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Consigna 2.

Abordaremos el análisis literario de Cuando me muera quiero que me toquen


cumbia de Cristian Alarcón teniendo como eje la construcción del narrador a partir de los
postulados de W. Benjamin y su implicancia en la consideración de la obra como crónica
literaria. Las siguientes preguntas guiarán este trabajo: ¿Quién nos acerca la historia de El
Frente Vital y de su entorno? ¿Cómo incide la focalización en la recepción del relato? ¿Qué
se busca con la alternancia de voces? ¿Cuáles son los recursos que utiliza el narrador?
En primer lugar, nos llama la atención el título de la obra. Se trata de una utilización
de la primera persona cuya intencionalidad comunicativa es la de expresar un deseo.
“Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” son los versos de una composición
musical que aparecen citados en las primeras páginas del relato. De alguna manera
representan ese final que inevitablemente esperan como destino los pibes chorros -en un
contexto histórico social de grandes desigualdades, marginalidad, pobreza- porque perciben
esa estigmatización de ser considerados “vagos”, “delincuentes”, “drogadictos” por el
sentido común que los transforma en jóvenes a los que hay que combatir a cualquier precio.
El citar estos versos en primera persona en el título de la crónica constituye de alguna
manera darle voz a los que no son escuchados o no se quiere escuchar. Consideramos,
además, que con estas palabras se alude a todo un imaginario de un sector social: la
aceptación de la muerte y la cumbia como música popular que los interpela más todo lo que
ella implica en términos de bien simbólico. Podemos afirmar que ese yo empleado tiene
como referente a un ser colectivo, no es la expresión de un determinado individuo como
podría interpretarse en una primera impresión. Ese ser colectivo son los pibes de la villa:
“El baile de los chicos que para cuando mueren quieren cumbia es una ceremonia funeraria
convertida en carnaval”1, nos dice el narrador utilizando esta vez el plural.
Ahora bien, esta primera persona que arranca con el título no se corresponderá luego
con el relato, es decir, el referente no resulta ser el mismo. En el prólogo, esta persona
gramatical la ocupará el autor, quien nos sitúa en el marco espacio temporal en el que son
narrados los hechos y relata cómo se internó él mismo en ese ámbito para reconstruir una

1
Alarcón, C. (2003). Cuando me muero quiero que me toquen cumbia. Buenos Aires: Aguilar. Pág.92
historia que conocía en su profesión de periodista, intromisión que lo llevó a conocer la
villa “hasta sufrirla”, según sus propias palabras.
Si consideramos, en línea de pensamiento con Benjamin, que la literatura debe ser
parte de las fuerzas productivas, podemos advertir que aquí el autor al elegir un género
como la crónica, planteándose al mismo tiempo así mismo como narrador en primera
persona, pero que fundamentalmente lo que busca es hacer su propia experiencia,
justamente está persiguiendo formar parte de esa estructura y no se conforma con
simplemente reflejar un estado de cosas. En otras palabras, está creando una literatura con
una técnica renovada, una obra con sentido político, motor para la toma de conciencia, tal
como Benjamin planteaba. Consideramos en este análisis que el autor no piensa su obra en
términos de goce estético sino antes bien en una politización del arte. Ello podemos
apreciarlo en cómo el autor-narrador se vincula con los personajes de la historia, les da voz,
establece lazos, se compromete hasta pasar de ser un mero testigo a narrador protagonista;
cuestiones que hacen que todo lo narrado se nos presente en términos de denuncia de una
situación social, de visibilización de conflictos, de sacar a la luz las contradicciones del
sistema capitalista y su modelo neoliberal.
Al comenzar la lectura de los capítulos de Cuando me muera…se produce un
cambio en la focalización narrativa. Al inicio nos preguntábamos por este sentido, qué se
buscaba mostrar, cuál era la intención. Nuestra hipótesis es que el paso de una voz a otra
está dada por una necesidad de recuperar una historia que obviamente el autor no vivió,
pero por otra parte lo que se pretende es un distanciamiento de ese yo testigo primero, y
protagonista luego para, desde una omnisciencia, dar cuenta de modos de sentir y percibir
una realidad, evidenciar hechos que explican ciertas actitudes y comportamientos, dar a
conocer aquellas circunstancias que podrían ser las causas de determinados sucesos. Un
ejemplo de lo expuesto es el relato de Sabina, la madre del Frente, quien al contar la
relación que tenía con su padre y cómo era maltratada por este, queda expuesta la violencia
social presente en las psiquis de todas estas personas que padecen no solo la violencia sino
también la discriminación, el maltrato, la pobreza, la marginalidad.
Considerando, en palabras de Benjamin, que “el periódico representa, hablando
técnicamente, la posición literaria más importante, pero dicha posición por otro lado está en
manos del enemigo; por eso no extrañará que el atisbo del escritor en su condicionamiento
social, en sus medios técnicos y en su tarea política tenga que luchar con las dificultades
más enormes”2, nos arriesgamos a afirmar que Alarcón, desde su profesión periodística
hace un intento por salir de ese condicionamiento social al que hace alusión Benjamin, para
hacer de lo periodístico un nuevo uso, una nueva técnica como mencionábamos
anteriormente que ponga en un primer plano la denuncia social. Esto implica también las
decisiones autorales al momento de elegir la alternancia en las focalizaciones para resaltar
diferentes aspectos, lo que nos lleva a considerar que se trata de una crónica literaria, no
periodística. Los aspectos que nos llevan a esta conclusión tienen que ver con todo lo
expuesto hasta aquí: la alternancia de las voces narrativas abre el juego a la posibilidad de
recrear situaciones no vividas por el cronista, y a la vez también sumergir al receptor de la
obra en ese suburbio de violencia, que se espectaculariza en pos de llamarle la atención.
Creemos que volver literaria la cotidianidad de sujetos “invisibles”, marginados y excluidos
es una forma contrahegemónica de ejercer un poder, en este caso preciso el autor se valió
de una técnica que le sirvió para denunciar de una manera más contundente que la simple
crónica periodística. Tal vez haya sido forzada la inserción del autor en un ámbito ajeno, no
solo territorial sino también subjetivo, pero eso no tira abajo nuestra hipótesis de que esta es
una manera de producir desde la misma base, estando en el lugar de los hechos, dando voz
a sus protagonistas. Incluso en el uso del narrador testigo, al quedar situado en reiteradas
ocasiones como ajeno, extraño a ese mundo que intenta explicar, recupera con una mirada
externa esa realidad:
“[La Mai] se había puesto además un sombrero de paja, con la forma de una capelina
deshilachada, que había llenado de flores secas, pañuelos y talismanes (…) Afuera la tarde
luminosa desaparecía poco a poco. Por la puerta de la cocina se podía ver el patio con unas
sillas oxidadas alrededor de una vieja mesa de jardín y más allá la línea del horizonte sobre un
descampado. El crepúsculo daba lugar a las luces pobres de la villa.”3
Así, esa trasposición sensorial del cronista que resultaría extraña a cualquiera que no
pertenece al mundo villero, nos lleva a traspasar las fronteras de lo conocido y adentrarnos
en lo que el autor propone.
En conclusión, entendemos a Cuando me muera quiero que me toquen cumbia
como un relato enmarcado en la crónica literaria con pretensión de denuncia social:

2
Benjamin, W. (1973). “El autor como productor” en Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus. Pág. 4
3
Alarcón, C. (2003). Cuando me muero quiero que me toquen cumbia. Buenos Aires: Aguilar. Pág. 100.
denuncia de abuso de violencia institucional, de prejuicios sociales, de un modelo
económico-político que subvirtió valores y pauperizó a gran parte de la sociedad.
Construido desde las propias fuerzas productivas llevó adelante ese intento con los anhelos
teorizados en otro contexto social: el de W. Benjamin, la revolución socialista y la amenza
nazi de los años ´30.

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