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Tema 2 – Estructura y

composición de la tierra. Los


métodos de estudio
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1. INTRODUCCIÓN.

El Planeta Tierra pertenece a la categoría de los pequeños, siendo a su


vez el mayor de ellos; también pertenece al grupo de los planetas
interiores junto a Venus, Marte y Mercurio.

Desde 1961, el sistema Geodésico Mundial ha definido las dimensiones


de la Tierra: radio ecuatorial, polar, achatamiento de los polos, super­
ficie etc…

El Planeta Tierra nació, junto con el resto del Sistema Solar, hace unos
4.500 millones de años. La vida apareció en él, de forma rudimenta­
ria, unos 1.000 millones de años después, primero en los mares, gra­
cias al hecho de que el agua puede coexistir en las tres fases líquida,
sólida y gaseosa, y posteriormente en las tierras emergidas.

Por el momento se ignora cómo es realmente el interior de nuestro


Planeta y cuáles son sus complejísimos movimientos de masas semi­
fluidas que allí se encuentran. Todavía quedan extensas regiones de la
superficie sin explorar al igual que del fondo de los mares.

Desde la superficie terrestre se pueden advertir y examinar los proce­


sos y resultados de la acción geológica en el exterior, pero no se está
bien situado para investigar la composición y estructura del interior
del planeta, razón por la cual el conocimiento que de ella se tenía
hasta época reciente carecía de rigor científico, puesto que se basaba
más en especulaciones que en datos objetivos. En la actualidad, con
las modernas tecnologías, especialmente con las de carácter sísmico y
los satélites, se ha llegado a un conocimiento más detallado y fiable.
2. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS DE LA TIERRA.

La forma de la tierra se denomina geoide, ligeramente achatado por


los polos.

El cálculo de la masa de la Tierra se realiza aplicando la ley de New­


ton o ley de la gravitación universal: F= M.m/r2

Según estos cálculos la masa de la Tierra es de 5,98×1024 Kg, encon­


trándose repartida de la siguiente forma: el 1 % de la masa total co­
rresponde a la Corteza, el 68% al manto, y el 31% al núcleo.

El volumen terrestre es de 1,080. 1012 Km3.

Para calcular la densidad de la Tierra se considera que ésta es esfé­


rica, y aplicando la fórmula:

d=M/V se obtiene como resultado 5,517 gr/cm3.

En las representaciones de la profundidad frente a la densidad por el


estudio de las ondas sísmicas, se observa un ascenso hacia el interior,
va aumentando desde 2,7 gr/cm3, en la superficie, a valores compren­
didos entre 13 y 14 gr/cm3 en el punto más interno del núcleo. Este
incremento no es gradual, sino que se realiza de forma irregular, des­
tacando el salto que se da en el paso del manto al núcleo, en el cual la
densidad asciende de 5,6 gr/cm3, aproximadamente, a 9,4 gr/cm3.
Con toda probabilidad, este brusco incremento es consecuencia de un
cambio en el estado físico de los materiales y un cambio en la compo­
sición química.

El radio ecuatorial es de 6.378,163 Km y el radio polar de 6.356,700


Km, resultando así una diferencia aproximada de 21 Km. Si se supone
que la Tierra es perfectamente esférica, el radio se podría calcular por
la siguiente fórmula: v=4/3 π R3

Los modelos de temperatura han sufrido sucesivas modificaciones en


los últimos años. Se postula que el incremento de tª es de 30ºC cada
Km, esto ocurre en los primeros Km disminuyendo a mediad que nos
adentramos, el valor no ha de ser superior a 3.600 ó 3.9000 C.
La presión sin embargo asciende constantemente hasta la discontinui­
dad de Gutenberg, en el que se alcanzan valores superiores al millón
de atmósferas (más de 1.000 Kbar); a partir de esa profundidad
aumenta más rápidamente para decaer ese gradiente en las zonas más
internas, donde la presión pudiera ser del orden de los 3.500 Kbar.

El campo gravitatorio terrestre se expresa por una fuerza que produce


en la superficie una aceleración media de 9,78 mlseg2. Este valor
experimenta importantes variaciones locales, debidas fundamental­
mente a diferencias en la distancia al centro de la Tierra o en la canti­
dad de masa y densidad hasta dicho centro.

La Tierra posee un campo magnético bipolar. Los polos magnéticos se


encuentran situados a unos 11,5° con respecto de los polos geográfi­
cos, y en ellos las agujas magnéticas permanecen verticales. El campo
magnético de la Tierra no sólo varía con la situación, sino también
con el tiempo. El magnetismo se origina en el núcleo, como resultado
de corrientes eléctricas que actúan sobre un buen conductor como es
el hierro líquido.

La imantación permanente de las rocas coincide con la dirección del


campo magnético terrestre en el lugar y en el momento de formación
de la roca, cuando ésta contiene minerales ferromagnesianos, imanta­
ción propia, o paleomagnética. En las rocas sedimentarias el fenó­
meno es más débil y se debe a la presencia de partículas imantadas
que al depositarse se orientan de acuerdo con el campo magnético
terrestre.

La magnetización original puede alterarse por fenómenos de tª…pero


generalmente es estable, de ahí que podamos estudiar la imantación
de una roca aislándola del campo magnético terrestre y saber cómo
estaban en esa época los polos magnéticos orientados.

3. MÉTODOS DE ESTUDIO DEL INTERIOR DE LA TIERRA

Se presentan dificultades a la hora de su estudio por las enormes tem­


peraturas del interior de nuestro planeta así como de los aumentos de
presión. Para conocer el interior de la tierra se llevan a cabo una serie
de métodos.

3.1. métodos directos


Entendemos por métodos directos aquellos que se basan en la obser­
vación directa de los materiales que conforman nuestro planeta. Los
más usados son:

– pozos y sondeos: realización de pozos en zonas concretas que nos


permiten acceder a la composición del planeta. Las zonas se eligen
según lo que se desea estudiar. La máxima profundidad alcanzada
corresponde al pozo de la península de Kola de unos 12 km de profun­
didad

– minas: acceso directo al conocimiento de las capas superficiales del


planeta

– estudio de asteroides y meteoritos: cuerpos celestes que llegan a


nuestro planeta, basándonos en el conocimiento que tenemos del uni­
verso sabemos que su composición debe corresponder a la del interior
de nuestro planeta. Así, de su estudio se ha deducido la posible com­
posición del núcleo de nuestro planeta.

– Estudio de las coladas magmáticas: las erupciones volcánicas sacan


hacia la superficie del planeta materiales cuyo origen son las capas
profundas de nuestro planeta.

3.2. Métodos indirectos

Estudio de fenómenos geológicos y que por el hecho de atravesar el


interior nos permiten conocer por deducción la composición y estado
físico del interior de la tierra. El principal de los métodos es el estu­
dio de los terremotos y las ondas sísmicas y su comportamiento al
atravesar los distintos materiales que forman nuestro planeta.

– Sismología: Como ya es sabido, un terremoto se produce cuando la


energía interna que se ha ido acumulando a lo largo del tiempo en
forma de esfuerzos tectónicos en una zona restringida del subsuelo,
se convierte en energía oscilatoria que se transmite a las partículas
rocosas por medio de vibraciones causadas por el paso de las ondas
sísmicas. Hay dos tipos de ondas,

o las primarias u ondas P: las primeras en producirse, longitudinales,


vibraciones en dirección de propagación de las ondas. Cambios en
volumen de materiales, mayor velocidad y se propagan por todos los
medios

o las secundarias u ondas S. las segundas en llegar, producen una


vibración de las partículas en dirección perpendicular a la propaga­
ción del movimiento. Pueden vibrar en un plano horizontal o vertical,
no alteran el volumen, son más lentas que las ondas p y no se propa­
gan a través de los fluidos. Se conocen con el nombre de ondas de
cizalla o distorsión. La interferencia de estos dos frentes de ondas con
la superficie terrestre origina un tercer tipo de ondas, denominadas
ondas L. son más lentas y al viajar por la periferia de la corteza tie­
nen una gran amplitud, siendo las causantes de los mayores desas­
tres. Se distinguen dos tipos:

§ Ondas Love: con movimiento perpendicular a la dirección de propa­


gación, llamadas también de torsión

§ Ondas Rayleight: cuyo movimiento es elíptico con respecto a la


dirección de las ondas.

La velocidad y dirección varían de las propiedades de los elementos


que atraviesan, así podemos mediante su estudio saber algo más del
interior de la tierra. En este estudio se observan ciertas zonas donde
las ondas s casi desaparecen o desaparecen totalmente deduciendo
que debe existir al menos una zona donde la rigidez es nula:

– Discontinuidades sísmicas: las ondas delatan heterogeneidades en el


interior terrestre estudiadas por Gutenberg, deduciendo así la presen­
cia de varias discontinuidades.

o Mohorovicic o simplemente Moho, separa la corteza del manto, y su


profundidad 5 y 60 Km. En la base de la corteza, la velocidad media
de propagación de las ondas “P” tanto como la de las S es cercana a 7
Km/sg, saltando a los 8,1 Km/sg. al pasar al manto. La variación de
propagación de las ondas dentro del manto no es función regular de la
profundidad. Se produce en una serie de etapas, lo que indica que el
manto superior es estratificado

o la que delimita la base del manto y el techo del núcleo, a 2.900 Km.
Recibe el nombre de discontinuidad de Gutenberg. Se caracteriza por
el brusco descenso en la velocidad de propagación de las ondas sísmi­
cas “P”, que pasan de cerca de 14 Km/sg, a unos 8 Km/sg, y por la no
propagación de las ondas “S”, que se detienen ante esa barrera

o uan tercera es a los 5000, no aceptada por muchos autores. Es la


discontinuidad de Lehman, también denominada de Wiechert, que
separa dos regiones en el núcleo. Un núcleo externo, fluido, que no
permite el paso de las ondas transversales, y un núcleo interno, más
rígido, en el que aumenta de nuevo la velocidad de las ondas longitu­
dinales hasta valores superiores a 11 Km/sg

– Estructura zonal del interior: Bullen a partir de las conclusiones de


Gutenberg señaló la existencia de siete zonas o regiones concéntricas
desde la superficie al centro de la Tierra. La corteza zona más superfi­
cial, extendiéndose hasta 35 Km de profundidad, por término medio,
en la que se encuentra la discontinuidad de Mohorovicic. Por debajo
se localiza el manto superior, hasta los 400 Km, profundidad a la cual
aparece una zona de transición hasta los 1.000 Km aproximadamente.
Entre los 1.000 y 2.900 Km se encuentra el manto inferior, limitado
por la discontinuidad de Gutenberg. Por debajo del manto inferior se
extiende el núcleo externo, que se separa del núcleo interno a través
de una zona de transición, comprendida entre 4.980 y 5.120 Km. El
núcleo interno es ya la región más profunda del globo, alcanzando
desde los 5.120 Km a los 6.371 Km, valor medio éste último del radio
terrestre. Se establece una “estructura concéntrica” para su interior,
que estaría de acuerdo con la zonación externa del globo, en atmós­
fera, hidrosfera y litosfera, constituidas por materia de densidad cre­
ciente en ese orden.

4. MODELOS DE ESTRUCTURA DE LA TIERRA.

4.1. Estructura del núcleo

La geoterma está por debajo del punto de fusión en el manto inferior


y en el núcleo interno puesto que son sólidos, no ocurre así en el
núcleo externo que está por encima del punto de fusión.

Suele tomarse este argumento en favor de la hipótesis según la cual el


núcleo interno es material solidificado del núcleo externo, pero la
composición del núcleo interno quizá no guarda ninguna relación con
la composición del núcleo externo, con lo cual no podemos deducir
que estén en equilibrio químico.

Se supone, pues, que el núcleo constituye una aleación compleja que


funde a varias temperaturas. Se han obtenido pruebas recientes de la
existencia de una zona “blanda” de velocidad reducida y notable ate­
nuación de las ondas sísmicas en algunos centenares de metros de la
parte superior del núcleo interno. Puede tratarse de una zona anó­
mala consistente en una mezcla de líquidos y cristales lo que indicaría
que se está en el punto de fusión.

Puede admitirse también que la temperatura no ha variado lo sufi­


ciente para fundir o solidificar enteramente el núcleo desde hace
2.500 ó 3.500 m.a. La deducción se basa en que el registro del campo
magnético terrestre indica que el núcleo interno y el externo existían
ya por lo menos entonces.

Suele considerarse que el núcleo está formado esencialmente de hie­


rro, interpretación acorde con los datos sismológicos, pero pueden
evocarse otras dos series de pruebas para reforzar tal conclusión. La
primera es que, para que la geodinamo funcione y genere el campo
magnético, el núcleo ha de ser metálico. La segunda, que ningún otro
elemento que presente las propiedades observadas en el núcleo
abunda, en el cosmos, en cantidad suficiente para erigirlo en candi­
dato alternativo.

De la comparación entre la densidad de las aleaciones de hierro a alta


presión y la densidad del núcleo se deduce la presencia de una
pequeña proporción de componentes menos densos que el hierro:
Azufre, oxígeno o silicio. Resumiendo se acepta que el núcleo tiene
hierro o níquel y hierro pero que un 8% está formado por componen­
tes ligeros, que pueden ser sulfuros, óxidos o los dos. Por el contrario
del S es que es volátil, a favor que son buenos conductores. A este res­
pecto es significativo que se encuentren sulfuros en ciertos meteori­
tos. Una de las principales diferencias entre la hipótesis del oxido y la
del sulfuro es que, según la hipótesis del óxido, el núcleo tiene que ha­
ber adquirido su actual composición a alta presión. Por debajo de la
presión de metalización, el oxígeno no puede combinarse con el hierro
en cantidades significativas a baja presión, pero sí lo hace el azufre. A
bajas presiones el azufre influye más que el oxígeno en el punto de fu­
sión del hierro, y se cree que esta diferencia puede persistir a alta
presión. Por consiguiente, es más fácil que se genere el núcleo si es
rico en azufre que si abunda en oxígeno.

4.2. Estructura del manto

Estructura del manto superior: en la actualidad en un laboratorio es


imposible de recrear las condiciones de presión y tª que existen en el
interior terrestre, y más aun cuanto más nos adentramos en el inte­
rior, por ello debemos de recurrir a cálculos complicadísimos para
deducir todo.

– Manto externo: Tres son las rocas que tienen las propiedades que se
vislumbran con los estudios sismológicos: Dunita, peridotita y eclo­
gita. La peridotita roca ígnea ultrabásica constituida por olivino y
piroxenos en menor cantidad. La dunita es una roca ígnea ultrabásica,
constituida casi exclusivamente por olivino. Tanto la dunita como la
peridotita tienen una composición bien distinta a la del basalto (cor­
teza oceánica), luego la discontinuidad de Mohorovicic representaría
un cambio químico de los materiales de la Tierra. En cuanto a la eclo­
gita, es una roca con la misma composición química que el basalto,
pero constituida por granates, piroxeno y cuarzo; si la roca del manto
externo fuera la eclogita, la discontinuidad de Mohorovicic supone
solamente un cambio mineralógico; el mismo material constituiría la
corteza inferior y el manto externo, sólo que, merced a los cambios de
presión y temperatura, sobre la discontinuidad de Mohorovicic forma­
ría basalto y, bajo ella, eclogita

– Astenosfera: no separada, llega a los 300 Km de profundidad aproxi­


madamente, por lo que se piensa que el cambio es gradual y que la
composición no debe de ser distinta de la de las capas superiores. Sin
embargo, a lo largo de esta capa las ondas sísmicas tienen un des­
censo brusco de velocidad que no se puede atribuir solamente a la ele­
vación de densidad, sino a un estado de fundición semilíquido, por lo
que se dice que la litosfera flota sobre la astenosfera.

– Zona de transición: 700 Km aproximadamente de profundidad de


densidad de 4,3 frente al de 3,3 del manto externo y de 3 de la corteza
oceánica. Sea una u otra la hipótesis válida de las dos que expondre­
mos a continuación, referentes a la composición del manto inferior, es
evidente que la zona de transición, como su nombre indica, repre­
senta un paso a “saltos” ya sea en cuanto a composición química, ya
sea en cuanto a composición mineralógica, entre la astenosfera y
manto inferior.

Estructura del manto inferior: Separado por la discontinuidad de


Repetti, en donde las ondas sísmicas tienen una acusada caída de
velocidad. Los minerales más frecuentes en las rocas ígneas que aflo­
ran en la superficie terrestre presentan densidades e incompresibili­
dad muy inferior a las que deben tener los componentes del manto
inferior. Ahora bien, sabemos que mediante una presión grande, los
átomos de un material pueden empaquetarse de manera distinta a la
que presentan en condiciones normales, reduciéndose el volumen y,
por consiguiente, aumentando la densidad e incompresibilidad. Así,
por ejemplo, el Si presenta una coordinación de orden 4 en el cuarzo
(Si02) y todos los silicatos. Pero si el cuarzo (d=2,6) se ve sometido a
una presión equivalente a la que debe de reinar en la zona de transi­
ción, pasa a estisovita, con coordinación de orden 6 y densidad de
4,29 e incomprensibilidad suficientemente alta como para justificar la
velocidad de las ondas sísmicas. Cabe, por tanto, la posibilidad de que
el manto inferior esté constituido por silicatos semejantes, en cuanto
a composición química, a los del manto superior, pero con un empa­
quetamiento distinto. Una segunda alternativa es la de que el manto
inferior presenta un cambio más radical; los óxidos de diversos catio­
nes (Fe, Mg, Al y Si) presentan densidades o incompresibilidades con­
venientes como para pensar en un manto inferior constituido funda­
mentalmente por óxidos. En resumen, en el manto, al aumentar la
profundidad, se debe de pasar por una zona de silicatos a otra consti­
tuida sea por silicatos con un empaquetamiento distinto, sea por óxi­
dos o por los dos a la vez. Sin embargo, las rocas que forman el manto
deben de ser capaces de producir las mezclas fundidas que se derivan
de él. El basalto que erupciona puede tener su origen en la fusión
completa de la eclogita, pero en la primer mitad de la historia de la
Tierra, erupcionaron mezclas fundidas mucho más ricas en magnesio,
que al enfriarse formaron peridotita. Los cristales largos y delgados,
tan frecuentes en las rocas volcánicas, son muestra de que provienen
de una roca que en otro tiempo estuvo totalmente fundida y que po­
drían proceder de la peridotita y no de la eclogita. La composición de
la peridotita se parece a la de las condritas carbonosas, meteoritos
muy antiguos similares en composición al material que formó la Tie­
rra. Otras evidencias que refuerzan la hipótesis de un manto peridotí­
tico son:

– Nódulos ultramáficos extraídos en erupciones volcánicas profundas


con 80% de olivino. Las inclusiones de peridotitas en kimberlitas.

– Peridotitas de tipo alpino.

Las relaciones isotópicas medidas, principalmente a partir del neodi­


mio, confirman que el volumen del manto implicado en el proceso de
formación de la corteza tuvo que ser bastante considerable, y que,
además, en el nacimiento de la corteza terrestre intervino cerca de un
tercio del material del manto, perfectamente mezclado, para originar
la abundancia relativa de los elementos y sus isótopos en los conti­
nentes. Ahora bien, una tercera parte del manto está comprendida
entre la base de la corteza y una profundidad de 700 Km; por lo tanto,
la composición de la corteza y del manto está de acuerdo con la idea
según la cual los procesos de convección de los 700 Km superiores del
manto están físicamente separados de cualquier proceso de convec­
ción del manto inferior. Dado que la corteza continental en su mayor
parte ha existido como mínimo a lo largo de 2.000 m.a., durante todo
este tiempo sólo pudo realizarse un transporte limitado entre el
manto superior e inferior. La discontinuidad de Gutenberg a los 2.800
Km de profundidad marca, con su enorme caída de velocidad y desa­
parición de las ondas “S”, la entrada en el núcleo externa, que en un
principio será líquido.

4.3. Estructura de la corteza.

En líneas generales conviene saber que la corteza terrestre está divi­


dida en dos capas, la corteza continental y la oceánica, que tienen una
relación horizontal entre ellas muy significativa y que la relación
entre estas capas solo existe en las confluencias de los fondos oceáni­
cos con los continentes, están separadas por una discontinuidad muy
pequeña pero apreciable por las ondas sísmicas: «discontinuidad de
Conrad»
La corteza oceánica, por estar situado debajo de los océanos, o corteza
basáltica por estar constituida principalmente por roca basáltica, tie­
ne una densidad algo mayor que la corteza continental, llamado corte­
za continental o corteza granítica, por ocupar la parte continental y
estar constituido fundamentalmente por roca granítica.

Corteza oceánica. Abarca las dos terceras partes de la superficie


sólida de la Tierra, las antigüedades máximas rozan los 200 o 250
millones de años. En el océano la corteza alcanza unos 6 u 8 km de
espesor, mientras que lejos de las dorsales, el conjunto de la litosfera
puede alcanzar más de 100 km. Ya se ha dicho que la roca que la
forma es el basalto que es la más abundante, pero, en principio, son
las peridotitas de naturaleza plutónica, ascendentes en las dorsales
las que sufren una diferenciación fraccionada en su enfriamiento;
estas fracciones quedan sobre un sólido residual de composición
igualmente peridotítica en el interior de la cámara. El enfriamiento
lento y el fraccionamiento por cristalización dan lugar a la formación
de gabro, cuyos minerales fundamentales, olivino y plagioclasa son,
en definitiva, los que formarán la capa inferior de la corteza oceánica.
En las capas superiores se sitúan los materiales recién enfriados y
solidificados que adquieren unas estructuras y formas especiales, por
lo que son denominadas «lavas almohadilladas» con productos de lixi­
viación y chimeneas con material metálico disuelto, son los, diques
hidrotermales, todo ello cubierto por material sedimentario que a
veces puede aparecer interestratificado con las mismas lavas. El con­
tacto de material basáltico incandescente puede provocar en los sedi­
mentos un metamorfismo de contacto, que produzca cambios a nivel
composicional mineralógico. El espesor de la transición de la corteza
oceánica al manto es de 3 a 4 km, y la profundidad alcanzada por la
corteza cuando se enfría y, por tanto, se contrae y aumenta su densi­
dad, es proporcional a la raíz cuadrada de su edad; así, una corteza de
veinte millones de años queda a 4 km de profundidad, y una de cin­
cuenta millones de años a 7 Km. El significado de la antigüedad de la
corteza oceánica (200 m.a.) queda explicado por la teoría de la «Tec­
tónica de placas». El fondo oceánico está en expansión (Caso del At­
lántico) o bien en contracción juntos hace más o menos esos años y a
partir de la aparición de una dorsal que los separó, los materiales que
primero salieron se soldaron a los bordes continentales y mediante
movimientos divergentes de placas fueron formando el océano actual,
resultando que esa corteza oceánica, qué es el más próximo al conti­
nental es el de más antigüedad y por lo tanto corresponde a los 200 o
250 millones de años. En los otros bordes continentales se produce
como ya sabemos por la teoría de la tectónica de placas la subducción,
que son movimientos convergentes de placas, y por lo tanto los mate­
riales basálticos que se succionan son los que aproximadamente hace
200 o 250 millones de años salieron de la dorsal y formaron la cor­
teza basáltica que ahora se vuelve a reintegrar al manto después de
transcurrido ese tiempo.

Corteza continental: La corteza continental o granítica se originó por


fusión del manto superior, y este proceso concentró en los continentes
una mayor cantidad de Rb que de Sr, enriqueciéndose en K, U. Th y S.
Las rocas típicas son de tipo granítico, con minerales muy ricos en
silicio, aluminio, potasio, sodio y calcio. Ocupa la corteza continental
la tercera parte de la masa superficial, lo que supone el 0,4% de la
masa de la Tierra; su espesor varía entre los 10 y 70 km, siendo su
antigüedad de unos 3.800 millones de años, prácticamente la edad de
consolidación total del planeta. Ha estado constantemente sometida a
fenómenos de creación (crecimiento lateral). Por el momento la inves­
tigación que más ha contribuido a establecer una estructura de la cor­
teza continental más o menos detallada es la que se está llevando a
través del sondeo de Kola en la Unión Soviética y que a continuación
se describe.

Estructura de la corteza según el sondeo de Kola: En la actualidad son


varios pozos los que han rebasado la profundidad de los 3.000
metros, pero de todos ellos destaca el de Kola, en la Unión Soviética,
que en el año 1985 llegó a los 12.000 metros y a partir del cual se han
sacado importantes conclusiones que modifican en parte la tradicio­
nal estructura de la corteza profunda. El pozo de Kola es el más pro­
fundo del mundo, la torre de sondeo tiene una altura de 86 metros y
está enclavado en el llamado escudo continental basáltico. Esta región
estuvo expuesta a la acción del hielo y a la meteorización durante
cientos de miles de años, por lo que ha perdido entre los 5.000 y
15.000 metros de la parte superior de la capa granítica por erosión.
Así, los 12.000 metros de Kola representan una capa continental pro­
medio entre 8.000 y 20.000 metros por debajo de la superficie. La
principal misión del pozo es el conocimiento de la corteza profunda
continental y las fuerzas que la han conformado a lo largo de 4.000
millones de años. La información directa que se conoce hoy, abarca
unos 15.000 metros de los 30.000 de promedio, gracias a los aflora­
mientos en distintas partes del globo. El pozo de Kola ha recorrido
1.400 millones de años en la historia de la Tierra, atravesando la era
proterozoica, penetrando en las rocas arcaicas hasta los 2.700 m.a. de
antigüedad. Ha revelado media docena de ciclos de formación de la
corteza y ha determinado que la primitiva corteza era de “granodio­
rita” (granito pobre en cuarzo y rico en plagioclasa). El fenómeno más
curioso observado es el salto de velocidad de las ondas sísmicas a
9.000 metros de profundidad en Kola, y no es debido a la presencia de
un basamento sedimentario de basalto como se esperaba, sino a un
raro proceso que a esas profundidades sufren las rocas metamórficas
y que se denomina: “Disgregación hidráulica”, que se produce por pro­
blemas de sobrepresión de fluido cuando, a una determinada profun­
didad, la presión de fluido (bien agua de cristalización o volátiles for­
mados a partir de materia carbonosa incluida en las rocas) es supe­
rior a la presión litostática (presión ejercida por las rocas suprayacen­
tes) la ruptura de la roca y el escape violento hacia arriba del fluido.
De abajo a arriba Desde los 12.000 metros a los 6.842 metros es
arcaico, dividido en dos tramos, un primer piso sedimentario con in­
trusión de granito plutónico rico en hierro y titanio, y un segundo
piso metamorfizado y plegado entre los 750 y 900 C y las 5.000 y
11.000 atm. de presión. Desde los 6.842 m. hasta la superficie está el
complejo proterozoico, que muestra cuatro fases de formación de la
corteza continental, la vulcano sedimentaria, la plutónica granítica no
metálica, la granita metálica con yacimientos de cobre y níquel, y,
finalmente, la fase de metamorfismo confinado que produjo la disgre­
gación hidráulica de 4.500 m. de espesor y que atraviesa el basa­
mento arcaico. En la corteza oceánica, el sondeo más profundo es el
pozo 504­B en el valle de fractura de Costa Rica situado entre las islas
Galápagos y Sudamérica., y nos muestra la estructura oceánica. La
profundidad alcanzada es de 3.952 m., la corteza tiene unos 6 millo­
nes de antigüedad y está cubierta por una capa de sedimentos de 275
metros de grosor constituidos por restos de animales y plantas mari­
nos de carácter microscópico. Bajo estos 275 metros que da el zócalo
oceánico compuesto por lavas almohadilladas y coladas laminares
5. COMPOSICIÓN QUÍMICA Y MINERALÓGICA DE LA TIERRA.

La composición química de un mineral no es suficiente para determi­


nar la especie mineral a la que pertenece, hay que tener en cuenta su
estructura cristalina y sus propiedades físicas y ópticas para poder
clasificarlo.

Las analogías deducidas entre la composición de los meteoritos y las


de las capas internas de la tierra han sido usadas por algunos autores
para calcular una composición media teórica de todo el planeta. En el
cálculo de estas composiciones se tiene en cuenta el volumen de cada
una de las geosferas y las composiciones medias calculadas para los
diferentes tipos de meteoritos. En las cifras que resultan, la corteza
terrestre tiene muy poca influencia, pues debido a su reducido espe­
sor representa únicamente el 1 % de todo el planeta.

Si se comparan estas cifras con las calculadas para la corteza, se en­


cuentran notables diferencias. El oxígeno ocupa el segundo lugar ce­
diendo el primero al Fe, que en la corteza se encuentra en proporcio­
nes muy inferiores. El silicio pierde importancia y algunos elementos
como el Al, el Na, y el K que forman parte importante de la corteza
existen por término medio, en todo el planeta en cantidades muy
reducidas.

Composición media de la tierra (según Masson).

Fe 35%, 0 28%, Mg 17%, Si 13%, Ni 2,7%, S 2,7%, Mn 0,09%, Ca


0,61%, K 0,07%, Al 0,44%, Ti 0,04%, Co 0,20%, P 0,03%, Na0,14%,
Cr0,01°/o

Los elementos del sistema periódico se clasifican según sus afinidades


químicas. Estas tendencias se denominan “carácter geoquímico pri­
mario de los elementos” y se dividen en:

– Elementos litófilos. Entran a formar parte de fases oxidadas y silica­


tadas.

– Elementos calcófilos. En fases sulfuradas.

– Elementos siderófilos. En fases metálicas.

– Elementos atmósficos. En fases gaseosas.


5.1. Composición química y mineralógica de la corteza.

Conviene destacar que los ocho primeros elementos constituyen más


del 95% de la composición del global de las rocas de la corteza. Por
fortuna los fenómenos geológicos han concentrado muchos de los ele­
mentos, que se encuentran en proporciones ínfimas, formando depó­
sitos minerales: yacimientos.

La existencia de estos fenómenos nos lleva a considerar los conceptos


de abundancia, concentración, y dispersión.

Se dice que un elemento es abundante cuando su proporción es alta en


la corteza; para expresar esta abundancia podemos referirnos a su
porcentaje.

Un elemento, independientemente de que sea abundante o no, estará


disperso si se encuentra repartido por toda la corteza, sin formar con­
centración susceptible de explotación.

– Corteza continental: La Corteza Continental comprende no sólo las


áreas emergidas de los continentes, sino además la plataforma y talud
continental. Se distinguen tres capas verticalmente, por su diferente
composición, que son las siguientes:

o Capa sedimentaria: compuesta por sedimentos y rocas de este tipo,


dispuestas en una película irregular que falta por completo en algunas
regiones y que en otras alcanza espesores de varios kilómetros.

o Capa granítica: compuesta fundamentalmente por rocas ígneas y


metamórficas ricas en sílice; el espesor medio es de 20 kilómetros.

o Capa basáltica: compuesta fundamentalmente por rocas de carácter


máfico y ultramáfico (básicas), con un espesor muy variable depen­
diendo de que se encuentre en el talud continental o en los centros de
los continentes, donde se duda de su existencia.

– Corteza oceánica: Se pueden diferenciar dos capas:

o Capa sedimentaria: compuesta por sedimentos acumulados en los


fondos oceánicos con un espesor de unos 500 metros. En las zonas
axiales de las dorsales no se encuentran tales materiales, apareciendo
directamente bajo el agua las rocas volcánicas de la capa siguiente;
por el contrario en otras zonas el espesor de sedimentos puede
superar los 3 kilómetros.

o Capa basáltica: constituida por rocas volcánicas básicas y un espe­


sor medio de unos 5 a 8 kilómetros.

5.2. Composición química y mineralógica del manto.

La mayor parte de los datos llevan a la conclusión de que el manto


tiene que estar constituido por peridotitas (olivino + piroxeno). No
obstante, algunos autores piensan que la parte superior del manto
puede estar formada por eclogitas, al menos en áreas continentales.
La hipótesis eclogítica implica que la discontinuidad de Mohorovicic
sería consecuencia de la transformación isoquímica gabro­eclogita.
Por el contrario la hipótesis peridotítica implica que la citada discon­
tinuidad estaría originada por un cambio de composición química.

5.3. Composición química y mineralógica del núcleo.

Desde que se descubrieron los dos tipos fundamentales de meteoritos,


se sugirió que la Tierra debería de tener un núcleo cuya composición
debería de ser idéntica a la de los meteoritos férricos. Esta idea de
que el núcleo está formado por Fe y Ni ha persistido desde principios
de siglo, aunque han sido propuestas otras hipótesis, como por ejem­
plo la de Rittman, que sugirió que el núcleo estaba constituido por
hidrógeno condensado. Esta hipótesis no tiene partidarios ya que las
presiones persistentes en el núcleo no son suficientes para originar la
condensación del hidrógeno. En consecuencia se acepta que el núcleo
está constituido formalmente por hierro. Sin embargo, la densidad del
núcleo es inferior a la determinada para el hierro a 2.000° C de tem­
peratura y la presión existente en el núcleo. La presencia de níquel y
de algunos elementos menos densos, como Si o S, podrían salvar estar
discrepancia. Así el 80% del núcleo sería hierro + níquel y el 20%
silicio o azufre.

6. CONCEPTOS DE ASTENOSFERA Y LITOSFERA.

Distinguimos como “litosfera” la capa de comportamiento rígido, que


comprendería la corteza y una parte del manto superior, el denomi­
nado manto externo, y una “astenosfera”, más plástica, por debajo de
la anterior. Finalmente, por debajo de la anterior se señala la existen­
cia de la zona de transición o “mesosfera”, de material nuevamente
rígido.

Conviene tener muy en cuenta la estructura de los aproximadamente


primeros 1.000 Km, hasta la discontinuidad de Repetti, ya que es don­
de se generan los principales procesos geológicos que afectan a la
superficie y, por lo tanto, a la humanidad.

6.1. La litosfera.

Región más externa del globo, espesor entre los 70 y 150 Km, depen­
diendo de que se mida. Esta compartimentada en numerosos placas,
de muy grandes dimensiones, que se desplazan a velocidades de unos
pocos mm/año, separándose, en unos casos, y acercándose, en otros.
La rigidez de esta capa es elevada, siendo capaz de soportar esfuerzos
considerables durante largos periodos sin deformarse. Su viscosidad
es, por tanto, muy grande.

6.2. La astenosfera.

Se puede considerar que las placas litosféricas rígidas se deslizan so­


bre un sustrato viscoso, la astenosfera, con absoluta independencia de
los movimientos de ésta en algunos casos. profundidad de unos 700
Km, comprendiendo parte del manto superior y de la zona de transi­
ción. comportamiento es menos rígido que el de la litosfera, ya que se
admite que su viscosidad es al menos tres veces inferior a la de aqué­
lla. No se producen fracturas en la astenosfera, pero sí tiene lugar una
importante deformación plástica y un flujo quizás en forma de co­
rrientes de convección debido a diferencias de densidad entre unas
áreas y otras de esta región.

7. BIBLIOGRAFÍA

– AGUEDA, J., ANGUITA, F. Y OTROS: Geología. Ed. Rueda. Madrid,


1977.

– ANGUITA, F.: Historia geológica de la Tierra. Ed. Rueda. Madrid,


1989.

– ANGUITA, F. Y MORENO, F.: Geología, procesos internos. Ed. Luis


Vives. Zaragoza, 1978.
– KOZLOWSKI, E.: Kola, viaje al centro de la Tierra. Mundo Científico.
N2 46. Mayo 1985.

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