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LA VIOLENCIA POLITICA EN LAS ASAMBLEAS

DURANTE LA CRISIS DE LA REPUBLICA ROMANA (133-


44 a.C).

UNAI GONZALEZ PINEDO

Director: Antonio Duplá Ansuategui

Trabajo de Fin de Máster

Máster en mundo Clásico

Curso académico 2014/2015


2

INDICE

I. Introducción……………………………………………………………………..5

II. La crisis de la República y la violencia política……………………………......11

II.1. La generalización de la violencia política………………………………..12

II.1.1. Optimates y populares………………………………………………..13

II.1.2. Tipología general de la violencia política en Roma………………….17

II.1.3. El control del orden público…………………………………………..18

II.2. Las contiones civiles en Roma…………………………………………….21

II.2.1. Funcionamiento de las contiones……………………………………..22

II.2.2. Relevancia política y social…………………………………………..25

II.2.3. ¿Quién asistía habitualmente a las contiones?......................................27

II.3. La plebe romana y la violencia política…………………………………...29

II.3.1. Condiciones políticas y materiales de la plebe urbana……………….29

II.3.2. Tipología de los participantes en los actos violentos…………………32

II.3.3. La organización de la plebe, Clodio y los collegia…………………...34

III. Episodios de violencia en las asambleas………………………………………38

III.1. Los Graco………………………………………………………………...38

III.1.1. Tiberio Sempronio Graco…………………………………………...38

III.1.1.1. Primeros intentos de reforma………………………………….39

III.1.1.2. Tiberio, ¿un peligro para el o para los optimates?..........41

III.1.2. Cayo Sempronio Graco……………………………………………..43

III.1.2.1. La reacción popularis………………………………………….44

III.1.2.2. Victoria optimate, SCU y muerte de Cayo…………………….45

III.2. Cayo Mario y el tribuno Lucio Apuleyo Saturnino………………………47

III.2.1. Los dos primeros tribunados de Saturnino…………………………48


3

III.2.2. El tribunado del año 100 y el enfrentamiento final………………...50

III.2.3. La alianza entre un cónsul y un tribuno popularis…………………52

III.3. La cuestión itálica………………………………………………………...54

III.3.1. Marco Livio Duso y la integración de los aliados…………………..55

III.3.1.1. ¿Druso popularis?......................................................................56

III.3.2. Quinto Vario y los equites…………………………………………..57

III.3.3. El tribunado de Publio Sulpicio Rufo……………………………….58

III.3.3.1. Nueva colaboración entre Mario y un tribuno…………………58

III.3.3.2. Sulpicio, ¿un optimate moderado convertido en popularis?.....60

III.3.4. Primer consulado de Lucio Cornelio Cinna………………………...63

III.3.4.1. El enfrentamiento entre los cónsules…………………………..63

III.3.4.2. Cinna, ¿cónsul popularis?..........................................................64

III.4. Los años sesenta y el auge de Cneo Pompeyo Magno…………………...66

III.4.1. Violencia en las asambleas tras el primer consulado de Pompeyo…67

III.4.1.1. Aulo Gabinio y el mando especial contra la piratería………...68

III.4.1.2. Los intereses particulares de Pompeyo y la política en Roma..69

III.4.1.3. Ley de Cayo Cornelio contra el soborno……………………...71

III.4.2. Pompeyo regresa de Asia…………………………………………...73

III.4.2.1. Q. Cecilio Metelo Nepote y el regreso de Pompeyo………….74

III.4.2.2. Pompeyo y los mandos extraordinarios……………………….75

III.4.2.3. El reparto de tierra a los veteranos de Pompeyo……………...76

III.4.2.4. Dificultades políticas de Pompeyo y creación del triunvirato..77

III.5. El consulado de Cayo Julio César………………………………………..79

III.5.1. La lex Iulia agraria…………………………………………………80

III.5.2. César, cónsul popularis……………………………………………..83


4

III.5.2. El mando proconsular en la Galia…………………………………..85

III.5.3. Publio Clodio Pulcro, un aliado necesario………………………….86

III.6. La violencia de las bandas de Clodio y Tito Anio Milón………………...88

III.6.1. El escandalo de la Bona Dea………………………………………..89

III.6.2. Lex Clodia de exsilio Ciceronis……………………………………..91

III.6.3. Pompeyo, Milón y el regreso de Marco Tulio Cicerón……………..94

III.6.4. Fragmentación del triunvirato y acuerdos de Luca…………………96

III.6.5. Asesinato de Clodio………………………………………………..100

III.7. Tipología de la violencia en las contiones………………………………103

IV. Mecanismos de legitimación y deslegitimación de la violencia política………107

IV.1. Los optimates y la institucionalización de una justicia “partidista”……107

IV.2. El populus y la Libertas, argumentos para una justicia

alternativa popularis…………………………………………………………..110

V. Conclusiones……………………………………………………………………113

VI. Bibliografía…………………………………………………………………….119

VII. Índice de fuentes……………………………………………………………...124

 
 
 
 
 
 
5

I. INTRODUCCIÓN.

Este Trabajo de Fin de Máster se centra en el estudio de la violencia política durante la

crisis de República Romana (133-44- a.C.)1, en concreto en la recopilación y análisis de

los diferentes actos violentos que tuvieron lugar en las asambleas deliberativas

(contiones). La generalización de la violencia política en Roma durante el último siglo

del periodo republicano, que ha sido interpretada como uno de los factores claves de la

crisis de esta etapa, tuvo una importante presencia en estos órganos deliberativos del

sistema político romano. Tanto es así que, en múltiples ocasiones, se produjeron

altercados y enfrentamientos violentos que se saldaron con la muerte de ciudadanos.

Estas asambleas públicas estaban destinadas a trasladar el debate político ante el pueblo,

que se reunía para escuchar a los magistrados y oradores. A lo largo de los años, la

historiografía ha propuesto diferentes interpretaciones sobre la identidad de ese pueblo,

es decir, quiénes eran las personas que habitualmente asistían a estas contiones y,

llegada la ocasión, participaban en los enfrentamientos violentos que surgían. Tratar de

saber quiénes eran estas personas y los motivos que tenían para asistir a las asambleas y

participar en los altercados que en ellas se produjeron, también es un aspecto de

relevancia en este trabajo.

Es un hecho innegable que la violencia esta inserta de forma general en todas las

sociedades a lo largo de la historia de la humanidad, siendo empleada para dirimir

cualquier tipo de conflicto, pues es parte natural de toda formación social, aunque con

manifestaciones diferentes según los contextos2. Por ello, para llevar a cabo un estudio

sobre la violencia en épocas pasadas, creemos que es necesaria una definición básica del

concepto de violencia, concepto que podemos definir cómo “conducta intencional

                                                                                                               
1
Debo mostrar mi más sincero agradecimiento al doctor A. Duplá Ansuategui por la constante entrega
2
 Aróstegui 2010, 20  
6

caracterizada por el uso de la fuerza que puede producir daño a terceros”3. Concretando

más en la línea de este trabajo, aportamos una definición del fenómeno de la violencia

en su dimensión política, que seria la imposición, o el intento de hacerlo, por la fuerza o

con la amenaza de su empleo de la visión política de una parte de la comunidad sobre la

otra o de un individuo sobre otro4.

Un factor importante al estudiar la violencia política en cualquier sociedad es aceptar

que se genera siempre en relación a un conflicto (en caso contrario adquiere un carácter

patológico), y por tanto puede servir como instrumento de agresión y de defensa. La

existencia de un conflicto es una condición necesaria, pero no suficiente. Los conflictos

pueden ser resueltos sin llegar al empleo de la violencia, pero esta no se da sin la

existencia de un conflicto que la genere, sea del tipo que sea. Además, debido a la época

en la que este trabajo focaliza su estudio de la violencia política, no podemos dejar de

señalar las diferencias existentes, en cuanto a la concepción de la violencia, entre las

sociedades pre-industriales y las sociedades industriales, en las que el triunfo del

modelo democrático fue erradicando, al menos en teoría, la concepción de la violencia

como algo común y socialmente aceptable en ciertos contextos5.

En la Roma republicana existía una concepción de la violencia sobre la que es necesario

realizar ciertas observaciones, con el fin de evitar anacronismos y extrapolaciones de

concepciones de las sociedades occidentales actuales. La total ausencia de una noción

equiparable a los derechos y la igualdad humanas, la concepción romana de la licitud

del uso de la violencia en los ámbitos publico y privado y la ausencia de mecanismos

instituciones o personal responsable del control del orden público, son tres aspectos

básicos que hay que tener siempre presentes a la hora de estudiar la violencia en la

                                                                                                               
3
Vaquero 2009, “La violencia premeditada: entre el horror, la banalidad y la purificación”, Pagina
Abierta 201, 57. Citado en DUPLÁ, A., 2011b. 352.
4
Aróstegui 2010, 23.
5
 Aróstegui  2010, 24-25 y 30-31..  
7

antigua Roma. El segundo es el aspecto que más contrasta con las concepción de la

violencia en las sociedades occidentales actuales, pues, en la actualidad, el recurso a la

violencia esta monopolizado por los Estados y sancionado moralmente como algo

negativo cuando se ejerce de forma privada en todos los casos posibles. Por el contrario,

la sociedad romana no veía como algo negativo, desde el punto de vista ético, el recurso

a la violencia en diferentes ocasiones, como por ejemplo, en el caso de un robo, cuando

un ciudadano podía recurrir a la violencia de forma legítima desde el punto de vista

moral y legal contra el ladrón. Existía, además, aceptado y prescrito por la ley el

concepto de autodefensa, que no solo se podía invocar de forma individual, sino

también colectiva, apelando a la ayuda de otros ciudadanos ante una situación que

implicase el recurso a la violencia6.

Respecto a la violencia política y su relación con el proceso de desintegración de la

República Romana, además del problema sobre la composición social de los

participantes en los diferentes actos violentos, son dos temas que vienen tratándose

desde los inicios de las investigaciones científicas sobre el colapso de la República. Es

obligado iniciar este repaso historiográfico con la obra de Andrew Lintott “Violence in

Republican Rome”, publicada en 1968 y recientemente revisada. Se trata de un estudio

pionero y del todo imprescindible para el estudio de la violencia en Roma, en el que

relaciona la intensificación de la violencia durante la crisis con la ausencia de

mecanismos de control del orden público, haciendo de la violencia política un problema

cerrado en Roma que no obedece a reclamaciones de índole socioeconómica7.

En los años 70 y 80, se da un paso adelante en el análisis de la violencia política en

Roma con la aparición de los trabajos de Wilfred Nippel y François Hinard, para

quiénes la violencia ya no es producto únicamente de una multitud irracional, o de las

                                                                                                               
6
Duplá 2011b, 353-354; Lintott 1999,  52-66 y 22-34.
7
Lintott 1999.  
8

pretensiones de un individuo, sino producto de unas relaciones sociales y políticas

determinadas, y también de unas iniciativas conscientes y pensadas8. Análisis como el

de Perelli, quién compara la violencia política en Roma con las tácticas terroristas de la

actualidad, critica aspectos de estudios modernos como el de Lintott9.

La aparición de los estudios de historiadores como George Rudé y Charles Tilly sobre

los conflictos sociales y las revueltas populares en la Europa precapitalista10, en los que

se hacia especial hincapié en la composición social de estas revueltas, relanzaron los

estudios de carácter social sobre este mismo aspecto en la República Romana.

Aplicando esta forma de entender los conflictos sociales a la República Romana

aparecen los análisis realizados por Brunt, los cuales aportaron una nueva dimensión a

los estudios sobre el estrato social de los individuos participantes en los diferentes

altercados violentos11. En los últimos años del siglo pasado y en los inicios del actual,

han aparecido diferentes estudios que tratan de analizar el fenómeno de la violencia

política en Roma y la extracción social de los participantes en la actividad política, no

pertenecientes a las elites. Estudios como los de Mouritsen, Morstein-Marx, Metaxaki-

Mitrou, Millar, Jehne, Brunt, De Martino, Pina Polo y Duplá tratan de arrojar luz sobre

esta compleja cuestión 12 . También se ha puesto de manifiesto las reclamaciones

existentes entre los sectores mas desfavorecidos de la población, sin la existencia de las

cuales escasa capacidad de movilización podrían haber tenido, aun contando con un

liderazgo surgido de la elite.

Respecto a los escritos producidos por los autores clásicos, los cuales son básicos pues

proporcionan toda la información sobre nuestro objeto de estudio. Varios de ellos, como

                                                                                                               
8
Nippel 1995; Hinard 1985.
9
 Perelli 1981a; 1981b.  
10
Tilly 2003; Rudé 1981; 2000.
11
Brunt 1973; 1981  
12
Mouritsen 2001; Morstein-Marx 2004; Millar 2001; Jehne 2006; De Martino 1990; Pina Polo 1997;
1994. Duplá 2008a.
9

es el caso de Salustio y Cicerón, vivieron y protagonizaron algunos de los

acontecimientos que nos han transmitido. Esto obliga a interpretar sus escritos,

herramienta fundamental en el estudio del periodo tardorrepublicano, partiendo de la

base de que la información y los juicios de valor que proporcionan tienen un marcado

carácter ideológico y “partidista”. Otros, como Plutarco o Apiano adolecen de un

distanciamiento tanto espacial como temporal con los hechos que relatan, por tanto en

sus textos aparecen datos equivocados o se dan diferentes versiones de un mismo

acontecimiento. A pesar de ese importante volumen de información que mencionamos,

seguimos a Lintott cuando afirma que uno de los principales problemas de las fuentes

antiguas13, es que los episodios de violencia a pequeña escala en las asambleas serían

más comunes de lo que las fuentes nos transmiten, y que muchos de ellos no han

quedado registrados ya sea por falta de relevancia política, por desconocimiento, o

porque en esos momentos se estaban desarrollando acontecimientos de mayor

transcendencia histórica que implicaban altas dosis de violencia, como son las

diferentes guerras civiles, las tomas de Roma por parte de los imperatores o las luchas

de bandas dentro de la ciudad. Tanto los historiadores clásicos como los modernos,

estos últimos en los primeros tiempos de las investigaciones sobre la crisis de la

República, se han centrado más en los “grandes acontecimientos” (las guerras, las

conquistas, las luchas por el poder etc.,) dando menos importancia a los pequeños

altercados producidos en las asambleas en las que, en numerosas ocasiones, la violencia

(su empleo o la amenaza de hacerlo) fue un factor determinante en su desarrollo. En los

últimos años del siglo XX, como hemos visto, asistimos a la publicación de

investigaciones que se centran más en el fenómeno de la violencia, sus diferentes

                                                                                                               
13
Linttot 1999,  67.  
10

manifestaciones y el extracto social de los participantes en los altercados durante los

años de la crisis.

Cabe señalar que el tema de la violencia durante la crisis de la República está siendo

estudiado desde perspectivas renovadoras en las últimas décadas, este trabajo pretende

inscribirse en esa nueva visión sobre la violencia política, en concreto cómo ese

fenómeno afectaba a las contiones durante la crisis. El objetivo de este trabajo es,

mediante un estudio de las fuentes clásicas y la historiografía contemporánea, en primer

lugar realizar una relación de las condiciones políticas y sociales que llevaron, en la

crisis de la republica romana, a dirimir los enfrentamientos políticos mediante el empleo

de la violencia, para poder así analizar de forma mas completa el segundo punto de

importancia en este trabajo, la composición social de los individuos que acudían

habitualmente a las contiones. El apartado principal de este trabajo es una recopilación

y análisis detallado de todos los episodios violentos ocurridos en contiones durante la

crisis de la Republica. Para ello ha sido esencial el análisis de las fuentes clásicas y su

contrastación con los estudios históricos contemporáneos. Por último, tratamos de hacer

una breve descripción de cuales eran los diferentes mecanismos y argumentos que

fueron empleados en Roma para justificar los actos de violencia política14.

 
 
 
 
 
                                                                                                               
14
Para el estudio de las contiones es imprescindible el trabajo del profesor Pina Polo, a partir de su
pionera monografía sobre el tema de 1989, Las contiones civiles y militares en Roma. Zaragoza,
Universidad de Zaragoza.
11

II. LA CRISIS DE LA REPUBLICA Y LA VIOLENCIA POLITICA

La crisis de la República es uno de los aspectos más estudiados de la historia de la

antigua Roma 15 , pues se trata del proceso de desintegración del sistema político

republicano, en un periodo que abarca desde finales del siglo II hasta la instauración del

principado de la mano de Octavio Augusto.

Esta crisis del sistema político romano se manifestó en varios cambios relacionados

entre sí que afectaron a todos los campos de la sociedad romana. Entre otros, se han

señalado los siguientes como los más significativos16: el desarrollo de las grandes

explotaciones agrícolas basadas en la mano de obra esclava que destinaban su

producción al mercado regional, el significativo empeoramiento de la situación del

pequeño campesinado, el aumento de la proletarización de una parte de la ciudadanía, o

la creciente dependencia establecida entre los veteranos de las legiones y sus generales,

a quienes reclamaban la concesión de tierras tras ser licenciados. Estrechamente

relacionado con la proletarización de las legiones, observamos la importancia creciente

de los grandes imperatores, cuyo poder se basaba, en gran parte, en ejércitos personales

y en prolongados y extraordinarios mandos militares en el ámbito provincial. Estos dos

últimos factores marcarán el camino a un sistema que de esta forma se deslizaba hacia

el poder unipersonal.

Se produce también en esta época una emigración desde el medio rural italiano a los

centros urbanos y sobre todo a Roma, con el consiguiente incremento de la plebe

urbana, la cual veía empeorar sus condiciones de vida. En contraste con esto último

tenemos el progresivo enriquecimiento, gracias a la conquista imperial en el


                                                                                                               
15
Todas las fechas, salvo expresa mención, son antes de Cristo. A lo largo del trabajo, se utilizan
términos como “constitución”, “asamblea popular”, etc. Somos conscientes de que no tenían ningún valor
técnico en época republicana y su uso responde a una convención aceptada. El criterio seguido para la
mención de los nombres propios antiguos latinos a sido la castellanización de todos ellos. A lo largo del
trabajo nos referimos al Senatus consultum ultimum con el termino SCU, adoptado por la bibliografía
especializada. Para las citas a los dos volúmenes del Magistrates of the Roman Republic de T.R.S.
Broghton utilizamos la abreviatura MRR.
16
Pina Polo 1999, 17.
12

Mediterráneo, de la oligarquía senatorial y los miembros del orden ecuestre. Estos dos

puntos arrojan un resultado que se traduce en un aumento de la desigualdad generadora

de diversas contradicciones sociales17.

Por último, y lo más relevante para nuestro trabajo, es preciso destacar la generalización

de la violencia como método político, que tuvo como máximo reflejo las diversas

contiendas civiles, pero que afectó a todo el sistema político republicano, en especial a

sus órganos deliberativos y decisorios. La violencia política ha sido analizada

tradicionalmente como una causa fundamental de la desintegración del sistema político

republicano, pero en los últimos años también ha sido vista no tanto como un causante,

cuanto como una consecuencia más de esa desintegración de las instituciones y el

sistema político republicanos18.

II.1. La generalización de la violencia política

El recurso a la violencia como arma política en la República Roma se generalizó a partir

de los tribunados de los hermanos Graco a finales del siglo II19, y experimentó un

aumento progresivo durante el último siglo republicano de tal manera que constituye un

fenómeno constante en todas las décadas de la crisis republicana, llegando a su clímax

en la década de los 50, cuando la situación en Roma se hizo difícilmente gobernable

con los mecanismos tradicionales

Uno de los motivos fundamentales que, en nuestra opinión, subyace en el empleo de la

violencia con fines políticos es la difícil situación social vivida en Roma. El aumento de

la riqueza de los sectores económicamente poderosos, seguido de un aumento de la

ostentación de esta riqueza junto con la creciente desigualdad imperante en la sociedad

                                                                                                               
17
López Barja de Quiroga 2007, 45-49.
18
Perelli 1981a, 7.
19
Tiberio y Cayo Sempronio Graco fueron tribunos de a plebe en 133 y 122 respectivamente, ambos
fueron asesinados por los optimates. MRR I, 493 y 517.  
13

romana, harán que los sectores más empobrecidos traten de conseguir un reparto más

equitativo de las ganancias obtenidas mediante la conquista mediterránea20. Ante la

ciega (y en muchas ocasiones violenta) reacción contraria de la mayoría de la

oligarquía, que mediante el obstruccionismo y la violencia impedía hacer concesiones

para frenar la creciente desigualdad, la plebe llegará en diversas ocasiones a llevar

algunas reclamaciones por el camino de la violencia. En relación con este último

aspecto podemos señalar otro de vital importancia, como es la progresiva inadaptación

del sistema político republicano a las nuevas condiciones sociales y políticas que trajo

consigo el imperialismo, llevando a las instituciones tradicionales a una situación de

ineficacia, que facilitará el empleo de la violencia ante la imposibilidad de desarrollar

una actividad política acorde a las normas establecidas21.

Junto con esto hemos de resaltar un tercer factor, evidentemente relacionado con los

anteriores, como es la existencia en Roma de dos sectores que plantean soluciones

diferentes a los problemas existentes, pues sus intereses encontrados les llevan a

colocarse en posiciones antagónicas, y, finalmente, a dirimir los conflictos mediante la

violencia en numerosas ocasiones. Además, en el seno de la propia clase dirigente se

dio una creciente competencia en la lucha por acceder a las magistraturas superiores,

sobre todo después de que Sila aumentase el numero de magistraturas inferiores22,

llevando a los miembros de la oligarquía senatorial a usar la fuerza, en caso de que no

pudiesen conseguir sus objetivos personales (en particular el consulado) mediante los

mecanismos políticos tradicionales23.

II.1.1. Optimates y populares


                                                                                                               
20
Duplá 2011a, 49-55.
21
Duplá 1990, 234.
22
Futuro dictador, había luchado con Mario en la guerra contra Yugurta y fue quien capturó al rey
númida, también destacó contra los germanos y en la guerra de los aliados. MRR II, 39.
23
Beard y Crawford 1985, 69-70; Duplá 1990, 237-239.
14

Estos dos sectores que plantean soluciones distintas a los problemas del sistema

republicano romano son los conocidos como optimates o boni y populares. Se trata de

las corrientes ideológicas dominantes en Roma durante la crisis republicana, que en

todo caso y a pesar de la existencia evidente de debates y enfrentamientos políticos, no

son ni pueden ser considerados como partidos políticos en el sentido moderno del

término, pues estos no aparecen hasta el siglo XVIII24. Tampoco puede interpretarse

esta confrontación política entre optimates y populares como una lucha de clases.

Aunque los optimates sí que puedan ser identificados con la oligarquía senatorial, por

ser esta no solo la principal acumuladora de riquezas sino también la principal

responsable del gobierno de la República, los dirigentes populares también eran

miembros de esa clase senatorial, varios de ellos de ilustres familias. Además la base

social que apoyaba a esos dirigentes populares, aunque generalmente se asocia con la

plebe urbana y agraria, era cambiante y podía estar formada por miembros de diferentes

estratos sociales, como lo demuestra el hecho de que muchos senadores apoyaron a los

líderes populares, o que los equites se alineasen en ocasiones con las posturas

populares25.

Los optimates o boni (palabras latinas que significan “los mejores, los buenos”) eran

quienes, en cuestiones políticas, eran partidarios de la centralidad de la autoridad del

Senado por encima de las asambleas, esto es, que siempre debía acatarse la opinión del

Senado (que legalmente no era vinculante) y recurrir en la menor medida posible a las

asambleas, en las que el populus mostraba su parecer. Identificaron los intereses de la

República con sus propios intereses de clase y, por tanto, eran absolutamente contrarios

                                                                                                               
24
Lopez Barja de Quiroga 2007, 96; Brunt 1990, 35; Mouritsen 2001, 134-135; Pina Polo 1999, 79-89.
25
Perelli 1981a, 11-12.
15

a cualquier intento de reforma que entendían como una amenaza para el orden

establecido26.

Con el termino populares, también empleado para las medidas asociadas a este grupo,

conocemos una serie de líderes políticos, a partir de los Graco, que defendían la

implantación de reformas de índole socioeconómica y política (distribuciones de tierra,

repartos de grano, mayor autonomía de asambleas y tribunos frente al Senado, etc.),

para solucionar los aspectos más injustos de la sociedad y la política romanas. No se

trata en ningún caso de revolucionarios que trataban de cambiar totalmente el orden

establecido, pues tan solo pretendían introducir cambios para su mejora y

perpetuación27.

Creemos que la actitud de la oligarquía senatorial, totalmente contraria a los

planteamientos populares, fue otro de los factores de mayor peso en la aparición de la

violencia política a partir de finales siglo II, y de su aumento progresivo tanto en

virulencia como en su frecuencia. El uso por parte de los optimates de mecanismos

obstruccionistas como la obnuntiatio, como veremos en el siguiente capítulo, llevarán

en multitud de ocasiones a populares y optimates a enfrentarse entre sí ante la respuesta

violenta de los populares, quienes ven que la única forma de aprobar muchas de sus

reformas es superar la férrea e interesada obstrucción optimate mediante la fuerza28. La

violencia ha sido vista como uno de los rasgos principales del método de actuación

política popularis, hecho que contrasta fuertemente con los datos de que disponemos

sobre las numerosas acciones violentas llevadas a cabo por parte de los optimates. El

empleo de la fuerza como arma política por éstos últimos es uno de los aspectos básicos

a la hora de estudiar la violencia durante la crisis de la República, pues, como los

                                                                                                               
26
Brunt 1990, 35; Dupla 1990, 254; López barja de Quiroga 2007, 88; Pina Polo 1999, 79-80.
27
Brunt 1990, 32; Duplá 1990, 253; López Barja de Quiroga 2007, 89; Pina Polo 1999, 81.
28
Lintott 1999, 69; Duplá 1990, 238.
16

diversos mecanismos represivos empleados por los optimates no tendrán la efectividad

esperada contra las reclamaciones y la violencia popularis, tendrán que recurrir también

a la fuerza para hacer prevalecer sus tesis políticas. Podemos ver cómo en el desarrollo

del enfrentamiento político en Roma en esta época, hasta la década de los cincuenta, los

populares llevan desde el principio sus reivindicaciones y propuestas siempre por

cauces legales dentro del marco institucional. Solamente cuando, ante el férreo

obstruccionismo interpuesto por los optimates, la opción legal pierde su utilidad, ambos

grupos recurrirán a acciones violentas para apoyar o impedir las medidas que causan el

enfrentamiento29.

A pesar de que los optimates lograron imponer sus tesis en la mayor parte de las

ocasiones mediante el recurso a la violencia, en Roma se dio un proceso por el cual la

oligarquía gobernante se vio progresivamente desplazada de la toma de decisiones, a

favor de la influencia del elemento popular que creció fortísimamente durante el último

siglo republicano; podríamos hablar de una mayor “democratización” dentro de un

régimen mixto con gran predominio oligárquico. Aun así las momentáneas y

coyunturales victorias optimates (contra los hermanos Graco, Saturnino, etc.)

impidieron la introducción de reformas reclamadas por amplios sectores de la población

romana, pues los esfuerzos conservadores de la parte más retrógrada de la oligarquía

senatorial bloquearon las propuestas de cambio político y justicia económica y social,

siendo este uno de los factores fundamentales en la desintegración de la República. Por

otro lado, respecto a la generalización de la violencia política, el hecho de que desde el

propio Senado republicano se justificará el uso de la fuerza represiva mediante

diferentes mecanismos que comentaremos más adelante, ayudó a aceptar la progresiva

imposición de la violencia sobre el debate político como principal herramienta en la

                                                                                                               
29
Perelli 1981a, 15; Duplá 1990, 235.
17

lucha política. Otro de los factores clave a la hora de explicar la desintegración del

régimen republicano romano30.

II.1.2. Tipología general de la violencia política en la República romana

Dada la importancia de la violencia en la lucha política de la crisis republicana, vamos a

realizar una breve tipología de las acciones violentas que se dieron durante estos años.

Uno de los tipos más comunes, y central en nuestro estudio, es el de los enfrentamientos

en el Foro y las diversas asambleas entre los distintos líderes y sus partidarios. Allí, ya

sea de forma espontánea o premeditada, se observa la intervención de veteranos de las

legiones, de la plebe urbana y agraria, y en diferentes ocasiones de itálicos venidos a

Roma para apoyar medidas que les eran favorables. Otra de las situaciones violentas

más comunes es la ocupación de lugares públicos, acción con larga tradición entre la

plebe romana, ya que recurrieron a estas ocupaciones de espacios públicos durante las

luchas patricio-plebeyas. También observamos la práctica del acoso, agresión, e incluso,

asesinato de otros magistrados, en general por competencia electoral. Un aspecto

novedoso y que marcará fuertemente las décadas de los años 60 y 50, son los

enfrentamientos en la ciudad de Roma de bandas armadas relacionadas con un líder

político. Por último tenemos los diferentes intentos insurreccionales y los

enfrentamientos militares de las guerras civiles. Además hemos de resaltar la

importancia de determinados mecanismos represivos empleados por la oligarquía

senatorial más conservadora, como son el SCU y las declaraciones de hostes publicus.

Estas medidas muestran el fracaso evidente de las instituciones y de los medios

pacíficos de acción política, y, además de su dudosa legalidad, suponen altas dosis de

violencia. Junto a estas medidas, tras la dictadura de Sila verán la luz varias leyes contra

                                                                                                               
30
López Barja de Quiroga 2007, 74; Pina Polo 1999, 83.
18

la violencia, siendo la primera la lex Plautia de vi del año 78. Estas leyes establecían un

tribunal permanente especial (quaestio de vi) para juzgar los delitos relacionados con

acciones violentas en la política, pero dada la ausencia de un concepto de violencia

consensuado y delimitado, su capacidad de combatir la violencia fue nula, como

muestra el hecho de que la violencia siguió empleándose en la arena política, y que cada

cierto tiempo se promulgaran nuevas leyes contra la violencia31.

Para nuestro objeto de estudio hemos escogido focalizarnos en los episodios de

violencia que tuvieron lugar en las diferentes contiones, pues muchos de los

acontecimientos violentos relacionados con la política dentro de la ciudad, tuvieron

lugar en estos órganos deliberativos (en estrecha conexión con los órganos legislativos,

comitia) del sistema político republicano.

II.1.3. El control del orden público

La cuestión del orden público en la antigua Roma siempre ha de estudiarse atendiendo a

una premisa previa: es totalmente incorrecto y anacrónico suponer que en la ciudad

existía una fuerza policial, o un órgano específico encargado del orden público, pues

este tipo de fuerzas de seguridad especializadas son características de las sociedades

modernas. Por tanto en Roma las “funciones policiales” no eran realizadas por una

fuerza gubernamental especializada32.

En el ordenamiento político de la República romana, los magistrados superiores cum

imperio (cónsules y pretores) tenían la capacidad de aplicar la fuerza para mantener el

orden público, aunque sus poderes en este ámbito tenían dos importantes limitaciones.

La primera es una limitación espacial, pues al igual que un imperator no podía cruzar el

pomerium y entrar en la ciudad investido de su autoridad militar, las “funciones

                                                                                                               
31
Lintott 1999, 107-125; Duplá 2011b, 355-356.
32
Nippel 1984, 20; 1995, 2.
19

policiales” de los magistrados solo se ejercían dentro de la ciudad. La segunda es la

limitación impuesta por la propia ley, pues los magistrados, cuando trataban con

ciudadanos romanos estaban sujetos a las leyes de provocatione y al auxilio tribunicio.

Por tanto, solo podían ejercer sus poderes coercitivos dentro de lo establecido por unos

limites legales, por ejemplo, en el caso de grandes multas y de castigos físicos y, sobre

todo, en el extremo de aplicar la pena máxima a un ciudadano romano pues, en teoría,

primero debía ser declarado culpable en un juicio ante el pueblo33.

Tampoco existía la figura de un magistrado especializado o de un único responsable del

mantenimiento del orden público, más bien existía una división de las funciones. Para el

mantenimiento del orden público, los magistrados superiores relegaban parte de sus

competencias en diversos magistrados inferiores. Se trata, en gran medida, de una

división de las tareas no de una clara división legal de las competencias, pues los

magistrados superiores tenían la responsabilidad última en las cuestiones de orden

público. La coercitio era el derecho que todo magistrado poseía para ejercer la fuerza

contra un ciudadano romano, evidentemente dentro de lo permitido por la ley, sin iniciar

ningún tipo de procedimiento legal. Las diferentes acciones que un magistrado podía

emprender contra cualquier ciudadano eran las siguientes: la capacidad de perseguir a

ciudadanos o esclavos fugitivos, arrestar y encarcelar, ejecutar (con la limitación ya

mencionada) y multar hasta un límite máximo34.

Los magistrados en Roma que tomaban parte en las diversas funciones de

mantenimiento del orden público, tenían a su disposición de forma permanente a una

serie de empleados públicos relativamente bien pagados (apparitores) organizados en

grupos de escribas, lictores y pregoneros, integrados tanto por ciudadanos nacidos libres

como por libertos. De estos empleados al servicio de los magistrados y en relación con

                                                                                                               
33
Nippel 1995, 4; Lintott 1999, 91-92.
34
Nippel 1984, 21; 1995, 5.
20

las diversas tareas de mantenimiento del orden publico, únicamente los lictores podían

haber sido utilizados para funciones que supusiesen el empleo de la fuerza, siempre y

cuando el o los magistrados estuvieran presentes, pues no podían usar la fuerza sin las

ordenes del magistrado al que estuviesen asignados35. En general, el mantenimiento del

orden público en el día a día de Roma estaba encargado a los aediles y los tresviri

capitales, a quienes varias de sus competencias les venían derivadas de las de los

magistrados superiores, mientras que otras las poseían estos magistrados en particular.

Funciones como pueden ser el control de los mercados en el caso de los aediles, y la

persecución de esclavos fugados o la realización de rondas nocturnas para prevenir

fugas de esclavos en el caso de los tresviri capitales36.

Existe una gran diferencia entre estas “actividades policiales” cotidianas y los

momentos de gran tensión política, en los que el Senado se enfrenta a lo que entendía

como rebeliones que atacaban la seguridad del Estado (seditio) . En estos contextos de

supuesta emergencia para la República, los magistrados y el Senado no pueden ejercer

simplemente la represión, mediante los mecanismos habituales. En esos momentos el

Senado necesitaba contar con el apoyo de un importante número de seguidores. Esto es

debido a que el número de participantes en los diferentes tumultos, normalmente era

mucho mayor que el número de magistrados y sus subordinados con capacidad para

emplear la fuerza. El llamamiento del Senado a los distintos magistrados y a los

ciudadanos, para combatir una rebelión interna, es conocido como senatus consultum

ultimum (SCU). Se trata de una medida de excepción represiva, creada e

instrumentalizada por el Senado, para acabar con situaciones que entendían como una

rebelión contra su autoridad, pero nos centraremos en este fenómeno más adelante37.

                                                                                                               
35
Nippel 1984, 22; 1995, 12-14.
36
Nippel 1995, 16; Lintott 1999, 92-107.
37
Nippel 1984, 25-26.
21

Otro de los aspectos de vital importancia en el mantenimiento del orden público en

Roma, es el concepto romano de la autodefensa y la posibilidad de enfrentar violencia

con violencia (vim vi repellere licet), que seguía vigente en la República tardía. Todo

ciudadano romano tenía, sancionado por ley, la capacidad para defender (y estar

preparado para ello) su vida y propiedades. Es por esto entendible que en momentos de

intensa confrontación política, alguna de las facciones contendientes emplearan la

violencia apelando a esa defensa personal (que se convertía en colectiva en estos casos)

frente a los ataques o ilegalidades de los adversarios38.

El mantenimiento del orden público en Roma, al menos en el día a día, y a pesar de las

divisiones de competencias entre los magistrados encargados de ello, funcionaba dentro

del marco establecido en circunstancias normales. El problema aparecía en momentos

de grandes enfrentamientos, generalmente ocasionados por tensiones políticas entre las

dos facciones dominantes en Roma, pues en diversas ocasiones los optimates

recurrieron a medidas represivas que conllevaban altas dosis de violencia. Realmente de

esta forma solo conseguían victorias coyunturales, pues los sentimientos contrarios al

Senado existentes entre la mayoría de la plebe no desaparecían y volvían a manifestarse

de forma repetida, volviendo a dirimirse los conflictos políticos por medio de la

violencia. Ninguno de los mecanismo existentes en el sistema político de la República

logró poner fin al problema de la violencia política, tampoco los nuevos procedimientos

creados durante la crisis de la República, como los ya mencionados SCU y leges de vi,

pues el primero solo contribuyó a aumentar el clima de violencia, y las segundas

demostraron una escasa eficacia.

II.2. Las contiones civiles en Roma

                                                                                                               
38
Nippel 1995, 35; Duplá 1990, 242.
22

En general la historiografía ha presentado las contiones como un órgano de escasa

importancia, cuya existencia dependía de la celebración de votaciones, pues su función

era desarrollar un debate previo; por tanto, las contiones eran descritas como asambleas

no oficiales. Este hecho ayuda a explicar que, a pesar de su verdadera importancia,

apenas hayan recibido la atención que merecen hasta hace relativamente pocos años39.

Durante el último siglo republicano, las contiones tenían lugar habitualmente en el

comitium situado en las esquina noroeste del Foro, donde estaba la tribuna de los Rostra

desde donde los oradores se dirigían al pueblo. También se realizaron contiones en el

Campo de Marte, el Circo Flaminio, el Capitolio y los templos de Castor y de Belona.

Los Rostra se situaban frente a la Curia Hostilia, principal sede del Senado, y se cree

que el espacio circular del comitium entre la plataforma y la sede del Senado tenía una

capacidad máxima de 3800-4800 personas40. Se ha señalado que este número solo

suponía un 0.4 por ciento del total de ciudadanos romanos que, según el censo realizado

en los años 70-69, era de 910.000. Pero atendiendo a que muchos de los ciudadanos

tenían su residencia fuera de Roma, los diferentes cálculos arrojan una población

ciudadana en Roma de 200.000 habitantes, por tanto en el comitum únicamente podía

reunirse un 1.9 por ciento del total de los ciudadanos habitantes en Roma41.

II.2.1. Funcionamiento de las contiones

La contio civil es una asamblea convocada por un magistrado (mediante un pregonero,

praeco, que recorre la ciudad convocando a los ciudadanos), con el fin de hablar ante el

pueblo, pero en ellas no se realiza ninguna votación42. Vemos así una primera diferencia

con los comitia y los concilia plebis: en la contio no se decide nada, pues en ella no se

                                                                                                               
39
Pina Polo 1989, 1; Morstein-Marx 2004, 35.
40
Pina Polo 1997, 33; Morstein-Marx 2004, 57; Mouritsen 2001, 18.
41
Jehne 2006, 223-225.
42
Mouritsen 2001, 34; Morstein-Marx 2004, 34.  
23

realiza votación alguna. Por otro lado, en los comitia y concilia plebis nunca se

pronunciaban discursos, siendo este es el rasgo característico de las contiones. Ciertas

contiones se realizaban como debates de preparación para tratar de influir en los

votantes antes de que tuviesen lugar los comitia, por esto es necesario diferenciar entre

las contiones previas y preparatorias de comitia, y otras que son totalmente

independientes, aunque los dos tipos están sujetos a las mismas reglas43.

La potestas contionandi es el derecho a convocar al pueblo a una contio y no solo

supone el derecho de hablar a los asistentes, sino también la presidencia de la asamblea.

Esta capacidad la poseen en exclusiva los magistrados ordinarios y extraordinarios,

siendo totalmente ilegal una contio convocada por cualquiera que no cumpla estas

condiciones. Realmente supone el ejercicio de una capacidad exclusiva de los

magistrados, no se trata en ningún caso de un derecho de reunión propio de los

ciudadanos. En época republicana todos los magistrados ordinarios, tanto superiores

como inferiores, tenían la capacidad de convocar contiones, pero realmente el mayor

número de las convocadas lo fueron por cónsules, pretores y tribunos de la plebe, siendo

escasas las convocadas por ediles, cuestores y censores. Los tribunos de la plebe

constituyen un caso singular con respecto a las contiones a lo largo de toda la

República, pero sobre todo durante la crisis tardorrepublicana. De hecho las contiones

suelen ser asociadas a los tribunos de la plebe y a la agitación popular, pues se conocen

casi el mismo número de contiones convocadas por tribunos de la plebe como la suma

de todas las convocadas por el resto de magistrados con capacidad para hacerlo.44

Respecto a la capacidad de convocar al pueblo a asamblea, todos los magistrados con

potestas pueden hacer uso de ese derecho, pero es ejercido jerárquicamente de arriba

hacia abajo, es decir, un cónsul puede apoderarse (avocare, ius avocandi) de la contio

                                                                                                               
43
Pina Polo 1989, 42; Mouritsen 2001, 52; Metaxaki-Mitrou 1985, 180.
44
Pina Polo 1989, 42-51.  
24

que pretende celebrar cualquier otro magistrado inferior, y de esta forma pasar a ser el

presidente; algo similar puede realizar el pretor respecto a los magistrados inferiores a

él, pero nunca contra un cónsul. De esta forma, la potestas de un magistrado superior

siempre se imponía a la de un magistrado inferior para celebrar una contio. No obstante

hemos de señalar que el tribunado de la plebe no se veía afectado por este ius avocandi,

pues no podía ser esgrimido contra ellos. Por su parte, los tribunos de la plebe no tenían

el derecho de emplear la avocatio contra una asamblea convocada por cualquier otro

magistrado, pero tenían en la intercessio otra arma para impedir la convocatoria y

desarrollo de cualquier contio45.

Una contio era una asamblea a la que, por ley, únicamente podían asistir los ciudadanos

romanos, sin hacer ninguna distinción entre patricios y plebeyos o de índole censitaria.

Únicamente correspondía al magistrado que convocaba y presidia la contio decidir

quiénes hablarían en ella (magistrados o particulares, incluso mujeres y extranjeros), el

orden de intervención y el tiempo adjudicado a cada uno de los oradores. En esta

cuestión el poder del magistrado presidente es absoluto, pues al igual que la

convocatoria, el poder dirigirse al pueblo reunido en asamblea no es un derecho sino

una concesión del magistrado. Las únicas restricciones a esta concesión de la palabra

(contionem dare), son las que el presidente imponga46.

Las contiones podían llevarse a cabo instantes después de su convocatoria, sin que

existiese la necesidad de cumplir con ningún plazo establecido. Respecto al horario,

tenían las mismas limitaciones que los comitia: solo podían realizarse en las horas

diurnas, siendo el caso más habitual que cuando caía la noche tuvieran que ser disueltas,

y la asamblea se retomaba a la mañana siguiente desde el punto exacto en que se había

interrumpido. Respecto a los días en que podían celebrarse las contiones, es necesario

                                                                                                               
45
Pina Polo 1989, 65-67.
46
Pina Polo 1989, 70-75; Mouritsen 2001, 46.  
25

realizar una distinción entre las autónomas y las que eran previas a comitia. Estas

últimas eran las que se celebraban inmediatamente antes de que en unos comicios se

votara una propuesta de ley (rogatio), y debían cumplir los mismos requisitos que los

comicios, pudiendo realizarse únicamente en los días habilitados para ello, marcados en

el calendario como dies comitiales47.

Por último, la decisión de disolver la contio dependía, en principio, únicamente de la

voluntad del magistrado presidente, pero en ocasiones se veía obligado a la disolución

por causas ajenas a su voluntad. El magistrado presidente ordenaba la disolución de la

contio cuando terminaba de pronunciar su discurso, creía que el debate había finalizado,

o porque terminaba la luz del día48.

II.2.2. Relevancia política y social de las contiones

Las contiones tienen gran importancia en el sistema político romano pues eran el

escenario principal donde el orador, usando el arte de la retórica, trataba de influenciar a

la multitud para recabar apoyos a sus políticas o para atacar a sus adversarios. En ese

sentido suponían una oportunidad única para un magistrado de confirmar el apoyo

popular que tuviesen sus políticas, pero también se convocaban para informar al pueblo

de diversas cuestiones. Para un político se trata de un mecanismo imprescindible para

obtener publicidad y ganar popularidad ante el pueblo, por lo que generalmente son

asociadas a los líderes de la facción popular, quienes hicieron de las contiones el

principal órgano de su actuación política por ser en ellas donde se daba una conexión

directa entre el político y el populus49.

Mediante el empleo de la oratoria, las contiones no solo servían como un medio de

información para el conjunto del pueblo, sino que permitían el contacto entre la clase
                                                                                                               
47
Pina Polo 1989, 81.
48
Pina Polo 1989, 81.
49
Pina Polo 1997, 11-12; Mouritsen 2001, 49; Metaxaki-Mitrou 1985, 187; Morstein-Marx 2004, 12.
26

dirigente y el pueblo a través de los magistrados. De esta forma se renovaba

constantemente el enlace entre ambas partes, insertando al ciudadano común que acudía

a las asambleas dentro de la esfera decisoria de la República, y haciendo de él un sujeto

comprometido e informado que participaba en la vida pública romana. Los ciudadanos

asistentes a las contiones, a pesar de que su papel fuese el de audiencia pasiva, tenían

diversas formas de demostrar su apoyo o rechazo a lo expuesto por los oradores como

son los silbidos y los gritos.50

Pero, por otro lado, ese lugar de enlace entre el pueblo y sus dirigentes también podía

servir para la manipulación de los primeros por los segundos mediante la oratoria, pues

la elite hegemónica, en general, imponía su visión creando así un discurso altamente

paternalista, reforzando de este modo el respeto a esa elite en lugar de desafiándola,

citando textualmente a Morstein-Marx, “if the shouts in the contio and subsequent votes

in the comitia gave people their voice, members of the elite as orators, gave them the

words” 51 . Es por este motivo que la contio también ha sido vista en términos

instrumentales más que deliberativos, por estar el funcionamiento y convocatoria en

manos de los oradores pertenecientes a la élite52.

Se ha señalado que, en época tardorrepublicana, las contiones parecen estar más

próximas a una manifestación política partidista que a un debate público. Esta última

hipótesis viene dada por los importantes cambios sufridos por las contiones durante el

fin de la República, pues con la aparición de las propuestas y los líderes populares,

sectores de la población que tradicionalmente no participaban en política se vieron

directamente involucrados en ella gracias a los políticos que pusieron sus demandas en

                                                                                                               
50
Pina Polo 1997, 21; Mouritsen 2001, 47; Morstein-Marx 2004, 280.
51
Morstein-Marx 2004, 280-281.
52
Metaxaki-Mitrou 1985, 186.
27

el centro del debate político. Como consecuencia, junto a la politización de las

contiones, observamos un considerable aumento en la frecuencia de su convocatoria.53

Este incremento del carácter partidista de las contiones, se traduce en una mayor tensión

política, algo que genera multitud de enfrentamientos. Por este motivo, el mayor

número de actos violentos en los diferentes tipos de asambleas se da en las contiones

legislativas y electorales inmediatamente precedentes a una votación, por ser en ellas

donde, al estar presentes ambas facciones enfrentadas, la tensión se elevaba al máximo.

En las contiones legislativas la violencia se usaba con fines distintos, como para evitar

la aprobación de una ley o para forzar su aprobación contra la interposición del veto

tribunicio o el anuncio de presagios desfavorables54.

II.2.3. ¿Quienes asistían habitualmente a las contiones?

Definir con seguridad quiénes eran los asistentes habituales a las asambleas durante la

crisis de la República, resulta una labor difícil que ha suscitado un intenso debate en el

que se han propuesto diferentes teorías. La conocida tesis de Ch. Meier, quien empleó el

termino de plebs contionalis, afirma que este grupo, perteneciente a la plebe urbana,

estaba formado por los artesanos y comerciantes modestos (opifices y tabernarii) que

tenían sus lugares de trabajo próximos al Foro, entre quienes habría muchos libertos que

podían gestionar su horario de trabajo libremente55. Sin embargo, esta hipótesis ha sido

matizada con diversos argumentos.

En primer lugar, Metaxaki-Mitrou señaló que tanto agricultores itálicos venidos a

Roma, esclavos producto de la conquista mediterránea y libertos que también formaban

parte de la plebe urbana, debido a una importante carencia de trabajo asalariado, vivían

                                                                                                               
53
Mouritsen 2001, 62; Morstein-Marx 2004, 52 y 62.
54
Lintott 1999, 69; Mouritsen 2001, 52-53.
55
1966. Res publica amissa. Citado en Mouritsen 2001, 39; Pina Polo 1997, 21. Millar 2001, 22-37;
Jehne 2006, 228.
28

en condiciones miserables. Su residencia regular en Roma y su carencia de ocupación

les permitía participar en todas las asambleas, y también dominarlas frente a la plebe

agraria, la cual tenía mayores dificultades para asistir a las asambleas por no residir en

Roma56. Tanto esta idea como la de Meier han sido recientemente puestas en duda por

el profesor Henrik Mouritsen, quien ha señalado que los asistentes a las contiones en

Roma representarían mayoritariamente las clases propietarias antes que a la población

trabajadora, por ser las primeras la principal participante en la actividad política57.

Realmente, cómo afirma el profesor Millar es imposible conocer a ciencia cierta quién

acudía normalmente a las asambleas romanas58. Aun así estamos de acuerdo en que las

contiones pudieron estar dominadas por la plebe urbana, pues dada la inmediatez de la

convocatoria de la mayoría de contiones quienes vivían fuera de Roma difícilmente

podían asistir a ellas59. Además, la participación de la plebe urbana en las contiones se

incrementa sobre todo a partir de finales del siglo II con la aparición de las propuestas

populares, en especial por aquel sector que pudiese administrar su horario de trabajo y

realizase sus actividades en las proximidades del Foro60. Pero creemos que, en el caso

de los asistentes a las contiones, todas las propuestas son validas y no son excluyentes

entre sí. En consecuencia, a las contiones asistirían diferentes sectores de la sociedad

romana (y de la plebs urbana), desde los miembros de las elites (senadores y

caballeros), hasta los estratos más bajos de la plebe formados por ciudadanos sin

ocupación61. Junto a las diferencias sociales de los asistentes, la composición de las

audiencias de las asambleas pudo ser altamente variable en función de los temas a tratar

y del magistrado convocante u orador principal, pues sería lógico pensar que quienes

                                                                                                               
56
Metaxaki-Mitrou 1985, 181-182.
57
Mouritsen 2001, 43.
58
Millar 2001, 35.
59
Jehne 2006, 222 y 225.
60
Q. Cic. Comm. Pet. 54.
61
Cic. Pro. Flacc. 57; Q. Cic. Comm. pet. 29.  
29

acudían a uno contio fuesen personas que eran partidarias del magistrado o de sus

medidas, que pretendían mostrar su apoyo mediante su presencia62. Por otra parte es de

suponer que, al igual que acudían simpatizantes de cierto magistrado o de ciertas

medidas, también acudirían a las contiones los detractores más activos de dichas

medidas y sus seguidores63.

II.3. La plebe romana y la violencia política

Una vez admitido que es la plebe urbana la que general y mayoritariamente asiste a las

contiones, es nuestra intención hacer un breve repaso de las condiciones en las que

vivía, cómo estas facilitaron su apoyo a políticos populares que trataron de mejorar su

situación, y cuáles fueron las diferentes formas de organización de la plebe para afrontar

los enfrentamientos. Debemos señalar que la denominación “plebe urbana” aplicada a

todos los ciudadanos libres de Roma no pertenecientes a las clases superiores es, en

realidad, muy genérica, pues como ya hemos comentado esta plebe urbana era muy

heterogénea y existían notables diferencias entre sus miembros64. Como veremos en el

siguiente capitulo, varios son los motivos que llevaron a la plebe urbana a apoyar las

diferentes reformas que les afectaban directamente, motivos que eran de un evidente

peso pues llegado el caso se empleó la violencia para su consecución, o para su defensa

ante los mecanismos obstruccionistas y los ataques violentos de los optimates.

II.3.1. Condiciones políticas y materiales de la plebe urbana

En primer lugar hemos de señalar que, a pesar de la evidente participación en política de

la plebe y su capacidad de votar magistrados y leyes, en la constitución romana existían

demasiados mecanismos de control que, en la práctica, funcionaban en interés de la


                                                                                                               
62
Morstein-Marx 2004, 131.
63
Cic. Leg. Man. 69.
64
Pina Polo 1999, 187. Duplá 2008a, 101.  
30

oligarquía, favoreciendo su control sobre las instituciones del Estado. El órgano de

gobierno más importante por su autoridad era el Senado, cámara formada por un grupo

de 300 miembros (600 tras Sila) de los que la mayoría eran miembros de las grandes

familias de la oligarquía romana. En las distintas asambleas era donde residía el

verdadero poder del populus y donde este expresaba su parecer, pero incluso en este

ámbito existían mecanismos para imponer, en la mayoría de las ocasiones, los deseos

del Senado. Tanto en los comitia centuriata por su organización censitaria, como en los

comitia tributa por la desigual distribución de los ciudadanos entre las tribus, los

miembros más ricos de la sociedad romana tenían mayor peso, aunque en los comicios

por tribus el elemento popular fue ganando poder en el transcurso de la crisis65.

Un segundo factor que incide notablemente en la difícil situación de la plebe urbana y

en sus reivindicaciones es, la propia ciudad de Roma, que alcanzó entonces unos niveles

de población que no se volvieron a ver hasta la época industrial. No existen testimonios

directos y concretos de las cifras de habitantes, pero se han tratado de extraer

atendiendo a diferentes datos que si conocemos, como son el número de personas que

recibían grano66, y el número de manumisiones. Analizando y combinando estos datos

se ha propuesto una cifra de entre 500.000 y 750.000 habitantes en los últimos años de

la República.

El tercer y principal factor que incide en el descontento de la población urbana es,

básicamente, la desigualdad. La pobreza imperaba también entre muchos de aquellos

que tenían un oficio asalariado (eventuales sobre todo), pues únicamente les alcanzaba

para pagar el alquiler, y en ocasiones ni para eso. Por este motivo, entre otros, los

repartos de trigo llegaron a alcanzar a 320.000 individuos, que dependían del Estado

para completar su alimentación. La mayoría de habitantes de la ciudad se hacinaban en

                                                                                                               
65
Brunt 1973, 89-93; Pina Polo 1999, 188; Beard y Crawford 1985, 50.51.
66
320.000, solo varones, hasta el año 46 cuando César lo redujo a más de la mitad.
31

las áreas más sucias y descuidadas, en pisos alquilados en altos edificios de viviendas

(insulae), inseguros e insalubres, separados entre sí por calles estrechas y tortuosas.

Además, eran frecuentes las inundaciones en las zonas más bajas y cercanas al Tiber, y

sobre todo los incendios que causaban grandes estragos al ser la madera el principal

material de construcción de estos edificios y siendo encargados de apagar los fuegos un

reducido grupo de esclavos públicos, poco podían hacer contra un incendio de grandes

proporciones. Junto a los problemas para cubrir las necesidades alimenticias básicas,

que obligaban a muchos habitantes a depender de los repartos estatales, también existían

dificultades para acceder al agua potable, pues aunque Roma estuviese ampliamente

abastecida gracias a los acueductos, grandes sectores de la población tenían un difícil

acceso a ella, por lo que Augusto, una vez en el poder, reparó acueductos y construyó

nuevos67.

Estos tres factores, que muestran la difícil situación de la plebe romana, fueron el caldo

de cultivo de muchas de las tensiones políticas ocurridas durante la crisis. El hecho de

que, a partir de finales del siglo II, ciertos políticos pertenecientes a la elite defendieran

las reivindicaciones de mejora social, mayor igualdad económica y participación

política, generó una profunda hostilidad entre los miembros más conservadores de la

élite senatorial. Estos últimos, además de prestar poca atención a los problemas de los

sectores más empobrecidos y de enfrentarse abiertamente a cualquier político que

tratase de aliviar la situación de una gran parte de los habitantes de Roma, entendían

que se trataba de una táctica que solo buscaba ganar apoyo popular, mediante la cual los

políticos populares pretendían hacerse con el poder por encima de sus iguales, y que

bajo esa táctica no había unas reivindicaciones y una actuación legitima de la parte más

desfavorecida de la población68.

                                                                                                               
67
Brunt 1973, 98-105.
68
Duplá 2008a, 106.  
32

II.3.2. Tipología de los participantes en los actos violentos

Al igual que a las contiones asistían miembros de diferentes estratos sociales, la

violencia en ellas también fue empleada por diferentes grupos, con notables diferencias

en su organización, extracción social, procedencia, ocupación e intereses políticos.

Hasta la década de los 60, no tenemos información de la presencia de profesionales

asalariados o bandas organizadas, que empleasen la fuerza en las diferentes asambleas.

Se trata, más bien, de individuos que participaban en ella si sus intereses estaban en

juego, o para apoyar a un político al que seguían por ser sus clientes o por estar de

acuerdo con sus propuestas políticas. Era común que políticos importantes o envueltos

en situaciones de tensión política, cuando asistían a actos públicos o se desplazaban por

la ciudad, se rodeasen de guardias personales formadas por clientes, partidarios y

siervos, no solo como signo de su influencia, sino para asegurar su protección física69.

Esta práctica fue habitualmente usada por los optimates, como es el caso de Cicerón en

las elecciones consulares del año 63, cuando se rodeó de una escolta de ciudadanos

armados para contrarrestar la fuerza de la guardia personal de L. Sergio Catilina70.

Por su parte, los diferentes grupos que, en diversas ocasiones, secundaron el uso de la

violencia por parte de los populares, eran muy variables pues no tenían todavía una

organización permanente y estable71. En cada diferente contexto, quienes apoyaban a un

político reformista eran quienes estaban interesados en sus propuestas, por creer que

eran justas o por verse directamente afectados por ellas. En los diferentes episodios que

analizaremos en el próximo capítulo, podemos ver cómo los hermanos Graco contaron

con el apoyo de la plebe agraria y la urbana, pues la primera estaba interesada en la ley

agraria, y la segunda en los repartos de trigo y en la legislación para proteger al simple


                                                                                                               
69
Lintott 1999, 74; Nippel 1995, 49; Brunt 1973, 109.
70
Cic. Pro. Mur. 24.49; 26.52.
71
Perelli 1981a, 16; Brunt 1973, 110.  
33

ciudadano frente a los poderes coercitivos de los magistrados. Además tanto Tiberio

como Cayo Graco contaron con la colaboración de varios influyentes senadores.

Saturnino por su parte, aprendió de los anteriores, y también se atrajo a la plebe urbana

mediante nuevos repartos de trigo. Pero su principal fuerza residía en los veteranos de

las legiones de Cayo Mario, quienes, gracias a una alianza entre ambos políticos,

sirvieron de fuerza de choque en contiones y votaciones, para forzar los resultados

deseados por Lucio Apuleyo Saturnino. El tribuno no solo contaba con el apoyo

brindado por Mario, sino que además estableció una estrecha colaboración con Cayo

Servilio Glaucia, pretor en el año 10072.

Marco Livio Druso, quien en el año 91 trato de extender la ciudadanía romana a todos

los itálicos, como es evidente, contó con el apoyo de estos, y con la colaboración de

influyentes senadores. Publio Sulpicio Rufo, quien fue tribuno de la plebe en el año 88,

contaba con un grupo de 3000 hombres armados y otro de jóvenes equites a los que

llamaba el “anti-senado”73. No conocemos más datos de estos dos grupos partidarios de

Sulpicio, y por tanto, nada sabemos sobre la procedencia, intereses y organización de

los 3000 hombres que componían este grupo armado 74 . No obstante, siendo las

principales propuestas de Sulpicio la distribución de los itálicos en todas las tribus

romanas y la concesión del mando de la guerra en Asia a Cayo Mario, es probable que

ese grupo armado estuviera compuesto por itálicos o por veteranos de las legiones de

Mario. Tampoco contamos con información para conocer los motivos que llevaron un

grupo de jóvenes equites a apoyar a un tribuno de la plebe, que, entre otras cosas,

pretendía distribuir a los nuevos ciudadanos itálicos entre todas las tribus, en lugar de

                                                                                                               
72
Cayo Mario vencedor contra el rey Numida Yugurta y contra los germanos, fue elegido cónsul siete
veces (107, 104-100 y 86). Lucio Apuleyo Saturnino fue un político popularis que ocupó tres veces el
tribunado a finales del siglo II y colaboró con Mario. Cayo Servilio Glaucia, colaborador de Saturnino
tribuno de la plebe en 101 y pretor en 100. MRR I, 550; 558; 562; 563; 570; 571; 574; 575; II, 1.
73
Plut. Sulla. 8.2.
74
Marco Livio Druso fue tribuno de la plebe en el año 91 y Publio Supicio Rufo ocupó el mismo cargo en
el año 88. MRR II, 21 y 41.
34

relegarlos a las cuatro urbanas, para de esta forma, darles verdadero poder en los

órganos decisorios romanos. El ejemplo de Sulpicio muestra ya en el año 88, un mínimo

de organización en los grupos que intervienen en la violencia, pues contaba con el

respaldo de un número fijo de partidarios armados.

Es en las décadas de los 60 y 50 cuando asistimos a la aparición de las bandas

organizadas dirigidas por miembros del Senado, con la clara intención de influir en la

política mediante la fuerza, hecho que supondrá durante esos años un considerable

aumento de la violencia, no solo en las contiones sino en toda la ciudad. En ambas

décadas, además de seguir empleándose las escoltas ya mencionadas por parte de

políticos, optimates sobre todo, se emplearon soldados y gladiadores asalariados, que a

modo de bandas de mercenarios organizados realizaban las acciones violentas que sus

empleadores requiriesen. La verdadera novedad la puso en práctica Publio Clodio

Pulcro a partir del año 58, pues consiguió organizar de forma estable a la plebe urbana

al modo de bandas armadas que, mediante el empleo de la intimidación y la violencia le

servían de instrumento de poder y apoyo a sus políticas75.

II.3.3. La organización de la plebe, Clodio y los collegia

Una idea muy extendida sobre la capacidad organizativa de la plebe presenta a esta en

una más que evidente desventaja frente a la nobilitas, pues nada podían hacer sin el

liderazgo que les venía impuesto por la propia clase dominante. En los últimos años se

ha puesto de manifiesto que esta afirmación no es totalmente correcta, y se ha matizado

empleando la información que nos transmiten las fuentes. Realmente existieron

diferentes estructuras organizativas de la plebe, la cual desarrollaba su sociabilidad

dentro del marco de varias organizaciones que, frente a una inmensa, populosa y

                                                                                                               
75
Perelli 1981a, 17; Lintott 1999, 75-76.
35

anónima ciudad, ofrecían en primer lugar una forma de inserción y organización social

y, en segundo lugar, protección al ciudadano común76.

Un primer elemento central en la vida social de la plebe en todas las ciudades de la

península itálica, eran las tabernae. Se trata de tiendas de todo tipo de mercancías,

pequeños talleres, lugares en los que beber vino o tomar comida cocinada en la misma

taberna. Realizaban importantes funciones económicas y sociales en las que intervenía

una gran proporción de la población, funciones de redistribución de productos, sobre

todo agrícolas, y diferentes tipos de actividades comerciales. Pero ante todo, la

importancia de las tabernae viene dada por ser los centros básicos de la sociabilidad

plebeya. Los miembros de la plebe que frecuentaban las tabernae y los dueños o

encargados de estas, en las últimas décadas de la República, fueron comúnmente

asociados a los conflictos acontecidos durante aquellos años, pues en numerosas

ocasiones de tensión política, las tabernae se cerraban para que, tanto trabajadores

como clientes, pudiesen acudir a las diferentes asambleas y votaciones para ejercer

presión77.

Junto a esta actividad socioeconómica de las tabernae, conocemos cómo la ley romana

permitía la libre asociación de hombres libres, siempre que tales asociaciones no fuesen

dañinas para la propia República. Una de estas asociaciones plebeyas son los collegia,

que podían ser de tres tipos, asociaciones de trabajadores de diferentes gremios (los más

antiguos), hermandades que cumplían con diferentes ritos religiosos y asociaciones

locales (calles, barrios). Una de sus principales funciones era costear los funerales de los

miembros con escasos recursos, pues los collegia contaban con medios económicos

propios. Se trata de instituciones de ayuda mutua entre la plebe existentes ya en época

monárquica, que sufrieron diversos cambios con la evolución de la ciudad, sobre todo

                                                                                                               
76
Brunt 1973, 111; Duplá 2008a, 103.
77
Purcell 1992, 659-663; Duplá 2008a, 102.
36

durante el siglo I. Entre estos cambios destaca su participación en política como

instrumento de agitación y presión, motivos que llevaron al Senado en el año 64 a

prohibir la mayoría de los collegia por considerarlos perjudiciales para la república78. Es

a partir del año 58, tras legalizar Publio Clodio Pulcro los collegia mediante la asamblea

de la plebe y organizarlos bajo sus órdenes, cuando estos se convirtieron en una

poderosa arma política a su servicio79.

Según Cicerón los viejos colegios de barrio y los nuevos creados por Clodio, fueron

organizados de forma paramilitar y jerárquica en decurias, armados, inscritos sobre

bases territoriales y puestos bajo la guía de diversos cabecillas80. Apoyado en una

alianza establecida con el triunviro Cayo Julio César, Clodio, mediante la actividad de

sus bandas (operae), se erigió en una especie de patrón de la plebe, un poder

independiente incluso en los años en que no ocupaba ninguna magistratura. Aun así, no

debemos olvidar la intensa actividad legislativa que realizó Clodio a favor de la plebe y

que las bandas armadas no tenían la tarea de promover acciones revolucionarias, más

bien de controlar en favor de su líder las sedes de la actividad política en Roma, apoyar

sus proyectos de ley y atacar a sus adversarios políticos81.

La principal y más directa fuente de información que poseemos sobre Clodio y sus

bandas es, paradójicamente, su principal enemigo Marco Tulio Cicerón82. Por este

motivo siempre se han de interpretar sus escritos, herramienta fundamental en el estudio

del periodo tardorrepublicano, partiendo de la base de que la información y los juicios

de valor que proporcionan tienen un marcado carácter ideológico y “partidista”. Cuando

el Arpinate habla de las bandas de Clodio, las describe formadas por esclavos,

                                                                                                               
78
Purcell 1992, 659-663; Lintott 1999, 80; Pina Polo 1999, 161; Nippel 1995, 72.
79
Cayo Julio César fue cónsul en el año 59 y posteriormente, tras la guerra civil, fue declarado dictador
vitalicio. MRR II, 187. Publio Clodio Pulcro fue tribuno de la plebe en el año 58. MRR II, 195.
80
Cic. De Domo. 5.13; Pro Sest. 15.34.
81
Brunt 1973, 111-112; Perelli 1981a, 17; Lintott 1999, 80.
82
Marco Tulio Cicerón fue cónsul en el año 63 durante la conjura de Catilina. MRR II, 165.
37

salteadores y bandidos83, no sin cierta razón en lo primero, pues se sabe que en la

República tardía los collegia llegaron a admitir esclavos y extranjeros, además de a

muchos libertos. Aun así, Cicerón no es capaz de ocultar que, entre los seguidores y los

miembros de las bandas de Clodio, había un gran número de ciudadanos libres. Son

varias las referencias al cierre de las tabernae por parte de artesanos y tenderos, que

acudían en apoyo de su líder84. En el caso de estos últimos, es difícil creer que lo

hicieran sobornados, pues permaneciendo en sus negocios seguirían ganado dinero y no

pondrían en riesgo sus vidas. Realmente, si estos miembros de la plebe no hubiesen

tenido importantes motivos de queja por los que movilizarse, Clodio poco poder habría

conseguido sobre ellos85.

Frente a la violencia de los clodianos los optimates se organizaron a su vez. Siendo

insuficientes las escoltas personales armadas compuestas de clientes y esclavos, que

cada político eminente solía llevar en su sequito, se organizaron grupos de mercenarios,

gladiadores y camorristas. La tarea de hacer frente permanentemente a las actividades

de los clodianos fue confiada a los grupos de mercenarios y clientes organizados por

Tito Anio Milón86, que contaba con el apoyo de gran parte de los optimates y, en

particular, de Cicerón87. Los enfrentamientos entre estos dos políticos y sus bandas

armadas, durante la década de los 50, incrementaron el nivel de violencia hasta un punto

que no se había conocido antes en Roma, poniendo de manifiesto las evidentes

deficiencias del Estado romano para garantizar el orden público y acabar con la

violencia política.

                                                                                                               
83
Cic. De Domo. 21.54.
84
Cic. De Domo. 33.89.
85
Brunt 1973, 112-114.
86
Tito Anio Milón fue tribuno de la plebe en el año 57 y pretor en el 55. MRR II, 201 y 215.
87
Perelli 1981a, 17-18.
38

III. EPISODIOS DE VIOLENCIA EN LAS ASAMBLEAS

En este capítulo, el más importante y que da nombre a este trabajo, vamos a realizar un

análisis de los diferentes episodios violentos en las asambleas que nos han transmitido

las fuentes. La cantidad de información que nos transmiten las fuentes condiciona en

gran medida este apartado, pues sobre ciertos hechos son numerosos los historiadores y

escritores clásicos que hicieron una relación detallada, mientras que otros episodios que

mencionaremos a continuación son mencionados por las fuentes de forma breve y poco

detallada. Aun así haremos un breve resumen de los acontecimientos, trataremos de ver

las causas y los objetivos de esa violencia, quién era el responsable de su uso, en qué

tipo de asamblea y, por último, si se consiguieron los objetivos pretendidos o no y si

hubo una reacción contraria, fuese violenta o no, legal o ilegal, por parte del Estado, la

facción contraria, la plebe o cualquier otro agente implicado.

III.1. Los Graco

Los años de actividad política de los hermanos Graco estuvieron marcados por una gran

tensión, debido a que las leyes que trataron de aprobar (varias en efecto fueron

aprobadas) fueron vistas por la oligarquía romana como un atentado contra sus intereses

y su posición dominante dentro del Estado. No faltaron en estos años acciones

violentas, varias de las cuales tuvieron lugar en diferentes asambleas. Por este motivo y

porque esta época ha sido considerada, incluso por los propios autores antiguos88, como

el inicio de la crisis de la Republica, iniciamos nuestro estudio en el año 133 a.C.

III.1.1. Tiberio Sempronio Graco

                                                                                                               
88
Ap. B.C. 1.17; Cic. De rep. 1.19.31; Plut. T. Gr. 20; Vel. Pat. 2. 3.3.  
39

Tiberio Sempronio Graco, miembro de una ilustre familia romana, nieto de Escipión el

Africano y primo segundo de Escipión Emiliano, fue elegido tribuno de la plebe en el

año 133. Utilizó esta magistratura para realizar importantes reformas en el sistema

romano, entre las que destaca una ley agraria que buscaba paliar el empobrecimiento de

las capas más bajas del campesinado, pues este fenómeno estaba generando una

importante disminución en la capacidad de reclutamiento de las legiones romanas, al

reducirse el número de ciudadanos con la posesiones mínimas para poder formar parte

del ejercito. El hecho de que varias cláusulas de esta ley hacían referencia a la

limitación del tamaño de las grandes propiedades agrarias y a repartos de tierra a

ciudadanos que no la tuvieran, generó una dura oposición por parte de un amplio sector

de la oligarquía senatorial a la ley del tribuno, aunque sabemos que varios importantes

senadores, como Publio Licinio Craso, Apio Claudio o Publio Mucio Escevola

apoyaron a Tiberio y colaboraron con él89.

III.1.1.1. Primeros intentos de reforma

La votación de la ley agraria estuvo salpicada por varios incidentes, que contribuyeron a

aumentar la tensión y a endurecer la oposición de una buena parte del Senado. Plutarco

transmite que al llamar Tiberio al pueblo para votar su ley agraria, los ricos

(πλουσίίων. Plut. T. Gr. 11.4) arrancaron las urnas. Ante la confusión generada y los

ruegos de varios senadores para que no incitase a la violencia a sus seguidores,

superiores en número, el tribuno se dirigió al senado donde no obtuvo apoyos, por ser

los posesores de grandes propiedades de tierra mayoría en él90. Según Apiano lo que le

llevó a consultar al senado fue la oposición de otro de los tribunos de la plebe, Marco

                                                                                                               
89
Ungern-Sternberg 2004, 89-90; Konrad 2006, 167-168; Pina Polo 1999, 25 y ss; Stockton 1979, 27 y
ss.
90
Plut. T. Gr. 11.4.
40

Octavio, quien mediante su veto impidió la votación de la ley91. Sea por una causa u

otra, tras el fracaso en el senado y resuelto a aprobar su ley, Tiberio decidió destituir de

su cargo al tribuno Octavio mediante una votación sin precedentes en la tradición

romana, la cual le fue favorable y le permitió aprobar su ley agraria. Al confirmarse la

destitución de Octavio, este último, según Apiano, abandonó la asamblea sin ser visto92,

pero Plutarco transmite que Tiberio ordenó a uno de sus libertos sacarlo de la asamblea

por la fuerza y que la multitud se lanzó sobre él (ὁ  δὲ  δῆµμος  ἐφώώρµμησεν  αὐτῷ. Plut.

T. Gr. 12.5), dejando ciego a un esclavo que le estaba protegiendo, aunque Octavio

consiguió escapar indemne93.  

Ante el temor de que los tribunos del año siguiente invalidaran sus reformas, Tiberio se

presenta a las elecciones al tribunado de la plebe. Graco se enfrentó a una fuerte

oposición ante este intento de reelección, no solo porque era algo contrario a la tradición

romana (mos maiorum), sino porque los antecedentes de su primer tribunado habían

generado una oposición mayor y más dura por parte de la oligarquía romana. La primera

convocatoria para las elecciones tuvo que ser pospuesta, pues al dimitir el presidente de

la asamblea, el tribuno Rubrio, el resto de tribunos no llegaron a un acuerdo sobre quién

presidiría las elecciones en su lugar y, ante una nueva propuesta de votación sobre quién

seria el presidente, Tiberio pidió aplazar las elecciones a una próxima asamblea94.

En esta segunda ocasión Graco advirtió a sus seguidores de que estuviesen alerta a su

señal por si era necesario emplear la violencia, los reunió por la noche y ocuparon el

lugar donde se iba a desarrollar la votación, el Capitolio. Según nos transmite Apiano,

ante la obstrucción interpuesta por los ricos y el resto de los tribunos, Tiberio dio la

señal y al instante empezaron los enfrentamientos entre sus seguidores y sus detractores,

                                                                                                               
91
Ap. B.C. 1.12.
92
Ap. B.C. 1.12.
93
Plut. T. Gr. 12.5; 12.6.
94
Ap, B.C. 1.14.
41

llegando los primeros a arrebatar a los viatores sus bastones para agredir con ellos a sus

adversarios y expulsarlos de la asamblea (καὶ τὰ τῶν ὑπηρετῶν δόρατα συγκλῶντες οἷς

ἀνείργουσι τὸν ὄχλον. Plut. T. Gr. 19.1)95. Para Plutarco la violencia estalló cuando a

Tiberio se le comunicó que en el Senado estaban planeando acabar con su vida96. A

pesar de lograr expulsar a los contrarios a su reelección, Tiberio no la consiguió, pues

los miembros del Senado, que estaban reunidos mientras se desarrollaban esos

acontecimientos, acudieron encabezados por el cónsul del año 138 P. Cornelio Escipión

Nasica97, y disolvieron a los partidarios de Graco matando a muchos (300 según

Plutarco), incluido el propio Tiberio98.

III.1.1.2. Tiberio, ¿Un peligro para el Estado o para los optimates?

En la reacción violenta del Senado algunos autores vieron la primera formulación del

SCU, si bien la opinión mayoritaria es la contraria. Aunque realmente no se pusiese en

practica esta medida extraordinaria, sí se dieron ciertos elementos que conformarían el

SCU en el futuro, medida a la que el Senado recurriría habitualmente en situaciones

similares durante los últimos años de la República99. Además de este cuasi SCU, en el

año siguiente, el 132, se estableció una quaestio extraordinaria con el fin de realizar una

represión legal contra los principales partidarios de Graco que habían sobrevivido100. La

significación política de ambas acciones violentas, la encabezada por Graco y la

encabezada por Nasica, es de gran calado, pues en ambos casos se justifica el empleo de

la violencia como herramienta legítima para defender unos determinados intereses

políticos. Por un lado los de la plebe urbana y rural, el sector más desfavorecido de la

                                                                                                               
95
Ap, B.C. 1.15; Plut. T. Gr. 19.
96
Plut. T. Gr. 18.3.
97
MRR I, 483.
98
Ap, B.C. 1.16. Plut. T.Gr. 19.9; 19.10; Vel. Pat. 2.3.3; Flor. 2.2.7; Rhet ad Hernn. 4.55.65; Oros. 5.9.2-
3.
99
Duplá 1990, 76 y ss.
100
Plut. T. Gr. 22.4; Sal. B. Iug. 31.7.
42

sociedad romana que reivindicaba mejoras a su situación y, por otro, los intereses de la

oligarquía senatorial, principal posesora de tierras y elite económica, que rechazaba

cualquier cambio del sistema si suponía una merma de su poder político y económico.

Esta élite entendía que el interés del Estado iba de la mano de sus intereses de clase, y,

cualquier ataque a estos era un ataque contra el Estado y el sistema establecido101.

El principal objetivo de Tiberio, la recuperación del campesinado rural y, por

consiguiente el aumento de la capacidad de reclutamiento de las legiones romanas, no

fue realmente resuelto, pues como sabemos los requisitos para el reclutamiento fueron

disminuyendo hasta la reforma de Mario102, cuando por primera vez se reclutaron a

soldados que no tenían propiedades y eran potencialmente dependientes del Estado y de

su general, aspecto este que se ha visto como uno de los factores determinantes en la

crisis republicana. Tiberio Graco sí logró convertir la asamblea de la plebe en un arma

política capaz de rivalizar con el Senado como fuente de autoridad política103, y el

principal ejemplo de ello es su intento de utilizar el testamento del rey Atalo III de

Pérgamo como soporte económico de su ley agraria. Esta propuesta, además de su

legislación, la deposición de Octavio, su intento de obtener la reelección al tribunado y

el empleo de la fuerza para lograrlo, generaron una profunda oposición entre la

oligarquía senatorial104 que llevó al violento desenlace de los acontecimientos y al fin de

Tiberio Graco.

Respecto a las motivaciones de Tiberio Graco para realizar sus reformas e incluso

recurrir a la violencia, estamos de acuerdo con Lintott, en que únicamente el mero

altruismo no movería al político a realizar su plan de reformas, sino que, además,

mediante el apoyo a las reivindicaciones de la mayoría social desfavorecida, pretendía

                                                                                                               
101
Ungern-Sternberg 2004, 92; Konrad 2006, 170; Pina Polo 1999, 79.
102
Beard y Crawford 1985, 7.
103
Beard y Crawford 1985, 5.
104
Ungern-Sternberg 2004, 91; Pina Polo 1999, 31 y ss; Lintott 1999, 182; Duplá 1990, 71.
43

conseguir una amplia clientela que facilitaría hacer aprobar sus proyectos, los cuales

repercutirían de forma positiva en esa mayoría desfavorecida. Esta posición de patrón-

cliente motivaría que Graco recurriese a la violencia cuando entendió que los derechos

de sus clientes y los suyos propios, y por tanto su dignitas, estaban siendo violados105.

Pero esto no ha de ensombrecer el innegable trasfondo social de las medidas propuestas

por Tiberio Graco, las cuales buscaban mejorar las difíciles condiciones de vida de la

mayor parte de la sociedad romana, y reformar las estructuras del Estado para adaptarse

de forma adecuada a la expansión mediterránea de Roma. Un programa por el que

estaba dispuesto a morir, defendiendo lo que creía que era lo más justo para la

población y lo más adecuado para la República.

III.1.2. Cayo Sempronio Graco

La reacción popularis contra las medidas adoptadas por varios miembros del Senado

contra Tiberio Graco estuvo encabezada por su hermano, Cayo Sempronio Graco, quien

durante su primer tribunado en 123 aprobó varias leyes de diversa índole. Entre ellas

interesa resaltar la Lex Sempronia de capite civis romani106, la cual se enmarca en esa

reacción popularis contra las medidas que el Senado tomó contra Tiberio Graco,

entendidas como ilegales, pues pasaron por alto el derecho de todo ciudadano romano a

ser sometido a un juicio popular en casos de pena capital. Es evidente que se trata de

una ley que buscaba mejorar las garantías de los ciudadanos frente al poder coercitivo

de los magistrados y, por tanto, del Senado, y en relación a esto, trataba de evitar que se

repitiesen acontecimientos como los que llevaron a Tiberio a la muerte y la posterior

represión de sus partidarios.

                                                                                                               
105
Konrad 2006, 171; Ungern-Sternberg 2004, 9; Lintott 1999, 182.
106
Cic. Rab. Perd. 4.12.
44

III.1.2.1. La reacción popularis

Tanto el primer como el segundo tribunado de Cayo Graco estuvieron marcados, al

igual que el de su hermano, por una tensa confrontación política que degeneró en

enfrentamientos violentos y en la muerte del político romano. En el año 121 tras perder

las elecciones para su tercer tribunado107, síntoma de una importante perdida de apoyo,

y ser elegidos dos cónsules abiertamente antigracanos, el tribuno de la plebe Minucio

Rufo convocó una asamblea para discutir una propuesta de ley que él mismo había

presentado, por la cual se aboliría la ley gracana que sancionaba la creación de una

colonia en el solar de Cartago. Con el fin de impedir la derogación de la ley, Cayo

Graco acude escoltado por sus partidarios a la asamblea108, y en el transcurso de ésta un

hombre llamado Antilo es acuchillado 109 (κεντούµενος. Plut. C. Gr. 13.4). Según

Plutarco este Antilo era uno de los lictores del cónsul Lucio Opimio, y es asesinado por

provocar con sus palabras y gestos a los partidarios de Graco; para Apiano es un simple

plebeyo que le pide a Cayo que mire por su patria, pero ante el gesto que el joven Graco

le dirige, unos de sus partidarios apuñaló a Antilo. Sea como fuere la asamblea se

disuelve y al día siguiente Opimio, tras los preparativos para un enfrentamiento armado

ocupando con tropas el Capitolio, convoca al Senado y éste declara el SCU110. En

respuesta Graco ocupa el Aventino con sus partidarios111, y se entablaron negociaciones

entre ambas facciones con uno de los hijos de Marco Fulvio Flaco112 como mensajero,

pero al no cumplir Graco y sus partidarios las exigencias senatoriales de deponer las

armas y presentarse ante el Senado, el cónsul Opimio da la orden a sus hombres

armados (entre los que se encontraban arqueros cretenses) de atacar a los partidarios de

                                                                                                               
107
Plut. C. Gr. 12.7.
108
Ap, B.C. 1.25; Oros. 5.12.5
109  Plut. C. Gr. 13.3; 13.4; Ap, B.C. 1.25; Oros. 5.12.5;  
110
Plut. C. Gr. 14.3; Ap, B.C. 1.26; Cic. Phil. 8.4.14; de orat. 2.132; de domo. 38.102; Cés. B.C. 1.7.5.
111
Plut. C. Gr. 15; Ap, B.C. 1.26; Flor. 2.3.5.
112
Cónsul en el año 125, colaborador de Tiberio y miembro de la comisión creada para poner en práctica
la reforma agraria de éste. MRR I, 512.
45

Cayo Graco113. Se produce entonces, un enfrentamiento armado en el Foro donde

mueren muchos de los partidarios de Graco114, mientras el tribuno y Fulvio Flaco

consiguen escapar, pero el segundo es atrapado y muerto y el primero, ante la evidente

derrota, ordena a un esclavo que le acompañaba que lo mate (interfectus est Gracchus et

M. Fulvius. Cic. Phil. 8.4.14 ). Su cabeza es llevada al cónsul Opimio, que había

ofrecido su peso en oro, y los cuerpos de ambos arrojados al Tiber115.

III.1.2.2. Victoria optimate, SCU y muerte de Cayo

De esta forma murió Cayo Graco, quien, al igual que su hermano, intentó poner remedio

a los que él creía eran los males de la República, siendo el principal de estos el

progresivo empobrecimiento de la plebe romana y la creciente desigualdad

socioeconómica, junto con la acumulación de poder en manos del Senado y las

arbitrariedades que este cometía en defensa del sistema establecido. La reacción de

Cayo ante los hechos que llevaron a la muerte de su hermano y muchos de sus

partidarios, fue en todo momento constitucional; únicamente cuando su popularidad

mermó, ya como un senador que no ejercía ninguna magistratura, y ante la evidente

amenaza del recurso a la violencia por parte de la oligarquía senatorial encabezada por

el cónsul Opimio, realizó preparativos para el enfrentamiento que en ningún momento

él inició116. La muerte de Antilo en la asamblea, a pesar de la gran tensión del momento,

es claramente un incidente aislado, del que no se puede acusar a Cayo Graco (excepto

en Diod. 34-29). El tribuno realizó planes para un enfrentamiento contra la facción

senatorial, pero únicamente cuando tuvo constancia de que ésta hacia lo mismo por su

parte. Pues al igual que sucedió con Tiberio y sus partidarios, la oligarquía senatorial

                                                                                                               
113
Plut. C. Gr. 16.4; Ap, B.C. 1.26.
114
Plut. C. Gr. 16.4; Ap, B.C. 1.26; Oros. 5.12.7; Cic. Phil. 8.4.14; Vel. Pat. 2.6.6; Sal. B. Iug. 31.7; 42.4.
115
Plut. C. Gr. 17.3; Ap, B.C. 1.26; Cic. de orat. 2.67; Vel. Pat. 2.6.5; Flor. 2.3.6.
116
Konrad 2006, 172; Lintott 1999,  183 y ss.
46

pretendía acabar con quienes reclamaban cambios en el sistema político y mejoras en

las condiciones de la ciudadanía, mediante una medida extraordinaria que abolía

derechos básicos del ciudadano romano, y que además era utilizada con una

arbitrariedad partidista por un grupo de ciudadanos contra otros, con el fin de perpetuar

su posición preeminente dentro de la sociedad.

La violenta, y en nuestra opinión desmedida, acción del Senado bajo la dirección de

Opimio esta considerada como la primera formulación explicita de un SCU en Roma.

Mediante esta medida, de cuestionada legalidad 117 , se procedió a la represión y

asesinato de un gran número de ciudadanos y de varios prestigiosos políticos que

pretendían realizar mejoras de enorme trasfondo social en el sistema. Esta reacción por

parte de los llamados optimates, tiene su raíz en que las medidas que trataba de

implantar Cayo Graco (y su hermano Tiberio antes que él), que atacaban de forma

directa la posición dominante de la oligarquía senatorial dentro de las estructuras del

Estado romano. Dado que suponían una esperanza de mejora para la mayoría de la

sociedad romana en detrimento de los intereses de la clase dominante, tanto Cayo como

su hermano contaron con un gran apoyo que amenazaba con invertir los esquemas de

poder en Roma. Ante esta situación el Senado buscó una medida extraordinaria por la

que reprimir violentamente y suspender los derechos civiles de ciudadanos romanos

considerados, en su opinión, peligrosos para el Estado. El triunfo del Senado ante Cayo

Graco y sus partidarios, y la posterior absolución de Opimio118 en un juicio en el año

120 por los actos cometidos el año anterior119, fueron el claro ejemplo de que el éxito

político conlleva la justificación legal120, y de esta manera se sentaba precedente para

                                                                                                               
117
Duplá 1990, 94 y ss.
118
Según Duplá 1990, 96., esta absolución se debería en mayor medida a presiones políticas que a
criterios estrictamente jurídicos.
119
Este juicio tiene una gran relevancia, pues demuestra que a pesar de la represión desencadenada contra
Cayo Graco, siguió existiendo una corriente política contraria a la de la clase dominante.
120 Lintott 1999,  184.  
47

futuras acciones de este tipo y se lanzaba un mensaje intimidatorio a quienes buscasen

mejoras y cambios en el sistema político y económico o a quienes apoyasen a estos121.

La actividad política de ambos hermanos Graco estuvo encaminada, por un lado, a

lograr una mayor igualdad social mediante un reparto más equitativo de los recursos y

de la riqueza que llegaba a Roma por medio de las conquistas, y por otro, a limitar los

poderes del Senado concediendo más relevancia a la asamblea popular, de forma que

participase activamente en competencias que tradicionalmente eran exclusivas del

Senado (recursos, política exterior)122. La violenta respuesta senatorial con el objetivo

de mantener el control del poder y su situación privilegiada, junto con la justificación

legal de esos actos contrarios al derecho romano (provocatio ad populum), no consiguió

poner fin al resentimiento existente en una buena parte de la ciudadanía romana, pues

como veremos pocos años después de la muerte de Cayo Graco el conflicto político

entre optimates y populares volvió a resurgir y a dirimirse mediante la violencia, siendo

un fenómeno constante durante la crisis de la República.

III.2. Cayo Mario y el tribuno Lucio Apuleyo Saturnino

Los últimos años del siglo II en Roma estuvieron marcados por el liderazgo político y

militar de Cayo Mario, un miembro de una rica familia itálica sin antepasados

senadores, lo que conocemos como homo novus, Tras acceder al consulado en el año

107, y finalizar victorioso la guerra contra Yugurta en Numidia, fue el encargado de

defender Italia de las tribus germanas, misión que también realizó con éxito. Estos

logros militares le permitieron ser reelegido para el consulado en cinco ocasiones

consecutivas (algo sin precedentes en la historia de Roma), hasta el año 100. Uno de los

principales aspectos a destacar en la política de Mario fue la definitiva proletarización

                                                                                                               
121  Nippel 1995, 63.  
122  Duplá 1994, 144.  
48

de las legiones romanas, pues por primera vez de forma regular se reclutó a ciudadanos

del estrato social más bajo de Roma, aquellos que no tenían posesiones y no podían

costearse un equipamiento militar adecuado y que, gracias a Mario, entraron en las

legiones recibiendo el equipamiento y todo lo necesario de manos del Estado. Además,

Mario logró que una vez acabado su servicio militar se le asignase a cada soldado una

parcela de tierra propiedad del Estado. Este importante cambio es visto como uno de los

factores que agravaron la crisis de la República, pues de esta manera se fomentaron las

clientelas militares, y con el tiempo las legiones se sintieron mas fidelizadas a sus

respectivos generales que a la República por la que en realidad luchaban.123

III.2.1. Los dos primeros tribunados de Saturnino

Para lograr el reparto de tierra a sus soldados licenciados, Mario estableció una alianza

política con el tribuno de la plebe del año 103 Lucio Apuleyo Saturnino, quien aprobó

mediante la asamblea popular el reparto de tierra para los veteranos de Mario, y

colaboró con éste en otras cuestiones, a la vez que obtenía su apoyo (o su no oposición

en su papel de cónsul) para llevar a cabo diversas medidas de carácter social y para

limitar el poder del Senado como son las leges frumentariae y de maiestate124. Las

formas de actuación de Saturnino, quien recurrió a la presión de los soldados de Mario

para hacer aprobar sus leyes, e incluso llegó a asesinar a varios candidatos contrarios,

crearon un clima de tensión que, al igual que en los casos de los hermanos Graco,

finalizó con una intervención violenta por parte del Senado en la que Saturnino y

muchos de sus partidarios fueron asesinados.

Saturnino ocupaba por primera vez el cargo de tribuno de la plebe en el año 103, desde

esta posición presentó un proyecto de lex frumentaria por el cual reducir el precio del

                                                                                                               
123
Pina Polo 1999, 59
124
Pina Polo 1999, 72.
49

grano que el Estado distribuía entre la plebe. A pesar de que el Senado se manifestó en

contra de esta medida y que el resto de tribunos interpusieron su veto, Saturnino paso

por alto el veto decidido a realizar la votación. Por este motivo, Quinto Servilio

Cepión125 impidió que se realizase la votación de la ley frumentaria rompiendo los

pontes (estructuras que hacían de pasillo para acudir a votar) y tirando las urnas (pontes

disturbat, cistas deicit, impedimento est quo setius feratur. Ad Herenn. 1.21. ), pues le

parecía una concesión que el erario público no podría soportar126. El único testimonio

que tenemos sobre este acontecimiento no especifica si hubo alguna reacción por parte

de Saturnino y sus seguidores, o si intentaron realizar la votación en otro momento, solo

afirma que Cepión impidió la votación. Por tanto, y, ante la ausencia de información

que afirme lo contrario, la idea más extendida es que esta ley nunca llegó a aprobarse127.

En el año 101 durante las elecciones para el tribunado de la plebe del año 100,

Saturnino y su aliado el pretor Cayo Servilio Glaucia ordenaron a varios de sus hombres

el asesinato del tribuno de la plebe Nonio (occiso palam comitiis A. Ninnio conpetitore

tribunatus. Flor 2.4.1), según Apiano, por que éste último había sido elegido para el

tribunado en lugar de Saturnino128 y éste temía que actuara en su contra. Plutarco y

Orosio trasmiten que es el propio Saturnino quien asesina (φόνος. Plut. Mar. 29) a

Nonio simplemente porque ambos pugnaban por la elección a tribuno de la plebe129. De

una forma u otra, vemos de nuevo cómo la violencia estalla en una asamblea y

condiciona el resultado de ésta, pero en esta ocasión, además de conseguir sus objetivos,

no se dieron acciones de represalia por parte del Senado, pues Mario en calidad de

cónsul y hombre fuerte en la ciudad protegía a sus dos aliados130, quienes desde el 103

                                                                                                               
125
Cónsul en el año 106. MRR I, 553.
126
Ad Herenn. 1.21.1.
127
Smith 1977, 151; Cavaggioni 1998, 26.
128
Ap. B.C. 1.28;  Flor. 2.4.1.  
129
Plut. Mar. 29; Oros. 5.17.3; Flor. 2.4.
130
Lintott 1999.  185.
50

venían usando métodos violentos en su actuación política. No obstante, gracias al apoyo

popular y al respaldo por parte del cónsul, Saturnino accedió al tribunado por segunda

vez, y no sufrió ningún tipo de represalia durante esos años, impunidad que le permitió

continuar con su actividad hasta el año 100.

III.2.2. El tribunado del año 100 y el enfrentamiento final

Como ya hemos mencionado, en el año 100 la tensión creada por la actividad política de

Saturnino llegó a su grado máximo, ya que el tribuno mantuvo su enfrentamiento con la

mayoría de la clase senatorial empleando métodos violentos para interferir en las

asambleas, apoyado en la plebe y los soldados de Mario e, incluso, volvió a asesinar a

un senador con el que Glaucia rivalizaba en las elecciones al consulado. Ese año Mario

ocupaba el consulado por quinta vez consecutiva, Saturnino volvía a ejercer el cargo de

tribuno de la plebe y Glaucia era pretor. El tribuno propuso una ley agraria para repartir

entre los soldados de Mario la tierra que habían ocupado los germanos en el norte de

Italia, de la que habían sido expulsados por los legionarios de Mario, los futuros

beneficiarios de la ley131. Además la ley incluía una cláusula que obligaba a jurar a

todos los senadores el respetarla132.

Durante la proposición de la ley de Saturnino se dieron duros enfrentamientos entre la

plebe urbana romana y la venida de diferentes partes de Italia, pues la primera entendía

que la ley únicamente beneficiaba a los itálicos. Como varios tribunos intentaron

interponer su veto, Saturnino los desalojó mediante la fuerza, a lo que la plebe urbana

respondió atacando a los seguidores de Saturnino que habían acudido a Roma para

apoyarle en la aprobación de la ley. Pero estos respondieron el ataque y se impusieron a

la plebe urbana, por lo que Saturnino pudo ver aprobada su ley agraria (οἱ πολιτικοὶ τά

                                                                                                               
131  Ap, B.C. 1.29.  
132 Ap, B.C. 1.29; Plut. Mar. 29.  
51

τε ἱµάτια διαζωσάµενοι καὶ τὰ προστυχόντα ξύλα ἁρπάσαντες τοὺς ἀγροίκους

διέστησαν. οἱ δ᾽ αὖθις ὑπὸ τοῦ Ἀπουληίου συγκαλούµενοι µετὰ ξύλων καὶ οἵδε τοῖς

ἀστικοῖς ἐπῄεσαν καὶ βιασάµενοι τὸν νόµον ἐκύρωσαν. Ap. B.C. 1.30133. También en

esta ocasión la estrategia del tribuno volvió a funcionar y no solo vio logrado su

objetivo, pasando por encima del veto de los demás tribunos, sino que no sufrió ningún

tipo de represalia por el empleo de la violencia para interferir en una votación134.

Ese mismo año Glaucia presentó su candidatura al consulado siendo todavía pretor. En

el transcurso de las elecciones, habiendo sido ya elegido el cónsul mayor y dándose una

dura pugna entre Glaucia y Cayo Memio135, el primero y Saturnino enviaron a varios de

sus hombres a ejecutar a Memio y asegurar así la elección de Glaucia (Glauciam

consulem faceret, C. Memmium competitorem interfeci iussit. Flor. 2.4.4)136. Este acto

motivó la reacción del Senado, secundado esta vez por Cayo Mario, quien no podría

proteger a sus violentos colaboradores por más tiempo. En general según las fuentes,

aunque con divergencias entre ellas, el senado decretó un SCU por el cual instó al

cónsul Mario y a otros magistrados, a armar a un grupo de hombres y enfrentarse a los

de Saturnino en el Foro, resultando vencedora la facción senatorial, por lo que Saturnino

se retiró al Capitolio y lo ocupó. Allí son asediados cortándoles el suministro de agua y

acaban entregándose bajo la protección de Mario que los encierra en la Curia, donde un

grupo de senadores y caballeros acaban con la vida de Saturnino y sus colaboradores

lanzándoles piedras desde el tejado del edificio137 (saxisque opertum in ipsa quoque

morte laceravit. Flor. 2.4.6.)

                                                                                                               
133
Ap, B.C. 1.30; Cic. pro Sest. 16;37
134
Smith 1977, 153; Cavaggioni 1998, 112 y ss.
135
Tribuno de la plebe en 111, muy activo contra el rey Númida Yugurta y contra los senadores
sobornados por éste. MRR I, 553.
136 Ap, B.C. 1.32; Flor. 2.4.4; Oros. 5.17.5; Cavaggioni 1998, 140-43.  
137
Ap, B.C. 1.32; Flor. 2.4.5; 2.4.6; Oros. 5.17.6; 5.17.7; 5.17.8; 5.17.9; Plut. Mar. 30.4; 30.5;
Cavaggioni 1998, 144-56; Duplá 1990, 100 y ss.  
52

III.2.3. La alianza entre un cónsul y un tribuno popularis

Saturnino destacó como líder popular recuperando las propuestas políticas y sociales

que los Graco trataron de implantar antes que él, como son las leyes agrarias y

frumentarias, y las destinadas a socavar el poder del Senado (lex de maiestate en su

caso)138. Son varias las novedades en su actuación política respecto a los Graco; la

colaboración de un líder popularis con un general y la politización de los soldados de

éste, que, junto con la creciente movilización de la plebe urbana, sirvieron como

elemento de presión en las asambleas139. Otra novedad en la estrategia política de

Saturnino, es el empleo de la violencia como arma política, del que hizo un uso

planificado y sistemático y que llegó a niveles desconocidos hasta el momento140.

Durante varios años empleó métodos violentos para interferir en el desarrollo de las

asambleas, presionó a otros tribunos para que retirasen su veto, incluso los expulsó

mediante la fuerza por negarse a hacerlo, se apoyó en los soldados de Mario como

herramienta de presión política y asesinó o mandó asesinar a varios senadores.

Los años de actuación de Saturnino no pueden entenderse sin en el trasfondo del apoyo

que le brindaba Cayo Mario, quien necesitaba de un político reformista para cumplir las

promesas hechas a sus soldados veteranos. Por su parte Saturnino necesitaba del apoyo

de Mario no solo para llevar a cabo los planes concernientes a los repartos de tierras a

los soldados licenciados, sino también para la aprobación de reformas de carácter

institucional y social que eran mal vistas por parte de la oligarquía senatorial. Esta

interesada colaboración llega a su fin en el año 100, cuando, tras el asesinato de Memio

y la declaración del SCU por parte del Senado, Mario tiene que elegir entre continuar

apoyando las posiciones más radicales de sus aliados populares, o colaborar con la

                                                                                                               
138
Cavaggioni 1998, 175.
139
Cavaggioni 1998, 177; Pina Polo 1999, 79.
140
Smith 1977, 153.
53

oligarquía para poner fin a los excesos y a la violencia de Saturnino141. Dos han sido

señalados como los motivos principales para que Mario rompiese su alianza con

Saturnino y colaborase con el Senado en la represión del tribuno y sus seguidores. En

primer lugar se trataría de una forma de congraciarse con el Senado, pues Mario no

quería acabar con el sistema de gobierno romano ni con la oligarquía senatorial, más

bien pretendía liderarlos142. En segundo lugar, este cambio de bando se ha interpretado

como una acción para frenar el creciente poder de Saturnino y Glaucia, que podía

rivalizar con el suyo propio, sobre todo si Glaucia llegaba a ocupar el cargo de

cónsul143.

Con Saturnino tenemos el primer ejemplo de un tribuno que tiene en la violencia una de

sus principales armas de actuación política; este hecho sumado a la creciente

radicalización de las tácticas empleadas por el tribuno, motivará una vez más que el

Senado recurra al uso institucional de la violencia mediante la promulgación de un

SCU, para acabar con lo que se entiende como una amenaza al orden establecido144. Al

igual que ocurrió con los hermanos Graco, en ambos casos se justifica el empleo de la

violencia como herramienta legítima para defender unos determinados intereses

políticos, algo que será un aspecto constante y determinante en el desarrollo de la crisis

republicana. Esta violenta represión llevada a cabo por el Senado en el año 100 no

consigue acabar con la corriente popularis, pues como veremos vuelve a resurgir con

fuerza pocos años después de la muerte de Saturnino, generando de nuevo acciones

violentas en las asambleas en el contexto de la lucha entre optimates y populares. Esto

demuestra que la corriente popularis no obedecía a la acción de un político, o al debate

de un tema particular, sino que cabe afirmar que se trata de una ideología política,

                                                                                                               
141
Duplá 1990, 98.
142
Duplá 1990, 105.
143
Cavaggioni 1998, 183.
144
Pina Polo 1999, 78.
54

cambiante pero permanente, sustentada por la realidad política, económica y social del

último siglo republicano145.

III.3. La cuestión itálica

La política en Roma, a finales de la década de los 90 y principios de la de los años 80,

estuvo marcada por el debate sobre la conveniencia de otorgar la ciudadanía romana a

todos los habitantes de la península Itálica. Una vez concedida esta tras la guerra entre

Roma y los aliados itálicos (socii), la controversia estuvo marcada por cuál sería la

forma más adecuada de distribuir a los nuevos ciudadanos en las tribus romanas. De

nuevo, en el desarrollo del enfrentamiento entre optimates y populares también sobre

esta cuestión, la violencia hizo su aparición condicionando el desarrollo de varias

asambleas. Hemos de resaltar el importante trasfondo que significaron la Guerra de los

Aliados (Bellum Sociale)y la primera guerra civil, ya que en el estallido de ambas

destaca la importancia de asambleas en las que se dieron enfrentamientos violentos, y

también porque contribuyeron a aumentar el clima de violencia, que venía creciendo en

Roma de forma progresiva desde época de Tiberio Graco.

A pesar de que fue a principios del siglo I cuando el debate en torno a los aliados (socii)

cobró verdadero protagonismo e intensidad, ya venía planteándose en Roma desde la

segunda mitad del siglo II. En el año 125 el cónsul M. Fulvio Flaco y en el 122 Cayo

Graco ya trataron de aprobar varias leyes para igualar el estatus jurídico y político de los

itálicos con los ciudadanos romanos146. Las demandas de los aliados de acceder a la

plena ciudadanía del Estado por el que luchaban continuaron, y, a finales de la década

de los 90 llegaron a plantearse el alzarse en armas contra Roma147, cosa que finalmente

                                                                                                               
145
Duplá 1990, 105.
146
Ap, B.C. 1.21; 1.34.
147
Brunt 1990, 101; Perelli1981b, 130
55

hicieron tras fracasar el intento de Marco Livio Druso, tribuno de la plebe en el que los

itálicos confiaron para solucionar el conflicto.

III.3.1. Marco Livio Druso y la integración de los aliados

En el año 91 el tribuno de la plebe Marco Livio Druso, hijo de un destacado optimate

rival de Cayo Graco, trató de implantar una serie de reformas con diversos objetivos y

beneficiarios. Su paquete de medidas estaba dirigido por un lado a otorgar la ciudadanía

a todos los itálicos y, por otro, a arrebatar a los equites el poder sobre los tribunales de

justicia, creando 300 nuevos senadores seleccionados entre los miembros de los

caballeros, y dando los tribunales a un número de senadores elegidos de este ampliado

Senado 148 . Además para ganarse el favor de la plebe urbana también propuso la

aprobación de nuevas leyes agrarias y frumentarias149. A pesar de la moderación de las

medidas de Druso y el apoyo que tuvo de importantes senadores como Lucio Licinio

Craso150, tanto los caballeros como los sectores más intransigentes de la oligarquía

vieron en las reformas de Druso una amenaza a sus intereses y posición y, en

consecuencia, hicieron todo lo posible por impedir su aprobación y más tarde para

anularlas151.

Únicamente Floro nos trasmite un episodio de violencia en la asamblea precedente a la

votación de las leyes propuestas por Druso, pues como el cónsul Lucio Marcio Filipo se

oponía a la aprobación de las leyes, uno de los viatores de Druso le cogió fuertemente

del cuello hasta que le brotó sangre por la boca y los ojos (Asus tamen abrogare legibus

cónsul Philippus, sed aprehensum faucibus viator non ante dimisit quam sanguis in os

et oculos redundaret. Flor. 2.5.8.) de esta forma cedió Filipo y las leyes fueron

                                                                                                               
148
Ap, B.C. 1.35.
149
Brunt 1973, 150.
150
Cónsul en el año 95. MRR II, 11.
151
Pina Polo 1999, 89.
56

aprobadas152. En septiembre de ese año moría Craso, y Druso perdía su principal y más

importante valedor, frente al descontento generalizado de los diferentes sectores

afectados por sus reformas153; poco después el cónsul Filipo sometió a votación la

derogación de las leyes de Druso, y estas fueron finalmente anuladas. A los pocos días

Druso fue asesinado en su casa y la guerra con los Aliados terminó por estallar154.

III.3.1.1. ¿Druso popularis?

A pesar de que las reformas de Druso trataban de contentar a todos los sectores de

relevancia política, no se puede calificar a Druso como un político popularis, pues a

pesar de que ciertas de sus medidas estaban más cerca de la línea popularis, su

verdadero objetivo era reforzar el gobierno de la aristocracia senatorial155, proponiendo

reformas en distintos ámbitos, para crear una situación de consenso que legitimase y

mantuviese el orden establecido dentro del Estado. Pero los intereses fuertemente

divididos de los sectores a los que buscaba contentar (senadores, caballeros, aliados y

plebe romana), acabaron poniendo en contra del tribuno a gran parte de los afectados

por sus reformas y, finalmente, su carrera política acabó con su asesinato.

Otro aspecto a tener en cuenta en la actuación política de Druso, es que aparentemente

sus colegas tribunos no intentaron interponer el veto (al menos no tenemos noticias de

ello), quizá debido a su moderación y a la necesidad evidente de implantar sus medidas.

Quien sí se opuso a la aprobación de las medidas de Druso fue el cónsul L. Marcio

Filipo, miembro además colegio augural, quien trató de impedir la aprobación de las

leyes de Druso por ser contra auspicia156, algo que finalmente consiguió. De esta forma

la obstrucción religiosa pasó a ser uno de los mecanismos comúnmente empleados para
                                                                                                               
152
Flor. 2.5.8; Val. Max. 9.5.2
153
Brunt 1973, 151.
154
Flor. 2.5.9; Ap. B.C. 1.36; Oros. 5.18.7; Vel. Pat. 2.13; Cic. De Ofic. 2.24.64
155
Perelli 1981b, 128.
156
Cic. De leg. 2.12.31.    
57

obstaculizar la aprobación de proyectos de ley, o para anularlos una vez aprobados157.

Respecto al suceso que relata únicamente Floro, que uno de los viatores de Druso agarra

por el cuello al cónsul Filipo por oponerse este a la aprobación de las reformas del

tribuno, no cabe analizar el episodio en profundidad dada la escasa información que nos

trasmite el historiador. Pero conociendo la forma de actuación de Druso y el respeto a la

legalidad que exhibió constantemente y, siendo inexistentes las menciones a que

emplease la violencia como arma política, creemos que se trata de un incidente producto

de la tensión y de la fuerte oposición ejercida por el cónsul Filipo, y no parece probable

que el tribuno ordenase a su asistente atacar a un magistrado superior.

III.3.2. Quinto Vario y los equites

Los acontecimientos protagonizados por el tribuno de la plebe Quinto Vario Severo

Hybrida en el año 90, están en estrecha conexión con el tribunado de Druso. Según

informan Apiano y Valerio Máximo, Quinto Vario, a instancias de los equites, aprobó

una ley para juzgar a todos aquellos que hubieran apoyado a los itálicos en sus

reclamaciones sobre la ciudadanía158. Solo Apiano informa de cómo los caballeros que

apoyaban a Vario, ante los vetos interpuestos por el resto de tribunos, amenazaron a

estos con sus dagas desenvainadas para forzarles a retirar el veto (περιστάντες οἱ ἱππεῖς

σὺν ξιφιδίοις γυµνοῖς ἐκύρωσαν. Ap. B.C. 1.37) a la propuesta de Quinto Vario, algo

que finalmente consiguieron. Mediante esta ley los equites atacaron a los colaboradores

de Livio Druso, y a quienes al igual que éste habían intentado arrebatarles el control

sobre los tribunales. En todo caso no se trataría de un episodio más en la lucha entre

optimates y populares, pues ni Druso ni sus amigos eran populares, ni se puede

                                                                                                               
157
Smith 1977, 157.
158
Ap. B.C. 1.37; Val. Máx. 8.6.4.
58

identificar a los caballeros con la ideología optimate ya que en numerosas ocasiones sus

intereses fueron contrarios a esta159.

III.3.3. El tribunado de Publio Sulpicio Rufo

En el año 88 finaliza el Bellum Sociale no sin que antes el Senado aprobase la concesión

de la ciudadanía romana a todos los itálicos fieles a Roma, y a aquellos que depusieran

las armas a raíz del decreto senatorial160. Una de las consecuencias de la guerra es el

encumbramiento de Lucio Cornelio Sila gracias a sus éxitos militares, y su abierto

posicionamiento con los optimates, hechos que le harán llegar a ocupar el consulado en

el año 88. Como cónsul de ese año se le adjudicó un mando proconsular para luchar

contra el rey del Ponto Mitrídates VI, pero Cayo Mario, que ansiaba igualmente este

mando se alió con el tribuno de la plebe del 88, Publio Sulpicio Rufo, para que éste le

transfiriese el mando de la guerra en Asia a través de la asamblea de la plebe. Además

el tribuno presentó un proyecto de ley para repartir a los nuevos ciudadanos entre todas

las tribus romanas, pues al concedérseles la ciudadanía todos habían pasado a formar

parte de un número reducido de tribus con poco poder en las votaciones161, ya que el

Senado no quería que el elevado número de nuevos ciudadanos condicionase en su

contra la política en Roma. Estos acontecimientos que procedemos a relatar y analizar a

continuación supusieron el desencadenante de la primera Guerra Civil que tuvo como

protagonistas a Mario y Sila, y en la que este último por primera vez en la historia de

Roma ocupó la ciudad con un ejército.

III.3.3.1. Nueva colaboración entre Mario y un tribuno

                                                                                                               
159
Wulf Alonso 2002, 68.
160
Konrad 2006, 178.
161
Konrad 2006, 179.
59

Aunque con ciertas divergencias, las fuentes relatan ampliamente los acontecimientos

concernientes al tribunado de Sulpicio. Plutarco informa de cómo Sulpicio, que se

rodeaba de un grupo de tres mil hombres armados, además de un grupo más reducido de

jóvenes equites adeptos a él, presentó un proyecto ley para arrebatar a Sila el mando de

la guerra contra Mitrídates del Ponto y entregarlo a Mario162. Por su parte, Apiano

menciona que la propuesta de ley no versaba sobre el mando de la guerra en Asia, sino

sobre la distribución de los nuevos ciudadanos itálicos entre todas las tribus romanas163.

Ya fuese por un proyecto de ley o por el otro (o por ambos incluso), la violencia vuelve

a estallar en una asamblea romana, y los cónsules Sila y Quinto Pompeyo Rufo declaran

un iustitium (suspensión de todas las actividades políticas) para evitar la votación de la

ley o leyes 164 , y que se produjesen nuevos enfrentamientos violentos entre los

seguidores y los detractores de Sulpicio. Pero este último, recurriendo a la amenaza de

sus seguidores armados, presiona a los cónsules a retirar el iustitium, y comienza un

enfrentamiento del que los cónsules consiguieron escapar, pero no un hijo de Pompeyo

que fue asesinado (θορύβου δ᾽ ἀναστάντος οἱ παρεσκευασµένοι τὰ ξιφίδια

ἐπεσπάσαντο καὶ τοὺς ὑπάτους ἀντιλέγοντας ἠπείλουν κτενεῖν, µέχρι Ποµπήιος µὲν

λαθὼν διέφυγε, Σύλλας δ᾽ ὡς βουλευσόµενος ὑπεχώρει. κἀν τῷδε Ποµπηίου τὸν υἱόν,

(…) κτείνουσιν οἱ τοῦ Σουλπικίου στασιῶται. Ap. B.C. 1.56). Ante la difícil situación

Sila termina cediendo y anula la suspensión de actividades, según Apiano retornando al

Foro y según Plutarco una vez refugiado en su casa, y de esta manera Sulpicio puede

proceder a la votación de su propuesta165. Por el contrario Veleyo Patérculo afirma que

Sila se encontraba ya fuera de Roma cuando se aprobó la lex Sulpicia. Floro y Orosio

                                                                                                               
162
Plut. Sulla. 8.2; Vel. Pat. 2.18.5; Flor. 2.9.6.
163
Ap. B.C. 1.55.
164
Quinto Pompeyo Rufo cónsul junto a Sila en el año 88. MRR II, 39.
165
Plut. Sulla. 8.2; Ap. B.C. 1.56.
60

por su parte, no ofrecen detalles de dónde se encontraba el futuro dictador en el

momento de conocer que le habían arrebatado el mando de la guerra en Asia166.

La reacción de Sila, nunca antes vista en la historia de Roma, fue acudir en busca del

ejercito que aguardaba a que lo condujese a Asia y sitiar la ciudad de Roma, donde se

encontró con una resistencia organizada por Mario y Sulpicio que poco pudo hacer

contra los legionarios de Sila, quien tomó la ciudad con facilidad167. Una vez se hace

con el poder, Sila mediante un decreto senatorial declara a Mario, Sulpicio y varios de

sus colaboradores hostis publicus (entre otras medidas: perdida de la ciudadanía,

prohibición a todo ciudadano de ayudar al declarado hostis, y obligación de facilitar su

represión, incluso se autoriza el asesinato). Mario consigue huir, pero Sulpicio es

apresado y asesinado 168 . Además de anular las leyes de Sulpicio por haber sido

aprobadas mediante la violencia169, Sila tomó distintas medidas, concernientes a las

actividades de las asambleas y los tribunos; recortó las atribuciones y los poderes del

tribunado de la plebe; obligó a que cualquier propuesta que se fuese a llevar ante las

asambleas necesitase de un visto bueno previo del Senado, y que las votaciones pasasen

de los comicios por tribus a los centuriados, donde la oligarquía tenia mayor poder170.

III.3.3.2. Sulpicio, ¿un optimate moderado convertido en popularis?

El tribunado de Sulpicio y su actuación política han suscitado un intenso debate sobre la

alineación ideológica del tribuno con optimates y populares, cuestión esta de difícil

interpretación. Las primeras noticias que tenemos sobre Sulpicio nos lo presentan como

un miembro de la oligarquía senatorial más cercano a posturas optimates, amigo de

                                                                                                               
166
 Vel. Pat. 2.18.4; Flor. 2.9.6; Oros. 5.19.4  
167
Plut. Sulla. 9.1-7; Ap. B.C. 1.58; Vel. Pat. 2.19.1; Flor. 2.9.7; Oros. 5.19.4-5.19.5  
168
Plut. Sulla. 10.1; Ap. B.C. 1.60; Vel. Pat. 2.19.2; Flor. 2.9.8; Oros. 5.19.4; Cic. Brut. 45.168; Val.
Máx. 3.8.5.  
169
Cic. Phil. 8.2.7.
170
Ap. B.C. 1.59. Son reformas institucionales que anticipaban las que años más tarde el propio Sila
implantó durante su dictadura constituyente. Pina Polo 1999, 103.
61

Livio Druso y L. Licinio Craso y colaborador del primero durante su tribunado171. En el

desempeño de su cargo de tribuno de la plebe se aprecia un cambio, no por apoyar las

reclamaciones de los itálicos (algo que ya había apoyado durante el tribunado de Druso,

sin ser ninguno de los dos políticos populares), sino porque materializa una alianza con

el líder tradicionalmente ligado a los populares, Cayo Mario, quién necesitaba de un

tribuno aliado para conseguir el mando de la guerra contra Mitrídates, y a cambio, dio a

Sulpicio su apoyo para que llevase a cabo sus reformas172. El tribuno se rodeó de un

cuerpo de tres mil hombres armados y de un grupo de jóvenes equites a los que, según

Plutarco llamó “Anti-Senado, además mediante el recurso a estos hombres armados y

su uso deliberado para intervenir en las votaciones, Sulpicio asume las tácticas violentas

puestas en práctica por el conocido líder popularis Saturnino173.

Es evidente que Sulpicio realizó preparativos para afrontar enfrentamientos armados,

pues sí sus tácticas de presión violenta no surtían efecto y se daban luchas entre las

diferentes facciones, su posición de ventaja dentro de la ciudad, gracias a los tres mil

hombres armados a sus órdenes, estaba más que asegurada174. Respecto al episodio de

violencia comentado, ninguna de las fuentes nos dice cómo o quién inició la lucha, tan

solo que al presentar Sulpicio la propuesta de ley se produjo un enfrentamiento entre los

nuevos y los viejos ciudadanos, es decir los itálicos que recientemente habían recibido

la ciudadanía y los ciudadanos romanos afines a la oligarquía senatorial, que además

contaban con dos cónsules favorables a sus posiciones. Dos son las hipótesis que

planteamos a este episodio: en primer lugar que los llamados viejos ciudadanos atacaran

a los seguidores de Sulpicio, para que éste no llegase a presentar el proyecto y que de

esta forma no pudiese ser sometido a votación, generando el ya conocido

                                                                                                               
171
Cic. De Orat. 1.25.
172
 Wulf Alonso 2002, 73; Perelli 1981b, 132; Duplá 1990, 107.  
173
Wulf Alonso 2002, 71-72; Perelli 1981b, 131.  
174
Smith 1977, 157.  
62

enfrentamiento entre ambos grupos. Una segunda hipótesis es que fuesen los hombres

de Sulpicio quienes primero atacasen. No podemos afirmar claramente cuál de ambas

ideas es la acertada, pues las dos son posibles y faltan datos, pero en nuestro caso nos

inclinamos por la primera pues, ante los posibles intentos obstruccionistas de otros

tribunos o miembros del Senado, la única posibilidad de llevar a votación la propuesta

de ley era recurrir a la violencia.

En este episodio vemos cómo Sila recurre a un nuevo mecanismo de obstrucción, el

iustitium, que intenta ser una alternativa de dudosa legalidad al veto y los auspicios,

pero el cónsul se ve obligado a retirarlo ante la presión de Sulpicio, por lo que su

eficacia se demuestra nula175. Otra novedad, consecuencia de los hechos antes relatados,

es la puesta en práctica de una nueva medida de excepción como son las declaraciones

de hostis publicus. Esta medida de dudosa legalidad, pretendía superar uno de los

puntos más controvertidos del SCU, el asesinato de ciudadanos sin un juicio previo,

pues el enemigo público perdía su condición de ciudadano, y, por tanto, asesinar a un

hostis no contravenía la lex Sempronia de capite civis176.

En el terreno político, una de las medidas más significativas que toma Sila es la

limitación de los poderes de los tribunos de la plebe, los cuales no podrían presentar

proyectos de ley en asamblea sin antes contar con el visto bueno del Senado; además

privilegia el sistema de votación por centurias, pues con este sistema, la oligarquía tenia

más capacidad de hacer triunfar sus propuestas o impedir las que fuesen contrarias a sus

intereses177. Por último y no menos importante, vemos cómo los riesgos que implicaba

la reforma militar de Mario (un general que emplea las legiones para defender sus

intereses) terminan por materializarse, hasta el punto de atacar Roma con el objetivo de

eliminar a sus enemigos políticos. Esta acción sentará un peligroso precedente y se


                                                                                                               
175
Smith 1977, 158.  
176
Duplá 1990, 109; 2015, 423-431.  
177
 Brunt 1973, 161.  
63

repetirá en distintas ocasiones durante la crisis de la República, en la que la Roma será

tomada por diferentes generales romanos, como Sila, Mario y César. Además, estos

últimos y también Pompeyo, recurrieron en más de una ocasión a la amenaza (velada o

explicita) de introducir el ejercito en Roma como arma de disuasión política contra sus

enemigos.

III.3.4. Primer consulado de Lucio Cornelio Cinna

Ese mismo año 88, viendo Sila asegurado su poder en Roma, ordena a su ejército que

abandone la ciudad, donde permanecía a sus ordenes como amenaza contra sus

enemigos políticos. Él aguardó hasta finales de año, cuando se celebraban las elecciones

consulares, pues quería asegurarse de que resultasen elegidos candidatos favorables a

sus posturas. No obstante, como ya no contaba con la inmediata amenaza de su ejército,

y seguía existiendo un sentimiento de oposición a sus medidas (no solo entre la plebe,

también en el senado) y a la formas de implantarlas, resultaron elegidos dos candidatos

contrarios a los deseos de Sila, uno de ellos, Lucio Cornelio Cinna, abiertamente

enfrentado a Sila.

III.3.4.1. El enfrentamiento entre los cónsules

Una vez investido con el consulado en el año 87, y habiendo partido Sila con su ejército

a Asia, Cinna retomó la propuesta de Sulpicio sobre la distribución de los itálicos en las

tribus. Su compañero en el consulado, Cneo Octavio, opuso una tenaz resistencia a la

aprobación de esta medida y se produjo un duro enfrentamiento en el Foro entre los

partidarios de cada uno, por un lado los itálicos que apoyaban a Cinna y, por otro, los
64

senadores partidarios de Octavio y los ciudadanos que apoyaban a estos últimos,

seguramente miembros de la plebe movilizados por sus patrones senadores178.

Al presentar Cinna su propuesta de ley para repartir a los nuevos ciudadanos itálicos en

todas las tribus romanas, acudió a la asamblea con sus partidarios armados, entre los

que había muchos itálicos venidos a Roma para apoyar el proyecto de ley179. Los

partidarios del cónsul Octavio hacen lo mismo, pero éste permanece en casa aguardando

el desarrollo de los acontecimientos (cincta quidem gladiis contione. Flor. 2.9.10).

Cuando le informan de que los partidarios de Cinna han atacado con sus dagas a los

tribunos que vetan la propuesta de ley, acude al Foro con los suyos y ataca a Cinna

asesinando a muchos de sus partidarios (sed vicentibus quibus pax et quies potior. Flor.

2.9.10), aunque el cónsul consigue escapar de la matanza y huye de la ciudad (profugus

patria sua Cinna confugit ad partes. Flor. 2.9.10)180. Una vez fuera de Roma el Senado

le destituye de su cargo de cónsul, pero Cinna haciendo caso omiso, reúne un ejército y

se alía con Cayo Mario181, ambos atacan Roma y entran en ella tras un acuerdo con el

Senado182, para después desatar una dura represión contra los partidarios de Octavio y

Sila183.

III.3.4.2. Cinna, ¿cónsul popularis?

El enfrentamiento entre Cinna y Octavio, su colega en el consulado, se enmarca en la

lucha entre optimates y populares, y demuestra que a pesar de las represión llevada a

cabo por Sila contra sus enemigos políticos, la corriente popularis continuaba teniendo

fuerza en la política romana, pues las reclamaciones que la sustentaban seguían sin

                                                                                                               
178
 Pina Polo 1999, 108 y ss.  
179
Ap. B.C. 1.64;  Vel. Pat. 2.20.2.  
180
Ap. B.C. 1.64; Cic. Phil. 8.2.7; Flor. 2.9.9-10; Plut. Mar. 41.2.  
181
Sobre cómo Cinna reúne el ejercito; Ap. B.C. 1.65; Vel. Pat. 2.20.4; Plut. Mar. 41.5. Sobre alianza con
Mario; Ap. B.C. 1.67; Vel. Pat. 2.20.5; Flor. 2.9.10.  
182
 Ap. B.C. 1.71; Plut. Mar. 43.3; Vel. Pat. 2.21.6; Flor. 2.9.12.  
183
 Ap. B.C. 1.72; 1.73; 1.74; Plut. Mar. 44.1-10; Vel. Pat. 2.22.2-4; Flor. 2.9.13-17.  
65

resolverse. Cinna se alinea con las posturas de los populares y termina aliándose con

Mario tras su huida de Roma, pero no puede ser identificado como un popularis radical

al estilo de Saturnino. Octavio, al contrario, es un optimate convencido pero no un

silano, pues no es uno de los dos candidatos que Sila había designado para ocupar el

consulado184. El recurso a la violencia armada por ambas facciones es esclarecedor del

nivel de violencia y confrontación política que se vive en Roma, inmersa en una guerra

civil, y permite ver que la violencia para condicionar las asambleas no es algo

característico únicamente de los populares, como en numerosas veces se ha querido

hacer ver por parte de las fuentes y de la historiografía.

Otro de los hechos que destacan en este episodio es la derogación, por parte del Senado,

del cargo de cónsul a Cinna una vez abandona Roma. Se trata de una innovación

constitucional que supone una violación de la soberanía popular, pues el Senado no

tenía la competencia para deponer del cargo a un cónsul sin la convocatoria de

comicios. Además de esa medida se ha señalado una posible declaración de hostis

contra el cónsul Cinna, pero realmente las fuentes no lo dejan claro y, por tanto, no se

puede afirmar a ciencia cierta185.

La guerra civil significó un punto de inflexión en la política romana, en cuanto que puso

de manifiesto el peligro de la reforma militar de Mario, que facilitó el empleo de

ejércitos con fines partidistas e intereses personales, hasta tal punto que el futuro

dictador Sila tomó por las armas la ciudad en dos ocasiones. Este último puso de

manifiesto que, en las nuevas condiciones en que se encontraba el Estado, el poder

político personificado en las instituciones de la Urbe podía ser contestado con el poder

militar de las legiones186. Pero a pesar de imponerse por la fuerza tomando Roma en dos

ocasiones y ser nombrado dictador, la corriente popularis no fue eliminada y siguió


                                                                                                               
184
Wulf Alonso 2002, 79; Perelli 1981b, 134;  Duplá 2011c, 286.  
185
Duplá 1990, 111;  Brunt 1973, 155.  
186
Wulf Alonso 2002, 80.  
66

luchando por ver satisfechas sus demandas, siendo la principal durante los años 70 la de

restaurar los poderes tribunicios. Esta ausencia de actividad legislativa libre de

supervisión del Senado es la responsable de que hasta los años 60, una vez restituido

plenamente el poder de los tribunos, no tengamos conocimiento de nuevos episodios de

violencia en las asambleas.

III.4. Los años sesenta y el auge de Cneo Pompeyo Magno

Sobre esta década existe una importante carencia de información, exceptuando los

acontecimientos de la conjura de Catilina ocurrida en el año 63, y los años siguientes

hasta la década de los 50, en los que César comienza a ser protagonista principal de los

hechos. Sobre todo en lo que a los asuntos políticos se refiere, la información referente a

los años comprendidos entre el 70 y el 63 es limitada. Como ejemplo podemos señalar

que Plutarco en las biografías de Lucio Licinio Luculo187 y Pompeyo Magno, se centra

sobre todo en las campañas dirigidas por ambos contra el rey Mitrídates del Ponto, y en

la campaña emprendida por Pompeyo contra los piratas en el Mediterráneo. Apiano, por

su parte, acaba el primer libro de su historia sobre las guerras civiles con el primer

consulado de Pompeyo y Marco Licinio Craso, y comienza el segundo volumen con el

relato de la conjuración de Catilina, haciendo una breve mención a las guerras contra

Mitrídates y los piratas. Aun así tenemos información sobre varios acontecimientos de

violencia en diferentes asambleas.

La política en Roma en la década de los sesenta está marcada por el protagonismo de

Cneo Pompeyo Magno. Siendo muy joven participó en la guerra civil bajo el mando de

su padre Cneo Pompeyo Estrabon, el cual era partidario de Sila. A la muerte de su

padre, se hizo con el control de las legiones y las puso al servicio de Sila, y a pesar de

                                                                                                               
187
Lucio Licinio Luculo cónsul en el año 74, tras esto se encargo de la guerra contra Mitrídates del Ponto.
MRR II, 100.
67

su corta edad y de no desempeñar ninguna magistratura, se convirtió en uno de los

principales colaboradores del dictador. Tras la muerte de Sila, en el año 77 el Senado

encomendó a Pompeyo la guerra en Hispania contra Quinto Sertorio, tarea que terminó

con éxito en el año 71 cuando regresa a Roma. Antes de regresar a la ciudad, participó

de forma testimonial en la derrota de la sublevación servil de Espartaco, misión que se

había encomendado a M. Licinio Craso188 y que éste ya casi había completado, por lo

que surgió una enemistad entre ambos políticos189.

A pesar de esa enemistad ambos fueron elegidos para el consulado del año 70. En el

caso de Pompeyo, al igual que los cargos que ya había desempeñado, en contra de la

tradición y de la ley, pues no reunía la edad necesaria ni había desempeñado las debidas

magistraturas del cursus honorum. Una de las medidas más destacadas implantadas por

los cónsules del año 70, fue la total restauración de los poderes tribunicios. Esta medida

que apenas contó con oposición, venia reclamándose desde la muerte del dictador y, ya

en el año 75 tuvo un importante antecedente. El cónsul de ese año, Cayo Aurelio Cota

eliminó la prohibición silana por la que cualquier ciudadano que desempeñase el cargo

de tribuno de la plebe quedaba inhabilitado para ejercer otra magistratura190. Por tanto

en la década de los 60 asistimos al resurgir de la actividad tribunicia, junto a ella la

tensión política vuelve a aparecer y la violencia en las asambleas, de nuevo se presenta

como un elemento de vital importancia en el desarrollo de la lucha política en Roma.

III.4.1. Violencia en las asambleas tras el primer consulado de Pompeyo

La evidentemente irregular carrera de Pompeyo le había granjeado la enemistad del

sector más conservador de la oligarquía, compuesto por otros senadores también muy
                                                                                                               
188
Marco Licinio Craso, futuro triunviro y colega de Pompeyo en sus dos primeros consulados (70 y 55).
MRR II, 126.
189
Leach 1978, 56-57.
190
 Ungern-Sternberg 2004, 100;  Leach 1978, 59-60; Seager 1979, 18 y 23-24; Smith 1977, 159; Pina
Polo 1999, 145.  
68

próximos a Sila, que durante los años 60 presentaron una férrea oposición a muchas de

las medidas relacionadas con Pompeyo. De hecho, ya en el año 70 un tribuno presentó

una medida para repartir tierras entre los veteranos del cónsul Pompeyo, pero la ley no

fue aprobada, o si lo fue, sus opositores plantearon tantas dificultades (financieras sobre

todo) que no fue posible ponerla en práctica. Por este motivo tras desempeñar el

consulado, Pompeyo rechazó un mando proconsular, permaneció en Roma y se

convirtió en un simple privatus, dedicándose a fortalecer su posición política en la

ciudad191.

III.4.1.1. Aulo Gabinio y el mando especial contra la piratería

La piratería en el Mediterráneo se había convertido, a principios de la década de los 60,

en un tema central en la política romana, más aún cuando el vital abastecimiento de

grano a Roma se veía afectado, generando un gran descontento entre la plebe. Para

poner fin a este problema, en el año 67, el tribuno de la plebe Aulo Gabinio, bajo la

dirección de Pompeyo, presentó un proyecto de ley para crear un mando especial

(imperium extra ordinem) con el fin de combatir a los piratas en todo el

Mediterráneo192. No proponía a nadie en concreto para ejercer este mando, pero dada su

conocida relación con Pompeyo, era evidente que este último estaba detrás de la

propuesta de ley y que deseaba obtener dicho mando militar, con el que engrandecer

aun más su popularidad y poder. Por este motivo, la propuesta de ley recibió una dura

oposición por parte del ala más conservadora del Senado, personificada en el cónsul de

ese año Cayo Calpurnio Pisón193.

A principios del año 67, poco después de acceder al cargo de tribuno, Gabinio tras

presentar la propuesta ante el pueblo y obtener una reacción positiva, lleva el proyecto
                                                                                                               
191
Ungern-Sternberg 2004, 100-101;  Leach 1978, 63 y 69; Seager 1979, 27-28.
192
 Plut. Pomp. 25.2-6.  
193
Cayo Calpurnio Pisón, cónsul en el año 67. MRR II, 142.
69

al Senado, donde se enfrenta a una gran oposición, exceptuando únicamente a un joven

senador, Cayo Julio César, que habla a favor de la propuesta de Gabinio194. En el

Senado el cónsul Pisón amenaza a Pompeyo, y varios senadores atacan a Gabinio que

casi es asesinado. Cuando el tribuno sale del Senado y comunica lo ocurrido al pueblo

concentrado ante la sede senatorial, éste último empieza a atacar a los senadores con

piedras y está cerca de matar al cónsul Pisón (Πίσωνα δὲ τὸν Γάιον τὸν ὕπατον ῾ἐπὶ γὰρ

ἐκείνου τοῦ τε Ἀκιλίου ταῦτ᾽ ἐγίγνετὀ συλληφθέντα καὶ µέλλοντα καὶ ἀντὶ τῶν ἄλλων

ἀπόλλυσθαι ὁ Γαβίνιος ἐξῃτήσατο. D. Cas. 36.24.1-3)195. Finalmente Gabinio convoca

otra asamblea y consigue aprobar la ley, tras superar la obstrucción del tribuno Trebelio

realizando una votación sobre su destitución. En este caso y, a diferencia de la votación

realizada en el 133 por Tiberio Graco contra el tribuno Octavio, Trebelio retira su veto

y la ley es finalmente aprobada196. En dos asambleas siguientes, se otorga el mando a

Pompeyo y se aumentan sus poderes y las fuerzas de las que dispondría para erradicar la

piratería del Mediterráneo197. Según Cicerón, la simple noticia de que Pompeyo se haría

cargo del mando contra los piratas, hizo que se redujese drásticamente el precio del

grano198.

III.4.1.2. Los intereses particulares de Pompeyo y la política en Roma

Realmente no sabemos si este episodio de violencia sucede en el transcurso de una

asamblea, pues una vez que el tribuno que preside la asamblea obtiene una reacción

favorable del pueblo, acude al Senado a presentar la misma propuesta que ha realizado

ante el pueblo, para obtener su visto bueno. Es probable que se tratase de una contio

legislativa inmediata a una votación, y que Gabinio, una vez seguro del apoyo popular a
                                                                                                               
194
Plut. Pomp. 25.7-8; D. Cas. 36.23.4; Vel. Pat. 2.31.2-4.
195
Plut. Pomp. 25.9; D. Cas. 36.24.1-3
196
Plut. Pomp. 26.1; D. Cas. 36.30.1-2.
197
 Plut. Pomp. 26.2-3.  
198
Cic. Leg. Man. 44.
70

su ley, en un gesto de respeto al Senado y a la tradición, presentó la propuesta ante esta

cámara, para obtener su beneplácito antes de proceder a la votación. Pero ante la

violencia desatada por ambas partes enfrentadas Gabinio disuelve la asamblea y la

pospone. El enfrentamiento que tiene lugar, en nuestra opinión, es espontáneo, pues no

sabemos de preparativo alguno. La plebe atemorizada por la falta de grano y el aumento

de sus precios, reacciona violentamente contra el Senado por atacar a Gabinio y por

oponerse a la propuesta de ley dirigida a solventar esa difícil situación.

Resulta difícil de integrar este episodio en de las luchas entre optimates y populares,

pues aunque el Senado en su mayoría estaba controlado por los miembros más

conservadores de la nobilitas, cercanos a Sila durante la dictadura, quien se enfrenta a

ellos, Pompeyo, también fue un acérrimo partidario del dictador. Pero Pompeyo, a

diferencia del resto de colaboradores de Sila, había protagonizado una carrera

totalmente irregular y contraria a la ley (favorecida paradójicamente por el propio Sila),

que le llevó a ser uno de los hombres más poderosos de Roma con tan solo 35 años y a

ocupar el consulado sin haber desempeñado antes magistratura alguna. Debido a su

juventud su gran capacidad y sus ansias de poder, generó un evidente descontento,

envidia y temor entre los miembros del Senado. Por tanto, este episodio ha de analizarse

más en clave personal que “partidista”, pues a pesar de que la ley para crear un mando

contra la piratería era absolutamente necesaria y contaba con el apoyo de la mayoría de

la plebe y la oposición senatorial, en ella prevalecen los deseos de Pompeyo de

conseguir un nuevo mando militar mediante el cual engrandecer su popularidad y poder

político, recurriendo a la táctica puesta en práctica ya por Cayo Mario, la alianza entre

un general y un tribuno de la plebe199. Tampoco se trata de una ley de carácter

reformista, simplemente es la creación de un mando militar especial para asegurar el

                                                                                                               
199
 Tatum 2006, 191-192; Leach 1978, 68-70.  
71

abastecimiento de grano a Roma, pues si éste fallaba, la consecuencia inevitable era un

aumento del descontento de la plebe, que podía degenerar en tumultos y

enfrentamientos.

Otro aspecto de relevancia en este episodio es la aparición de Cayo Julio César,

apoyando la propuesta de Gabinio y, por tanto, también a Pompeyo. Se ha interpretado

este hecho como una táctica de César con doble objetivo, por un lado ganarse el favor

popular, y por otro, el favor de Pompeyo. Tampoco hemos de olvidar que César conocía

de sobra la amenaza que suponían los piratas, pues el mismo fue capturado por un

grupo, y entendía que había que tomar medidas drásticas contra ellos en todo el

Mediterráneo200. También podríamos interpretarlo como una forma de mostrar una

temprana independencia política, pues mediante la asunción de una postura contraria a

la mayoría senatorial, pero sin ser un aliado reconocido de Pompeyo, creaba así su

propia posición política en un importante debate público.

III.4.1.3. La ley de Cayo Cornelio contra el soborno

Al igual que ocurre con gran parte de los acontecimientos ocurridos entre los años 70 y

63, la información sobre el tribuno de la plebe Cayo Cornelio es muy reducida.

Únicamente Dion Casio y Asconio relatan los acontecimientos que rodean la

aprobación de una ley de este tribuno, y relatan cómo durante el proceso de debate se

dieron enfrentamientos violentos, teniendo de nuevo al cónsul Pisón como uno de los

protagonistas.

El mismo año en que se aprobó la propuesta de ley de Gabinio para combatir la

piratería, Cayo Cornelio presentó un proyecto de ley para combatir el soborno,

castigando esta práctica con duras penas201. El Senado, que no estaba de acuerdo con la

                                                                                                               
200
Canfora 2000, 9-14; Seager 1979, 27-28; Leach 1978, 67.
201
D. Cas. 36.38.4.
72

aplicación de unos castigos tan duros, pues afirmaba que con la moderación en las penas

sería más fácil conseguir delatores, pide a los cónsules que alteren la propuesta de

Cornelio antes de proceder a votarla 202 . Cayo Cornelio, irritado con esta táctica

senatorial, realiza una nueva propuesta de ley, mediante la cual impedir al senado

conceder magistraturas, privilegios y firmar tratados sin consultar al pueblo 203 .

Realmente así lo sancionaban la tradición y la ley romanas, pero en la práctica el

Senado incumplía esa obligación. En el debate de esta nueva propuesta, la ley es vetada

antes de que el escriba termine de leerla, pero Cornelio no respeta el veto y procede a

leer él mismo la propuesta204. Ante las fuertes quejas del cónsul Pisón, apoyado por un

grupo de senadores, se da una enfrentamiento con la muchedumbre, que rompe las

fasces del cónsul e intentan descuartizarlo (gravi convicio a populo exceptus est; et cum

ille eos qui sibi intentabant manus prendi a lictore iussisset, fracti eius fasces sunt

lapidesque etiam ex ultima contione in consulem acti. Asc. 51.20) 205 . Cornelio

preocupado por la violencia, disuelve la asamblea206, pero aprobará más tarde la ley

añadiendo una clausula, por la cual los pretores al inicio de su cargo, tendrían que

presentar por escrito la normativa que seguirían en el ejercicio de su magistratura, y que

no podrían alterar207.

Dado el gran nivel de corrupción existente en la política romana, donde el soborno

electoral era una práctica común y sistematizada208, es comprensible la necesidad de una

legislación firme contra esta práctica. También es comprensible que los senadores

fuesen contrarios a las duras penas que imponía la primera ley de Cornelio, pues eran

ellos los que practicaban el soborno para acceder a las magistraturas y para influir en los
                                                                                                               
202
D. Cas. 36.38.5.
203
D. Cas. 36.39.2.
204
Asc. 51.15.
205
D. Cas. 36.39.3; Asc. 51.20.
206
D. Cas. 36.39.4.
207
 D. Cas. 36.40.1-2.  
208
Lintott 1990, 1-16. Artículo imprescindible sobre la práctica del soborno electoral en tiempos de
Cicerón.
73

tribunales. En este episodio, tenemos un ejemplo de cómo el Senado hace un

llamamiento a los cónsules, para que utilicen su potestas avocandi con el fin de

arrebatar la presidencia de la asamblea a Cornelio, y así proponer los cambios en la ley.

Este episodio de violencia, al contrario del protagonizado por Gabinio al presentar la

propuesta de ley contra la piratería, sí que puede ser enmarcado en las luchas políticas

entre optimates y populares, pues lo que reclamaba Cornelio era el respeto al poder y

las prerrogativas del populus209. Tras más de una década de ausencia de actividad

tribunicia, Cornelio trata de afirmar los poderes del pueblo romano frente a la

usurpación senatorial, un aspecto básico de la ideología popularis. Estos hechos le

llevaran a ser acusado de maiestas en el año 65, pero ante la violenta presencia de

partidarios del tribuno, y dado que el presidente del tribunal no se presentó, finalmente

no fue juzgado210.

III.4.2. Pompeyo regresa de Asia

En el año 66, mediante una propuesta de ley presentada en la asamblea popular por el

tribuno Gayo Manilio211, Pompeyo usurpó a Lúculo el mando de la guerra en Asia

contra los reyes Mitrídates y Tigranes212, una táctica ya empleada por Mario contra Sila,

con las fatales consecuencias por todos conocidas. Pompeyo se hizo cargo de una

campaña ya casi terminada, y una vez que derrotó a ambos reyes, se dedicó a

reorganizar toda Asia y a establecer, en nombre del Senado y el pueblo romano,

diferentes pactos con reyes y ciudades, pues en la ley que le otorgó el mando de esta

campaña se le asignaba esta capacidad213. Estando todavía Pompeyo en Asia, durante el

año 63, y siendo cónsul Cicerón, estalló la famosa conjuración de Catilina, que
                                                                                                               
209
 Smith 1977, 150.  
210
Asc. 59-60.
211
MRR II, 153.
212
D. Cas. 36.42.4.
213
Tatum 2006, 192; Leach 1978, 75; Seager 1979, 40.
74

condicionó en gran medida la política en los años sucesivos. A finales de ese mismo año

fueron elegidos para el 62 Julio César como pretor y Quinto Cecilio Metelo Nepote

tribuno de la plebe, dándose una colaboración entre ambos durante el desempeño de sus

cargos. Una de las primeras medidas que propuso Nepote fue reclamar la vuelta de

Pompeyo de Asia para que acabase con la revuelta de Catilina, quien permanecía en

Etruria al mando de un ejército. Su propuesta de ley incluía declarar a Pompeyo cónsul

in absentia, siendo una nueva irregularidad en la carrera del picentino, mal vista desde

las filas optimates.

III.4.2.1. Q. Cecilio Metelo Nepote y el regreso de Pompeyo

Metelo Nepote, que había sido uno de los legados de Pompeyo en la campaña de Asia,

fue licenciado por su general para poder presentarse al tribunado para el año 62214. A

principios de enero, una vez accedió al cargo, presentó la propuesta de ley antes

mencionada y se enfrento a una dura oposición, personificada en otro de los tribunos de

la plebe, el célebre Marco Porcio Catón215. Por su parte, Metelo contaba con el apoyo de

gran parte del pueblo, que confiaba en Pompeyo para realizar cualquier misión, y del

pretor César.

El día que se celebraba la votación, Metelo, acompañado por César ocupó el Foro con

hombres armados, entre los que, según Plutarco, había extranjeros gladiadores y

esclavos 216 ( Μετέλλῳ µὲν ὅπλα καὶ ξένοι καὶ µονοµάχοι καὶ θεράποντες ἐπὶ τὴν

ἀγορὰν τεταγµένοι παρῆσαν. Plut. Cat. Min. 27.1-2). A pesar de la presencia evidente

de hombres armados Catón acudió a la asamblea y vetó la ley y, cuando el secretario se

disponía a proceder a la lectura de la ley, se lo impide. Metelo coge el texto de la ley y

trata de leerlo, pero como Catón se lo arrebata procede a recitarlo de memoria, y


                                                                                                               
214
Plut. Cat. Min. 20.3.
215
Plut. Cat. Min. 26.4; D. Cas. 37.43.1.
216
Plut. Cat. Min. 27.1-2.
75

también es impedido por un tribuno partidario de Catón que le tapa la boca217. Estalla

un enfrentamiento en el Foro y la multitud arroja palos y piedras contra Catón

(γενοµένου δὲ τούτου καὶ πάντων διασκεδασθέντων ὑποστάντα µόνον τὸν Κάτωνα καὶ

βαλλόµενον λίθοις καὶ ξύλοις ἄνωθεν οὐ περιεῖδε. Plut. Cat. Min. 28.2), que es llevado

dentro del templo frente al que se celebraba la asamblea218. Metelo gracias a sus

hombres armados y a la retirada de Catón, trata de aprobar la ley, pero Catón y los

suyos vuelven y atacan con renovadas fuerzas dispersando a Metelo y sus partidarios219

(οἱ δὲ ἐναντίοι ταχέως ἀναλαβόντες ἑαυτοὺς ἐκ τῆς τροπῆς ἐπῄεσαν αὖθις ἐµβοήσαντες

µέγα καὶ θαρραλέον, ὥστε τοῖς περὶ τὸν Μέτελλον ἐµπεσεῖν ταραχὴν καὶ δέος. Plut.

Cat. Min. 28.5). Tras el enfrentamiento, el Senado se reúne y declara un SCU además de

destituir a César y Metelo de sus cargos220. El segundo huye de Roma sin haber

aprobado su ley, y se dirige a Asia a encontrarse con Pompeyo221. César, por su parte,

sigue ejerciendo su cargo como si nada hubiese ocurrido. Cuando recibe noticias de que

le van a impedir continuar con sus funciones por la fuerza, se retira a su casa, pero las

demostraciones de apoyo popular que recibe llevan al Senado a rehabilitarlo en su

cargo222.

III.4.2.2. Pompeyo y los mandos extraordinarios

Una vez más estamos ante un episodio de violencia, el protagonizado por Metelo

Nepote, que tiene sus raíces en las ansias de Pompeyo de adquirir más mandos militares

con los que obtener mayor poder y popularidad a la vez que reforzaba su posición frente

a los optimates. Al igual que en el caso de la ley contra la piratería propuesta por

                                                                                                               
217
Plut. Cat. Min. 28.1-2.
218
Plut. Cat. Min. 28.3.
219
Plut. Cat. Min. 28.5.
220
Plut. Cat. Min. 28.6.
221
Plut. Cat. Min. 29.1.
222
 Suet. Caes. 16.1-2  
76

Gabinio, este episodio ha de ser analizado más en clave personal que “partidista”, pues

a pesar de que la ley contaba con un amplio apoyo entre la plebe y la oposición

senatorial, destacan por encima de todo las ansias de Pompeyo de obtener un nuevo

mando militar, recurriendo a la alianza con un tribuno de la plebe. Igualmente no se

puede interpretar como una ley reformista, más bien es la concesión de un mando

militar y un consulado in absentia a Pompeyo para acabar con la revuelta de Catilina en

Italia223.

Esta ley para reclamar a Pompeyo, también puede ser entendida como una maniobra

para reforzar su posición de cara a su regreso, pues Pompeyo quería asegurarse de que

el Senado aprobaría sus pactos en Oriente. Los optimates habían conseguido imponerse

en varias ocasiones impidiendo, por ejemplo, el reparto de tierras a los veteranos de la

campaña contra Sertorio o la propuesta de Metelo Nepote. Por tanto al igual que sucedió

en el año 70, sí la propuesta de Metelo hubiese triunfado, la llegada a Italia de

Pompeyo al mando de un ejército habría provocado que el Senado se viese forzado a

aprobar tanto sus disposiciones en Asia como un reparto de tierras a los veteranos de sus

legiones224. Finalmente, tras ser rechazada la propuesta de Metelo, y ante la situación de

tensión creada en Roma por su regreso, Pompeyo opta por licenciar a sus legiones al

regresar a Italia, como gesto de conciliación con el Senado225. Pero aun así seguirá

intentando que sus pactos en Asia sean sancionados por el Senado y que se apruebe un

reparto de tierras a sus legionarios, siendo este el tema central en la política romana

durante los últimos años de la década de los 60.

III.4.2.3. El reparto de tierra a los veteranos de Pompeyo

                                                                                                               
223
Pina Polo 1999, 160.  
224
Tatum 2006, 197; Duplá 1990, 133;  Leach 1978, 110; Seager 1979, 69.  
225
D. Cas. 37.20.6; Plut. Pomp. 43.3; Vel. Pat. 2.40.3
77

Pompeyo regresó a Italia finales del mismo año 62 y, como ya hemos dicho, procedió a

licenciar sus legiones y después se dirigió a Roma. Su actividad política tras su llegada

se centró en lograr que sus pactos en Asia fuesen sancionados por el Senado y que se

aprobase un reparto de tierras a sus legionarios, siendo estos los temas centrales en la

política romana durante los últimos años de la década de los 60. Tras varios años

ausente de Roma, su influencia política (que no su popularidad) estaba muy mermada y,

por tanto, también su capacidad de forzar la aprobación en bloque de sus pactos en Asia

y el reparto de tierras a sus veteranos. A pesar de contar con la colaboración de varios

magistrados en los años 61 y 60, no fue capaz de lograr sus objetivos. En el año 61

contó con el apoyo del cónsul Marco Pupio Pisón y, para el 60, logró recurriendo al

soborno que, Lucio Afranio, su legado en diferentes campañas, fuese elegido cónsul a

pesar de ser un homo novus de escasa influencia y capacidad política. Junto a Afranio

en el consulado, Pompeyo contaba con un tribuno de la plebe, Lucio Flavio al que atrajo

para sus intereses, y quién presentó una ley agraria para repartir tierras entre los

veteranos de las campañas en Asia de Pompeyo y la plebe urbana226.

III.4.2.4. Dificultades políticas de Pompeyo y creación del Triunvirato

Tan solo Dion Casio y Cicerón transmiten la información de un acto, no demasiado

violento, en el que un magistrado emplea la fuerza contra otro, ocurrido en la contio en

la que Flavio propuso su lex agraria. Según el historiador griego, al presentar Flavio su

propuesta de ley, el otro cónsul del año 60, Quinto Cecilio Metelo Celer opuso una

                                                                                                               
226
Tatum 2006, 198; Leach 1978, 110 y 116; Seager 1979, 76. Marco Pupio Pisón Frugi cónsul en 61 y
Lucio Afranio en 60, Lucio Flavio tribuno de la plebe en 60. MRR II, 178, 182 y 184.
78

tenaz resistencia a la propuesta227. Flavio tomó la decisión de ordenar el ingreso en

prisión del cónsul y, para asegurarse de que nadie trataba de rescatarlo, él mismo hizo

guardia ante la puerta de la cárcel. Pompeyo creyendo que el tribuno se había

extralimitado, o para mejorar su imagen ante las filas optimates, ordeno a Flavio que

dejase en libertad a Metelo Celer y desistiese en la aprobación de la ley228.

Gracias a este episodio podemos comprobar la relativamente débil posición política de

Pompeyo durante estos años, quién ni recurriendo a la fuerza conseguía ver aprobadas

sus disposiciones en Asia y el reparto de tierras a sus veteranos. A pesar de sus triunfos

contra los piratas y los reyes Mitrídates VI y Tigranes II en Asia, que le reportaron una

gran popularidad tanto entre la plebe como entre los equites, el ala más conservadora

del Senado presentó una dura y exitosa oposición contra las intenciones de Pompeyo.

Ilustres senadores como Quinto Lutacio Catulo, Quinto Hortensio y L. Licinio

Luculo229, que conformaban el núcleo de la facción optimate, a los que se sumó un

joven Marco Porcio Catón, trataron de evitar a toda costa la aprobación de las

propuestas de Pompeyo, pues siempre fueron contrarios y temieron la concesión de

poderes y leyes que aumentasen tanto la popularidad como el poder del picentino. Esta

dura oposición optimate combinada con las dificultades políticas de Pompeyo, se

manifestó en la escasa efectividad que tuvieron sus distintos colaboradores, sobre todo a

la hora de promover las leyes dirigidas a repartir tierras entre sus veteranos y la

ratificación en bloque de sus pactos en Asia.

Es por este motivo que Pompeyo establece una colaboración con César, quién ya había

                                                                                                               
227
Metelo Celer, al igual que su hermano Metelo Nepote, había participado como legado de Pompeyo en
la campaña de Asia, pero cuando Pompeyo regresa de Asia y repudia a su esposa, hermana de ambos, los
hermanos Metelo abandonan el bando pompeyano y se convierten en firmes opositores de Pompeyo.
Quinto Cecilio Metelo Celer fue cónsul en el año 60. MRR II, 182.
228
D. Cas. 37.50.1-3; Cic. Att.1.18.6; 2.1.8.  
229
Quinto Hortensio Hortalo y Quinto Lutacio Catulo fueron dos políticos conservadores, el primero
brillante orador fue cónsul en el año 69. Catulo fue cónsul en el año 78. MRR II, 131 y 85.
79

demostrado su apoyo a Pompeyo en varias ocasiones durante los años 60 y, tras regresar

de ejercer su año de gobierno en Hispania, se presentó a las elecciones para el

consulado del año 59. En César Pompeyo tenía al candidato perfecto para apoyar sus

políticas: un hombre de una ilustrísima familia sin vínculos con Pompeyo, altamente

capacitado, brillante orador y con un gran apoyo popular. Como contrapartida, estas

cualidades de César estaban acompañadas de una gran ambición y, éste último, a

cambio de su colaboración, pidió a Pompeyo su apoyo para lograr un gran mando

militar tras su consulado. De esta forma, el propio Pompeyo, fue principal responsable

del fortalecimiento del que sería su gran rival años más tarde. Junto a Craso formaron el

conocido como Primer Triunvirato, la alianza política mediante la cual los tres pasaron

a dominar la política en Roma durante varios años y, que no fue un cargo legal como en

el caso del segundo triunvirato, sino una alianza privada y secreta con el objetivo de

conseguir beneficios mutuos230. Por tanto el año 59, año en el que César desempeña el

consulado, estuvo marcado por una política, por un lado dirigida a satisfacer las

peticiones de Pompeyo y Craso y, por otro, a consolidar su propia posición política

ganándose aun más el favor popular y preparando el que sería su mando proconsular en

la Galia.

III.5. El consulado de Cayo Julio César

La década de los 50 es, sin duda alguna, una de las mejoras documentadas del periodo

republicano. Muchos de los textos de Cicerón se escribieron en estos años, o tuvieron su

desarrollo en ellos. Al mismo tiempo la aparición de Julio César como un personaje

central en el desarrollo de la política romana y, en el proceso de desaparición de la

                                                                                                               
230
Pina Polo 1999, 177; Leach 1978, 120-122; Seager 1979, 82; Perelli 1981b, 185.
80

República, hacen que estos años sean unos de los más estudiados en épocas posteriores.

Al igual que la época, el personaje vital que fue César ha sido ampliamente estudiado

hasta nuestros días y, disponemos de numerosas biografías dedicadas a este personaje.

La escena política en esta década estuvo dominada por el pacto realizado entre

Pompeyo, Craso y César, con el objetivo de apoyarse mutuamente para lograr sus

objetivos políticos. Su alianza los convirtió en el autentico poder dominante en Roma,

mostrando la debilidad de las instituciones republicanas y la incapacidad de los

optimates, frente a una alianza que apuntaba de manera creciente hacia la solución

personal apoyada en clientelas militares231.

En el año de su consulado, con el apoyo de Craso y Pompeyo, César emprendió una

intensa labor legislativa, destinada a satisfacer las demandas de sus socios y a lograr

más apoyo popular. Para esto buscó ganarse el favor de la plebe con diferentes medidas,

encaminadas a mejorar la difícil situación económica y social en la que se encontraba la

mayoría de este sector de la población romana. Una de esas medidas fue la ley agraria,

con la que César cumplía dos objetivos a la vez. Por un lado satisfacía una de las

demandas de Pompeyo, el reparto de tierras a sus veteranos y, por otro, aumentaba su

popularidad solucionando el problema de los ciudadanos sin tierra ni recursos, a los que

también estaba destinada la ley. Una vez más los optimates, contrarios a toda concesión

a Pompeyo y a todo cambio que atacase el orden establecido, ejercieron una dura

oposición a esta medida de César.

III.5.1. La lex Iulia agraria

Sobre los episodios de violencia relacionados con la aprobación de esta ley contamos

                                                                                                               
231
Ungern-Sternberg 2004, 102; Pina Polo 1999, 171.  
81

con amplia información, siendo Apiano quien transmite el relato más extenso y

detallado. Como es habitual, existen varias contradicciones entre las fuentes en varios

detalles, incluso el propio Plutarco, que menciona este episodio en cuatro de sus

biografías, aporta distintas versiones de este suceso. Por tanto vamos a tratar de realizar

un reconstrucción lo más acertada posible, señalando cuales son las diferentes versiones

existentes sobre este episodio

Nada más acceder al cargo de cónsul, en enero del 59, César presentó su propuesta de

ley agraria. En primer lugar y, de acuerdo a la tradición, acudió ante el Senado en busca

de su visto bueno, pero se encontró con una dura oposición por parte de Catón y de su

colega en el consulado Marco Calpurnio Bíbulo232. Por este motivo lleva directamente

la propuesta ante el pueblo congregado en una contio en el Foro, donde había muchos

veteranos de Pompeyo y partidarios de César armados233. Allí, acompañado de Craso y

Pompeyo, César presenta la ley obteniendo inmediatas muestras de apoyo popular.

Bíbulo, con el fin de oponerse a la ley de César, acude al Foro donde se desarrollaba la

asamblea, acompañado por varios de sus partidarios y por Catón. Se produce un tumulto

en el que es atacado por seguidores armados de César, que rompen las fasces de los

lictores de Bíbulo, arrojan sobre éste un cesto con desperdicios y hieren a varios de sus

partidarios (lege autem agraria promulgata obnuntiantem collegam armis Foro expulit.

Suet. Caes. 20.1)234. Bibulo es conducido a un templo cercano por sus seguidores,

mientras que, según Apiano, Catón se queda e intenta hablar al pueblo, pero es

expulsado de la tribuna por los seguidores de César, aun así vuelve a intentarlo para ser

expulsado de nuevo235. Tras este episodio, Bíbulo se retira a su casa para observar los

signos en el cielo y emitir edictos desautorizando todas las acciones de César, quién,
                                                                                                               
232
Marco Calpurnio Bíbulo pretor y cónsul junto con César en los años 62 y 59. MRR II, 173 y 187.
233
Ap. B.C. 2.10; Plut. Caes. 14.3; Pomp. 47.5-7; D. Cas. 38.2.1-3; 38.3.1-3.  
234
Suet. Caes. 20.1; Plut. Pomp. 48.1-3; Cat. Min. 32.1-4; D. Cas. 38.6.3.
235
Ap. B.C. 2.11.
82

tras aprobar su ley agraria, ejercerá de cónsul en solitario el resto del año236.

Respecto a las diferencias en las versiones, la principal de ellas es el tipo de obstrucción

que presenta Bíbulo a las leyes de César. Apiano simplemente menciona que la

aparición del cónsul optimate en el Foro genero el ataque, mientras que Plutarco, en la

biografía de Pompeyo, menciona que Bíbulo acude acompañado de dos tribunos

partidarios suyos, suponemos que con la intención de vetar la ley de César237. Por su

parte Suetonio y Dion Casio aluden a motivos religiosos. Según el primero de ellos,

Bíbulo recurrió a los augurios (obnuntiatio) para impedir la votación de la ley238. Dion

Casio, en cambio, afirma que Bibulo recurrió a la proclamación de varios días feriales

en los que no se podían realizar actos públicos (iustitium)239. Pero, finalmente, ninguna

de las tácticas mencionadas impidió que César aprobase su ley agraria. Los

acompañantes de Bíbulo en este episodio también varían según las diferentes versiones.

Apiano y Plutarco, en su vida de Pompeyo, mencionan la presencia de Catón, quien

también interviene en el episodio, añadiendo Plutarco la presencia de Lúculo240. El

resto de autores y Plutarco, en las restantes biografías que comentan este episodio, no

mencionan nada de los acompañantes de Bíbulo. Por último, Plutarco presenta dos

versiones de la presentación de la ley agraria de César. En todas las biografías que

comentan este episodio, excepto una, se señala que es César quien presenta la ley

agraria. En cambio, en la biografía sobre Marco Catón, Plutarco afirma que la ley es

presentada por varios tribunos de la plebe, a los que César da su apoyo241. A pesar de

estas diferencias, creemos que el episodio es reconstruible en los términos aquí

planteados. En todo caso no queda claro qué método obstruccionista empleó Bíbulo

                                                                                                               
236
Ap. B.C. 2.12; D. Cas. 38.6.5; Suet. Caes. 20.2; Plut. Caes. 14.9.
237
Ap. B.C. 2.11; Plut. Pomp. 48.1-2.
238
Suet. Caes. 20.1
239
D. Cas. 38.6.1.
240
Plut. Pomp. 48.1; Luc. 42.6.
241
 Plut. Cat. Min. 34.1.  
83

contra la ley agraria de César.

III.5.2. César, cónsul popularis

En Julio César tenemos la figura de un autentico popularis, pues toda su carrera política

estuvo encaminada a ganarse el apoyo del pueblo defendiendo sus derechos y

reclamaciones. Una vez ocupó el cargo de cónsul, César emprendió inmediatamente una

campaña de reformas de marcado carácter popular, como ejemplo la ley agraria, que no

solo estaba dirigida a los veteranos de Pompeyo, sino también a la empobrecida plebe

urbana y rural. Otra medida cesariana de marcado carácter popular fue la obligación de

publicar los edictos de todo lo dicho y acontecido tanto en el Senado como en las

asambleas. Apoyado en los poderes de su cargo, en su popularidad y en la alianza

establecida con Pompeyo y Craso, fue capaz de dominar la política en Roma durante

todo el año 59, dejando a los optimates en una posición desde la que poco podían hacer

contra el cónsul242.

Plutarco afirma que César, debido al número de leyes aprobadas y a que lo hizo en todas

las ocasiones mediante la asamblea de la plebe sin contar con el Senado, se comportó

más como un tribuno de la plebe y convirtió su consulado en una especie de

tribunado243. No era muy común que un cónsul promoviera tantas medidas de carácter

popular contra el parecer del Senado, pero César, valiéndose de los poderes de su cargo

de cónsul, puso en práctica una nueva forma de actuación política popularis. Debido al

respaldo que le ofrecía su pacto con Pompeyo y Craso y su cargo como máxima

autoridad política romana, pudo emplear la fuerza como elemento persuasivo, mediante

                                                                                                               
242
Canfora 2000, 69-79; Seager 1979, 86; Duplá 2011c, 289-90.
243
Plut. Caes. 14.2; Pomp. 47.5.  
84

el cual forzar la aprobación de sus leyes e impedir los intentos obstruccionistas que

pudiesen plantear los optimates a las mismas 244 . Además era complicada la

promulgación de un SCU por parte del Senado, pues no solo se encontraba dividido y

los optimates en inferioridad de condiciones ante César y sus socios, sino que éste

ocupaba el puesto de mayor autoridad política en Roma y contaba con un amplio apoyo

popular. Creemos que estos motivos son los que realmente frenaron a los optimates, por

tanto no compartimos la visión de Smith, quien afirma que el SCU no se promulgó

porque era inviable para el Senado llamar al cónsul César para acabar con sí mismo. Al

igual que ocurrió en el caso del consulado de L. Cornelio Cinna, bien podría el Senado

haber promulgado un SCU contra uno de los cónsules apoyado en su colega, si hubiese

estado en condiciones de hacerlo debido a la débil situación del cónsul al que se dirigía

el SCU, pero César representa el ejemplo contrario a un cónsul con poca influencia o en

una situación política de debilidad.

Síntoma de esa inferioridad de condiciones en la que se encontraban los optimates, es

que su tenaz oposición era de carácter más bien simbólico. Ante el gran apoyo popular

con el que contaba César, la presencia de hombres armados, la autoridad de su cargo y

la de sus socios (presentes también), los optimates no se arriesgaron a un

enfrentamiento armado pues sabían de sus escasas posibilidades de vencer. Es por este

motivo por el que creemos que la obstrucción a las leyes de César fue de carácter

religioso, empleando Bíbulo la obnuntiatio. No obstante, siendo César además de

cónsul pontífice máximo, fácilmente podía rechazar los presagios desfavorables

emitidos por otro magistrado o sacerdote245.

                                                                                                               
244
Canfora 2000, 87-92; Perelli 1981b, 186; Smith 1977, 164.  
245
Canfora 2000, 96; Perelli 1981b, 187.
85

III.5.2. El mando proconsular en la Galia

Tras haber cumplido con las condiciones impuestas por sus colegas en el Triunvirato y

haber logrado un gran apoyo popular con otras leyes aprobadas, César se dispuso a

rentabilizar su parte del trato alcanzado con Craso y Pompeyo. Como ya hemos dicho,

la contrapartida exigida por César a los dos triunviros era su apoyo en la consecución de

un mando militar extraordinario de larga duración. Disponía ya de prestigio y poder

político, además de un gran apoyo popular, pero carecía de prestigio militar, al menos

comparable al del mismo Pompeyo, para poder ser uno de los más renombrados y

poderos políticos de su tiempo. Para ello, era necesario un mando militar prolongado en

el que demostrar sus cualidades y conseguir fidelizar a una gran masa militar, con la que

completar su influencia en todos los ámbitos de la sociedad romana. Eligió las

provincias de la Galia Cisalpina y Transalpina junto al Ilírico, pues en los últimos años

varias migraciones de pueblos galos habían provocado enfrentamientos con tribus galas

aliadas del Senado y el pueblo romanos. Una victoria contra estas tribus le acercaría en

el imaginario romano a su familiar Cayo Mario, el líder popular que frenó la entrada de

las tribus germánicas en la península Itálica, motivo por el que fue aclamado como

salvador y padre de la patria. Además contaba con un importante factor como era la

cercanía a Roma, pues cuando no se hallase en campaña en la Galia mas allá de los

Alpes, sobre todo durante el invierno, su proximidad con Roma le permitiría estar más y

mejor informado sobre la situación política en la ciudad y, por tanto, poder influir en

ella246.

En esta ocasión César, además de la presencia de hombres armados, se vale del tribuno

de la plebe Publio Vatinio, quien presentó en mayo una ley ante la asamblea de la plebe

                                                                                                               
246
Canfora 2000, 109-110.    
86

para otorgar a César las provincias de la Galia Cisalpina y el Ilirico, por cinco años y

con tres legiones247. Como el Senado, en el año anterior al consulado de César, había

decretado que los dos cónsules del año 59, tras dejar sus cargos, en lugar de ser elegidos

gobernadores de provincias deberían ocuparse de los bosques y caminos pastorales de

Italia (una medida claramente dirigida contra César, para evitar que este ganara poder

militar), esta ley sobre la adjudicación de provincias a César contó con una decidida

oposición por parte de los optimates248. En concreto, Catón se opuso con su habitual

vehemencia y César reaccionó ordenando encarcelarlo para así poder aprobar su ley

(Κάτωνα µὲν οὖν ἐπιχειρήσαντα τούτοις ἀντιλέγειν ἀπῆγεν εἰς φυλακὴν ὁ Καῖσαρ. Plut.

Caes. 14.11) Como esperaba más resistencia por parte de Catón, ante la pasividad de

éste, César ordeno que lo liberaran tras haber aprobado la ley sobre sus provincias249. El

Senado concedió también la Galia Transalpina y una legión más, sabedor de que si no lo

otorgaba, César lo obtendría mediante la asamblea de la plebe. Plutarco, de nuevo,

presenta este episodio de forma diferente en la biografía de César por un lado y, en la de

Catón, por otro. En la Vida de César el relato de Plutarco es el que acabamos de

reflejar, pero en la biografía dedicada a Catón, este episodio del encarcelamiento se

sitúa en torno a la aprobación de la segunda ley agraria de César para repartir tierras de

Campania entre los más pobres250.

III.5.3. Publio Clodio Pulcro, un aliado necesario

César, antes de acudir a ocupar su cargo de gobernador de la Galia, trató de asegurarse

cierto control de la situación política en Roma en su ausencia, pues no podía perder la


                                                                                                               
247
D. Cas. 38.8.4-5; Suet. Caes. 22.1; Vel. Pat. 2.44.5; Plut. Caes. 14.10; Pomp. 48.4; Cat. Min. 33.5.  
248
Canfora 2000, 107. Tatum 2006, 200.
249
Plut. Caes. 14.11.
250
Plut.Cat. Min. 33.5.
87

situación de ventaja en la que se encontraba frente a los optimates, ni permitir que estos

emprendiesen acciones contra él o contra sus leyes. Para ello no solo contó con el apoyo

de sus dos aliados políticos Pompeyo y Craso, sino que además se asoció con Publio

Claudio Pulcro251. En el año 59, con la ayuda de los triunviros, consiguió convertirse en

plebeyo por adopción (transitio ad plebem), pasando a llamarse por el nombre por el

que ya le conocemos, Clodio. Conocido por su fama de alborotador y agitador, se creía

que había iniciado un motín de las tropas de Luculo contra éste durante la campaña de

Asia. Además protagonizó un escándalo con la mujer de César durante una celebración

religiosa en casa del Pontífice Máximo, pero de ello hablaremos más adelante.

Debido al apoyo popular y a las formas de organización de la plebe que desarrolló para

influir en la vida política romana (sobre todo a partir del año 58), Clodio se presentaba

como un aliado capaz de condicionar la política a favor de los triunviros y de sus

propios fines. Al poco tiempo de acceder al cargo de tribuno, presentó varios paquetes

de medidas de marcado carácter popular, entre ellas una encaminada a atacar a Cicerón

por su actuación durante la conjura de Catilina, pues ordenó la ejecución de ciudadanos

romanos sin un juicio previo. De esta forma los triunviros atacaban al que era uno de los

principales miembros de los optimates y, al mismo tiempo al SCU, el recurso represivo

por excelencia empleado por el Senado y Cicerón contra los catilinarios y otros lideres

populares en diversas ocasiones252.

A pesar de su colaboración con César y sus socios y de defender las políticas de estos

durante los años siguientes al consulado de César, prolongando su influencia, no se

puede entender la figura de Clodio como un mero instrumento en manos de César,

mucho menos en las de Pompeyo y Craso. Sus medidas para mejorar las condiciones de

                                                                                                               
252
Canfora 2000, 103-104.
88

vida de la plebe y el apoyo que obtenía por ello, junto con la adopción de la violencia

como arma política, le permitieron desarrollar una alto grado de independencia en su

actividad política, actuando en ocasiones en contra de los intereses de sus aliados los

triunviros, actitud que en ocasiones llevó la relación con éstos a un punto cercano a la

ruptura. A pesar de esto, la colaboración fue evidente pues estaban unidos por la

determinación de hacer frente a los optimates y dominar la política romana, siendo

Clodio, mediante el empleo de la violencia, la persona ideal elegida por los triunviros, o

al menos eso pareció en principio253.

III.6. La violencia de las bandas de Clodio y Tito Anio Milón

Como mencionamos anteriormente, la mayor parte de la información sobre Clodio la

tenemos gracias a su mayor enemigo, Cicerón. Por este motivo es necesario resaltar la

evidente falta de objetividad en la información aportada por Cicerón, sobre todo en sus

discursos. Las primeras noticias que tenemos sobre Publio Clodio lo presentan como un

joven agitador, ambicioso y de comportamiento poco acorde con la moralidad de la

época, pero perteneciente a una de las familias nobles más famosas y ricas de Roma, los

Claudios Pulcros. Una de las referencias más tempranas que tenemos sobre la vida de

Clodio la transmite Plutarco, quien cuenta cómo Clodio participó y tuvo un importante

papel en la campaña de Lúculo en Asia, pues era hermano de la mujer de este último.

En concreto, se culpa a Clodio de haber instigado un motín de las tropas de Lúculo

contra su general, mediante la comparación entre la situación y los premios concedidos

a los soldados de Pompeyo, con la de las tropas de Lúculo. Finalmente Lúculo volvió a

retomar la autoridad sobre sus hombres y continuó con la guerra hasta que fue relevado

                                                                                                               
253
Canfora 2000, 104; Perelli 1981b, 191-192; Lintott 1999,  191-193.
89

por Pompeyo254.

III.6.1. El escandalo de la Bona Dea

De vuelta en Roma a finales de año 62, habiendo sido elegido para el cargo de cuestor,

Clodio protagonizó un sonado incidente de carácter religioso, pero también moral y

político. En casa del Pontifice Máximo, cargo ya ocupado por César, se celebraba la

fiesta de la Bona Dea, una festividad religiosa de carácter anual y necesaria para la

salvaguarda del Estado. Esta festividad era de carácter femenino y sus ritos los llevaban

a cabo mujeres únicamente, siendo un sacrilegio la presencia de cualquier presencia

masculina. Sabemos que, disfrazado de mujer, Clodio se introdujo en casa de César

cuando los ritos sagrados se estaban realizando. Una vez dentro, fue descubierto y, de

esta forma, el escandalo de los ritos de la Bona Dea pasó a dominio público, dándose un

amplio debate y un juicio contra Clodio, quien, por primera vez empleó a partidarios

suyos para condicionar el resultado de una asamblea mediante el uso de la fuerza.

Tras el sacrilegio cometido, Clodio fue denunciado ante el Senado y, tras el debate en la

cámara, se presentó una propuesta para juzgarle mediante un tribunal especial, evitando

así un juicio convencional, ya que en el segundo tendría más posibilidades de salir

absuelto255. En contra de Clodio estaba la mayoría del Senado encabezado por Cicerón,

quien recibió el apoyo de Pompeyo y Craso, siendo el primero más cuidadoso y neutral

en sus palabras y el segundo alabando a Ciceron de una forma sospechosamente

exagerada. Aun así, Clodio contaba con el apoyo de algunos importantes senadores,

entre ellos Cayo Escribonio Curión, cónsul en el año 76, y el cónsul de ese año, Cayo

                                                                                                               
254
Plut. Luc. 34.1-6.
255
 Cic. Att. 1.13.3.  
90

Calpurnio Pisón. Además un hijo de Curión, íntimo amigo de Clodio, organizó una

banda de jóvenes nobiles con el fin de presionar en favor de Clodio256. El propio

Cicerón afirma que, al realizar la propuesta para juzgar a Clodio mediante un tribunal

especial, los partidarios de éste ocuparon los pontes (los pasillos o corredores que

llevaban a los electores hasta las urnas), impidiendo la votación que tuvo que ser

aplazada (Operae Clodianae pontes occuparant. Cic. Att. 1.14.5)257. Finalmente, su

causa se llevó a cabo en un juicio normal y gracias al apoyo de Craso y a los sobornos

efectuados por éste, Clodio fue absuelto del cargo de sacrilegio, pero ganó un gran

enemigo para el resto de su vida258.

En este episodio podemos ver la primera aparición de un grupo de partidarios de Clodio

empleando la fuerza física para condicionar el desarrollo de una asamblea. Pero en este

caso y, a diferencia de la estrategia que desarrollará más tarde, ese grupo de partidarios

no está compuesto por miembros de la plebe urbana. Son jóvenes nobiles amigos de

Clodio quienes forman este grupo que, capitaneado por Curión (hijo de un senador de

rango consular), trata de influir a favor de Clodio en el desarrollo de los

acontecimientos que rodean el juicio de éste. Por tanto, en este momento de la recién

iniciada carrera política de Clodio, no podemos afirmar que se trate de un líder

popularis, ni que contase con un amplio apoyo entre la plebe romana. No es de extrañar

pues Clodio no había ocupado todavía ningún cargo público desde el que poder

emprender una actividad legislativa a favor de la plebe, mediante la cual ganar apoyo

popular y adherirse a la corriente popularis. Tampoco debemos olvidar que su

condición de patricio, por el momento, le impedía presentarse al tribunado de la plebe,

magistratura normalmente asociada a los políticos populares y a la presentación de


                                                                                                               
256
Cayo Escribonio Curión padre fue cónsul en el año 76, su hijo murió en la guerra civil luchando en el
bando cesariano. MRR II, 92
257
Cic. Att. 1.14.5.
258
Tatum 2006, 19; Leach 1978, 116; Seager 1979, 76.
91

medidas reformistas.

Los hechos acontecidos tras el escándalo de la Bona Dea, supusieron el principio de una

profunda enemistad entre Clodio y Ciceron y la definitiva alineación del primero con las

posturas populares, hechos que marcaron drásticamente la política romana en la década

de los 50. Los numerosos ataques y las descalificaciones propias de la invectiva

ciceroniana lanzados contra Clodio, harán que éste último busque venganza más tarde.

Como ya hemos dicho, los triunviros, afectados también por la afilada lengua de

Cicerón, facilitaron en el año 59 la conversión en plebeyo de Clodio, para que este se

presentase al tribunado de la plebe con el fin de atacar a Cicerón desde esa posición.

Una vez elegido tribuno, nada más acceder a su cargo el 10 de diciembre del 59, con el

apoyo de los cónsules Pisón y Gabinio promulgó un paquete de medidas de marcado

carácter popularis; la legalización de los collegia prohibidos por el Senado (lex Clodia

de collegiis), una lex frumentaria que hacia las distribuciones de grano totalmente

gratuitas, una ley para limitar el empleo de la obnuntiatio en las asambleas (lex Clodia

de agendo cum populo, lex Clodia de obnuntiatione) y, otra para limitar el poder de los

censores para expulsar a un ciudadano del censo (lex Clodia de censoria notione);

debían estar ambos censores de acuerdo y tendría que celebrarse un juicio ante el

pueblo, siendo éste último el único capacitado para tomar esa decisión 259. Según

Cicerón, estas y las posteriores leyes presentadas por Clodio durante su tribunado

fueron aprobadas gracias a la intervención de sus bandas armadas260.

III.6.2. Lex Clodia de exsilio Ciceronis

Tras aprobar estas medidas y obtener con ellas un gran apoyo popular, en marzo del 58

                                                                                                               
259
Tatum 2006, 201; Seager 1979, 103; Perelli 1981b, 193-194.
260
Cic. De domo. 21.54.
92

Clodio propuso la aprobación de una lex de provocatione. Esta ley estaba en la línea de

la aprobada por Cayo Graco y buscaba reafirmar los derechos de los ciudadanos frente

al poder coercitivo de los magistrados y las medidas de excepción aprobadas por el

Senado. Claramente esta ley estaba dirigida contra el SCU, la controvertida medida de

excepción por la que los derechos ciudadanos de aquellos que, según los optimates,

atentaban contra la República eran suprimidos. En esta primera propuesta de ley no

figuraba como objetivo una persona en concreto, aunque estuviese claro contra quien

iba dirigida, tomando inmediatamente Cicerón la decisión de partir al exilio. Al poco de

partir Cicerón, Clodio presentó otra propuesta, esta vez sí dirigida exiliar a Cicerón por

la represión contra los catilinarios (lex de exilio Ciceronis), que fue igualmente

ratificada. El Arpinate denuncia la presencia de bandas armadas condicionando el

debate y la resolución de ambas leyes mediante el empleo de la violencia, sobre todo en

la ley dirigida contra él pues, ante las muestras de apoyo recibidas por Cicerón, Clodio

ataca con sus bandas matando a un gran número de personas para forzar la aprobación

de la ley (erat autem expulsus sine iudicio, vi, lapidibus, ferro servito denique

concitato. Cic. Pro Sest. 24.53) 261.

En los primeros meses del 58, el triunvirato permanecerá cohesionado y sin disensiones,

facilitando el desarrollo de las políticas de Clodio, sobre todo la aprobación de la lex de

provocatione. Pompeyo, al igual que otros influyentes senadores amigos y partidarios

de Cicerón, abandonaron a este último, pues nadie deseaba ganarse la animadversión de

Clodio y los triunviros mediante su apoyo a Cicerón. Pero Clodio, tras lograr la victoria

sobre su principal rival, dirigirá sus ataques contra el hombre más poderoso en Roma,

participante de la asociación que le había permitido convertirse en plebeyo y ser elegido

tribuno de la plebe, Pompeyo. En concreto, Clodio atacó la organización de las

                                                                                                               
261
Cic. De domo. 30.79; 42.110; Pro Sest. 24.53; 30.65.
93

provincias orientales efectuada por Pompeyo pocos años atrás, que tanto esfuerzo le

había costado a este último aprobar262.

Interesa resaltar aquí la propuesta de Clodio para anexionar Chipre al Estado romano,

ley que según podemos observar cumplió tres objetivos distintos, ejemplo de la agudeza

política de su impulsor. En primer lugar, esta anexión de la isla perteneciente al reino de

Egipto estaba destinada a sufragar los gastos de la lex frumentaria de Clodio, pero como

ya hemos mencionado suponía un ataque al prestigio de Pompeyo pues alteraba las

disposiciones efectuadas por éste en Oriente. Además Clodio nombró supervisor de la

anexión de Chipre a Catón, quién tuvo que abandonar Roma para desarrollar su cargo.

Mediante esta táctica Clodio alejaba de Roma a uno de los principales lideres optimates,

en concreto al más intransigente y que con mayor fuerza se oponía habitualmente a las

propuestas populares; por tanto dejó a los optimates con las fuerzas todavía más

disminuidas que tras el exilio de Cicerón. Además, Clodio involucraba en la legislación

de su tribunado a Catón, quién era conocido por su fama de escrupuloso e incorruptible

y, no solo aportaba prestigio y fiabilidad a la legislación clodiana, sino que también

tendría que limitar sus ataques al tribuno y a sus leyes por ser él mismo participe de

ellas263.

Por este motivo y, viéndose solo ante los ataques de Clodio, ya que sus dos socios nada

hacían por contener al tribuno, Pompeyo, a finales del año 58 se dedicó a traer de vuelta

a Roma a Cicerón, el mayor enemigo de Clodio. Para esta labor contó con la

colaboración de Tito Anio Milón, a quien Pompeyo ayudó en su acceso al tribunado

para el año 57, con el fin de promover una ley por la que se anulase el exilio de Cicerón.

Milón, para combatir las bandas armadas de Clodio formadas por la plebe urbana

                                                                                                               
262
Tatum 1999, 168; Seager 1979, 104-105.
263
Tatum 1999, 155-156; Perelli 1981b, 195; Seager 1979, 105.
94

partidaria del tribuno, organizó sus propias bandas con gladiadores y mercenarios,

luchadores profesionales a los que pagaba por sus servicios. Además Pompeyo movilizó

a gran parte de su clientela por toda Italia, para que acudiesen a Roma a presionar en los

debates, a participar en las votaciones a favor del regreso de Cicerón y, en caso

necesario, a enfrentarse con los partidarios de Clodio bajo el mando de Milón264.

III.6.3. Pompeyo, Milón y el regreso de Marco Tulio Cicerón

Entre finales del año 58 y mediados del 57 se convocaron numerosas contiones en las

que se hablaba a favor de Cicerón y se reclamaba su regreso, siendo los tribunos Milón

y Sestio, entre otros, quiénes más activamente reclamaron la vuelta de Cicerón, gracias

al apoyo que les brindaba Pompeyo. Esta campaña emprendida por los dos tribunos en

favor del regreso del Arpinate, se topó con la oposición de Clodio, quién a pesar de no

ocupar ningún cargo público en el año 57 seguía teniendo un gran poder sobre la plebe,

y por consiguiente, capacidad para condicionar la política según sus intereses mediante

el empleo de la violencia. Hasta la aprobación en agosto del mismo año una ley que

permitía el regreso de Cicerón, tuvieron lugar numerosos enfrentamientos entre los

mercenarios de Milón y Sestio y las bandas de Clodio, pues este último trató de

boicotear tanto las contiones en las que se hablaba a favor del regreso de Cicerón, como

los comitia en que se votaba para ello265.

En enero del 57, siendo ya Clodio un privatus, el senado emitió un decreto para la

aprobación de una ley que permitiese el retorno de Cicerón, pero un tribuno partidario

de Clodio, S. Atilio Serrano, bloqueó durante todo el mes la aprobación de cualquier

                                                                                                               
264  Tatum 2006, 202; Lintott 1999,  190.  
265
Pina Polo 1999, 195-196; Lintott 1974,  62-63; Seager 1979, 108-109.
95

decreto senatorial en favor de Cicerón266. Viendo imposible la aprobación de un decreto

senatorial para el regreso de Cicerón, sus partidarios presentan una propuesta de ley con

ese propósito, presentada por el tribuno Quinto Fabricio el 23 de enero. Éste último

estaba preparado para impedir cualquier tipo de obstrucción legal que los partidarios de

Clodio pudiesen emplear contra su propuesta, dejando a Clodio una única opción para

impedir la aprobación de la medida, disolver la asamblea mediante el uso de la

violencia. Según Cicerón, Clodio para evitar la votación de la ley, había ocupado por la

noche el Foro con sus bandas (cum forum, comitium, curiam multa de nocte armatis

hominibus ac servis plerisque occupavissent. Cic. Pro Sest. 35.75), formadas por la

plebe urbana junto con un grupo de gladiadores, que habían sido alquilados por su

hermano el pretor Apio Claudio para unos juegos fúnebres. Por su parte, Fabricio

acompañado por Quinto Cicerón ocupa la tribuna de los rostra con la intención de

intervenir en el proceso de votación; ante esta iniciativa Clodio ordena atacar a Fabricio

y sus acompañantes, evitando la votación de la ley para el regreso de Cicerón y

provocando un gran matanza en la que el hermano del Arpinate estuvo cerca de morir

(manus adferunt, occidunt non nullos, vulnerant multos. Cic. Pro Sest. 35.75)267.

Milón, otro de los tribunos, ordena encarcelar a los gladiadores con la intención de

interrogarlos, pero el tribuno Serrano ordena su liberación268. Este episodio hizo que

Milón se convirtiese también en blanco de los ataques de Clodio, pasando a ser el

principal enemigo de este último junto con Cicerón, factor que facilitó el surgimiento de

una fuerte amistad entre el Arpinate y Milón, que se tradujo en la colaboración entre

ambos para atacar a Clodio. Fue este enfrentamiento, en la asamblea sobre el retorno de

Cicerón, el que llevó a Milón y Sestio a formar sus bandas de mercenarios para
                                                                                                               
266
Cic. Red. Sen. 12; Sest. 34.74; Red. Quir. 12; Att. 4.2.4.
267
Clodio evita que se inicie la votación: Cic. Sest. 35.75; 36.78; Red. Sen. 3.7; 8.22; Plut. Cic. 33.4.
Clodio interrumpe la votación ya iniciada D. Cas. 39.7.2. Sí seguimos la primera interpretación podría
tratarse de una contio previa a la votación.
268
Cic. Sest. 39.85.
96

enfrentarse a la violencia de Clodio, pero en esta ocasión, además del apoyo de

Pompeyo contaron con el de Cicerón, quién siempre se había mostrado contrario a la

violencia política, pero que ahora pasa a justificarla si es contra otros grupos violentos

que, según su parecer, amenazan la República269.

La creación de los grupos mercenarios de Milón y Sestio arrebató a Clodio el

monopolio de la violencia en Roma y le colocó en una difícil situación, pues sus bandas

compuestas por miembros de la plebe urbana se vieron en desventaja frente a los

mercenarios de Milón, quienes, además de experiencia en combate, estaban mejor

equipados gracias al dinero que Pompeyo, Cicerón y otros senadores opuestos a Clodio

aportaban. Los diversos enfrentamientos entre los grupos violentos elevaron el clima de

violencia, motivo por el que muchos optimates que habían aprobado los ataques de

Clodio a Pompeyo empiezan a alejarse del primero. Además, Pompeyo, molesto con

César y Craso por no intervenir para frenar a Clodio, hizo más evidente su apoyo a

Milón y Cicerón acercándose de esta manera a los optimates quienes apoyaban al

Arpinate y a Milón en su lucha contra Clodio. Era evidente que el pacto entre Pompeyo,

César y Craso se estaba debilitando y el aumento de la violencia ocurrido en los últimos

meses del año 57 contribuyo a complicar la situación270.

III.6.4. Fragmentación del triunvirato y acuerdos de Luca

A finales del año 57 la violencia de las bandas de Clodio y Milón tuvo lugar

principalmente en las elecciones para los ediles del año 56, a las que Clodio se

presentaba. Sin ninguna duda Clodio saldría elegido, pues su popularidad seguía siendo

notable, impidiendo así a Milón y sus partidarios iniciar un proceso judicial contra él

acusándolo por el empleo de la violencia. Por este motivo Milón procedió a ocupar el

                                                                                                               
269
Cic. Sest. 40.86; Mil. 14.38.
270
Tatum 1999, 180; Seager 1979, 112-113.
97

Campo de Marte donde tenían lugar las elecciones, anunciando que impediría la

realización de las elecciones empleando la obnuntiatio. Clodio atacó con sus bandas en

más de una ocasión pero ante la superioridad de los mercenarios de Milón tuvo que

retirarse271. Este último consiguió impedir la celebración de elecciones durante tres

meses, hasta que en enero del 56 tuvo que ceder, ya que al abandonar los magistrados

del 57 sus cargos y no habiéndose celebrado las elecciones para el 56, la ciudad se

acercaba a una situación de anarquía ante la ausencia de nuevos magistrados, situación

que sus valedores optimates no podían alargar más tiempo. Finalmente Clodio fue

elegido edil a finales de enero del 56 e inmediatamente llevó a Milón a un juicio ante el

pueblo por haber empleado la violencia durante su tribunado. Milón, quién fue

finalmente absuelto, fue defendido entre otros por Cicerón, hablando también Pompeyo

en su favor272.

Debido a la difícil situación en la que se encontraban tanto la República como el

triunvirato, César convocó en abril del 56 a multitud de senadores en la Conferencia de

Luca con el fin de solucionar la situación en Roma. De esta reunión salió renovado el

pacto con Pompeyo y Craso, quiénes se presentarían al consulado para el año 55 con el

objetivo de renovar el mando de César en la Galia por otros 5 años, además de

adjudicarse a sí mismos mandos proconsulares al finalizar el cargo. Para lograr estos

propósitos contaron, por un lado, con la colaboración de Cicerón, quién, aunque

continuó alineado con los optimates apoyando a Milón, cejó en sus ataques a César. Por

otro lado, Clodio a pesar de seguir enfrentado a Milón y Cicerón, no solo finalizó sus

ataques contra Pompeyo sino que se convirtió en defensor de sus intereses273. La

principal labor que desarrollo Clodio a favor de los triunviros fue, adoptando la táctica

                                                                                                               
271
Cic. Att. 4.4.3; Mil. 15.41.
272
Tatum 1999, 194-204; Seager 1979, 118-119; Perelli 1981a, 91-92 y 99.
273
Tatum 1999, 214-215; Lintott 1999,  198; Pina Polo 1999, 197-201; Seager 1979, 124-126; Perelli
1981b, 200.
98

empleada por Milón el año anterior y con la ayuda de Cayo Catón, un tribuno partidario

suyo, atrasar mediante la violencia las elecciones consulares hasta que se hizo necesaria

la designación de un interrex. Una vez que esto ocurrió, trató de evitar la votación de

los candidatos propuestos por el interrex hasta que fueron propuestos como candidatos

Craso y Pompeyo, siendo ambos finalmente elegidos para el consulado274. Además de

los enfrentamientos en el Foro entre las bandas de Clodio, en apoyo de Craso y

Pompeyo, y las bandas de Milón apoyando al candidato optimate, Domicio

Ahenobarbo, conocemos un intento de asesinato dirigido contra este último cuando

acudía a las elecciones en el Campo de Marte a principios del 55, suceso en el que

Catón fue herido y uno de sus acompañantes asesinado275.

La violencia no solo afectó a las elecciones consulares sino que también condicionó las

elecciones a la pretura y el tribunado. Los triunviros querían contar con la presencia de

varios partidarios suyos ocupando estas magistraturas, objetivo que se logró empleando

la violencia en las elecciones para que Publio Vatinio fuese elegido pretor en detrimento

de Catón, a quien se expulsó junto a sus seguidores del lugar de la votación. También se

aseguró el cargo de tribuno a Gayo Trebonio276, quien se encargaría de legislar la

adjudicación de las provincias que gobernarían Pompeyo y Craso tras su consulado,

encargándose los dos cónsules de legislar una prórroga del mando de César en la Galia.

Para facilitar el logro de estos objetivos, César envió a Roma multitud de legionarios de

permiso para que presionasen en las asambleas y se enfrentasen contra los optimates y

sus seguidores si esto llegaba a ser necesario277.

Cuando Trebonio realiza su propuesta de ley se encuentra con la decidida oposición de

Catón, quién alargaba sus intervenciones con el fin de evitar que se disolviese la contio

                                                                                                               
274
Tatum 1999, 222-223; 2006, 203; Seager 1979, 128;
275
Ap. B.C. 2. 17; Plut. Cras 15.6; 35.2; Pom. 52.2; Cat. Min. 41.6; 41.7-8; D. Cas. 39.13.
276
Cayo Trebonio fue tribuno de la plebe en el año 55 con la ayuda de los triunviros. MRR II, 217.
277
Plut. Cat. Min. 42-43.5; Pomp. 51.5; 52.3-4.
99

y se diese paso a la votación. El tribuno intenta en varias ocasiones impedirle hablar,

pero ante la insistencia de Catón acaba ordenando su encarcelamiento(πολλάκις δὲ

τούτου γενοµένου περιπαθῶν ὁ Τρεβώνιος ἐκέλευσεν αὐτὸν εἰς τὸ δεσµωτήριον. Plut.

Cat. Min. 43.3), creyendo que éste opondría una feroz resistencia. Pero, ante la actitud

pasiva del Uticense, Trebonio se arrepiente y ordena que lo dejen libre, evitándose ese

día la aprobación de la ley, que sería aprobada en los días siguientes otra vez

expulsando a Catón y empleando la violencia de forma que varias personas fueron

asesinadas. Incluso, según Plutarco, el propio Craso dio un puñetazo en la cara a un

senador que habló en su contra, quién tuvo que abandonar el Foro con la cara

ensangrentada278.

Apenas existen menciones sobre la implicación de Clodio en estos acontecimientos del

año 55, sobre todo en los hechos referentes a la aprobación de los mandos proconsulares

de los tres triunviros. El profesor Tatum ha propuesto que, si bien Clodio estaría

realizando un viaje para recaudar fondos con los que financiar su campaña a la pretura y

la de su hermano Apio Claudio Pulcro al consulado279, sus seguidores sí que pudieron

participar activamente en los acontecimientos violentos del 55, siguiendo las pautas de

actuación que se habían marcado a Clodio en los acuerdos de Luca. Esto es posible

pues, aunque Clodio se encontrase ausente de Roma, seguía teniendo la capacidad de

condicionar la política en la ciudad mediante varios fieles lugartenientes, quienes

ejercían el control en su nombre sobre las bandas armadas teniendo como principal

objetivo apoyar las políticas de los triunviros. No parece descabellado pensar que las

operae clodianas siguieron cumpliendo con la tarea asignada por los triunviros a pesar

                                                                                                               
278
Plut. Cras. 15.7; 35.3; Pomp. 52.4; Cat. Min. 43.1-3; D. Cas. 39.33.1-4; 39.34.1-4.
279
Apio Claudio Pulcro, hermano de Clodio, ocupó el consulado en el año 54 siendo partidario de César y
de las actividades de su hermano. MRR II, 221.
100

de la ausencia de su líder280.

III.6.5. Asesinato de Clodio

En los cinco últimos años de la década de los 50 la situación política en Roma estuvo

marcada por fuertes tensiones internas, que afectaron directamente a los procesos

electorales. Al igual que ocurrió en el año 55, debido a la violencia y los sobornos, las

elecciones para el año 53 se retrasaron tanto que los magistrados no entraron a ejercer

sus cargos hasta septiembre del mismo año 53, motivo por el que Clodio no pospuso su

candidatura a la pretura de ese año, para la que llevaba varios años preparándose.

Además la asociación entre César Craso y Pompeyo se deshacía. En primer lugar,

Pompeyo, si bien permanecía fiel a la asociación con César, celoso del poder acumulado

por éste y para asegurar su posición vuelve a acercarse con cautela a los optimates,

acercamiento que se precipita al morir en el año 54 su mujer Julia (hija de César y

principal vínculo entre ambos) y no aceptar Pompeyo otro matrimonio propuesto por

César. En segundo lugar, Craso murió en julio del 53 al ser derrotado su ejército por los

partos en la batalla de Carras. Los hechos acontecidos a principios del año 52, cuando

en un enfrentamiento casual Milón ordenó asesinar a Clodio, precipitaron la alineación

definitiva de Pompeyo con los optimates281.

A finales del año 53 y principios del 52 se dieron numerosos enfrentamientos entre las

bandas de Clodio y los mercenarios de Milón, de nuevo en torno a las elecciones, que

otra vez se vieron retrasadas. Ambos se presentaban a diferentes magistraturas,

aspirando Clodio a la pretura y Milón al consulado. A pesar de tener asegurada su

elección, Clodio no pudo acceder al cargo pues en enero del 52, con los nuevos

magistrados aun sin elegir y Marco Emilio Lépido como interrex designado para
                                                                                                               
280
Tatum 1999, 224-225.
281
 Tatum 1999, 231-240; Lintott 1999,  198-199;  Seager 1979, 132-141; Perelli 1981b, 201; 1981a, 103.  
101

proponer a los candidatos al consulado282, Clodio y Milón se toparon en la vía Apia,

cuando el primero se dirigía a Roma y el segundo a su ciudad de origen. Ambos iban

acompañados de escoltas personales siendo la de Milón más numerosa y preparada para

la lucha. No se conoce cuál fue el desencadenante pero estalló un enfrentamiento entre

ambos grupos en el que Clodio fue herido y transportado por sus acompañantes a una

posada cercana, pero Milón temiendo la venganza de Clodio ordenó asesinarle. El

cuerpo de Clodio es llevado a Roma donde estallan los disturbios, la multitud ataca las

casas de Milón y del interrex Lepido, transportan el cuerpo de Clodio al Foro donde lo

incineran causando el incendio de la Curia283.

A pesar del clima de violencia y la gran hostilidad que presumiblemente sentiría la

plebe contra Milón, éste regresa a Roma y presenta su candidatura al consulado, aun así

los disturbios continúan y el senado declara el SCU llamando a Pompeyo a poner orden

en la ciudad. Uno de los acontecimientos violentos ocurridos tras la muerte de Clodio se

da en una contio convocada por Marco Celio, tribuno de la plebe partidario de Milón

que invita a Milón a defenderse ante el pueblo. Marco Celio Rufo hizo comparecer en el

Foro a Milón ante una asamblea compuesta por hombres sobornados por este, frente a

quienes Milón se defendió por considerar que había acabado con la vida de un criminal.

Mientras Milón hablaba, varios tribunos de la plebe partidarios de Clodio, encabezados

por T. Munacio Planco, Q. Pompeyo Rufo y C. Salustio Crispo (el futuro historiador)

irrumpieron en el Foro al frente de un grupo de hombres armados y estalla un

enfrentamiento con los partidarios de Milón, a los que los clodianos vencen

consiguiendo disolver la contio (caedi vidistis populum Romanum, contionem gladiis

                                                                                                               
282
Marco Emilio Lepido, además de interrex en el año 52, fue pretor en el 49 tomando partido en la
guerra civil por César. MRR II, 257.
283
Ap. B.C. 2.21; Cic. Pro. Mil. 27 y ss; Plut. Cic. 35; Vel. Pat. 2.47.4. D. Cas. 40.48.
102

disturbari, cum audiretur silentio M. Caelius, tribunus plebis. Cic. Pro Mil. 33.91), por

lo que Milón y Celio tuvieron que huir disfrazados de esclavos para salvar la vida284.

Finalmente, en virtud del SCU aprobado por el Senado, Pompeyo aseguró la situación

de la ciudad introduciendo tropas regulares, que permitieron desarrollar el juicio de

Milón por el asesinato de Clodio, mediante la recién aprobada lex Pompeia de vi285. A

pesar de contar con Cicerón para su defensa y de que este elaboró un magnifico discurso

que pronuncio bajo la protección de los soldados de Pompeyo, Milón fue finalmente

declarado culpable y exiliado286. En los años siguientes hasta el 49 la asociación de

César y Pompeyo se rompe totalmente, alineándose definitivamente el segundo con los

optimates, quiénes quisieron impedir a César ser elegido cónsul in absentia (algo ya

pactado en Luca entre los triunviros) tras finalizar su campaña en la Galia. El desarrollo

de los acontecimientos que llevaron al estallido de la guerra civil y el desarrollo de ésta

escapa a los objetivos de este trabajo, pero tiene parte de sus causas en los hechos aquí

analizados; la violencia política y como esta afectó a los órganos deliberativos y

decisorios del aparato político romano, llevándolos a una situación de ineficacia que

agravó la crisis ya existente.

Publio Clodio fue el político romano que mejor rendimiento supo sacar del empleo de la

violencia política, pues mediante el recurso permanente a hombres armados fue capaz

de prevenir cualquier tipo de oposición legal y religiosa, consiguiendo que sus leyes

fuesen aprobadas de forma legal. Como ya hemos mencionado esto no debe

ensombrecer la labor legislativa emprendida por Clodio; también hemos de señalar que,

la violencia clodiana no tenía el objetivo de eliminar físicamente a los adversarios

políticos (objetivo que sí tenía la violencia optimate), más bien trataba de controlar la

                                                                                                               
284
Ap. B.C. 2.22; Cic. Pro. Mil. 33.91.
285
Ap. B.C. 2.23-24; Vel. Pat. 2.47.4. D. Cas. 40.49.5. Plut. Cic. 35.
286
Duplá 2010, 255-256 y 260-262.
103

actividad política, defendiendo sus medidas y atacando las de sus enemigos. El grado de

desarrollo y perfeccionamiento del empleo de la violencia política, hizo que esta se

convirtiese ya en los años 50 en un arma política cotidiana, empleada con normalidad

por los legisladores para impedir la obstrucción a sus medidas y forzar su aprobación, y

por el Senado cuando la obstrucción legal y religiosa no era suficiente para impedir la

aprobación de medidas controvertidas287.

III.7. Tipología de la violencia en las contiones

Una vez hecha la relación y análisis de los episodios de violencia acontecidos en las

contiones durante la crisis de la República, no podemos cerrar este apartado de nuestra

investigación sin elaborar una tipología de estos enfrentamientos en las asambleas

romanas.

En primer lugar tenemos la destrucción de materiales necesarios para el desarrollo de

las votaciones como las urnas y los pontes, las estructuras que servían de pasillo a los

ciudadanos hasta las urnas. En el año 133 cuando Tiberio Graco realiza su propuesta de

ley agraria, según Plutarco, los ciudadanos ricos rompieron las urnas para la posterior

votación. Otro ejemplo de este tipo de actos es el de Quinto Servilio Cepion en el año

103, quién rompió los pontes y las urnas con el objetivo de evitar la votación de la ley

frumentaria de Saturnino. Un caso también excepcional del que solo contamos con tres

ejemplos son los asesinatos en asambleas. Conocemos los de Antilo en el año 121,

asesinado a manos de los partidarios de Cayo de Graco y los de Nonio (101) y Memio

(100), ambos asesinados por ordenes de Saturnino. Un caso excepcional, del que solo

tenemos un ejemplo, es el de los enfrentamientos espontáneos entre asistentes a

contiones. Únicamente disponemos de información sobre un enfrentamiento entre la

                                                                                                               
287
Smith 1977, 165.
104

plebe urbana y la agraria (entre la que había veteranos de Mario) por lex agraria de

Saturnino.

Uno de los tipos de actos violentos más comunes es la ocupación de lugares públicos en

los que se desarrollan contiones (seguidos habitualmente de enfrentamientos). Tiberio

Graco ocupó con hombres armados el Capitolio en el año 133 para forzar su reelección

al tribunado. En el año 62 Metelo Nepote y César ocupan el Foro con hombres armados

para aprobar una ley destinada a traer a Pompeyo de vuelta a Italia y nombrarlo cónsul

in absentia para que acabase con la revuelta de Catilina. En el año 61 partidarios de

Clodio, capitaneados por su amigo Curión, ocupan los pontes para impedir la votación

por la que se establecería un juicio especial por los actos de Clodio durante la

celebración de la Bona Dea. Por último el tribuno de la plebe Fabricio en el año 57, con

el objetivo de aprobar su ley para traer a Cicerón del exilio, ocupó la tribuna de los

rostra mientras que Clodio con sus bandas hizo lo propio por la noche en el Foro.

Los enfrentamientos ocurridos en contiones entre grupos dirigidos por distintos

magistrados también son particularmente frecuentes. Conocemos en el año 88 la lucha

entre Sulpicio y sus partidarios y Sila y los suyos por la anulación del iustitium que este

último había aprobado. Un caso bastante significativo es el enfrentamiento entre dos

cónsules, como el ocurrido en el año 87 entre Octavio y Cinna junto a los seguidores de

ambos entorno a la propuesta de ley hecha por Cinna sobre la integración de los itálicos.

Clodio y sus bandas nos proporcionan varios ejemplos de este tipo de enfrentamientos

entre magistrados al frente de grupos de ciudadanos. En el año 58 Clodio empleó sus

bandas para asegurar mediante la violencia la aprobación de su ley de exilio contra

Cicerón; en el año 57 cuando tanto Clodio como Fabricio ocupan el Foro con sus

seguidores, el primero con la intención de evitar la propuesta de una ley para anular el

exilio de Cicerón, estalló un duro y sangriento enfrentamiento entre ambos bandos. En


105

el año 52, tras el asesinato de Clodio, en una contio convocada por el tribuno Celio en la

que hablaba Milón se produjo un enfrentamiento entre estos y sus partidarios y varios

tribunos clodianos al frente de la plebe urbana.

Otro tipo común de acto violento en las contiones son los ataques (más o menos

espontáneos según la situación) de una multitud contra magistrados. Conocemos

ejemplos de este tipo en el año 67, cuando Gabinio fue fuertemente golpeado en el

Senado por varios senadores, en el debate sobre su propuesta de una ley para erradicar

la piratería. El tribuno, logró escapar de la sede senatorial y contar al pueblo reunido lo

ocurrido, reaccionando inmediatamente la multitud que atacó a los senadores con palos

y piedras. En el año 67 la multitud ataca al cónsul Pisón (al que casi descuartizan) y a

otros senadores por oponerse a ley contra el soborno propuesta por Cayo Cornelio. En el

año 62 con Catilina sublevado en Etruria contra la República, una multitud atacó con

palos y piedras a Catón por impedir a Metelo Nepote leer ante el pueblo su propuesta de

ley para reclamar el regreso de Pompeyo de Asia. El último ejemplo es el ocurrido en el

año 59 durante el consulado de César, pues al proponer este su ley agraria y tratar

Bíbulo y Catón de impedirlo, la multitud ataca a ambos y los expulsa del Foro.

En último lugar observamos dos tipos de actos violentos: los enfrentamientos directos

entre varios magistrados y los encarcelamientos de un elemento opositor a cierta

medida. Del primer tipo conocemos cómo un asistente de Druso agarró al cónsul Filipo

por el cuello en plena contio y lo expulsó para facilitar la aprobación de la ley de Druso

sobre los itálicos. Metelo Nepote y Catón, durante los incidentes que rodearon la ley

para traer a Pompeyo de Asia con el fin de que se enfrentase a Catilina, forcejearon en

la tribuna al intentar impedir el segundo a Metelo leer el texto de la ley.


106

En cuanto al encarcelamiento de rivales políticos, conocemos tres ejemplos: Lucio

Flavio en el año 60 ordena encarcelar al cónsul Metelo Celer por oponerse a su

propuesta de ley agraria; en el año 59 Publio Vatinio, ante la oposición de Catón a su

propuesta de ley para otorgar a César las Galias como provincias proconsulares, ordena

enviarlo a la cárcel; por último en el año 55, de nuevo Catón es mandado encarcelar por

el tribuno Trebonio, por oponerse aquel a la adjudicación de Siria y las Hispanias como

provincias proconsulares a Craso y Pompeyo.


107

IV. MECANISMOS DE LEGITIMACION Y DESLEGITIMACION DE LA

VIOLENCIA POLITICA.

Una vez analizada la relación de actos violentos en las contiones durante la crisis de la

República, no podemos finalizar esta investigación sin hacer mención de un aspecto

vital en el desarrollo de la violencia política. Este aspecto al que nos referimos es la

legitimación de esta violencia, pues siendo su empleo en política hasta cierto punto

contrario a la tradición romana, su constante utilización a finales de siglo II y durante

todo el siglo I hizo necesario para ambas corrientes ideológicas la justificación de su

uso en diferentes momentos. En general, los argumentos esgrimidos por ambos grupos

para justificar la violencia política eran los mismo que les separaban ideológicamente y

que llevaron tanto a populares como a optimates a emplear la violencia contra los

adversarios políticos. Entendían los primeros que actuaban en beneficio del pueblo y de

su libertad y los segundos que lo hacían en defensa de la res publica y el orden

establecido. Este afán por justificar la violencia durante la crisis de la República es un

síntoma del fracaso de la actividad política como medio para la negociación y el

acuerdo.

IV.1. Los optimates y la institucionalización de una justicia “partidista”

En primer lugar, respecto a los mecanismos de legitimación de la violencia política,

hemos de resaltar el ya mencionado mecanismo mediante el cual el Senado romano,

declaraba un estado de excepción y se otorgaba el poder de no respetar los derechos

ciudadanos básicos. Este mecanismo conocido como senatus consultum ultimum, es en

realidad un instrumento represivo de dudosa legalidad, puesto en practica por la

oligarquía senatorial cuando ésta entendía que la República estaba amenazada y se

daban las condiciones adecuadas para ello. El SCU consistía en un llamamiento


108

senatorial a los magistrados superiores para que tomasen las medidas que considerasen

necesarias para restablecer el orden de la República. Los magistrados estaban

amparados por la autoridad del Senado para reprimir los episodios violentos, pasando

por encima de los derechos cívicos básicos como la provocatio ad populum,

significando en la mayoría de los casos la eliminación física del adversario, acto

justificado por sus actos contra la comunidad. El Senado se inventaba un “derecho de

urgencia” (urgencia que se basaba en la amenaza a su posición dominante dentro del

Estado) y usurpaba de forma partidista unos poderes que no le pertenecían, con el fin

de suspender los derechos ciudadanos durante la implantación de ese mecanismo

represivo288.

Junto con el SCU, a partir de los años 80 aparecen las declaraciones de hostis publicus,

que en general acompañaban y completaban al SCU, pues al nombrar hostis a un

ciudadano se superaba el principal problema del SCU, ya que aquel se convertía en

enemigo del Estado y (supuestamente) perdía todos sus derechos como ciudadano, en

consecuencia, y contra la legislación romana, se permitía la ejecución sumaria de un

ciudadano sin un juicio previo. El termino hostis tenía una importante carga bélica,

siendo empleado para designar a los enemigos extranjeros, resaltaba el hecho de que el

ciudadano declarado hostis se había colocado a si mismo fuera de la comunidad por sus

actos cometidos contra la misma, y por tanto, ya no era participe de los mismos

derechos y protecciones que amparan a los miembros de la comunidad289.

Realmente el SCU y las declaraciones de hostis son un intento de institucionalización de

una justicia partidista, mediante un mecanismo represivo político e irregular, que

justificaba la represión y eliminación física de los adversarios políticos, suspendiendo

las limitaciones legales que impedían en Roma las ejecuciones sumarias de ciudadanos.

                                                                                                               
288
Duplá 2011b, 356-357; 1990, 142-150.  
289
Duplá 2015, 428-431; 1990, 155-161; Hidalgo de la Vega 1987, 80.
109

En primer lugar, el carácter político de estas medidas esta confirmado por los diferentes

procesos judiciales emprendidos desde las filas populares contra senadores optimates

que, amparados por el SCU, participaron en ejecuciones sumarias de ciudadanos

romanos. Es irregular puesto que el Senado no tenia la capacidad de ordenar la

supresión de la ciudadanía ni la ejecución de ciudadanos romanos, además atentaba

contra el derecho de provocatio, la potestad tribunicia y las leyes de capiti civis gracana

y clodiana. Por último, es partidista pues siempre fue empleado por la facción optimate

contra los populares, siendo su objetivo defender los intereses y la posición

preeminente de la oligarquía senatorial, no del conjunto de la comunidad290.

Junto con este mecanismo represivo que legitima el empleo de la violencia política, el

elemento religioso, de vital importancia en la sociedad y política romanas, también fue

esgrimido por ambas facciones con el fin de justificar sus actividades, y llegado el caso,

el recurso a la violencia. En concreto, los optimates apelaban al concepto de Concordia,

un culto político del que se hizo una utilización partidista, como elemento religioso

legitimador de su concepción de Estado y de su defensa de esta concepción. El empleo

de la Concordia por los optimates aparece ya en los primeros años de la crisis de la

República, cuando en el año 121 el cónsul Opimio le dedicó un templo, tras encabezar

la represión senatorial contra Cayo Graco y sus partidarios. Es Cicerón en su discurso

De domo sua quien, de forma mas clara y extensa, expone el concepto de la Concordia

optimate. La Concordia de Cicerón, que personifica esa concepción optimate del

Estado, se basa en lo fundamental en que cada ciudadano acepte el lugar que le

corresponde en la comunidad y se asocia claramente con la conservación del orden

establecido, justificando el empleo de la violencia contra las personas y medidas que,

según la concepción optimate, tratan de subvertir ese orden. Por tanto se contrapone a

                                                                                                               
290
Duplá 2015, 431-433; 2011b, 356-357; Hidalgo de la Vega 1987, 81; Nippel 1995, 60.
110

Libertas, el elemento religioso esgrimido por los populares para justificar sus

actividades, y llegado el caso el empleo de la violencia, del que hablaremos a

continuación 291 .En definitiva, los optimates recurrían a dos tipos de mecanismos

diferentes para justificar la violencia política. Por un lado están los mecanismos de

carácter legal, como son el SCU y las declaraciones de hostis publicus, y por otro, una

argumentación de carácter religioso como es la apelación a la Concordia.

IV.2. El populus y la Libertas, argumentos para una justicia alternativa popularis.

Los populares, quiénes defendían el poder del pueblo y las asambleas frente al Senado,

legitimaban su actividad política, y llegado el caso el empleo de la violencia, en defensa

de la voluntad del populus y su Libertas, concepto político-religioso este último del que,

al igual que la Concordia, se hizo un uso partidista. Libertas en Roma era entendida

principalmente como lo opuesto a la condición de esclavo, pero también incluía una

serie de derechos políticos y cívicos propios del ciudadano representados en este culto

político-religioso, al que se erigió un templo en el Foro conocido como Atrium

Libertatis292.

Esta visión política de los populares chocaba frontalmente con los valores optimates

englobados entorno a la Concordia que, según Cicerón se basaba en la aceptación del

orden establecido y era contraria a privilegiar el poder del populus y las asambleas. Para

los populares no podía haber concordia sin solucionar los problemas sociales y políticos

que afectaban al Estado romano, por tanto fundaban sus reclamaciones de cambio en el

respeto al poder, los derechos y las prerrogativas legales del pueblo, que en numerosas

ocasiones eran usurpadas o ilegalmente suprimidas por el Senado. Por tanto, la corriente

popularis esgrimía la voluntad y la libertad del pueblo romano como elemento

                                                                                                               
291
 Marco Simón y Pina Polo 2000, 265-269.  
292
Arena 2012, 43; Ribas Alba 2009, 91; Marco Simón y Pina Polo 2000, 262.
111

legitimador de su actividad política, empleando también este concepto para atacar al

SCU y las declaraciones de hostis publicus (medidas legitimadoras de la violencia

optimate cuando estos entendían que la Concordia estaba en riesgo), pues permitían

actos contrarios a la ley, algo visto desde las filas populares como un ataque directo a la

libertad del pueblo romano293.

Además de apelar a los derechos y prerrogativas legales y “constitucionales” del pueblo

romano, los populares también emplearon la esfera religiosa en la lucha política,

recurriendo en su caso al concepto religioso de Libertas. Publio Clodio, quien ostentaba

el cargo religioso de quindecemvir sacris faciundis, fue el político popularis que más y

mejor supo explotar ese concepto religioso, sobre todo en su enfrentamiento político

con Cicerón, en el que ambos recurrieron a la religión para legitimar sus actos y atacar

al contrario. Gracias al discurso de Cicerón De domo sua, en el que Cicerón reclama la

devolución del solar de su casa, donde Clodio, tras derribarla, había instalado un

templete con una estatua dedicada a Libertas, conocemos el enfrentamiento que ambos

entablaron en el plano político-religioso. Clodio quería hacer ver que el exilio de

Cicerón significaba la recuperación de la libertad del pueblo romano, al haberse

confirmado la ilegalidad de los actos cometidos por Cicerón y el Senado durante el SCU

emitido contra los catilinarios294. Clodio es el mejor ejemplo de cómo los populares

tenían una doble justificación a sus actos de violencia política, por un lado, la

justificación de carácter político que apelaba a los derechos y prerrogativas legales del

pueblo romano, y por otro, la justificación religiosa que personificaba estos valores y su

defensa en el concepto de Libertas.

Como podemos ver, los mecanismos políticos y religiosos empleados por ambos grupos

para legitimar su recurso a la violencia tenían un doble objetivo, pues servían no solo

                                                                                                               
293
Arena 2012, 257; Marco Simón y Pina Polo 2000, 278-281; Nippel 1995, 56.
294  Marco Simón y Pina Polo 2000, 282-284.  
112

para justificar la violencia propia, si no que al mismo tiempo deslegitimaban la

violencia del grupo contrario.


113

V. CONCLUSIONES.

La violencia es uno de los factores de vital importancia a la hora de analizar la crisis de

la República Romana. Se trata de un fenómeno de alcance político y social que tiene su

raíz en la existencia de un conflicto, el enfrentamiento entre optimates y populares, las

corrientes ideológicas conservadora y reformista que, durante el último siglo

republicano se enfrentaron por imponer su concepción del Estado, dirimiendo en

multitud de ocasiones sus diferencias políticas mediante el empleo de la violencia. La

dura confrontación política y el empleo de la violencia en defensa de visiones políticas

diferentes, son el mejor ejemplo de la existencia de un conflicto político entre estos dos

grupos que marcará el desarrollo de la crisis. Tanto los historiadores clásicos como los

modernos han señalado que, en los años que van desde el tribunado de Tiberio Graco al

establecimiento del Principado, tuvo lugar un conflicto político que marcó el desarrollo

de los acontecimientos en esa época y acabó con el fin de la República.

Existen dos concepciones de la violencia en relación a la crisis republicana. La primera

se basa en la aceptación de que la violencia era un factor intrínseco, aceptado hasta

cierto punto por la sociedad romana y que, el aumento de su empleo como arma para

dirimir los conflictos políticos influyó de tal manera en la crisis republicana que, la

violencia es considerada un factor causante de la crisis. Por el contrario, la segunda

concepción, interpreta la violencia cómo un factor que tiene su origen en una crisis

social y política ya existente en la República romana, que tuvo su principal escenario en

la lucha entre optimates y populares y contribuyó a la agudización y radicalización de

ese conflicto político y, por tanto, de la crisis. En nuestro caso, tras la realización de esta

investigación, nos inclinamos por la segunda opción, pues, si bien la sociedad romana

tenia una concepción muy distinta sobre la violencia a la existente hoy en día en las

sociedades occidentales, entendemos que su empleo como arma política tiene su raíz en
114

la existencia de un conflicto político y socioeconómico que empieza a manifestarse en

la segunda mitad del siglo II.

La violencia política en Roma en general gira en torno al conflicto entre optimates y

populares, podemos ver cómo las reclamaciones que generaban el conflicto tuvieron

matices diferentes a la largo del periodo de la crisis. En la segunda mitad del siglo II,

durante los años de actividad política de los hermanos Graco y de Saturnino, las

principales reclamaciones eran las leyes agrarias mediante las cuales repartir tierras a

campesinos desposeídos y veteranos de las legiones y la defensa de los derechos

ciudadanos frente a los poderes de los magistrados y el Senado. Estas reclamaciones

estuvieron integradas en la práctica política popularis durante todo el periodo de la

crisis, pero podemos ver cómo durante las décadas de los años 90 y 80 tomó especial

relevancia la integración de los aliados itálicos como ciudadanos romanos de pleno

derecho y, posteriormente, el debate en torno a la forma de distribuir a esa gran cantidad

de nuevos ciudadanos entre las tribus romanas, con las correspondientes consecuencias

electorales.

En la década de los 60 la política en Roma estuvo marcada por la actividad política de

Pompeyo, quién, debido a las irregularidades de su carrera política estaba enfrentado

con los optimates, sin ser él un autentico popularis. Hemos analizado la violencia en

estos años en clave personalista. En buena medida el conflicto político en esos años gira

en torno a los intereses políticos de Pompeyo y a sus intentos de repartir tierras a sus

veteranos y, para que el Senado ratificase los pactos a los que llegó con reyes y ciudades

estado tras su campaña en Asia, algo que el Senado evitó durante toda la década de los

60 hasta que, en el año 59, gracias a la colaboración con Julio César, Pompeyo vio

logrados sus objetivos. En los años 50 se da una combinación entre las aspiraciones

políticas de los triunviros, basadas en sus intereses personales (nuevos mandos militares
115

para Pompeyo y Craso y prorroga del mando de César en la Galia) y la acción política

de Clodio, ésta sí de un marcado carácter popularis, defendiendo las reclamaciones de

más igualdad económica y la defensa de los derechos ciudadanos.

El fenómeno que analizamos en este trabajo, la violencia en las contiones durante la

crisis de la República, es ejemplificador del grado que alcanzó la violencia en Roma,

que afectó de forma directa a estos órganos deliberativos de la República. Cómo hemos

podido ver a lo largo del capítulo tercero la mayor parte de los episodios violentos

tuvieron lugar en contiones legislativas, esto es, las asambleas en las que se

presentaban las propuestas de leyes y eran debatidas por los magistrados ante el pueblo.

Es algo fácilmente comprensible, pues una buena parte del conflicto entre optimates y

populares viene dado por las leyes que estos últimos proponían para solucionar los

problemas existentes en el sistema político romano y para paliar la desigualdad y el

aumento de la pobreza entre la mayoría de la población. Por tanto, en las contiones

legislativas ambas facciones emplearon la violencia, ya fuese para forzar la votación y

aprobación de una ley o para impedir que se realizase la votación. Otro aspecto vital es

que, en las contiones, a diferencia de las reuniones del Senado, se hablaba en el Foro

ante un pequeño porcentaje del total de la población que acudía a escuchar los debates,

tomando partido por los diferentes magistrados y sus propuestas y, por tanto, en los

momentos en que estallaba la violencia, quienes acudían a las contiones eran

susceptibles de participar en los enfrentamientos apoyando al político o políticos de

quienes fuesen partidarios.

Respecto a esto último, la identificación del estrato social al que pertenecían los

asistentes habituales a las contiones, han sido muchas las teorías propuestas. Tal y cómo

hemos afirmado en el capítulo segundo, todas esas teorías son aceptables y no

excluyentes entre sí y, en consecuencia, la composición de las audiencias en las


116

contiones pudo ser altamente heterogénea. Sí pensamos que, en particular desde finales

del siglo II, las contiones estuvieron dominadas por los grupos de la plebe urbana que

regentaban sus propios negocios y podían gestionar libremente su tiempo de trabajo y,

por su puesto, también por los miembros de la nobilitas, para quiénes la participación en

la vida pública era parte vital en su día a día. Aun así no hemos de olvidar que otros

grupos también acudían a las contiones cuando sus intereses estaban en juego o para

apoyar a diferentes magistrados, ejemplos de ello son la participación de la plebe

agraria y de veteranos de las legiones, que acudían a Roma cuando se debatían

proyectos de ley que les afectaban directamente.

No podemos entender el papel de la plebe tanto urbana como agraria, jugaba en el

desarrollo de la confrontación política en Roma como un mero instrumento en manos de

la oligarquía, la cual supuestamente instrumentalizaría a las clases bajas en beneficio de

sus intereses. Que los llamados populares obtuviesen un amplio seguimiento entre la

plebe es síntoma de que entre las clases bajas existían unas reclamaciones de índole

social, económica y política que les llevaban a movilizarse y a dar su apoyo a los

políticos que buscaban poner remedio a esa situación, tratando de reformar diversos

aspectos del Estado Romano. Desde el momento en que la constitución romana solo

permitía la iniciativa legislativa a los diferentes magistrados, teniendo el pueblo

únicamente el poder de votar las leyes propuestas, la intervención de un magistrado era

imprescindible para llevar a debate y posteriormente votar sus reivindicaciones.

No es nuestra intención, en ningún caso, justificar el empleo de la violencia con fines

políticos, ni en las sociedades históricas ni en las actuales ni en las que estén por venir.

Aun así creemos necesario reconocer que, en situaciones en las que la mayoría de la

población esgrime reclamaciones socioeconómicas y políticas justas, sí estas

reclamaciones son rechazadas por una minoría que detenta el poder económico y
117

político, recurriendo a la violencia en muchas ocasiones, es posible que esta mayoría

social o grupos dentro de ella, traten de forzar la consecución de sus objetivos por

medio de la fuerza. De esta forma el enfrentamiento únicamente puede agudizarse,

tendiendo cada vez más al empleo de la violencia y, siendo impredecibles las

consecuencias295.

En el caso que nos ocupa, la crisis de la República Romana, hemos de hacer una

diferenciación entre los motivos y los objetivos que optimates y populares esgrimían, a

la hora de recurrir a la violencia como arma política. Por un lado, están las

reclamaciones populares de mayor igualdad, mayor participación en política y respeto a

los derechos ciudadanos, que difícilmente pueden parecer injustas. Por otro, tenemos la

visión optimate, que fundamentaba su recurso a la violencia en la defensa del orden

establecido, es decir, la defensa de un sistema basado en la desigualdad y en el control

político y social del Estado por el Senado y sus miembros. Las reclamaciones populares

se enfrentaban directamente con la defensa optimate de un sistema políticamente injusto

y socioeconómicamente basado en la desigualdad y la pobreza de la mayoría de sus

miembros. También, en lo que hace a las expresiones concretas de esa violencia, cabe

distinguir entre la violencia optimate que estaba dirigida a la eliminación física del

adversario político, mientras que la popular se basaba más en la intimidación y el

control de las sedes e instituciones políticas (salvo en los caso de Saturnino, Cinna y

Mario).

Por último, no podemos dejar de mencionar la existencia de unos mecanismos de

legitimación de la violencia política, empleados tanto por optimates como por

populares. Estos procedimientos de legitimación eran de dos tipos, por un lado, los

político-institucionales como el SCU y las declaraciones de hostis y, por otro, los

                                                                                                               
295
Algunos ejemplos de este tipo; la revolución francesa, la revolución bolchevique en Rusia, la
revolución iraní y los ejemplos más actuales de las diferentes “primaveras árabes”.
118

argumentos de tipo político-religioso como la apelación al poder del pueblo y el recurso

a las figuras de Concordia y Libertas.

La violencia política durante la crisis de la República fue un fenómeno que, entre otros,

condicionó el desarrollo del último siglo republicano influyendo en la agudización de la

crisis. En consecuencia, es necesario analizar su influencia en la política y sociedad

romanas para una mejor comprensión del conflicto, los enfrentamientos y la

profundidad de la crisis que provocó la ineficacia de las instituciones y el colapso final

de la República.
119

VI. BIBLIOGRAFIA296.

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296
Esta relación bibliográfica contiene la bibliografía citada en nota. En estas contribuciones se pueden
encontrar otras referencias previas o recientes que muestran la extensa bibliografía sobre el tema y los
debates historiográficos contemporáneos. Para las abreviaturas correspondientes a las publicaciones
periódicas de carácter nacional e internacional remitimos a los índices de L’Année Philologique.

 
120

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124

VII. INDICE DE FUENTES297.

Apiano 1.56: 59

B.C. 1.58: 60

1.12: 40 1.59: 60

1.14: 40 1.60: 60

1.15: 41 1.64: 64

1.16: 41 1.67: 64

1.17: 38 1.71: 64

1.21: 54 1.72: 64

1.25: 44 2.10: 81, 82

1.26: 44, 45 2.11: 81, 82

1.28: 49 2.12: 82

1.29: 50 2.17: 98

1.30: 51 2.21: 101

1.30. 4-5: 51 2.22: 102

1.32: 51 2.23: 102

1.34: 54 2.24: 102

1.35: 55 Asconio

1.36: 56 51.15: 72

1.37: 57 51.20: 72

1.55: 59 59: 73

                                                                                                               
297
La disponibilidad de diferentes ediciones críticas, con el texto original, en el caso de las fuentes
literarias nos permite remitir a la consulta de las siguientes ediciones: Bibliotheca Scriptorum Graecorum
et Romanorum Teubneriana, (Leipzig) (edición crítica sin traducción); Scriptorum Classicorum
Bibliotheca Oxoniensis, (Oxford) (edición crítica sin traducción); Collection G. Budé des Universités de
France, (París, Les Belles Lettres) (edición crítica, traducción al francés); The Loeb Classical Library,
(Londres-Cambridge) (edición crítica, traducción al inglés). En nuestro caso hemos empleado
principalmente la última de ellas.

 
125

60: 73 69: 29

César 44: 69

B.C. Phill.

1.7.5: 44 2.8.7: 60, 64

Cicerón 8.4.14: 44, 45

Brut. pro Flac.

45.168: 60 57:28

de domo. pro Mil.

5.13: 36 14.38: 96

21.54: 37, 91 15.41: 97

30.79: 92 27: 101

33.89: 37 33.91: 102

38.102: 44 pro Mur.

42.110: 92 24.49: 32

de leg. 26.52: 32

2.12.31: 56 pro Rab. Perd.

de off 4.12: 43

2.24.64: 56 pro Sest.

de orat 15.34: 36

1.25: 61 16.37: 51

2.67: 45 24.53: 92

2.132: 44 30.65: 92

de rep. 34.74: 95

1.19.31: 38 35.75: 95

leg. Man. 36.78: 95


126

39.85: 95 37.20.6: 76

40.86: 96 37.20.6: 76

post red. ad Quir. 37.50.1-3: 78

12: 95 38.2.1-3: 81

post red. in sen. 38.3.1-3: 81

3.7: 95 38.6.1: 82

8.22: 95 38.6.3: 81

12: 95 38.6.5: 82

ad. Atticum. 38.8.4-5: 86

1.13.3: 89 39.7.2: 95

1.14.5: 90 39.13.1: 98

1.18.6: 78 39.3.1-4: 99

2.1.8: 78 39.34.1-4: 99

4.2.4: 95 40.48.1: 101

4.4.3: 97 40. 49.5: 102

Dión Casio Floro

36.23.4: 69 2.2.7: 41

36.24.1-3: 69 2.3.5: 44

36.30.1-2: 69 2.3.6: 45

36.38.5: 72 2.4.1: 49

36.39.2: 72 2.4.4: 51

36.39.3-4: 72 2.4.5: 51

36.40.1-2: 72 2.4.6: 51

36.42.4: 73 2.5.8: 56

36.43.1: 74 2.5.9: 56, 55


127

2.9.6: 59 Cat. Min.

2.9.7-8: 60 20.3: 74

2.9.9-10: 64 26.4: 74

2.9.12: 64 27.1-2: 74

2.9.13-17: 64 28.1-6: 75

Orosio 29.1: 75

5.9.2-3: 41 32.1-4:

5.12.5: 44 33.5: 86

5.12.7: 45 34.1: 83

5.17.3: 49 41.6: 98

5.17.5: 51 41.7-8: 98

5.17.6: 51 42-43: 98

5.17.7: 51 43.1-3: 99

5.17.8: 51 C. Gr.

5.17.9: 51 12.7: 44

5.18.7: 56 13.3: 44

2.19.4: 59 14.3: 44

2.19.4-5: 60 15.1: 44

Plutarco 16.4: 45

Caes. 17.3: 44

14.2: 83 Cic.

14.3: 81 33.4: 95

14.9: 82 35: 101; 102

14.10: 86 Crass.

14.11: 86 15.6-7: 98, 99


128

35.2: 98 10.1: 60

35.3: 99 T. Gr.

Mar. 11.4: 39

29: 49, 50 12.5: 40

41.2: 64 12.6: 40

41.5: 64 18.3: 41

43.3: 64 19.1: 41

44.1-10: 64 19.9: 41

Luc. 19.10: 41

34.1-6: 90 20: 38

42.6: 82 22.4: 41

Pomp. Q. Cicerón.

25.2-6: 68 Comm. Pet.

25.7-9: 69 29: 28

26.1-3: 69 54: 29

43.3: 76 ret. Ad Herenn

47.5-7: 81, 83 1.21.1: 49

48.1-3: 81, 82 4.55.65: 41

48.4: 86 Salustio

51.5: 98 B. Iug.

52.2: 98 31.7:41, 45

52.4: 98, 99 42.4: 45

Sulla Suetonio

8.2: 33, 59 Caes.

9.1-7: 60 16.1-2: 75
129

20.1-2: 81, 82

22.1: 86

Valerio Máximo

3.8.5: 60

8.6.4: 57

9.5.2: 56

Veleyo Paterculo

2.3.3: 38, 41

2.6.5: 45

2.6.6: 45

2.13: 56

2.18.4: 59

2.18.5: 59

2.19.1-2: 60

2.20.2: 64

2.20.4: 64

2.20.5: 64

2.21.6: 64

2.22.2-4: 64

2.31.2-4: 69

2.40.3: 76

2.44.5: 86

2.47.4: 101, 102


130

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