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C.I: 13.138.951
En ese sentido se promueve la participación del binomio escuela- familia para que los
objetivos de la educación se logren con eficiencia. Definida la participación como “un valor
mediante el cual los actores involucrados actúan de manera espontánea en los procesos”
(Mayz 1998, p.16); es decir, se participa porque es necesario compartir, establecer
responsabilidades y nexos comunes, de los cuales se derivan deberes y derechos recíprocos,
se toman decisiones en beneficio propio y de ayuda a los demás.
Entonces, participa aquel el cual percibe que su presencia es importante, es estar ahí sin
necesidad de indicaciones terapéuticas, prescribiendo sus deberes, compartimientos de
conductas que lo conduzcan al logro de las metas sin importar el tiempo necesario.
Atendiendo a estas consideraciones, hoy día los padres juegan roles fundamental en el
proceso de enseñanza y aprendizaje de los hijos, y también se reconocen los beneficios de
su participación
En cuanto a las demandas del desempeño escolar, cabría decir que apoya y orienta con
la palabra oportuna, dedica el tiempo necesario sin que sea solicitado, se ocupa de chequear
las tareas escolares, asiste regularmente a la institución educativa para recibir información
del rendimiento académico en fin está atento al autoconcepto académico y social traducido
en éxito escolar.
Según Plata (2011), la participación de los padres requiere que la escuela tenga la
apertura, genere la información y establezca espacios que acojan las necesidades y
propuestas que éstos manifiestan, pero también amerita que en forma individual y
organizada, los padres se involucren en la vida institucional de manera que su participación
se materialice en acciones concretas. Ambos actores, padres y escuela tienen tareas
específicas para posibilitar esta relación de participación y colaboración.
Lo anterior significa que el proceso educativo y pedagógico debe ser compartido familia
y escuela, que se promueva un cambio en el proceso de aprendizaje de los escolares bajo el
valor de participación, con trabajo mancomunado de los actores involucrados en la
convivencia diaria para contribuir al adecuado desempeño escolar del educando,
entendiendo que este desempeño es mucho más que las calificaciones e involucra aspectos
de su desenvolvimiento relacionados con motivación, sociabilidad, participación, entre
otros (Plata, 2011).
Este planteamiento legal conduce a reflexionar que los padres son directamente los
responsables en la participación del proceso educativo, y con ello, en el desempeño escolar
de sus hijos. Esto requiere atención en sus actividades escolares, así como es importante
conocer sus necesidades y requerimientos de carácter pedagógico psicológico y social para
establecer de manera oportuna la atención adecuada.
Los padres participativos, asegura Pérez (2000), “Saben que su papel no se agota con
inscribir a sus hijos y proporcionarle lo que necesitan para sus estudios, sino que implica
participar activamente en su proceso de formación y crecimiento y en la marcha de la
escuela” (p.120) De esta manera, se consolida una acción eficaz para el óptimo desempeño
escolar.
Conviene señalar que la falta de participación de los padres puede traer consecuencias
negativas en el desempeño escolar de los hijos tales como: desmotivación, conductas
agresivas, apatía, para disposición hacia el aprendizaje y obviamente, en bajo rendimiento
académico.
En el mismo orden de ideas, Pereira (2007) afirma que la poca participación y la falta de
atención por parte de los padres en los niños, sobre todo a nivel de educación primaria, crea
en ellos poca atención hacia los estudios y genera desmotivación hacia la escuela y, por
consiguiente, su rendimiento es menor que en los niños que tienen la atención y
participación activa de sus padres.
Esta situación se está suscitando en la Escuela Básica Estadal Cristina Baptista del
Municipio Santiago Mariño, Estado Aragua, donde se observa en los padres apatía y poca
participación en el desempeño escolar de sus hijos, tanto en lo referente a la acción
pedagógica, como en las actividades culturales y extracurriculares de sus representados.
Los comentarios de algunos padres hacen evidente esta problemática “Para que voy a la
escuela, si la profesora no me ha mandado a llamar es porque está todo bien”, ¿En qué
puedo yo ayudar a la profesora si ella es la que sabe…?” “Yo no tengo tiempo para asistir,
el horario de mi trabajo no me lo permite”. “Tengo cosas más importantes de hacer en mi
casa, cada vez que asisto es para pedir colaboraciones”… “Más de lo mismo”.
De igual manera, la asistencia de los padres a las reuniones convocadas por los docentes
para abordar asuntos educativos relacionados con sus representados, es escasa, y los que
asisten, se muestran impacientes, sin interés por conocer sobre el proceso pedagógico que
viven sus hijos, reacios a participar en cualquier actividad sugerida por el docente alegando
razones de tiempo. La preocupación de los padres está circunscrita a sí, su hijo está
rindiendo lo suficiente para aprobar el grado.
¿Qué criterios tienen los padres sobre su participación en el desempeño escolar de sus
hijos?
¿Qué factores del ambiente familiar y escolar afectan la participación de los padres en el
desempeño escolar de sus hijos?
Objetivo General
Objetivos Específicos
Identificar las expectativas que tienen los padres sobre su participación en el desempeño
escolar de sus hijos.
Establecer los factores del ambiente familiar y escolar que afectan la participación de los
padres en el desempeño escolar de sus hijos.
Justificación de la Investigación
MARCO TEÓRICO
Antecedentes
Rodríguez (2003), en el Municipio Rivas del Edo Mérida, realizó un estudio con la
finalidad de proponer estrategias de participación familiar para mejorar el rendimiento de
los estudiantes del segundo grado de la Unidad Educativa “José Gregorio Ramírez”. El
trabajo se enmarcó dentro de la modalidad de proyecto factible, apoyado en una
investigación de campo de tipo descriptivo, en el cual aplicó un cuestionario con escala de
opinión tipo Likert a una muestra conformada por veinticinco (25) padres y representantes,
en quienes se midieron los aspectos referidos a la participación y rendimiento del escolar,
en los indicadores aspectos familiares, personales, entorno, participación docente y
rendimiento. Se concluyó la necesidad de implementar estrategias enfocadas hacia la
participación familiar como una manera de mejorar el rendimiento académico de los
escolares.
Gutiérrez (2003), llevó a efecto una investigación con el objetivo de diseñar un programa
a la integración escuela- comunidad como estrategia de participación para docentes, padres
y representantes de la Escuela Bolivariana “Caño El Tigre”, Municipio Zea del Estado
Mérida, con el propósito de fortalecer el proceso educativo y 30 organización de la
Institución Educativa. El trabajo se enmarcó bajo la modalidad de Proyecto Factible,
apoyando una investigación de campo de carácter descriptivo, durante el cual se aplicó un
cuestionario con escala tipo Likert a los docentes y una encuesta evaluada bajo el análisis
FODA a fin de dar conocer la disposición para el trabajo comunitario y la capacitación, la
falta de comunicación estratégica corporativa en representantes como en docentes, inciden
en las previsiones para integrar a la familia a la escuela en un trabajo efectivo, incidiendo
en el bajo nivel de participación en las diferentes actividades.
Bases Teóricas.
Por otra parte, la escuela no puede lograr por sí sola la formación integral de los
estudiantes, es necesaria la participación de los padres para que la educación se lleve a cabo
en términos de calidad, los mismos deben ser una fuente de apoyo que favorezca un
intercambio continuo y constructivo en pro de la formación del niño. Por esta razón Flores
(2008) indica:
El mismo autor plantea que la escuela es ese espacio donde los padres participan
activamente, se enriquecen fortaleciéndose, no sólo en el cumplimiento de los objetivos
educativos, sino el establecimiento de una organización dinámica cuyos miembros se
integran para alcanzar las metas compartidas, bajo principio de solidaridad y cooperación.
Por su parte Costa y Torrubia (2009) indican “participar significa tener parte en algo,
compartir, colaborar, intervenir, cooperar…” (p.49). En esa perspectiva, la participación se
concreta en la generalización de sinergias que potencian la disposición de las personas, en
este caso, los casos para involucrarse activamente en todo lo relacionado con la educación
formal e informal de sus hijos. Tal planteamiento lo concreta Castillo (2010) en su
definición de participación “trabajar conjuntamente en la orientación de la persona
[alumno- hijo] en orden a un proyecto común de educación” (p. 2) lo cual hace referencia a
la acción integrada que debe darse entre los padres y la escuela para alcanzar un objetivo
comprendido: el adecuado desempeño escolar de los educandos.
Tomando en cuenta los aportes conceptuales antes expuestos, la autora del presente
estudio define la participación de los padres en el desempeño escolar de los hijos “como las
acciones puestas en práctica por los padres con los hijos y con la escuela para impulsar en
estos últimos un óptimo desenvolvimiento escolar en la consecuencia de los objetivos
educacionales destinados a su formación integral”.
En esa participación juega un papel muy importante las expectativas que los padres
tienen respecto a la educación de sus hijos, además existen diferentes niveles en la
participación de los padres y factores del ambiente familiar que pueden afectarlo. Estos
aspectos, que conforma el conjunto de inquietudes orientadoras del presente estudio, serán
descritos a continuación, sustentándose en las fundamentaciones, que al respecto han,
formulado los teóricos.
Estas expectativas dependen de muchos factores tales como la zona donde vive la
familia, si es urbana o rural, el nivel cultural y económico de los padres, las características
particulares de la familia, entre otros (Oviedo, 2010); y las misma se manifiestan respecto a
lo que se espera de los hijos y de la escuela donde estudian. En función de las expectativas
que los padres tengan actuarán sintiéndose comprometidos o no, con los diferentes aspectos
involucrados en la formación de sus hijos.
García (2009) y Oviedo (2010) coinciden en señalar que las expectativas de los padres
se desglosan en dos aspectos; aquellas referidas a la escuela y las que tienen respecto al
desempeño escolar de sus hijos.
Existen otros padres cuyas expectativas de participación en la escuela van más allá del
aspecto asistencial, interesándose por algunas exigencias educativas en cuanto a la
formación de sus hijos, su postura gira alrededor de argumentos como “el niño está en la
escuela bien atendido y de paso que aprenda algo” (García, 2009, p.1) aprendizajes como
leer escribir, operaciones aritméticas básicas, son las exigencias educativas de algunos
padres y hacia ello orientarán sus acciones de participación en la educación de sus hijos, es
decir, estarán atentos que la escuela brinde estas enseñanzas básicas y que sus hijos las
aprendan.
Por último, se encuentran los padres para los cuales la organización escolar juega un
papel muy importante en la educación y formación de sus hijos, por lo tanto, consideran
que su participación en el mejoramiento de la calidad en el proceso educativo. Estarán
siempre atentos a lo que hace la escuela en el cumplimiento de los objetivos educacionales;
requerirán información sobre los proyectos educativos y se involucrarán activamente en
todo aquello que contribuya a fortalecer la formación integral brindada a sus hijos.
Ambos extremos son nocivos para el desempeño escolar de los hijos. La ausencia de
expectativas de participación y exigencia por parte de los padres, les impide fijarse metas,
desarrollar el sentido de pertinencia y de responsabilidad, así como sentimientos del propio
valor como persona y estudiante. Las expectativas y exigencias…
Así por ejemplo, un padre cuya participación se limita al nivel informativo, recibe las
informaciones sobre el proyecto del plantel, el proyecto de aula, el reglamento de la
institución, u otro, pero no opina, ni se involucra con el cumplimiento de los mismos;
igualmente sucede con respecto al desempeño escolar de los hijos, recibe las informaciones
del docente, sin tomar acciones que contribuyan a enriquecer, el trabajo pedagógico que
éste realiza y a fortalecer el desenvolvimiento de sus hijos en la actividad educativa. Estos
padres circunscriben su participación a ser receptores de información.
La colaboración con la escuela. Está vinculada con la participación activa de los padres
en el funcionamiento institucional, en las organizaciones existentes en la escuela. Una de
las organizaciones más importantes la constituye la asociación de padres y representantes
cuyos integrantes directivos en conjunto con la asamblea participa en la gestión de la
escuela.
En este ámbito Ruiz (2007) distingue dos componentes de participación de los padres:
en la gestión pedagógica y en la gestión administrativa. La gestión pedagógica aborda
aspectos cruciales para la vida escolar, entre los que se encuentran:
Algunas de las actividades en las que los padres pueden participar y que no requieren
mucho tiempo al año son: elaboración de material didáctico (el padre lo puede elaborar en
hogar y luego llevarlo a la escuela); sesiones de lectura de diferentes textos en el salón de
clases; ofrecer explicaciones a los estudiantes sobre experiencias laborales, en los cuales se
retoman temas de apoyo a los conocimientos escolares manejados por los mismos padres de
familia; participación en el huerto escolar: regando, plantando o cosechando;
organizaciones de algún coro o danza u otra actividad complementaria de trabajo de aula,
entre otras que el ingenio o imaginación de los padres puedan llevar a la práctica en su
colaboración con la labor escolar. (Flores, 2008).
Los padres con mayor disponibilidad de tiempo pueden participar: como auxiliares del
docente ayudando a repartir material en actividades, por ejemplo, artísticas, costura, u otras:
ayudar a los niños con debilidades en conceptos matemáticos, en lectura, en escritura, etc.;
organización de material de apoyo para ser utilizado en clase y muchas más.
En esta área, Colorín y Colorado (2008) sugieren a los padres: acompañar a los
estudiantes y docentes en las excursiones que se realicen fuera de la institución; servir de
apoyo en los actos institucionales; colaborar como voluntario en la biblioteca, cafetería
escolar, en la sala de computación, preparar comida para algún evento escolar; participar en
actos culturales o ayudar en su organización; participar en las festividades escolares
(aniversario de la escuela, día de la paz, día del libro…).
Cuanto más padres y más intensamente participen en las reuniones, mejor será el
mensaje que estarán enviando a los docentes, demostrando su fuerza como padres de los
estudiantes. Además, una activa participación indicará al personal docente y directivo que
los padres siguen de cerca lo que pasa con la educación de los hijos, para lo bueno y para lo
malo, y que les aplaudirán o denunciarán, según su comportamiento.
De la misma forma, los padres con una adecuada participación en el desempeño escolar
de sus hijos, están en permanente comunicación con el docente, no sólo para estar
oportunamente informados de la actuación académica, personal y social del niño y niña en
el ambiente escolar, sino para coordinar junto con el docente las acciones a seguir en caso
que el desempeño escolar no sea el esperado.
Los docentes esperan que los padres ofrezcan en el hogar las condiciones y el ambiente
necesario para que el niño pueda estudiar y cumplir con sus deberes escolares, poniendo en
práctica una disciplina y establecimiento de normas que los ayuden a ser responsables,
organizados y cumplidos (Marulanda 2006).
De acuerdo con lo anterior, el rol de los padres al fomentar hábitos relacionados con la
vida escolar de los hijos, a través del establecimiento de normas favorece, tanto el
desempeño escolar presente y futuro, como las relaciones entre padres e hijos.
Entre algunas de las normas que los padres han de fijar con sus hijos están las
relacionadas con (Von Borstel, 2008): Establecer un horario regular para estudiar, ausencia
de televisión mientras hace la tarea o estudia y fijar el límite en cuanto a la ayuda de los
padres en las tareas. En esto último, es necesario dejar claro a los hijos que nunca se hará
las tareas o trabajos por ellos, pero que siempre se estará dispuesto para ayudar, orientar o
contestar cualquier pregunta o inquietud que ellos tengan respecto a sus deberes escolares.
Es preciso reiterar que en el apoyo brindado por los padres a los hijos en las tareas y
trabajos escolares, estos nunca deben convertirse en una acción que quite la
responsabilidad a los hijos. La participación de los padres en tal sentido ha de estar
orientada hacia dos aspectos sustanciales (Villalobos, 2009); ofrecer un ambiente propicio
para la realización de los deberes, es decir, un lugar de la casa, libre de distracciones, que
tenga buena ventilación e iluminación; y ayudar a los hijos a prever los materiales que
requieren para la realización de sus tareas, de manera que cuenten con los útiles al
momento de ejecutarlas.
Marulanda (2006) ofrece a los padres una serie de pautas para una eficaz participación
de los mismos en el desempeño de los hijos relacionado con el cumplimiento de sus
deberes escolares, entre los cuales están:
• Hablar con ellos sobre la tarea, asegurándose que entiendan lo que se espera que hagan.
• Cuando hay algún punto de la tarea que no entienda, averiguar qué es exactamente lo que
no entiende y luego aclararle solo ese punto.
Conviene también, resaltar en este punto que existen hogares donde los padres son
analfabetos o tienen poco nivel de estudios. Sus conocimientos no les permiten ayudar a
sus hijos por no entender nada de sus tareas del contenido de las mismas, no obstante esto
no debe constituirse en una excusa para no brindarles apoyo; en tal sentido, Peñaranda
(2007) sugiere a estos padres, prestándoles apoyo haciéndoles saber que están disponibles,
recordándoles las normas, ofreciéndoles el ambiente más adecuado y disponible y
demostrándoles interés en lo que hacen. La presencia paterna bajo esta actitud constituye, a
veces, el mejor aliciente para los hijos cuando desarrollan sus deberes.
Para conseguir que los hijos estén motivados hacia el estudio con todas sus
implicaciones, es necesario que en el hogar (al igual que en la escuela) se despierte su
atención creado en ellos un genuino interés, estimulando su deseo de conseguir los
resultados previstos y cultivando el gusto por los trabajos escolares (Ramos, 2009).
El mismo autor, reitera que la motivación en una de las condiciones generales más
poderosas, no solo que lo que se aprenderá, sino de la proporción del aprendizaje; aspecto
a un más importante si se toma en cuenta que el proceso de aprender como actividad
personal, reflexiva y sistemática, exige de los estudiantes tres condiciones básicas:
(c) perseverancia en los estudios y en los trabajos escolares hasta adquirir el dominio de la
materia de estudio; de modo que sea de utilidad real para la vida.
En el ambiente familiar, los padres pueden ser fuente de motivación para los hijos en el
desempeño escolar a través de diferentes actuaciones, como las señaladas por Marulanda
(2006), Von Borstel (2008), Sanabria (2009), entre otros y que se describen a continuación:
Proporcionar refuerzos positivos. Los padres pueden en este sentido, por ejemplo,
alabar el trabajo del niño o niña, reconociendo su esfuerzo; colocar el trabajo de arte,
matemática u otro, en el refrigerador o en un lugar especial de la casa; compartir con los
otros miembros de la familia los logros obtenidos por el niño o niña en determinada
disciplina o materia escolar; felicitarlo al obtener buenas calificaciones en una prueba o
trabajo.
- Reconocer y celebrar el esfuerzo de los niños, más que el resultado final. El interés y
dedicación que pone a una tarea así no le quede perfecta, es mucho más importante que la
calificación que se obtiene. Al respecto Marulanda (2006) indica: “cuando nos centramos y
sólo aplaudimos las buenas calificaciones, los niños que no sobresalen en las áreas
académicas no tienen oportunidades para sentirse triunfadores” (p. 287).
- Nunca se debe humillar ni ridiculizar a un niño (a) por sus fracasos académicos (ni
permitir que otros familiares lo hagan). Esto no los anima, ni motiva a mejorar, sino que
los precipita a fracasar. En estas situaciones los padres deben conversar con sus hijos para
ayudarles a descubrir las razones de su fracaso académico y la solución para superarlo.
Posteriormente, los padres deben observar todo progreso por mínimo que sea, y ser
generosos en elogios. Prestar atención a los logros obtenidos, estimulando al niño a
continuar, es la manera más eficiente de motivarlo en el camino de superar sus dificultades
académicas.
- Reconocer las fortalezas y debilidades. Es importante que los padres ayuden a sus
hijos a “entender y aceptar que no todos tenemos las mismas habilidades, pero sí que todos
tenemos un gran potencial” (Marulanda, 2006, p.290). El reconocimiento de las fortalezas
y debilidades les permitirá desarrollar la capacidad para superar sus limitaciones.
En estrecha vinculación con lo anterior, los padres han de estar conscientes que cuando
sus hijos ingresan al ambiente escolar, entran en un mundo nuevo que representa para ellos
retos, emociones, actividades innovadoras, conocimientos novedosos, pero también
dificultades, algunas veces fracasos o frustraciones. Requieren por lo tanto conseguir en el
hogar quien los escuche en sus dudas e inquietudes, y son los padres los llamados a
satisfacer estas necesidades mediante su participación comunicacional con ellos.
El desempeño escolar de los hijos se fortalece cuando los padres desarrollan una
adecuada y creciente comunicación con ellos, con autentico interés por escucharlos,
entendiendo sus puntos de vista y orientarlos en las dificultades que se les presenten en su
desenvolvimiento educativo. (Van Delt ,2001). Este autor junto con Marulanda (2006)
recomiendan a los padres las siguientes acciones dirigidas a fortalecer el desempeño
escolar de los hijos a través de la comunicación que desarrollen en el hogar.
• En conversaciones informales, pero sin distracciones, conversar con los hijos sobre la
escuela, los maestros, lo que se espera de ellos y lo que ellos esperan de los hijos y padres,
jamás debe expresarse negativamente de la escuela o del docente delante de los hijos.
• Para mantener los canales de comunicación abierta, deben evitarse las distracciones:
uso del teléfono, televisor o equipo de sonido encendido.
Nivel consultivo. Para que los padres tengan participación en este nivel, es necesario
que la escuela ofrezca consultas amplias e informadas sobre diversos temas relacionados
con la educación de los hijos. Ello puede implementarse a través de los departamentos de
orientación o de los centros de padres organizados en las instituciones, en lo que se ha
conocido como escuela de padres
Nivel resolutivo. Este nivel es considerado como el más efectivo en el marco de una
real participación de los padres. Involucra una incorporación efectiva en la organización
escolar como derecho a voz y voto en la sustancia máxima de toma de decisiones
relacionadas con el funcionamiento institucional, o en asumir responsabilidades directas en
la gestión administrativa o pedagógica. Por ejemplo, los padres que participan
directamente a través de comisiones o equipos de trabajo, en la elaboración y puesta en
práctica de proyectos o programas que impulsen estrategias innovadoras dirigidas a
mejorar las acciones educativas.
Nivel contralor. La participación de los padres en este nivel vinculado con el rol de
supervisor. La supervisión significa “misión sobre” (Wereci, 2000), también entendida
como “la función que se traduce en acciones o cursos de acciones dirigidas a guiar, enseñar
a personas o grupos de personas con miras al logro de los mejores resultados (Lemus y
Rivero, 2004, p. 148). Extrapolando estas definiciones a la participación de los padres, con
el nivel contralor, la misma comprende el conjunto de acciones realizadas por ellos
dirigidas a obtener una visión sobre la escuela y sus hijos con miras a lograr el desempeño
escolar en estos últimos en función de los objetos educacionales propuestos.
Por otra parte, en el hogar los padres deben controlar el desenvolvimiento escolar de sus
hijos. Esta participación les permite conocer con precisión, el cumplimiento de las
responsabilidades escolares por parte de sus hijos, las dificultades que se les presenten, los
éxitos o fracasos y generan el tiempo las acciones correctivas en caso de ser necesarios.
En esa participación controladora, los padres deben cuidar que la misma se convierta en
una acción fiscalizadora. Supervisar cómo va el desempeño escolar de sus hijos ha de ser
un proceso de observación e intervención para ayudarlos, apoyarlos y estimularlos en el
cumplimiento de sus responsabilidades. De esta manera, ellos percibirán la participación
de los padres como un proceso de ayuda para reafirmar comportamientos positivos que
contribuyan a su éxito escolar.
Diversos autores, entre ellos Villalobos (2009), Sanabria (2009) y Von Borstel (2008)
indican que este rol de los padres los debe encauzarse hacia decisiones relacionadas con:
- Supervisión de las tareas escolares. Todas las noches los padres deben revisar las
tareas de sus hijos, en primer lugar para verificar su cumplimiento; en segundo término,
para asegurarse que el niño(a) lo entendió todo.
- Supervisión en el cumplimiento de normas. Los padres deben estar atentos que sus
hijos realicen sus tareas en el horario establecido para ello; que cumpla las reglas en cuanto
a: no ver televisión mientras hace la tarea; organice oportunamente los materiales
requeridos para la elaboración de sus trabajos.
- Supervisión del progreso en la escuela. Si bien los informes y las notas son una
indicación de cómo se están desempeñando los hijos en la escuela, es importante que los
padres indaguen qué sucede en la escuela comunicándose con el docente. De esta manera,
podrán enfrentar algún problema, si lo hay, antes de que se convierta en una situación más
seria.
- Rendimiento en las asignaturas: Los padres deben averiguar con el docente cómo
es el rendimiento de los hijos en las diferentes asignaturas. Asimismo, con los hijos,
averiguar las materias que les gustan y las que no. Averiguar qué es lo que parece difícil en
una clase y buscar con él las formas de superar las dificultades.
- Relaciones con los compañeros de escuela. Es su rol de supervisor los padres deben
estar atentos a si los hijos se relacionan eficazmente con sus compañeros de clase, si se
integra al trabajo en grupo sin dificultad, estar también atentos a quiénes son sus amigos
más asiduos. Si el niño o la niña solicitan permiso para hacer las tareas en casa de un
compañero de clase, constatarlo.
El mismo autor considera también que muchas de las frustraciones relacionadas con la
participación de los padres puede tener su origen en “no haber precisado con cierto detalle
en qué parte de los procesos educativos o del ámbito de la escuela debe intervenir cada
uno” (p.51). Es decir, la ausencia de una comunicación abierta para definir espacios de
participación que se convierte en un obstáculo para que los padres precisen las maneras de
participar en la escuela.
Costa y Torrubia (2009) concreta en seis aspectos las condiciones necesarias que deben
estar presentes en las escuelas para que se dé la participación de los padres en los centros
escolares. De la primera, que el modelo participativo que la escuela disponga de un amplio
consenso social; la segunda condición es que el equipo docente este convencido de una
implicación de la familia; la tercera, que padres y docentes compartan unos objetivos; la
cuarta, que exista un reparto claro de funciones que no dificulte una gestión ágil y la toma
de decisiones; la quinta, que en el centro se creen contextos que favorezcan la participación
y; la sexta y última condición es que los docentes dispongan tiempo y de formación para crear
y mantener vivos los contextos participativos.
Sin estas condiciones difícilmente podrá hacerse realidad la participación afectiva de los
padres en la institución escolar.
En tal sentido, puede indicarse la situación familiar donde ambos padres trabajan, lo
cual trae consigo que ninguno de los dos permanece todo el tiempo en casa, los hijos al
llegar de la escuela, permanecen solos, mientras sus padres llegan o bien quedan al cuidado
de la empleada doméstica o de un familiar. En esta situación familiar disminuye el tiempo
de participación de los padres con sus hijos para orientarlos en el desempeño de todo
aquello que compete a su actividad escolar, también los limita para acudir frecuentemente
a la escuela y participar en eventos o reuniones convocadas o para entrevistarse con la
docente.
Lo mismo sucede en aquellos hogares maternos o paterno filiales, donde uno solo de los
padres (por lo general la madre) es el responsable del funcionamiento del hogar. A veces
estos padres desempeñan dos trabajos para cubrir las necesidades económicas de la familia.
Aspecto que dificulta su participación en la escuela y la atención brindada a sus hijos en
los deberes escolares.
Así mismo la presencia de algún miembro de la familia (un hijo u otro familiar) con
necesidades especiales o enfermedades graves, es un factor que puede menoscabar el
tiempo de los padres para dedicar atención a sus otros hijos y a la escuela.
Una vez expuesto los factores del ambiente familiar y escolar que afectan la
participación de los padres, es importante señalar el papel activo del docente en su rol
orientador. Entendida la orientación como ese proceso mediante la cual se busca explorar
las potencialidades del sistema humano a efecto de ofrecer la mejor herramienta
conducente a que la persona decida o elija la mejor opción En este sentido lo que busca el
profesional es que haga una mejor calidad de vida de manera integral, es decir que todas
sus aéreas se encuentren satisfechas.
Desempeño Escolar
Estos aspectos del desempeño escolar son tomados en cuenta por el ministerio de
educación (2000) cuando en los contenidos abordados en la acción educativa, integra los
conceptuales y procedimentales con los actitudinales y con los aprendizajes en cuanto al
aprender a conocer (conocimientos) aprender a hacer (habilidades y destrezas) y aprender a
ser aprender a convivir (valores, sentimientos, creencias, preferencias, normas de
convivencia, disposición a actuar).
En esa perspectiva, se definen a continuación los tres aspectos básicos que, para efectos
de la presente investigación, serán tomados en cuenta para determinar las características
del desempeño escolar de los hijos objeto del estudio: Rendimiento académico, desempeño
personal y desempeño social.
Desempeño personal.
En el marco del presente estudio, se delimitan los aspectos del desempeño personal a
los siguientes indicadores: Presentación personal; asistencia, puntualidad y cumplimiento
de los deberes escolares (valor responsabilidad), autonomía y toma de decisiones, actitud
creativa hacia la escuela y hacia el estudio y creatividad.
Sumado a lo anterior, la puesta en práctica del valor responsabilidad con sus deberes
estudiantiles es un indicador del desempeño escolar de los estudiantes. La asistencia y
puntualidad a la hora de llegar a la escuela, el cumplimiento con las tareas y trabajos
asignados por el docente, son entre otras, conductas emitidas por los escolares
compenetrados con su vida escolar.
Desempeño social
Este involucra las habilidades sociales del educando al interactuar con los adultos
(docente) y sus compañeros. Las habilidades sociales comprende el conjunto de
capacidades que “permite al niño interactuar con sus padres y entorno de una manera
socialmente aceptable” (Mendoza, 2008, p.5). Las mismas son las expresadas en un
contexto interpersonal y le permiten al estudiante, relacionarse eficazmente con sus
semejantes.
En este sentido, un adecuado desempeño escolar involucra una relación de respeto del
niño con el docente y sus compañeros, habilidad para trabajar y participar en tareas
grupales con armonía, para actuar adecuadamente en un momento o situación concreta
integrándose al grupo con facilidad.
Cabe destacar en la siguiente investigación el rol orientador que ejercen los docentes en
su desempeño, es entendida como la disciplina q se ocupa se ayudar al sistema humano en
cualquier contexto donde este se encuentre. En ese sentido de utilizan estrategias a fin de
potenciar los procesos en el cual se desenvuelve la persona; por ello la orientación fomenta
sesiones dirigidas al buen desarrollo del binomio escuela y comunidad.
Así mismo Vera (2004) plantea La orientación como profesión. “Es un servicio de
asistencia al individuo, familia, los grupos a través de la reacción cliente-orientador" es
decir, la visión que presenta es asistencial e individualista. Así mismo, se refiere al
contexto como el lugar donde el orientador interviene de acuerdo a los procesos que valla a
realizar.
Bases Legales
Este señalamiento legal enfatiza dos aspectos de especial importancia para el presente
trabajo de investigación, en primer lugar el derecho que tiene el niño a una educación
integral, lo cual necesariamente implica su atención formativa desde el punto de vista
educativo, intelectual, físico y psicomotor entre otros.
Por otra parte para el logro de una educación integral del niño, es indispensable la
vinculación de la escuela con la familia a fin de que la misma sea completada por la
escuela en los procesos formativos que se les brinda a los futuros ciudadanos, pues tal
como lo plantea la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en su
Art. 76 “El padre y la madre tienen el deber…de formar, educar, mantener y asistir a sus
hijos e hijas” obviamente que para el cumplimiento eficaz de este señalamiento legal, los
padres en el marco de sus funciones como responsables de sus familias, deben participar
activamente e involucrarse en la educación formal que sus hijos reciben, de allí que la
integración de escuela - familia su sustento legal en este planteamiento de la carta magna.
Unido a lo expuesto, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente
(1998), indica en su Art.53, el derecho que tiene el niño a la educación, especificándose en
el Parágrafo del mismo artículo la obligatoriedad de que esta educación sea “integral y de la
más alta calidad”. Asimismo, el Art. 54, de la ley mencionada, señala claramente la
obligación que tienen los padres y representantes no sólo de inscribir oportunamente a sus
hijos a la escuela, plantel o instituto, sino la de “participar activamente en su proceso
educativo”, igualmente, el Art. 55, especifica respecto al escolar, su derecho a “ser
informados y participar activamente en el proceso educativo”, señalando el mismo derecho
para los padres.
Las variables del estudio son: Participación de los Padres y Desempeño Escolar de los
hijos.
Esta variable se define “como el conjunto de acciones realizadas por los padres en el
hogar y la escuela dirigidos a fomentar el desempeño escolar adecuado de los hijos”. (Ruiz,
2007) Esta variable se operacionaliza en las siguientes dimensiones:
3. Factores que afectan la participación. Se define como los factores que favorecen o
desfavorecen una adecuada participación en el desempeño escolar de los hijos. Medida en
los indicadores: factores familiares y factores escolares.
2. Desempeño personal. Entendida como las actuaciones individuales que presentan los
hijos durante la actividad educativa, en los indicadores: presentación personal, asistencia,
puntualidad, cumplimiento de los deberes escolares, autonomía en el trabajo escolar,
iniciativa y creatividad, interés por el estudio e interés por la escuela.
Objetivo General: Determinar la participación de los padres en el desempeño escolar de los hijos.
MARCO METODOLÓGICO
Tipo de Investigación
Diseño de la investigación.
Muestra
La población fue tomada en su totalidad para la ejecución del estudio debido a que el
tamaño de la misma permitía trabajar con todos los sujetos sin limitaciones de recursos o
tiempo. En este sentido, se siguió la pauta establecida por Hurtado y Herrera (2000) al
indicar que cuando el investigador puede tener fácilmente acceso a toda la población no
necesita muestra. Por ello se consideró pertinente abarcar en la investigación al total de la
población cuyas características se presentan en los cuadros siguientes.
1° “A”
1° “B”
1° “C”
1° “D”
1° “E”
1° “F”
2° “A”
2° “B”
2° “C”
2° “D”
2° “E”
2° “F”
3° “A”
EBE
3° “B”
CRISTINA
3° “C”
BATISTA
3° “D”
3° “E”
3° “F”
4° “A”
4° “B”
4° “C”
4° “D”
4° “E”
4° “F”
5° “A”
5° “B”
5° “C”
5° “D”
5° “E”
5° “F”
6° “A”
6° “B”
6° “C”
6° “D”
6° “E”
6° “F”
Total
Fuente: Estadística de la Escuela Básica Estadal Cristina Baptista
1° “A”
1° “B”
1° “C”
1° “D”
1° “E”
1° “F”
2° “A”
2° “B”
2° “C”
2° “D”
2° “E”
2° “F”
3° “A”
3° “B”
3° “C”
3° “D”
3° “E”
3° “F”
4° “A”
4° “B”
4° “C”
4° “D”
4° “E”
4° “F”
5° “A”
5° “B”
5° “C”
5° “D”
5° “E”
5° “F”
6° “A”
6° “B”
6° “C”
6° “D”
6° “E”
6° “F”
Total
Fuente: Estadística de la Escuela
Validez y Confiabilidad.
K= número de ítems = 20
La aplicación de esta fórmula dio como resultado 0,98 para el cuestionario de los padres,
y 0,98 para el cuestionario de los docentes (Anexo ) lo cual indicó, según la escala
propuesta por Ruiz (1998) un alto nivel de confiabilidad para ambos instrumentos.
Procedimiento de la Investigación