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Gabriela Modesto Castro

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¿Qué es la historia para Gabriela Cano? pregunta Fortino Torrentera a Gabriela


Cano en una entrevista en Mayo de 2011. Cano, responde:

Es un conocimiento narrativo que vincula el pasado con el presente.


En particular a mí me interesa que los relatos históricos coloquen a
las mujeres en el centro del escenario histórico, lo que implica un
cambio en las preguntas que se plantean a la historia y en la
jerarquización de los hechos históricos.1

Su respuesta podría justificar a grandes rasgos su inclinación por haber escrito una

investigación histórica sobre la ilustre feminista Elena Arizmendi, publicada en 2010;

una de tantas ediciones conmemorativas del centenario de la Revolución Mexicana

y del bicentenario de la Independencia de nuestro país.

Guiándonos por su interés de colocar a las mujeres en el centro de los

estudios históricos en México y de plantearse preguntas que acontezcan nuestra

época de acuerdo al estudio de las relaciones culturales, de conducta, educativas e

ideológicas del pasado, Gabriela Cano posee un fuerte deseo de cambio de

memoria de la historia.

Ni es novedad ni debería causarnos sorpresa que la Historia con H

mayúscula, creadora intelectual de los metarrelatos que han articulado nuestro

pensamiento y nuestro actuar social, han sido producidos por hombres para los

hombres.

La historia de las ideas en el siglo XX se ha inmiscuido entre tantas corrientes

historiográficas, entre ellas la “historia cultural” y actualmente, con la pérdida de un

sentido de la Historia en un periodo que se cree posmoderno en su totalidad, la

1
Juan Edwin Corona y Cepeda, “Gabriela Cano”, Entrevistas Ramón Carrillo, 19 (mayo 2011).

1
Biografía Histórica se convierte en una herramienta demasiado ágil para aquellos

historiadores que desean explicar sucesos históricos con un enfoque distinto, muy

en particular, como lo es la vida de un personaje específico. Éstas, además, no

pierden el rigor académico que parecen necesitar para tomarse en serio entre los

círculos intelectuales. La biografía histórica podría ser un refugio para los

historiadores experimentados o que no estén atados a una única forma de producir

la historia, evitando así el sesgo interdisciplinar por reducir el conocimiento a meras

formas específicas de investigación.

El auge de este género biográfico, aparentemente nuevo, resurge en el siglo

XX por una necesidad de retomar el quehacer histórico mediante un olvido del

academicismo moderno en que surgió una creciente deslegitimación de los relatos

biográficos: “la biografía se habría convertido en una práctica científica que se vale

al mismo tiempo del rigor metodológico, técnico, hermenéutico y teórico de los

historiadores, y de la creatividad literaria e intuitiva de los novelistas. 2

Sirve de meta o como un medio para alcanzar una meta, como metodología

de análisis, como parte de la microhistoria -quizás, como entretenimiento o como

una síntesis de diversas formas de hacer historia; los annales por un lado y la

historia cultural, por otro.

La metodología de Gabriela Cano, a mi parecer se enmarca entre estas dos

ideologías de la Historia, que mencioné anteriormente. Más allá de una necesidad

histórica, es una necesidad de mujer. Necesita hacer una historia que construya el

género, más que explicarlo, donde ella se reconozca, se reafirme o se piense en

relación a sus condiciones culturales de género.

2
François Dosse, “El arte de la biografía”, Redalyc.org

2
Su discurso performativo te hace entender dinámicas sociales establecidas

que datan de hace cien años que siguen aún muy actuales. Cien años después del

porfiriato, que fue la etapa en que Elena Arizmendi estuvo en el mundo,

condicionada de numerosas formas por haber nacido mujer, si bien la enclaustró por

varios años en los deberes y quehaceres femeninos, también le dio la oportunidad

de cambiar sus limitantes, en orden de ser fiel a sus principios morales aprendidos

desde la escuela primaria de élite para mujeres donde estudió y al mismo tiempo

era el laboratorio experimental de Porfirio Díaz de adoctrinamiento del pensamiento

conservador en las mujeres de temprana edad; este episodio le dio la oportunidad

de años más tarde, estudiar enfermería en San Antonio, Texas y regresar a México

con una visión un tanto más optimista de poder cambiar las condiciones sociales a

favor de las mujeres.

Por otro lado, esa vieja y constante necesidad histórica que ha existido desde

tiempos remotos, de entender el presente desde una perspectiva de género -

aunque, quizás ahora se visibilice más que nunca por las condiciones históricas en

que habitamos, hace de la biografía histórica una posible herramienta idónea para

lograr el objetivo, pues además, no se despega de las emociones, la forma de sentir

ni tampoco de pensar de la época a estudiar que se ven reflejados en un individuo.

Si se buscaba "humanizar" las Ciencias Sociales y las Humanidades,


la biografía parecía ser una fórmula eficaz para restituir la faz humana
que el estudio de actores colectivos parecía haber sepultado. De este
modo, la biografía individual o colectiva tenía algo similar a una lógica
redentora en el trance de la historia macrosocial a la valoración de lo
micro, lo individual y lo subjetivo, en sus diferentes expresiones.3

3
Paula Bruno, “Biografía, historia biográfica, biografía-problema” (Dic. 2016).

3
La Historia de género y la biografía son muy actuales y podrían distinguirse

por su método, su género o su recurso; con fines de pensar su relación con la

disciplina histórica, apunta Paula Bruno al hacer una recapitulación sobre cómo la

biografía ha pasado por la mano del escritor amateur, el academicismo histórico o el

desdeñable historiador descalificado por hacer biografías. Sin embargo, a pesar del

largo y conflictivo camino que el género biográfico ha construido. François Dosse,

apunta:

La tentación por lo biográfico no dejó de persistir, como si se tratara


de un pecado irresistible; nunca faltó el historiador que sucumbiera al
acto de biografiar. Tales han sido las filias y las fobias que ha
despertado este género, que, pese al menosprecio que soportó
durante la última centuria, hoy está de regreso con una vitalidad que
coloca su práctica en el centro de las corrientes historiográficas más
innovadoras.4

A mi parecer, la biografía histórica Se llamaba Elena Arizmendi se construye

mediante tres formas metodológicas del quehacer histórico, como lo es: género,

método y recurso. Se dice que, en cuanto a la biografía como género biográfico,

destacan los escritos que consideran la biografía como una forma narrativa y su

relación con las formas literarias. En este sentido, la sensibilidad del historiador

tiene todo que ver para que, así como en las novelas literarias, el relato atrape al

lector en el juego del lenguaje. Esto resalta en la biografía de Cano sobre Arizmendi,

pues su forma sutil y narrativa de contar los sucesos revolucionarios,

posrevolucionarios o amorosos de Elena Arizmendi con José Vasconcelos, te hacen

olvidar que estás frente a una investigación rigurosa que esperó más de diez años

4
Alexander Pereira Fernández, François Dosse, El arte de la biografía.

4
para salir a luz. Así pues, el lector aprende y se remonta al pasado sin darse cuenta

que está conviviendo con hechos comprobados. La formación de la Cruz Blanca

Neutral, el exilio de Arizmendi o la creación de la Liga Internacional de Mujeres

Ibéricas e Hispanoamericanas; se presentan ante nosotros como episodios que bien

pudieron salir de una película del cine de oro mexicano o hasta de una novela

histórica actual, sobre una mujer empoderada de la posrevolución que logró con sus

influencias, inteligencia, carácter, iniciativa y poder económico, trasladar sus ideales

de cambio que ahora se conciben feministas, a la práctica.

La otra forma biográfica que podría usarse para analizar la biografía de

Arizmendi, es la del recurso, referente a usar la biografía como una herramienta o

un método infalible para ilustrar una época o ingresar a ella para señalar o

desmentir distintos aspectos o generalizaciones de la época en que la biografía se

base. Se entrelaza con el discurso narrativo que anteriormente mencionamos para

el detallamiento de la vida de entonces, de los sucesos, los sentimientos de la

familia Arizmendi, Elena Arizmendi o la madrastra de Arizmendi, José Vasconcelos

o Francisco I. Madero, por mencionar algunos.

Por otro lado, la biografía como método nos permite vislumbrar las

posibilidades epistemológicas del personaje histórico. La biografía histórica, en que

el término “biografía” se usa como un adjetivo en vez de verlo únicamente como un

sujeto5, permite así que se hable de una “biografía histórica” e incluso ir más allá y

pensarla como una historia biográfica. ¿Cómo se entiende esta? como un área más

del estudio y quehacer histórico, de igual forma que como se estudia a fondo la

historia desde la perspectiva cultural, política, social, por nombrar algunas.

5
Paula Bruno, “Biografía, historia biográfica, biografía-problema” (Dic. 2016).

5
Algunas de las cuestiones epistémicas más esenciales refieren a la medida

en que se puede conocer la época en que el personaje estudiado se inserta. Ahí, es

necesario preguntarse: ¿Qué se puede conocer y en qué medida? y ¿eso que

podremos conocer, es suficiente para conocer los aspectos de la época que

buscamos detallar en nuestra biografía? ¿qué nos dice ese conocimiento de una

persona sobre el pasado?

Estas tres visiones de la biografía encajan con las características que Cano

atribuyó con acierto a la biografía de Elena Arizmendi, de las cuales podemos

darnos una idea con lo que Gabriela Cano responde a Ramón Carrillo, cuando le

pregunta sobre cómo logra trazar con rigor histórico la vida de Arizmendi, por un

lado, el recurso del género y por el otro, el del método:

Se trata de una biografía histórica que se desenvuelve en dos planos


complementarios. El primero es la narración de la vida extraordinaria
de Elena Arizmendi que ofrece una lectura fluida y amena, que
envuelve a cualquier lector. El segundo son las referencias a
documentos históricos y hemerográficos que serán atractivas para los
interesados en fuentes históricas. La biografía se apoya en
entrevistas, documentos y fotografías hallados en ambos lados de la
frontera.6

No obstante, la tarea del biógrafo es bastante más difícil si se busca hacer

investigación de género. Es curioso que al hablar de historia de género nos

imaginemos en repetidas ocasiones al género femenino, como si las cuestiones de

género afectan únicamente a las mujeres y, por ello, fuera necesario replantear

nuestro presente a la luz del pasado de nuestras antecesoras.

6
Juan Edwin Corona y Cepeda, “Gabriela Cano”, Entrevistas Ramón Carrillo, 19 (mayo 2011).

6
Por ejemplo, para hablar de Historia política en su sentido convencional,

puede nombrarse así -historia política- o sólo historia, refiere Alfredo Ávila en su

artículo Perfiles y rumbos de la Historiografía Política en el Instituto de

Investigaciones Históricas, contenida en el libro Perfiles y rumbos de la historia:

sesenta años de investigación histórica en México (2007) de José Rubén Romero

Galván. Existe pues, un afán de clasificar la historia de las mujeres como una

alternativa a aquella otra historia; por eso le llamamos “de género”, como si de una

historia menor se tratase. Con eso parece que presuponemos de antemano que no

es “la” Historia oficial o cualquier tipo de historia canónica, quizás porque la Historia

política “se generalizó hace poco tiempo”, afirma también, Alfredo Ávila en el

artículo.

Si seguimos sobre la línea discursiva de la historia de género -por ende, en

este caso, el de la biografía histórica sobre Elena Arizmendi, las fuentes se

esconden o son muy escasas, a pesar de que los estudios de género sean una vía

bastante esperanzadora en el porvenir de las mujeres. No obstante, los más de diez

años de investigación que le costaron a Gabriela Cano para justiciar la vida de

Arizmendi, no sólo como la femme fatale que proclamó José Vasconcelos en sus

novelas, sino como una mujer que logró tener una “habitación propia” en Nueva

York, valen por sí solos. Son fructíferos y dieron la posibilidad de seguir ahondando

en la época de la Revolución y los años siguientes. Luego de que la Biografía se

publicase en 2010, se decenas de historiadores dedicaron decenas de páginas al

personaje que Cano rescató del injusto olvido. En 2011, Enrique Krauze añade

brevemente a Arizmendi, refiriéndola como “la primera de sus muchas amantes en

la vida, pero sin duda su más intensa y locamente amada aventura” en su aclamado

libro Redeemers: Ideas and Power in Latin America, donde hace un recuento de las

7
mayores mentes Latinoamericanas que a su ver, formaron el actual estado político

moderno. Se redactaron diversos artículos, notas, ensayos o capítulos que referían

aún más directamente al legado de Arizmendi que el de Krauze, los comparten una

cercanía directa con la biografía que Cano publicó sobre ella. Algunos son:

Conmemoración Histórica: Enfermeras del Hospital General de México a la

Revolución de Douglas C. Nance (2010), “Historia de la Enfermería: Se Llamaba

Elena Arizmendi” de Juan Rodolfo Collado Soto (2012), Photographing the Mexican

Revolution: Commitments, Testimonies, Icons (2012) de John Mraz, el artículo Una

biografía, redactado por Rosa Esther Beltrán (2010) en el periódico Vanguardia.

Mitchell, Stephanie; Schell, Patience A. (2006). También aparece en la Honors tesis

de Maria Leland en del Departamento de Historia de la Universidad de Ohio, titulada

Separate Spheres: Soldaderas and Feminists in Revolutionary Mexico (2010).

No está demás agregar que el trabajo que Gabriela Cano hace es interesante

y admirable intrínsecamente. Los ingeniosos títulos a sus capítulos, su escritura

simple aunque con profundidad y neutralidad de su construcción histórica y el don

literario novelesco con que se disfruta Se llamaba Elena Arizmendi, provoca

olvidarte de que lo que lees es si acaso pura interpretación de las fuentes. La

manera en que Cano escribe es magnífica, pues logra crear un vínculo emocional

entre Elena Arizmendi y el lector, sin darte cuenta; que, además, congenia con el

personaje en distintas perspectivas de su vida familiar o de sus ideales feministas

más genuinos. Te asombras de que pareciera que el tiempo para muchas cosas, no

transcurre. Las mujeres de antes, de ahora y de siempre han estado en una

desventaja naturalizada por los hombres y aprobada por la sociedad de cada época.

Es probable que los conflictos femeninos de épocas distintas a la nuestra no sean

con exactitud los nuestros o los mismos, pero es innegable que nunca hemos

8
gozado el privilegio de aquel hombre blanco heterosexual o si acaso mestizo

heterosexual.

Aunque Elena Arizmendi viviera en el transcurrir del modernismo, una época

histórica que llegó tardía en México a comparación de Europa y sin embargo, se

posibilitaron condiciones más aptas de oportunidades hacia las mujeres, éstas

seguían estando sesgadas por la mirada masculina. Un ejemplo es la formación

básica en mujeres y en muchos otros casos, la profesional. Los valores aprendidos

desde niñas servían para moldearlas a ser amas de casa, idóneas para el cuidado

de los hijos y apoyar emocionalmente al “marido”. Sin embargo, esta visión se

quedó corta con el avanzado pensamiento que adquirió durante su juventud cuando

se trasladó a San Antonio, Texas para estudiar enfermería en una prestigiosa

Universidad. Sus ideales personales ascendieron al plano colectivo del bien común

y la filantropía que, aunque puedan parecer actos individualistas y progresistas en

una mujer de su época, eran bastante comunes al ir con los valores de ayuda y

servicio que le inculcaron desde la primaria.

Otra cuestión que me parece vital para la reflexión de Se llamaba Elena

Arizmendi, es que es una investigación hecha por una mujer con intereses genuinos

sobre los aspectos sociales en la Revolución Mexicana y aún más, de la perspectiva

cultural y social que se enmarca en esa época. Con esto, no intento decir que a los

hombres no les interese hacer historia de género o que no es apropiado en ellos

meterse en el estudio de la historia de la mujer, sino que, a mi parecer, es más

probable que una mujer historiadora pueda detectar en las fuentes de cualquier tipo,

sucesos cuestionables del estado de las cosas, en este caso del México

revolucionario y posrevolucionario.

9
De este modo, la biografía de Arizmendi se encuentra permeada de

sensibilidad y crítica por parte de la historiadora, por no haber desnaturalizado

diversos hechos en la vida de la biografiada. Me pregunto si un hombre habría

encontrado importantes las mismas cuestiones que Cano introduce en la biografía o

si las habría pasado por alto, como el tipo de educación que Elena Arizmendi recibió

en su escuela y cómo esta fue determinante para su pensamiento “feminista” sin

que Arizmendi siquiera lo nombrase así. Lo que intento decir en todo caso, y sin

ánimos de hacer una crítica negativa al sexo masculino, es que encuentro esta

investigación histórica muy necesaria como satisfactoria. Gabriela Cano, es una

historiadora con intereses muy delimitados y meditados sobre la construcción de la

mujer a lo largo de la historia. Es interesantísimo que se interese por un personaje

femenino para visibilizar los debates semitransparentes de esa época, que por su

carácter de semitransparencia, no eran vistos por todos y aún en la actualidad, no

cualquiera es capaz de notar o desnaturalizar. La biografía de Arizmendi, como

recurso, método y género; se muestra como un punto de partida o al menos una

inspiración para un estudio objetivo del presente y del pasado. En buena medida,

nos ayuda a entender nuestro contexto actual y crearnos un criterio del estado de

las cuestiones relacionadas con la mujer, desde su rol en el hogar hasta sus

posibilidades en un mundo “patriarcal”. No obstante y, relacionado a los estudios de

género, Gabriela Cano considera que no es viable usar dicho término porque es un

concepto que “permite poco análisis, movimiento y tensiones en la historia.” 7

Entorpece el estudio al no ayudar a hacer análisis matizados de las distintas formas

de poder, privilegio y autoritarismo masculino.

7
Sandra Barba, “Una entrevista con Gabriela Cano”, Letras libres, 21 (Junio 2017)

10
El interés de mayor precisión del personaje de Arizmendi para Gabriela Cano

es desmentir la errónea imagen que se tiene de las mujeres no sumisas y que,

además de gozar de belleza física -o no necesariamente, ponen a rodar al mundo

bajo sus convicciones, que muchas veces incomodan a quienes no están

acostumbrados a la seguridad femenina que va acorde a ideales no superficiales.

En pocas palabras, José Vasconcelos la nombraba una femme fatale en sus relatos

novelísticos sobre Adriana:

[...] el contraste entre la figura literaria de Adriana, representada por


Vasconcelos como mujer fatal, devoradora de hombres, y el
personaje histórico de Elena Arizmendi, dueña de una vida muy rica,
con una amplia capacidad de autodeterminación y que fue capaz de
hacer contribuciones a la sociedad y a la cultura de su época, en
especial a la etapa maderista de la Revolución Mexicana, me parece
de gran relevancia.8

Aquí radica la importancia de la biografía histórica que Gabriela Cano hace

de Elena Arizmendi, un relato novedoso de una figura hasta entonces desconocida,

encapsulada en la falso relato de Adriana; o al menos, eso puede evidenciar Cano.

Este tipo de investigaciones poco convencionales al ser vistas desde una

perspectiva femenina en tanto al historiador y el personaje estudiado, podrían

realmente empezar a quebrantar las estructuras de pensamiento histórico

convencionales. Sólamente falta más empatía y solidaridad con aquellos nuevos

conocimientos o descubrimientos que trazan rumbos historiográficos nuevos.

Gabriela Cano piensa que este tipo de historias reafirman su convicción de

que “vale la pena indagar las contribuciones de las mujeres a la historia y hacerlo

8
Juan Edwin Corona y Cepeda, “Gabriela Cano”, Entrevistas Ramón Carrillo, 19 (mayo 2011)

11
con un enfoque de género. Es un gran esfuerzo intelectual de investigación, análisis

y escritura de narrativa histórica que puede dar muy buenos frutos de interés.” 9

Además, da la maravillosa oportunidad de que los estudios sobre género,

está en pañales a comparación de otras disciplinas históricas o campos de estudio,

se expanda, se conozca y atraiga nuevas personas para estudiar todo lo que

acontece en ellos. Si se piensa de manera muy extrema, sería reivindicar a las

historiadoras y demostrar que el oficio del historiador también es de mujeres. Hacer

una revalorización crítica de las perspectivas de interpretación dominantes en

academia.

Claro está que existen cantidad de reconocidas historiadoras pero, como

muchos otros “oficios” sigue lleno de prejuicios. Pareciera que el historiador desea

en muchas ocasiones, seguir reproduciendo la historia del hombre para el hombre y

realmente no toma importancia de la visión de género, del asunto. Como bien

apunta Joan W. Scott, el género es una categoría útil para el análisis histórico: “las

estudiosas feministas pronto indicaron que el estudio de las mujeres no sólo

alumbraría temas nuevos, sino que forzaría también a una reconsideración crítica de

las premisas y normas de la obra académica existente". 10

En la última sección de mi reflexión historiográfica, quiero resaltar el

posmodernismo y la biografía histórica, como un método eficaz de hacer historia o el

porqué hoy son pertinentes estos estudios historiográficos.

En este presente, catalogado por los intelectuales como “posmodernismo” en

que lo visual se impone a lo escrito, en que se asume la muerte del sujeto histórico y

ya no se introduce un sentido a las cosas, creo que es sumamente necesario

encontrar narrativas históricas nuevas. Olvidarnos un poco del academicismo

9
Juan Edwin Corona y Cepeda, “Gabriela Cano”, Entrevistas Ramón Carrillo, 19 (mayo 2011)
10
Joan W. Scott, “El género, una categoría útil para el análisis histórico”, Fundación Henry Dunant.

12
extremo que siempre ha acompañado la rigurosidad científica -y viceversa-

animarnos a contar la historia de otra manera. No obstante, Gabriela Cano, es una

muy reconocida especialista y también precursora de los estudios sobre género en

México. Su estancia en la academia le han permitido, sin lugar a dudas, el privilegio

de la veracidad en sus textos y también su divulgación.

Sin embargo, me parece que nuestro presente “posmoderno” da las

condiciones de posibilidad más que nunca para teorizar, criticar, descomponer,

repensar la diversidad sexual, así como lo que significa ser hombre y mujer y cómo

nuestra forma de comportarnos está naturalizada pero construida desde hace siglos

atrás y no nos damos cuenta ni lo meditamos.

También, nuestro presente se presta más que nunca para los estudios de

género, debido a que las estructuras de sentimiento en esta época son distintas y

parece que el tiempo avanza de forma más apresurada que en otras épocas y, por

eso mismo, existe una sensación de estar presentes en una construcción a su vez

performativa de este presente extendido.

Actualmente, los estudios de género además de verse como una categoría

historiográfica, cuentan con la posibilidad de visualizarse a través de la cultura, pues

todo se piensa a través de la cultura, como si se hubiese convertido en una

estructura por sí misma.

Si bien es interesantísima la reflexión que posibilita pensar en el recurso

biográfico para producir un conocimiento distinto, también resalto la importancia de

Elena Arizmendi en el entendimiento histórico de la Revolución Mexicana. Muestra

que las mujeres mexicanas sí tuvieron participación en el movimiento armado y por

otro lado, Arizmendi es una de las precursoras en la lucha por mejores condiciones

de la mujer en México y quizá, en latinoamérica.

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Bibliografía

● Gabriela Cano, Se llamaba Elena Arizmendi (México: Tusquets editores, 2010)


● Ciudadanía express. “Desentraña Gabriela Cano historia de género en ‘Se llamaba Elena
Arizmendi’”.https://www.ciudadania-express.com/2010/06/08/desentrana-gabriela-cano-
historia-de-genero-en-%E2%80%9Cse-llamaba-elena-arizmendi%E2%80%9D/ (consultada
en Noviembre 2018)
● Paula Bruno, “Biografía, historia biográfica, biografía-problema”, Scielo.org
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-
04992016000200017&fbclid=IwAR14YDdGUxo1tlv0tQdBoKEUeA4a8pMPK38kmbwcYzVNO
pZ1C8Y7pcHp9lU (consultada en Noviembre 2018)
● Juan Edwin Corona y Cepeda, “Gabriela Cano”, Entrevistas Ramón Carrillo, (consultada en
Noviembre 2011). https://entrevistasramoncarrillo.wordpress.com/2011/05/19/gabriela-cano/
● Fundación Henry Dunant, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”,
https://www.fundacionhenrydunant.org/images/stories/biblioteca/derechos_economicos_socia
les_culturales_genero/El%20Genero%20Una%20Categoria%20Util%20para%20el%20Analis
is%20Historico.pdf. (consultado en noviembre 2018)
● Letras Libres. Sandra Barba, “Una entrevista con Gabriela Cano”,
https://www.letraslibres.com/mexico/historia/una-entrevista-gabriela-cano (consultado en
Noviembre 2018)

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