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Qué es el nervio óptico y cómo funciona

El nervio óptico es el encargado de enviar las señales que percibe el ojo hasta nuestro cerebro.
El cerebro se encargará después de interpretar estas señales procedentes de estímulos externos
para conformar la imagen mental de aquello que estamos viendo.

El nervio óptico está compuesto por aproximadamente 1,2 millones de axones, procedentes de
las células ganglionares de la retina, que se unen como un ramillete en la parte más posterior
del globo ocular. En la retina, la capa más interna del globo ocular, hay unas células llamadas
fotorreceptores, que transforman la percepción de la luz en impulsos eléctricos que viajan por el
nervio óptico. Los conos son los fotorreceptores que nos permiten ver los colores, y los
bastones se encargan de apreciar las formas en condiciones de baja luminosidad.

Estos haces nerviosos van acompañado de vasos sanguíneos que lo nutren y de tejido de glial
de soporte. Al salir del globo ocular el nervio óptico es cubierto por las vainas meníngeas y el
líquido cefalorraquídeo, que lo acompañan en su trayecto por el sistema nervioso central.

La longitud total de este nervio es de aproximadamente 5 centímetros.

Así, este componente del ojo es fundamental para la visión, ya que, aunque el globo ocular y
todas las partes que lo componen estén en perfecto estado (la córnea, el iris, el cristalino, el
humor vítreo, la retina), si se produce una lesión en el nervio óptico, dejará de transmitirse la
información al cerebro y no seremos capaces de percibir imágenes.

El tejido nervioso no se reproduce ni se regenera, por lo que si mueren las fibras del nervio
óptico la pérdida de visión será irreversible.

Una causa muy frecuente de lesión del nervio óptico es el glaucoma, una enfermedad en la que
se mueren las fibras del nervio óptico por el aumento de la presión del ojo, lo que ocasiona que
la visión se vuelva opaca y se reduzca el campo visual pudiendo llevar a la ceguera.

Otra causa de pérdida de visión grave es la neuropatía óptica isquémica, la muerte de haces del
nervio óptico por falta de riego, por una deficiencia en el flujo sanguíneo. El nervio óptico
también puede dañarse por enfermedades del sistema nervioso central (esclerosis múltiple,
tumores, vasculitis), tóxicos, exposición a radiación, herencia, fármacos y como resultado de un
traumatismo.
Punto ciego

1.- La retina es el tejido nervioso que recubre la parte posterior del ojo.
Sobre ella se forman las imágenes que nos dan la sensación de visión.
Está constituida por unas células especialmente sensibles a la luz
denominadas conos y bastoncillos. La retina está conectada al cerebro
por medio del nervio óptico. El punto en el que este se une a la retina se
denomina punto ciego por carecer de células fotosensibles.
Normalmente no percibimos el punto ciego ya que al ver un objeto con
ambos ojos la parte del mismo que incide sobre el punto ciego de uno de
ellos, incide sobre una zona sensible del otro. Si cerramos un ojo
tampoco seremos conscientes de la existencia del punto ciego debido a
que el cerebro normalmente nos engaña y completa la parte que falta de
la imagen. Esta es la razón de que no fuese conocida la existencia del
punto ciego hasta el siglo XVII.

2.- En todo ojo humano hay un punto ciego debido a que hay una zona de la
retina en la que no hay células sensibles a la luz. Esto se traduce en que siempre
ante nosotros hay una parte del espacio que no vemos. Lo absolutamente
sorprendente es que no somos conscientes de su existencia. Un fenómeno similar
se da con nuestra nariz.

El test en la imagen inferior está diseñado para revelar ese punto ciego. Para ello
cierre su ojo izquierdo, coloque su ojo derecho a unos 50 centímetros (dos
palmos) del rombo negro y mire el rombo con atención. Variando ligeramente la
distancia a la pantalla podrá comprobar (con cierto susto) que cuando se
encuentre usted a cierta distancia de la pantalla el círculo negro desaparece de su
campo visual.
Si hace el test con calma incluso podrá apreciar la
desaparición parcial del círculo a medida que se acerca y
aleja de la pantalla como si se tratara de crecientes y
menguantes lunares. La desaparición del círculo no
depende de las características del fondo, como puede
comprobar repitiendo el test con la figura siguiente.
La siguiente figura ilustra la sección horizontal de un ojo
derecho humano visto desde arriba (es decir que la nariz
queda abajo). El conjunto de la córnea (parte externa del
ojo en contacto con el aire) y el cristalino (lente interna del
ojo) forma imagen de lo que vemos en la retina (pared
posterior del ojo) que es donde están las células sensibles a
la luz, salvo en el punto ciego, que está ocupada por el
nervio óptico.

Si el círculo desaparece cuando el ojo está a unos 50 cm del


rombo, y teniendo en cuenta que la distancia del rombo al
círculo es de unos 10 cm tenemos que la zona invisible está
a unos 11º de la dirección frontal, es decir muy cerca de la
dirección en que miramos. Si el diámetro del ojo son unos
20 mm el punto ciego se encontrará a unos 4 mm del centro
de la retina. Estimando que el nervio óptico ocupe unos 1.5
mm la zona invisible se extendería unos 4º. Es un tamaño
nada despreciable. Por ejemplo la Luna ocupa medio grado,
con lo que en la zona invisible caben 8 Lunas a la vez. No
obstante una medida apresurada determinando las
distancias a la pantalla a la que deja de verse el círculo y
vuelve a verse otra vez (entre 50 y 60 cm) me da un valor
algo menor, del orden de 2º.

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