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Mandamientos de la Iglesia católica

Los mandamientos de la Iglesia católica son las principales obligaciones de


un católico respecto de su vida de sacramentos y la estructura eclesial. En un sentido amplio,
se puede entender por tales a todas las leyes eclesiásticas; pero en un sentido más estricto
y teológico se consideran mandamientos de la Iglesia «aquellos preceptos eclesiásticos que
obligan a todos los fieles cristianos y que fueron dictados para mejor guardar los divinos».
1. Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
Los días santos de la custodia o precepto que pueden no sean en el domingo son
diez:1 Nota 1
1 de enero - Solemnidad de Santa María, Madre de Dios;
6 de enero - Epifanía del Señor;
19 de marzo - Solemnidad de San José;
Ascensión de Jesús (fecha variable - jueves de la sexta semana de Pascua);
Corpus Christi (primer jueves después el domingo de la Santísima Trinidad);
29 de junio - Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo;
15 de agosto - Solemnidad de la Asunción de la Virgen María;
1 de noviembre - Solemnidad de todos los santos;
8 de diciembre - Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María;
25 de diciembre - Navidad.

2. Confesar los pecados mortales al menos una vez cada año, y en peligro de muerte, y
si se ha de comulgar.
3. Comulgar al menos por Pascua de Resurrección.
4. Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.
Días de ayuno: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.2
Días de abstinencia de carne o cualquier otro alimento determinado por la Conferencia
Episcopal: todos los viernes, sobre todo Cuaresma, a menos que una solemnidad es
un viernes.2

5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades

LOS 5 PRECEPTOS DE LA IGLESIA LOS CONOCEMOS ?


CUMPLIMOS CON ELLOS ?
Los Preceptos de la Iglesia se sitúan en la línea de una vida moral referida a la vida litúrgica y
que se alimenta de ella. El carácter obligatorio de estas leyes posit
ivas promulgadas por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo
indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de
Dios y del prójimo.
¿Cuáles son los preceptos de la Iglesia?
2042-2043
Los preceptos de la Iglesia son cinco:
1) Participar en la Misa todos los domingos y fiestas de guardar, y no realizar trabajos y
actividades que puedan impedir la santificación de estos días.
2) Confesar los propios pecados, mediante el sacramento de la Reconciliación al menos una
vez al año.
3) Recibir el sacramento de la Eucaristía al menos en Pascua.
4) Abstenerse de comer carne y observar el ayuno en los días establecidos por la Iglesia.
5) Ayudar a la Iglesia en sus necesidades materiales, cada uno según sus posibilidades.

Lista de los 5 mandamientos de


la Iglesia
1. Oír Misa entera los domingos y fiestas de guardar
Los católicos tienen la obligación de acudir a misa todos los domingos. Este
mandamiento de la Iglesia está muy relacionado con el tercer mandamiento de la
Ley de Dios: santificarás las fiestas. A la misa dominical se le añaden algunas fiestas
que establece la diócesis, que se suelen referir al patrono de la región o de la ciudad.
Estos días son las «fiestas de guardar», también conocidas como días de precepto, en
las que los católicos tienen la obligación de asistir a misa.
Por ejemplo, en España en 2019 son fiestas de precepto las siguientes:
1 de enero – Santa María, Madre de Dios
6 de enero – Epifanía del Señor
19 de marzo – San José, Esposo de la Virgen María
25 de julio – Santiago Apóstol, Patrono de España
15 de agosto – La Asunción de la Virgen María
1 de noviembre – Todos los Santos
8 de diciembre – La Inmaculada Concepción de la Virgen María
25 de diciembre – La Natividad del Señor

2. Confesar los pecados mortales, al menos una vez al


año, y en peligro de muerte y si se ha de comulgar
El segundo mandamiento de la Iglesia se refiere a dos sacramentos: la confesión y
la eucaristía. Los católicos tienen la obligación de acudir al sacramento de la
confesión como mínimo una vez al año. Además, también deberían confesarse si se
encuentran en peligro de muerte y cuando se recibe la comunión. Para poder recibir
la comunión, la persona que comulga debe estar en gracia de Dios (ausencia de
pecados mortales o graves) por lo que existe la obligación de confesarse si uno ha
cometido pecados mortales y quiere recibir la eucaristía.

3. Comulgar por Pascua de Resurrección


Después de haber recibido la primera comunión los católicos tienen la obligación de
comulgar al menos una vez al año. El periodo en el que la Iglesia manda a los fieles
recibir la comunión es al menos una vez por Pascua de Resurrección, es decir,
durante los 50 días de duración del Tiempo Pascual, que van desde el domingo
de Pascua al Domingo de Pentecostés.

4. Ayunar y abstenerse de carne cuando lo manda la


Iglesia
Ayuno y abstinencia son dos conceptos que suelen ir juntos, pero tienen significados
distintos. El ayuno consiste en realizar una única comida fuerte al día y comer poco
en el desayuno y la cena. En cambio, la abstinencia de carne consiste en no tomar
carne ni productos derivados de los mamíferos.
Hay dos días en los que ayuno y abstinencia tienen una especial importancia:
Miércoles de Ceniza y Viernes Santo. Con respecto a la abstinencia de carne, habría
que añadir que la Iglesia indica que hay que vivirla todos los viernes del año, pero
puede sustituirse por prácticas de piedad, obras de misericordia u otras formas de
penitencia.
De hecho, el Papa Francisco, por ejemplo suele acudir todos los viernes a realizar
una obra de misericordia, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia.
Para profundizar en este asunto se pueden consultar los puntos del Código de
Derecho Canónico que se refieren a este precepto de la Iglesia.

5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades


Para comprender qué significa ayudar a la Iglesia en sus necesidades podemos hacer
referencia al Catecismo de la Iglesia Católica, concretamente al punto 222.
222 § 1. Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de
modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de
caridad y el conveniente sustento de los ministros.
§ 2. Tienen también el deber de promover la justicia social, así como, recordando el
precepto del Señor, ayudar a los pobres con sus propios bienes.
Citado el punto, podríamos decir que ayudar a la Iglesia en sus necesidades
significa:
 Ayudar económicamente al sostenimiento de las iglesias y el desarrollo de la
liturgia
 Contribuir al sostenimiento de las obras de evangelización y de caridad de la
Iglesia
 Ayudar a la Iglesia para que los sacerdotes puedan tener un sueldo y puedan
desarrollar su labor
 Promoción de la justicia social
 Ayudar a los pobres con los propios bienes
Obras de misericordia
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en
sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar,
confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia.
Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo
a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt
25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los
principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf
Mt 6, 2-4):
«El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo
mismo» (Lc 3, 11). «Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para
vosotros» (Lc 11, 41). «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y
alguno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos o hartaos”, pero no les dais lo necesario para el
cuerpo, ¿de qué sirve?» (St 2, 15-16; cf Jn 3, 17).

Obras de misericordia espirituales

 Enseñar al que no sabe.


 Corregir al que se equivoca.
 Dar buen consejo al que lo necesita.
 Perdonar las injurias.
 Consolar al triste.
 Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
 Orar por los vivos y difuntos.
Obras de misericordia corporales

 Visitar y cuidar a los enfermos.


 Dar de comer al hambriento.
 Dar de beber al sediento.
 Dar hospedaje al peregrino.
 Vestir al desnudo.
 Visitar al cautivo.
 Enterrar a los difuntos
¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia?

En total son 14: 7 Corporales y 7 Espirituales.

MEMORIZACION
OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA

1. Dar de comer al hambriento


2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

MEMORIZACION
OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA

1. Enseñar al que no sabe


2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos

* ¿De dónde sale la lista de la Obras Corporales de Misericordia?

Las Obras de Misericordia Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su
descripción del Juicio Final.

Sabiduría

Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica al proyecto de


Dios. Él fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios.

El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o


qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento.
Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el
que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20).

La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.

Entendimiento

Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios.
Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de
Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el
conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.

El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).

Consejo

Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y


escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto,
lo verdadero y falso.

Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don, como había
profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la
tierra” (Is 11, 3-4).

Ciencia

Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu
Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues
“nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).

Piedad

Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de
Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría.

Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su


vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.

En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto a los dones
espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando
erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os
hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema
es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo”
(1Co 12, 1-3).

Fortaleza

Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a
día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los
mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones.

Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones,
pues confían incondicionalmente en el Padre.
El Apocalipsis dice: “No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a
algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una
tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la
vida” (Ap 2,10).

Temor de Dios

Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su


voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.

Por eso, Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre,
como Isaías había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu
de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y
temor de Yahveh” (Is 11,2).

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