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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CATÓLICA LUMEN GENTIUM

UNIDAD DE POSGRADOS Y EDUCACIÓN CONTINUA


FACULTAD DE EDUCACIÓN
ESPECIALIZACIÓN EN EDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS

Curso: Teoría e Historia de los Derechos Humanos.


Estudiante: John Manuel Sanclemente Palacio
ID: 000391407
Semestre: Agosto-Diciembre 2019
Reseña: Fernández Buey, Francisco. La controversia entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de Las
Casas. Una revisión. Universidad de Barcelona. Barcelona, marzo de 1992. Págs. 301 – 347.

El autor parte de la afirmación de que a finales de siglo XX y principios del siglo XXI, ha comenzado a
estar marcado por el choque entre culturas, las cuales pueden ser considerables desde el punto de vista
de la crisis de los Estado-nación y la crítica a las comunidades culturalmente homogéneas. No obstante,
no es esta la pretensión que quiere llevar a cabo el autor, sino realizar una revisión histórico-crítica “para
comprender las consecuencias y alcances del choque cultural” que se llevó a cabo a partir de la
colonización y conquista de América por parte de los europeos (españoles, portugueses, franceses y
anglos). Para ello, toma en consideración el debate que sostuvieron Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de
las Casas en la Castilla de mediados del siglo XVI, en torno a la justificación de la guerra y la esclavitud
por parte de los colonizadores y los soldados contra los indios en América. Para ello, el punto central de
la argumentación está en la revisión que cada uno hace del aristotelismo y la doctrina religiosa del
cristianismo para el análisis del caso de la esclavitud y la servidumbre “natural”. De acuerdo con
Fernández (1992: 315), esta revisión del aristotelismo introduce “un matiz importante en la
interpretación de la doctrina aristotélica, un matiz que habría de estar cargado de consecuencias notables,
pues en cierto modo permite el paso de una forma absolutista a una forma tolerante de tratar al otro en
los inicios de la expansión colonizadora europea”. Sobre este aspecto, el autor trae, primeramente, a
colación el debate sostenido por de Las Casas y Francisco Vitoria. Para el segundo, esta revisión de
Aristóteles gira en torno los derechos de los vencidos en el marco de la cultura de los vencedores;
mientras que para el primero, la revisión se lleva a cabo para cuestionar e indicar las primeras dudas
serias acerca de la superioridad de la cultura de los vencedores. Esta cuestión en torno a la forma de
interpretar el aristotelismo, conlleva al mismo tiempo, una revisión de la evangelización que se venía
aplicando en este proceso. Para Vitoria, sólo puede haber una verdadera evangelización, cuando ésta
resulta de la libre y voluntaria admisión de la otra parte después de haber sido socializada por los
colonizadores y los soldados a los indios. Esta forma de entender la tarea evangelizadora en el proceso
de la colonización de las tierras en América, sentaría las bases para lo que fue considerado como el
derecho de Gentes. Un derecho de gentes que implica que los españoles tengan las garantías jurídicas
para poder viajar y comerciar legamente en las provincias americanas.

Dejando de lado esta controversia entre Vitoria y Las Casas, que sentaría las bases para el pensamiento
del segundo en torno a la cuestión de la defensa de los indios en América. Paso a exponer el debate
sostenido entre Sepúlveda y Las Casas en torno al discurso aristotélico sobre la esclavitud. Sepúlveda
sostiene la tesis de la inferioridad cultural de los indígenas, tesis que considera como verdad científica
rigurosamente racional. Para éste, la inferioridad cultural consiste en que los indígenas no poseían
“ciencia, no conocen la escritura, no erigen monumentos que sean testimonio de su historia, no tienen
leyes (solo instituciones no escritas y costumbres bárbaras), practica el canibalismo, los sacrificios
humanos y la idolatría, son intemperantes y libidinosos, no conocen la propiedad privada, son tímidos y
cobardes en la guerra” (Fernández, 1992: 324). Sobre la base de esta afirmación, Sepúlveda desarrolló
una justificación que emplea elementos del derecho natural y divino, para el uso de la fuerza que permita
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someter a los bárbaros como el camino más fácil y ventajoso para los propios bárbaros. En otras palabras,
la superioridad cultural de los colonizadores y los soldados justifica obligar a declararles la guerra a los
indígenas para que se conviertan a la fe de Cristo, porque resulta bueno y provechoso para ellos. En
idéntico sentido, Sepúlveda arremete contra todo aquel que cuestione estos postulados y defiendan a los
indígenas, mencionado que, con ello, lo que se busca es privarlos de forma cruel de los muchos y grandes
bienes.

Por su parte, Las Casas expone su preocupación por los argumentos esbozados sobre la esclavitud y la
necesidad de la guerra por Sepúlveda y las consecuencias prácticas que esto pueda tener en los
colonizadores y soldados, frente al trato con los indígenas. Frente a esta preocupación, propone
establecer dos distinciones de entender el cristianismo: el primero de ellos, el cristianismo de las armas
y el poder y el cual es la base de la justificación de la esclavitud y servidumbre de los españoles frente a
los indígenas. Y un segundo cristianismo, que define como el cristianismo de la mansedumbre y la
suavidad en el trato con el otro. Este último, será la base de su crítica al aristotelismo que afirma la
necesidad de sumisión o esclavización de los indígenas por medio del uso de la fuerza. Igualmente, lo
lleva a la necesidad de realizar “una reelaboración de la doctrina cristiana que acentúa específicamente
los aspectos de la caridad y de la piedad para configura un nuevo concepto de la tolerancia, según el cual
el cristiano es capaza de comprender simpatéticamente la aparente barbarie del otro, de los individuos
de otra cultura, criticando al mismo tiempo la autosuficiencia etnocéntrica de los miembros de la propia
comunidad y religión” (Fernández, 1992: 333). Dicho de otro modo, el razonamiento de Las Casas gira
en torno a la justificación de todo tipo de esclavitud o servidumbre, particularmente, el proceso que en
nombre de las ideas tradiciones (bárbaros en el sentido aristotélico) se venía adelantando en América
por parte de los colonizadores y soldados. En idéntico sentido, lo lleva a reinvertir la supuesta relación
de superioridad cultural de los españoles sobre los indios de América o, lo que es lo mismo, la inversión
del argumento eurocéntrico. Sobre este último aspecto, Las Casas pone como ejemplo la invasión que
realizaron los romanos a los españoles para liberarlos de la barbarie y en donde argumenta que, la
barbarie no es una razón suficiente para la esclavización de un pueblo. De donde se sigue que “aunque
hubiera de admitir la inferioridad de un pueblo en ingenio e industria, no por ello está aquel pueblo
obligado a someterse a otro más civilizado que él y a adoptar su modo de vida, de tal manera que, si lo
rehusara, hubiera que someterle a esclavitud por la fuerza de las armas” (Fernández, 1992: 336).

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