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Supongamos que tenemos una barra de hierro imantada con sus polos norte y sur
perfectamente definidos. Si la partimos por la mitad ¿que obtenemos?. Pues
obtenemos dos imanes con sus polos situados exactamente con la misma orientación que
los tenía el imán original. Si ahora hacemos lo mismo con los dos imanes obtenidos de la
división anterior, los cortamos por la mitad, nos encontraremos con cuatro imanes. Los
polos de estos cuatro imanes también tendrán exactamente la misma orientación que los
dos anteriores. Podemos continuar así y hacer la división cuantas veces queramos que en
todas las ocasiones la orientación de los imanes obtenidos al dividir el anterior
será idéntica a la del imán original. Pero estas divisiones no pueden prolongarse
indefinidamente.
Podemos decir que las moléculas de un trozo de hierro o acero sin propiedades magnéticas
originalmente tienen una estructura anárquica y desordenada, de modo que sus campos
magnéticos se anulan mutuamente. Cuando el mismo trozo de hierro es expuesto a un
campo magnético lo suficientemente fuerte, sus moléculas se ordenan y sus polos
adquieren la misma orientación apareciendo entonces el campo magnético, suma del
campo magnético de todos sus pequeños imanes moleculares. Este campo
magnético volverá a desaparecer en el momento en que sus moléculas vuelvan al desorden
y la anarquía. Esta es la diferencia entre los imanes temporales y los permanentes, la
facilidad con que los primeros pierden su ordenación molecular.
Hoy se sabe que los electrones periféricos de los átomos rotan y generan un campo
magnético propio. Este campo puede estar compensado o no por el de otros electrones
cercanos, cuando no lo está, el átomo será magnético. Estos átomos tienden a unirse con
otros cercanos en la misma orientación magnética. Se llama dominio magnético a este
conjunto de dipolos atómicos permanentes orientados en la misma dirección. Estos
dominios están generalmente dispuestos de forma aleatoria y por lo tanto el cuerpo
resultante no es un imán, pero si se ordenan todos con sus polos iguales hacia el mismo
lado, el conjunto tendrá una polaridad marcada y será un imán. En el caso de los imanes
naturales como la magnetita, se entiende que estos dominios se fueron orientando según
el campo magnético terrestre mientras la lava volcánica originaria se iba solidificando. Los
materiales ferromagnéticos son los que presentan dominios magnéticos fáciles de ordenar
por acción de un campo externo y en esto consiste la imantación por inducción.