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Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana:

las pintoras se reivindican en el Prado


El museo dedica una exposición a dos pioneras de la
historia de la pintura, dos excelentes artistas italianas
del XVI

Detalles de autorretratos de Sofonisba Anguissola (izquierda) y Lavinia Fontana - MUZEUM-


ZAMEK, LARICUT (POLONIA)/ACADEMIA DE SAN LUCA, ROMA

Sus nombres eran premonitorios. Sofonisba, una princesa cartaginesa que se


sacrificó por su familia y su pueblo. Lavinia, una virtuosa matrona de la Roma clásica
que murió por defender su castidad. Dos nombres míticos para las dos heroínas de esta
historia: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, pintoras italianas (una de Cremona,
la otra de Bolonia) del siglo XVI, que fueron unas auténticas celebridades en una época
en la que la aspiración de las familias para sus hijas pasaba por que se casaran o
ingresaran en un convento. No había un plan C.

Hace tres años el Prado saldaba una deuda histórica con las mujeres. Abría la
primera exposición dedicada a una artista, Clara Peeters, que pintaba autorretratos en
los reflejos de los objetos metálicos que aparecían en sus cuadros. La invisibilidad de
las mujeres en el Prado parece que ya es historia. Ahora son dos las artistas que se
reivindican como grandes pintoras en sus salas. Y aguantan el tipo ante sus colegas. «La
presencia de las mujeres es una laguna que tenemos todos los museos –dice Miguel
Falomir, director del Prado–. Hemos querido hacer una exposición que mostrara que no
hay una sola forma de ser mujer y ser artista. Dentro de unas mismas coordenadas
geográficas y culturales, unas desarrollan una carrera como aficionadas y otras son
capaces de tener un taller y competir con sus colegas masculinos». Adelanta el director
del Prado que el año que viene habrá en el museo una exposición sobre el papel y la
imagen de la mujer en la pintura española de finales del XIX y principios del XX.

De
izquierda a derecha, "La partida de ajedrez", "Retrato de familia" y "Bianca Ponzoni",
tres cuadros de Sofonisba Anguissola - JOSÉ RAMÓN LADRA

69 mujeres y más de 5.000 hombres

Son 33 las pintoras presentes en las colecciones del Prado (69, si incluimos
grabadoras, ilustradoras, etc). Por contra, la nómina de pintores en los fondos de la
pinacoteca es de más de 5.000. El porcentaje resulta «tramposo»: el 42% de las
pinturas de las mujeres está expuesto en el Prado, frente al 31% de las de los hombres.
Y es que la diferencia de obras entre unas y otros es abrumadora. En estos momentos
siete cuadros de pintoras cuelgan en el Prado: uno de Angelica Kauffmann, otro de
Artemisia Gentileschi, cuatro de Clara Peeters y una, la última en sumarse, de Rosa
Bonheur: «El Cid». A ellas hay que añadir las cuatro obras de Sofonisba Anguissola y
una de su hermana Lucia presentes en la exposición.

La muestra reúne, hasta el 2 de febrero de 2020, 65 obras (entre ellas, 24 de


Lavinia y 25 de Sofonisba), procedentes de una veintena de colecciones de Europa y
Estados Unidos. Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura Española hasta 1500
del Prado y comisaria de la exposición, advierte que la muestra narra «un relato sobre
dos pioneras de la historia de la pintura, que van a permitir dar visibilidad y
respetabilidad a las mujeres en la creación artística. Pero, sobre todo, el público va a
disfrutar de dos excelentes pintoras».
Dos de
las cuatro obras de Anguissola que atesora el Prado. A la izquierda, "La reina Ana de
Austria". A la derecha, "Felipe II" - JOSÉ RAMÓN LADRA

Desnudos eróticos

El Prado no tiene en su colección ninguna obra de Lavinia Fontana, la primera


artista profesional de la Historia. Fue la primera pintora que contó con un taller propio
y la primera que se atrevió a pintar escenas mitológicas, a las que da una vuelta de
tuerca: incorpora desnudos, digamos comprometidos, de carácter erótico, en algunos
casos encargados por cardenales y personas cercanas al Papa. Es el caso de «Marte y
Venus», de la Fundación Casa de Alba. «Es la primera pintura que trata este tema
mitológico desde el punto de vista erótico. Va más allá, hace que la mano del dios se
pose directamente sobre las posaderas de la diosa, que se vuelve y mira al espectador.
Eros se ha quedado dormido. Hay un relato muy intenso», explica Leticia Ruiz. Marte
sería hoy acusado de acoso. «Una mujer no se podía formar en las academias, no podía
acceder a la contemplación directa del cuerpo humano, porque se consideraba
indecoroso, impropio para las mujeres –añade la comisaria–. Cuando se hizo
profesional, aceptó todos los encargos. Se atreve con cuadros de altar de grandes
dimensiones, retratos de todas las posibilidades: de grupo, de damas, de niños. Es la
gran retratista de Bolonia en ese momento». En un documento del Archivo Secreto
Vaticano, tras la muerte de Lavinia Fontana, se escribió este texto: «El lunes pasó a
mejor vida Lavinia Fontana, boloñesa, pintora singular entre las mujeres de nuestros
días, que estaba a la par de los principales hombres de la profesión».

Entre sus obras expuestas, retratos, obras religiosas y mitológicas como


«Cabeza de joven», de la Galería Borghese; «La Virgen del Silencio», del Monasterio
de El Escorial, o «Minerva desnuda», de una colección boloñesa.
Tres
obras de Lavinia Fontana en el Prado: de izquierda a derecha, "Retrato de dama con una
niña", Costanza Alidosi" y "Retrato de familia" - JOSÉ RAMÓN LADRA

Campaña de propaganda

En el caso de Sofonisba Anguissola, su padre llevó a cabo una intensa campaña


propagandística para conseguir que sus hijas alcanzaran el puesto que su clase social
merecía. Así, envió al mismísimo Miguel Ángel Buonarroti un dibujo de Sofonisba,
presente en la exposición, en el que una niña que ríe trata de enseñar a leer a una criada.
A Miguel Ángel le gustó mucho. Pero le puso a prueba. ¿Por qué no mostrar el
sentimiento contrario: la pena, el llanto? Dicho y hecho. Sofonisba siguió los consejos
del maestro y dibujó a un niño que llora desconsolado porque le ha mordido un
cangrejo. Propiedad del Museo di Capodimonte de Nápoles, no ha viajado a Madrid.
Vasari incluye a Sofonisba en sus «Vidas de artistas». Dice que «por sí misma ha hecho
cosas extraordinarias y bellísimas en pintura».

La Corte de Felipe II llamó a Sofonisba como dama de compañía de la Reina


Isabel de Valois. Estuvo catorce años en nuestro país. «Tempranamente –dice Leticia
Ruiz–, se descubre que es una retratista portentosa, que busca la introspección de los
modelos. Se dice que tenía un agudísimo bisturí psicológico. Hace retratos de una gran
intensidad emocional. Una retratista formidable que se podía codear con los mejores
de la Italia de ese momento». Es una de las artistas que más veces se autorretrató.
Tres
obras de Lavinia Fontana en la exposición. De izquierda a derecha, "Noli me tangere",
"La Sagrada Familia con Santa Margarita y San Francisco" y "La Virgen del Silencio" -
JOSÉ RAMÓN LADRA

Retratos sin firmar

La Corte española cercenó su faceta como pintora, que se frenó en seco. Hizo
grandes retratos de los miembros de la Familia Real (en la muestra cuelgan buenos
ejemplos, como los de Felipe II, Isabel de Valois y Ana de Austria), pero no los firmó
porque no le correspondía, pues ella no estaba allí como retratista. Tampoco cobraba
dinero por ellos. Le «gratificaban» con ricas telas y joyas. En la exposición hay un
maravilloso traje que quiere ser un pequeño guiño a esos pagos. El retratista oficial del
Rey era Alonso Sánchez Coello. Pero había otros retratistas en la Corte: Pantoja de la
Cruz, Jorge de la Rúa, Manuel Denis... Van Dyck viaja en 1624 a Sicilia para conocer a
la nonagenaria artista, a la que retrata (cuelga el cuadro en la exposición). Seguía siendo
una celebridad, aunque ya no pintaba, pues se había quedado ciega. Sus pinturas no
superan hoy el medio centenar.

«Las mujeres alcanzan la excelencia en cualquier arte al que se hayan


dedicado», decía Ariosto en su épico «Orlando Furioso». Sofonisba Anguissola y
Lavinia Fontana le dan la razón al poeta.
Dibujo de Sofosniba Anguissola
que su padre envió a Miguel Ángel para conocer su opinión - GALERÍA DE LOS
UFFIZI, FLORENCIA

Sofonisba Anguissola: dama en la Corte de Felipe II

Sofonisba Anguissola (Cremona, h. 1535-Palermo, 1625) pertenecía a una


familia de rancio abolengo: los Anguissola-Ponzoni. Su padre, Amilcare, logró que
sus hijos (seis niñas y un niño) se educaran en un entorno humanista, como promovió
Baltasar Castiglione en «El cortesano». Toda dama que se precie debía tener
conocimientos de idiomas, literatura, música, danza, arte... Viajó a España como dama
de compañía de Isabel de Valois. Se casó dos veces: primero, con Fabrizio de
Moncada, el marido que le impuso Felipe II; después, con el que ella misma eligió:
Orazio Lomellini. No tuvo hijos.
«Marte y Venus», de Lavinia
Fontana - FUNDACIÓN CASA DE ALBA

Lavinia Fontana (Bolonia, 1552-Roma, 1614) era hija de un pintor muy célebre
de Bolonia, Próspero Fontana, quien la inicia en el dibujo y la pintura en casa. Primera
pintora profesional de la Historia, estrechó relaciones con nobles, eclesiásticos y
coleccionistas. Se casó una vez, con Giovanni Paolo Zappi. Fue una auténtica
superwoman de la época: concilió su trabajo (dirigía un taller de pintura, viajaba a
Roma y Florencia) con ser ama de casa y madre de once hijos. Sólo tres le
sobrevivieron. Está enterrada en la iglesia de Santa Maria sopra Minerva de Roma.

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