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EN LA PLAZA 10 DE FEBRERO
El general Quintanilla, miembro del Estado Mayor del Ejército, aleccionaba a las tropas
desde el balcón del palacio prefectural, mientras el conocido y malogrado héroe
nacional, el aviador Rafael Pabón, dibujaba piruetas en el aire sobre la plaza principal
de Oruro.
EN EL CHACO
Para los días siguientes (fines del mismo mes de julio) estos valientes ya se hallaban
victoriosos y triunfantes, los del 6 de Caballería tomaban fácilmente los fortines
paraguayos Yucra, Castillo, Lara y los del 14 de Infantería los fortines Arce y Rojas
Silva.
EN BOQUERÓN
Para septiembre, conocido el avance de miles de paraguayos hacia tan preciado fortín en
posesión boliviana, nuestros coterráneos partieron hacia aquel codiciado reducto
paraguayo en posesión del regimiento boliviano Campos; la primera compañía del 14 de
Infantería era batida y exterminada en el camino Arce-Boquerón.
Los camiones en que trataban de ingresar al fortín son emboscados por ambos lados de
la picada (camino abierto a través del bosque), cayendo el 50% de los hombres. En esas
condiciones totalmente adversas el Teniente boliviano Rosendo Villa, bayoneta en
mano, se lanza contra el nido de ametralladoras ubicado a 20 metros por delante,
esquivando la metralla, logra penetrar de un salto en la trinchera, acallándola y salvando
la vida de los pocos sobrevivientes de esa acción. El cuerpo del Tte. Villa, jamás fue
encontrado ni por bolivianos ni por paraguayos, lo que le ganó el título de "Teniente
Fantasma" y a su destacamento como "Brigada Fantasma". Se encontraban entre ellos,
los orureños, Alfredo Tellechi, Hernán Salazar, Félix Dalence, Rodolfo Luzio.
A las 5:30 de la mañana, la artillería paraguaya abre fuego sobre el Fortín Boquerón
provocando las primeras bajas bolivianas. A las 7:00 en las trincheras bolivianas, se
escuchó la carga paraguaya a los gritos de "¡Aña memby....! ¡Viva el Paraguay! ¡Muerte
a los bolís!"
Por otra parte, los otros orureños del 6 de Caballería, siete días después, al mando del
Cnl. Montalvo y entre ellos Capitán Germán Busch, rompían el cerco de más de 7.000
paraguayos, a las cinco de la mañana, hora en que embestían en el más violento aspecto
del contraataque, con carga a la bayoneta, dándose incluso el lujo de conquistar el
estandarte del Regimiento paraguayo "Acahay".
La gallarda y poderosa Escuela Militar de Cadetes del Paraguay, llega para reforzar las
unidades que atacan Boquerón. La Escuela Militar, comandada por el My. Bray, estaba
compuesta de 1.600 hombres, considerada la mejor unidad del Ejército enemigo, "haría
reventar las paredes de Boquerón".
Su comandante les arengó: "Hoy vamos a tomar Boquerón, no hay bolivianos que nos
detengan, brindo por anticipado el triunfo con un trago de caña paraguaya".
Dictadas las órdenes de ataque, los cadetes de la Escuela Militar se lanzan al ataque y
son recibidos por ráfagas de ametralladoras de los defensores bolivianos, que causan
numerosas bajas. Muchos cadetes quedan tendidos en el pajonal y los demás se
desbandan atemorizados ante el asombro de su Comandante Bray que se enfrenta con
un suboficial, quien le contesta en guaraní: "Ojhasa pánico oré acá así pila bolí (pasaron
por encima de nuestras cabezas los bolivianos)".
Era debido a que una fracción boliviana al mando del Tcnl. Montalvo, que debía
ingresar a Boquerón, llegó por retaguardia al iniciarse el ataque enemigo y desbarató el
asalto de los soldados paraguayos.
El drama vivido ya para el 17 de septiembre dentro del fortín obligó al Capitán Busch a
romper el cerco nuevamente y salir con tan solo la mitad del 6to de Caballería, sin
embargo en la retirada, son abatidos veintiséis soldados quedando dentro del fortín un
grupo de cuarenta y cinco hombres, entre ellos los orureños Renato Orellana, Nicolás
Jaldín, Arturo Perales, Rodolfo Elías, Juvenal Aguilar, Luis Rivera, quedando
gravemente herido Guillermo Elío.
Para el 25 de septiembre la prensa mundial imploraba clemencia para ambos lados, uno
que moría por metralla y el otro que desfallecía de hambre, sed, cansancio e insomnio.
En Buenos Aires, por ejemplo, el titular de aquel día señalaba: "En Boquerón están
escribiendo unos pocos soldados bolivianos la más bella página del heroísmo
americano. Contados centenares de hombres luchan desde hace 15 días no solamente
contra el enemigo mucho más numerosos, sino contra el hambre y la sed que les han
impuesto los sitiadores. Antes que rendirse prefieren la muerte".
El saldo de la batalla era conmovedor e increíble: Por Bolivia 107 muertos en acción y
50 heridos, por el Paraguay alrededor de 7.000 muertos y más de 2.000 heridos.
A los dos días los 400 prisioneros sobrevivientes eran recibidos en Asunción, por una
multitud de personas, quienes en principio incrédulos y silenciosos observaban al grupo
de escuálidas piltrafas humanas que en correcta formación descendían de la cañonera
Humaytá, una embarcación paraguaya, bravos héroes que desfilaban ya por las calles de
Asunción rumbo a su presidio, los mismos que un par de meses antes, lo hacían en las
calles de Oruro.
El destino final fue Villa Hayes, donde aquellos orureños arrancados del colegio Bolívar
o de la Universidad de Oruro, trabajadores de la alcaldía, o prefectura; campesinos y
obreros, comenzaban cuatro largos años de prisión en medio de tratos unas veces
humano y otras tortuoso, hasta el 27 de junio de 1936 en que los hijos de Pagador y de
otras latitudes de la Patria, eran devueltos a sus familias para comenzar una vida nueva
sin olvidar la gloria de aquellos momentos donde el soldado boliviano demostró al
mundo su heroísmo y dignidad intactos.