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El inicio del siglo XVIII los monarcas de la dinastía Borbón llegaron al trono luego de

una guerra de alcance europeo donde intentaron superar las formas de administración
tradicional española, e impulsaron un proyecto de modernización que tendía a hacer de
España una potencia industrial, con capacidad para competir con Inglaterra y Francia y
abastecer sus mercados coloniales. En consecuencia, introdujo las llamadas “reformas
borbónicas” (cambio administrativo en el estado borbónico, donde consumían todos sus
recursos para volver a recapitalizarse).
En las décadas iniciales del siglo XVIII hubo desastres naturales que azotaron al país.
Además de eso, fuertes terremotos, como consecuencia de eso trajo consigo pérdidas
humanas, deterioro de las vías, pestes y enfermedades que causaron la muerte a muchas
poblaciones.
Estas calamidades internas se agravaron e hizo que los textiles quiteños perdieron
vertiginosamente sus tradicionales mercados, todo esto trajo una acelerada
desmonetización de la economía.
Consolidación del latifundio
Era el eje de todo el sistema económico, donde compraban en forma forzada las
propiedades de las comunidades indígenas, donde les obligaban a trabajar más tiempo, la
necesidad de pagar tributos, compromisos religiosos, obligó a los indígenas a trabajar más
tiempo. Ellos tenían necesidad y a causa de eso les pedían un adelanto a sus patrones, y
quedaban endeudados con ellos, es por eso que no podían renunciar.
En el siglo XVIII el latifundio se había consolidado en la región serrana de la Audiencia
de Quito. Los sobrantes obrajes se integraron a la estructura de las haciendas y abastecían
fundamentalmente al mercado local, enviando también una parte de su producción al
exterior.
Para fines del siglo XVIII, Inglaterra era el centro del desarrollo de un sistema capitalista
internacional consolidado ya como dominante, también se inició en Quito el cambio de
dinastía en España.
En la segunda mitad del siglo XVIII fue de agitación intelectual y cultural en la Real
Audiencia. Nacen Eugenio de Santa Cruz y Espejo (1747-1795). Eran hijos de un
indígena y una mulata, él se cambió de apellido indígena por el español con el que lo
conocemos para poder estudiar, logró evitar los obstáculos de la sociedad quiteña e
ingresar incluso en la Universidad, en donde se graduó de Medicina. Fue el eje de la
cultura ilustrada de su tiempo y desarrolló una amplia actividad, protegido por los nobles
criollos. También, fue el más destacado médico de la Audiencia de Quito trajeron
problemas con las autoridades españolas, que lo expulsaron y lo encarcelaron. Murió
siendo todavía joven. Desde el fin del siglo XVIII gobernó el barón Héctor de Carondelet
(1799-1807), que tuvo una clara política pro-criolla y al mismo tiempo se esforzó por
recuperar las jurisdicciones perdidas de la Audiencia. El Presidente encabezó una
solicitud de mayor autonomía para Quito y la creación de una Capitanía General. A inicios
del siglo XIX, los criollos habían logrado un valioso aumento de su poder económico,
especialmente con el fortalecimiento del latifundio, pero continuaban separados del
acceso al poder político.

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