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Informe de lectura de Rocha, A. (2018).

Teologia pastoral e Teologia prática, além da


postura eclesial. Revista de Cultura Teológica, 91: 5-30.
Juan Gabriel ARRIETA ZAMBRANO, O.Carm.
Juan Camilo RADA PARDO, O.Carm.
El debate sobre la teología práctica y la teología pastoral se ha venido desarrollando a lo largo
de la historia, muchas veces, sin distinción alguna entre sí. El eje común que compartes
ambas versa en la centralidad de la acción en su quehacer teológico, sin embargo, se
diferencian en el aspecto metódico: la teología pastoral actúa en perspectiva ad intra,
contrario a la teología práctica con una perspectiva ad extra. La historicidad y el
existencialismo que enmarcan la fe cristiana permiten que ambas condiciones sean
consideradas al mismo nivel. La teología busca en primer lugar las investigaciones históricas
de modo que elaboración desemboque en la articulación entre la acción de la fe en el contexto
y los modos como esta se presenta en la historia.
A lo largo del tiempo, la práctica ha estado presente en la reflexión teológica. Desde las
primeras comunidades cristianas se puede afirmar que la práctica es una importante en la
vida de las comunidades. El sentido de práctica y teoría es abordado a partir de la
institucionalización y expansión de la Iglesia, particularmente cuando se inicia el contacto
con las otras culturas del Oriente Medio y Europa, al mismo tiempo en que va volviéndose
doctrina hacia el siglo III. Cabe recordar que los padres de la Iglesia, además de ser teólogos
cristianos, son pastores eclesiales, de modo que el equilibrio entre teoría y práctica está
inserto en el plano pastoral.
Por su parte, el medioevo piensa la teología y la pastoral estrechamente ligada a las
universidades. Al principio la teología es enseñada en los monasterios en sentido de recoger
el conocimiento heredado por los padres. Ahora, surge discontinuidad en el sentido en que la
teología se entiende ahora como ciencia especulativa cuya reflexión se centra en las obras
divinas y se relega la pastoral al ámbito ético tomista.
En este orden, la modernidad hizo que el teólogo se difuminara entre la filosofía, de modo
que las universidades católicas se dedican a mantenerse firme ante los peligros contra la fe,
protegiendo primordialmente la mística, la piedad y la ortodoxia. Bajo esta premisa llegan
los siglos XIX y XX, y especialmente con la influencia de Kant que intenta delimitar a la
religión dentro de la razón, se emprende una renovación de la teología. De manera especial
Schleiermacher asimila el origen de la teología a la teología filosófica pero que se desarrolla
en la teología histórica y resulta en teología práctica. Finalmente el siglo XX acercó a la
teología las ciencias humanas y la separación entre doctrina y práctica, poniendo en la mesa
de la reflexión la necesidad de crear una teología práctica con su propio estatuto
epistemológico.
Con el Vaticano II, en el contexto francés nace la preocupación por el cambio en relación la
pastoral, en relación con las nuevas corrientes teológicas como la Nouvelle Theologie.
Marcaron el concilio especialmente por la eclesiología y la relación con el mundo de la
teología alemana; la Pastoral Care de los americanos y el análisis de la acción y la
interdisciplinariedad de los franceses. Esta última quizá la más relevante porque parte del
hecho de que la teología pastoral recibe los principios de la dogmática y su tarea es verificar
la cualidad de esos principios. Posteriormente aparece el recurso a la sociología y psicología
para resultar, en último lugar, en el sentido crítico con el que se define la teología práctica,
para el análisis de la actividad de la Iglesia en sentido crítico, hermenéutico y propositivo.
En este sentido, la teología práctica apunta primeramente a reclamar su estatuto científico
porque las cuestiones prácticas que interpelan a la teología le exigen una respuesta teológica.
Con todo, no se trata de aplicar los datos de una religión sobre una práctica o de la aplicación
de las ciencias sobre una práctica religiosa. Tampoco prima la suspensión de todo acto
religioso, sino que las cuestiones cruciales de orden dogmático o moral son abordadas incluso
desde la experiencia vivida que aparentemente parecería distanciarse de la teología.
Asimismo, el interés de la teología práctica no es exactamente ser superior a la teología
pastoral, así como tampoco es criticar al mundo, sino permitir una nueva hermenéutica que
posibilites la profunda comprensión de toda la experiencia humana que pide respuestas, en
el marco de unos actores eclesiales que asuman el proceso libremente pero por la
responsabilidades de la colaboración en el misterio de Dios.

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