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Segunda Clase
El niño de segundo grado comienza poco a poco a “alejarse del cielo”, encaminándose
ahora a la Tierra. Aún no ha llegado por completo a ella, está en camino. La música
durante el primer semestre sigue siendo pentatónica. El niño sigue sintiéndose inmerso en
un todo, al cual pertenece. En tiempos remotos de la historia hombre vivió una época de
su existencia en la que su consciencia y su sentir eran semejantes a la del niño pequeño
actual.
En el segundo semestre, la música pentatonica irá aceptando algunos sonidos de paso,
como el Do, el Fa o el Fa sostenido, pero aún sin producir la sensación de tener una
tónica o "la tierra bajo los pies". Los cantos modales pueden ahora hacer de puente entre
el cielo y la tierra.
El niño durante toda la educación básica permanecerá unido al ánimo de la Naturaleza.
Por lo que a lo largo del transcurso del año, se acompañarán las clases con canciones
acerca de las distintas estaciones del año. Es muy importante la relación del ser humano
con lo que es superior a él, con lo divino. Esto no significa enfatizar una determinada
religión, si no el sentimiento de devoción y respeto ante lo que es lo más elevado. El
hombre mismo lleva en sí una realidad superior, también una realidad inferior. A esta edad
escuchan narraciones acerca de la vida de grandes santos, que nos muestran la
naturaleza más elevada del ser humano, y que vencen sus deseos e impulsos inferiores.
Y también aprenderán sobre la naturaleza inferior del hombre a través de fábulas, cuyos
protagonistas son animales, que nos muestran sus deseos, pasiones, apetitos, y todas
sus debilidades, las cuales comparten con hombres. Pero estos últimos han de aprender
a superarlos, ennoblecimiento así su esencia.
El niño a esta edad comienza a hacer travesuras, alguna que otra mentirijilla, coje cosas
pertenecientes a otras personas... Esta polaridad entre los superior y inferior animal, es
acompañada con canciones dedicadas a las festividades cristianas. Los cantos en
forma responsorial, al niño estar activo un momento y luego escuchar tú, a modo de una
respiración interior.
En segundo todavía el niño no entra a los conocimientos teóricos de la música. Aprende
imitando a su profesor. Es muy importante que cada vivencia y contenido que se le
entregue al niño corresponda a su desarrollo anímico. Así, los niños recibirán los
contenidos como un alimento para su alma, crecerán con él, y podrán acompañarle por
siempre. No se trata de que no escuche ninguna otro tipo de música, pero lo
recomendable es que al menos en algún momento del día, en casa, en el colegio o antes
de acostarse, reciba lo que es más afín y apropiado para su alma. El trabajo con los
hábitos, el canto, los gestos y el movimiento son como en primera clase. Las rondas
armonizan y dan forma a los movimientos, belleza y tranquilidad. Está tranquilidad en el
alma del niño permitirá que él pueda escuchar. Y para hacer música es fundamental
escuchar. Los niños han de ir aquietándose cada vez un poco más, es el proceso normal
de maduración. Por ello es bueno no ofrecerles muchos estímulos exteriores, sobre todo
de medios tecnológicos. Aparentemente ofrecen quietud, pero están expuestos a una
"vida aparente", que cuando a los niños les falta les produce gran inquietud interior, gran
ansiedad.
Con la flauta tocarán siempre canciones que hayan escuchado cantar y que hayan
cantado ellos mismos muchas veces antes. Canciones que ya viven en sus corazones.
Esto ayudará a tener un vínculo con el instrumento, que aún es algo externo para él.
Digitar es un ejercicio difícil de motricidad fina. El niño que no puede tapar bien los hoyitos
de la flauta, da muestra de que aún no ha penetrado completamente en su corporalidad,
como para llegar a la puntita de los dedos.
Tercera Clase
El niño va a cumplir 9 años, y ahora comienza una nueva relación con el mundo.
Aquella vivencia que el niño experimentó cuando era pequeño, de sentirse unido al
mundo, se ha modificado. Siente que se quiebra, que se separa del mundo. Él y el
mundo ya no son uno solo... ¡ahora son dos! Esto significa haber "perdido el paraíso".
Es un periodo de fuerte crisis llamado "crisis del Rubicón". El niño siente un hondo
dolor, que el adulto ha de comprender.
Descubre que aquí en la Tierra hay miseria, injusticia, contradicción, miedo, ira. Por
primera vez, el significado de la muerte es intuido, piensa sobre esto. Comienza a
hacerse profundas preguntas sobre sí mismo. ¿Serán mis padres realmente mis padres?
¿Qué pasaría si mamá o papá muriera? Durante esta crisis se siente solo, y empieza a
tener miedos que antes jamás tuvo. En este período es muy adecuada la narración del
Antiguo Testamento. La antigua cultura hebrea que busca una nueva relación con el
mundo y con el Dios que ha perdido, traerán consuelo y acompañaran su experiencia. El
Rubicón continuará con mucha fuerza en cuarta clase, hacia su consumación.
El niño debe ahora "vivir en la tierra", debe experimentar la vida en la Tierra, la debe
conocer. Él ya está aquí, ya ha llegado. La Tierra es ahora su casa y por ello debe
aprender a construir una. Asimismo ha de conocer diversos oficios tradicionales.
En esta crisis del Rubicón el niño se pone desafiante, desobediente, insolente, sobre todo
con sus seres más queridos. Esto es así porque él necesita cortar con la herencia,
necesita ¡ser él! Además se pone crítico, habla de las cosas malas, feas y tontas, y capta
muchos aspectos de los adultos gracias a su gran capacidad de observación. Ahora los
niños ansían nuevas cosas, aventuras. La libre fantasía que tenía como niño pequeño se
ha ido transformando, se ha ido objetivando. A esta edad el niño necesita la presencia de
un guía, un modelo digno y requiere también la comprensión del adulto. Ahora debe
establecer una nueva relación con la naturaleza, mediante la vivencia artística, sobre
todo en cuanto a la posición del hombre en su entorno. ¡La vida anímica del niño ha
nacido! Ahora es posible apreciar grandes diferencias en el modo de ser entre unos y
otros niños. La constitución física también expone determinados tipos que tienen una
relación directa con el aspecto anímico. Trata de los llamados temperamentos: colérico,
sanguíneo, melancólico y flemático. Que tienen una relación muy estrecha con algunos
órganos vitales: hígado, corazón, pulmón y riñón. También existe una relación musical con
cada temperamento. El lenguaje conocerán los verbos: la facultad de hacer cosas. Sin
los verbos, el mundo es totalmente pasivo, nada sucede en él.