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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA


ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIA
POLÍTICA Y GOBERNABILIDADAD

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN:
ANÁLISIS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1867

DOCENTE:
OSVALDO ZAVALA BLAS

ASIGNATURA:
DERECHO CONSTITUCIONAL II

AUTORES:
- CHEJOLÁN VEREAU, Martín Facundo
- FLORES NAMOC, Eduardo Helí
- HUERTA HERRERA, Gerson David

TRUJILLO - PERÚ
2019
Escuela de Ciencia Política y Gobernabilidad

ÍNDICE

Carátula…………………………………………………………………………………….…….1

Índice……………………………………………………………………………………………...2

Marco Teórico………………………………………………………………………………...5-32

1. Antecedentes…………………………………………………………………………..…..5-14

a. Contexto socioeconómico………………………………………………………….5-7

b. Contexto político e internacional……………………………………………..…...…7-14

2. Análisis constitucional………………………………………………………………21-32

a. Ideología…………………………………………………………………………21-22

b. Garantías nacionales e individuales……………………………………………22-26

c. Derechos fundamentales………………………………………………………..26-27

d. Derechos sociales……………………………………………………………………28

e. Poderes del Estado………………………………………………………………28-31

 Poder legislativo…………………………………………………………28-29

 Poder ejecutivo……………………………………………………………...30

 Poder judicial…………………………………………...……….…………31

f. Forma del estado……………………………………………………..……………..32


g. Forma de gobierno………………………………………………………………….33

3. Conclusiones…………………………………………………………………………...….34

4 Bibliografía……………………………………………………………………………..34-35

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INTRODUCCIÓN

La constitución de 1867 fue la octava carta magna que se instituyó durante el entonces

recién República del Perú. Cuando se proclamó, –hecho por el formado Congreso Constituyente,

siendo ya la séptima asamblea, del mismo año- ya habían pasado siete constituciones desde la

emancipación e independencia de nuestro país. Esta fue de carácter extremadamente liberal, ello

con el fin de reivindicar (pero también el Congreso guardó cierta similitud con la Convención

Nacional de 1856) los principios de la Constitución de 1856. Tal y como nació, también le tocó

morir; pero esta fue la única a la que se le concede la vida más corta y efímera: cinco meses de

acciones vitales constituyentes.

Durante el gobierno dictatorial de Mariano Ignacio Prado, y en pleno contexto, primero,

de la guerra contra España, y segundo, de la guerra civil contra Pezet, es que se establece un

Congreso Constituyente que, en su pleno desarrollo administrativo adopta el poder casi pleno y

decisorio, de a quién el Presidente deben darle cuentas de su actuar, y con desmedro hacia el

ejecutivo. Para una reorganización administrativa, para la pronta solución a los conflictos que se

vivían a raíz de la guerra hispanista y, por supuesto, para el arreglo del sistema hacendario

amenazado por la bancarrota (gastos y más gastos para la armería) es que se decidió convocar a

un plebiscito para el Congreso y luego este para elaborar la Constitución.

En el contenido de la constitución se halla la verdadera esencia liberal; a saber: abolición

total de la pena de muerte; la prohibición del destierro […]; el derecho de asociación; la

inviolabilidad del domicilio; las casas de detención eran lugares de seguridad, mas no de

castigo, o sea prohibido el castigo; libertad de prensa, y libertad de enseñanza; entrega de los

derechos de los peruanos de nacimiento a los extranjeros que hubiesen nacido en el país desde la

guerra de independencia […]; derechos cívicos a la mujer; entre otros.

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La oposición principal de esta legislatura fue la conservadora. Y como presenció todo

eso, atacó directamente a los responsables de tal Constitución. No tardó en provocar una revuelta

militar en la misma Arequipa en donde se sublevó Prado para derrocar a Pezet, luego que dicha

ciudad se negara a jurar la Constitución. Así fue como se regresó al antiguo texto fundamental de

1860.

De eso y del análisis más a detalle de la efímera e interesante Constitución de 1867 es

que tratará este trabajo investigativo. Se desarrollará punto por punto las garantías nacionales e

individuales que presentó dicha Constitución; su acercamiento a la sociedad; las reacciones de

los personajes involucrado y cómo fue ese famoso conflicto entre ejecutivo y legislativo, porque,

viéndolo desde la óptica actual, es sorpresa que en esos tiempos exista tal mención, ya que en el

ahora, en nuestro Perú actual, no lo es.

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MARCO TEÓRICO

1. Antecedentes

a. Contexto socioeconómico

Época del primer militarismo, donde gobernaban los militares que participaron

en la guerra de independencia. Este primer militarismo comprende dos épocas, el

caudillaje militar –que abarcó desde 1827 hasta 1844-, y la prosperidad falaz –desde

1845 hasta 1872-.

Hay que mencionar brevemente un concepto (término) jurídico muy importante

que, si bien se utilizó en el siglo XIX (época republicana) para delimitar las fronteras con

los países vecinos y así proteger la soberanía de estos, ahora, por los cambios de los

tiempos y por consensos, se utiliza el concepto de tratados limítrofes: el Uti possidetis

iuris. Así, luego de esta determinación, cada país tenía absoluta soberanía sobre su

territorio. Esto fue un precedente porque, luego de tan significativa y relevante

independencia, se vio tan de cerca la máscara de libertad y protección que tuvo el Perú:

libertad porque ya no era una colonia de España; y protección porque el país era unitario

y soberano.

Las guerras independentistas dejaron mucho que desear. Si bien sirvieron para ya

no ser colonia del país europeo, se necesitaron incentivos para que esta se desarrollara. La

destrucción de fuerzas productivas fue, presumiblemente, mayor que en otros lugares: se

perdió la flota naviera de los comerciantes del Callao, las existencias de mulas de las

haciendas y los centros mineros, y muchos esclavos de las plantaciones, que fugaron o

resultaron enrolados en los ejércitos a cambio de su libertad (Contreras, 2010). Es de

hecho que estos sucesos desarrollados durante las campañas de emancipación no fueron

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los únicos, pues de gran magnitud es claro que lo fueron, pero también hay que

mencionar los recursos que tuvieron que utilizarse para solventar esta guerra que duró

años. Contreras también manifiesta que hubo un incremento necesario de los impuestos

para poder financiar la contienda:

La guerra se financió, así, con la elevación de los impuestos, lo que deprimió el consumo

del mercado; con donativos, obligados o voluntarios, que disminuían la inversión, además

del consumo; con préstamos, que después de la Independencia, o no fueron pagados (en

el caso del bando perdedor) o lo fueron más de un cuarto de siglo después (en el caso del

bando ganador). (p.10)

El desencadenamiento de la guerra produjo las activaciones de los habitantes del

territorio, y, como señala el autor, la obligación por parte del Estado a recaudar de ellos

cantidades de dinero para su utilización en la compra de armas o de vestuario

(indumentaria). Sin duda que esto produjo cierto malestar en el país, pero se admite

también que esto fue bondadoso para todos. Con la independencia, al menos, la coyuntura

fue otra.

Todo cayó en manos de los participantes de la guerra de la independencia: las

tierras, las minas, etc.; todo lo que pertenecía a los españoles y criollos, pasó a ser parte

de quienes lograron el éxito emancipador. Pero fue un error. Se avizoró un triste

panorama. Quienes tomaron posesión de las tierras y demás, desconocían su utilización,

su mecanismo, su administración, y ello produjo que, en un futuro, que, a la larga, se

resintieran la minería y la agricultura, y eso, obviamente, era desfavorable para un país

que entraba en otra época. Tal cual Hudson (1992) es sincero con estas cortas palabras,

“La independencia hizo poco para alterar las estructuras fundamentales de desigualdad y

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subdesarrollo basadas en el colonialismo y el neo feudalismo andino” (p.29). Al parecer

el fin fue que los recursos pasen a los verdaderos dueños de las tierras; sin embargó,

¿qué razón tuvo si no supieron aprovechar esa oportunidad? Se tuvo que lograr el

objetivo de preservar y mejorar el estatus socioeconómico privilegiado, y no fue así: no

se creó un nuevo orden constitucional estable (cerca de seis veces fue reescrita el texto

fundamental); también la élite que tomó el mando del encaminamiento no estaba

dispuesta a reestructurar el orden social de una manera que pudiera conducir a la

construcción de un gobierno democrático y republicano viable (desde luego de la

independencia hasta antes del inicio de la prosperidad falaz hubo veinticuatro cambios

de régimen de gobierno). Fue difícil lograr el reemplazo legítimo del viejo orden por uno

completamente nuevo (eso que lograron hacer los gobiernos luego de la independencia,

pero que a las finales no se logró). La presencia del caudillismo (militares) fue notoria en

aquellos tiempos de sombras sobre la luz. Los militares, que fueron más que nadie que

los mismos que participaron en la guerra emancipadora (ejército de liberación), tomaron

el poder mediante la fuerza de las armas y elaboración de alianzas. Estos gobiernos no

fueron más que personalistas y arbitrarios. Reemplazaron al tradicional estado de

derecho. La cosecha fue una fragmentación política interina y una inestabilidad política

crónica durante las dos primeras décadas luego de la independencia. (Hudson, 1992).

b. Contexto político e internacional

Para comenzar a detallar el antecedente principal del tema en curso, se tiene que

mencionar un poco acerca del periodo donde va a estar introducida nuestra constitución

de 1967: la prosperidad falaz. Se creyó que con la prosperidad falaz se iba a rescatar del

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agujero negro en donde se encontraba el país; y no es falso. Hay que admitir, claro está,

que fue una época de bonanza bondadosa; una época en donde el Perú se posicionó en

un peldaño que indicaba que iba a emerger como el país preeminente en toda América

del Sur..

Dispuso de abundantes recursos económicos gracias al producto guanero; sin

embargo, esa prosperidad fue relativa con mayor estabilidad política, mucho más con los

dos gobiernos de quien fue el iniciador de tan maravilloso momento: Ramón Castilla. Con

el sistema de las consignaciones (Castilla introdujo este sistema) el estado peruano

encargaba a particulares la explotación del producto: cerca del noventa y cinco por ciento se

llevaba el estado, y el resto, los consignatarios. El principal consignatario fue Anthony

Gibbs. Este, con su propio capital, extraía el guano, lo mandaba a Europa, lo vendía allí, y

con ese dinero recaudado regresaba al Perú y se repartía con el Estado. Los ingresos fueron

enormes, al igual que los gastos; por eso se consideró una falsa prosperidad: más del

cincuenta por ciento se gastó en burocracia –emolumentos a funcionarios políticos-; y como

se gastaba casi todo en algo superfluo (el país gastaba rápidamente todo), Castilla le pedía

adelanto del dinero de los próximos años, y así empezó una nueva deuda. La riqueza sirvió

para crear una nueva deuda. Todo por una mala administración.

Bien, luego del segundo gobierno de Ramón Castilla, y en el cual aún se continuaba

con el sistema de consignaciones, pero con una única diferencia de quienes estaban al frente

de este sistema (Compañía nacional de consignatarios del guano), España regresa para

volver a colonizar al Perú, ello para su desarrollo industrial. Al encontrarse impedidos de

querer atacar directamente para lograr así su objetivo, vinieron camuflados como una

expedición científica: once barcos cargados de científicos.

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No pudiendo entrar a las costas peruanas, buscaron el pretexto perfecto: la muerte de un

hacendado español en Talambo. Llegaron a los oídos de los expedicionarios y reclamaron

entrar al país; se les permitió. Dentro del barco estaba un juez que se presentó con el título

de comisario real, que contaba con la potestad de investigar la muerte en Talambo; pero al

presentarse con ese título, el presidente Juan Antonio Pezet le negó la entrada al Perú, pues

dijo que ese título es cuando el país es una colonia, y ya no era eso, sino era una república;

así que estos, con la carga encima de querer colonizar, y mucho más por la negativa que se

manifestó, decidieron tomar las islas de Chincha (islas de guano) y bloquear la venta, el

único recurso que tenía Perú para poder contar con dinero. Entonces lo solución

extraordinaria que había tomado el presidente fue, a ocultas del pueblo, firmar un tratado

que permitía a España dejar las islas del guano, entrar al país para investigar la muerte del

ciudadano español, el Perú se comprometía a pagar los gastos de los barcos que se

quedaban durante la investigación y además pagar la deuda externa que tenía con ese país.

Pezet, prácticamente había bajado la cabeza hacia España, lo cual fue vergonzoso para el

país. Al pueblo peruano, que ya sabía lo que estaba pasando, no le pareció correcta esa

actitud, y un militar peruano que se encontraba en Arequipa (era prefecto), inició una

revolución (con un ejército llamado “Restaurador de la Honra Nacional”) en contra del

presidente en turno. Llega al poder y declara la guerra a España, esto por el único hecho de

que, al contar entre sus ministros con unos que tenían haciendas, y eran de la clase

oligárquica, y no le convenía que España conquiste nuevamente al país, entonces no

tuvieron más remedio que hacerle la pelea.

Al haber salido triunfante la revolución en Arequipa por parte del general Mariano

Ignacio Prado contra el presidente de ese entonces Juan Antonio Pezet y su actitud

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humillante hacia el gobierno español, y ya establecida la dictadura del vencedor junto con

su tan recordado ilustre gabinete, y muchos otros más que tenían otras pretensiones para

declarar la guerra a España, al igual que también una nueva reorganización de la vida

administrativa y una nueva estructura del país, se imponía una nueva constitución (Paz-

Soldán, 2005). Pero antes de inaugurarse el congreso constituyente de 1867 para proclamar

una nueva constitución, desde que comenzó la dictadura promovida por el pueblo peruano

en 1865 ante los embates bélicos, se abordó temas importantes para la solución de

conflictos urgentes, entre ellos el orden diplomático, económico, hacendario, judicial,

educacional y social (Basadre, 1983). Asumieron un duro cargo legislativo los que llegaron

a la dictadura. Buscaron enmiendas para los problemas externos y, sobre todo, internos pues

aún no acababa la guerra contra España. Ignacio Prado iba a anunciarse como Jefe Supremo

Provisorio, pero como se debía respetar el constitucionalismo, se designó al vicepresidente

del anterior gobierno, Pedro Diez Canseco, como el presidente provisorio. Su popularidad,

la que la constitución demandaba para estar allí en el gobierno tan sólo provisoriamente, fue

perdida; no adoptó decisiones ágiles y tajantes que la ciudadanía suplicaba con respecto al

álgido problema que existía con España. Afirmaba que era el congreso quien tenía que lidiar

con la declaratoria de guerra; en realidad lo que buscaba era así ganar tiempo esperando la

llegada de nuevos buques de guerra adquiridos en Europa (Chirinos, 1985). No sirvió de

nada porque el pueblo reclamó su salida; y los jefes hicieron caso a ese pedido

deponiéndolo y colocando, al siguiente día, junto con la algarabía del pueblo limeño

reunido en cabildo abierto en la Plaza de Armas, a Mariano Ignacio Prado, el nuevo

Dictador. Este convocó a su gabinete formado por liberales y conservadores (gabinete de

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los talentos). Estando en el poder, se declara la guerra a España, junto con la ayuda de

Chile, que, al igual que el problema que tenía con Perú, se encontraba con uno mucho

más fuerte: España reclamó a Chile haberles impedido a sus barcos abastecerse de

carbón, considerándolo contrabando de guerra; también acusó al gobierno chileno de

influir en el Congreso Americano para que emitiera una protesta oficial contra la actitud

española; y porque la escuadra española un exigió un saludo oficial a la bandera hispana

(Museo histórico nacional, 2018), en enero de 1866. España, debido a su escaso apoyo

(se volvió insostenible la guerra), decido atacar Valparaíso en marzo de ese año (1866).

Chile, totalmente frustrado y con espíritu de venganza, decide hacer lo mismo en el

puerto de Callao; pero allí las fuerzas lo resistieron: decidieron por sí solos dar el golpe.

Lo lograron y España tuvo que retirarse, el 2 de mayo de 1866. Celebración y gozo por

el triunfo que sellaba la independencia.

El legislativo que se encontraba en esos entonces era solamente una legislatura

extraordinaria, momentánea para mantener el orden por las circunstancias bélicas. Algunas

cosas que sí se deben mencionar son los largos debates que mantenía el parlamento con el

ejecutivo; y también, el producto de la reacción conservadora hacia este primero, una

reacción que conllevó hasta la gresca física. No se debe desmerecer el buen actuar de estas

personas, pues hubo honradez, dinamismo y buena intención para estar en un poder del

Estado, y mucho más en épocas de crisis; lo que sí se critica es la falta de esa esencia y

desprendimiento que debe tener un político (Basadre lo llama hechizo político). En La

historia de la república del Perú menciona el autor que estas personalidades legislativas

pecaron de sobrios, de secos y hasta de duros (Basadre, 1983). No hay que olvidarnos que

nuestro país se encontraba pasando días muy difíciles, y lo

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menos que se podría hacer es evitar la catástrofe. Se realizó la disminución de los gastos

y el aumento de las rentas duramente; se pretendió cambiar las costumbres, modificar

las leyes, reglamentos, y es allí donde las clases sociales y pobladores en general les

parece absurdo todos esos cambios que se vino dando, pues iban en contra de sus

principios y formación.

Era momento de regresar al régimen democrático. El contexto pujante y violento

de la guerra había acabado. Mariano Ignacio Prado creía justo el retorno de la

democracia, por eso convocó a elecciones tanto presidenciales como para un Congreso

Constituyente, ello por el decreto que fue expedido con fecha 28 de julio de 1866:

Art. 1. ° Se convoca á los pueblos para que

elijan representantes á un Congreso constituyente y

Presidente de la República, durante el primer periodo

constitucional.

Él, obviamente, no se apartó de las votaciones para presidente, más bien postuló

al cargo. El congreso se encargaría de discutir y aprobar una nueva carta magna, que

sustituiría a la moderada de 1860.

El decreto fue duramente criticado en cuanto hacía coincidir al presidente

constitucional con una asamblea constituyente, en cuanto negaba el derecho de

iniciativa a la asamblea (Paz-Soldán,1934).

El Congreso lo nombró como Presidente Provisional, en febrero de 1867, en

espera de su ratificación como Presidente Constitucional (agosto de 1867), pues aún

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faltaba contabilizar los votos días después de haberse proclamado el Congreso

Constituyente (proclamado por este último), tal y como el decreto lo mandaba:

Art. 4° El Congreso constituyente se reunirá

para los siguientes objetos.

1° Hacer el escrutinio de los sufragios

emitidos para Presidente de la República y D.

28 de Julio de 1866. Convocando a elecciones

para representantes al Congreso y Presidente

de la República. proclamar, como tal, al

candidato que reuna la mayoria absoluta.

2° Expedir una Constitucion politica ó

designar de las preexistentes la que deba regir,

haciendo en ella las reformas convenientes.

Con el congreso ya instalado, al igual que como sucedió con el congreso

provisorio y convocado por emergencia durante los sucesos bélicos anteriores, hubo

también roces y discusiones con el ejecutivo, ello provocado principalmente porque

existía la plenitud del poder para el legislativo. La ley declaraba (la ley que declaró

instalado el Congreso Constituyente) que el congreso funcionada “con la plenitud del

poder del pueblo”. La ideología liberalista ensombreció a la gente del Congreso. Esta

presencia del liberalismo significó su fin y predominio por tan poco tiempo: tolerancia

de cultos, libertad de prensa y publicación, anulación de la contribución personal, entre

otros; situación que a los pobladores peruanos de aquellos entonces disgustó

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profundamente, más que todo por el hecho de que era incompatible con la sociedad de

la época y el estado de las ideas (Ramos, 2018).

Desde ya el Presidente de la República, junto con su gabinete, en la que dentro

contaba, en la cartera de Justicia, con un obispo, y también con otros de tendencia

conservadora, estaban en desacuerdo con las decisiones del legislativo. A fin de cuentas,

queda decir que el Congreso desobedeció lo que el decreto mandaba, pues para el derecho

de la libertad de prensa, este se basó en el Estatuto Provisional de 1855. Algunos fanáticos

religiosos, producto de la rabia por los actos permisivos políticos de los liberales para el

libre culto, llegaron a atacar verbal y físicamente a dos de ellos. Las víctimas fueron

apoyadas por el resto del Congreso, y no hicieron más que culpar al Gobierno, alegando que

este respalda, encubría y estaba entrometido en los asuntos de violencia hacia ellos. El

asunto fue bastante candente que no dio más que una lucha verbal de dame que te doy:

pedidos de desafueros e inhabilitaciones; salidas forzosas con resentimiento, etc.

Ignacio Prado estaba decidido, para el bien de la población y que cese un poco

todos estos desprendimientos de locura civil, ir al Congreso y solicitar de una vez el

establecimiento de un régimen constitucional, para que así las circunstancias de lucha

ideológica se calmen, y reine la tranquilidad pública. En agosto de 1867 fue proclamado

presidente constitucional del Perú, siendo aprobada la elección en sesión solemne, con

apoyo de la mayoría de congresistas que votaron. Pero la duración del mandato no fue

próspera. La constitución del mismo año fue promulgada dos días antes de elegir a

Prado como presidente ya constitucional, pero sus prerrogativas como mandatario

quedaban reducidas a lo establecido por ellos en la constitución. Habían sacado allí una

ventaja. Ni ellos ni el ejecutivo iban a durar. La realidad fue otra.

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2. Formas de gobierno: análisis ideológico

2.1. Perú

Art. 43o.-El Gobierno del Perú es Republicano, Democrático,

Representativo, fundado en la unidad.

Art. 44o.-Ejercen las funciones públicas los encargados de los

Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, sin que ninguno de ellos pueda

salir de los límites prescritos por esta Constitución.

Si bien es cierto, -porque arriba se señaló- que, en los antecedentes de la

formación del Congreso Constituyente, e incluso ya estando formado, y también antes

de la promulgación de la Constitución de 1867, gobernaba el país un sistema dictatorial

encabezado por Mariano Ignacio Prado, luego de haberse promulgado dicho texto

fundamental, y luego de tantas escaramuzas que ya también expliqué, porque fueron

muchos incidentes que conllevaron al hartazgo político y social, el presidente provisorio

(más antes dictador) dejó de tener ese emblema para ya pasar a ser un Presidente

Constitucional con su respectivo gabinete y respectivas prerrogativas que demandaba la

Constitución.

Efectivamente, en este sistema constitucional también existía un Congreso

conformado por ciudadanos que, al igual que ahora, fiscalizaban, legislaban y creaban

leyes (de carácter liberal) para la población. Al principio, este, según el decreto de 1866,

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proclamó como Presidente Provisorio a Prado; y de la misma forma fue cuando llevó

como título Presidente Constitucional.

3. Análisis constitucional

3.1. Ideología

La constitución tuvo como inspiración en el espíritu de la carta magna de 1856,

esto debido a que en el Congreso Constituyente que crearía el documento supremo tuvo

una fuerte presencia del pensamiento liberal tal y como ocurrió en el año 56. En ambas

asambleas se enfrascaron en fortalecer las facultades del Poder Legislativo, frente al

Poder Ejecutivo. Es más, se puede afirmar que esta constitución fue más allá que su

inspiración (Basadre, 2000) Incluso, se propuso la concesión de derechos cívicos a la

mujer cuando se formulaba la constitución sujeta a análisis, planteamiento dado por el

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diputado Celso Bambarén, un suceso sin precedentes en la historia constitucional

del Perú.

La ideología que profesaba esta nueva carta magna fue el causal para que su

duración sea demasiada corta (su promulgación fue el 29 de agosto de 1867 y su

derogación el 6 de enero de 1868). Esta constitución no fue bien recibida por la opinión

pública, era una sociedad muy apegada al conservadurismo. Fue en ese contexto de un

descontento casi generalizado que estalló una revolución que levantó las banderas

defensoras de la constitución anterior a la del 67: la constitución de 1860. Dicho

conflicto ocasiono la renuncia del presidente de aquel entonces Mariano Ignacio Prado,

luego de intentos de asaltar la ciudad de Arequipa. Como resultado la constitución de

1860 fue restablecida. (Chirinos, 1985).

3.2. Garantías nacionales e individuales

3.2.1 Garantías nacionales

Entre las garantías nacionales la Constitución de 1867 señaló las

siguientes:

La anulación de actos de quienes se apropiaron de cargos del estado y

demás puestos dentro de las instituciones de la república. La ciudadanía no

les debía obediencia.

“Artículo 10. °. — Son nulos los actos de los que usurpan

funciones públicas y los empleos conferidos sin los requisitos

designados por la Constitución y las leyes” (Const., 1867, art.10).

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Planteaba la responsabilidad de todo aquel que tenga un cargo público

frente a las acciones que realice mientras ejerza una determinada función

“Artículo 11.°. — Todo el que ejerza un cargo público será

directa e inmediatamente responsable de los actos que practique en

el ejercicio de sus funciones. La ley determinará el modo de hacer

efectiva esta responsabilidad. Los Fiscales serán responsables por

acción popular si no solicitasen el cumplimiento de lo dispuesto en

este Artículo.” (Const., 1867, art.11)

La potestad que tiene cualquier ciudadano para exigir a cualquier

instancia estatal el cumplimiento de la constitución. Un hecho que respondía

al carácter liberal de la Carta Magna.

“Artículo 12.°. — Todo peruano está autorizado

para reclamar ante el Congreso, ante el Poder Ejecutivo o

ante cualquiera autoridad competente por infracciones de la

Constitución”. (Const., 1867, art.12)

La población es responsable de los tratados que firmen los gobiernos sí y

solo sí estos son aprobados por el Congreso de la República.

“Artículo 9.°. — La Nación no es responsable de las

obligaciones que contraigan o de los pactos que celebren los

Gobiernos de hecho, aun cuando imperen en la capital de la

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República, a no ser que esas obligaciones y esos pactos fuesen

aprobados por un Congreso Nacional.” (Const., 1867, art.9)

3.2.2 Garantías individuales

Entre las garantías individuales se encuentran:

El respeto irrestricto a la vida humana, se prohibía la pena de muerte,

una medida adelantad apara su época ya que entonces a esta medida se le

tomaba en cuenta como la principal manera de disuadir las acciones que van en

contra de la ley.

“Artículo 15.°. — La vida humana es inviolable; la ley

no podrá imponer pena de muerte.” (Const., 1867, art.15).

Los lugares donde las personas se encontraban recluidas por haber

violentado la ley desde esta constitución tendrán un carácter de seguridad den

vez de castigo como tradicionalmente había estado estipulado. Estaba

prohibida la severidad con los presos:

Artículo 18. °. — Las casas destinadas a la detención

son lugares de seguridad y no de castigo. (Const., 1867, art.18).

Se estableció la irretroactividad de las leyes, este principio busca

proteger a los ciudadanos de que se les pueda sancionar a posteriori por un acto

que cuando fue realizado no estaba sujeto a prohibición:

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“Artículo 14.°. — Ninguna ley tiene efecto

retroactivo.” (Const., 1867, art.14).

Se suprimía la esclavitud en el país. Nadie podía vivir en condiciones que

van en contra de la dignidad de la persona:

“Artículo 16.°. — No hay ni puede haber esclavos en

la República.” (Const., 1867, art.16).

Frente a los abusos o excesos de la libertad de expresión, la ley

sólo protegería el honor de los particulares

“Artículo 20.°. — Todos pueden hacer uso de la imprenta

para publicar sus escritos sin censura previa y sin

responsabilidad en asuntos de interés general. En las

publicaciones sobre asuntos personales se hará efectiva la

responsabilidad de los autores y editores conforme a lo

dispuesto para esta clase de asuntos en la ley que instituye el

Jurado.” (Const., 1867, art.20).

Rigiéndose del Artículo 22- donde estipulaba que toda profesión debe

ejercerse bajo la moral, seguridad y salubridad públicas- quedaba establecida la

libertad para enseñar los distintos niveles de la educación:

“Artículo 24.°. — Son completamente libres la enseñanza

primaria, media y superior y la fundación de Universidades, con

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las restricciones que señala el Artículo 22 y bajo las

condiciones de capacidad y moralidad determinadas por la

ley.” (Const., 1867, art.24).

Se estableció la libertad de asociación, la cual consiste en la facultad de

crear grupos, asociaciones y/u organizaciones con fines que consienta la ley. La

libertad o el derecho de asociación supone la libre disponibilidad de los

miembros individuos para constituir formalmente agrupaciones permanentes o

personas jurídicas encaminadas a la consecución de determinados fines. Es la

extensión de las libertades de pensamiento, expresión y reunión y una antesala

de los derechos de participación. Una medida adelantada para su época

“Art. 27.- Todos los ciudadanos tienen el derecho de

asociarse pacíficamente, sea en público o en privado.”

(Const., 1867, art.27)

3.3. Aspecto económico:

Presente en el Título III de Garantías Nacionales, artículo 7: “Sólo el

Congreso puede imponer contribuciones. Si se estableciesen contribuciones personales,

no podrán imponerse sino por determinado tiempo”, la contribución pasó a ser una tarea

del congreso de la república y no ya una exigencia como se lo era durante los gobiernos

de Castilla y sus antecesores (una evidencia más de que el legislativo de la época de

Prado fue liberal).

Contreras (2005) manifiesta que la contribución personal fue quizás el impuesto

más polémico y hasta criticado durante la época del Perú republicano. Si se puede llegar

a mencionar unas cuantas acotacionessobre esta controvertida política fiscal durante el

tiempo de la Prosperidad falaz: fue una contribución que debía ser pagada por los
varones mayores de 21 años y también los casados, aunque tuviesen menos de esa edad;

también se evidenció su compromiso de impedir el pago de la contribución personal a

los esclavos e indígenas y hasta para agricultores inmigrantes durante su primer año de

llegada; así mismo, la contribución para la región Sierra fue menos que la de la Costa.

Sólo el Congreso puede imponer contribuciones.

En lo que concierne a la Constitución de 1867 se seguiría lo dispuesto en las

Constituciones precedentes. Así, en lo que respecta a las contribuciones en el artículo 7°

se prescribe: «Sólo el Congreso puede imponer contribuciones. Si se estableciesen

contribuciones personales, no podrán imponerse sino por determinado tiempo. De la

misma manera, en cuanto a los ingresos y egresos de la nación, en el artículo 8° se

señala: «La ley fija los ingresos y egresos de la Nación, y cualquiera cantidad exigida o

invertida contra el tenor de ella, será de la responsabilidad solidaria del que ordene la

exacción o gasto indebido, del que ejecute la orden y del que reciba el dinero, probada la

culpabilidad de este».

3.4 Derechos Sociales

Si hacemos el análisis constitucional, lo primero que se puede denotar es que,

por alguna razón, no existe artículo alguno que mencione tales derechos.

Al interpretar a los derechos sociales como derivados de los derechos humanos,

podríamos decir que, en cierta medida, se daba cabida a la consideración, y, por ende, al

cumplimiento de los derechos sociales en la sociedad civil peruana en ese entonces. En

aquella época se predicaba una ferviente tendencia al respeto y a la afirmación a la

declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de la revolución francesa, por

lo que, si se analiza sistemáticamente se podría afirmar dicho argumento.


La cuestión surge al analizarlo desde la realidad, poniendo los datos empíricos

sobre la mesa, y explicando que, en aquel siglo, la tendencia pertenecía aún al primer

constitucionalismo liberal. Manuel Ignacio Prado, influenciado por las corrientes

liberales y luego de la guerra con España, consideraba que una constitución liberal

fortalecería los cimientos de la república y que, a la vez, serviría de fundamento para la

búsqueda del respeto irrestricto al orden y al progreso. Precisamente la anterior idea

corresponde al autor Roberto Gargarella, que nos describe una tendencia liberal de las

constituciones de mediados y finales del siglo XIX. (Gargarella, 2014, p. 163).


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3.5. Poderes del Estado

3.5.1 Poder legislativo:

De partida, se puede apreciar en que el primer artículo de este capítulo

se prescribía que el parlamento debía ser unicameral. (Const., 1867, art.45)

Si bien esta propuesta no era descabellada, sí que rompía con lo

comúnmente establecido en los Estados democráticos de América Latina y

establecía un nuevo paradigma. Para fortuna e infortunio de algunos, este modelo

no se llegó a aplicar a causa de la derogación de la mencionada constitución.

En materia de representatividad, se prescribía que por cada 25 mil

habitantes debía existir un parlamentario en el congreso, número considerable si

hacemos la comparación con la gran cantidad poblacional por parlamentario.

El artículo 56 prescribía que, si un parlamentario presentaba algún vínculo

laboral o económico con algún miembro del ejecutivo, este se vería vacado.

(Const., 1867, art.56). Esta cuestión tiene bastante lógica al denotar que la

constitución era de corte liberal, y al serlo, se buscaría reforzar la separación de

poderes, elemento clave del primer constitucionalismo liberal y de los Estados

democráticos.

En atribuciones, la más destacable a óptica personal sería la disposición 9°

del artículo 59, que prescribía otorgarle al parlamento la facultad de crear y suprimir

empleos públicos. Esta disposición, si bien se explica por el corte liberal, sería algo

sumamente cuestionable en el contexto actual, ya que la existencia de los derechos

laborales y la protección al trabajador se traerían abajo una cuestión similar por

medio de la legislación, o incluso en protestas y movimientos sindicalistas. Los

contextos entonces en este caso explicarían semejantes medidas

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Escuela de Ciencia Política y Gobernabilidad

tomadas en ese entonces, Foucault y sus verdades como construcciones sociales

se llevan el beneficio de la verdad una vez más.

3.5.2 Poder ejecutivo:

Esta parte se desarrolla explicando las atribuciones y los requisitos

tradicionales para poder elegir un máximo representante del ejecutivo.

Tal y como se podía predecir, el artículo 72 prescribe que la elección del

presidente se daría mediante elección popular bajo lo que indica la ley. (Const.,

1867, art.72). Este artículo corresponde a las ansias de democratización del país

y de un creciente ánimo de participación ciudadana en situaciones de índole

político.

Otro artículo llamativo es el 76, que establece el periodo de gobierno, y a

su vez, imposibilita la reelección del presidente. (Const., 1867, art.76).

Si bien resulta ajustarse a lo comúnmente establecido, entra a tallar lo

mencionado por Gargarella (2014) que atribuía una fuerte tendencia de orden y

progreso. (p.163).

La mencionada atribución establece que el presidente de la república tenía la

responsabilidad constitucional de organizar y disponer de las fuerzas de mar y tierra,

cuestión que, si bien aún continúa vigente, en ese contexto se empleaba de la manera

más sucia y coercitiva posible. El presidente, revestido de legitimidad por la

elección, tenía plena libertad de organizar las fuerzas armadas y disponerlas a su

criterio. Si bien esta facultad serviría de garante principal del orden y el

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progreso, no se llegó a vivir una situación semejante, puesto que la constitución

fue derogada por Pedro Diez Canseco seis meses después de su promulgación.

3.5.3 Poder judicial:

Lo principal en este capítulo sería que, como caracteriza un Estado de

derecho, la justicia era administrada en su entereza por tribunales y juzgados

del poder judicial. (Const., 1867, art.121).

La administración de justicia, aparentemente se regía bajo igualdad de

condiciones y en pleno respeto de los derechos fundamentales, pero esto resulta

incierto al saber que la constitución se derogó. Posterior a esta constitución se

desarrollaron una serie de eventualidades históricas que hacen juzgar al poder

judicial y a su señalado correcto funcionamiento. Los caudillismos, el poderío

económico y la hegemonía del poder hacían que la justicia en ocasiones jamás

llegara, y mucho menos si se trataba de un conflicto entre terratenientes y la

población indígena. A pesar de lo descrito, la situación culminaría bruscamente en

un duro golpe a la democracia, a las injusticias sociales y a la paz: La guerra del

Pacífico.

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f. Forma de estado:

El articulo 43 dictaba lo siguiente:

“El Gobierno del Perú es Republicano,

Democrático, Representativo, fundado en la unidad.” (Const.,

1867, art.43).

La terminología unidad denota la meridiana inclinación de esta carta política

hacia el unitarismo; pero, ¿qué es el unitarismo? Como lo diría González Todo

Estado es unitario. «Unitario» significa en lengua castellana: «partidario de la

unidad en materias políticas»; «que propende a la unidad o la conserva»; «que

toma por base una unidad determinada». Pues bien: esa no es una característica

más, sino la «esencia» de la forma de organización política que llamamos

Estado. El Estado es una «unidad organizada de decisión y acción» (...). Decir,

pues, del Estado que es unitario es, en cierto modo, simple redundancia; si no lo

fuese no sería Estado. En aras de la claridad convendría, por tanto, desterrar

otros usos ya caducos o anacrónicos del término «unitario», como los que identifican Estado

unitario con Estado centralista o centralizado, o los que contraponen Estado unitario a Estado

federal (...). La unidad es el producto o resultado de la organización (Heller), (...) es lo que

necesitamos obtener como resultado, y para garantizar ese «fin» damos al Estado una

particular forma de organización («medio») más o menos centralizada o más o menos

descentralizada. El Estado español es unitario porque así lo hemos decidido y traducido en la

Constitución. España se constituye en Estado porque su Constitución propugna y asegura el

mantenimiento de la unidad de la organización (...). Toda la Constitución reconoce y ampara

el principio de unidad (...).

Pero si solo limitamos a la constitución de 1867 como una carta magna que
Establecía el modelo unitario solamente, estaríamos faltando a la verdad, pues

como indica Manuel Vicente Villarán, esta constitución tuvo un espíritu

descentralista:

La Constitución del 60 había suprimido las Juntas

Departamentales, limitándose a establecer un régimen

municipal que debía organizarse según la correspondiente ley

orgánica. La Constitución del 67 las restablece en cada capital

de departamento. (Vicente, 2014)

El artículo 106 expone lo siguiente, cerciorando lo dicho por Vicente Villarán:

Art. 106º.- En la capital de cada departamento habrá

una junta compuesta de Diputados, elegidos en la forma que la

ley determine, destinada a promover los intereses del

departamento en general y los de las provincias en particular,

no debiendo tener en ningún caso intervención en los asuntos

políticos. (Const., 1867, art.106).

Ante una constitución de tendencia liberal, la rigidez que era propia de los estados

puramente unitarios se dejaba de lado, se planteó que el poder administrativo se

desconcentrara de algún modo.


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CONCLUSIONES

1. La constitución de 1867 fue una constitución de corte estrictamente liberal, y que se

gestó en un contexto civil austero.

2. La mencionada constitución pertenece a una tendencia latinoamericana de

constituciones a favor del orden y el progreso.

3. El carácter estrictamente liberal fue la principal causa de su derogación, puesto que la

población aclamaba fervientemente la restauración de la constitución de Ramón

Castilla de 1860.

4. De no haberse derogado, el Perú podría haberse transformado en un país

enormemente mucho más desigual e injusto.

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