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MUJERES VALIENTES EN LA BIBLIA

Las mujeres siempre han jugado un papel muy importante en la formación de muchos
hombres líderes, tanto espirituales como reconocidos personajes de la humanidad.

Mujeres que han sabido ser una compañía idónea para sus esposos. Mujeres que han
sabido ganarse un lugar privilegiado en la historia, por su ejemplo inspirador.

Cuán importante es para Dios la obra femenina: Dios escogió a muchas mujeres valientes,
llenas de fe, amor, caridad, sabiduría, justicia y compresión.

¿Cuál es la mujer más bella de la biblia? ¿Dice la biblia que las mujeres no deben de
hablar? ¿Porque muchos falsamente creen que la biblia discrimina a las mujeres? ¿Porque
son tan importantes las mujeres para el ministerio terrenal de Jesús

Hablando de mujeres extraordinarias, parece de justicia rendir homenaje a las primeras


mujeres que hicieron historia porque intervinieron en los planes de Dios para la humanidad.

Podemos hacer un breve recordatorio de algunas de las mujeres destacadas de la Biblia,


siguiendo el orden cronológico y haciendo una obligada selección entre las muchas que
están presentes en la Biblia.

Mujeres todas ellas de origen humilde pero que llegaron a ser extraordinarias porque fueron
perfeccionadas por la acción y voluntad de Dios.

El Dios de Abraham, Isaac y Jacob, es también el Dios de Sara, Rebeca y Raquel.

En la Biblia hay muchas historias de personajes que hicieron grandes proezas. Algunos de
ellos son más conocidos que otros; sin embargo, las lecciones de vida que nos dejaron, nos
acompañarán siempre.

Las mujeres que se mencionan a continuación no se caracterizan por aparecer en largos


capítulos de la Biblia, sino por el legado que dejaron:

1. María.

Hija de Joaquín y Ana, esposa de José, Madre de Jesús, es junto con Jesucristo, figura
central de la historia bíblica y de la humanidad.

La más valiente de todas las mujeres de la Biblia, quien enfrento adversidades y críticas;
y llevar en su vientre a aquel que vendría a cambiar tu vida y la mía.

Amada por muchos, y aun en estos días: menospreciada e insultada por otros. María,
aquella joven virgen que trajo físicamente a Jesús a este mundo, nos dejó un gran
ejemplo de humildad, sabiduría y entrega al servicio de Dios.

Hoy en día, tú puedes detectar a un falso profeta de la siguiente manera: ellos te dicen
que ven visiones, que tuvieron un encuentro con Dios, y lo primero que hacen es exigirte
que los mantengas y les des tus “diezmos”, y luego quieren vender libros y CDs
contando su experiencia, y buscando hacerse famosos y que la gente les aplauda. Claro
pueden hacer lo que les pegue la gana, ¡muy su vida!, y es muy tonta tu decisión de
seguirlos.

Pero María, habiendo tenido un encuentro con un ángel que, sí venía de Dios, y
habiendo recibido la majestuosa revelación de que ELLA sería una participante directa
en la obra redentora de este mundo, María no salió corriendo a contárselo al mundo, ni
a llamarse a sí misma profeta, y nunca se auto exalto o a escribir libros al respecto. No,
ella se mantuvo callada y humilde, y si te fijas bien, en las escrituras, cada vez que
sucedía algo que marcaba su vida y le demostraba la divinidad de su hijo, ella “guardaba
estas cosas en su corazón”. (Lucas 2:19)

¡Qué gran ejemplo para nosotros! Es muy difícil hablar de María sin causar el asombro
y gusto de muchos, o el ataque e ignorancia de otros. Sea cual sea tu actitud hacia ella
(y hacia otras mujeres valientes de la Biblia), no puedes negar, que fue la madre terrenal
de Jesús, fue la que alimentó de su pecho al Señor que nosotros adoramos, ella fue la
que le cambió los pañales, la que lo cargó y lo consoló cuando de bebé el lloraba (ahora
solo falta que alguien diga que Jesús no lloraba de bebé). Ella fue quien le dio su
desayuno, su comida y su cena cada día. Y aunque la Biblia no habla de estas cosas,
es muy obvio que sucedieron.

María, como joven valiente enfrentó a una sociedad misógina, con el riesgo de ser
apedreada si se descubría que José no era el padre de ese bebé. Como madre ella
enfrentó los retos de criar a un niño y, posteriormente a un adolescente, y luego a un
hombre que transformaría la historia del universo entero; y aún más, ella enfrentó el
cruel dolor de ver a su hijo torturado y asesinado por hombres malos…

Y si lees bien las Escrituras, te darás cuenta, que aun después de la resurrección y
ascensión de Jesús, ella se mantuvo fiel esperando la promesa del Espíritu Santo, y era
admirada y tomada en cuenta por los apóstoles y discípulos, de tal manera, que mereció
ser mencionada en Hechos 1:14, donde se hace distinción entre las personas que
estaban perseverando en oración y, se menciona claramente entre ellos a María, la
madre de Jesús.

María fue una mujer valiente y su ejemplo sigue aún vigente. Pidamos a Dios que todas
las madres jóvenes de hoy en día tengan la sabiduría, humildad y prudencia de María.

2. Eva, madre de todos los vivientes. “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto
ella era madre de todos los vivientes”. Gen 3.20.

Eva fue el punto y final de la creación de Dios. Su presencia señalaba la conclusión de


toda la creación. Fue la encarnación viviente de la gloria de la humanidad (1 Corintios
11.7)
En su estado original, incontaminada por ningún mal, libre de cualquier enfermedad o
defecto, preservada de toda imperfección, Eva era el arquetipo perfecto de excelencia
femenina. Era magnífica en todo sentido
3. Sara, fue la esposa de Abraham y madre de Isaac. Según el libro de Génesis, su nombre
original era Sarai pero Dios lo cambió a “Sara” antes de concederle el milagro de tener
un hijo a la edad de 90 años. Sara era un nombre para mujeres distinguidas y Sarai
significa princesa.
Sara, siendo anciana y estéril y deseando que se cumpliese la voluntad de Dios
respecto a la descendencia de Abraham, le incitó a tener un hijo con su esclava Agar,
pero más tarde, después del nacimiento milagroso de su propio hijo Isaac, expulsó a la
mujer y a su hijo Ismael.
Sara es la única mujer en la Biblia a la que Dios habla directamente. Abraham admiraba
su don de profecía y su inteligencia, escuchando todos sus consejos.
Sara fue una mujer de una belleza deslumbrante, de risa continua; a veces era poco
respetuosa, podría decirse que hasta irreverente. Por esto, en un principio puede
sorprender, que fuera Sara la elegida para tamaña misión. Sin embargo, su modo de
actuar fue siempre muy humano… No obstante, fue la elegida por Dios, a pesar de sus
virtudes y defectos.
Además, Sara sería la única mujer con quien Dios se comunicó directamente, ya que
las demás profetisas mencionadas en la Biblia recibieron mensajes de Dios por medio
de ángeles.
Al principio su nombre era Sarai, que significa “mi princesa” o “gobernadora mía”. Luego
el Señor antes de concederle el milagro de tener un hijo a la edad de 90 años, le cambió
el nombre por “Sara”. En hebreo el nombre Sara se usa para designar a una mujer de
alto rango y, a veces es traducido como "princesa" o “gobernadora”.
Sara poseía un carácter fuerte, era dominante y sabía hacer sentir su autoridad y
señorío. Si analizamos su vida podemos darnos cuenta de que tuvo dos facetas: era
una mujer hogareña, gobernaba muy bien a sus criadas y su casa, pero tenía muy claro
que Abraham era la cabeza del hogar y, a él le debía respeto como tal. Sara en eso no
se perdió: estuvo al lado de su marido a pesar de todo el trabajo que pasaron juntos.
No obstante, por otro lado, Sara por su propia voluntad le entrega su esclava Agar a
Abraham para procrear descendencia porque según las leyes mesopotámicas, una
mujer estéril podía ceder su esclava al marido y, si tenía descendencia, reconocer al
hijo como suyo. Pero Sara no contaba con que Agar la menospreciaría por haber
concebido. Entonces he aquí que Sara, al no poder hacer nada sin el consentimiento
de su marido, le pide a éste que resuelva la situación. Abraham le dice: “He aquí tu
sierva está en tu mano, haz con ella como bien te parezca”.
Sara llegó a oprimir a Agar: pasó de tratarla como a una amiga a ser su enemiga. Sara
echó de casa a su esclava, pero Dios la hace volver y le dice: “El hijo de Agar será
Ismael, que no es el escogido, pero sí será el antepasado de los árabes del desierto, el
fundador de otro gran pueblo (los ismaelitas)”.
Sin embargo, esto nos enseña algo muy importante: incluso los más grandes líderes
comenten errores, y gracias a Dios, este error no fue tomado en cuenta, pues de lo
contrario Sara hubiese estorbado los planes de nuestro Señor. Esto a su vez nos
muestra que los planes de Dios son irrevocables.
4. Ruth. El Libro de Ruth narra la historia de Elimelec, un hombre de Belén de Judá quien
emigró con su familia al país de Moab. Su esposa era Noemí y sus hijos. Al morir
Elimelec sus dos hijos se casaron con Orfá y con Rut respectivamente, ambas de Moab.
Años más tarde murieron sus dos hijos, y Noemí decidió regresar a Belén de Judá
acompañada por sus dos nueras. Pero Rut decidió quedarse con Noemí, por lealtad
hacia ella, a pesar de que ésta pidió a ambas que regresaran con sus familias a Moab.
Debido a la pobreza en que vivían Noemí y Rut en Belén, ésta se puso a trabajar en el
campo de Booz recogiendo los granos sobrantes de la cosecha.
Booz era uno de los goeles (descendientes de un antepasado común, quienes se
hacían responsables de la familia, si ésta no tenía descendencia) de la familia de
Elimelec y, como otro goel no estuvo dispuesto a casarse con Rut ni a hacerse
responsable de la pésima situación en que se encontraban Noemí y Rut, ese deber lo
aceptó Booz, quien ya se había sentido atraído por la moabita. De ese matrimonio nació
un hijo, Obed, quien más tarde fue el abuelo del rey David.
Así Rut ingresa por sus propios méritos y virtudes en la religión judía, a pesar de su
ascendencia moabita y de adorar a un diferente dios.
Noemí Y Rut : El nombre de Noemí significa “placentera”. Antes de enfrentar muchas
desgracias, Noemí fue una mujer amistosa y amable. Pero también, fue una mujer que
tuvo que pasar por muchos sufrimientos.
Noemí estaba casada con Elimelec. Ambos huyendo de la hambruna en Belén, fueron
a parar a Moab.
En el exilio su esposo murió, y Noemí se quedó sola con sus dos hijos en Moab: Mahlón
y Quelión. Los hijos de Noemí se casaron con mujeres mohabitas. Pero el Señor le quitó
a sus dos hijos, y Noemí se quedó sola con sus dos nueras, que no eran de su pueblo,
ni adoraban a su Dios.
Noemí escuchó que en Belén el pan volvía a ser abundante y, como se encontraba en
la más extrema pobreza decidió regresar a su amada Belén. Noemí salió de Moab en
compañía de sus dos nueras. Pero solo Rut la acompañó hasta Belén, después de que
Noemí le pidiera a ambas que se regresaran con sus madres.
Dos veces consecutivas Noemí les suplicó que la abandonaran. Finalmente, Orfa besó
a su suegra y regresó con los suyos. Pero Rut, se negó a abandonarla. «Tu pueblo será
mi pueblo, y tu Dios mi Dios», fue la respuesta decidida de Rut. ¡Qué bellas palabras
las de Rut! ¿Qué suegra no le gustaría tener una nuera tan amorosa y fiel? Noemí
mostró ternura y consideración para con su nuera, se afianzó más el lazo que sentían
una con la otra: se quisieron como madre e hija.
Noemí era ya una mujer de edad avanzada, que se había visto obligada a comenzar
desde cero. Pueden imaginarse lo que quizá pasó por su mente: <<Ahora regreso peor
que cuando salí de Belén, regreso sin nada y para colmo: vieja y sin mi familia. Sólo me
acompaña una nuera que no pertenece a mi tierra, ni mi Dios es su Dios>. Tuvo que ser
muy penoso para ella, pero el Señor tenía otros planes; los propósitos de Dios son a
veces incompresibles para nosotros. Pero debemos recordar que ÉL tiene el control.
Así es que, Noemí llegó acompañada por su nuera, Rut. La Biblia dice que toda la ciudad
se conmovió por causa de ellas; y les decían: "¿No es ésta Noemí?".» Con lágrimas en
los ojos la anciana contestó: «No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara, porque en
grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.»
Noemí logró vencer su amargura y volvió a ser amable y afectiva como lo había sido
antes. Dios honró en gran manera a esta mujer abandonada. Su historia fue incluida en
las Sagradas Escrituras, se ha ganado la admiración y el respeto de todos nosotros. Su
sangre se mezcló con la del Hijo de Dios a través de las generaciones.
5. Ana. Penina siempre molestaba a Ana y la hacía sentir mal porque el Señor no le
permitía tener hijos.
Un día, después de comer, Ana se levantó calladamente y se fue a orar al santuario. El
sacerdote Elí estaba allí.
Ana estaba muy triste y lloraba mucho mientras oraba al Señor Le hizo una promesa a
Dios: “Señor, Todopoderoso, mira lo triste que estoy. ¡Acuérdate de mí! No me olvides.
Si me concedes un hijo, te lo entregaré a ti. Será un nazareo: no beberá vino ni bebidas
embriagantes, y nunca se cortará el cabello”.
Elcaná tuvo relaciones sexuales con su esposa Ana, y el Señor se acordó de Ana. Ella
concibió y para esas fechas al año siguiente, dio a luz un hijo.
Ana le puso por nombre Samuel, pues dijo: “Su nombre es Samuel porque se lo pedí al
Señor”. Ese año Elcaná fue a Siló con su familia para ofrecer sacrificios y cumplir las
promesas que le había hecho al Señor. Pero Ana no lo acompañó, sino que le dijo:
No iré a Siló hasta que el niño tenga la edad suficiente para comer alimento sólido.
Entonces se lo entregaré al Señor, será un nazareo y se quedará en Siló.
Luego Ana entregó el niño al sacerdote Elí, y le dijo:
Perdón, señor, yo soy la misma mujer que usted vio orar al Señor. Le aseguro que lo
que digo es cierto. Oré por este hijo, y el Señor contestó mi oración, dándomelo. Ahora
se lo entrego al Señor, y él le servirá toda su vida. Entonces Ana dejó ahí al niño y adoró
al Señor.
6. La profetisa Ana. Lucas, en su Evangelio, cita y recoge el testimonio de los pocos
testigos que consiguieron ver al Mesías en el infante recién nacido: sus padres, María
y José, los ángeles, los pastores, los magos, Simeón y Ana, de la que dice Lucas. 2,36-
38 : “Estaba también allí, Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad
muy avanzada, había vivido con su marido siete años desde su virginidad y era viuda
hacía ochenta y cuatro años. Y no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día
con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y
hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén”.
7. María Magdalena, de la que el Señor expulsó siete demonios y luego, atraída por la
misericordia de Jesucristo, se convirtió en una de las mujeres valientes que asistían a
Jesús.
La primera persona a la que Cristo habló después de su resurrección. Conforme Cristo
anunció, allá donde se predica el Evangelio se habla de esta mujer que, con un gran
corazón, supo hacer una conversión radical de su vida.
8. La Mujer samaritana, cuyo nombre no conocemos, aunque era muy conocida en su
ciudad y, después de su mala vida pasada, se convirtió en evangelizadora al conocer
¨las fuentes de agua viva que Cristo le descubre.
9. Las hermanas Marta y María, de la familia de Lázaro en Betania, donde Cristo
encontraba un hogar de amigos en los que podía confiar y un lugar donde encontrar
reposo. Cristo las puso de modelo de cómo se hace compatible el trabajo y la oración.
10. Lidia: con un corazón hospitalario facilitó la entrada del cristianismo en la Europa de
entonces, al acoger y proteger en su hogar a los discípulos que necesitaban donde
refugiarse. En Hechos 16,13 se narra su conversión. Lidia era vendedora de púrpura,
de la ciudad de Tiatira. Se convirtió y albergó a Pablo en su hogar en ese día y
posteriormente cuando Pablo salió de la cárcel. Lucas 16:40
11. Loida y Eunice (2 Timoteo 1)
Esta madre y abuela, respectivamente, demostraron que el mejor regalo que se puede
dejar a los hijos es la fe. Ellas fueron un ejemplo de fe sincera hacia Timoteo, del cual
incluso Pablo dio referencia.

Si bien no se tiene mucha referencia de ellas, su valentía y perseverancia se reflejó


en la vida de Timoteo, quien más adelante se convertiría en uno de los personajes
bíblicos más sobresalientes.

12. Abigail (1 Samuel 25)

Ella fue un gran ejemplo de mujer sabia. No sólo sabía mantener la paz en su hogar,
sino que también supo salvar la vida de su esposo Nabal. Ésta y otras cualidades
hicieron que posteriormente se convierta en la esposa del Rey David.

13. Jael (Jueces 4)

La astucia de Jael llevó a los israelitas a la victoria. De ella podemos aprender que no
debemos dudar de las promesas de Dios, porque sino, Él usará a otra persona en
nuestro lugar. Además, en esa historia aparece Deborah, otra mujer excepcional.
14. Débora

Significa en hebreo ‘abeja’. Fue profetisa y la única mujer que llegó a ser cuarto juez,
en el sentido no militar, del Israel premonárquico del Antiguo Testamento.

Esta mujer valiente apareció por el año 1125 antes de Cristo. El pueblo de Israel iba
hasta su sede entre Ramá y Betel, para consultarle sobre sus problemas familiares.
Débora gozaba de una excelente reputación como profetisa y jueza. También la
manera como su historia esta escrita en la biblia judía es bella y poética. ¡Y vaya que El
Espiritu Santo se tomó el tiempo para que Débora quedara para siempre plasmada en
las escrituras!

Su historia se cuenta dos veces en los capítulos IV y V del Libro de los Jueces. La
historia de Débora es importante porque es uno de los pasajes más antiguos en el que
se muestra a mujeres cuya fe superó o complementó la de los hombres.

La verdad es que Débora tuvo que ponerse los pantalones y usar la valentía que Dios
le dio para para profetizar que Israel no lograría la victoria en una epoca terrible. Además
Debora, o Devora, (algunos escribe Devora ), fue la unica jueza de Israel.

¿Asi que la mujer no debe de hablar y tomar el liderazgo? Claro, los musulmanes y los
cristianos que ignoran el santo contexto de las escrituras juran que la mujer no tiene
autoridad, no debe hablar, o ejercer puestos eclesiásticos o publicos. Gran mentira del
diablo, si no hubiese sido por las mujeres, Israel no hubiese llegado a ser la nación que
hoy es.
15. Ester

Ester se caracterizaba por ser una mujer muy bella, además de piadosa, valiente y
sabia. Poseía un fuerte patriotismo y una fe muy grande. Ester también se caracterizaba
por su determinación.

De hecho, Ester significa: la que brilla como una estrella. Ester fue adoptada por su
primo Mardoqueo, quien se convirtió en su padre y tutor, cuando murieron sus padres.

Mardoqueo ocupaba una posición administrativa en el palacio de Susa. Un día éste se


enteró de que el rey Asuero había repudiado a su esposa, la reina Vasti, la cual también
era una mujer muy hermosa, por no presentarse a las fiestas que él ofrecía en su
palacio.

Por esta razón, el rey buscaba una nueva esposa, sin importar su procedencia, la cual
debía mantenerse en secreto.

Ester fue elegida por su belleza y encanto, y se convirtió en la reina de los Medos. Por
cierto, no es pecado ser bella, no es pecado que lo reconozcas, no es pecado que
busques ser bella. Dios te ha dado una belleza especial. Flaca, gordita, alta o bajita,
rubia o morenita, española o inglesita, citadina o rancherita, tu eres el ser mas bello que
ha sido creado por Dios.

Desgraciadamente este mundo ha tergiversado la belleza y a lo malo llaman bueno y a


lo bueno malo. Pero, no es malo que quieras ser bella, tanto para tu marido, para el
hombre que amas, como para dar una buena imagen de la obra que Jesús ha hecho en
tu vida.

Si, es verdad, que la falta de limpieza, la falta de arreglo, y desgraciadamente el


sobrepeso excesivo, dan una primer mala imagen a cualquiera que nos vea. Si te miras
al espejo y tu en tu corazón sabes que necesitas un cambio en tu vida, pidele a Dios
sabiduría, pero sin caer en las trampas de la falsa belleza.
Nada de riesgosas cirujias. Tu, como la Reina Esther, tienes una belleza natural dada
por Dios, pidele a El que te ayude a descubrirla. Pide ayuda a alguna amiga o pariente
que si se preocupe por ti. Te lo repito, y esto viene de Dios, ser bella, no es pecado, no
es carnal, no es terrenal, ser bella es reconocer que eres una creación de Dios, y mas
que eso, una hija amada y tanto tu interior como tu exterior revela la imagen sobre la
cual has sido creada. Dios te ha creado a su imagen y semejanza, refiriendose esto a
que Dios te ha creado bella, buena, santa, poderosa, fiel, verdadera, tierna,
amorosa. Te felicito, belleza de Dios.

Ester oró al Señor y le pidió sabiamente instrucción. Ester confió plenamente en Dios y
no temió a la muerte. Osó molestar a su rey y, sin embargo, fue recompensada: por
confiar en su Señor. Ester no dudó, le pidió fortaleza a Dios, su Señor.

“Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida
mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo. Porque estamos vendidos
yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados”. Ester, 7: 3-4
Dios utilizó a Ester como un elemento clave para salvar a su pueblo. En ese tiempo la
mujer no era tomada en cuenta por la sociedad, sin embargo, el Señor la escogió a ella
y le dio el papel protagónico porque ella confiaba ciegamente en ÉL.

16. Sifra y Fúa

Sifra y Fúa, aunque estas mujeres no son muy populares, lo más probable es que nunca
hayas escuchado de ellas, pues tampoco pertenecían al pueblo de Dios. Sin embargo,
ambas deben ser mencionadas por su ejemplo de valentía, compasión y deseos de
conservar y respetar la vida humana. Sifra y Fúa hicieron la voluntad de Dios, sin
importarles el peligro que representaba esto para sus vidas.

Veamos su historia, la cual aparece en el Libro del Éxodo 1: 7-21

7 Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos


en extremo, y se llenó de ellos la tierra.

10 Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca
que, viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros,
y se vaya de la tierra.

11 Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus
cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.

12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que
los egipcios temían a los hijos de Israel.

15 Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se
llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo:

16 Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si
es hija, entonces viva.

17 Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto,
sino que preservaron la vida a los niños.

18 Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto,
que habéis preservado la vida a los niños?

19 Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son


como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a
ellas.

20 Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran


manera.

21 Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.

El temor, la reverencia hacia el Dios Todopoderoso nos impulsa a actuar: ambas


tomaron una decisión arriesgada, al desobedecer la ley humana y someterse a la
ley de Dios.
Podemos deducir que ambas mujeres tenían un conocimiento del carácter moral de
Dios y, al mismo tiempo, tuvieron la capacidad de discernir cuál era exactamente la
voluntad de nuestro Señor.

Estas mujeres valientes actuaron movidas por su temor, reverencia y respeto hacia
Dios.

Estas rebeldes pasivas ante leyes injustas agradaron a nuestro Señor: las libró y bendijo
grandemente sus vidas.

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