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Provincia de Corrientes

Poder Judicial

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II5 156713/4
RECURSO DE APELACION CONTRA RES. DENEGATORIA DE
EXCARCELACION N° 66 DEL 17/02/17

N°319 Corrien tes, 23 de marzo de 2017.-

AUTOS Y VISTOS: el legajo del epígrafe: “RECURSO DE


APELACION CONTRA RES. DENEGATORIA DE EXCARCELACIÓN N° 66
DEL 17/02/17” -que se tramita en conexión con el expediente N° 1 56713 del
registro del Juzgado de Instrucción N° 5 de esta ca pital, para revisar el
resolutorio impugnado en orden a las críticas formuladas por el recurrente.

Y CONSIDERANDO:
A LA CUESTIÓN PLANTEADA, EL SEÑOR JUEZ DE
CAMARA DOCTOR MARIO ALBERTO ALEGRE, dijo: la intervención del
Tribunal es inducida por el recurso defensivo articulado en función de la
pretensión rescisoria que atañe al auto N° 66 emiti do el 17 de Febrero de 2017,
en cuanto, por ese conducto, se deniega la liberación caucionada de Horacio
Nicolás Sotelo.
I.- Advierto que la instancia ha sido regular y oportunamente
introducida por quien defiende a la parte legitimada, ya que la decisión
cuestionada es revisable por la vía acometida y el memorial que puntualiza las
censuras abastece el recaudo de motivación exigido por el 474° de la ley penal
adjetiva.
Cuando los obrados quedaron en la secretaría actuarial por el
término y a los fines previstos por el artículo 491° del ritual, el apelante
desarrolló los motivos expresados en el acto introductivo, mientras que el Fiscal
de Cámara, por su parte, avaló el temperamento remiso del Instructor porque
los fundamentos de la decisión recogían los argumentos vertidos en su
dictamen inaugural.
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II.- El recurrente pidió la revocación del interlocutorio


cuestionado, pues, en su opinión, el juicio de peligrosidad procesal
judicialmente formulado para justificar el encerramiento cautelar se basa en
meras conjeturas desprovistas de comprobación empírica.
Destaca la inexistencia de indicios reveladores de la vocación
conspirativa del encausado y dice que no se explica cómo haría el inculpado
para complotarse con el cómplice profugado, ni de qué modo complicarían las
indagaciones.
Destaca las particularidades del caso, el oportuno
desbaratamiento de los designios criminosos del sujeto implicado y su
aprehensión en flagrancia, como elementos facilitadores de las pesquisas y
demostrativos de la inconveniencia del mantenimiento de la prisión preventiva
como herramienta cautelar.
La nula complejidad del asunto investigado y la pronta
recopilación de indicios relevantes, hacen que la detención preventiva se
vuelva innecesaria –señaló- sobre todo, porque la situación legal del acusado
ya encontró definición en la segunda fase crítica de la instrucción y la
primigenia imputación de un robo consumado mutó en mera tentativa.
El hecho de que el proceso se encuentra en ciernes no sirve
para justificar la prisión preventiva -alegó- y la necesidad de imponer la más
gravosa de las cautelares debe provenir de datos verificados y suficientemente
demostrativos de una clara vocación elusiva u obstruccionista no susceptible
de ser neutralizada mediante mecanismos alternativos de menor intensidad
aflictiva.
III.- De la simple lectura del objeto de la protesta se desprende
que la razón judicialmente invocada para rechazar el pedido de excarcelación
cursado por la defensa, tuvo que ver con el estado embrionario de la
instrucción y la necesidad de preservar la prueba proyectada poniéndola a
resguarde de la presunta actividad conspirativa del encausado.
El magistrado expuso las razones que juzgó válidas y
consistentes para prorrogar la máxima y más rigurosa de las seguridades. En
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el caso, la libertad bajo caución fue denegada con el declamado propósito de


conjurar probables comportamientos obstruccionistas o entorpecedores de las
diligencias programadas. En este orden, se arguyó que el imputado -en virtud
de los antecedentes computados- abusaría de la libertad ganada para
confabularse con su cómplice y entorpecer las indagaciones.
Pero, resulta ser que el instructor, si bien procuró justificar de
algún modo el mantenimiento de la cautelar no logró afianzar su pronóstico
pesimista y desfavorable con datos objetivos, conducentes y cabalmente
verificados. El juicio de peligrosidad procesal es de difícil concreción. El riesgo
de sustracción o de entorpecimiento investigativo capaz de legitimar un
razonable recorte de la libertad durante el juicio –como pronostico válido- solo
puede fundarse en datos objetivamente verificados, nunca en ficciones o
presunciones carentes de asidero lógico y empírico. Porque la presunción de
inocencia es la única presunción válida y ésta juega, a lo largo del proceso, en
beneficio del imputado, quien no podrá ser sancionado hasta que un fallo
condenatorio firme refleje la prueba en contrario que desactive la protección
que le brinda el orden constitucional.
Es útil recordar que en estos supuestos nos colocamos en el
brete de predecir la conducta futura de la persona incidida por la actividad
persecutoria del Estado. Sea quien sea el encargado de contestar esa pregunta
deberá imaginar qué es lo que puede ocurrir más adelante y no evaluar sobre
lo ocurrido. La restricción a la libertad individual se justifica, en consecuencia,
para evitar que de ahora en adelante el imputado perturbe la actuación de la
justicia para aplicar el derecho, haciendo residir el problema no en lo que el
prevenido hizo antes del hecho del proceso, sino en lo que probablemente hará
durante el juicio. Entonces, sólo interesa apreciar el pasado del autor para
determinar si el mismo tiene la intención y la capacidad operativa de entorpecer
o frustrar la consecución de los fines del proceso. Y la conclusión afirmativa
respecto de la producción inmediata o mediata de tales peligros debe concurrir
apuntalada por evidencias concretas y/o vehementes, graves y concordantes
indicios, no de meras sospechas, porque aquí la duda siempre juega a favor de
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la libertad del acusado. (SUPERTI HECTOR CARLOS, “La peligrosidad


procesal y la libertad del imputado”, La Ley, 1996-D, pág. 495 - CAFFERATA
NORES JOSE I., “La Excarcelación”, Depalma 1988, pág. 783 - CHIARA DIAZ
CARLOS A., “Resultado de Algunas Reflexiones sobre la Libertad y el Proceso
Penal”, El Derecho t. 94, pág. 909).
El peligro debe objetivarse en la causa y provenir de indicios
claros y confiables que demuestren, sin lugar a dudas, que el acusado
pretende sustraerse al accionar de la justicia o bien entorpecer la las
averiguaciones. Y dichos indicios no han sido efectivamente acreditados en el
sub-júdice. Como bien lo señala el apelante, es improbable que el inculpado
malverse la libertad conseguida para ponerse de acuerdo con el sospechoso
en fuga y juntos atentar contra los fines del proceso, porque la oportuna
frustración de la empresa criminal ya reportó la información indispensable para
expedirse sobre el mérito de la acusación. Tampoco se dice de donde, de qué
datos concretos es factible inferir que es esa la verdadera intención de quien
tramita la soltura.
Tan es así que el imputado fue procesado y la inculpación
reformulada, transformándose en conato aquella preliminar hipótesis de robo
consumado. Si la liberación fue diferida so pretexto de cautelar la prueba
necesaria para definir el estatus procesal del inculpado, con la superación de
dicha instancia procesal desaparece el único motivo del enclaustramiento.
Sin perjuicio de lo expuesto, para que una medida de coerción,
que afecta un derecho fundamental del imputado, pueda considerarse válida,
debe ajustarse al principio de proporcionalidad. Este principio exige del juez
una tarea de valoración en la que está obligado a sopesar, desde el punto de
vista de la razonabilidad, si en la restricción cautelar que puede aplicarse de
acuerdo al marco normativo, existe un equilibrio entre seguridad y libertad,
agudizando la percepción de lo que pudiera considerarse excesivo en la
imposición de la coerción.
Debe hacerse un balance concreto entre el riesgo que se
pretende neutralizar con la intervención del poder público sobre la libertad
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individual y el grado de afectación que puede considerarse tolerable en el


marco de las expectativas de sanción que emerjan del proceso y sin perder de
vista el parámetro de injerencia mínima.
El principio de proporcionalidad exige una relación entre el rigor
de la medida de coerción y el fin procesal que debe asegurar, ello teniendo en
cuenta que el fin del proceso es la realización del derecho de fondo y por tal
razón se busca impedir que el procedimiento penal signifique para el imputado
una injerencia mayor y más grave que la propia condena. (Solimine, Marcelo
A. “Tratado sobre las causales de excarcelación y prisión preventiva en el
Código Procesal de la Nación - Ad. Hoc. Buenos Aires, 2003, p. 33)
En el caso, es posible y probable que la ejecución de una
eventual condena se deje en suspenso y es también posible que la sanción
efectivamente aplicada no supere el mínimo del quantum punitivo previsto por
el tipo de infracción relacionado. Por consiguiente, la detención preventiva no
solo aparece aquí como innecesaria e injustificada, sino que también se corre
el riesgo de que ella se torne desproporcionada. Voto entonces por la rescisión
del auto apelado y el otorgamiento de la libertad bajo la caución y con las
reglas de conducta que deberán ser fijadas por el juez propio de la causa.

A LA MISMA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DE


CAMARA, Dr. DIEGO ROBERTO NUÑEZ HÜEL, dijo: por compartir en lo
sustancial el voto del colega preopinante, adhiero a la solución allí propiciada.

A LA MISMA CUESTION PROPUESTA EL SEÑOR JUEZ DE


CAMARA, Dr. HECTOR RAUL CORNEJO, dijo: comparto las consideraciones
y la conclusión a la que arriba el Juez que lidera el acuerdo. Por lo tanto,
expido mi voto en idéntico sentido.

En conclusión y por el resultado del acuerdo que antecede, la


CÁMARA DE APELACIONES EN LO CRIMINAL, RESUELVE: 1.- ADMITIR el
recurso de apelación articulado por la defensa y REVOCAR el auto n° 66 en
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todo cuanto ha sido materia de impugnación. 2.- REGISTRAR, notificar y,


oportunamente, devolver las actuaciones al juzgado de origen para que en ese
ámbito se ejecute lo resuelto.

Fdo: DR. NUÑEZ HÜEL DIEGO ROBERTO, DR. ALEGRE MARIO ALBERTO,
DR. CORNEJO HECTOR RAUL, Jueces.

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