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¿Qué es el Tiempo?

Significado: El tiempo es uno de los conceptos más difíciles de explicar, de hecho, el Diccionario de la
Real Academia Española le otorga 17 acepciones. La definición más objetiva es la que lo encara desde
el punto de vista físico, esto es, el tiempo como magnitud física que permite ordenar en secuencia
diversos sucesos. La unidad es el segundo.

Así, por ejemplo, la velocidad mide el espacio recorrido por un móvil en una unidad de tiempo
(metros/segundo, kilómetro/hora), el consumo eléctrico se mide en kilowatts/hora, o la incidencia de
una enfermedad se cuantifica como número de casos/año. A la vez, el tiempo nos permite cuantificar
la duración o separación de los acontecimientos y situarnos respecto de ellos con una perspectiva de
presente para el ahora, de pasado para lo que ya ocurrió, y de futuro para lo que vendrá

Interpretar el Tiempo, el gran desafío


Grandes filósofos, pensadores y científicos han ahondado en el concepto del tiempo, Platón y Albert
Einstein son algunos de ellos. Una de las ideas más interesantes es la que plantea el físico inglés
Stephen Hawking, quien visualiza la idea de tiempo como el resultado de tres componentes o flechas:
la flecha termodinámica, la flecha cosmológica y la flecha psicológica.

1. La flecha termodinámica está basada en la segunda ley de la termodinámica, según la cual en


cualquier sistema cerrado, el desorden o entropía aumenta con el tiempo.
2. La flecha psicológica es la que nos ayuda a percibir el tiempo, y esta apunta hacia adelante. Los
sucesos son grabados en el cerebro, aumentando las conexiones y el nivel de desorden de las
neuronas.
3. Por último, la flecha cosmológica es la que empleó Einstein para explicar el tiempo como
causado por un universo en expansión.

El Tiempo en la vida cotidiana


Dejando de lado las explicaciones físicas más complejas y rescatando su valor en la cotidianeidad,
podemos decir que el tiempo es, en última instancia, una convención que nos ayuda a organizar
nuestra vida y a comprender y adaptarnos al mundo que nos rodea. Y también es una de las cosas más
valoradas por el hombre moderno (no en vano se ha dicho “Time is Money”). El almanaque y el reloj
nos guían en materia de tiempo; el hombre ha establecido puntos de referencia respecto del tiempo y en
ellos se basa para ordenar sus movimientos en relación con el trabajo, con el estudio, con su actividad
de esparcimiento, etc. Como ciencia que determina el orden y las fechas de los sucesos históricos, la
cronología ha sido crucial en la reconstrucción histórica de la humanidad.

En lo que respecta a cómo medir el tiempo, antiguamente esto se basaba en registrar los movimientos
de los astros, sobre todo el movimiento aparente del Sol. Con el desarrollo de la astronomía como
ciencia, fueron diseñándose diferentes instrumentos para tal fin, entre ellos clepsidras o relojes de agua,
relojes de arena, y más modernamente relojes mecánicos y cronómetros. Hoy en día se emplean mucho
los relojes digitales, que emplean pilas de cuarzo en lugar de mecanismos mecánicos.

A menudo se hace la diferenciación entre tiempo cronológico y tiempo psicológico.


 El primero se mide con procedimientos convencionales (relojes, almanaques) y no es más que
la referencia que necesitamos para orientar nuestros actos habituales.
 El tiempo psicológico, en cambio, está en relación con nuestra vivencia interna del tiempo, con
nuestra subjetividad, que no necesariamente guardará relación con la cronológica. De hecho el
reloj siempre tarda 60 minutos por cada hora que marca aun cuando a nosotros nos parezcan
eternas (por lo triste, lo aburrida, lo desesperante, etc.), y “se nos pasará volando” una buena
película, una linda fiesta, incluso un día de trabajo intenso.

Estado del Tiempo: En lo cotidiano usamos mucho la palabra “tiempo” para referirnos a las
condiciones atmosféricas o meteorológicas a corto y mediano plazo, y solemos estar atentos al
pronóstico del tiempo antes de salir de casa, para evitar volver empapados porque nos ha sorprendido
una lluvia a la salida del trabajo.

ESTRUCTURACIÓN DEL TIEMPO


Cuando hablamos de tiempo hemos de tener en cuenta dos formas de considerarlo: tiempo cronológico
y tiempo psicológico.

El primero, o cronológico, es medido a través de un procedimiento convencional y no es más que una


referencia que necesitamos para orientar nuestros actos, "ya es hora de...", "todavía falta un poco
para...", "dentro de media hora...", "aun me queda tiempo para...". Es lo que podríamos llamar tiempo
real de acuerdo con el reloj.

El segundo, tiempo psicológico, está en relación a nuestra consideración o vivencia interna del tiempo,
que dista considerablemente de la cronológica: el reloj siempre tarda lo mismo en marcar las horas que
a veces a nosotros nos parecen eternas, o al contrario. Lo mismo pasa con los días, semanas, meses o
años, cuya magnitud percibida se acorta a medida que avanza la vida de cada sujeto.

Berne dice que después de la necesidad de ser estimulados y de ser reconocidos, las personas
precisamos de programación. El perpetuo problema del adolescente es "¿qué decirle a el/ella después?",
y para muchas personas no hay nada tan incómodo como un lapso social, un período de silencio cuando
nadie puede pensar en algo más interesante que decir que "hablar del tiempo". El eterno problema del
ser humano es el de programar su tiempo. El aburrimiento durante largos períodos apresura el deterioro
emocional y físico. Para evitar el aburrimiento las personas buscamos algo que hacer con nuestro
tiempo. Qué padre no ha oído a un niño pequeño decir "¿y ahora que puedo hacer, papá?". Pero no sólo
un niño, todo el mundo piensa en "¿que puedo hacer ahora o esta tarde, este fin de semana, estas
vacaciones, este año?". También resulta de sobra conocido lo detestable que es un trabajo en el que no
hay nada que hacer, irremediablemente se busca algo que hacer entonces: leer, ver televisión, hacer
crucigramas,... pero algo que hacer.

Está experimentalmente demostrado (Heron, Z. en "La patología del hastío", Spitz, etc.) que la
habilidad de la persona humana para mantener la suficiente coherencia interna entre sus Estados del Yo
está en relación con el flujo de estímulos sensoriales, de tal modo que en la medida que va
disminuyendo, achatándose, haciéndose monótono, se observa una progresiva desorganización mental
que lleva finalmente al sufrimiento de alucinaciones.

Además, Spitz va más lejos en sus investigaciones, demostrando que la privación sensorial en el infante
puede no solo producir daño psicológico sino también deterioro orgánico. Si a esto añadimos que la
forma más efectiva de estimulación sensorial la provee el contacto social y la intimidad física, entonces
podremos, con Spitz, hablar de "privación emocional" en lugar de privación sensorial.

Por ello, la persona humana necesita irremediablemente de la relación con los demás, no puede
permanecer aislada si no quiere sufrir un importante deterioro. Así la original hambre de estímulos se
transforma en hambre de reconocimiento en su contacto con la gente y una sonrisa amable, un saludo,
un "hola" o "hasta luego", una carta o un "qué tal, como estás?" son suficientes para que la persona
pueda sentirse bien.

Sin embargo, con estas sencillas formas de reconocimiento no es suficiente, prueba de ello es que
cuando estos rituales se han acabado aumenta la tensión, sube la ansiedad, se produce ese silencio tan
común que incita a decir cualquier "bobada". El verdadero problema de las relaciones humanas está en
que hacer cuando se han terminado los rituales y no se sabe que decir, entonces agobia el tiempo, surge
la necesidad de programación o estructuración.

LAS SIETE HAMBRES

Resulta oportuno especificar las siete hambres que Berne menciona en sus obras:

1. De estímulos (caricias físicas) así como de estímulos físicos como luz, sonidos, olores, sabores,
sensaciones físicas que llegan a través de nuestros receptores sensoriales.

2. De reconocimiento o aceptación social de nuestra existencia como seres constituyentes de los


diversos grupos a los que pertenecemos.

3. De estructuración de tiempo para evitar la incertidumbre en cuanto a qué hacer, el aburrimiento, y


asegurar los estímulos requeridos.

4. De posición existencial para comunicarnos y actuar de acuerdo a las expectativas de nuestros grupos
de pertenencia.

5. De incidentes y sucesos novedosos que rompan la monotonía y nos provean una dosis mínima de
estrés.

6. De sexo para disminuir la tensión del deseo sexual, gozar de las caricias físicas de la relación sexual
y del orgasmo, así como la relajación consiguiente.

7. De liderazgo para tener quien nos conduzca al cumplimiento de nuestras metas y nos apoye en ese
proceso.

FORMAS DE ESTRUCTURAR EL TIEMPO

Si dos o más personas están juntas en una habitación tienen seis clases de conducta social entre las que
pueden elegir. En un extremo está el aislamiento en el que las personas no se comunican entre sí; esto
puede ocurrir en la calle, en el autobús, en familia,... cada individuo permanece sumido en sus
pensamientos. Después están los rituales, que son intercambios más o menos estructurados de caricias,
de poco intensidad, que transmiten poco información y que tienen una forma y duración previsible y
estipulada, de una u otra manera, por la tradición y la costumbre social. A continuación está la forma
más común que es la actividad o trabajo, donde el intercambio de relación es más intenso pero viene
dado por el material con que se está trabajando. Las transacciones son típicamente Adulto-Adulto y
están orientadas hacia el objetivo de la actividad. Después vienen los pasatiempos en los que la
relación no es tan superficial como en los rituales pero todavía tienen algo de repetición y formalismo,
sin embargo, la implicación personal es muy superior ya que partiendo de ellos las personas llegan a
conocerse y poder pasar a los juegos psicológicos o a la intimidad que son las otras dos formas
restantes.

En todo momento estamos involucrados en una de estas seis formas. Vamos ahora a verlas con
detenimiento. El orden seguido está en relación al compromiso emocional creciente que suponen.

1. AISLAMIENTO

En esta forma no hay contacto social, no hay transacciones. Se puede estar envuelto en los propios
diálogos internos, estudiando, oyendo música, meditando, planificando una actividad futura o pensando
en otra cosa mientras le hablan a uno. El aislamiento puede producirse cuando la persona está sola,
pero también en una reunión o en medio de una multitud, siempre que desaparezcan las transacciones y
caricias. La persona que está físicamente presente pero psicológicamente ausente está en aislamiento.

Cuando es prolongado puede haber autocaricias internas que suplen en parte, temporalmente, la
carencia del reconocimiento social o caricias más gratas.

El comportamiento de aislamiento puede originarse en cualquiera de los tres estados del yo:

El aislarse puede ser una decisión del Adulto (para relajarse, estar solo, concentrarse). También puede
ser una imitación de lo que los padres hacían en determinadas situaciones o haberse originado en el
Niño como consecuencia de necesidades de protegerse contra el sufrimiento o el conflicto.

Cuando una persona se aísla psicológicamente con frecuencia, se vuelve hacia un mundo fantástico que
puede conducirla hacia trastornos de mayor o menor gravedad. Además, es evidente que tal aislamiento
estará producido por razones profundas que tendrá que analizar, comprender y superar.

2. RITUALES

El propio Berne los define como "conjunto de transacciones simples, complementarias, estereotipadas,
programadas y determinadas por fuerzas sociales externas". Su raíz está en pautas culturales
transmitidas de generación en generación.

Pueden ser tan simples como un intercambio de saludos o tan complejos como una larga ceremonia
religiosa.
Los rituales suavizan el intercambio social, proporcionan a personas desconocidas una forma de
acercarse. Además proveen caricias estereotipadas cuando se usan (el no usarlos puede producir
caricias estereotipadas pero negativas).

Algunas culturas, grupos religiosos, partidos políticos o clubs determinados emplean grandes
cantidades de tiempo en rituales superestructurados. Otros son más abiertos empleando su tiempo de
maneras diversas.

El ritual de saludo más breve puede ser un "buenas" que en la medida que se le vaya agregando un
"parece que va a llover" o "que tal está hoy tu mujer" se va iniciando un grado mas cercano de relación,
dando pie a las siguientes modalidades de estructuración del tiempo.

3. ACTIVIDAD

Cuando el objetivo es hacer algo, estando abocados a cualquier tipo de tarea, estamos en actividad.
Trabajar, pintar, coleccionar sellos, jugar al tenis, bailar, construir un barco, afeitarse, conducir, jugar a
las cartas,... son ejemplos de actividades.

Las actividades proveen caricias sustanciales, en su mayoría condicionales, vinculadas con la tarea en
curso, positivas por los logros, negativas por los errores. Durante las horas de trabajo se pueden
presentar oportunidades para todas las formas de estructuración del tiempo.

La importancia de las caricias que se reciben mediante la actividad la podemos calibrar al ver el drama
que supone para muchas personas su jubilación. Otro ejemplo son los desajustes que sufren algunas
amas de casa cuando sus hijos abandonan el hogar paterno, cesando entonces las actividades de
protección y cuidados.

Ahora bien, estar en el trabajo no siempre es estar en actividad. la actividad supone una serie de
transacciones en las que el Adulto se ha marcado un objetivo, con la aplicación de unos medios
previstos y pensados, desarrollando unos procedimientos, utilizando un método de evaluación para
comprobar los resultados y según ellos pudiendo introducir modificaciones.

4. PASATIEMPOS

Son series de transacciones complementarias superficiales entre dos o más personas alrededor de un
tema o centro de interés común inocuo o intrascendente. Su objetivo básico es, como su propio nombre
indica, pasar el tiempo de una forma más o menos placentera, manteniendo un contacto social sin
complicaciones.

Mediante los pasatiempos se intercambia información sobre nuestras actitudes, historia personal, ideas
políticas, creencias, pasiones,... Esto nos permite estudiar a nuestro interlocutor y decidir si nos
conviene o no para otros contactos tal vez más profundas.

También son proveedores de caricias con mayor valor de reconocimiento que las de los rituales, ya que
el compromiso personal es mayor al girar sobre opiniones y manejar experiencias aunque sean someras
y superficiales.

Hay pasatiempos propios según la edad, el sexo, el "status" social, la profesión, etc,... Berne, con su
habitual sentido del humor, les puso nombre a pasatiempos habituales:
"Cesta de la compra"

Son los comentarios típicos sobre la carestía de la vida. Típico de amas de casa.

"El gobierno"

Valoraciones, generalmente negativas de la gestión pública, los problemas que no se resuelven, etc.

"¿No es terrible?"

Quejarse de algo: de lo mal que conducen (entre taxistas) de los hijos, de las suegras, de los profesores,
de los maridos, de los alumnos,...

"Automóvil club"

Generalmente de hombres. Sobre las prestaciones, marca velocidad, consumo, belleza, averías, etc. de
los coches.

"Top model"

Generalmente señoras a la última en modas, diseños, cremas, peluquerías, precios.

"Chismorreo"

Comentarios más o menos injuriosos sobre ausentes.

Y muchos otros. Es típico que en las reuniones sociales las mujeres se agrupen por un lado y los
hombres por otro y cada grupo se dedique a sus pasatiempos específicos y preferidos. Además no suele
estar bien visto que se mezclen: un hombre en "Top model" será tachado de afeminado y una mujer en
"deportes" otro tanto. Tampoco está bien visto cambiar el tono del pasatiempo. Si el grupo está en "¿No
son terribles los hijos?" no quedará bien si una llega contando maravillas de los suyos, quedará como
un poco aguafiestas.

Es importante no confundir estos pasatiempos con los juegos típicos de salón (cartas, dominó, bingo) o
deportes. que son actividades por cuanto se está haciendo algo. Si una vez terminados se hacen
comentarios sobre ellos, eso sé es un pasatiempo.

5. JUEGOS PSICOLÓGICOS

Son "una serie de transacciones ulteriores que progresan hacia un resultado previsible" (Berne). Ver
capítulo correspondiente.

6. INTIMIDAD
La intimidad implica intercambios de caricias, compartir pensamientos, experiencias profundas y
emociones en una relación honesta en la que cada uno confía en el otro. Es, por tanto, la relación más
gratificante, pero, a la vez, la que más riesgo conlleva. La intimidad está libre de juegos y explotación y
tiene lugar en esos raros momentos de contacto humano que despiertan sentimientos de ternura,
empatía y cariño.

Provee una importante cantidad y calidad de caricias incondicionales positivas. No hay motivaciones
ocultas ni nadie pretende sacar ningún provecho del otro. Hay espontaneidad y franqueza, manteniendo
la propia autonomía. No hay que evitar preguntas porque se responde libre y abiertamente a los
estímulos que llegan, sin temor a ser juzgado, criticado o rechazado.

No siempre es agradable esta experiencia. Dar un pésame por el fallecimiento de un familiar, visitar a
algún accidentado, proteger a alguien asustado, son experiencias tristes y dolorosas pero siempre
auténticas y conmovedoras.

Ahora bien, siendo que la mayoría de los momentos de intimidad son placenteros ¿por qué es tan
temida?. Hay un refrán que dice "gato escaldado del agua huye", esto sucede con la intimidad:

× Si se buscó de pequeño y se sufrieron rechazos o burlas.

× O se alternó afecto y agresiones

× Si no se observó en los padres siendo sustituida por

agresión hostilidad y frialdad.

× Si se nos enseñó a desconfiar.

× O a aprovecharnos de la gente para obtener beneficios.

La intimidad intensa activa mecanismos emotivos y neurofisiológicos muy profundos. Aumenta la


autoestima, la capacidad de volver a dar y recibir afecto, el deseo de vivir, el interés por valores
superiores a los materiales.

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