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SEGUNDO DESEMPEÑO

En este desempeño busca que los docentes usen el tiempo en el aula de manera
efectiva, logrando que durante toda o casi toda la sesión los estudiantes estén ocupados
en actividades de aprendizaje.

En este documento nos ocuparemos de temas o aspectos que están detrás del
desempeño y que nos permiten mejorar las experiencias ̶ o actividades ̶ de aprendizaje
de los estudiantes.

A MANERA DE INTRODUCCIÓN: UNA HISTORIA

María C., tiene a su cargo una sección de quinto grado de la I.E. en la que
trabaja. Hoy recibió a los niños con el siguiente problema escrito en el centro
de la pizarra: “¿Cuánto creen que pagó Atahualpa a Pizarro para que lo dejen
en libertad? ¿Cuánto creen que costaría en soles de hoy todo el oro y la plata
que Pizarro cobró, si el Cuarto del Rescate que está en Cajamarca, hubiera
sido del mismo tamaño que nuestra aula?”. Cuando los niños iban entrando
al aula, no podían evitar leer el problema y hablar entre ellos de cuánto
dinero creían que podía ser.

Cuando todos estuvieron sentados, María pidió silencio y, después de


saludarles darles la bienvenida, pidió a los niños que le dijeran lo que
pensaban sobre el problema. Alguno dijo que era más de un millón de soles,
otros afirmaban que mucho más y habían muchas manos levantadas. Todo
lo que los niños iban diciendo María lo anotaba en el lado izquierdo de la
pizarra, así como el nombre del niño que lo había dicho entre paréntesis.

En ese momento entró la subdirectora de primaria, que había acordado con


María que ese día observaría su clase. María se sintió muy contenta y
confiada al ver cómo estaban reaccionando los niños frente al problema
propuesto.

Cuando dejaron de intervenir les dijo que tratarían ahora de averiguar quién
se había acercado más a la verdadera cantidad, pero que primero le iba pedir
a cada grupo que respondiera las siguiente pregunta: ¿Qué información
necesitaríamos conocer para poder resolver el problema?, los niños querían
seguir contestando individualmente, pero María les dijo que así no, que
tenían que conversar en cada mesa y que después de unos minutos cada
mesa daría las respuestas a las que habían llegado como grupo.

Luego de unos 4 minutos, en los que todos los niños discutían con mucho
entusiasmo en sus grupos y María caminaba entre las mesas alentándoles a
pensar un poco más, les dijo que el tiempo había acabado y que quería saber
las cosas que cada grupo consideraba que necesitaba saber, les dijo el orden
en el que los grupos darían su propuesta y que cada grupo sólo daría una de
sus respuestas y que no valía decir lo mismo.

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Las respuestas las fue anotando María a manera de preguntas debajo del
problema, en la parte central e inferior de la pizarra y quedaron las
siguientes: ¿Cuánto oro entraría en esta aula? ¿Cuánta plata le entregaron a
Pizarro? ¿Cuánto vale la plata? ¿Cuál es el precio del oro? ¿Cómo podemos
averiguar cuanto oro y cuánta plata entra en esta aula?

Cuando terminaron de copiar las preguntas, María les dijo que en la noche
anterior había puesto en algunas de esas preguntas en Internet y había
encontrado la siguiente información: la plata pesa 10,5 g. por cada cm. cúbico
y el oro 19,3 g. por cm cúbico. Y que además el oro costaba, al día de ayer
casi 100 soles por g. y la plata 1.6 soles por g. y anotó esa información debajo
de las preguntas. Les mostró un cubito de madera de 1 cm cúbico y les dijo
que eso era un cm. cúbico. Les preguntó cuánto oro le entregaron a Pizarro
y la respuesta a coro fue que “un cuarto lleno” y de plata “dos cuartos” como
esta aula.

Le entrego una vincha de medir a cada grupo y les dijo que, con esa
herramienta, la información que tenían en la pizarra y su cerebro era
suficiente para hallar la respuesta al problema y que lo primero que debían
discutir en su grupo era lo que iban a hacer para resolver el problema.

Mientras los niños discutían en su grupo, se le acercó la subdirectora y le hizo


una señal con gestos, para que la acompañara fuera del aula. Una vez afuera
la subdirectora le dijo: “María, hace 40 minutos que he entrado en el aula y
sigues en la la motivación, la clase aun no empieza. No me parece que lo que
has hecho sea una manera eficiente de emplear el tiempo, teniendo en
cuenta que el tiempo de clase debiera ser 10 veces mayor que el tiempo
invertido en otras cosas querría decir que tu clase durará 400 minutos, me
parece excesivo. Es verdad que los niños están muy entusiasmado, pero en
40 minutos no he visto que hayan aprendido algo. Además, tu clase
programada debía ser de matemáticas y no de Personal Social o de CTA.”

María se quedó fría…..no podía creer que fuera verdad lo que la subdirectora
le decía. María se quedó muy enojada porque la subdirectora no había
comprendido nada de lo que ella estaba haciendo en clase. María estaba
convencida que no había mal usado ninguno de los 40 minutos de los que la
subdirectora había estado en su aula.

Antes de seguir leyendo, responde esta pregunta: ¿Uso María


eficientemente el tiempo para que sus estudiantes aprendan?
USAR EFICIENTEMENTE EL TIEMPO PARA APRENDER

Hace mucho tiempo que se discute sobre el uso del tiempo en nuestras aulas. Es común
que, en reuniones de profesores, expresemos que el tiempo es escaso y que no nos
alcanza para que nuestros estudiantes desarrollen todas las competencias al nivel
esperado. Es por eso que es importante que lo usemos eficazmente en experiencias de

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aprendizaje. Pero cómo podemos clasificar el uso del tiempo en nuestras sesiones.
Pedro Ravela propone clasificarlo de la siguiente manera:

a. Tiempo instructivo (que vendría hacer tiempo de aprendizaje): son todos auqellos
periodos de tiempo en que se realizan actividades específicamente vinculadas con la
enseñanza y el aprendizaje (es decir, todos los procesos que se dan para aprender:
momentos de conflicto cognitivo, de motivación, de construcción, de evalaución, etc.)
Pueden ser momentos en que los estudiantes están en una experiencia de aprendizaje
ya sea individualmente o colaborativamente (en esotos momentos además, el docente
retroalimenta constantemente), exposiciones del docente o modelado de habilidades;
plenarias, momentos de sistematización, etc.
b. Tiempo regulativo: son todos aquellos períodos de tiempo destinados al manejo del
comportaminto y el orden, al establecimiento de normas (cuando esto no es parte de
los aprendizajes de la sesión), a momentos en que se llama la atención de los
estudiantes ya sea de manera individual o colectiva; aspectos relacionados con la
organización del trabajo, o del grupo, registro de asistencia. Es importante notar como
el manejo del tiempo está relacionado con el manejo del comportamiento; pues
mientras mejor los estudiantes se autoregulen, manejen sus normas, etc. menos
interrupciones se darán en la expriencias de aprendizaje. Por otro lado, es fundamental
también que tomemos conciencia sobre que varias actividades vinculadas a la
elaboración de normas, o de organización (que podrían verse como rutinarias), tienen
de transfondo varios aprendizajes indispensables para nuestros estudiantes, sobre todo
en los grados iniciales.
c. Tiempo perdido: son todos aquellos períodos previstos como tiempo de clase pero que
no se usan ni para experiencias de aprendizaje, ni para actividades de tipo regulativo.
Por ejemplo pueden ser tiempos que se pierden al ingresar al salón, a comenzar
formalmente una clase; también pueden ser tiempos perdidos porque la clase termina
antes una actividad y el docente no tiene planificado otra, o se pierde mucho tiempo
cambiando de una actividad a otra. Es común también que se pierda tiempo porque el
docente sale de clase o alguien externo al grupo entra al aula a comunicar información
sobre otras actividades escolares.

Por otro lado, el MINEDU en un estudio sobre el uso del tiempo, elaboró la siguiente
tabla con categoría de actividades (“Instrumento Foto de la Clase)

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Si bien ambas clasificaciones no son exactas, buscan generar categorías que nos
permitan distinguir entre tiempo de actividades académicas y tiempos donde no se
aprovecha el tiempo en actividades académicas. Y como como puede deducirse,
debemos invertir la mayor cantidad de tiempo en experiencias de aprendizaje
Actividades académicas), una menor cantidad en tiempos regulativos (no académicas);
pero los tiempos perdidos (actividades “off task”) deben desaparecer.

Gran parte de nuestro éxito en usar bien el tiempo está relacionado a la planificación (y
esta a su vez a conocer a nuestros estudiantes), a que hayamos invertido tiempo en
decidir qué experiencias vamos a proponer, tener los recursos adecuados, decidir
edecuadamente sobre el tiempo de cada actividad (aunque esto, como sabemos puede
podificarse en la práctica), etc.

Esta clasificación en el uso del tiempo es relativamente sencilla de comprender, y


organizarnos para dedicar el mayor tiempo posible en actividades de aprendizaje es una
responsabilidad. (si se quiere observar una aproximación al uso del tiempo, se puede
leer la lectura complementaria 2, que presenta un extracto del estudio mencionado).

En este material queremos ir más lejos y profundizar en qué son exactamente las
actividades de aprendizaje. Pero antes de pensar en si María usó, o no, eficientemente
el tiempo en el aula, es indispensable aclarar qué significa “usar el tiempo para
aprender”. Para ayudar a encontrar una respuesta, creemos que antes habría que
aclarar qué significa “aprender”.

¿Qué es aprender? ¿Cómo se logra un buen aprendizaje?

Un viejo y mal uso del término aprendizaje se refiere al proceso de aprendizaje como
“proceso de enseñanza-aprendizaje”, como si fuera un solo proceso, como si la
enseñanza y el aprendizaje siempre coincidieran, sin tener en cuenta que muchas
“enseñanzas” no producen aprendizajes y que muchos de nuestros “aprendizajes” no
provienen de ninguna enseñanza, sino que los hemos obtenido por nosotros mismos,
sin que nadie nos enseñe.

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Desde Piaget, pasando por Ausubel y llegando hasta los pioneros de la neuroeducación,
existe consenso respecto a que el aprendizaje es un proceso por el que se van
enriqueciendo nuestras estructuras mentales, conceptuales y neuronales, lo que nos
permite comprender, reinterpretar y vivir en el mundo; y que aprender es ampliar y
enriquecer los procedimientos con los que podemos actuar en el mundo o las actitudes
y valores que nos permiten ir siendo y haciendo de maneras determinadas.

Desde otra perspectiva, puede decirse que el aprendizaje es el proceso por el que se
desarrollan nuestras capacidades, que pueden llegar a convertirse en competencias.

Pero, se vea desde una u otra perspectiva, el aprendizaje no es un proceso de adición


simple en el que vamos “adquiriendo”, “añadiendo” conocimientos, sino más bien uno
mucho más complejo de re-estructuración o, desde la perspectiva de Piaget, de
asimilación y de acomodación. Eso implica que el cambio que produce el conocimiento,
en el sujeto que aprende, no es solo que ahora tiene mayor cantidad de conocimiento,
sino que por el contrario "… tiene lugar un cambio de la propia estructura de
conocimiento a través de la reordenación de esquemas, de manera que adquiere así
más importancia la comprensión que la acumulación; es decir, se produce una variación
principalmente cualitativa." (Sánchez Iniesta, 1995. Pag. 20)”

Debemos tener en cuenta que nadie se encuentra frente al nuevo conocimiento como
pizarra en blanco vacía, sin ninguna información y sin idea previa acerca de lo que
aprenderá. Todas las personas, desde muy pequeñas, tenemos nuestras propias teorías
sobre cómo funciona el mundo o una parte de él.

En sus años pre-escolares, los niños empiezan a desarrollar teorías complejas (ya sean
verdaderas o no) de los fenómenos a su alrededor (Wellman, 1990). Esas comprensiones
iniciales pueden tener un fuerte efecto en el aprendizaje. Algunas veces esas teorías son
imprecisas o erróneas y el aprendizaje debe modificarlas.

Y, si esas comprensiones iniciales no llegan a verse comprometidas en el proceso de


aprender, es posible que la persona no llegue a comprender los nuevos conceptos e
información que se le enseña, o podría aprenderlos para fines de una evaluación, pero,
fuera de clase, en el “mundo real” seguirá manteniendo sus concepciones previas.

"Con mucha frecuencia los esfuerzos deliberados por adquirir o enseñar conocimientos
explícitos tropiezan con los obstáculos que plantean los conocimientos implícitos
aprendidos con anterioridad de modo incidental y sin que el aprendiz sea ni siquiera
consciente de ello. Ello obliga a reconstruir esos conocimientos implícitos, reflexionando
sobre ellos, porque sólo así podremos cambiarlos, sea en nuestras relaciones con los
demás o con nosotros mismos, en la adquisición de conceptos o en el desarrollo de
nuevas habilidades y estrategias." (Pozo, 1999. Pag. 76)

Por tales razones es importante identificar o trabajar con sus comprensiones pre-
existentes, sus saberes previos, pensar en ellas y tener la oportunidad de ver cuáles son
las fallas de estas comprensiones. Sólo así el conocimiento verdadero y el científico

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reemplazarán sus esquemas o preconcepciones ingenuas o erróneas. Por eso decía
Piaget que, para que el aprendizaje sea posible, es necesario provocar un “conflicto
cognitivo”, que se origina en la puesta en cuestión de los esquemas y comprensiones
previas. Decía Piaget que para restablecer el equilibrio (cognitivo) producido por el
conflicto, es preciso que se den complementariamente la asimilación y la acomodación.
Por el primero (asimilación) incorporamos a nuestra estructura previa de conocimiento
la información que procede del medio, que a su vez se modifica al relacionarse con los
esquemas que ya posee cada persona. Luego se contrastan estas teorías personales
mediante su aplicación a la realidad y se genera así un proceso de acomodación, por el
cual se modifican estas teorías en función de la respuesta obtenida en su aplicación al
medio. Para Piaget, el estudiante aprende principalmente por descubrimiento en un
proceso constante de relación con el medio, a través de un continuo entre la asimilación
y la acomodación.

En nuestro ejemplo anterior, la profesora María claramente partió de


las creencias y conocimientos previos de los niños, pero no para que se
queden en ellos o solo porque así tiene que hacerse, sino para lograr
que los niños enriquezcan su comprensión del volumen, del valor de la
medición, del valor de la multiplicación y de nuestra historia.

Pero, debe tenerse en cuenta que, además de lo anterior, para desarrollar aprendizajes
y competencia en un área específica, los estudiantes deben tener la oportunidad de
aprender comprendiendo. La comprensión significa que el estudiante establezca
conexiones entre la nueva información y la que ya conocía y entre los diferentes y
nuevos elementos de información (Brandsford, 2000). La comprensión profunda de una
materia trasforma la información recibida en conocimiento propio y utilizable, que ha
surgido de la reflexión del estudiante sobre la información, la aplicación de su capacidad
de discriminación y el discernimiento respecto de la información, la capacidad de
jerarquizar, de ordenar y de maximizar la información (Savater, 2012).

Un hallazgo clave en las investigaciones sobre el aprendizaje es el descubrimiento de


que organizar la información en un marco conceptual propio permite una mayor
“trasferencia”, es decir, permite que el estudiante aplique lo que ha aprendido a las
nuevas situaciones y que aprenda información relacionada al tema de manera más
rápida (Claxton). La transferencia, por otro lado, es esencial para desarrollar
competencias.

Lo que se aprende debe poder utilizarse en otras situaciones. Y la transferencia, no es


un proceso automático que se produzca de modo inevitable siempre que aprendemos
algo. Wertheimer (1991) diferencia el aprendizaje reproductivo, basado en la aplicación
rutinaria de aprendizajes anteriores, del aprendizaje productivo, que implica
comprender lo aprendido, a través de la construcción de una estructura. El aprendizaje
es siempre producto de la práctica. Pero es el tipo de práctica y no la cantidad de
práctica lo que identifica al buen aprendizaje. La práctica repetitiva produce
aprendizajes más pobres o limitados que la práctica reflexiva. “Por ejemplo, en la
formación de expertos, Glaser (1992, pág. 74) considera que una práctica reflexiva,
basada en principios teóricos y no en una mera repetición, ´permite comprender lo que

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se está haciendo, recuperarse con rapidez y elegancia de los errores y aprovechar las
oportunidades para obtener soluciones y descubrimientos más armoniosos y precisos.
Ser experto se convierte así en algo más que pura eficiencia y los conocimientos, a
medida que se adquieren, se convierten en un motivo para aprender de la experiencia
e interrogarla, de forma que acaban por reorganizarse abriendo el camino a nuevas
ideas y acciones´."(Pozo. 1999. Pag. 83)

Toda la actividad propuesta por la profesora María apunta a que los


niños transfieran a una situación real y problemática, todo lo que
pudieran haber aprendido y no solo que aprendan algo absolutamente
nuevo.

De las diversas y diferentes definiciones de aprendizaje Pozo (1999) extrae tres rasgos
del buen aprendizaje: (1) implica un cambio duradero (porque se han reconfigurado las
estructuras de pensamiento y comprensión que el estudiante traía); (2) es transferible
a nuevas situaciones; y (3) es consecuencia directa de la práctica realizada por el propio
aprendiz y no sólo de la “exposición” al o del nuevo conocimiento.

Pero no todos los aprendizajes son iguales, no todos los aprendizajes se consiguen de la
misma manera.

¿Qué tipos de aprendizaje existen?

Los psicólogos cognitivos dividen los aprendizajes, a grandes rasgos, en 3 tipos: verbales
(información y conceptos), procedimentales (habilidades de distinto tipo) y actitudinales
(valores, principios, comportamientos). De la misma manera, el Currículo Nacional
(CNEB 2017) al definir una competencia señala que es una actuación compleja para
resolver problemas y afrontar situaciones, que implica combinar capacidades. Siendo
las capacidades recursos distintos: “estos recursos son los conocimientos, habilidades y
actitudes que los estudiantes utilizan para afrontar una situación determinada.”

Aprendizaje Conceptual

Consiste en la incorporación de datos, conceptos y principios a la estructura mental del


estudiante. Este aprendizaje permite describir, entender, explicar, fundamentar y
proyectar la acción. Sin embargo, hay muchos hechos y datos que debemos incorporar
a nuestra memoria sin que deban tener un significado y requieran comprensión, ya que
debemos repetirlos literalmente, por ejemplo, nombres de personas, de calles, de
ciudades, etc. Pero, cuando aprendemos conceptos nuevos, que nos permiten entender
los hechos, interpretándolos dentro de un marco conceptual, no se trata sólo de
adquirirlos como hechos o datos yuxtapuestos, uno al lado del otro, sino comprender
por qué se relacionan entre sí y no de otra forma (Pozo, 2008).

La comprensión implica conectar o asimilar una información nueva a conocimientos


previos. El aprendizaje conceptual implica cambio y reestructuración de los
conocimientos previos, con el fin de construir nuevas estructuras conceptuales que

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permitan integrar tanto los conocimientos anteriores como la nueva información
presentada y que este cambio sólo se producirá si ha ocurrido un conflicto cognitivo que
confronte teorías o explicaciones distintas con respecto a un mismo suceso. (Pozo,
2008).

Lograr, finalmente, que el aprendizaje sea significativo implica que lo aprendido se


relacione totalmente con los conocimientos previos (la estructura cognitiva) del
estudiante.

Es claro que, en nuestro ejemplo anterior, la profesora María no


perseguí aprendizaje de conceptos por repetición, sino buscando una
comprensión profunda de los mismos.

Aprendizaje procedimental

Consiste en aprender a “hacer algo”, no sólo comprenderlo o decirlo. Este aprendizaje


implica la adquisición de técnicas o estrategias y el desarrollo de capacidades hasta
constituirse en “secuencias de habilidades o destrezas más complejas y encadenadas
que un simple hábito de conducta." (Pozo, 1999. Pag. 98).

Entendemos aquí por habilidad el nivel específico de desarrollo de alguna capacidad,


alcanzado mediante un proceso de aprendizaje y entrenamiento. Capacidad, por otra
parte, es cada una de las posibilidades iniciales y potenciales de desarrollo que poseen
los seres humanos (salvo excepciones patológicas) y que pueden ser desarrolladas
mediante el aprendizaje, a partir de experiencias cristalizantes, o inhibidas por
experiencias paralizantes (Gardner, 1987).

Algunas de estas capacidades pueden ser, por ejemplo: la capacidad de emplear


palabras en la comunicación oral o escrita, la capacidad de emplear números y contar,
la capacidad para distinguir patrones lógicos, la capacidad para percibir el mundo visual
y espacial, la capacidad para controlar los movimientos del propio cuerpo, la capacidad
para manipular objetos, etc.. Todas estas capacidades las poseemos al nacer por el solo
hecho de haber nacido con un cerebro humano, pero deben ser desarrolladas mediante
procesos de aprendizaje para constituirse en habilidades o destrezas.

Haber adquirido una habilidad implica la posibilidad de hacer bien algo, producto de la
práctica y la experiencia propias, así como la posibilidad de transferir ese saber a
situaciones distintas a aquellas en las que se produjo su aprendizaje. Por ejemplo: La
habilidad de formalizar matemáticamente, mediante números, variables y funciones,
hechos o fenómenos cotidianos, se puede adquirir gracias a que se poseen las
capacidades de emplear números y de razonar lógicamente y sólo se sabe que se
adquirió si se puede hacer uso de ella en diversas situaciones problemáticas de la vida
real.

Aprendizaje Procedimental Técnico

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Es de este tipo cuando se aprenden secuencias de acción que deben ser realizadas de
modo rutinario con el fin de alcanzar siempre el mismo objetivo. Éstas secuencias o
pasos de acción pueden ser secuencias simples, aprendibles porque me demostraron
cómo se hace, o complejas porque requieren encadenamientos de acciones complejas
que exigen un cierto entrenamiento basado, en un aprendizaje por repetición, o
asociativo, que debe concluir en una automatización de la secuencia de acciones, con el
fin de que la ejecución sea más rápida y efectiva.

El aprendizaje técnico es muy eficaz cuando nos enfrentamos a ejercicios y tareas


rutinarias, siempre iguales a sí mismas, pero no cuando la situación varía en algún
elemento importante, ya que en dichos casos no basta con dominar la técnica, hay que
saber también modificarla sobre la marcha, para poder adecuarla a las nuevas
condiciones. (Pozo, 1999). Si siempre serán usadas en las mismas condiciones bastará el
entrenamiento, pero si se espera que se usen en una diversidad de condiciones, el
entrenamiento debe estar acompañado por una compresión de cuándo, cómo y por qué
usarlas, lo que hace que deje de ser éste un aprendizaje técnico para convertirse en un
aprendizaje estratégico.

Lo que María perseguía definitivamente no era un aprendizaje


procedimental técnico.

Aprendizaje Procedimental Estratégico

Es el aprendizaje que permite planificar, tomar decisiones y controlar la aplicación de


las técnicas, así como para adaptarlas a las necesidades específicas de cada tarea, no se
logra por procesos asociativos o repetitivos, sino por procesos de reestructuración de la
propia práctica, producto de una reflexión y toma de conciencia sobre lo que hacemos
y cómo lo hacemos (Wertheimer, 1991).

Aprendemos estrategias a medida que intentamos comprender o conocer nuestras


propias técnicas y sus limitaciones, y ello requiere también que hayamos aprendido a
tomar conciencia y reflexionar metacognitivamente sobre nuestra propia actividad y
cómo hacerla más efectiva. (Pozo, 2008).

No es posible aprender estrategias sólo por entrenamiento, porque su uso supone la


aplicación organizada y controlada de técnicas y recursos disponibles.

Es nuestro ejemplo inicial, es claro que María quería que sus


estudiantes de quinto lograran este tipo de aprendizaje.

Aprendizaje actitudinal

Las actitudes se suelen definir como disposiciones afectivas y racionales que se


manifiestan en los comportamientos, o como tendencias a juzgar las cosas, las personas,
los sucesos o situaciones y a actuar en consonancia con dichas evaluaciones. En las
actitudes es usual distinguir un componente conductual (forma determinada de

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comportarse), rasgos afectivos y una dimensión cognitiva (no necesariamente
consciente). Las actitudes no son innatas, por el contrario, son aprendibles y
modificables. Se adquieren en la experiencia y en la socialización y son relativamente
duraderas y resistentes.

En tal sentido, el aprendizaje actitudinal, que consiste en la modificación o adquisición


de actitudes, se logra con mayor eficacia por exposición a modelos o provocando
situaciones de conflicto que hagan evidentes las contradicciones entre el juicio, el
sentimiento y la acción. Los aprendices tienden a adoptar en su aprendizaje actitudes
congruentes con los modelos que han recibido, pero no cualquiera de ellos, sino con
mayor probabilidad aquellos con los que se identifiquen, con los que creen o compartan
como parte de una identidad común. (Pozo, 1999).

El cambio de actitudes sólo es posible si el aprendiz es sometido a situaciones de


conflicto cuya resolución requiera modificar las actitudes hasta ahora mantenidas. La
introducción de conflictos o inconsistencias desestabiliza las actitudes y fomenta el
cambio, ya que en general, esos desequilibrios son desagradables cuando se perciben y
cuando se es consciente que se está en medio de ellos.

Según Pozo, son dos los tipos de conflicto que pueden desencadenar aprendizajes
actitudinales: el “conflicto sociocognitivo” o la “disonancia cognitiva”. El primero es el
conflicto que se produce entre las propias actitudes y los valores del grupo de referencia.
Se produce cuando nos damos cuenta que el grupo con el que nos identificamos tiene
actitudes diferentes a las nuestras. Si esto se produce el cambio o aprendizaje
actitudinal es relativamente más facil de conseguir. Por otra parte la “disonancia
cognitiva” es el conflicto interno que se produce cuando descubrimos la existencia de
una contradicción entre nuestras actitudes y valores y nuestras propias conductas.
Cuando caigo en la cuenta que mi conducta no corresponde o no es coherente con mis
creencias y valores manifiestos.

Se puede notar claramente, cuáles son las actitudes que María quiere
desarrollar en los niños de su aula, con la actividad propuesta.

¿Qué tiempo es necesario para aprender o qué tiempo es tiempo de aprendizaje?

Las variaciones en el tiempo necesario para aprender, como lo iremos presentando en


las siguientes páginas, dependen no sólo del aprendizaje a lograr, sino por cómo está el
estudiante respecto al aprendizaje esperado: ¿Cuánto sabe? ¿Qué sabe? ¿Requiere
reestructurar sus saberes previos? ¿Requiere des-aprender lo que sabía y desmontar
sus creencias? ¿Qué tipo de aprendizaje es el que se quiere que construya y para qué?

Las hipótesis que María, la de nuestro ejemplo inicial, fue anotando en


el lado izquierdo de la pizarra, así como las preguntas que anotó en la
parte central e inferior de la misma, le permitieron saber cómo estaban
los niños, en relación a los aprendizajes que ella quería lograr.

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Un primer tiempo a tener en cuenta, cuando se quiere lograr aprendizajes, es el tiempo
que necesitamos los docentes para identificar lo que los estudiantes saben o no respecto
a lo que queremos que aprendan, ya que sin saber esto difícilmente encontraremos
cómo provocar el conflicto congnitivo, necesario para producir nuevos aprendizajes.

Tiempo para motivar

Es indispensable prever el tiempo necesario para generar y mantener la motivación por


el nuevo aprendizaje. Dada la complejidad de los procesos mentales y cognitivos
involucrados en el proceso de lograr aprendizajes significativos, es evidente que la
primera tarea del docente, si quiere lograrlos, es asegurar que se haya producido la
suficiente movilización afectiva y volitiva del estudiante, como para que esté dispuesto
a aprender significativamente, es decir a realizar el esfuerzo mental que ello supone, y
para que pueda sostenerse en el esfuerzo.

Es claro que no todos los alumnos se sienten igualmente motivados para aprender o
para aprender determinadas cosas, pero también lo es que si no logramos motivarles el
aprendizaje no será posible y todos perderemos nuestro tiempo.

No pretendemos aquí profundizar sobre los tipos de motivación (intrínseca y extrínseca)


y sobre todo aquello que puede operar como motivadores, sólo afirmar que los móviles
extrínsecos (el ascenso, la nota, una recompensa, un castigo, etc.) no son
suficientemente potentes como para lograr procesos sostenidos de aprendizaje
significativo, mientras que los móviles intrínsecos (interés por el tema. curiosidad, deseo
de saber más respecto a algo, etc.) lo son mucho más, aunque mejores resultados se
alcanzan si se logra una combinación de ambos.

También, es importante señalar que la motivación no corresponde, como muchas veces


se ha malentendido, con una etapa inicial y cancelatoria en el proceso de aprendizaje,
ya que no basta que el alumno esté motivado antes de iniciar la actividad de aprendizaje,
aunque luego la actividad misma sea desmotivadora y desmovilizadora. Por el contrario,
es indispensable caer en la cuenta que en el momento en que la motivación por
aprender no sea alimentada el proceso puede interrumpirse.

Por otra parte, debemos caer en la cuenta que la motivación afecta la cantidad de
tiempo que las personas estamos dispuestas a dedicar para prender. Los humanos
estamos motivados a desarrollar competencias y a resolver problemas y, aunque las
recompensas y castigos extrínsecos claramente afectan la conducta, las personas
también trabajamos arduamente por razones intrínsecas. Sin embargo, los retos deben
estar a un nivel adecuado de dificultad para ser y permanecer motivantes: las tareas que
son demasiado fáciles se hacen aburridas, mientras que las tareas que son demasiado
difíciles causan frustración.

Es importante recalcar que la comprensión es también importante en la motivación, ya


que la no comprensión, además de producir aprendizajes mecánicos, desmotiva y
desmoviliza al estudiante, porque le hace sentirse ineficaz y torpe para aprender,

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además de no dejarle más alternativa que aprender por obligación y por repetición
mecánica algo que no comprende.

Finalmente, es necesario señalar que los estudiantes de todas las edades están más
motivados cuando pueden ver la utilidad de lo que están aprendiendo y cuando pueden
utilizar esa información para hacer algo que podría tener o tiene un impacto en los otros,
especialmente en los más cercanos.

María logró, por lo menos durante los primeros 40 minutos de la


actividad, que la motivación no decaiga, sino que fuera en aumento y,
es posible, que al seguir con lo que seguía de la misma la motivación
se mantuviera. La motivación lograda era tan alta que la subdirectora,
desde su esquema de que la motivación es algo que sólo ocurre al
iniciarse una actividad de aprendizaje, creyó que los 40 minutos habían
sido de motivación. Esto es cierto, el error está en creer que la
motivación es solo un momento y que no se necesita que sea constante
y permanente durante toda la actividad de aprendizaje.

Tiempo para provocar conflicto cognitivo y conseguir su solución: las nuevas


comprensiones.

Explicábamos antes que si los estudiantes no llegan a encontrarse en una situación de


desequilibrio y sus esquemas de pensamiento no entran en contradicción, difícilmente
se lanzarán a buscar respuestas, se plantearán interrogantes, investigarán, descubrirán,
es decir: aprenderán.

Por esto el conflicto cognitivo no sólo se convierte en ese motor afectivo y motivacional
de nuevos aprendizajes, sino en la garantía de que efectivamente las estructuras de
pensamiento se verán modificadas, porque ya no pueden seguir siendo las mismas.

Este concepto le da mayor sentido a la necesidad de conocer los saberes previos (en
tanto estructuras cognitivas previas) de los alumnos y plantea un mayor reto creativo al
docente: ¿cómo lograr que entren en conflicto los esquemas cognitivos de mis
estudiantes? En la respuesta a esta pregunta está no sólo la clave para garantizar la
motivación durante todo el proceso de aprendizaje, sino la seguridad de que el
estudiante hará un gran esfuerzo por comprender lo que está aprendiendo y que, por
tanto, la nueva información será efectivamente asimilada en sus estructuras de
pensamiento, acomodándolas o reestructurándolas.

Es tan importante tener presente lo anterior que podríamos afirmar que sin haber
producido conflicto cognitivo, difícilmente conseguiremos nuevos aprendizajes en
nuestros alumnos.

Tiempo para la práctica y la transferencia

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Refiriéndonos al aprendizaje procedimental, necesitamos tener claro cuál es el nivel que
esperamos que nuestros estudiantes alcancen, porque debemos calcular muy bien la
cantidad de tiempo que toma aprender una materia compleja y llegar al nivel de
aprendizaje esperado. Por ejemplo, se ha estimado que los campeones mundiales de
ajedrez requieren entre 50,000 y 100,000 horas de práctica para llegar a ese nivel de
expertise (Ericsson, 1996).

En todas las áreas del aprendizaje, el desarrollo sólo se logra invirtiendo grandes
cantidades de tiempo en prácticas y revisiones, además de la cantidad tiempo que tome
aproximarse y comprender inicialmente el material. Intentos por cubrir demasiados
temas de manera muy rápida podrían dificultar el aprendizaje y la transferencia
subsiguiente, porque los estudiantes o aprenderían solo conjuntos aislados de hechos
que no han logrado organizar o conectar (en su propia mente) o no podrían comprender
toda la información porque no tienen suficiente conocimiento especifico y tiempo como
para hacerlo significativo.

Dar a los estudiantes el tiempo para aprender también implica dar el tiempo suficiente
para que procesen la información. El aprendizaje no puede ser apurado, la actividad
cognitiva compleja requiere tiempo.

Es claro que distintas maneras de utilizar uno mismo su tiempo tiene efectos distintos
en el aprendizaje y la transferencia. Por ejemplo, el aprendizaje es más efectivo cuando
las personas se involucran en “practicas deliberadas” que incluye un monitoreo activo
de las propias experiencias de aprendizaje (Ericsson y otros, 1993). El monitoreo
involucra los intentos para buscar y utilizar información sobre el progreso de cada uno.

La retroalimentación (como elemento esencial de la evaluación formativa) es otro


elemento importante para un aprendizaje exitoso. Pero es absolutamente distinta la
retroalimentación que señala progreso al memorizar hechos y fórmulas de aquella que
señala el estado de la comprensión del estudiante. (Se profundizará este aspecto en el
desempeño 4).

Además, los aprendices necesitan una retroalimentación sobre el grado en el cual


conocen y sobre cuándo, dónde y cómo utilizar el conocimiento que están aprendiendo.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que la transferencia también se ve afectada
por el contexto del aprendizaje original: las personas pueden aprender en un contexto
y aun así no poder transferir a otros contextos. La investigación indica que la
transferencia hacia otros contextos es bastante difícil cuando se le enseña a un sujeto
solamente en un solo contexto en vez de en múltiples contextos diferentes (Bjork &
Richardson-Klavhen, 1989). Por el contrario, cuando se enseña en varios contextos y se
incluyen ejemplos que demuestran una amplia aplicación de lo que está siendo
enseñado, las personas tienden a abstraer las características relevantes de los conceptos
y a desarrollar una representación flexible del conocimiento (Barnett & Ceci, 2002).

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RELACIÓN ENTRE EL CNEB Y ESTE DESEMPEÑO

El CNEB incluye una serie de “ORIENTACIONES PARA EL PROCESO DE ENSEÑ ANZA Y


APRENDIZAJE” que deben tomarse en cuenta para facilitar el desarrollo de las
competencias de nuestros estudiantes. Muchas de estas orientaciones están en la
misma dirección que muchas de las ideas planteadas en las páginas anteriores. Entre
ellas podemos mencionar las siguientes:
 Partir de situaciones significativas. Lo que implica diseñ ar o seleccionar situaciones que
respondan a los intereses de los estudiantes, para que los estudiantes puedan
establecer relaciones entre sus saberes previos y la nueva situación. Situaciones
retadoras, que les exijan seleccionar, movilizar y combinar estratégicamente las
capacidades o recursos de las competencias que consideren más necesarios para poder
resolverlas.
 Generar interés y disposición como condición para el aprendizaje. Asi ́, se favorece la
autonomi ́a de los estudiantes y su motivación para el aprendizaje.
 Aprender haciendo. El desarrollo de las competencias se coloca en la perspectiva de la
denominada «enseñ anza situada», para la cual aprender y hacer son procesos
indesligables, es decir, la actividad y el contexto son claves para el aprendizaje.
 Partir de los saberes previos. Estos son determinantes y se constituyen en la base del
aprendizaje, ya que el aprendizaje será más significativo cuantas más relaciones con
sentido sea capaz de establecer el estudiante entre sus saberes previos y el nuevo
aprendizaje.
 Construir el conocimiento. El conocimiento es construido por el sujeto que aprende y
por la interacción con personas con diferentes niveles de conocimiento, de tal forma
que su mutua influencia acaba produciendo aprendizaje.
 Aprender del error o el error constructivo. El error es una oportunidad de aprendizaje,
que requiere diálogo, análisis, una revisión cuidadosa de los factores y decisiones que
llevaron a él.
 Generar el conflicto cognitivo. Plantear un reto que le resulte significativo al estudiante
y cuya búsqueda de solución permita poner en juego sus diversas capacidades.
 Mediar el progreso de los estudiantes de un nivel de aprendizaje a otro superior. La
mediación del docente durante el proceso de aprendizaje supone acompañ ar al
estudiante hacia un nivel inmediatamente superior de posibilidades (zona de desarrollo
próximo) con respecto a su nivel actual (zona real de aprendizaje), por lo menos hasta
que el estudiante pueda desempeñ arse bien de manera independiente.
 Promover el trabajo cooperativo.
 Promover el pensamiento complejo para que los estudiantes vean el mundo de una
manera integrada y no fragmentada, como sistema interrelacionado y no como partes
aisladas, sin conexión.

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LECTURAS COMPLEMENTARIAS

Lectura complementaria 1. Robinson, K. & Aronica, L. (2015). Escuelas creativas. La


revolución que está transformando la educación. Penguin Random House Grupo
Editorial, Barcelona España.

Ya he mencionado que la educación es un proceso biológico equiparable a la agricultura:


los jardineros saben que no son ellos los que hacen crecer las plantas, ni montan las
raíces ni pegan las hojas ni tampoco pintan los pétalos; las plantas crecen solas. La labor
del jardinero consiste en crear las condiciones óptimas para que eso suceda. Los que
son buenos profesionales lo consiguen; aquellos que carecen de las competencias
necesarias, no. Con la enseñanza ocurre lo mismo. Los buenos profesores crean las
condiciones óptimas para el aprendizaje y los malos, no. Pero los buenos profesores
saben que no siempre controlan estas condiciones.
Existe un debate permanente en educación sobre los métodos de enseñanza y
aprendizaje tradicionales y los progresistas, a menudo con posturas antagónicas. Según
los estereotipos establecidos, el modelo tradicional se centra en enseñar datos e
información mediante la instrucción directa a toda la clase; la enseñanza progresista se
basa en aprender a través de la exploración, de la expresión personal y de actividades
realizadas en grupos reducidos. Según mi experiencia, esta división tan marcada, al
menos en apariencia, entre los enfoques tradicional y progresista es más teórica que
real en muchas escuelas. En la práctica, los profesores de todas las disciplinas suelen
utilizar suelen utilizar un amplio abanico de técnicas que combinan la instrucción directa
de datos e información con actividades y proyectos exploratorios en grupo. El arte de
enseñar radica precisamente en equilibrar ambos tipos de enfoque.
Debido a mi alegato a favor de la creatividad en las escuelas, algunos críticos han dado
por sentado que soy un progresista a ultranza y que me opongo a todos los métodos
tradicionales de enseñanza, y que incluso estoy totalmente en contra de que los niños
reciban una educación académica. Nada de esto es cierto. Siempre estoy dispuesto a
defender lo que pienso, pero, como es natural, me resulta exasperante que den por
hecho opiniones que no son mías y después me critiquen por ello. Durante toda mi
trayectoria profesional, siempre he sostenido que el trabajo creativo en cualquier
entorno comporta un mayor dominio de los conocimientos, conceptos y prácticas que
conforman dicho ámbito y una comprensión más profunda de las tradiciones y logros
en que se basa.
En 1977, por ejemplo, publicamos el libro Learning Through Dram, fruto del proyecto
Drama 10-16 financiado por el Concejo de Escuelas. En él señalamos que el trabajo
teatral de exploración e improvisación de los alumnos debería consolidarse con un
conocimiento cada vez mayor de las tradiciones, las costumbres y la literatura del teatro
universal.
En los informes del proyecto “Artes en las Escuelas” señalamos que existen dos formas
complementarias para que los alumnos aprendan arte: “creación”, la producción de sus
propias obras; y “apreciación”, comprender y valorar las obras de otros.
Ambos aspectos son fundamentales para una educación en artes dinámica y equilibrada.
Crear implica el desarrollo de la voz creativa del individuo y de las destrezas técnicas
mediante las que esta se expresa. Apreciar conlleva un conocimiento contextualizado
más profundo de las obras de otros autores, de cómo, cuándo y por qué se han creado,

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así como un sentido crítico cada vez más desarrollado, tanto artístico como estético para
reaccionar adecuadamente antes estas obras.
Estas cuatro áreas desarrollo creativo, técnico, contextual y crítico también pueden
aplicarse a todas las otras disciplinas del plan de estudios, incluidas las ciencias, las
humanidades y la educación física. Este es precisamente el argumento que defendíamos
en 1999 en All Our Futures: Creativity, Culture and Education, donde analizamos el
equilibrio y la dinámica del plan de estudios. Plantear la enseñanza desde una
perspectiva exclusivamente tradicional o progresista implica no entender la necesidad
de equilibrio entre todos estos elementos.
Para alcanzar este equilibrio, los buenos profesores desempeñan cuatro funciones
principales: motivan a sus alumnos, facilitan el aprendizaje, tienen expectativas con
respecto a ellos y los capacitan para creer en sí mismos.

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Lectura complementaria 2. Extracto: Componente descriptivo (Línea de Base) sobre
Uso del Tiempo en la Institución Educativa y en el aula Estudio sobre el Uso del Tiempo
y otras variables de Calidad Educativa (Primaria, 2012). MINEDU – DIDE. Pp 43 - 46

7.3.1 Porcentaje del tiempo de clases dedicado a actividades académicas, no


académicas y de no involucramiento “off task”

Haciendo referencia al marco conceptual presentado, es importante recordar el


concepto de “tiempo en la tarea” (time-on-task) como el tiempo durante el cual los
estudiantes están concentrados y cuya atención va dirigida a alguna actividad
académica. En esta sección distinguiremos el uso del tiempo destinado a actividades
académicas, no académicas –las cuales pueden ser administrativas o de “no
involucramiento” (off task) –, tanto a nivel del docente como de los estudiantes.

Docentes
Según puede apreciarse en el gráfico 5, si bien en el 61.8% del tiempo de clase, el
docente se encontraba realizando actividades académicas, el tiempo dedicado a
actividades no académicas (incluyendo las tareas administrativas y las de “no
involucramiento”) es bastante alto (38.2%). Asimismo, el porcentaje de tiempo en que
el docente se dedicó a desarrollar actividades académicas es significativamente mayor
en las IIEE de tipo multigrado que en las IIEE polidocentes completas.
Como se ha señalado previamente, en el marco de las actividades no académicas,
pueden distinguirse dos tipos:
1) Actividades administrativas y de disciplina, las cuales resultan necesarias para el
desarrollo de la clase, y
2) Actividades “de no involucramiento”: en las que los docentes o los estudiantes no se
encuentran involucrados (en el método Stallings se denominan “off-task”).
Así, en el gráfico 6, se puede apreciar que gran parte de las actividades no académicas
corresponden a tareas de administración del aula por parte del docente (24.6%),
mientras que durante el 13.6% del tiempo restante, el docente no se encontraba
ocupado con tareas necesarias para el aprendizaje, es decir, se hallaba no involucrado
“off task”).

También se hizo un análisis para identificar el tiempo de la clase en que el docente


realizaba el tipo de actividades académicas con todos los estudiantes, es decir ningún
estudiante se encontraba haciendo una actividad no académica. Así, el gráfico 7 muestra
que en un 30.0% del tiempo de clases, el docente se encontraba realizando actividades
académicas con todos los estudiantes. Asimismo, este porcentaje es significativamente
mayor en las IIEE de tipo multigrado (31.4%), en comparación a las IIEE polidocente
completas (26.7%)

17
18
Estudiantes

En el caso de los estudiantes y según puede apreciarse en el gráfico 8, encontramos que,


en promedio, en el 54.7% del tiempo de clases, uno, varios o todos los estudiantes se
encontraban realizando actividades académicas. El porcentaje de tiempo de clases en
las que estos se encontraban realizando actividades no académicas es, en promedio de
45.3%. Encontramos diferencias significativas entre las
IIEE polidocentes completas y multigrado, siendo los promedios de tiempo en que los
estudiantes se dedican a actividades académicas, de 52.4% y 55.7%, respectivamente.
Asimismo, el gráfico 9 muestra que en el caso de los estudiantes, gran parte de las
actividades no académicas se deben a que uno o más estudiantes no se encuentran
involucrados en el trabajo del aula -actividades de no involucramiento- (34.4%),
mientras que el 11.4% restante se debe a labores administrativas o de disciplina.

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También se hizo un análisis para identificar el tiempo de la clase en que todos los
estudiantes realizaban actividades académicas, es decir, ningún estudiante se
encontraba haciendo una actividad no académica, independientemente de la labor que
el docente estuviera realizando. Así, el gráfico 10 muestra que en un 33.4% del tiempo
de clases, todos los estudiantes se encontraban realizando actividades académicas.
Asimismo, este porcentaje es significativamente mayor en las IIEE de tipo multigrado
(34.7%) en comparación a las IIEE polidocentes completas (30.4%).

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Referencias bibliográficas

Claxton, Guy (2001) Aprender: El reto del aprendizaje continuo. Paidos. España.
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on maximal adaptations on task constraints. Annual Review of
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Fondo de Cultura Económica. México.
MINEDU – DIDE (2014) Componente descriptivo (Línea de Base) sobre Uso del Tiempo
en la Institución Educativa y en el aula Estudio sobre el Uso del Tiempo y
otras variables de Calidad Educativa (Primaria, 2012). MINEDU – DIDE,
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Piaget J. (1977) El Comportamiento, motor de la evolución, Nueva Visión, Buenos
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Pozo Municio, Juan Ignacio (1999). Aprendices y maestros: La nueva cultura del
aprendizaje. Alianza Editorial. España.
Pozo Municio, Juan Ignacio (2008). Aprendices y maestros: La psicología cognitiva del
aprendizaje. Alianza Editorial. España.
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decisiones en la gestión escolar. Buenos Aires. Ministerio de Educación.
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Wellman ,Henry M. (1990) The Child's Theory of Mind. MIT Press; Cambridge, MA,
USA.
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