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PREGUNTAS SOBRE LA UNICIDAD

En forma de píldoras, estoy compartiendo estas respuestas a ciertas preguntas


polémicas que usualmente nos hacen sobre la Unicidad de Dios.

1. ¿Jesús es la plenitud de la deidad?

Sí. Debido a que Jesús es el único Dios, Él es en efecto la plenitud de la deidad,


y no existe ningún Dios aparte de Jesús.

2. ¿Decir que Jesús es Dios, es una declaración más precisa que decir
que Jesús es el Hijo de Dios?

Ninguna declaración es más precisa que la otra, porque ambas son igualmente
bíblicas. Jesús siempre ha sido el único Dios. De otro lado, el Hijo es Jesús
mismo pero encarnado como un hombre. Después de la encarnación, el único
Dios que es Jesús, ha continuado existiendo como Dios en razón a su
naturaleza y condición divina que ha poseído siempre de forma exclusiva; pero
también ha llegado a existir como el Hijo de Dios, en razón a su naturaleza y
condición humana que sólo llegó a poseer cuando se manifestó en carne.

3. ¿Si Jesús es el Padre, y Jesús es el Hijo, esto significa que el Padre es


lo mismo que el Hijo?

De ninguna manera el Padre es lo mismo que el Hijo. Para entender por qué la
Biblia hace distinción entre los conceptos del Padre y el Hijo cuando los aplica
a Dios, debemos percatarnos de que Dios mismo fue manifestado en carne.
Así que el Padre es una referencia a Jesús en su absoluta deidad, y por lo tanto
poseyendo su mente divina, su voluntad divina y todos sus atributos divinos;
mientras que el Hijo es Jesús mismo pero poseyendo una mente humana, una
voluntad humana, y todas las características humanas, excepto el pecado.

4. ¿Es correcto decir que Dios se vistió de carne?

Decir que Dios se vistió de carne, puede conducir al concepto equivocado de


que la encarnación solo consistió en que Dios se puso un traje de carne
humana, pero no que Dios mismo participó de carne y sangre convirtiéndose
en un Hijo, en un hombre, pero sin dejar de ser Dios. Por lo tanto, es más
correcto decir que Dios se manifestó en carne, o que la plenitud de Dios se
encarnó completamente en Cristo.
5. ¿Dios murió en la cruz?

A partir de la encarnación, Dios existe de dos modos diferentes, pero sigue


siendo un solo y mismo ser. En su existencia divina como el Padre, Él es eterno,
y por lo tanto no tiene principio ni fin, y tampoco puede nacer o morir. Pero en
su existencia humana como el Hijo, Él pudo nacer y pudo morir. De manera que
nosotros rechazamos que nos acusen de patripasianismo (es decir que
supuestamente decimos que el Padre murió). Lo que nosotros decimos es que
el Hijo de Dios murió, o que Dios manifestado en carne murió, pues Él murió
pero en su condición de hombre genuino.

6. ¿El Padre se hizo el Hijo, cuando se manifestó en carne?

Sí, así es, y esto indica la encarnación completa, pues así como los hijos
participaron de carne y sangre, el Padre también participó de lo mismo
haciéndose un verdadero Hijo. Como hombre Él es el niño nacido y el Hijo dado;
pero en cuanto a su deidad Él es el Dios fuerte y el Padre eterno. En cambio,
es absolutamente problemático decir que en la encarnación, el Hijo se hizo el
Hijo.

7. ¿El Hijo se hizo el Padre en la resurrección?

No, de ninguna manera. En la Biblia, el Hijo es siempre una referencia a la


manifestación de Dios en carne, que Él asumió para nunca más separarse de
esa condición humana. Cuando Jesucristo murió, Él murió en la condición de
Hijo, de hombre; por ende cuando resucitó, Él también resucitó en la condición
de Hijo, de hombre, pero con un cuerpo glorificado como el que tendrán todos
los demás hijos, es decir los demás hombres que han creído a la obra expiatoria
de Jesús. En síntesis, el Hijo resucitó como el Hijo, pero ahora con un cuerpo
humano glorificado.

8. ¿Jesús ya no es humano? ¿Él es todo Dios después de la


resurrección?

Jesús siempre ha sido y será todo Dios, incluso antes y después de la


encarnación, e incluso también antes y después de su resurrección. Pero Jesús
solo llegó a ser un humano, a través de su manifestación en carne. En razón a
que Él murió como hombre, también resucitó como hombre convirtiéndose en
las primicias de la resurrección, a fin de poder representar a todos los demás
seres humanos que también resucitarán vencedores. En el cuerpo glorificado
del Cristo escatológico, habita (tiempo presente) toda la plenitud de la deidad.
Dios aún requiere de la condición de Hijo para poner a todos los enemigos de
la humanidad por estrado de sus pies, y también requerirá de esa manifestación
como Hijo para poder ser visto por los santos en la nueva Jerusalén, donde el
Hijo será el tabernáculo de Dios con los hombres, y donde se cumplirá: “El que
me ve, ve al que me envió”, o “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.

9. ¿La sangre intercede por nosotros y no el Cristo resucitado?

La Escritura es clara en afirmar que el Cristo resucitado, Jesucristo hombre,


intercede actualmente por nosotros, pues en su condición de Hijo Él es nuestro
pariente redentor y el varón perfecto que representa a la humanidad. La virtud
de la sangre que Cristo vertió en la cruz, radicó en la pureza de Jesús, y no en
aquella sangre tomada como un elemento aislado de aquel que la derramó. Si
decimos que la sangre de Cristo intercede por nosotros, debemos recordar que
lo que eso significa, es que Jesús es el mediador del nuevo pacto, que Él
actualmente intercede por nosotros, y que nosotros hemos sido redimidos, no
a precio de oro o plata, sino por la sangre preciosa de Cristo como de un
cordero sin mancha ni contaminación.

10. ¿Según 1. Timoteo 2:5, hay un Dios que es el hombre Cristo Jesús?

Esto es un completo absurdo porque conduce a una malinterpretación del texto,


como haciendo creer que Dios perdió su condición de Espíritu omnipresente y
se transmutó en un hombre limitado. No obstante, lo que hace dicho texto es
anunciar la verdad de que el único Dios fue manifestado en carne. En su
condición divina como el Padre, Dios quiere que todos los hombres sean salvos
y vengan al conocimiento de la verdad (1. Timoteo 2:4); pero en su condición
humana como el Hijo, Dios está intercediendo o mediando por todos nosotros
(1. Timoteo 2:5). Toda la salvación es obra del único Dios, quien como el Padre
amoroso está dispuesto a perdonarnos; pero en la condición del Hijo ha estado
dispuesto a representarnos como Jesucristo hombre, el varón perfecto, el
postrer Adán. Para salvar, el mismo Dios fue capaz de hacerse hombre, el
mismo Padre estuvo dispuesto a hacerse un Hijo, y a partir de la encarnación
ha sido capaz de desempeñar ambas funciones complementarias de manera
simultánea.

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