Hemos empezado nuestra serie de sermones en 1 de corintios
con el título creciendo en madurez. La madurez en una perspectiva bíblica es que el creyente vaya conociendo a diario la palabra de Dios y que este conocimiento vaya siendo incorporado a su vida de manera que sus actitudes reflejan de manera clara lo que ocupa su corazón. Es un proceso que debe suceder en la vida de todo creyente, y si resistimos a este proceso tendremos actitudes, comportamientos parecidos a los del mundo, aunque seamos creyentes. En esta mañana seguimos con el cap. 1:10-17, donde después de: Después de recordarles la posición que cada creyente tiene en Cristo, que son santos que están siendo santificados, personas que habían sido enriquecidos con la gracia y con la paz de Dios por medio de Jesucristo, una iglesia capacitada para vivir y servir al Señor, con dones, que ejercidos con humildad debajo de la autoridad de Dios ayudarían a ellos a avanzar hasta el día del Señor Jesucristo donde serán confirmados. En el v. 9 les recordó una característica esencial de la iglesia que es ser un pueblo llamado para vivir en comunidad, a vivir una vida común debajo de la autoridad de un único Señor, Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro. (1Co 1:9 LBA) Después de mostrarles lo que ellos son y como tienen que vivir, ahora comienza a tratar los desvíos, los problemas, las señales de inmadurez que estaban afectando profundamente la vida de los creyentes y de la iglesia local. La importancia de esta epístola para nuestra vida es que ella nos enseña como mi crecimiento o mi inmadurez afecta mi comportamiento, mi testimonio, mis relaciones, mis conceptos de Dios y de la vida cristiana. Pablo comienza a hablar de los problemas que ellos estaban enfrentando en la iglesia que reflejan en sus vidas cotidianas, en la sociedad, por negligencia de no someterse en humildad a las verdades presentadas a principios que fueron enseñadas por el apóstol Pablo durante el año y 6 meses que estuvo con ellos y que a principio de la carta les recuerda. Todos nuestros pecados pasan por este camino, esta rebeldía en someterse en humildad a los principios de la palabra de Dios que hemos aprendido y que se nos recuerdan a menudo. ¿Cómo vemos una persona conflictiva? ¿Es madura o no? ¿Qué revela con su vida una persona que en lugar de unir busca separar? ¿Qué peligro hay cuando empezamos a exaltar una persona sobre las demás en la iglesia? ¿Qué tipo de persona somos nosotros? ¿Las que unen o que separan? ¿Que busca relaciones sanas o conflictivas? ¿Qué idolatramos a hombres? La inmadurez es la causa de conflictos, de rivalidades, de disputas. La raíz de este pecado es la jactancia, el orgullo en pensar que no necesitamos a otros o que podemos hacer las cosas mejor que los demás. A veces uno tiene ciertas habilidades que otros no tienen, ciertas capacidades más desarrollados que otros, pero el pensamiento que yo soy mejor y hago mejor es la puerta de entrada para el orgullo, la jactancia que conducirá a una división. ¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? (Stg. 4:1-2 LBA) Esta señal de inmadurez produce daños inmensos a matrimonios, amistades y la iglesia de Dios. En los 3 capítulos que sigue estará tratando de como este comportamiento afecta las relaciones en diferentes niveles y termina afectando la unidad de la iglesia. Un área que todo creyente tiene que aprender, crecer y madurar es en el área de vivir en armonía con los demás. Aprender a convivir con aquel que es diferente, que tiene habilidades diferentes, que ve las cosas desde otra perspectiva. Nuestra tendencia es ver a los demás como un adversario, como un enemigo simplemente porque no ve las cosas como veo, no hace las cosas de la misma manera que yo hago, y esto en el casamiento, en la familia, y en la iglesia. Esta dificultad en convivir en armonía en unidad produce cisma, división o partidarismo. De esto nos habla el texto y queremos aprender con el texto algunas lecciones que nos ayudan a crecer en madurez y promover la unidad en la iglesia. 1. La naturaleza de la desunión – 10-11 El texto comienza un ruego, con una súplica por parte del apóstol a la iglesia. Pablo habla con la autoridad apostólica pero también habla con la ternura de un hermano que es parte de una misma familia. Pablo sabe que era tan pecador como ellos y que había sido alcanzado con la misma gracia, y tenía que crecer en las mismas virtudes. Los oficios en la iglesia no conceden a la persona una inmunidad espiritual, todos carecemos igual de la misma gracia para crecer en unidad, y todos tenemos que entender eso para poder permanecer unidos. Pablo recibe la visita de los de Cloé, no sé muy bien quienes son, pero se cree que era una familia que estaba en la iglesia, que eran parte de la iglesia y que visitan a Pablo en Éfeso. Posiblemente la hermana y su familia visitan el apóstol que naturalmente preguntaba por la iglesia y ellos informan que no estaban bien porque había en la iglesia divisiones, cismas. Aquí no se trata de un chismerío, de lo contrario el apóstol hubiera reprochado, sino más bien de un relato de una condición de la realidad de la iglesia, que pudiera haber sido positivo caso la iglesia estuviera creciendo en madurez. ¡La iglesia no está bien! ¿Cuál es el problema? Desunión, división. La naturaleza del problema es mencionada en el v. 11, mi versión dice contiendas, otra versión dice rivalidades, otra dice peleas. ¿Qué les parece estos adjetivos aplicados a la iglesia? ¿Como anda la iglesia? Es un cuadrilátero de boxeo. La palabra división es schisma en griego, lo que en español es cisma o división. ¿Por qué había división entre ellos? Una de las razones era que no sabían convivir en diferencias. El problema no es que ellos eran diferentes y que tenían maneras diferentes de ver las cosas, o que tenían habilidades diferentes. El problema era que ellos usaban la diferencia para separarlos, para dividirlos y no para unirlos. Por eso la exhortación para ellos es que se pongan de acuerdo, que estén unidos en un mismo pensar. En lugar de imponer cada uno su voluntad, sus pensamientos, miren aquello que puede producir unidad, fortalecer los vínculos. Esto se da en el casamiento. El esposo que se impone sobre la esposa sin llevar en cuenta lo que ella piensa, la lastimará y debilitará la unidad entre ellos. Viceversa también. Muchas veces para el bien de la unidad en relaciones lo mejor es ceder en mis pensamientos y unirme a los pensamientos de los demás. Es cierto que hay valores que son inamovibles. Pablo lo menciona más abajo uno de ellos que es la cruz de Cristo y Su centralidad en la vida de la iglesia, así como doctrinas y principios cristianos que deben regir nuestras vidas, uno de ellos es este la unidad. Pero cuantas veces estamos peleando, lastimando a quienes amamos por cosas que son secundarias. La preocupación aquí es por algo que Jesús le pidió al Padre acerca de Su iglesia Juan 17:11, 22-23, de que fueran unidos, de que caminaran en unidad para que el supiera que Dios había enviado Jesucristo al mundo y que como demonstración de Su amor lleno de gracia. La unidad de la iglesia tiene una fuerza impresionante en el testimonio de la iglesia en el mundo. Debemos aprender que ceder no es anularse. Ceder es la búsqueda de preservar y fomentar que la unidad de pensamiento y aquello que fortalece la unidad de la iglesia sea manifestado y no lo que yo quiero por sobre todos los demás. Una de las marcas visible en la iglesia neotestamentaria era la unidad de pensamiento, la perseverancia en la comunión, elementos que Dios usó para impactar el mundo de aquellos días. Dice que eran de un solo corazón, de una sola mente, compartían de un amor común, y tenían el favor de las personas y Dios agregaba todos los días los que eran salvados. Lamentablemente la divergencia y las disputas han causado muchas divisiones en la iglesia evangélica, y la gran mayoría no fue por defensa de valores inamovibles sino por la imposición de la voluntad y de los pensamientos de uno. Así es con los matrimonios, con las amistades y con la iglesia de Dios. Aprendamos a ser instrumentos de unidad, de fortalecimiento de los vínculos y no de separación, no nos olvidemos que el testimonio de la iglesia que impacta el mundo depende de la manera como vivimos juntos. 2. La raíz de la desunión – 12-16 En los vs. 12 a 16 Pablo revela el nivel más profundo de la falta de unidad en la iglesia que es el egocentrismo, el deseo de protagonismo o el deseo de autosatisfacción en prevalecer sobre los demás. Los vs. que siguen revelan que había cuatro grupos en la iglesia, manifestando como la desunión se había instalado en aquella iglesia. El problema era exaltar una persona por sobre las otras con actitud de desprecio. Los miembros empiezan a manifestar su favoritismo por determinados grupos que llevaban el nombre de una persona importante en la vida de la iglesia. Es importante aclarar que estas personas no estaban involucradas en esta actitud. Era un problema del individualismo egocéntrico de los partidarios que es resaltado por el pronombre personal Yo. Yo soy de… Pablo el instrumento usado por Dios para establecer aquella iglesia, posiblemente se armó allí un grupo que decía nosotros seguimos a Pablo, no nos importa lo que digan los demás, pues fue Pablo quien empezó esta iglesia. Otros decían yo soy de Apolo, nadie predicó y defendió la fe como él. Él mejor predicador, maestro que ha pasado entre nosotros y con una sabiduría envidiable. El tercero grupo, decían yo soy de Cefas, que es Pedro. Aunque Pedro no había estado en Corinto hasta lo que se sabe, Pedro era conocido, como uno de los apóstoles de Jesús, ciertamente los judíos que estaban allí habían oído hablar de Pedro. Quizás el pensamiento fuera, este es el principal de los apóstoles, sí hay uno que debe ocupar el patriarcado en la iglesia es él. El cuarto grupo pudiera parecer ser el correcto, pues decían yo soy de Cristo. Pero la idea aquí es menospreciar a todos con una falsa espiritualidad. Yo tengo una relación directa con Cristo que no necesito a nadie más. La raíz del problema es el orgullo, la independencia o la individualidad que se manifiesta en las preferencias personales, que es un mal que acompaña la iglesia en todos los tiempos. Yo sigo al pastor fulano. Con las redes sociales esto está peor, porque uno frecuenta una determinada iglesia, pero en su corazón está exaltando a una figura que ha sido exaltada por el uso de las redes sociales. Y aquí también, creo que aquellos que son íntegros no buscan ni apoyan la exaltación de sus nombres. La exaltación o la idolatría alrededor de personas equivocadas, de ideas equivocadas o de propósitos equivocados es lo que divide y destruye las iglesias locales. Se pierde la percepción que hay una sola cabeza en la iglesia que es Cristo, que nunca cambia, así como Sus propósitos y valores no cambian. Pablo hace tres preguntas retoricas cuyas respuestas es un rotundo NO. La unidad de la fe en Cristo es indivisible. Cristo no está dividido, Él está unido al cuerpo, a Pablo, a Apolos, a Cefas y a cada miembro de iglesia. Aun que hay muchos miembros en el cuerpo, y aun que haya diferencias entre ellos, están todos unidos y separados no pueden vivir. Sácale un brazo… La unidad procede de un único sacrificio, que es eficaz, el de Cristo, al nombre de quien son todos bautizados. Parece que había un concepto equivocado del bautismo allí, pues algunos de vanagloriaban en el hecho de que habían sido bautizados por Pablo. Pablo dice no fueron bautizados en mi nombre, de hecho, no bauticé a muchos ni siquiera me acuerdo bien a quienes bauticé. Algunos ponen demasiado énfasis en el sacramento, en la persona que lo administra, en la forma o en el lugar. Me bautizó fulano de tal, en Rio Jordán… ¿Qué diferencia hay? Ninguna el bautismo no salva, no redime, es una señal externa, visible para aquellos que afirman que Jesucristo transformó sus vidas, y que ahora dedicarán sus vidas a servirlo por eso se bautiza en El nombre del Dios Triuno. ¿Qué debemos aprender aquí hermanos? Así que nadie se jacte en los hombres, (1Co 3:21 LBA). Qué debemos cuidarnos con nuestro orgullo en exaltar personas sobre personas. El fondo es que queremos imponer nuestros gustos, predilecciones, favoritismo para que todo me sea agradable. No sé prohíbe que se tenga afectos, gratitud por las enseñanzas, pero exaltar una persona por sobre otras es uno de los grandes errores de la iglesia. Y cuando la persona exaltada cae es un problema serio, o si se va para otro lado, las personas tratan de seguirlo. Pablo cuando busca corregir el problema usando a su nombre sin menospreciar a los demás. Hermanos cuidemos a nuestro corazón. Cuidemos en no levantar ídolos adentro de la iglesia de Dios. Los cantantes, los escritores y los predicadores son meros instrumentos levantados por Dios para la edificación de Su iglesia no para nuestra adoración. (culto a personalidades)
3. La solución para la desunión - 17
La solución para este problema es presentada brevemente en el v. 17 y será desarrollado por el apóstol a lo largo de sus argumentos para restaurar esta debilidad en la iglesia. Pablo no dice que el bautismo no sea importante, sino corrige las prioridades o el orden de las cosas. El mandamiento es predicar, el bautizar es una consecuencia que acompañará aquellos que son llamados por la gracia de Dios. La salvación procede únicamente de la obra de Cristo Jesús y no de la habilidad del hombre en hablar ni del sacramento administrado. La solución para la desunión es que volvamos a entender la centralidad de Cristo en la vida de la iglesia, de los creyentes. Porque no podemos estar divididos y porque no podemos exaltar a los hombres, porque hemos sido alcanzados por un único y suficiente sacrificio. Es Cristo quien ha tomado nuestro lugar, y al tomar nuestro lugar y llamarnos a la vida de fe nos ha unido en un cuerpo para que vivamos en unidad, una unidad que está centralizada únicamente en Su persona y obra. Debemos dejar de exaltar los mensajeros y sus habilidades y exaltar en mensaje. El menaje es Cristo. Solo Jesucristo debe ser exaltado en la iglesia. Alrededor de Su persona y de Su voluntad debemos estar unidos, de lo contrario el mensaje de la cruz se vuelve vacío sin propósito para nuestras vidas. El poder del evangelio no está en la habilidad humana sino en la persona de Cristo y de los resultados que este evangelio produce en nuestras vidas. La belleza del evangelio se manifestará en el crecimiento y en la madurez de los creyentes. El desprecio al evangelio y la vergüenza al evangelio se dará a la medida que nosotros menospreciamos el evangelio para imponernos sobre los demás, al exaltar cualquier otra persona o obra, por sobre la persona y la obra de Cristo. Conclusión: Hermanos aprendamos a ceder, cuando vemos que nuestro pensamiento, nuestra voluntad es contrario a los demás, cuando ella solo genera conflicto, cuando su fundamento no es la preservación de una verdad inamovible. Que haya en nosotros una disposición a estar en acuerdo y en unidad de pensamiento con los demás. Eso nos hará madurar y nos ayudará a ser de bendición en nuestros relacionamientos. Recordemos que la iglesia no es un lugar de partidarismo, no es un lugar de exaltar unos por sobre otros. Somos diferentes, tenemos habilidades diferentes, pero con un solo propósito la edificación y el cuidado mutuo del cuerpo, rindiéndole a La Cabeza que es Cristo únicamente el honor y la gloria. La única manera en que podamos cumplir con los propósitos de Dios es que tengamos en claro que Él debe tener la centralidad de nuestras vidas. Cuando Él ocupa el primer lugar todo los demás es secundario. Cuando otras cosas ocupan la primacía entonces la cruz, la obra y la persona de Cristo se vuelve despreciable, sin propósito para nosotros y para el mundo.