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El lenguaje del joven es un lenguaje claro y sincero que demuestra ni más ni menos de
lo que es la sociedad, una sociedad violenta, una sociedad donde no hay lugar a la
tolerancia, donde las cosas son llamadas por su nombre claro y directo, aquello que no
es de nuestro grado deber ser atacado y destruido jamás respetado, y por aquello que
sentimos agrado debemos de disimular sus falencias y exagerar sus virtudes.
Una sociedad desajustada debido a que ya el hogar es un grupo de personas con más
intereses propios que comunes, con madres solteras con padres que abandonan su
hogar, con padrastros, con casos de violaciones y maltrato tanto físico como moral
(que es el más doloroso de todos), con un hogar destruido que es la base de la
sociedad ¿si las bases no son sólidas que se puede pedir del resto del edificio?
La juventud no es más una etapa de nuestra vida que debemos vivir, una etapa donde
todo parece posible, donde el infinito es posible, donde la palabra imposible provoca
risa y la palabra difícil es simplemente un obstáculo que tenemos la seguridad de
sobrepasar sin mayores dificultades; es la etapa con que la vida nos premia
permitiendo soñar y alcanzando nuestros sueños pero con el paso del tiempo esta
furia interior se va viendo menguada por las responsabilidades, por el entender que no
todo es posible así lo deseemos con toda el alma, el joven de hoy es el adulto de
mañana que olvida su pasado lleno de pasión y donde en su etapa madura de su vida
toma el papel de aquel que considera que su papel en la vida es “guiar” al joven de
acuerdo a su forma de pensar. Olvidando aquella frase que repitió hasta el cansancio
cuando era joven “Cuando sea grande no seré igual a mi mama o papá”.