Si ambos derechos se distancian del usufructo, fundamentalmente a través de su
inejecutabilidad, también exhiben diferencias entre sí que ameritan su consideración para cada situación en particular. Ya se aludió recurrentemente a la cuestión del objeto. Fuera de él, destacamos la posibilidad de percibir los frutos de parte del usuario (art. 2157), prerrogativa de la que carece el habitador (art. 2158, a contrario sensu). Por lo tanto, si el inmueble produjera frutos, en este último caso, corresponderían al nudo propietario. También se distancian en materia de facultades jurídicas, pues el usuario puede constituir derechos personales (art. 2156), mientras que el habitador no (art. 2160). Además, no existe uso de constitución legal o forzosa (arts. 1894, 1896 y 2133), lo que sí ocurre con la habitación del cónyuge y conviviente supérstite (arts. 1894, 2383 y 527).