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Contenido

1. Consideraciones generales ...................................................................... 2


1.1. Definición de violencia ....................................................................... 2
1.2. Raíces de la Violencia ......................................................................... 2
1.3. Las formas y los contextos de la violencia ....................................... 3
1.4. Factores de violencia .......................................................................... 5
1.5. Violencia en Latinoamérica ................................................................ 8
2. Violencia Política ..................................................................................... 10
2.1. Definición de violencia política ........................................................ 10
2.2. Formas de Violencia Política ............................................................ 12
2.3. Clases de Violencia Política ............................................................. 14
2.4. Violencia Política en el Perú ............................................................. 15
2.5. Antecedentes de Violencia Política en el Perú ............................. 155
Conclusiones ................................................................................................ 165
Bibliografía ....................................................................................................... 15

º1
VIOLENCIA POLÍTICA

1. Consideraciones generales

1.1. Definición de violencia

Una de las razones por las que apenas se ha considerado la violencia


como una cuestión de salud pública es la falta de una definición clara del
problema. La amplia variedad de códigos morales imperantes en los
distintos países hace de la violencia una de las cuestiones más difíciles
de abordar en un foro mundial. Todo esto viene complicado por el hecho
de que la noción de lo que son comportamientos aceptables, o de lo que
constituye un daño, está influida por la cultura y sometida a una continúa
revisión a medida que van evolucionando los valores y las normas
sociales. La violencia puede definirse, pues, de muchas maneras, según
quién lo haga y con qué propósito. La OMS define la violencia como:

El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de


amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones

La definición comprende tanto la violencia interpersonal como el


comportamiento suicida y los conflictos armados. Cubre también una
amplia gama de actos que van más allá del acto físico para incluir las
amenazas e intimidaciones. Además de la muerte y las lesiones, la
definición abarca igualmente innumerables consecuencias del
comportamiento violento, a menudo menos notorias, como los daños
psíquicos, privaciones y deficiencias del desarrollo que comprometen el
bienestar de los individuos, las familias y las comunidades. (OMS, 2002)

1.2. Raíces de la Violencia

No existe un factor que explique por sí solo por qué una persona se
comporta de manera violenta y otra no lo hace. En el análisis realizado
en el marco del Informe mundial sobre la violencia y la salud se ha
recurrido a un modelo ecológico que tiene en cuenta numerosos factores
biológicos, sociales, culturales, económicos y políticos que influyen en la
violencia. El modelo consta de cuatro niveles: el individual, el relacional,
el comunitario y el social.

En el nivel individual se examinan los factores biológicos y de la historia


personal que aumentan la probabilidad de que una persona se convierta
en víctima o perpetradora de actos violentos. Entre los factores que es
posible medir se encuentran las características demográficas (edad,

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educación, ingresos), los trastornos psíquicos o de personalidad, las
toxicomanías y los antecedentes de comportamientos agresivos o de
haber sufrido maltrato.

En el nivel relacional se investiga el modo en que las relaciones con la


familia, los amigos, la pareja y los compañeros influyen en el
comportamiento violento, teniendo en cuenta a tal efecto factores como
el hecho de haber sufrido castigos físicos severos durante la infancia, la
falta de afecto y de vínculos emocionales, la pertenencia a una familia
disfuncional, el tener amigos delincuentes o los conflictos conyugales o
parentales.

En el tercer nivel se exploran los contextos comunitarios en los que se


desarrollan las relaciones sociales, como las escuelas, los lugares de
trabajo y el vecindario, y se intenta identificar las características de estos
ámbitos que aumentan el riesgo de actos violentos (por ejemplo, la
pobreza, la densidad de población, altos niveles de movilidad de
residencia, la carencia de capital social o la existencia de tráfico de
drogas en la zona).

El cuarto nivel se centra en los factores de carácter general relativos a la


estructura de la sociedad, como las normas sociales que contribuyen a
crear un clima en el que se alienta o se inhibe la violencia, aunque
también tiene en cuenta las políticas sanitarias, económicas, educativas
y sociales que contribuyen a mantener las desigualdades económicas o
sociales entre los grupos de la sociedad. Además de esclarecer las
causas de la violencia y sus complejas interacciones, el modelo ecológico
indica asimismo qué es necesario hacer en los distintos niveles estatales
y sociales para prevenir la violencia.}

1.3. Las formas y los contextos de la violencia

La violencia tiene muchas facetas y manifestaciones y puede ser ejercida


por una diversidad de actores, en diferentes lugares y en diferentes
contextos, a una multiplicidad de víctimas. El objetivo de esta lección es,
por tanto, conocer varias maneras de clasificar los actos violentos, ya sea
por quien o quienes ejecutan la violencia, por el tipo de daños que
causan, por las características de las víctimas o por el ámbito donde
ocurren los hechos de violencia. Este análisis es necesario para la toma
de decisiones en relación con la prevención, para definir las estrategias
más eficaces y priorizar las intervenciones.

1.3.1. Violencia interpersonal

El Informe sobre la Situación Mundial de la Prevención de la


Violencia 2014 está centrado en la violencia interpersonal y la

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define como “la que ocurre entre miembros de una misma familia,
en la pareja, entre amigos, conocidos y desconocidos, y que incluye
el maltrato infantil, la violencia juvenil (incluyendo la asociada con
pandillas), la violencia contra la mujer (por ejemplo, violencia de la
pareja y la violencia sexual) y el maltrato de las personas mayores”
(World Health Organization, 2014)

1.3.2. Suicidio y violencia autoinfligida

De acuerdo con Arévalo-Mira (2011), la violencia autoinfligida hace


referencia a las acciones que provocan daño en las personas, pero
que han sido producidos por ellas mismas, o cuando el agente y el
paciente son la misma persona. Dentro de este tipo de violencia se
encuentran el suicidio, autolesiones o mutilaciones. El
comportamiento suicida incluye pensamientos suicidas, intentos de
suicidio y suicidio consumado (OPS-OMS, 2003)

1.3.3. Violencia colectiva

De acuerdo con la OPS, la violencia colectiva se define como “el


uso de la violencia como instrumento por parte de personas que se
identifican a sí mismas como miembros de un grupo —ya sea
transitorio o con una identidad más permanente— contra otro grupo
o conjunto de individuos, para lograr objetivos políticos,
económicos o sociales” (OPS-OMS, 2003) Además, señala
diferentes formas de violencia colectiva:
 Las guerras, el terrorismo y otros conflictos políticos violentos
que ocurren dentro de los estados o entre ellos.
 La delincuencia violenta organizada, como los delitos
perpetrados por bandas de malhechores y las guerras de
pandillas.
 La violencia perpetrada por el Estado, como el genocidio, la
represión, las desapariciones, la tortura y otras violaciones de
los derechos humanos

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1.4. Factores de violencia

1.4.1. Factores biológicos

Desde la etología se postula que el análisis del comportamiento


animal puede ser relevante para la comprensión de la violencia en
humanos, ya que los mecanismos de agresión que comparten
humanos y animales obedecen, en principio, a las mismas necesi-
dades y son producto de la selección natural (Palacio, 2003). Por
ejemplo herir de gravedad o matar a los otros (que implican
comportamientos violentos deliberados) reduce la capacidad de
respuesta de los adversarios, permitiendo el acceso y control a los
recursos disponibles; dicha hipótesis es reforzada por las obser-
vaciones hechas a tribus como los Andamanes, quienes conservan
estilos de vida similares a los descritos sobre los grupos del
paleolítico (Kelly, 2005).

Las muestras conductuales humanas de la violencia presentan una


gran variedad de formas, ya que en esta especie evolucionaron
manifestaciones verbales (significados con connotación
denigrante) y el uso de diversas armas, las cuales amplifican el
poder coercitivo y la contundencia de cualquier agresión. Según
Lorenz (1966) los sapiens no cuentan con mecanismos innatos que
impidan asesinar a un individuo de su misma especie, aunque este
mismo autor denota que si es posible aprender a “redirigir” dichos
impulsos agresivos a través de un control social permanente para
evitar “estallidos incontrolables de violencia”. Ante este punto de
vista Palacio (2003), señala que dicho modelo de Lorenz es
insuficiente para explicar la gran variedad de conductas asociadas

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con las violencias, como los gestos y las expresiones verbales,
señalando además que a pesar que los comportamientos agresivos
pueden ser similares entre especies, pueden haber evolucionado
por sometimiento a presiones evolutivas diferentes. En suma,
dentro de este enfoque, es importante comprender la violencia
analizando a profundidad el comportamiento tanto de los animales
como el de los grupos humanos en un marco evolutivo mediado por
contextos sociales.

1.4.2. Factores de tipo psicológico

Las posturas psicológicas frente al tema postulan posiciones


divergentes con relación a los determinantes de la violencia. En las
líneas que siguen se intentarán recopilar diferentes aproximaciones
teóricas en el área.

Desde una perspectiva conductual Juárez, Dueñas y Méndez


(2006) señalan que los comportamientos violentos obedecen a los
estímulos antecedentes seleccionados por sus consecuencias,
variando según la frecuencia, la duración y la forma de
presentación, tal que si estas son positivas, se incrementa o al
menos se mantiene el comportamiento violento (Dodge &
Schwartz, 1997); además, la ocurrencia de conductas violentas y
las consecuencias asociadas se matizan con aspectos de la víctima
y del agresor como la edad, el sexo, la personalidad, la percepción
del soporte social y emocional, y las características situacionales
presentes en la manifestación de una conducta violenta (Juárez,
2003).

1.4.3. Factores del contexto social inmediato


En los ámbitos donde crecen los niños y los adolescentes se ha
naturalizado la violencia y los medios coercitivos, punitivos y
agresivos en la interacción como una forma de disciplinar, de
defenderse y de poner límites (Potocnjak, Berger, & Tomicic, 2011),
en relación con las variables políticas, históricas y culturales; según
Chaux (2003), la mayoría de niños y adolescentes que no aprenden
a resolver conflictos de manera pacífica se inclinan hacia el
aislamiento y evitación de situaciones sociales (asumiendo una
condición de vulnerabilidad), o buscan la forma de imponer sus ob-
jetivos sin importar el mecanismo (en calidad de posibles
victimarios).

El ejercicio de conductas antisociales está determinado por la


interacción de las características intrínsecas del individuo con las
influencias provenientes de los diferentes grupos humanos. En
consonancia con ello, la familia es quizás el mayor proveedor de

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modelos conductuales violentos (Muñoz, 2004), en tanto dichas
familias presenten fallas en el establecimiento de pautas de
comportamiento, bajo nivel de interacciones positivas, pobre
supervisión parental y ejercicio de la autoridad inadecuado
(coercitivo o inconsistente), todas situaciones relacionadas con
déficits en habilidades sociales y de resolución de conflictos, así
como un manejo emocional inadecuado (Estévez, et al., 2006); la
calidad de las relaciones es fundamental, ya que la percepción de
falta de apoyo, y la ausencia de comunicación asertiva influyen
negativamente en las relaciones que posteriormente establece el
adolescente predisponiéndolo a asumir conductas violentas.

De igual manera, se presume que las instituciones educativas


donde existe una organización precaria, con alta rotación docente
y con poca participación de los padres en el proceso educativo
suelen registrar mayores niveles de violencia en sus estudiantes
(Justicia et al., 2006). Aspectos como los modelos negativos del
profesorado, las expectativas del estudiantado particularmente
bajas o muy altas e insatisfechas, un sistema de solución de
conflictos inadecuado y una enseñanza no motivadora para los
alumnos pueden incidir en unos vínculos débiles de parte del joven
hacia la institución, aumentando la probabilidad de la aparición de
conductas violentas (Gómez et al., 2007). Así mismo, muchas
veces no se incurre en una confrontación directa, sino que se envía
a la contraparte varios mensajes con un elevado contenido de
violencia simbólica (Sato, 2010).

1.4.4. Factores estructurales

En los análisis de la situación en salud se concluye que la


ocurrencia de un acto violento es solo “la punta del iceberg”, pues
más allá de esto existen unos determinantes que se manifiestan
(muchas veces de manera negativa) en la salud mental de la
población. La violencia no es ajena a los determinantes
estructurales, pues toma diversas formas de expresión de acuerdo
con los lugares, las situaciones y los sujetos implicados. Por esto,
para comprender cualquier comportamiento violento en general, se
parte de las interacciones existentes entre individuos (con sus
particularidades biológicas y psicológicas) en un contexto producto
de las condiciones estructurales de la historia y la sociedad (López,
2006).

Es durante la evolución de las civilizaciones y sociedades que


(paradójicamente) a través del uso del lenguaje y de las armas se
pone límites a los impulsos agresivos para garantizar el respeto a
la vida y bienestar de los grupos. Son ejemplos de ello civilizaciones
como la griega o la romana que protegen a sus ciudadanos a partir

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de la divulgación y ejercicio de los derechos del conquistado, las
religiones judeo- cristianas (priorizando el sentimiento de culpa en
el comportamiento humano como método de control) y la revolución
francesa (donde se declara la libertad e igualdad en derechos y
deberes de cada individuo), entre otros movimientos históricos.
Pero dichos ejemplos tienen en común que dependen más del
contexto social e histórico (De Waal, 2000), que de patrones
filogenéticos de la especie.

1.5. Violencia en Latinoamérica

La criminalidad y la violencia, en particular el crimen violento, son


generalizados en América Latina y el Caribe, que ostenta la nada
envidiable distinción de ser la región más violenta del mundo, con 23,9
homicidios por cada 100,000 habitantes en 2012, comparado con 9,4 de
Africa, 4,4 de América del Norte, 2,9 de Europa y 2,7 de Asia.

La magnitud del problema es abrumadora y obstinadamente persistente.


La región alberga apenas 8% de la población mundial pero concentra
37% de los homicidios. Cifras de 2013 muestran que ocho de los 10
países más violentos del mundo están ubicados en la región y también
42 de las 50 ciudades más violentas, lo que incluye a las 16 que están
en el más alto rango de violencia, Cada 15 minutos, al menos cuatro
personas son víctimas de homicidio en la región.

Hace décadas que los países de América Latina y el Caribe lidian con
niveles sostenidos de elevada violencia. En los últimos 15 años, la tasa
de homicidio se situó en alrededor de 24 por cada 100.000 habitantes y
si bien la tendencia declinó levemente en la primera mitad de la década
de 2000, el deterioro de la situación en América Central revirtió los
avances. No es casual que el número de latinoamericanos que
mencionan al crimen como su mayor preocupación se haya triplicado en
estos años. Los efectos de la violencia están generalizados en todas las
sociedades de la región: las personas se retraen, se ocultan detrás de
sus puertas y evitan los espacios públicos, lo que debilita los lazos
interpersonales y sociales que unen a las comunidades.

El historial regional de altas tasas de homicidio, así como el reciente


repunte de la violencia, contrastan notablemente con los significativos
avances sociales logrados en la última década por la región. Entre 2003
y 2011, los países de América Latina y el Caribe mostraron avances
importantes hacia una mayor equidad social, lo que se reflejó en una
considerable reducción de la pobreza, de 45% a 25%, pero también en
una menor desigualdad en el ingreso y una creciente clase media. Este
contraste entre una violencia que aumenta y una equidad social que
mejora notablemente hace evidente lo complejo de la relación entre el
desarrollo económico y la criminalidad y violencia.

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El crimen y la violencia en la región de América Latina y el Caribe (ALC)
son omnipresentes y costosos—en especial los delitos violentos. ALC
ostenta la poco envidiable distinción de ser la región más violenta del
mundo, con 23,9 homicidios por cada 100,000 habitantes en 2012,
comparado con 9,7, 4,4, 2,7 y 2,9 para África, América del Norte, Asia y
Europa, respectivamente.

La magnitud del problema es abrumadora y obstinadamente persistente.


ALC representa apenas el 8 por ciento de la población mundial, pero el
37 por ciento de los homicidios a nivel mundial (el mapa O.1 ilustra el
punto de manera dramática, presentando un cartograma donde el
tamaño de un país es proporcional a su tasa de homicidios). Ocho de los
diez países más violentos del mundo se encuentran en ALC. En 2013, de
las 50 ciudades más violentas del mundo, 42 se encontraban en la región,
incluidas las 16 más violentas. La tasa de crecimiento anual de
homicidios (3,7 por ciento) superó drásticamente a la de crecimiento
poblacional (1,15 por ciento) entre 2005 y 2012. Solamente en 2012,
145.759 personas fueron víctimas de homicidio en ALC,
correspondientes a 400,44 homicidios por día y 4,17 homicidios cada 15
minutos.

Ocho países superan el nivel de violencia definido por la Organización


Mundial de la Salud (OMS) como de “conflicto” (30 homicidios por cada
100.000), en tanto Honduras y la República Bolivariana de Venezuela
experimentan tasas increíbles de 90 y 54, respectivamente. Estas cifras
están muy por encima de cualquier país de África, algunos de los cuales
se encontraban en medio de una guerra civil. En 2012, apenas Lesoto y
Sudáfrica registraron tasas de homicidio por encima del umbral de
conflicto (38,0 y 33,8 homicidios por cada 100.000, respectivamente),
Desafortunadamente, el nivel de violencia “endémica”, definido por la
OMS como 10 homicidios por cada 100.000, parece ser la norma en la
región de ALC, con apenas diez países por debajo de este umbral.1, 2

No es un fenómeno reciente en la región, la cual ha venido registrando


niveles elevados y persistentes de violencia desde hace varias décadas
(ver figura O.1). En los últimos 15 años, la tasa de homicidios se mantuvo
obstinadamente en un promedio de 24 homicidios por cada 100.000
habitantes. La tendencia comenzó a decaer levemente en la primera
mitad de la década del 2000; sin embargo, con el deterioro de la situación
en América Central, esos avances fueron revertidos.

1.5.1. Violencia en el Perú

La toma de conciencia sobre la violencia como problema social y


de salud en el Perú se inició a partir del conflicto interno terrorista
de 1980 al 2000, cuando dos grupos de extrema izquierda,

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Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru (MRTA) irrumpieron en el escenario nacional
desconociendo el orden constitucional establecido, utilizando
diversas formas de intimidación y muerte, tales como acciones
armadas, genocidios, sabotajes, aniquilamientos selectivos,
masacres, torturas, exilio forzado, explosión de bombas,
apagones por destrucción de torres de alta tensión eléctrica,
paros armados, cautiverio, esclavización de comunidades e
intimidación colectiva, entre otros.

Finalizado el conflicto en el año 2000 por la acción de las Fuerzas


Armadas, que también cometieron excesos, en el gobierno
transitorio presidido por el Dr. Valentín Paniagua Corazao, se
formó la denominada Comisión de la Verdad y Reconciliación
(CVR) para estudiar e informar sobre la magnitud y
consecuencias de las dos décadas de actividad terrorista. El 28
de agosto del 2003, la CVR hizo entrega oficial del Informe Final
de sus actividades al gobierno del Dr. Alejandro Toledo (1).

La CVR formuló un Plan Integral de Reparaciones, que fijaba


como objetivo general “Reparar y compensar la violación de los
derechos humanos, así como las pérdidas y daños sociales,
morales y materiales sufridos por las víctimas como resultado del
conflicto armado interno”, organizado en seis programas
complementarios no excluyentes, consistente en reparaciones
simbólicas, reparaciones en salud, reparaciones en educación,
restitución de derechos, reparaciones económicas y reparaciones
colectivas.
El objetivo de las Reparaciones en Salud estuvo orientado a la
recuperación de la salud mental y física, recons titución de las
redes de soporte social y el fortalecimiento de las capacidades
para el desarrollo personal y social. Las Líneas de Acción
comprendían: capacitación, recuperación integral desde la
intervención comunitaria, recuperación integral desde la
intervención clínica, acceso a la salud y promoción de la salud.

2. Violencia Política

2.1. Definición de violencia política

La violencia política suponía una alteración de la "normalidad"; por muy


injusta e ilegítima que ésta fuera; una alteración de la vida política
cotidiana provocada por la reacción de algunos grupos contra las

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autoridades. En los tiempos que corren, esta visión debe ser enriquecida
con nuevos elementos: de entre ellos, dos me parecen especialmente
remarcables. Uno es la consideración de ciertas actuaciones del Estado
como `violencia' ejercida de forma continua y sistemática. Otro es la
creciente participación de masas, de amplios sectores sociales, e incluso
de ciudadanos conscientes y responsables, en la comisión de
demostraciones y actos violentos
(CAMERON, 1970; y WELLS, 1970).

A diferencia de la acepción «violencia colectiva», la violencia política


tiene más definido su campo semántico: la acción violenta de grupos
organizados para modificar la estructura de poder, su distribución o la
forma en que se ejerce. Se habla de violencia política cuando se puede
atribuir a sus protagonistas un propósito relacionado con el poder y con
sus principales protagonistas políticos: partidos, organizaciones,
gobiernos o instituciones. Es una etiqueta cómoda para el analista
independiente porque permite agrupar en un mismo concepto
comportamientos dañinos de quienes detentan el poder y también de
quienes aspiran a controlarlo o debilitarlo. Violencia política sería la
ejercida por el Estado contra sus súbditos o contra quienes se rebelan
ante su autoridad y también la que emplean quienes se oponen a este
poder ya sean «militares sediciosos», «organizaciones revolucionarias»,
«grupos terroristas» o «mercenarios pagados para derrocar un
gobierno».

Pese a permitir agrupar distintas formas de agresión vinculadas al poder


sin necesidad de emplear, a priori, etiquetas con fuerte carga valorativa
(terrorismo, traición, sedición, represión) el uso del término ‘político’ no
es en absoluto inocuo ni unánimemente aceptado porque, a pesar de que
parece un lugar común afirmar que la etiqueta «política» está
desprestigiada, únicamente quienes detentan el poder se resisten a
definir el uso de la fuerza que ejercen para mantener el orden y el statu
quo como «violencia política», mientras que quienes aspiran a
controlarlo, limitarlo o tomarlo se abrazan a la etiqueta como forma de
ganar legitimidad y dar valor añadido a sus actos violentos descritos por
sus oponentes con términos como «terrorismo», «fanatismo», «intereses
particulares inconfesables», «comportamientos mafiosos», etc.

Si la etiqueta «violencia colectiva» tiende a sustituir en los últimos años


a la de «violencia política» para describir de forma menos polémica
cualquier tipo de acción dañina de grupos organizados o no, se debe en
gran parte a las relaciones del concepto violencia política con las
estructuras de poder, con la legitimidad del ejercicio de la coerción y con
la institucionalización derivada de la propia acción violenta.

Casi todos los autores consultados se inclinan por esta postura, y definen
la violencia política como "una violación de derechos" (WADE, 1971; y

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PERRY, 1970, 9), como una "violación de la personalidad" (GARVER,
1968), o como una "violación intencionada de ciertas reglas morales"
(GERT, 1969). J. M. Cameron establece también una conexión necesaria
y estable entre violencia y daño: "un visitante de Marte sería incapaz de
entender la violencia si la considerase un término neutral descriptivo;
sería incapaz de distinguir la tortura física de una operación quirúrgica"
(CAMERON, 1970, 24). John Lawrence define la violencia como "la clase
de acciones que resultan, o se pretende que resulten, en serio daño a la
vida o a sus condiciones materiales"; en esta conceptualización, el
significado de `daño' depende de un juicio normativo sobre qué es el
bienestar de otra persona (LAWRENCE, 1970, 35)
2.2. Formas de Violencia Política

2.2.1. La violencia militar:


Según el Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia, “existe un
conflicto armado cada vez que se recurre a la fuerza armada entre
Estados o se desarrolla un conflicto armado prolongado entre las
autoridades gubernamentales y grupos armados organizados o entre
tales grupos en el seno de un Estado” (Fiscal c/ Dusko Tadic, Caso No.
IT-94-1-AR72, Fallo relativo al recurso de excepción prejudicial de
incompetencia presentado por la defensa, 2 de octubre de 1995 (Sala de
Apelaciones del TPIY), párrafo 70). En la mayoría de los países, las
operaciones militares son conducidas por las fuerzas armadas. Sin
embargo, también pueden participar en ellas las fuerzas policiales o de
seguridad, pero, en tales casos, esas fuerzas mantienen la
responsabilidad de mantener el orden. En tanto que el derecho interno y
el derecho internacional de los derechos humanos son aplicables (con
posibles suspensiones) tanto en tiempo de paz como de conflicto
armado, el derecho de los conflictos armados se aplica exclusivamente
durante los conflictos armados, sean internacionales o no
internacionales (aparte de las medidas preparatorias y de aplicación,
aplicables en tiempo de paz). El derecho de los conflictos armados
protege a las víctimas de los conflictos y regula la conducción de las
hostilidades. Como se ha explicado precedentemente, no se permiten
suspensiones de derechos en el marco del derecho de los conflictos
armados, puesto que esta rama del derecho fue concebida, desde el
principio, para aplicarla en situaciones extremas. (Roja, 1996)
Casos
 Violencia y autoritarismo en el Perú: bajo la sombra de
Sendero y la dictadura de Fujimori

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2.2.2. El terrorismo
El terrorismo es el uso de la fuerza o la violencia contra las personas o
los bienes materiales en violación de las leyes penales, con fines de
intimidación, coerción o petición de dinero de rescate. Los terroristas a
menudo utilizan amenazas para:
• Crear temor entre el público.
• Tratar de convencer a los ciudadanos de que su gobierno no puede
prevenir el terrorismo.
• Obtener publicidad inmediata para sus causas. Los actos de
terrorismo varían desde amenazas de terrorismo, asesinatos,
secuestros, piratería aérea, amenazas de bomba, detonaciones de
bombas y ataques cibernéticos (en computadoras) hasta el uso de
armas químicas, biológicas, nucleares y radiológicas. Las instalaciones
militares y del gobierno civil, los aeropuertos internacionales, las grandes
ciudades y los monumentos o edificios famosos constituyen algunos de
los objetivos de alto riesgo para actos terroristas. Los terroristas también
podrían atacar lugares donde hay grandes concentraciones del público,
los suministros de agua y alimentos, los servicios públicos y los centros
corporativos. También pueden crear pánico enviando explosivos o
agentes químicos o biológicos a través del correo. En el área inmediata
de un ataque terrorista, tendrá que depender de la policía, los bomberos
y otros funcionarios para que le den instrucciones. No obstante, puede
prepararse de la misma manera en que se prepararía para otros
desastres o crisis. Los siguientes son lineamientos generales:
• Esté atento a sus alrededores.
• Muévase o váyase si se siente incómodo o si tiene la sensación de que
algo no está bien.
• Tome precauciones al viajar. Esté atento a cualquier comportamiento
llamativo o fuera de lo común. No acepte paquetes de extraños. No deje
solo su equipaje.
El comportamiento fuera de lo común, los paquetes sospechosos o
abandonados y los artefactos extraños deben reportarse de inmediato a
la policía o al personal de seguridad.
• Conozca dónde están las salidas de emergencia en los edificios que
usted frecuenta. Planee cómo salir en caso de emergencia.
• Prepárese para prescindir de los servicios que normalmente utiliza:
electricidad, teléfono, gas natural, bombas de gasolina, cajas
registradoras, cajeros automáticos y transacciones por Internet.
Información general sobre el terrorismo ¿Está listo? 4.1 149 Terrorismo
• Colabore con los propietarios del edificio para garantizar que los
siguientes artículos se encuentren en cada piso del edificio: - Radio

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portátil de pilas y pilas adicionales. - Varias linternas y pilas adicionales.
- Botiquín y manual de primeros auxilios. - Cascos y mascarillas para el
polvo. - Cinta fluorescente para acordonar áreas
Casos
 LA VIOLENCIA TERRORISTA EN EL PERÚ, SENDERO
LUMINOSO

2.3. Clases de Violencia Política


 Genocidio, o destrucción deliberada y sistemática, en todo
o en parte, de una etnia, raza, religión o grupo nacional.
Por ejemplo, el Genocidio armenio
 Violaciones de los derechos humanos, reconocidos en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de los
países inscritos en la ONU, como la esclavitud, la violencia
de género, la discriminación racial, el acoso, etcétera
 Guerras de distinto tipo.
 Violencia policial y también paramilitar (Tonton Macoutes,
etc..) u organizada (Ku-Klux-Klan).
 Hambre, por ejemplo, la hambruna decretada por Stalin
para exterminar a siete millones de ucranianos.
 Insurgencia, guerrilla, guerrilla urbana o rebeldía violenta
de los nativos de un país contra su Gobierno o forma
política.
 Contrainsurgencia, o represión violenta de la insurgencia
por parte del estado, también llamado Terrorismo de
estado, recurriendo a procedimientos como el asesinato
político o la ejecución extrajudicial o secuestro o
encarcelamiento extrajudicial o por orden reservada.
 Terrorismo, en realidad una forma de insurgencia.
 Tortura
 Pena de muerte o capital.
 Migraciones forzosas, Desplazados internos y refugiados.
 Lavado de cerebro o "Reeducación política" (Paul
Hollander, 2008.)

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2.4. Violencia Política en el Perú

La CVR señaló que el conflicto había cobrado 69 280 muertes y


desapariciones, 75% de los cuales eran hablantes de lenguas nativas,
79% campesinos, 56% dedicados a actividades agropecuarias, 68% con
educación primaria o menor; quedaron 20 000 viudas, 40 000 huérfanos,
435 comunidades fueron arrasadas, sinnúmero de desplazados, 1,5 a 2
millones de afectados directamente y, al final, mayor pobreza.

La actividad del PPCAIVV, sin embargo, no se ha limitado a la violencia


política, sino también a otros tipos de violencia que se incrementaron a
partir de la época del terrorismo. En este trabajo, se hará inicialmente
referencia a las formas de violencia tratadas con mayor frecuencia, como
la autoinfligida, la familiar ejercida principalmente contra las mujeres, los
niños y al adulto mayor, para luego destacar otras formas de violencia
emergentes que se han iniciado o intensificado en el Perú en años
recientes, con el objetivo de proveer una visión global y actualizada de
todos los tipos de violencia que se están produciendo en el Perú. Con
esta finalidad es, así mismo, necesario recordar la definición de violencia
propugnada por la OMS como “El uso deliberado de la fuerza física o el
poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra
persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos,
trastornos del desarrollo o privaciones.

2.5. Antecedentes de Violencia Política en el Perú


 Formó en Ayacucho y Lima entre 1970-1980.
 Fue conformado por profesores, estudiantes y campesinos
 Objetivo: Tomar el poder a través de la lucha armada: «Guerra
Popular»
 Nombre: Slogan «por el Luminoso Sendero de Mariátegui»
 Apareció: 17 de mayo de 1980 en el pueblo de Chuschi, Cangallo,
Ayacucho

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Conclusiones
La violencia política es la manifestación social del desorden que existe en una
sociedad, pero no es buena porque daña la democracia, crea resentimiento
entre la población y El Estado, como es el caso de Latinoamérica donde
existen muchos casos de violencia política tanto en el pasado como en la
actualidad, El Estado peruano no es ajeno a estos acontecimientos ya que
gracias al terrorismo que surgió en el siglo pasado se vivió una época de
inestabilidad en los diferentes aspectos como son político, social, económico,
laboral y principal mente de seguridad.

Bibliografía
OMS. (2002). Informe mundial sobre la violencia y salud Sinopsis. Informe
mundial sobre la violencia y salud, 1-12.
OPS-OMS. (2003). Informe Mundial Sobre la Violencia y la Salud. Informe
Mundial Sobre la Violencia y la Salud, 6.
Paul Hollander. ( 2008.). Political Violence:. Londres: Palgrave Macmillan.
Roja, C. I. (1996). Violencia y Uso De La Fuerza. Ginebra: Stringer.
World Health Organization. (2014). Global Status Report on Violence
Prevention 2014. Geneva: WHO Library Cataloguing-in-Publication Data.
Violencia política-victor Condori

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