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Un arquitecto que se acercó más que la mayoría a hacer realidad esos sueños es

el japonés de 41 años Sou Fujimjoto, que no había nacido cuando terminaron los
60. Lo consigue con casas construidas en los pequeños lotes de las ciudades
japonesas más que en los grandes espacios abiertos imaginados por Superstudio.
Pronto su pabellón de la Serpentine, que parece una versión temporal en
miniatura de las grandes grillas de Friedman, se inaugurará en los Jardines de
Kensington en Londres.

Su interés en la naturaleza se expresa más bien en la forma en que sus


estructuras captan el espacio externo y en su imitación de los efectos de los
fenómenos naturales. En particular, Fujimjoto habla sobre la idea de “fondo”, la
forma en que los paisajes proporcionan entornos característicos a la vida sin dictar
lo que ocurre dentro de ellos. Un bosque es “fuerte pero al mismo tiempo muy
cómodo. La gente puede pasarlo por alto o experimentar los distintos climas…
permite que las personas se comporten como les guste”.
Además de la naturaleza, le gusta hablar del “comportamiento de la gente”, “este
es fundamental para la arquitectura, es decididamente primitivo. No ha cambiado
mucho en 2.000 años, y me gusta volver a los comienzos, a la relación entre las
personas y el espacio”. Por ello, sus cavernas y nidos rectangulares, si bien tienen
un aspecto muy del presente, buscan permitir que la gente se comporte como
siempre lo ha hecho.
Su pabellón de la Galería Serpentine es otra “nube”, un enrejado hecho de
delgados postes de acero que parecerán sobrevolar el suelo. El propósito “no es
crear un edificio sino crear un lugar”, un “jardín arquitectónico”, “sin paredes
fuertes ni colores fuertes”. Pese al hecho de que el pabellón es todo ángulos
rectos y metal, Fujimoto dice que “tendrá una escala pequeña que se adecua a los
cuerpos humanos, algo blando y ambiguo, con una agradable convivencia entre el
orden y el desorden”.
En lo personal, me gusta esta línea de pensamiento: la idea de que la arquitectura
es crear espacios que interactúan con lo que los rodea, en lugar de objetos
preciosos; que es un fondo para la vida y está incompleta sin las actividades y las
experiencias que tienen lugar a su alrededor. Esto no significa que la arquitectura
deba ser neutra o insípida. Como los bosques y las cavernas de las que habla
Fujimoto, puede ser impactante pero no es todo. Sus obras no necesariamente
son sencillas de habitar, y es llamativo que medios austeros como el acero y las
rejillas se usen para llegar a fines sensuales pero eso parece ser parte de su
juego.

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