerza verdadera para crear una auténtica y
plena comunión de personas, se declara enemigo de todos los estatalismos y defiende que la
democracia es el régimen que más se acomoda a la condición libre de las personas.

•Gabriel Marcel:

Gabriel Marcel (1889 - 1973) filósofo existencialista, convertido al catolicismo cuando tenía 40 años,
es el primero en plantear una tesis personalista en el humanismo cristiano.

En un diario filosófico, que tituló Ser y tener (1935), se fija en un fenómeno muy sencillo: cuando
cada uno se refiere a su cuerpo, no dice directamente “yo”, sino

“mi cuerpo”.
El cuerpo es algo “mío”, profundamente “mío”, pero no es “yo”. Yo “tengo” un cuerpo, pero no “soy”
mi cuerpo; yo “tengo” una mano, pero no “soy” mi mano. Yo tengo también cosas y propiedades que son
“mías”, pero no son “yo”, no son “mi ser”.

Detrás de esas expresiones, se adivina una realidad profunda: unas cosas pertenecen al “ser”
del hombre - soy “yo” - y otras, en cambio, al “tener” – son

“mías” -. El hombre es un ser que puede crecer en la dirección del ser o en la del tener: puede crecer
teniendo más cosas o siendo más.

Cada hombre crece en el “ser” - es más hombre - cuando aumenta sus relaciones humanas, cuando se
comunica, cuando se entrega, cuando ama, cuando hay plena coherencia en su vida. En su relación
con los demás hombres y con Dios, el hombre se sitúa en el mundo como persona.

El hombre es un ser en un mundo de relaciones espirituales, la más importante de las cuales es el amor.
Pero puede desnaturalizarlas: puede relacionarse con las personas como si fueran cosas; puede
intentar poseerlas, utilizarlas, aumentar con ellas su “tener” - su poder, su dominio, su riqueza.

Cuanto más nos entregamos y amamos, cuanto más intensa es nuestra relación con otros seres
humanos y con Dios, nuestra personalidad se hace más auténtica y profunda. Aunque nunca llega a ser
perfecta en este mundo “roto”, donde tantas limitaciones materiales y morales hacen difícil, y a veces
dramática, esta empresa del amor.

Según Marcel, tanto el pensamiento del capitalismo liberal, como el colectivismo marxista olvidan
esto; por eso, solo pueden producir una cultura del “tener”, que empobrece al hombre y produce
seres humanos deformes, que no se han desarrollado espiritualmente.

• Emmanuel Mounier:

Filósofo francés (1905 - 1950), amigo de Jacques – Maritain. En 1932 fundó la revista Esprit, que
tenía por objeto “rehacer los fundamentos espirituales de la Europa contemporánea'”.

Acuñó la expresión “personalismo cristiano” para referirse a los ideales de su movimiento:


“Llamamos personalista a toda doctrina, a toda civilización que afirma el primado de la persona humana
sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo”.

Mounier fue también muy crítico con los totalitarismos fascistas y marxistas; pero su crítica más
aguda y original se dirige al individualismo liberal: “Existe en la individualidad una exigencia de
mordiente, un instinto de propiedad que, en el dominio de sí mismo, es lo que la avaricia para la
verdadera posesión”.

Mantiene que la persona se mide por sus actos, que él reduce a cinco fundamentales:

v Salir fuera de sí.

v Comprender.

v Tomar sobre sí

v Dar.

v Ser fiel.

Así, dice: “La persona se gana perdiéndose; se posee, dándose”, expresiones con evidentes resonancias
evangélicas.

Critica la masificación y despersonalización de las sociedades modernas. Piensa que son sociedades
impersonales, fundadas en equilibrios jurídicos para regular el provecho de los particulares, sin intercambio
personal y sin intimidad.

Merece la pena notar un detalle. En los países del Este de Europa, concretamente en Polonia, los
principios teóricos del personalismo de Mounier sirvieron para criticar la deshumanización de la
sociedad marxista y para abrir horizontes sobre lo que debería ser una sociedad cristiana.
Bastantes expresiones de Mounier, popularizadas en el pensamiento católico francés,
encontrarán eco en la constitución apostólica Gaudium el spes del Concilio Vaticano II.

• Julián Marías:

Filósofo español (Valladolid, 1914 - 2005), discípulo de José Ortega y Gasset. Su punto de partida es la
“vida personal” de cada sujeto, a partir de la que elabora su teoría filosófica. Su texto más emblemático es
Antropología filosófica, en el que la persona aparece como un ser narrativo, “futurizo” (proyectado
hacia el futuro), corporal, sexuado, diverso como hombre y como mujer, pero con la impresionante
capacidad de enamorarse y con la pretensión y el afán de la inmortalidad.

Fin su concepción, cada uno es responsable de su propia historia personal y, por tanto, social: “Los
recursos de todo orden con que el conjunto de la humanidad empieza su vida son hoy
inmensamente superiores que antes. Si no estamos en una época creadora, no tenemos disculpa.
Somos responsables de nosotros mismos, de lo que hacemos con nuestras vidas”.

•Edith Stein:

Filósofa alemana (1891 - 1912) discípula de Husserl y convertida al catolicismo en 1922; murió mártir en
Auschwitz, por su doble condición de judía y monja carmelita. Fue canonizada en 1998.

Edith Stein une el método fenomenológico con la sabiduría de la mística de Santa Teresa de Jesús y de
San Juan de la Cruz. Su principal obra, “Ser finito y ser eterno”, se ocupa del ser humano, que se
entiende como Imagen del ser divino.

El punto de partida es el propio “ser interior” del hombre, que parece “fluir” entre el ser y el no ser. Esto
significa que el yo sé “autoexperimenta” en el tiempo presente, entre lo que se ha ido y lo que viene.
Y ahí el hombre topa en sí mismo con la separación entre el ser temporal y el ser eterno.

Como consecuencia queda establecido que el ser humano, observado hasta su fundamento, no
está hecho por sí mismo, ni tampoco es autosuficiente: “La peculiaridad del ser humano es lo
enigmático de su “de dónde” y su “hacia dónde”. El ser humano está imposibilitado para dar sentido a su
pasado y a su futuro (y, por ello, también a su presente), y siente la acuciante necesidad de
encontrar este sentido. Es en la confianza, en el abandono en Dios donde el ser humano
encuentra una íntima seguridad, un flujo vital que asciende de una Actividad y de una Fuerza que no le
pertenecen, pero llegan a hacerse activas en él.

•Karol Wojtyla:

Al hablar del humanismo cristiano es necesario aludir a Juan pablo II. El temple intelectual de
Karol Wojtyla, ha marcado por su condición profesional de filósofo, profesor de Ética en la
Universidad de Lublin (Polonia) antes de acceder al episcopado.

Dotado de una personalidad atractiva y optimista, el que fuera Juan Pablo II ha sido, ante todo,
una persona y un cristiano lleno de esperanza. Para él, Cristo es el

“modelo, la meta y el fin de la historia”; el hombre se realiza viviendo su vocación de entrega a los demás, a
imitación del Maestro.

Ve en el materialismo egoísta la raíz de la falta de solidaridad que aqueja a la civilización


globalizada. La abundancia de bienes materiales y la falta de generosidad para su distribución,
es la causa más notoria de la ceguera espiritual que padecen tantas mujeres y tantos hombres de nuestro
tiempo.

Karol Wojtyla ha explicado que, con demasiada frecuencia, las concepciones del hombre que
transmite la sociedad moderna se han convertido en auténticos sistemas de pensamiento que alejan
de la verdad al excluir a Dios, creyendo que con ello están afirmando la primacía del hombre, en
nombre de una pretendida libertad y de su pleno y libre desarrollo. Ha enseñado que esta mutilación
profunda se convierte hoy en una auténtica amenaza para los seres humanos, pues lleva a concebir al
hombre sin relación alguna con la trascendencia.
Por eso, una de las tareas esenciares de la Iglesia, en su diálogo con las culturas, consiste en guiar a
nuestros contemporáneos en el descubrimiento de una sana antropología, que los leve a conocer a
Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.

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