Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
PREPARADO POR
MESA METROPOLITANA DE HABITANTE DE CALLE – AREA METROPOLITANA CENTRO OCCIDENTE, FACULTAD DE MEDICINA DE
LA UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA, SUEJE, LA SOCIEDAD EN MOVIMIENTO, EL OBSERVATORIO DE DROGAS DEL EJE
CAFETERO, PSICO Y EL PROYECTO DE VIH DEL FONDO MUNDIAL
CON EL APOYO DE
PROGRAMAS DE HABITANTE DE CALLE DE PEREIRA, DOSQUEBRADAS, LA VIRGINIA Y SANTA ROSA DE CABAL Y GOBERNACIÓN
DE RISARALDA
Retos y desafíos en el abordaje de la población habitante calle en el Área Metropolitana Centro
Occidente (Pereira-Dosquebradas-La Virginia y Santa Rosa de Cabal)
1. Introducción
Los municipios de Pereira, Dosquebradas, La Virginia y Santa Rosa de Cabal concentran el centro
urbano del departamento de Risaralda, el cual alberga aproximadamente el 80% de la población. Se
encuentra estrechamente conectado con áreas urbanas de departamentos vecinos en Caldas,
Quindío y norte del Valle, constituyendo una zona de fácil acceso de personas de otras regiones y
paso obligado para quienes transitan por el occidente colombiano.
Esta situación genera que estos municipios compartan fenómenos y problemáticas comunes, por lo
que es necesario pensar soluciones coordinadas, focalizadas y complementarias entre las distintas
entidades territoriales, a fin de garantizar respuestas efectivas a los fenómenos que aquejan a la
población urbana del departamento. En este escenario surge el fenómeno de habitante calle, el cual
ha sido reconocido desde la década de los 90 y que en los últimos años se ha agudizado por su
conexidad con problemáticas como el consumo de drogas, la comisión de delitos y las enfermedades
de transmisión sexual.
La habitancia en calle más que un fenómeno social es un “HECHO” complejo y estructural de las
ciudades de hoy, fruto de la implementación de las dinámicas “para su desarrollo” y que han
causado serios problemas de desigualdad y equidad entre su población; situación que exige un
tratamiento interdisciplinario y especialmente interinstitucional, de tal forma que permita
principalmente su comprensión para no solamente armonizar la existencia del habitante de calle
con el resto de la ciudadanía, sino principalmente restituir los derechos que como ciudadanos
tienen.
A pesar de los esfuerzos por unificar un instrumento de caracterización ninguno de los municipios
en cuestión cuenta en la actualidad con sistemas de información que permita determinar con
certeza el tamaño de la población habitante calle; sin embargo, existen registros de atención por
distintos servicios que se brindan (atención en salud, albergue, canalización a servicios de protección
social, entre otros). No obstante, se sabe que a pesar de los distintos reportes de que dan cuenta
las entidades territoriales existe un subregistro ya que una proporción importante de personas en
condición de calle no acceden a servicios. De igual forma, también es claro que la cercanía existente
entre los distintos municipios facilita la movilidad de la población habitante calle por lo que no se
tiene claridad sobre quienes, cuándo y dónde son atendidos por dos o más municipios, ya que no se
cuenta con lazos de cooperación interterritorial ni cruce o intercambio de bases de datos
consolidados.
1
una de las administraciones e instituciones en él representadas. A esta iniciativa se suman
intervenciones desde la cooperación internacional que dan respuesta a problemáticas particulares
de la población habitante calle, como es el caso del Proyecto del Fondo Mundial-ENTerritorio, el
cual tiene como propósito prevenir e identificar los casos de VIH en población inyectora de drogas
en los municipios de Pereira y Dosquebradas, con el apoyo de las Secretarías de Salud de dichos
municipios y del Departamento, y que durante el periodo 2017-2019 ha identificado
aproximadamente 1300 inyectores de drogas, en su gran mayoría habitantes de calle. Es claro
entonces que el tamaño de la población habitante de calle es superior, en tanto que no todos los
habitantes de calle son inyectores de drogas.
El presente documento recoge las reflexiones de quienes desde los distintos territorios vienen
adelantando acciones para la atención de la población habitante calle, las cuales fueron
identificadas en un taller realizado en el mes de agosto de 2019, y que fue liderado desde la Mesa
Metropolitana de Habitante de Calle. Se espera que el contenido aquí expuesto sirva de referente
para la definición de estrategias encaminadas a garantizar la atención integral y contribuir a mitigar
los efectos adversos de la condición de calle, así como avanzar en los procesos de resocialización,
calificación laboral y rehabilitación de la población afectada por el fenómeno. En este sentido,
informar y sensibilizar a los futuros mandatarios y/o mandatarias de Pereira, Dosquebradas, La
Virginia, Santa Rosa de Cabal y Risaralda se constituye en una necesidad para dar continuidad a las
acciones emprendidas, reconocer las lecciones aprendidas y establecer de forma oportuna los retos
y desafíos que impone el abordaje integral de habitante de calle.
El presente documento se encuentra divido en dos secciones: por un lado, una síntesis general del
diálogo establecido entre los distintos municipios, y por el otro, una descripción de cómo han
operado los programas de habitante de calle en cada uno de ellos.
Las personas terminan en condición de calle por múltiples y complejos procesos individuales,
familiares y sociales. Aspectos relacionados con la salud mental (más allá del consumo de drogas),
la convivencia familiar, la pobreza y el precario acceso a programas de protección social, entre otros,
configuran de forma particular en cada individuo factores que predisponen y precipitan la
habitabilidad de calle. El Estado colombiano, reconoció esta realidad a través de la Ley 1641 de 2013,
la cual establece los lineamientos para formulación de la política pública social para habitantes de
calle, en la cual reconoce la necesidad de desarrollar acciones de atención integral en salud,
desarrollo humano, fortalecimiento de vínculos sociales, formación para el trabajo y convivencia
ciudadana.
Sin embargo, y pesar de este mandato legal fundado en principios constitucionales como la
solidaridad, la dignidad y la autonomía, la población habitante de calle se encuentra excluida de los
circuitos sociales, económicos y culturales formales, constituyendo un mundo social signado por el
abandono estatal, el rechazo social y la explotación por parte de redes delincuenciales.
Esto ha derivado en que la población habitante de calle no sea reconocida como un conjunto de
seres humanos, ciudadanos y ciudadanas, cuyos derechos se encuentran en constante vulneración
y por lo cual el Estado, en el marco de la coordinación, la concurrencia y la subsidiariedad, debe dar
una respuesta que: 1. Mitigue los efectos adversos de la condición de calle, y 2. Prepare a las
personas en situación de calle para su incorporación en los circuitos formales sociales, económicos
2
y culturales. También es importante reconocer que algunas personas tal vez nunca abandonen dicha
condición, por lo que los programas estatales deben estar preparados para esta realidad y, por lo
tanto, deben prever servicios que reconozcan y respondan a dicha realidad.
A pesar de los esfuerzos y del gasto público destinado por las autoridades locales en el país, no se
ha logrado mitigar este fenómeno social, por el contrario se ha exacerbado y constituido en un
conflicto social no solo por la exclusión social, marginalidad, discriminación, segregación y riesgo
permanente de esta población, sino igualmente por la sensación de “inseguridad y temor” de la
sociedad en general que ha derivado en situaciones de alta intolerancia social y especulaciones de
valor económico de los territorios frecuentados por los habitantes de calle.
Dada la complejidad de la situación, los programas llamados de “inclusión social” dirigidos a esta
población no han logrado revertirla eficazmente, pues en la mayoría de los casos han sido soluciones
momentáneas ejemplo los sitios de acogida (espacios de paso) que si bien mitigan su condición
diaria, no ofrecen una atención integral que le permita al habitante de calle gozar plenamente de
sus libertades y derechos, más aún cuando la corte constitucional si bien determina que el estado
debe propender por garantizar los derechos no puede someter su voluntad de querer asistir a los
programas (teniendo en cuenta, que aquellos de largo plazo no constituyen garantía de una
reinserción a la sociedad)
Diariamente miles de ciudadanos, de muy diversos orígenes, deambulan por las calles de
pueblos y ciudades de nuestro país. Sin rumbo fijo, su subsistencia se pone a prueba
constantemente en medio de un entorno hostil, violento y abrumador. Una vida así amenaza
con hundirlos en una espiral descendiente que les atrapa en una existencia no humana. Por
mucho tiempo este grupo de personas fueron objeto de persecución social e institucional, al
asociárseles irremediablemente con el vicio, la locura y la delincuencia. En el mejor de los
casos, el grueso de la población prefirió cerrar los ojos a esta macabra realidad y se
acostumbró a tenerlos como parte del panorama citadino.
Pero una vida así ya no puede ser indiferente al Estado colombiano. Es más, las condiciones
de los habitantes de la calle resultan ser un buen rasero para evaluar la vigencia real de un
Estado social y democrático de derecho, consagrado en el artículo 1º de la Constitución
Política. Al igual que cualquier otro ser humano, el habitante de la calle cuenta con una
trayectoria, con un pasado, tiene necesidades y sentimientos, así como una explosiva
creatividad e ingenio por explotar. Entre ellos han desarrollado además formas de
socialización, ocultas y alternas pero existentes. (Sentencia T043 de 2015).
Así las cosas, la atención integral de la población habitante de calle, desde una perspectiva no
criminalizante ni higienicista, se constituye en un imperativo para materializar el Estado Social de
Derecho y en uno de los propósitos centrales de la política social: materializar la dignidad y el goce
efectivo de derechos a un grupo poblacional que por circunstancias existenciales y materiales se
encuentran hoy por hoy excluidos de la sociedad.
3
3. La arquitectura institucional
En los municipios de Pereira, Dosquebradas, La Virginia y Santa Rosa de Cabal se vienen adelantando
acciones encaminadas a la atención de la población habitante de calle; sin embargo, las futuras
administraciones se ven abocadas a los siguientes retos:
• Se requiere que los programas de habitante de calle asuman retos de largo aliento. Es
necesario que los mencionados programas tracen metas de corto, mediano y largo plazo,
de forma tal que no sólo den cuenta de acciones puntuales (recorridos de campo,
acompañamiento a casos, jornadas de prestación de servicios), sino que se identifiquen
escenarios de transformación cualitativa y cuantitativa de la realidad de la población
habitante de calle. Hoy por hoy la generación de políticas públicas en la materia resulta ser
una herramienta necesaria para cada uno de los territorios, de forma tal que queden
claramente establecidos los componentes, estrategias y acciones que se deben desarrollar.
• Se deben visibilizar los programas de habitante de calle en los planes de desarrollo. Los
compromisos que asuman las futuras administraciones deben ser respaldadas por la
definición de metas de resultado claras y específicas en los futuros planes de desarrollo. No
es suficiente con enunciar el compromiso con el establecimiento de acciones y estrategias,
sino que deben incorporarse compromisos a partir de indicadores robustos que den cuenta
de la transformación de las actuales condiciones de los habitantes de calle. Así mismo, esto
permite que desde los planes plurianuales y los presupuestos se asignen partidas suficientes
para el desarrollo oportuno y permanente de los programas.
4
movilidad de la población, se requiere que las distintas entidades territoriales definan de
forma conjunta herramientas que permitan una respuesta armónica y coordinada a la
problemática que vive la población habitante de calle. Esto demanda que, en el diseño y
puesta en marcha de los programas, las distintas administraciones municipales generen
espacios para la construcción conjunta y el seguimiento colectivo, en el marco de principios
como la subsidiaridad, la coordinación y la concurrencia. En este aspecto, el rol que juegan
el Departamento de Risaralda y el Área Metropolitana son fundamentales en materia de
acompañamiento y asistencia técnica.
En los municipios de Pereira, Dosquebradas, La Virginia y Santa Rosa de Cabal se adelantan acciones
de diverso tipo: la existencia de albergues que prestan servicios de hospedaje y alimentación, la
realización de jornadas de atención en salud que permiten la canalización a servicios de protección
social, la búsqueda activa de casos para su remisión a programas, entre otros. Sin embargo, las
futuras administraciones se ven abocadas a los siguientes desafíos:
5
asociados a focalización y ampliación de cobertura, y en donde la concurrencia y
subsidiariedad son una buena oportunidad para lograrlo.
• Se deben fortalecer las acciones de reducción del daño en terreno. Dado que no toda la
población habitante de calle puede o desea acceder a programas institucionales, se requiere
intensificar las acciones en terreno, es decir, en las zonas donde se encuentra la población,
las cuales estén encaminadas al tamizaje de patologías claves (tuberculosis, VIH, Hepatitis
Virales, Sífilis, entre otras), la canalización a servicios estatales y la educación prioritaria en
salud. Estas acciones deben estar acompañadas del suministro de insumos (tales como kits
de inyección y condones) con el fin de minimizar el riesgo de la ocurrencia de eventos
adversos. Por lo tanto, las administraciones municipales deben contar con equipos
extramurales que hagan recorridos de campo, tengan contacto permanente con la
población habitante de calle y estén en capacidad de activar rutas de atención e
implementar acciones resolutivas frente a las situaciones que viven las personas habitantes
de calle.
• Se debe garantizar la calidad del recurso humano. El éxito de los programas de habitante
de calle depende en gran medida de tipo de vínculo que establecen los responsables de la
atención con la población beneficiaria. De ahí que es fundamental velar por la idoneidad de
los equipos que se conformen para la atención. En los perfiles que se vinculen deben
considerarse los conocimientos, experticia y características actitudinales necesarias para
promover y garantizar la adherencia de la población a las distintas ofertas. Así mismo, es
importante evitar la rotación del personal ya que esto permite que los vínculos generados
entre la población y los programas no se rompa minimizando la deserción.
6
rutas de atención claramente definidas por servicios, tiempos y actores responsables, las
cuales en la práctica materializarán los postulados de la Ley 1641 de 2013 y las políticas
públicas en la materia.
A manera de conclusión
Las recomendaciones aquí expuestas son producto de la reflexión de quienes han liderado los
procesos de atención de habitante de calle en los municipios y el departamento. Como se observa,
no ofrecen recetas sino criterios para el impulso e implementación de los programas de habitante
de calle, a partir de la revisión de los avances obtenidos y los retos que aún persisten. De la
importancia que le brinden los mandatarios y/o mandatarias elegidos a estos criterios, dependerá
en gran medida el avance que obtenga la región en la atención a la población habitante de calle, y
por ende en la construcción de un Estado más justo e incluyente para todos.