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INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo trataremos sobre temas y conceptos relacionados a


la Educación sexual y género. En el mismo, se elaborará una propuesta en base a
dos asignaturas, Idioma Español y Literatura relacionando los temas ejes y
aplicándolos de forma transversal en el programa de cada asignatura.

Por otra parte tomaremos conceptos dentro de nuestro tema a desarrollar


tales como; diferencia entre sexo, sexualidad y genitalidad, identidad sexual y de
género, rol de género, autopercepción de género, orientación afectivo-sexual,
concepto de diversidad, cuerpo y erotismo. La sexualidad humana en sus
diferentes dimensiones, tomando en cuenta la mirada de la interseccionalidad, la
sexualidad humana y sus diferentes funciones, erótica y reproductiva.

A su vez de forma simultánea se dejará claro los siguientes temas; el


pensarse como varón o como mujer más allá de estereotipos de género, la
educación sexual y los discursos sobre "lo" masculino y "lo" femenino. Las
diferentes maneras de ser, construirse y sentirse varón o mujer y el modelo
masculino tradicional, asociado al ser proveedor o el femenino tradicional,
asociado a la maternidad y al cuidado.

Para lograr exponer la propuesta general pero aplicada de forma individual


a cada asignatura anteriormente mencionadas haremos referencia a la película
“La dama danesa” dirigida por Tom Hooper, la cual cuenta la historia real de la
pintora danesa Lili Elbe, la primera mujer transgénero en someterse a una cirugía
de reasignación de sexo. Esto es como fin de afianzar conceptos y desarrollar la
percepción autocrítica de cada adolescente. Con el objetivo de respetar a cada
individuo por como es y siente y no por como “debería” ser. Logrando así igualdad,
respeto, tolerancia, integración, equidad.

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DESARROLLO

El Departamento de Educación y Salud del Instituto Nacional de las Mujeres


del Ministerio de Desarrollo Social (INMUJERES-MIES) y la Red de Género de la
Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) trabajan articuladamente
para la transversalización de la perspectiva de género en el ámbito educativo.

El género es una construcción cultural de lo femenino y lo masculino,


definidos estos comportamientos en contextos históricos; refiere a símbolos,
normas, estructuras institucionalizadas e imágenes internalizadas que han sido
impuestas a mujeres y varones. Las instituciones educativas son dispositivos
construidos arbitrariamente, nos determinan individualmente y como colectivo.

Debemos antes que nada establecer las diferencias entre lo que es, sexo,
sexualidad y genitalidad. Entendiendo así que sexo es una condición orgánica que
distingue el macho de la hembra en los organismos heterogaméticos. Sexo
femenino y sexo masculino.

La genitalidad hace referencia al aspecto más corporal de la sexualidad


centrándose en los genitales (masculinos y femeninos). Es un concepto parcial del
sexo del individuo y de su conducta sexual, reduciendo ambos conceptos al
aspecto anatómico fisiológicos de los órganos genitales reproductores,
entendiendo principalmente, el pene en el varón y la vagina en la mujer.

Seguido a esto, la sexualidad es un aspecto de la vida de todos los seres


humanos y está relacionado con la capacidad de placer, nace con nosotros y
muere con nosotros e involucra aspectos físicos, sentimentales y emocionales.
Esto quiere decir que la sexualidad está relacionada con nuestra forma de ser,
sentir y pensar de actuar y de relacionarnos con otras personas y con nosotros
mismos. Es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de
manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor
humano.

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“La sexualidad humana constituye una dimensión de las personas, por
tanto, resulta inseparable de su ser y de existir, lo que le otorga profunda
resonancia en la construcción de la identidad y en el establecimiento de vínculos
entre las personas…” (“La educación sexual en el sistema educativo público
uruguayo hoy”. Web ANEP).

Actualmente el concepto de sexualidad engloba el de genitalidad, ya que


contempla otros aspectos definitorios de la vida sexual como son elementos
culturales, emocionales, sociales, hormonales, etc. A lo largo de la historia de la
sexualidad encontramos momentos en los que el sexo se expresaba y se
enmarcaba estrictamente en la genitalidad, es decir, en lo físico.

La relación sexual se limitaba casi exclusivamente al coito. Sin embargo,


hoy día, este concepto ha evolucionado, hasta el punto en el que se entiende que
una mirada, un gesto, una caricia, un susurro, pueden considerarse como
componentes sexuales, que cumplen el objetivo principal del sexo; el placer.

La sexualidad y la genitalidad no son lo mismo, sin embargo se entrelazan


en una dimensión relacional donde la analogía es la función básica de la
sexualidad y requiere, exige, no solo el deseo sino la apertura y la atención hacia
el otro a través del afecto, la comunicación y la duración.

Por otra parte, debemos dejar claro que la orientación sexual es una
atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros. Se
distingue fácilmente de otros componentes de la sexualidad que incluyen sexo
biológico, identidad sexual (el sentido psicológico de ser hombre o mujer) y el rol
social del sexo (respeto de las normas culturales de conducta femenina y
masculina).
La orientación sexual existe a lo largo del continuo que va desde la
heterosexualidad exclusiva hasta la homosexualidad exclusiva e incluye diversas
formas de bisexualidad. Las personas bisexuales pueden experimentar una
atracción sexual, emocional y afectiva hacia personas de su mismo sexo y del

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sexo opuesto. A las personas con una orientación homosexual se las denomina a
veces gay (tanto hombres como mujeres) o lesbianas (sólo a las mujeres).
Este es diferente de la conducta sexual porque se refiere a los sentimientos
y al concepto de uno mismo. Las personas pueden o no expresar su orientación
sexual en sus conductas.
Está claro que hablamos de orientación y no de elección sexual ya que los
seres humanos no pueden elegir ser gay o heterosexuales. Para la mayoría de las
personas, la orientación sexual surge a principios de la adolescencia sin ninguna
experiencia sexual previa. Si bien podemos elegir actuar de acuerdo con nuestros
sentimientos, los psicólogos no consideran la orientación sexual una elección
consciente que pueda cambiarse voluntariamente.
Por esto es que debemos continuar por definir Diversidad, si buscamos la
definición podemos encontrar que la misma proviene del latín diversitas, es una
noción que hace referencia a la diferencia, la variedad, la abundancia de cosas
distintas o la desemejanza.
La diversidad sexual es una expresión que se usa para referirse a los
diferentes tipos de orientación o identidad sexual. Generalmente existe una
clasificación de cuatro orientaciones sexuales: heterosexual, homosexual, bisexual
y transexual. Es algo inherente al ser humano, ya que los individuos difieren entre
sí por numerosas razones y esto obliga a asumirla y convertirla en un elemento
enriquecedor para la persona y su educación. La diversidad ha de ser valorada y
atendida, por lo que debemos actuar potenciando y compensando los factores que
determinan esta desigualdad.
Continuando con este trabajo, el pensarse como varón o como mujer más
allá de estereotipos de género, al reconocer que socialmente existe un conjunto de
ideas, representaciones y creencias basadas en que hay cosas propias de
hombres y de mujeres, significados que son transmitidos y reforzados en las
personas como parte de su proceso de identidad (Rocha Sánchez y Díaz-Loving,
2012). Proceso que de acuerdo con Butler (2007) está en una constante de
reaprender las formas de ser hombres y mujeres. Este proceso tiene una especial
influencia en la etapa de la juventud, pues es una fase donde los jóvenes

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estructuran su subjetividad y se preparan para la vida adulta y cobran crucial
importancia temas como las relaciones afectivas y la sexualidad por ser
componentes importantes en la formación de la identidad (Romo, 2009). La
sexualidad se convierte en ese momento en un nuevo espacio para el
conocimiento y la interrelación con los demás; registrándose la mayoría de las
relaciones coitales en esta etapa de vida (INEGI, 2013), lo cual representa nuevos
aprendizajes y retos que asumir. Si partimos de que culturalmente existe una
asignación de lo que es propio para lo femenino y lo masculino, entonces esto se
convierte en una especie de filtro que guiará los comportamientos eróticos,
incluyendo los deseos, actitudes, significados, reglas y normas que atraviesan las
experiencias sexuales de mujeres y hombres. En este sentido, numerosas
investigaciones en población juvenil evidencian múltiples formas de desigualdad y
falta de equidad en las relaciones de los géneros, incluyendo la vida sexual, que
es el contexto donde se reproducen conductas y actitudes que limitan las
potencialidades de los jóvenes y que se representan en problemas de conducta,
salud y mortalidad (Abril, 2014; INEGI, 2013; Rodríguez et al., 2011).
La educación sexual y los discursos sobre "lo" masculino y "lo"
femenino y el modelo masculino tradicional, asociado al ser proveedor o el
femenino tradicional, asociado a la maternidad y al cuidado.

El estudio de la sexualidad ha sido abordado desde diferentes disciplinas


como la antropología, la sociología, las ciencias biológicas, la fisiológica y la
psicología que aportan diversidad teórica y metodológica en su estudio. Estos
planteamientos han permitido reflexionar sobre el impacto del significado de la
sexualidad, las actitudes y sus prácticas en la salud física y mental de los
individuos (Flores et al., 2014), en las conductas de riesgo (García et al., 2013;
Robles, 2014) en el embarazo adolescente (Román, 2000; Treviño, 2011) y el uso
de los métodos anticonceptivos (Esparza et al., 2014), entre otros temas. En el
sentido más amplio, la sexualidad no sólo se refiere a las actividades
dependientes del aparato genital, sino que ha sido conceptualizada como un
fenómeno dinámico que se desarrolla a lo largo de la vida como consecuencia de
una compleja y cambiante interacción de factores bio-psico-socio-culturales

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(DeLamater y Friederich, 2002). Por tanto, la sexualidad no es un hecho dado,
sino que es una construcción social con diversas manifestaciones modeladas por
la cultura, las instituciones, la etnia, el género, el grupo etáreo y las concepciones
del mundo (Weeks, 1998).

En el caso de “lo” masculino y “lo” femenino, se observa una fuerte


influencia en las vivencias de la sexualidad a partir de los deberes asociados
justamente a lo femenino y lo masculino. De esta manera, los comportamientos de
las mujeres están cargados de un tinte tradicional, donde se les asocia a la
reproducción, la crianza, la labor doméstica y el cuidado de los otros (INEGI, 2011;
Rocha Sánchez, 2013). Comenta Lagarde (1997) que ser mujer significa “ser para
los otros”, trabajar, pensar cuidar a los otros. En este tenor, su sexualidad, en
palabras de Basaglia (1983), queda al servicio de los otros para la procreación o
para el goce del hombre y se marca el cuerpo de la mujer como un “cuerpo para
otros”. Pero aún, su erotismo está suscrito a una serie de reglas y normas
culturales, deberes, límites y prohibiciones eróticas. Una sexualidad deserotizada
que desde la infancia interiorizan a través del silencio en torno a las experiencias
que involucran el goce de su cuerpo y deriva en una negación en torno al placer.
Sus genitales no se nombran, no se exploran, no se juega con ellos, sólo se tocan
para asearlos. Al llegar a la pubertad el cuerpo de las niñas cambia, y los
mensajes, ya sea de parte de sus madres o de las instituciones, lo nombran y lo
definen en torno a la sexualidad materna, la procreación, la salud y el dolor;
nuevamente no existe un lenguaje en las enseñanzas o en el reconocimiento del
erotismo de las mujeres. De esta manera, afirma Lagarde (1997), la mujer
interioriza el silencio y la prohibición erótica en lugar del placer. El descubrimiento
de su erotismo se da entrando a la adolescencia a partir del cuerpo y las
necesidades eróticas de los hombres, no de las suyas (García, 2013). Esto ha sido
documentado por algunas investigaciones (Hernández, 2008; Hernández
Montaño, 2015), donde las mujeres resisten a los avances sexuales de los
hombres, dándose a “respetar”, haciéndose las “difíciles” y dando paso a que los
hombres sean quienes las guíen en sus primeros encuentros sexuales. Por su
parte, al hombre se le ha asignado el rol del protector y soporte económico, el que

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sale al mundo público a desempeñar el trabajo remunerado, quien toma las
decisiones, establece las reglas y protege a la familia. Las acciones anteriores son
elementos fundantes del modelo tradicional hegemónico de masculinidad, lo que
implica que para ser valorados como varones, deben manifestar, además,
características de comportamiento como racionalidad, invulnerabilidad emocional,
competitividad, fortaleza física, autosuficiencia, entre otras cosas (Rocha Sánchez,
2014).

Pero este modelo tradicional hegemónico no a todos los hombres los


conduce a un bienestar y a la salud, pues diversos autores (Cruz, 2014; Kaufman,
1997; Olavarría, 2005) han señalado que este patrón genera incomodidad y
molestia en algunos individuos, otros la viven con tensión y conflicto, pero también
la pérdida de aspectos de esta masculinidad es vivida con sufrimiento, confusión,
rabia y desacuerdo. De esta manera, en los últimos años se ha documentado
(Hernández, 2008; Rocha Sánchez, 2014) cómo los varones han ido integrando
otros significados, normas y roles a su identidad. Asumen que su vida sexual es
una parte integral de los vínculos amorosos al reconocer su sensibilidad y el sentir
que son emocionales. Por consiguiente la construcción de las feminidades y las
masculinidades no son entidades fijas, más bien son un proceso dinámico que
cambia, se transforma y se modifica con el tiempo.

Con respecto a las diferentes maneras de ser, construirse y sentirse varón o


mujer podemos decir que por naturaleza todos somos seres humanos autónomos.
Y algunas personas no encajan en los referentes tradicionales de ser hombre o de
ser mujer. Hablar de seres humanos es entender que no existe “lo natural” en
cuanto al género sino múltiples formas de vivirlo y de construirlo, así como
también es válido acogerse a las normas de género tradicionales, solo que esto es
una posibilidad y no un mandato por naturaleza. Por un lado, están las personas
que no se sienten identificadas con el género que les dijeron que era el suyo.
También hay otras que aún no tienen claro si su camino es hacer un tránsito o
cómo sentirse más a gusto con su identidad. Hay unas más que tienen una
expresión de género que se aparta de los mandatos sociales y esto les implica

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retos específicos. Es decir, se sienten a gusto como son pero conviven con gente
que las rechaza o las presiona para que se encasillen en las expresiones
tradicionales.

Para muchas personas es muy útil reconocerse como “hombre” o como


“mujer”. Sin embargo, el género es un amplio espectro que cada quien construye y
que puede variar a lo largo de la vida. Hay una trampa muy grande en seguir
entendiendo todo lo que nos ocurre a partir de causas biológicas o genéticas
porque en temas como las orientaciones sexuales e identidades de género no
existe un único factor biológico para entender estas variaciones. Al nacer, el
médico y las personas que reciben al bebé le asignan un sexo según unas
características físicas visibles. Valdría la pena que cada quien pudiera construirse
como prefiera, independiente de sus características físicas.

Para muchas personas es muy útil reconocerse como “hombre” o “mujer”. A


otras les produce bienestar hacer un tránsito de género para ser reconocidas de la
manera en que se identifican. Pero también están quienes no necesitan o no
quieren definirse ni como hombre ni como mujer sino que prefieren vivir con mayor
fluidez. Para estas personas, tener que clasificarse como “hombre” o como “mujer”
es difícil porque ahí no encuentran su lugar, en ese momento es donde se vivencia
de cierta forma las diferentes maneras de ser y de construirse y/o sentirse varón o
mujer. De hecho, es limitante pensar el género solamente como esas dos
opciones, como un concepto necesariamente estático o como algo que un tercero
le asigna a otro desde muy temprana edad y donde la persona obligatoriamente
tiene que quedarse.

Como la identidad es algo que se construye con los demás, parte de la


ansiedad que despierta ver a una persona distinta a mí y de la que no puedo
identificar rápidamente su género, tiene que ver con el hecho de que si yo pienso
que las mujeres deben ser de una determinada manera y los hombres de otra,
cómo puede ser que esta persona ande por la vida tan tranquila sin dejar claro
fácilmente cuál es su género: ese otro nos confronta sobre cómo yo expreso mi
género y sobre cómo lo vivo. El hecho de que la persona a la que estoy viendo no

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asuma la masculinidad o la feminidad según los parámetros sociales tradicionales,
puede confrontarme de manera inconsciente sobre mi historia, sobre cómo he
construido mi género y si he entendido que para ser mujer o para ser hombre debo
vestirme y comportarme de una determinada forma. Ver, por ejemplo, que otra
mujer no se viste ni se comporta como yo esperaría puede causarme
incomodidad, miedo, la sensación de no saber cómo tratarla y hasta un deseo de
cambiarla para poder volver a la tranquilidad de mi mundo. En esto influyen la
desinformación, los prejuicios y una baja interacción con personas distintas.

Debemos de tener en cuenta siempre y ante todo que los estereotipos


anulas las posibilidades d cambio, permiten la reproducción de las desigualdades
y naturalizan las diferencias.

Si a todos estos conceptos y percepciones lo aplicáramos dentro del aula,


podríamos lograr una sociedad más tolerante e igualitaria. Realizando el abordaje
del tema central del presente trabajo a través de la asignatura Literatura,
podríamos plantear la propuesta sobre educación sexual y género con
aplicaciones de la película “La dama danesa” a partir de la poesía lírica de
Alfonsina Storni “Van pasando mujeres”, analizando profundamente el poema el
cual posee un trasfondo de liberación de la mujer. Con esto generamos instancias
de reflexión y crítica acerca de la utilización de la imagen de la mujer y del hombre
a través de los diferentes recursos que el poema presenta y que el yo lírico deja
en evidencia para una mejor reflexión. Podemos hacer que a través del poema se
identifiquen posturas de las mujeres en el mundo, debates sobre lo que antes era
“correcto” y lo que ahora Es por la mera esencia de existir, sentir y vivenciar. Con
el debate podemos acercarnos más a la explicación de sexo, sexualidad, género,
diversidad, roles y orientaciones sexuales. Por medio de la película antes
mencionada acercamos más aun a nuestros adolescentes para que reflexionen
sobre familiares, amigos y cercanos que por sentir y ser como son muchas veces
son rehenes de una sociedad condenatoria que lleva a la desigualdad. A raíz de
ello cada adolescente puede expresar a través de pensamientos la sensación que
dicha película ha dejado en ella o él, qué cosas cambiaron luego de ello y una

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comparación autocrítica de lo que pensaban antes y lo que hoy luego de la
película piensan. Esto sería aplicado en un tercer año de ciclo básico de Liceo N°6
con la participación de la referente de educación sexual Luján Gularte.

El abordaje del tema desde la perspectiva del español para la interiorización


a todos estos conceptos y percepciones aplicándolo dentro del aula, para así
lograr una concientización de respeto, tolerancia e igualdad. Podríamos plantear la
propuesta sobre educación sexual y género con aplicaciones de la película “La
dama danesa”, realizando una campaña de concientización llamada “Tolerancia e
igualdad para todos” la cual consistiría en elaborar carteles en grupos de dos
alumnos. Los carteles serían expuestos por todo el liceo en pasillos y la entada del
mismo. Previamente haríamos una comprensión lectora de la poesía “Van
pasando mujeres” de Alfonsina Storni para poder pasar a hablar del tema del
cómo se enfocaba antes y actualmente pudiendo así exteriorizar sus posturas y
poder comenzar a hablar y explicar acerca de los temas sexo, sexualidad, género,
diversidad, roles y orientaciones sexuales. Luego del debate oral al cual se llegara
con los temas, elaboraríamos la cartelería de la campaña de concientización, los
cuales serán mensajes que los alumnos plasmarán con sus reflexiones después
de ver la película. Los mismos serán el reflejo de lo que piensa o siente cada
adolescente teniendo como resultado una reflexión, algunos con otra óptica de la
que tenían antes de ver la película y saber más sobre el tema y teniendo en
cuenta que todos somos distintos, sentimos diferente y queremos una sociedad
más justa y no condenatoria y todo esto poder relacionarlo a su entorno ya sea
del liceo, familiar, amigos, etc.

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BIBLIOGRAFÍA

Convocación (2016). “Educación, género y sexualidades”. Montevideo.


Edición, Contexto S.R.L.

WEB GRAFÍA

Anep. Codicen. Programa de Educación Sexual. (2008). La Incorporación de la


Educación Sexual en el Sistema Educativo Formal: una propuesta de trabajo.
2017, de Anep Sitio web:
http://www.anep.edu.uy/anep/phocadownload/EducacionSexual/La
%20educacion%20sexual%20en%20el%20sistema%20educativo%20publico
20uruguayo.pdf

Asociación Mundial de Sexología (W.A.S.). (1997). Declaración de los Derechos


Sexuales. 2017, de Asociación Mundial de Sexología (W.A.S.) Sitio web:
http://joveneslectores.sems.gob.mx/extras/interactivos/sexualidad/doc/Derechos_s
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http://www.scielo.org.pe/pdf/rcudep/v17n1/a09v17n1.pdf

http://mallinista.blogspot.com/2010/07/diferencias-entre-sexo-sexualidad-
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