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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 2

FUNDAMENTOS DE LATÍN (2018-2019)

MÓDULO 2

NOCIONES BÁSICAS DEL ANÁLISIS GRAMATICAL1

Antonio Moreno Hernández

ESQUEMA DE CONTENIDOS

A) Nociones básicas del análisis gramatical

1. Formas y funciones
1.1. Objetivos del análisis gramatical
1.2. Morfología y sintaxis

2. La estructura de las palabras


1.1. El latín como lengua flexiva
1.2. Estructura de una palabra flexiva

3. Clases de palabras en latín


2.1. Clases de palabras que admiten flexión nominal o pronominal
2.2. Clases de palabras que admiten flexión verbal
2.3. Clases de palabras invariables

4. Constituyentes de la oración simple y constituyentes del sintagma

Materiales para su estudio:

- Tema descargable de Fundamentos de latín


- Apartados del temario en el libro de Torrent, Latín:
4. Constituyentes de la oración simple y constituyentes del sintagma (pp. 17-19,
25-26, 32-33)

1 Copyright: Antonio Moreno Hernández, UNED, 2016. Prohibida la reproducción de este material.

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B) Revisión de paradigmas gramaticales

Se recomienda consultar el Resumen de Gramática Latina, de José Fco. González


Castro, disponible en el curso virtual:
- Desinencias de la 2ª declinación
- La conjugación latina: desinencias verbales del tema de presente en voz pasiva

RESULTADOS DE APRENDIZAJE

Identificar y comprender las principales formas y funciones y su sentido desde el


punto de vista gramatical.

Comprender qué es una lengua flexiva como el latín.

Identificar la estructura básica de las palabras latinas y el significado básico de sus


componentes.

Distinguir la raíz, el tema y la desinencia de las palabras latinas.

Reconocer e identificar las clases de palabras que hay en latín y la diferencia entre
palabras flexivas (sustantivo, adjetivo, pronombre, verbo) y palabras no flexivas o
invariables (adverbio, preposición, conjunción, partículas adverbiales, interjección).

Comprender los mecanismos sintácticos básicos de la oración simple.

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1. FORMAS Y FUNCIONES

1.1. OBJETIVOS DEL ANÁLISIS GRAMATICAL

Si queremos examinar desde un punto de vista gramatical una oración en una lengua
cualquiera, la perspectiva que conviene adoptar no se debe limitar a la de un simple
usuario de ésta, cuyo interés suele residir en entender, en el contexto adecuado, lo que
en ella se dice; el planteamiento del gramático supone un paso más en la reflexión: su
propósito es definir los mecanismos lingüísticos que explican cada uno de los
elementos que conforman el enunciado en su nivel correspondiente.

Si nuestro propósito fuera analizar una oración latina, como por ejemplo dominus
dormiebat ("el señor dormía"), un primer análisis elemental debería contemplar al
menos dos planos estrechamente relacionados entre sí: el plano de la forma que
presentan las dos palabras que componen la oración, y el plano de la función, el
vínculo o relación que se establece entre ellas.

La atención a la forma dominus nos permite constatar inmediatamente dos hechos:

a) que esta forma se puede contraponer con otras formas de la misma palabra, como
por ejemplo dominum, suministrando una información diferente sobre el caso en que
se encuentra la misma, gracias a la presencia de distintas marcas formales integradas
en la palabra (nominativo frente a acusativo);

b) que las posibles variaciones formales que puede experimentar una palabra como
ésta constituyen un repertorio limitado y definido que se denomina habitualmente
flexión y que ésta es productiva en otras palabras, en tanto que nombres, de la misma
clase (filius/filium).

Así, muchas palabras latinas como ésta no son de una pieza, es decir, no tienen una
forma única e inamovible, sino una articulación interna compleja en la que se han
integrado distintos componentes que proporcionan algún tipo de información
relevante. Así la forma dominus suministra una información distinta a la que
suministra dominum, una información relativa al caso en que aparece la palabra
(nominativo frente a acusativo), pues en el resto de los accidentes que suministran
una y otra forma coinciden (se trata de dos formas en singular y masculinas).

Lo mismo cabe decir de la forma dormiebat, que se contrapone, por ejemplo, con
dormiebam o dormiebas en la persona gramatical (3ª de sing. frente a 1ª o 2ª). En este
caso, la información que proporcionan las formas distintas (-t frente a -m o -s) se
refiere a un rasgo (la persona gramatical), del que carece la palabra dominus. Se trata
de clases de palabras distintas: dormiebat es un verbo en forma personal -con varios
morfemas que nos indican que se trata de un imperfecto de indicativo (-ba-), y de una
3ª persona de singular de la voz activa (como indica la marca -t)-, y dominus es un
sustantivo, y disponen de marcas formales diferentes para expresar diferentes
accidentes gramaticales.

Si en cambio nos fijamos en la relación que guarda dominus con dormiebat, nuestro
interés ya no es la forma como tal, sino las funciones que desempeñan cada una de
estas palabras. En el primer caso, dominus como forma es un nominativo y como

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función es el sujeto de la oración; dormiebat funciona como predicado de la misma, y


es una función que se expresa formalmente con un verbo en forma personal. Estamos
pues, ante los dos elementos que conforman la estructura básica de una oración
principal: un sujeto y un predicado. ¿Qué vinculación tiene dominus con dormiebat? El
verbo concuerda con el sujeto en dos rasgos: la persona y el número (3ª de singular).
Si cambia alguno de ellos, cambia también en la otra palabra: ego dormiebat / tu
dormiebas.... Esta interdependencia mutua revela una vinculación muy profunda entre
el sujeto y el predicado verbal que se pone de manifiesto al examinar las relaciones
entre una y otra palabra.

Así pues, para afrontar un análisis gramatical es fundamental no sólo conocer el


repertorio posible de formas (conjugaciones, declinaciones, etc.) y funciones propias
de la lengua, sino también identificar con claridad el ámbito al que corresponde cada
una de las categorías lingüísticas y sus relaciones entre sí. Por eso en las gramáticas se
suele distinguir entre dos campos estrechamente implicados: la morfología y la
sintaxis.

1.2. MORFOLOGÍA Y SINTAXIS

La morfología atiende a la constitución interna de la palabra, con el fin de distinguir las


unidades o componentes significativos que la conforman, porque, como ya hemos
dicho, las palabras latinas, en la mayor parte de los casos, no son de una pieza. La
distinción de los componentes que las integran resulta imprescindible para
interpretar correctamente su uso.

¿Qué clase de información nos suministran los componentes que podemos distinguir
en una palabra? Habitualmente se considera que la información puede ser de dos
tipos: información gramatical (a través de los denominados “morfemas gramaticales”)
o información léxica o semántica2.

Determinadas marcas formales se han generalizado para indicar algún tipo de


información integrándose en el mecanismo de la lengua de tal manera que forman
parte de los paradigmas de algunos grupos o clases de palabras.

La morfología nos proporciona los paradigmas correspondientes a cada palabra, es


decir, el conjunto de formas posibles que una palabra es susceptible de adoptar
dentro de un determinado sistema, así como los accidentes gramaticales propios, en
su caso, de cada clase de palabra. Por ello la morfología se basa en la consideración de
la palabra en sí misma, antes de que ésta se produzca dentro de un contexto
gramatical, dentro de una oración.

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Esta distinción sobre la índole del significado (gramatical o léxico) de los componentes de una
palabra es clara en muchos casos: por ejemplo, la raíz de una palabra suministra información
semántica sobre su significado; en cambio, podemos aislar un morfema -re- que caracteriza al
imperfecto de subjuntivo (ej. ama-re-m), suministrando información gramatical sobre el tiempo y el
modo del verbo. Sin embargo, en otros casos, la frontera no parece tan clara y los gramáticos siguen
hoy debatiendo, por ejemplo, en torno a si las marcas casuales guardan una función sintáctica o
semántica o ambas.
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La lengua latina es, como veremos, una lengua flexiva, de manera que algunas clases de
palabras pueden alcanzar una cierta complejidad morfológica, al expresar mediante
marcas formales integradas en la palabra diversos accidentes gramaticales. Por eso la
atención a la morfología de las palabras es esencial, por ejemplo, en el caso de los
sustantivos, ya que uno de los principales procedimientos para identificar funciones es
la marca casual que portan en su flexión, frente a las lenguas romances, en las cuales
se han perdido, casi en su integridad, las marcas casuales.

La sintaxis, en cambio, se ocupa del análisis de las relaciones que establece una
palabra con otra u otras en el seno de la oración, articulándose conexiones a distintos
niveles: desde el papel desempeñado por una palabra o grupo de palabras dentro de
un sintagma, hasta la oración como unidad sintáctica superior.

Una de las nociones fundamentales y más debatidas entre los lingüistas es la de


función. La función es un concepto gramatical que incide en el papel que desempeña
una palabra dentro de una oración.

Se distingue habitualmente entre "funciones sintácticas", es decir, aquellas que


señalan, primordialmente, una determinada relación de una palabra con otras en la
oración, y “funciones semánticas”, que apuntan al contenido referencial. Algunas
propuestas añaden además "funciones pragmáticas" (por ejemplo, las nociones de
'tópico' y 'foco'), aunque hay discrepancias muy significativas a la hora de definir el
estatuto de cada función entre las distintas escuelas lingüísticas.

Así mismo el estudio gramatical se ha centrado tradicionalmente en los aspectos


morfológicos y sintácticos, si bien en los últimos años se ha profundizado igualmente
en el plano léxico del latín, apreciándose la existencia de estructuras similares a las
gramaticales, que son objeto de estudio de la lexemática.

Lo más propiamente sintáctico son, pues, las relaciones que reflejan una
interdependencia establecida entre determinadas palabras dentro de la estructura de
la oración. Por ello uno de los fenómenos sintácticos más relevantes es el de la
concordancia, es decir, la mutua dependencia formal que adquieren algunas palabras
entre sí por el hecho de compartir algún accidente gramatical.

Así algunas de las relaciones sintácticas más estrechas que puede presentar el
sintagma nominal se establecen en virtud de funciones como éstas:

a) la función de sujeto, que se marca en latín mediante el caso nominativo, tiene un


peso sintáctico fundamental, pues guarda una relación muy estrecha con el verbo
principal, con el que concuerda en número y persona, constituyendo esta relación
sujeto-verbo el principal elemento de vertebración de la estructura oracional. Si
cambia el sujeto de singular a plural, el verbo cambiará igualmente de singular a
plural: puer venit / pueri veniunt.

b) la función de objeto o complemento directo, que el latín expresa primordialmente a


través del caso acusativo, está muy estrechamente vinculada desde el punto de vista
sintáctico con el núcleo verbal, como revela el hecho de que, si se transforma la
oración de activa a pasiva, el complemento directo se transforma en sujeto: scribo
epistulam ("escribo una carta") / epistula scribitur a me ("una carta es escrita por mí").

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c) Dentro del propio ámbito del sintagma nominal también se producen fenómenos de
concordancia que reflejan una relación sintáctica muy estrecha: el adjetivo, en función
de determinante del nombre, concuerda con su sustantivo en caso, género y número:
fessus homo ("el hombre cansado") / fessi homines ("los hombres cansados").

En cambio, la función de complemento circunstancial, que se expresa en latín


preferentemente con el ablativo o bien con una construcción preposicional, se
interpreta habitualmente como predominantemente semántica, ya que desde el punto
de vista sintáctico no guarda una relación de interdependencia con el resto de
elementos de la oración.

La sintaxis intenta definir las relaciones posibles y estudia las funciones que una clase
de palabras o una forma determinada adquiere en un contexto gramatical dado.

Por otra parte, la vinculación entre formas y funciones en la lengua latina es muy
estrecha, pero dista mucho de ser una vinculación completamente unívoca, es decir, en
la que a cada forma distinta corresponda una y solo una función, y a la inversa. Por eso
las relaciones entre unas y otras constituyen uno de los factores más importantes en la
evolución de las lenguas. Por esta razón conviene tener muy en cuenta las siguientes
circunstancias:

a) Una misma forma puede expresar distintas funciones (por ejemplo, la marca casual
de acusativo puede, en distintos contextos sintácticos, funcionar como un
complemento directo, como el sujeto de un infinitivo, como régimen de una
preposición...).

b) Hay marcas casuales distintas que, en virtud de la evolución histórica, presentan


una forma coincidente: este fenómeno se denomina homonimia. Así, en latín clásico la
forma domino corresponde tanto al dativo singular como al ablativo; rosae puede
corresponder a un genitivo o dativo singular, o a un nominativo o vocativo plural. Se
trata de homonimias formales que sólo los contextos sintácticos permiten interpretar
correctamente.

c) Una misma función puede expresarse mediante distintas formas (la función de
determinante nominal puede ejercerla tanto un nombre en genitivo como un adjetivo -
concordando con el sustantivo correspondiente-). Históricamente, la convergencia de
formas distintas en una misma función ha dado lugar al fenómeno del sincretismo:
por ejemplo, el antiguo instrumental, el locativo y el ablativo se han sincretizado en un
caso que asume ya en época clásica los significados sintácticos de los tres casos
antiguos.

El análisis gramatical supone, pues, una reflexión sobre la lengua, y debe permitirnos
discernir con la mayor claridad posible la forma y la función correspondiente a cada
una de las palabras que aparecen en el texto. Para adentrarnos en él es preciso
identificar con claridad, en primera instancia, las clases de palabras y las formas y
funciones propias de los casos latinos.

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2. LA ESTRUCTURA DE LAS PALABRAS

2.1. EL LATÍN COMO LENGUA FLEXIVA

Una lengua flexiva es aquella que dispone de procedimientos morfológicos en virtud


de los cuales una palabra o clase de palabras determinada puede admitir de manera
sistemática variaciones de forma para expresar distintos accidentes gramaticales.

La flexión es, por tanto, un mecanismo lingüístico eminentemente morfológico y


además muy antiguo, ya que en indoeuropeo se desarrolló una etapa flexional que ha
dejado su huella en muchas de las lenguas que proceden de él, como ocurre, por
ejemplo, con la flexión del latín y del griego. Por otra parte, su aplicación a cada lengua
es relativa: una lengua puede ser, en principio, más o menos flexiva que otra, según su
capacidad para admitir modificaciones formales.

Ya hemos indicado que en latín existen algunas clases de palabras que admiten una
cierta variación en su forma para añadir determinada información morfológica,
sintáctica o semántica: el nombre, el adjetivo, el pronombre y el verbo. Para estas
clases de palabras el latín, a partir de un desarrollo de la flexión indoeuropea, cuenta
con distintos sistemas de variaciones a los cuales se denomina habitualmente 'flexión'
y que conforman los paradigmas correspondientes al enunciar las posibilidades de
flexión de una determinada palabra, fuera de cualquier contexto concreto de uso.

La flexión latina, a su vez, ha dejado su huella en las lenguas romances, si bien aquélla
se distingue de éstas en varios aspectos y sobre todo en un punto esencial: la flexión
nominal latina -es decir, el conjunto de paradigmas de las declinaciones- incorpora
información sobre el caso y, por lo tanto, sobre la función sintáctica que desempeña el
nombre en la oración. Sin embargo, la erosión y pérdida de las declinaciones, iniciada
ya en el latín tardío, dio lugar a que las lenguas romances no dispusieran de todo este
mecanismo morfológico y, por lo tanto, se vieran obligadas a recurrir a otros
procedimientos –algunos ya presentes en el mismo latín tardío- para completar la
información que antes suministraban las desinencias de los casos (el recurso a las
preposiciones, el orden de palabras, contexto, etc.).

Este hecho, la expresión del caso mediante la flexión y, por lo tanto, la identificación
mediante marcas morfológicas de las principales funciones sintácticas, tiene una
extraordinaria importancia en la configuración de la lengua latina, y permite
denominar a ésta, con toda propiedad, “lengua flexiva”.

2.2. ESTRUCTURA DE UNA PALABRA FLEXIVA

Para entender el mecanismo de la flexión latina es fundamental discernir la estructura


morfológica de los elementos que componen una palabra, aquellas partes de la misma
que no experimentan modificación y aquellas que cambian. En principio una palabra
flexiva puede analizarse en estos elementos:

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RAÍZ

La raíz transmite el núcleo semántico de la palabra y es común a todas las palabras de


la misma familia (ej. la raíz *tim aparece en el verbo timere, en el sustantivo tim-or y en
el adjetivo tim-idus).

La misma raíz admite en algunos casos alteraciones internas en cuanto a la cantidad o


el grado vocálico, como la alternancia e/o: así la raíz que recoge la noción de cubrir o
recubrir admite una alternancia teg- / tog- (el verbo tego, recubrir; el sustantivo toga,
'toga' el vestido romano), o bien con la vocal alargada (tēg-) en tégula, 'teja', donde la
palabra castellana procede de la latina.

TEMA

El tema es el morfema intercalado entre la raíz y la desinencia y que tiene por objeto
preparar a la raíz para recibir desinencias. El tema permite distinguir unas
declinaciones de otras y unas conjugaciones de otras (am-ā-re, hab-ē-re, tim-ě-re, aud-
ī-re).

• En algunas formas flexionales, la raíz no ha recibido ningún tema característico (es lo


que se denomina formaciones atemáticas, normalmente muy antiguas), como son, en
su origen, los temas en consonante de la 3ª declinación, así como los temas en -i y en -
u, que son antiguas sonantes.

• En otros casos, la estructura de la lengua latina permite la agregación de algún


morfema entre el tema y las desinencias al objeto de completar la información
gramatical, como sucede con los morfemas de tiempo y modo de la flexión verbal (así,
el imperfecto de indicativo recibe -ba- sobre el tema verbal, time-ba-m).

DESINENCIA

La desinencia es el morfema final que aporta información sobre determinados


accidentes gramaticales según las clases de palabras (nombres, adjetivos, pronombres,
verbos).

• Las desinencias verbales informan sobre la persona, el número y la voz (en activa -m,
-s, -t, mus-, -tis, -nt).

• Las desinencias nominales suministran información sobre el caso, el número y el


género (por ejemplo, en los adjetivos del tipo -us, -a, -um).

EJEMPLO

• La forma nominal rosam consta de: raíz (ros-); tema (-a-, que corresponde a la 1ª a
declinación), y desinencia (-m, de acusativo singular).

• La forma verbal habebis consta de: raíz (hab-); tema (-ē-, propio de la segunda
conjugación), el morfema (-bi-, propio del futuro de indicativo), y la desinencia (-s,
característica de la 2ª persona de singular de la voz activa).

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La estructura morfológica con que se presenta una palabra en cada contexto nos
suministra, pues, información muy valiosa para interpretar los accidentes
gramaticales que la caracterizan. Sin embargo, esta estructura morfológica no siempre
se advierte con claridad desde una perspectiva sincrónica, ya que la evolución fonética
o el contacto entre distintos elementos parece desdibujar la composición originaria de
la palabra. Por eso es frecuente oír hablar de 'terminaciones' para referirse a la forma
resultante de la unión entre el tema y las desinencias. Así, en la forma rosis, propia del
dativo y ablativo plural de los temas en -a, ha desaparecido aparentemente el tema, ya
que la terminación clásica -is es el resultado de la monoptongación del tema y la
desinencia (*rosais).

Este carácter articulado de la estructura morfológica latina es el principal mecanismo


para la formación de nuevas palabras, bien mediante la agregación de prefijos (sobre
el verbo facio se forma con-ficio, perficio etc.), bien mediante la agregación de distintos
morfemas para derivar a partir de una raíz o de una palabra otras nuevas palabras
(sobre la raíz del verbo aug-eo, ‘aumentar’, ‘robustecer’, se forma el sustantivo auc-tor,
‘garante’, ‘fundador’, ‘creador’, y a su vez sobre éste, auctor-itas, ‘autoridad’, ‘garantía’,
‘prestigio’).

3. CLASES DE PALABRAS EN LATÍN

La “clase de palabra” es un concepto muy tradicional y todavía útil, en general, para


esclarecer el análisis gramatical. Se trata de una categoría que permite caracterizar a
las palabras en función de su constitución morfológica y de los paradigmas que
pueden admitir.

No hay una correspondencia unívoca entre clases de palabras y funciones sintácticas,


pero sí se aprecia una tendencia a que cada clase de palabras esté asociada con una o
varias funciones específicas, si bien es posible que algunas funciones puedan
expresarse mediante distintas clases de palabras. Así por ejemplo los nombres y los
pronombres cubren el mismo abanico de funciones; la determinación nominal la
puede desempeñar un adjetivo o un nombre en genitivo o una construcción de
preposición más nombre; o la función de complemento circunstancial se puede
expresar mediante un adverbio o un sustantivo en ablativo, etc.

Hay que distinguir inicialmente entre las clases de palabras que admiten variabilidad
formal, es decir, alguna forma de flexión, frente a las que permanecen invariables.

Dentro de las palabras flexivas, la información gramatical que suministran los


morfemas se incorpora tras la raíz y el tema de las palabras. Esta información está
habitualmente codificada en series que definen los accidentes gramaticales de las
formas nominales y de las verbales:

- En el caso de las formas nominales:


Género: masculino / femenino / neutro
Número: singular / plural
Caso: nominativo / vocativo / acusativo /genitivo / dativo / ablativo
Gradación (en el caso de los adjetivos): comparativo /superlativo

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- En las formas verbales personales:


Persona: 1ª, 2ª, 3ª (mediante desinencias de número y persona)
Número: singular / plural (mediante desinencias de número y persona)
Voz: activa / medio-pasiva (mediante desinencias)
Tiempo: pasado /presente / futuro (mediante infijos o morfemas que
preceden a la desinencia)
Modo: indicativo / subjuntivo / imperativo (mediante infijos o morfemas que
preceden a la desinencia).

Las clases de palabras que, atendiendo a su forma, pueden identificarse en latín son
éstas:

3.1. CLASES DE PALABRAS QUE ADMITEN FLEXIÓN NOMINAL O PRONOMINAL

Comprende las clases que admiten formas distintas correspondiendo a tres accidentes
gramaticales: el caso, el género y el número.

NOMBRE

El nombre se caracteriza formalmente por admitir la flexión de caso y número


(singular y plural), y la adopción de un género (uno sólo para cada sustantivo: homo es
masculino, carece de una forma flexionada de la misma palabra en género femenino).

Existen cinco variantes dentro de las flexiones nominales, en virtud de las diferencias
de temas y desinencias de caso, género y número. Son las cinco declinaciones.

Las funciones que puede desempeñar un sustantivo, como núcleo de un sintagma


nominal, son las que cabe atribuir a cada uno de los casos en los que puede aparecer,
(cf. Módulo 3, Capítulo 1.4).

ADJETIVO

El adjetivo latino, como clase de palabra, se caracteriza por marcar mediante la flexión
cuatro accidentes gramaticales: el número y el caso (al igual que los sustantivos), el
género (mediante la flexión de los tres géneros, frente a la adscripción a un género de
los sustantivos), y el grado (positivo, comparativo y superlativo de superioridad
(altior, altius, altissimus, -a, um). Para una visión más detenida, cf. Módulo 3, Capítulo 2.

Se distingue habitualmente entre dos grandes modalidades de adjetivos, según la


declinación que sigan y las formas posibles en el nominativo de singular: los adjetivos
formados a partir de 1ª y 2ª declinación, con tres terminaciones en la nominativo
(altus, alta, altum; sacer, sacra, sacrum), y los adjetivos formados sobre la 3ª
declinación (de tres terminaciones en el nominativo, acer, acris, acre; de dos
terminaciones, fortis, forte, o de una terminación, felix, felicis).

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La función más habitual del adjetivo es la de actuar como determinante de un nombre


que es núcleo de ese sintagma nominal, concertando con él en género, número y caso
(senex amabilis Romam uenit "un anciano amable llegó a Roma"), o bien como
predicado nominal o atributo (senex amabilis est "el anciano es amable"), o
complemento predicativo (puer defessus uenit, "el muchacho llegó cansado").
Cualquier adjetivo puede aparecer sustantivado, es decir, actuando como núcleo de un
sintagma nominal en el cual no hay un nombre expreso.

PRONOMBRE

El pronombre se ha definido tradicionalmente como la clase de palabras que puede


sustituir o suplantar a un sustantivo, pero cuenta con algunas peculiaridades formales
en su flexión que revelan la existencia de una flexión pronominal de ascendencia
indoeuropea y con desarrollos propios en latín.

Los pronombres presentan un significado gramatical que sólo cobra propiamente


sentido en el contexto y la situación concreta del acto de habla en el que se generan.
Su principal función sintáctica es la de núcleo de un sintagma nominal, como los
nombres, pero la mayoría de ellos pueden funcionar también como determinantes del
nombre, como los adjetivos.

Se distinguen tradicionalmente varias series de pronombres (Cf. Módulo 3, Capítulo


3):
- Pronombres personales (ego - nos; tu – vos), y sus correspondientes adjetivos
posesivos (meus/noster, tuus/uester, suus).
- Pronombres demostrativos (hic/iste/ille).
- Fóricos (is, idem, ipse).
- El reflexivo se y el posesivo (sus, sua, suum).
- Los pronombres relativos (qui, quae, quod).
- Los interrogativo-indefinidos
- Cuantificadores (indefinidos, cuantificadores universales, cuantificadores
numerales).

3.2. CLASES DE PALABRAS QUE ADMITEN FLEXIÓN VERBAL

VERBO

El verbo se identifica formalmente porque dispone de una flexión propia, la


conjugación, a través de la cual se expresan los siguientes accidentes gramaticales: la
persona, el número y la voz (en las desinencias personales) y el tiempo y el modo
(mediante distintos morfemas). Dispone así mismo de formas no personales
(infinitivo, participio, gerundio, gerundivo y supino).

Desde el punto de vista sintáctico, la función propia del verbo en forma personal es
actuar como núcleo del predicado o sintagma verbal, concertando en número y
persona con su sujeto y admitiendo distintas posibilidades de complementación (si el
verbo se construye con acusativo complemento directo se trata de un verbo transitivo;
si no admite esta construcción, es un verbo intransitivo).

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3.3. CLASES DE PALABRAS INVARIABLES

La distinción entre las clases de palabras que carecen de cualquier tipo de flexión se
hace atendiendo en algunos casos a la forma (por ejemplo, con algunas desinencias
productivas para la derivación de adverbios), bien porque se trata, en otros casos, de
inventarios cerrados (o cuasicerrados) de palabras, como las preposiciones y las
conjunciones, así como la función o la construcción que les es característica.

ADVERBIO

El adverbio es una palabra invariable, que en algunos casos ha adoptado una forma
específica mediante distintos procedimientos de derivación:

a) A partir de antiguas formas casuales (locativo, Romae) o bien casos vigentes (el
ablativo, multo o el acusativo multum, en funciones adverbiales).

b) A partir de adjetivos, como los derivados en -e de la 1ª y 2ª declinación: alte, de


altus, alta, altum; derivados en -ter o -iter, para la 3ª: fortiter, de fortis, forte; prudenter,
de prudens.

Formalmente los adjetivos admiten también derivación del adverbio en el


comparativo (altius) y en el superlativo (altissime), o bien mediante el adverbio magis
(magis strenue) y maxime (maxime strenue) respectivamente.

Desde el punto de vista sintáctico, el adverbio asume la función de complemento


circunstancial, bien modificando al núcleo del sintagma verbal (non video), bien a un
sintagma nominal (haud magnus, "no grande") o incluso modificando a otro adverbio
(haud facile, "no fácilmente").

PREPOSICIÓN

Es una palabra invariable, que no puede aparecer por sí sola en una oración, ya que se
caracteriza por introducir o regir a un núcleo nominal (un sustantivo o adjetivo
sustantivado) en un caso determinado (dependiendo de la preposición),
preferentemente acusativo (ej. ante diem, contra spem), ablativo (de Italia, ex urbe, o
ambos: -in dies/in diebus, con significado distinto); por tanto la preposición introduce
un grado de subordinación del sustantivo que depende de ella, conformando con éste
un sintagma, normalmente con función circunstancial o adverbial, similar a la que
desempeñan los adverbios.

CONJUNCIÓN

Es una palabra invariable, incapaz, como la preposición, de actuar por sí sola en la


frase, ya que la conjunción introduce siempre un núcleo verbal, y, por consiguiente,
una oración. Existen dos tipos básicos de conjunciones, según el rango o jerarquía de
la oración que introduzcan respecto a la oración principal: si la conjunción introduce
una oración que se encuentra al mismo nivel sintáctico que la oración principal,
entonces estamos ante una conjunción coordinante; en cambio, si introduce una
oración dependiente funcionalmente de la principal, estamos ante una conjunción
subordinante, también llamada "subjunción".

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INTERJECCIÓN

Es una partícula invariable utilizada en contextos en los que no es dominante la


función referencial, sino en los que priman funciones expresivas o impresivas del
lenguaje. La interjección se caracteriza también por un cierto énfasis en su entonación
(que se representa en la escritura mediante el signo de exclamación), está
desvinculada del resto de la oración y aparece normalmente entre comas: eu!, "¡bien!",
"¡bravo!"; oh! perii!, "¡Oh!, ¡estoy perdido!"

4. CONSTITUYENTES DE LA ORACIÓN SIMPLE Y CONSTITUYENTES DEL


SINTAGMA

El ámbito de la sintaxis, palabra griega que significa en latín “contacto”, “relación”,


remite a las relaciones que establecen las palabras entre sí. Hay dos niveles básicos de
relaciones sintácticas que conviene distinguir con claridad:

a) Las relaciones dentro de la oración simple, cuyo núcleo es la concordancia


entre un sintagma nominal sujeto –núcleo puede ser un sustantivo o un
pronombre en nominativo, o bien un adjetivo sustantivado en el mismo caso- y
un predicado verbal, caracterizado por la presencia de un verbo en forma
personal que concuerda en número y persona con el sujeto (ego amo / tu amas
/ nos amamus).

Este verbo puede a su vez admitir o no distintos tipos de complementación, dando


lugar a:

- Oraciones copulativas o atributivas, cuando admiten un predicado nominal o


atributo (con el verbo ‘ser’, sum, o equivalentes: ego sum civis, “Yo soy un ciudadano”).
- Oraciones intransitivas, con verbos que no admiten acusativo complemento directo
(tu ad Italiam is / “Tú vas hacia Italia”).
- Oraciones transitivas, con verbos que admiten complemento directo en acusativo
(Homo mulierem amat / “El hombre ama a la mujer”; tu homini vinum das / “tú le das
vino al hombre”).

Existen así mismo otros tipos de complementación según el régimen verbal.

b) Las relaciones dentro de un sintagma, que puede estar constituido por una o
varias palabras que tienen la misma función sintáctica en una oración.

Los sintagmas pueden estar constituidos por un núcleo y sus complementos


(éstos pueden ser obligatorios o facultativos):

En función de la naturaleza del núcleo se distinguen sintagmas nominales (cuando su


núcleo es un sustantivo), verbales (el núcleo es un verbo), adjetivales (el núcleo es un
adjetivo), adverbiales (el núcleo es un adverbio) o preposicionales (cuando el
sintagma está conformado por una preposición que rige un sustantivo).

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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 2

Así mismo los complementos del núcleo pueden ser adyacentes (como los adjetivos
que concuerdan en género, número y caso con el sustantivo con el sustantivo que
representa el núcleo del sintagma; o los genitivos, que determinan a un sustantivo
como complemento del nombre) o bien complemento de régimen, cuando el núcleo
del sintagma requiere una determinada construcción (mihi placet, “me gusta”).

Conviene entender estas nociones relacionadas con los fenómenos de concordancia en


el seno de la oración y en el sintagma, pues están en el corazón de la sintaxis. Su
comprensión es fundamental para poder afrontar la comprensión de cualquier frase
en latín.

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