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Cada una de esas dos listas conformó una boleta y de ahí, un comité de selección,
de 12 miembros, votó por los que creía que deberían ser exaltados al Salón de la
Fama. La selección se hizo en una reunión en Tampa, Florida, el 27 de febrero del
2006. Los elegidos fueron exaltados en julio 30 del 2006, junto a los seleccionados
por la Asociación de Cronista de Béisbol de América.
No había límite en el número de jugadores que podían ser elegidos para el templo
de Cooperstown entre los integrantes de las dos listas. Cada integrante del comité
de selección tenía dos opciones para elegir un jugador: Sí y No. Un jugador era
elegido si conseguía el 75% de los votos Sí de los miembros del comité.
El número mágico, del que nadie hablaba era 9 ya que ese era el 75% de 12 que
eran los integrantes del comité. En otras palabras: quien tuviera más de 3 votos
No, no entraría y por ende, el cuarto voto se convirtió en la fatídica “bola negra”.
Pero también dijimos que, de los 39 jugadores nombrados en las dos listas, 26
habían jugado en Cuba. O sea, casi el 70%. Y, además dijimos y, esto es mucho
más importante, que los 18 jugadores que ya estaban en el Salón de la Fama y
que, habían entrado a través de las Ligas Negras, todos habían jugado en Cuba.
También dijimos que haríamos varios artículos sobre el tema de las Ligas Negras
de EE UU y sus vasos comunicantes con nuestro béisbol y, este es el segundo
escrito de la serie y hoy vamos a tratar de los jugadores de EE UU, pertenecientes
al béisbol negro de este país que jugaron en Cuba y como veremos, algunos son
tan parte de nuestra pelota como de las Ligas Negras de su nación de origen.
En realidad, el béisbol cubano está tan conectado con el desarrollo del béisbol
negro en EE UU o sea, la Liga Cubana y las Ligas Negras que cada una ocupa un
importante capítulo en la historia de la otra.
Como siempre, no hay nada más esclarecedor del presente como irse a estudiar
el pasado.
Sabemos que los cubanos estaban ya jugando pelota 30 años antes de que el
Maine volara en la bahía de La Habana. Por otra parte, los soldados americanos
estaban practicando el deporte desde la Guerra Civil. Así que es seguro que esos
soldados jugaran béisbol en Cuba y que gran parte de esos jugadores fueran de la
raza negra ya que, un gran número de las tropas enviadas a Cuba eran de esa
raza. Esto basado en las creencias, en el Siglo XIX, de las autoridades de
ocupación, de que soportaban mejor el calor tropical.
El equipo Cuban Giants fue tan exitoso en EE UU, que varios equipos se
formaron, imitando el nombre de los Cuban Giants. Uno de los más exitosos fue el
de Cuban X Giants que visitó la isla en la primavera de 1900.
Hay que aclarar que ninguno de los jugadores o ejecutivos de los Giants o X
Giants eran cubanos o tenían nada que ver con Cuba. Usaban el nombre como un
arma de mercadeo. Esto demuestra que la palabra Cuba ya se asociaba con
béisbol, a finales del Siglo XIX y rendía dividendos.
Desde el viaje de los Cuban X Giants, otros equipos, particularmente los Gigantes
de Philadelphia habían viajado a Cuba pero, en esa época los jugadores
comenzaron a venir a Cuba no para jugar en contra de los cubanos sino para jugar
con los equipos cubanos y quedarse en Cuba, durante la temporada de invierno,
cada año.
Al año siguiente, en 1908, visitó la isla el primer equipo de Grandes Ligas, los
Rojos del Cincinnati para jugar un torneo de 4 equipos. También vino el equipo
Brooklyn Royal Giants, un poderoso equipo de las Ligas Negras. Y, ese fue el
torneo donde José de la Caridad Méndez le propinó 25 escones seguidos al
Cincinnati, eso, como parte de 44 innings consecutivos en el torneo, sin permitir
carreras.
Esos años echaron los cimientos de una simbiosis entre las Ligas Cubanas y las
Ligas Negras de EE UU que le abrió las puertas de nuestro béisbol a una serie de
jugadores que reforzaron cada uno de nuestros equipos, cada año, ayudando
nuestro pasatiempo a elevarse para ocupar un nivel, en todo el mundo, segundo
solo del de Grandes Ligas.
Willie Mays. Subido en 1979, que firmó con el Almendares, se lesionó un tobillo y
tuvo que ver los juegos desde la barrera con el uniforme de los alacranes. Y el
lanzador Bullet Rogan, escogido en 1998 que lanzó para el Almendares en 1924
con un promedio de 9-4 a pesar que ese año le tenía que haber lanzado a la
toletería del Santa Clara.
Y, para nuestros oyentes jóvenes, no crean que los únicos peloteros de EE UU,
que iban a jugar con equipos cubanos eran los de raza negra, tantos o más
peloteros de la raza blanca, procedentes de EE UU fueron a reforzar las novenas
cubanas. Y, también varios de ellos, llegaron al Salón de la Fama.
Como es el caso del mago de la 3ra. Base, Brooks Robinson, escogido para
Cooperstown en 1983; que jugó con el Cienfuegos, 2ª base en 1954, el nudillista
de los Rojos del Habana, Hoyt Wilhelm subido al Salón en 1985; el lanzador de los
Tigres del Marianao, Jim Bunning, elevado en 1996 y hoy Senador de EE UU y
además, el popular manager de los Dodgers Tom Lasorda inmortalizado en 1997 y
que fuera lanzador del Almendares y del Marianao.
Pero este artículo está dedicado a los jugadores de raza negra, procedente de
este país que jugaron en Cuba en ese período y, también hay cientos de ellos. Y,
aunque no es fácil catalogarlos a todos por lo incompleto de las estadísticas, ya yo
tengo identificados a mas de 200, la mayoría de ellos con sus años de servicio en
nuestra patria, numeritos y equipos en que militaban y, seguiré buscando.
NY Cubans
Eso llevó, como era de esperar, a varias confrontaciones. Una de las más
recordadas sucedió cuando Adolfo Luque, en el montículo por los Rojos del
Cicinnati, oyó a Casey Stengel gritándole desde el banco de los Gigantes y,
abandonando la goma corrió hasta el banco de los Gigantes y le propinó un
puñetazo a Stengel en la mandíbula. Ese incidente ha pasado a la historia como el
piñazo de Luque o, el piñazo de Stengel dependiendo si de dar o recibir se trata.
Stengel adquirió fama mas tarde como manager de los Yankees y está en el
Salón de la Fama pero, el piñazo de Papá Montero se lo llevó de recuerdo.
Había también, a comienzos de siglo, varios equipos profesionales cubanos en EE
UU, integrados por jugadores cubanos de la raza blanca como era el caso de
los Long Branch Cubans, organizados por el empresario cubano de New Jersey,
Dr. Antonio Hernández y que jugaban en la Liga Estatal de New Jersey- New
York. En ese equipo jugó Ricardo Torres, el padre de Gilberto Torres; también
José Acosta y Miguel Ángel González.
Pero, aunque en EE UU funcionaban varios equipos cubanos de distintos niveles y
multirraciales, hoy estamos reseñando la actuación de los cubanos en las Ligas
Negras en sus distintas fases y capacidades.
Sería imposible relatar la actuación de todos los cubanos que participaron en las
llamadas Negro Leagues, al igual que con los norteamericanos que jugaron en
Cuba, son cientos y tenemos una lista parcial de mas de 200. Así que vamos a
revisar tres criterios que han sido compilados, no por nosotros, sino por el Salón
de la Fama, por el Comité de Negro Leagues, por el Comité de Veteranos y por
historiadores del deporte.
Los tres criterios son: Los integrantes de los equipos todos estrellas para el cuarto
de siglo, medio siglo y toda la historia de las Ligas Negras; los integrantes de los
equipos todos estrellas de las Negro Leagues, cada año, desde 1935 a 1950 y los
equipos cubanos en las Ligas Negras reconocidos por American Negro League.
En las dos primeras categorías nos referiremos solamente a los cubanos,
naturalmente.
Vamos a ver los cubanos que participaron en los Juegos de Estrellas de las
Ligas Negras desde 1935 al 1950. El juego se celebraba entre jugadores
procedentes de equipos del Este de EE UU contra equipos del Oeste. Similar al
Juego de las Estrellas entre la Liga Americana y la Nacional en las Grandes Ligas.
No hubo Juego de Estrellas en cada año.
1935 / Martín Dihigo, Alejandro Oms y Luis Tiant, todos del N. Y. Cubans
(East)
1940 / Alejandro Crespo, Silvino Ruiz, del N.Y. Cubans (East)
1942 / Heberto Blanco N.Y. Cubans (East)
1945 / Rogelio Linares y Martin Dihigo N.Y. Cubans (East)
1946 /Silvio García y Pedro Díaz N.Y Cubans (East)
1947 / Silvio García, Claro Duany, Orestes Miñoso y Luis Tian de los N.Y.
Cubans (East) y José Colás de los Memphis Re Sox (West)
1948 / Orestes Miñoso N. Y. Cubans (East)
1949 / Pedro Díaz de los N.Y. Cuban (East) y Orlando Varona y Pedro
Formental de los Memphis Red Sox (West)
1950 / Rene Gonzalez, Pedro Díaz y Raúl Galata N. Y. Cubans (East)
Hubo numerosos equipos cubanos en el béisbol de las Negro Leagues y lo que se
conoce como las Pre Negro League pero, algunos eran cubanos en nombre pero
no eran propiedad de cubanos, dirigidos por cubanos o integrados por jugadores
cubanos. El Comité de Ligas Negras de EE UU reconoce los siguientes equipos
cubanos como parte de su béisbol.
Orestes Miños
Los New York Cubans eran de Alejandro Pompez el cual los llevó a 3 Series
mundiales de Ligas Negras ganando la Serie en 1947 con la participación, entre
otros, de Orestes Miñoso. Como hemos dicho, tanto Pompez como Miñoso
estaban en la boleta nueva de las Ligas Negras para la elección especial al Salón
de la Fama en Coopertown.
Todos estos equipos que se nombran aquí, no tienen nada que ver con
los Havana Cubans, que jugaron por años en EE UU ni con el equipo de AAA
los Cuban Sugar Kings.
En 1960, la Liga Cubana dejó de traer jugadores del norte, blancos o negros,
dejando de existir al año siguiente. Ese mismo año, 1960 fue el último de la
American Negro League. Las dos Ligas hermanas murieron juntas al desaparecer
su fraternidad.
Leroy Satchel Paige Santo Domingo
La fama de Leroy “Satchel” Paige en la época que lanzo fue tan grande que se
extendio por todo el continente. En una ocasión fue contratado por el Dr. Jose
Enrique Aybar, diputado del elenco de Rafael Leonidas Trujillo para jugar con el
equipo favorito del capricho del dictador. El jugador sepia llego a Santo Domingo
acompañado por Johsua Gibson, otro de los grandes del béisbol negro y
probablemente el mejor receptor en la historia beisbolera.
En el viaje también estuvieron Cool Papa Bell y Harry Williams que también
formaron parte del poderoso trabuco. Era una serie a siete juegos que
determinaría el campeonato nacional. Paige perdió los tres primeros juegos y gano
los tres siguiente a pesar de su débil estomago lo estaba martirizando. El juego
final fue un éxito mas para Leroy, una de las características mas notables de
Paige era su ingenio para producir libretos de aventuras que regalaba
generosamente a los ávidos cronistas deportivos.
Day lanzador y Harvey, guardabosque, con Aguadilla. Irvin y Davis con San Juan y
Mayagüez respectivamente; Pearson con Mayagüez y Doby con San Juan. En la
temporada que Doby jugó con San Juan fue la de 1945-46, donde su equipo se
proclamo campeón, pero ya el había sido llamado por las fuerzas armadas.
Nació el 13 de diciembre de 1924 en Camden, Carolina del Sur. Como segunda
base y fuerte bateador fue una estrella con el "Newark Eagles". En 1946 participó
en el juego de estrellas de las Ligas Negras. En ese año en la temporada bateó
para .341 conectando un cuadrangular menos que los conectados por Joshua
Gibson y Johnny Davis que fueron los líderes.
En 1947 estaba conectando para .414 cuando fue firmado por Bill Veek dueño de
"Los Indios" de Cleveland de las Grandes Ligas. Tenía 23 años. No fue enviado a
las Ligas Menores como fue el caso de Jackie Robinson, ya que Doby pasó
directamente a las Grandes Ligas de las Ligas Negras. La primera vez que jugo
profesional fue en 1942 y lo hizo con el nombre de Larry Walby para seguir
jugando colegial. Fue estrella "All State" en New Jersey en futbol y baloncesto
antes de matricularse en la Universidad de Long Island. Desde 1943 en adelante
jugó con su propio nombre. Los años del '45 y '46 los paso en la Marina y cuando
se licenció, ayudó a "Los Eagles" a ganar el banderín y la Serie Mundial Negra
frente "Los Kansas City Monarchs".
Dos años mas tarde jugó en otra Serie Mundial, esta vez en las Grandes Ligas con
Cleveland. Esto lo convirtió en uno de solo 4 jugadores en jugar en Series
Mundiales de Grandes Ligas y de Ligas Negras. Los otros fueron Monte Irvin,
Willie Mays y Satchel Paige. Asi Doby se convirtió en el primer jugador negro en
jugar en la Liga Americana y segundo en las Grandes Ligas después de Robinson.
En su año de novato con Cleveland, solo bateó para .156, eso fue en 1947.En
1948 fue cambiado de primera a los bosques conectando para .301 en 114 juegos
donde Cleveland derroto a "Los Bravos" de Boston en la Serie Mundial. En la serie
bateó para .318. En las temporadas de 1952 y 1954 fue el Iíder en cuadrangulares
con 32 en cada una de las campanas.
En 1954 fue líder en carreras empujadas con 126. Empujó 100 o más carreras en
cuatro temporadas distintas. Su mejor temporada parece ser la del 1950 donde
bateó para .326 con 25 jonrones y 1 6 2 carreras empujadas. Doby estuvo 13
temporadas en las Grandes Ligas, 10 con Cleveland bateando 253 jonrones y .283
de promedio por vida.
Después de terminar su carrera en las Grandes Ligas Doby jugó en las Ligas
Menores con "Los Padres" de San Diego Triple A de la costa del pácifico y en
Japón. Mas tarde volvió a las Grandes Ligas como "coach" con "Los Expos" de
Montreal, "Los Indios" de Cleveland y "Las Medias Blancas" de Chicago a los
cuales dirigió al final de la temporada de 1978 sustituyendo a Bob Lemon.
Cuando jugó en Puerto Rico con San Juan tenía de compañero a Monte Irvin. Los
fanáticos lo llamaban "Larry Doby y su carnal Monte Irvin". En junio 18 de 2003
murió.
Joshua Gibson El Babe Ruth de las Ligas Negras
Por: Edgardo García - Joshua (Josh) Gibson nació el 11 de diciembre de 1911 en
Buena Vista, Georgia y falleció el 20 de enero de 1947 a causa de una hemorragia
en el cerebro.
Su cuerpo fluctuaba entre las 225 y 235 libras, lanzaba a lo derecho y su posición
era de receptor. Jugó desde el 1930 hasta el 1946 con los equipos Homestead
Grays y Pittsburg Crawfords, luego con Washington, equipos de las Ligas Negras.
Durante muchos años tuvo como compañeros a Buck Leonard y Satchel Paige.
Con Leonard formo la pareja de jonrones más grande de esas ligas parecida a la
pareja de Babe Ruth y Lou Gehrig en las Grandes Ligas con Paige formó la pareja
de "pitcher" y "catcher" más famosa del béisbol negro. Sus hazañas con el bate
fueron fabulosas y legendarias. Su potencia con que le conectaba a la pelota y la
distancia que recorría la misma lo llevaron a ganarse el mote de "el Babe Ruth de
las Ligas Negras".
Gibson hubiera ganado millones de haber jugado en las Grandes Ligas, pero
nunca fue firmado pues murió el mismo año que Robinson rompió "la barrera de
color". Para esa época Bill Dickey, receptor de "Los Yankees" estaba considerado
como el mejor receptor de las Grandes Ligas del béisbol, aún así decían que
Gibson era superior. Shirley Pavich, periodista del Washington Post que vió jugar
a ambos así lo reafirmo en 1941 en su columna.
Desde principio Gibson fue un producto de marca. Asistió a las escuelas públicas
de su pueblo natal antes de asistir a la escuela pre vocacional en Pittsburg para
tomar un curso de electricidad. A los 17 años se casó con Helen Mason que tenía
los mellizos Josh y Helen. Su legendaria carrera comenzó en 1927 con un equipo
semi profesional que después en una ocasión que asistía como espectador a un
juego entre "Los Monarcas", equipos profesionales, Buck Ewing de "Los Grays" se
lesionó uno de sus dedos pulgar. Algunos peloteros de "Los Grays" conocían a
Gibson y lo invitaron a jugar. Como joven tosco y fuerte causó impresión a ambos
equipos por su juego, tanto a los dueños como a los jugadores. Con "Los Grays"
estuvo dos temporadas (1930-31) y pasó en cambio a "Los Pittsburg" Crawfords.
Con este equipo ganó los títulos de jonrones en los años 1932, 34 y 36.
En 1937 regresó de nuevo a "Los Homestead Grays" junto a Buck Leonard. Este
equipo jugaba como locales en los estadios de Grandes Ligas, el "Forbes Field" de
Pittsburg y "Griffith Stadium" de Washington D.C. para los años de 1937 y 1938.
En el 1939 pasaron a llamarse Washington y estuvieron allí hasta 1946. Ese año
de 1947 llegó a la República Dominicana para jugar del equipo Ciudad Trujillo
cuyo dueño era el dictador Rafael Leonidas Trujillo, presidente de la nación
dominicana.
Allí tuvo de compañeros a Satchel Paige y a "Cool Papa Bell". Ese año el equipo
de Trujillo se coronó campeón bajo una guardia armada y este revalidó como
presidente en las elecciones. De Santo Domingo regresó al "Homestead Grays" y
alli continuó donde lo había dejado. Ganó la corona de jonrones con ocho en 1938
bateando .366. Sobre Joshua Gibson su compañero de equipos Buck Leonard
dijo: "Nadie lleva la bola más lejos que Josh", para luego añadir: "no he visto a
nadie sacar la bola del parque en el "Yankee Stadium", pero si vi a Gibson hacerlo
en el "Polo Grounds". Ese día un guardián del parque preguntó: "¿Quien conectó
ese enorme cuadrangular? esa bola recorrió 600 pies del plato". Gibson jugó
también en México, Cuba y en Puerto Rico. En el país azteca con el equipo
Veracruz en 1940 y 1941. Tomando ambos años; pegó 44 "jonrones" y .427 de
promedio. En Cuba dio un "jonrón" de 598 pies, el mas largo en la historia del
béisbol cubano.
Gibson no solo destruyó el "pitcheo" de las ligas de color y el Caribe, sino que lo
hizo contra lanzadores de Grandes Ligas. En juegos de exhibición entre estrellas
negras y estrellas blancas de Grandes Ligas, se enfrento a Dizzy Dean que esta
en el Salón de la Fama y a Johnny Vander Meer, el único en lanzar dos "no hits,
no runs" en forma consecutiva. Ambos en conjunto le pegó 5 cuadrangulares y le
bateó para .426. Monte Irvin famoso jugador de las Ligas Negras que jugó en las
Grandes Ligas y en Puerto Rico y que esta en el Salón de la Fama, narró esta
historia sobre Gibson: "en un juego inaugural en Newark en 1941, entre "Los
Newark Eagles" y "Los Homestead Grays", aquellos iban ganando 2-0 en la
novena entrada con dos "outs". El lanzador Jimmy Hill camino a Sammy Bankhead
y a Buck Leonard. Vino a batear Gibson y Leon Day relevó a Hill pasándole
enseguida dos "strikes". En el próximo lanzamiento Gibson depositó la pelota en
las gradas del bosque central para el triunfo 3-2 ya que "Los Eagles" recibieron
cero en su turno de la novena entrada. Effa Manley, después que terminó el juego
estaba enfadada con la derrota de "Los Eagles" y llamó a Gibson y le dijo: "tu me
has dañado la inauguración, ¿como se sentirán los 22,000 fanáticos que han
asistido al juego?". Manley era la dueña del equipo "Newark Eagles" y Gibson le
contestó: "Manley, durante todos los veranos yo rompo corazones por toda la
nación, si no me lo crees, pregúntele a cualquier lanzador, romper corazones es
mi negocio".
Por otro lado, el historiador del béisbol John Coates le acredita 883 "jonrones" a
Gibson, que incluye los juegos que jugó en todas las ligas: las negras, las ligas del
caribe, (México, Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico) y contra lanzadores de
Grandes Ligas; en sus años de actuación. Tomando en cuenta que el "Griffith
Stadium" y el "Forbes Field" tenían mas de 420 pies por el bosque central, se
podría pensar que los cuadrangulares pudieron haber sido mas si las distancias
hubieran sido mas cortas en esos dos parques.
Max Manning, famoso lanzador negro de los "Newark Eagle" comentó lo siguiente:
"Nunca vi a Gibson tirarle a un lanzamiento malo, bateaba tranquilo, firme y
seguro; bateaba con potencia y rara vez se ponchaba". En 1942 comenzó a sentir
dolores de cabeza y problemas del habla. En año nuevo de 1943 fue hospitalizado
donde le descubrieron un tumor en el cerebro, pero rehusó operarse.
Regreso al terreno de juego, pero continuaron los dolores y mareos que minaron
sus destrezas. Murió a la edad de 35 años, siendo enterrado en el cementerio de
Allengheny en Pittsburgh. Josh fue el eterno rey del "jonrón". Dominó el juego con
magistral poder como nadie lo hizo. Si el hubiera estado en las Grandes Ligas ni
Babe Ruth, ni Hank Aaron fueran los monarcas "jonroneros" y si él. Por eso lo
consideran como el "bateador mas poderoso del béisbol" en toda la historia.
La denuncia de Robinson tuvo un efecto bien marcado cuando Effa Manley, dueña
de las Aguilas de Newark puso en entredicho el comentario. Pero ni Eva Manley ni
ningun otro magnate pudo desmentir las acusaciones de Robinson. Estas se
referían a la falta de contratos (como en el propio caso de Robinson, lo que explica
el por que no fue comprado a los Monarcas de Kansas City y si firmado como
agente libre), a la forma incomoda de viajar y al alojamiento impropio en hoteles
sucios y malolientes.
Pero a Jackie se le olvidó mencionar algo muy importante y era el hecho que los
equipos de color jugaban más partidos de exhibición que de campeonato durante
el torneo. Equipos de la misma liga entre sí y de la Liga Nacional de Color contra
los de la Liga Americana de Color. Todas estas acusaciones Jackie las puso sobre
la mesa revolviendo el gallinero y abriendo los ojos a los jugadores de color para
que pusieran presión en cuanto a sus derechos. Ahora Robinson se convertía en
el malo de la película y fue tildado de mal agradecido.
La cosa se puso caliente cuando Effa Manley y Alejandro Pompez, este último
dueño de los Cubanos de Nueva York, Campeones Mundiales de la Liga de Color
y figura prominente de la Liga Nacional Sepia fueron invitados a contestar ciertas
preguntas de su béisbol en un programa de radio, ambos invitaron ser
interrogados cuando consumieron el tiempo para hacerle imputaciones a la prensa
de color.
Primera selección
Las leyendas
Como una manera de reconocer la importancia de estos jugadores para la historia
del béisbol, cuya calidad en el terreno de juego nadie discute, el Salón de la
Fama estableció un comité especial de veteranos para la selección de los más
destacados peloteros con actuación en las ligas negras, con la finalidad de
exaltarlos al templo de los inmortales.
En 1971, se llevó a cabo la primera escogencia con el ingreso del notable lanzador
Satchel Paige (Monarchs de Kansas City). En 1972, fueron exaltados el no menos
legendario Josh Gibson (Grays de Homestead) y su propio compañero de equipo
Buck Leonard, mientras que en 1973 elevaron al outfielder Monte Irvin (Eagles de
Newark) y en 1974 a Cool Papa Bell, jardinero central de las Estrellas de San Luis.
Cuatro cubanos
Ligas latinoamericanas
En aquellos años actuaron en las ligas negras muchos insignes peloteros
cubanos, quienes por su color de piel no pudieron demostrar toda su calidad en
Grandes Ligas. Sin embargo, con el ingreso al Salón de la Fama de Martín Dihigo,
Cristóbal Torriente, José de la Caridad Méndez y Alex Pompez, el béisbol
enmendó las posturas del pasado.
Dihigo fue un maestro del pitcheo y excelso bateador en los circuitos caribeños de
Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, también en México y las Ligas
Negras. Torriente, a quien apodaban el ‘Bambino Cubano’ por Babe Ruth, era un
poderoso bateador de gran defensiva con el guante. Méndez, por su parte, tenía
una respetable recta que incidió en su magnífico récord de 87-31 en los circuitos
negros. Finalmente, Pompez fue jugador, ejecutivo e impulsor de las Ligas
Negras.
A continuación, la lista completa de los exaltados por el Comité de Veteranos para
la selección de los jugadores de las Ligas Negras:
Antecedentes
El origen del béisbol negro es incierto. Se originó en las regiones más pobres
llamados "ghettos", por ejemplo Harlem en Nueva York y en el
lado sur de Chicago.
Desde el siglo XIX se ha planteado que los negros no jugaban el béisbol
organizado de los Estados Unidos y aunque existen varios motivos, el principal es
la discriminación a que eran sometidos los jugadores negros.
No había nada escrito prohibiendo que jugaran, pero la realidad de las cosas es
que en la convención de la Asociación Nacional de Jugadores de Béisbol de 1867,
en los récords oficiales se probó que los jugadores negros y los clubes fueron
desechados de la lista de miembros de esta organización.
Aquí esta al pie de la letra el reporte del Comité de esta Asociación:
"Es posible que al Comité haya acudido algún Club que haya solicitado ser
miembro y tenga personas negras o alguno de sus miembros lo sea, y la
recomendación de este Comité es y se sostiene unánimemente contra la admisión
de cualquier Club que este compuesto por una o más personas negras".
La razón dada por esta discriminación era una ingenua evasión. Si los clubes de
negros eran admitidos habría algún sentimiento de división. Y al contrario,
excluyéndolos ninguna herida podría causarse a ninguna persona y las
posibilidades de crear alguna rotura sobre el campo político, era nula.
Desde mediados de 1880 hasta 1947 no se permitió incluir en las ligas mayores a
jugadores negros. En virtud de esto, se crearon equipos formados sólo por
jugadores negros que formaron ligas, llamadas Negro Leagues (Ligas Negras).
Fundación
El cubano Tony Pérez compareció a la exaltación de 2016. (Foto: Reynaldo
Cruz/ Archivo de UB)
Los cubanos en Cooperstown
El primer cubano exaltado al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown
fue El Inmortal del Béisbol, su excelencia Martín Dihigo, quien debajo de su
nombre, en la placa ubicada entre los exaltados en el año 1977 — en su caso
por el Comité Especial de las Ligas Negras — , tiene escrito el mote de “El
Maestro”. Dihigo no jugó nunca en la gran carpa; de hecho, de los cuatro
jugadores cubanos que aparecen en el nicho (Dihigo, Tony Pérez, Cristóbal
Torriente y José de la Caridad Méndez), solamente Tony Pérez jugó en las
mayores. Los restantes dos jugadores (Torriente y Méndez) entraron en
2007 como parte del mismo comité que exaltó a Dihigo 30 años antes, y
habían alcanzado su status de celebridad por éxitos logrados durante
enfrentamientos que hacían los equipos cubanos contra los clubes de
grandes ligas que fuera de temporada venían a la isla con el objetivo de
enfrentarse a los clubes de acá — al tiempo que disfrutaban además de
algunos placeres de Cuba, como el ron, el tabaco y las mujeres — a
principios del siglo XX.
Otros que tuvieron números más que excepcionales, dígase Rafael Palmeiro
y José Canseco, vieron sus respectivas carreras totalmente mancilladas por
el consumo de sustancias prohibidas, con lo que sepultaron toda posibilidad
de terminar en Cooperstown.
Pero resulta curioso que de una nación que ha puesto a tantos peloteros en
las mayores (y que si no ha enviado a muchos más ha sido precisamente
por las grandes contradicciones existentes entre los gobiernos de Cuba y
Estados Unidos desde 1959) solamente un jugador con participación en el
Show esté exaltado en Cooperstown. Tony Pérez, miembro de la Big Red
Machine de los Cincinnati Reds, era conocido sobre todo por ser un
bateador oportuno. Además de haberse coronado en la Serie Mundial con
los Reds, muestra unas estadísticas dignas de ser reconocidas a cualquier
nivel: .279 de promedio, 2,732 imparables, 505 dobles, 379 cuadrangulares,
1652 empujadas y un OPS de .804. Con esos números, era muy difícil
ignorarlo, aun si jugaba con luminarias de la talla de Johnny Bench, Pete
Rose o Joe Morgan, todos con números dignos de Cooperstown, excepto
por Rose, quien también saboteó sus posibilidades, al verse involucrado en
apuestas.
Dihigo, que está además en los salones de la fama de México y Cuba, hizo
carrera en distintos circuitos, y su notoriedad llevó a varios grandes a
referirse a él con admiración, como el caso del estelar jugador de las Ligas
Negras Buck Leonard, quien dijo:
Fue el pelotero más completo que conozco. Diría que fue el mejor pelotero
de todos los tiempos, negro o blanco. Podía hacerlo todo. Es mi pelotero
ideal, y tampoco hace diferencia la raza. Si no es el más grande, no sé quién
lo sea. Tomen a sus Ruths, Cobbs, y DiMaggios. Denme a Dihigo y apuesto
que les ganaría casi cada vez. (1)
Los casos de Méndez y Torriente tuvieron su carácter de notables debido a
la participación de los tours barnstorming (2) de clubes de las grandes ligas.
Méndez, bautizado por John McGraw como “El Diamante Negro”, alcanzó la
fama por sus excelentes actuaciones ante los Cincinnati Reds, los Detroit
Tigers, los Philadelphia Athletics, los New York Giants, los Brooklyn Robins
y una selección de estrellas de las grandes ligas. Por su parte, Torriente,
pintoresco defensor de la pradera central, eclipsó nada menos que al gran
Babe Ruth al disparar tres cuadrangulares en un partido en el que el Sultan
of Swat fue totalmente silenciado.
Ambos jugadores fueron objeto de leyenda en Cuba, y su grandeza fue
magnificada en el país debido al sentimiento anti-norteamericano imperante
en la época, motivado mayormente por las intervenciones norteamericanas y
los tratados firmados por los gobiernos de turno con los Estados Unidos. No
obstante, su grandeza es incuestionada, y tanto el uno como el otro tuvieron
carreras que trascendieron en la liga cubana y sus respectivas trayectorias
son merecedoras del lugar que ocupan en el béisbol de Cuba y Estados
Unidos.
¿Omisiones de la BBWAA u otros comités?
Quedan entonces los que algunos llamamos discriminados, aquellos que
sentimos no fueron tratados debidamente por los votantes, y cuyas carreras
y logros fueron sin lugar a dudas totalmente pasados por alto por los comités
que han tenido en algún momento la posibilidad de estampar una cruz en la
casilla que acompaña sus nombres.
Más que nada, salen a la luz nombres como Luis Tiant, Orestes Miñoso,
Miguel Ángel Cuéllar, Adolfo Luque, Tony Oliva, Tony Taylor o Camilo
Pascual. Otros podrían ser candidatos a ser tomados en consideración, pero
los números que presentan los jugadores que integran este grupo (y sus
contribuciones al juego) son sin dudas los más notables.
Con 27 victorias en 1923 con los Cincinnati Reds, que sumarían 194 en su
carrera (3) (ante 179 derrotas), Adolfo Luque fue sin dudas la primera gran
estrella del béisbol cubano en las grandes ligas. Temperamental hasta la
médula, El Orgullo de La Habana estuvo con los Reds cuando vencieron a
los Chicago White Sox en la infame Serie Mundial de 1919 y también ayudó
de manera crucial en un triunfo de los New York Giants, adjudicándose la
victoria en el último encuentro de la Serie Mundial de 1933, como relevista.
Además, ostenta dos coronas de promedio de efectividad y de por vida lo
hizo para 3.62, con WHIP de 1.288.
Sin embargo, cuando se tiene en cuenta un dato como el Similarity
Scoresde Baseball-Reference, Luque tiene una carrera cuyas estadísticas
son similares a solamente un miembro del Salón de la Fama del Béisbol,
entre los diez jugadores a los que más “se parece”. El jugador en cuestión
es Rube Marquard (el quinto que más se parece a Luque).
Veamos la comparación teniendo en cuenta algunas estadísticas:
Pitcher G-P PCL K BB FIP WHIP
Luque 194–179 3.24 1130 918 3.62 1.29
Marquard 201–177 3.07 1593 858 2.90 1.24
Definitivamente, números bastante similares, con una ligera ventaja para
Marquard en todos los indicadores. Ambos se desempeñaron en épocas
similares, aunque el norteamericano inició y terminó su carrera un poco
antes. Sin embargo, donde sí aparece una ventaja para Luque, y que en
este caso se torna crucial, es en el balance neutral de victorias y derrotas.
Algo notable acá es que Marquard jugó su primer partido en 1925, y fue
electo en 1971.
Lee Sinins, el mastermind de Baseball-Encyclopedia, creó una estadística
basada en la cantidad de decisiones que tuvo un lanzador, suponiendo que
en cada una de ellas hubiese recibido un apoyo de carreras por parte de su
equipo que oscilara en la media. En el caso particular de Luque y Marquard,
el cubano mejora sus números ostensiblemente, con un balance de 212–
160, mientras que el norteño se ve afectado, cayendo a 198–180. Eso indica
que en un ambiente de apoyo ofensivo similar, Luque habría superado a
Marquard en victorias.
Pero, ¿es Luque un caso fuerte para Cooperstown?
Teniendo en cuenta sus números, Luque es un marginal para el Salón de la
Fama, un jugador cuyas estadísticas le dan el crédito para ser incluido, pero
no el crédito suficiente como para ser un caso defendido a capa y espada.
Pero más allá de las cifras, su legado como la primera estrella
latinoamericana del béisbol de las mayores es tal vez más digno de
Cooperstown que sus números, y ese incuestionable papel como pionero en
el béisbol de las grandes ligas sí le debía haber granjeado más votos para
ser incluido en el nicho de los inmortales.
Otro tirador que para muchos también podía tener méritos para ser tomado
en cuenta es el zurdo Miguel Ángel Cuéllar, más conocido como Mike
Cuéllar, quien en 15 temporadas (ocho de ellas con los Baltimore Orioles)
logró una foja de 185–130, con una corona en victorias (24 en 1970, año en
que también lideró los juegos completos con 21, las aperturas con 40, las
carreras limpias permitidas con 115 y los jonrones con 24. Cuéllar era parte
de un staff que incluía a Jim Palmer, Dave McNally y Pat Dobson, y que
tiene el mérito de haber sido el primer y único staff en la historia del béisbol
en presentar a cuatro ganadores de 20 o más partidos en la misma
temporada (1971). Esta hazaña no la ha logrado ningún otro staff, ni aquel
temible trío de los Atlanta Braves (Greg Maddux, John Smoltz y Tom
Glavine) más cualquier otro cuarto o quinto abridor que se les sumara (Steve
Avery, Kevin Millwood, Kent Merker o Denny Neagle).
Cuéllar era un lanzador muy efectivo y ganador, con un WHIP de 1.197 de
por vida, con una efectividad de 3.14 y 1632 ponches ante 822 pasaportes
en 2808 entradas de trabajo. Su promedio de ganador y perdidos de por
vida (.587) se vio en gran medida afectado por sus dos últimas temporadas,
en las que obtuvo apenas cuatro triunfos ante 14 descalabros.
En los Similarity Scores, Cuéllar tiene solamente a un lanzador miembro del
Salón de la Fama entre los diez jugadores más similares a él: Dazzy Vance.
Pitcher G-P PCL K BB FIP WHIP
Cuéllar 185–130 3.14 1632 822 3.29 1.20
Vance 197–140 3.24 2045 840 3.18 1.23
Vance supera a Cuéllar en todos los aspectos, excepto la efectividad y el
WHIP, aunque hay que tener en cuenta que ambos vivieron y jugaron en
épocas totalmente diferentes. El balance de decisiones neutrales tampoco
beneficia a Cuéllar, pues incluso desciende en 15 triunfos (170–145),
mientras que Dazzy Vance asciende a 201–136. Entonces, con estos datos,
el siniestro criollo no tiene tanta cabida en el templo de los inmortales como
podríamos pensar los cubanos apasionados, y si sumamos el hecho de que
Vance fue electo en 1955, 20 años después de su retiro (o sea, en su último
año de elegibilidad), podríamos además afirmar que el propio norteño no era
tan merecedor de Cooperstown como podríamos haber pensado.
En los anales de las grandes ligas, solamente un pelotero se las ha
ingeniado para ganar el título de bateo y hits conectados en sus dos
primeras campañas. Tony Oliva, quien pasó toda su carrera como jardinero
con los Minnesota Twins, se coló en ocho Juegos de Estrellas consecutivos,
ganó un Guante de Oro y el premio al Novato del Año, con tres coronas de
bateo, y fue cinco veces líder en hits, una en anotadas, cuatro en dobles,
una en bases recorridas y otra en slugging.
Sin embargo, y pese que entre los diez peloteros más parecidos a él no
aparece ningún miembro del Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown,
Oliva sí tiene credenciales para haber tenido mejor suerte con los votantes.
En el Monitor del Salón de la Fama, creado por Bill James y presente en
Baseball-Reference, Oliva tiene una puntuación ofensiva de 114, cifra que lo
ubica por encima del 100 que lo hace un posible miembro al Salón de la
Fama. Además, Oliva también ostenta un índice de tinta gris (4) de 146, por
encima del 144 que promedian los miembros del HoF, y se ubica además en
el lugar 98.
Oliva habría tenido mejor suerte si su carrera no hubiese sufrido por causa
de las lesiones, y resulta curioso que en su misma franquicia haya un
pelotero con números similares (pero en otra época, y con un campeonato
de Serie Mundial a su haber): Kirby Puckett.
Bateador AVG C H HR CI OBP OPS
Oliva .304 870 1917 220 947 .353 .830
Puckett .318 1071 2304 207 1085 .360 .837
Evidentemente, Puckett (quien tuvo que abandonar su carrera apenas a los
34 años debido a un padecimiento de glaucoma) aventaja al cubano en casi
cada aspecto de su juego, y solamente en los indicadores de poder Oliva es
superior. Es curioso que el slugging de ambos es casi idéntico: .476 para
Oliva y .477 para Puckett.
Cuando murió el año antepasado, Orestes Miñoso dejó un legado muy difícil
de superar en la historia de las ligas mayores e incluso el béisbol universal.
Si bien todo se trató de un “stunt” publicitario de nada menos que Bill Veeck,
Minnie se convirtió en el primer pelotero en ver acción de grandes ligas en
cinco décadas distintas (1940–1980), aunque por supuesto la visita a la
década del 70 y del 80 fue “programada” precisamente para lograr el hito.
Además de esto, jugó también en ligas independientes durante la década
del 90 y en la primera década del siglo XXI, a la edad de 77 años (2003). Ya
para estos dos casos, la Major League Baseball había puesto fin a la
charada y se había rehusado a que el cubano firmara un contrato de un día
para extender una cadena que no tenía otra razón de ser que poner su
nombre en los libros de récords.
Pero la historia de omisión de Minnie no comenzó con todas las exclusiones
de todos los comités para la elección al Salón de la Fama. Iniciando en 1951
(luego de un fragmento de temporada en 1949 con los Cleveland Indians),
Miñoso fue despojado del premio al Novato del Año, en una desleal
competencia en la que la única ventaja que le sacaba el vencedor era el
poder y jugar con los New York Yankees. El cubano, luego de un tórrido
inicio de ocho partidos con los Indians, fue transferido a los Chicago White
Sox, y a ellos comenzó a transmitir el dinamismo cubano, al tiempo que
instauró el estilo “Go-Go Sox!”, un incentivo a dejar todo en el terreno, del
cual fue protagonista y líder.
Miñoso sufrió los embates de los votantes cuando prefirieron elegir a Gil
McDougald, quien compiló .306, con 123 inatrapables, 23 dobles, cuatro
triples y 14 jonrones, empujando 63 carreras y estafando 14 bases, y
archivando además un OPS de .884. Nada mal, pero Miñoso fue mejor que
él en toda la ruta: .326 de promedio, 173 hits, 34 dobles, 14 triples (líder), 10
jonrones, 76 empujadas, 31 bases robadas (líder) y 16 pelotazos (líder). Su
OPS fue de .992, por lo que no hay que discutir mucho para saber que
Miñoso — quien encabezó su liga diez veces en pelotazos recibidos,
imaginen por qué — se vio afectado por la época en que jugó, el entorno
político, social y racial de Estados Unidos en ese momento, e incluso la
ciudad.
Miñoso, a diferencia de Luque y los demás lanzadores cubanos con
credenciales para Cooperstown, no tiene ni a un solo jugador entre sus diez
más similares como miembro del Salón de la Fama. Sin embargo, aparece
con algunos indicadores que sin dudas podrían ser tenidos en
consideración. En primer lugar, muestra una índice de tinta gris de 189, y el
promedio de los inquilinos de Cooperstown es de 144. Miñoso aparece en el
lugar 50 entre los bateadores, algo bastante notable, sobre todo si se tiene
en cuenta que jugó en lo que llamaron la Era Dorada (1947–1972).
Tal vez lo reprochable de Miñoso fue precisamente haber formado parte de
las charadas de Bill Veeck, lo cual le hizo perder un punto en su promedio
ofensivo, dejándolo en .299 (posteriormente a que se redondee el promedio
de .2986). Minnie no llegó a 2000 imparables, y se quedó con 186
cuadrangulares, pero sí logró sobrepasar el millar de anotadas (1136) e
impulsadas (1023) y tuvo siete nominaciones al Juego de las Estrellas y tres
Guantes de Oro. Su legado fue sin dudas enorme, en primer lugar por haber
sido el primer jugador negro en la franquicia de los White Sox, y por todo lo
que significó para esa ciudad.
Luis Tiant (izquierda) y Pedro Luis Lazo (derecha) lanzan la primera bola
previo al encuentro entre Cuba y los Tampa Bay Rays. (Foto: Reynaldo
Cruz/ Archivo de UB)
Con participación en una de las más espectaculares Series Mundiales en la
historia de las mayores, la de 1975 ante los Cincinnati Reds, en la que
alcanzó dos de los tres triunfos de su equipo, Luis Tiant tuvo tal vez la más
prolífica carrera de un lanzador cubano en la historia del Big Show. Balance
de 229–172, con efectividad de 3.30, un WHIP de 1.199, dos coronas de
carreras limpias, tres de lechadas y tres campañas con más de 20 triunfos
son cifras más que suficientes para tenerlo en cuenta como uno de los
verdaderos ases en la historia del béisbol de la MLB.
Tiant era un tipo pintoresco, y un hombre capaz de sobreponerse a las
adversidades. Pero más que nada, tenía esa capacidad para lucirse en lo
que en Cuba se conoce como el “juego bueno”, sobre todo si se tiene en
cuenta que su única aparición en el Clásico de Otoño tuvo lugar nada menos
que ante la Gran Maquinaria Roja, con Johnny Bench, Tony Pérez, Joe
Morgan, Pete Rose, Dave Concepción, César Gerónimo, Ken Griffey y
George Foster. El Tiante se las ingenió no solo para completar par de
triunfos ante esta poderosa batería, sino que también logró uno de ellos por
la vía de las nueve argollas, e hizo todo ello en medio de las emociones
mezcladas de haber visto a su padre por vez primera en más de 15 años.
Las cifras de Louie son sin dudas bien sólidas, y es cierto que sufrieron los
embates de tres años malos: su último con los Cleveland Indians (9–20,
3.71, provocado mayormente por el mal desempeño del club y el descenso
de la altura de la lomita de lanzar), su único con los Minnesota Twins (7–3,
3.40, lesiones, y luego fue liberado) y su primero con los Red Sox (1–7,
4.85, los Red Sox se demoraron en darle una oportunidad en las mayores y
tras actuaciones intermitentes pasó al bullpen).
Con números similares a los de Tiant, según el Similarity Scores de
baseball-reference.com, aparecen tres miembros del Salón de la Fama del
Béisbol en Cooperstown: Jim Catfish Hunter, Jim Bunning y Don Drysdale,
los dos primeros bien cercanos en las cifras. Una comparación entre ellos
ubica sin dudas a Tiant en un lugar bastante privilegiado en cuanto a su
calidad y en uno bien desventajoso respecto a cómo le han tratado los
votantes.
Pitcher G-P PCL K BB FIP WHIP
Tiant 229–172 3.30 2416 1104 3.47 1.20
Hunter 224–166 3.26 2012 954 3.66 1.13
Bunning 224–184 3.27 2855 1000 3.22 1.18
Drysdale 209–166 2.95 2486 855 3.02 1.15
Tiant resulta precisamente el más ganador del grupo, y no es el que más
pierde. Su balance de ponches por boleto y sus promedios sin duda son los
peores del grupo, pero la desventaja no es tan grande. Si se analizan
además los balances de victorias neutrales, tenemos al cubano con apenas
un victoria menos, y Hunter desciende mucho más que él (20 triunfos
menos). Bunning aumenta sus triunfos en cuatro y Drysdale en 10. Por otro
lado, Hunter fue exaltado a Cooperstown en 1987, ocho años después de su
retiro, y otro tanto ocurrió con Bunning (1996, retirado en 1971) y Drysdale
(1984, retirado en 1969). O sea, que Hunter fue el que menos tiempo estuvo
en la boleta con tres años, y curiosamente es el que se ve superado por
Tiant en los indicadores de calidad.
Victorias y derrotas neutrales
Tiant 228–173
Hunter 204–186
Bunning 228–180
Drysdale 219–156
Esto hace que Tiant sea mucho más que un miembro marginal al Salón de
la Fama: tiene estadísticas dignas de Cooperstown, pero por desgracia para
él tuvo participación en solamente un Clásico de Otoño, y su equipo no
ganó. La comparación con tiradores que están en la galería de los
inmortales del béisbol norteamericano indica que evidentemente puede
haber habido algo de discriminación o prejuicio racial o de otra índole hacia
Tiant por parte de los votantes tanto de la BBWAA como del Comité de
Veteranos y el Comité de la Era Dorada, cuyos miembros han excluido al
cubano una y otra vez.
¿Ha habido entonces discriminación?
Por estadísticas, podría decirse que Tiant, Oliva y Miñoso tienen palmarés
para ser considerados para Cooperstown. Las cifras de similitud de Tiant
con los tres miembros del Salón de la Fama que se le parecen son lo
bastante sólidas para decir que mereció mejor suerte con los votantes. Oliva
y Miñoso se quedaron cortos en algunas cifras acumulativas, pues no
llegaron a los dos millares de indiscutibles, y si bien Miñoso se quedó a .298
de promedio, es un average lo suficientemente sólido para que se le respete
como un grande del béisbol.
Tal vez, la charada de Veeck afectó la imagen de Miñoso ante los votantes,
y es posible que algunos hayan dejado de tomar en serio a Minnie. Sin
embargo, su legado para los White Sox es imperecedero, y el hecho de que
hubiese sido víctima de tantos pelotazos lo pone tal vez en un lugar cercano
a Jackie Robinson en materia de las cosas que tuvo que soportar. Se dice
que una vez entró al clubhouse y gritó: “¿Quién tiene pintura blanca?”, algo
que hizo reír mucho a sus compañeros, pero que también los hizo pensar.
Si analizamos los indicadores de Salón de la Fama de sus estadísticas,
podríamos decir que pudieron tener mejor suerte, sin dudas. Veamos, dónde
están los dos bateadores en cuestión:
Bateador Tinta negra Tinta gris Monitor HoF Standard HoF
Promedio HoF 27 144 100 50
Oliva 41 146 114 29
Miñoso 15 189 87 35
O sea, que por tinta negra (veces que encabezó la liga en categorías
ofensivas importantes) y por el monitor del Salón de la Fama (Monitor HoF),
creado por Bill James para ver la probabilidades de un jugador de llegar a
Cooperstown, dando valores a sus rendimientos tanto por temporadas como
de por vida. Miñoso supera a Oliva (y a muchos otros peloteros) en la tinta
gris y por el estándar del Salón de la Fama. Curiosamente, esta métrica
(también de James) alcanza una tiene como máxima puntuación a los 100
puntos, y 50 no es más que la media de los ya exaltados a Cooperstown.
Y ahora los lanzadores:
Lanzador Tinta negra Tinta gris Monitor HoF Standard HoF
Promedio HoF 40 185 100 50
Luque 24 135 44 23
Cuéllar 13 107 96 35
Tiant 13 112 97 41
Sin lugar a dudas, Tiant sigue pareciendo un caso cada vez más sólido para
ser defendido en cualquier frente como un pelotero digno del Salón de la
Fama de las Grandes Ligas. Oliva y Miñoso tienen méritos, pero realmente
sus números son más fronterizos que evidentes, y el hecho de que no haya
ningún exaltado entre sus diez más similares puede ser un elemento de
peso. Es cierto que cuando dejaron de estar en las boletas no existía el
Similarity Score, ni muchas de las estadísticas que ahora los cronistas del
béisbol tienen en cuenta para votar por uno o varios jugadores, por lo que el
prejuicio pudo haber jugado su papel.
Al haberse quedado cortos en la persecución de los dos mil hits (sobre todo
teniendo en cuenta que ambos lo habrían logrado de haber jugado una
temporada completa con desempeño mediocre), Tony y Minnie perdieron
mucho terreno en este aspecto. Sin embargo, los legados de ambos van
mucho más allá, y constituían elementos de peso que debían haber hecho
que unos cuantos votantes más los tomaran en consideración.
A la larga, la discriminación podría no ser tomada en cuenta como un factor,
sobre todo si nos percatamos de que muchos peloteros norteamericanos
incluso han sido desestimados por los votantes (dígase Alan Trammell,
Dave Stieb, Jack Morris, Carlos Delgado y otros). Es por eso que alegar a
una omisión intencionada al estilo de colusión no es una posición muy
objetiva. Varios de los cubanos que aparecen en este análisis podrían estar
en Cooperstown o no, es simplemente una cuestión de hasta qué punto
gozaron de las simpatías de aquellos que elegían. El verdadero golpe no
consiste en sí si fueron o no excluidos, sino cuántos otros, de otras
naciones, incluso “el norte brutal y revuelto”, no han podido llegar al altar
que muchos creemos que les corresponde.
En conclusión, se trata más de un cuestión subjetiva, como con cualquier
votación, y como con cualquier votación sometida a un jurado, habrá
personas descontentas. Solo que los cubanos somos a veces más
descontentos que todos.
Notas:
(1) Holway, John B. Blackball Stars: Negro League Pioneers (New York:
Carroll & Graf, 1992), 236–47
(2) Giras informales, era el estilo de muchos clubes del béisbol negro en
Estados Unidos, que viajaban de pueblo en pueblo retando a las novenas
allí existentes
(3) Sitios como baseball-encyclopedia lo ubican con 193 triunfos, mientras
que baseball-reference lo deja en 194, todo debido a la temporada de 1919,
en la que BE lo acredita con nueve triunfos y BR con 10
(4) Dícese de las veces que un jugador aparece entre los diez primeros de la
liga sin haber encabezado el circuito en dicha categoría, los líderes del
circuito aparecen con tinta negra
Las ligas negras de béisbol de Norteamérica fueron una colección de ligas conformadas
principalmente por peloteros de raza negra. Su historia comenzó en los Estados Unidos en
1920, aunque antes hubo intentos que no fructificaron como la Liga de Béisbol de Color
Nacional (National Colored Base Ball League) en 1887.
En 1885 fue conformado el primer equipo de peloteros negros y se llamó Cuban Giants,
para atraer más aficionados de raza blanca, pese a que no estaba conformado por
cubanos.
La máxima expresión de estas ligas ocurrió a fines de la década de los años 30.
El origen de las Ligas Negras está dado por la discriminación racial existente en Estados
Unidos, que provocó que se prohibiera la participación de peloteros de raza negra en las
Grandes Ligas en la década de los noventa del siglo XIX. Ello trajo consigo que se
perdieran grandes talentos que nunca pudieron jugar al más alto nivel como Josh Gibson,
Oscar Charleston y otros.
En 1947 Jackie Robinson rompió la barrera racial al ser contratado por los Dodgers de
Brooklyn. Sin embargo, Robinson no fue el primero de su raza en participar en las
Grandes Ligas, este honor recae en William Edward White, quien jugó un partido por los
Providence Grays de la Liga Nacional en 1879. Por mucho tiempo se creyó que Moses
Fletwood Walker había sido el primero en 1884, pero investigaciones recientes aseveran
que White lo hizo cinco años antes.
Otros peloteros de raza negra se fueron integrando con el tiempo a las Ligas Mayores, y
las Ligas Negras fueron perdiendo interés para los aficionados y se fueron apagando poco
a poco.
Muchos peloteros cubanos se trasladaron hacia Estados Unidos en busca de una mejoría
económica y allí demostraron su calidad.
En las diferentes Ligas Negras participaron más de 150 peloteros cubanos, entre ellos
glorias del deporte nacional como: Martín Dihigo, Cristóbal Torriente y José de la Caridad
Méndez.
Su periplo por las Ligas Negras comenzó en la Liga de Color del Este en 1923 como
segunda base y contaba solamente con 18 años. Su promedio ofensivo fue de .270.
Además como lanzador alcanzó una victoria en su único resultado oficial.
Tomó parte las Ligas Negras en el período 1923-1945 aunque las estadísticas solo reflejan
12 años de este período. Compiló para un promedio ofensivo de .299 con un total de 69
vuelacercas. Bateó en 6 temporadas por encima de .300 y fue líder en cuadrangulares en
dos ocasiones. Como pitcher obtuvo 25 victorias con 18 derrotas. En su última temporada
fungió como manager-jugador en los New York Cubans.
Fue el primer líder de bateo de la Liga Nacional Negra en 1920 con un astronómico
promedio de 411 jugando para los American Giants. Guió a este equipo a títulos
consecutivos en el período 1920-1922. Hasta 1925 nunca bajó de 332. Cuando bajó hasta
241 en 1925 fue transferido al Kansas City Monarchs con quien bateó 339 en 1926.
José de la Caridad Méndez "El Diamante Negro"
(1887-1928) era un pitcher de gran velocidad y control. Medía solamente 1.70 m. y
pesaba alrededor de 160 libras. Era reconocido por ser un maestro de la defensa cuando
ocupaba el montículo. Estas habilidades le permitieron jugar varias posiciones como
segunda, tercera, shortstop así como los jardines.
Méndez militó en las Ligas Negras de 1908 a 1926. En su primer año logró 3 victorias sin
derrotas con los Royal Giants de Brooklyn y al año siguiente alcanzó un resultado
fantástico, 44 victorias con sólo dos derrotas lanzando para los Cuban Stars.
En la Serie Mundial de las Ligas Negras de 1924 obtuvo dos victorias versus Hilldale.
Su record contra equipos de Grandes Ligas fue de 8-7, incluyendo victorias contra
Cincinnati Reds y New York Giants
Como se puede apreciar durante estos casi 60 años los peloteros de raza negra han dado
colorido a Las Grandes Ligas no por su color de piel sino por su calidad y entrega en el
terreno.
FUENTES CONSULTADAS:
Creo que el correo de Pedro fue muy interesante porque reveló datos,
para mí desconocidos, sobre esos hombres que se sobrepusieron a la
discriminación racial y lograron brillar en una Liga ciertamente muy
competitiva y por donde pasaron muchas estrellas, algunas de las cuales
pudieron llegar finalmente a las Mayores; aunque otras permanecieron
marginadas.
Este es el mensaje de Pedro Sierra y quiero socializarlo con ustedes:
“Me parece una gran idea compartir esa información no conocida por
muchos fanáticos del béisbol. Como te informé en mi correo anterior,
solamente somos 8 los participantes en la Liga de Color de Estados Unidos
que estamos vivos. Hubiéramos sido 9, pero me enteré hace más de 2
semanas que Reynaldo Verdes Drake falleció. Yo lo vi en La Habana
durante mi visita en las Navidades 2007-2008 en una reunión de peloteros
veteranos en el Latino. Me imagino que tendría cerca de 88 primaveras. Él
fue el jardinero central de los Indianapolis Clowns donde jugué mi primera
temporada en 1954. Verdes Drake jugó con Cincinnati Clowns en 1945 y
con Indianapolis Clowns 1946-54. Si tienes datos sobre su fecha de
nacimiento, día del fallecimiento y dónde se encuentra enterrado, me la
pasas para enviársela a los historiadores del Museo de los Peloteros de la
Liga de Color que está en Kansas City. Actualmente Orestes Miñoso es el
decano de los sobrevivientes y jugó con los New York Cubans entre 1947-
48 como infielder. Vive en Chicago.
Jose “Pototo” Piloto jugó con Memphis Red Sox 1948-1950, lanzador, y vive
en Maryland. Pedro Naranjo estuvo con los Indianapolis Clowns 1950-51,
también lanzador, y vive en La Habana; Roberto Barbon, conocido entre
nosotros por “Negrete” jugó con los New York Cubans en 1950, como
infielder, y reside en Japón. Además fue el primer cubano de color que jugó
en Japón en 1955. Allí terminó su carrera de jugador. Ha sido coach,
comentarista deportivo y todavía trabaja con el equipo Onix; mientras
Enrique Maroto jugó con Kansas City Monarchs, entre 1953-55 como
lanzador y jardinero y vive en Miami; Roberto “Musulungo” Herrera jugó con
Indianapolis Clowns en 1954 y Memphis Red Sox 1955, era receptor y vive
en Miami; Florentino Fernandez jugó con Detroit Stars 1957, infielder, y vive
en mi barrio de Lawton y el que le escribe [Pedro Sierra] jugó con
Indianapolis Clowns 1954 y Detroit Stars 1955-58, como lanzador.
Sin dudas son datos muy valiosos los que me envió Pedro. Estos peloteros,
desde los estadios, también contribuyeron a enriquecer la historia de
nuestra principal pasión deportiva. Nunca deberían ser olvidados.
Béisbol de ayer: Cuando ellos no podían jugar Historia
Jorge Alfonso
Colaborador de Rebelde
La discriminación racial cobró un alto precio a los peloteros negros
estadounidenses
En fecha reciente, el béisbol de las Grandes Ligas en los Estados Unidos celebró
jubiloso las seis décadas exactas transcurridas, a partir del 15 de abril de 1947,
cuando el moreno Jackie Robinson vistió la franela de los Dodgers de Brooklyn,
en la Liga Nacional.
Grant jugaba entonces para el equipo Columbia Giants y lo hizo pasar por un
descendiente indio nombrado Chief Yokohama, pero Charles Comiskey,
propietario de los Medias Blancas de Chicago, conoció sobre el asunto y lo
denunció ante la presidencia de la Liga.
Durante esa primera década del siglo XX, la realidad histórica acerca del calvario
discriminatorio vinculó directamente a un buen número de los atletas negros con
el béisbol cubano, asunto siempre ignorado por los encargados de contar la
verdad en aquel país.
Ese mismo año, también viajaron Chappie Johnson, Grant Johnson, Harry
Buckner, Dan McClellan y Ray Wilson, todos con formidable desempeño en los
respectivos equipos que los contrataron.
Los batazos de George Babe Ruth con los Yankees de New Yok en 1920
llamaron poderosamente la atención y los especialistas de la época aseguran
que revivió el juego de la inevitable catastrofe.
Ese mismo año, el jugador negro Rube Foster decidió levantar tienda propia y
fundó la Liga Nacional Negra. La plausible iniciativa estuvo limitada a varias
ciudades, pero tal circunstancia no impidió el desarrollo de peloteros del calibre
de Bullet Joe Rogan, Smokey Joe Williams, Leroy Satchel Paige, John "Pop"
Lloyd, Oscar Charleston, Joshua Gibson y Buck Leonard, entre muchos.
En tal sentido, la utilización de pelotas más baratas que las empleadas en las
ligas de los blancos –obvias razones- benefició a los lanzadores, excelentes
dueños desde la lomita.
Entre los lanzadores la máxima atracción de las Ligas Negras resultó el gigante
Leroy Satchell Paige, capaz de acumular 123 victorias frente a 79 fracasos,
aunque su notabilidad en el circuito consistió en la fortaleza del brazo derecho,
pues llegó a completar la casi totalidad de los choques trabajados.
Por otra parte, en distintos momentos de las Ligas Negras (1920-1950), los
mejores peloteros cubanos de esa raza sentaron cátedra y como evidente
ejemplo de lo apuntado encontramos en el listado a jugadores del calibre de
Martín Dihigo, José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente.
POR
Eduardo Mejía
07 julio 2016
Hernández mencionó la crítica que le hizo Torre en el 2001 de que “parece ver
algo que nadie más ve” y “creo que sólo quiere llamar la atención”.
Excepto a Alfonso Márquez, quien trabajó en la Serie Mundial del 2011 y 2015,
la demanda señala que “los otros 34 umpires asignados a la Serie Mundial
durante el tiempo que Torre ha sido comisionado han sido caucásicos”.
Además, la querella asegura que Hernández ha prestado sus servicios como jefe
temporal de grupo y ha solicitado en cuatro ocasiones el puesto permanente y
que “todos los 23 umpires que han sido promocionados como jefes de grupo
desde el año 2000 han sido caucásicos”.
La demanda señala que Torre envió una carta el 27 de marzo señalando que
Hernández necesitaba “dominar mejor las reglas de juego de los réferis y
regulaciones de la repetición de jugadas, mejorar el manejo y mostrar habilidad
para reenfocarse y seguir adelante después de realizar señalamientos erróneos
o de recibir una retroalimentación constructiva de la oficina”.
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El matancero, siendo una estrella en las Ligas Negras tuvo que esperar a que
Robinson rompiera la barrera racial en 1947 para ingresar en las Mayores.
Por dicho pecado humano, perdió varias temporadas para luego convertirse en
el primer pelotero hispano de la raza de color en Grandes Ligas.
El oriundo de Perico militó con los Tigres de Marianao en los torneos invernales
de Cuba, donde fue un ídolo de multitudes por su juego completo y explosivo.
Pero no sólo fue un ídolo en Cuba, también lo fue en Grandes Ligas, en las Ligas
Negras y en los campeonatos de México.
En las Ligas Negras actuó con los New York Cubans, en 1946 y 1947. En ambas
campañas participó en el Juego de Estrellas, y cuando en el 47, los Cubans, bajo
la dirección de José María Fernández vencieron a los Clevelands Buckeyes para
ganar la Serie Mundial de las Ligas Negras, fue Miñoso uno de los jugadores que
guió el triunfo de su equipo.
Su debut en Grandes Ligas ocurrió en 1949 con los Indios de Cleveland, pero
sólo le dieron oportunidad en 16 turnos al bate.
Su temporada oficial de novato fue en 1951 con los Medias Blancas de Chicago,
siendo elegido ese mismo año al Juego de Estrellas junto a su compatriota el
pitcher Conrado Marrero y el torpedero venezolano Alfonso “Chico'’ Carrasquel.
El antillano, una luminaria de la gorra a los spikes, se ganó el respeto del público
desde su primer partido con los Medias Blancas. Terminó la temporada con
promedio de .326 (2), 173 hits, 31 bases robadas (líder) 112 anotadas (2) y 14
triples (líder).
La única razón por la que Miñoso no terminó su carrera por encima de los .300,
fue porque a la edad de 54 años (1976) hizo ocho apariciones oficiales al bate
conectando un imparable, y en 1980 (58 años) sumó dos turnos sin hits.
¿Por qué ellos sí, y el antillano no? Si Robinson fue la figura que rompió la
barrera racial, Miñoso fue quien le abrió el camino al pelotero negro cubano y
latinoamericano.
¿Pero cuándo será ese día? ¿Esperan a que su alma esté en el cielo? Eso es
injusto.
“No quisiera morir sin ver mi nombre en Cooperstown, pero al parecer me voy a
ir de este mundo sin lograrlo'', nos dijo en una ocasión el cubano.
Para todos los latinoamericanos del presente estos también le tienen que dar
gracias a la memoria del señor Robinson. Gracias a él, todos aquellos de tez
oscura pudieron llegar también a ver acción en la gran carpa.
Qué pasará en los próximos 65 años muy poco sabemos pero sí seguro estamos
que los logros y reconocimientos de los latinos deben seguir en aumento y en
esta fecha continuó mi insistencia que como el beisbol organizado retiró
póstumamente su número 42 también algún día se retire un número que
simboliza el de todos los los latinos el número 21 de Roberto Clemente. El
tiempo dirá.
ERIC NUSBAUM
Mar 20 2017, 6:20pm
Pennington hizo todo lo que un pelotero podía soñar, excepto una cosa: jugar en
Grandes Ligas. Su raza negra estuvo vetada en Grandes Ligas hasta 1947,
cuando Jackie Robinson derribó la llamada barrera del color. Sin embargo,
cuando Pennington falleció el 4 de enero pasado en Cedar Rapids, Iowa, lo hizo
recibiendo una pensión por parte de Major League Baseball. En su servicio
funerario, Pennington hizo una elegía de sí mismo a través de un video que
había grabado con antelación. Le dijo a todos los dolientes que se iba de esta
vida sin pendientes.
Pennington jugó en equipos itinerantes como los Zulu Clowns y los West Indian
Royals. A los 17 años, tomó un tren a Memphis, su ciudad natal, para una
prueba con los Chicago American Giants, equipo profesional de las Ligas
Negras, la ligra de beisbol en donde jugaban los mejores peloteros negros que
no podían hacerlo en Grandes Ligas. Recordaba sus experiencias con
frecuencia en entrevistas, en museos, en salones de clase, y en el libro de
historia oral de Brent Kelley, Voices from the Negro Leagues.
Según Billy Valencia, un amigo de Pennington que llevó sus asuntos en los
últimos años, el pelotero recordaba que los American Giants le dieron un bono
de 300 dólares por firmar, más que suficiente para compensar los sacrificios que
había vivido su familia para mandarlo a Chicago donde pronto estaría jugando en
el Comiskey Park ante leyendas de raza negra como Satchel Paige, Cool Papa
Bell y Josh Gibson. En 1942, Pennington jugó el Juego de Estrellas de las Ligas
Negras entre los jugadores del Este y los del Oeste. Solo tenía 19 años.
"Cuando dejé los Estados Unidos rumbo a México, viví la mayor libertad de toda
mi vida, porque podía comer en cualquier lugar y entrar a los mejores
restaurantes", le dijo a Kelley. "Le dije a mi madre, 'Mamá, deberías ver este
país. La Ciudad de México, Monterrey y Acapulco. Todos nadando juntos en la
piscina".
Lee más: Jorge Pasquel y la oferta a Jackie Robinson que pudo convertir a
la Liga Mexicana en "El Campo de los Sueños"
"La esposa. Eso fue todo el asunto", le dijo Pennington al Los Angeles
Times en 2010. "De hecho me dijeron, '¿Dejarías a tus esposa?' Le dije,
'Hombre, no dejaría a mi esposa ni por todo el beisbol".
Fue en México, donde Art conoció a Anita, una mexicana de piel blanca y cabello
rojizo, que se convirtió en su esposa y con quien procreó dos hijas. Fue con ella
que regresó de México a Estados Unidos para seguir su carrera deportiva.
"Veo la fotografía de mi esposa, pues ella ya falleció y pienso en todo lo que ella
tuvo que pasar, en lo que nosotros tuvimos que pasar", dijo Pennington en
entrevista en 2009. "Ella no sabía hablar inglés. Salimos de México y tomamos
un tren para luego tomar un autobus en Little Rock, Arkansas. A ella no la
dejaban entrar a la sala de espera para pasajeros negros para estar conmigo,
querían que se fuera a la sala de espera para blancos".
"Era una mujer guapa, una hermosa pelirroja", recuerdó Pennington en 2009.
"Estábamos en el mismo restaurante. En los restaurantes de México había
muchos aficionados. Ella y su amiga entraron al restaurante, y sabían que
éramos peloteros. Así que le hablé, y les di boletos para el juego. A partir de
entonces, ellas sabían dónde comíamos. Y estaban ahí todo el tiempo.
Finalmente, entablamos una relación. En México no podías salir con una mujer
sola. Las llamaban señoritas. Tenías que salir con su hermano o su hermana,
como chaperón. Así es como la conocí".
Pennington jugó en pueblos como Keokuk, Iowa, donde bateó .349 para superar
por el título de bateo a Harvey Kuenn, que sería un bateador de .300 en su
carrera. Y en Cedar Rapids, donde fue más productivo que dos leyendas como
Roger Maris y Luis Aparicio, fue donde finalmente estableció su hogar. "Fue el
mejor pelotero en jugar aquí hasta que llegó Mike Trout", dijo Valencia.
Al día siguiente, Pennington recordó, estaba tan enojado que se rehusó a salir
de la caseta para el himno estadounidense. Esto fue casi sesenta años antes de
que Colin Kaepernick iniciara sus protestas, y además era en el sur de los
Estados Unidos, la región más racista del país. "Querían matarme", recuerda
Pennington. Luego del juego, el mánager-jugador de St. Petersburg, un hombre
blanco de Texas llamado Tom Hamilton, salió en apoyo de Pennington e hizo
que el equipo saliera junto a él. Cuando el equipo salió eran seguidos por los
aficionados enojados y alcanzaron al plantel en una gasolinera, pero cuando
vieron a los compañeros de Pennington blandir sus bates en defensa de su
compañero, los aficionados simplemente pasaron de largo.
Pennington también intentó elegirse en puestos públicos. Hizo campaña para ser
alguacil, para comisionado del condado, e incluso para jefe de la perrera. "Se
necesitaba que hubiera más negros en las boletas electorales", les decía a sus
amigos. Aunque no hubiera oportunidad de ganar.
"En esencia, abrió las puertas para gente como yo", dijo Dale Todd, quien se
convirtió en el primer consejal afroamericano del municipio en la historia de
Cedar Rapids. "Él fue una influencia estabilizadora en los barrios".
"El deporte era una de las pocas áreas en las que la gente realmente
interactuaba y socializaba entre razas", explica Todd. "Art fue una especie de
pionero de cierta forma, la gente de todos los estratos socioeconómicos lo
respetaba".
"Art era un tipo que amaba la diversión", dice Thomas Moore, director ejecutivo
del Museo Afroamericano de Iowa en Cedar Rapids. "Desde la perspectiva del
museo, vemos a Art como alguien que derribó barreras y ayudó, a través del
deporte, a tener un mejor entendimiento, una mayor visibilidad y a unir a la
gente".
"Se sentían tan mal que me dieron una pensión", dijo alguna vez Pennington en
una entrevista, refiriéndose a que Grandes Ligas buscaba honrar a los jugadores
de raza negra a los que les cerró la puerta antes de 1947.
En 2008, la casa que fue hogar de Pennington por más de 50 años se destruyó
completamente cuando las inundaciones devastaron Cedar Rapids. Perdió casi
todas sus pertenencias, incluyendo toda una vida de recuerdos beisboleros. Pero
lo más dañino fue que el seguro de los propietarios de la casa no cubría daños
por inundaciones.
Si una inundación como la que golpeó Cedar Rapids se hubiera dado unas
décadas antes, Pennington no habría podido recuperarse de eso. Pero el Cedar
Rapids en el que Art Pennington vivió su vejez ya no era una ciudad igual de
cerrada que en la que se estableció en 1960.
"Yo fui uno de los primeros que empezaron a limpiar", dijo Dale Todd. "Tomé una
foto de la casa. Lo único que permanecía intacto tras la inundación era una foto
de Barack y Michelle Obama. Fue una especie de momento espiritual. Aquí vivía
un tipo que no podía usar los hoteles o los bebederos cuando jugaba beisbol,
pero que vivió lo suficiente para ver a un negro en la Casa Blanca. Tenía
también un disco con el discurso de Martin Luther King Jr. en Washington. Pero
esta foto de Barack y Michelle Obama fue lo que sobrevivió".
Pennington era uno de los últimos puentes que permanecían en pie para
remontarnos a los años de gloria del beisbol de las Ligas Negras. Era un asiduo
al Museo de las Ligas Negras en Kansas City, donde tuvo apariciones y se
reconectó con peloteros de sus años jóvenes.
Es facil pensar que el declive de las Ligas Negras y la caída de la barrera del
color fue el final oficial del racismo en el beisbol, pero la vida de Art Pennington
demuestra que no fue así, que el racismo que evitó que jugara en las Grandes
Ligas antes de 1947 no se había ido. Los Red Sox de Boston no firmaron un
jugador negro sino hasta 1959, el mismo año en que Pennington hizo su protesta
en Florida durante el himno nacional. Y hasta hoy, no se ha ido.
Uno de los más grandes peloteros de Estados Unidos tenía que cruzar la
frontera hacia México para sentirse como un hombre libre. Después de eso, tras
su retiro, cuando tenía ganas de tomarse una cerveza en público con su esposa
de raza blanca en Cedar Rapids, Iowa, tuvo que abrir su propio bar para poder
hacerlo. Pero lo hizo. Él era Superman. Y no se amargó.
Antes de morir, Pennington le diría a Valencia que notaba que había parejas
interraciales en Cedar Rapids y observaba que ya nadie se les queda viendo ni
los molesta. "Estados Unidos es hoy un mejor lugar".
CG
Era marzo de 1946 en Daytona, Florida. Apenas habían pasado unos meses de
que los Dodgers de Brooklyn habían conmocionado a Estados Unidos
anunciando la firma de su primer jugador de raza negra y lo preparaban para
romper, al año siguiente, la prohibición que se había mantenido durante todo el
siglo XX en las Grandes Ligas. Jackie Robinson estaba en su primera
pretemporada con los Dodgers en Florida, en el llamado Sur Profundo, donde la
discriminación racial no solo era rampante, sino que estaba legalizada.
México era el perfecto contraste y se preparaba en ese mismo 1946 para vivir la
que se convertiría en la "Temporada de Oro" de la Liga Mexicana de Beisbol. Era
la realización del sueño de Jorge Pasquel, un millonario mexicano que había
convertido a México en un paraíso para los beisbolistas de raza negra. Con
Pasquel, la Liga Mexicana de Beisbol fue un pequeño ecosistema de sociedad
utópica: no importaba tu color, tu nacionalidad o tu idioma, lo único que marcaba
una diferencia era tu talento para jugar al beisbol.
Peloteros de los Azules de Veracruz y Rojos del México. Entre ellos, leyendas
como Josh Gison, Ray Dandridge, Ramón Bragaña, Johnny Taylor y Wild Bill
Wright
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¿Que cómo lo trataban ahí? ¿En Florida? ¿En uno de los lugares más racistas
de Estados Unidos? En su mente, Jackie Robinson tenía mucho que decir de lo
que había vivido en Florida en los pocos días que llevaba de pretemporada.
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Vía jackierobinson.org
Había reportado tres días tarde a los entrenamientos por las peripecias que su
color de piel le había hecho pasar en el traslado. Jackie, y su esposa Rachel,
habían volado desde Los Angeles hasta Nueva Orleans, otro gran foco racista,
para conectar vuelos a Daytona. Sin embargo, en Nueva Orleans les negaron la
conexión, y tuvieron que pasar doce horas en el aeropuerto donde ningún
comercio quiso servirles comida porque no atendían a negros. Los pusieron en
otro vuelo que se detuvo en Pensacola, Florida, un foco racista más, y les
pidieron que bajaran para reabastecer combustible, pero ya no los dejaron subir,
pues una pareja de blancos había tomado su lugar. Los Robinson optaron por
tomar un autobús de Pensacola hasta Jacksonville, buscando acercarse a
Daytona. Al sentarse en el autobús y reclinar sus asientos, el chofer les indicó
que ese no era su lugar, que debían moverse hasta la parte de atrás del
autobús, al lugar destinado para negros, donde los asientos no se reclinaban.
Dieciséis horas transcurrieron en una sección segregada que se atestaba de
gente, y donde tenían que turnarse para sentarse unas horas unos y unas horas
otros, mientras el resto del autobús tenía lugares disponibles por si algún blanco
deseaba subir.
Ya en Florida, los Robinson tuvieron que dejar el poblado de Sanford, donde los
Dodgers hacían una semana de pretemporada por las presiones de los sectores
racistas del pueblo. Algunos juegos tuvieron que cancelarse ante el rechazo a
que un pelotero negro compartiera el campo con jugadores blancos.
"¿Cómo te tratan aquí?", se escuchó la voz de Bob Janis que pareció sacar a
Robinson de sus pensamientos.
"No estoy interesado. Hay mucho en juego aquí", habría respondido Jackie
Robinson a la oferta de Pasquel a través de Bob Janis, según el reporte del
mismo Pittsburgh Courier. "Estas personas son mis amigos. Entiendo que
ustedes le ofrecieron a Ted Williams 300 mil dólares. Bueno, ni siquiera iría por
esa cantidad de dinero".
El propio Bob Janis, en entrevista con John Virtue para el libro South of the Color
Barrier, recuerda una respuesta similar por parte de Robinson.
"Si ustedes no están satisfechos con sus contratos, vengan a verme, soy Jorge
Pasquel", convocaba el magnate mexicano, según reportó la prensa el 25 de
febrero de 1947. "Firmaré jugadores de cualquier club excepto del de Sam
Breadon (Cardenales de San Luis). Él es mi amigo. Mi liga es cinco veces más
fuerte. Pondré 4 millones sobre los 2 millones de cualquiera".
Ese mismo año de 1947, Jackie Robinson derrumbó la barrera del color. Se
convirtió en el primer pelotero de raza negra en jugar en las Grandes Ligas en la
época moderna. Campanella lo haría en 1948.
Al final, Jorge Pasquel pareció sonreír, pues ante todo se había cumplido una
piedra angular en sus sistema de creencias.
"Creo que cualquier hombre tiene el derecho de mejorar su vida y los peloteros
no son la excepción", diría Jorge Pasquel, el hombre que en los 40 soñó con que
todos fuéramos iguales.
La citada elección tuvo lugar en Tampa, Florida, durante el fin de semana del 26
de febrero de 2006 y sus resultados fueron anunciados el lunes 27 del mismo
mes.
Una de las leyendas de las Grandes Ligas, el cubano Orestes "Minnie" Miñoso.
Como reseñamos en aquellos artículos, en la boleta con 30 nombres, que
correspondía a jugadores y ejecutivos que se desempeñaron durante el período
de las Ligas Negras organizadas, es decir, después que se creó la institución en
1920, figuraban 4 cubanos. Esos cubanos eran Orestes Miñoso, Alejandro Oms,
Alejandro Pompez y Cristóbal Torriente.
Vamos a hacer varios artículos sobre este tema y dedicaremos un trabajo a cada
uno de nuestros compatriotas que resultaron electos, pero hoy vamos a hablar
de la elección en si y, brevemente, de los 17 elevados al Templo de
Cooperstown.
Hay que destacar que los 7 jugadores escogidos en esta boleta, todos jugaron
en Cuba. Los 7 jugadores son:
Ray Brown. Fue un gran lanzador de los Homestead Grays cuando ese equipo
ganó el campeonato de la Liga Nacional Negra 8 veces, entre 1937 y 1945. Está
entre los líderes de los lanzadores de las Ligas Negras en victorias.
En Cuba, lo conocíamos como Raymond Brown o mejor como El Jabao Brown.
Jugó por 5 años en la isla. Tres temporadas con el Santa Clara, de 1936 a 1939.
En la temporada de 1945-46 con el Almendares y el Marianao y la campaña de
1947-48 la hizo en Santiago de Cuba, jugando independiente. En Cuba ganó 46
juegos y perdió 20.
Willard Brown. Se le apodaba Jonrón Brown. Fue jardinero con los Monarchs de
Kansas City, el equipo que dirigiera José Méndez. Participó en 8 Juegos de
Estrellas entre el Este y el Oeste de las Ligas Negras. Varias veces lideró la Liga
Negra Americana en jonrones y promedio al bate.
Jugó muchos años en Puerto Rico y está en su Salón de la Fama. Jugó en Cuba
en la temporada de 1937-38 y los cubanos lo apodaban "Ese Hombre".
Biz Mackey. Un receptor con un promedio al bate de por vida sobre .300. Está
entre los primeros en número total de bases y carreras impulsadas. Participó en
5 Juegos de Estrellas.
En Cuba jugó con El Almendares en la campaña de 1924 al 25 y bateó ese año
para .309.
George Suttles. Le decían Mule Suttles. Jugaba la 1ra base y los jardines y fue
uno de los más grandes jonroneros en las Ligas Negras. Los fanáticos le
gritaban “patea mulo” cuando venía la bate y él muchas veces les complacía.
Jugó en 5 Juegos de Estrellas. Después fue manager de las Águilas de Newark
en 1943.
Estuvo por 3 temporadas en Cuba. En la de 1928-29, con el Cienfuegos; la de
1929-30, con el Santa Clara y la de 1939-40 de nuevo con el Cienfuegos.
Ernest Wilson. Le decían Jud. Tuvo un promedio de bateo, en las Ligas Negras
de .340 de por vida. Está entre los primeros 10 en promedio, jonrones, carreras
impulsadas y hits. Jugó hasta los 51 años.
En Cuba jugó 6 temporadas y fue inmensamente popular. Nuestros oyentes
mayores de edad pueden recordar sus hazañas o, por lo menos, su fama. En
Cuba no le decíamos Jud, sino, Jorocón, Jorocón Wilson.
Fue vicepresidente de la Liga Negra Nacional y miembro del Comité del Salón de
la Fama que eligió los primeros peloteros de las Ligas Negras al Salón, como es
el caso de Satchel Paige y de Josh Gibson.
Cumberland Posey. Fue el dueño de los Homestead Grays, uno de los equipos
más dominantes de las Ligas Negras. De los 18 peloteros que ya están en el
Salón, 11 de ellos, en algún momento de sus carreras, jugaron para los Grays.
Posey fue también secretario de la organización de las Ligas Negras por mucho
tiempo.
J. L. Wilkinson. Dueño de los Kansas City Monarchs, que ganaron 17
campeonatos y 2 Series Mundiales.
Wilkinson era el único propietario de equipo, perteneciente a la raza blanca
cuando se organizó la Negro Nacional League, o Liga Negra Nacional en 1920.
De la boleta con 9 nombres, llamada de Pre Negro League o Pre Ligas Negras
fueron elegidos 5 jugadores y un ejecutivo. Los Jugadores fueron:
Frank Grant. Fue un jugador de cuadro con equipos blancos de Ligas Menores
desde 1886 hasta 1903 y después, con equipos negros, cuando la barrera racial
le hizo imposible seguir jugando en equipos de jugadores blancos.
Jugó 14 temporadas con los Cuban Giants y los Cuban X-Giants, equipos que, a
pesar de su nombre, no tenían nada que ver con Cuba.
Preston Hill. Conocido como Pete. Un gran jardinero, jugador dominante antes
de la formación de las Ligas Negras. Jugó con los Cuban X-Giants. Nombrado
como el 4º jardinero en la evaluación del Periódico Pittsburg Currier.
Jugó en Cuba por 6 temporadas. En 1907 con el Fe, desde 1908 hasta 1912 con
El Habana y la campaña de 1915-16 con El San Francisco. Ganó el campeonato
de bateo de 1911 con 365 de promedio.
José Méndez. A nuestros oyentes no hay que decirle quien era José de la
Caridad Méndez, el Diamante Negro y de él, también haremos un artículo aparte.
Méndez fue la primera super estrella ibero americana en EE UU, como jugador y,
más tarde, como mánager de los Kansas City Monarchs. El legendario mánager
de los Gigantes, John McGraw lo describía como tomar a Walter Johnson y a
Grover Cleveland Alexander y fundirlos en un solo lanzador.
Luis Santop. Gran receptor que bateó sobre .320 de por vida en las Ligas Negras
de EE UU. Fue una de las primeras luminarias del béisbol negro de este país.
Jugó dos años en Cuba. En 1912 fue receptor del club Fe y regresó mas tarde,
en la temporada de 1920-21 para jugar con el Bacharach Giants que compitió en
Cuba en esa campaña.
Y el ejecutivo que fue electo por el comité entre las personas de las llamadas pre
ligas Negras fue Solomon White, apodado el Rey Salomón.
Como jugador jugó todas las posiciones del cuadro. Bateó para 369 durante 5
temporadas en las ligas menores antes de que se pusiera la barrera racial y
luego pasó a ser mánager de clubs independientes de jugadores de raza negra.
Su mayor contribución al béisbol vino por su libro titulado "Guía Oficial del
Béisbol de Sol White", la primera historia de la pelota negra antes del 1900.
Esta elección especial ha disminuido, en cierto grado, la injusticia de tener fuera
del Salón de la Fama a tantos representantes del béisbol de la raza negra que
tenían más mérito que algunos que llevan años en Cooperstown.
Cualquier análisis responsable nos deja ver que, después de impuesta la barrera
de color y, sobre todo después de 1920, hasta 1947, había dos ligas mayores,
una blanca y una negra.
Alejandro Pompez
Algunos cronistas han informado que Pompez nació en Cayo Hueso de padres
cubanos. Eso se debe a la irregularidad de nacionalidades en la época que nació
Pompez y al desconocimiento general de la historia de Cayo Hueso. Su biógrafo,
Andrés Paschal informa que Pompez nació en La Habana y es categórico en la
fecha, Mayo 3 de 1890. Igual lugar de nacimiento e idéntica fecha aparece
en “The Biographical Encyclopedia of the Negro Baseball Leagues” del
historiador James A. Riley considerada la obra mas autorizada en lo referente a
las Ligas Negras.
Pompez vino muy pequeño y se radicó con su familia en Cayo Hueso,
aparentemente eso fue durante los años de la Guerra del 95. Cayo Hueso
cuando eso no tenía una territorialidad muy definida y estaba ocupada, en gran
parte por familias cubanas. Descendientes de aquellas familias aún viven
en Cayo Hueso y algunos hablan un castellano salpicado de anglicismos y
palabras arcaicas que ellos llaman cayoguesano.
El padre de Alejandro, José Pompez, era abogado, sirvió en el congreso estatal
(Legislatura) de Florida y fue muy activo en los círculos de exilados cubanos en
Cayo Hueso. Entre los organizadores de la visita de José Martí al cayo
estuvo José Pompez.
Cayo Hueso, en una operación de bienes raíces, fue adquirida, en 1822,
por John Simonton de Mobile, Alabama de su dueño Juan P. Salas que había
obtenido el cayo como una concesión del rey de España. EE UU no tenía mucho
conocimiento del cayo ni mucho interés sobre el mismo. Estando ya en el siglo
XX todavía había cierto diferendo entre Cuba y EE UU por Cayo Hueso e Isla de
Pinos.
En los últimos años del siglo XIX, los cubanos no tenían aún, lógicamente, la
ciudadanía cubana ya que Cuba todavía era colonia de España y no creo que
una familia de raza negra estaría anunciando mucho su origen en los EE UU de
esa época. De ahí puede venir algo de la bruma que rodea los orígenes
nacionales de Pompez.
los New York Cubans fueran la única organización de la Negro Nacional League,
basada en New York, que jugara en su propio estadio.
La familia Pompez se mudó de Cayo Hueso para el otro gran foco cubano,
Tampa donde Alejandro se hizo adulto, adquirió su sobrenombre de Alex y
prosperó. De Tampa Pompez se trasladó a New York y se convirtió en uno de
los hombres más ricos de Harlem e influyentes en esa comunidad negra
neoyorquina. Se reporta que parte de su fortuna llegó a través de sus vínculos
con el juego de terminales, actividad ésta muy común en Harlem. El “negocio”
de terminales era la principal entrada económica de varios de los dueños de
equipos de las Ligas Negras.
En 1932 el gángster Dutch Schultz tomó control del “negocio” de terminales y los
banqueros negros pasaron a un segundo plano. En 1936 la fiscalía de New York
procesó a varias personas conectadas con las actividades de juego, entre ellas
Pompez. Pompez viajó a Méjico para luego regresar y declarar a favor del
estado, integrándose de nuevo al béisbol.
Por cierto, en otra intervención gloriosa del béisbol cubano en el béisbol negro
de EE UU, la Serie Mundial de equipos de la raza negra de 1924 fue ganada por
los Monarcas de Kansas City dirigidos por José de la Caridad Méndez que,
además de manager, lanzaba para el equipo. Los Monarcas ganaron la Serie y
Méndez, con 2 juegos ganados y una efectividad de 1.42 fue declarado el
Jugador Mas Valioso de la Serie.
Se puede decir que, en aquella época, Alex Pompez era el padrino del béisbol
negro en EE UU. Su influencia y manifiesta capacidad hizo que lo eligieran
vicepresidente de la Negro Nacional League, en 1946. Las gestiones de Pompez
llevaron a feliz término su idea de crear un Juego de las Estrellas de las Ligas
Negras donde se enfrentaran, anualmente las estrellas de los equipos del este
con las de los equipos del oeste de EE UU. Este clásico se hizo realidad en su
primera edición, en 1946, bajo la vicepresidencia de Pompez.
Sus New York Cubans aportaban, cada año, peloteros al Juego de Estrellas
Este-Oeste. Algunos de los que participaron en el clásico vistiendo el uniforme
del equipo de Pompez fueron Martin Dihigo, Alejandro Oms, Luis Tiant,
Alejandro Crespo, Silvino Ruiz, Heberto Blanco, Rogelio Linares, Silvio
García, Pedro Díaz, Claro Duany, Orestes Miñoso y René González.
Bajo la tutela de Pompez, los New York Cubans participaron, representando la
Liga del Este en 3 Series Mundiales del béisbol negro. La primera en 1935, la
cual perdieron frente a los poderosos Pittsburgh Crawfords, 4 juegos a 3; la
segunda en 1941 que también la perdieron frente a los Homestead Grays y la
tercera, en 1947 en que los Cubans le ganaron la serie a los Buckeyes de
Cleveland, 4 juegos a 1.
Ese equipo de 1947 fue dirigido por José María Fernández y entre sus jugadores
se encontraban Lorenzo (Chiquitín) Cabrera, Silvio García, Orestes Miñoso,
Claro Duany, Cleveland (Chiflán) Clark; Pedro (El Gamo) Pagés, Rafael Noble,
Luis Tiant y Lino Donoso. Los que conocen un poco de la historia de nuestra
pelota se percatarán que este era un equipo de Grandes Ligas.
Cuba tuvo, por mucho tiempo, equipos jugando en ligas del béisbol de EE UU,
como los casos de los Havana Cubans en la Liga de la Florida y los Cuban
Sugar Kings en Triple A. Pero, esos equipos estaban basados en Cuba y
jugaban en EE UU, representando la franquicia en La Habana de sus respectivas
ligas. En el caso de los New York Cubans, era un equipo de jugadores cubanos,
dirigencia cubana y propiedad cubana representando a New York.
El año que los Cubans ganaron la Serie Mundial, 1947, también fue el año que
Branch Rickey rompió la barrera racial en las Grandes Ligas y contrató a Jackie
Robinson, quien se integró a su nuevo equipo en el campo de entrenamiento de
los Dodgers en el Cerro en La Habana.
Pompez vio venir el cambio y comprendió que, con la apertura de Grandes Ligas
a los peloteros negros comenzaría la desaparición paulatina de las Ligas Negras.
Al año siguiente, en 1948, Pompez negoció con los Gigantes de New York para
que los New York Cubans fueran una sucursal de los Gigantes.
Cuba tuvo, por mucho tiempo, equipos jugando en ligas del béisbol de EE UU,
como los casos de los Havana Cubans en la Liga de la Florida y los Cuban
Sugar Kings en Triple A.
Este arreglo trajo 2 cosas a Pompez. La primera fue que los New York Cubans
comenzaron a compartir Polo Grounds, el estadio de los Gigantes y jugaban en
él cuando los Gigantes estaban jugando fuera. O sea, tenían un estadio de
Grandes Ligas. La segunda situación fue más significativa, Pompez adquirió la
responsabilidad de ser el scout para los Gigantes de jugadores en el Caribe así
como de jugadores en EE UU de la raza negra. En esta nueva función, Pompez
llevó a las Grandes Ligas a jugadores como Orlando Cepeda, Juan Marichal y
Willie McCovey, los 3 en el Salón de la Fama.
Pompez estuvo activo en todas las fases del deporte hasta que murió, en 1974.
Cristóbal Torriente.
En los años en los que jugó en Cuba, Torriente fue champion bate en la
temporada de 1914-15 con 387 y en 1919-20 con 360. Hay que darse cuenta de
que, en la campaña de 1914-15, cuando ganó su primera corona de bateo,
Torriente tenía 19 años y, como veremos más tarde, en 1920, cuando ganó su
segunda corona, también ganó el campeonato de bateo de la Liga Negra
Nacional, Nacional Negro League, de Estados Unidos con 411 de promedio.
También en el béisbol cubano, Torriente lideró la liga dos veces en dobles, tres
veces en hits y tres veces en jonrones. Su promedio de por vida en Cuba fue de
352, el más alto de la historia de nuestro béisbol profesional libre.
Torriente fue exaltado al Salón de la Fama del béisbol cubano en su primera
edición, en 1939. Ahora también está en Cooperstown.
En el béisbol negro de Estados Unidos, Torriente jugó con los Chicago
American Giants de 1918 al 1925. Este equipo pertenecía al gran Rube Foster,
quien también lo dirigía y del cual era, además, lanzador. Foster fue uno de los
pioneros en llevar equipos del béisbol negro de Estados Unidos a Cuba,
fue manager del club Fe en Cuba, en 1907, y está en el Salón de la Fama desde
1981.
En 1919, Torriente jugó en los jardines de los Giants junto con el gran Oscar
Charleston, quien jugó muchos años en Cuba y está en el salón de la Fama
desde 1976. Foster mudó a Charleston del jardín central al derecho, que era la
posición normal de Torriente, para que éste jugara en el centro porque cubría
más terreno que Charleston.
Torriente formó un dúo letal con Charleston cubriendo los jardines y bateando
uno detrás del otro. Ese año Torriente bateó 325.
Torriente, que fue lo que se llama ahora "un jugador de cinco herramientas", era
la única super estrella y gran slugger del equipo de Foster. Torriente era un
notorio bateador de bolas malas, como lo fue en nuestros días Vladimir
Guerrero, así que no importa lo que le tirara el lanzador, Torriente hacía viajar la
pelota.
Torriente, además, tenía gran velocidad y, a pesar de ser el jonronero del
equipo, era muy bueno robando bases y haciendo jugadas de toque de bola que
eran la especialidad de Rube Foster en una época de pelota muerta que se
prestaba a ese estilo.
En aquel equipo de Chicago, los jardines de los tres fenómenos de la raza negra,
Torriente, Jelly Gardner y Jimmy Lyons es considerado uno de los mejores
jardines de la historia. Blanco o negro.
Dijimos hace un rato que la posición natural de Torriente era el jardín derecho.
Bueno, no sé si su posición natural era el jardín derecho pero, no había quién
jugara esa posición como él. Vamos a hablar un poco de esto y, después
hablaremos también de las otras posiciones que jugaba Cristóbal y que lo hacen
a él, junto con Dihigo y Méndez, más polifacéticos que Leonardo DaVinci.
Cristóbal Torriente.
Y es bueno traer a colación a Leonardo, ahora que los ignorantes se han
enterado de su existencia por el novelón del código DaVinci.
Cuando se escogieron los jugadores para formar el mejor equipo del béisbol de
las ligas negras de los primeros 25 años del Siglo XX, se escogió para el jardín
derecho a Cristóbal Torriente. Ese trabajo lo hizo un panel presidido por el
historiador William McNeit.
Y revisitando el concepto de posición natural, hay que decir que nuestro hombre
se desenvolvía naturalmente en las menos naturales de las situaciones,
tratándose de béisbol.
Torriente jugaba muy bien la segunda y tercera base a pesar de ser zurdo.
Torriente, que comenzó su carrera como lanzador, acumuló un hoja de 15
ganados y 7 perdidos en las ligas negras donde hizo innumerables apariciones
como relevo, sin salir del juego y donde no figuró en las decisiones.
Pero Torriente, como dicen, jugaba al duro y rumbeaba al duro también y sus
problemas de disciplina hicieron que Foster lo cambiara a los Monarcas de
Kansas City en 1926, el equipo que más tarde dirigiría José de la Caridad
Méndez.
En la primera parte del campeonato, Torriente bateó para 381 y puso a los
Monarcas en primer lugar pero sacó bronca con la administración del equipo por
un anillo perdido y abandonó el club por un tiempo, lo que le costó el
campeonato a Kansas City.
Sus discrepancias con los Monarcas hicieron que firmara al año siguiente con
los Detroit Stars, donde bateó para 339 y 320 en sus dos temporadas de 1927 y
1928.
Cuando sus facultades comenzaron a declinar, Torriente jugó con equipos de
menos monta que los de Chicago, Kansas City y Detroit. En esos años jugó con
los Union Giants, los Cleveland Cubs y los Atlanta Black Crackers. Torriente
dejó el béisbol a mediados de los años 30 y se mudó a Ybor City en Tampa, el
enclave histórico cubano en Florida. Ya para entonces el alcoholismo había
hecho presa de él.
Cristóbal Torriente.
De las historias de Torriente, quizás la más repetida y conocida es la de sus tres
jonrones frente a los Gigantes en el Almendares Park el 6 de noviembre de
1920. Para los que no hayan oído la historia, sucedió así, dicho en versión corta.
Y esa aspiración fue satisfecha pero no por el Bambino sino, por nuestro humilde
toletero criollo, Cristóbal Torriente, al batear tres jonrones y un tubey en cinco
veces al bate.
Torriente conectó jonrones en el segundo y tercer innings. Los dos primeros
toletazos se los conectó Torriente al lanzador Joe Kelly pero, cuando vino a
batear por tercera vez, en el quinto inning, después de un out de Merito Acosta y
con un compañero en base, Torriente se enfrentó a Babe Ruth que, de estar
jugando primera base había venido a lanzarle a Torriente, "para que viera que a
él no le bateaba".
Y, efectivamente, no le bateó jonrón, pero al segundo disparo de Ruth, Torriente
se la recostó contra la cerca para un tubey e impulsar otra carrera. El tercer
jonrón de la tarde no se lo pudo conectar Torriente a Ruth, quien había
regresado a primera base, sino a Kelly que había regresado de primera a recibir
más castigo de Cristóbal.
Torriente murió en New York, en 1938, pobre, alcohólico y tuberculoso. Tenía
solo 43 años. Cuando se supo la noticia en Cuba, sus restos fueron trasladados
a la Isla envueltos en la bandera cubana. Demasiado tarde.
En el caso de Méndez, la cosa es distinta. El que no sabe algo de quién era José
de la Caridad Méndez está más cerca de la quimbumbia que de la pelota.
Méndez fue la primera súper estrella de Estados UNidos nacida en Iberoamérica.
Antes que Carmen Miranda, Sammy Sosa o Ricky Martin y en Cuba, como
hemos dicho en nuestros programas de radio, era un ídolo en su tiempo. Cuando
entraba en un restaurante, la gente se ponía de pie y lo aplaudía.
Y hoy, estamos haciendo este artículo, no como una biografía de Méndez, para
eso necesitaríamos mucho más espacio, sino como una breve reseña de sus
orígenes y de su actuación porque ya "el Diamante Negro" está en el Salón de
la Fama de los inmortales en Cooperstown y habíamos prometido hacer
artículos sobre los tres últimos cubanos que fueron elevados juntos al Templo
del béisbol.
Ya hemos hecho artículos sobre Alejandro Pompez y sobre Cristóbal
Torriente, quienes fueron elegidos, junto con Méndez, en una elección especial,
por un comité también especial, el 27 de febrero del 2006. Los que leen nuestros
escritos están familiarizados con ese proceso.
José de la Caridad nació en Cárdenas, provincia de Matanzas, el 19 de marzo
de 1887. Tenía doble motivo para llamarse José, nació el día de San José y su
padre también llevaba ese nombre. Su madre fue Manuela Báez.
Pero, en su reducido ámbito social no había mucho espacio para esa variedad
renacentista y comenzó a trillar más profundamente el camino hacia el campo en
el que sería un virtuoso reconocido, el béisbol.
En 1905, nuestro héroe pasó a jugar al norte de la provincia de Las Villas y jugó
con el equipo Patria de Sagua la Grande. En esa época los villareños conocían a
Méndez como "el Cardenero", por su origen municipal. mientras que en su
ciudad le decían "El Congo" por lo oscuro de su piel. Al año siguiente, 1906,
Méndez comenzó a jugar para el equipo de Remedios, equipo con el que
regresó en el año 1907 y que integraba un campeonato en el norte de Las Villas
junto con los clubes de Unión Club de Caibarién, Camajuaní y Sagua La Grande.
Al año siguiente, Méndez volvió a jugar con el Almendares, equipo con el que
militó hasta la temporada de 1915-1916, habiendo dirigido el club en 1912, como
apuntáramos.
En las campañas entre 1916 y 1919 no jugó en Cuba y volvió con los azules en
la temporada de 1920-1921, faltando de nuevo los 2 años siguientes. Cuando
regresó en la temporada de 1923-1924, lo hizo con los Leopardos de Santa
Clara, considerado el equipo más fuerte de la historia del béisbol profesional libre
de Cuba.
El torneo del 1924-1925 lo comenzó con Santa Clara y lo terminó con el Club
Matanzas y jugó su última temporada en Cuba con los Alacranes de 1926 al
1927.
A esta labor hay que añadirle la que tuvo en las llamadas Series Americanas,
que se celebraban cada año con equipos visitantes de Estados Unidos que se
enfrentaban a selecciones de peloteros cubanos o a equipos cubanos. Los
visitantes podían ser equipos de Grandes Ligas o selecciones de peloteros de
Grandes Ligas así como equipos o selecciones del béisbol negro de Estados
Unidos.
A este tipo de encuentro se debe una de las hazañas más repetidas de Méndez
y se conoce como "los 45 escones seguidos propinados por Méndez al
Cincinnati". Y sí, sí fueron 45 innings sin permitir carrera y gran parte de esos
ceros se los dio al Cincinnati pero, los ceros se los repartió a 3 equipos
diferentes. Veamos:
En noviembre de 1908, el Cincinnati, después de su temporada en las Grandes
Ligas, llegó a La Habana como continuación de una gira que efectuaba por
Estados Unidos. La publicidad del equipo informaba que llevaban 28 juegos
seguidos invictos.
El equipo de los Rojos del Cincinnati debutó en La Habana con una victoria
sobre los otros Rojos, los del Habana, de 2 por 1, el día 12 de noviembre de
1908. El segundo juego de los muchachos de la ciudad reina fue contra los
Azules del Almendares con Méndez en la lomita. Resultado 1-0, Almendares.
Méndez permitió un solo hit al 2ª base Miller Huggins. 9 escones.
El 2º juego con el Cincinnati. 29 de noviembre. Abre por el Almendares Bebe
Royer y le hacen 3 carreras. Méndez entra como relevo en la 3ra. Entrada. No
permite más carreras pero Royer pierde el partido 3-2. 16 escones. Diciembre 3.
Méndez vuelve a lanzar frente al Cinci y le vuelve a dar 9 ceros. 25 escones. En
esa gira, el Cincinnati jugó 13 partidos en Cuba con balance de 6 ganados, 6
perdidos y un empate.
Poco después de la visita del Cincinnati llegó a La Habana el equipo Key West
para celebrar una serie con el Almendares. La primera actuación de Méndez
contra el equipo de los cayos, en el Almendares Park, fue el 13 de diciembre y
les ganó el partido 4-0 con 3 hits. 34 escones.
El siguiente juego fue a los 4 días, en diciembre 17, en Key West y Méndez le
propinó un no hit no run a Key West. 43 escones.
Y la cadena terminó al comenzar el campeonato de 1908-1909 lanzando contra
los Rojos del Habana el 24 de diciembre de 1908. Le hicieron carrera en el
3er inning. 45 escones.
Hay que destacar algo que no se menciona. Los 45 ceros fueron sin permitir
carreras limpias. Si contamos los errores que le hicieron en ese último partido y
que permitieron la carrera del 3rd inning, la cadena sin carreras llegó hasta 50
escones.
En Cuba Méndez lanzó, jugó cuadro y los jardines y como vimos, también dirigió
a su querido Almendares. En Estados Unidos su carrera no fue menos
polifacética.
La enciclopedia de las Ligas Negras que le dedica unas cuantas líneas a cada
jugador, le dedica 2 páginas a Méndez y hace numerosas citas de sus
contemporáneos.
Algunos de los que se enfrentaron a Méndez, dijeron que tenía más velocidad en
sus lanzamientos que Smokey Joe Williams, considerado el lanzador más veloz
del béisbol negro de aquella época.
En un episodio ya sepultado en la historia, reseña la citada enciclopedia que, en
1911, se enfrentaron Méndez, lanzando por el Almendares, con una selección de
jugadores cubanos de la raza negra y Smokey Joe Williams, lanzando por los
Lincoln Giants, reforzados, en el campo Highlanders Park en New York. Este
partido lo llamaron "el campeonato de color del mundo" y comprendía los
mejores jugadores de Cuba y los mejores de Estados Unidos, todos de la raza
negra.
El juego se fue a extra innings sin carreras y Méndez ganó el partido en el 10º
cuando los cubanos ligaron 3 hits y le hicieron una carrera a Smokey. Eso es
hablar de lucha de titanes.
El gran John Henry Lloyd, considerado por algunos el mejor jugador de la
historia dijo que él nunca se enfrentó a un lanzador superior a Méndez. Lloyd fue
el 9º jugador que entró en el Salón de la Fama vía las Ligas Negras. Lo eligieron
inmediatamente después que a Martín Dihigo.
Jackie Robinson.
Para darles una idea inicial, cuando Robinson se retiró, al final de la temporada
de 1956, 10 años después del famoso día 15, todavía había tres equipos que no
se habían, como se dice con respecto a este tema, "integrado". Cuando
las Medias Rojas de Boston pusieron a jugar a Pumpsie Green en 1959, se
convirtieron en el último equipo en poner a jugar un pelotero negro. En ese
momento ya Robinson llevaba fuera de la pelota tres años y los Dodgers habían
dejado a Brooklyn por Los Ángeles.
Vamos a ver que pasó en materia de integración en los equipos de Grandes
Ligas después del 15 de abril de 1947, el día que Jakie Robinson salió a jugar,
en un juego regular de Grandes Ligas, con el uniforme de los Dodgers y bajo un
abucheo tremendo de gran parte del público que no quería a un negro jugando
en Grandes Ligas. ¿Que pasó en los próximos seis años en ese
departamento de la integración del béisbol grande?
En julio 5, menos de tres meses después, los Indios del Cleveland sacaron al
terreno a Larry Doby, el primer pelotero negro en la Liga Americana. En
agosto 17, cinco semanas después, los Carmelitas de San Luis presentaron
como debutantes a Hank Thompson (la Ametralladora Thompson, jugador del
Habana en Cuba) y a Willard Brown, que también jugó en Cuba pero jugó más
en Puerto Rico y está en su Salón de la Fama.
¿Que pasó el resto del año? Bueno, en agosto 15, la India se independiza de
Inglaterra, en octubre 6 se trasmite el primer juego de Serie Mundial por
televisión y, a fines de diciembre se inventa el transistor. ¿Peloteros negros? No,
más ninguno ese año de 1947.
Jackie Robinson.
Y, en 1948, ¿Qué sucedió?, ahora que no había barrera racial. Bueno, en enero
30, Ghandi fue asesinado; en mayo 14, el estado de Israel se creó; en junio 24,
los soviéticos cortaron a Berlín y el Oeste lo suministró por aire. Ah, también, en
las elecciones de noviembre, Truman salió electo presidente. ¿Peloteros
negros en nuevos equipos de Grandes Ligas?Ninguno.
En 1949, en julio 8, los Gigantes de New York entran en lo de la integración
con Hank Thompson. Como vimos, ya la ametralladora había comenzado con
los Carmelitas hacía dos años, o sea, ya estaba domado.
¿Qué sucedió, además, en el 49? Ese año, en abril 19, debutó Orestes
Miñoso con el Cleveland pero eso no se vale porque los Indios se habían
abierto a la integración con Larry Doby en el 47 como ya vimos. Por lo demás,
los soviéticos detonaron su primera bomba atómica en agosto 29 y Mao fundó
China Comunista en octubre 1.
En 1950, en abril 18, Sam Jethroe, rompe la barrera racial en el equipo de
los Bravos del Boston. Ya había roto la barrera del sonido en Cuba robando
bases para el Almendares. En materia de integración no pasó nada más en
1950; pero en junio 25, Corea del Norte invadió a Corea del Sur.
Miñoso es cambiado del Cleveland a las Medias Blancas de Chicago y eso
hace que, el 1 de mayo de 1951, el Minnie rompa la barrera racial en Chicago.
Lo otro de importancia ese año fue que, unos días antes de la llegada de Miñoso
a Chicago, Truman había botado de su trabajo a Douglas MacArthur.
Para no cansarlos les diré que en 1952, aparte de la elección de Eisenhower y el
golpe de Batista no pasó nada y ningún equipo contrató a un jugador de la raza
negra. O sea, que seis años después del debut de Robinson, solamente había
seis equipos con jugadores negros, algunos de ellos reciclados como fue el caso
de Miñoso y Hank Thompson.
Podemos seguir, pero creo que ya tienen la idea de cómo fue el proceso. Por
eso, cuando oigan lo de que Jackie Robinson abrió la compuerta de las Grandes
Ligas para que entrara un torrente de peloteros de su raza, sabrán que no hubo
compuerta y mucho menos torrente.
Dividieron los jugadores en tres grupos. A los jugadores de Liga Mayor, blancos,
los hospedaron en el Hotel Nacional, los jugadores de liga menor, en los
dormitorios de la Havana Military Academy, para los que no se acuerdan, uno de
los tantos colegios que había en Cuba y que cubrían desde el primer grado hasta
el bachillerato y, los jugadores de la raza negra fueron alojados en el hotel
Boston en la Habana Vieja.
O sea, no había hotel Nacional para Robinson; Roy Campanella, que ya había
jugado en Cuba y Don Newcombe, que también jugaría más tarde en Cuba. Esta
separación resultó insultante para Robinson, especialmente cuando descubrió
que la separación era producto de la decisión de los Dodgers, no de las
costumbres cubanas como le habían hecho creer.
Las instalaciones del Nacional con su suntuosa piscina, sus elegantes bares y
salones así como otras instalaciones lo hacían el centro de la vida social de
diplomáticos y gente de negocios. El juego, que floreció en los años 50 bajo el
patrocinio de Batista estaba aún confinado al Casino Nacional y a los cabarets.
Los que se hospedaban en el Nacional eran diplomáticos, hombres de negocios
y corresponsales extranjeros con sus familias.
Pues con esa ganga de jugadores americanos blancos, jugó por primera vez,
como parte del equipo, Jackie Robinson, en el campo de entrenamiento en el
Gran Stadium del Cerro en La Habana. Cuando comenzaron el campeonato y
Robinson apareció con el uniforme de los Dodgers el día 15 de abril del 49, ya
llevaba varias semanas jugando junto a esos peloteros y usando ese uniforme.
Ese grupo de jugadores ganó el campeonato de 1947 y formó uno de los elencos
más notables y conocidos del pasatiempo ganando la Serie Mundial en 1955.
Los gastos de entrenamiento de los Dodgers ese año fueron los más altos de las
Mayores y, en 1948, entrenaron en Santo Domingo para cortar gastos.
Hoy vamos a hablar de John Jordan O’Neil, conocido como Buck O’Neil. El
mejor embajador que tuvo el Béisbol de las Ligas Negras.
Este es el noveno y último artículo sobre las historias de las Ligas Negras y se
lo vamos a dedicar a Buck O'Neil quien fuera una de las principales personas
que logró que la historia de las Ligas Negras no desapareciera en el olvido.
En el otoño del año 2006, a la edad de 94 años, murió en su querida gran ciudad
de Kansas City, Buck O'Neil, sin duda el mejor embajador que tuvo la pelota
representando la tristeza, la alegría y la excelencia del pasatiempo jugado dentro
de las Ligas Negras.
Y digo que Kansas City era la querida gran ciudad de Buck O'Neil porque ahí
llegó O'Neil, procedente del Sur rural de Estados Unidos, en una época en la que
ser negro y ser del sur no era nada cómodo en la sociedad americana.
Pero, si mucho quería Buck O'Neil a Kansas City, más quería Kansas City a
Buck O'Neil ya que él era un símbolo en esa comunidad y el cerebro, motor y
fisonomía de la que fue, quizás, su mayor obra, el Museo de las Ligas Negras
en Kansas City, Missouri, del cual era O'Neil presidente de su Junta de
Directores.
Vamos a recorrer un poco la estela biográfica de Buck O'Neil, su paso por el
béisbol negro, su interacción con la pelota cubana y alguno de sus jugadores y,
algunas veces vamos a dejar que el propio Buck, sacando citas de entrevistas y
de su autobiografía, nos cuente cómo fue aquello, nos hable del béisbol negro,
tan entrelazado con el cubano y nos deje ver los hechos, sin tener que pasarlos
por el tamiz de los escribidores contemporáneos, sin clichés y
sin slogans demagógicos.
John Jordan O'Neil nació en el estado de Florida en 1911. Nació en la pequeña
comunidad de Carabelle, al norte del estado, en el área conocida como el pan
handle o el mango de la sartén de la península de la Florida.
Carabelle está en la costa del Golfo de Méjico y, aunque políticamente pertenece
a Florida, geográficamente está ligada a Alabama y eso quería decir, en 1911,
sur profundo, ignorancia y discriminación. Eso, con perdón de los ilustrados
habitantes contemporáneos de ese bello estado.
El padre de Buck, John O'Neil, trabajaba en un aserradero y jugaba pelota para
el equipo de su compañía. Teniendo 12 años, los O'Neils se mudaron para
Sarasota, al oeste del estado y es en esa época que el pequeño John comienza
a jugar pelota.
Buck O'Neil.
Pero, viviendo en Sarasota, no pudo asistir a la recién construida escuela de
bachillerato Sarasota Hight School porque era un plantel solo para blancos.
Luego, O'Neil estuvo estudiando en el Edward Waters College de Jacksonville y
jugó para esa universidad.
En 1937, también O'Neil jugó con los Memphis Red Sox de la Western Color
League que se habían integrado ese año a las Ligas Negras organizadas
después de haber jugado pelota independiente.
En ese equipo, las Medias Rojas de Memphis, jugarían y se destacarían, más
tarde, varios jugadores cubanos como José Colás, Orlando Varona y Pedro
Formental. Los 3, formaron parte de los Juegos de las Estrellas entre los equipos
de las Ligas Negras del Este y del Oeste. Colás sería también, en el
futuro, manager de ese equipo.
Como hemos reseñado en el pasado, en estos artículos, un elemento
fundamental en la creación de los Juegos de Estrellas de las Ligas Negras, entre
el este y el oeste, fue el cubano Alejandro Pompez, miembro hoy del Salón de la
Fama y quien fuera vicepresidente de la Negro Nacional League.
Del equipo de Memphis, O'Neil pasó al equipo de los Monarcas de Kansas City
donde jugó el resto de su carrera en las Ligas Negras, solo interrumpida por su
participación en la II Guerra Mundial con la Marina en un batallón de
construcción. Con los Monarcas, O'Neil ganó los campeonatos de bateo de 1940
y 1946 bateando para 345 y 350 respectivamente.
Aparte de eso, O'Neil fue nombrado para participar en los Juegos de Estrellas
Este-Oeste en 1942, 1943 y 1949 y tuvo el honor de dirigir los equipos
representantes del Oeste en los juegos de 1950, 1953, 1954 y 1955, ganando
los 4 Juegos de Estrellas que dirigió.
Buck O'Neil.
Después de ganar O'Neil el campeonato de bateo de las Ligas Negras en 1946,
fue contratado en Cuba por el Almendares para jugar su posición, la primera
base. Hay que recordar que la importación de peloteros extranjeros por los
equipos locales estaba restringida en Cuba así que se importaban solo los
mejores. Es por ese hecho que no nos debe extrañar que todos los jugadores
que estaban en el Salón de la Fama hasta el 2006, vía las Ligas Negras,
hubieran jugado en Cuba.
En 1956, Buck O'Neil fue contratado por los Cachorros de Chicago para que
trabajase como scout o busca talentos. En esa capacidad, Buck firmó dos de los
más grandes peloteros de esa organización, Lou Brock y Ernie Banks.
En 1962, durante una era tumultuosa en la lucha por los derechos civiles de los
americanos de raza negra, Buck O'Neil rompió una barrera racial, muy
significativa, cuando los Cachorros de Chicago lo hicieron el primer coach negro
de las Grandes Ligas.
Jackie Robinson fue el primer pelotero negro con oportunidad de jugar en
Grandes Ligas. Pero, como coach de banco O'Neil fue el primero en tomar
decisiones en Grandes Ligas.
O'Neil ayudó, en 1990, a fundar el Museo de béisbol de las Ligas Negras en
Kansas City y fue el presidente de la Junta de Directores de esa institución hasta
su muerte.
Por mi parte, creo que si bien en el terreno O'Neal no fue una superestrella,
bateó para 288 de por vida, fuera del terreno hizo más por el deporte que otros,
que no fueron jugadores y que ya están dentro del Salón de la Fama.
O'Neil había sido popular ya por mucho tiempo en Kansas City pero fue lanzado
al estrellato nacional en 1994 cuando el cineasta Ken Burns lo pone como
narrador de un documental titulado "Baseball" que dura nueve horas y está
dividido en nueve innings, como un juego. Ese documental se trasmitió y se
sigue trasmitiendo por la televisión pública en toda la nación.
Ser manager de los Monarcas de Kansas City era muy fácil en mi época, todo el
mundo quería jugar con ese equipo. Como los Yankees hoy, tenía los mejores
jugadores de la liga. Lo único que tenía que hacer era llenar la alineación y
sentarme a ver el juego.
La mayoría de los partidos de las Ligas Negras, lo jugábamos en estadios de
Grandes Ligas, los Pittsburg Crawfords tenían su propio estadio pero muchos de
sus juegos los jugaban en Forbes Field, el estadio de los Piratas. Los
Homestead Grays jugaban en el Griffith Stadium, el estadio de los Senadores.
Esos terrenos malos que ponen en las películas sobre las Ligas Negras no se
usaban nunca.
El mejor jugador de Grandes Ligas que vi jugar fue Willie Mays pero, el mejor
jugador de pelota que vi fue Oscar Charleston. Nosotros los viejos decimos, 'Lo
más cerca que hubo de Oscar Charleston fue Willie Mays'.
Mucha gente no sabe que el 40% de los jugadores de las Ligas Negras venían
de universidades. Nosotros hacíamos nuestro entrenamiento en universidades
de color y jugábamos mucho en ciudades universitarias de universidades de
color y ahí es de donde sacábamos nuestros prospectos. Yo no creo que en mi
época el 5% de los jugadores de Grandes Ligas habían asistido a la universidad.
Como hemos dicho tantas veces, creemos que había dos ligas mayores, una
blanca y otra negra. Y fue una tragedia que la inequidad racial haya hecho que
bancos y negros jugaran el mismo deporte en mundos paralelos. Fue una
tragedia, pero Buck O'Neil no fue una figura trágica, por eso no hay que lamentar
su muerte sino celebrar su vida y, eso, es lo que he querido hacer hoy.
artes, 13 de mayo de 2008
Ligas negras de béisbol: Una página olvidada
EN PRIMERA FILA
Por Gilberto Dihigo
Las Ligas Negras, por obra y gracia del rechazo de los extremistas de la época
hacia el color negro y sus derivados, sirvieron de bálsamo para aquellos
hombres de una calidad extraordinaria dentro del diamante de beisbol.
La espantosa ridiculez en separar a las personas por su piel impidió que figuras
como los estadunidenses Oscar Charleston, Sam Lloyd "Bemba de cuchara",
"Jorocón" Wilson, Joshua Gibson, Judy Johnson y los cubanos José de la
Caridad Méndez, "El diamante negro" y Martin Dihigo "El inmortal" exhibieran su
enorme calidad en Grandes Ligas, pese a ser reconocidos en su época como
extra clases. Ninguno de ellos pudo contra la prueba del color.
Y es que el racismo en los Estados Unidos, institucionalizado en todas las
esferas de la vida, mostró su feo rostro hasta en el cine con el cavernícola
código Hays, que entre sus extravagantes y puritanas normas vetaban las
relaciones amorosas entre blancos y negros en cualquier producción
cinematográfica.
Martin Dihigo confesó muchas veces en conversaciones familiares, la hostilidad
que sintió en los Estados Unidos durante sus giras con los Cubans Stars donde
en más de una ocasión no fueron admitidos en muchos hoteles por ser negros y
en aquellos que los aceptaban le negaban el agua para bañarse.
De un fragmento de mi libro "Mi padre el inmortal" extraemos la opinión del
pelotero cubano Martin Dihigo sobre las Ligas Negras.
"Al pasar los años me percate que el béisbol negro no era más que un matadero
de jugadores de béisbol. La organización de esas ligas era pésima, no
respetaban las clausulas del reglamento. No había árbitros honestos, sino jueces
incapaces. Se jugaba cuando los clubes les convenía hacerlo".
"El salario era bajo y ridículo, podían jugar maravillas y si no había asistencia no
se recolectaba. Una vez ni llego al dólar el dinero que recogieron después de
pagar a los árbitros y al anotador", aseguró el Maestro como también llaman a
Dihigo en México.
La liga de color llegó a su fin gracias a la II Guerra Mundial que potenció la
economía estadunidense e hizo florecer a los pequeños y medianos empresarios
negros, quienes comenzaron a llenar los estadios de la discriminada liga, ya más
organizada y de mucha calidad deportiva.
Ante esta competencia, que podía arruinar el desarrollo de las Grandes Ligas se
dejó entrar al círculo selecto de los blancos al primer negro que resultó ser
Jackie Robinson, un hombre que soportó vejaciones y burlas para abrir el
camino a sus hermanos de raza, quienes en la actualidad son elementos vitales
de cualquier equipo del llamado Big Show.
¿Cuántos hombres de esa época de oro del beisbol se hallan desamparados
todavía?, quien sabe, pero así como finalmente las Grandes Ligas permitieron la
entrada al salón de la fama de Cooperstown a varios negros estelares de esa
liga, también debería establecer un fondo especial para aquellos que hicieron
grande al beisbol pese a estar discriminados y hoy están olvidados y sin
atención.
Carlos Ascanio murió el 27 de febrero de 1998 y su caso no debe quedar como
triste verdad olvidada en el limbo de la indiferencia.
En la pelota: Terremoto Ascanio en las Ligas Negras
By Juan Vené
“Quien inspira terror, teme aún más. Tal es la condición de los tiranos”...
Claudiano.-
-o-o-o-o-o-o-o-
Amigo Romano...: Como te dije hace días, Ichiro era ya un estorbo para los
Marinero, pues ahora es de los Yankees. Disparó en su Patria mil 278 hits y en
Grandes Ligas, hasta antes del juego de ayer, cuando estaba de visita en su
anterior casa de Seattle, llevaba dos mil 534, para total de tres mil 812, solo
superado por Pete Rose, cuatro mil 256 y ty Cobb, cuatro mil 189. El cuarto en
esa lista es Hank Aaaron, tres mil 771.
Jbeisbol5@aol.com
Hubo una época en la cual ser negro en los Estados Unidos era sinónimo de
pecado. El hecho de tener un color de piel diferente significaba vivir en la
degradación permanente y ser tratado como un ciudadano de una clase inferior
privado de derechos básicos o, inclusive, de interactuar con blancos.
Como cualquier otro fenómeno social este se vio reflejado en el deporte, en este
caso en el béisbol con las denominadas Negro Leagues, que entre fines del
Siglo XIX hasta casi mediados del XX fueron un lugar de contención para
muchos jugadores y, a la vez, un negocio que se acabó cuando llegó una
integración un tanto forzada.
Después de casi una década siendo la máxima competencia del país la NNL
sufrió la Gran Depresión y en 1931 desapareció. Misma suerte corrieron otros
torneos que existían en el país. La única que quedó en pie, aunque algo
golpeada, fue la Negro Southern League.
Ilustración de Kansas City Monarch, uno de los equipos más dominantes de las
ligas negras. (Dibujo de Kadir Nelson)
Tras la crisis monetaria que dejó un tendal de muertos en Wall Street, Abe
Saperstein, conocido por ser el creador de Harlem Globertrotters, le dio una
nueva inyección al movimiento con el nacimiento de la Negro Midwest League.
No fue hasta la aparición de Gus Greeble, propietario de Pittsburg Crawfords,
que se logró el impulso definitivo. Greeble tomó la posta de Foster con la
creación de una segunda versión de la NNL en 1933. Paralelamente aparecía
una rival: la Negro American League (NAL), que principalmente reunía a lo más
granado del Sur y del Medio Oeste. Ambas estuvieron mejor organizadas,
aunque tampoco eran una maravilla, y entre 1942 y 1948 sus respectivos
campeones disputaban la Negro League World Series.
Una de las primeras medidas que tomó Chandler fue la de crear la Mayor
League Committe on Baseball Integration. Nombre muy rimbombante pero muy
poco útil porque este comité jamás se reunió. Además se comenzó una
búsqueda por Estados Unidos, México y Puerto Rico con la idea contratar a un
negro para alguna de las franquicias. El elegido fue Jackie Robinson, a quien ya
retirado se solía ver en los discursos de Martin Luther King, que se incorporó a
Brooklyn Dogers. Cuando Robinson estampó la firma en el contrato al mismo
tiempo sentenció la muerte de las ligas negras.
Indianapolis Clowns fue lo único que quedó en pie. Existió hasta bien entrada la
década del 80 jugando partidos de exhibición o a beneficio. El último registro en
la MLB de un jugador surgido de las ligas negras fue Minnie Miñoso, quien
disputó 2 encuentros con Chicago White Sox en 1980.
Quizás para lavar las culpas la MLB les rinde permanente homenaje a los ex
Negro League. Previo al comienzo de cada temporada las franquicias tienen la
posibilidad de elegir a alguien que haya pasado por estas ligas e integrarlo al
plantel de forma figurativa. En 2008, por ejemplo, New York Yankees contrató al
boricua Emilio Millito Navarro de 102 años. Para mantener viva la memoria el
Salón de la Fama realiza aducciones de viejas glorias y en Kansas City hay un
museo, que con la reciente recesión económica se vio cerca de la desaparición.
Sin dudas las Negro League son una excelente representación de lo que fue una
de las etapas más crudas de la historia de Estados Unidos.
Fuentes/Links relacionados
En 1868 surgió el primer team: HABANA BBC (Base Ball Club). Coincidió, en
época con el alzamiento de los mambises, tras Céspedes proclamar el Grito de
Yara en “La Demajagua”, otorgarle la libertad a sus esclavos y convocarlos a la
lucha por la redención de Cuba; una compleja decisión para quienes
desconocían cómo llevar sus propios destinos.
En la manigua se unirían en el juego de pelota los “niños de bien”, como el
carismático lanzador Carlos Maciá, nacido en 1870, el más popular, elegante y
talentoso de aquellos tiempos, y los antiguos esclavos o sus descendientes.
Resalta la figura de Emilio Sabourín (1853-1897), uno de los padres fundadores
de la Liga Cubana de Base Ball, quien moriría prisionero y desterrado en la Isla
de Ceuta por su filiación patriótica. Así, Cuba había comenzado a incorporar a su
nacionalidad el juego de las bolas y los strikes con lo mejor de sus hijos, donde
se incluían los negros esclavos que obtuvieron la libertad y también aquellos
jóvenes acaudalados, en una genuina conjunción por los destinos del país. Y es
ahí donde aparece la simbiosis Pelota-Patria.
Tal fenómeno provocó una temprana escisión, que perduró hasta 1959. Veamos
la siguiente reflexión:
Es evidente que en los primeros años del siglo la Liga Cubana cambió
radicalmente: de ser un circuito formado por novenas que todavía conservaban
características de los clubes sociales, se convirtió en un conjunto de equipos que
incluían a jugadores profesionales tanto negros como blancos de las clases más
pobres. Los cubanos de clase media y alta abandonaron la Liga para jugar como
amateurs en sus clubes.
La sacarocrasia criolla y sus adeptos, contraria a los cambios trascendentales,
se refugió en el béisbol amateur, donde perviven razones biunívocas: la
solvencia económica que no los “lanza” a profesionalizarse, y el amor por la
pelota. Con el tiempo algunos jugadores excepcionales no firmarían como
profesionales por su holgada posición, es el caso del afamado torpedero Antonio
Quilla Valdés, del central Hershey, uno de los equipos más poderosos de las
contiendas amateurs anteriores a 1962.
En 1947 un hecho removió los cimientos del béisbol, Jackie Roosevelt Robinson
rompió la barrera del color en las Grandes Ligas. Convocado por Branch Rickey,
dueño de LOS DODGERS DE BROOKLYN, Jackie soportó todo tipo de
humillaciones, desprecios, ofensas y agresiones físicas. Después, el caso más
sonado, quizás haya sido el de Henry Hank Aaron, uno de los sluggers más
importantes de la historia, quien resistió las injurias y necesitó contratar
guardaespaldas en 1974 por amenazas de muerte, cuando estaba a punto de
romper el mítico récord de 714 jonrones de Babe Ruth. El Bambino no era
anglosajón, pero había escalado la cima estadounidense con LOS YANKEES DE
NEW YORK, y sus jonrones.
Nos honra saber que el primero pudo ser el torpedero y lanzador derecho Silvio
García, oriundo de Limonar, en Matanzas, quien fue un excepcional jugador
negro de la Liga Profesional Cubana, las Independientes de Color de los Estados
Unidos y en otros países latinoamericanos. Él supo poner la dignidad como
divisa y erguirse con todo un pueblo:
Los scouts le trajeron a Rickey al pitcher cubano Silvio García, cuyo talento
había emocionado tanto a Leo Durocher. García no cumplió con las normas de
conducta de Rickey. Era el deseo de Rickey que el primer jugador de color de
Ligas Mayores fuera alguien que pudiera soportar los esperados insultos y
quedarse callado. Pero cuando entrevistó a García y le preguntó: “¿Qué harías si
un norteamericano blanco te diera una cachetada?”, el orgulloso cubano
respondió: “Lo mato”.
A la pelota cubana no pudo serle ajeno el racismo en los tiempos del surgimiento
de la nación, ni siquiera en el advenimiento de la República. Es cierto que el
panorama en 1959 era más halagüeño, pero persistían sociedades de negros,
hoteles, y campeonatos sin accesos para ellos. Los de “sangre azul” se habían
refugiado en ligas exclusivistas de sus clubes deportivos, ajenos a las populares
amateurs. Y desde hacía muchos años jugaban negros y blancos en la pelota
profesional
Racismo y beisbol
"Jackie Robinson"
Primer jugador de raza negra de la MLB.
No hace mucho tiempo, en EEUU el hecho de ser negro era casi un delito, un
pecado. Por la simple razón de haber nacido con una piel más oscura eras
tratado como un ciudadano de “otra clase”, sin los privilegios y libertades que
tenía el resto. Este acontecimiento de la historia también afectó al deporte, hasta
el punto de crear ligas independientes, como la Negro Leagues de Béisbol.
A finales del siglo XIX la Asociación Nacional de Béisbol prohibió que negros y
blancos compartieran equipo en las Ligas Mayores. Este hecho hizo que
afroamericanos y latinos crearan sus propias ligas para poder seguir bateando e
ir corriendo de base en base.
El dueño de los Gigants por aquel entonces Andre Rube Foster, se dio cuenta de
las posibilidades que podía tener el crear una liga de negros. En 1920 creó la
Liga Nacional de Negros (NNL) siendo la más prestigiosa. Esta liga duró 10
años. La Gran Depresión afectó a todo tipo de ligas y las primeras afectadas
fueron estas. En 1931 la única que se salvó fue la Negro Southern League, muy
afectada económicamente.
Plantilla de los Pittburg Crawfords
en el autobús de viajes.
Los jugadores de estas ligas no vivían con una fama desorbitada y su día a día
no era muy gratificante. La discriminación diaria era algo habitual. Los viajes de
las plantillas a otras ciudades para disputar un partido se realizaban en trenes o
autobuses muy degradados. En los hoteles se les trataba como animales y
dormían en habitaciones con unas condiciones penosas.
Abe Saperstein creador de los Harlem Globertrotters creó una nueva liga
llamada Negro Midwest League. El impulso definitivo de esta liga no se consiguió
hasta la llegada de Gus Greeble, propietario de los Pittburg Crawfords. Junto con
este campeonato, apareció también la Liga de Negros Americanos (NAL). Estas
ligas estuvieron algo mejor organizadas. Entre los años 1942 y 1948, los
campeones de cada liga competían en las Negro League World Series.
La firma sentenció la historia de las ligas negras. Los mejores jugadores negros
empezaron a jugar en la (MLB) dejando huérfana a las mayores ligas negras
como la (NAL), que en un intento de conseguir mayor audiencia y beneficio,
contrato al primer blanco en las ligas negras sin tener apenas repercusión.
Cromo firmado de Minnie Minoso
Los años 60 habían desaparecido la mayoría de las ligas negras. Solo un equipo
mantuvo repercusión hasta los años 80, los Indianapolis Clowns. Jugaban
partidos de exhibición y para obras sociales. El último jugador surgido de las
ligas negras fue Minnie Miñoso, quien disputó 2 encuentros con Chicago White
Sox en 1980.
México le dio la bienvenida a muchos jugadores de las Ligas Negras en los años
30 y 40. El cubano Avelino Cañizares del equipo de Unión Laguna pone fuera a
un corredor de Puebla en un juego de la Liga Mexicana de Béisbol en
1945. Mark Rucker/Transcendental Graphics/Getty Images
9 jun, 2017
Eric Gomez | ESPN.com
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Nota del Editor: Pueden ver esta historia en inglés aquí.
CIUDAD DE MÉXICO - Previo al Clásico Mundial de Beisbol del 2017, la
Selección Nacional de México salió al campo con Chris Roberson. El nacido en
los Estados Unidos suma más de una década en el país, y se convirtió en
ciudadano por matrimonio. Su gran nivel ha conquistado a los aficionados al
beisbol en el país.
Cuando este abra a finales de este año, el Salón alberga artículos de algunos de
los mejores jugadores en el deporte, incluyendo un grupo de afro-americanos,
como él, que alguna vez jugaron en México y que maravillaron a las multitudes
mexicanas antes que Jackie Robinson rompiera la barrera del color al norte de la
frontera.
Josh Gibson, Roy Campanella, Satchel Paige, Ray Dandrige y Monte Irvin, entre
otros, están inmortalizados en este recinto. Es Irvin, la recién fallecida ex estrella
de los Gigantes, quien quizás verbalizó su experiencia de la mejor manera.
"Irvin hablaba tan bonito de México, dijo que nunca se sintió tan libre en su vida
hasta que jugó ahí," dijo Bob Kendrick, director del Museo de Beisbol de las
Ligas Negras, localizado en Kansas City.
Entró inicialmente a la Liga Mexicana con los Azules de Veracruz, nombre que le
puso Pasquel en honor a su ciudad natal. El nuevo dueño mantuvo ese nombre
pese a jugar en la capital mexicana, a unas 250 millas al oeste de Veracruz.
"Era dueño de todos los equipos, en realidad", dijo Kerlegand. "Pero todas las
estrellas llegaban a sus Azules."
"Wild Bill Wright se quedó allá, le gustó tanto que no quiso volver", comentó
Kendrick sobre el ex jardinero y ganador de la Triple Corona mexicana que
falleció en Aguascalientes, a los 82 años de edad en 1996, y donde llegó a
ser dueño de negocios.
Eventualmente Pasquel amplió su red de contrataciones más allá de las Ligas
Negras, y comenzó a fichar a las más grandes estrellas de las Grandes Ligas.
En 1944, trajo al legendario bateador Rogers Hornsby a ser el manager de los
Azules. Poco después, fichó al receptor de los Cachorros Mickey Owen y al
lanzador de los Cardenales Max Lanier, ambas estrellas, con grandes contratos.
En esa época, las anécdotas sobre las tácticas de negociación de Pasquel
sobraban. Se dice que Pasquel llegó a hacerles ofertas a Ted Williams y Stan
Musial. Y se alega que fue el jardinero de San Luis quien llegó a recibir oferta
de $50,000 dólares en efectivo, mismos que se depositaron sobre su cama de
hotel por Pasquel y sus allegados.
Esto provocó una reacción de las Grandes Ligas, y el comisionado "Happy"
Chandler amenazó a los jugadores con una suspensión de cinco años si iban a
jugar en México.
"Creo que los Pasquel están haciendo algo bueno por el beisbol y por su
país", diría Ruth en aquel viaje. "No sé que tan lejos llegarán, pero esto es un
buen inicio y en un año o dos podrían tener algo grande."
Las palabras del Bambino no fueron proféticas. Tras la Segunda Guerra Mundial,
la influencia de Pasquel disminuyó. Muchas de las estrellas americanas volvieron
a su país.
Nacido en Autaugaville (Alabama), Motley creció sin su padre, al que cree que
envenenaron, y tuvo que lidiar con la amenaza permanente del Ku Klux Klan. Él
y sus siete hermanos pasaban la noche escondidos en el suelo cuando los
capuchones blancos salían de cacería. Se enamoró del béisbol tirando piedras y
soñaba con ser un gran pitcher. En su adolescencia tuvo el atrevimiento de
presentarse ante el entrenador de los Cleveland Buckeyes, de las Ligas Negras,
y pedirle una oportunidad. Tras dejarle lanzar durante cuarto de hora, se la dio.
Motley sería el pitcher titular al día siguiente en un partido de exhibición. “Ni
siquiera pude lanzar una entrada y ya perdíamos 5-0. Me marché avergonzado y
tiré la equipación al contenedor”.
Desde su fundación en 1920 hasta su ocaso en los sesenta, las Ligas Negras
tuvieron un fuerte apoyo de la comunidad negra. El estadio de los Kansas City
Monarchs albergaba 20.000 espectadores en el partido inaugural de 1952. Al
otro lado de Misuri, los Saint Louis Cardinals, de la MLB, empezaron el curso con
solo 2.000 asientos ocupados. “Nuestros aficionados eran mucho más fieles. Los
deportistas y los músicos eran los únicos modelos para los afroamericanos de
aquella época. Por eso el deporte ha sido siempre una parte esencial de la
cultura negra”.
Tras siete años de negativas, Motley fue admitido en una escuela de árbitros de
Florida en 1956. “De 87 compañeros, yo fui el número uno, y ni aun así pudieron
darme un trabajo”. 31 de ellos fueron colocados inmediatamente. “Me dijeron que
nadie quería a un árbitro negro y esas palabras retumbaron en mis oídos durante
meses”. Dos años después fue contratado en la Pacific Coast League, de la
Triple A, la categoría inmediatamente inferior a la MLB, pero el ascenso nunca
llegaría. Motley, que combinó su carrera con un trabajo en General Motors que
mantuvo durante 37 años, renunció dos años y medio después para dedicarse a
su familia. “Quise ser para mis hijos el padre no pude tener para mí”.
Andrew “Rube” Foster ,verdadero pionero de las ligas Negras (Andrew “Rube”
Foster, a true pioneer of the Negro Leagues)
August 13, 2011 by Gustavo Hidalgo Estrada · 1 Comment
Andrew “Rube” Foster nació en Calvert,Texas el 17 de septiembre de 1879. Su
padre(adoptivo), también llamado Andrew, fue un reverendo y anciano de la
local de American Methodist Episcopal Church. Mientras que su madre era una
mujer respetuosa de Mississippi.Especulaciones sólo existe en cuanto a la
razón del cambio en el nombre de Andrew A pesar de ser un miembro de la
primera generación afro-americana que nació libre de la institución
abominable de la esclavitud, la infancia de Foster era difÃcil y él y su familia
buscaron todos los beneficios de la ciudadanÃa frente a los prejuicios existentes
en esa época. Aunque Foster fue el cuarto de los niños de la familia, sólo
él y dos de sus hermanos, Christiana (nacido en 1877) y Johnson (nacido en
1884) sobrevivieron hasta la edad adulta. La vida de los otros hermanos Foster
fueron tomadas por la tuberculosis, una enfermedad que, sin duda, impactó en
la juventud de Andrés y su pasión por el béisbol. Los médicos durante la
infancia de Foster en realidad sentÃan que pasar tiempo al aire libre era la
única manera para evitar la captura de la tuberculosis, la creencia de que sólo
se confirmó interés de Foster en el béisbol.
Foster comenzó su carrera en el béisbol cuando era adolescente, dejando a la
escuela después del octavo grado para tratar de ganarse la vida en el
béisbol. Empezó a lanzar para los locales Chaquetas Amarillas Waco, una
organización independiente afro-americanos del club. En 1902, Foster se unió
a los Gigantes de Chicago de la Unión, de propiedad y gestión de Frank
Leyland, los Gigantes de la Unión fue quizás el mejor equipo de negro en el
medio oeste. Curiosamente, la primera aparición de Foster de Chicago no fue
como lanzador, sino más bien como un bateador emergente. Foster, tuvo
problemas en su temporada como profesional primero, y obtuvo su liberación
del club, y luego de firmar con un semi inter-racial -equipo profesional en Otsego,
Michigan.
Durante la temporada de 1904, Foster ganó 20 juegos en contra de toda la
competencia (entre ellos dos juegos sin hit) y perdió seis.
Fue en Otsego donde Foster primero mostró su enorme capacidad, debido a su
éxito en Otsego, Foster se unió al X-Gigantes para el inicio de la temporada
1903, e inmediatamente se convirtió en el lanzador as. En su primera
temporada completa con el club, Foster ayudó a los X-Gigantes al campeonato
de béisbol negro, derrotando a su futuro equipo, los Gigantes de Filadelfia.
Mientras que la reputación de Foster como un lanzador excepcional comenzó
a extenderse, las hazañas e historias que rodean la imposición de sus 6 ‘ 2 ”
de estatura y 200 libras de peso, conviertieron al lanzador derecho en una
leyenda.. Foster fue acreditado con un récord de 51-4 en la temporada 1905,
aunque la evidencia para probar tal registro llamativo es confuso .
John McGraw, director de los magnÃficos Gigantes de Nueva York,
supuestamente busco a Foster para instruir a los lanzadores de Nueva York.
“Rube” supuestamente enseñó el futuro ganador de 400 juegos Christy
Mathewson a lanzar la pelota. Si bien los cuentos alrededor de las hazañas de
Foster puede ser de ficción, que sin duda se ganó el respeto de sus
compañeros peloteros. Chance Franck, de los Cachorros de la fama, dijo de
Foster “es el producto más acabado que he visto en la caja del lanzador”,
mientras que Honus Wagner sugiere que Foster, era “uno de los mejores
lanzadores de todos los tiempos”.
Foster se casó con Sarah, con quien tendrÃa dos hijos. Existe poca
información sobre el matrimonio Foster, la mayorÃa de las biografÃas de Foster
simplemente no hacen mención de su familia. El certificado de matrimonio de
Rube y Sara todavÃa no se ha encontrado, asà que no podemos tener la certeza
de dónde o cuándo se casó con ella, pero parece probable que la boda tuvo
lugar, ya sea en Texas o Illinois, ya sea en 1909 o 1910. Su esposa sabÃa muy
poco sobre la carrera jugando Foster o empresas de béisbol y de negocios,
porque no era un fan del juego mismo.
Asumiendo el cargo de manager-jugador de los Gigantes de Leland en 1907,
Foster y su actuación de pitcheo ayudaron a los Gigantes a ganar un fenomenal
110 juegos y para capturar para la ciudad de Chicago el tÃtulo de liga. Como
gerente, Foster era famoso por su uso de “intimidación, la psicologÃa, la
velocidad y el toque de bola y de ejecución.” Por desgracia, Foster sufrió una
lesión en la pierna durante la temporada de 1909, y tuvo que sentarse en el
juego decisivo para el campeonato , dando lugar a una derrota de sus Gigantes.
Sin embargo, los años de aspirar el campeonato no habÃan terminado, y trató
de arrebatar el control de los Gigantes de Frank Leland durante la temporada
baja 1909-1910. Foster, se separó de Leland y decidió formar su propio equipo
para la temporada 1910. Él firmó los jugadores de los antiguos gigantes de
Leland y los Gigantes de Filadelfia para formar a los Gigantes Americanos de
Chicago. Con estrellas como John Henry Lloyd, la colina de Pete, y Home Run
Johnson, Foster consideró que esto era “el talento más grande del béisbol se
haya reunido jamás.”.
Foster Se las arregló y lanzó para los Gigantes, los lleva a un sorprendente
record 128-6 . En la siguiente temporada de 1911, Foster buscado y obteniendo
una alianza con el hijo del propietario de los medias Blancas Charles Comiskey,
Schorling John. Schorling acordó permitir que el equipo de Foster jugara en el
parque de los Medias Blancas,el viejo estadio del Sur, a través de esta alianza
y la gestion de Fostery sus habilidades ,los Gigantes Americanos de Chicago se
convirtió en el equipo negro de béisbol más destacados.
En 1915, Foster estaba lanzando muy poco, y comenzó a concentrar sus
esfuerzos exclusivamente en la operación de los Gigantes.El equipo ganaba
campeonatos seguidos y Foster tenia una gran reputacion de buen dirigente. Sin
embargo, a pesar de todo su éxito personal, Foster cuenta de la clara falta de
un campeonato nacional de béisbol negro y la falta de una liga nacional de
béisbol negro.
Foster comenzó a tantear el terreno a otros propietarios , durante la década
de 1910, pero pareció que los propietarios no pudieron llegar a ningún tipo de
acuerdo. En 1919, Chicago fue en medio de violentos disturbios raciales que
sólo demostró además para el Fomento de la necesidad de mejorar en la vida
afroestadounidense, Foster se solidarizó con sus compañeros de los afro-
americanos que se sentÃan maltratados a manos de los estadounidenses
blancos. Los disturbios raciales estimularon a Foster para impulsar finalmente a
través de la formación de una Liga Nacional Negra. Reunió a todos los
propietarios en conjunto de Kansas City en la YMCA, y ayudó a negociar un
acuerdo entre los propietarios.
la Liga Nacional negra fue fundada en 1920, a través de los esfuerzos
incesantes de Foster, que habÃa ayudado a formar la primera liga de béisbol
negro. miembros iniciales de la nueva liga incluÃa equipos de Dayton, St. Louis,
Detroit, Kansas City, Cincinnati, Indianápolis, y Foster con su propio equipo en
Chicago. Elegido el primer presidente y el tesorero de la liga, Foster continuó
dirigiendo a los Gigantes Americanos de Chicago, dando lugar a algunas quejas
de que él se inclinaba las listas en su favor. Sin embargo, Foster era un lÃder
muy respetado que se volvió la liga Negra de béisbol en una empresa exitosa,
y su devoción a la liga fue increÃble, y que a menudo ayudó a los equipos en
las finanzas de los pobres a cabo mediante el pago de su nómina de su propio
bolsillo.
Equipos como los Gigantes Americanos de Chicago y Kansas City Reyes a
menudo eran más rentables que los equipos de béisbol blanco, lo que
contribuyó a propagar ligas de béisbol negro en el sur y el este.
Si bien podemos decir que Jackie Robinson es considerado por muchos como el
afro-americano que tuvo el mayor impacto en la integración del béisbol. Esta
opinión es, por supuesto, comprensible, ya que Robinson rompiera la barrera
del color en 1947 y es bien conocido en cÃrculos muy lejos de béisbol.Pero tal
vez la persona con el mayor impacto sobre los afro-americanos de béisbol es
Andrew “Rube” Foster, considerado no sólo como uno de los mejores
lanzadores y los gerentes de principios del siglo XX, sino también el arquitecto
de la Liga Nacional Negra.
la vida de Foster en el béisbol ayudó a revolucionar el juego.
Foster murio el 9 de diciembre de 1930, Foster es enterrado en el cementerio de
Lincoln en Blue Islands,Illinois .
En 1981, Foster fue elegido al Salón de la Fama. Él fue el primer
representante de las Ligas Negras elegido como un pionero o un ejecutivo.
El 30 de diciembre de 2009, la oficina del Servicio Postal anunció que tenÃa
previsto emitir un par de sellos en honor de Las ligas Negras de Béisbol .
Foster fue ofrecida más adelante en un sello conmemorativo de primera clase
que incluye su nombre y las palabras “Ligas negras de beisbol”.
Almendares, 1905.
El anuncio del próximo juego entre una Selección Cubana y el TAMPA BAY
RAYS, de las Ligas Mayores en el Latino, ha despertado una amplia expectativa
en todo el país, y no es para menos, cuando se han restablecido las relaciones
diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos y se anuncia la visita del
Presidente Barack Obama al desafío. Nos vienen a la mente aquellos encuentros
CUBA-BALTIMORE ORIOLES de 1999, primero en el Latino y después en la
casa del representativo del Estado de Maryland en Grandes Ligas. Aquí
perdimos y allá ganamos.
El equipo que pronto nos visitará, uno de los más jóvenes de aquel circuito,
debutó en 1998 con el nombre TAMPA BAY DEVIL RAYS, en la División Este de
la Liga Americana. Tiene su sede en el Tropicana Field, cito en St. Petersburg,
La Florida, inaugurado en 1990 con una capacidad para 43 500 espectadores.
Su mayor palmarés está en dos títulos de su División (2008 y 2010), ese último
año ganó la Liga Americana ante el BOSTON RED SOX (4-3), pero no pudo
titularse en la Serie Mundial ante el PHILADELPHIA PHILLIES (1-4).
En 1903 llegaron los CUBAN X-GIANTS, un equipo de las pre Ligas Negras (se
formarían oficialmente en 1920). En el ALMENDARES PARK I realizaron nueve
encuentros, de los cuales perdieron 6 y empataron 1. Los primeros seis fueron
contra equipos que habían integrado el Premio de Verano: MAINE, COLOMBIA y
NUEVO AZUL, dirigidos por el estelar lanzador Rube Foster, futuro empresario y
fundador de las Ligas Independientes de Color (Negras). Ya para entonces se
manifestaba la fuerza del béisbol cubano, pues los últimos tres desafíos los
jugaron contra la selección CRIOLLO, que los derrotó en dos ocasiones y
empataron un tercero. El CRIOLLO contó en sus filas con jugadores de la talla
de Alfredo Arcaño, Armando Cabañas, Julián Castillo y Rafael Almeida (posterior
big leaguer), además del lanzador Bernardo Carrillo.
El quinto equipo fue una selección llamada ALL AMERICANS, que se impuso 7-4
en 11 encuentros, sometiendo al ALMENDARES en seis ocasiones. El HABANA
los derrotó 4 veces, todos con Joseíto Muñoz en el box, quien el 17 de enero les
propinó una espesa lechada de 5 x 0, además empató 1 y perdió el otro, cuando
su estelar Carlos Bebé Royer se vio superado por el big leaguer Frank Barberich.
Después llegaría el KEY WEST, que también sucumbió por espesa lechada de 4
x 0 ante el Diamante Negro (34 escones consecutivos). Pero la cosa no terminó
ahí, pues el ALMENDARES devolvió la visita a Cayo Hueso y éste les lanzó un
juego sin hits ni carreras (43 escones), récord que se detuvo en 45, en la Liga
Profesional Cubana. La visita a Cayo Hueso del ALMENDARES significaría la
primera ocasión en que jugadores negros se enfrentaran a blancos, en el sur de
La Florida.
Continuará…
Habana, 1908-1909.
El Tampa en Cuba, 1904.
etiquetas:
El lector Bell Canada nos recuerda la primera embajada del exterior en la pelota
cubana. Y tiene razón, la omitimos en el trabajo anterior. En diciembre de 1879
el Worcester, que al año siguiente sería afiliado a la National Association,
se convirtió en el primer team profesional que visitó Cuba. Había sido
promovido por el Hop Bitters, de la franquicia del Rochester. A continuación
incluimos el texto íntegro que aparece en la Enciclopedia Biográfica del Béisbol
Cubano (Tomo I), p. 196:
Bitter Hops. En algunas fuentes aparece como Hops Bitter. Nombre del primer
equipo norteamericano que incursionó en Cuba, para juegos de exhibición, en
1879. Estaba patrocinado por la empresa del mismo nombre. El 25 de diciembre
de 1878, derrotó por amplio margen al Almendares. La única carrera cubana la
anotó Carlos Zaldo, reconocido como el primer tocador de bola en la Isla, que lo
hizo por primera vez en ese partido y anotó la única carrera de los criollos.
Efectuó dos desafíos (no se conoce el otro rival). Estuvo integrado por Charles
(Curry) Foley y Frederick Nichols (lanzadores); Charles Bennet y Albert Bushong
(receptores); John (Chub) Sullivan (primera base); Arthur W. Whitney (tercera
base); Arthur A. Irwin (torpedero); Word (jardinero izquierdo); Alonzo P. Knight
(jardinero y lanzador). Su director fue Frank Bancroft. Todos, menos Word,
jugaron en la primera liga profesional de los Estados Unidos.
El Detroit vendría con mil pesos garantizados por jugador en doce desafíos, más
todos los gastos pagados. Cobb había pedido el doble y no se lo concedieron, a
pesar de la publicidad en función de su figura. Así arribarían los Tigres al Puerto
de La Habana, sin su mítica figura. Los fanáticos se defraudaron y pocos días
después la Liga se vio obligada a concederle la cifra acordada, solo por los
últimos partidos, en una jugada puramente económica que elevaba las
recaudaciones.
En aquellos encuentros los Tigres se impusieron 7-5. Por Cuba, desde el box
se destacaron Méndez y Eustaquio Bombín Pedroso. El 28 de noviembre,
Luis Chicho González les propinó una lechada y dominó a Ty en las tres
oportunidades que lo enfrentó, el único cubano al que no conectó de hit,
pues acumuló de 19-7 (.368).
Mucho se habló de aquella visita. Que si huraño, cómico, dicharachero. Que si
vestía bien, o anduvo con féminas, algo muy usual en sus conciudadanos. En fin,
cosas faranduleras de artistas y deportistas. Pero la muchedumbre se dio el lujo
de tener en persona a Ty Cobb, quien anda por la historia como un símbolo, al
estilo de Stan Musial, Hank Aaron o Joe DiMaggio. En ese momento era el
flamante campeón de bateo en tres temporadas seguidas: 1907, 1908 y 1909.[2]
También tuvimos la visita de los New York Giants, de nuevo con John McGraw al
frente, quienes en doce desafíos ganaron 9, solo tuvieron derrotas a manos del
Almendares (2) y del Habana (1). Quizás el juego más espectacular haya sido
aquel donde entre Bombín Pedroso y José de la Caridad Méndez, vencieron al
potente equipo neoyorquino, con anotación de 7-4. La sensación del torneo
resultó Christy Mathewson, el estelar lanzador del Salón de la Fama de
Cooperstown, quien ganó 3 juegos y perdió 1, con 2,31 de efectividad.
En 1912 llegó el New Orleans, de Ligas Menores, que jugó varios partidos entre
el 3 y el 31 de octubre, con una recaudación por debajo de los Phillies. Entre el
1ro. y el 29 de diciembre, se jugó una serie ante el New York Lincoln Giants, de
las pre Ligas Negras norteamericanas, un team con varias luminarias de aquel
circuito, entre ellas el manager-jugador John Henry Lloyd, Spotwoods Poles y
Louis Santop. Se enfrentaron en trece desafíos contra Habana y Almendares, de
los cuales ganaron 5 y cayeron en 8.
En 1914 se recibió la visita del New York Lincoln Stars, un equipo de las
pre Ligas Negras norteamericanas, que traía en sus filas a jugadores
destacados de aquel circuito. Se efectuaron trece partidos, con balance
favorable a Cuba de 8-4, y un empate. Por ellos brilló el lanzador Dick Redding
(2-3), el mismo que en aquel circuito había lanzado un juego de 25 ponches y
posteriormente dejaría una bonita huella en el béisbol de la Isla, y a la ofensiva
Spottswood Poles (.313). El Almendares ganó 6 juegos y perdió 1, destacándose
Cristóbal Torriente (.350) y los pitchers Adolfo Luque y Bombín Pedroso, ambos
con 2-0, Méndez alcanzó 1-1. El Habana tuvo un balance de 2-3 y 1 empate. Por
los Rojos de destacaron Armando Marsans (.286) y el lanzador José Acosta (1-
0).
En 1915 arribaron el Saint Louis Terriers y el Indianápolis ABC. El primero llegó
a La Habana en el mes de marzo, con una delegación de 27 personas, incluidos
periodistas. Ellos pertenecían a la llamada Liga Federal, un intento de incorporar
un tercer circuito a las Grandes Ligas, que no llegó a fructificar. Con ellos estaba
el cubano Armando Marsans, quien se desempeñaba en las Mayores desde
1911. Debido a la fecha escogida, varios de los jugadores más destacados de la
Isla no pudieron participar, por cumplir compromisos en el exterior.
Los Pittsburgh Pirates, de las Mayores, estuvieron en Cuba entre los meses de
octubre y noviembre de 1919. Enfrentarían al Habana y el Almendares, en el
Almendares Park II, inaugurado un año antes. Efectuaron 18 desafíos, de los
cuales los visitantes ganaron 10 (4 al Habana y 6 al Almendares), y perdieron 7
(4 con Habana y 7 con el Almendares), con 1 empatado.
Luego de otras dos conversaciones con John Igoe, le entregué 10 mil dólares en
efectivo al firmarse el contrato y una semana más tarde le envié otra cantidad
similar, así como los tres boletos en avión. Babe Ruth se incorporaría a los
Gigantes de New York el 30 de octubre y participaría, a partir de ese día, en 10
de los 20 choques pactados contra los equipos Habana y Almendares.[1]
La figura del Bambino se robó el show, pero el héroe resultaría Cristóbal
Torriente, quien la tarde del 4 de noviembre de 1920 conectó tres jonrones, en
una jornada de 5-4, incluido un doble; Ruth no pudo descifrarle los lanzamientos
a Isidro Fabré. Para tratar de contener la furia del cubano, en el quinto McGraw
envió al box al propio Babe, quien soportó el doblete y dos entradas después el
tercer jonrón, con un batazo que voló al jardinero central; los primeros fueron por
el jardín derecho. Al final de la serie Torriente había acumulado .378, y el
legendario rival .345.
A partir de allí el yanqui mayor admiró al moreno zurdo, aunque no le hizo gracia
que le llamaran Babe Ruth Cubano. Como tantos, cargando una calidad
insuperable, Torriente no pudo actuar en Grandes Ligas por el color de la piel.
De todas formas, un tanto airado y en tono de chanza, al finalizar el juego, el
también llamado Bebé de Dunn declaró:
Era tan negro como una tonelada y media de carbón en un sótano oscuro”, para
acto seguido afirmar: ‘Si pudiera llevarme al lanzador José de la Caridad Méndez
y al jonronero Cristóbal Torriente para mi equipo, ganaríamos el gallardete
comenzando el mes de septiembre y después nos iríamos a pescar’.[2]
Torriente llevó a su casa una colecta de 246 pesos y Ruth se echó en los
bolsillos la pactada suma de 2 000 dólares. El Bambino también jugó pelota
vasca, bebió las buenas cervezas cubanas y se fue a Santiago de Cuba, donde
un pitcherprácticamente desconocido: Jorge Guillén, lo ponchó en varias
ocasiones.
En 1921 visitaría la isla el Memphis de las Menores, de cuyos encuentros se
conservan pocos datos y después el Brooklyn Dodgers, en los meses de
noviembre y diciembre, para enfrentarse al Habana de Miguel Ángel González y
el Almendares de Adolfo Luque. Asimismo, se conformó una selección de los
dos equipos, para tratar de someter a los del Norte, ya que habían salido mal
parados en la confrontación. Fue pobre la afluencia de público.
La gran crisis actual, que todo lo envuelve, ha caído sobre nuestro gran juego
nacional como pesada manta de plomo. Y el buen público habanero, los
fanáticos irreductibles del base ball profesional, deben aprovechar los
poquísimos días que le restan de estancia en La Habana a los Dodgers para
relamerse de gusto, ya que casi es seguro no nos visiten clubs de Ligas Mayores
hasta que este estado de cosas no termine.[3]
Aquella selección, a la que llamaron Cuba, a las órdenes del manager-jugador
Adolfo Luque, se impuso a los visitantes (3-2). En un total de veinte partidos, el
Brooklyn obtuvo balance de 12-8.
Gilberto Torres (Habana) (1951), Bob Usher (Habana) (1953), Gilberto "Jockie"
Valdivia (Almendares) (1949) (Habana) (1951), José Valdivieso (Almendares)
(1955), (Marianao) (1957-1958), Juan Vistuer (Almendares) (1955) (Cienfuegos)
(1956), Lee Walls (Almendares) (1955), Del Wilber (Habana) (1951), Artie Wilson
(Cienfuegos) (1956), Casey Wise (Marianao) (1958), Antonio Zardón (Habana)
(1951), Rudolfo Arias (Marianao) (1957-1958), Bill Ayers (Habana) (1951-1952),
Jim Bunning (Marianao) (1957), Pedro Carrillo (Cienfuegos) (1960), Jackie
Collum (Habana) (1952), Sandalio Consuegra (Cienfuegos) (1956), Mike Cuellar
(Almendares) (1959).
Lino Donoso (Almendares) (1955), Karl Drews (Almendares) (1950), Cliff Fannin
(Almendares) (1954), Thomas Fine (Habana) (1952), Miguel "Mike" Fornieles
(Marianao) (1957-1958), Art Fowler (Almendares) (1959), René Gutierrez
(Cienfuegos) (1956), Fred Hahn (Marianao) (1957), Bob Hooper (Almendares)
(1950), Clarence "Hooks" Iott (Alemendares) (1954), Tom LaSorda (Almendares)
(1959), Vicente López (Almendares) (1949-1950) (Marianao) (1957), Conrado
Marrero (Almendares) (1949-1950-1954) (Marianao) (1957), Morris Martin
(Almendares) (1949), Rogelio "Limonar" Martínez (Habana) (1952-1953).
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7 Mayo, 2012 2 comentarios
Por:
Luis Jesús González
Pasión nacional durante más de una centuria, el béisbol remonta sus inicios en
Cuba a la séptima década del siglo XIX, cuando, aún en su estado rústico, un
pequeño grupo de practicantes tuvieron que soportar el rechazo de las
autoridades coloniales y de los sectores más conservadores de la sociedad
habanera, que en gesto despectivo llamaron “juego de pelota” al joven deporte
que comenzaba a restar aficionados a sangrientas diversiones como las peleas
de gallo y las corridas de toros.
Sin proponérselo, la llegada del béisbol expandió el ya ancho abismo entre
cubanos y españoles, envueltos entonces en la primera guerra de
independencia. Para los primeros, la novedosa práctica deportiva constituyó otro
elemento para diferenciarse de las costumbres de la metrópolis, en tanto que
para los españoles era algo lleno de términos imposibles de asimilar.
Doce años después de los inicios en Cuba del “juego extranjero”, Nemesio Guilló
y Emilio Sabourín fundan el Club Habana y unos meses después del fin de la
Guerra de los Diez Años, un grupo de antiguos estudiantes cubanos en Nueva
York crean el Club Almendares, entre cuyos integrantes aparecerian un vasco y
un asturiano, primeros extranjeros en practicar el béisbol en Cuba.
El Habana, identificado con el color rojo, fijó su plaza en la entonces remota zona
del Vedado, muy cerca del mar y de la línea del tranvía, por esos tiempos tirados
por mulos, en el área donde se asienta desde hace más de 70 años el hospital
materno América Arias y lugar en el que se eleva un pequeño obelisco en honor
de Emilio Sabourín,uno de los fundadores de la primera plaza beisbolera de
Cuba.
Tan en serio se tomaron los habanistas la práctica del béisbol, que el 27 de
diciembre de 1879 aceptaron el reto de una novena matancera y en los terrenos
del Palmar de Junco, en las afueras de la ciudad yumurina escenificaron el que
se considera el primer partido jugado en Cuba, ganado por los habaneros 23
corridas por siete.
Por su parte el Almendares, que adoptara de sus inicios la divisa azul, se radicó
en la exclusiva zona del Cerro, más propio de la alcurnia de sus integrantes,
poco habituados a la sesiones de entrenamiento, razón de sus constantes
derrotas frente a sus rivales habanistas.
Con el paso del tiempo, la pelota, sobrenombre aceptado en toda la Isla,
comenzó a ganar adeptos, quienes con sus hazañas deportivas llegaron a
convertirse en pequeños héroes locales, muchas veces objeto del resentimiento
de los elementos más agresivos del integrismo español, los cuales se
agudizaron con el estallido del levantamiento independentista de 1895, al punto
de que la práctica del béisbol fue prohibida por el gobierno colonial, que la
consideraba un pretexto para reuniones conspirativas.
Ante la represión, muchos de los jugadores y directivos de los equipos
habaneros empredieron el camino del exilio, al tanto que otros engrosaban las
filas del naciente Ejército Libertador o partían desterrados a las prisiones
coloniales en el norte de África. Entre estos últimos estuvo Emilio Sabourín que
moriría en una prisión española y de quien el patriota Juan Gualberto Gómez, su
compañero de cautiverio dijera: “amó tres cosas en la vida: Cuba, su familia y el
béisbol”.
Trasladada la costumbre a Estados Unidos, trabajadores cubanos organizaron
en Cayo Hueso una liga similar a la cubana, con los elencos Habana y
Almendares, a los que se sumarían los carmelitas del Key West Browns,
ganador del torneo de 1897-98, último de las lides cubanas escenificadas en
tierras norteamericanas.
Poco antes de finalizada la guerra, un grupo de jóvenes tabaqueros e hijos de
cubanos formaron el Club Cuba, destinado a recaudar fondos para la causa
independentistas mediante la práctica del béisbol, pero como no podían jugar los
domingos debido a prohibiciones religiosas de Estados Unidos, lo hacían los
lunes a cambio de perder el jornal de un día y de entregar a la revolución los
ingresos de la taquilla.
En 1901, Abel Linares, quien había sido secretario de la Sociedad Martí en Cayo
Hueso, en unión al jugador Agustín Molina conformaron un elenco denominado
All Cubans, en el que figuraron algunos de los legendarios pioneros del béisbol
en la Isla, como Antonio María García, más conocido por El Inglés y el célebre
lanzador Carlos “Bebé” Royer.
Ambos formarían una de las más asombrosas baterías de su tiempo,
caracterizada por el desempeño deportivo del Inglés, al mucho calificarían como
el mejor jugador de su época y por el potente brazo de Royer, precursor de los
lanzadores de bola rápida, pero en tiempos en que los receptores dependían de
una pequeña guantilla.
Esta primera incursión del béisbol cubano más allá de los límites de la Isla
resultó un fracaso en el plano económico, pero tuvo el acierto de difundir la
calidad alcanzada por los cubanos ante un público asombrado por la maestría de
sus jugadores.
Respaldados a medias por sus respectivas organizaciones y libres de las
presiones del profesionalismo, los jugadores cubanos no tuvieron la pelota como
único medio de vida, ya que mientras uno lo hacían por placer, otros alternaban
la práctica deportiva con empleos eventuales. Incluso los más sobresalientes
jugadores participaban en apuestas con aficionados a partir de sus propias
habilidades.
En 1911, el almendarista Armando Marsans se convertía en el primer cubano en
ingresar en un equipo de las Grandes Ligas Norteamericanas, al firmar un
contrato con los Rojos del Cincinnati y ubicarse como el segundo
latinoamericano en hacerlo, ya que en 1902 el colombiano Luis Castro había
intervenido en 41 partidos con los Atléticos de Filadelfia.
A la inclusión de Marsans siguio al año siguiente la del receptor Miguel Ángel
González con los Bravos del Boston, primero entre los cubanos en superar el
millar de partidos jugados y primer latino en dirigir una franquicia de Grandes
Ligas, cuando en 1944 comandó de forma interina a los Cardenales de San Luis.
Durante años la segregación racial marginó a numerosas figuras cubanas y
norteamericanas, las que quedaron restringidas a los clásicos nacionales o a las
llamadas Ligas Negras. Jugadores de la calidad jamás llegaron a las exclusivas
Grandes Ligas y sólo Martín Dihigo recibiría el tardío reconocimiento, al ser
incluido entre los inmortales de Cooperstown en 1977.
Hasta 1947, año en que Jack Robinson rompiera la llamada “barrera de la raza”,
el número de jugadores cubanos superó en cantidades considerables la
presencia de mexicanos, puertorriqueños, venezolanos y dominicanos, por lo
que la erradicación de la discriminación racial incrementó la presencia de
cubanos en las Mayores, al punto de que a finales de los 50, el total de
jugadores de la Isla era superior a la nómina completa de uno de los 16 equipos
existentes en las Ligas Nacional y Americana.
La Liga Cubana de Béisbol, matizada por la histórica rivalidad entre Habana y
Almendares, prosiguió su curso durante casi medio siglo, pero ahora en función
de los equipos de las Grandes Ligas norteamericanas, las que encontraron en
los torneos invernales de la Isla un campo de entrenamiento para sus talentos, al
extremo de que en la alineación regular del Habana de los 50 llegaron a figurar
sólo dos jugadores nativos.
Paralelamente, diversas ligas locales u organizadas por diferentes empresas o
sectores desarrollaron diferentes eventos beisboleros bajo la condición de
amateurs, aunque en realidad cobraban por representar a sus respectivas
entidades. Algunos de estos jugadores, pertenecientes a los conjuntos,
agrupados en la Asociación Atlética Amateurs, integraron las selecciones
nacionales en eventos internacionales.
En certámenes amateurs Cuba ha cosechado antes y después de la erradicación
del profesionalismo todos los títulos disputados entre los que se incluyen los
torneos olímpicos de 1992 y 1996, más de una veintena de mundiales y casi
todas las Copas del Mundo, al punto de clasificar como la nación con el mejor
béisbol del mundo.
Cuando Jackie Robinson jugó en Venezuela
Abril 15, 2017Rafael David Sulbarán
El 24 de noviembre de 1945, llegó Jackie Robinson a Caracas.
La vida de este sureño nacido en el estado de Georgia 26 años antes estaba
dando un giro espectacular, y con él, cambiaba para siempre la historia del
béisbol.
Robinson viajó a Caracas aquel sábado, junto con una docena de figuras de las
Ligas Negras, el movimiento beisbolero creado por dirigentes y jugadores
afroamericanos en Estados Unidos durante el ominoso tiempo de la segregación
racial en los diamantes.
José Eduardo Espinoza recuerda bien aquella visita, que plasmaría en uno de
los capítulos de su libro Beisbol Negro. Nacido en el estado Zulia, fue uno de los
centenares de aficionados que abarrotó el Estadio Olímpico de Maracaibo, una
de las dos ciudades venezolanas que acogieron al grupo de jugadores
estadounidenses, reunidos en la divisa American All-Stars.
“Esa misma tarde (de su llegada) debutaron en el viejo Estadio de San Agustín,
para confrontar a las Estrellas del Caribe”, precisa Espinoza.
“La gira fue un éxito, pero sobre todo en Maracaibo, porque allá el equipo
Centauros había contratado a muchos negros en los tiempos de la Primera
División”, indica González. “Hasta publicaban avisos de prensa en Estados
Unidos, ofreciendo contratos a peloteros de las Ligas Negras. Yo mismo he
visto esos anuncios en los archivos del Sporting News. La pasión que
había en esa ciudad era inmensa”.
Luis Aparicio Ortega, el padre del homónimo shortstop que llegaría al Salón de la
Fama de Cooperstown, fue el primer bateador en el Estadio Olímpico. Espinoza
tenía 14 años de edad y estaba sentado entre los presentes. No olvida el
lanzamiento inicial de Roy Welmaker, el abridor de los American All-Stars: “Una
recta llameante que nadie vio. Si lo dudan, pregunten a los sobrevivientes.
Pero apúrense, quedamos pocos”.
Aquella visita de Robinson y sus colegas también marcó para siempre la historia
del béisbol latinoamericano, al ser uno de los últimos impulsos que llevaron al
nacimiento de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, cuyo encuentro
inaugural se disputó el 12 de enero de 1946, una semana después de terminada
la expedición.
Bill Anderson, Parnell Woods y Bill Jefferson también se quedaron para estrenar
la LVBP. Verdel Mathis no, pero volvió en 1947.
BEI