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El contenido del capítulo da por hecho el conocimiento del lector acerca de los procesos históricos
concernientes a la ACUMULACIÓN ORIGINARIA (DEL CAPITAL), para así luego describir el
papel y/o rol que asumió Latinoamérica durante el proceso de acumulación originaria en el marco de
historia general, vale decir, con el foco en Europa. El proceso de acumulación originaria en el contexto
latinoamericano se efectuó hacia finales del siglo XIX.
Al aterrizar en el modo de producción capitalista, Cueva sostiene que son dos las premisas
fundamentales de su existencia: “la constitución de la propiedad capitalista de los medios de
producción y la creación de una mano de obra ‘libre’, es decir ‘liberada’ de toda propiedad, incluida
los medios necesarios para su reproducción social” (pág.66). Así, pues, queda expresado una
separación entre el productor directo y los medios de producción (migración de siervos a las ciudades),
proceso conocido como ACUMULACIÓN ORIGINARIA.
Este proceso adopta características relacionadas con la llegada capitalista a espacios agrarios, esto
implica el tránsito de las capas terratenientes feudales hacia la inserción de pequeñas haciendas
campesinas, cuyo tránsito dio cabida al productor mercantil simple (ya no se trataba de la capa o forma
social prevaleciente en la sociedad, porque fue superada por el poderío industrial de las urbes).
Cueva asegura que no se trató de repetir el proceso de desarrollo propio de la historia general, dadas
las aristas de la acumulación originaria (propio de un capitalismo pleno); al contrario, América Latina
tuvo un papel relacionado con la constitución de una “economía primario exportadora
‘complementaria’ del capitalismo industrial de las metrópolis” (pág.68).
Si bien los países ya eran “independientes” como estados nacionales, las inversiones extranjeras en
los mismos aumentaron, especialmente de la mano de Londres: inversiones en ferrocarriles, en el
sector bancario-financiero, Mientras los ferrocarriles potenciaban el comercio de mercancías, el
capital financiero daba luces del tránsito a la fórmula general del capital (M-D-M’).
Entonces, cabe destacar que el rol latinoamericano jugó un papel de “apoyo” al desarrollo europeo,
pero tampoco significó un alejamiento del proceso de acumulación originaria. “…la economía
latinoamericana empezó pues a transitar hacia el capitalismo en condiciones muy particulares, pero
que no la eximían de realizar, como requisito sine qua non, la acumulación originaria de capital”
(pág.69).
Siguiendo la terminología de Marx (citado por Cueva) aquellos espacios latinoamericanos todavía con
premisas prevalecientemente, la acumulación originaria del capital no se alejó de sus características
generales: expoliación de bienes eclesiásticos, enajenación de tierras fiscales, robo de propiedad
comunal, usura… como métodos de acumulación originaria, sentando el tránsito de la sociedad feudal
a la sociedad capitalista, y dando blindaje a la industria urbana.
México…
Bibliografía
Cueva, Agustín (2004). El desarrollo del capitalismo en América Latina. México D.F., México:
Siglo XXI.