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informando al Juzgado de turno correspondiente al fuero de

Menores. En la contestación, el comisario de la 35ª explica


textualmente:

36

“Teniendo en cuenta la O.I. [Orden Interna] nro. 27 de fecha 6-2-


80 donde hace referencia al Libro Memorando 40 de la Dirección
General de Asuntos Judiciales de fecha 19-4-65, donde faculta al
Jefe de Dependencia a actuar oficiosamente, por acordada de los
Jueces Correccionales de instruir actuaciones judiciales cuando el
abandono o desamparo sea real o notorio, es decir restringir las
actuaciones en caso que lo justifiquen. Como dichos menores
[Bulacio y sus compañeros de celda] no estaban en estado de
abandono y desamparo y por la edad que tenían fueron
entregados por libro Memorando 40 de uso en esta
dependencia”33.

Esa respuesta resultará sorprendente para el juez de menores


cuando llegue a su despacho. Porque la ley dice que sólo es
posible detener a un menor (que no está cometiendo un delito)
cuando está en estado de abandono o de riesgo moral y
material, como reza la norma. No estarlo, ser detenido e invocar
una Orden del Día policial es una anomalía desconcertante. El
expediente –por lesiones– en que obra la respuesta del
comisario llega al juzgado el 21 de abril. Cinco días después,
Walter muere. En los días que transcurren entre la detención y la
muerte, el padre de Walter firma en la comisaría
Las medidas que se aplicaron sobre ellas –encierro, internación,
tratamientos– se imaginaron para “neutralizar” peligros en
defensa de la sociedad.

También el proyecto de Ley de contravenciones del año 1898,


en el Título II, De las contravenciones y sus penas, el capítulo I lo
destina a las faltas Contra el orden público, esto es, sanciona a
aquellos que

“1° con fines hostiles, o en son de burla o menosprecio, o con el


objeto de estorbar la acción, o incitar a la resistencia, o conseguir

la libertad de un preso, produzcan demostraciones públicas


contra las autoridades, instituciones, funcionarios o empleados
de la nación, o contra los representantes, funcionarios,
asociaciones o colectividades de un estado amigo; 2° Los que
produjeran los mismos actos determinados en el inciso anterior,
al paso de una reunión pública de carácter político, religioso,
económico o social; 3° los que de cualquier manera que sea
perturben el orden durante la celebración de una ceremonia
religiosa, en el interior de los templos o sus puertas; 4° Los
editores, los repartidores y los que fijen carteles, escritos o
grabados sediciosos, alarmistas o de carácter injurioso”.

informando al Juzgado de turno correspondiente al fuero de


Menores. En la contestación, el comisario de la 35ª explica
textualmente:

36
“Teniendo en cuenta la O.I. [Orden Interna] nro. 27 de fecha 6-2-
80 donde hace referencia al Libro Memorando 40 de la Dirección
General de Asuntos Judiciales de fecha 19-4-65, donde faculta al
Jefe de Dependencia a actuar oficiosamente, por acordada de los
Jueces Correccionales de instruir actuaciones judiciales cuando el
abandono o desamparo sea real o notorio, es decir restringir las
actuaciones en caso que lo justifiquen. Como dichos menores
[Bulacio y sus compañeros de celda] no estaban en estado de
abandono y desamparo y por la edad que tenían fueron
entregados por libro Memorando 40 de uso en esta
dependencia”33.

Esa respuesta resultará sorprendente para el juez de menores


cuando llegue a su despacho. Porque la ley dice que sólo es
posible detener a un menor (que no está cometiendo un delito)
cuando está en estado de abandono o de riesgo moral y
material, como reza la norma. No estarlo, ser detenido e invocar
una Orden del Día policial es una anomalía desconcertante. El
expediente –por lesiones– en que obra la respuesta del
comisario llega al juzgado el 21 de abril. Cinco días después,
Walter muere. En los días que transcurren entre la detención y la
muerte, el padre de Walter firma en la comisaría

Las medidas que se aplicaron sobre ellas –encierro, internación,


tratamientos– se imaginaron para “neutralizar” peligros en
defensa de la sociedad.

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