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1.

LEVANTAMIENTO DE LA MEDIDA CAUTELAR


Como hemos apreciado no es

2. LA CANCELACIÓN DE LA MEDIDA CAUTELAR

La cancelación de la medida cautelar, a diferencia de la caducidad, está relacionada el


pronunciamiento expreso y desestimatorio del órgano jurisdiccional respecto de la
pretensión contenida en la demanda del proceso principal o proceso cautelado.

El artículo 630 del cpc, se refiere a la cancelación de la medida cautelar en los siguientes
términos. “Si la sentencia en primera instancia desestima la demanda, la medida
cautelar queda cancelada de pleno derecho, aunque aquélla hubiere sido impugnada”.

Pese a que la norma dispone que la medida cautelar queda cancelada de pleno derecho,
ello sólo es literatura puesto que en realidad no opera automáticamente: el juez al
expedir sentencia que declara infundada la demanda no dispone de oficio la cancelación
de la medida cautelar, luego la experiencia dice que tal cancelación debe ser solicitada
por el afectado, ante lo cual el juez la declara sin previa citación de la parte contraria.

Colocándonos en otro supuesto, tenemos el caso relacionado con la apelación del auto
cautelar. Pues bien, si el superior revoca el auto cautelar, no podríamos afirmar con
propiedad que se trata de una cancelación de medida cautelar.

La cancelación de la medida cautelar es el efecto o consecuencia del desamparo de la


pretensión principal o dicho de otro modo es el pronunciamiento indirecto o tácito que
emerge de la sentencia desestimatoria de la pretensión principal.

3. LA VARIACIÓN DE LA MEDIDA CAUTELAR


 La variabilidad de la medida cautelar supone la aplicación del principio o de la
cláusula rebus sic stantibus, en tanto se modifiquen las circunstancias por las
cuales se ordenó una determinada medida cautelar, entonces procederá variar
la medida cautelar impuesta en un primer momento por el Juez.
En sentido contrario tenemos que las medidas cautelares no son invariables, las
mismas podrán ser modificadas en tanto se necesite asegurar de mejor manera
un derecho, o pedir una mayor garantía en vista que la obligación ha
aumentado, o por el contrario corresponderá disminuir los efectos de la medida
cautelar en caso de presentarse un menor peligro de la insatisfacción del
derecho sub júdice.
De lo anterior el artículo 617º del Código Procesal Civil, establece que “a pedido
del titular de la medida y en cualquier estado del proceso puede variarse ésta,
sea modificando su forma, variando los bienes sobre los que recae o su monto,
o sustituyendo al órgano de auxilio judicial. La parte afectada con la medida
puede efectuar similar pedido, el que será resuelto previa citación a la otra
parte. Para resolver estas solicitudes el Juez atenderá a las circunstancias
particulares del caso. La decisión es apelable sin efecto suspensivo”.

Al conceder o denegar una medida cautelar el Juez evaluó determinadas circunstancias


que en aquel momento constituían, a su juicio, la apariencia de fundabilidad de la
pretensión, el peligro de la demora y la razonabilidad de la medida para garantizar la
eficacia de la pretensión.
Pero es posible que, durante el proceso, estas circunstancias varíen, lo cual se encuentra
previsto por el ordenamiento jurídico al proveer a la tutela cautelar aplicación la
cláusula rebus sic stantibus1.
Estando referida al contenido de la medida cautelar y a su relación con el objeto del
proceso principal, la variabilidad de la medida cautelar consiste en que ésta puede ser
modificada durante el decurso del proceso, a pedido de parte (a través de un pedido de
revocación de la medida cautelar, o la reproposición de ella, o un pedido de
modificación) en atención a la alteración de las circunstancias.
Los motivos que den cabida a la variación de la medida cautelar pueden ser diversos:
porque a lo largo del proceso (en mérito, por ejemplo, a hechos nuevos o circunstancias
antes desconocidas) ha disminuido la posibilidad de que la pretensión se declare
fundada (y el afectado con la medida quiere una medida menos gravosa), porque ha
incrementado esta posibilidad (y ahora requiere el solicitante una medida más gravosa),
porque se ha alterado la relación material respecto al momento en que se otorgó la
medida cautelar, porque ha desaparecido el peligro en la demora o porque la actual
medida se considere inadecuada.

El artículo seiscientos diecisiete del código procesal civil regula todo lo relacionado con la
variación de la medida cautelar precisando en consecuencia las siguientes situaciones
jurídicas: sujetos, oportunidad, sentido o alcances y tramitación del pedido de variación.

La tramitación del pedido de variación defiere según se trate del titular de la medida o de la
parte afectada con la ejecución de aquélla. En efecto, el primer párrafo del artículo
mencionado establece la posibilidad de variación de la medida cautelar a pedido del titular
de la medida, y en cualquier estado del proceso, sin previa citación del afectado. El segundo
párrafo del mismo artículo, reconociendo similar derecho al afectado, dispone sin embargo
que para su resolución se cite previamente al titular de la medida.

La regulación normativa respecto a la tramitación de la variación, en atención al solicitante,


es lógica, puesto que el trámite “inaudita altera pars”, sólo beneficia al ejecutante o titular
de la medida, pero nunca al ejecutado, por ello es que la solicitud de variación que el
afectado o ejecutado solicita debe contar con la previa citación del titular de la medida; de
otro modo se desnaturalizaría la esencia de las medidas cautelares respecto a su ejecución
y finalidad.

1
"Estando así las cosas", expresión latina que hace referencia a un principio de Derecho por el que las
estipulaciones establecidas en el contrato son válidas y vinculan a las partes, en tanto se mantengan las
circunstancias iniciales en que se sustentó dicho contrato, por lo que cualquier alteración sustancial de
las mismas puede dar lugar a la modificación de tales estipulaciones (contractus qui habent tractum
succesivum vel dependentiam de futuro rebus sic stantibus intelligitur).
Pero, es de conocimiento -teórico y práctico-, que la adopción de una medida cautelar no implica que
la misma será inmodificable o invariable en el transcurso del proceso, ya que las circunstancias que
llevaron a su aplicación podrán variar con el transcurso del tiempo, ya sean por los hechos que se susciten
a lo largo del juicio o por la naturaleza de los derechos tutelados, etc.

En esa línea, empezaremos la interpretación normativa del articulado, con la conceptualización -de
manera general- de la variación de la medida cautelar, y para ello es necesario remitirnos al ámbito
doctrinal tanto extranjero como nacional, sin dejar de mencionar nuestra jurisprudencia.

Nuestro ordenamiento jurídico al proveer la tutela cautelar, le asigna como característica la


variabilidad, también llamada ‘dispositividad’, ‘mutabilidad’ o ‘flexibilidad’, lo cual en doctrina se
considera que esta implícita en la cláusula rebus sic stantibus.

El venezolano HENRIQUEZ LA ROCHE lo considera así, cuando dice:

“Las medidas cautelares se encuentran comprendidas dentro del grupo de providencias con la
cláusula rebus sic stantibus, según la cual, aun estando ejecutoriadas, pueden ser modificadas en la
medida que cambie el estado de cosas para el cual se dictaron. Dependen de la mutabilidad o
inmutabilidad de la situación de hecho que les dio origen (2)”.

“Dada la naturaleza de variable de la medida cautelar, el artículo 617 del Código Procesal Civil faculta
a que el juez pueda -a solicitud de parte y en cualquier estado del proceso variar una medida cautelar en
cuanto a la forma, monto o bienes, para cuyo efecto se observará las circunstancias particulares de cada
caso; en ese sentido, según el principio rebus sic stantibus para que se dé la variación o modificación de
la medida cautelar, debe haberse modificado la situación de hecho o de derecho que dio lugar a su
obtención o concesión (3)”.

En un plano procesal, en materia cautelar, “el significado de esta cláusula debe entenderse en el
sentido consignado, o sea: subsistiendo la misma situación, no alterándose las circunstancias originarias
(4)
”.

La variación de la medida en función a la cláusula rebus sic stantibus se puede dar tres maneras:

i. Revocación de la medida cautelar. Se da cuando cambian las circunstancias que dieron


origen la concesión de la medida cautelar, y será la parte ejecutada que solicite la variación
a través del levantamiento de la misma.

ii. Reproposición de la medida cautelar. Procede cuando anteriormente la medida cautelar


fue denegada por el juez, y el pedido será de modificación por parte del demandante o
demandado, debiendo así el juez conceder la que en un primer momento fue rechazada.

iii. Modificación de la medida cautelar. Se fundamenta en el cambio de circunstancias en el


que originaron la concesión de una medida cautelar en cierta forma o monto y puede ser
alterada.

Dicho de otro modo, “la variabilidad se manifiesta en las modificaciones que se producen en los
componentes objetivos o subjetivos de la medida cautelar: en el primer caso el cambio puede estar
referido a la contracautela (naturaleza, especie, monto, etc.) o a la medida cautelar misma (naturaleza,

(2)
HENRIQUEZ La ROCHE, Ricardo. “Medidas Cautelares”. Tercera Edición. Centro de Estudios Jurídicos
del Zulia. Maracaibo, Venezuela. 1988. Pág. 41.
(3)
APELACION Nº 581-2008-Lima.
(4)
CISNEROS, German. “Diccionario de frases y aforismos latinos”. Primera Edición. Instituto de
Investigaciones Jurídicas. México. 2013. Pág. 106.
especie, número, monto, etc.); en el segundo, el cambio puede estar referido al órgano de auxilio judicial
(sustitución, número de personas, naturaleza) (5)”.

En la doctrina chilena, NORIEGA OLIVARES y SANTIBAÑEZ GOMEZ, sostienen la siguiente opinión:

“La variabilidad determina que la permanencia de la medida cautelar decretada se encontrará


siempre condicionada al mantenimiento de las circunstancias que justificaron su adopción, estando
permanentemente afecta a la posibilidad de ser modificada o revocada cuando, producto de una variación
de dichas circunstancias, haya dejado de ser adecuada o necesaria para los fines perseguidos, en
aplicación de la cláusula rebus sic stantibus a la que se encontraría sometida toda medida cautelar (6)”.

Del mismo modo opina el connotado jurista italiano CALAMANDREI, quien citado por Taramona,
expresa:

“(…) también las providencias cautelares se pueden considerar como emanadas con la cláusula rebus
sic stantibus, puesto que las mismas no contienen la declaración de certeza de una relación extinguida en
el pasado y destinada por esto, a permanecer a través de la cosa juzgada, estáticamente fijada para
siempre, sino que constituye, para proyectarla en el porvenir, una relación jurídica nueva (…). (Taramona,
1998) (7)”.

Por su lado, los procesalistas argentinos FERREIRA DE LA RUA y RODRIGUEZ JUAREZ, respecto a la
variabilidad nos dicen:

“(…) las medidas cautelares pueden ser ampliadas, mejoradas o sustituidas toda vez que se justifique
que las existentes no cumplen en forma adecuada la función de garantía a la cual estaban destinadas (8)”.

Señala de igual manera el connotado jurista español ALVARADO VELLOSO, cuando escribe:

“Son modificables o mutables toda vez que pueden variar en orden a las necesidades y las
circunstancias del caso. De tal forma, nunca adquieren carácter de caso juzgado (material o formal) por
lo que las cautelas pueden ser ampliadas, disminuidas, sustituidas y levantadas (9)”.

Entonces, de los conceptos esbozados, podemos dar cuenta que la variabilidad implica la sustitución
y modificaciones, y hasta levantamiento de toda medida cautelar, ello en razón a los nuevos
acontecimientos que pueden surgir a lo largo del proceso luego de dictada la medida, que de alguna u
otra forma alteran la naturaleza del juicio; debiendo las partes solicitar la variación de la medida cautelar
dentro de los parámetros de la ley, siempre que la medida cautelar inicialmente dictada no sea la
adecuada a la nueva situación fáctico-jurídica.

En sede casatoria se siguió el mismo criterio: “…Conforme lo precisa el artículo 612º del Código
Formal [C.P.C.] toda medida cautelar importa un prejuzgamiento y es provisoria, instrumental y variable,
siendo su objetivo garantizar la efectividad de una sentencia que resolverá el fondo de la controversia,

(5)
PEREZ, Carlos. “Estudio integral de las medidas cautelares en el proceso civil peruano”. Tesis para
optar el Grado Académico en Doctor en Derecho. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de
Derecho y Ciencia Política. Escuela de Postgrado. Lima, Perú. 2010. Pág. 111.
(6)
NORIEGA, Camila y SANTIBAÑEZ, Valentina. “Medidas Cautelares en la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa Chilena”. Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales.
Universidad de Chile. Facultad de Derecho. Departamento de Derecho Público. Santiago, Chile. 2017.
Págs. 49-50.
(7)
ALARCON, Gilmer. “La oposición contra las medidas cautelares como requisito para postular apelación
en los procesos civiles y constitucionales”. Tesis para obtener el título profesional de Abogado.
Universidad Privada Antenor Orrego. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Escuela Profesional de
Derecho. Trujillo, Perú. 2015. Págs. 20-21.
(8)
FERREIRA De la Rúa, Angelina y RODRIGUEZ, Manuel. “Manual de Derecho Procesal Civil II”. 1era
reimpresión. Alveroni Ediciones. Córdoba, Argentina. 2009. Pág. 175.
(9)
ALVARADO, Adolfo. “Lecciones de Derecho Procesal Civil”. Pág. 796.
por lo que las resoluciones referidas a ella son temporales y no definitivas pudiendo en cualquier
momento variar por decisión que las deniegue o las conceda, según el caso... (10)”.

Si nos damos cuenta, la variación del contenido de la medida cautelar está condicionada al
acaecimiento de una ‘alteración de las circunstancias’ que fundamentaron su beneplácito, llegando a
concluir que la misma constituye un requisito para la variación de la medida.

“En tal sentido, por alteración de las circunstancias debemos entender toda variación de la base
fáctica-fundamento de la medida (tanto en el derecho como en el peligro en la demora, en concreto),
bien que los hechos nuevos sean aportados por el sujeto activo de la cautela (…), bien sean otros hechos
(…) aportados por el sujeto pasivo de la cautela (11)”.

De igual forma señala nuestra jurisprudencia: “Las resoluciones recaídas en procesos cautelares san
susceptibles de variación, en atención a las circunstancias particulares de cada caso, razón por la que no
corresponde atribuir inmutabilidad a las decisiones preventivas (12)”.

Es así que el maestro argentino PODETTI ve a la variabilidad desde una doble perspectiva y nos dice:

“Son mudables en un doble sentido: en cuanto pueden ser sustituidas a pedido del demandado (…) y
en cuanto deben ajustarse al fin de la cautela, adaptándose, lo más ceñidamente posible, a las
necesidades del caso (13)”. Del mismo modo lo expresa el tercer párrafo del artículo 617° del CPC, cuando
nos dice: “Para resolver estas solicitudes, el juez atenderá a las circunstancias particulares del caso”.

Y para poder llevarse a cabo la variación de la medida cautelar, es fundamental que sea la parte
interesada del litigio que invoque su derecho a la tutelar cautelar, como bien lo señala el maestro Podetti:
“pueden ser sustituidas a pedido del demandado”.

En ese orden de idas, es preciso señalar, que no solo es el demandante -el titular de la solicitud- el
que está facultado por ley para variar la medida, como expresa el primer párrafo del artículo 617° del CPC;
sino también es la parte afectada que puede efectuar similar pedido, ello conforme al segundo párrafo
del mismo artículo. Sin embargo, en este caso, en la solicitud de variación que presente la parte afectada,
el juez correrá traslado al demandante, y con la absolución del peticionante de la medida o en su rebeldía,
el juez resolverá mediante un Auto, en la misma forma que resuelve el pedido de variación que fue
formulada por la parte demandante. Si nos damos cuenta, existe cierta limitación a la parte demanda al
momento de ejercer el derecho a la tutela cautelar, puesto que su solicitud no es inaudita pars, y así se
demuestra un trato diferenciado entre el “titular de la medida” y el “afectado”.

Es de igual criterio el jurista también argentino PALACIO, cuando escribe:

“(…) el sujeto activo y el sujeto pasivo de la pretensión cuentan con la facultad de requerir, en
cualquier momento, la modificación de la medida o medidas dispuestas. Todo ello se complementa con
la posibilidad de adaptar las medidas a las necesidades del comercio y de la industria, así como con la de
proceder a la realización de los bienes cautelados (14)”.

Ahora bien, de esta precisión realizada, nos lleva a formular la siguiente interrogante: ¿puede el juez,
de oficio, variar la medida cautelar? Consideramos que es importante desarrollar este punto para evitar
problemas de interpretación normativa en los operadores jurídicos en cuanto a la titularidad de la
variabilidad de la medida cautelar.

(10)
CASACION N°. 2649-2005-Junín.
(11)
ARIANO, Eugenia. “Problemas del Proceso Civil”. Primera Edición. Jurista Editores. Lima, Perú. 2003.
Pág. 633.
(12)
EXP. Nº 282-96.
(13)
PODETTI, Ramiro. “Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. Vol. IV. Tratado de las Medidas
Cautelares”. Segunda Edición. Ediar. Bueno Aires. 1955. Pág. 36.
(14)
PALACIO, Lino. “Derecho Procesal Civil: Procesos Cautelares y Voluntarios”. Tomo VIII. 3era edición.
Abeledo Perrot. Buenos Aires, Argentina. 2011. Pág. 50.
Respecto a esta interrogante la doctrina nacional no es uniforme en adoptar un criterio único, es así
que existen tres teorías: la primera, explica que es el juez quien también puede variar la medida en forma
de modificación, ya que si este puede conceder cualquier medida cautelar que asegura el cumplimiento
de la decisión final, no hay impedimento para que las modifique; la segunda, la variación solo está
facultada a las partes mas no compete al juez, por vinculación al principio de dispositivo; y la tercera,
además de las partes son los terceros legitimados quienes también gozan de tal derecho y pueden
materializarlo solicitando tal pedido cautelar variable.

La primera postura la sostiene SEVILLA AGURTO cuando escribe:

“En cuanto a la posibilidad de que el juez de oficio pueda variar la medida cautelar en la forma de la
modificación, creemos que si es factible, ello porque la variabilidad como característica de las medidas
cautelares permite tanto a las partes como al juez en mérito de su poder general de cautela (acorde a su
función jurisdiccional) pedir y ordenar la modificación o revocación de la medida durante la tramitación
del proceso, cuando existan alteraciones en las circunstancias tanto de la relación jurídico material como
de la relación jurídico procesal”.

Además añade, “a mayor abundamiento, el abuso del derecho esta proscrito en nuestro
ordenamiento jurídico, lo cual robustece en mayor medida la legitimidad del juez de actuar de oficio en
el caso concreto y reducir el monto del embargo trabado sobre el inmueble de propiedad del demandado
(15)
”.

Como se aprecia, esta postura se basa en la proscripción del abuso de derecho; muchas veces ejercido
por los legitimados -titular de la medida-, cada vez que solicitan una medida cautelar y lo hacen de forma
maliciosa solo en perjuicio de la contraparte, y es ahí en donde debe verificar el juez si se configura la
situación para una posible variación de la medida, ya que la solicitada por la parte (demandante) surte
efectos gravosos afectando a la contraparte, y para ello debe realizar un análisis con extrema prudencia
sobre las circunstancias para determinar o no la variabilidad de la misma, circunscribiendo la sustitución
o la limitación a aquellos supuestos en que la medida solicitada resulte manifiestamente exorbitante o
inapropiada -ya que su finalidad no es esa-.

Si nos damos cuenta, “es este eventual perjuicio el que justifica el carácter variable de las medidas
cautelares (16)”, perjuicio que recae sobre la parte afectada por el abuso de derecho.

Por otro lado, es la reconocida profesora ARIANO DEHO quien sostiene la segunda postura, y asevera:

“Un dato emerge de la regulación del art. 617°: la variación de la medida sólo puede ser lograda a
pedido de parte, nunca de oficio, lo cual no sólo es técnicamente correcto, sino constituye el reflejo del
principio estructural de nuestro sistema jurídico: el dispositivo. (…) (17)”.

Es el principio dispositivo que tiene como base de consistencia esta postura; bajo este principio
corresponde única y exclusivamente a las partes litigantes tener la iniciativa en general de intervenir con
cualquier acto procesal en el transcurso del juicio.

“Es así que en el proceso civil la iniciativa la tiene únicamente la parte actora. La solicita no se mueve
si no hay quien la solicite (“nemo iudex sine actore”). Este principio surge implícitamente de la normativa
del CPC. Por lo tanto, la iniciativa en el sistema o principio dispositivo queda librada a la manifestación de
voluntad de los interesados, quienes deben requerir la intervención del órgano judicial, ejerciendo la

(15)
SEVILLA, Percy. “Variación”. Comentario al artículo 617° del Código Procesal Civil. En: CAVANI, Renzo
(coord.). Código Procesal Civil Comentado. Tomo IV. Gaceta Jurídica. Primera Edición. Lima, Perú. 2016.
Pág. 735.
(16)
CARDONA, Alejandro. “El Proceso Cautelar en el Código Procesal Civil. Medidas Cautelares,
Provisionales y Anticipativas”. Primera Edición. Ideas. La Paz, Bolivia. 2016. Pág. 46.
(17)
ARIANO, Eugenia. “Problemas del Proceso Civil”. Primera Edición. Óp. Cit. Pág. 631.
acción, que da el tema del proceso, al contener una pretensión (18)”; de tal manera, el juez debe abstenerse
a cualquier acto procesal derivado de su voluntad que dé inicio al proceso o impulsar el desarrollo del
mismo para conocer la verdad sobre las cuales versan los hechos.

En ese orden de ideas, lo que nos da a entender la profesora Eugenia Ariano Deho es que, en materia
cautelar se cumple con la aplicación del principio dispositivo; ya que es el juez quien no debe intervenir
por su libre voluntad en la variación de la medida cautelar sin petición de las partes -el titular y el afectado-
, puesto que así lo plasma el primer y segundo parrado del art. 617° del CPC, ya que este principio se
fundamenta en la naturaleza privada del derecho subjetivo, en la titularidad privada del mismo, en la
autonomía de la voluntad, y como tal, el juez no constituye parte legitimada.

Existe, además, jurisprudencia relevante que sostiene su postura: “No puede el juez de oficio
disponer la variación de la medida cautelar. Ella puede ser solicitada por el titular de esta, pudiendo la
parte afectada, efectuar similar pedido (19)”.

La tercera postura la asume la connotada procesalista LEDESMA NARVAEZ, quien manifiesta:

“La variación de la medida es una facultad que le corresponde no solo a ambas partes sino al tercero
legitimado, sin embargo, el inaudita altera pars es aplicable solo al beneficiado de la medida que pretende
variarlo, situación que no opera con la pretensión revocatoria de la parte afectada (20)”.

Para un mejor entendimiento lo que refiere la profesora Ledesma, ilustraremos el siguiente supuesto:

“A” interpone demanda de pensión alimenticia sobre “B”; pero “A” es mayor de edad y como tal debe
cumplir con los requisitos que la ley exige para la procedencia de la misma.

En el caso concreto, “A” estudia Derecho en una universidad privada; y como se sabe, el proceso de
alimentos tiene una duración de 3 a 4 meses aproximadamente, y para entonces “A” debe subsistir hasta
el pronunciamiento final del juez en la sentencia: pagando las pensiones de la universidad que tienen un
costo de $ 500.00 mensuales, los gastos que corresponden a alimentación, los que implican la salud, etc.;
es por ello que “A” solicita una medida cautelar, específicamente la Medida Temporal sobre el Fondo de
asignación anticipada de alimentos, declarando el juez fundado la concesión de la medida y otorgando un
pago mensual de $ 950.00 por “B”.

Durante el transcurso del proceso, “C” aparece como tercero legitimado, resultando ser un hijo
extramatrimonial mayor de edad de “B”, por lo que solicita la variación de la medida en el aumento o
reducción del monto que el juez dictamino para “A”, ya que este como hijo extramatrimonial solo recibía
una pensión menor a lo percibido por “A” para gastos de estudios, alimentación, salud, etc.

De las teorías esbozadas, manifestamos nuestro acuerdo con la primera postura (es el juez quien
puede, de oficio, variar la medida cautelar dictada en un inicio), en el sentido de que, si realizamos una
interpretación literal podríamos afirmar que solo las partes del proceso están facultadas para solicitar tal
variación en sus diversas manifestaciones; pero el espíritu de la norma va más allá de meras
interpretaciones; es decir que aunque taxativamente el artículo 617° no plasme tal atribución al juez, este
tiene todo el imperio -de oficio- de interponer el tipo de medida adecuado a las circunstancias del caso
concreto -revocar o modificar-, ello resulta así por el poder cautelar que la ley reposa sobre él como
manifestación de la función jurisdiccional.

De igual opinión es el peruano Víctor OBANDO, quien citado por Alarcón nos dice:

(18)
BACRE, Aldo. “Teoría General del Proceso”. Tomo I. Abeledo Perrot. Buenos Aires, Argentina. Pág.
418.
(19)
EXP. Nº 34078-477-98.
(20)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Primera Edición. Gaceta Jurídica. Lima,
Perú. 2013. Pág. 519.
“La variabilidad permite, tanto a las partes como al juez, pedir y ordenar respectivamente, la
modificación o revocación de la medida durante la tramitación del proceso. Los supuestos de variación se
dan cuando existe alteración de las circunstancias en la relación material o procesa (…) (21)”.

Ello resulta así, porque como ya se explicó líneas arriba, en la praxis ocurre que muchos son los
demandantes que solicitan medidas cautelares para aparentemente “garantizar la eficacia de la
sentencia”, pero en realidad esa solicitud de medida va revestida con la intención de causar un posible
perjuicio a la demandada (afectado); es ahí en donde debe entrar a tallar la figura del juez para impedir
ese abuso del derecho por parte del que la solicito (demandante).

Dicho de otro modo, “esta valoración deberá ser realizada en virtud de la proporcionalidad entre el
derecho pretendido y el eventual perjuicio que la adopción de estas medidas pueda causar al demandado
(22)
”.

Finalmente, el último párrafo del art. 617º CPC dice: “Para resolver estas solicitudes, el juez
atenderá a las circunstancias particulares del caso. La decisión es apelable sin efecto suspensivo”.

De una interpretación literal, se podría afirmar que solo en procedente el recurso de apelación
contra las resoluciones que resuelvan los pedidos de variación de medida cautelar; pero si nos ponemos
en el supuesto de que es el juez quien varia la medida cautelar sin tener en cuenta la alegación de una de
las partes, ¿cabría la posibilidad de interponer el recurso de oposición?

Concretamente, el recurso de apelación es factible cuando el solicitante de la variación de


medida cautelar es el afectado con la misma; se correrá traslado a la parte contraria, que por lo general
es el demandante, respetando así el principio del contradictorio, pudiendo este interponer el recurso
impugnatorio mencionado.

Mientras que, si es el demandante quien pide la variación de medida cautelar, que dicho sea de
paso es el mismo que la interpuso, no se correrá traslado a la otra parte afectada (demandado), ya que
las medidas cautelares son inaudita altera pars para quien la solicito, vulnerando el principio
contradictorio, procederá el recurso de oposición por parte del afectado (demandado).

La variación de medida cautelar se da en función a la cláusula rebus sic stantibus, a


partir de ello, se puede pedir la modificación, revocación, sustitución, incluso hasta el
levantamiento de la medida cautelar; de igual manera expresa la jurista española
BARONA VILAR: “La variabilidad puede ser positiva (para adoptarlas o modificarlas) o
negativa (para alzarlas) (23)”.
Para que se dé la variación de medida cautelar tiene que darse una “alteración de
circunstancias”, que consiste en el cambio base-factico fundamento que motivo a la
concesión de la medida cautelar.
Los sujetos legitimados para solicitar la variación de la medida cautelar son: el titular
de la medida (que por lo general es el demandante) y el afectado (demandado);
considerando también, que es el juez, de oficio, quien puede variar la medida, ello para
evitar cierto perjuicio a la parte afectada si el titular de la medida la solicita con esa
intención, abusando del derecho a la tutela cautelar.

(21)
ALARCON, Gilmer. “La oposición contra las medidas cautelares como requisito para postular
apelación en los procesos civiles y constitucionales”. Óp. Cit. Pág. 21.
(22)
CARDONA, Alejandro. “El Proceso Cautelar en el Código Procesal Civil. Medidas Cautelares,
Provisionales y Anticipativas”. Óp. Cit. Pág. 46.
(23)
BARONA, Silvia. “El Proceso Cautelar en el Nuevo Código Procesal Civil, un paso esencial en la tutela
de los ciudadanos”. En: Revista bolivariana de derecho N° 19, enero 2015. Pág. 23.
Cuando el afectado (demandado) es quien solicita la variación de medida cautelar,
no se da inaudita altera pars, y para la concesión de su pedido el titular de la medida
tiene que caer en rebeldía o absolverse del mismo.
La variación de medida cautelar se da en sus diversas manifestaciones, que son
tres, a saber: Revocación de medida cautelar, Reproposición de medida cautelar y;
Modificación de medida cautelar.
Luego de la concesión del pedido de variación de medida cautelar, proceden los
recursos impugnatorios de Apelación y Oposición. En cuanto al primero, procede
cuando es el afectado (demandado) quien pide la variación, corriéndose traslado al
titular de la medida (demandante) para poder exponer sus fundamentos de contestación,
y este interponer Apelación; mientras que la Oposición procede cuando es el mismo
titular de la medida (demandante) quien solicita la variación, no debiéndose correr
traslado a la parte quien será afectada, puesto que es inaudita altera pars; de tal manera,
el afecta interpone el recurso de Oposición por no respetarse el principio de
contradictorio.
Mapa conceptual.

“(…) las medidas cautelares pueden ser ampliadas,


mejoradas o sustituidas toda vez que se justifique que
las existentes no cumplen en forma adecuada la
CONCEPTO función de garantía a la cual estaban destinadas (…)”
(FERREIRA DE LA RUA y RODRIGUEZ JUAREZ:
2009; Pág. 175)

1. Revocación de la medida cautelar. Se da cuando


cambian las circunstancias que dieron origen la
concesión de la medida cautelar, y será la parte
ejecutada que solicite la variación a través del
levantamiento de la misma.

2. Reproposición de la medida cautelar. Procede


FORMAS DE
cuando anteriormente la medida cautelar fue
VARIACIÓN
denegada por el juez, y el pedido será de
modificación por parte del demandante o
demandado, debiendo así el juez conceder la que en
un primer momento fue rechazada.

3. Modificación de la medida cautelar. Se fundamenta


en la cambio de circunstancias en el que originaron la
concesión de una medida cautelar en cierta forma o
<< Alteración de las circunstancias >>. “En tal sentido,
monto y puede ser alterada.
por alteración de las circunstancias debemos entender
VARIACION DE LA toda variación de la base fáctica-fundamento de la
MEDIDA CAUTELAR medida (tanto en el derecho como en el peligro en la
ART. 617 demora, en concreto), bien que los hechos nuevos
sean aportados por el sujeto activo de la cautela (…),
bien sean otros hechos (…) aportados por el sujeto
pasivo de la cautela”. (ARIANO: 2013; Pág. 633)
REQUISITOS

 Primera postura: Explica que es el juez


quien también puede variar la medida en
forma de modificación, ya que si este
puede conceder cualquier medida cautelar
que asegura el cumplimiento de la decisión
final, no hay impedimento para que las
¿PUEDE EL JUEZ, DE modifique. (Sevilla Curto)
OFICIO VARIAR LA  Segunda postura: La variación solo está
MEDIDA CAUTELAR? facultada a las partes mas no compete al
juez, por vinculación al principio de
dispositivo. (Ariano Dejo)
 Tercera postura: Las partes son los
terceros legitimados quienes también
gozan de tal derecho y pueden
materializarlo solicitando tal pedido
cautelar variable. (Ledesma Narváez)
4. LA SUSTITUCIÓN DE LA MEDIDA CAUTELAR

Al inicio del desarrollo de este trabajo habíamos señalado que una de las particularidades
de las medidas cautelares es la mutabilidad, el cual consiste en la modificación de la misma.
Dicho término ‘modificación’ arropa una serie de características que conlleva a que toda medida
cautelar pueda ser ampliada, reducida o sustituida, para que cumpla con su finalidad de
garantizar la eficacia de la sentencia.

“Es decir que, la sustitución es una especie de la modificación, pero aquélla es la que
generalmente prevén, en forma expresa, los códigos procesales y la de mayor utilización (24)”.

Específicamente, el artículo in comento hace alusión a la última característica -sustitución-,


y para un mejor entendimiento normativo, consideramos pertinente conocer preliminarmente
el concepto de ‘sustitución’; ergo determinar en qué casos procede y así evitar cierta confusión
con la figura de la variación, la cual está expresa en un sentido amplio, regulada en el art. 617º
del CPC.

En términos generales, el término ‘sustituir’ significa: “poner a una persona o cosa en lugar
de otra (25)”. Ahora bien, la sustitución visto desde una perspectiva jurídico-procesal, significaría
“reemplazar una medida cautelar por otras garantías que cumplan una misma finalidad”, la
conceptualizamos de la siguiente manera basándonos en el artículo en cuestión, puesto que es
la que más se acerca a la institución que nos ocupa desarrollar.

En ese orden de ideas, el jurista paraguayo CASCO PAGANO las conceptualiza de la siguiente
manera:

“Significa el cambio de una medida por otra que la reemplaza o en el cambio de los bienes
embargados por otros bienes que puedan cumplir mejor su función de garantía (26)”.

Esa “garantía” a la que hace mención el autor, es un mecanismo que sirve como respaldo
para el cumplimiento de la obligación que el deudor contrae con su acreedor; y la hace otorgado
una suma de dinero.

Es decir, para que proceda la sustitución de una medida cautelar los bienes ofrecidos deben
ser de fácil realización o de la misma clase que los ya embargados, a los fines de resguardar el
crédito del acreedor.

“Es evidente que el sentido del artículo es aplicable, esencialmente, al embargo, puesto que
con el mismo lo que se busca es garantizar el pago de una pretensión dineraria, razón por la cual
se permite que el demandado pueda “sustituir” el embargo decretado sobre alguno de sus
bienes entregando en garantía una suma de dinero, equivalente al monto fijado en la medida
cautelar (27)”.

Con el embargo, mediante mandado de sentencia, se pueden afectar los bienes del deudor,
para que este proceda al pago del crédito sobre la cual versa la ejecución.

(24)
PODETTI, Ramiro. “Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. Vol. IV. Tratado de las Medidas
Cautelares”. Óp. Cit. Pág. 169.
(25)
GRUPO OCEANO. “Océano Practico. Diccionario de la Lengua Española”. Óp. Cit. Pág. 722.
(26)
CASCO, Hernán. “Código Procesal Civil Comentado y Concordado”. Tomo II. Óp. Cit. Pág. 1223.
(27)
VALVERDE, Manuel. “Sustitución de la medida cautelar”. Comentario al artículo 628° del Código
Procesal Civil. En: CAVANI, Renzo (coord.). Código Procesal Civil Comentado. Tomo IV. Gaceta Jurídica.
Primera Edición. Lima, Perú. 2016. Pág. 792.
Así mismo lo entiende el connotado jurista ALSINA, cuando expresa:

“El objeto del embargo (…) es la inmovilización del bien para que el acreedor pueda hacer
efectivo su crédito una vez que le sea reconocido por sentencia. Pendiente el embargo, en
efecto, el deudor no puede vender ni ceder los bienes embargados, Y el acreedor tiene derecho
a que se le pague con la entrega de la cosa embargada, o con el importe de su producido (…)
(28)
”.

Por su parte, el jurista argentino PALACIO manifiesta:

“El embargo cumple, en cierto sentido, un papel semejante al de la afectación convencional


de determinados bienes emergentes de la constitución de un derecho real de garantía (hipoteca,
prenda), pero la característica que fundamentalmente lo distingue de esa situación consiste en
que aquél requiere, ineludiblemente, una resolución judicial (29)”.

De igual criterio es el nicaragüense TORRES PERALTA cuando señala:

“El embargo (…) es una medida cautelar que garantiza la ejecución de la sentencia que se
dicte en un proceso, cuando éste persigue el pago de una cantidad de dinero. En estos casos, la
ejecución de la sentencia se realizará seleccionando bienes del deudor y afectándolos a la
ejecución para transformarlos posteriormente en dinero mediante el procedimiento de apremio
(30)
”.

Cabe resaltar, que dado la medida cautelar del embargo, no significa que los bienes pasaran
a poder del acreedor, la pérdida del dominio del bien solo será momentánea, ello con la finalidad
de que el acreedor otorgue una suma de dinero como garantía, mientras no se efectué la subasta
judicial.

Como se aprecia, “la sustitución opera sobre la forma de la cautela y sobre los bienes, pero
respetando el monto fijado. La sustitución tiene como finalidad mantener la garantía causando
el menor perjuicio posible al deudor. La sustitución ahorra el trámite y los gastos del futuro
remate, sin perjuicio para nadie (31)”.

En efecto, las medidas cautelares están destinadas a garantizar la eficacia del proceso,
evitando causar posibles perjuicios a las partes -demandante y demandado-; si eso pasara estas
(medidas) pueden ser sustituidas por otras garantías que cumplan el mismo fin.

Esta sustitución tiene que ser flexible dentro del proceso, adaptándose a las necesidades de
ambas partes. Asegurando a las partes mismas sus posibles derechos -contracautela y
adecuación de la medida-, y así evitar daños que no correspondan a la necesidad propia de
aquella (finalidad).

La sustitución de la medida (art. 628º CPC) no debe confundirse con la variación de la medida
(art. 617º CPC). La primera, es aplicable solo en casos donde se trabe el embargo; mientras la
segunda es aplicable para todas las medidas cautelares. No cabe duda de la estrecha vinculación
que sostienen ambos artículos al momento de su interpretación.

(28)
ALSINA, Hugo. “Tratado Teórico-Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. Ejecución Forzada y
Medidas Precautorias”. Tomo V. Segunda Edición. Ediar. Buenos Aires, Argentina. 1962. Pág. 456.
(29)
PALACIO, Lino. “Manual de Derecho Procesal Civil”. Óp. Cit. Pág. 670.
(30)
TORREZ, William. “Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense II”. 1era Edición. Facultad de
Ciencias Jurídicas - Universidad Centroamericana. Managua, Nicaragua. 2009. Pág. 2009. Pág. 104.
(31)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Óp. Cit. Pág. 522.
Lo curioso del artículo, es que la norma no señala en qué momento se da la sustitución. Si
antes de ejecutada la medida de embargo o antes de la misma; respecto a ello la doctrina no es
uniforme.

En esa línea, el peruano VALVERDE GONZALES dice:

“En uno u otro caso estamos ante la sustitución del objeto del embargo, por que
primigeniamente se ordenó afectar un bien determinado, el cual es “variado o sustituido” por
otro bien, en este caso dinero que garantiza la pretensión reclamada, solo que para el artículo
628° operara cuando en la demanda se esté reclamando el pago de una pretensión dineraria
(32)
”.

Por otro lado, en opinión discrepante, la jurista peruana LESDESMA NARVAEZ sostiene:

“La sustitución dineraria no solo procede previa a la ejecución cautelar, sino que también es
viable luego de ejecutada la medida. En este supuesto, el afectado deposita el monto de lo fijado
en la medida cautelar y el juez de plano lo sustituirá (33)”.

En efecto, sea como fuere, la norma no presenta una clara redacción y genera cierta
confusión con el art. 617° CPC al momento de interpretarse; así mismo, taxativamente no
expresa en que momento concurre la sustitución, debiendo el juez aceptar tal pedido, ya que se
hace cuando una de las partes resulte afectada con la ejecución cautelar.

La figura de la sustitución se aplica cuando en un proceso la pretensión es apreciable en


dinero el cual se busca garantizar; de ese modo, concurre la modificación que estará relacionado
a la naturaleza de la medida o los bienes embargados, basado en el monto estimado de la
cautela el cual se respetará. Y, “la resolución que decide la sustitución de la medida cautelar no
es susceptible de apelación (34)”.

La sustitución de la medida se materializa con el depósito del dinero pactado para la misma,
o también cuando es el afectado quien ofrece alguna garantía suficiente a criterio del juez. En
cuanto a la segunda modalidad, cuando el afectado ofrece alguna garantía distinta -otra que no
sea el deposito- el juez resolverá aceptando o rechazando, previo corrido traslado de tal petición
a la parte contraria.

Cabe recalcar, que la sustitución recae sobre el dinero en efectivo hacia el monto estimado
de la medida ya dictada, y no hacia el valor de los bienes afectados con la misma.

Lo que nos lleva a determinar que: la sustitución también puede ser solicitada por la parte
afectada ofreciendo garantía suficiente a criterio del juez, ello en conformidad con el segundo
párrafo del artículo in comento.

En cuanto al criterio del juez, el peruano VALVERDE GONZALES señala:

“Se advierte” que ese “a criterio” del juez, debe ser uno razonable, que conlleve a que
realmente se esté garantizando la efectividad de la medida asegurativa, esto es, que no le resulte
más ventajoso al demandado (y, por ende, mas desventajoso y perjudicial al accionante) el
ofrecer una garantía insuficiente que a la postre no asegurara el pago del crédito reclamado en

(32)
VALVERDE, Manuel. “Sustitución de la medida”. Comentario al artículo 628° del Código Procesal Civil.
En: CAVANI, Renzo (Coord.). Código Procesal Civil Comentado. Óp. Cit. Pág. 793.
(33)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Óp. Cit. Pág. 523.
(34)
EXP. N° 25363-1999-Lima.
el proceso principal. Por ello, quizá lo apropiado sea que esa garantía a ofrecerse y aceptarse
sea equivalente, por lo menos, al momento fijado en la resolución cautelar (35)”.

Entonces, “el deudor afectado con la cautela puede recurrir a la sustitución, para lo cual
deberá justificar dos supuestos: que los bienes ofrecidos en sustitución no se hallen gravados; y
que aun cuando lo estuvieren, bastaren para cubrir el crédito (36)”. Esto resulta así, ya que su
objeto es evitar algún tipo de perjuicio grave al deudor con los bienes materia de embargo. “En
ambos casos es el juez el encargado de hacer la calificación, no requiriéndosele, en principio,
asesoramiento técnico, ni está ligado por la opinión de los litigantes para apreciar la suficiencia
de la caución, sea ésta personal -fianza-, sea real. Pero ello no implica que esa calificación pueda
ser arbitraria, pues compromete su propia responsabilidad. Se trata de estimar la
responsabilidad económica de una persona -donde juegan factores objetivos y subjetivos- o la
estimación venal de una cosa -donde juegan solamente valores objetivos-, para apreciar si prima
facie es equivalente al derecho asegurado y a las costas (37)”.

Respecto a ello, la doctrina encontró el fundamento del espíritu de la norma en la Teoría


del “abuso del derecho”, contemplado en el Articulo II del Título Preliminar del Código Civil,
que reza: “La ley no ampara el ejercicio ni la omisión abusivos de un derecho. Al demandar
indemnización u otra pretensión, el interesado puede solicitar las medidas cautelares
apropiadas para evitar o suprimir provisionalmente el abuso”. (El subrayado es nuestro)

“La figura del abuso del derecho se presenta cuando en el ejercicio de un derecho subjetivo,
existe un exceso que provoca una desarmonía social y, por ende, una situación de injusticia (38)”.

La figura de la sustitución implica el reemplazo de una medida cautelar por una garantía que
cumpla la misma finalidad, que por lo general es apreciable en dinero; sin dejar de mencionar,
que muchas veces el reemplazo es por otro bien de igual valor económico.

Respecto de ello, se puede apreciar que la norma solo hace alusión a la medida cautelar de
embargo, no expresándole taxativamente, sino dejando a criterio del operador jurídico
encontrar el espíritu de la norma.

Mediante el embargo se busca garantizar el pago de la pretensión dineraria sobre la cual


versa el debate del proceso principal; a través de bien que tenga similar valor económico para
otorgar una suma de dinero por parte el deudor.

Con el embargo, mediante mandado de sentencia, se pueden afectar los bienes del deudor,
para que este proceda al pago del crédito sobre la cual versa la ejecución.

Como se aprecia, “la sustitución opera sobre la forma de la cautela y sobre los bienes, pero
respetando el monto fijado. La sustitución tiene como finalidad mantener la garantía causando
el menor perjuicio posible al deudor. La sustitución ahorra el trámite y los gastos del futuro
remate, sin perjuicio para nadie.

(35)
VALVERDE, Manuel. “Sustitución de la medida”. Comentario al artículo 628° del Código Procesal Civil.
En: CAVANI, Renzo (Coord.). Código Procesal Civil Comentado. Óp. Cit. Pág. 793.
(36)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Óp. Cit. Pág. 526.
(37)
PODETTI, Ramiro. “Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. Vol. IV. Tratado de las Medidas
Cautelares”. Óp. Cit. Pág. 169.
(38)
EXP. N° 473-92-Huarochiri.
La sustitución puede ser solicitada por la parte afectada ofreciendo garantía suficiente a
criterio del juez.

El criterio del juez al que hace alusión la norma, debe ser razonable, proporcional y que
garantice la efectividad de la medida solicitada, sin causar perjuicio al demandado ni al
accionante, puesto que el demandado pudiese ofrecer una garantía que no cubre el crédito
reclamado en el proceso.

Lo referido, encuentra su fundamento en el Artículo II del Título Preliminar del Código Civil,
en donde plasma la Teoría del Abuso del Derecho.
Mapa conceptual.

Mutabilidad: El cual consiste en la modificación


de la misma. Dicho término ‘modificación’ arropa
CARACTERISTICA una serie de características que conlleva a que
GENERAL toda medida cautelar pueda ser ampliada,
reducida o sustituida, para que cumpla con su
finalidad de garantizar la eficacia de la sentencia.

El término ‘sustituir’ significa: “poner a una


persona o cosa en lugar de otra”. Ahora bien, la
sustitución visto desde una perspectiva jurídico-
procesal, significaría “reemplazar una medida
CONCEPTO cautelar por otras garantías que cumplan una
misma finalidad”, la conceptualizamos de la
siguiente manera basándonos en el artículo en
cuestión, puesto que es la que más se acerca a
la institución que nos ocupa desarrollar.

SUSTITUCIÓN PROCEDENCIA Solamente en pretensiones dinerarias.


DE LA MEDIDA
CAUTELAR
Medida de Ejecución Forzada: El embargo, es
ART. 628 C.P.C una medida cautelar que garantiza la ejecución
de la sentencia que se dicte en un proceso,
cuando éste persigue el pago de una cantidad de
dinero. En estos casos, la ejecución de la
sentencia se realizará seleccionando bienes del
AFECTACIÓN DE deudor y afectándolos a la ejecución para
MEDIDA CAUTELAR transformarlos posteriormente en dinero
mediante el procedimiento de apremio.

La sustitución de la medida (art. 628º CPC) no


debe confundirse con la variación de la medida
(art. 617º CPC). La primera, es aplicable solo en
DIFERENCIA CON casos donde se trabe el embargo; mientras la
LA VARIACIÓN segunda es aplicable para todas las medidas
cautelares. No cabe duda de la estrecha
vinculación que sostienen ambos artículos al
momento de su interpretación.
5. CADUCIDAD DE LA MEDIDA CAUTELAR

Los actos jurídicos procesales son realizados por personas (juez, partes, terceros Ministerio
Público) que en sí misma son expresión finita de espacio y tiempo. El devenir de la materia en
movimiento expresado y reconocido comúnmente como tiempo es un hecho natural que en sí
mismo o en concurrencia con otros hechos genera efectos jurídicos de trascendental
importancia.

El proceso pro cierto, como relación o institución jurídica no es ajeno a los efectos del tiempo,
de modo particular con relación a las medidas cautelares una de sus manifestaciones es la
caducidad de éstas, cuya ocurrencia se produce en determinados supuestos o hipótesis que
seguidamente revisamos:

Primer caso (art. 636° cpc):

Cuando, no es interpuesta la demanda respecto de cuya pretensión fue ejecutada una medida
cautelar, dentro del plazo de diez días posteriores a la ejecución de la medida cautelar.

Segundo caso (2ª parte, art. 636 cpc):

Si la demanda interpuesta “es rechazada liminarmente”. El rechazo liminar puede obedecer a


razones de inadmisibilidad o improcedencia en ambos caos el autor pro el cual se rechaza
liminarmente la demanda debe quedar firme para generar la caducidad de la medida
cautelar amparada y ejecutada. El rechazo liminar por consiguiente debe ser definitivo.

La inadmisibilidad inicial y provisional de la demanda puede ser superada con la subsanación de


las omisiones de defectos advertidos; esta inadmisibilidad por tanto no provoca la caducidad de
la medida cautelar. Sólo “si el demandante no cumple con lo ordenado, el juez rechaza la
demanda y ordena el archivo del expediente” (art. 427° cpc) generando por consiguiente
la caducidad de la medida cautelar. El auto por el cual se rechaza liminarmente y de modo
definitivo la demanda puede ser apelado, mas esta impugnación no impide la caducidad de la
medida cautelar.

Del mismo modo, aunque la norma no lo señale con precisión debemos colegir que, si la
demanda es declarada improcedente, liminarmente, en este caso no existe la posibilidad de
subsanación de nada, sólo cabe la apelación del auto de improcedencia. La apelación debe
ser concedida con efecto suspensivo por tratarse de un auto que pone fin al proceso; creemos
que en este caso la medida cautelar sólo caduca si es que el órgano revisor confirma el auto de
improcedencia.

Tercer caso (625° cpc):

Cuando trascurre dos años de consentida o ejecutoriada la decisión que amparó la pretensión
garantizada con la medida cautelar.

Cuarto caso (2ª parte, art. 625°cpc)

Cuando transcurren cinco años desde la fecha de ejecución de la medida y aún no hubiere
pronunciamiento definitivo en el proceso cautelado. Es este caso a pedido de parte puede el
Juez disponer su reactualización. Se requerirá nueva ejecución sólo cuando la decisión implica
inscripción registral.
En esa línea, el jurista argentino PODETTI desarrolla un concepto jurídico-
procesal más acertado, que va de la mano con norma en cuestión, y señala:
“Las medidas cautelares caducan o se extinguen o pierden sus efectos por
voluntad de quien las pidió, por las causas señaladas (…) y por sentencia
desestimatoria dictada en el proceso principal. Esta caducidad puede producirse
por pedido de interesado o de oficio, cuando lo dispone expresamente la ley (39)”.

Ahora bien, originalmente, la norma presentaba la siguiente descripción:


Artículo 625°.- “Toda medida cautelar caduca a los dos años de consentida o
ejecutoriada la decisión que ampara la pretensión garantizada con esta. La
caducidad opera de pleno derecho, siendo inimpugnable los actos procesales
destinados a hacer efectiva.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, toda medida cautelar
caduca a los cinco años contados desde la fecha de su ejecución. Si el proceso
principal no hubiera concluido, puede el juez, a pedido de parte, disponer la
reactualización de la medida. Esta decisión requiere de nueva ejecución cuando
implica inscripción registral”. (La cursiva es nuestro)
Si evaluamos la descripción del articulado nos podemos dar cuenta, que
presenta ciertos inconvenientes.
En cuanto al primer párrafo, “mal se puede aplicar el plazo de caducidad de
las medidas cautelares a aquellas medidas que dejaron de serlo, que han pasado
a ser medidas de ejecución. Ello explica el único extremo razonable del artículo
625 del Código Procesal Civil, según el cual es prohibida la reactualización de
las medidas cuando el proceso ha concluido. Lógico, no se puede reactualizar
una medida cautelar que ya no existe (40)”.
El segundo párrafo, respecto al plazo de caducidad -de cinco (05) años-; las
medidas cautelares tienen como finalidad garantizar la eficacia del proceso, del
mismo modo, evitar el conflicto entre la celeridad y la seguridad jurídica. En ese
orden de ideas, como puede caducar la medida cautelar desde su ejecución si
aún no existe una sentencia firme; el problema se torna peor ya que el derecho
se encuentra aún en un estado de incertidumbre, sin dejar de mencionar que los
procesos en nuestro país tienen una duración con más de cinco años,
aproximadamente.
Con esos inconvenientes que presentaba la norma, como se mencionó líneas
arriba, sobre este artículo recae su primera modificación hecha por la Ley N°
26639, publicada el 27 de Junio de 1996, en donde se precisó la aplicación del
plazo de caducidad.

(39)
PODETTI, Ramiro. “Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. Vol. IV. Tratado de las Medidas
Cautelares”. Óp. Cit. Pág. 113.
(40)
PALACIOS, Enrique. “Reflexiones sobre la caducidad de las medidas cautelares”. Ius Et Veritas N° 29.
Pág. 30.
Esta primera modificación, también fue blanco de muchas críticas dentro de
nuestra doctrina nacional generando cierta confusión en operadores jurídicos,
sobre todo en nuestros jueces al momento de evaluar el plazo de caducidad de
la medida,

Al respecto, el peruano PALACIOS critica:


“Esta norma no hace sino confirmar el atentado contra la teoría cautelar.
Insiste en pretender regular las medidas cautelares en procesos en trámite o
concluidos, cuando sabemos que en este segundo caso la medida dejó de ser
cautelar para convertirse en ejecutiva. Además agrava el problema en lo que se
refiere a las medidas inscritas, pues para la cancelación de la medida por
caducidad exige tan solo la declaración jurada de la parte interesada (41)”.
Razón no le falta al autor, puesto que en un proceso donde se torna lento por
cuestiones del mismo (proceso) o por acciones dilatorias por parte del
demandado, el único beneficiado seria el mismo (demandado); y con ello podrá
acudir al registrador para con su sola manifestación se pida el levantamiento de
la medida cautelar por razones de transcurso de tiempo, llevándose a cabo sin
el conocimiento del juez, ni del demandante. “La forma más drástica de
caducidad de la medida cautelar es la que se produce por vencimiento del plazo
fijado para deducir el proceso ordinario (42)”.Resultando así la vulneración del
debido proceso, ello porque en un proceso judicial, es el juez quien conoce la
conducta de las partes y las circunstancias que suscitan a lo largo del mismo
(proceso); es decir que el juez, es el único quien puede cancelar la medida
cautelar por caducidad.
Ergo, la segunda modificación fue con la Ley N° 28473, publicada el 18 de
Marzo del 2005, en donde alcanzo la descripción que actualmente regula el
articulo in comento.
Del nuevo art. 625° del CPC, se puede apreciar que “la ejecución de la
medida es el punto de partida para computar el plazo de caducidad de cinco
años. Si el proceso principal no hubiera concluido, puede el juez, a pedido de
parte, disponer la reactualización de la medida, sin embargo, debe precisarse
que ella no es aplicable a todas las medidas cautelares (43)”, pues “a las medidas
cautelares dispuestas en el procedimiento coactivo únicamente se les aplica el
plazo de caducidad de cinco años a que se refiere el segundo párrafo del artículo
625° del CPC (44)”.

(41)
PALACIOS, Enrique. “Reflexiones sobre la caducidad de las medidas cautelares”. Ius Et Veritas N° 29.
Pág. 30.
(42)
PODETTI, Ramiro. “Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral. Vol. IV. Tratado de las Medidas
Cautelares”. Óp. Cit. Pág. 115.
(43)
LEDESMA, Marianella. “Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo”. Tomo III.
Óp. Cit. Pág. 104.
(44)
RESOLUCION N° 27-2002 - SUNARP-TR-L. Numeral 5 del Análisis.
Un punto a aclarar sobre el nuevo articulado es a que hace alusión con la
“reactualización” de la medida y, que se entiende por “nueva ejecución” de la
misma, ello porque parece que la norma refiere dos situaciones distintas.
Al respecto, LEDESMA NARVAEZ señala:
“Sostenemos que la reactualización constituye la misma medida que
mantiene su rango de inscripción primigenia y que la nueva ejecución, a que se
refiere el texto en comentario, debe entenderse a la inscripción que
necesariamente debe operar para los efectos de la publicidad registral de la
situación jurídica recaída sobre dicha medida, cual es, la reactualización (45)”.
La “reactualización” a la que refiere la norma, se da a pedido de parte siendo
su trámite llevado a acabo inaudita pars, notificándosele ulteriormente al
afectado; y la decisión que acepta o rechaza la solicitud de “reactualización” es
susceptible de apelación.
Al respecto, nuestra jurisprudencia señala: “este expediente se dispone no la
inscripción de una nueva medida cautelar con base imponible diferente, sino
solamente la reactualización de la misma; es decir la base imponible no se
modifica, permanece la misma, y de lo que se trata es variar el plazo de vigencia
de la medida cautelar, la cual se encuentra supeditada al desarrollo del proceso
donde se ventila la pretensión procesal correspondiente. Afirmar lo contrario, nos
llevaría al cobro de tributos confiscatorios, pues el usuario estaría efectuando un
doble pago de tributos (tasas-derechos registrales) por el mismo hecho
generador respecto del cual ya cumplió su obligación tributaria (46)”.
Otro punto a señalar, es el momento en que se da la reactualización, respecto
a ello señala la jurisprudencia: “No procede la reactualización de medidas
cautelares inscritas cuando a la fecha del asiento de presentación del título que
la solicita ha transcurrido el plazo de caducidad de cinco años a que se refiere el
segundo párrafo del artículo 625° del Código Procesal Civil (47)”. Es decir, la
ocasión es antes del vencimiento del plazo legal que señala la norma, ya que no
pueden restablecerse los efectos de un acto que ya caduco posterior a la
reactualización solicitada por la parte interesada.
Para terminar, la caducidad se fundamenta “en la presunción de desinterés
que cabe inferir de la falta de actividad del beneficiario de la medida, y también
de la necesidad de evitar los perjuicios que la subsistencia de la medida pueda
ocasionar al afectado (48)”. Teniendo como finalidad evitar la subsistencia de las
medidas cautelares más allá del tiempo razonable como para que el peticionante
pueda formular la correspondiente demanda e impedir, obviamente, que se
utilice esta herramienta con el único fin de ocasionar un perjuicio al destinatario.

(45)
LEDESMA, Marianella. “Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo”. Tomo III.
Óp. Cit. Pág. 105.
(46)
RESOLUCION N° 085-2004 - SUNARP-TR-A. Numeral 6 y 7 del Análisis.
(47)
RESOLUCIÓN Nº 011-2000-ORLC/TR.
(48)
FERREIRA De la Rúa, Angelina y RODRIGUEZ, Manuel. “Manual de Derecho Procesal Civil II”. Óp. Cit.
Pág. 183.
Mapa conceptual.

La caducidad o extinción conlleva a la pérdida


de un derecho, una facultad, un recurso o
instancia, merced al transcurso del tiempo
fijado por la ley para ejercitarlo, puesto que la
CONCEPTO misma otorga plazos para materializar tal
derecho.
La caducidad es el resultado de una
valoración jurídica que se atribuye a una
determinada situación de hecho.

Las medidas cautelares caducan o se


extinguen o pierden sus efectos por voluntad
¿CUANDO SE
de quien las pidió, por las causas señaladas
EXTINGUEN
(…) y por sentencia desestimatoria dictada en
LAS MEDIDAS
el proceso principal. Esta caducidad puede
CAUTELARES?
EXTINCION DE LA producirse por pedido de interesado o de
MEDIDA CAUTELAR. oficio, cuando lo dispone expresamente la ley.
(PODETTI: Pág. 113)
ART. 625

Se fundamenta en la presunción de
desinterés que cabe inferir de la falta de
actividad del beneficiario de la medida, y
FUNDAMENTO
también de la necesidad de evitar los
perjuicios que la subsistencia de la medida
pueda ocasionar al afectado.

Tiene como finalidad evitar la subsistencia


de las medidas cautelares más allá del
tiempo razonable como para que el
FINALIDAD peticionante pueda formular la
correspondiente demanda e impedir,
obviamente, que se utilice esta herramienta
con el único fin de ocasionar un perjuicio al
destinatario.
6. ORGANO DE AUXILIO JUDICIAL EN LAS MEDIDAS CAUTELARES.

6.1. Desarrollo doctrinario y normativo.

“Los órganos de auxilio judicial son mecanismos de apoyo para hacer


realidad los fines del proceso cautelar. Estos órganos de auxilio pueden ser
terceros o los propios interesados en el litigio. Estos terceros pueden ser
instituciones, funcionarios administrativos e incluso terceros ad hoc designados
especialmente para el cumplimiento de dicha función (49)”.
El mismo criterio lo sigue el peruano PEREZ RIOS, cuando señala:
“Los órganos de auxilio judicial son colaboradores o auxiliares externos de la
función jurisdiccional pues desempeñan el cargo en nombre del Juez;
constituyen en cierto modo una forma especial de representación. Ejercen
función pública transitoriamente, sin pertenecer a la estructura orgánica del
Poder Judicial, por lo demás esta condición les es reconocida por el artículo 392º
y 425º del Código Penal (50)”.
Por su lado, TERRONES MELENDEZ sostiene:
“Los órganos de auxilio judicial son personas naturales o jurídicas que
desempeñan una función ajena a la función jurisdiccional propiamente dicha;
pues su finalidad es coadyuvar a desempeñar una determinada labor o función
designada por un órgano jurisdiccional de acuerdo a la necesidad que requiera
cada caso en concreto (51)”.
Bien, a nuestro entender, el órgano de auxilio judicial es un persona natural
o jurídica que tiene por finalidad colaborar con el juez de la causa para poder
afrontar las vicisitudes del proceso, las cuales, en algunos casos, determinan
que se realice actos calificados y especializados de orden técnico o algunas
actuaciones en las cuales, a efectos de evitar que el juez pueda parcializarse,
deben ser realizados por terceros especializados y capacitados para dichas
labores; así mismo, contribuyen (los órganos de auxilio judicial) a la ejecución de
la medida cautelar, la cual es designada por el juez que conoce el proceso
principal.

El fundamento de esta figura reposa en la urgente necesidad que tiene el juez


para poder seguir con el transcurso del proceso frente a las exigencias y
situaciones que esté presente a lo largo de su desarrollo, debiendo adecuarse
(el juez) a estos incidentes que no pueden ser asumidos directamente por aquel,
debiendo encontrar su responsabilidad en aquel.

(49)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Óp. Cit. Pág. 463.
(50)
PEREZ, Carlos. “Estudio Integral de las Medidas Cautelares en el Proceso Civil Peruano”. Tesis para
optar el Grado Académico de Doctor en Derecho. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Unidad de
PostGrado. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú. 2010. Pág. 149.
(51)
TERRONES, Ary H. “Órgano de auxilio judicial”. Comentario al artículo 55° del Código Procesal Civil.
En: CAVANI, Renzo (coord.). Código Procesal Civil Comentado. Tomo I. Gaceta Jurídica. Primera Edición.
Lima, Perú. 2016. Pág. 396.
Esa actuación del juez está basada en dos principios del procedimiento que
conforman el sistema publicístico: Principio de dirección judicial y Principio de
impulso oficioso; el primero, se refiere al rol pasivo que el juez tiene en el
transcurso del proceso, es decir que aquel analiza la importancia del mismo
desde la perspectiva de su función pública con el objetivo de atender a las
necesidades que el proceso padece; el segundo, alude a la potestad que el juez
tiene para conducir y hacer avanzar el proceso, sin la necesidad participación de
las partes, para lograr la consecución de sus fines, advirtiendo que no reduce la
actividad judicial de las partes, ya que no dejan de estar interesadas en la
resolución del pleito litigioso.
“La obra de carácter continuada del juez, desarrollada fuera de su despacho
y con frecuencia lejos de éste, requiere ser integrada y complementada por
personas a las que se les denomina órganos de auxilio. En efecto, tratándose de
medidas cautelares que afectan bienes muebles e inmuebles, si bien se
encuentran dentro de la esfera del control jurisdiccional, no quedan bajo la
custodia del juez (52)”.
Estos órganos de auxilio judicial al que hace referencia el título, están
contemplados en el artículo 55° del CPC, y son los siguientes: el perito, el
depositario, el interventor, el martillero público, el curador procesal, y demás
órganos que la ley fije, ya sea el propio Código adjetivo o en leyes especiales.
De lo explicado, nos lleva a formularnos la siguiente interrogante: ¿Qué
órgano de auxilio judicial corresponde a la medida cautelar interpuesta por el
solicitante para su futura ejecución?
La respuesta la da el profesor peruano FLORIAN VIGO, cuando nos dice:
“El órgano de auxilio judicial tendrá la denominación según el tipo de medida
cautelar; así, en un embargo en forma de depósito será el depositario judicial,
quien será el propio deudor, en un embargo en forma de retención será la
institución bancaria correspondiente (53)”.

En efecto, la norma procesal sustenta la posición del autor cuando en sus


diversas disposiciones plasma que órgano de auxilio judicial actúa por cada
medida cautelar interpuesta: “depositario para el secuestro de bienes (art. 649°
del CPC), como custodio de bienes y de títulos de crédito (arts. 643° y 652° del
CPC), como interventor para la recaudación o la información (arts. 661°, 662° y
665° del CPC) como administrador (art. 669° del CPC), como veedor especial
(art. 633° del CPC) como auxilio policial (art. 638° del CPC) y como perito (art.
644° del CPC) (54)”.

(52)
PEREZ, Carlos. “Estudio Integral de las Medidas Cautelares en el Proceso Civil Peruano”. Óp. Cit. Pág.
150.
(53)
FLORIAN, David. “Requisitos de la solicitud”. Comentario al artículo 610° del Código Procesal Civil.
En: CAVANI, Renzo (coord.). Código Procesal Civil Comentado. Tomo IV. Gaceta Jurídica. Primera Edición.
Lima, Perú. 2016. Pág. 677.
(54)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Óp. Cit. Pág. 464.
Es menester señalar, como se mencionó líneas arriba, el órgano de auxilio
puede ser una persona natural, si fuera el caso, el individuo debe ser identificado
con su documento de identidad debidamente anexado, ya que tendrá
participación importante en el proceso, generando responsabilidad en caso de
pérdida, deterioro o extravío del bien, u otro daño que pudiera causar; ello en
conformidad con el inciso 5 del art. 610° del CPC.
Ahora, es necesario identificar quienes forman parte del órgano de auxilio
judicial en las medidas cautelares; por ende pasaremos a desarrollar cada uno
de ellos con sus respectivas funciones, y poder determinar con qué medida
cautelar sostiene su vinculación.
a. Depositario y custodio judicial.

Aquella persona a quien se le entrega un determinado bien ajeno, ya sea


mueble o inmueble, que ha sido objeto de embargo en forma de depósito,
teniendo la tarea de cuidarlo conservarlo y entregarlo cuando el juez lo ordene.
“Conforme a lo regulado por el art. 649º del CPC, depositario siempre será el
afectado con la medida de embargo, puesto que de encargarse tal función a un
tercero para que ejerza, ente tendría la condición de custodio (55)”. “Es el único
caso en el que la propia parte afectada actúa como órgano de auxilio (56)”.
Sus funciones están contempladas en el art. 655º del CPC, entre ellas: Cuidar
y conservar el bien de manera responsable; No transmitir, deterior, perder o
destruir el bien; No desplazar el bien, salvo expreso mandato del órgano
jurisdiccional o por razón de necesidad; Poner en conocimiento del juzgado las
condiciones del bien o en qué condiciones se encuentra a fin de que se realicen
las medidas correspondientes; Entregar el bien al ser requerido.
b. Interventor.

“Es aquella persona designada por un juez jurisdiccional ante el supuesto de


concederse una medida de ejecución forzada en la modalidad de embargo de
intervención teniendo a su cargo la obligación de recaudar ingresos (interventor
recaudador) u obtener información (interventor informador) sobre el movimiento
económico de una empresa de persona natural o jurídica. Es decir, el interventor
recaudador es aquel que recauda es aquel que recaudara los fondos o frutos;
mientras que, el interventor informador apoyara al juzgado investigando el
estado de bienes, negocios, u operaciones sin interferir en la administración de
la misma o persona física afectada (57)”.
Las funciones del interventor recaudador están reguladas en el art. 662º del
CPC, entre ellas: Verificar el funcionamiento y conservación de lo intervenido,
sin interferir ni interrumpir sus labores propias; Llevar control de ingresos y

(55)
TERRONES, Ary H. “Órgano de auxilio judicial”. Comentario al artículo 55° del Código Procesal Civil.
En: CAVANI, Renzo (coord.). Código Procesal Civil Comentado. Tomo I. Óp. Cit. Pág. 397.
(56)
PEREZ, Carlos. “Estudio Integral de las Medidas Cautelares en el Proceso Civil Peruano”. Óp. Cit. Pág.
151.
(57)
TERRONES, Ary H. “Órgano de auxilio judicial”. Comentario al artículo 55° del Código Procesal Civil.
En: CAVANI, Renzo (coord.). Código Procesal Civil Comentado. Tomo I. Óp. Cit. Pág. 398.
egresos; Proporcionar, de los fondos que recauda, lo necesario para la actividad
regular y ordinaria de lo intervenido; Poner a disposición del juez dentro del tercer
día las cantidades recaudadas, consignándola a su orden en el Banco de la
Nación. A pedido propio o de parte, puede el juez modificar el plazo para
consignar; y, Informar, en los plazos señalados por el juzgador, el desarrollo
regular de la intervención, especialmente los hechos referidos a los incisos 1, 2
y 3 del art. 662 del CPC.
Es preciso señalar, también, que está dentro de las facultades del interventor,
el informar al juez sobre los inconvenientes que padece el solicitantes que ha
sido beneficiado con la medida cautelar, como falte de ingresos, etc.
Mientras que las funciones del interventor informador están reguladas en el
art. 666º del CPC, y son: Informar por escrito al Juez, en las fechas señaladas
por éste, respecto de las comprobaciones sobre el movimiento económico de la
empresa intervenida, así como otros temas que interesen a la materia
controvertida; Dar cuenta inmediata al Juez sobre los hechos que considere
perjudiciales al titular de la medida cautelar, o que obsten el ejercicio de la
intervención.

c. Martillero Público.

Es aquella persona con función de intermediario entre una persona


perteneciente a un proceso judicial en donde sus bienes son objeto de una
ejecución forzada, y sus compradores; de tal manera, que facilita el negocio para
obtener un mejor precio frente a los alcances que produzcan el embargo.
Sus funciones están reguladas en el art. 12° de la Ley N° 27728 - Ley del
Martillero Publico, que son: Efectuar en forma personal y con sujeción a las
normas sobre la materia, la venta, permuta, gravamen o alquiler de bienes
muebles e inmuebles, derechos acciones, valores y semovientes de procedencia
licita en remate público; Presentar informes (el art. 16° del Decreto Supremo
N° 008-2005-JUS - Reglamento de la Ley del Martillero Publico, precisa
cuales son los informes deben emitir); Recabar directamente de las oficinas
públicas y de toda institución financiera, pública o privada, los informes o
certificados necesarios para el cumplimiento de las obligaciones previstas en el
art. 16° de la Ley N° 27728; Solicitar a las autoridades competentes las medidas
necesarias para garantizar el normal desarrollo del acto de remate.

d. Administrador.

Este órgano de auxilio judicial está contemplado en el art. 669° del CPC,
cuando menciona: “Cuando la medida cautelar recae sobre bienes
fructíferos, pueden afectarse en administración con la finalidad de
recaudar los frutos que produzcan”. (El resaltado es de nosotros).
Como se aprecia, el administrador tiene participación cuando la medida
cautelar es la del embargo en forma de administración; así, el administrador es
aquella persona designada por el juez que cuidara un determinado bien que
producirá frutos, y serán estos (frutos) los perturbados con el embargo, con la
finalidad de que con su posterior venta se compense el crédito del acreedor.
Así, el connotado civilista peruano GONZALES BARRON sostiene:
“El fruto, así entendido, es un rendimiento o provecho económico que se
extrae de un bien conforme a su destino y sin alterar su esencia, ya
inmediatamente (frutos naturales o industriales), ya como consecuencia de una
relación jurídica destinada a conseguir esos provechos (frutos civiles). Lo que se
obtiene con perjuicio antieconómico respecto al bien principal, o lo que no
corresponde al destino económico del mismo, no es fruto. Por tanto, sólo se
consideran incluidos dentro de la categoría de frutos los siguientes:
- Los provechos orgánicos de los bienes, si concurren los antes
mencionados requisitos, por ejemplo, granos, frutas, crías de animales,
lana, leche, estiércol, talas ordinarias de árboles.
- Algunos provechos, que no tienen carácter de orgánicos, como la
explotación de arena, barro, canteras, etc.
- Los provechos económicos originados por arrendar los bienes (frutos
civiles) (58)”.

Por otro lado, corresponde ahora señalar sobre la designación de estos


órganos de auxilio judicial. “La designación en general corresponde al juez, pero
puede esta encontrarse predeterminada por ley como en el caso del depósito de
dinero que el CPC dispone que sea entregado en custodia al Banco de la Nación,
o ser hecho a propuesta de los litigantes o por el auxiliar de justicia en
representación del juez (59)”.
Es menester señalar, en los casos de designación hecha por el juez, este
tiene que ser prudente con respecto a la fijación de las personas para asumir el
cargo de órgano de auxilio judicial, debiendo ser personas con intachables con
una forma de vivir moderadamente, sin problemas, responsables en sus
quehaceres; ya que esta persona designada, apoyara al mismo (juez) con la
actuación del proceso.
Mencionamos esto porque, si la persona causa algún daño al bien -objeto de
ejecución- como deteriorarlo o perderlo, este generaría responsabilidad por tal
conducta que de alguna manera afectara al titular de la medida, que espera algún
tipo de beneficio económico, siendo merecedor de una sanción. En tal conducta,
la responsabilidad es procesal, civil y penal, por lo cometido.
La norma procesal, plasma algunas sanciones pertinentes, por ejemplo: la
pérdida del derecho a cobrar honorarios, sin dejar de mencionar la indemnización
por daños y perjuicios al proceso y a la parte afectada.

(58)
GONZALES, Gunther. “Derechos Reales”. 2da Edición. Ediciones Legales. Lima, Perú. Págs. 115-116.
(59)
LEDESMA, Marianella. “La Tutela Cautelar en el Proceso Civil”. Óp. Cit. Pág. 464.
Aunque en realidad, el legislador no regulo aquellas conductas que son
responsables civilmente, al parecer solo basto plasmar las obligaciones de estos
(órganos de auxilio) en la norma procesal en su art. 655°.
En ese orden de ideas, PERES RIOS nos dice:
“Entre algunas de las conductas generadoras de responsabilidad civil cabe
mencionar las siguientes:
- Infringir el deber de conservar los bienes en depósito o custodia en el
mismo estado en que los reciben, en el local destinado para ello, a la
orden del Juzgado y con acceso permanente para la observación por las
partes y veedor, si lo hay.
- No dan cuenta inmediata al Juez de todo hecho que pueda significar
alteración deterioro o pérdida de los objetos en depósito o secuestro.
- Usar en provecho propio o de tercero, el bien sometido a secuestro,
depósito, intervención y administración, salvo que determinadas
circunstancias lo exijan y siempre que el juez lo autorice.
- Negarse a la devolución del bien (60)”.

En cuanto a la responsabilidad penal, el mismo art. 655° del CPC lo plasma


cuando dice: “(…). Asimismo, darán cuenta inmediata al juez de todo hecho
que pueda significar alteración de los objetos en depósito o secuestro y
los que regulen otras disposiciones, bajo responsabilidad civil y penal”. (El
resaltado es nuestro).
Al respecto, señala la jurisprudencia: “Todo ciudadano está obligado a
cumplir con mandatos judiciales, pues de lo contrario acarrea responsabilidad,
no obstante ello, aparece de la notificación de requerimiento del juzgado, no ha
sido recibida personalmente por el director encausado, sino por su superior
jerárquico en la empresa donde trabaja; que fluye de los actuados no haberse
efectuado una adecuada calificación de los hechos con los tipos penales materia
de acusación, toda vez que no se ha requerido al procesado con las formalidades
de ley, para que devuelva los bienes que le fueron confiados en su calidad de
depositario judicial; en tal orden de ideas, es de caso absolver al acusado por no
darse el elemento subjetivo (dolo) exigido por el tipo penal materia de acusación,
máxime si el embargante había arreglado su acreencia con el demandado
principal (61)”.
La consecuencia que traería estas conductas es la sustitución del órgano de
auxilio judicial; asimismo, lo entiende nuestra jurisprudencia cuando señala: “A
pedido del titular de la medida cautelar y en cualquier estado del proceso puede
sustituirse el órgano de auxilio judicial. El peticionante de la medida y el órgano

(60)
PEREZ, Carlos. “Estudio Integral de las Medidas Cautelares en el Proceso Civil Peruano”. Óp. Cit. Pág.
153-154.
(61)
RN. N° 2908-03-Junin.
de auxilio judicial son responsables solidarios por el deterioro o pérdida del bien
afecto a medida cautelar (62)”.
comentario.

Los órganos de auxilio judicial son aquellas personas naturales o jurídicas


designadas por el juez, a pedido de parte, o porque la normal procesal así lo
plasma; las cuales coadyuvan al juez para seguir con el desarrollo del proceso
cuando este lo requiere.
Son estos órganos de auxilio judicial que cumplen la primordial función de
conservar, administrar, y hacer valer los bienes que el juez designa a su cargo,
evitando que estos sean deteriorados, dañados o extraviados, de lo contrario se
harán merecedores de una sanción procesal, civil y penal. Del mismo modo, que
serán limitados de ciertos derechos que la ley les confiere por ejercer el cargo
(cobrar honorarios), etc.
La designación por el juez, debe ser hecha con prudencia, ya que las
personas llamadas a ocupar el cargo tienen que presentar responsabilidad en su
vida cotidiana, estar alejados de problemas judiciales, de lo contrario están
impedidos de ejercer tal cargo.

(62)
EXP. N° 1420-1998-Lima.
Mapa conceptual.

El órganos de auxilio judicial es un persona


natural o jurídica que tiene por finalidad
colaborar con el juez de la causa para poder
afrontar las vicisitudes del proceso, las
cuales, en algunos casos, determinan que
se realice actos calificados y especializados
de orden técnico o algunas actuaciones en
CONCEPTO
las cuales, a efectos de evitar que el juez
pueda parcializarse, deben ser realizados
por terceros especializados y capacitados
para dichas labores; así mismo, contribuyen
(los órganos de auxilio judicial) a la
ejecución de la medida cautelar, la cual es
designada por el juez que conoce el proceso
principal.
La urgente necesidad que tiene el juez para
poder seguir con el transcurso del proceso
frente a las exigencias y situaciones que esté
presente a lo largo de su desarrollo, debiendo
FUNDAMENTO adecuarse (el juez) a estos incidentes que no
pueden ser asumidos directamente por aquel,
debiendo encontrar su responsabilidad en
ORGANO DE AUXILIO
aquel.
JUDICIAL EN LAS
MEDIDAS CAUTELARES
Principio de dirección judicial y Principio de
impulso oficioso; el primero, se refiere al rol
pasivo que el juez tiene en el transcurso del
proceso, es decir que aquel analiza la
importancia del mismo desde la perspectiva de
su función pública con el objetivo de atender a
las necesidades que el proceso padece; el
PRINCIPIOS segundo, alude a la potestad que el juez tiene
para conducir y hacer avanzar el proceso, sin
la necesidad participación de las partes, para
lograr la consecución de sus fines, advirtiendo
que no reduce la actividad judicial de las
partes, ya que no dejan de estar interesadas
en la resolución del pleito litigioso.

A. Depositario y custodio judicial.


¿QUIÉNES B. Interventor.
SON? C. Martillero público.
D. Administrador.

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