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ISSN:2215-4183
Volumen 1, Número 1
Enero – julio 2015
pp. 12 – 37
Los contenidos de este artículo están bajo una licencia Creative Commons
IMBERNÓN, F. (2015). FORMAR DOCENTES PARA INVESTIGAR SOBRE Y EN LA PRÁCTICA EDUCATIVA
Resumen
La sistematización se presenta como un medio para crear condiciones,
compartir experiencias, aprender y generar redes. Por ello, en la actualidad,
se concibe como una experiencia de investigación con un enfoque abierto y
un lugar institucional nuevo, como una opción política donde nos
reinventamos como sujetos.
La sistematización no se limita a seleccionar metodologías,
estrategias, técnicas, sino que hace todo eso desde la búsqueda de sentidos,
dejando lugar al sujeto de la experiencia, con un investigador o
sistematizador que se corre y le deja espacio para ser al otro. En este enfoque
la sistematización transita entre la denuncia social, la ciudadanía global, el
conocimiento que se hace público y la transformación de los sujetos y las
organizaciones.
Licenciada en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Doctora por el Departamento de Investigaciones Educativas
del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (DIE-CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional, México.
Como la sistematización está vinculada a los relatos, elijo empezar este artículo
retomando escritos iniciales míos en torno de la sistematización. En los primeros intentos
de los años noventa, escribir sobre la sistematización fue tanto una tarea necesaria, que
era parte de la búsqueda de otra manera de investigar, como una acción que me ponía en
el límite y me enfrentaba a dudas y preguntas sin fácil respuesta. En esos años ya existía
un saber consagrado acerca de la sistematización. Mi primer artículo, no publicado,
intentaba definir la sistematización desplazándose un poco del saber instituido sobre este
campo, mientras dejaba ya en claro su condición emancipadora, su lugar en el campo de
lo otro, lo que estaba todavía en proceso de tener forma.
Recuerdo que ese texto me dio mucho trabajo, porque eran mis primeros pasos en
sistematización. Iba a ser el capítulo de un libro sobre innovaciones educativas; no fue
publicado porque los revisores no aceptaron que escribiera acerca de la sistematización
definiéndola como un tipo de investigación. Tantos años después queda claro que ese
vínculo existía. Quedaron dos huellas públicas de ese trabajo teórico: el título del libro,
que aludía a la sistematización –“Innovaciones en educación básica de adultos: el camino
de la sistematización”– publicado por la UNESCO/OREALC (1995); y el uso de figuras
sintéticas para el proceso de elaboración del informe final, recuperando la categoría
“figuras” de Roland Barthes. Sin duda, lo más importante fue que estaba pensando la
teoría de la sistematización a partir de una sistematización específica, no con base en una
revisión teórica, en un campo tan frágil como la educación de adultos, como parte de un
colectivo, buscando dejar ser al “investigado”, y recurriendo a referentes
interdisciplinarios. Estas características siguieron signando mis textos posteriores,
buscando además nuevas referencias teóricas en la filosofía, la semiología, y la pedagogía
crítica. Al mismo tiempo, este interés por escuchar al otro venía de más lejos, me había
acompañado durante mis primeros trabajos de investigación en zonas rurales de
En los tiempos actuales una de las antinomias presentadas por Bruner acerca de la
educación ha adquirido una dimensión aún mayor que cuando este autor dio cuenta de
ella: la antinomia entre el ideal de la educación, que aspira a educar para que las nuevas
generaciones sean lo mejor posible versus la función reproductora de la educación,
referida a los valores dominantes, en la medida en que la educación habita en la cultura
(Bruner, 1997). El modelo neoliberal ha agudizado esta tensión y la ha transferido al
campo de la investigación, haciendo más imperiosa la necesidad de generar una nueva
forma de crear conocimiento.
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En este momento, en que existen fuertes aparatos culturales que difunden desde
los organismos internacionales y los gobiernos una visión acerca de la educación que la
reduce a un procedimiento estandarizado, donde cuenta la calidad definida como
rendimiento escolar, la enseñanza basada en competencias, la formación compulsiva de
los docentes y la evaluación de su desempeño, como un proceso que los pone en el límite,
resulta imperioso crear formas igualitarias de producción y circulación de conocimiento,
así como de contrapoderes en la resistencia (Messina, 2011).
En este marco, no sólo se reafirma una vez más que sistematizar no es equivalente
a documentar o a registrar información. Se identifica algo más: la sistematización no se
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limita a describir situaciones o a realizar un mapa de “lo que hay”, aun cuando en un nivel
inicial es posible plantearse una caracterización descriptiva del campo de lo que se quiere
sistematizar. Esta tarea exploratoria puede sentar las bases para una sistematización más
sutil y capaz de dar cuenta de las múltiples singularidades, en un enfoque que se orienta
hacia la presentación de la complejidad.
Sistematizar es un buscar
marcha, con objetivos que se desplazan y con un sujeto que es parte del proceso de
construcción del conocimiento. La investigación se transforma así en una experiencia de
vida.
Eludiendo la definición
En los tiempos actuales estamos más cerca del balbuceo que de las definiciones al
estilo de una enciclopedia o catálogo, que enumera, describe, clasifica y caracteriza. Ya
no es momento para definiciones que cierran espacios y establecen diferencias rotundas.
Antes bien, la definición se arma como la descripción densa de un campo, uniendo
distintas voces y experiencias. En este marco, se reafirma el halo de misterio que rodea a
la sistematización. Han pasado casi treinta años desde los primeros textos acerca de la
sistematización. Sin embargo, sigue siendo un tema sujeto a grandes debates. Como
destaca Torres (2000), la sistematización ha dejado de ser un tema de apoyo o una
“temática subsidiaria” de otras disciplinas, para convertirse en un espacio propio, que
convoca a instituciones y profesionales de la educación de adultos, la educación popular y
los proyectos sociales. En este sentido, podemos afirmar que la sistematización ha
alcanzado una cierta legitimidad en algunos espacios institucionales. Al mismo tiempo,
todavía hoy hablar de sistematización en los lugares más tradicionales, da origen a un
sentimiento de inseguridad acerca de eso que se quiere abordar y obliga a establecer
diferencias con otras disciplinas, siempre con la investigación.
Interesa también explicitar desde dónde está escrito este texto. Desde un trabajo
continuo desde los setenta en investigación de experiencias educativas y sociales,
transitando de un campo a otro, del sistema educativo a la educación no formal, de los
derechos de las mujeres a los jóvenes o los adultos, de lo rural a lo urbano, de las
comunidades indígenas a las mestizas e inclasificables, pensando en otra manera de
hacer investigación, transitando la sistematización, coordinando talleres y escribiendo
sobre el tema. Escritos internos para acompañar talleres, documentos de trabajo no
publicados, retazos de experiencia. Palabras que se unen con otras, que hacen un
testimonio, construcción de una mirada desde la vida cotidiana. Otra forma de asumir la
profesionalidad en el campo de las ciencias sociales.
logros o hablando más de lo que se debe hacer (de la norma, del programa tal cual fue
pensado) que de lo que sucedió y sus tensiones principales y secundarias.
Si la sistematización culmina en la narrativa son tan válidos los relatos que asumen
formas metafóricas como los relatos que recurren a formas más alejadas de lo literario.
Sin embargo, siempre la novela, el diario, la carta, la autobiografía, son referentes que
nos nutren. Reconstruir la experiencia requiere de la presencia y convergencia de
múltiples disciplinas y la literatura es una gran compañera. Igualmente, la sistematización
necesita de otras disciplinas y al mismo tiempo y sólo así se construye como un campo
específico.
Cómo empezar a escribir. Un ejercicio interesante es escribir para uno mismo, sin
querer parecerse a nadie, sin querer complacer a nadie; o escribir como si le estuviéramos
contando algo a alguien de nuestra confianza; escribir con una intención explícita de
desocultamiento, donde el cuidado del estilo y la redacción pasa a un segundo plano o se
da por añadidura; es algo así como una escritura libre y abierta a la crítica, un diario que
nos animamos a compartir (Messina, 2004: 5).
Escribir es siempre re-escribir, en un proceso interminable. Igual pasa con leer, que
lleva a releer y a descubrir lo que no habíamos visto en la lectura anterior. En este marco,
lectura y escritura se enlazan. Para sistematizar necesitamos ser lectores, parte de una
comunidad de lectores; también escritores y parte de una comunidad de escritores. Para
sistematizar /escribir necesitamos empezar, que es siempre un salto al vacío, una
novedad que como todo comenzar produce entusiasmo. Siguiendo a Calvino:
Si nos decidimos a sistematizar, nos decidimos a escribir…con los otros, con uno
mismo, probando y transitando por distintos géneros, olvidando incluso la lógica de los
géneros. La sistematización deviene en un proceso de recuperación de saberes y de
identidades, en la escritura. A partir de esta comprensión del sentido de sistematizar, se
inicia un proceso de conversación, que a veces será más acotado, otras más complejo e
intersubjetivo. Desde el preguntarse por la sistematización- qué es esto de sistematizar-
estamos listos para iniciar el proceso.
Hablemos de validez
Afirmo que en la sistematización la validez de lo que se presenta tiene que ver con
resonancias, con “reverberancias” que como tales siguen un esquema imprevisible, con la
Referencias
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