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La juventud es más que una palabra

(Mario Margulis)

Introducción

La temática relacionada a la juventud ha sido siempre compleja e inquietante, ya que en esta etapa se elaboran
transformaciones notorias, como el código cultural, visión de las cosas y actitud hacia el mundo.

Cada generación posee en cierto sentido otra cultura, nuevos códigos que excluye. Esta diversidad moviliza el
medio, la familia y las instituciones.

Los jóvenes son sensibles a las nuevas tecnologías, al predominio de la imagen, y búsqueda de identidad a través
de su accionar en el mundo. Los adultos son los que sufren estas transformaciones, esperando en un futuro se
equilibren. Por el contrario, esto no ocurre en los jóvenes ya que viven el presente, y a través de él forman su
personalidad, construyen su cultura, organizan su mundo sensible y perceptivo, sus valores y ritmos, se alejan del
pasado y no comparten modos de organización vital.

Esta es una época donde hay cambios vertiginosos en todo el mundo, caducando las viejas garantías en el plano
del trabajo y reproducción social, las cuales se reposan en teorías básicamente de racionalidad de los mercados.
Estos nuevos entornos son en los cuales se insertan los jóvenes, nuevos actores en la vida social.

La poca credibilidad de los jóvenes hacia la política es notoria, ya que se observa que son escépticos y
desconfiados, siempre actuando con poco entusiasmo por participar en la construcción del porvenir.

La juventud tiene un concepto limitado ya que se la debe considerar de una heterogeneidad social. Es una
construcción social e histórica, y no una mera condición de edad. esta es experimentada de diferentes maneras,
es por ello, que se la postula en cada época y sector social como una manera de ser joven. En nuestro tiempo la
juventud se presenta como signo, ligado a la imagen y al cuerpo y una comercialización a la duración de esta
imagen.

La juventud es más que una palabra

La indeterminación del espacio

La indeterminación del espacio de la infancia, juventud o vejez son categorías imprecisas, con límites borrosos, lo
que remite debilitamiento de viejos rituales de pasajes en las instituciones tradicionales.

El tema se complica cuando la juventud deja de ser un estado, una condición social o una etapa de la vida, para
convertirse en producto. La juventud aparece entonces como valor simbólico, en donde la estética es la
dominante y una oportunidad para comercializarla.

La juventud es signo, pero no solo signo

La juventud depende de una moratoria (posibilidad de morar exigencias), sobre todo de las que provienen de la
familia y el trabajo, tiempo legítimo para dedicarse al estudio y a la capacitación. Periodo en la cual la sociedad
brinda una especial tolerancia.

Considerar a la juventud como mero signo es desvincularla relativamente de las condiciones materiales e
históricas que la condicionan en su significante. La juventud es una categoría socialmente construida a las cuales
debe ser analizada en todas sus dimensiones.

Una de las características de esta etapa se relaciona con los aspectos relativos a las desigualdades sociales que
están implícitos en la “moratoria”. Los jóvenes de los sectores medios y altos tienen un contexto social
protector, que les permite en su periodo de juventud sea más largo. Tales signos tienden a estatizarse, a
constituir características relacionadas con el cuerpo, la vestimenta y lo deseable.

La juventud signo tiende a transformarse en mercadería, lo que se compra y se vende.

Desde el punto de vista de los sectores sociales la moratoria social carece de tiempo y dinero, ya que se insertan
al ámbito laboral y el de la familia a cortas edades.

De las generaciones de realidad a la realidad de las generaciones

La juventud es una condición constituida por la cultura pero que tiene a la vez una base material vinculada con la
edad. Llamamos a eso facticidad (no alude solo a fenómenos biológicos sino también cultural la cual está
procesada por las generaciones).

La generación alude a la época en que cada individuo se socializa, estas se diferencian en sus códigos, lenguaje,
formas de percibir, clasifica, aprecia, etc. Cada época tiene su impronta, su caracterización la cual la diferenciará
de otras.

Ser joven no depende solo de la edad, ni de la clase social e la que se encuentra. Hay que considerar el hecho
generacional en el que se encuentra socializando, los cuales poseen códigos y maneras de percibir diferente a las
generaciones anteriores.

El hecho de encontrarse en una generación distinta significa diferenciar la memoria de una generación anterior,
ya que el mundo se le es presentado de manera nueva, con experiencia a recorrer. Esto no quiere decir que no
exista una memoria social o experiencia transmitidas.

Ser jóvenes es sinónimo de sentirse lejanos a la muerte, a la vejez y enfermedad.

De la moratoria social a la moratoria vital

Moratoria vital (concepto complementario de moratoria social): la juventud puede pensarse como un periodo
de la vida en que se está en posesión de un excedente temporal, como si se tratara de algo que se tiene
ahorrado, algo que se tiene de más y del que se puede disponer que en los no jóvenes es más reducido se va
gastando y se va terminando antes: capital temporal.

Posteriormente, y sobre esta moratoria, habrán de aparecer diferencias sociales y culturales en el modo de ser
joven, dependiendo de cada clase y también de las luchas por el monopolio de su definición legítima que implica
la estética con que se supone que se la habrá de revestir, los signos exteriores con los que se la representará.

Podríamos pensar la relación entre facticidad (energía del cupo, moratoria vital, apertura de opciones, novedad
del mundo, lejanía de la muerte) y la estética (imagen, apariencia, signo) valiéndonos metafóricamente de la
fórmula función-signo de Barthes. Si tomamos el cuerpo como susceptible de s er tratado como una función-
signo, la juventud sería la dimensión funcional, la cronología, el soporte concreto sobre el que se articularían los
signos, su expresión social.

La juventud, en tanto función, estaría expuesta a un desgaste diferencial en la maternidad misma del cuerpo
según género y sector social.

La materia de la juventud es su cronología en tanto moratoria vital, objetiva, presencial y hasta prebiológica,
física; la forma con que se la inviste es sociocultural, valorativa, estética, con lo cual se la hace aparente, visible. El
compuesto resultante es el cuerpo del joven. De esta manera, gracias a este criterio, se puede distinguir a los
jóvenes de los no jóvenes por medio de la moratoria vital, y a lo social y culturalmente juveniles de los no
juveniles, por medio de la moratoria social. En consecuencia, se puede reconocer la existencia de jóvenes no
juveniles como es el caso de muchos jóvenes de sectores populares que no gozan de la moratoria social y no
portan los signos que caracterizan hegemónicamente a la juventud, y de no jóvenes juveniles, como ciertos
integrantes de sectores medios y altos que ven disminuido su crédito vital excedente pero son capaces de
incorporar tales signos.

La memoria social incorporada

La experiencia social vivida no es igual que de una persona de 20 a una persona de 40. Estos han socializado en
mundos de vidas muy distintos.

La clase en el papel se superpone con la generación en el papel, sólo después se atiende al tema de cómo se
conforman efectivamente los grupos en la realidad concreta, en términos de clases o generaciones. Es evidente
que hay generaciones en cada clase, y distintas clases en cada generación, es decir diferentes c caneforias.

Los habitus también son generacionales, lo que implica un paradójico condicionamiento estructural de tipo
histórico. La marca histórica de la época también es determinante, aun cuando se la procese atendiendo también
a las determinaciones de clase. La generación es el juego en el que las clases se van haciendo cargo de la
tradición, del tiempo que corre paralelo al desarrollo de las luchas sociales. La generación es ua estructura
transversal, la de la experiencia histórica, la de la memoria acumulada. Remite al momento histórico en que se ha
sido socializado, inscribiendo a la cronología como genealogía, es decir, como parentesco en la cultura y la
historia.

Juventud: ¿una categoría unisex?

La juventud depende también del género, del cuerpo procesado por la sociedad y la cultura; la condición de
juventud se ofrece de manera diferente al varón o la mujer. O es independiente del género: es evidente que, en
nuestra sociedad, el tiempo transcurre para la mayoría de las mujeres de una manera diferente que para el
grueso de los hombres; la maternidad implica una mora diferente que altera no sólo al cuerpo sino que también
afecta la condición sociocultural de la juvenilización. Las carreras profesionales, artísticas e intelectuales
constituyen en la sociedad actual alternativas a la maternidad para la mujer de clase media o alta. En los sectores
populares, se es joven no tanto por portar los signos de juventud sino por interactuar con las generaciones
mayores en la convivencia diaria.

Conclusión: la juventud es más que una palabra

Ser joven es un abanico de modalidades culturales que se despliegan con la interacción de las probabilidades
parciales dispuestas por la clase, el género, la edad, la memoria incorporada, las instituciones. Es en la familia
donde se define el lugar real e imaginario de cada categoría de los actores dentro del entorno de parentesco, así
como también un conjunto de instituciones en las que se pone en juego la vida social, como la escuela, la iglesia,
el ejército, los partidos políticos, etc.

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