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La crisis de la educación oculta entre las sombras

Breve relatoría de los capítulos 1-5 del libro Sin fines de lucro, por qué la
democracia necesita de las humanidades de Martha C. Nussbaum.

Cuando analizamos el interrogante: “¿cuáles son las más grandes problemáticas


que tiene la sociedad moderna?”, la crisis económica que tuvo su génesis en 2008
o quizá en el denominado calentamiento global, serán de seguro los primeros
candidatos que tendrán lugar en la lista negra. Empero, la filósofa norteamericana
Martha C. Nussbaum en su último libro, Sin fines de lucro, por qué la democracia
necesita de las humanidades, nos plantea una visión interesante sobre una crisis
de proporciones globales que es ignorada y que debería ser considerada como
respuesta inmediata a la pregunta que planteamos al inicio de este escrito. Esta
crisis, que ella denomina silenciosa, pone en fuerte tensión y en conflicto la idea de
la educación concebida como una herramienta para el crecimiento económico -poco
preocupado por una reflexión sensible sobre la equidad en el acceso y las
oportunidades, y por la salud, la educación y la calidad de vida de la población pobre
y rural- y para el modelo de desarrollo humano de una educación liberal, que es
indispensable para cultivar las democracias del mundo global.

Así mismo, se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades
democráticas enseñan a sus generaciones jóvenes, cambios que aún no han sido
sometidos a un análisis profundo. ¿Cuáles son esos cambios? En casi todas las
naciones de Occidente se erradican las materias y las carreras relacionadas con las
artes y las humanidades. Ya que éstas son concebidas como un ornamento inútil
por quienes definen las políticas educativas en un momento en que las naciones
deben eliminar todo lo que no tenga “utilidad” para ser competitivas.
Su objetivo es explicar cómo y por qué debemos centrar nuestra atención en crear
sistemas de educación primaria y secundaria que apoyen, practiquen y promuevan
el cultivo de personas que poseen "las facultades del pensamiento y la imaginación"
ya que eso nos hace humanos y hace que nuestras relaciones sean ricas en
relaciones humanas, en lugar de relaciones de mero uso y manipulación”. Como lo
sugiere la declaración anterior, la visión de Nussbaum sobre la educación para la
ciudadanía democrática se basa en ciertos principios y valores sobre lo que significa
ser humano y esto se deriva de lo que se puede aprender a través de las
humanidades y las artes, ambos en peligro por las mismas condiciones extremas.
Con este diagnóstico, la autora advierte sobre el peligro de reducir la educación a
una herramienta de la economía y de valorarla desde la idea de la rentabilidad
otorgando un papel desproporcionado a la ciencia y a la tecnología, y cultivando
únicamente habilidades útiles por su alta aplicabilidad para la producción y la
globalización económica, que tanto preocupa a los dirigentes del mundo. Para
enfatizar estas premisas notamos que por ejemplo en el capítulo 2, "Educación para
la renta, Educación para la Democracia", Nussbaum explora cómo los principios
sociales fundamentales de países como los Estados Unidos y la India parecen
contradecir e incluso contradecir los objetivos de crecimiento económico que
impulsan a muchos de estos países.
En ese orden de ideas la filósofa identifica una tensión que existe dentro de estas
naciones, una que está históricamente fundamentada y es útil para que los lectores
la busquen si están analizando justificaciones sociales y políticas para renunciar al
modelo basado en la rentabilidad que este trabajo les exhorta a criticar. El capítulo
3, “Educar a los ciudadanos: los sentimientos morales (y anti-morales)” implica un
análisis de la condición humana desde una perspectiva psicológica que explica por
qué la situación actual se deriva de una tensión interna tan compleja como la
sociopolítica descrita. En el capítulo anterior del libro Nussbaum hace esto
enfocándose en cómo enfrentamos los sentimientos de ansiedad y disgusto al
tiempo que identificamos cómo se desarrollan esas patologías a través de formas
opresivas de jerarquía social y asociaciones destructivas con otros, lo que puede
resultar en una especie de entumecimiento hacia la difícil situación de los demás
que resta valor a los tipos de camaradería y compañerismo necesarios para que
una comunidad verdaderamente democrática prospere. Luego, recurre a Rousseau
y Ghandi como fuentes de esperanza para interrumpir esta dinámica debido al
énfasis que ponen en la importancia de preparar a los ciudadanos para que sean
capaces de "preocupación compasiva", una disposición que se compone de un
sentido cultivado de simpatía, ampliado y perspectivas imaginativas sobre el mundo
y sus habitantes, y un enfoque empático para comprender las vidas de otros.
A continuación, en los capítulos 4 y 5 (“La pedagogía socrática: la importancia de la
argumentación” y “Los ciudadanos del mundo”) cambian el enfoque de la discusión
hacia la educación y se apoyan mutuamente para establecer los antecedentes
históricos y teóricos para un currículo y una pedagogía que son humanistas y
democráticos en naturaleza y práctica. Haciendo un llamado a la obra de Sócrates,
Rousseau, Pestalozzi, Froebel, Alcott, Mann, Dewey, Tagore y Winnicott para
reforzar la validez de sus afirmaciones, Nussbaum realiza un análisis de la
enseñanza y el aprendizaje que ofrece un antídoto para los problemas que
atormentan nuestras prácticas educativas y académicas basadas en pruebas. Su
argumento se resume mejor más adelante en el texto, cuando explica:

“Observe que parte del problema aquí es contenido y parte es pedagogía. El


contenido curricular se ha alejado del material que se enfoca en avivar la
imaginación y capacitar a las facultades críticas hacia el material que es
directamente relevante para la preparación de la prueba. Junto con el cambio en el
contenido, se produjo un cambio aún más pernicioso en la pedagogía: alejarse de
la enseñanza que busca promover el cuestionamiento y la responsabilidad
individual hacia la alimentación forzada para obtener buenos resultados en los
exámenes.”

Al pedir a los lectores que reconsideren qué y cómo enseñamos, Nussbaum aboga
por el desarrollo de estudiantes cuyas mentes son tan creativas como flexibles,
cuyos corazones son capaces de un cuidado y preocupación genuinos por los
demás, y cuyas vidas se caracterizan por el tipo de una agencia personal reflexiva,
crítica y compasiva que Nussbaum considera necesaria para que cualquier
sociedad democrática permanezca fiel a sus objetivos y principios intrínsecos.
Cuando se toma como un todo, Sin fines de lucro, por qué la democracia necesita
de las humanidades, ofrece un argumento que es consistente pero no del todo
novedoso para los académicos y profesionales que trabajan en el ámbito de la
educación democrática. Ofrece un enfoque edificante y un tanto idiosincrásico para
abordar los desafíos y principios de la educación democrática. A este respecto, es
tentador concluir que este libro no llega a agregar nada que sea realmente nuevo o
esclarecedor a la conversación; sin embargo, vale la pena señalar que
probablemente no seamos la audiencia prevista de Nussbaum. Dado el alcance y
la variedad de los ejemplos contemporáneos, los argumentos académicos y los
principios sociales y educativos planteados en este trabajo, parece que Nussbaum
está trabajando a la defensiva, ofreciendo justificaciones para sus afirmaciones en
tantos frentes como pueda reunir con anticipación. de lectores que son escépticos
sobre sus argumentos. Por esta razón, es posible imaginar varios grupos diferentes
para los cuales se ha escrito este libro.
Se podría concluir que este libro está dirigido a administradores escolares y
responsables de políticas educativas que tienen el poder de cambiar el status quo,
pero actualmente son reacios a hacerlo, ya sea porque no comprenden las
implicaciones de sus acciones o porque carecen de una comprensión de qué otras
posibilidades para la enseñanza y el aprendizaje pueden (y deben) existir. También
es posible imaginar que Nussbaum escribió este trabajo con sus colegas
universitarios, situados en las humanidades y las artes, en mente, individuos cuya
obra de vida resuena con sus afirmaciones pero que luchan por articular el profundo
valor de sus esfuerzos educativos en términos de responder adecuadamente al
clima hostil en el que actualmente se encuentran operando.

Juan Camilo Calonge Calonge


Estudiante de la Maestría en Educación,
Facultad de Educación,
Universidad Tecnológica de Bolívar,
Cartagena

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